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| Jerusalén, la Ciudad deseada | 2006-10-13 | 2 | Santa Cruz de la Sierra | Santa Cruz | BO | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amables amigos presentes y televidentes, los que están a través también del satélite Amazonas, y también los que están a través de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Isaías, capítulo 62, versos 10 al 12, donde dice:
“Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos.
He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra.
Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.”
“JERUSALÉN, LA CIUDAD DESEADA.”
¿Por qué Jerusalén es la Ciudad deseada de todas las naciones? En Deuteronomio, capítulo 12, encontraremos porqué; y dice ese pasaje de la siguiente manera, capítulo 12, verso 5 de Deuteronomio (y capítulo 12, verso 11), dice:
“Sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis.”
Y en ese mismo capítulo 12, verso 11, dice:
“Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová.
Y os alegraréis delante de Jehová vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que habite en vuestras poblaciones; por cuanto no tiene parte ni heredad con vosotros.
Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres;
sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando.”
Y ahora, aquí Dios establece que no será en el lugar que el pueblo quiera establecer como lugar de adoración para Dios, para buscar a Dios, sino en el que Dios escogiere. Ese será por consiguiente el lugar escogido por Dios, para colocar allí Dios Su Nombre y por consiguiente ser colocado allí el templo de Dios. Por esa causa es que en el capítulo 7 [Segunda de Crónicas], verso 14, dice:
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
Y ahora, cuando Salomón dedicó el templo a Dios, vean, cómo Salomón ora a Dios. Con el rey David, el cual quiso edificar casa para Dios, el cual ya sabía en qué ciudad tenía que ser edificada la casa de Dios, sabía que era en Jerusalén. Vean, aquí el rey Salomón en el capítulo 6, miren el sermón que predicó al pueblo, para la dedicación de la casa de Dios, del templo en Jerusalén - por eso también cuando se dedica un templo para Dios hay un mensaje, y casi siempre se utiliza este pasaje de la dedicación del templo de Dios en Jerusalén por el rey Salomón, y también se utiliza la dedicación del tabernáculo que construyó Moisés para Dios allá en el desierto.
Vean, en el capítulo 6 [Segunda de Crónicas], aún antes dice, capítulo 5, verso 13 en adelante dice... esto fue en la dedicación, aquí hay 120 sacerdotes, tocaban las trompetas, ese número es muy importante, es el número también de años que vivió Moisés, es el número también de los que estaban el Día de Pentecostés en el capítulo 2, verso 1 en adelante, hubo como 120 allí esperando la venida del Espíritu. Dice.
“Cuando sonaban pues las trompetas y cantaban todos a una...”
Por eso cuando se dedica un templo para Dios también hay cánticos y hay una predicación.
“...y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová.”
No cualquier casa, sino la casa de Dios, la Nube, la Columna de Fuego, la Nube de la Presencia de Dios.
“Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.”
Eso fue también lo que había sucedido allá en el Éxodo por el capítulo 40, cuando Moisés dedicó la casa a Dios; y también de eso hace mención el Apóstol San Pablo en Hebreos, capítulo 5; y luego nos habla en el capítulo 3 también de una nueva casa a la cual pertenecen todos los redimidos de Dios, y dice que somos el Templo de Dios.
El mismo orden para la construcción del tabernáculo, y luego para la dedicación del tabernáculo como también para la construcción del templo en Jerusalén, y todas las cosas que hubo en el templo y para la dedicación, estarán siendo cumplidas también en la Iglesia, que es el Templo de Dios, la Casa de Dios del Nuevo Testamento y que es también aquella escalera que vio Jacob en el capítulo 28 del Génesis, por la cual bajaban, o subían y bajaban Ángeles de Dios, y en la parte alta estaba Dios.
De la cual también Jesús habló en el capítulo 1, verso 51 al 53, cuando le dijo a Natanael: “De aquí adelante veréis el Cielo abierto y a los Ángeles de Dios que bajan y suben sobre el Hijo del Hombre.” [San Juan 1:51] Está hablando de lo mismo.
Y ahora, la casa de Dios, la escalera que vio Jacob por la cual subían y bajaban los Ángeles de Dios y de la cual hace mención Cristo, en donde Él dice que verán el Cielo abierto, como lo vio Jacob y vio a Dios en la parte alta de la escalera; y Jacob cuando vio en ese sueño esa escalera colocada allí en aquel territorio donde él estaba; luego cuando despertó, él dice: “Éste es un lugar terrible, no es otra cosa que casa de Dios y puerta del Cielo.” Casa de Dios y puerta del Cielo. Por eso es que en el Antiguo Testamento, en el tabernáculo que construyó Moisés, encontramos que Ángeles de Dios bajaban al tabernáculo (el Ángel del Pacto); y también en el templo que construyó Salomón y luego en el mismo templo que había construido el rey Herodes, descendió el Ángel Gabriel para hablar con el sacerdote Zacarías.
El tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, y la escalera que vio Jacob, y el lugar del cual Cristo dice: “De ahora en adelante, de aquí en adelante, veréis el Cielo abierto, y Ángeles de Dios que suben y bajan sobre el Hijo del Hombre.” Todo eso está dando testimonio de que el Cielo va a ser abierto, y que van a subir y a bajar por esa escalera los Ángeles de Dios, los Mensajeros de Dios, y por esa escalera que representa la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la casa de Dios en el Nuevo Testamento, vean aquí en Hebreos, capítulo 3, veamos lo que dice, verso 5 al 6 para no leer mucho, dice.
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”
Y ahora, somos la Casa de Dios en el Nuevo Testamento. ¿Y qué es la Casa de Dios? La familia de Dios, los hijos e hijas de Dios, la descendencia de Dios, de esto también habló San Pablo en Efesios, capítulo 2, versos 19 al 22, cuando dice.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”
Usted decir: “Yo soy un miembro de la familia de Dios,” así como decimos en lo humano: “Yo soy un miembro, un hijo o una hija de...” Y dice el nombre de su padre, está diciendo que usted es un miembro de esa familia, usted es un decendiente de ese padre; y para eso, pues ha nacido como un hijo de ese padre por medio de la unión de su papá y de su mamá.
Y ahora, los hijos e hijas de Dios, nacen de Dios por medio de una manifestación de Dios a través del Espíritu de Cristo, en medio de Su Iglesia porque Su Iglesia es la Novia, la Esposa del Cordero, a través de la cual Dios por medio del Espíritu de Cristo se multiplicaría, se reproduciría en muchos hijos e hijas de Dios.
Por eso es que Jesucristo es el Segundo Adán, y así como el primer Adán luego de pecar trajo hijos e hijas pero mortales, pero ahora el Segundo Adán que es Cristo, trae por medio del nuevo nacimiento, hijos e hijas de Dios que primero nacen en el mundo espiritual en la sexta dimensión, en ese Reino espiritual, en ese Reino de Dios que se encuentra en la esfera espiritual.
Y cuando se complete el nacimiento de todos esos hijos de Dios que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, cuando se cumpla el nacimiento de ellos en el Reino de Dios, en la esfera espiritual, luego viene la parte física, que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, y la transformación de los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, que estén vivos en ese tiempo aquí en la Tierra, y entonces estaremos como hijos e hijas de Dios manifestados.
Manifestados en cuerpos eternos y glorificados, esa es la manifestación de los hijos de Dios de la cual habla San Pablo en Romanos, capítulo 8, verso 14 al 29, y nos dice que eso es la Adopción, la Redención del cuerpo, en donde físicamente estaremos como hijos e hijas de Dios inmortales, jóvenes para toda la eternidad y glorificados como Jesucristo el Hijo de Dios; y así todos seremos plenamente a Su imagen y semejanza, y eso significa que entonces tendremos la plenitud, tendremos el cuerpo angelical que es el primero que recibimos al obtener el nuevo nacimiento, y luego obtendremos el cuerpo físico glorificado, y seremos entonces jóvenes para toda la eternidad.
Eso son los miembros del Reino de Dios, los hijos del Reino, los que escuchan la Palabra del Reino y la reciben y llevan fruto a treinta por uno, a sesenta por uno y a ciento por uno, unos más y otros menos, pero todos queremos llevar fruto al ciento por uno.
Y esta es la etapa en donde todos pueden llevar fruto al ciento por uno, porque es la etapa de la parte alta de la escalera que vio Jacob, esta es la parte del Trono de Dios, en Su Iglesia, en palabras más claras, esta es la parte del Trono de Cristo en Su Reino, Reino que se encuentra en la esfera espiritual; y en ese mismo orden en que han sido manifestados esos hijos de Dios en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, así luego estarán en el Reino Milenial y luego en la eternidad en la nueva Jerusalén que va a ser establecida en este planeta Tierra.
Jerusalén la terrenal, es tipo y figura de la Jerusalén celestial, y los ciudadanos de la Jerusalén terrenal son tipo y figura de los ciudadanos de la Jerusalén celestial; y los ciudadanos de la Jerusalén celestial, van a ser establecidos en esta Tierra en la Jerusalén terrenal, como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces, en ese Reino del Mesías que va a ser restaurado, lo cual será la restauración del Reino de David con la restauración del Trono de David.
Por esa causa es que cuando Cristo hubo resucitado, y apareció a Sus discípulos y les decía: “Paz a vosotros,” es que Jesucristo es el Príncipe de Paz, por eso Él dijo también: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da.” [San Juan 14:27]
La que el mundo da es temporal, pero la que Cristo da es para siempre, y primero la da acá en el alma para que los creyentes en Él puedan expresar esa paz y trabajar por la paz de las demás personas, para que puedan los demás seres humanos obtener esa paz de Cristo en su alma y puedan también trabajar en el Reino de Dios, para que en el establecimiento del Reino de Dios sea establecida la paz en el planeta Tierra, la paz permanente, la paz imperecedera la cual solamente podrá ser alcanzada por Jerusalén, por el territorio de Israel y por todas las naciones en el glorioso Reino del Mesías, porque Él es el único Príncipe de Paz y Príncipe de Justicia y Rey de Jerusalén.
Ahora, la Escritura nos habla de la Ciudad de Jerusalén como el lugar escogido por Dios, para ser colocado allí Su Templo y para ser colocado allí Su Nombre, y para ser el lugar de la manifestación de Dios, y para ser el lugar donde el Sacrificio por el pecado sería efectuado.
Por eso Cristo no podía morir fuera de Jerusalén, porque allí tenía que ser efectuado el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano, así como era efectuado allá en Jerusalén desde que fue establecida Jerusalén como la ciudad de Dios, la ciudad de paz para el Príncipe de Paz, para Melquisedec que es Sacerdote del Dios Altísimo y Rey de Paz. Rey de Salem significa: “Rey de Paz.”
Por lo tanto, habría una ciudad para ese Rey de Paz, ese Rey de Justicia y Sacerdote del Dios Altísimo; esa es la ciudad deseada de todas las naciones, para que sea la capital de todas las naciones. ¿Y cómo una nación que existe a miles o millones de kilómetros de Jerusalén, va a querer que Jerusalén sea la capital? ¿Cómo puede ser posible eso? Pues en el Reino del Mesías, el cual será mundial, la capital del mundo será Jerusalén, esa es la ciudad deseada de todas las naciones.
Ahora, hay naciones que no comprenden esto, y quieren quedarse con Jerusalén, porque es la Ciudad deseada de todas las naciones, porque es la ciudad del Rey, es la ciudad de paz, y la nación que posea esa ciudad vendrá a ser la cabeza de todas las naciones, y tendrá allí al Rey para ser ese Rey, el Rey no solamente de esa nación, sino de todas las naciones, porque el Reino del Mesías será un imperio que cubrirá toda la Tierra.
En la profecía política que le fue dada por el Ángel o Arcángel Gabriel al gobernador Daniel o Beltsasar, el cual es Daniel y el cual es un príncipe descendiente de la tribu de Judá, y el cual fue gobernador de Babilonia.
Vean, el Ángel Gabriel o Arcángel Gabriel le da una revelación, una visión sobre la trayectoria del reino de los gentiles, y la relación que habrá de ese reino con el pueblo hebreo, y cómo al final de las diferentes etapas del reino de los gentiles, la piedra no cortada de manos que es la Segunda Venida de Cristo, herirá en la etapa final del reino de los gentiles, que es la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, herirá esos pies de hierro y de barro cocido, y todo ese reino de los gentiles con las demás etapas que todavía tendrán sus rastros, habrá rastros de esos imperios, como el de Babilonia que corresponde a Irak, como el de Persia que corresponde a Irán, como el de Grecia y como el de Roma, y así por el estilo.
Y luego la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, en donde la democracia corresponde a la etapa del barro; y Roma corresponde a la etapa de hierro, a esos pies de hierro y de barro cocido.
Es en esa etapa donde la Segunda Venida de Cristo para la Iglesia, para el cristianismo tiene que ser cumplida, y para el judaísmo por cuanto no comprendieron el misterio de la Primera Venida de Cristo, para ellos, pues será la Primera Venida, o la única venida porque ellos no han comprendido todavía lo que fue la Primera Venida de Cristo, la cual fue para poner Su vida en Expiación por el pecado, por eso tenía que morir en Jerusalén, que era el lugar para el Sacrificio de Expiación por el pecado.
Ahora, Jerusalén, la ciudad deseada, es la ciudad más importante del planeta Tierra completo, es la única ciudad, la cual Dios dice que es la ciudad escogida por Él para poner allí Su Nombre, y para que sea en ella construido Su templo, Su casa, y para que allí sea efectuado el Sacrificio y todos los demás sacrificios y llevados los diezmos y las ofrendas a esa ciudad. Y es la única ciudad llamada en la Biblia: la ciudad eterna.
Y ahora, esa es la ciudad del Rey, por eso en el Salmo... vamos a ver, en el Salmo 2 nos habla: “Yo he puesto mi Rey en Sion.” Y ahora, Sion también representa a Jerusalén, pero aún más que eso, representa la Iglesia del Señor Jesucristo, esa es Sion, la Sion espiritual.
Ahora, continuemos leyendo aquí, nos habíamos detenido en el capítulo 2 de Efesios, donde dice.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”
Algunas personas dicen, cuando escuchan acerca de los reyes, de las reinas, y de los hijos de esos reyes, y ven en las revistas y en los periódicos y en la televisión: “El príncipe tal, hijo del rey tal y de la reina tal,” y ven todo eso, y algunos dicen: “Me gustaría haber nacido como un hijo o una hija de ese rey, de esa reina.”
Usted no tiene que envidiarle a ninguno de esos príncipes absolutamente nada, porque usted es un príncipe o una princesa del Rey del Universo completo. Los príncipes terrenales son hijos de reyes y reinas terrenales, y eso es temporal, no pueden ir al Cielo cuando mueren y decir: “Yo soy un príncipe o una princesa.” No, eso no funciona allá.
Pero un hijo o una hija de Dios, cuando muere es recibido en el Cielo como un príncipe o como una princesa: hijos e hijas del gran Rey de los Cielos y de la Tierra.
Así que, aunque estemos pasando por esta etapa en donde aparentemente no somos tan importantes como esos reyes, esos príncipes terrenales, delante de Dios los creyentes en Cristo nacidos de nuevo son las personas más importantes que han estado pisando este planeta Tierra, son los Ángeles de Dios que suben y descienden por esa escalera que vio Jacob. Y para ellos el Cielo ha sido abierto.
Son seres del Cielo que han venido a la tierra para pasar por el proceso o etapa de la Redención, efectuada por Cristo en la Cruz del Calvario, porque así como Moisés esparció sangre y agua sobre el pueblo de Israel cuando dedicó el tabernáculo y sobre el mismo tabernáculo y sobre los vasos del templo, o del tabernáculo, dice que “todas las cosas son purificadas con sangre, y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” Dice.
“Fue necesario que las cosas terrenales...”
O sea, aquellas que tipificaban las cosas celestiales, aquellas que tipificaban al Templo celestial y los miembros de ese Templo celestial, porque esas personas pertenecen al Orden de Melquisedec, de ese Templo celestial, por eso es que los creyentes en Cristo son Reyes, no del orden terrenal de una nación, de un rey y una reina, sino del Orden celestial, del Rey de los Cielos y de la Tierra, un Orden que es eterno, y son Sacerdotes también, pero de ese Orden celestial que fue tipificado en el orden terrenal de Aarón.
Y son Jueces también, pertenecen a la Corte celestial, al Poder Judicial del Cielo. Por eso Pablo nos dice en el capítulo 6 de Primera de Corintios, que los santos han de juzgar al mundo, y aun a los Ángeles, ¿por qué? Porque pertenecen a ese Orden Judicial Celestial.
Y ahora vean, ¿quiénes son las personas entonces más importantes que pasan por este planeta Tierra? Los del Orden celestial del Templo celestial y de la Jerusalén celestial.
Esas son las personas más importantes, así como la persona más importante de todas es nuestro amado Señor Jesucristo, que es el Sumo Sacerdote del Templo celestial, y es el Rey que se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, y es el Juez que juzgará a los vivos y a los muertos, porque Dios lo ha colocado como Juez de vivos y muertos. “Porque Dios a nadie juzga, el Padre a nadie juzga sino que todo el juicio dio al Hijo.” (San Juan, capítulo 5, versos 21 al 22).
Y ahora, así como la ciudad de Jerusalén es la deseada de todas las naciones para que sea pues su ciudad capital, por eso usted busca muchas naciones que han hecho su lugarcito allí del mundo religioso, quieren tener una partecita allí, porque esa es la ciudad capital del cristianismo, y del judaísmo.
Y será la capital del Reino del Mesías y por consiguiente de ahí saldrá la Ley y la Palabra del Señor, y toda enseñanza de Dios para la humanidad saldrá de ahí durante el Reino del Mesías. Y a Jerusalén irán todas las naciones a adorar a Dios y a llevar sus diezmos y ofrendas.
Y la nación que no esté representada allí en el tiempo de la Fiesta de los Tabernáculos, Dios no enviará lluvia sobre esa nación, y vean, tienen que esperar luego al otro año para poder ir a Jerusalén y pedir perdón, porque los que estaban en ese tiempo en la parte de gobierno, no hicieron lo que tenían que hacer; y un año sin lluvia, significa un desastre para cualquier nación.
Así que muchas personas tendrán que mudarse a otra nación que haya obedecido el plan de Dios, el cual girará alrededor de Jerusalén, la ciudad deseada. Así como Jerusalén es la ciudad deseada, el Mesías Príncipe es el deseado de todas las naciones, así como Jerusalén es la ciudad deseada de todas las naciones, es la única ciudad sobre la cual el Nombre de Dios ha sido colocado, y también el Mesías Príncipe es la persona sobre el cual el Nombre de Dios ha sido colocado.
Y ahora, Dios ha prometido colocar Su Nombre en un pueblo, eso está por ahí por el capítulo 52, verso 6 de Isaías, donde nos dice:
“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.”
Eso es la Venida del Señor.
Y ahora, tenemos la promesa aquí que el pueblo conocerá el Nombre de Dios. También en los Salmos dice: “Defiéndate el Nombre del Señor.” Y para eso, pues hay que conocer el Nombre; y también: “los que invocaren el Nombre del Señor, serán salvos.”
¿Y cómo entonces que algunos dicen: “No se puede conocer ni se puede pronunciar el Nombre de Dios”? Pues tampoco podrán ser salvos, y entonces eso significaría que no conocen el Nombre de Dios, y la Escritura dice que invoquemos el Nombre de Dios; aun en la bendición de Números, capítulo 6, versos 22 al 27, dice.
“Jehová habló a Moisés, diciendo:
Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel (así, tiene que ser así), diciéndoles:
Jehová te bendiga, y te guarde (hay que mencionar el Nombre de Dios, ahí Jehová pues son las cuatro consonantes Y H W H, y de entre ellas una es la que tiene ¿qué? Sonido o es pronunciable)...
“Jehová te bendiga , y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia (vean, en cada uno de estos renglones o de estos pasajes, lo primero que se usa es el Nombre de Dios);
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.”
Si no se menciona el Nombre de Dios, no puede venir la paz, uno de los secretos para que venga la paz para el pueblo, es usando el Nombre de Dios. Vean:
“Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”
¿Cómo van a poner el Nombre de Dios algunas personas, si dicen que no saben su pronunciación y que es impronunciable, que no se debe pronunciar? Pues no habrá paz y no habrá bendición. Dice:
“Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”
Ahora, aquí está uno de los secretos para venir la paz sobre Israel, y para venir por consiguiente todas las bendiciones que Dios ha prometido para Israel; y todas las bendiciones primero vienen al Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, para lo cual Cristo dijo: “Mis paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.”
Él también, o San Pablo, vamos a ver, continúa diciendo... vamos a tener que comenzar nuevamente, capítulo 2, versos 19 al 22.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (ya sabemos que pertenecemos a una familia celestial),
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”
Y ahora, el templo del Señor, el templo del Señor ya no es el tabernáculo que construyó Moisés ni el templo que construyó el rey Salomón, ni el que construyó el rey Herodes. Ya ninguno de esos templos existen, pero hay un templo en la Tierra que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y hay un Templo en el Cielo que es eterno.
“En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Y ahora, todos los creyentes en Cristo forman ese Templo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde así como en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón estaba la presencia de Dios, es en la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual estaba tipificada en aquellos dos templos, esa es la Iglesia del Señor Jesucristo donde ha estado la presencia de Dios desde el Día de Pentecostés, manifestándose de etapa en etapa, en el campo espiritual.
Y cuando se complete el número de los escogidos, se completará la construcción de ese templo en la esfera espiritual y entonces viene la esfera física de nuestra transformación, en donde también estará Dios manifestado en toda Su plenitud, será en y a través de la Iglesia del Señor Jesucristo, ese Templo compuesto por seres humanos, que estará la manifestación de Dios por medio de Cristo, para el Reino milenial.
Pero antes de ese tiempo, en la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de los vivos, tendremos la dedicación, en donde la Presencia de Dios se manifestará en toda Su plenitud, y estaremos sobre la Tierra por un tiempo de 30 a 40 días ya transformados, con la manifestación de Dios en toda Su plenitud, con la Presencia de Dios en medio de Su Iglesia, en medio de Su Templo espiritual, y entonces el mundo conocerá más claramente qué es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Porque a través de los siglos han pensado que es un grupo de religiosos, un grupo más de religiosos, como lo son todas las demás religiones, y no han comprendido como Jacob no comprendía aquel lugar donde él se acostó a dormir, que significa o que es Bet-el, el cual era llamado Luz. Y Bet-el significa: “casa de Dios.”
Por eso le puso por nombre Bet-el, porque significa: “casa de Dios.” Y el mismo Jacob dijo: “Esto no es otra cosa que casa de Dios y puerta del Cielo, y yo no lo sabía.” Y son no solamente la nación hebrea como nación, que no conoce que la Iglesia es la Bet-el o la que fue representada en Bet-el allá, y en donde Jacob vio la escalera, no han comprendido que la Iglesia del Señor Jesucristo, la Iglesia Novia compuesta por los nacidos de nuevo, no es otra cosa sino Casa de Dios y Puerta del Cielo, por ahí entran las gentes que entran al Reino de Dios, que entran al Cielo, no pueden entrar por otro lugar, porque es en la Iglesia del Señor Jesucristo, que está la Puerta al Cielo que es Cristo.
Él dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mi entrare, será salvo.” (San Juan, capítulo 10, verso 9).
Y ahora, estamos viendo este misterio de Jerusalén, la ciudad deseada; la Iglesia del Señor Jesucristo en el campo espiritual es también Jerusalén y es Sion o Monte de Sion; porque en el Monte de Sion terrenal y en la Jerusalén terrenal está tipificada la Iglesia del Señor Jesucristo y está tipificada también la Jerusalén celestial.
Y por consiguiente, la Iglesia como templo espiritual, es la Jerusalén deseada de todos, y el Mesías Príncipe es el deseado de todas las naciones, conforme aquí a Hageo, capítulo 2, verso 6 al 7, dice:
“Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;
y haré temblar a todas las naciones...”
Eso es la Voz de Dios de la cual habla San pablo en Hebreos, capítulo 12, versos 25 en adelante; la Voz que estremeció la Tierra, estremecerá los Cielos y la Tierra aún una vez, esa es la Voz de Dios hablando como habló en Egipto a través del Profeta Moisés, hablará nuevamente por medio de los dos Olivos, y ahora vean:
“...y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones...”
Así como Jerusalén es la ciudad deseada de todas las naciones, el Mesías Príncipe es el deseado de todas las naciones para ser el Rey de todas las naciones, pero para eso entonces el Mesías Príncipe tiene que establecer Su Reino mundial y entonces será el deseado de todas las naciones como Rey, como Líder y por consiguiente como el Político principal que gobernará todas las naciones.
Todas las naciones desean que su gobernante sea el Mesías Príncipe, porque es el único que podrá resolver todos los problemas de todas las naciones, y podrá traer la paz imperecedera a todas las naciones.
Y ahora, tenemos la promesa de que habrá un tiempo en donde todas estas promesas divinas se cumplirán. También el mismo Cristo, vean, así como Dios colocó Su Nombre sobre la ciudad deseada de todas las naciones, Jerusalén, Dios colocó Su Nombre sobre el Mesías Príncipe, el deseado de todas las naciones, el Nombre de la ciudad de nuestro Dios: Jerusalén la celestial, y el Nombre de nuestro Dios; y después Cristo dice que va a colocar Su Nombre sobre el vencedor, y el Nombre de nuestro Dios y Nombre de la ciudad de nuestro Dios, y eso lo vamos a dejar quietecito ahí, porque ahí hay un misterio muy grande.
Vean, ¿dónde estaba el Nombre de Dios en el lugar santísimo del templo? De todas las naciones, la nación más importante es Israel y la ciudad más importante de todas las naciones es Jerusalén, allí estaba el Nombre de Dios, porque Él dijo que la ciudad, “la ciudad donde Él escogiere para poner Su Nombre.”
Y luego sobre el Mesías Príncipe Él colocó Su Nombre, por eso Cristo decía: “Yo he venido en Nombre de mi Padre,” y las cosas que Él hacía, las hacía en Nombre de Su Padre. Pero no encontramos en las diferentes ocasiones que Él hizo grandes milagros que Él dijera el Nombre de Dios, ¿por qué? Porque Él lo llevaba en Él.
Y ahora, Él dice que escribirá Su Nombre, el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo sobre el vencedor, por lo tanto, el vencedor estará hablando en ese Nombre, trabajando en ese Nombre, y habrá un misterio en ese Nombre que será completamente abierto cuando seamos transformados.
Y ahora, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, serán cumplidas todas estas promesas, y será esa etapa donde Dios terminará Su labor entre los gentiles y se tornará al pueblo hebreo; y Cristo dice en San Lucas, capítulo 21, que cuando veamos todas esas señales que Él dijo que serían manifestadas sucediendo, la higuera reverdeciendo y los demás árboles también, entonces levantemos nuestras cabezas al cielo porque nuestra redención está cerca, o sea, nuestra transformación está cerca.
Yo estoy esperando mi transformación con mis ojos, con mi cabeza, con mi mente puesta en el Cielo y las cosas del Cielo, y sé que mi redención está cerca; la redención del cuerpo que será mi transformación, ¿y la de quién más? La de cada uno de ustedes también, ¿por qué? Porque hemos escuchado la Voz de Cristo bajo la predicación del Evangelio de Cristo, porque la Palabra del Señor, la Voz de Dios sería escuchada hasta lo último de la Tierra, el Evangelio de Cristo será escuchado hasta lo último de la Tierra, que es el Occidente, el continente americano.
Y ahora, “del Oriente (o sea, del Este, dice) traeré tu generación, y del Occidente (o sea, del continente americano) del Oeste te recogeré.” [Isaías 43:5] El recogimiento está prometido para ser efectuado del Occidente.
Por eso el misterio de las tribus perdidas, el misterio del recogimiento del reino de Israel, del reino del Norte, está contenido ahí en esas profecías, el recogimiento de Israel, de las tribus del Norte.
Y ahora, estamos viendo que estamos en un tiempo muy importante, en donde grandes bendiciones que están prometidas para la Iglesia y para el pueblo hebreo, ya han comenzado a ser cumplidas, por eso estamos esperando nuestra transformación, las cosas que estamos viendo suceder no son normales, son divinas.
Estamos en el tiempo más glorioso de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo, la Edad del Trono, la Edad de la Piedra Angular, la Edad de oro, la Edad de la paz, la Edad en donde se entrelaza la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia, y en donde se entrelaza el pueblo hebreo con el cristianismo, en donde se entrelazan dos pueblos y dos dispensaciones.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, y ahora, viendo que Jerusalén es la ciudad deseada de todas las naciones, y de todos los seres humanos, la Escritura nos dice que oremos por la paz de Jerusalén, y también nos habla que son bendecidos los que aman a Jerusalén, y los que oran por la paz de Jerusalén, “la ciudad del gran Rey,” dijo Cristo. “No juréis por Jerusalén porque es la ciudad del gran Rey.” De ninguna otra ciudad se habla en esa forma.
También dice: “Yo he puesto mi rey en Sion, tanto en el Sion físico que es allá Jerusalén como el Sion espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, yo voy a estar en Jerusalén en el Reino Milenial de Cristo, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no está preparada para estar en el Reino de Dios, y para estar en ese glorioso Reino Milenial de Cristo, porque no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y yo estaré orando por usted, puede venir al frente y yo oraré por usted, para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo coloque en Su Reino y venga a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Vamos a dar unos minutos en lo que vienen a los Pies de Cristo, las personas que todavía no lo han hecho y están aquí presentes, y las personas que están en otras naciones escuchando la predicación del Evangelio de Cristo en esta ocasión, a través del satélite Amazonas o de internet o de algún otro canal de televisión o a través de la radio o algún otro medio de comunicación.
Pueden venir a los Pies de Cristo, y aun los niños de diez años en adelante también, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, pueden venir para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo, ustedes que están presentes y los que están a través de los diferentes medios de comunicación.
Vamos a estar puestos en pie, y vamos a esperar a las personas que han escuchado y nació la fe de Cristo en su alma, para que así vengan a los Pies de Cristo para que Cristo les coloque en Su Reino eterno y glorioso, y vengan a formar parte de la Jerusalén celestial, que es la ciudad deseada de todas las naciones y de todos los seres humanos, y luego vengan a formar parte en el Reino Milenial de la ciudad terrenal más deseada, que es la Jerusalén terrenal.
Jerusalén terrenal, es la ciudad más importante de todas las naciones, es la ciudad del gran Rey, del Dios eterno, la ciudad terrenal, la ciudad de Melquisedec, el cual se hizo carne y fue conocido por el Nombre de Jesús o Jesucristo.
La ciudad de paz que todavía no ha podido tener paz, pero la ciudad que tiene la promesa de recibir la paz imperecedera, y para de ahí salir la paz para todas las naciones. Jerusalén, ciudad de paz, espera esa paz imperecedera del Reino del Príncipe de Paz, del Mesías Príncipe que estará reinando sobre Israel y sobre todas las naciones.
Pueden venir a los Pies de Cristo los que faltan por venir a los Pies de Cristo aquí presentes, y los que están también en otras naciones. Si todos ya recibieron a Cristo, entonces ya todos han confirmado su lugar en el Reino de Cristo, y estarán con Cristo en la ciudad deseada cuando él establezca Su Reino en este planeta Tierra.
Yo estaré en esa ciudad: Jerusalén terrenal con Cristo reinando, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Vamos a dar unos segundos para si falta alguna persona que no había recibido a Cristo, y Cristo le habló ya por medio de Su Evangelio a su alma para que así confirme su lugar en Su Reino, pues ya nació la fe de Cristo en su alma, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10] O sea, que no es un asunto solamente de decir: Escuché la predicación de Cristo y ya creo,” el próximo paso es dar testimonio público con su boca de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Vamos ya a darle gracias a Dios y a orar por las personas que en otras naciones han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador. Si ya todos los que están presentes son creyentes en Cristo, ya pues vinieron a los Pies de Cristo en alguna ocasión.
Si hay alguno que se había descarriado puede venir a los Pies de Cristo, si hay alguno que no había recibido a Cristo, puede venir a los Pies de Cristo, pues ya vamos a orar por todos los que estén aquí presentes recibiendo a Cristo y por los que estén en otras naciones recibiendo a Cristo en estos momentos.
Algunas veces hay personas tímidas que les da vergüenza de pasar al frente para recibir a Cristo, pero recuerde, Cristo no se avergonzó de usted para morir en la Cruz del Calvario por usted, y Él dijo: “El que se avergonzare de mí, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre.” Y también dice: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre. Eso está en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33.
Y ahora vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en las diferentes naciones. Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados.
Padre nuestro que estás en el Cielo, bendito Tu Nombre, santificado Tu Nombre, venga Tu Reino y hágase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra, el pan nuestro de cada día, danoslo hoy, y perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Señor, traigo a Ti todas estas personas en diferentes naciones en las cuales ha nacido Tu fe, al oír la predicación de Tu Evangelio.
Y ahora, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en esta noche.
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados, y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, y Te ruego tengas misericordia de mí; reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, y Tú eres el único y suficiente Salvador para mí. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, pues Te recibo como mi único y suficiente Salvador, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Los que en diferentes naciones han recibido a Cristo como Salvador, pueden ser bautizados en agua en estos momentos, pues Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Pueden en estos momentos ser bautizados, pues hay bautisterios, ministros que les bautizarán y ropas bautismales para colocárselas, y hay también vestidores de ropa y personas que les ayudarán.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “JERUSALÉN, LA CIUDAD DESEADA,” deseada de todas las naciones y de todos los seres humanos y de todas las religiones.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.
Dejo nuevamente aquí al reverendo Cristhian Jessen, para continuar y finalizar esta actividad.
Que Dios les bendiga y les guarde, y nos veremos el domingo próximo en la actividad de la mañana todos los que estén allí; y también mañana para los ministros en la actividad que tendremos; y las damas también tendrán reunión ¿dónde? Allá todo será en La Pirámide, en Villa Bermúdez. Tienen un buen nombre, un nombre de un Apóstol muy grande de la Iglesia del Señor Jesucristo de este tiempo final.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“JERUSALÉN, LA CIUDAD DESEADA.”