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Herederos de bendición 2006-04-20 2 Chicago Illinois US 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través de internet y del satélite en otras naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Leemos en Primera de Pedro, capítulo 3, verso 8 al 9, las palabras de San Pedro que dicen:

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;

no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.”

HEREDEROS DE BENDICIÓN.”

Conforme a estas palabras de San Pablo, nosotros hemos sido llamados para heredar bendición, y por consiguiente somos herederos de bendición.

A través de la Escritura, encontramos diferentes pasajes bíblicos que nos aclaran quiénes somos, de dónde hemos venido y porqué somos herederos de bendición. Por ejemplo, tenemos en la carta de San Pablo a los Efesios, capítulo 1, verso 3 en adelante, que dice:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.”

Aquí nos dice que nosotros hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual, en lugares celestiales en Cristo, y también nos dice que nos escogió desde antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él. Y también nos dice que hemos sido predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo.

Y ahora, todas estas cosas, Dios las tenía previstas desde antes de nosotros aparecer en este planeta Tierra, por eso es que el mismo Jesucristo dice que somos las ovejas que el Padre le dio para darnos Vida eterna. O sea, que usted antes de ser salvo y de recibir la bendición de Dios, ya en la mente de Dios, ya Él lo había previsto todo y había ya, en Su Programa, había previsto un Cordero Pascual, un Sacrificio por el pecado de todas esas personas.

El pasaje que más claro nos habla, y solamente es un verso, es San Juan, capítulo 12, verso 24, donde nos dice el mismo Jesús:

De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”

Este pasaje tan sencillo encierra un misterio muy grande, el cual si usted lo entiende en esta forma de lo que es un grano de trigo y de lo que se requiere para que ese grano de trigo lleve mucho fruto, usted entonces comprende el Programa de Dios y porqué usted está aquí en la Tierra, y usted comprende de dónde usted ha venido.

Vean, usted ve una planta de trigo con muchos granos de trigo, y se pregunta: ¿de dónde vino? Sencillo, de un grano de trigo, de una semilla. En esa semilla estaba esa planta de trigo con todos esos granos de trigo.

Y cuando veían ese grano de trigo, nadie podía ver la planta de trigo y los muchos granos de trigo que estaban ahí en ese grano de trigo, porque ese grano de trigo es la semilla que fue sembrada, y luego nació la planta de trigo y produjo muchos granos de trigo.

La vida del grano de trigo, pasó a ser una planta de trigo; vino y se formó una planta de trigo, y ahí la vida del grano de trigo continuó, para multiplicarse el grano de trigo en muchos granos de trigo. Y Cristo dice:“Y si el grano de trigo no cae en tierra y muere, el solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva (o sea, muchos granos de trigo).”

Y Jesucristo siendo el Grano de Trigo, la simiente de Dios, la semilla de Dios para la reproducción de Dios en muchos hijos e hijas de Dios, Cristo si continuaba vivo, si no moría en la Cruz del Calvario, ¿qué pasaría? Quedaba solo viviendo, porque Él no podía morir, Él dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo, para volverla a tomar.”

Por lo tanto, Él continuaba viviendo y quedaba solo en este planeta Tierra, como el único inmortal, como la única persona, porque el juicio divino para aquel tiempo en que Jesús murió, vendría sobre la raza humana.

La raza humana tenía que morir el día que Jesús murió, a causa de sus pecados; pero Jesucristo se hizo pecado por nosotros tomando nuestros pecados, aunque Él de Sí mismo no tenía pecado, tomó los nuestros y se hizo mortal, porque lo único para él hacerse mortal era el pecado, y no tenía pecado.

Por lo tanto, tenía que tomar los pecados nuestros, hacerse mortal y morir en lugar de nosotros, para así quitar de nosotros la muerte (quitando el pecado quita la muerte) y como Él no tenía pecado, vean, entonces nuestros pecados los llevó, murió por nosotros como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y así realizó el Programa de Redención para el ser humano.

Vean, aquí en San Juan, así como la planta de trigo con los granos de trigo estaban en el grano de trigo, la semilla, así estábamos nosotros en Cristo, así como nuestro cuerpo físico estaba en nuestro Padre terrenal, así nosotros estábamos en Jesucristo.

Ahora vean, en el capítulo 10 de San Juan, verso 14 al 18, dice:

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas que no son de este redil (ahora vean, cómo Él nos habla de que son ovejas suyas); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

El Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, y el Buen Pastor es Jesucristo:

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.”

Él puso Su vida en la Cruz del Calvario en Sacrificio vivo, en el Sacrificio de Expiación por el pecado de todas esas ovejas, de todas esas personas que Dios le dio, ¿para qué se las dio? Para que les dé Vida eterna. Sigue diciendo:

Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”

Y ahora, Jesucristo vino a la Tierra con un mandamiento divino, por consiguiente vino con una misión divina: poner Su vida en Expiación por nuestros pecados, y luego resucitar, todo eso para darnos la bendición y Vida eterna.

Ahora, veamos aquí en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, aquí Él dice que Sus ovejas (las cuales el Padre le dio) oyen Su Voz, que escuchan el Evangelio de Jesucristo, la predicación del Evangelio de Cristo, y nace la fe de Cristo en su alma, y creen en Cristo de todo corazón y dan testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.

Cristo los recibe, los perdona y con Su Sangre los limpia de todo pecado, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona nace de nuevo, nace a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Así como para nosotros vivir en esta Tierra todos tuvimos que hacer lo mismo: nacer, todos tuvimos que nacer para poder vivir en esta dimensión terrenal y temporal en un cuerpo físico.

Y para vivir en el Reino eterno de Dios, Cristo dice a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6:

“De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Y Nicodemo pensando que le hablaba de nacimiento físico, pensó: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Se requiere nacer de nuevo, y ahora, es nacer del Agua y del Espíritu, nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, donde nace la fe de Cristo en el alma de la persona, a medida que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, donde se le da a conocer la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario por cada uno de nosotros. Y eso es nacer del Agua.

La persona recibe a Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego Jesucristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento. Recibir el Espíritu Santo, eso es nacer del Espíritu de Dios, del Espíritu de Cristo, y así es como la persona nace del Agua y del Espíritu, nace a una nueva vida: a la Vida eterna con Jesucristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso.

Por eso fue que Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Por lo tanto, los que han de ser salvos y han de vivir eternamente, escucharán la predicación del Evangelio de Cristo, nacerá la fe de Cristo en su alma, creerán, serán bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautizará con Espíritu Santo y Fuego y así obtendrán la salvación y Vida eterna.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será (¿qué?) condenado.”

¿Qué escogerán estas personas que son herederos de bendición, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero? Escogerán a Cristo como su único y suficiente Salvador, escucharán la predicación del Evangelio de Cristo, creerán y serán bautizados en agua en Su Nombre.

Miren a Pedro hablando el Día de Pentecostés... y también a Jesús hablando en San Juan, capítulo 8, verso 47 Jesús, dice:

El que es de Dios, las palabras de Dios oye...”

Y aquellos que no querían escuchar a Jesús, Él les dice:

...por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”

¿Ven? El que no es de Dios, no quiere escuchar la Palabra de Dios; el que es de Dios, escucha la Palabra de Dios. En San Juan, en la lectura que tuvimos también hace algunos momentos atrás, en donde Él dice: “Mis ovejas oyen mi Voz,” ahora vean, antes de eso en el verso 26 dice, del capítulo 10:

Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”

En el tiempo de Jesús hubo un grupo de personas que no creían en Jesús y hubo otro grupo que creía en Jesús; a los que no creían, Él les dijo que no creían porque no eran de las ovejas de Él, y por consiguiente no eran de las ovejas que el Padre le había dado para llamarlas y darles Vida eterna. Pero las ovejas que el Padre le dio, esas escucharán Su Voz.

Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, no estaban allá en medio del pueblo hebreo, estaban entre los gentiles); las cuales también debo traer (¿a dónde las va a traer? A Su Redil, a Su Rebaño, que es Su Iglesia), y oirán mi voz (van a escuchar la Voz de Cristo, el Evangelio de Jesucristo); y habrá un rebaño y un pastor.”

Por lo tanto, habrá una Iglesia: la Iglesia del Señor Jesucristo, y un Pastor, que es nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora vean, las ovejas escuchando la Voz acá en el tiempo de San Pedro. En el Día de Pentecostés, cuando recibieron el Espíritu de Cristo, vean, en el capítulo 2, verso 36 en adelante San Pedro predicando dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso llamamos a Jesús: Señor Jesucristo, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo:

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas escucharon la Voz de Cristo, la predicación del Evangelio de Cristo a través de San Pedro, era Cristo en Espíritu Santo hablando a través de San Pedro ese mensaje del Día de Pentecostés.

Luego el verso 47 dice que ellos luego permanecían... del 46 al 47, dice:

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,

alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

Los que han de ser salvos, los que han de vivir eternamente, son añadidos ¿a dónde? A y en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Redil del Señor, y también es la planta de trigo que nació de Cristo, el Grano de Trigo. Y los que son añadidos a la Iglesia, vienen a ser granos de trigo en la planta de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo.

En diferentes ocasiones encontramos que los que han de ser salvos, son añadidos a la Iglesia del Señor. Vean aquí en el capítulo 13, verso 48 (ya esto es San Pablo entre los gentiles), dice:

Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.

Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.”

¿Quiénes son los que han de creer? Los que están ordenados para Vida eterna, y esto significa que sus nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso fue que cuando los discípulos en una ocasión fueron enviados para predicar y sanar enfermos y echar fuera demonios, cuando regresaron a Jesús le dicen: “Señor, hasta los espíritus se nos sujetan en tu Nombre.” Jesús les dice: “No os gocéis de que los espíritus se os sujetan en mi Nombre, mas gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.” [San Lucas 10:20]

Y si el nombre suyo está escrito en el Cielo usted es un heredero de bendición, y para recibir esa herencia, pues recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.

Ningún heredero de Dios puede recibir la herencia de Dios, a menos que sea través de Jesucristo nuestro Salvador, porque somos coherederos con Cristo. Es a través de Cristo que obtenemos esa herencia.

Vean, en el capítulo 8, verso 14 en adelante de Romanos dice San Pedro:

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

Somos nosotros herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, somos herederos a la Vida eterna, eso es lo más grande: ser un heredero a la Vida eterna es lo más grande; pero para obtener la Vida eterna, vean, para obtener la Vida eterna dice Primera de Juan, dónde está esa Vida eterna para nosotros recibirla. Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

La Vida eterna que Dios nos ha dado ¿dónde está? En Jesucristo, y por eso es que venimos a Cristo, para que Él nos dé esa Vida eterna que Dios nos ha dado a través de Él. Por lo tanto, la exclusividad de la Vida eterna la tiene un solo hombre, una sola persona, Dios le ha dado la exclusividad de la Vida eterna a Jesucristo.

Y todo heredero de bendición, todo hijo e hija de Dios, aunque no haya venido a Cristo, en algún momento escuchará la predicación del Evangelio de Cristo, nacerá la fe de Cristo en su alma, despertará a lo que es en realidad un hijo o una hija de Dios, y recibirá a Cristo como su único y suficiente Salvador, para recibir la salvación y Vida eterna y por consiguiente recibir la herencia, la bendición de la herencia de la Vida eterna, con todo lo que hay en la Vida eterna: un cuerpo eterno angelical, y luego un cuerpo eterno físico, glorificado, como el cuerpo glorificado que tiene nuestro amado Señor Jesucristo.

Por eso es que dice que a la final Trompeta los muertos en Cristo van a resucitar primero, y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados, y entonces tendremos la herencia física de la Vida eterna.

Pero ya cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, y es bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona ha obtenido la Vida eterna, la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y por consiguiente la Vida eterna, y la persona ha entrado al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, la persona ha asegurado su lugar en la Vida eterna, ha asegurado su futuro eterno.

Las personas aseguran en las compañías de seguro el auto, la casa; algunos aseguran los dedos si son pianistas; algunos aseguran la garganta si son cantantes; y si son corredores aseguran los pies también; y así por el estilo, cada cual asegura lo que quiere que se mantenga bien asegurado en su vida. Pero con todo y los seguros que le pongan, puede perder aquello que ha asegurado, y el seguro no lo cobran si no pierden aquello que aseguró.

Pero vean, se les olvida asegurar su futuro eterno, se les olvida asegurar su alma con la Vida eterna y para la Vida eterna. O sea, se olvidan de ponerle el seguro de la Vida eterna a su alma.

El alma es lo más importante que tenemos, eso es lo que en realidad somos nosotros: alma viviente. El cuerpo físico es una casa terrenal donde vivimos para comunicarnos en esta vida terrenal, y el espíritu de la persona es otra casa, otro cuerpo pero de otra dimensión. Pero el alma, eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente.

Por eso es que Jesucristo en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28 nos habla acerca del alma, y dice:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”

Por lo tanto, ¿de qué le vale al ser humano si gana todo el mundo y pierde su alma? Si pierde su alma, lo perdió todo, porque el ser humano es alma viviente. Por lo tanto, lo más importante, siendo que nuestra alma es lo más importante, entonces lo más importante es asegurar nuestra alma con Cristo en la Vida eterna, y eso significa asegurarnos con Cristo, con el seguro de la Vida eterna.

Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo y obtuve el conocimiento de cómo asegurarme con Cristo en Su Reino eterno: recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador, no hay otra forma para asegurarnos con Cristo.

Y ahora estoy seguro para vivir eternamente con Cristo. Si muere mi cuerpo físico no hay ningún problema, sigo viviendo en el cuerpo angelical, en el cuerpo espiritual, y cuando Él complete Su Iglesia, Su Rebaño, entonces resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, en cuerpos eternos y jóvenes para toda la eternidad, y a los que estarán vivos, los transformará, a todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo.

¿Ven? O sea, que ya no hay lugar para que el creyente en Cristo se pueda perder, Cristo salva a Sus ovejas para siempre, no es que salve a una persona hoy, y mañana se pierde; no, si la salvó, la salvó para vivir eternamente.

En la vida los Cristianos pasan por diferentes etapas, diferentes ciclos, en unos de muchas bendiciones y mucho gozo, pero en otros de pruebas, de sufrimientos, de problemas. Pero esos problemas en ningún momento significan que el creyente se va a perder, sino que bajo esas situaciones el creyente se agarra más de Cristo, para que Cristo lo ayude a pasar por esa etapa difícil.

Miren, Cristo cuando pasó por Su etapa difícil en donde sufrió y fue crucificado y murió, eso no significó que murió para siempre, sino que fue una etapa difícil, pero después resucitó para nunca más morir.

Por lo tanto, los sufrimientos por los cuales pasamos aquí en la Tierra, no son comparables con las glorias venideras que en nosotros han de ser manifestadas, dice San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 18 en adelante.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.”

¿Qué es la manifestación de los hijos de Dios? La manifestación, vean, en una familia que no tiene hijos, el esposo y la esposa están esperando la manifestación de sus hijos, para lo cual hay un proceso, y en el cual por medio de la unión del hombre y de la mujer en un acto de amor, la mujer concibe del hombre y luego queda embarazada, y luego a los nueve meses normalmente viene un bebé, y ahí fue manifestado el primer hijo de la familia. ¿Ven? Y así por el estilo.

Ahora, a través de estos dos mil años que han transcurrido, en el campo espiritual se han estado manifestando los hijos de Dios, a medida que han estado recibiendo a Cristo y han estado obteniendo el nuevo nacimiento, pero viene una manifestación física de los hijos e hijas de Dios, y esto será cuando los hijos e hijas de Dios, los creyentes en Cristo obtengan su cuerpo nuevo, los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos glorificados, y los que estamos vivos seamos transformados, y entonces todos estaremos manifestados como hijos e hijas de Dios con Vida eterna espiritual y Vida eterna física también; y estaremos manifestados como inmortales.

Y vean lo que a continuación sigue diciendo San Pablo:

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

Esperando nuestra transformación, y por consiguiente esperando el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, e inmortales como Él, físicamente inmortales también como Jesucristo nuestro Salvador. Todo esto es ¿por qué? Porque somos herederos de bendición.

Hemos venido a la Tierra para heredar bendición, para lo cual recibimos a Cristo para recibir la bendición de la salvación y Vida eterna, somos herederos de Vida eterna, somos herederos de un cuerpo angelical eterno y de un cuerpo físico eterno y glorificado, somos herederos del Reino de Dios también.

Coheredero con Cristo, esa es la forma para recibir toda nuestra herencia: a través de Jesucristo, somos herederos a todo el poder de Dios, somos herederos a ser parte del pueblo de Dios; por lo tanto, somos herederos a todo lo que Dios tiene, y por consiguiente somos hijos e hijas de Dios, porque son los hijos los que heredan a su padre.

Por consiguiente usted tuvo que recibir a Cristo como Salvador, para recibir la herencia de la Vida eterna de su alma y para su alma, y recibir un cuerpo angelical eterno y para pronto recibir un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

¿Cuántos ya recibieron a Cristo para recibir su herencia? [La congregación responde: “¡Amén!”] Yo también. Si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo para poder recibir su herencia de bendición y Vida eterna, lo puede hacer en este momento y yo oraré por usted en estos momentos, puede pasar acá al frente para yo orar por usted.

Y también los que están a través de internet o del satélite en diferentes naciones que no han recibido a Cristo como Salvador todavía, pueden hacerlo viniendo a los Pies de Cristo, pasando acá al frente para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo.

Usted tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y por esa causa usted en estos momentos está escuchando la Palabra de Dios, el Evangelio de nuestro amado Señor Jesucristo, usted que se encuentra aquí presente en Chicago de Norteamérica, y ustedes que se encuentran a través de internet o del satélite en otras naciones.

Por lo tanto, pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos para que Cristo les reciba en Su Reino, para que así puedan recibir la herencia de la bendición de la herencia divina.

Todavía pueden continuar viniendo los que faltan por venir a los Pies de Cristo, pues usted vino porque Dios le trajo, le guió a venir porque el nombre suyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y Él le ha traído para que usted pueda recibir la bendición de la Vida eterna.

Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, y la decisión más grande que un ser humano hace en su vida es una sola, y es la única decisión que le coloca en la Vida eterna, y es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Esa es la única decisión que lo coloca a usted en la Vida eterna.

Dios tiene mucho pueblo aquí en Chicago, y los está llamando. Si oyes hoy Su Voz, si escuchas hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando porque tú eres un heredero de bendición, tu nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, tú eres una oveja del Señor, una oveja del Padre, que le ha sido dada a Cristo, el Buen Pastor, para que la busque y le dé Vida eterna.

Él dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” San Lucas, capítulo 19, verso 10.

Por lo tanto, el propósito de nuestra vida en este planeta Tierra es que seamos redimidos por Cristo, limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado, para lo cual tenemos que recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, por consiguiente estamos en el planeta Tierra para recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, estamos para entrar al Programa de Redención, al Programa de Salvación y Vida eterna.

Si falta alguna otra persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir, y de los que están en otras naciones a través de internet o del satélite escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, pueden venir a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente en las naciones donde ustedes se encuentran también, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo.

Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a estar puestos en pie para orar. Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones, y los que han venido para recibir a Cristo como Salvador, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Nombre, como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados; reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, salva mi alma, Te lo ruego. En Tus Manos me encomiendo, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame Señor, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero nacer a la Vida eterna, sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, todo decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibieron como único y suficiente Salvador, pues Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes han creído y lo han recibido como Salvador, Él dijo: “El que creyere.” Y ustedes me dirán: “Ya he creído y lo he recibido como mi Salvador, pero me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes.

Pregunto al ministro Ezequiel si hay agua: ¿Hay agua en el bautisterio, en la Iglesia? Hay agua; por lo tanto... aquí también hay agua; por lo tanto, bien pueden ser bautizados.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna para que estén con ustedes eternamente en el Reino de Cristo.

Y ahora, pregunto si hay ropas bautismales: ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales. Hay también personas que les ayudarán para llegar a los vestidores de ropa, y hay personas que les ayudarán y también ministros que les bautizarán.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Ustedes son herederos de bendición. Ese ha sido nuestro tema: “HEREDEROS DE BENDICIÓN.”

Así como sucedía en el tiempo de los Apóstoles, que ellos predicaban el Evangelio de Cristo, las personas creían y eran bautizados en esos momentos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizaba con Espíritu Santo y Fuego y producía en las personas el nuevo nacimiento.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos.

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes, amables amigos y hermanos y hermanas aquí presentes, y los que están a través de internet o del satélite en diferentes naciones.

Los que están en otras naciones que recibieron a Cristo también como Salvador en estos momentos, también pueden ser bautizados en agua en estos momentos, pues donde ustedes se encuentran hay bautisterios y ministros que les bautizarán.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo al reverendo Ezequiel, para indicarles hacia dónde caminar, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Dios les bendiga.

HEREDEROS DE BENDICIÓN.”