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El mensaje de nuevo año 2009-01-04 1 Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y también los que están a través del satélite Amazonas en diferentes naciones, y también los que están a través de internet en diferentes paí­ses; y también a todos los ministros que están en diferentes naciones, y los que están también aquí­ presentes. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.

Hemos estado viendo el documental o palabras del misionero, doctor Miguel Bermúdez Marí­n, que nos hablaba de todo este Programa de la Carpa-Catedral, y hemos visto que está dentro de las Escrituras y que para el tiempo final, el Cristianismo llegará a tener en su medio una Carpa-Catedral gigante que será de bendición para todo el Cristianismo y para todas las naciones, para todos los seres humanos.

Así­ que yo también aprecio y agradezco mucho el respaldo que le han estado dando a Puerto Rico en este gran proyecto de la gran Carpa-Catedral. Le agradezco a todos los ministros, a sus congregaciones, y a cada persona como individuo, que se han puesto brazo a brazo con este proyecto; y que para estos dí­as y este nuevo año, el misionero Miguel Bermúdez Marí­n dice que se necesita que se realice un milagro grande para cumplir los compromismos que hay con relación a la construcción de esta gran Carpa-Catedral y los terrenos.

Por lo tanto, estaremos haciendo un esfuerzo mayor en este año, desde este mes que ya comenzamos y desde esta misma semana, para que sobreabunde para la construcción de esta Carpa-Catedral y también sus terrenos que se están pagando.

Por lo tanto, yo le pido a Dios que les bendiga a todos ustedes y que les prospere espiritualmente y materialmente, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final, y les use en este gran proyecto de la Gran Carpa-Catedral. Y que grandes bendiciones Dios les dé a todos ustedes también en ese lugar. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora, en estos momentos leemos un pasaje que se encuentra en el libro de Leví­tico, capí­tulo 25, versos 1 en adelante, dice:

"Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí­, diciendo:

Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová.

Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos.

Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña.

Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra.

Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo;

y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer.

Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los dí­as de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.

Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez dí­as del mes; el dí­a de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.

Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.

El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,

porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.

En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión."

"EL MENSAJE DE AÑO NUEVO."

A través de esta Escritura encontramos que Dios le estableció al pueblo hebreo descanso (no solamente para el ser humano), el cual para el ser humano era el dí­a séptimo.

Ahora, así­ como el ser humano tiene derecho al dí­a de reposo, al dí­a de descanso, que es el séptimo dí­a de la semana, Dios estableció derechos para la Tierra, para la Tierra tener también cada siete años el año séptimo como reposo, descanso para la Tierra; o sea, que los mismos derechos que Dios le dio al ser humano también se los ha dado a la Tierra, porque es un planeta viviente, el cual tiene vida, y por consiguiente nosotros somos parte de la vida del planeta Tierra, porque del polvo de la Tierra hemos sido tomados, o sea, nuestros cuerpos han sido tomados del polvo de la Tierra. Así­ fue con Adán, y luego de Adán Dios sacó a Eva, y Adán vino del polvo de la Tierra, y por consiguiente todos los seres humanos han venido del polvo de la Tierra, representados en Adán.

Y ahora, Dios colocó el polvo de la Tierra en forma de carne, hueso y sangre, lo cual es el ser humano; también así­ son los animales; pero también ha colocado árboles y así­ por el estilo.

Y ahora, encontramos que el séptimo año es de descanso para la Tierra, o sea, un año sabático, porque el sábado es el dí­a de descanso y también el séptimo año es año de descanso para la Tierra.

Y ahora, se cuentan siete semanas de años, que son cuarenta y nueve años, y luego viene un año nuevo y diferente a los demás, en donde sigue reposando la Tierra, en donde sigue descansando la Tierra, pero ya es un año representado en el domingo, porque ese año cincuenta viene después del último año sabático, del año cuarenta y nueve; después de ese año viene el año cincuenta; y vean, viene también después de siete años sabáticos, viene el octavo año, que también es de descanso para la Tierra, pero que no es un séptimo año, sino que es un octavo año, contando los siete años sabáticos que han transcurrido en un lapso de tiempo de cuarenta y nueve años.

Y ahora, en estos años sabáticos que Dios le dio al pueblo hebreo para guardar como descanso para la Tierra, están tipificadas las diferentes etapas de la Iglesia hebrea bajo la Ley; y también de la Iglesia cristiana bajo la Dispensación de la Gracia.

¿Y el año cincuenta dónde lo encontramos en medio de la Iglesia del Antiguo Testamento siendo cumplido? O sea, cumpliéndose como una etapa del Programa Divino, así­ como los siete sábados o siete años sabáticos que transcurren en cuarenta y nueve años, representaron siete etapas de la Iglesia hebrea bajo la Ley, o sea, de los judí­os o los hebreos bajo la Dispensación de la Ley.

Cuando apareció Jesús en la Tierra en Su ministerio terrenal, encontramos que allí­ estaba haciéndose realidad el año cincuenta para la Iglesia hebrea bajo la Ley; pues vean, aquí­ nos dice que en este año se tocará fuertemente la Trompeta y esto será en el tiempo del mes séptimo, a los diez dí­as del mes, el mismo dí­a de la expiación que se llevaba a cabo cada año en medio del pueblo hebreo.

Por lo tanto, está ligado el año del jubileo y la trompeta del año del jubileo, está ligado al Sacrificio de Expiación por el pecado del pueblo hebreo, lo cual viene a ser tipo y figura del sacrificio del Mesí­as que serí­a llevado a cabo en el año del jubileo actualizado en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, durante los otros años se llevaba a cabo la expiación el dí­a diez del mes séptimo de cada año; y luego él en el año del jubileo se juntaba con la trompeta del año del jubileo y la liberación de los esclavos que estaban allí­ para volver cada uno a su herencia, o sea, que le era restaurada la herencia a cada persona que la habí­a perdido, lo cual es tipo y figura de la restauración de la herencia de los hijos de Dios, la herencia que perdieron cuando Adán y Eva pecaron en el Huerto del Edén; allí­ perdieron la Vida eterna, que es una herencia de los hijos e hijas de Dios, y perdieron también por consiguiente la herencia del planeta Tierra y todas las demás bendiciones que Dios ha dado como herencia a Sus hijos.

Y ahora, vean, perdieron también el Reino de Dios y el derecho a vivir en el Reino de Dios.

Y ahora, en el año del jubileo, vean ustedes, dice:

"Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez dí­as del mes; el dí­a de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.

Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo (y si es de jubileo es para regocijarse, para alegrarse), y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia."

Y ahora, para el Nuevo Testamento volverán a la familia, que es la Familia de Dios como hijos e hijas de Dios.

Ahora vean, este año de jubileo o del jubileo, se repite dos veces en la primera Venida del Señor y en la segunda Venida del Señor.

Ahora, así­ como la Iglesia hebrea bajo la Ley tuvo siete edades y después vino el año del jubileo, que es la Edad de la Piedra Angular, también el Cristianismo tiene siete etapas o edades entre los gentiles, y luego viene la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad que corresponde al año del jubileo.

Y ahora, veamos, leí­mos que en ese año se proclama libertad en toda la Tierra, y cada uno regresa a su familia y a su herencia, o sea, a su tierra. En San Lucas y en Isaí­as, capí­tulo 61, y también San Lucas, capí­tulo 4, verso 14 en adelante... en Isaí­as, capí­tulo 61, dice:

"El Espí­ritu de Jehová el Señor está sobre mí­, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el dí­a de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados."

Y ahora, continuando dice:

"A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegrí­a en lugar del espí­ritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantí­o de Jehová, para gloria suya.

Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones."

Y ahora, veamos cómo en los dí­as de Jesús se estaba cumpliendo esa Escritura. Capí­tulo 4 de San Lucas, verso 14 en adelante, dice:

"Y Jesús volvió en el poder del Espí­ritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.

Vino a Nazaret, donde se habí­a criado; y en el dí­a de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.

Y se le dio el libro del profeta Isaí­as; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espí­ritu del Señor está sobre mí­,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor (y el año agradable del Señor es el año del jubileo.).

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros."

Aquí­ podemos ver cómo Jesús leyendo esa Escritura cuando llega al verso 19, donde dice: "A predicar el año agradable del Señor," se detiene. En Isaí­as, si él continuaba el pasaje de este verso 2, luego de decir: "El año de la buena voluntad de Jehová..." luego dice: "y el dí­a..." y vean la separación de tiempo que hay y que hace esa "y:"

"...y el dí­a de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados..."

Y ahora, Jesús no lee: "Y el dí­a de venganza del Dios nuestro," porque la predicación del dí­a del venganza del Dios nuestro no era para Su primera Venida, para Su primera Venida era la predicación del año agradable del Señor; y por consiguiente Él no podí­a leer lo del dí­a de venganza del Dios nuestro, porque eso es para este tiempo final, cuando vuelve el ciclo del dí­a o el año cincuenta o año del jubileo, lo cual corresponde a la Edad de la Piedra Angular, que es el ciclo número ocho, luego de los siete ciclos o siete edades de la Iglesia en y del Nuevo Testamento o nuevo Pacto; o sea, los siete ciclos del Cristianismo entre los gentiles.

Y ahora, luego de eso que fue representado en esos siete años sabáticos que ocurrí­an durante el lapso de tiempo de cuarenta y nueve años, cada año séptimo era el año sabático de descanso para la tierra; y ahora, cada etapa de la Iglesia es de descanso espiritual para el alma los seres humanos y de bendición para el planeta Tierra; pero ahora viene el año cincuenta, el año del jubileo, el año octavo. Si contamos los siete años sabáticos, luego viene el año octavo que corresponde al domingo espiritual. Y eso es muy significativo porque ese es un año nuevo para el Cristianismo, como lo fue para el Judaí­smo, es el ciclo divino mesiánico para la Venida del Mesí­as dos mil años atrás y para la Venida del Mesí­as en este tiempo final.

Por lo tanto, para este tiempo final es que se estará predicando el dí­a de venganza del Dios nuestro, en donde se estará abriendo el misterio de los juicios divinos que han de caer sobre la Tierra como fue en los dí­as de Noé y como fue en los dí­as de Lot.

Y ahora, luego que las siete etapas o edades de la Iglesia cristiana bajo la Dispensación de la Ley, bajo esta etapa de la Gracia, cuando llegan a su final, esos siete ciclos, luego entra ese ciclo octavo, que también es el año del jubileo, o sea, el año cincuenta allá, tipificando este ciclo divino que en este tiempo final estará siendo manifestado en medio del Cristianismo y que corresponde a la Edad de la Piedra Angular, luego de las siete etapas o ciclos o edades de la Iglesia cristiana bajo el nuevo Pacto.

Y ahora, este ciclo del año del jubileo actualizado en la Iglesia en la etapa de la edad de la Piedra Angular, es el año o ciclo divino del Lugar Santí­simo del Templo de Dios, del Templo de Cristo, así­ como fue allá también el año o ciclo divino del Programa para la Venida del Mesí­as y por lo tanto correspondí­a al Lugar Santí­simo del Templo; y por eso el mensajero de ese ciclo divino, de ese año del jubileo, de esa Edad de la Piedra Angular, de la cual Él es la Piedra Angular, el mismo Cristo, el mismo mensajero de esa Edad es la Piedra Angular, encontramos que Él luego de llevar a cabo Su labor, Su Obra: morir y resucitar, luego ascendió al Cielo y entró al Lugar Santí­simo; pues Su Edad, la Edad de la Piedra Angular es la edad del Lugar Santí­simo y está conectada con el Lugar Santí­simo del Templo celestial; y por eso cuando subió al Cielo fue al Lugar Santí­simo del Templo celestial.

Y ahora, hemos visto cómo algo que está en el Antiguo Testamento y que tuvo Su parte histórica y luego tuvo la parte simbólica en donde se recordaba, se conmemoraba aquel evento histórico, ahora luego también tení­a un elemento profético, lo cual se cumplirí­a más adelante.

Es como la Pascua, la Pascua tiene el trasfondo histórico cuando cada cabeza de familia, el padre de familia allá en Egipto, los hijos de Israel, el pueblo hebreo, cada padre de familia tomó un cordero de un año el dí­a diez y lo separó, y el dí­a catorce lo sacrificó para así­ llevar a cabo el sacrificio del cordero y colocar su sangre sobre el dintel y los postes de cada hogar; cada padre de familia vino a ser un sacerdote efectuando esa labor sacerdotal.

Y ahora, cada familia estaba segura de que su hijo primogénito no morirí­a, su hijo primogénito estaba protegido. Cuando Dios visitara a Egipto para traer la muerte de los primogénitos de las personas y de los animales, los primogénitos hebreos estaban seguros, ellos tení­an la revelación divina de cómo escapar de ese juicio divino, y tení­an también el cordero en sus hogares y lo estaban comiendo asado.

Ese cordero pascual, vean ustedes, es tipo del Mesí­as. Cuando Jesús ya habí­a llegado a Su final de Su ministerio en la última cena o Pascua, también Él luego que comió, tomó el pan, lo partió y dio a Sus discí­pulos diciéndoles: "Comed de esto todos (o sea, del pan), este es mi cuerpo." Y luego tomó la copa... eso está en San Mateo, capí­tulo 26, versos 26 al 29 (y San Lucas, capí­tulo 22):

"Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada."

Y ahora, Cristo aquí­ habla del nuevo Pacto y la forma en que el nuevo Pacto será establecido, y muestra cuál será la Sangre del nuevo Pacto, la cual es derramada por todas las personas que entrarí­an al nuevo Pacto y serí­an lavadas con la Sangre del nuevo Pacto, lavadas de todo pecado.

Y ahora, encontramos que cuando Juan vio a Jesús dijo: "He aquí­ el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo." Vamos a darles la cita exacta para que la tengan. Eso está en San Juan, capí­tulo 1, verso 29 en adelante.

Vamos a verificar, a ver aquí­ la cita para que la tengan correcta. Está correcta la cita, San Juan, capí­tulo 1, versos 29 en adelante. Y ahora, San Pablo en Primera de Corintios, capí­tulo 5, verso 7, dice:

"Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa , sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros."

Y ahora, aquí­ muestra nuevamente que Jesucristo es el Cordero pascual que murió en la Cruz del Calvario.

Y ahora, ese dí­a de la Pascua es un dí­a muy especial, porque Dios le dijo a Moisés y Moisés lo dijo al pueblo hebreo, que ese dí­a y ese mes... vean, vamos a ver cómo lo dice para que lo tengan claro en sus mentes. Dice que ese dí­a será comienzo de los años, del año. Capí­tulo 12, verso 1 en adelante, dice:

"Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo:

Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año."

O sea, que el primer mes del año para Dios, el primer mes (dirí­amos, religioso) es el mes de Abid o Nisán en el cual se sacrificó el cordero pascual. Y en ese mismo mes y en el mismo dí­a, la ví­spera de la Pascua, Cristo estaba celebrando con Sus discí­pulos la Pascua; y luego de eso que mostró que Su Sangre es la Sangre del nuevo Pacto, luego más adelante fue tomado preso después de orar, y luego de eso lo juzgaron y por la mañana lo cruficaron; o sea, todo eso en la ví­spera de la Pascua.

Recuerden que los dí­as comienzan en la tarde, por lo tanto, entre la tarde de ese dí­a, la tarde que comenzaba ese dí­a, y la tarde que terminaba ese dí­a (al otro dí­a), Él tomó la Pascua, celebró la Pascua con Sus discí­pulos, luego fue tomado preso, luego de orar en el Monte de los Olivos, luego fue juzgado, condenado y crucificado en la mañana. Todo eso ocurrió en la ví­spera de la Pascua, y luego para cuando llegó la Pascua ya lo habí­an bajado de la Cruz y lo habí­an colocado en un sepulcro nuevo, lo cual José de Arimatea con Gamaliel, se encargaron de esa labor.

Recuerden que Gamaliel, Nicodemo y José de Arimatea eran simpatizantes de Jesús, y sabí­an que Jesús habí­a venido de parte de Dios como maestro.

Y ahora, podemos ver que aquello era también un nuevo año para liberación de todos los hijos e hijas de Dios, ser libertados del reino de las tinieblas, como fue libertado Israel del reino del faraón; el faraón representa al maligno y el reino del faraón representa el reino del maligno, el reino de las tinieblas, reino que cautivó a todos los hijos de Dios cuando hizo que Adán y Eva pecaran, allí­ los cautivó y los hizo esclavos en el reino de las tinieblas.

Y ahora, Cristo es el libertador, un hombre como Moisés ungido con el espí­ritu de Dios que vino a libertar del reino de las tinieblas a todos los hijos e hijas de Dios, a todas esas almas de Dios.

Y ahora, tenemos aquí­ dos años importantes, dos ciclos importantes; en la Pascua encontramos que comenzaba allí­ un ciclo divino, ese era el mes de un nuevo año para el pueblo hebreo, y así­ es también un nuevo año del ciclo divino para los hijos e hijas de Dios. Cuando reciben a Cristo como único y suficiente Salvador, Él es nuestra Pascua.

Y ahora, podemos ver que nuestra Pascua con Su Sangre nos asegura que la muerte no nos tocará, que viviremos eternamente. Es para la preservación de nuestra vida que Cristo murió en la Cruz del Calvario y Su Sangre ha sido aplicada sobre nuestro corazón; y luego lo del año del jubileo también es un año nuevo.

Y ahora, estamos comenzando un año nuevo 2009 en el cual esperamos grandes bendiciones, y en el cual esperamos las bendiciones que corresponden al año del jubileo, que está prometido que se repetirá, en el cual lo que Jesús no leyó porque no era para su tiempo, sea cumplido en nuestro tiempo, se haga una realidad.

Así­ que, ese ciclo divino corresponde, así­ como fue allá que se cumplió en la edad de la Piedra Angular en el cual Cristo era nada menos que el mensajero de la Edad de la Piedra Angular, y por consiguiente en Él, en Jesús, estaba el Ángel del Pacto hecho carne, y estaba Dios en Él, el Padre. Para que lo entiendan mejor, el Padre, Dios con Su cuerpo angelical, está dentro de Jesús obrando; como obró a través del profeta Moisés ahora está obrando a través de Jesús, el profeta de Nazaret, el cual estaba ungido con el Espí­ritu de Dios.

Y Mesí­as lo que significa es ungido, el ungido con el espí­ritu de Dios para el año del jubileo de aquel tiempo, el año del jubileo luego de las siete etapas de la Iglesia hebrea bajo la Ley. Recuerden que la Edad de la Piedra Angular corresponde al año del jubileo, al año cincuenta; y por consiguiente corresponde también al Lugar Santí­simo del Templo de Dios.

Y ahora, encontramos que en el mensajero de la Edad de la Piedra Angular dos mil años atrás: Jesús, estaba el Nombre de Dios. Por eso Jesús en el capí­tulo 5, verso 43 de San Juan dice a todos los allí­ presentes en esa ocasión, dice a ellos. Vamos a leerlo para que lo tengan claro, Él dice a todas esas personas que allí­ están:

"Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibí­s; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis." [San Juan 5:43].

Y ahora, Jesús siendo el mensajero para la Edad de la Piedra Angular de aquel tiempo y por consiguiente del Lugar Santí­simo del Templo de Dios, y siendo también como persona el Templo de Dios, y en el Templo de Dios es donde Dios coloca Su Nombre, y en la ciudad de Dios, que es Jerusalén, también como ciudad es el lugar donde Él coloca Su Nombre en esa ciudad.

Y ahora, en Jesús, por cuanto era el mensajero para la Edad de la Piedra Angular de Su tiempo, para la Edad del Lugar Santí­simo de Su tiempo, estaba el Nombre de Dios, el mismo Nombre que le fue revelado a Moisés en el capí­tulo 3, versos 13 al 16, y que Moisés se lo colocó a su sirviente o a su ayudante Josué, el cual primero se llamaba, ¿cómo? Oseas, hijo de Nun.

Y ahora, se llama, por palabra que Moisés habló, ahora se llama Josué. Ese es el nombre que le fue revelado a Moisés cuando preguntó a Dios cuál era Su Nombre. Pero no vamos a explicar mucho. "Redentor," "Salvador," ese Nombre tiene ese significado.

Y ahora, el Nombre de Jesús es también Josué. Yeshua en el mismo Nombre que tení­a Josué, hijo de Nun. En hebreo no se dice Jesús, pero ya al ser traducido a la Iglesia al español, ya se dice Jesús, o sea, ya lo traducen como Jesús. Pero también se puede usar sin la traducción. No hay ningún problema.

Y ahora, encontramos en Apocalipsis, capí­tulo 3, verso 12; y el capí­tulo 2, verso 17; una promesa muy grande de parte de Dios; y también en Isaí­as, capí­tulo 52, vamos a leerlo aquí­ rapidito. Todo esto corresponde a un nuevo año, todo esto corresponde al año del jubileo, al año cincuenta, que es la etapa de la Edad de la Piedra Angular del pasado y del presente. Capí­tulo 52, verso 6 en adelante, dice:

"Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel dí­a (aquí­ la promesa es que Su pueblo va a conocer Su Nombre); porque yo mismo que hablo, he aquí­ estaré presente."

¿Y cómo va a hacer conocer Su Nombre? Porque si va a estar presente, lo va a tener en el velo de carne donde Él esté presente. Y cuando apareció Jesús, pues allí­ estaba el Nombre de Dios, porque Dios estaba presente velado en un cuerpo de carne llamado "Jesús," en quien estaba la plenitud de la divinidad.

Y ahora, vamos acá, Apocalipsis, capí­tulo 2, verso 17, dice:

"Al que venciere , daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe."

Y ahora, le va a dar una piedrecita blanca y en la piedrecita un Nombre nuevo que ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Alguien lo va a recibir, ése lo va a conocer. Cuando veamos quién es el que lo recibe, el que recibe la piedrecita blanca, él nos podrá explicar acerca de ese Nombre.

Y ahora, también en el capí­tulo 3, verso 12, dice, de Apocalipsis:

"Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí­; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo."

Y ahora, aquí­ Cristo está prometiendo que va a escribir sobre el vencedor el Nombre de Dios, el Nombre de la ciudad de Dios y Su Nombre nuevo.

Y ahora, el Nombre de Dios, el Nombre de la ciudad de nuestro Dios y Nombre nuevo del Señor Jesucristo tiene que ser el mismo.

¿Y cómo puede ser el mismo si dice que es un Nombre nuevo? Recuerden aquí­ en... Hoy como es domingo estamos en clase bí­blica, escuela bí­blica. Así­ que, vamos a ver aquí­ en el Éxodo, capí­tulo 3 y capí­tulo 23. El capí­tulo 3 vamos a ver lo que nos dice... capí­tulo 3, verso 13 en adelante, dice:

"Dijo Moisés a Dios: He aquí­ que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren : ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?

Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así­ dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros."

En el original dice: "Yo Soy el que seré." Pero vamos a dejar eso quietecito ahí­, vamos a dejarlo ahí­ como dice: "Yo Soy el que Soy."

"Además dijo Dios a Moisés: Así­ dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos."

Y ahora, aquí­ nos dice que este es Su Nombre, ¿para cuánto tiempo? Para siempre. Vamos a ver aquí­ dónde está el Nombre de Dios. Estuvimos hablando que Moisés lo colocó en su siervo Josué, su comandante en jefe o general de las fuerzas armadas de Israel en ese tiempo; aunque Moisés estaba en un nivel más arriba en todos los sentidos.

Ahora, vean aquí­ en el capí­tulo 23 del Éxodo, verso 20 en adelante:

"He aquí­ yo enví­o mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él."

¿En dónde está el Nombre de Dios? Dice que está en Su Ángel, porque el Ángel del Pacto, el Ángel que le apareció a Moisés es nada menos que el cuerpo angelical de Dios; y el cuerpo angelical de Dios es nada menos que Cristo en Su cuerpo angelical. Cristo es el Ángel del Pacto. Y eso también, de eso da testimonio Malaquí­as en el capí­tulo 3, verso 1, donde dice: "He aquí­ yo enví­o mi mensajero delante de tu faz, o delante de mi faz." Y aquí­ hay que leerlo porque aquí­ habla del Nombre.

"He aquí­, yo enví­o mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí­ (¿quién lo enví­a? El mismo Señor que va a venir); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros..."

Vea, viene el Señor y viene el Ángel, o sea, viene Dios, y viene Su Ángel, viene el Padre y viene el Espí­ritu Santo, porque el Espí­ritu Santo es el Ángel del Pacto; y ahora viene Dios, el Padre, en el Ángel del Pacto, en el cuerpo angelical, que es Cristo en Su cuerpo angelical, y ahora viene a la Tierra para visitar a Su pueblo. Y Juan el Bautista es el mensajero que Él enví­a para prepararle el camino, prepararle el camino al Mesí­as, porque el Ángel del Pacto, Dios, en y con Su Ángel del Pacto vendrá y estará en un cuerpo de carne que nacerí­a en Belén de Judea a través de una virgen descendiente del rey David; "porque la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se llamará Su Nombre Emanuel," que traducido es: Dios con nosotros. El velo de carne es el velo, el templo humano en donde se manifestará Dios, el Padre, con y en Su cuerpo angelical, que es el Ángel del Pacto.

Y ahora, siendo que el Ángel del Pacto, el cual es Cristo es antes que Abraham y es antes que Adán, por eso Cristo podí­a decir: "Antes que Abraham fuese, Yo soy."

"...y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí­ viene, ha dicho Jehová de los ejércitos."

Y ahora, vendrá el Señor, y vendrá el Ángel del Pacto, al cual desean todos, vendrá el deseado de todas las naciones. Todas las naciones han deseado tener un presidente y tener gobernantes, gobernadores y alcaldes perfectos, que traigan la prosperidad, la justicia social, la paz, y como meta la felicidad de su ciudad, de su estado, de su paí­s; y si todas las naciones logran tener una persona así­, entonces todas las naciones vendrán a ser felices, y la familia humana obtiene la felicidad.

Siendo que el Mesí­as prí­ncipe es el deseado de todas las naciones, todas las naciones les gustarí­a que el Mesí­as en Su Venida fuera su gobernante, su presidente. Él va a ser el rey, Su reino estará en Jerusalén, Su Trono estará en Jerusalén, el Trono de David, y Su Reino es el Reino de David que será restaurado y que será de bendición no solamente para los judí­os, sino también para los islámicos, y para todos los ciudadanos de todas las naciones.

Por lo tanto, los musulmanes tienen la esperanza en la Venida del Mesí­as, los cristianos también, y también los judí­os, porque el Mesí­as prí­ncipe es el deseado de todas las naciones, el cual establecerá el Reino de Dios en la Tierra, y la justicia y la paz no tendrán lí­mites sobre el Trono de David; y por consiguiente la felicidad inundará los corazones, los hogares y todas las naciones. De eso es que nos habla Isaí­as, capí­tulo 9, versos 6 al 7.

Y ahora, hemos visto que cuando nos habla de la Venida del Mesí­as aquí­, nos habla de la Venida del Señor y la Venida del Ángel del Pacto. Y si está el Nombre de Dios en el Ángel del Pacto, como dice el Éxodo, capí­tulo 23, verso 20 al 23, cuando se manifiesta a través del velo de carne llamado Jesús, allá estaba el Nombre de Dios; y ese Nombre fue puesto, fue colocado al velo de carne también, porque siendo el mensajero para la Edad de la Piedra Angular, el Lugar Santí­simo del Templo de Dios; y también siendo el mensajero para esa Edad del Lugar Santí­simo, y por eso fue que entró al Templo de Dios en el Cielo como Sumo Sacerdote, porque es el mensajero del Lugar Santí­simo del Templo celestial.

Y ahora, el Nombre de Dios estaba en el Ángel, el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el Ángel que es Cristo en Su cuerpo angelical, que es el Espí­ritu Santo.

Y ahora, por eso es... miren, aquí­ está tan sencillo que hasta los niños lo pueden ver. Vamos a ver capí­tulo 14, verso 26 de San Juan, dice:

"Mas el Consolador, el Espí­ritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre..."

¿En qué nombre viene el Espí­ritu Santo? En el nombre de Jesucristo. Por eso cuando le aparece a San Pablo, le dice: "Yo Soy Jesús a quien tú persigues."

"...a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho."

Y ahora, hemos visto aquí­ en una forma rápida también en el capí­tulo 16, verso 12 en adelante, dice:

"Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.

Pero cuando venga el Espí­ritu de verdad (o sea, el Espí­ritu Santo), él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir (o sea, todas las cosas que van a suceder, las va a dar a conocer el Espí­ritu Santo, y Él tiene el Nombre de Dios, y por eso fue que luego estaba en el velo de carne llamado: "Jesús").

El me glorificará; porque tomará de lo mí­o, y os lo hará saber.

Todo lo que tiene el Padre es mí­o; por eso dije que tomará de lo mí­o, y os lo hará saber."

Y ahora, dice Cristo que Dios, el Padre, enviará al Espí­ritu Santo en el Nombre de Jesucristo:

"Mas el Consolador, el Espí­ritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre..."

¿Vé? ¿En qué Nombre lo enviará el Padre, enviará el Espí­ritu Santo? En el Nombre de Jesucristo, en ese Nombre enviará al Ángel del Pacto, que es el Espí­ritu Santo, pues Él tiene ese Nombre; cuando le aparece a Moisés Él tiene ese Nombre. Ese Nombre que es mencionado allá en el capí­tulo 3 del Éxodo como Y (o sea "y" griega) H W H, es el Nombre de Dios, del Padre, del Espí­ritu Santo y de Jesús.

Y ahora, Cristo dice que va a escribir Su Nombre, el Nombre de Dios, el Nombre de la ciudad de nuestro Dios y Su Nombre nuevo sobre el vencedor.

¿Y cómo puede aparecer un Nombre nuevo siendo que el Nombre de Dios es eterno y no hay cambio de Nombre? Bueno, si usted se llama Pedro, y se va a Rusia, allá no le van a decir Pedro, van a conseguir cuál es la traducción de ese Nombre; si se va a Estados Unidos le van a decir Pete o Peter; y si es Juan le van a decir John. ¿Ve? Y ahí­ aparece que tiene un nombre nuevo, pero es el mismo nombre. Tan simple como eso.

Ese Nombre también, además de tenerlo Josué, hijo de Nun, lo tuvo Elí­as, Elí­as Tisbita. Por lo tanto, ese Nombre ya lo han tenido algunas personas y ese Nombre es muy importante en todo el Programa de Dios. Ese Nombre estará nuevamente en la Tierra, en el ciclo divino del año del jubileo que es el año nuevo que viene después de los cuarenta y nueve años, de las siete semanas de años, en donde hay siete años festivos llamados siete años sabáticos.

Pero después viene el año... después del séptimo año sabático, viene el octavo año que corresponde a domingo, y ese es el año cincuenta, el año del jubileo, el año que le sigue al año cuarenta y nueve. Ese año cincuenta es el ciclo mesiánico para el tiempo de Jesús, el cual fue cumplido y para nuestro tiempo también, para la Edad de la Piedra Angular. Ahí­ estarán todas esas bendiciones, y será un tiempo paralelo al tiempo de Jesús, al tiempo de Abraham; en el tiempo allá que Lot estaba viviendo en Sodoma, y también al tiempo de Moisés, al tiempo de Noé también, y también al tiempo de Enoc; o sea, que nuestro tiempo es el tiempo más glorioso de todos los tiempos del Cristianismo, como lo fue también el tiempo de Jesús, el tiempo más glorioso del Judaí­smo bajo la Ley.

Y ahora, estamos en un nuevo año, el año del jubileo actualizado en este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo, y es un privilegio vivir en este tiempo tan maravilloso.

Ahora, Jesús predicó el año agradable del Señor. ¿Ve? Estaba predicando el nuevo año, lo cual corresponde a las cosas que estaban contenidas en el año del jubileo; y su mensaje, el mensaje del nuevo año en el cual Él vivió, era el de predicar las buenas nuevas correspondientes a aquel tiempo, dar a conocer todo el Programa Divino y predicar así­ el año agradable del Señor, o sea, el año de la misericordia de Dios, predicar en ese ciclo divino toda la bendición que Dios tení­a para los seres humanos, anunciar a ellos, a todos, las ricas bendiciones de salvación y Vida eterna que traerí­a el Mesí­as prí­ncipe para la raza humana.

Y para nuestro tiempo hay también un mensaje, el mensaje del año del jubileo, el mensaje de la Edad de la Piedra Angular, el mensaje del Evangelio del Reino, el mensaje en donde está la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardí­a, o sea, donde está el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino, y en donde también está el misterio del Nombre eterno de Dios para ser dado a conocer a todos los hijos e hijas de Dios, y está el misterio de los siete Truenos, o sea, el misterio que los siete Truenos estarán hablando, revelando a los creyentes en Cristo, en donde estará revelando tanto el Nombre nuevo del Señor, que es el Nombre eterno de Dios, y también el misterio de la Venida del Señor para el tiempo final, y todos estos misterios de la Edad correspondiente a nuestro tiempo, la Edad de la Piedra Angular; los misterios también de la fe para el rapto, el misterio de la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los vivos en Cristo para tener cuerpos eternos y glorificados como está prometido en la Escritura de Primera de Corintios, capí­tulo 15, versos 49 al 58; y también capí­tulo 15, versos 20 en adelante de Primera de Corintios; y Primera de Tesalonicenses y capí­tulo 4, versos 13 al 17; y Filipenses, capí­tulo 3, versos 20 al 21; y un sinnúmero de Escrituras más que nos hablan de este tiempo y las cosas que Dios estará haciendo, para lo cual nos dará la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y todo eso está dentro del mensaje del nuevo año, el año del jubileo, el cual está prometido en la Escritura. Y cuando nos despedimos de un año y le damos la bienvenida al nuevo año, recordamos que hay un año, el año del jubileo que está prometido que traerá grandes bendiciones y en el cual realmente hay bendición de prosperidad, de justicia, de paz y de felicidad.

"EL MENSAJE DE AÑO NUEVO."

Y ahora, siendo que estamos ya en año nuevo, el año 2009, hemos estado recordando que en el Programa Divino hay un año nuevo que tiene grandes bendiciones para todos los creyentes en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el año del jubileo, el año cincuenta, que en el ciclo divino corresponde a la Edad de la Piedra Angular.

"EL MENSAJE DE AÑO NUEVO."

Que tengan un feliz y próspero año nuevo, tanto 2009 como año nuevo cincuenta, año nuevo del jubileo; y que tengan la paz de Dios abundantemente, la justicia de divina trayendo grandes bendiciones, la justicia divina que es Cristo para nosotros, y la felicidad acá en vuestra alma. Y ya nos continuaremos viendo también el próximo domingo Dios mediante. Espero estar con ustedes nuevamente en persona, si no hay algún cambio. Y así­ espero compartir con ustedes la Palabra de Dios y con todos ustedes que me escuchan en otras naciones.

Que Dios les bendiga a todos ustedes aquí­ presentes y a los que están en otras naciones.

Y ahora, si hay alguna persona que todaví­a no ha recibido a Cristo, puede hacerlo y estaremos orando por usted en esta ocasión, tanto de los que están aquí­ presentes como de los que están en otras naciones. En este nuevo año queremos grandes bendiciones de Dios y comienzan recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque Dios da las bendiciones por medio de Cristo, para lo cual tenemos que recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

En las diferentes naciones también pueden venir a los Pies de Cristo los que se encuentran a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, y diferentes auditorios. Y vamos a pedirle a los que están en las cámaras que nos indiquen cuando estén listos en las demás naciones. En las demás naciones continúan pasando, viniendo a los Pies de Cristo. Así­ como todos necesitamos recibir a Cristo, lo recibimos, también en otras naciones están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.

Si falta alguno por venir a los Pies de Cristo de los que están aquí­ presentes, pueden venir para que Cristo les reciba en Su Reino y los bendiga grandemente, pues todos creemos las bendiciones de Dios; y las bendiciones de Dios vienen a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso es que Dios envió a Cristo para que la bendición de Abraham pasara de los judí­os también a los gentiles y los gentiles tuvieran la bendición de Abraham.

Y ahora, en el nuevo Pacto hay bendición para el pueblo hebreo y también para todos los gentiles, tanto para todos los gentiles del Medio Oriente y como también para todos los gentiles de las demás naciones, de los demás continentes.

Todaví­a continúan pasando más personas, ¿dónde? Aquí­ en la pantalla yo creo que lo pueden proyectar.

Es una bendición muy grande recibir a Cristo como Salvador, pues recibir a Cristo significa Vida eterna para la persona. Sin Cristo la persona no puede tener Vida eterna. Sin Cristo la persona no puede ser reconciliado con Dios, es a través de Cristo. Es a través de Cristo que Dios nos ha reconciliado con Él.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión aquí­ presentes, y también los que están en diferentes naciones que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Palabra, de Tu Evangelio, y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti con toda mi alma, creo que Tú eres el Mesí­as prometido que viniste en medio del pueblo hebreo dos mil años atrás; creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.

Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espí­ritu y cuerpo. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espí­ritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí­ el nuevo nacimiento. Quiero nacer de nuevo, quiero entrar a Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino.

Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora, Señor, en Tus manos encomiendo mi vida, guí­ame todos los dí­as que Tú hayas determinado que yo viva en este planeta Tierra. Y que yo sea fiel a Ti y trabaje también en Tu Obra todos los dí­as de mi Vida. En el Nombre del Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén.

Y ahora, por cuanto Cristo dijo: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo." Ustedes que están presentes y los que están en otras naciones, me dirán: "Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible." El bautismo en agua es tipológico, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor, y ha estado siendo obedecido por los apóstoles y por todos los ministros, los cuales han bautizado a las personas que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.

Y todaví­a sigue siendo obedecido ese mandamiento del Señor. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales está siendo resucitado o está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Conociendo el simbolismo del bautismo en agua, bien pueden ser bautizados en agua todos los que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y dejo nuevamente al reverendo José Benjamí­n Pérez para continuar e indicarles hacia dónde dirigirse a las personas que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos.

Que Dios les bendiga y les guarde, y nos veremos en esta semana, durante esta semana y el domingo Dios mediante. Traigan invitados para escuchar el Evangelio de Cristo, y a sus familiares también, porque todos queremos que nuestros familiares entren al Reino de Cristo y vivan eternamente.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando un nuevo año feliz lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

"EL MENSAJE DE AÑO NUEVO."