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title: 'Conociendo el tiempo'
date: 2006-04-18
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Muy buenas noches, amables hermanos y amigos aquí en Atlanta, Georgia, Norteamérica; y también los que están a través de internet o del satélite en la República Mexicana, en Norteamérica, en Colombia, en Chile, en Panamá, en Argentina, en Paraguay, en Brasil, y demás naciones donde se encuentran y están conectados con esta transmisión.
Es una bendición grande estar con ustedes, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en Romanos, capítulo 13, verso 8 al 14, donde dice San Pablo:
“*No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.*
*Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.*
*El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.*
*Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.*
*La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.*
*Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,*
*sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.”*
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: **“CONOCIENDO EL TIEMPO.”**
Tomado de estas palabras de San Pablo, donde dice:
“*Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.”*
Cuando San Pablo dice: “Ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos,” se refiere a la adopción, la salvación, la adopción del cuerpo; pues cada día y cada año que pasa está más cerca la adopción, la redención del cuerpo, que es la glorificación de cada creyente en Cristo en donde recibirá un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, siendo que es hora de levantarnos del sueño, porque nuestra salvación está más cerca que cuando creímos, tenemos entonces que conocer el tiempo; y esto es CONOCIENDO EL TIEMPO.
Desde los días de Jesús en adelante la raza humana entró al ciclo divino de los días postreros, así como las personas entran a los días postreros de la semana cuando llegan al día jueves; porque los días postreros de la semana son jueves, viernes y sábado. Y así también la raza humana cuando llegó al quinto milenio de Adán hacia acá, entró a los días postreros delante de Dios: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Esos son los días postreros delante de Dios, que son los milenios postreros para la raza humana.
Por eso es que San Pablo y San Pedro, hablan acerca de los días postreros. Vean aquí en el libro de Hebreos, dice San Pablo en el capítulo 1, verso 1 al 3, dice San Pablo:
“*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,*
*en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo...”*
Vean, aquí dice: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” Y ahora, San Pablo coloca los días en que Dios estuvo en Cristo, hablándole al pueblo hebreo, coloca ese tiempo como los días postreros; o sea, que coloca a Jesús en Su Primera Venida en los días postreros. Luego dice:
“*...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo* (vean, el Heredero de toda la creación es nuestro amado Señor Jesucristo, y por medio de Él Dios creó, hizo, todas las cosas)*;*
*el cual, siendo el resplandor de su gloria* (y ahora, el resplandor de la gloria de Dios es ¿quién? Jesucristo)*, y la imagen misma de su sustancia* (y la imagen de Dios, ¿quién es? Jesucristo también)*, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder* (¿quién sustenta todas las cosas con la Palabra de su poder? Jesucristo. En palabras más claras: Dios hablando por medio de Jesucristo)*, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo* (¿quién efectuó la purificación de nuestros pecados? Jesucristo en la Cruz del Calvario)*, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas...”*
¿Quién se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas? ¿Quién se sentó a la diestra de Dios? Jesucristo. Por eso el salmista dijo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.” Eso está por ahí por el Salmo 110, y lo repite San Pedro en el capítulo 2 del libro de los Hechos. Ahí es donde dice: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”
Y ahora, Jesucristo está sentado a la diestra de Dios, intercediendo como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador, porque estamos desde los días de Jesús en los postreros días delante de Dios, que son los días de salvación para todo ser humano.
Por eso, vean ustedes aquí lo que nos dice en el libro de los Hechos, San Pedro, en el capítulo 2, verso 15 en adelante. Esto fue cuando recibieron el Espíritu de Cristo, cuando vino el Espíritu Santo el Día de Pentecostés, dice capítulo 2, verso 15 en adelante:
“*Porque éstos no están ebrios , como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.*
*Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:*
*Y en los postreros días, dice Dios,*
*Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,*
*Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;*
*Vuestros jóvenes verán visiones,*
*Y vuestros ancianos soñarán sueños;*
*Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días*
*Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.*
*Y daré prodigios arriba en el cielo,*
*Y señales abajo en la tierra,*
*Sangre y fuego y vapor de humo;*
*El sol se convertirá en tinieblas,*
*Y la luna en sangre,*
*Antes que venga el día del Señor,*
*Grande y manifiesto;*
*Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”*
Y ahora, es en los postreros días delante de Dios, que son los tres milenios postreros, en donde todo el que invocare el Nombre del Señor será salvo. Por lo tanto, los días postreros es tiempo de salvación. Por eso es tan importante conocer el tiempo, por eso es tan importante que cada persona esté conociendo el tiempo, el tiempo de Dios; y sepa en qué tiempo Dios le ha permitido vivir, porque éste es el tiempo más
glorioso de todos los tiempos.
San Pablo habló acerca de nuestro tiempo como en el tiempo de Jesús en adelante, como los días postreros; y San Pedro también.
Y ahora, vean lo que nos dice el Apóstol Pablo en el capítulo 6 de Segunda de Corintios, verso 2, dice:
“*Porque dice:*
*En tiempo aceptable te he oído,*
*Y en día de salvación te he socorrido.*
*He aquí ahora el tiempo aceptable;*
*he aquí ahora el día de salvación.”*
Y ahora, ese día de salvación es el día de la Dispensación de la Gracia, en donde ya han transcurrido dos mil años, que son dos días delante de Dios; y todavía estamos en un tiempo de salvación en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. Y todavía hay salvación y Vida eterna para toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, en donde recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador; porque todavía Jesucristo está en el Trono del Padre, haciendo intercesión en el Trono de Intercesión, por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador; y con Su Sangre preciosa limpia a la persona de todo pecado.
Por lo tanto, estamos en tiempo de salvación todavía. Pero llegará un momento en que va a terminar esa etapa divina de tiempo de salvación. En palabras más claras: se va a cerrar la Puerta de Salvación. Y Cristo es la Puerta.
Vean aquí en San Mateo, capítulo 7, nos habla el mismo Jesucristo de Sí mismo como la Puerta, la Puerta que lleva a la Vida eterna. Dice también en el capítulo 10, verso 9 de San Juan. Vean aquí vamos a leerlo cada uno en su debido momento. Capítulo 10, verso 9 de San Juan, dice:
“*Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”*
Y ahora, ¿quién es la Puerta? Jesucristo. Y el que entra por Cristo, el que recibe a Cristo como Salvador, entra al Reino de Dios y recibe ¿qué? Vida eterna, él recibe la salvación y Vida eterna.
Y ahora, veamos aquí en San Mateo, capítulo 7, versos 13 al 14, donde dice Jesucristo:
“*Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;*
*porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”*
Por lo tanto, Jesucristo es la Puerta angosta y es el Camino angosto, la Puerta para entrar y el Camino para caminar todos los días de nuestra vida. Y ése es el Camino que lleva a la Vida eterna. No hay otra forma en que el ser humano puede entrar a la Vida eterna, no hay otra forma en que el ser humano puede entrar al Reino de Dios, y por consiguiente obtener la Vida eterna.
Vean ustedes lo sencillo que es. Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, o no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” \[San Juan 3:5\] Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, en donde se da a conocer la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario: Su muerte, sepultura y resurrección.
Y nace la fe de Cristo en el alma de toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y por cuanto la fe viene por el oír, viene la fe a la persona, nace *ahí*; y con el corazón la persona cree en Cristo, y luego da testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador; porque estamos todavía en el tiempo de salvación. Pero ese tiempo va a terminar en algún momento.
Ahora, la persona al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y recibir a Cristo, pues nació del Agua de la Palabra. Y cuando recibió, fue bautizado y recibió el Espíritu Santo de Cristo, nació del Espíritu. ¿Ven? Nació del Agua y del Espíritu, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo; y por consiguiente entró al Reino de Dios.
¿Qué significa entrar al Reino de Dios? Lo mismo que significó para usted y para mí entrar a este mundo, a este reino terrenal. ¿Cómo entró usted a este reino terrenal? Naciendo. El que no nació, no entró a esta vida terrenal. ¿Ve? Tuvo que nacer. Pero ahora Cristo dice: “Pero para entrar al Reino de Dios hay que nacer de nuevo.”
Para entrar a este reino terrenal, que es el reino de las tinieblas, tuvimos que nacer en este reino para tener una vida temporal; pero que vale la pena tener esta vida, que nos da la oportunidad de entrar al Reino eterno de Dios a través de Jesucristo, porque Jesucristo es el Segundo Adán, el cual está reproduciéndose en hijos e hijas de Dios, está por medio del nuevo nacimiento teniendo muchos hijos e hijas de Dios, porque Él es el que está prometido en la Escritura que llevaría muchos hijos a la gloria.
Siendo el Segundo Adán, todos los hijos del Segundo Adán, de Jesucristo, son hijos que entran a la gloria, y por consiguiente son los que van a ser glorificados, no solamente espiritualmente sino físicamente también.
Y vean ustedes, al nacer de nuevo hemos nacido a una nueva vida, a la Vida eterna, en un nuevo Reino, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y hemos asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Cuando se nos acabe esta vida terrenal de este reino terrenal, no tenemos ningún problema, tenemos la Vida eterna de otro Reino: del Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso es que San Pablo en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, dice que nuestra ciudadanía está en los Cielos. Vamos a leerlo para que tengamos un cuadro claro de estas palabras del Apóstol San Pablo. Capítulo 3, verso 20 al 21 de Filipenses, dice:
“*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”*
Y ahora, ¿por qué está en los Cielos nuestra ciudadanía? Así como la ciudadanía terrenal que tenemos es de algún país, de alguna nación, ¿por qué? Porque usted es un descendiente de esa nación y usted nació en esa nación también. Y aún, aunque haya nacido en otra nación, si su padre era de esa otra nación, usted también tiene la ciudadanía por herencia.
Y ahora, esto es porque su padre o su madre eran de esa otra nación.
¿Y de dónde vino Jesucristo? Del Cielo. Y a través de Jesucristo Dios tendría muchos hijos e hijas. Jesucristo es el Segundo Adán, y por medio de la unión de Jesucristo y Su Iglesia, que es Su Esposa, Él se reproduciría.
¿Y de dónde es la Iglesia del Señor Jesucristo? Del Cielo también.
Y ahora, por medio del nuevo nacimiento somos ciudadanos celestiales, porque el nuevo nacimiento no es terrenal, es del Cielo. Y por consiguiente todos los que han obtenido el nuevo nacimiento han nacido del Cielo, porque el nuevo nacimiento es del Cielo, es celestial.
“*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;*
*el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya...”*
O sea, que Él va a transformar nuestro cuerpo ¿para qué? Para que sea nuestro cuerpo (el que Él nos va a dar en la transformación) sea igual a Su cuerpo glorificado, sea un cuerpo joven para toda la eternidad, que nunca se ponga viejo, un cuerpo con Vida eterna, un cuerpo glorificado. Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo.
Y todos decimos: “Ésa es la clase de cuerpo que yo quiero; porque con este cuerpo que papá y mamá me dieron, no podré vivir muchos años aquí en la Tierra. Ellos hicieron lo más que pudieron hacer.” Pero aún la ciencia no ha podido hacer lo que papá y mamá hicieron. Cualquiera dirá: “Pero ellos han inventado en sus laboratorios muchas cosas.” Sí, pero la materia prima, ¿de dónde vino? Así que lo que nuestros padres terrenales hicieron por nosotros ha sido muy grande.
Y fue Dios obrando a través de ellos para traernos a esta Tierra y en esta Tierra obtener la Vida eterna a través de Jesucristo, el Segundo Adán, para que obtuviéramos un nuevo nacimiento, para que cada uno de nosotros entráramos a la Vida eterna por medio del nuevo nacimiento. Tan sencillo como eso. Todo esto necesitamos conocerlo para saber porqué estamos aquí y quiénes somos nosotros.
Nuestra alma ha venido del Cielo, de Dios, ha pasado a esta Tierra para tomar el camino, entrar por la Puerta de la Vida eterna y tomar el camino de la Vida eterna, para regresar a nuestro Padre Celestial al Cielo, para ir a la gran Fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, ya la persona ha recibido a Cristo y ha obtenido el nuevo nacimiento luego de ser bautizado en agua en Su Nombre, ya entró al Reino de Dios, ya nació en el Reino de Dios.
El Reino de Dios está en la esfera espiritual, pero pronto va a estar físicamente también, va a estar pronto en la esfera física, y ahí entonces físicamente estaremos como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces en ese Reino del Mesías, ese Reino Mesiánico que será establecido en la Tierra y la capital será Jerusalén, y allí estará el Trono del Mesías. Y nosotros estaremos con Él como Reyes en la administración de ese Reino; o sea, que seremos personas del gabinete administrativo del Rey de reyes y Señor de señores.
Por lo tanto, tenemos que conocer el tiempo, el tiempo en que estamos viviendo. Estamos viviendo todavía en los días postreros, en donde todavía hay salvación para todo ser humano. Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos.
La Puerta de la salvación les dije que se va a cerrar de un momento a otro, y después ya no habrá más llamamiento para que las personas reciban a Cristo como Salvador y obtengan la Vida eterna. Las cosas podrán seguir en la forma religiosa en que se encuentra el mundo, pero sin oportunidad de salvación. Pero mientras hay oportunidad, hay que aprovechar para entrar por la Puerta de salvación.
Vean aquí en San Lucas, capítulo 13, versos 22 en adelante, dice:
“*Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.*
*Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:*
*Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.*
*Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”*
Aquí nos muestra que la Puerta va a ser cerrada en algún momento. Pero mientras Cristo está en el Trono de Intercesión en el Cielo, como Sumo Sacerdote, la Puerta todavía está abierta. Yo entré por la Puerta abierta y estoy en el Camino angosto, el Camino de la Vida, porque entré por la Puerta de la Vida, que es Cristo; y estoy en Cristo, el Camino de la Vida, todos los días de mi vida, sirviéndole de todo corazón.
Y tengo con gozo grande en mi alma, porque es una bendición y privilegio grande estar en el Camino de Dios, sirviendo a nuestro amado Señor Jesucristo. Él liberta, salva al ser humano para que le sirva. Así como dice de Israel: “Israel es mi hijo, mi primogénito. Te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me sirva.” \[Éxodo 4:23\] ¿Ven? ¿Para qué Dios libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto? Para que le sirviera. Ése es el propósito.
Por lo tanto, yo lo recibí como mi único y suficiente Salvador, Él me dio la salvación y Vida eterna y ahora yo le estoy sirviendo a Él de todo corazón todos los días de mi vida. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba y le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado. Y puede pasar acá al frente para orar por usted.
También los que están a través de internet o del satélite pueden venir a los Pies de Cristo, los que todavía no han recibido a Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo en esta ocasión.
“**CONOCIENDO EL TIEMPO.”**
Cada uno de ustedes como individuos necesitan conocer el tiempo en que estamos viviendo. Así como también las naciones necesitan conocer el tiempo en que están viviendo.
La Escritura dice: “Mi pueblo pereció, porque le faltó conocimiento.” (Oseas, capítulo 4, verso 6).
Nadie quiere perecer, nadie quiere dejar de existir, todos queremos existir eternamente, y para eso necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la salvación y Vida eterna.
Por lo tanto, todos necesitamos tener el conocimiento del tiempo en que vivimos y de cómo obtener la Vida eterna a través de Jesucristo. Esa es la única forma para obtener la salvación y Vida eterna.
Los que se encuentran en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo, para que Cristo les reciba en Su Reino.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche. Si falta alguna persona puede venir.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte la Vida eterna. Es para recibir la Vida eterna que venimos a los Pies de Jesucristo. Dios le ha dado a Jesucristo la exclusividad de la Vida eterna. Y toda persona que desea la Vida eterna viene a los Pies de Cristo y Cristo le otorga gratuitamente la Vida eterna.
Es importante conocer estas cosas para obtener la bendición de la Vida eterna, y así asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador. Él es el único que le puede asegurar a usted la Vida eterna. No hay otra persona.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir. Algunas veces hay personas que son tímidas y les da timidez o vergüenza pasar al frente para recibir a Cristo. Pero no podemos ser tímidos para recibir la Vida eterna a través de Jesucristo. Él no se avergonzó de nosotros ni fue tímido para morir por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes en la Cruz del Calvario.
Pueden venir los que faltan por venir. Él dice: “Cualquiera que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos. Mas a cualquiera que me negare delante de los hombres, Yo también le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si todavía falta alguno en alguna de las naciones que están a través de internet o del satélite en estos momentos, puede venir. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a levantar nuestras manos al Cielo (los que están aquí presentes y los que están en otras naciones), y vamos a cerrar nuestros ojos; y los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:
***Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre, y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario, en Tu sepultura y en Tu resurrección. Creo que Tu muerte es el Sacrificio de la Expiación por mis pecados; reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.***
***Señor Jesucristo, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo; salva mi alma, Señor Jesucristo. Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero vivir eternamente, quiero nacer en Tu Reino eterno. En Tus Manos me encomiendo, sálvame, Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.***
Y ahora con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.**
Y ahora Cristo les ha recibido en Su Reino, les ha perdonado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, pues Él ordenó diciendo:
“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16)
Ahora ustedes han creído y lo han recibido como Salvador y me dirán: “Ya lo recibí como mi Salvador. Pero todavía me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar? Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible.” En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere tipológicamente; cuando es sumergido en las aguas bautismales por el ministro, está siendo sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna. Todo esto es tipológicamente.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos. Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Pregunto al ministro si hay agua: hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también, me indica el ministro. ¿Hay vestidores de ropa? Hay vestidores de ropa, lugar donde están las ropas bautismales para ustedes colocarse las ropas bautismales y ser bautizados. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán y también cuidarán de vuestras ropas en lo que ustedes son bautizados en agua. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en estos momentos.
***Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.***
***Y a ustedes también que están en otras naciones, también pueden ser bautizados en agua en estos momentos. Y que Cristo también a sus familiares los traiga a Sus Pies y les dé también la salvación y Vida eterna, para que estén junto a ustedes en el Reino de Cristo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.***
Y ahora, dejo aquí al ministro para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Él les indicará inmediatamente para que así puedan ser bautizados inmediatamente en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como se hacía en el tiempo de los Apóstoles, en donde se predicaba y los que creían, los que recibían a Cristo eran bautizados en agua en esos momentos.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos los que están aquí presentes y los que están en otras naciones. Y pasen todos muy buenas noches.
“**CONOCIENDO EL TIEMPO.”**