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La Obra del Mesías profetizada 2006-05-14 1 Goiânia Goiás BR 00:00:00 false

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y todos los que están a través del satélite, y los que están también a través de internet.

Que las bendiciones del Dios eterno sean sobre todos ustedes. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Para esta ocasión leemos en Isaías, capítulo 61, verso 1 en adelante, donde dice:

El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;

a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.

Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.

Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores.

Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes.

En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo.

Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Este es un pasaje mesiánico, en donde son mostradas la Primera y la Segunda Venida del Mesías, y la Obra que estaría haciendo.

LA OBRA DEL MESÍAS PROFETIZADA.”

Siendo que lo más importante como acontecimiento en el planeta Tierra es la Venida del Mesías, del Ungido, del Cristo, y Su Venida tiene dos partes. En la primera parte Él viene para cumplir una Obra Divina, la cual le es encomendada; encontramos en Isaías, capítulo 53, verso 10... todo este capítulo es un pasaje mesiánico, en donde presenta al Mesías como Siervo del Señor que tiene que ser sacrificado en lugar del pueblo hebreo y de todo ser humano, para poder el ser humano ser libre de su pecado. Aquí en el mismo capítulo 53 de Isaías nos dice, verso 3 en adelante:

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

Para poder el ser humano tener paz para con Dios, tuvo que el Mesías, el cual está profetizado aquí, llevar el castigo de nuestra paz y morir como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para poder ser perdonados, limpiados de todo pecado; y ser reconciliados con Dios y tener paz para con Dios.

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”

El pecado de todo ser humano fue cargado en el Mesías Príncipe, el cual en Su Primera Venida, que es la primera etapa o parte de Su Venida, tiene que morir.

Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.

Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado...”

Aquí nos muestra que el Mesías Príncipe en Su Venida pondría Su Vida en Expiación por el pecado; o sea, que moriría como el Sacrificio de Expiación por el pecado, como el día diez del séptimo mes de cada año, moría un macho cabrío, el cual venía a ser la expiación por el pecado del pueblo, para el pueblo quedar perdonado y ser reconciliado con Dios, y por consiguiente tener la paz de Dios; y así quedaba confirmado dentro del pacto que Dios tenía con el pueblo hebreo.

...verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

Verá ese linaje de Dios que viene por medio del Segundo Adán, que es Jesucristo. Por lo tanto, Él va a ver los miembros de esa Iglesia, que son los hijos e hijas de Dios, que son linaje de Dios. Cuando se habla de ser el linaje de Dios, se habla de ser descendiente de Dios, como un hijo o una hija de Dios.

Dice: “La voluntad de Jehová será en su mano prosperada.” Por lo tanto, todo el Programa Divino Él lo llevará a cabo, será prosperada toda esa Obra que Él estará haciendo; porque esa es la Obra del Mesías profetizada que será prosperada, será llevada a cabo por el Mesías Príncipe.

Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho (yo soy un fruto de la aflicción del alma del Mesías. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes); por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.”

El único que puede llevar nuestras iniquidades es el Mesías Príncipe profetizado para hacer la Obra de Redención y poder quitar nuestros pecados y llevar nuestros pecados lejos.

Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.”

Todo esto se cumplió en Jesucristo. Estando en la Cruz del Calvario ya Él tenía los pecados del ser humano. En el Huerto del Getsemaní, cuando estaba orando, Él se rindió a la voluntad de Dios, para hacer la Obra de Dios que el Mesías Príncipe llevaría a cabo; y por cuanto Él era el Mesías Príncipe prometido para aquel tiempo, se rindió a la voluntad de Dios para hacer la Obra del Mesías prometida para aquel tiempo.

En el Huerto del Getsemaní tomó nuestros pecados, y cuando lo tomaron preso, ya llevaba nuestros pecados, y por eso vino a ser mortal: a causa de nuestros pecados. “Porque la paga del pecado es muerte.” [Romanos 6:23] La única forma en que Él podía morir era teniendo pecado, y de Sí mismo no tenía. Tomó nuestros pecados y entonces se hizo pecado por nosotros para morir en nuestro lugar.

En la Cruz del Calvario Él estaba muriendo como pecador, porque tenía nuestros pecados; aunque de Sí mismo no tenía pecado. Luego oró por todos aquellos hebreos (judíos), que habían pedido Su muerte, y dijo: “Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen.” [San Lucas 23:34] Y esto decía en Isaías: “Y orado por los trasgresores.” Todo eso lo cumplió el Mesías en la primera parte de Su Venida, que es la Primera Venida de Cristo.

Aun cuando Él estaba en Su ministerio terrenal, Él predicó, y en una ocasión llegó a la sinagoga de Nazaret, llegó a la ciudad donde se había criado, y llegó a la sinagoga donde acostumbraba asistir todos los sábados cuando estaba en la ciudad de Nazaret. Dice en el capítulo 4 de San Lucas, versos 14 en adelante:

Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre (o sea, que el sábado Él estaba en la sinagoga cuando estaba en su ciudad; y si estaba en otra ciudad, pues estaba en la sinagoga de esa otra ciudad), y se levantó a leer (y también por lo que vemos, la costumbre de Él era leer las Escrituras el día sábado, y por eso es que iba a las sinagogas el día sábado y le daban para leer; y ahí Él hablaba, predicaba).

Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”

Un hombre que toma las Escrituras que hablan del Mesías en Su Venida; y luego que las lee, le dice al pueblo que allí estaba: “Hoy se ha cumplido esta Escritura.” O sea, les está diciendo: “Esto que está aquí escrito se está cumpliendo en mí (les está diciendo a ellos).” O sea, les está diciendo: “Esta persona de la cual habla aquí la Escritura, está aquí con ustedes.” Eso es lo que les está mostrando a ellos. Y lo que les estaba diciendo era la verdad, ése era el hombre que estaba cumpliendo la Obra que el Mesías haría en Su Primera Venida como el Siervo del Señor; obra que estaba profetizada que el Mesías Príncipe haría en Su Venida.

Hay otras Escrituras que hablan acerca del Mesías Príncipe, y la Obra que Él haría en Su Venida. Encontramos que bajo Su ministerio Él tenía una obra para llevar a cabo. En Isaías decía (y en San Lucas, donde Él leyó)... decía: “El Espíritu del Señor está sobre mí.” O sea, que Él se identificó como el Ungido por y con el Espíritu de Dios. Y lo que significa el Mesías es: “El Ungido.” ¿El Ungido con qué? Con el Espíritu Santo, el cual está representado en el aceite; el aceite tipifica el Espíritu Santo.

Y ahora, Jesús ungido con el Espíritu Santo es el Mesías, el Cristo, el Ungido; porque Cristo significa: “Ungido, Mesías.”

Y ahora, se ha identificado como el Mesías, como el Cristo, como el Ungido; y por cuanto el Ungido en Su Primera Venida estaría cumpliendo la Obra para la cual sería enviado, Él lee las cosas que Él estaría haciendo. Dice: “Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres.” Por lo tanto, vendría predicando, evangelizando, porque eso es lo que dice Isaías, capítulo 61, dice:

El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos (fue enviado a predicar, por lo tanto sería un predicador; a predicar ¿qué? Buenas nuevas a los abatidos), a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos (los cautivos en enfermedades o pecados, cautivos en el reino de las tinieblas, como estuvo el pueblo hebreo en Egipto cautivo, por el faraón y su imperio)... a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová...”

O sea, que Su Mensaje era la predicación, la proclama del año de la buena voluntad del Señor, lo cual es el año del jubileo de Levítico, capítulo 25, versos 8 al 13. Luego, en San Lucas se detuvo, no continuó leyendo, ¿por qué? Porque hasta ahí sería la Obra que Él haría en Su Primera Venida, estando en carne humana. Lo que a continuación dice es:

...y el día de venganza del Dios nuestro...”

¿Por qué Él no continuó leyendo? Porque Él sabía hasta dónde Él cumpliría este pasaje bíblico de Isaías 61. En Su Primera Venida Él predica el año, proclama el año de la buena voluntad de Jehová. Para Su Segunda Venida será la predicación, la proclama del día de venganza del Dios nuestro. También dice:

...a consolar a todos los enlutados.”

Por lo tanto, así como por medio de la Obra que estaba haciendo Jesús, fue identificado como el Mesías Príncipe, porque estaba haciendo exactamente lo que la profecía bíblica decía que el Mesías haría en Su Venida.

Y ahora, ¿cómo vamos a conocer al Mesías, al Ungido con el Espíritu de Dios en el Día Postrero? Por la obra que está profetizada en la Santa Escritura que estará haciendo el Mesías en Su Venida en el tiempo final. Eso es lo más importante. Jesús en Su tiempo decía: “Yo no hago nada de mí mismo.” [San Juan 5:19] O sea, que las obras que estaban siendo hechas, Él dice: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” [San Juan 14:10] Él era el que estaba obrando, era Dios.

El que dio estas profecías a través de los Profetas, ahora estaba en Jesús cumpliendo esas profecías e identificando el hombre, el velo de carne, donde estaba Dios en Espíritu Santo; identificando al hombre ungido con el Espíritu Santo, a través del cual Dios por medio de Su Espíritu estaba cumpliendo la obra correspondiente a aquel tiempo.

¿Cómo vamos a conocer al Ungido prometido para el Día Postrero? Estaremos identificándolo al ver las obras que están profetizadas para ser realizadas en el tiempo final por el Ungido de Dios en el cual estará el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios; y por consiguiente Dios a través de ese Ungido estará cumpliendo todas las obras que están prometidas que el Mesías hará en este tiempo final.

Y cuando veamos a un hombre a través del cual las obras que están prometidas que el Mesías hará, y veamos que estarán siendo hechas a través de ese hombre, diremos: “En ese hombre está Dios en Espíritu Santo cumpliendo las profecías mesiánicas correspondientes a este tiempo final.”

Por lo tanto, no es un hombre el que estará haciendo esas cosas, es Dios a través de un hombre; y la gloria la daremos, no al hombre sino a Dios. Reconoceremos al Ungido de Dios para el tiempo final, al cual el pueblo hebreo está esperando.

Entre las obras que estará haciendo, una es recoger a todas las ovejas del pueblo hebreo, así como en Su Primera Venida Él vino como el Buen Pastor llamando a las ovejas; y luego, en Espíritu Santo ha estado llamando Sus ovejas y colocándolas en Su Redil, en Su Iglesia. Para el tiempo final Él estará llamando las últimas ovejas que serán colocadas en el Redil del Señor, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es una Obra de Dios por medio de Su Espíritu Santo, la cual encontramos que ha estado haciendo desde los Apóstoles a través de las diferentes edades, y para este tiempo final la estará haciendo a través del Ungido que Él tendrá en medio de Su Iglesia.

Así como tuvo a cada Ungido Mensajero de cada edad, estaban ungidos con el Espíritu Santo para Dios hacer la Obra correspondiente a cada edad, la Obra que sería hecha por el Mensajero de cada edad, lo cual no sería una obra humana, sino la Obra de Dios por medio de Su Espíritu, a través de un hombre en cada edad.

Para este tiempo final, luego que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo, Él llamará las ovejas del pueblo hebreo.

Ahora, recuerden que Cristo dijo a Sus discípulos: “Yo he sido enviado a las ovejas perdidas de Israel.” [San Mateo 15:24] Y mandó a Sus discípulos a las ovejas perdidas de Israel. Tenemos a Israel como un pueblo escogido por Dios. Israel en cuanto a su reino, el cual era uno solo, cuando ya David fue aceptado por las diez tribus del Norte... David comenzó con dos tribus nada más; pero ya estaba ungido por Dios cuando Samuel lo ungió con el aceite, y solamente era un jovencito; pero luego cuando ya tenía más edad fue ungido por el sumo sacerdote como rey sobre dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín, y reinó siete años en Hebrón.

Y luego las otras diez tribus pidieron que reinara sobre ellos también, y se unieron a David, y vino a ser un solo reino; hasta los días de Roboam, hijo de Salomón, en donde se dividió el reino; y ahora quedan bajo el reinado de Roboam dos tribus, como el comienzo del rey David, que solamente tenía dos tribus. Y diez tribus fueron colocadas en las manos de Jeroboam, descendiente de la tribu de Efraín, o sea (descendiente de Efraín), el hijo de José.

Y se le llaman a las dos tribus que le quedaron a Roboam: el reino del Sur o reino de Judá; y a las diez tribus del Norte que pasaron a las manos de Jeroboam, se le llama: el reino del Norte o reino de Israel.

Y ahora, las tribus del Norte, a causa de idolatría, cuando Jeroboam colocó los dos becerros de oro, encontramos que fueron más adelante esparcidas por diferentes naciones. El nombre de esas tribus fue borrado, porque esa era la sentencia para toda persona o tribu que adorara ídolos.

Y ahora, las tribus del Norte, que es llamado el Reino de Israel, desapareció; pero Dios conoce los descendientes de esas diez tribus. Y por consiguiente para Dios existen todavía, pero fueron borradas de debajo del Cielo, o sea, en esta Tierra sus nombres desaparecieron como tribus y los descendientes de esas tribus, no tienen en la actualidad el nombre de la tribu a la cual pertenecen; y la mayor parte ni sabe que son descendientes de esas diez tribus: fueron esparcidas por el mundo, fueron desarraigadas de Israel.

Pero Dios para este tiempo final las estará llamando. ¿Y cómo las va a llamar? Va a llamar a todas esas personas. En Isaías, capítulo 27 nos dice la forma en que esto va a suceder. Capítulo 27, verso 12 al 13, dice:

Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Eúfrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno (ahí tienen la promesa de recogimiento de los hijos de Israel).

Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.”

Cuando Dios llama, cuando Dios recoge a Sus hijos, a Su pueblo, desde el tiempo de Moisés, Él dijo: “Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me sirva.”

¿Para qué Dios llama a Sus hijos y los reúne? Para que le sirvan, para que adoren a Dios; y en este recogimiento dice: “Y adorarán a Jehová en el Monte Santo, en Jerusalén.” O sea, que van a ser reunidos en este tiempo final y van a ser colocados como las diez tribus perdidas. Pero a Dios no se le pierde nada, a los seres humanos se les pierden las cosas y no saben ni dónde están, y algunas veces las colocan en algún sitio y después ni saben dónde las colocaron.

Pero Dios colocó esas tribus entre los gentiles, y Él sabe dónde están. Y aquí dice que las va a recoger; y la forma en que las va a recoger es llamándolas con gran Voz de Trompeta. Esa es la misma Trompeta final o gran Voz de Trompeta de Primera de Corintios, capítulo 15, verso 52 al 58; y también Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 17.

Esa será la Voz del Espíritu Santo, Dios hablando por medio de Su Espíritu a través de un hombre, dando el Mensaje final de Dios; y en ese Mensaje se estará proclamando también el día de venganza del Dios nuestro. Y cuando todas las ovejas del Señor de entre los gentiles y de entre los judíos vean a un hombre con ese tipo de Mensaje, estarán escuchando esa gran Trompeta o gran Voz de Trompeta, estarán escuchando la Voz de Dios en el Día Postrero, y dirán: “Ése es el Ungido de Dios por medio de Su Espíritu Santo, hablándonos en este tiempo final.”

Y el que es de Dios, ¿qué voz va a escuchar? La Voz de Dios. El que es una oveja del Señor, ¿qué voz va a escuchar? La Voz del Buen Pastor, la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo, hablándole de edad en edad por medio del Mensajero de cada edad. Y los escogidos, las ovejas del Señor del Día Postrero, ¿qué voz van a escuchar? La Voz del Buen Pastor, la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo, llamándolos y juntándolos en este tiempo final en el Redil del Señor, que es la Iglesia de Jesucristo en la etapa de la Edad de la Piedra Angular; y después llamará al pueblo hebreo.

Por lo tanto, la Obra que estará haciendo ese Mensajero en el Día Postrero, lo va a identificar como el Ungido con el Espíritu Santo, para hacer la Obra del Día Postrero, ¿quién la va a hacer? No el hombre, sino Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de un hombre, así como fue en el tiempo de los Profetas del Antiguo Testamento, como fue en el tiempo de Moisés.

En el tiempo de Moisés, ¿saben ustedes una cosa? Que aunque habla la Escritura que Moisés hizo muchos milagros, yo les digo: Moisés no hizo milagro alguno, ningún milagro hizo, todos los hizo Dios por medio de Su Espíritu Santo hablando a través del Profeta Moisés; fue el Ángel del Pacto, que es el Espíritu Santo, Cristo en Su cuerpo angelical en el cual estaba, está y estará eternamente Dios manifestado; y por cuanto necesitaba un cuerpo de carne, allí usó al profeta Moisés, para que los Pensamientos divinos de lo que Él iba a hacer para aquel tiempo, vinieran al corazón y la Mente de Moisés, y entonces Moisés, ¿qué iba a hablar? Lo que le era dado por Dios acá en su alma y en su mente.

Y cuando Moisés hablaba eso, no era una palabra humana, era la Palabra de Dios saliendo de la boca de un hombre; porque Dios coloca Su Palabra en la boca del Profeta que Él envía para cada edad o para cada dispensación. Ese es el lugar donde Dios coloca Su Palabra: en la boca de cada Profeta que Él envía; y esa Palabra son los Pensamientos de Dios. Lo que Dios pensó lo revela, lo da a conocer a través de hombres que son Profetas de Dios ungidos con el Espíritu de Dios; y eso es Dios por medio de Su Espíritu hablando a través de un hombre; y la obra que ese hombre hace es la Obra de Dios para ese tiempo.

Pero no es la obra de un hombre, es la Obra de Dios a través de un hombre. Muchas personas ven a un hombre, pero el que tiene entendimiento ve a Dios a través de un hombre obrando lo que Dios prometió para ese tiempo.

La obra del Mesías identificó a Jesús como el Mesías Príncipe prometido para aquel tiempo, porque las obras que el Mesías haría en Su Venida, fueron hechas por Dios a través de Jesús, quedó identificado por Sus obras como el Mesías Príncipe prometido para aquel tiempo; y se cumplió la primera parte de la Venida del Mesías, de la Venida del Señor.

La segunda parte es para este tiempo final, por lo tanto tendrá que ser proclamado el día de venganza del Dios nuestro. Y no lo estará hablando de sí mismo un hombre, será el mismo Dios por medio de Su Espíritu Santo, o sea, por medio del Ángel del Pacto hablando el día de venganza del Dios nuestro, mostrando el juicio divino que ha de venir sobre la raza humana. Él lo mostrará de acuerdo a las Escrituras.

No será porque Él quiera hablarle a la gente del juicio divino, sino porque es el tiempo para proclamar el día de venganza del Dios nuestro, donde Dios vengará a todos los mártires del Cristianismo y también del Judaísmo que murieron bajo persecuciones en tiempos pasados; pero viene también consolando a todos los que estarán vivos, consolándolos, diciéndoles que los que han muerto como mártires no están muertos, sino que están en el Paraíso, un consuelo para todos los enlutados; y mostrándole al Cristianismo, a los creyentes nacidos de nuevo que los muertos en Cristo, que son nuestros hermanos, y por los cuales hemos estado enlutados; y también los hebreos o judíos de este tiempo están enlutados por todos los judíos que han sido masacrados, que han sido asesinados en tiempos pasados; y los que fueron muertos en el tiempo de Hitler.

El Mensaje que traerá el Espíritu Santo en este tiempo final, traerá consuelo para los judíos y traerá consuelo para el Cristianismo; y traerá gozo, porque el vino tipifica el estímulo, ese gozo que es producido por la Palabra revelada para el tiempo en que la persona vive.

Por lo tanto, en vez de estar enlutados, tristes y lamentándose, el Mensaje les traerá gozo, alegría, porque viene consolando a todos los enlutados. Todo eso está en la Obra prometida para este tiempo final que estará haciendo Dios por medio de Su Espíritu Santo. Él también ha prometido que enviará a Elías.

El pueblo hebreo está esperando la Venida de Elías. El pueblo hebreo espera que Elías venga y prepare, precurse la Venida del Señor, la Venida del Mesías. Y cuando ellos vean a un hombre cumpliendo las cosas que están prometidas que hará Elías, ellos dirán: “Este es el Profeta que nosotros estamos esperando.” Dirán: “Ese hombre es un Profeta. Y no solamente eso, es el Profeta que nosotros estamos esperando. Ése es Elías.”

Y por consiguiente comprenderán que la Venida y manifestación a Israel del Mesías, está muy cerca. Todo lo que el pueblo hebreo va a ver, lo verá primero la Iglesia Novia del Señor Jesucristo; y el pueblo hebreo verá en la Iglesia del Señor Jesucristo lo que ellos están esperando, y dirán: “Esto es y éste es lo que nosotros estamos esperando.” Y se van a agarrar bien de ese enviado de Dios, como se agarró Jacob del Ángel que le apareció en Génesis, capítulo 32, versos 24 al 32, y no lo soltaba; y le dijo el Ángel a Jacob: “Suéltame que tengo que irme, raya el alba ya.”

Ya estaba rayando el alba, o sea, que ya las luces de un nuevo amanecer, de un nuevo día, ya estaban surgiendo, se estaba viendo ya la claridad por el Este. Pero Jacob no iba a soltar el Ángel, le suplicaba, le lloraba, dice en Oseas, capítulo 11. Ahí dice que Jacob lloraba y suplicaba al Ángel. Es que Jacob tenía miedo de su hermano Esaú, el cual venía con cuatrocientos hombres armados; y como Esaú había dicho: “Cuando muera mi padre, yo mataré a Jacob.”

Vean aquí en el capítulo 12 de Oseas, verso 3 en adelante, dice:

En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel.”

Las bendiciones hay que lucharlas. Usted no se puede sentar en su casa a esperar las bendiciones de Dios, usted tiene que luchar, usted tiene que trabajar, ponerse en acción, para que Dios lo bendiga. Dios no bendice los vagos, Dios bendice a las personas que luchan para recibir la bendición de Dios. Dice: “Venció al Ángel.” Es el único hombre del cual se dice que luchó con un Ángel y lo venció.

Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros.”

Podemos ver cómo fue todo ese evento del encuentro de Jacob con el Ángel, y eso es tipo y figura del pueblo hebreo encontrándose con el mismo Ángel, el cual estará manifestado en la tierra, y ahí estarán los ministerios de los dos olivos. Y el pueblo hebreo verá que es una realidad y se agarrará porque verá la posibilidad de agarrarse, y se agarrará al Ángel de Jehová, al mismo Ángel, en la manifestación que Él tendrá en este tiempo final, y recibirá la bendición de Dios.

Israel sabe que para este tiempo final, una obra divina está prometida para ser realizada, la cual tiene muchas ramificaciones, tiene para este tiempo final, en la parte culminante de esa obra una fase, en donde no habrá limitaciones en cuanto a la manifestación del poder de Dios; y eso será cuando Dios adopte al instrumento que Él tenga para este tiempo final, al instrumento a través del cual Dios esté hablando, y por consiguiente sonando la Trompeta final o gran Voz de Trompeta.

La Iglesia, el Cristianismo y las demás personas van a ver que el pueblo hebreo va a pegar su vista en un hombre de este tiempo final, porque ellos comprenderán que a través de ése es que Dios va a juntar las tribus perdidas de Israel, las diez tribus perdidas, porque a través de ese hombre es que Dios va a estar hablando con esa gran Voz como de Trompeta.

Por lo tanto, la obra que está profetizada para ser realizada, va a ser realizada, y todos vamos a ver esa obra en medio de los gentiles primero. Pero es que en medio de los gentiles están las diez tribus. ¿De dónde las va a recoger? De donde fueron colocadas: de entre los gentiles.

Ahora, recuerden que una cosa son las doce tribus en donde doce mil de cada tribu, que son ciento cuarenta y cuatro mil, van a ser llamados y juntados, eso será por medio de la gran Voz de Trompeta o Trompeta final. Y bajo el ministerio de los dos Olivos, a través de los cuales el Espíritu Santo estará hablando, llamando y juntando doce mil de cada tribu.

¿Estarán las doce tribus allá en Israel? No están allá, solamente son reconocidas dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín. Esas son las que forman el reino del Sur que le tocó a la dinastía de David, luego del rey Salomón; por consiguiente de en medio de los gentiles tienen que ser llamados los que corresponden a diez tribus de las doce tribus; y quizás también parte de las otras dos tribus se encuentren también entre los gentiles.

Quizá los últimos que reciban el llamado sean las dos tribus que ya están en Israel, o los que corresponden a esas dos tribus, o parte de los que pertenecen a esas dos tribus, porque parte de esas dos tribus también está entre los gentiles. Será un recogimiento entre los gentiles, como fue en Egipto, para ir a la tierra prometida, para regresar a la tierra de Israel, será como sucedió con Moisés.

Todo eso está en la obra de Dios prometida para este tiempo final. Por lo tanto, Israel está esperando un hombre, con el ministerio de Elías y por consiguiente también estará el ministerio de Moisés respaldando esa labor que estará siendo realizada; y por cuanto es la Obra de Dios para este tiempo final, nadie podrá detener esa labor, más bien podrán ayudar toda persona, y aun todas las naciones.

Dios sabe cómo hacer para poner de parte de Su Obra a personas y a naciones. Para la paz de Israel y para toda la humanidad hay un secreto: el secreto es la restauración del Reino de David, porque ése es el único reino que tiene la promesa de que tendrá paz, y de ahí saldrá la paz para todas las naciones; por consiguiente para contribuir para la paz de Israel y del mundo, de la humanidad, tenemos que trabajar en favor de la restauración del reino de Israel. No podemos trabajar en otra forma.

Ahora, para una paz temporal en lo que llega la paz duradera, también se puede trabajar, para tener un poco de tranquilidad en lo que llega ese reino del Mesías. No vamos a rechazar la paz temporal, la queremos también; en lo que llega lo que es perfecto, hay que tomar lo que es en parte. Pero cuando llegue lo que es perfecto, lo que es en parte, será quitado, lo temporal será quitado y será establecido lo que es permanente.

Es como nuestro cuerpo: en lo que llega el cuerpo eterno y joven y glorificado cuidamos el que tenemos, que es temporal, pero queremos que nos dure hasta que nos llegue el nuevo cuerpo. Es estando en este cuerpo físico en que todo lo que hacemos en favor de la Obra de Dios cuenta para recibir recompensa, para recibir galardones, para hacer tesoros en el Cielo. Eso es en cuanto a la obra que como creyentes nosotros hacemos.

Ahora, “LA OBRA DEL MESÍAS PROFETIZADO.”

Hemos visto cómo fue la obra del Mesías profetizada la primera Venida del Mesías, o la primera parte de la Venida del Mesías, fue cumplida esa obra en una persona: Jesús de Nazaret. No hay otra persona en la historia de la raza humana que haya cumplido la obra que el Mesías haría, excepto una sola persona: Jesús de Nazaret. Fue Dios a través de Él el que hizo esa obra.

Ahora, hubo muchos que fueron tipo y figura del Mesías, y por lo tanto, se reflejó en ellos la obra que el Mesías haría en Su Venida. Cuando podemos examinar la obra del Mesías profetizada correspondiente a Su Primera Venida, nos da una idea de lo que será la obra del Mesías en Su Segunda Venida.

Dios cumplirá por medio de Su Ungido lo que Él ha prometido para este tiempo final, y eso será la Obra del Mesías prometida para este tiempo final, como lo que Dios hizo a través de Jesús fue la Obra del Mesías para aquel tiempo, para la Primera Venida de Cristo.

Recuerden que Cristo significa: “El Ungido, el Mesías.” Es lo mismo.

Y ahora, estemos atentos a lo que Dios ha prometido hacer en este tiempo final, porque lo va a hacer, y todos vamos a ver esa obra, y eso será la obra del Ungido profetizada esa obra para este tiempo final.

En este tiempo todavía están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios. Todavía la Dispensación de la Gracia no ha terminado, todavía Cristo está en el Cielo como Sumo Sacerdote, haciendo Intercesión por toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Esas personas son las ovejas del padre dadas a Cristo para que las busque, las llame y les dé Vida eterna.

Yo fui hallado por Cristo. Recuerde que el ser humano no busca a Dios, es Dios el que busca a la persona. No es la persona la que busca a Cristo, al Buen Pastor, sino el Buen Pastor el que busca a Sus ovejas, y las salva. Por eso Cristo dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10:

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Él es el que busca las ovejas del Padre, Él es el que busca a esas personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida, Él vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Y Él me encontró. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Y yo fui recibido por Él, y Él me llevó a Su Redil, escuché Su Voz, creí y lo recibí como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que en esta ocasión, al escuchar la Palabra de Dios, de Cristo, del Buen Pastor, nació la fe de Cristo en su alma, por cuanto la fe viene por el oír, por el oír la Palabra de Dios. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10], ahora tiene la oportunidad de confesar públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Vamos a dar unos minutos para que ustedes puedan venir a los Pies de Cristo los que no lo han hecho todavía, y puedan dar testimonio de su fe en Cristo, de la fe de Cristo que ha nacido en vuestro corazón. Los que están también en otras naciones a través del satélite, escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, pueden también venir a los Pies de Cristo. Los que están también a través de internet, pueden venir a los Pies de Cristo, los que están en diferentes auditorios o iglesias, que no han recibido a Cristo, pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos para recibirlo como único y suficiente Salvador, porque Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están en este auditorio y también los que están en otros auditorios escuchando en estos momentos, y también los que están en diferentes lugares escuchando a través del satélite Amazonas, y los que están por internet también pueden venir a los Pies de Cristo si no lo han hecho todavía. Todos los que están allá reunidos en Cayey, que no han recibido a Cristo todavía, pueden recibir a Cristo en estos momentos, y así dar testimonio de Cristo como único y suficiente Salvador.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos. Si falta todavía alguna persona por venir, puede venir. Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y en todo el Estado de Goiás, y en toda la República del Brasil, y en toda la América Latina y el Caribe, y en todo el continente Americano; en Norteamérica también, en toda la América Latina y el Caribe, en Canadá, en Alaska, en Japón, en China, en el África, y demás naciones. Él tiene muchos hijos y los está llamando en este tiempo final.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando y es el último llamado: es el llamado del Día Postrero, es el llamado de la gran Trompeta, de la gran Voz de Trompeta, de la Trompeta de Dios, de la Voz de Dios llamando y juntando a todos Sus escogidos. Él te está llamando para darte Vida eterna.

La decisión más grande que una persona hace en su vida, de tantas decisiones que hace, la más grande es una sola: recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Esa es la única decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna, dentro del Reino de Dios.

Cualquier otra decisión puede ser buena, pero no coloca la persona en la Vida eterna, solamente la decisión de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, esa es la decisión que le asegura a la persona su futuro eterno. Usted no puede ir a una compañía de seguro para decir: “Yo quiero sacar un seguro que me asegure que viviré eternamente.” No hay esa clase de seguro entre los seres humanos.

Pero Cristo en Su Reino tiene ese seguro, y Él ya pagó el precio de ese seguro. Él pagó el precio de la salvación, Él es el único que me ha asegurado a mí la Vida eterna, Él es el único que me aseguró a mí que viviré eternamente en el Reino de Dios. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también le ha asegurado que vivirá eternamente en Su Reino.

Por lo tanto, lo más importante es asegurar nuestro futuro eterno, porque lo más importante es la Vida eterna. “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” [San Mateo 169:26]

Por lo tanto, lo más importante es la salvación del alma, porque eso es lo que es el ser humano: alma viviente. El cuerpo es una casa terrenal, el espíritu de la persona es una casa espiritual, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión. Pero el alma es lo que en realidad es la persona. Somos alma viviente. Por eso es que Cristo habla de la salvación del alma. Y también cuando habla de la perdición, habla: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” Si pierde su alma, perdió la esencia de lo que es, porque eso es lo que es la persona: alma viviente.

Somos almas vivientes, que vivimos en estos cuerpos mortales y que deseamos vivir en cuerpos inmortales por toda la eternidad. Si vivir en estos cuerpos físicos es tan bueno, ¿cómo será en un cuerpo eterno? Pero ese cuerpo eterno será para aquellos que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador. Por eso es tan importante recibir a Cristo como único y suficiente Salvador: para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna con Cristo, y así tener asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si en las demás naciones falta alguno por venir, puede venir. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Vamos ya a orar, vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, y repitan conmigo esta oración que estaré haciendo, ustedes que han venido a los Pies de Cristo, los que están aquí presentes y los que están a través del satélite o de internet. Repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, en mi alma; creo en Ti de todo corazón, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados; creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador; y reconozco que Tú eres el único y suficiente Salvador, por lo cual doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

En Tus Manos me entrego en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame, Señor, perdona mis pecados y con Tu Sangre limpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, y sea producido en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. En Tus Manos encomiendo mi alma. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso: Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Y ahora, ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en mi alma, y lo recibí como mi único y suficiente Salvador. Él dijo

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]

Yo escuché el Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí y lo recibí como Salvador, Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Me preguntarán ustedes: “¿Cuándo me pueden bautizar? Quiero ser bautizado lo más pronto posible para cumplir el mandato de Cristo completo.”

En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo, muere al mundo; y cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultada; y cuando es levantado de las aguas bautismales está siendo resucitado a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Estábamos con Él y regresamos a Él cuando lo recibimos como único y suficiente Salvador. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Y ahora, pregunto al reverendo Salomón Cunha si hay agua: hay agua, hay bautisterio, hay ropas bautismales. ¿Hay vestidores de ropa, lugar dónde colocarse las ropas bautismales? También hay. ¿Hay personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa? También hay. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán. Por lo tanto, ustedes tienen todo lo que necesitan para ser bautizados en agua en estos momentos en el Nombre del Señor Jesucristo.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos los que están aquí presentes, y a los que están a través del satélite o de internet, que Dios les bendiga también. Y los que recibieron a Cristo, pueden ser bautizados también en estos momentos en las demás naciones, pues hay bautisterios y ministros que les bautizarán, y ropas bautismales también.

Por lo tanto, ustedes también en otras naciones pueden ser bautizados en estos momentos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos. Con ustedes nuevamente el reverendo Salomón Cunha para indicarles hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales, y ser bautizados en estos momentos en el Nombre del Señor Jesucristo.

Dios les bendiga y les guarde a todos, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad. Amén.

LA OBRA DEL MESÍAS PROFETIZADA.”