obsidian/es/conferencias/2009/04/spa-2009-04-12-2-cristo_ha_resucitado-CAYPR.md

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title: 'Cristo ha resucitado'
date: 2009-04-12
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Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas y de internet en diferentes naciones.

También un saludo muy especial para todos los ministros que nos acompañan en estos días de Semana Santa y también para sus Iglesias de y en los diferentes países que están en estos momentos a través de esta transmisión vía satélite escuchando y viendo esta actividad que se está llevando a cabo, y también un saludo para las visitas que tenemos en esta ocasión de aquí de Puerto Rico.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que ustedes aquí en Puerto Rico y también ustedes ministros de diferentes naciones junto a sus Iglesias, le han estado dando al mega proyecto La gran Carpa-Catedral aquí en Puerto Rico.

**Que Dios les tome en cuenta todo ese esfuerzo que están haciendo y les quede acreditado en el Reino de Cristo como tesoros que han estado haciendo en el Reino del Señor, y Cristo les recompense en Su Reino y los disfruten en Su Reino milenial y por toda la eternidad.**

Se está haciendo un super esfuerzo para tener pronto La Carpa, todo el material que está siendo construido de La Carpa, tenerlo pronto en Puerto Rico; ya ustedes escucharon al misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín hablándoles y también creo que escucharon o escuchamos algo del reverendo José Benjamín Pérez, y hemos estado escuchando sobre esto durante estos días.

Vamos a obtener la victoria, porque Dios nos usará a todos para ese gran propósito divino señalado para este tiempo final.

También aprecio y agradezco mucho el respaldo que le han estado dando a AMISRAEL. Ya el mes de junio estaremos en la conferencia “Jerusalén 2009," y ya escucharon la invitación que fue extendida. Yo les reitero esa invitación a todos los que deseen y pueden estar allá, pero tienen que, lo más pronto posible, ya notificarlo al doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita Machado, los cuales se encuentran aquí en Puerto Rico en el día de hoy, y luego también a través de internet en la página de AMISRAEL pueden conseguir más información. Mientras más pronto uno saque el boleto, más barato le sale.

Para esta ocasión tenemos un pasaje muy importante relacionado a la resurrección de Jesucristo. Está en el capítulo 28 de San Mateo, versos 1 en adelante, y dice:

“*Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.*

*Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella.*

*Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve.*

*Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos.*

*Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.*

*No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.*

*E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.*

*Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,*

*he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.*

*Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.*

*Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido.*

*Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados,*

*diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos.*

*Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo.*

*Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.”*

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomamos las palabras del Ángel aquí en este capítulo 28, verso 5 al 6, que dice:

“*Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.*

*No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.”*

*"No está aquí, pues ha resucitado, como dijo."*

“**CRISTO HA RESUCITADO.”** Por lo tanto, Cristo vive hoy y para siempre.

¿Quién es el Señor Jesucristo? Conforme a Malaquías, capítulo 3, verso 1 dice que es el Ángel del Pacto, el cual vendría a Su pueblo, pero que enviaría a uno preparándole el camino, capítulo 3, verso 1, dice:

“*He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”*

La promesa de la Venida del Mesías era que el Ángel del Pacto, el Señor, el Ángel del Pacto, el cual ellos buscaban y el cual ellos deseaban, vendría, pero Él enviaría un mensajero preparándole el camino, el cual fue Juan el Bautista, por eso Juan el Bautista se identificó con este pasaje, identificándose como el mensajero que vendría delante del Señor, delante del Ungido, delante del Mesías.

Este Ángel del Pacto es nada menos que el mismo Ángel del Pacto que le apareció a Moisés, y por medio de Moisés libertó al pueblo hebreo, luego los llevó de Egipto al monte Sinaí y allí le dio la Ley divina. Allí le dio los diez mandamientos, y le dio leyes y ordenanzas para todo Israel, por eso la Escritura dice que la ley fue dada por comisión de Ángeles, fue nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios que le había aparecido a Moisés y en el cual estaba Dios, que libertó al pueblo, le dio al pueblo los diez mandamientos en tablas de piedra, y los llevó a la tierra prometida.

En ese Ángel estaba el Nombre de Dios, y estaba Dios en Él, por lo tanto allí estaba la manifestación de Dios todo el tiempo, ese Ángel del Pacto es el Verbo que era con Dios y era Dios, y por medio de Él Dios creó todas las cosas.

Por eso ese Ángel del Pacto, que es el Verbo que era con Dios, luego se hizo carne y habitó entre nosotros, tanto en medio del pueblo hebreo y por consiguiente en medio de la raza humana. Al hacerse carne fue conocido por el Nombre de Jesús o *Yeshua* en hebreo, y por consiguiente ese es el Nombre de Dios que le fue revelado a Moisés.

Y ahora, encontramos que el Nombre de Dios fue colocado en el Ángel del Pacto y ahora es colocado en el velo de carne donde está Dios con Su Ángel, o sea, con Su cuerpo angelical. El Ángel del Pacto es nada menos que el cuerpo angelical de Dios, y por consiguiente es Cristo en Su cuerpo angelical, es el Ángel ungido con la presencia de Dios en toda Su plenitud.

Por eso cuando dice en Malaquías, capítulo 3 que enviará Su mensajero delante de Él, el cual sería un profeta, el cual fue Juan el Bautista y luego vendría a Su templo el Señor, o sea, Dios el Padre y al cual el pueblo buscaba y el Ángel del Pacto al cual deseaba el pueblo; el Ángel del Pacto, es el Ángel de Dios, el cuerpo angelical de Dios, el cual es la imagen del Dios viviente.

Cuando las personas decían que habían visto a Dios, habían visto al Ángel de Dios, porque esa es la imagen de Dios, es un cuerpo pero de otra dimensión, en palabras más claras, es un hombre de otra dimensión, porque un Espíritu es un cuerpo de otra dimensión.

Y ahora, ese Ángel del Pacto es nada menos que el Espíritu Santo, el mismo Ángel que le aparecía a los profetas desde Adán en adelante. Por eso Adán, también Abel y también Enoc, Noé y también Abraham, se encontraban con el Ángel de Dios, o sea, con este hombre de otra dimensión, que es el cuerpo angelical de Dios llamado el Espíritu Santo.

Y ahora, siendo que es el Ángel del Pacto, todo Pacto que Dios hace con el ser humano, lo hace a través del Ángel del Pacto; y cuando se hizo carne vino para establecer, Dios por medio de Él, el nuevo Pacto que había prometido en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36, donde dice:

“*He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.*

*No como el pacto que hice con sus padres* (o sea, con vuestros padres) *el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto.”*

Ese Pacto que fue dado en el monte Sinaí, era nada menos que el Pacto de unión de Dios con Su pueblo Israel, y por consiguiente ese es un Pacto matrimonial de un pueblo y Dios, pero al ser invalidado el Pacto, la Escritura dice que Dios le dio carta de repudio. Jeremías, capítulo 3, dice... y esto fue por cuanto el pueblo se unió con ídolos, se unió a religiones paganas, dice... vamos a comenzar en el capítulo 3, verso 6 en adelante de Jeremías.

“*Me dijo Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Ella se va sobre todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y allí fornica.”*

Una persona, una nación, un pueblo cuando adora ídolos, cuando se torna a la idolatría, delante de Dios eso es fornicación, eso es adulterio espiritual.

“*Y dije: Después de hacer todo esto, se volverá a mí; pero no se volvió, y lo vio su hermana la rebelde Judá.”*

Aquí está hablando de los dos reinos: el reino del Norte que corresponde a la casa de Israel que está bajo la dirección de Efraín, y el reino del Sur que corresponde al reino de Judá que está bajo la dirección de la casa de David. Ahora dice:

“*Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel* (o sea, la casa de Israel, el reino del Norte)*, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó.”*

O sea, que los dos reinos pecaron delante de Dios con fornicación espiritual al adorar ídolos, al unirse o dejar que entrara el paganismo en medio del pueblo hebreo. En esos dos reinos: el reino del Norte y el reino del Sur entró la idolatría y por eso había sido dividido, el Reino de David, en dos reinos en el tiempo de Roboam hijo de Salomón, porque Salomón dejó entrar la idolatría y aun llegó asistir a las actividades paganas que sus esposas llevaban a cabo con los sacerdotes paganos, en los lugares de adoración pagana que establecieron en Israel.

Y ahora, Dios promete hacer un nuevo Pacto con la casa de Israel, o sea, el reino del Norte, el reino compuesto por diez tribus, las cuales le llaman las diez tribus perdidas de la casa de Israel y de las cuales Cristo dijo: “Yo no he venido sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Cuando dice: “De la casa de Israel,” se refiere al reino del Norte compuesto por diez tribus. Eso está en el capítulo 10 y también en el capítulo 15 de San Mateo. También cuando envía Sus discípulos, dice que vayan a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Es que Dios va a establecer el nuevo Pacto con la casa de Israel.

Y ahora, el nuevo Pacto lo establecería el Ángel del Pacto, el cual se hizo carne en medio del pueblo hebreo y fue conocido por Jesús o Señor Jesucristo. Se le llama Señor Jesucristo porque Él es el Señor Jesús-Cristo, y por consiguiente está el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por eso Cristo decía: “Yo he venido en nombre de mi Padre.” (Eso está en San Juan, capítulo 5, versos 43 al 45).

Y ahora, podemos ver otro detalle... el verso 43 del capítulo 5 de San Juan ahí es que lo tienen. Cristo en la última cena que fue en la víspera de la Pascua, tomó pan, luego que habían cenado en esa noche, luego tomó pan, lo partió dando gracias (luego lo partió), dio a Sus discípulos y dijo: “Comed, esto es mi cuerpo,” y luego tomó la copa de vino, bendijo dando gracias al Padre y la dio a Sus discípulos diciendo a ellos: “Tomad, bebed de ella todos, porque esto es mi Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” (San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29). Aquí Cristo está hablando del nuevo Pacto que Dios prometió en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36.

Y ahora, por cuanto Jesucristo es el Ángel del Pacto, viene para establecer el nuevo Pacto, y por esa causa es que allí en Jerusalén toma la última cena que fue el momento de la Pascua, fue la víspera de la Pascua y conforme a la tradición judía, el cordero pascual se sacrificaba el día antes de la Pascua, lo preparaban y luego lo colocaban dentro de la casa ya asado para comerlo durante la noche de la Pascua.

Por eso es que Juan el Bautista cuando vio a Jesús en el Evangelio según San Juan, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,” ahí lo está colocando como el Cordero pascual; por eso también San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7, dice: “Porque nuestra Pascua, la cual es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros,” así como fue sacrificado por cada padre de familia allá en Egipto entre los hebreos; el padre de familia sacrificó un cordero de un año sin defecto, y colocó la sangre sobre el dintel y los postes de sus hogares para la preservación de la vida de los primogénitos, porque durante la noche de la Pascua la muerte vendría sobre todos los primogénitos en Egipto, comenzando desde el hijo primogénito del rey, del faraón.

Pero los judíos tenían la revelación del sacrificio del cordero pascual y su sangre aplicada, por cuanto todo eso es tipo y figura de Cristo y Su Sacrificio; por eso funcionó en favor de los primogénitos del pueblo hebreo.

El poder para liberarlos de la muerte era ése, que aquello era el tipo y figura de la muerte de Cristo y la Sangre de Cristo aplicada sobre los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, que recibirían a Cristo como su único y suficiente Salvador cuando llegara la Dispensación de la Gracia.

Y ahora, conociendo estos detalles del Antiguo Testamento, estos tipos y figuras que señalaban la Venida del Mesías y Su muerte como la Expiación por el pecado de Su pueblo, como dice también Isaías, capítulo 53, verso 10:

“*Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”*

El linaje que Él verá, es el linaje de Dios: hijos e hijas de Dios siendo redimidos por la Sangre de Cristo al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, siendo bautizados en agua en Su nombre y Cristo bautizándonos con Espíritu Santo y Fuego y produciendo en nosotros el nuevo nacimiento, y así es como se nace en el Reino eterno de Dios y por consiguiente se nace a la Vida eterna, se nace de nuevo como dijo Cristo a Nicodemo cuando le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Para entrar al Reino de Dios, al cual todos los seres humanos desean entrar para vivir eternamente, se requiere hacer como Cristo ordenó, no puede entrar la persona en la forma que él desee, tiene que ser de acuerdo al Programa de Dios. El que entre en otra forma le pasará como al de la parábola que entró a una gran cena, y entró sin vestido de boda. El vestido de boda es el Espíritu Santo. ¿Ven? Hay que nacer del Agua y del Espíritu Santo para entrar al Reino de Dios y por consiguiente tener la vestidura de boda.

El Reino de Dios está en la esfera espiritual, luego se tornará a la esfera física con la Venida del Reino de Dios a la Tierra, para ser así restaurado el Reino de Dios en este planeta Tierra.

Ahora, Cristo vive hoy, Él resucitó para nunca más ver muerte, para nunca más morir, e hizo un Sacrificio único y nunca más hará otro, porque con un solo Sacrificio ha hecho perfecto a los creyentes en Él. Su Sacrificio y Su Sangre son tan efectivos que todavía Él perdona al pecador y con Su Sangre lo limpia de todo pecado; Él está como Sumo Sacerdote en el Cielo en el Templo celestial.

Ahí es donde Él ha estado a la diestra de Dios intercediendo por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador, ahí es donde Él está como abogado nuestro intercediendo; y cuando Dios nos mira, nos ve sin pecado, ¿por qué? Porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, por eso dice: “Si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo su Hijo.” Él intercede por nosotros como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre.

Ahora, Cristo ha resucitado y está glorificado, está glorificado como ha estado prometido que sería glorificado, por eso Cristo decía: “Padre, glorifícame,” en San Juan, capítulo 16 y 17 nos habla de esto, y nos dice... y dice Cristo, capítulo 17, verso 5, dice:

“*Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.”*

Y ahora, estaba prometido que Cristo iba a ser glorificado, y ahora Cristo está orando para Su glorificación. Eso está en el capítulo 7, versos 37 al 39 de San Juan, cuando dice:

“*En el último y gran día de la fiesta* (o sea, en el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos, si lo leen el capítulo completo entenderán, verán que era la fiesta de los tabernáculos)*, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.*

*El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”*

Esos ríos de Agua viva, esa Agua que Cristo da, vamos a ver cuál es:

“*Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”*

El Agua de Vida eterna que Él está prometiendo, es el Espíritu Santo, de esa Agua de Vida eterna fue que le prometió, le ofreció a la mujer samaritana en el capítulo 4, verso 14 de San Juan, cuando dice:

“*Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”*

Por esa causa todos necesitamos a Cristo para que Él nos dé el Agua de la Vida eterna, Su Espíritu Santo para vivir eternamente.

Y ahora, Cristo fue glorificado cuando fue resucitado, resucitó glorificado, y ahora los mismos discípulos suyos, incluyendo también a las mujeres que seguían a Jesús, vean: María Magdalena lo vio resucitado y creyó que era el que cuidaba allí el cementerio, pero cuando Jesús le dice: “María,” ella se da cuenta que es Jesús, pues la llamó como en otras ocasiones. Es que las ovejas conocen la Voz de Su pastor, como también los hijos conocen la voz de sus padres.

Y ahora, ¿qué pasaría con Cristo al resucitar que no lo conocían? Vean, ni los demás, los apóstoles tampoco lo conocían. En una ocasión estuvo viajando ese mismo día con dos discípulos que iban para Emaús, y Él hablándoles a ellos y enseñándoles las profecías bíblicas y también condenándoles la incredulidad de ellos, que no habían creído a lo que las mujeres habían visto y habían anunciado de que Cristo ya había resucitado, y ellos no creyeron, y luego Él va con ellos hablándoles y les pregunta: “¿Y qué pláticas son estas que ustedes llevan?” Estaban hablando de Jesucristo y de Su muerte y le dicen: “¿Eres tú extranjero aquí?” O sea: “¿Eres tú un turista?” Lo confundieron con un turista, con un extranjero: “¿Eres tú extranjero aquí, que no sabes lo que ha acontecido?”

Y comienzan hablarle de Jesucristo de “como lo tomaron preso, cómo lo juzgaron, cómo lo condenaron y cómo lo crucificaron, y Él había dicho que iba a resucitar al tercer día, y ya es el tercer día (e iban muy tristes) y unas mujeres que fueron al sepulcro no lo encontraron y dijeron que tuvieron visión de Ángeles y que Él había resucitado,” y entonces Cristo comienza a hablarles porque no creyeron lo que las mujeres habían visto y le habían anunciado a los apóstoles.

Y Él comienza desde Moisés, los Salmos y los profetas a hablarles todo lo que hablaban esas Escrituras acerca del Mesías y de esa etapa difícil por la cual Él pasaría, hablándoles de Su sufrimientos, Su muerte, sepultura y resurrección, y con todo y eso no conocían quién era el que estaba con ellos, pero sabían que ése que iba con ellos conocía bien las Escrituras.

Por eso cuando están en la casa, ya llegan a Emaús que estaba cerca de Jerusalén, y van a entrar ya a la casa y Jesús hace como que va a seguir su camino, y ellos le dicen: “No te vayas (les gustó lo que les había hablado); no te vayas, quédate con nosotros, ya ha caído el día, va a anochecer, quédate con nosotros.” Querían que se quedara para que continuara hablándoles, era un consuelo para ellos las palabras que Jesús les estaba hablando; y cuando están a la mesa, vean, hacía unos cuantos días que no habían estado a la mesa con Jesús, desde la última cena en la Pascua, en la víspera de la Pascua.

Y ahora, cuando se sientan a la mesa a comer, a cenar, viene Jesús toma el pan, da gracias, lo parte y da a ellos, y lo hace en la misma forma que siempre lo hacía con ellos, y más como lo hizo en la última cena o última Pascua; y entonces se les abrieron los ojos, se les abrió el entendimiento, los ojos espirituales y se dieron cuenta que era Jesús, así como María cuando Jesús la llamó por su nombre se dio cuenta que era Jesús.

Y ahora, cuando se dan cuenta que es Jesús, se desaparece delante de ellos: estaba ya glorificado. Y el cuerpo glorificado representa de 18 a 21 años, y cuando Jesús murió tenía 33 años, hay una diferencia de apariencia en una edad de 18 a 21 años, con una edad de 33 años, y solamente por la Palabra María lo reconoció, y ellos por el partimiento del pan y también la Palabra que habló dando gracias al Padre; o sea, por la Palabra que habló en la oración y en la forma que partió el pan.

Y ahora, ellos habían llegado a la casa para luego cenar, dormir, pero se les quitó el sueño y salieron a prisa para ir a los demás discípulos a dar la noticia de que Cristo había resucitado y les había aparecido a ellos; y aun cuando van a los otros apóstoles, tampoco los otros apóstoles lo creían; no creyeron a lo que las mujeres dijeron ni tampoco a lo que estos dos discípulos dicen acerca de Cristo, el cual había resucitado, y estando ellos juntos allí les aparece Jesús y tampoco creían que era Él.

Es que hubo un cambio, es como cuando regresen los santos del Nuevo Testamento, Pedro, San Pablo y los demás apóstoles que permanecieron fieles a Cristo, los cuales la mayoría murieron de edad ya de más de 50 años; cuando regresen usted no va a esperar que aparezca un ancianto y le diga: “Yo soy San Pedro.” No, lo que va aparecer es un joven, y sí, le va a decir: “Yo soy aquel San Pedro que proclamé a Cristo el día de pentecostés,” va aparecer jovencito representando de 18 a 21 años de edad.

Y nuestros familiares creyentes en Cristo que han partido, aunque hayan tenido 80 ó 90 años ya ancianitos, cuando regresen y les digan: “Ya regresé, ¿me recuerdas? Yo soy tu abuelita o abuelito.” Y usted dirá: “Mi abuelito ya tenía como 80 años, no puede ser, tú eres un joven o una joven.” Pero usted teniendo conocimiento de la que resurrección será en cuerpos jóvenes, eternos, glorificados, usted dirá: “Así yo esperaba verte en tu regreso, jovencito o jovencita.” Y cuando los veamos, seremos transformados.

Eso es lo que hará el Señor Jesucristo, el cual resucitó para nunca más ver muerte, porque en el cuerpo glorificado no hay muerte, es eterno y joven para toda la eternidad, o sea, es un cuerpo que siempre permanecerá en la flor de la juventud. Ya Cristo resucitó y fue glorificado y yo voy a ser glorificado también. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, la promesa es para todos nosotros.

Ahora, este misterio de ser resucitados en cuerpos glorificados, y los que queden, estén vivos en el tiempo final creyentes en Cristo ser transformados, eso es exclusivamente para los creyentes en Cristo.

¿Y qué de las demás personas que han muerto? Ellos tienen el tiempo para su resurrección, para ser juzgados en el juicio final; eso es de acuerdo el libro del Apocalipsis, capítulo 20. Así que la resurrección de ellos será después del Reino milenial, después del Reino del Mesías que será establecido en este planeta Tierra.

Por eso es que la Escritura dice: “Bienaventurados los que tienen parte en la primera resurrección,” serán Reyes y Sacerdotes para nuestro Dios, o sea, que van a ser los miembros del gabinete del Mesías en Su Reino, van a ser las personas que tendrán la parte más importante en medio del Reino del Señor, son nada menos que los miembros de la realeza, por eso son hijos e hijas de Dios, y Dios es el Rey, y los hijos de Dios, los hijos del Rey son ¿qué? Príncipes y princesas, y en el Reino milenial estaremos como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces. San Pablo dice: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo, y aun a los ángeles?” Son también los miembros del poder judicial, del cual Jesucristo es el Juez supremo.

Así que, la corte de Cristo estará compuesta por Él como el Juez Supremo y todos los creyentes en Él que van a ser glorificados y van a ser jóvenes para toda la eternidad. Por eso San Pablo también decía: “Si nuestra casa terrestre se deshiciese, se deshiciera, o sea, muere nuestro cuerpo físico, tenemos un edificio no hecho de manos en el Cielo.” Y eso hablando del cuerpo angelical, y después de eso viene ¿qué? El cuerpo físico, eterno también.

Ahora, la resurrección, la primera resurrección para Vida eterna, es para los primogénitos.

Y ahora, esto es la resurrección del primogénito para un nuevo Pacto, la resurrección para individuos, para un pueblo, para una nación, para un reino, para la naturaleza, para el planeta Tierra completo, vean, ¿por qué? Porque es aplicada a todo lo que es primero, primogénito; todo lo que estaba en el plan original de Dios.

Aun la resurrección y de la resurrección, no solamente los creyentes en Cristo dan testimonio, sino también la misma naturaleza todos los años, está dando testimonio de la resurrección: muere en invierno (en los países que son marcadas, bien marcadas estas estaciones), muere en el invierno, y luego ya pasa por ese proceso, primero llega el otoño, y el otoño de las personas, como el de la naturaleza vean, se le van cayendo las hojas a la naturaleza, a los árboles, se van cambiando de color también, como a las personas les va cambiando de color el cabello y después también se va cayendo el cabello y algunas veces nos quedamos con muy poco o con nada, como los árboles en donde las estaciones son bien marcadas.

Luego llega el invierno, pero toda la vida quedó en la raíz de los árboles, y por eso aunque muere, no están muertos, habrá una resurrección en primavera. Así también los creyentes en Cristo que han partido, no están muertos, es la parte física que murió, pero luego en la primavera aparecerán de nuevo las hojas y luego el fruto también. Así es la naturaleza dando testimonio de muerte, sepultura y luego resurrección, y así es para el planeta Tierra también, tiene esas etapas.

Y ahora, para un pueblo, vean, tenemos el ejemplo en el pueblo hebreo, que llegó a Egipto, Jacob con sus hijos y sus nietos, vivieron muy bien, porque José estaba como segundo en el reino y los colocó allá en Gosén; pero luego más adelante murió José y más adelante vino un rey, un faraón que no conocía a José, y vio que el pueblo hebreo se multiplicaba y el pueblo hebreo estaba siendo un pueblo mayor y más fuerte que el pueblo egipcio, y el faraón con sus ayudantes, sus consejeros vieron un peligro, y dijeron: “Si este pueblo se une en una guerra a nuestros enemigos, nos van a vencer,” y ordenaron, el faraón ordenó que todo niño o todo varón que fuera a nacer cuando la partera viera que es varón, no lo dejara nacer vivo.

Y era el tiempo en que tenía que nacer el libertador, siempre que va a nacer un personaje importante del Programa Divino suceden estas cosas; pero cuando fue a nacer Moisés como las parteras no obedecieron a la voz del rey, entonces vieron que este niño Moisés era hermoso también, no lo mataron, lo dejaron nacer vivo y después ya de ahí en adelante su madre y su familia tenía que velar por él, pero Dios estaba con él porque ese era el hombre con las dos conciencias juntas ya desde niño para un propósito divino. Siempre que va a nacer un mensajero de Dios, un profeta de Dios y sobre todo un profeta mensajero dispensacional, hay ese peligro.

Y ahora, nace Moisés y tiene sus primeros 40 años allá en Egipto, luego tiene que salir de Egipto por un problema en donde la mano se le fue a Moisés y mató a uno que estaba maltratando a un hebreo (uno de los capataces, uno de esas personas).

Y ahora, sale a relucir en una discusión que tienen dos hebreos, sale a relucir el caso y entonces llega a oídos del faraón. Moisés se tiene que ir, se va a Madián a vivir, allá conoce a Séfora, tiene dos hijos con ella, y allá está unos 40 años más (vean, tiene ciclos de 40 años).

Y luego le aparece a Moisés el Ángel del Pacto en una llama de fuego en un árbol o un arbusto, una zarza, y le habla y lo envía para la liberación del pueblo, del pueblo hebreo.

Y ahora, le dice a Moisés que ha oído la voz, el clamor de ellos y ha descendido para libertarlos, y también le dice, le da a conocer Su Nombre eterno (capítulo 3 del Éxodo), y luego en el capítulo 4 le dice en el verso 22: “Israel (o sea, Jacob) es mi hijo, mi primogénito.” Y cuando se trata de un primogénito de Dios, las cosas Dios las determina con relación a esa persona.

Y ahora, tenemos un hijo primogénito como pueblo: Israel, y por consiguiente Israel que estaba, digamos, en la esclavitud, muerto como pueblo, no tenía las libertades que un pueblo tiene que tener, ahora viene Dios para sacarlos del reino del faraón, y el reino del faraón representa el reino de las tinieblas, y el faraón representa al maligno, el príncipe de las tinieblas. La religión allí era idólatra, la idolatría, y tenían el becerro de oro también allí, de ahí viene el becerro de oro para los judíos.

Y ahora, Dios los liberta y en la mañana de la Pascua luego de la muerte de los primogénitos en Egipto, donde hubo llanto, duelo por los hijos primogénitos egipcios, el pueblo hebreo no tuvo llanto, no tuvo duelo sino alegría; y cuando sale el sol en la mañana, estaban libres, una resurrección como pueblo para el pueblo primogénito de Dios.

Luego tenemos la promesa de una resurrección de Israel como pueblo de Dios para este tiempo final, porque Israel es llamado el pueblo primogénito de Dios, esa resurrección está prometida en Oseas, capítulo 6, verso 1 en adelante, donde dice:

“*Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.*

*Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará...”*

Y como Cristo también siendo el hijo primogénito de Dios, tenía que morir, ya Cristo sabía que en el tercer día iba a resucitar, porque lo mismo que es para un pueblo primogénito, es para un individuo primogénito de Dios:

“*...y viviremos delante de él.*

*Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová...”*

Por lo tanto, falta mucho conocimiento al pueblo hebreo todavía que lo va a obtener luego de esa resurrección de Israel como pueblo de Dios, de esa resurrección de Israel, la cual será la restauración del Reino de Dios con el pueblo hebreo, la restauración del Reino de David al pueblo hebreo y por consiguiente el pueblo hebreo será restaurado al Reino de Dios; ahí es donde recibirá la vida a través del Espíritu de Dios que estará en medio del pueblo hebreo, en el Mesías Príncipe.

“*...como el alba está dispuesta su salida* (y ahora, vean, como el alba está dispuesta su salida, o sea, por la mañana, y Cristo resucitó también por la mañana)*, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”*

Y ahora, encontramos que para la resurrección el tercer día es muy, pero que muy importante, los muertos en Cristo van a resucitar en el Día Postrero, dijo Cristo, dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero. “ (San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40; y San Juan, capítulo 6, versos 41 al 58; y también San Juan, capítulo 11, versos 21 al 27).

Y ahora, ¿cómo vamos a encontrar ese día tercero para la resurrección? Un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” dice San Pedro en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el salmista allá en el Salmo 90, verso 4.

Cuando se habla de los días postreros en los cuales Dios derramará de Su Espíritu Santo sobre toda carne, y comenzó el Día de Pentecostés a derramar de Su Espíritu Santo sobre todos los que reciben a Cristo como Salvador, y todavía lo está haciendo y han transcurrido ya dos mil años, que para Dios y delante de Dios son dos días; dos días han transcurrido del tiempo de Cristo hasta este tiempo delante de Dios.

Los milenios, los días postreros son los milenios postreros que son tres días postreros, o sea, tres milenios, los tres milenios postreros, así como jueves, viernes y sábado son los tres días postreros de la semana, y el día postrero de la semana es el sábado, que es el séptimo día de la semana.

Y ahora, delante de Dios tenemos siete días: primer milenio, segundo milenio, tercer milenio, cuarto milenio... a fines del cuarto milenio nació Cristo, faltando de tres a diez años para terminar el cuarto milenio, el quinto milenio ya Cristo había nacido, en el quinto milenio luego tuvo Su ministerio, en el primer tercio del quinto milenio, y luego el día de Su crucifixión ya muere en el quinto milenio, y por eso vean ustedes lo que nos dice San Pablo en Hebreos, capítulo 1:

“*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,*

*en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo...”*

Y ahora, San Pablo está diciendo que Dios habló por Su hijo Jesucristo en... dice: “En estos postreros días,” mostrando que ya habían comenzado los días postreros de los cuales Dios promete que derramará de Su Espíritu Santo sobre toda carne y por consiguiente el Mesías Príncipe tenía que estar viviendo en los días postreros que comenzaban con el quinto milenio, él quinto día delante de Dios, quinto día milenial.

“*...a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”*

Fue por medio de Cristo en Su cuerpo angelical que Dios creó todo el Universo, ¿para quién? Para Él, a quien constituyó heredero de todo. Cristo es el heredero de toda la creación, por eso es que también San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 31 dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. O sea, somos herederos pero para obtener la herencia somos coherederos con Cristo, a todo lo que Cristo es heredero, también somos coherederos con Él; todo lo que Cristo es, también lo son todos los creyentes en Cristo.

Y ahora, vamos a encontrar el Día Postrero y también el tercer día, y vamos a descubrir que el tercer día también es el séptimo día, el Día Postrero. Les dije que de los días postreros tenemos el quinto milenio, que es el primero de los días delante de Dios postreros, que está representado en el quinto día de la semana, o sea, en el jueves, y el viernes es el sexto día de los tres días postreros de la semana que viene a ser el sexto milenio, día, sexto día milenial delante de Dios.

Y conforme al calendario gregoriano ya han transcurrido los primeros dos días postreros delante de Dios, o sea, los primeros dos días mileniales postreros delante de Dios, y solamente nos queda el Día Postrero, o sea el milenio postrero, el séptimo milenio de Adán hacia acá, eso es conforme al calendario gregoriano. Conforme al calendario hebreo o judío, eso lo veremos en otra ocasión.

Y ahora, es el séptimo día milenial delante de Dios el Día Postrero del cual habla Jesucristo nuestro Salvador, cuando dice que todo aquel que en Él cree, dice que Él lo resucitará: “Yo lo resucitaré en el día postrero.” Y ahora hemos visto cuál es el Día Postrero, y ahora les dije que todo primogénito tiene la bendición de una resurrección, y la resurrección Cristo la establece para el Día Postrero, Cristo resucitó en el tercer día y delante de Dios era el quinto día milenial en el cual Él resucitó.

Y ahora, la promesa para Israel es que Dios los resucitará al tercer día, y de ahí Cristo toma también la Escritura para decir: “Destruyan este templo y al tercer día yo lo resucitaré.” Es una promesa dada por Cristo, la cual Él luego cumplió cuando resucitó y en tres días, transcurrido ya tres días, resucitó Su cuerpo en forma glorificada. Él dijo: “Yo tengo poder para poner mi vida y para volverla a quitar.” Esa Escritura que les dije donde Cristo dice: “Destruyan este templo y en tres días lo levantaré,” está en San Juan, capítulo 2, versos 19 al 24.

Ahora, ¿cómo vamos a encontrar el tercer día para nosotros, para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos? Es sencillo: los días postreros son tres días mileniales delante de Dios, que son quinto milenio, sexto milenio, y séptimo milenio, el primero de los días postreros es el quinto milenio, el primero, el primer día milenial delante de Dios de los días postreros.

El segundo es el sexto milenio, y el tercero el séptimo milenio, ahí tenemos el tercer día milenial delante de Dios para la resurrección de los muertos en Cristo, pero no sabemos en qué año del milenio postrero, no sabemos en qué año del tercer milenio de los tres milenios postreros (que viene a ser también el séptimo milenio), no sabemos en qué año, pero debe ser en el primer siglo de ese séptimo milenio delante de Dios, que también es el tercer milenio de los tres milenios postreros.

Y ahora, por cuanto ya estamos, conforme al calendario gregoriano dentro del tercer milenio de los tres milenios postreros, o sea, en el Día Postrero milenial, estamos esperando, yo estoy esperando mi transformación y también estoy esperando los muertos en Cristo que resuciten en cuerpos glorificados, y no para decir: “¿Quiénes serán estas personas?” sino para decir: “Cristo ha resucitado los muertos creyentes en él.” Y para decir, si todavía no estoy transformado: “Y yo ahora voy a ser transformado.” ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Estamos en el tiempo correcto para estar esperando la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Ahora, hay una muerte y resurrección en el campo espiritual para individuos y también para la Iglesia del Señor. Pero ya estamos en el tiempo en que la Iglesia, en términos espirituales, ha resucitado.

Y vean que siempre es en la mañana, en la mañana y por consiguiente a la salida del sol, que representa a Cristo el sol de justicia:

“*Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traer*á (salud) *salvación...”* (Malaquías, capítulo 4, verso 2).

Y si nacerá el sol, eso es en la mañana, así que, en la mañana de un nuevo día milenial, o sea, en las primeras horas de ese día milenial. Si es en la primera hora, entonces es en los primeros 41 años y algo, porque un día delante del Señor es como mil años y por consiguiente una hora son unos 41 años y algo (cerca de 42 años).

La hora, cuando se dice: “la hora de Su venida,” usted puede también entenderlo como esa hora delante de Dios.

Así que, tenemos que entender los términos bíblicos y saber que una hora delante de Dios no son 60 minutos de los nuestros. Cuando se habla en esos términos proféticos hasta una semana representa siete años. Y luego también un día representa mil años, o sea, un día que es menos de una semana, que es una décima parte una semana, representa mil años; y también en otras profecías siete días representan siete años; o sea, que menos de lo que representa un día profético de la profecía donde “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día,” todo depende cuál sea la profecía.

Ahora, la resurrección para la Iglesia saliendo de sistemas humanos y levantándose para estar en la presencia de Cristo el Sol de justicia, el cual nacerá para los que temen Su Nombre, es una resurrección espiritual.

Hemos visto la resurrección como Reino para Israel, va a resucitar como nación en el Reino del Mesías, y el Espíritu de Dios va a estar en medio de ellos en el Mesías Príncipe sentado en el Trono de David.

La resurrección es para estar en la presencia del sol, de Cristo nuestro Salvador, y ya Cristo resucitó para estar en la presencia de Dios en el Cielo sentado en el Trono del Padre. Cuando ocurra la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos en Cristo estaremos siempre delante de la presencia del Señor Jesucristo en el Cielo, en la Cena de las Bodas del Cordero y después cuando regresemos a la Tierra para estar con Él en Su Reino por mil años y luego por toda la eternidad.

Toda esta bendición es para los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y para toda nación primogénita delante de Dios, y como nación Israel es la nación primogénita de Dios. Por eso es tan importante que las personas comprendan esto y bendigan a Israel ayudándole en todo lo que puedan, y nunca levantarse en contra de Israel.

Así es también para los creyentes en Cristo. Dice que cualquier que escandalice a uno de estos pequeñitos, dice Cristo, mejor le fuera amarrarse una piedra de molino y tirarse a lo profundo del mar. Y también el juicio de las naciones en San Mateo, capítulo 25, versos 31 al 46, Cristo, el Hijo del Hombre se siente en el Trono del Padre, o sea, en el Trono de David, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y así como el pastor coloca las ovejas a su derecha y a su izquierda los cabritos, así Cristo hará con las naciones, a unas las colocará a su derecha y a otras a su izquierda.

¿Cuál es el motivo en ese juicio que hace? A los de la derecha dirá: “Ustedes hicieron tal y tal cosa por mí, por lo tanto, entren al Reino de Dios preparado para vosotros desde la fundación del mundo,” y luego dirá a los de la izquierda, a las cabritas o cabritos, naciones ovejas, naciones ovejas a la derecha y naciones representados en cabritos a la izquierda, dirá: “Vosotros al fuego preparado para el diablo y sus ángeles.” Y ellos dirán: “Pero ¿por qué?” Dice: “Tuve hambre y no me distes de comer, estuve enfermo y no me visitasteis, en la cárcel y no fuisteis a ver.” Y ellos dirán: “Pero ¿cuándo? ¿Cuándo te vimos con esas necesidades y no te ayudamos, no te servimos?” Él dirá: “Por cuanto no lo hicisteis a uno de estos mis pequeñitos, tampoco a mí lo hicisteis.”

Recuerden que un padre de familia cuando ve que alguna persona hace algo bueno en favor de su hijo o de su hija, él dice: “Eso que está haciendo esa persona, lo está haciendo como si fuera a mí,” y cuando le va a dar las gracias a la persona, le dice: “Lo que tú has hecho con mi hijo o con mi hija, lo has hecho para mí,” es que es sangre suya, es su descendencia. Es como cuando Abraham diezmó a Dios, a Melquisedec, en el capítulo 14 del Génesis, dice que Leví también diezmó a Melquisedec, eso lo dice San Pablo en el capítulo 7 del libro o carta a los Hebreos (capítulo 7, versos 9 al 14).

Y Leví no había nacido ni el padre de Leví, que es Jacob, tampoco había nacido, y tampoco había nacido Isaac que es el abuelo de Leví, todavía Abraham no tenía hijos por medio de Sara y San Pablo dice que Leví estaba diezmando, ¿cómo puede usted entender eso? Pablo dice estaba... “Leví que estaba en los lomos de Abraham,” y eso es sencillo entenderlo.

Ustedes han visto que hay niños que nacen y traen características que sus padres dicen: “Pero este niño trae ciertas características físicas que estaban en mi abuelo o en mi papá o en mi bisabuelo.” Y algunos dicen: “Están... ¿qué? ¿Requintando, es?” Y entonces es que esas características han venido pasando del bisabuelo al abuelo, al papá y luego pasan al hijo y ahí aparecen unas características que estaban en el bisabuelo.

Ahora, encontramos para entenderlo mejor, que Cristo dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”En un grano de trigo está una planta de trigo con muchos granos de trigo, y cualquier personas puede decir: “Y aquí tengo el grano de trigo en donde está una planta de trigo con muchos granos de trigo,” todo eso está potencialmente en ese grano de trigo.

Un agricultor sabe eso, pero una persona que no entiende estas cosas, puede decir: “Tú estás loco porque yo no veo nada.” Pero el agricultor sabe que está ahí, todo está potencialmente ahí. Es como en un huevo de gallina que surgió por medio de la unión del gallo y la gallina, ahí hay un pollito, hay un gallo o una gallina ahí en ese huevo potencialmente: hay que pasarlo por el proceso correspondiente para que aparezca. Y así es el grano de trigo para reproducirse en una planta de trigo, y de ahí aparecer los granos de trigo, y Cristo es tipificado en el grano de trigo.

Y ahora, la Iglesia es tipificada en la planta de trigo. ¿Y quiénes están representados en los granos de trigo? Todos nosotros. Tan sencillo como eso. En Cristo, la simiente original, estaba toda la creación, y todo lo que estaba ahí es o estaba en la creación original, es la creación original que viene de Cristo.

Y ahora, es por medio de Cristo que nacemos en el Reino de Cristo como hijos e hijas de Dios. El nuevo nacimiento nos coloca en el Reino de Cristo.

Y ahora, podemos ver este misterio tan sencillo y entonces podemos comprender que estábamos en Cristo eternamente, y así como Cristo dice: “Salí del Padre y vuelvo al Padre; salí de Dios y vuelvo a Dios.” Nosotros salimos del Padre a través de Cristo y volvemos a Cristo para regresar a Dios, pero ya como hijos manifestados como seres humanos; es un Programa Divino que se ha estado llevando a cabo.

Y ahora, si alguno está en Cristo, nueva criatura es, pertenece a una nueva raza con Vida eterna. Como descendientes terrenales pertenecemos a la raza que comenzó con Adán, pero por cuanto pecaron, entró la muerte y por eso hemos nacido en la Tierra a través de papá y mamá como mortales, pero por medio del segundo Adán, que es Cristo, hemos nacido a la Vida eterna en el Reino eterno de Cristo nuestro Salvador; es una nueva raza que viene por medio del segundo Adán, a través del cual Dios está trayendo a Su Reino Sus hijos, Su descendencia y por esa causa es que somos llamados hijos de Dios; y si hijos, también herederos, y si hijos, también Reyes y Sacerdotes y Jueces, y si hijos, miembros de la realeza celestial.

Un hijo en un reino tiene el lugar más alto que pueda tener una persona; un hijo o una hija en un reino son o es una princesa o un príncipe, y por consiguiente es un candidato al trono. Así que, en este misterio de los hijos e hijas de Dios y de Jesucristo el Hijo de Dios muriendo y resucitando al tercer día, está la sabiduría y el conocimiento de Dios para los hijos e hijas de Dios, “para conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo en quien están escondido todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento,” nos dice el apóstol Pablo en Colosenses, capítulo 2, verso 2 al 3.

Así que, pertenecemos a Dios como hijos e hijas de Dios y por consiguiente pertenecemos al programa que Dios está llevando a cabo para el regreso de sus hijos, de su simiente a Su Reino, a la Vida eterna, para pronto tener un cuerpo eterno y glorificado como nuestro amado Señor Jesucristo.

Y la buena noticia es que Cristo ya resucitó al tercer día allá en Jerusalén; Cristo vive hoy, y continúa viviendo por toda la eternidad, porque Él resucitó al tercer día allá en Jerusalén. Tenemos un Cristo resucitado el cual está sentado a la diestra de Dios en el Cielo en el Trono de Dios y como Sumo Sacerdote intercede por todos nosotros cada día, y Su Espíritu está en medio de Su Iglesia, pues Él dijo: “He aquí yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” (San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20).

Cristo vive hoy, en Espíritu vive *acá*, en mi corazón. ¿Y en dónde más? En el de cada uno de ustedes también, yo lo recibí como mi salvador, y Él me salvó y me ha dado Vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguno que todavía no lo ha recibido como Salvador, puede hacerlo en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Los que están en otras naciones también pueden recibirlo como salvador en estos momentos y estaremos orando por ustedes.

Vamos a tener unos minutos en lo que vienen a los Pies de Cristo; los que todavía no lo han recibido como Salvador lo pueden hacer en estos momentos, los que están presentes y los que están también en otras naciones.

También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo para que Él es reciba en Su Reino. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Él también dijo: “Si no fuereis como un niño o como uno de estos niños, no entrareis al Reino de Dios o Reino de los Cielos.”

¿Y cómo podemos ser como un niño ya teniendo 10, 20 ó 30 ó 40 ó 50 ó 60 ó 70 ó 80 ó 90 años? Naciendo de nuevo. Vamos a pedirle a los que están en las cámaras y en las computadoras que nos indiquen cuando en los diferentes países ya hayan llegado todos los que han de recibir a Cristo como Salvador; de los diferentes países si nos pueden pasar imágenes: de México, de Venezuela, de Colombia.

¿*Aquí* tenemos de Brasil o Colombia? De Brasil, personas recibiendo a Cristo como Salvador, porque Dios tiene muchas almas, muchos hijos en todas las naciones, tiene muchos hijos e hijas aquí en Puerto Rico, también en el Brasil, también en Colombia, también en Venezuela, también en el Ecuador, también en el Perú, en Bolivia, en Chile, en Uruguay, en Paraguay, en Argentina, en El Salvador, en Guatemala, en Nicaragua, en Honduras, en Costa Rica, en Panamá, en el África, también en Norteamérica, en China, en Japón, en todos los países Dios tiene ovejas, Dios tiene hijos e hijas y los está llamando en este tiempo final.

Si oyes hoy Su voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte Vida eterna, pues Él dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Es Vida eterna lo que recibimos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador al escuchar la predicación de Su Evangelio, nacer la fe de Cristo en nuestra alma y dar testimonio público de nuestra fe en Cristo, recibiéndole como nuestro Salvador y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor, pues Cristo dijo:

“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*

*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* \[San Marcos 16:15-16\]

El que no cree pierde la Vida eterna a la cual tuvo oportunidad de recibir. Dios es justo y le da la oportunidad a todas las personas a medida que se predica el Evangelio de Cristo en todas las naciones. El que no quiera vivir eternamente no recibirá a Cristo como Salvador, y por consiguiente no vivirá eternamente, pues Cristo mismo dice:

“*A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.*

*Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”* (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33; y también San Marcos, capítulo 8, versos 26 al 28; y San Marcos, capítulo 8, versos 36 al 38). También San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28 nos habla de esto mismo cuando nos dice:

“*Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?*

*Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”*

Así que estamos aquí con y por un propósito divino, y luego tendremos la recompensa o de la Vida eterna para los creyentes, o de dejar de existir para siempre; todos queremos vivir eternamente. Esta vida terrenal es buena, pero se nos acaba y son pocos los que llegan a cien años, y si es tan buena y la encontramos tan buena, entonces buscamos la Vida eterna para que cuando se nos acabe la temporera tengamos la Vida eterna. Queremos vivir eternamente.

“Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí,” dice Jesucristo en San Juan, capítulo 14, verso 6, Él es la vida. No hay otra forma de recibir la Vida eterna, Él tiene la exclusividad de la Vida eterna, por eso a través de Él es que únicamente podemos obtener la Vida eterna.

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, estamos esperando que nos avisen de Venezuela, de México, estamos *aquí* en Colombia, tenemos aquí en la pantalla a Colombia, una de las ciudades de Colombia.

En todos los países, así como aquí, han estado escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, y ahora están viniendo a los Pies de Cristo para recibirlo como único y suficiente Salvador. Ya estamos listos.

Vamos ya a estar puestos pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Algunas veces hay personas tímidas, y les da timidez o vergüenza que los vean venir a los Pies de Cristo. Recuerden que Cristo es la persona más importante no solamente de la Tierra, sino del Cielo también, Él es el que está sentado a la diestra de Dios, y todo el poder le ha sido dado a Jesucristo, “todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra,” dijo Cristo en San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20. Por eso fue que les dio poder a Sus discípulos, a Sus apóstoles para predicar y también a orar por los enfermos.

Cuando Cristo por medio de Su Palabra nos habla al alma, al corazón, recuerden, no podemos rechazar Su llamado, es un llamado de Vida eterna porque nos ama y quiere que vivamos eternamente con Él en Su Reino.

“*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* \[San Juan 3:16\]. Es para Vida eterna que Él nos llama.

Vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Con nuestras manos levantadas al Cielo, nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión.

***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con todo mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; creo en Tu resurrección y creo en Tu ascensión al Cielo y creo que estás sentado a la diestra de Dios haciendo intercesión como Sumo Sacerdote ante el Padre. Reconozco que no hay otro Nombre bajo el Cielo en que podamos ser salvos, reconozco que en Tu Nombre es que podemos ser salvos.***

***Señor, quiero ser salvo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor. Me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo y doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.***

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.**

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” La pregunta es: “¿Cuándo me pueden bautizar?”

Por cuanto ustedes han creído en Cristo como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados en estos momentos. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.**

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua fue instituido por Cristo en Su Iglesia y aun el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista y los apóstoles también, y cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados.

Cristo dijo a Juan, cuando Cristo entró al Río Jordán, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí para que yo te bautice?” Jesús le dice: “Debemos cumplir toda justicia,” y entonces lo bautizó y entonces vino el Espíritu Santo sobre Jesús. Y si convenía cumplir toda justicia a Jesús y a Juan, también nos conviene cumplir toda justicia a nosotros.

El Día de Pentecostés o antes del Día de Pentecostés todos los que escuchaban a Jesús predicar y creían, luego eran bautizados por los apóstoles; y más adelante el Día de Pentecostés creyeron como tres mil personas y los apóstoles los bautizaron en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y así ha sido todo el tiempo cuando se predica el Evangelio de Cristo y las personas creen recibiendo a Cristo como Salvador, luego son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para que luego Cristo también los bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en las personas el nuevo nacimiento. La meta es nacer de nuevo, nacer a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Y ahora, conociendo que es un mandamiento del Señor y que el agua no quita los pecados sino la Sangre de Cristo, en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es la tipología, el simbolismo del bautismo en agua para así tener una buena conciencia delante de Dios.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados los que han venido a los Pies de Cristo aquí en esta ocasión, y los que están también en otras naciones que han venido a los Pies de Cristo, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo, el cual ya resucitó hace dos mil años y está en el Cielo, pero en Espíritu está *acá* en nuestros corazones.

Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo en cada nación al ministro correspondiente, y aquí dejo al ministro correspondiente, el reverendo José Benjamín Pérez para continuar.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“**CRISTO HA RESUCITADO.”**