obsidian/es/conferencias/2008/05/spa-2008-05-01-1-el_pacto_d...

29 KiB
Raw Blame History

title date activity place city state country duration public youtube translations files
El Pacto de paz 2008-05-01 1 Tijuana Baja California MX 00:00:00 false

Muy buenos dí­as, amados amigos y hermanos presentes aquí­ en Tijuana, República Mexicana; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes y con vuestro pastor Rutilio Garcí­a, y con sus colaboradores (copastor y demás colaboradores), y también con las demás personas que trabajan en AMISRAEL.

En esta mañana es una bendición grande compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.

Ayer estábamos en otras actividades, de las que ya el Doctor Salomón Cunha les mostró en el periódico, y esperamos que surja la paz acá, en la Ciudad de Tijuana, y toda esta área de Baja California.

Esperamos que la misericordia de Dios se extienda para todo este territorio, que como decí­a yo ayer en la actividad que hubo de gobierno, siendo que Tijuana es donde comienza la patria y también es la puerta a Latinoamérica, sea también la puerta a la paz para toda la República Mexicana y para toda la América Latina.

Para esta ocasión leemos un pasaje de Ezequiel, capí­tulo 34, versos 22 en adelante, donde dice:

"Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja.

Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.

Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David prí­ncipe en medio de ellos.

Yo Jehová he hablado.

Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques.

Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán."

Nuestro tema es: "Y estableceré con ellos pacto de paz." "EL PACTO DE PAZ."

Encontramos que cuando Dios estableció un pacto con Abraham, Abraham efectuó un sacrificio a Dios, y encontramos que Dios también estableció un pacto con Su pueblo que libertó de la tierra de Egipto, y en el Monte Sinaí­ estableció allí­ el pacto con Su pueblo; pero ahora Él ha dicho que establecerá un nuevo Pacto con Su pueblo, con la casa de Efraí­n y con la casa de Judá, o sea, con el reino del Norte y con el reino de Sur. El reino del Norte está representado en José por medio de Efraí­n, el cual recibió la Bendición de la Primogenitura.

Y ahora, siendo que José es el que tiene la Bendición de la Primogenitura y por medio de sus hijos esa bendición es manifestada, ahora encontramos que hay una bendición grande para la casa de José, así­ como hay una bendición grande para la casa de Judá o casa de David.

Encontramos que de esas dos familias: de la tribu de Judá y de la tribu de José, está una bendición grande para todo el pueblo hebreo y para toda la humanidad.

Y ahora, la promesa de Dios es que establecerá un Pacto, un nuevo Pacto, y dice que será un Pacto de paz, por consiguiente habrá un Sacrificio de paz, habrá un Sacrificio por el pecado del ser humano, para traer la paz al alma del ser humano; y encontramos que el Sacrificio para la paz de Su pueblo y para la paz del alma del ser humano, es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Y ahora, en Hebreos, capí­tulo 8 el apóstol Pablo nos habla de este Pacto. Capí­tulo 8, versos 6 en adelante, dice:

"Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo (o sea, el de Cristo), cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas."

Y ahora, el mediador entre Dios y el ser humano, y el ser humano y Dios es Cristo, Él es el mediador, y el mediador conoce todas las leyes divinas, conoce todo lo de Dios y también conoce toda la condición del ser humano, tiene que conocer ambas partes para poder ser intermediario, intercesor entre ambas partes.

Y ahora, encontramos que Él tiene que saber cuál es la necesidad de aquellos por los cuales Él va a interceder, qué es lo que ellos necesitan. Sigue diciendo:

"Porque si aquel primero (o sea, el Pacto) hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.

Porque reprendiéndolos dice:

He aquí­ vienen dí­as, dice el Señor,

En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;

No como el pacto que hice con sus padres

El dí­a que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;

Porque ellos no permanecieron en mi pacto,

Y yo me desentendí­ de ellos, dice el Señor.

Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel

Después de aquellos dí­as, dice el Señor:

Pondré mis leyes en la mente de ellos,

Y sobre su corazón las escribiré;

Y seré a ellos por Dios,

Y ellos me serán a mí­ por pueblo;

Y ninguno enseñará a su prójimo,

Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;

Porque todos me conocerán,

Desde el menor hasta el mayor de ellos.

Porque seré propicio a sus injusticias,

Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.

Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer."

Y esto es lo que nos habla del antiguo Pacto, Antiguo Testamento; el Pacto antiguo al ser dado por viejo está próximo a desaparecer, se envejece, ya no se hace efectivo totalmente para las personas; y por consiguiente el nuevo Pacto que Dios ha prometido establecer con la casa de Israel y con la casa de Judá es el que permanecerá, y ese nuevo Pacto lo trae el Mesí­as Prí­ncipe para el Pueblo, pues Él prometió que darí­a un nuevo Pacto.

Y ahora, encontramos que la casa de Israel, que corresponde a las diez tribus del Norte bajo la dirección de la casa de Efraí­n, o la casa de José en la persona de un descendiente de Efraí­n (que fue Jeroboam), él recibió diez tribus cuando el reino de David fue dividido; y a Roboam, el hijo de Salomón, le quedaron dos tribus nada más, para que así­ no desapareciera la bendición que Dios le habí­a dado a David, para que permaneciera una lámpara, un heredero al Trono de David siempre en el Trono de David.

Y ahora, encontramos que ese es el Reino donde Israel, Israel en el tiempo del rey David y en el tiempo de Salomón tuvo paz, fue la época dorada o de oro del pueblo hebreo, o sea, de Israel en su Tierra; y todo eso es tipo y figura de la era mesiánica que ha de venir, donde bajo el nuevo Pacto Israel recibirá la paz, pues la paz la da Dios y la da bajo un Pacto, un Pacto de paz que Él ha prometido para Su pueblo Israel, para las diez tribus del Norte y para el reino de Judá.

Las diez tribus del Norte por cuanto fueron esparcidas, encontramos que fueron asimiladas por y en diferentes paí­ses, y luego esa descendencia de esas tribus fueron entrando, muchos de ellos o la mayorí­a de ellos, en los tiempos de persecuciones, fueron entrando al Cristianismo, y son millones los que entraron al Cristianismo y por lo tanto entraron al nuevo Pacto que fue establecido.

Ahora, encontramos que entraron como individuos, porque Dios entre los gentiles obra con individuos, con Israel como nación, con los judí­os como nación, vean ustedes, trata con ellos en su tierra y trata con ellos como nación; y se está acercando ya el tiempo para Dios tratar plenamente con Israel, o sea, con los judí­os como nación, ya están establecidos como una nación libre y soberana.

Ahora, hemos visto que han pasado por diferentes etapas y están en la etapa que les falta, el Espí­ritu de Dios para traer vida como nación, para ser restaurados al Reino de David, donde el Mesí­as Prí­ncipe traerá la paz, y ya todo eso tendrá que ver con el pueblo de Dios, los judí­os como nación, para lo cual va a juntar las tribus del Norte, o sea, los descendientes de las tribus del Norte, los cuales su mayorí­a está en medio del Cristianismo.

Los judí­os sin las tribus del Norte uniéndose a ellos, no pueden establecer el Reino de David, por lo tanto va Dios a dar luz acerca de todo este misterio para la restauración del Reino de Dios que será la restauración del Reino de David, para así­ traer la paz a Israel y de ahí­ salir la paz para todas las naciones; y así­ es como el Medio Oriente obtendrá la paz, y toda la humanidad.

Por lo tanto, el problema del Medio Oriente, el problema de los judí­os y de sus vecinos no es solamente un problema de Israel, y no es solamente un problema de sus vecinos, es un problema de la familia humana.

Así­ como cuando hay un problema en el brazo de una persona, no es solamente el problema de ese brazo, es el problema del cuerpo completo, porque ese brazo pertenece a ese cuerpo; y por cuanto Israel y sus vecinos pertenecen a la familia humana, es un problema de la familia humana, y por consiguiente tiene que ser resuelto, ¿cómo? Usted no puede, si tiene un problema en un brazo, decirle a una persona: "Toma, lleva mi brazo allá para que el médico lo vea." No, es un problema que tiene que ser atendido en presencia del cuerpo completo, y revisan otras partes del cuerpo para ver si el problema no se ha corrido para otros lugares, y le hacen la prueba en la sangre, los exámenes de sangre, de orina y también las placas de rayos X y otras pruebas, para ver la gravedad del problema, y para ver cuál es la solución correcta.

Y ahora, el problema del Medio Oriente tiene una solución, porque todo problema tiene una solución; así­ que, a través de la Escritura podemos ver que Dios ha prometido un nuevo Pacto, el cual es llamado un Pacto de paz; y si está prometido un Pacto de paz, la promesa es que va Dios a dar la paz a Israel, y de ahí­ se extiende para otras naciones.

Por lo tanto, la paz de la familia humana depende de la paz que Dios le ha prometido a Israel, y si la familia humana desea la paz, tiene que comprender que depende del territorio del Medio Oriente, de Israel; y si depende de Israel, entonces le conviene a la familia humana, a todas las naciones, al Medio Oriente y todas las demás naciones que Israel no desaparezca de la escena, sino que permanezca y sea bendecida por Dios, para que esa bendición se extienda a todos los vecinos de Israel, en el Medio Oriente, y a todas las demás naciones.

La promesa para Israel es que Dios tratará con ellos como nación, y por consiguiente también van a unirse a Israel para el establecimiento de ese Reino muchas naciones, de las cuales nosotros deseamos que las naciones latinoamericanas sean parte de ese Reino del Mesí­as.

Que Dios trate con las naciones latinoamericanas y caribeñas en ese programa, en ese proyecto de la restauración del Reino de David al pueblo hebreo; y si de treinta y tres votos a favor, que fueron dados para la partición de Palestina, para que una parte fuera entregada a los judí­os y otra parte a los palestinos para que se establecieran, establecieran cada uno de esos pueblos, se establecieran como una nación.

Ya Israel tomó su parte y se estableció como una nación. ¿Saben de esos treinta y tres votos a favor de la partición de Palestina para ser entregada una parte a los judí­os y otra parte a los palestinos, cuántos votos de los paí­ses latinoamericanos fueron a favor de esa partición del territorio? De treinta y tres votos en total, trece fueron de la América Latina, o sea, más de una tercera parte votó en favor; si votaba en contra, Israel no estarí­a como una nación libre y soberana; o sea, que este territorio latinoamericano tiene una parte muy importante en el establecimiento de Israel como nación libre y soberana, ha estado siempre en favor de ese territorio del Medio Oriente y desea la paz para el Medio Oriente.

Y ahora, la familia humana está llegando al tiempo en que el Mesí­as Prí­ncipe establecerá Su Reino en la Tierra, el cual es el Reino de Dios y el cual es el reino de David que será restaurado, al cual se unirán muchas naciones; y deseamos que todas las naciones latinoamericanas (esto es incluyendo al Caribe), todas se unan a ese Reino del Mesí­as, en donde estará la paz, la prosperidad, el amor y la felicidad para todos los que serán parte de ese Reino del Mesí­as, que será un Reino que cubrirá toda la Tierra; y ahí­ estarán unidos los descendientes de las tribus del Norte y los descendientes de las tribus del Sur, ahí­ es donde estarán unidos los reinos del Norte, el reino del Norte y el reino de Sur, y ahí­ es donde estará consolidado el reino de David.

Eso será la restauración del Reino, de la cual los discí­pulos de Jesucristo antes de Cristo ascender al Cielo, le preguntan en el libro de los Hechos, capí­tulo 1:

"¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?"

Cristo les dice:

"No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad."

Ellos estaban muy lejos del tiempo en que serí­a restaurado el Reino de David, o Reino de Dios en la Tierra.

En el libro de los Hechos, capí­tulo 3, versos 18 en adelante, nos habla acerca de la restauración de todas las cosas y nos dice que ese será el tiempo para la Venida del Señor, dice capí­tulo 3, verso 19 en adelante. Vamos a leer, dice:

"Así­ que, arrepentí­os y convertí­os, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él enví­e a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo."

Aquí­ nos muestra el Apóstol Pedro que la Venida del Señor no será sino hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, lo cual corresponde al séptimo milenio de Adán hacia acá, en donde el Señor será Señor del séptimo milenio, Señor, Rey, Dueño, y por consiguiente establecerá el Reino de Dios en la Tierra, que será la restauración del Reino de David para traer la paz y la felicidad a Israel, a los vecinos de Israel, y también a toda la familia humana.

Ahora, ¿para tener la paz y la felicidad necesita el ser humano esperar hasta que sea restaurado el Reino de David en la Tierra? No, porque Dios trata antes del tiempo del establecimiento del Reino del Mesí­as en la Tierra, Dios trata con individuos por medio de la predicación del Evangelio de Cristo hablándole al alma del ser humano y llamándolo al Redil del Señor, y por consiguiente al recibir a Cristo como Salvador, ser bautizados en agua en Su Nombre como era efectuado en el tiempo de los Apóstoles, y Cristo bautizar a la persona con Espí­ritu Santo y Fuego, la persona obtiene el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios que es el Reino de Cristo, el cual está en la esfera espiritual, y por consiguiente ha recibido la paz y la felicidad en su alma, es una persona que tiene paz en el alma y que tiene felicidad acá en el alma, aunque en la Tierra y en su cuerpo fí­sico tenga muchos problemas, acá en el alma tiene paz y es feliz con Dios, está reconciliado con Dios y está dentro del nuevo Pacto.

Por eso es tan importante el nuevo Pacto para los individuos, y por esa causa fue que Cristo murió en la Cruz del Calvario, para establecer el nuevo Pacto y Su Sangre ser la Sangre del nuevo Pacto que nos limpia de todo pecado, y nos mantiene limpios delante de la presencia de Dios.

Toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma y lo recibe como único y suficiente Salvador y es bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espí­ritu Santo y Fuego, ha nacido en el Reino de Cristo, y tiene Vida eterna porque en el Reino de Cristo la Vida es eterna, ha sellado su vida o ha sido sellada su vida en el Reino de Dios con el Espí­ritu Santo, y por consiguiente tiene Vida eterna, aunque su cuerpo fí­sico no tiene Vida eterna porque es temporal, pero va a recibir un cuerpo eterno y entonces tendrá Vida eterna fí­sica también.

Y ahora, la pregunta es: ¿Quiénes han sellado o ha sido sellada su vida con el Espí­ritu de Cristo? ¿Cuántos han recibido a Cristo como Salvador? ¿Cuántos han entrado al pacto de paz? Les voy a leer la palabras de San Juan, capí­tulo 1 y capí­tulo 3, verso 36, dice:

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna (los creyentes en Cristo nacidos de nuevo tienen Vida eterna) pero el que rehúsa a creer en el Hijo no verá la vida (o sea, no verá la Vida eterna, no tiene Vida eterna, lo que tiene es una vida temporal que se le va a terminar y no sabe cuándo; y cuando se le termine, hasta ahí­ llegó la oportunidad de obtener la Vida eterna, ya no puede obtenerla si muere sin Cristo), sino que la ira de Dios está sobre él."

Por lo tanto, murió y es reservado para ser juzgado en el juicio final. En San Juan, capí­tulo 3, verso 16 también dice:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."

Es Vida eterna lo que recibe toda persona que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador. En San Juan, capí­tulo 10, también nos dice el mismo Cristo, verso 27 en adelante, dice:

"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos."

Y ahora, estas ovejas que el Padre le dio son aquellas personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y lo reciben como único y suficiente Salvador, y por consiguiente han recibido Vida eterna, Cristo les ha otorgado la Vida eterna, porque Cristo es el único que tiene la exclusividad de la Vida eterna para otorgarla a las personas que lo reciben como único y suficiente Salvador. También Cristo dijo en San Juan (les leí­ San Juan, capí­tulo 10, versos 27 al 30), y ahora leemos capí­tulo 10, versos 14 en adelante, donde dice:

"Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mí­as me conocen,

así­ como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas (si pone Su vida por las ovejas está aquí­ ya anunciando que va a poner Su vida, a morir por Sus ovejas).

También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor."

La promesa es que van a escuchar la Voz de Cristo, Él las va a llamar. Por eso Él dijo: "Yo estaré con vosotros todos los dí­as hasta el fin del mundo." ¿Y qué estarí­a Él haciendo? Llamando Sus ovejas por medio de la predicación del Evangelio de Cristo a través de las personas, ministros ungidos con el Espí­ritu de Cristo, y por medio de cada Mensajero correspondiente a cada edad.

El llamado final corresponde al tiempo final, que nosotros estamos viviendo, estamos en el tiempo final, corresponde a este tiempo final el mensaje final de Dios. Dice:

"Nadie me la quita, sino que yo de mí­ mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí­ de mi Padre."

Cristo vino con una misión divina: morir como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados en la Cruz del Calvario, Él estaba consciente para lo cual Él estaba en la Tierra; y por consiguiente en la última Cena Él les dio el pan y dijo: "Comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido." Y luego tomando la copa dio a Sus discí­pulos y dijo: "Bebed de ella todos, esta es la Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada." Eso está en San Mateo, capí­tulo 26, versos 26 al 29, y en San Lucas, capí­tulo 22, versos 18 en adelante.

Y ahora, en Hebreos, capí­tulo 13, verso 20 al 21 el apóstol San Pablo nos habla también acerca de la Sangre de Cristo, de la cual Cristo dijo: "Esta es la Sangre del nuevo Pacto que por vosotros es derramada." Cristo está diciendo que Su Sangre es la Sangre del nuevo Pacto, o sea, del Pacto de paz.

Y ahora, en Hebreos, capí­tulo 13, verso 20 al 21, dice:

"Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,

os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén."

Y ahora, aquí­ San Pablo muestra que la Sangre del nuevo Pacto es la Sangre de Cristo. La Sangre de Cristo es la Sangre del nuevo Pacto que Él establecerí­a, es la Sangre del Pacto de paz para cada individuo. Si usted todaví­a no ha entrado al nuevo Pacto, lo cual se hace recibiendo a Cristo como Salvador, para que Cristo le reciba, lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado y lo coloque dentro del nuevo Pacto, lo puede hacer en estos momentos y yo estaré orando por usted.

Dios desea que usted viva eternamente, Dios desea colocarlo a usted en Su Reino, si todaví­a usted no ha recibido a Cristo, Él desea que usted lo reciba para que obtenga la Vida eterna.

¿Cuántos ya han entrado al nuevo Pacto en el Reino de Dios, recibiendo a Cristo como Salvador? Toda persona que todaví­a no lo ha hecho puede pasar acá al frente y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino. Vamos a dar unos segundos, unos minutos mientras llegan para recibir la oración y para que Cristo les reciba en Su Reino.

También las personas que están en otros paí­ses y están a través del satélite Amazonas escuchando la predicación del Evangelio de Cristo pueden también venir a los Pies de Cristo, allá en los paí­ses donde ustedes se encuentran.

Recuerden que lo más importante es la salvación del alma, Cristo dijo: "¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" El propósito de nuestra existencia aquí­ en la Tierra es que recibamos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos perdone y con Su Sangre nos limpie de todo pecado y nos restaure a la Vida eterna en Su Reino eterno.

Recibir a Cristo como único y suficiente Salvador es Vida eterna. Él también dijo en San Mateo, capí­tulo 10, vamos a leer lo que Él dijo, capí­tulo 10, versos 32 al 33:

"A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos."

Si le negamos, Él nos negará delante del Padre Celestial; si le confesamos delante de los hombres, Él nos confesará delante del Padre Celestial.

Todos queremos que Él nos confiese delante del Padre Celestial como creyentes en Él, para que así­ nos dé la entrada a Su Reino y en Su Reino y obtengamos la Vida eterna.

Todaví­a vienen más personas de camino que como ustedes desean vivir eternamente. Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que todaví­a no lo han hecho. Es una oportunidad de Vida eterna parala persona que vive en este planeta Tierra.

Cuando terminen nuestros dí­as aquí­ en la Tierra ya no habrá oportunidad para recibir a Cristo como Salvador, es mientras vivimos en la Tierra que tenemos esa oportunidad, por esa causa Él dijo en San Marcos, capí­tulo 16, versos 15 al 16:

"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."

O sea, que Cristo ha colocado delante de los seres humanos la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Como sucedió con Adán y Eva, estaban allí­ el Árbol de la Vida, que es Cristo; y estaba también el árbol de ciencia del bien y del mal, que era el árbol que traí­a la muerte a aquel que de él comiera.

Y ahora, le toca a cada persona comer del Árbol de la Vida, que es Cristo, para vivir eternamente, no hay otra forma en que usted pueda obtener la Vida eterna. Si esta vida terrenal es tan buena, cómo será en el Reino de Cristo vivir y nunca morir, vivir con Cristo en Su Reino en un cuerpo eterno y glorificado será la cosa más gloriosa que experimentarán todos los creyentes en Cristo.

Vamos a estar puestos en pie, para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguna persona por venir puede venir, recuerde que Dios desea que usted viva eternamente, y para eso envió a Cristo y murió en la Cruz del Calvario: para que usted y yo podamos vivir eternamente.

Vamos ya a orar, si falta alguna persona por venir puede venir a los Pies de Cristo, vamos ya a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo para orar. Nuestros ojos cerrados también, de los que están aquí­ presentes y de los que están en otras naciones. Repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con todo mi corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, y doy testimonio público de mi fe en Ti, de Tu fe en mí­ y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espí­ritu y cuerpo. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espí­ritu Santo y Fuego y produzcas en mí­ el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon Su Palabra, Su Evangelio y nació la fe de Cristo en vuestra alma y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Y ahora, ustedes me dirán: "Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo, pues Él dijo: 'El que creyere y fuere bautizado será salvo,' quiero cumplir el mandamiento de Cristo completo, ¿cuándo me pueden bautizar?" Es la pregunta de ustedes.

Por cuanto ustedes han creí­do en Cristo de todo corazón y lo han recibido en alma, espí­ritu y cuerpo, pueden ser bautizados en agua. Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es simbólico pero es un mandamiento de Cristo, en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando la persona recibe a Cristo, muere al mundo; cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, la persona tipológicamente está siendo sepultada; y cuando es levantada de las aguas bautismales está naciendo a una nueva vida en el Reino de Dios, a la Vida eterna, y así­ está él dando testimonio de lo que ha ocurrido en su vida.

El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Siendo el bautismo en agua simbólico pero teniendo ese simbolismo, toda persona que recibe a Cristo como Salvador ha estado siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor.

Y ahora, ustedes también pueden ser bautizados en agua dentro de algunos minutos. Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y los que están en otras naciones que han recibido a Cristo en estos momentos, también pueden ser bautizados en agua; y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo por aquí­ al ministro Rutilio Garcí­a, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Fue para mí­ un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión; y a los que están en otras naciones también pueden ser bautizados en agua en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino del Mesí­as, en el Reino de Cristo.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

"EL PACTO DE PAZ."