obsidian/es/conferencias/2006/05/spa-2006-05-07-2-la_recompe...

48 KiB

title date activity place city state country duration public youtube translations files
La recompensa al Vencedor 2006-05-07 2 Villahermosa Tabasco MX 00:00:00 false

Excelentísimo licenciado, Manuel Andrade Díaz, gobernador del Estado de Tabasco, de los Estados Unidos Mexicanos; y su esposa, Elvira Pola de Andrade; y su hijo, Manuelito. Autoridades políticas, eclesiásticas, civiles, hermanos y hermanas en Cristo. Muy buenas tardes; es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión; y también con ustedes que están a través del satélite Amazonas en el canal WSS: “El Mensajero de la Paz,” y también con los que están a través de internet en las diferentes naciones. Que las bendiciones del Dios Altísimo sean sobre todos ustedes.

Para esta ocasión leemos un pasaje muy, pero que muy, importante del libro del Apocalipsis, el cual muestra lo que será el futuro de los que vivirán en este planeta Tierra. Dice el Apocalipsis, capítulo 21, verso 1 al 8:

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.

Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Ahí tenemos lo que será el futuro de la humanidad: unos para Vida eterna en la Nueva Jerusalén, y otros en el lago de fuego para dejar de existir.

LA RECOMPENSA AL VENCEDOR.” Ese es nuestro tema.

El creador de los Cielos y de la Tierra, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, colocó al ser humano en este planeta Tierra con un propósito: para que le sirviera y para tener compañerismo con él. El ser humano luego que pecó, perdió el derecho a la Vida eterna, y por esa causa el ser humano en su cuerpo físico no puede vivir eternamente, solamente vive un lapso de tiempo, el cual es muy corto, comparado con los años que vivieron Adán y con los años que vivió Matusalén (969 años); y aun es insignificante el tiempo de vida aquí en la Tierra, si lo comparamos con la eternidad.

Pero hay un propósito de nuestra existencia aquí en la Tierra: es para que nosotros hagamos contacto con la Vida eterna y seamos restaurados a la Vida eterna para poder vivir en el Reino de Dios por toda la eternidad, para que así sellemos, confirmemos, nuestro lugar en la Vida eterna, para heredar todas las cosas que corresponden a la Vida eterna.

Y para ese propósito fue que también el Señor Jesucristo, el cual para el Cristianismo es el Mesías que fue prometido en el Antiguo Testamento, para venir a la Tierra en medio del pueblo hebreo como un descendiente del rey David, y nacer en Belén de Judea, y luego para morir por el ser humano como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, lo cual ya estaba tipificado en el Antiguo Testamento, en el Sacrificio que se efectuaba en el templo allá en Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, donde dice:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

Esta era la forma en el Antiguo Testamento para los hebreos ser reconciliados con Dios, obtener el perdón de sus pecados y ser cubiertos con la sangre de aquel sacrificio, de aquel macho cabrío de expiación, lo cual era el tipo y figura de un Sacrificio perfecto que efectuaría el Mesías Príncipe en Su Venida a este planeta Tierra en medio del pueblo hebreo.

Lo que el pueblo hebreo tuvo en el Antiguo Testamento con estos sacrificios solamente fue el tipo y figura de lo que vendría más adelante. Y sin el tipo y figura, toda persona que no se afligía en su alma, que no se arrepentía por haber pecado contra Dios y pedía perdón a Dios y clamaba a Dios por misericordia, no quedaba perdonado, y por consiguiente Dios lo quitaba del pueblo, perdía el derecho a continuar viviendo.

Pero los que arrepentidos de sus pecados pedían perdón a Dios, ese día quedaban perdonados y reconciliados con Dios para vivir un año más, ¿por qué un año más? Pues cada año tenían que efectuar el Sacrificio de Expiación por los pecados del pueblo, sacrificio que efectuaba el sumo sacerdote con un macho cabrío; es porque los animales no tienen alma, y por eso el sacrificio y la sangre de un animal no es perfecta; y por consiguiente no puede quitar el pecado del ser humano y el espíritu del animal no puede venir a la persona.

Pero era el tipo y figura de un Sacrificio perfecto que sería efectuado por el Mesías Príncipe, el cual vendría al pueblo hebreo. Y cuando apareció Jesús en la Tierra, y tuvo Su ministerio de tres años y medio, y luego murió en la Cruz del Calvario, allí se estaba efectuando el Sacrificio perfecto de Expiación por los pecados del ser humano, para que toda persona obtenga el perdón de sus pecados y sea limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, el cual con Su muerte en la Cruz del Calvario vino a ser el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.

De esto fue que habló San Pablo en Romanos, capítulo 5, versos 6 al 10, cuando dijo:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

La muestra del amor de Dios hacia el ser humano es que Cristo murió por nosotros. También esto es lo que dice San Juan, capítulo 3, verso 16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El ser humano puede obtener la Vida eterna a través de nuestro amado Señor Jesucristo y así tener asegurado su futuro eterno para vivir en la Nueva Jerusalén con Cristo, y disfrutar de todas las bendiciones del Cielo, de Dios, en la Nueva Jerusalén, la cual será establecida en este planeta Tierra, en el territorio de Israel.

Sigue diciendo en Romanos, capítulo 5, verso 9 (continuamos en el verso 9):

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

La reconciliación con Dios es exclusivamente a través de Jesucristo. Y a través de Jesucristo es que somos colocados dentro del Nuevo Pacto y somos cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; es, por consiguiente, Jesucristo la persona que todo ser humano necesita para ser restaurado a la Vida eterna y tener la esperanza de vivir eternamente con Jesucristo en la Nueva Jerusalén.

También el camino de la paz que tanto anhela el pueblo hebreo, y que anhela toda nación y todo ser humano, el camino de la paz es Jesucristo. Por eso Él dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” [San Juan 14:6]

Ninguna persona puede llegar a Dios, sino por medio de Jesucristo, que es el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, y es también el Sumo Sacerdote del Templo Celestial.

Ya Israel no tiene templo, fue destruido en el año 70 de la Era Común o Era Cristiana. Y en Jerusalén, donde estaba el templo, está la Mezquita de Omar.

Pero no es necesario un templo en la actualidad para la persona ser limpia de todo pecado con la Sangre de la Expiación, que es la Sangre de Jesucristo bajo el Nuevo Pacto. Bajo el Nuevo Pacto encontramos que todas las cosas que el pueblo hebreo tenía, ahora el Cristianismo las tiene como una realidad.

Tenemos un Sacrificio por el pecado, un Sacrificio de Expiación que no es un animalito sino el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario.

Para muchas personas la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue una tragedia, pero para el Cristiano fue la bendición más grande que Dios nos ha dado. Nos dio el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para que todos podamos ser reconciliados con Dios, y tener la salvación y Vida eterna; y por consiguiente entrar al Pacto de Dios, al Nuevo Pacto, y por consiguiente entrar al Reino de Dios, y tener la paz de Dios acá en nuestra alma, la paz que solamente puede ser hallada por el ser humano dentro del Nuevo Pacto; pues la promesa es que Dios haría un pacto de paz.

En ese pacto de paz es que han entrado todos los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador. Se tenía que efectuar un Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano; y por eso es que la Escritura dice en Daniel, capítulo 9, que el Mesías Príncipe moriría; y también en Isaías, capítulo 53, verso 10, dice que pondría Su vida en Expiación por el pecado; y si pone Su vida en Expiación por el pecado, tiene que morir como el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano. Él murió por Su pueblo Israel, y por todo ser humano, por todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna.

Esas personas tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y Cristo como Sumo Sacerdote en el Cielo según el Orden de Melquisedec, ha estado haciendo intercesión en y sobre el propiciatorio, el trono de Dios, con Su Propia Sangre, hasta que haya entrado hasta el último hijo o hija de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, hasta que haya entrado al Reino de Dios, hasta que haya sido redimido con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, lo cual ocurre cuando la persona recibe a Cristo como único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, es muy importante conocer estas cosas, para así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para así estar conscientes que hemos de vivir eternamente en la Nueva Jerusalén.

A través de la Escritura encontramos grandes promesas de grandes recompensas que Dios dará a todos los que le temen. Y dice Jesucristo que cuando el Hijo del Hombre venga con Sus Ángeles, entonces pagará a cada uno según sus obras. Por lo tanto, Él va a recompensar.

Y ahora, queremos estas recompensas que están mencionadas en el libro del Apocalipsis, las cuales son hermosas recompensas.

Vean aquí en Apocalipsis, capítulo 2, verso 6 al 7, dice:

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”

El ser humano que come del Árbol de la Vida vivirá eternamente. El Árbol de la Vida es Jesucristo. El que recibe a Cristo como Salvador está comiendo del Árbol de la Vida.

También dice Apocalipsis, capítulo 2, versos 8 al 11:

Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:...”

¿Y quién fue el que estuvo muerto y vivió, resucitó? Jesucristo. Es Jesucristo el que está hablando por medio de Su Espíritu Santo. O sea, Jesucristo en medio de Su Iglesia hablándole al Ángel de la Iglesia.

...Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (o sea, que Jesucristo conoce nuestra condición humana) (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.

No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.”

El que obtiene la victoria, victoria que se obtiene al recibir a Cristo como Salvador, y obtener la salvación y Vida eterna, al obtener la Vida eterna no sufrirá daño de la segunda muerte, porque no será echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte, donde la persona muere en alma y espíritu; pues la muerte primera es la muerte física. Cuando el ser humano muere físicamente, murió solamente su cuerpo de carne; pero su espíritu y su alma no murió, sigue viviendo en otra dimensión.

Pero luego del juicio final vendrá para algunas personas la segunda muerte, o sea, la muerte del espíritu y del alma, y dejarán de existir para siempre. Pero para otros, los cuales han obtenido la victoria al recibir a Cristo como Salvador, la felicidad, la prosperidad, la paz, y todas las riquezas del Cielo: la herencia de Dios, les espera en la Nueva Jerusalén.

Ése será el futuro de todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo; y para llegar allá a la Nueva Jerusalén, los preparativos se hacen aquí, mientras vivimos en este planeta Tierra. Después que termina nuestra vida terrenal, usted no puede decir: “Ahora yo quiero recibir a Cristo como mi único y suficiente Salvador.” Ya se le hizo tarde si no lo recibió mientras estuvo en esta Tierra. Pero si lo recibió, aunque muera su cuerpo físico, no tiene ningún problema, va a vivir al Paraíso en alma y espíritu.

El espíritu es un cuerpo de otra dimensión. Todos los creyentes en Cristo que han muerto en edades pasadas están en el paraíso, que es otra dimensión, la dimensión de los Ángeles, donde están muy felices esperando que Cristo complete Su Iglesia, que Cristo redima hasta el último escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y cuando termine de redimir hasta el último escogido de Dios, Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Templo Celestial se levantará de ese lugar de intercesión y tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante; lo abrirá en el Cielo conforme a Apocalipsis, capítulo 6, versos 1 al 16; y Apocalipsis, capítulo 8, verso 1; y luego lo traerá a la Tierra conforme a Apocalipsis, capítulo 10, versos 1 al 11, y lo entregará a un hombre para que se lo coma, para que así la raza humana tenga la oportunidad de regresar físicamente a la herencia de todos los hijos de Dios, que es la herencia de Dios que corresponde a los hijos de Dios.

Y serán resucitados los muertos creyentes en Cristo en cuerpos glorificados, inmortales, jóvenes, cuerpos eternos como el cuerpo eterno y glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo. Esa es una bendición grande que Dios tiene para todos los creyentes en Cristo, son recompensas que Él tiene para todos los de la fe de Jesucristo. Sigue diciendo en Apocalipsis, capítulo 2, verso 12 al 17:

Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto (la espada es la Palabra de Dios):

Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.

Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.

Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.

Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

¿Ven? Estas son las palabras del Espíritu Santo, o sea, las palabras de Jesucristo a través de Su Espíritu Santo en medio de Su Iglesia.

Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”

Hay un Nombre Nuevo para el Vencedor. En Apocalipsis, capítulo 2, versos 24 al 28, también sigue hablándonos de las recompensas, así como nos habló de esta recompensa del Maná escondido. El Maná es la Palabra de Dios revelada al pueblo de Dios en el tiempo en que las personas están viviendo.

Y ahora, veamos esta recompensa, dice:

Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;

y le daré la estrella de la mañana.”

La estrella de la mañana que nosotros conocemos cuando miramos al Cielo es Venus. Pero esta estrella de la mañana de la cual aquí habla Jesucristo, vean cuál es. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:

...Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Jesucristo es la Estrella resplandeciente de la mañana. Por lo tanto, va a tener a Jesucristo.

Y ahora, continuando aquí, dice que le dará autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro. Para cada creyente en Cristo redimido con la Sangre de Cristo, limpiado de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, la Escritura dice que Él “nos ha hecho para nuestro Dios, Reyes y Sacerdotes, y reinaremos con Él, reinaremos sobre la Tierra.” [Apocalipsis 5:10]

Por lo tanto, cada creyente en Cristo, y sobre todo los grandes líderes, tendrán autoridad sobre las naciones como Reyes, y por consiguiente estarán a cargo de las naciones que van a existir en el Milenio y luego en la eternidad.

Por lo tanto, tendrán autoridad como Reyes sobre las naciones, serán los Reyes de las naciones. De éstos habla el libro del Apocalipsis en el capítulo 21, versos 22 al 27, mostrándonos cómo será en la Nueva Jerusalén, dice:

Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.

La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella...”

“Las naciones que hubieren sido salvas.” En la parábola que dio Jesucristo en San Mateo 25, versos 31 al 46, dice que el Hijo del Hombre cuando venga en Su Reino se sentará en Su Trono y juzgará a las naciones; colocará a Su derecha las ovejas y a la izquierda los cabritos.

Por lo tanto, las naciones en ese juicio estarán unas como cabritos y otras como ovejas, delante del Rey de toda la Tierra, que es el Mesías Príncipe, el cual se sentará sobre el Trono de David. Y cuando se siente sobre el Trono de David, Él va a decidir qué y cuáles de las naciones entrarán a Su Reino y cuáles no entrarán a Su Reino.

Y oramos por las naciones latinoamericanas, para que todas puedan entrar al Reino de Jesucristo, al Reino del Mesías Príncipe, Reino que será establecido en este planeta Tierra, el cual será el Reino de Dios, el Reino de Dios del cual Cristo dijo que orando pidiéramos al Padre diciendo: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra.” [San Mateo 6:10]

Ese Reino de Dios, del cual Cristo dice que pidamos Su Venida, es el Reino de David, que será restaurado. Y el Trono de David, que es el Trono terrenal de Dios, donde se sentó el rey David y donde se sentó el rey Salomón, y los descendientes del rey David que ocuparon el trono como reyes, y gobernaron sobre las dos tribus, luego de Salomón.

También encontramos que este Reino de David que será restaurado, no solamente gobernará sobre el pueblo hebreo sino sobre todas las naciones. Y en ese Reino es que está la paz para Israel y para todas las naciones, la paz imperecedera.

Pero mientras llega ese momento en que el Mesías Príncipe se siente en el Trono de David y comience Su Reino en la Tierra, la paz que por medio de tratados, las naciones unas con las otras realizan, es muy buena; en lo que llega lo que es perfecto, lo que es permanente, lo que es en parte hace falta para que podamos vivir tranquilos en esta Tierra, criar nuestros niños, y ser felices viviendo esta vida terrenal que es corta, y queremos vivirla en paz, en tranquilidad y en amor, junto a nuestra familia.

Ahora, tenemos la promesa de una paz permanente; y el camino para esa paz permanente es nuestro amado Señor Jesucristo. Y esa paz permanente la comienza a recibir el ser humano cuando recibe a Cristo como único y suficiente Salvador, la recibe acá en su alma. Por eso Él dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, Yo os la doy.” Eso está en San Juan, capítulo 14, verso 27. Vamos a leerlo tal y como está en esta versión. Dice:

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”

Y ahora, tenemos la promesa de una paz permanente, la cual vendrá a través del Mesías Príncipe en el establecimiento de Su Reino en este planeta Tierra. Y todos los que quieren contribuir para la Venida de esa paz para Israel y para la raza humana por consiguiente, trabajan brazo a brazo en favor del Programa de Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, continuamos con la lectura que tenemos aquí. Vean, dice que esta autoridad que Él dará para regir con vara de hierro a todas las naciones, será como la que el Padre le dio a Él, dice:

...como yo también la he recibido de mi Padre.”

En la misma forma en que Dios le dio autoridad a Cristo, también Cristo dará esa autoridad para gobernar en este planeta Tierra.

Vean, en el capítulo 27 de San Mateo y 28. Vamos a ver el 28. Capítulo 28, verso 18 en adelante, dice:

Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.”

Ninguna otra persona tiene poder, todo el poder le ha sido dado a Jesucristo nuestro Salvador, porque Él se sentó en el Trono de Dios; y el que está sentado en el Trono es el que tiene el poder. ¿Y qué de Dios? Dios está en Jesucristo.

Y ahora, continuando:

...y le daré la estrella de la mañana.”

Leímos también en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, donde Jesucristo por medio de Su Espíritu Santo dice:

Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Es Jesucristo: Él es la Estrella resplandeciente de la mañana. Por lo tanto, la persona tendrá a Cristo, la Estrella resplandeciente de la mañana. Yo puedo decir: “Yo tengo la estrella resplandeciente de la mañana.” Y usted me dirá: “¿Dónde tiene la estrella resplandeciente de la mañana?” Aquí en mi alma, tengo a Cristo en mi alma, y Él es la Estrella resplandeciente de la mañana, que resplandece y me alumbra el camino de la Vida eterna.

En Apocalipsis, capítulo 3, verso 4 al 5, dice, leyendo la recompensa, dice:

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”

Hay personas que no saben que el nombre suyo está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, por eso es que estamos aquí reunidos, porque el nombre mío y el nombre de cada uno de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida. Por eso es que usted ha sentido deseo de escuchar la Palabra de Dios, de escuchar acerca de Jesucristo y ha sentido deseo de vivir eternamente. Es que el nombre suyo está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida.

Por eso fue que Jesús en una ocasión en que Sus discípulos vinieron contentos a Él diciendo que los espíritus se sujetaban a ellos en el Nombre de Jesucristo. Él les dijo: “No os gocéis de eso, gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.” [San Lucas 10:20]. Nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida allá en la Nueva Jerusalén, en la Jerusalén Celestial. Sigue diciendo aquí, dice:

...será vestido de vestiduras blancas (es una promesa para cada creyente en Cristo); y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”

En San Mateo, capítulo 10, Cristo nos dice, verso 32 al 33:

A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Todo aquel que confiesa a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador, recibiéndolo como su Salvador, Jesucristo lo confiesa delante del Padre Celestial, y por consiguiente confiesa el nombre de esa persona, para que el Padre le dé entrada a Su Reino eterno.

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

El que niega a Cristo, el que no cree en Cristo, el que rechaza a Cristo como Salvador, Cristo lo niega delante del Padre Celestial, y Dios lo rechaza para entrar al Cielo, no puede entrar al Reino de Dios. La Escritura es clara en cuanto a estas cosas, para que no fallemos y para que por consiguiente nos aseguremos bien de que el Padre Celestial nos recibe en Su Reino, y que viviremos eternamente en Su Reino.

El mismo Cristo hablando acerca de la entrada al Reino de Dios, le dice a Nicodemo, a ese gran hombre de los fariseos, le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”[San Juan 3:5]. Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, en donde la persona escucha y cree en Cristo y lo recibe como Salvador. Y nacer del Espíritu es recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y así la persona nace a una nueva vida, a la Vida eterna con Jesucristo en Su Reino eterno.

Y por cuanto el único Reino que existirá por toda la eternidad es el Reino de Jesucristo, el cual es el Reino de Dios, la persona que ha entrado al Reino de Dios existirá por toda la eternidad. Los reinos terrenales son temporales o temporeros, y por consiguiente también la vida nuestra terrenal en estos cuerpos mortales es temporal, por un tiempo, pero tiene un propósito divino: que confirmemos nuestro lugar en el Reino de Dios a través de Jesucristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador.

Continuemos con estas recompensas que faltan aquí del libro del Apocalipsis, donde dice, la sexta recompensa: Apocalipsis, capítulo 3, verso 10, dice:

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Jesucristo aquí nos habla de un Nombre Nuevo, pero no vamos a explicar lo del Nombre Nuevo en estos momentos. Aquí nos habla de estar en el Templo de Dios para siempre, allá en la Nueva Jerusalén, que es el Templo eterno de Dios en el Cielo, el cual va a estar colocado en este planeta Tierra en la eternidad.

La séptima recompensa en Apocalipsis, capítulo 3, verso 19 al 21, dice:

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Por lo tanto, estará como Rey con Jesucristo en el glorioso Reino Milenial de Jesucristo, y luego por toda la eternidad, en la misma forma en que el Padre le dio a Jesús que se sentara con Él en Su Trono eterno.

Y en Apocalipsis, capítulo 21, tenemos el resumen de todas las bendiciones. Dice capítulo 21 del Apocalipsis, verso 5 en adelante, dice:

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”

¿Qué es la Fuente del Agua de la Vida? Jesucristo en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39 de San Juan, dijo:

...Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”

Y esto dijo del Espíritu Santo que habían de recibir todos los que creyesen en Él, pues aún no había venido el Espíritu Santo en aquellos días, pues aún el Espíritu Santo no había venido; pero vendría el Espíritu Santo para todos los creyentes en Cristo, y eso fue lo que sucedió el Día de Pentecostés: vino el Espíritu Santo para todos los creyentes en Cristo que en el Aposento Alto esperaban la Venida del Espíritu Santo; y esa promesa es para cada uno de los creyentes en Cristo que a través de los diferentes tiempos del Cristianismo reciben a Cristo como único y suficiente Salvador.

El Agua que Él le daría al creyente, a la persona que tendría sed, es Su Espíritu Santo. También eso fue de lo que le habló a la mujer samaritana en el capítulo 4, verso 14 de San Juan, cuando le dice:

...mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”

Los conquistadores españoles estaban buscando la fuente de la juventud, y por esa causa buceaban en los ríos, en los manantiales y en todos esos lugares, agua, y tomaban agua para ver si se ponían jóvenes, si conseguían así la fuente de la juventud. No la consiguieron, ¿por qué? Porque la Fuente de la Juventud es Jesucristo. Y el Agua de la Vida eterna es el Espíritu Santo que Jesucristo le da a todo aquel que viene a Él, recibiéndolo como único y suficiente Salvador. De eso fue que también habló en el Apocalipsis, en el capítulo 22, verso 17, cuando dice:

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

Tome del agua de la vida gratuitamente, recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, arrepentido de los pecados, y pidiéndole perdón a Cristo por los pecados, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego; y así le da el agua de la Vida eterna, que es el Espíritu Santo; y queda la persona sellada con el sello del Espíritu Santo para el Día de la Redención, para el día en que Cristo realizará la Redención física, que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los que estemos vivos hasta ese momento.

Por lo tanto, el Agua de la Vida eterna es el Espíritu Santo, y la Fuente es Jesucristo, para lo cual toda persona que quiera tomar del agua de la Vida eterna para vivir eternamente, viene a la Fuente, que es Jesucristo nuestro Salvador. “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.” Dice Cristo. Usted no puede ir a otra persona, usted no puede recibir como Salvador a otra persona, para que le dé la Vida eterna, solamente a Jesucristo es que tiene que venir, para que Cristo le dé la Vida eterna al darle Su Espíritu Santo, el Espíritu de Vida eterna.

Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y me dio el Agua de la Vida eterna, Su Espíritu Santo, y por consiguiente me dio la Vida eterna; y así yo aseguré con Cristo o Él me aseguró a mí, mi futuro eterno, me aseguró mi futuro eterno en Su Reino eterno, por consiguiente me aseguró la vida con Vida eterna, para vivir con Él por toda la eternidad. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.

Por lo cual saben que estas recompensas de las cuales yo les hablé en esta ocasión, pertenecen también, no solamente a mí sino ¿a quién más? A cada uno de ustedes también. Estas recompensas son mías y de ustedes también.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, le tengo que decir que no tiene futuro; puede tener estudios, puede tener su buena profesión, puede tener sus doctorados y su buen trabajo, pero no tiene futuro. Aun más: ni siquiera tiene asegurado el día de mañana, porque no sabe si va a estar vivo el día de mañana, no tiene nada asegurado.

Todo lo que tiene es pasajero, es temporal, y no se lo puede llevar cuando muera, no puede al morir y llegar al lugar que le corresponde a la persona sin Cristo, no puede decir: “Yo soy el doctor o el abogado o el ingeniero o el político.” Ahí no funciona ningún título terrenal. Todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Jesucristo nos confiese delante de Su Padre Celestial y así tengamos asegurado nuestro futuro eterno, para que así podamos dormir tranquilos sabiendo que si termina nuestra vida mientras dormimos, nuestra vida terrenal se acaba, vamos al Paraíso a vivir, porque tenemos nuestro futuro eterno asegurado con Cristo y por Cristo para vivir por toda la eternidad.

Cuando la persona tiene a Cristo, lo ha recibido como Salvador, se le acaba la angustia existencial, ya la persona sabe de dónde vino, porqué está aquí y hacia dónde va; sabe lo que fue su pasado, su presente y sabe lo que será su futuro también. Nuestro futuro será con Cristo en Su Reino eterno.

Tenemos una fiesta muy importante a la cual hemos sido invitados. Yo fui invitado y acepté esa invitación, es la fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero, que será en el Cielo en la Jerusalén Celestial, será la fiesta más importante y más grande que se haya celebrado en el Cielo. Estarán allí Ángeles, Querubines, Serafines; estarán los patriarcas también: Abraham, Isaac, Jacob, estarán los Profetas, estarán también los doce patriarcas hijos de Jacob, y estarán allí todos los creyentes en Cristo de edades pasadas y de este tiempo también.

Todos estaremos en esa gran Cena de las Bodas del Cordero, en esa gran fiesta en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre Celestial, porque hemos recibido, hemos aceptado la invitación para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, invitación que se acepta recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.

Si alguno todavía no lo ha recibido como único y suficiente Salvador y nació la fe de Cristo en su alma, puede en estos momentos dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como único y suficiente Salvador. [Romanos 10:17] “La fe viene por el oír,” el oír la Palabra de Dios, la cual hemos escuchado en esta ocasión. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]

Por lo tanto, pueden venir para confesar públicamente a Cristo como único y suficiente Salvador, y así dar testimonio público de su fe en Cristo. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos los que todavía no lo habían hecho para que Cristo les reciba en Su Reino y les confiese delante del Padre Celestial, para que Cristo les asegure su futuro eterno en Su Reino eterno.

También los que están a través del satélite Amazonas en el canal WSS, el canal de la paz, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los que están también a través de internet en diferentes naciones, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo.

Los niños de diez años en adelante también puede venir a los Pies de Cristo, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también.

Todos necesitamos a Jesucristo para que Él nos dé la Vida eterna. La exclusividad de la Vida eterna la tiene una sola persona, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Dios nos ha dado Vida eterna y esta Vida está en Su Hijo, o sea, en Jesucristo. “El que tiene al Hijo (o sea, a Jesucristo), tiene la Vida (o sea, la Vida eterna); el que no tiene al Hijo no tiene la Vida,” [Primera de Juan 5:12] no tiene la Vida eterna, tiene una vida temporal que se le va a terminar y no sabe cuándo se le va a terminar. Por lo tanto, no tiene nada seguro, aunque tiene una vida temporal.

Toda persona que recibe a Cristo, recibe la Vida eterna, porque Cristo tiene la exclusividad de la Vida eterna.

Jesucristo dijo a un grupo de judíos que no creían en Él: “Si no creen que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis.” [San Juan 8:24]

Es muy importante recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para que Él con Su Sangre nos limpie de todo pecado, perdonando nuestros pecados y limpiándonos de todo pecado con Su Sangre y siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo luego Su Espíritu Santo, para así tener la Vida eterna, nacer a una nueva vida: la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador; y para, por consiguiente tener la esperanza de recibir estas recompensas de las cuales les hablé en esta ocasión, y tener la esperanza de entrar a la Nueva Jerusalén y vivir con Cristo en la Nueva Jerusalén como Reyes y Sacerdotes.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo que desean asegurar su futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador. Para eso es que todo ser humano ha venido a este planeta Tierra: para escuchar la predicación del Evangelio de Jesucristo y recibirlo como único y suficiente Salvador, para ser rociado con la Sangre de Jesucristo y ser limpiado de todo pecado.

Las demás cosas como los estudios, la profesión, el trabajo, y demás cosas de esta vida terrenal, son las añadiduras de la vida; pero lo importante es la salvación y Vida eterna; por consiguiente lo importante es recibir a Cristo para que nos dé la Vida eterna. Todavía vienen más personas de camino, pues Dios tiene mucho pueblo en este Estado de Tabasco y los está llamando para darles la salvación y Vida eterna, para asegurarles así su futuro eterno.

El único que le puede asegurar a usted su futuro eterno es uno solo y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Y por esa causa yo vine a los Pies de Cristo para que Él me asegurara mi futuro eterno. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Las personas que no han recibido a Cristo como Salvador, no tienen su futuro eterno asegurado. ¿Y quién se lo puede asegurar? No hay otro sino uno solo: EL SEÑOR JESUCRISTO.

Todavía vienen más personas: por eso estamos esperando unos momentos mientras llegan las personas que vienen de camino, porque Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Villahermosa y en todo el Estado de Tabasco, y en todos los Estados Unidos Mexicanos, y los está llamando. Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco como el Padre me conoce; y yo les doy Vida eterna.” (San Juan, capítulo 10, versos 26 al 30).

Aquí en San Juan, capítulo 3, verso 36, dice:

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

El que tiene a Jesucristo porque lo recibió como Salvador, tiene la vida, la Vida eterna, para así poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Todavía vienen más personas de camino que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en su alma, creyeron en Cristo como Salvador y vienen para dar testimonio público de su fe en Cristo, vienen para dar testimonio público de la fe de Cristo en sus almas, vienen para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.

Los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues ya Cristo les habló directamente a vuestras almas, y nació la fe de Cristo en vuestros corazones. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en otras naciones también, los que están a través del satélite y los que están a través de internet o de algún otro medio de comunicación.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo, y por esa causa estamos esperando unos minutos en lo que llegan. Algunas veces hay personas que son tímidas, escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, creen en Cristo, pero les da vergüenza pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo. Pero recuerden lo que Cristo dijo: “El que se avergonzare de mí delante de los hombres, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre.” [San Lucas 9:26].

Cristo no se avergonzó de nosotros, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario; y tampoco se avergüenza de confesar nuestro nombre delante del Padre Celestial cuando lo recibimos como Salvador. Por lo tanto, usted no puede avergonzarse de Cristo, y mucho menos para recibir la Vida eterna.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo, que quieren entrar al Reino eterno de Cristo que quieren vivir eternamente con Cristo y quieren que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y desean ser justificados, quedar como si nunca hubieran pecado.

Por lo tanto, daremos unos segundos en lo que llegan. Vamos a esperar unos minutos, unos segundos, todavía vienen más personas de camino. En las demás naciones que están a través de internet o del satélite, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo.

Mientras esperamos que lleguen las personas que faltan por venir, vamos a estar puestos en pie. Recuerde: usted sabe que Dios le ha hablado directamente a su corazón, a su alma, y lo está llamando en estos momentos. Dice Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7: “Si oyes hoy su Voz, no endurezcáis vuestro corazón.” Tenemos que abrirle nuestro corazón, y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador: ése es el propósito principal de nuestra existencia en este planeta Tierra.

Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo puede venir, ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Todavía veo que vienen más personas de camino. Vamos a esperar unos segundos y oraremos por todos ustedes. Es que Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, y en todo el Estado de Tabasco y en toda la República Mexicana, y los está llamando.

Si en alguno de los países que están a través de internet o del satélite falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir, ya estaremos orando. Dentro de unos segundos vamos a estar listos para orar. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración las personas que han venido a los Pies de Cristo para recibirlo como único y suficiente Salvador (los que están aquí presentes y los que están en otras naciones), repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi corazón, creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados; creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, por lo cual doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Salva mi alma, perdona mis pecados, con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. En Tus Manos encomiendo mi alma, en Tus Manos me encomiendo en alma, espíritu y cuerpo; me entrego a Ti, salva mi alma, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como único y suficiente Salvador al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo. Y por consiguiente al nacer la fe de Cristo en vuestra alma, creyeron y lo recibieron como Salvador. Él dijo [San Marcos 16:15-16]:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Es un asunto de creer para ser salvo y vivir eternamente y es un asunto de no creer para ser condenado y dejar de existir, ser echado en el lago de fuego luego del juicio final. Pero nadie quiere ir para el lago de fuego, todos queremos ir al Reino de Dios para vivir eternamente; y el Camino es Jesucristo, y la Puerta es Jesucristo.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales por el ministro, está siendo tipológicamente sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales está resucitando a una nueva vida; por consiguiente está naciendo, resucitando a una nueva vida en el Reino eterno de Jesucristo: es resucitando a la Vida eterna. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Por lo tanto, bien pueden identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección en estos momentos siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Ustedes me dirán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Pueden ser bautizados en estos momentos.

Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados en estos momentos, pues donde ustedes se encuentran hay bautisterios y ministros que les bautizarán y ropas bautismales para colocárselas y así no se mojen las ropas que ustedes tienen.

Y ahora pregunto al reverendo Andrés Cruz Gallego si hay agua: Hay agua, hay bautisterios, los bautisterios tienen agua. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropa? Hay vestidores de ropa también. ¿Hay personas que les ayudarán? Hay personas también que les ayudarán. ¿Hay ministros también que les bautizarán? Hay ministros que les bautizarán. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo viviendo por toda la eternidad.

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LAS RECOMPENSAS AL VENCEDOR,” las recompensas que Jesucristo dará a todos aquellos que le han recibido como único y suficiente Salvador.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes. Muchas gracias y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

Con ustedes nuevamente el reverendo Andrés Cruz Gallego para indicarles hacia dónde caminar y colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como se hacía en el tiempo de los Apóstoles, en donde ellos predicaban, las personas creían y eran bautizados en esos mismos momentos, en esos momentos eran bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Así es en nuestro tiempo también, entre nosotros en estos momentos.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

LA RECOMPENSA AL VENCEDOR.”