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Los herederos de la paz 2007-03-25 1 Goiânia Goiás BR 00:00:00 false

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet o por algún otro medio de comunicación; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios. Para lo cual leemos en Números, capítulo 6, versos 22 al 27, donde dice:

Jehová habló a Moisés, diciendo:

Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:

Jehová te bendiga, y te guarde;

Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;

Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.

Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

En este pasaje encontramos la forma establecida por Dios para bendecir al pueblo hebreo, para que venga la bendición del Cielo para el pueblo de Israel. Esa bendición encontramos que es para ser hablada por Aarón y sus hijos; por lo tanto, esta es una bendición sacerdotal.

Al final de esta bendición encontramos las palabras: “y ponga en ti paz.” Es una de las peticiones que el sacerdote que echa esta bendición sobre el pueblo, tenía que desear o poner sobre el pueblo, el deseo o petición de que Dios ponga paz sobre Su pueblo Israel.

La paz viene de Dios, la paz es un hermoso fruto de la justicia divina. Por lo tanto, para que haya paz tiene que manifestarse primero la justicia. Por lo tanto, siendo que la paz es un hermoso fruto de la justicia, para obtener la paz tiene que haber justicia.

Y ahora, conociendo esto encontramos que Dios estableció para el pueblo de Israel Sus leyes, para que el pueblo actuara justamente. Y Dios haciendo uso de Su justicia, traería la paz para Israel. La petición del sacerdote con relación a la paz era “que Dios alce sobre ti Su rostro, y ponga en ti paz.” Por lo tanto, Dios tiene que levantar Su rostro para bendecir a Su pueblo con paz (Su faz, Su rostro).

Y ahora, veamos en el Salmo 80 lo que nos dice, verso 1 en adelante dice:

Oh Pastor de Israel, escucha;

Tú que pastoreas como a ovejas a José,

Que estás entre querubines, resplandece.

Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,

Y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.”

Aquí se requiere para la salvación de Israel que el rostro de Dios resplandezca, y esto es en la manifestación de la Venida del Mesías, el cual es la faz o rostro de Dios.

Y ahora, pide el salmista aquí que Dios manifieste Su poder, que despierte Su poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés. Efraín y Manasés son hijos de José; por lo tanto, sería tan simple como esto: “Despierta tu poder delante de José (ahí cubre las dos tribus), y delante de Benjamín,” el hermano menor de José. Efraín representa a la Iglesia del Señor Jesucristo y Manasés a los judíos, y Benjamín a ciento cuarenta y cuatro mil de las doce tribus de Israel, doce mil de cada tribu, que son ciento cuarenta y cuatro mil de las tribus de Israel, que serán llamados en el tiempo final bajo la manifestación del poder de Dios, bajo el ministerio del Espíritu Santo operando los ministerios de los dos Olivos, de los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, que son los ministerios de Moisés y Elías.

Y ahora, para la restauración de Israel al Reino de Dios y por consiguiente al Reino de David...Reino que será restaurado y sobre el Trono de ese Reino se sentará el Mesías Príncipe como Rey de reyes y Señor de señores, como Rey sobre Israel y sobre todas las naciones, y establecerá un imperio mundial, en donde estará imperando la paz sobre Israel y sobre todas las naciones; será un Reino de justicia, traerá justicia para Israel y para todas las naciones, porque será el Príncipe de paz, el Mesías Príncipe el que estará como Rey sentado en el Trono de David en Jerusalén. Y de ahí Él gobernará, será un Reino de justicia para Israel y para todas las naciones. De eso nos habla Isaías en el capítulo 11, y nos dice de la siguiente manera, verso 1 en adelante:

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces (o sea, un descendiente de Isaí, un vástago retoñará).

Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.

Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;

sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío.

Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.”

Ahora, vean aquí lo que nos dice:

Y será la justicia cinto de sus lomos...”

Por lo tanto, traerá justicia al pueblo de Israel y a todas las naciones, y como fruto de la justicia, la paz, la prosperidad, el amor, la felicidad, para Israel y para toda la raza humana. Sigue también diciendo, de ese Reino que Él tendrá, dice aquí cómo será la vida animal en ese tiempo y también la vida humana:

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará (o sea, que el león dejará de ser un peligro para la humanidad, vendrá a ser vegetariano).

La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. (¿ven? Los niños siempre han deseado pasar la mano por la cabeza y el cuerpo de los leones, pero en este tiempo no les recomiendo que lo hagan; esperen al Reino milenial y allá tendrán la oportunidad, porque allá los leones no comerán carne, comerán paja, o sea, pasto)

Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora (o sea, que ya las serpientes no serán venenosas).

No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

Aquí les leí citándoles el pasaje de Habacuc, capítulo 2, verso 14; pero este pasaje vamos a leerlo como dice Isaías:

No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar (o sea, que habrá una enseñanza divina para todas las naciones que traerá paz, armonía, aun entre los animales; cuánto más entre los seres humanos).”

En Habacuc dice: “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.” La Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios, que será manifestada en Su Venida en el Día Postrero y en todas las ocasiones en que estarán viendo la gloria de Dios manifestada, comprenderán que es la manifestación divina en cada ocasión que la vean. Sigue diciendo:

Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos (o sea, por bandera a los pueblos), será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.”

Y ahora miren lo que está aquí: “Será puesta por pendón de las gentes,” o sea, de las naciones, de los pueblos, será el Mesías Príncipe el que estará por bandera para los pueblos, naciones y lenguas. El Señor es nuestra bandera, el Mesías es nuestra bandera en el cual Dios todopoderoso estará siendo manifestado en ese tiempo.

Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria...”

En esa manifestación de la raíz de Isaí, en esa manifestación del Mesías, que es la raíz y linaje de David, que es ese vástago que retoña de sus raíces, llamará a ese pueblo que estará entre los gentiles, a esa descendencia de Abraham, para así completar las tribus que faltan en Israel, llamadas: “Las tribus perdidas.” Pero a Dios no se le pierde nada, Él sabe dónde están. Si Él es Redentor, siendo Redentor, lo cual es Salvador, Él salvará Su pueblo.

Él salvará a esas tribus perdidas como ha estado salvando a los perdidos que están entre los gentiles, a través de todos estos tiempos pasados, los cuales han sido llamados y juntados y por consiguiente redimidos, salvados; porque Cristo es nuestro Redentor, nuestro Salvador, que vino para buscar y salvar lo que se había perdido (San Lucas, capítulo 19, verso 10; y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14). “Porque no es la voluntad de nuestro Padre Celestial que se pierda uno de estos pequeñitos.”

Así es para individuos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. No es la voluntad de Dios que se pierdan esas personas, esos son los que Cristo llama: “Sus hermanos más pequeños,” han venido del Cielo, pertenecen al Cielo, como también Cristo. “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo,” dijo Cristo [San Juan 17:16]. Y también Él dijo: “Mi Reino no es de este mundo.” Por lo tanto, el Reino de estos hermanos de Jesucristo no es de este mundo, es el Reino de Dios que será establecido en la Tierra y que es llamado el Reino de David que será restaurado. En ese Reino estarán esas personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora, siendo que nuestro tema es: “LOS HEREDEROS DE LA PAZ,” veamos cómo heredan la paz individuos y naciones, y por consiguiente el pueblo hebreo. Para Israel y las naciones, el secreto para obtener la paz está en la restauración del Reino de Dios, el cual es llamado: “El Reino de David,” el cual tiene un Trono llamado: “el Trono de David;” y para la restauración de ese Reino, el heredero a ese Reino y a ese Trono es el Mesías Príncipe; y por consiguiente tiene que venir y hacer el reclamo del Trono y Su Reino. Fuera de ese Reino, Israel no tendrá la paz imperecedera, solamente podrá obtener paz temporal en algunas ocasiones, por medio de convenios, de pactos con otras naciones.

Ahora, viendo que así es para Israel, también así es para todas las naciones, la paz imperecedera prometida por Dios, la humanidad no la alcanzará hasta que sea restaurado el Reino de David y Trono de David, lo cual será la restauración del Reino de Dios en el planeta Tierra, para lo cual en el libro del Apocalipsis ha sido dicho en el capítulo 11, versos 15 en adelante:

El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”

Aquí tenemos la promesa de lo que Dios hará para que el Reino de Dios sea restaurado en la Tierra, y la promesa aquí es que el Mesías, el Cristo, el Ungido, recibirá todos los reinos de la Tierra, para formar ese Reino de Dios en la Tierra, o sea, que los reinos de este mundo ya no pertenecerán a los gentiles, sino que pertenecerán a Dios y Su Cristo, Su Mesías, Su Ungido; y será establecido ese Reino en la Tierra, Su capital será Jerusalén y todo el territorio de Israel será el Distrito Federal; y ahí en la Tierra de Israel estará el Mesías Príncipe y con justicia juzgará y gobernará y de ahí saldrá la justicia para todas las naciones; y como fruto de la justicia, el más dulce, que es la paz, saldrá para Israel y para todas las naciones: así está establecido en la Escritura.

Miren aquí, en el capítulo 12 del Apocalipsis también nos habla de este gran evento en el cual el Arcángel Miguel se levantará y con Su ejército peleará contra el diablo, contra Satanás y contra el ejército de Satanás, y lo vencerá y lo echará por Tierra. Aquí está el pasaje. Apocalipsis, capítulo 12, verso 7 en adelante:

Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles;

pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.

Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo (o sea, la autoridad de Su ungido, del Mesías); porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos (o sea, el diablo), el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.”

Cualquier cosa que un hijo de Dios hace mal, el diablo lo acusa delante de Dios. Es como en un trabajo, una fábrica, o en el gobierno o en algún lugar, donde hay personas que cuando ven que alguna persona comete algún error, por simple que sea, van y se lo soplan allá al jefe, van y se lo dicen allá al jefe; o sea, un soplón. No sé cómo le llaman acá, hay otros lugares que le dicen: un chota, pero no sé por acá cómo le dicen; no quiero usar palabras de éstas que solamente se conocen en ciertos países, pero en otros países puede significar algo no muy bueno. ¿Cómo le dicen acá? “Dedo duro,” que siempre están señalando las faltas de otro para hacerle daño a los demás.

Una cosa sí sabemos: que hay alguien que no nos ama y ése es el diablo, Satanás, por eso cada hijo de Dios tiene que cuidarse; aun las personas que actúan correctamente, el diablo los vigila y trata de hacerles daño también. Recuerden a Job, el cual era justo y el diablo siendo un envidioso, vio que tenía la bendición de Dios, Dios lo prosperaba, lo bendecía y como el diablo está arruinado, sabe que será destruido él y su reino, él quiere que Dios destruya a todo el mundo. Pero Dios no destruirá al justo con el diablo injusto que se rebeló en contra de Dios.

Para el diablo, desde que se rebeló en contra de Dios, no ha habido paz; y cada día, cada mes, año y siglo y milenio que pasa, tiene menos paz, porque sabe que está más cerca de su destrucción total, de su aniquilación total; y él quisiera que Dios destruyera a todos los hijos de Dios. Dios es justo y por esa causa Su justicia trae la paz para los justos, porque no destruirá Dios al justo con el injusto.

¿Cómo una persona puede ser justificada delante de Dios? Veamos cómo es que el ser humano puede ser justo ante Dios. En Romanos, capítulo 5, está el secreto, o sea, la forma en que la persona puede ser vista como justa ante la presencia de Dios. Y recuerden que eso es lo que cuenta delante de Dios, cómo Dios lo ve a usted. Capítulo 5, verso 1 en adelante, dice:

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

Y ahora la paz para con Dios la obtenemos por medio de Jesucristo. Somos justificados por la fe en Cristo, Cristo es nuestra justicia, Cristo justicia nuestra. Por lo tanto, cada persona puede obtener la justicia de Dios por medio de Cristo, puede ser justicia de Dios, la justicia de Dios, para tener paz para con Dios.

Dios es amor, pero también es fuego consumidor, y es dura cosa caer en las manos de un Dios airado, como el Dios de Israel; o sea, estar en guerra con Dios es lo peor que le puede suceder a una persona. Dice la Escritura que “no hay paz para los impíos” [Isaías 48:22], la paz es para los justos.

Por lo tanto, la paz que tanto el ser humano anhela, es una herencia para los justos que viene de parte de Dios a través de la justicia de Dios, que es Cristo, el Mesías. Por esa causa es que así como para cada individuo heredar la paz, necesita a Cristo el Mesías, Israel como nación y todas las demás naciones, necesitan al Mesías y el establecimiento de Su Reino en la Tierra, para obtener la paz imperecedera. Por eso es que Cristo en una ocasión dijo que orando pidieran la Venida del Reino de Dios, porque ése es el único Reino en que Israel y todas las naciones obtendrán la paz imperecedera, heredarán la paz, la cual es un fruto de la justicia, de la justicia divina.

Y ahora, veamos en este misterio de la paz para individuo y para Israel como pueblo y para todas las naciones, la forma en que vendrá la paz, la vamos a ver en una forma más amplia en el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante, cuando le apareció el Ángel Gabriel a la virgen María, este Ángel, que es el Ángel de la revelación divina, por la cual yo le he llamado siempre: “El Ángel profeta de la dimensión divina,” que tiene acceso al Libro de la Verdad, y por consiguiente tiene acceso al libro que contiene todo escrito, al libro escrito que contiene todo lo que ha de acontecer en medio de la raza humana y de lo que ha de acontecer en el Cielo.

Por eso es un Ángel o Arcángel tan importante, es el Arcángel que le trajo la revelación divina al profeta Daniel, y vean en el capítulo 12 del libro de Daniel, dice que el Arcángel Gabriel se va a levantar y va a ser un tiempo de angustia. Y en el capítulo 12 del Apocalipsis habla del Arcángel Gabriel levantándose también para luchar en contra del diablo y vencerlo, para que sea establecido en la Tierra el Reino de Dios, encabezado ese Reino por el Mesías Príncipe; o sea, que para que venga la paz habrá una guerra en el Cielo.

Recuerden que en otra dimensión ocurren cosas que luego traen un resultado en la Tierra. Aquí vivimos el resultado de las cosas que ocurren en otras dimensiones. Aquí en la Tierra se materializan.

Ahora, veamos capítulo 1 de San Lucas, verso 30. Dice:

Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.”

Recuerden que Jesús significa: “Salvador, Redentor.”

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre (aquí tenemos la revelación divina de quién es el heredero al Trono de David, el Mesías Príncipe, ese niño que nacería a través de la virgen María, como descendiente del rey David, y por consiguiente de Isaí, padre de David. Por decreto divino el heredero al Trono de David es Jesucristo);

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre (ése es el Rey de Israel, el Mesías Príncipe), y su reino no tendrá fin.”

Aquí tenemos la promesa de un Reino que no tendrá fin, será un Reino que cubrirá toda la Tierra. Cuando el profeta Daniel en el capítulo 2 lo vio (a ese Reino), lo vio como una piedrecita no cortada de manos, que vino e hirió la imagen en los pies de hierro y de barro cocido (o sea, el reino de los gentiles en su etapa final), los desmenuzó y la piedra creció y se hizo un gran monte que llenó toda la tierra, se hizo un gran Reino que llenó toda la Tierra, un gran imperio, el Reino, el imperio mundial del Mesías con su capital en Israel, la cual es Jerusalén, o sea, la ciudad capital de Israel: Jerusalén, ésa será la capital del Reino del Mesías, de ese Reino mundial.

Ahora, todos desean que el Rey sea uno de ellos, todas las naciones desean al Mesías, es el deseado de todas las naciones; y la promesa es que vendrá el deseado de todas las naciones.

Y ahora, Jerusalén como ciudad es la ciudad deseada de tres grandes religiones, y amada por esas tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo; y por consiguiente esas tres grandes religiones, con sus gobiernos o sistemas de gobierno, han luchado por esa ciudad, porque es la ciudad del rey; y por consiguiente desean que un creyente y descendiente de ese pueblo sea el que se siente en el Trono de David, sea el que herede el Reino y gobierne sobre Israel y sobre todas las naciones.

El Islam desea gobernar sobre Israel, sobre Europa y sobre todas las naciones; el deseo no está mal. El cristianismo también desea a Jerusalén.

Vean, el pueblo musulmán con su religión, el Islam, lucharon y obtuvieron la ciudad de Jerusalén, y colocaron el templo, la Mezquita de Omar, allí. Con esto no estoy haciendo una crítica contra los musulmanes, ni contra su religión: el Islam. Amar a Jerusalén es bueno, desear que un descendiente de un pueblo sea el Rey de Israel y de todas las naciones, es bueno, porque ése que se sentará en ese Trono será un Rey de Justicia y Rey de paz, Príncipe de paz que traerá la paz para todas las naciones.

Y ahora, el pueblo musulmán con su religión: el Islam, controla una parte muy grande de Jerusalén y de otras ciudades de Israel.

Luego tenemos el cristianismo; en representación del cristianismo nominal, tenemos el catolicismo, que es la religión oficial del Estado del Vaticano, también ha luchado por Jerusalén. Últimamente escuché que estaba en trámites para adquirir el Monte de Sión. El Vaticano con su religión católica ha adquirido muchísimos territorios en la Tierra de Israel, en Jerusalén y en diferentes ciudades, y ha establecido diferentes iglesias.

También los protestantes, evangélicos, pentecostales, también han obtenido diferentes terrenos y han construido sus diferentes templos. Todos aman a Jerusalén y desearían que el Mesías Príncipe fuera uno de su grupo, ése es un buen deseo. No critico el buen deseo que tengan los diferentes grupos que he mencionado ni la lucha que hayan tenido por obtener a Jerusalén y establecer allí su gobierno y sus religiones. Es una lucha por la bendición de Dios.

Cada uno desea que su líder máximo sea el que se siente en el Trono y como rey gobierne sobre Israel y sobre todas las naciones; por lo tanto, es un buen deseo. Será el que traerá la paz para Israel y para todas las naciones.

También el pueblo hebreo ha luchado por la conquista de Jerusalén y de todo el territorio de Israel, ha obtenido todo el territorio que en la actualidad tiene a Jerusalén y otros territorios, aunque parte pertenece o está habitada por el pueblo árabe y otra parte por judíos allá en Jerusalén.

El pueblo árabe tiene la antigua o vieja Jerusalén donde está el monte del Templo y donde está, por consiguiente, la Mezquita de Omar, y la parte nueva de Jerusalén la tienen los judíos; pero esperan que algún día, por algún terremoto o algo parecido, sea destruida la Mezquita de Omar y entonces poder construir allí el templo de los judíos.

Los judíos esperan también que el Reino, y por consiguiente el Trono de David, lo ocupe un judío. Así que cada pueblo de estos que he mencionado, que aman a Jerusalén, han estado luchando para obtener la bendición de tener a Jerusalén y que el rey que se siente en el Trono sea uno de su pueblo. Han estado luchando por una bendición. Es una bendición de primogenitura, y por consiguiente corresponde al hijo primogénito. Por decreto divino, conforme a como leímos en San Lucas, el Trono de David, y por consiguiente el Reino de David, que será restaurado, pertenece al Mesías Príncipe descendiente del rey David; y eso es por decreto divino.

Por lo tanto, no hay argumento en contra de lo que Dios ha dicho, como Dios ha dicho, así será, así se va a cumplir. Pero lo hermoso de todo esto es que Él será rey para los judíos y para los gentiles también, y traerá la paz para judíos y gentiles; o sea, que Él tratará bien a judíos y a gentiles. Él será un rey justo; por lo tanto, el anhelo de un rey justo que gobierne desde Israel, desde Jerusalén, es correcto, está de acuerdo a la promesa divina; y conforme a la promesa divina será el Mesías Príncipe, el Ungido, el Cristo, del cual habló el Arcángel o Ángel Gabriel a la virgen María.

Por lo tanto, los herederos de la paz, la reciben del Mesías Príncipe, Él es el Príncipe de paz del cual habló Isaías en el capítulo 9, verso 6 al 7 cuando dijo:

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (¿quién es el Príncipe de paz? Este niño que nacería en la Tierra).

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre...”

Y aparece nuevamente la palabra aquí: “Justicia.” Será confirmado Su Trono en juicio y en justicia; y por consiguiente como fruto vendrá la paz para Israel y para todas las naciones. ¿Y quién va a hacer esto? ¿Quién va a lograr esto? Dice:

El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”

Será Dios el que lo hará. No será con ejércitos o con fuerzas, “mas con mi Espíritu,” ha dicho el Señor en Zacarías, capítulo 4. Y en el capítulo 14, verso 9, dice: “En aquel día Jehová será uno y uno su nombre.” O sea, que el monoteísmo será el que imperará en donde se revelará a toda la humanidad, Dios; y todos conocerán a Dios: “Porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios, como las aguas cubren el mar.” Será llena del conocimiento del único Dios verdadero; y por consiguiente terminarán las disputas religiosas, las discusiones teológicas terminarán, porque todos conocerán a Dios.

Y ahora, pasando nuevamente al capítulo 5, verso 1 de Romanos, leemos:

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

La paz para el alma del ser humano la trae el Mesías Príncipe, Jesucristo, reconciliándonos con Dios; por medio de la fe en Cristo obtenemos el perdón de nuestros pecados, somos limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacemos en el Reino de Cristo y tenemos la paz de Cristo, porque solamente en el Reino de Cristo es que el ser humano puede obtener la paz imperecedera.

“Mi paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da.” (San Juan, capítulo 14, verso 27). Así dijo Jesucristo.

Por lo tanto, la paz imperecedera, que es el fruto de la justicia divina, se obtiene en el Reino de Dios, porque no hay paz para los impíos. La paz es para los justos que son justificados por la fe en Cristo. La paz para con Dios se obtiene por medio de Jesucristo, y así terminan los conflictos del ser humano con Dios, y por consiguiente entra a todas las bendiciones que Dios tiene en Su Reino, las cuales son administradas por Cristo a través de su Espíritu Santo; y una de esas grandes bendiciones es la paz.

La paz la necesita el niño, el joven, el adulto y el anciano. Todos necesitamos la paz, y por consiguiente necesitamos al Príncipe de paz para que nos dé la paz, Su paz, la cual Él imparte a toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador; y Él lo coloca en Su Reino, el Reino de paz donde el ser humano disfruta del fruto de la justicia divina: la paz; y por consiguiente vienen a ser los herederos de la paz. Yo soy un heredero de la paz, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Y ahora, en la bendición que leímos al principio en Números capítulo 6, versos 22 al 27, nos dice:

Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.”

Hemos visto cómo la faz de Dios, que es Jesucristo, fue levantada, para traer la paz, para poner la paz en el corazón de cada individuo que lo recibe como su único y suficiente Salvador, y viene a ser un heredero de la paz.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, puede hacerlo para que reciba la paz de Cristo en su alma, para que Cristo lo coloque en Su Reino, Su Reino de paz, donde está la paz de Dios a través de Cristo para todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador.

Vamos a dar unos minutos en lo que vienen a los Pies de Cristo las personas que todavía no han recibido a Cristo como Salvador. Ustedes que se encuentran en otras naciones y no habían recibido a Cristo o se habían descarriado, pueden recibirlo en estos momentos para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé la paz imperecedera en su alma.

TODOS NECESITAMOS LA PAZ, EL FRUTO DULCE DE LA JUSTICIA.

En las demás naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé la paz imperecedera en sus corazones. El Reino de Dios se esta llenando en los últimos años de latinoamericanos y caribeños, y en estos momentos están para entrar al Reino de Dios muchos latinoamericanos y caribeños y de otras naciones también, que están viniendo a los Pies de Cristo para obtener la salvación y Vida eterna y la paz imperecedera en sus almas.

Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como Salvador. La decisión más grande que un ser humano hace en su vida es una sola, aunque el ser humano hace muchas decisiones en su vida, pero hay una sola decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna. Hay solamente una decisión que coloca al ser humano en el Reino de Dios. ¿Cuál es? Recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra decisión que coloque al ser humano en el Reino de Dios con Vida eterna.

Por lo tanto, todo ser humano necesita recibir a Cristo para obtener la Vida eterna y por consiguiente entrar al Reino de Dios y ser heredero de la paz imperecedera, de la paz de Dios. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. En las demás naciones también pueden estar en pie. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo.

Dios tiene mucho pueblo en Brasil y en toda la América Latina y el Caribe y en Norteamérica, en el Canadá, en Europa, en África, en el Japón, y en todos los demás países, y los está llamando en este tiempo final para darles la paz imperecedera en el corazón, para darle la paz que tanto el alma de todo ser humano anhela. Los está llamando en este tiempo para darle la paz imperecedera que tanto anhela el alma de todo ser humano.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a levantar nuestras manos a Cristo, al Cielo, y con nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración; los que están también en otros lugares, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Palabra, de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo, Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Salva mi alma, Señor, Te lo ruego. Perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, y sea producido en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo.

Señor Jesucristo, Ten misericordia de mí, sálvame, Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora con nuestras manos levantadas al cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo, me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo, me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo, me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado; porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, y lo recibieron como único y suficiente Salvador.

Ahora, siendo que Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Ahora, ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo y nació la de fe de Cristo en mi alma y lo he recibido como mi Salvador, y ahora quiero ser bautizado en agua en Su Nombre, quiero cumplir Su mandato completo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora, la esperanza es que nos vamos a ver en el Reino de Cristo por toda la eternidad. Él dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” [San Juan 3:5] El que no nazca de la predicación del Evangelio de Cristo y del bautismo del Espíritu Santo, no puede entrar al Reino de Dios; y por consiguiente no puede recibir las bendiciones de Dios.

Pero ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y lo han recibido como su salvador, y ahora desean ser bautizados en agua en Su Nombre. El bautismo en agua es simbólico, no quita los pecados, es tipológico.

La persona cuando recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente la persona está siendo sepultada y cuando la levanta de las aguas bautismales el ministro, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno; y así la persona entra a la bendición del Cielo, del Reino de Dios.

Cristo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona nace en el Reino de Dios, es una nueva criatura de una nueva creación, de la creación de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno; y por consiguiente es un heredero de la paz, de la paz de Dios por medio de Cristo acá en su alma.

En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El bautismo en agua, aunque es tipológico, fue ordenado por Dios a través de Cristo, Cristo ordenó el bautismo en agua y por consiguiente todos los que reciben a Cristo obedecen el mandato de Cristo, y son bautizados en agua en Su Nombre.

Y ahora, pregunto al reverendo Salomón Cunha si hay agua: Hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropas? ¿Hay personas también que les ayudarán? Hay personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Cristo.

Ustedes que están en otras naciones también pueden ser bautizados, los que han recibido a Cristo como Salvador. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino eterno de Jesucristo.

Dejo al reverendo Salomón Cunha para que a continuación les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo nuestro Redentor, nuestro Salvador.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos ustedes aquí presentes y ustedes allá en cayey Puerto Rico y en todas las naciones que están conectados con esta actividad a través del satélite Amazonas o a través de internet.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

LOS HEREDEROS DE LA PAZ.”