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| Saludo a valientes | 2006-04-15 | 1 | Cayey | PR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes. Es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.
Que las bendiciones de Jesucristo el Ángel del Pacto sean sobre cada uno de ustedes y les bendiga espiritualmente y materialmente; y le use grandemente en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Es una bendición grande vivir en este tiempo, este es el tiempo que todos los profetas desearon vivir, este es el tiempo del cual más el Espíritu de Dios habló a través de Sus profetas. Todos los profetas hablaron más de este tiempo que de todos los otros tiempos. Y el mismo Señor Jesucristo habló más de este tiempo que de otros tiempos.
Por lo tanto, este es el tiempo más importante en el Programa de Dios, este es el tiempo en que los hijos e hijas de Dios serán adoptados, o sea, obtendrán la redención del cuerpo, lo cual es: la transformación del cuerpo para los que están vivos creyentes en Cristo nacidos de nuevo, y para los muertos en Cristo: la resurrección en cuerpos glorificados. Esa resurrección en cuerpos glorificados será lo más glorioso que haya sucedido a través de la historia de la raza humana.
Por lo tanto, nosotros sin elegir por nosotros mismos el vivir en este tiempo, nos ha tocado por gracia de Dios vivir en este tiempo; por lo tanto, fue Dios el que decidió en Sí mismo el que nosotros viviéramos en este tiempo para Su gloria y Su honra, para ser parte de Su Programa y disfrutar en Su Programa las bendiciones que Él tiene para todos Sus hijos.
Hemos visto que, en Puerto Rico Dios ha estado dándonos bendición sobre bendición. Y no hace mucho, este mismo año, también nos dio el terreno nuevo que tenemos, el cual le agradecemos a Dios; y sabemos que Él tiene un propósito grande con este lugar. Porque Dios ha prometido que habrá una bendición grande para todos Sus hijos en este tiempo final, y nosotros sabemos que en Puerto Rico Él nos va a dar una bendición grande, como también en otras naciones.
Y cada cual… vean, en muchos tiempos pasados el agua, tener agua en la casa ahora es una bendición también, pero la tenemos por medio de tuberías, pero antes se tenía que tener un dron, una pipa o ¿cómo le dicen? ¿Tiene otro nombre por allá? Un tanque, un barril, una cisterna o cosas así, para almacenar el agua. Y cuando llovía o cuando iba a llover, que todo el mundo veía que iba a llover, todo el mundo estaba preparando todo para que el agua viniera directamente al lugar en que iba a ser almacenado.
Y encontramos que cuando uno sabe que viene una bendición del Cielo, hay que preparar todo; y eso es lo que estamos nosotros haciendo, damos la bendición, pero sabemos que viene un aguacero de bendición más grande.
Por lo tanto, en aquel tiempo las casas tenían canales y tenían los drones y las latas esas de manteca grande, todo eso lo preparaban para recibir la bendición del agua que venía. Y nosotros, pues estamos preparando todo para recibir la bendición espiritual que Dios ha prometido darle a Su Iglesia en este tiempo final. Y esperamos que Dios en este lugar nuevo también nos de grandes bendiciones.
Hoy les decía a los ministros que hace ¿cuántos años? Como 30 años más o menos, yo estaba allá en la montaña, le dicen la loma de Wiso, allá en una esquina por allí, más abajo donde vive Wiso o en una esquina dónde vive Wiso, que se ve hacia acá, y extendí mi mano y señalé que podíamos establecer una carpa o algo, una carpa en ese territorio, y estaba señalando para esta área de acá. Y estaba diciendo, y quizá se me fue la mano, e hice así y señalé demasiado.
Pero luego, meditando en la casa, hoy después de haber dicho eso recordé que hubo un hombre que hizo así y su hijo le dijo: “No así padre, este es el mayor, pon la mano derecha sobre el mayor”. Y él le dijo: “No hijo, yo lo sé”. Y la respuesta ha sido que Dios había cruzado las manos de Jacob. Si Dios guía nuestros pasos, nuestros pies también guía nuestras manos. Por lo tanto, yo creo que fue Dios el que guio me mano para señalar todo ese territorio; y si en el señalamiento y en la voluntad de Dios es más de lo que ya tenemos, no se preocupen, también nos va a dar si falta algo.
Cuando estaba yo en Ponce, yo les dije que venía para Cayey, para esta área; porque Dios me llama a venirme a este sitio. Y los de Ponce también vinieron hacia acá, aunque también se tienen actividades allá y hay una congregación allá.
En aquel tiempo, todos o casi todos los que asistían a Ponce vinieron también acá, y todos comenzamos acá con las demás personas y hermanos de otras ciudades, de otros lugares y otras congregaciones. Y así es como Dios ha estado obrando con nosotros, y el Mensaje se extendió para otras naciones también. Y así se extendió la bendición de Dios para otros lugares.
Y vean como Dios también ha dado diferentes personas para trabajar en Su Obra en este tiempo para llevar al Mensaje por otras naciones, como nuestro hermano misionero Miguel Bermúdez Marín y otros ministros en todos los países. Y puso también a mi lado en aquel tiempo a Adalberto, el cual ha trabajado arduamente a mi lado en una forma y en otra forma; y está a mi lado también.
Así que Dios me tiene en este tiempo para trabajar. Dios no quiere vagos, en la parábola de los talentos y de las minas Dios mostró, Cristo mostró que Dios no quiere vagos; porque al vago que no quiso trabajar con el talento que Dios le dio, se lo quitó, se lo dio al que tenía más, al que había trabajado más por supuesto; y al que no había trabajado lo mandó a echar fuera, a echar en las tinieblas de afuera. Porque Dios no quiere vagos en Su Obra. Dicen que mucho hace el que no estorba, y un vago como estorba, entonces el Señor lo mandó a echar fuera. Pero Él quiere personas que trabajen en Su Obra, que le sirvan al Señor.
Vean por ejemplo ahí en el Éxodo, capítulo 4, verso 21 al 24 dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito. Y dirás a faraón: Deja ir a mi hijo ¿para qué? Para qué me sirva”. Por lo tanto, Dios nos ha libertado, Cristo nos ha libertado del reino de las tinieblas, del Egipto espiritual y del faraón espiritual ¿para qué? Para que le sirvamos. Cuando decimos y reconocemos que somos los primogénitos de Dios. Recuerden que Dios dijo: “Deja ir a mi hijo, (o sea, a mi primogénito) para que me sirva”.
Y ahora aquí estamos para servirle al Señor, porque para eso Él nos libertó del Egipto espiritual, del reino de las tinieblas.
Adelante trabajando en la Obra del Señor para lo cual Él nos ha llamado, sirviéndole a Cristo con toda nuestra alma, con todo nuestro espíritu y con todas nuestras fuerzas; y siempre glorificando al Señor.
Y que el Señor les bendiga, les prospere espiritualmente y materialmente, y les llene del conocimiento de Su Programa para nuestro tiempo y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, ya tenemos por aquí de nuevo al misionero reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar. Muchas gracias y buenas noches.
“SALUDO A VALIENTES”.