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| La ley del amor | 2010-04-30 | 2 | San Luis Potosí | San Luis Potosi | MX | 00:00:00 | false | true |
Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, ministros compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Mis saludos también para los ministros allá en la Argentina, reverendo Guillermo Rodríguez y su esposa, y también para los ministros allá en diferentes lugares de la Argentina, y también los ministros allá en Chile, en El Salvador, en Guatemala, en Norteamérica; también allá en Mérida y también en Villahermosa y demás lugares de la República Mexicana; y también para el reverendo, misionero Miguel Bermúdez Marín, donde se encuentre en estos momentos.
Que Dios les bendiga a todos, y los use grandemente en Su Obra en este tiempo final.
Leemos una escritura de la Biblia, un pasaje de la Biblia que se encuentra en el capítulo 3 de Romanos, versos 8 en adelante, donde el apóstol Pablo nos dice:
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,
sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA LEY DEL AMOR”.
En esta ley del amor se cumplen todos los mandamientos divinos. Juntamente también tenemos la ley y en la ley dada por Dios, cuando le preguntan a Cristo cuál o cuáles son o cuál es el mandamiento principal…
Si alguien lo tiene por aquí vamos a tomarlo, las palabras de Jesús (si alguien las puede buscar), donde le preguntan a Cristo cuál es el mandamiento principal (cuando la tengan lista me la pasan).
Ahora, encontramos que la Escritura nos habla que cuando veamos que aquel día se acerca… Y ahora, ¿de qué día nos habla la Escritura? Nos está hablando del Día Postrero. Nos está hablando del tiempo en que la Escritura nos dice… ¿Cuál? Marcos 12:28. (Y me consiguen por ahí: “Cuando veáis que aquel día se acerca…”. Hebreos…).
Y ahora, la Escritura nos habla de estos mandamientos divinos de los cuales el apóstol está hablando; habló Dios también al profeta Moisés. Y en San Marcos 12:28 dice, de ahí en adelante:
“Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó:
¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es:
Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle”.
Y ahora vean cómo el amar a Dios y amar al prójimo, en estos dos mandamientos se cumple toda la Ley Divina, porque la Ley Divina está basada en el amor divino, en el amor ágape, y se proyecta el amor divino del ser humano hacia Dios y hacia su prójimo, así como Dios proyecta Su amor por medio de Cristo, a Cristo lo proyecta, y por medio de Cristo al ser humano.
Como Dios amó a Cristo, dice el mismo Cristo que Dios nos ha amado a nosotros; eso lo encontramos en San Juan, donde nos dice que como Dios lo amó a Él, nos ha amado a nosotros.
Y si Dios nos ama a nosotros como ama a Cristo, vean ustedes, tan grande que es el amor de Dios hacia nosotros. Y el mismo Cristo dice: “Yo no soy del mundo”, y también dice [verso 16]: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Eso está también en San Juan, capítulo 17.
Y ahora, Cristo no ruega por el mundo, Él ruega por todos los que Dios le ha dado del mundo, o sea, las ovejas del Padre que le fueron dadas a Cristo para que Cristo las busque y les dé vida eterna. Por eso Él dice ahí en el… y dice que no ruega que los quite del mundo, sino que los guarde del mal. Capítulo 17 también, verso 15 ahí de San Juan.
Y vean cómo Cristo habla acerca del amor de Dios hacia todos aquellos que el Padre le ha dado: Verso 23 del capítulo 17, dice:
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”.
Y luego dice:
“Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo”.
Y ahora, Dios nos ha amado también a nosotros desde antes de la fundación del mundo. Y ese amor divino es el que se llama también amor ágape; porque el amor filio es ese amor que las personas le llaman también amor hermanable, amor fraternal (fraterno), y por consiguiente ese es un amor que cambia, es cambiable.
El amor de Dios es permanente.
El amor filio o amor fraternal es de la mente, o sea, del espíritu de la persona, porque el espíritu tiene diferentes sentidos, y uno de los sentidos tiene que ver con ese sentir de unos con los otros.
Vamos a buscarlo por aquí, es uno de los canales del espíritu de la persona el amor filio, y vamos a ver cómo se le llama a ese canal: afecto. Ese afecto con las demás personas, ese sentir, ese cariño, ese aprecio, es uno de los sentidos del espíritu. Pero el amor divino, el amor ágape está en el corazón, en el alma de la persona, de ahí es que sale ese amor. Porque el amor divino ¿de dónde salió? De Dios. Dios es amor.
En la Iglesia del Señor Jesucristo…, encontramos que ha pasado por diferentes etapas, y esas diferentes etapas de la Iglesia también están representadas en estos diferentes frutos del espíritu; y la séptima edad de la Iglesia tiene una manifestación de amor hermanable. Pero ya esa edad terminó, y pasamos a la Edad de la Piedra Angular, la cual es identificada por el amor divino, amor ágape.
Y por eso ustedes encontrarán que en el Mensaje que predicó el reverendo William Branham, donde habla de las diferentes etapas de la Iglesia, ustedes encuentran que la edad o etapa de la edad o de la etapa final de la Iglesia, corresponde a la Piedra Angular, la etapa que corona la Iglesia, etapa como parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, y le corresponde el amor divino.
Y por eso corresponde a Jesucristo, a Jesús. Y eso es la manifestación de Dios para el Día Postrero por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, el cual ha manifestado en Su Iglesia las diferentes etapas; y para nuestra etapa Él manifestará el amor divino en toda Su plenitud.
Es una Edad de Amor Divino, que está más alta que la etapa del amor fraternal de la séptima edad de la Iglesia gentil.
La Edad del Amor Divino, la Edad de Oro de la Iglesia, la Edad de la Adopción de la Iglesia, donde los creyentes en Cristo serán adoptados físicamente como hijos e hijas de Dios. O sea, la adopción será —para los vivos en Cristo— la transformación en cuerpos eternos, donde tendrán la adopción, o sea, la redención del cuerpo hablada por Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 31, digamos.
Y vean ustedes porqué en otra etapa de la Iglesia no podía llevarse a cabo la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos…
Cualquier persona que no entiende estas cosas puede decir: “Se está predicando por unos dos mil años, alrededor de dos mil años, acerca de la resurrección de los muertos en Cristo, acerca de la Venida del Señor con los muertos en Cristo resucitados, y la transformación de los vivos, y el arrebatamiento o rapto de la Iglesia… y no ha ocurrido. ¿Y ahora ustedes lo están esperando?”.
Porque no era para ellos, por eso no se cumplió en el tiempo de ellos; era para nosotros.
No hay otra cosa después de la Edad de la Piedra Angular. La Edad de la Piedra Angular o etapa es una edad o etapa eterna. O sea, cuando uno llama “etapa”, pues está limitado a tiempo; pero es la edad, lo que llamamos la Edad de la Piedra Angular, es una edad eterna, se entra a eternidad sin las personas darse cuenta. Por eso estamos esperando un cuerpo eterno, un Reino eterno y así por el estilo.
Un Mensaje que cubrirá todo el Reino Milenial del Señor y toda la eternidad. Es el Mensaje del Evangelio del Reino, es el Mensaje del Evangelio Eterno de Apocalipsis, capítulo 14, verso 6 al 7, el cual fue tipificado en el Mensaje y mensajero de la quinta etapa de la Iglesia…; o sea, fue representado allá, porque todo lo que estará sucediendo en la Edad de la Piedra Angular, como fue dos mil años atrás en la Venida de Jesús: todo lo que sucedió en Jesús y en Su etapa y con el grupo de Su tiempo, estaba ya tipificado, representado, y Cristo estaba ya reflejado en los mensajeros anteriores a Él; fue tipificado no solamente en mensajeros de edades sino también en mensajeros dispensacionales.
Cuando se llega a una etapa de Edad de Piedra Angular, se ha llegado a una etapa de un cambio de dispensación; y por consiguiente esa es una etapa o Edad de Piedra Angular, un mensajero de Piedra Angular.
Pero después Dios corona todos esos mensajeros y todos esos mensajes dispensacionales con un Mensaje, un mensajero y una edad eterna: la Edad del Amor Divino, la Edad de la Piedra Angular, la edad en donde se entra para entrar a eternidad física.
Si muere la persona, no hay ningún problema: resucitará, regresará a nuestro tiempo, y estará con nosotros nuevamente; y los que permanezcan vivos, serán transformados. Tan sencillo como eso. Y eso lo van a entender los creyentes de esta Edad Eterna.
¿Y por qué no lo entendían así los creyentes de otras edades? Porque no era para ellos. Los entendidos entenderán, cada uno en la edad que le corresponde vivir el Mensaje que Dios les envía por medio del mensajero correspondiente a ese tiempo; tan sencillo como eso.
Y ahora nos encontramos en la etapa o Edad de la Piedra Angular, la Edad del Amor Divino; por lo tanto, ahí el amor divino estará manifestándose, y la Obra de Dios será una Obra de Amor Divino como también lo fue el día de Jesús.
Vean, la Primera Venida del Señor y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario fue una Obra, una manifestación divina, del Amor de Dios:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Si la Primera Venida del Señor y la Obra que fue llevada a cabo allá, fue una Obra de Amor Divino, también lo será la Segunda Venida del Señor y la labor que estará Dios llevando a cabo. Será una Obra de Amor Divino para con los creyentes en Él, pues Él no desea que pasen por la gran tribulación.
Por lo tanto, Él los guardará de esa hora de la tentación, los llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, al Cielo, a la dimensión de Dios, séptima dimensión, donde será la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo.
Y allí yo voy a estar con el Señor, ¿y con quién más? Con cada uno de ustedes también.
¿Quién dicen que era el más cerca que se sentaba a la mesa con el Señor? Juan el apóstol; y Juan representa a la Iglesia del Señor Jesucristo en las diferentes etapas. Y fue Juan el que fue señalado, juntamente con Jacobo su hermano y San Pedro que: “Hay algunos de los que están aquí (o sea, esos algunos eran Pedro, Jacobo y Juan) que no gustarán la muerte (o sea que no van a morir, que no van a pasar por la muerte) hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en Su Reino”.
Y Pedro, Jacobo y Juan murieron, y la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles viniendo en Su Reino, no la vieron aparentemente. Sí, la vieron en el Monte de la Transfiguración en visión.
Pero después le dice Cristo ya resucitado, a Pedro, cuando Pedro dice… está siguiendo a Jesús (Pedro) y Juan va detrás, y es como los hermanos mayores que los invitan para algo importante, y va el hermanito menor detrás: “¿Y este que? ¿Para dónde tú vas? La cosa es conmigo, para acá tú no puedes venir”. Pero Pedro le dice: “Señor, ¿y este qué?”. O sea: “De este ¿qué Tú dices?”. Porque le está diciendo también a Pedro: “Apacienta mis ovejas”. Pero también: “¿Y este qué va a hacer? ¿Y éste qué?”.
Y luego, siguiendo a Pedro y a Jesús… también, pues Pedro pensaba que él era el principal, pues a él le fueron dadas las llaves del Reino. Pero, ¿saben? Pedro es tipo y figura, juntamente con San Pablo, de los Dos Olivos; porque ellos fueron los que trajeron el Evangelio a los gentiles. Pedro en la casa de Cornelio y San Pablo a los gentiles en Asia Menor.
Y así como los judíos trajeron el Evangelio a los gentiles por medio del ministerio que el Espíritu Santo operó en Pedro y en San Pablo, los gentiles lo llevarán a los judíos; y los ministerios que obrarán, que el Espíritu Santo usará para llevar el Evangelio a los judíos, es el ministerio de los Dos Olivos, el ministerio de los Dos Candeleros de oro, el ministerio de Moisés y Elías.
Y para llevarlo de los gentiles a los judíos, pues, ¿dónde tiene que estar? ¿Dónde estaban los ministerios que trajeron el Evangelio de los judíos a los gentiles? ¿Dónde estaban? Entre los judíos, y eran judíos; estaban como guardadores de la Ley; y recibieron el Mensaje para los gentiles, el Evangelio de Cristo, que es para gentiles y judíos también.
Y para el Día Postrero, ¿a dónde tendrán que estar los ministerios de los Dos Olivos, de los Dos Candeleros de oro para llevar el Evangelio de los gentiles a los judíos? Pues tiene que estar en los gentiles, para tomar ese Mensaje, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, del Evangelio Eterno, y también compartirlo con los judíos.
Pero la Iglesia del Señor Jesucristo en la etapa de la Edad de la Piedra Angular va a tener primero el Mensaje del Evangelio del Reino juntamente con el Mensaje del Evangelio de la Gracia, porque tendrá el Mensaje del Evangelio de la Gracia: de la Lluvia temprana, y el Mensaje del Evangelio del Reino: de la Lluvia tardía.
Recuerden que la Palabra del Señor está también señalada como la Lluvia que cae: “Así es mi Palabra que sale de mi boca, y no volverá a mí vacía, sino que hará aquello para lo cual yo la envié (o sea, hará aquello que yo quiero)”.
Es que lo que Dios quiere hacer, lo habla; y esa Palabra que Él habla, hará aquello, se materializará, será creado aquello por medio de la Palabra creadora.
Y cuando eso ocurre, eso es una Obra de Dios, es la Obra de Dios para cada tiempo; no es palabra humana. Porque la palabra humana no puede crear, no puede hacer las cosas; es la Palabra Divina la que crea lo que ha sido hablado.
Por lo tanto, cuando ustedes ven las promesas que han sido habladas en la Escritura, y ven a Pedro y a Pablo haciendo cosas, y entonces ver que eso es lo que estaba escrito, y ellos también lo mencionan, ¿qué es eso? La Palabra de Dios creadora, creando las cosas que fueron dichas. Y están siendo habladas esas palabras por medio del apóstol Pedro y el apóstol Pablo y los demás mensajeros enviados de edad en edad.
Y así es como está siendo creada la Iglesia del Señor Jesucristo que estaba en la mente de Dios, y de ahí pasa a otra etapa; porque los pensamientos de Dios no son la Palabra hasta que son hablados, y entonces vienen a ser la Palabra creadora de Dios. Y es por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, que son hablados. Y Él, de edad en edad ha estado hablando por medio de diferentes mensajeros, de diferentes profetas.
Porque a los profetas es que viene la Palabra, el Verbo, el Ángel del Pacto; y de ellos, esa Palabra que es hablada pasa al pueblo. A esos mensajeros hablando por medio del Espíritu Santo o el Espíritu Santo hablando por medio de ellos, entonces pasa al pueblo esa Palabra.
Y cuando el pueblo la recibe, se hace carne en ellos esa Palabra, viene a ser parte de esas personas; entra al alma de las personas y ahí se hace carne: en el alma de las personas; porque con el libre albedrío que tienen para creer o dudar, la reciben y creen.
Y ahora, el Amor de Dios está en el corazón de los creyentes en Cristo.
Sin amor la fe no funciona; sin amor no se puede hacer la voluntad perfecta de Dios; sin amor la persona estaría haciendo algo intelectual, a su propia manera; pero con amor divino la persona obrará de acuerdo a la Palabra de Dios y en favor del Programa Divino; y obrará por amor; y será entonces, la labor, una obra de amor y de fe.
Y ahora, encontramos que cuando bajo el ministerio de cada mensajero se estuvo cumpliendo lo que Dios prometió para cada edad, se estaba llevando a cabo una Obra de Amor Divino por el Espíritu en el mensajero y en el pueblo de ese tiempo.
Y para nuestro tiempo será una Obra de Amor Divino, la Obra de Dios en medio de Su Iglesia. Y por amor a Dios y a Su pueblo, muchas cosas importantes serán llevadas a cabo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; y por consiguiente será una Obra de amor y fe.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo estará trabajando en amor divino y con amor divino, porque esa es la virtud máxima.
En el amor están todas las demás virtudes. Y cuando se requiere que se manifieste una de ellas, pues, ahí está; automáticamente es manifestada.
“LA LEY DEL AMOR”.
Por lo tanto, la Iglesia también estará haciendo toda su labor correspondiente al Día Postrero por amor a Dios, con amor divino, y por amor al pueblo de Dios. Y será una Obra de amor divino y fe.
Porque el amor impulsa la fe para actuar. Sin amor la fe no funciona. Pero cuando hay amor divino, entonces la fe actúa para trabajar en aquello que debe trabajar, que se debe llevar a cabo.
Por lo tanto, será una Obra de Fe basada en el amor divino o con amor divino; y será, por consiguiente, una Obra basada en la Palabra de Dios, haciéndose aquello que está prometido que Dios va a hacer.
Y por cuanto los instrumentos de Dios para las cosas que Dios ha prometido son los miembros de la Iglesia del Señor, la Iglesia del Señor con todos los creyentes, pues se verá en la Iglesia del Señor, Dios cumpliendo lo que Él prometió, usando los miembros de Su Iglesia.
Para las obras que Dios ha prometido para el Día Postrero, para la etapa o Edad de la Piedra Angular, vean, hay que estar en esa edad para ser instrumentos en esa labor correspondiente al Día Postrero.
Dios no va a cumplir las cosas que ha prometido para el tiempo final fuera de esa edad; por consiguiente, no va a ser con los de la quinta edad, sexta edad o séptima edad.
Miren, por ejemplo, las cosas que Dios prometió para efectuarse la Obra de Redención: vean, se cumplieron con el grupo y mensajero de la Edad de la Piedra Angular del tiempo de Jesús y Sus discípulos. No se cumplieron con Juan el Bautista y sus discípulos la Obra de Redención. La Obra de precursar la Primera Venida de Cristo sí se cumplió con Juan y sus discípulos; pero después de eso, pues, no era eso solo lo que Dios tenía para hacer; él solamente era una luz, una antorcha que alumbraba en lugar oscuro, dice por ahí por el capítulo 5, verso 35 de San Juan. Vamos a ver si… hablando de Juan el Bautista dice:
“Él era antorcha que ardía…”.
O sea, era una lámpara como las del candelabro; él era, estaba representado en la séptima luz o séptima mecha encendida con el Fuego de Dios para ese séptimo candelero, que representa la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley.
Siempre viene a ser una antorcha (una del candelero), una luz alumbrando de ese candelero, siempre viene a ser el mensajero de la edad correspondiente, porque son siete lámparas en el candelero. San Pablo fue el de la primera edad y el reverendo William Branham fue el de la séptima edad.
Y ahora: “Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz”.
“Por un tiempo”, pero después Cristo dijo en San Juan, capítulo 8, verso 12:
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue…”.
Ya no el que sigue a Juan, no el que sigue a esa lámpara o esa antorcha que alumbraba en lugar oscuro, Juan el Bautista; sino Cristo, es:
“… el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Y ahora, encontramos que las lámparas es para el tiempo de la noche, por eso las siete edades de la Iglesia están representadas en la luna pasando por siete edades; pero cuando el sol sale, ya no se necesita la luna, ni se necesitan lámparas.
Y ahora, San Pablo dice que cuando vemos… en Romanos, capítulo 13 (donde estábamos leyendo), versos 11 en adelante, dice:
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño…”.
Es lo mismo que Cristo dijo en la parábola de las diez vírgenes: “Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡He aquí el Esposo viene; salid a recibirle!”.
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”.
Y ahora, está hablando que está más cerca nuestra salvación, y está hablándole a los creyentes en Cristo que recibieron salvación y vida eterna. Pero se habla de la salvación, redención del cuerpo, que es la adopción; la redención del cuerpo, que es para los muertos en Cristo la resurrección en cuerpos eternos, y para los vivos en Cristo la transformación. O sea, se refiere a la glorificación de los creyentes en Cristo, donde tendrán cuerpos eternos y glorificados, como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador. Sigue diciendo:
“La noche está avanzada…”.
Y estaba en la primera edad de la Iglesia, la primera edad de la noche; porque el tiempo de las edades…
Recuerden que el día tiene 24 horas, digamos. Conforme al calendario hebreo, desde la caída del sol… pero vamos a ponerle desde las 6:00 de la tarde (en este tiempo acá pues oscurece más tarde, ¿verdad?, de 7:00 a 8:00); por lo tanto, conforme al calendario hebreo, el día termina de 6:00 a 7:00 de la noche (o un poquito más), a la caída del sol, donde ya el sol pues deja de verse, aunque esté alumbrando, pero ya esa luz pertenece al otro día.
Vean, al tiempo de la tarde viene luz, también hay luz para un nuevo día, ya pertenece a otro día; y todo lo que haga, pues es registrado correspondiente al otro día.
Por eso los sábados comienzan, ¿qué día?, el viernes. Y eso parece algo chocante, que el sábado comienza el viernes en la tarde; porque conforme a la Biblia los días terminan en la tarde y comienzan en la tarde, o comienzan en la tarde y terminan al otro día en la tarde. Y ahora, así son las edades y así son las dispensaciones también. Y ahora, nos dice San Pablo:
“La noche está avanzada, y se acerca el día…”.
Y ahora, por cuanto las edades de la Iglesia corresponden a la noche, y ahora San Pablo está anunciando que ya se acerca el día porque la noche está avanzada, es la etapa del Programa Divino en donde ya se habrá pasado esa etapa por la cual la Iglesia ha estado pasando y se entra a una nueva fase del Programa Divino; y esa nueva fase corresponde a la Edad de la Piedra Angular.
En cuanto al tiempo, eso, esa etapa cubre el séptimo milenio de Adán hacia acá, que es el Día Postrero de los tres días postreros; el último es el séptimo milenio.
Y por eso “la Tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar”, conforme a Habacuc, capítulo 2, verso 14. Y vean que antes de eso está el verso 13, ¿y qué dice el verso 13? Porque ahí, el verso 13, es lo que antecede al Reino del Mesías. Vamos a verlo ahí, capítulo 2, verso 13, dice:
“¿No es esto de Jehová de los ejércitos? Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano”.
¿Ven? Durante la gran tribulación se tendrá fuego volcánico, fuego atómico, calentamiento global que causará el problema de las altas temperaturas; y en Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante, dice:
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (o sea, los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia…”.
¿Cuándo nace el sol? En un nuevo día. ¿Ven? Viene el día, se acerca el día, dice San Pablo, ese día en que el Sol de Justicia, la Venida del Señor, se cumplirá.
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación (salud)…”.
En Sus alas, que son los ministerios de Moisés y Elías.
Y ahora, podemos ver ahí la bendición que hay. Está hablando de la Venida del Señor para el Día Postrero para los escogidos, lo cual fue representado allá en el Monte de la Transfiguración.
Ahora, encontramos que en Pedro, Jacobo y Juan se cumplió lo que Cristo dijo: “Muchos de los que están aquí o algunos de los que están aquí no verán la muerte (o sea, no gustarán la muerte) hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en Su Reino”. Y en el Monte de la Transfiguración lo vieron.
Pero después, más adelante, ya Cristo resucitado le dice a Juan - o dice de Juan, le dice a Pedro: “¿Qué a ti? Si yo quiero que él quede hasta que yo venga”. Y muchos pensaron que él no iba a morir, iba a permanecer vivo hasta la Segunda Venida de Cristo, o sea, que iba a vivir sobre dos mil años, más de dos mil años.
Pero Él no les dijo: “Él va a permanecer vivo hasta la Segunda Venida, físicamente”. Él en el libro del Apocalipsis vio la Venida del Señor, él fue transportado al Día del Señor. En Apocalipsis, capítulo 1, dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”. (Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11).
O sea que él fue transportado del tiempo en que él vivía a este tiempo final, al séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, para ver todo lo que estaría sucediendo en este tiempo final.
Y ahora, encontramos que estando él en una isla… recuerden que Juan el apóstol representa la Iglesia del Señor Jesucristo en todas las etapas por las cuales pasaría la Iglesia, y representa a cada mensajero de la Iglesia también, desde el primero hasta el último que Cristo envíe a Su Iglesia.
En Apocalipsis, capítulo 10, él vio al Ángel Fuerte que desciende del Cielo, el cual es Cristo, el Ángel del Pacto, con el Librito abierto en Su mano, el cual puso Su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra; el mar representa pueblos, naciones y lenguas, y la tierra representa cierto territorio en donde en aquel tiempo pues no se reconocía como que estaba poblado (y eso lo vamos a dejar quietecito ahí).
Y ahora, encontramos que ahí viniendo el Ángel del Pacto con el Librito abierto en Su mano y hablando con él, está viendo allí la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, del Ángel donde está el Nombre de Dios; el mismo Ángel que le apareció a Moisés.
Y viene con el Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, el cual estaba en la diestra de Dios y al cual pertenece eternamente, y que lo había dado a Adán; y Adán cuando falló a Dios, Dios lo tomó de nuevo; y ha permanecido en la diestra de Dios desde aquel tiempo, porque tiene que ser entregado ese Título de Propiedad a un hombre, porque es el Título de Propiedad no solamente de la Tierra sino de toda la Creación; es el Título de Propiedad de la vida eterna.
Y ahora Cristo lo toma, lo abre en el Cielo, y después lo trae a la Tierra; y Cristo no se lo come; y luego se lo entrega a un hombre que se lo coma, el cual estará representado por Juan el apóstol. Tan sencillo como eso. Tan sencillo como eso será lo que estará pasando en el Día Postrero.
Todo esto es para el Día Postrero o séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, pues es el séptimo milenio o tercer milenio, séptimo de Adán hacia acá o tercero de Cristo hacia acá, para el cual Cristo ha prometido la resurrección de los muertos creyentes en Él y la transformación de nosotros los que vivimos.
Y ya estamos dentro del séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá, conforme al calendario gregoriano; ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá.
Por lo tanto, ya estamos en un tiempo muy importante, tiempo profético, tiempo en el cual Dios estará cumpliendo todo lo que Él ha prometido para el Día Postrero. Por lo tanto, estará todo enmarcado en el Día Postrero; y todo eso es para ser llevado a cabo en la Edad Eterna de Oro de la Iglesia, la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Amor Divino.
Por lo tanto, la ley del amor divino estará manifestada ahí haciéndose una realidad, desde lo profundo del corazón de los creyentes en Cristo, de los ministros y todos los demás creyentes en Cristo, obrando por amor divino, con fe, creyendo y trabajando en la Obra de Dios.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, compartiendo con ustedes estos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios, y sobre todo, la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final.
Y ya nos veremos en la próxima actividad, que será por ahí de 1:00 a 2:00 de la tarde, y esperamos grandes bendiciones de parte de Dios; que será una actividad con toda la congregación presente y con los que estén conectados a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones.
Y el tema será: “EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN, TRANSFORMACIÓN Y EL RAPTO”. Este es el tema que tenemos para esta ocasión. Y ahí veremos cómo Dios nos ayuda para ver claramente, lo más claro posible, este misterio, del misterio de la resurrección, la transformación y el rapto de los creyentes en Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Continúen pasando una tarde… ¿ya qué hora es? Una tarde feliz llena de las bendiciones de Cristo. Luego de tomar algunos alimentos nos veremos nuevamente aquí.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
Dejo con ustedes al reverendo Pedro Martínez para ya él continuar y finalizar ya en esta ocasión para un recesito (solamente un receso es lo que vamos a tener) y ya nos veremos nuevamente aquí.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA LEY DEL AMOR”.