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| A él oíd | 2009-09-10 | 1 | Cárdenas | Tabasco | MX | 01:33:00 | true |
Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, y a todos los ministros también mis saludos. Y que Dios los bendiga a todos ustedes y les conceda las peticiones de vuestro corazón y les hable directamente a vuestra alma y nos edifique a todos en esta ocasión. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos un pasaje que es muy conocido por todos. Pero antes quiero expresarles mi aprecio y agradecimiento por el respaldo que le están dando al gran proyecto de La gran Carpa-Catedral y también por el respaldo que le están dando a AMISRAEL.
Para esta ocasión leemos en el Evangelio según San Mateo, capítulo 16, versos 25 en adelante hasta el 28 y también el capítulo 17 de San Mateo, versos 1 al 13, y es para que tengamos un cuadro claro de esa ocasión. Dice verso 24:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.
Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.
Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “A ÉL OÍD.”
Estas son las palabras que Dios dijo cuando Cristo estuvo en el Monte de la Transfiguración con Moisés y Elías, pues allí Pedro estaba opinando diciendo al Señor: “Bueno es para nosotros que estemos aquí,” le dice al Señor “Si quieres haremos aquí tres enramadas: una para ti (o sea, para Jesús), una para Moisés y otra para Elías,” o sea, tres casas, tres enramadas, pero lugares para vivir allá en el monte donde estaban viendo la gloria de Dios.
Pero Jesús estando con ellos y siendo vista la gloria de Dios allí, la Voz del Cielo, desde una nube de luz que los cubrió, dijo: “Éste es mi Hijo amado, a Él oíd.” O sea, que no era oír a Pedro, sino oír al Señor Jesucristo, Él es el que tiene la comisión de hablar de parte de Dios todo lo que Dios desea que sepamos.
Y ahora, esto concuerda con las palabras dadas allá en Deuteronomio, capítulo 18, donde nos dice el profeta Moisés de parte de Dios, capítulo 18, versos 15 en adelante:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.”
Esta profecía se ha estado cumpliendo temporeramente en los profetas del Antiguo Testamento, y luego se cumplió plenamente en el Señor Jesucristo. Luego en el Nuevo Testamento se ha estado cumpliendo en los apóstoles y también en los diferentes mensajeros que Dios ha enviado a Su Iglesia, como San Pablo para los gentiles, y así otros mensajeros importantes que han sido enviados a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Para el Día Postrero estaremos o estaríamos como en los días de Jesús, y por consiguiente Jesucristo estaría hablando ya no por los apóstoles ni por los mensajeros de las diferentes etapas de la Iglesia en etapas pasadas, sino que Él va a decir a quién vamos a escuchar. Pero siempre estaremos escuchando lo mismo que habló a Moisés.
Vamos a ver este misterio para que tengamos el cuadro claro en el libro del Éxodo, capítulo 23, versos 20 en adelante... pues todos queremos escuchar la Voz de Dios y tenemos que saber cómo viene la Voz de Dios para Su pueblo. Dice Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
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