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| La esperanza de la Redención | 2008-11-05 | 2 | Boa Vista | Roraima | BR | 00:00:00 | false |
Mi cordial saludo a las autoridades políticas, eclesiásticas, a las autoridades indígenas también y sus comunidades, a los hermanos y hermanas de Venezuela, de Boa Vista, de diferentes lugares del Brasil presentes, y a todos los que están a través del satélite Amazonas en estos momentos, señoras y señores, muy buenas noches; es para mí un privilegio estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la esperanza que tenemos de parte de Dios al ser creyentes en Jesucristo.
En San Lucas, capítulo 21, versos 25 en adelante, dice Jesucristo de la siguiente manera:
"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
"LA ESPERANZA DE LA REDENCIÓN."
Dice Cristo: "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca."
"LA ESPERANZA DE LA REDENCIÓN." Esa es la esperanza de cada creyente en Cristo.
Para comprender estas palabras de Cristo necesitamos ir a través de las Escrituras, para así comprender qué es la redención que está cerca cuando veamos estas señales siendo cumplidas. Ya esas señales han estado siendo cumplidas.
Y ahora, la redención Cristo la llevó a cabo en la Cruz del Calvario, y cada persona al recibir a Cristo como Salvador es redimido; esa primera etapa de la redención se lleva a cabo en el interior de la persona, recibe una transformación interior, eso es el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu, o sea, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, ha nacido en el Reino de Dios, tiene Vida eterna y no perecerá jamás, ya ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, ya tiene la redención espiritual interior, su alma tiene la redención.
Pero todavía somos mortales físicamente, pero en nuestro interior somos inmortales porque ya hemos recibido la Vida eterna de parte de Cristo, el cual dijo: "Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco (y Él dice), y yo les doy Vida eterna." Ya en el alma tenemos Vida eterna, pero nos falta Vida eterna física, la cual Él ha de dar a todos los creyentes en Él en el Día Postrero.
Por lo tanto, los creyentes en Cristo de tiempos pasados, los cuales murieron están en el paraíso, están en un lugar privilegiado donde no tienen que trabajar, no tienen que dormir porque allí no hay noche, no tienen que comer porque no se come en el cuerpo espiritual, se come en el cuerpo físico. Y ahora, ellos están esperando la resurrección en cuerpos eternos.
Cuando Cristo fue a resucitar a Lázaro, le dice a Marta la hermana de Lázaro: "Tu hermano resucitará." Ella le dice a Jesús: "Yo sé que resucitará en el Día Postrero, yo sé que resucitará en la resurrección en el Día Postrero." Cristo ya había enseñado que la resurrección será llevada a cabo en el Día Postrero. Eso está en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40:
"Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero."
¿Y qué es lo que Dios le ha dado a Cristo? Las ovejas que se habían perdido, seres humanos que se habían perdido; y ahora Cristo es enviado a la Tierra para buscar y salvar lo que se había perdido. Sigue diciendo:
"Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero."
¿Qué es el Día Postrero? Para Dios un día es como mil años para los seres humanos, eso lo dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4.
Y ahora, el Día Postrero delante de Dios es el séptimo milenio de Adán hacia acá. Vean ustedes, en Oseas, capítulo 6 nos habla acerca de una restauración para el pueblo hebreo y nos habla de una resurrección, dice el capítulo 6, verso 1 al 3 de Oseas:
"Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará..."
Estos son días mileniales, dos días para los seres humanos son dos mil años, pero para Dios solamente son dos días, dos días proféticos; han transcurrido de Cristo hacia acá dos mil años para los seres humanos, delante de Dios, son dos días proféticos.
En la semana tenemos siete días, y los tres días postreros de la semana son: El quinto día, el sexto día y el séptimo día. Cuando la Escritura habla de los días postreros en los cuales Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne, y el Día de Pentecostés derramó de Su Espíritu sobre todos los creyentes en Cristo que estaban en el Aposento Alto, muestra que comenzaron los días postreros en aquellos días de los apóstoles.
San Pablo también nos dice de los días postreros, así como Pedro, San Pedro en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 14 al 28, dice que Dios derramaría de Su Espíritu sobre toda carne. También el profeta Joel lo dice en el capítulo 2, y luego San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1 dice que Dios habló por medio de los profetas y luego dice: "Y en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo." Vamos a leerlo, capítulo 1, verso 1 al 3 de la carta a los Hebreos, dice el apóstol San Pablo:
"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo."
En los días que Jesús estaba predicando, Dios estaba hablando a través de Jesucristo, por eso Él decía: "El Padre que mora en mí, Él hace las obras." Él no hablaba nada de Sí mismo, ni hacía nada de Sí mismo, era Dios el Padre obrando a través de Cristo.
Ya habían comenzado los días postreros desde que Cristo tenía de 3 a 7 años de edad, porque el primero de los días postreros delante de Dios para los seres humanos, es el quinto milenio, y el sexto milenio es el segundo de los días postreros, y el tercer milenio, o sea, el séptimo milenio, es el milenio postrero, el Día Postrero delante de Dios.
Algunas personas podrían pensar que los días postreros son tres días de 24 horas y que el Día Postrero es un día de 24 horas, pero no, delante de Dios un día para los seres humanos son mil años.
Y ahora, los días postreros ya comenzaron desde el tiempo de Jesús, y ahora, conforme al calendario gregoriano ya estamos en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio de Adán hacia acá, ese es el milenio en donde Cristo completará Su Iglesia y en donde resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, cuerpos jóvenes, cuerpos inmortales como el cuerpo que Él tiene.
Él está tan joven como cuando se fue de aquí de la Tierra al Cielo, y esa es la clase de cuerpo que yo necesito, y esa es la clase de cuerpo que Él me va a dar a mí, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también, porque la promesa es para todos los creyentes en Cristo.
Y ahora, el apóstol San Pablo nos habla de la redención, y ahora, veamos lo que él nos dice en Romanos (vamos a leer Romanos), capítulo 8, verso 18 en adelante, donde dice:
"Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo."
Y ahora, la adopción de los hijos e hijas de Dios será la redención del cuerpo, la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los creyentes en Cristo que estarán vivos cuando Cristo resucite a los creyentes que partieron en edades pasadas y también algunos de los nuestros, de nuestro tiempo.
Ellos van a regresar a la Tierra en cuerpos eternos, cuerpos jóvenes, cuerpos glorificados y van a estar con nosotros, como sucedió cuando Cristo resucitó y luego se reunió con Sus discípulos, y durante unos 40 días en diferentes ocasiones estuvo apareciendo a Sus discípulos. Y no solamente eso, miren también lo que dice la Escritura en San Mateo, capítulo 27 para que tengamos un cuadro claro de las cosas que van a estar sucediendo en la adopción, en la redención del cuerpo. Capítulo 27, verso 51 en adelante de San Mateo, dice:
"Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;
y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos."
Salieron de los sepulcros después de la resurrección de Cristo y aparecieron a muchas personas en la ciudad de Jerusalén, y el mismo Jesucristo apareció también a muchas personas, dice la Escritura que a más de quinientas personas, o sea, durante esos cuarenta días estuvo apareciendo a Sus discípulos; y por consiguiente al saber que había resucitado muchas personas aparte de los discípulos, aparte de los apóstoles, muchos otros creyentes también se reunían con los apóstoles y vieron a Jesús, lo vieron resucitado.
Y ahora, podemos ver que después de la resurrección, aparecen a los demás creyentes que están vivos los que resucitan en cuerpos eternos; así va a ser en este tiempo final, en el Día Postrero, porque Cristo dijo que Él resucitará a los creyentes en Él en el Día Postrero, o sea a todos los que han partido.
Por eso le dice a Marta: "Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente."
Por lo tanto, hay esperanza para el creyente en Cristo de volver a vivir en este planeta Tierra, pero con un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo, y entonces nunca más moriremos, nunca más nos pondremos viejos, nunca más nos enfermaremos, estaremos con Cristo en Su Reino en el Reino milenial.
Ahora, luego de la resurrección y la transformación de los creyentes vivos, habrá un tiempo aquí en la Tierra como lo hubo cuando Cristo resucitó; en ese tiempo habrá una manifestación grande de parte de Dios y luego Cristo se llevará a todos los creyentes en Él que resucitaron en cuerpos eternos, y a los que fueron transformados, los cuales estaban vivos.
¿Para dónde se los llevará? Comúnmente se conoce como el rapto de la Iglesia o arrebatamiento de la Iglesia, para ser llevados a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa del Padre celestial, a esa fiesta tan grande, que será la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo; ahí yo estaré, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, porque ustedes son creyentes en Cristo.
"Son bienaventurados los que han sido convidados a la Cena de las Bodas del Cordero," Apocalipsis, capítulo 10 así lo dice, y algunas personas se preguntarán: "¿Cómo puedo ser convidado para estar en la Cena de las Bodas del Cordero?" Vamos a ver aquí cómo dice, capítulo 19 del Apocalipsis, verso 9 al 10, dice:
"Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios."
¿Y cómo son convidadas las personas? En las parábolas que encontramos de una gran cena que el Padre hizo para su hijo, una gran cena de boda, dice que los que habían sido convidados (hablando del pueblo hebreo) no aceptaron la invitación, y entonces el padre de familia envió a su siervo (que es el Espíritu Santo), lo envió por muchos lugares, por caminos, por el campo, por ciudades invitando a las personas para esa gran fiesta, esa gran cena de boda.
Y luego el siervo, el Espíritu Santo, viene al Padre y le dice: "Se ha hecho como tú ordenaste y todavía hay lugar." Y entonces envía de nuevo al siervo, el cual va con los obreros, los ministros, los que llevan alegres nuevas del bien, van predicando el Evangelio de salvación y Vida eterna, y esa es la invitación.
La predicación del Evangelio es la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero que el Padre celestial ha preparado, son millones los seres humanos que han aceptado la invitación y han entrado a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, y por consiguiente van a estar en la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Durará esa cena tres años y medio, mientras la humanidad en el planeta Tierra estará pasando por lo que comúnmente se conoce en medio del Cristianismo, como la gran tribulación o apretura de Jacob, o tiempo en que el pueblo hebreo va a pasar una etapa muy difícil.
Pero los creyentes en Cristo nacidos de nuevo tienen la esperanza de la redención del cuerpo, o sea, los que están vivos en el tiempo final, en el Día Postrero, tienen la esperanza de una transformación; pero si alguno muere, no hay ningún problema, tiene la esperanza de una resurrección en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.
Con ese cuerpo es que podremos ir a la Cena de las Bodas del Cordero. No hay otra forma para poder ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, no hay líneas aéreas que nos puedan vender un boleto para ir a la Casa del Padre celestial y estar en esa gran fiesta, en esa gran cena.
Para ir a la Casa de nuestro Padre celestial tenemos que tener la misma clase de cuerpo glorificado que Cristo tiene con el cual Él subió al Cielo. Esa es la clase de cuerpo que Él ha prometido darle a todos los creyentes en Él, y eso será la redención del cuerpo; esa es la redención de la cual Cristo dice que cuando veamos suceder estas cosas, nuestra redención está cerca, o sea, nuestra transformación, la redención del cuerpo.
También está cerca la redención de Israel como nación y la redención para otras naciones, o sea, como naciones, no para ir al Cielo a la Cena de las Bodas del Cordero, sino la redención para entrar al Reino del Mesías que será establecido en este planeta Tierra.
Y ahora, la esperanza de la redención es la esperanza que yo tengo aquí en mi corazón; y aunque me pasen los años en este cuerpo, tengo una esperanza: la de recibir un cuerpo nuevo y eterno, una transformación para tener un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Es para todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, por eso es tan importante la predicación del Evangelio de Cristo, porque es la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero.
Todavía hay lugar en la casa de Dios y por esa causa se continúa predicando el Evangelio de Cristo, para que así puedan obtener la salvación y Vida eterna y tengan la esperanza de la redención, de la redención del cuerpo, o sea, de tener un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo eterno de Jesucristo.
La redención de nuestro cuerpo está cerca, las señales han estado siendo vistas en el Cielo y en la Tierra; en las naciones, en todos los lugares han estado siendo vistas las señales que Cristo mencionó, las cuales anteceden a la redención de los creyentes en Cristo, o sea, a la redención física, que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los que estarán vivos en ese tiempo y son creyentes en Cristo; o sea, que la redención del cuerpo es exclusivamente para los creyentes en Cristo, y es Cristo el que va a efectuar esa redención, esa transformación, y será para los creyentes en Él.
Todavía hay lugar en la Casa de Dios, todavía hay tiempo para escuchar el Evangelio de Cristo y que nazca la fe de Cristo en nuestra alma y demos testimonio público de nuestra fe en Cristo, recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador.
Yo escuché Su Evangelio, creí y lo recibí como mi Salvador y ahora tengo la esperanza de la redención del cuerpo, de una transformación, un cuerpo eterno y glorificado.
Si usted todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, y nació la fe de Cristo en su alma mientras escuchaba el Evangelio de Cristo en estos momentos, porque la fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, por lo tanto, ya nació la fe de Cristo en su alma, está creyendo en Cristo y ahora la Escritura dice: "Pero con la boca se confiesa para salvación." Eso está en Romanos, capítulo 10, y ahora tiene la oportunidad de confesar públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, para lo cual puede pasar acá al frente y estaremos orando por usted.
El Programa Divino es la redención. La meta divina es que seamos eternos como nuestro amado Señor Jesucristo. Cristo preguntó:
"Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras." (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).
Lo más importante es la vida, y si esta vida terrenal es tan importante, ¿cuánto más la Vida eterna? No puede haber otra cosa más importante que la Vida eterna, y para obtenerla es que venimos a los Pies de Cristo, Él dijo: "Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna." [San Juan 10:27-28]. Es para recibir la Vida eterna de parte de Cristo, que se predica el Evangelio y se le da la oportunidad a las personas que vengan a los Pies de Cristo y lo reciban como su único y suficiente Salvador. "Todo aquel que invocare el Nombre del Señor será salvo," dice la Escritura. También dice:
"A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos." (San Mateo, capítulo 10, verso 32 al 33).
Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Boa Vista y en toda la República del Brasil, y también en Venezuela y también en todas las naciones, y los está llamando para que entren al Reino de Dios y obtengan así la Vida eterna y tengan la esperanza de la redención del cuerpo, la esperanza de tener un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible, glorificado y joven para toda la eternidad, igual al cuerpo de Jesucristo, y así seremos eternos, inmortales.
Esa es la meta del programa de redención de Cristo, para eso fue que Él vino y murió por nosotros en la Cruz del Calvario: para darnos la Vida eterna. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.
Cristo les está llamando, ya hemos visto que la predicación del Evangelio de Cristo es la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero, y los que reciben a Cristo están aceptando la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. También en las demás naciones que están a través del satélite Amazonas pueden estar puestos en pie también, en los auditorios, en las Iglesias y demás lugares donde se encuentran en estos momentos.
Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo porque Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y los está llamando, el nombre de ustedes está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y Él los está llamando directamente acá en el alma de ustedes.
Dios obró para que usted estuviera aquí en esta ocasión, y ustedes que están en otros lugares, Dios obró para que ustedes estuvieran escuchando la predicación del Evangelio en estos momentos. Es que el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y Él dijo que llamaría a esas personas las cuales tipificó con ovejas, y Él se representó en el buen Pastor.
El redil del Señor es Su Iglesia: la Iglesia del Señor Jesucristo, el buen Pastor es Cristo; ¿y las ovejas quiénes son? Todos nosotros, y tenemos el privilegio de escuchar Su Voz, Su Evangelio y hemos tenido el privilegio de recibirlo como Salvador, y ustedes en esta noche tienen la bendición y privilegio de recibirlo como vuestro Salvador.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo que están presentes o en otras naciones, repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por ustedes.
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Redentor, un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino.
Señor, me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, les ha limpiado de todo pecado con Su Sangre, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador, Él dijo:
"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado." (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Y ahora, ustedes me dirán: "Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor. ¿Cuándo me pueden bautizar?" El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está naciendo, resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y así está dando testimonio usted de lo que ha sucedido en su corazón.
El Señor Jesucristo fue el que dijo que predicaran el Evangelio a toda criatura, "y el que creyere y fuere bautizado, será salvo." Los apóstoles y todos los ministros de Cristo de todos los tiempos, y todos los que han recibido a Cristo han estado siendo bautizados por los ministros, porque es un mandamiento del Señor, aunque es simbólico, tipológico, pero es un mandamiento del Señor.
El agua no quita los pecados, es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, conscientes de que el bautismo en agua es tipológico pero que es un mandamiento del Señor y que nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección con el bautismo y en el bautismo en agua, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, porque la meta es el nuevo nacimiento, que nazcan en el Reino de Dios y por consiguiente a la Vida eterna.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.
Que Dios les bendiga y les guarde, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Dejo con ustedes al ministro correspondiente aquí, y en cada país al ministro correspondiente, para que les indiquen hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
"LA ESPERANZA DE LA REDENCIÓN."