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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El gozo de nuestra salvación | 2009-03-08 | 1 | Monterrey | Nuevo León | MX | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Felicitaciones a todas las mujeres en éste, El Día de la Mujer, que se celebra el día de hoy. Dios dijo cuando vio a Adán: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda idónea.” Y le dio una ayuda idónea, la cual fue Eva, la cual salió del mismo Adán.
Así que, la mujer es una bendición en el Programa Divino, han trabajado en la Obra de Dios todo el tiempo; y por medio de una joven vino, nació el Mesías Príncipe: Jesús, el Hijo de David. Por lo tanto, a través de las mujeres a las cuales Dios ha usado, ha traído Dios grandes bendiciones para Su pueblo.
En los días de Moisés hubo mujeres trabajando en el Programa de Dios, en los días de Josué también, en los días de Jesús también, en los días de los apóstoles también, en los días de cada mensajero que Dios ha enviado, también.
Vean, fue una mujer, María Magdalena, la primera que vio a Jesús resucitado, y fue a la primera persona que Jesús le dijo que le hiciera saber a Sus discípulos que Él había resucitado y que los vería allá en Galilea; y así por el estilo, podemos ver que la mujer ha sido en el Programa Divino muy importante.
Miren, en la reproducción del ser humano la mujer ha tenido una parte muy, pero que muy importante, y físicamente un poquito pesada por nueve meses, cuando lleva a su bebé ahí y después el resto del tiempo que le tiene que estar alimentando, cuidando, llevándolo a la escuela, y así por el estilo.
Por lo tanto, la mujer tiene una parte muy importante en el Programa de Dios.
Que Dios bendiga a la mujer, bendiga a todas las creyentes en Cristo, a todas las que sirven a Dios; y a las que no sirven, les ilumine para que le reciban como Salvador y puedan servir a Dios en el Programa de la Salvación.
Aprecio y agradezco mucho todo lo que están haciendo por el proyecto La Carpa-Catedral de Puerto Rico, y les puedo decir que hay muchas mujeres trabajando en ese proyecto en todos los países; y aquí también hay muchas que están trabajando en pro de ese proyecto, ¿quiénes son? ¿Ve? Aquí hay muchas mujeres que en ese proyecto de La Carpa-Catedral, también están trabajando, son importantes en la Obra de Dios.
Ya ustedes escucharon al misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, hablándoles acerca de La Gran Carpa-Catedral, ese gran proyecto que se está llevando a cabo en Puerto Rico. Por lo tanto, ya con lo que él les habló es suficiente, para ustedes comprender todo ese trabajo que se está llevando a cabo y las necesidades que hay para completar esa labor.
También agradezco y aprecio mucho todo lo que están haciendo en pro de AMISRAEL, pues están brazo a brazo también ustedes con AMISRAEL en todos sus trabajos.
Ya también escucharon el anuncio de las cosas que se estarán llevando a cabo con AMISRAEL, este mismo año en Monterrey, en Ciudad México y en Villahermosa, y no recuerdo en qué otra ciudad. Esos tres lugares principales, y eso será en el mes de abril, o sea, que eso está ahí cerquita, está muy cerca. Oren mucho por todas esas labores que se estarán llevando a cabo.
Un saludo para el doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita Machado, director ejecutivo y también la directora administrativa de AMISRAEL, que se encuentran allá en Venezuela en labores de AMISRAEL.
Para esta ocasión leemos en San Lucas, capítulo 1, versos 1 al10, donde nos dice:
“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.
Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL GOZO DE NUESTRA SALVACIÓN.”
La salvación produce gozo no solamente a la persona que la recibe, sino a los ángeles en el Cielo, a Dios, a Cristo y también a toda la Iglesia del Señor Jesucristo que se encuentra en la Tierra; y también a los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo que vivieron en otras etapas pasadas y que físicamente ya murieron, pero que desde el Paraíso donde se encuentran ellos miran hacia la Tierra, ellos miran hacia las actividades que se llevan a cabo, y se gozan grandemente cuando un pecador se arrepiente.
Y cuando son muchos se gozan más; porque cada uno produce gozo en el Cielo, a las huestes celestiales de ángeles y a los creyentes en Cristo que ya murieron, y también produce gozo a los creyentes en Cristo que están aquí en la Tierra, cuando ven que una persona se arrepiente y recibe a Cristo como único y suficiente Salvador.
Cristo representó, tipificó a esas personas que recibirían la Salvación y Vida eterna, en ovejas; y Cristo se representó como el buen Pastor que apacienta esas ovejas. Y el Salmo 23, se hace una realidad en Cristo y en todos los creyentes en Cristo, los cuales pueden decir: “El Señor es mi pastor.”
Y ahora, Cristo dice en San Juan, capítulo 10: “Yo soy el buen Pastor, y el buen pastor su vida da por las ovejas.”
Y ahora, Cristo siendo el buen Pastor, dice: “También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, que no son de las personas que estaban allá en el pueblo hebreo, no estaban entre los judíos), las cuales también debo traer, y oirán mi Voz (lo cual es el Evangelio de Cristo que es predicado); y habrá un rebaño y un pastor.”
El rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, el buen Pastor es Cristo, y las ovejas ¿quiénes son? Todos nosotros que hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo en San Mateo, capítulo 18, verso 11 en adelante:
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido (o sea, esas ovejas que el Padre le dio para que las buscara y las salvara).
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”
No es la voluntad de Dios, nuestro Padre celestial, que se pierda una de esas ovejas del Padre que le han sido dadas a Cristo para buscarlas y darles Vida eterna.
Por lo tanto, conscientes de que esas personas que obtendrán la Salvación y Vida eterna por medio de Cristo recibiéndolo como su Salvador, están representadas esas personas en ovejas. Veamos, esas personas no es la voluntad de Dios que se pierdan, sino que obtengan la Salvación y Vida eterna; y cuando escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma, reciben a Cristo como su Salvador y hay gozo en el Cielo, hay gozo en los ángeles, hay gozo en los santos de Dios que han partido de esta Tierra y están en el Paraíso, hay gozo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo que se encuentra en la Tierra todavía, y también hay gozo en Dios el Padre, y gozo en Cristo porque ha encontrado esa oveja que se había descarriado y ahora ya Él la ha encontrado. Vean:
“Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.”
Se regocija, y ese es Cristo, el cual se regocija al encontrar a cada una de esas ovejas; pues Él dijo: “Yo soy el buen Pastor.”
Ahora, en el Antiguo Testamento también nos habla del pueblo de Israel como ovejas, y el profeta Moisés dice a Dios que coloque una persona (porque ya Moisés tenía que morir)... coloque una persona frente al pueblo, para que el pueblo no sea como ovejas sin pastor. Eso está en Números, capítulo 27, verso 17.
Y ahora el salmista, siendo pastor de ovejas en su juventud, entendía acerca de estas cosas, el salmista David, el cual aunque llegó a la posición de ser el rey de Israel, no se olvidaba de su experiencia como pastor de ovejas y comparaba al pueblo con las ovejas que él había pastoreado, y él se colocaba como pastor, un rey pastor.
Y ahora, el mismo Cristo también en esa forma sencilla nos enseña el Programa Divino, de Salvación y Vida eterna. En dos ocasiones Él habla algo muy importante, una está en San Mateo, capítulo 10, verso 6, donde dice:
“Sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”
Comparando al pueblo con ovejas; y en el capítulo 15, verso 24, también dice Cristo:
“El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”
Dios representa al pueblo, a Su pueblo, en ovejas. También en el juicio de las naciones que aparece en San Mateo, capítulo 25, Él ahí representa a las naciones que van a ser salvas, las representa en ovejas. Y eso es muy importante que las naciones conozcan, porque las naciones y sus líderes, a través de sus líderes, algunas veces no saben qué tipo de nación es la que ellos están liderando, no saben qué tipo de nación es delante de Dios. Vean, capítulo 25, versos 31 en adelante, dice:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria.”
O sea, en el Trono de David al cual Él es heredero y del cual el Ángel o Arcángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36, le habló a la virgen María y le dijo que era bienaventurada, que iba a tener un niño, iba a concebir e iba a tener un niño y le llamaría: “Jesús,” que significa: “Salvador.” Sería llamado Hijo del Altísimo, o sea, Hijo de Dios, y Dios le daría el Trono de David su Padre, y reinará para siempre.
Y ahí encontramos que el Trono de David es el Trono terrenal de Dios, y el Reino de David es el Reino terrenal de Dios, el cual le fue dado al rey David y luego al rey Salomón; por eso cuando el rey Salomón se sentó en el trono, fue ungido y se sentó en el Trono, dice la Escritura que se sentó en el Trono de Dios, sobre Israel; se sentó en el Trono de Dios, del Reino de Dios, sobre Israel. Eso está en Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 4 al 6, y Primera de Crónicas, capítulo 29 (les voy a dar la cita exacta para que la tengan)... y Primera de Crónicas, capítulo 29, versos 22 al 25. Veamos aquí el verso 22 y 23, de este capítulo 29 de Primera de Crónicas, dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”
¿En qué Trono se sentó? En el Trono de Dios terrenal. Y también el mismo libro de Crónicas, Primera de Crónicas, capítulo 28, del verso 5 dice (dice el rey David):
“Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”
El Trono del Reino de Dios sobre Israel, es llamado el Trono de David; a ese Trono y a ese Reino es que Jesucristo es heredero.
Y ahora, siendo Cristo el buen Pastor, Él es heredero a ese rebaño al cual Él pastoreará en el Reino milenial; pero hay muchas naciones de entre los gentiles que van a entrar al Reino del Mesías; y miren aquí cómo Dios califica a las naciones, dice:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria (o sea, el Trono de David),
y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.”
Aquí tenemos a Cristo, el Mesías, como Pastor, separando, haciendo la separación de las ovejas de entre los cabritos, dice:
“...y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.”
Por lo tanto, aquí hay naciones representadas en cabritos y hay naciones representadas en ovejas, como también hay personas representadas en ovejas y hay personas representadas en cabritos; como es para naciones es también para individuos.
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.”
Y esas personas entraran al Reino del Mesías, al Reino de Cristo, en donde habrá justicia, paz y felicidad; porque el Mesías Príncipe, Cristo es el Príncipe de Paz. Está desde la fundación del mundo preparado ese Reino. Dice:
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”
Por eso es que Cristo dice que cualquiera que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeñitos, o sea, a uno de estos creyentes en Cristo, que son Sus hermanos más pequeños... recuerden que cuando fue la virgen María con los otros que le acompañaban, las otras personas que le acompañaban, y le dicen a Jesús: “Mira, tu madre y tus hermanos han venido a Ti y quieren verte.” Cristo pregunta: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Él dice: “Los que hacen la voluntad de Dios.”
Y por consiguiente esos son Sus hermanos más pequeños, Él es el Hijo de Dios, y todos los creyentes en Cristo son hijos e hijas de Dios; y por consiguiente Jesucristo es nuestro hermano mayor; por eso Él dijo: “Cualquiera que diere un vaso de agua fresca a uno de estos pequeñitos, o sea, a mis hermanos más pequeños, no perderá su recompensa.” A Cristo lo han hecho, haciéndolo a uno de estos pequeños. Pero cualquiera que persiga a uno de los creyentes en Cristo, también se encontrará persiguiendo a Cristo, así le es contado.
Vean a San Pablo, cuando era llamado Saulo, estaba persiguiendo la Iglesia del Señor Jesucristo y también daba su aprobación para que mataran a los creyentes en Cristo, y le apareció Cristo en una ocasión cuando Saulo iba hacia Damasco, iba camino a Damasco, por el camino a Damasco con cartas de los sacerdotes, autorizándolo a buscar a los creyentes en Cristo para llevarlos presos; y una Luz del Cielo más fuerte que la luz del sol aparece, Saulo cae del caballo, queda ciego, y la Luz y desde la Luz sale una Voz que le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.”
Saulo sabiendo que esa Luz era la Columna de Fuego que le había parecido a Moisés allá en el desierto, le dice: ¿Quién eres Señor?” Él sabía que era el Señor, el mismo que le había aparecido a Moisés y le había dicho ese Ángel de Dios: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Y ahora Saulo pregunta: “¿Quién eres?” Y le dice: “Yo soy Jesús a quien tú persigues.”
Y ahora, Saulo estaba persiguiendo a los creyentes en Cristo, y ahora Cristo le dice que Saulo lo estaba persiguiendo a Él: “Yo soy Jesús a quien tú persigues.” Es que Cristo está en el corazón de cada creyente en Él. El que persigue a un creyente en Cristo, está persiguiendo a Cristo.
Y ahora, el que hace un favor a un creyente en Cristo, lo está haciendo a Cristo. Dice:
“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
Y ahora aquí, vean en esta parábola lo que Cristo nos enseña con relación al juicio de las naciones.
Y ahora, estos, los hermanos más pequeños de Cristo, son los creyentes en Él.
Ahora, las naciones van a tener un tiempo en que van a ser juzgadas cuando el Hijo del Hombre se siente en el Trono de David; y entonces ahí Cristo, el Mesías es el que va a determinar qué naciones van a entrar a Su Reino y qué naciones van a dejar de existir. Hay naciones representadas en ovejas y hay naciones representadas en cabritos, como también hay personas representadas en ovejas y hay otras personas representadas en cabritos.
Ahora, cuando un pecador se arrepiente, recibiendo a Cristo como su Salvador hay gozo en el Cielo, ha entrado al redil del Señor una de las ovejas del Padre que se habían perdido. De esas personas Cristo dice:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna.” [San Juan 10:28].
Es Vida eterna lo que reciben las personas que escuchan la Voz de Cristo, la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, y dan testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.
Es Vida eterna escuchar el Evangelio de Cristo y recibirlo como Salvador, y así se identifican las personas como ovejas del Redil del Señor:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Y ahora, esas ovejas del Padre le han sido dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna porque se habían perdido; y cuando vienen a Cristo, eso causa gozo en el Cielo entre los ángeles; Dios el Padre también se goza, Jesucristo se goza, los santos que ya murieron y están en el Paraíso también se gozan, los creyentes en Cristo que están aquí en la Tierra también se gozan cuando ven que una persona recibe a Cristo como Salvador, y se goza la persona que recibió a Cristo, que recibe la Salvación y Vida eterna.
Por lo tanto, hay gozo en todos los creyentes en Cristo. La persona que lo recibe, los demás creyentes que ya lo habían recibido, los creyentes que ya murieron y están en el Paraíso, y Cristo, los ángeles y el Padre celestial; o sea, que hay gozo en el Cielo, en el Paraíso y en la Tierra, y en el corazón de cada creyente en Cristo que ya recibió a Cristo, y en el corazón del que lo acaba de recibir. Eso es el gozo de la Salvación, porque ha aprovechado la persona el tiempo aceptable delante del Señor.
Recuerden que para todo hay tiempo, Dios recibe a la persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y acepta a Cristo como su único y suficiente Salvador; pero eso es en un tiempo determinado por Dios, llamado la Dispensación de la Gracia, es un tiempo en que se abre la oportunidad de salvación y Vida eterna para todos los seres humanos, luego que Cristo ha muerto en la Cruz del Calvario y ha efectuado el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano, porque sin Sangre no hay expiación, sin Sangre no hay forma en que el ser humano pueda ser libre de sus pecados.
En el Antiguo Testamento se efectuaban sacrificios de animalitos que solamente cubrían el pecado de las personas, pero no lo podían quitar porque los animales no tienen alma, y por consiguiente no puede venir la vida del animal a la persona, no puede venir el espíritu del animal a la persona.
Pero Cristo al morir, Él luego prometió que enviaría Su Espíritu Santo, y también lo había dicho mientras estaba con Sus discípulos antes de Su muerte.
Y ahora, el Espíritu de Cristo viniendo a la persona, que es la vida de la Sangre, sella a la persona en el Reino de Dios con Vida eterna y queda sellado para el día de la Redención, o sea, para el día en que va la persona a obtener la redención del cuerpo físico, que será la transformación del cuerpo para los vivos en Cristo, y la resurrección en cuerpos eternos para todos los que ya murieron, pero que son creyentes en Cristo, los cuales se encuentran en el Paraíso.
Sin Cristo no hay esperanza de Vida eterna, sin Cristo no hay forma en que el ser humano pueda llegar a Dios; desde la muerte de Cristo en adelante ya Dios no acepta sacrificios de animalitos, porque hay un sacrificio perfecto efectuado en la Cruz del Calvario, que es el sacrificio de Cristo por nuestros pecados.
Y ahora, las Palabras de Cristo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” No hay otra forma en que el ser humano pueda llegar a Dios, no hay otra forma en que el ser humano pueda orar a Dios y Dios escuchar sus oraciones, solamente por medio de Cristo nuestro Salvador. Él dice: “Todo lo que pidieres al Padre en mi Nombre, yo lo haré.” Por lo tanto, cuando oramos a Dios en el Nombre del Señor Jesucristo, sabemos que Dios escucha nuestra oración, porque es la forma establecida por Cristo para llegar a Dios.
Él es el camino que nos lleva a la Vida eterna, Él es el camino que nos lleva a Dios. Él es la única verdad, Él es la vida, la Vida eterna. Dios nos ha dado vida, Vida eterna. ¿Y ésta vida dónde está? En Cristo. El que tiene a Cristo porque lo ha recibido como Salvador, tiene la Vida eterna, ya su alma tiene Vida eterna; y algún día va tener un cuerpo físico glorificado con Vida eterna, el cual no se pondrá viejo, será joven para toda la eternidad.
Y en ese cuerpo y con ese cuerpo estará todo lo que la persona necesita, será un cuerpo interdimensional, como el de Jesucristo, que estando las puertas cerradas, cuando resucitó entraba donde estaban los discípulos, y pensaban ellos que era un espíritu, pero comía con ellos, decía: “El Espíritu no tiene carne y huesos como yo tengo y como ustedes pueden ver.” El cuerpo glorificado es interdimensional, por eso podía pasar a donde ellos estaban reunidos sin que le abrieran las puertas, Él pasaba a través de las paredes sin necesidad de pasar por una puerta.
Así es el cuerpo interdimensional, el cuerpo glorificado; y también cuando tuvo que subir al Cielo, subió delante de ellos y una nube le cubrió y desapareció.
Esa es la clase de cuerpo que van a tener todos los que van a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo o en el Cielo; porque no hay aviones ni cohetes que nos puedan llevar a la casa de Dios, al Cielo, no hay cohetes ni aviones interdimensionales.
Pero sí hay cuerpos interdimensionales, los ángeles tienen ese tipo de cuerpo, pero no el cuerpo glorificado, que es un cuerpo que corresponde a Cristo y a los creyentes en Cristo, los cuales tienen la promesa de que recibirán un cuerpo glorificado.
Y ahora, yo estoy esperando ese cuerpo glorificado, estoy esperando esa transformación, porque el cuerpo que tengo cada día se pone más viejo, pero puedo decir: “Cada año que me pasa, estoy un año más cerca del nuevo cuerpo.” Estamos acercándonos al cuerpo glorificado. Esas son bendiciones que Dios por medio de Cristo tiene para Sus ovejas, para los que lo reciben como único y suficiente Salvador.
Y cuando obtengamos el cuerpo nuevo y glorificado, va a haber gozo también en el Cielo, va a haber gozo en Dios, el Padre celestial, va a haber gozo en Jesucristo, va a haber gozo en todos los santos que van a resucitar en cuerpos glorificados, y en los que estarán vivos y sean transformados, también va a haber gozo; o sea, que el gozo va a ser muy grande.
Y después gozosos nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, para la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo, llamada: “La Cena de las Bodas del Cordero,” a la cual hemos sido invitados. Apocalipsis 19, nos dice que son bienaventurados los que son convidados, invitados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Yo fui convidado, invitado, escuché la invitación, la predicación del Evangelio de Cristo, que nos da la invitación al recibir a Cristo como Salvador. En esa invitación está la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, ya yo acepté la invitación, la recibí; y ahora me estoy preparando para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, y lo que me falta es el cuerpo eterno y glorificado, ser transformado. ¿Y a quién más le falta eso? A cada uno de ustedes también, ser transformados, y entonces ya estaremos listos para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Y entonces el gozo va a ser mayor allá en el Cielo, va a ser una fiesta muy grande, la cual nunca antes se ha llevado a cabo en el Cielo, la fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero.
Y después de esa fiesta que durará tres años y medio nada más, regresaremos a la Tierra, para el establecimiento del glorioso Reino del Mesías.
Así que, desde que la persona recibe a Cristo como su Salvador, comienza el gozo para la persona, en el Cielo por esa persona recibir a Cristo, en medio de la Iglesia, y continúa el gozo en el corazón de la persona, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en Cristo, en los ángeles que están en el Cielo y en Dios el Padre; o sea, que es motivo de gozo recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, eso es el gozo de la Salvación para el creyente.
Ahora, les dije que hay un tiempo en específico para recibir a Cristo como Salvador. El apóstol Pablo, hablando de ese tiempo en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice:
“Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”
Ese es el día de la Dispensación de la Gracia, que ya lleva dos mil años desde la muerte de Cristo y desde el Día de Pentecostés hacia acá; y todavía estamos en el día aceptable delante del Señor.
Estamos todavía en el día de Salvación: la Dispensación de la Gracia, la dispensación de Salvación para todo aquel que escucha la Predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, y da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, porque con la boca se confiesa para salvación.
Yo escuché la Predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma y dí testimonio público de mi fe en Cristo, recibiéndole como mi único y suficiente Salvador; y trajo gozo a mi alma, trajo salvación y Vida eterna, y para los que estaban presentes también y para todo el pueblo de Dios que está presente aquí, y para los que están en el Cielo, los creyentes que están Cielo, para los ángeles, para Jesucristo y para Dios el Padre.
Y cuando usted recibió a Cristo también produjo ese gozo en el Cielo, en los santos que están en el Paraíso, en los ángeles, en Jesucristo, en Dios el Padre y también en los creyentes en Cristo que estaban en ese momento y para los creyentes en Cristo que están con usted en este tiempo.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, usted todavía no ha causado gozo en el Cielo ni en la Tierra, del cual habla Cristo aquí. Para causar gozo en el Cielo una persona comienza recibiendo a Cristo como Salvador, eso trae regocijo, gozo en el Cielo para Dios el Padre, para los ángeles, para Jesucristo y para todos los creyentes que ya murieron y están en el Paraíso y para los creyentes que están en la Tierra.
Por lo tanto, si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, todavía estamos en el día aceptable delante de Dios, donde Dios acepta toda persona que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador, para lo cual habrá unos minutos para que puedan venir a los Pies de Cristo en estos momentos, para recibirlo como único y suficiente Salvador. Pueden pasar acá al frente, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado.
Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, lo más importante para los ángeles es la Vida eterna, lo más importante es la Vida eterna; y Dios quiere que vivamos todos eternamente, para eso envió a Jesucristo a la Tierra: para que muriera en la Cruz del Calvario por todos nosotros, para que nosotros podamos obtener la Vida eterna.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna.”
Es Vida eterna lo que recibe la persona que cree en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Por lo tanto, creer en Cristo es el privilegio más grande que tiene una persona. “Para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna.”
Creer en Cristo, recibirlo como nuestro Salvador, significa entonces Vida eterna para nosotros: “Mis ovejas...” Aquí el pasaje que les leí es el capítulo 3, verso 16 de San Juan; y en San Juan, capítulo 10, verso 9, dice:
“Yo soy la puerta (o sea, la puerta de las ovejas); el que por mí entrare, será salvo.”
¿Ven? La salvación es por medio de Cristo, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Para eso es que se predica el Evangelio de Cristo en todas las naciones; por eso Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Tan simple como eso: o es salvo o es condenado, es condenado si no cree en Cristo, es salvo si cree en Cristo.
Es un privilegio grande creer en Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, eso identifica a la persona como una oveja del Señor: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.”
¿Ven? Es Vida eterna lo que Cristo le da a toda persona que escucha Su Voz, Su Evangelio, y lo recibe como único y suficiente Salvador. No hay otra persona que nos pueda dar la Vida eterna, solamente hay uno, y Su Nombre es Señor Jesucristo. Él es nuestro Salvador. Bien lo dice Su Nombre: “Jesús,” que significa: “Salvador.”
En el Cielo en estos momentos, hay gozo, porque ustedes están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, y en medio de la Iglesia también hay gozo, y en el corazón de ustedes, en el alma de ustedes también hay gozo porque están recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos, y también los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mi, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
Cristo tiene mucho pueblo en esta ciudad, en esta nación: República Mexicana, y en todas las naciones, todos los países latinoamericanos están llenos de ovejas del Señor, de hijos e hijas de Dios.
Y también las demás naciones, todo el Caribe, también en Norteamérica hay ovejas del Señor, también en el África, en Japón, en China, en el Medio Oriente, en todos los países hay ovejas del Señor, y las está llamando. Por eso dice: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” Él te está llamando para darte Vida eterna.
Todos queremos vivir eternamente, todos queremos vivir en el Reino de Cristo, el Reino del Mesías. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a preguntar a los que están en las cámaras y en las computadoras, si ya están listos en todas las demás naciones, nos pueden pasar... Aquí tenemos a Bogotá, si pueden pasar algún otro... otra toma de algún otro país, y aun de algún lugar de acá de la República Mexicana también que esté conectado. En diferentes naciones están en estos momentos escuchando la Palabra y recibiendo a Cristo como Salvador, y aunque la hora es tardía, en diferentes países también están recibiendo a Cristo como Salvador.
En algunos países una cantidad, en otros países más, todo depende las ovejas que estén presentes, y las que todavía no hayan recibido a Cristo, las cuales son llamadas y reciben a Cristo como Salvador.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, con todo mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Sacrificio, Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor.
Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero vivir eternamente, quiero entrar a Tu Reino, Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Hay gozo en el Cielo entre los ángeles, Dios el Padre está gozoso, Jesucristo está gozoso, los santos creyentes que están en el Paraíso están gozosos, están felices, la Iglesia aquí está gozosa, feliz, y cada uno de ustedes también, y yo estoy también muy gozoso en ver que ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Y ahora, yo estoy viendo personas que han recibido la salvación porque han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Ahora, ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuando ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento del Señor Jesucristo, el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista, y los discípulos del Señor Jesucristo también fueron bautizados por Juan el Bautista, y todos los que escuchaban a Cristo predicar eran bautizados, los que creían eran bautizados también por los discípulos. Y cuando Pedro predicó el Día de Pentecostés, creyó una cantidad de personas grande, y como tres mil personas que creyeron, fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor.
Y ahora, ustedes me dirán: “Yo también quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor.” Así ha sido todo el tiempo, los apóstoles bautizaron a todos los que recibieron a Cristo como Salvador, así era en medio de la Iglesia primitiva, así ha estado ocurriendo todo el tiempo en medio del Cristianismo, y así sigue ocurriendo en este tiempo en el cual estamos viviendo.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El agua no quita los pecados, es la Sangre de Jesucristo la que nos limpia de todo pecado.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultada. Y cuando es levantada de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso.
Comprendiendo el significado del bautismo en agua, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos. Dejo al reverendo Epifanio López con ustedes, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales.
Hay ropas bautismales, hay vestidores de ropa donde colocarse las ropas bautismales, y también hay personas que les ayudarán y también hay bautisterios; por lo tanto, bien pueden ser bautizados ustedes que han recibido a Cristo y están aquí presentes, y también los que están en otras naciones y han recibido a Cristo como Salvador.
Dejo también en las diferentes naciones al ministro correspondiente. Continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“EL GOZO DE NUESTRA SALVACIÓN.”