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El tiempo de la Redención 2006-07-30 1 Goiânia Goiás BR 00:00:00 false

Muy buenas tardes, amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas en el canal WSS: “El Mensajero de la Paz,” y también los que están a través de internet en diferentes naciones. Que la paz del Señor sea sobre todos ustedes.

Para esta ocasión mi especial saludo para el Dr. Roberto dos Santos, que nos acompaña en esta ocasión; y también para su cuñado: Que Dios les bendiga.

Para esta ocasión leemos en San Lucas, capítulo 21, versos 25 en adelante, donde dice:

Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;

desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomamos el verso 28, que dice:

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”

EL TIEMPO DE LA REDENCIÓN.” Ése es nuestro tema para esta ocasión.

Cuando se habla de la Redención, se habla de volver al lugar de origen. El tiempo de Redención para el pueblo de Dios, es el tiempo de la Redención del cuerpo para los creyentes en Cristo, de lo cual habla San Pablo, en Romanos, capítulo 8.

Ahora, al leer este pasaje que leímos, encontramos que nos habla que el tiempo de la Redención está cerca. Pero, ¿ya no se había llevado a cabo la Redención? Sí, en la Cruz del Calvario, Jesucristo nos redimió. Pero ahora, en la materialización en los seres humanos, hay dos etapas muy importantes, en donde el ser humano recibe la Redención espiritual, en donde la persona es sacado del reino de las tinieblas y colocada en el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, y ese Reino es el Reino de Dios. De lo cual habló Cristo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, en la conversación que tuvo con Nicodemo, en donde le dijo: “De cierto, de cierto te digo, el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Y ahora, en la Redención para el ser humano, el ser humano regresa al Reino de Dios, conforme al Programa Divino. El ser humano no puede regresar al Reino de Dios en la forma que él desee entrar, tiene que ser en la forma establecida por Dios; tiene que nacer del Agua y del Espíritu. Esto es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, que es el Evangelio de la Gracia, en donde se presenta el programa de Redención, a través de Jesucristo como el Sacrificio de Expiación, efectuado en la Cruz del Calvario.

Al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, se da a conocer al individuo el misterio de la Primera Venida de Cristo, se da a conocer el propósito de Su Primera Venida; se da a conocer el porqué Él vino con un nombre que significa Salvador, Redentor, porque ése es el Nombre de Salvación, de Redención, para la raza humana; se da a conocer el porqué Él murió en la Cruz del Calvario, en la víspera de la Pascua. Tenía que ser en ese día, porque Él es nuestra Pascua que fue tipificado en el cordero pascual que cada familia sacrificó en Egipto en la víspera de la Pascua, y lo comió asado durante la noche de la Pascua, en sus hogares; y la sangre de ese cordero pascual fue aplicada, colocada en el dintel y los postes de las casas de los hebreos, para la preservación de la vida de los primogénitos.

Y el Mesías Príncipe es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo. Juan el Bautista en el capítulo 1 de San Juan, versos 28 en adelante, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,” y señaló a Jesucristo; porque Jesucristo es ese Cordero Pascual (aquello fue el tipo y figura allá en Egipto); la realidad es Jesucristo. Él es el Cordero Pascual que quitó el pecado del mundo, el pecado original; y quita el pecado de todo ser humano, que lo recibe como único y suficiente Salvador, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. No hay otra cosa con la cual el ser humano pueda ser limpio de todo pecado.

Y ahora, la muerte de Jesucristo en la Cruz del Calvario fue para la Expiación. En Isaías, capítulo 53, verso 10, dice:

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

Dice que pondrá Su vida en Expiación por el pecado, para lo cual tiene que morir como el Sacrificio de Expiación por el pecado. Este es un pasaje Mesiánico, que fue cumplido por Jesús al morir en la Cruz del Calvario. También podemos ver ahí que el Mesías en Su Venida tenía que morir en Expiación por el pecado; como moría el macho cabrío de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, y la sangre era llevada al lugar santísimo, donde el sumo sacerdote la llevaba, y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio.

Y cuando el sumo sacerdote concluía sus labores de ese día en el lugar santísimo, salía y bendecía al pueblo en el Nombre eterno de Dios, que son cuatro consonantes: Y H W H. En otras versiones y también en otros idiomas, puede ser colocado con otras letras como la “i” latina (la primera letra); la “y” griega puede ser cambiada por “i,” latina; y la “w,” por una “v.”

Y ahora, vamos a ver lo que dice en Daniel, capítulo 9, versos 24 en adelante, con relación al Mesías. Le dice el Ángel Gabriel al profeta Daniel:

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad (o sea, sobre el pueblo hebreo y sobre la ciudad de Jerusalén), para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad (por lo tanto, se va a llevar a cabo un sacrificio perfecto de expiación para quitar el pecado), para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas (siete semanas y sesenta y dos semanas son sesenta y nueve semanas; y estas son semanas proféticas, que corresponden a siete años por semana, o sea, son sesenta y nueve semanas de años, que son cuatrocientos ochenta y tres años); se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

Y después de las sesenta y dos semanas (ya habían pasado siete, y después pasan sesenta y dos semanas)... después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí (o sea, que Él no se la quitará ni morirá de viejo; le será quitada la vida al Mesías, o sea, lo matarán); y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”

Después de la muerte del Mesías, más adelante Jerusalén sería destruida y el templo sería destruido, lo cual ya se cumplió cuando el general romano Tito Vespasiano destruyó a Jerusalén y destruyó el Templo en el año 70 de la Era Cristiana o Era Común. Para la etapa antes de la destrucción de Jerusalén, el Mesías tenía que morir. Después de la semana número sesenta y nueve, el Mesías tenía que morir. Jesús comenzó Su ministerio comenzando la semana número setenta, tuvo un ministerio de tres años y medio; y a la mitad de esa semana número setenta, murió en la Cruz del Calvario, y allí se detuvo la semana número setenta.

Quedan tres años y medio para Israel, que corresponde al tiempo de la gran tribulación. Hubo una brecha en la semana número setenta; a la mitad de esa semana se abrió una brecha para Dios llamar un pueblo para Su Nombre de entre los gentiles. Y también de entre los judíos, para Dios formar un pueblo, un pueblo que será compuesto de dos pueblos: de judíos y gentiles. De entre los judíos y de entre los gentiles estarían siendo llamados para formar un pueblo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, un pueblo celestial, un Israel celestial, los cuales están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos.

Y durante las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo han estado siendo llamados todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, de los cuales habló San Pablo en Hebreos, capítulo 12, versos 22 en adelante, donde dice:

Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos (la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por los Primogénitos inscritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero), a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,”

Y ahora, toda persona que recibe a Cristo como Salvador se ha acercado al Monte de Sion, a la Ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en los cielos; por lo tanto, esas personas han entrado al Reino de Dios. Son personas celestiales, porque han entrado a ese Reino de Dios, que se encuentra en la esfera espiritual. De esto también habló San Pablo en el capítulo 3 de Hebreos, versos 5 al 6, cuando dice:

Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”

Y ahora, vean ustedes, Cristo como el segundo Moisés, es fiel en toda la casa como hijo, la cual casa somos nosotros, dice San Pablo: casa, familia, descendencia.

Y ahora, vamos a ver bien esa casa. En Efesios, capítulo 2, verso 14 en adelante, dice:

Porque él es nuestra paz (o sea, Cristo), que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,

aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.”

Y ahora está creando un nuevo hombre, una nueva criatura, porque Dios está creando una nueva raza con Vida eterna; y esto es como fue en el comienzo. Antes de Dios colocar al ser humano en la Tierra con un cuerpo de carne, fue un hombre espiritual, o sea, que estuvo en la esfera espiritual primero; lo creó Dios a Su imagen. Y cuando se habla de Su imagen, se habla de cuerpo angelical. Un cuerpo angelical como el de Dios.

¿Y cuál es el cuerpo angelical de Dios? El Ángel de Dios, el Ángel del Pacto. Por eso cuando le aparecía a diferentes personajes bíblicos, como Abraham, a Isaac, Jacob, a Manoa, y también a Moisés, y a otros hombres de Dios, cuando ese Ángel aparecía, decía (a Moisés dijo): “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Yo Soy el Dios de tu padre (o sea, el padre de Moisés), y Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Y era el Ángel el que le estaba diciendo así, ¿por qué? Porque era Dios dentro de Su cuerpo angelical.

Por eso es que cuando Jacob se encontró con el Ángel y luchó con Él y lloró y le pidió la bendición, y no lo soltó, hasta que ese Ángel bendijo a Jacob: le cambió el nombre. Y ahí vino la bendición. Ese Ángel era nada menos que el Ángel de Dios, en el cual estaba ¿quién? Dios. Y ese Ángel, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, es la imagen del Dios viviente.

Por eso en Hebreos el Apóstol Pablo nos habla de la imagen de Dios, como Jesucristo. Vamos a verlo aquí también. Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante (1 al 3), dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”

¿En qué forma ha hablado Dios? Por medio de los Profetas. Esa es la forma de Dios hablar: a través de los Profetas. Eso vamos a verlo aquí también en Zacarías, capítulo 7, para que tengamos el cuadro claro de la forma de Dios hablar. Capítulo 7, versos 11 al 12, ahora, dice que el pueblo hebreo no quiso escuchar:

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

Y ahora, ¿cómo era que Dios hablaba? Por medio de Su Espíritu, a través de los profetas. Nadie conoció las cosas de Dios sino el Espíritu de Dios. Por lo tanto, las cosas de Dios nadie las puede conocer, a menos que sea por medio del Espíritu de Dios; y el Espíritu de Dios habla a través de los Profetas.

Vean aquí en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19, dice:

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.”

¿A quién dice el profeta Moisés que Dios levantará para hablarle al pueblo? A un profeta. Por eso todos los profetas han tenido de parte de Dios la Palabra de Dios para el pueblo de Dios. Y por eso también el Mesías Príncipe tiene que ser un Profeta, para que en Él tenga esta profecía, el cumplimiento pleno. El verso 18 dice, Dios hablando lo que le habló a Moisés:

Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (o sea, eso es lo que le está diciendo Dios a Moisés: Profeta les voy a levantar de en medio del pueblo, de en medio de los hermanos, un profeta como tú.); y pondré mis palabras en su boca...”

Ahora, vamos a ver esto bien: todos podemos tener la Palabra de Dios en la boca, la que ya Dios habló. Cuando hablamos esa Palabra, decimos: “Estamos hablando la Palabra de Dios.” Pero cuando Dios va a revelar algo, a dar la correcta interpretación de lo que Él ha prometido, de un misterio, entonces Dios envía un profeta, que es un hombre con las dos conciencias juntas, que no tiene que dormir para poder ver en otra dimensión, que puede tener sus sueños estando despierto, puede oír la Voz de Dios y puede entender lo que Dios le habla, y luego él va al pueblo y le habla esa Palabra al pueblo, y ahí el pueblo está escuchando la Palabra de Dios para ese tiempo, la Palabra que está siendo revelada en ese momento.

Y luego Dios tiene también otros ministros fieles que escuchan esa Palabra y dicen: “Amén, esa es la Palabra de Dios para este tiempo.” Como sucedió en el caso de Moisés y de Aarón. Dios le dijo a Moisés, a petición de Moisés que quiso un ayudante (Moisés tenía el ministerio de profeta y de sumo sacerdote; pero él quería un ayudante), y entonces Dios le concedió a su hermano como ayudante: a Aarón.

Y Dios le dijo: “Yo pondré mi Palabra en tu boca, y tú la pondrás en la boca de Aarón; o sea, tú la hablarás a él y él hablará lo que tú le digas.” O sea, que Aarón no podía decir lo que él quisiera decir, y decir: “Esto es palabra de Dios, esto es así dice el Señor.” No, el que tenía el ASÍ DICE EL SEÑOR era Moisés. Ése era el profeta con las dos conciencias juntas; y aun más: un profeta dispensacional, de los cuales hay muy pocos en el Programa Divino, tan pocos que los dedos de nuestras manos, sobran ¿saben por qué? Porque solamente hay siete; y nos sobran tres dedos.

Siete profetas dispensacionales, que son: Adán, Set, Noé, Abraham, Moisés, Jesús y el último profeta dispensacional, que será el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, en donde estará el Espíritu de Dios, operando el ministerio del Profeta Elías. Con ese ministerio, con ese profeta dispensacional, se completará el Programa Divino. Con ese profeta dispensacional Dios continuará trabajando en el Reino Milenial del Mesías.

Ahora, vean ustedes lo que a continuación dice, ya hemos visto dónde es que Dios coloca Su Palabra. Algunas veces queremos entender todo, como toda persona, pues queremos saber todo. Pero miren lo que dice aquí: Deuteronomio, capítulo 29, verso 29:

Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios...”

Para conocerlas tiene Dios que darlas a conocer, porque nadie conoce las cosas de Dios, sino uno solo: el Espíritu de Dios, que es el Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, el mismo Ángel que aparecía en el Antiguo Testamento; por eso es que Jesucristo podía decir en el capítulo 8 de San Juan, verso 56 al 58: “Abraham deseó ver mi día, y lo vio, y se gozó.” Le dijeron entonces: “Aun no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” Jesús les dijo: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”

“Antes que Abraham.”

¿Y entonces quién es Jesús? Porque Su cuerpo físico nació en Belén de Judea. No podían comprender cómo un hombre podía decir que era antes que Abraham, y que Abraham había visto su día y se había gozado. Esto fue cuando Abraham recibió la visita de aquellos tres Ángeles, allí estaba el Ángel del Pacto, Cristo.

Y ahora, ¿cómo era Cristo, Jesucristo, entonces, antes de Abraham? Era el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios. ¿Ven lo sencillo que es todo? Y ese Ángel del Pacto es el Espíritu Santo. Un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, un cuerpo angelical. Por eso es que cuando Pedro estuvo preso y fue libertado por el Señor, y tocó a la puerta donde estaban orando por él, en la casa de Marcos, salió una joven llamada Rode para abrir la puerta; y cuando vio que era Pedro y oyó que era Pedro, no abrió la puerta de gozo (algunas veces, de gozo, no abrimos la puerta), y entonces regresó a donde estaban las personas orando por Pedro, los cuales estaban orando para que Dios lo libertara, porque al otro día lo iban a matar.

Y cuando ella les dice a los que están orando por Pedro... era un grupo espiritual, un grupo de oración, un grupo al cual Dios respondía sus oraciones; y respondió esa oración. Y lo otro, Pedro sabía que no iba a morir, porque le fue dicho la forma en que iba a morir, lo cual significaba que moriría crucificado con la cabeza hacia abajo.

Ahora, Pedro estaba dormido; uno que tiene la paz de Cristo acá en el alma, puede dormir tranquilo, no va a morir el día antes que está señalado para morir; y para Pedro no estaba señalado morir en esos días todavía, todavía le faltaban años para llegarle el día de su muerte.

Ahora, cuando llega a la casa y toca a la puerta, y la joven Rode le dice a todos: “Es Pedro el que está tocando la puerta.” Ellos le dicen: “Estás loca, Rode, o sea, todos sabemos que está preso, y de seguro lo van a matar mañana.” Si sabían que estaba preso y estaban orando por Pedro, para que Dios lo librara, ¿por qué ahora no van a creer que ya Dios lo libró, no van a creer el milagro que fue hecho? Algunas veces las personas dicen: “No puede ser.” Pero sí puede ser, si fue Dios el que lo hizo. Y Dios lo libertó.

Y cuando abrieron la puerta, o antes de abrir la puerta, le dan una explicación, y estuvo bien que todo eso pasara. Le dicen: “No es Pedro, es su ángel (su ángel).” O sea, que la iglesia primitiva tenía un conocimiento claro de lo que es el ángel de cada creyente en Cristo. El ángel de cada creyente en Cristo es el cuerpo angelical que tiene cada creyente en Cristo que recibe el nuevo nacimiento y recibe el Espíritu de Dios, y por consiguiente recibe un cuerpo angelical, un cuerpo de otra dimensión, de la dimensión de los ángeles, de la sexta dimensión.

Todos los cristianos nacidos de nuevo tienen su ángel: el Ángel de Jehová, que acampa en derredor de los que le temen y los defiende.

Muchas veces los creyentes en Cristo nacidos de nuevo han pasado por momentos en que podían morir, pero algo sucedió y fueron librados. El Ángel del Señor acampa en derredor de los que le temen y los defiende.

Ahora, hemos visto acerca del Ángel que tiene cada creyente.

Y ahora, ¿cuál era el Ángel de Jesús? El Ángel del Pacto. El cuerpo angelical de Jesús es el Ángel del Pacto, el Ángel del Señor, que le había aparecido a los patriarcas, a los jueces, y a los profetas, el Ángel que libertó a los judíos, al pueblo hebreo, de la esclavitud en Egipto. Él obró por medio del profeta Moisés; el profeta Moisés no hizo milagros, el que los hizo fue Dios por medio de Su Ángel, el Ángel del Pacto, manifestado en y a través del Profeta Moisés.

Y ahora, tenemos un cuadro claro de que hay un mundo espiritual que es real, y en ese mundo espiritual es que han estado siendo creados todos los miembros de la Familia de Dios, todos los miembros de la Casa del Señor Jesucristo, porque Él fue colocado sobre la Casa de Dios, sobre la Familia de Dios. Esa es la Casa de Jesucristo, la Familia de Jesucristo. Y esa es la descendencia de Dios.

Ahora, para finalizar lo del capítulo 29, donde leímos en el verso 29 de Deuteronomio:

Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios...”

Y hemos visto que son reveladas por el Espíritu de Dios, a través del cual Dios se manifiesta, y el cual es el Ángel del Pacto, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, y el cual se manifestó a través de los Profetas.

...mas las reveladas son para nosotros...”

Toda la Palabra de Dios que está en la Escritura revelada, es para mí, y para mis hijos y para mis nietos. ¿Y para quién más? Para ustedes también. Y si es nuestra, entonces tenemos que estudiarla, no es para tenerla en una biblioteca sin leerla, es para nosotros estudiarla y para enseñarla a nuestros hijos y a nuestros nietos, y así por el estilo, para que caminen en el Programa de Dios, porque los queremos con nosotros en el Reino de Dios por toda la eternidad.

Y ahora, lo de la Casa de Dios lo explica San Pablo en Efesios, en una forma más clara, en la lectura que estábamos teniendo, hace algunos minutos atrás, donde nos habíamos detenido aquí en este pasaje [Efesios 2:15]:

...aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.”

Es una nueva creación con Vida eterna, la cual primero obtiene esa creación en el mundo espiritual, donde obtiene el nuevo nacimiento, donde nace de nuevo del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo y del bautismo del Espíritu Santo. Eso es nacer del Agua y del Espíritu. Por eso Cristo mandó a Sus discípulos a predicar el Evangelio a toda criatura. “Y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado,” se pierde la salvación y Vida eterna. Eso está en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.

Ahora, continuamos aquí en este mismo capítulo 2 de Efesios, pasamos al verso 16:

...y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.”

Vean, la reconciliación del ser humano con Dios es por medio de Jesucristo, es Jesucristo el que efectúa esa reconciliación. Lo que fue tipificado en el Día de la Expiación, en donde el pueblo y cada miembro del pueblo hebreo era reconciliado con Dios para vivir un año más.

Y ahora, para vivir eternamente somos reconciliados con Dios por medio de Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; y así obtenemos la paz. Estamos en paz con Dios.

Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;

porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”

Conciudadanos de los santos, y nuestra ciudadanía, dice San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, está ¿dónde? “En los cielos, de donde esperamos a nuestro Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria Suya, para que sea semejante a Su cuerpo glorificado.”

Y ahora, ¿por qué tenemos ciudadanía en el Cielo? Por lo mismo que ustedes aquí en Brasil tienen ciudadanía del Brasil, porque son del Brasil, porque son brasileros. Al nacer en un país, la persona obtiene la ciudadanía de ese país; y por nacer de nuevo tenemos la ciudadanía de donde es el nuevo nacimiento.

El nuevo nacimiento, ¿es de la Tierra o del Cielo? Del Cielo. Si el bautismo de Juan, de lo cual preguntó Jesús: ¿Es del Cielo o de la Tierra, es de los hombres o es de Dios? Nadie se atrevía a decir, porque si decían de una forma... si decían: “Es del Cielo.” Entonces Jesús les iba a decir: “¿Y por qué no creyeron y se bautizaron?” Y si decían que era de los hombres, decían: “El pueblo nos va a apedrear, porque creen que Juan es profeta.” Y dijeron: “No sabemos.” Cuando no les conviene, entonces decían: “No sabemos.” Pero en sí, ellos sabían.

Y ahora, el nuevo nacimiento, ¿es de los hombres o es de Dios, es de la Tierra, es terrenal, es humano, o es celestial, o es del Cielo? Todos sabemos que es del Cielo, es una Obra de Dios. Por lo tanto, si es del Cielo, los que nacen de nuevo, han nacido del Cielo y su ciudadanía es celestial, son ciudadanos de la Nueva Jerusalén, la Ciudad Celestial. “Y miembros de la Familia de Dios, conciudadanos de los santos y miembros de la Familia de Dios.” [Efesios 2:19] Y miembros ¿de qué? De la Familia de Dios, la descendencia de Dios, que son hijos e hijas de Dios. Esta es la Casa, la Familia, sobre la cual Jesucristo como hijo fue colocado, la cual Casa (dice San Pablo en Hebreos 3) somos ¿quiénes? Nosotros. Yo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. [Efesios 2:20-21]

...edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”

O sea, que Dios está construyendo ¿qué? Un templo. Por lo tanto, el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón son tipo y figura de este templo que está siendo construido con piedras vivas, como dice Pedro, Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 al 10: “Piedras vivas para ser un templo santo en el Señor, siendo edificados para ser un templo santo en el Señor.”

Por lo tanto, todo lo que estaba allí en aquel templo, estaba reflejado o estará manifestado en el templo espiritual, que está siendo construido por Dios a través de Jesucristo, un templo de seres humanos; porque el ser humano es templo de Dios, y los creyentes en Cristo forman el Templo espiritual como Iglesia.

La Iglesia del Señor Jesucristo es un Templo espiritual, y cada creyente en Cristo es un templo espiritual, para Dios morar en Espíritu Santo, ¿dónde? Acá adentro en el alma, la cual llamamos también: “Corazón.” El corazón es tipo y figura del alma. Y la Iglesia de Jesucristo también es como el ser humano.

El ser humano es cuerpo, espíritu y alma. El ser humano está hecho como el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, que tenía atrio, que corresponde al cuerpo físico; tenía lugar santo, que corresponde al espíritu de la persona; y tenía lugar santísimo, que corresponde al alma.

¿Dónde moraba Dios en el templo? En el lugar santísimo sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro.

¿Y dónde mora Dios en el creyente nacido de nuevo? En el alma, ése es el lugar santísimo del creyente en Cristo como individuo. Y en el Templo Espiritual de Cristo tenemos el Atrio desde Adán hasta Jesús; tenemos el Lugar Santo del Día de Pentecostés hasta el final de la séptima etapa de la Iglesia; y tenemos el lugar santísimo después del final de la séptima edad en adelante, que corresponde a la Edad de la Piedra Angular.

La Edad de la Piedra Angular es el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo, compuesto también por seres humanos, porque es con seres humanos que Dios ha estado construyendo ese Templo Espiritual, que es la Iglesia de Jesucristo.

¿Y dónde estamos en este tiempo en el Templo Espiritual de Cristo? Estamos en el alma del Templo Espiritual de Cristo, en el Lugar Santísimo, la Edad de la Piedra Angular. Por eso, este es el tiempo más glorioso para el Cristianismo, para la Iglesia de Jesucristo, para los nacidos de nuevo, este es el tiempo que desearon vivir los profetas y los Apóstoles y Mensajeros de las diferentes etapas de la Iglesia de Jesucristo.

En ninguna otra etapa o edad podía ser posible la Venida de los dos Olivos y la Venida del Señor, porque esa promesa es para la Edad de la Piedra Angular, para el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo.

¿A dónde fue a morar la Columna de Fuego cuando descendió en el día en que Moisés dedicó el tabernáculo a Dios? Fue a morar en el lugar santísimo sobre el propiciatorio.

¿A dónde fue a morar la Columna de Fuego, la Shekinah, cuando Salomón dedicó el templo? Fue a morar al lugar santísimo, sobre el propiciatorio que estaba sobre el Arca del Pacto.

¿Y dónde será cumplida la Venida del Señor en el Día Postrero, para Cristo morar en medio de Su pueblo, en Su Venida? En la Edad de la Piedra Angular. Los de otras edades esperaron la Venida del Señor, pero se fueron sin que fuera cumplida la Venida del Señor, porque ésa es una promesa para el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo. Es en la Edad de la Piedra Angular en donde se puede esperar el cumplimiento de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, la Venida de Cristo, el Ángel del Pacto.

Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, estamos en el tiempo de Redención para la Iglesia del Señor Jesucristo, para la Redención física que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los que estarán vivos en este tiempo final, creyentes en Cristo nacidos de nuevo.

Por eso fue que Cristo dijo: “Cuando ustedes vean suceder estas cosas, cuando ustedes mismos, o sea, viendo ustedes con vuestros ojos que estas cosas están siendo cumplidas, recuerden: Vuestra Redención está cerca,” o sea, la Redención del cuerpo, que es la Adopción, conforme a Romanos, capítulo 8, versos 14 al 32. Es la Adopción, la Adopción física como hijos e hijas de Dios en cuerpos eternos y glorificados, para así regresar a la Vida eterna física de la cual cayó Adán y Eva cuando pecaron.

Vamos a obtener un cuerpo físico, eterno, inmortal y glorificado y joven como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; y entonces todos seremos jóvenes para toda la eternidad; entonces yo seré joven para toda la eternidad. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Esa es la Adopción física, la Redención física, pero ya tenemos la Redención espiritual, la Adopción espiritual, el nuevo nacimiento, donde hemos obtenido un cuerpo angelical.

Y con la Adopción física, la Redención física, obtendremos un cuerpo físico, inmortal, incorruptible, joven y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo. Esto mismo es aplicado al pueblo hebreo, actualmente llamado: “Los judíos,” para la Redención de Israel como nación. En la actualidad lo encontramos en graves problemas, están en una guerra muy grande, en donde cuatro naciones están en contra de él y están luchando en contra de Israel.

Oremos mucho por Israel, y por todo el Medio Oriente, para que pronto se resuelva el problema que ha estado teniendo Israel por muchos años, o diríamos: por miles de años. Lo que está sucediendo en la actualidad y vemos en las noticias, son las mismas noticias que leemos en la Biblia de los tiempos pasados, en donde hubo guerras de los filisteos y de los amorreos contra Israel.

Y también en otras ocasiones los moabitas y amonitas, que son los descendientes de Lot, y sus dos hijas; y también con Edom, que son los descendientes de uno de los hijos de Esaú, o sea, de un nieto de Esaú, y hay una sentencia grande para Amalec que desciende de Esaú, el cual le hizo guerra a Israel cuando estaban en el área del Monte Sinaí, por esa área, por el Sinaí, por ahí estaban luego de ser libertados de la esclavitud en Egipto.

Y miren lo que significó para Dios eso que hizo Amalec contra Israel, salió a pelear contra Israel, no querían, no estaban de acuerdo con esa obra que Dios había hecho. Estar en contra de Israel y de Moisés a través del cual estaba siendo guiado Israel, o Dios guiando a Israel a través de Moisés, y por medio de la Columna de Fuego, estar en contra de Moisés y su pueblo, era estar en contra de Dios.

Hay una bendición y una maldición para todos los que se relacionen con Israel, para todo pueblo, nación, lengua e individuos, que dice: “El que te bendijere, será bendito; mas el que maldijere, será maldito.” Se busca grave problemas con Dios el que le haga la guerra a Israel.

En este caso de Amalec, Josué estaba frente al ejército, pero no era la fuerza, el poder de Josué y el ejército que tenía, el que decidiría la victoria para Israel, sino que era Dios por medio de un hombre que se fue a la colina, al monte y tomó su vara, el cual era Moisés, y levantó sus manos al Cielo. Y mientras él tenía sus manos levantadas al Cielo a Dios, la batalla se ponía a favor de Israel; y cuando se le cansaban los brazos a Moisés y los bajaba, la batalla se ponía en favor de Amalec.

Y Aarón y Ur se dieron cuenta de eso y buscaron un lugar donde estaba una piedra grande, y sentaron a Moisés, para que sus piernas no se fueran a cansar, no sabían cuántas horas iba a durar la batalla. Y luego se colocó a un lado Aarón y al otro lado Ur y sostuvieron los brazos de Moisés, o sea, estaban brazo a brazo ¿con quién? Con Moisés; y por consiguiente con Dios y Su Programa.

Y ya cada uno de ellos podía tener una mano con su brazo en alto con la de Moisés; y cuando se le cansaba ese brazo, levantaba el otro; pero los de Moisés no podían bajar, porque ése era el profeta en el cual y a través del cual estaba manifestado el Ángel de Dios, recibiendo el poder de Dios y la manifestación del poder de Dios en esa batalla. Era el poder de Dios manifestado en esa batalla, en donde de seguro millones de Ángeles estaban ahí trabajando.

El Arcángel Miguel con su ejército, ahí estaba trabajando; ése es el Ángel, el príncipe que está por los hijos de Israel, por lo tanto no podía estar en otro lugar, tenía que estar ahí.

Ahora miren, Israel obtiene la victoria. El verso 13 en adelante de este mismo capítulo 17 del Éxodo, dice (hasta el 16):

Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada (o sea, que obtuvo la victoria: una batalla, y de ahí en adelante muchas batallas más. Y la que se está llevando a cabo en estos días, es otra batalla más, pero que es muy significativa. Dice:

Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo (o sea, que hay un juicio dictado aquí).”

Ahora, vean lo que estaba haciendo Amalec cuando le salió en guerra contra Israel (cuando le declaró la guerra a Israel):

Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi;

y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová (o sea, que cuando se levantó en contra de Israel, se estaba levantando en contra el Trono de Dios), Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.”

Por lo tanto, las guerras que han estado sucediendo en diferentes tiempos con los vecinos de Israel, son esas guerras que Dios dijo que tendría con Amalec. Y Dios estaría de parte de Israel. Y el Arcángel Miguel con Su ejército, con esas huestes celestiales, militares, estaría peleando en favor de Israel.

Ahora miren lo que sucede a las naciones que levantan en contra Israel, y no lo saben; porque una persona que sabe esto, no se levantaría en contra de Israel. “El que te bendiga, será bendito.” Mas bien ayudarían a Israel y bendecirían a Israel, y proclamarían: “Bendito el pueblo de Dios: Israel como nación.”

Ahora vean, la sentencia es que Dios va a raer de la Tierra, de debajo del Cielo, la memoria de Amalec, ese descendiente o la descendencia de Esaú por medio de uno de los nietos de Esaú. Esaú había perdido la Bendición de la Primogenitura.

Y ahora vean, la tierra de Israel pertenece al que tenga la Bendición de la Primogenitura, porque Dios le dijo a Abraham: “A tu descendencia daré esta tierra.” Y luego se lo confirmó a Isaac y a Jacob. Por lo tanto, el dueño no solamente de ese territorio de Israel sino del planeta Tierra completo, que es Dios, le puede dar a quien Él quiera un pedacito de tierra o un continente completo, o el planeta Tierra completo.

El planeta Tierra completo se lo dará al Mesías, porque él es el Hijo del Hombre, y por consiguiente es el Heredero al planeta Tierra con todo lo que tiene, para ser Rey sobre el planeta Tierra completo.

Ahora, hemos podido ver el porqué de estas guerras. Israel como primogénito fue libertado de Egipto. Dios dijo: “Israel es mi hijo, mi primogénito; te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me sirva” [Éxodo 4:22] ¿Para qué es el primogénito? Para que sirva a Dios. Ése es el que tiene la doble Bendición de la Primogenitura, y le corresponde el territorio señalado por Dios a Abraham, como el territorio que le daría como herencia a su descendencia.

Y de ahí es que saldrá la bendición para todas las naciones. Si todas las naciones supieran que estando Israel en su tierra y siendo restaurado a como era en el tiempo del rey David y Salomón, la humanidad obtendrá la paz eterna, la paz imperecedera, obtendrá la prosperidad, será llena la humanidad de amor, y los pueblos ya no pelearán unos contra otros. Todos los pueblos estarían a favor de que Israel esté ahí con paz, lo defenderían todos los pueblos; todas las naciones le ayudarían y trabajarían para que sea restaurado el Reino de David.

Pero algunos políticos no saben quién es Israel, no saben y por consiguiente algunos pueden levantarse en contra de Israel, y Dios no poder bendecir a esos pueblos sino que la maldición vendría sobre esos pueblos. Pero todos queremos la bendición para todos nuestros países en los cuales vivimos.

Por lo tanto, oremos para que Dios abra el entendimiento a todos los líderes políticos, para comprender quién es Israel, y que por Israel viene la bendición para todas las naciones. Por eso el Mesías Príncipe tenía que ser un judío: para poder la bendición de Abraham pasar a los gentiles.

Y ahora, la bendición física para las naciones, para entrar al Reino de Dios, será por medio de la manifestación que Dios tendrá, que el Mesías tendrá, o Dios a través del Mesías tendrá, en donde juzgará a todas las naciones, unas entrarán al Reino de Dios y otras no entrarán al Reino de Dios.

El Reino de Dios será establecido en la Tierra, lo cual será la restauración del Reino de David; y el Trono de David es el Trono terrenal de Dios. Y el Reino de Dios terrenal es el Reino de David. El Reino de Dios estaba en medio del pueblo hebreo, Dios reinando a través del profeta Moisés. Por eso fue que Amalec cuando peleó contra Israel, se había levantado contra el Trono de Dios.

Ahora, podemos ver que estamos en un tiempo muy importante, un tiempo en que pronto va a manifestarse la Redención para Israel. Israel volverá a la Monarquía, e Israel será restaurado al Reino de David, donde el Hijo de David, el Mesías Príncipe, se sentará en el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; porque Él ama, no solamente al pueblo hebreo sino a todas las naciones. Pero Israel como nación, es la única nación primogénita de Dios, por eso tiene una doble bendición.

Pero hay más naciones que entrarán al Reino de Dios, como naciones hijas de Dios, las cuales Dios estaría creando. Y con la Redención de Israel también serán redimidas esas naciones para entrar al Reino de Dios como naciones, lo cual está muy cerca, que todo el Programa de Redención, vean ustedes, se mueve para individuos creyentes en Cristo, para la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico, para el pueblo hebreo como nación y para las otras naciones, que son los otros árboles, de los cuales Cristo dijo: “Cuando ustedes vean la higuera y los demás árboles...” Ahí tenemos a Israel como la higuera, y los demás árboles que también reverdecerán, y en el cumplimiento total serán naciones que entrarán al Reino de Dios.

Ahora estamos en una etapa en donde el reino de los gentiles se encuentra en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido; y en donde la democracia ha cubierto la mayor parte de las naciones; y la democracia es lo mejor que pueden tener las naciones, es lo mejor que se ha tenido, aunque no es perfecta.

Por lo tanto, se puede usar lo que en algunos países dicen: “Que votan, no por el mejor, sino por el menos malo.” Lo menos malo de todos los sistemas es la democracia. No es lo perfecto, porque es algo humano, tiene sus defectos. Siempre hay que buscar, de las situaciones malas, la menos mala, para poder uno desenvolverse.

El reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, está en una fase o etapa de crisis, una crisis grave en todas las naciones, en lo político, en lo económico, en lo social, en todos los sentidos.

Ahora, dije que la democracia es lo mejor que se puede tener, pero mejor que eso, hay algo. ¿Y qué será para la humanidad cuando termine la etapa de la democracia, cuando termine la etapa de los pies de hierro y de barro cocido? ¿Qué será de la humanidad? No hay ningún problema, viene algo mejor: viene el Reino de Dios, que es el Reino de David, que será restaurado para Israel, y gobernará sobre Israel y sobre todas las naciones. Por eso el Mesías Príncipe es el deseado de todas las naciones, y está prometido que vendrá el deseado de todas las naciones. Eso está por Hageo, capítulo 2, verso 5 en adelante.

¿Y para qué vendrá? Para establecer el Reino de Dios en la Tierra, gobernará sobre Israel y sobre todas las naciones. El Distrito Federal será el territorio de Israel, y la capital será Jerusalén.

Ahora, podemos ver porqué tantas naciones aman y desean la tierra de Israel, y desean Jerusalén. Es que ése es el territorio del Distrito Federal del Reino del Mesías, y Jerusalén es la capital para el Reino del Mesías. Y no solamente eso, sino que en la eternidad la nueva Jerusalén estará ahí; pero no será algo pequeño, será tan grande que será de 1.500 millas de ancho por 1.500 de largo; o sea, será cuadrada, pero en forma de pirámide, un monte alto.

Y para la eternidad, después del Reino Milenial y después del juicio final, y después que pase la Tierra por ese proceso de purificación, luego la Nueva Jerusalén será establecida en el territorio donde hoy es conocido como el territorio de Israel, pero que cubrirá más espacio.

Y ahí estará el Trono de Dios, el Trono Celestial de Dios estará ahí, y eso sí que es grande. Y ahí estará el Trono también del Señor, ahí será donde el Hijo entregará el Reino al Padre, ahí es el lugar donde en la actualidad se está en guerra. Todo el Medio Oriente.

La Nueva Jerusalén va a cubrir no solamente el territorio donde está Israel, será 1.500 millas de ancho por 1.500 millas de largo. Ya no va a haber guerra allí, solamente estarán allí los que aman a Dios, y habrá paz. Eso es después del Milenio. Durante el Milenio va a haber paz también.

Ahora, después del Milenio... miren porqué tantos problemas en este planeta Tierra. Pero miren también porqué Dios colocó al ser humano en este planeta Tierra: en la eternidad, así como para el Reino Milenial, Jerusalén será la capital del mundo, luego en la eternidad la Nueva Jerusalén, que es la capital del Universo en el Cielo, por cuanto estará en la Tierra, continuará siendo la capital del Universo.

¿Y qué significa esto? Que la capital del Universo va a estar en el planeta Tierra, en el territorio de Israel. Y en el territorio donde también están sus vecinos, porque todo eso lo cubrirá la Nueva Jerusalén.

¿Quién va a reclamar terrenos ahí (territorio)? Todo le pertenece a Dios. Aun para el Reino Milenial las cosas serán diferentes.

El territorio que Israel tiene en la actualidad es pequeño. Lo que Dios le prometió a Abraham y a su descendencia es grande. Por lo tanto, todo eso lo va a tener el Mesías Príncipe como Distrito Federal, y Jerusalén como capital, no solamente de Israel sino de toda la humanidad.

El juicio divino va a venir contra Amalec, pues está ahí en la Escritura. No es que uno desee el mal para otra persona, es que ya Dios lo ha dicho. Y en Zacarías, capítulo 12, y esto puede ser; y si no es, más adelante va a ser así. Capítulo 12, dice verso 6 en adelante:

En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña (y eso está hablando de guerra), y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra (vamos a ver a quién) a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.”

Esta es una profecía y por consiguiente es Palabra de Dios.

Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.

En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos..”

Miren lo que está prometido aquí:

Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén.”

Si los vecinos de Israel conocieran esas Escrituras, dirían: “No le vamos a hacer la guerra a Israel,” porque el Dios de Israel va a pelear en favor de Israel, con todos los ejércitos celestiales va a defender a Israel. Si una persona tiene un problema con otra persona, y sabe que esa otra persona tiene muchas personas a su favor, que lo van a defender, pues la otra persona va a decir: “Yo no me meto en problemas con tal persona, porque ése no está solo.” E Israel no está solo, Dios está con Él, y por consiguiente todas las huestes celestiales están con Israel.

Miren también el capítulo 14 de Zacarías, verso 1 al 3, dice:

He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos.

Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.”

Ahora, lo que se haya cumplido de esta profecía en otro tiempo, es tipo y figura de lo que se va a cumplir en este tiempo final, para el tiempo del día del Señor, para el tiempo en que Israel va a ser redimido, para el tiempo de la Redención de Israel. Pero antes viene la Redención física de todos los nacidos de nuevo del Cristianismo, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, sea que hayan muerto físicamente o vivan físicamente todavía en la Tierra. Van a recibir un cuerpo nuevo y eterno. Si murieron, van a ser resucitados en cuerpos glorificados, si están vivos, hasta ese momento, serán transformados.

Por lo tanto, yo estoy esperando mi Redención física, porque mi Redención espiritual ya la obtuve, y entré al Reino de Dios. Pero ahora me falta la Redención física para entrar físicamente al Reino de Dios, que es el único Reino con Vida eterna.

Cuando entramos espiritualmente al Reino de Dios, obtenemos la Vida eterna, nuestra alma tiene Vida eterna, pero nos falta la Vida eterna física, la cual vamos a recibir en la Redención física, la Adopción, la Redención del cuerpo; e Israel luego que pase por esta etapa de crisis, va a recibir la bendición del Reino de Dios, la restauración del Reino de David.

Estamos en un tiempo muy importante. Si lo que está sucediendo en estos días fuera lo que está aquí que leímos, entonces estamos demasiado de cerca para nuestra Redención física, la Redención del cuerpo, nuestra transformación.

Ahora, por cuanto en Apocalipsis, capítulo 7, ese Mensajero, ese Ángel que viene para llamar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil judíos, ordena que no sople viento sobre los árboles y el mar, y así por el estilo, lo cual significa que no haya guerra, entonces habrá una brecha, una etapa de paz; tiene que venir una etapa de paz temporal, en lo que son llamados, juntados y sellados, ciento cuarenta y cuatro mil judíos, y después vendrá una guerra mundial, que no será con piedras, que será atómica, y para ese tiempo se va a cumplir plenamente estas Escrituras de Zacarías.

Por esa causa el Medio Oriente es la mecha de la guerra o de la paz, es la mecha para una tercera guerra mundial. Pero también es la mecha para la paz, para la paz parcial temporal, y para la paz imperecedera del Reino del Mesías que ha de venir.

En Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, verso 1 al 10, dice que cuando digan paz y seguridad, vendrá de repente destrucción, o sea, una guerra. Esa será una guerra atómica. Por lo tanto, va a venir esa paz temporal, que será una brecha en lo que serán sellados, llamados y sellados ciento cuarenta y cuatro mil judíos. Estamos en un tiempo muy, pero que muy importante.

Si esa brecha por casualidad ya se ha estado cumpliendo, y haya sido después que se detuvo la Segunda Guerra Mundial, entonces el tiempo está más avanzado de lo que nos imaginamos. Pero yo espero que esa brecha de paz sea pronto, para que el llamado a ciento cuarenta y cuatro mil judíos... digo: “judíos,” pero son las doce tribus, porque al ser judíos hablando en los términos correctos, son los de la tribu de Judá, junto a la tribu de Benjamín; pero uniendo todas las tribus, ya es Israel completo.

Ahora, de esas doce tribus hay ciento cuarenta y cuatro mil escogidos, doce mil escogidos, que un mensajero con el Mensaje del Evangelio del Reino, llamará, juntará y sellará en sus frentes. Por lo tanto, para el pueblo hebreo hay una bendición grande. En algún momento lo van a recibir, lo van a ver y lo van a recibir, y dirán: “Éste es el que estamos nosotros esperando.” En ese Mensajero irá el Ángel del Pacto, Cristo, el que le apareció a Jacob, y Jacob lo agarró y no lo soltó, hasta que lo bendijo.

Verán a un hombre, dirán: “Este es el Elías que estamos esperando.” Y en Él estará manifestándose el Ángel del Pacto para anunciarles el día de venganza del Dios nuestro, y también el tiempo de Redención para Israel; y ese misterio del día de venganza y el día de Redención o tiempo de Redención, lo conocerá ese Elías que está esperando Israel; lo conocerán, lo recibirán, creerán en Él y serán sellados ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu. Pero antes de eso Dios ha estado llamando por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, a los escogidos del Israel Celestial, de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ya Él me llamó a mí y me colocó en Su Reino, en Su Iglesia. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Y hemos recibido la Redención espiritual, y nos falta la física, que es la transformación de nuestro cuerpo, lo cual estamos esperando. Yo lo estoy esperando. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguno que todavía no ha recibido la Redención espiritual, porque no ha recibido a Cristo como Salvador, para obtener la salvación y Vida eterna, lo puede hacer en estos momentos recibiendo a Cristo como Salvador, y yo oraré por usted en estos momentos. Puede venir acá al frente para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo por todos los que estarán viniendo a los Pies de Cristo.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando porque tu nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida; y este es el llamado final. El llamado de la Edad de la Piedra Angular es el llamado final para los escogidos finales de la Iglesia de Jesucristo.

También los que están en otras naciones en diferentes auditorios o iglesias, o en sus hogares, a través del satélite Amazonas, en el canal WSS: “El Mensajero de la paz,” o a través de internet, pueden venir a los Pies de Jesucristo, los que todavía no lo han hecho, para que Cristo les reciba en Su Reino.

Es un asunto de entrar al Reino de Dios, para obtener la Vida eterna o no entrar para no tener Vida eterna; pero preferimos entrar al Reino de Dios para recibir la Vida eterna. Es el único Reino que tiene Vida eterna, ése es el Reino del Mesías, el Reino de Dios.

Todavía pueden continuar viniendo los que están aquí presentes y los que están a través del satélite o de internet en diferentes auditorios o iglesias en diferentes naciones. Los que están en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina, todo el Brasil, Norteamérica, Canadá, Japón, el África, y demás naciones, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino, pues todos ustedes quieren vivir eternamente, y la única forma es recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra forma para obtener la Vida eterna.

Ustedes allá en Puerto Rico pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los que están en las diferentes naciones, también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, Cristo les está llamando por medio de Su Espíritu, hablándonos a través de Su Palabra.

Usted está aquí porque Su Nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida; y ustedes que están a través del satélite o de internet en otras naciones, están escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el Nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida; y el Espíritu de Dios les ha traído para escuchar Su Palabra, Su Evangelio, el Evangelio de Cristo. “Porque la fe viene por el oír, el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Jesucristo.” [Romanos 10:17] “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]

Ahora, ha llegado el momento de usted dar testimonio público de su fe en Cristo, para obtener la salvación y Vida eterna. Todavía continúan viniendo más personas. Vamos a esperar unos minutos, y los que están a través de internet o del satélite, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Vamos a estar puestos en pie, ya vamos a orar dentro de algunos segundos. Todavía vienen más personas de camino.

Si hay alguna persona también que una vez servía a Cristo, pero se apartó de Él, se descarrió, Cristo también lo está llamando. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas Tu corazón, Él te ama, tu nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida. Por eso estás escuchando Su Voz, Su Palabra, Su Evangelio en estos momentos.

Todavía vienen más personas de camino. Vamos a dar unos segundos. Los niños también de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo. Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, y los está llamando en estos momentos. Todavía vienen más personas de camino, vamos a dar algunos segundos y ya oraremos por todos ustedes. Es el llamado del Cielo, el llamado de Dios, el llamado del Espíritu Santo, es la Trompeta del Evangelio sonando y llamando los hijos e hijas de Dios que todavía no han venido a los Pies de Cristo.

Todavía veo que vienen más personas de camino, es que Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Goiânia, y en todo el estado de Goiás, y también en Brasilia y en toda la República del Brasil, y los está llamando en este tiempo final, para completar Su Iglesia en este tiempo final. En toda la América Latina Dios tiene muchos hijos y los está llamando, y también en el África y en todas las naciones, Dios tiene hijos y los está llamando en este tiempo final.

Jesucristo está como Sumo Sacerdote en el Cielo, haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador, y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado. Él no puede dejar esa Obra de Intercesión en el Cielo, hasta que complete Su Iglesia, porque ni uno de los hijos e hijas de Dios, de los escogidos de Dios, ni uno se puede perder, todos tienen que venir a los Pies de Cristo, todos tienen que venir a formar parte de la Iglesia de Jesucristo, de ese Templo Espiritual, para luego poderse cumplir la Venida del Señor.

Todavía vienen más personas de camino, ya Dios les habló directamente a sus corazones, y cada uno de ustedes sabe que Dios le habló al corazón. Por esa causa ustedes han venido a los Pies de Cristo. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si hay alguno que todavía no ha pasado al frente, no ha venido a los Pies de Cristo, puede venir, vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, en todas las naciones que están escuchando y viendo en estos momentos, vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo que Tú eres el Mesías Príncipe, creo en Tu Nombre como el único Nombre de salvación, de Redención, para mí y para todo ser humano, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, y reconozco que Tú eres mi único y suficiente Salvador, mi único y suficiente Redentor.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador; Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer de nuevo, quiero entrar a Tu Reino; bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero entrar a Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino. Me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame Señor, en Tus Manos me encomiendo. Te lo ruego, en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y todos decimos con nuestras manos en alto: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, vuestro corazón, y dieron testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como único y suficiente Salvador. Por eso Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes me dirán: “Ya creí y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en estos momentos.

Pregunto al reverendo Salomón Cunha si hay agua: hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros que les bautizarán. ¿Hay personas que cuidarán de sus ropas también? Hay personas que cuidarán de sus ropas, y personas que les ayudarán a llegar al lugar donde están los vestidores de ropas, para colocarse las ropas bautismales; por lo tanto, hay personas que les ayudarán también.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en estos momentos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así ustedes obtengan la Redención del alma, la Redención espiritual y luego obtengan más adelante la Redención física, que será la transformación del cuerpo, si permanecen vivos hasta la resurrección; y si no permanecen vivos, pues serán resucitados en cuerpos glorificados.

Así que, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en donde se identificarán con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Al recibir a Cristo la persona muere al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente es sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, la persona resucita a una nueva vida, a la Vida eterna; la persona nace a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo conociendo el significado. El agua no le quita los pecados, es una orden de Jesucristo y un mandato de Cristo, una ordenanza de Cristo, donde la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Dejo al reverendo Salomón Cunha para indicarles hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados. También a los que están en otras naciones, dejo al ministro correspondiente en cada nación, para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales, para ser bautizados en agua todos los que recibieron a Cristo como Salvador.

Y que Jesucristo les bautice a todos ustedes, los aquí presentes y los que están en otras naciones que han recibido a Cristo como Salvador, Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sean bautizados en agua en el Nombre de Jesucristo, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Dios les bendiga

EL TIEMPO DE REDENCIÓN.”