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El Sello del Dios vivo 2005-12-11 1 Villahermosa Tabasco MX 00:00:00 false

Honorable licenciado Máximo Moscoso Pintado y esposa, representate del gobernador: excelentísimo licenciado Manuel Andrade Díaz; excelentísimo licenciado Florizel Medina Pérez Nieto: presidente municipal del Centro Tabasco, en Villahermosa; honorable licenciado Cirilo Tirado Rivera y esposa, de Puerto Rico; y demás autoridades políticas, cívicas y eclesiásticas; y a todos los presentes: muy buenos días.

Y que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y Cristo nos hable directamente a nuestra alma y nos permita entender Su Palabra, y nos fortalezca espiritualmente acá en lo profundo de nuestra alma. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Aprecio las palabras del excelentísimo Presidente municipal del Centro de Tabasco, y también la bienvenida que me hizo a mí y a mi esposa, ayer en el Centro de Tabasco; y también el reconocimiento que me otorgó, el cual agradezco grandemente; el de Huésped Distinguido de la Ciudad de Villahermosa, Tabasco. Que Dios lo bendiga grandemente y lo use en esa misión política que Dios le ha encomendado para beneficio de toda la ciudad de *Villahermosa, y de todo el estado de Tabasco también, y de toda la República Mexicana; porque lo que se hace en una ciudad es de beneficio para toda la República.

Para esta ocasión quiero leer en Efesios, capítulo 4, versos 30 al 32, donde dice el gran Apóstol San Pablo (Apóstol de los gentiles) dice:

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL SELLO DEL DIOS VIVO.”

A través de la Biblia, la Escritura Sagrada tenemos la historia del ser humano. Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, conforme a Génesis, capítulo 1, versos 26 al 27, donde dice:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

Dios había dicho: “Hagamos al hombre conforme a nuestra imagen, hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Y cuando aquí lo creó, dice: “Y creó Dios al hombre a Tu imagen, a imagen de Dios lo creó.” Y la semejanza, ¿qué sucedió con la semejanza? Pues lo creó a Su imagen, y ahora falta la semejanza. La semejanza la encontramos en el capítulo 2, pues cuando creó al hombre a Su imagen, fue un hombre espíritu, o sea, un hombre con un cuerpo espiritual que es parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión.

Cuando se habla de un espíritu, se está hablando de un cuerpo de otra dimensión. El cuerpo de los Ángeles es un cuerpo de otra dimensión, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión.

Y ahora, por eso es que encontramos en Hebreos, capítulo 1, para que tengamos el cuadro claro de lo que es la imagen de Dios, y por consiguiente lo que es la imagen del ser humano. En Hebreos, capítulo 1, dice claramente de la siguiente manera (y vamos a leer), dice capitulo 1 de Hebreos, verso 7 en adelante, dice:

Ciertamente de los ángeles dice:

El que hace a sus ángeles espíritus,

Y a sus ministros llama de fuego.”

Los Ángeles tienen un cuerpo espiritual, es un cuerpo de otra dimensión, parece un cuerpo de nuestra dimensión, pero es de otra dimensión. Por esa causa cuando el Profeta Daniel recibió la revelación de Dios a través del Ángel Gabriel, dijo que había visto al varón Gabriel; o sea, un hombre de otra dimensión, el cual le dio a él la revelación que él colocó en su libro, llamado: “El libro del Profeta Daniel.”

El ser humano no está solo, hay otros seres que existen en otra dimensión y en otros cuerpos.

Ahora, cuando Dios creó al ser humano a Su imagen, lo creó en un cuerpo angelical, lo creó en Espíritu, cuerpo espiritual, que es un cuerpo de otra dimensión como el de los Ángeles; y así estando en ese cuerpo él gobernaba sobre esta Tierra. Pero luego Dios le dio la semejanza física en Génesis, capítulo 2, verso 7, donde dice:

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”

Y aquí le da Dios la semejanza física de carne al ser humano, para que aquí en la Tierra, él se encargue de la administración de este planeta Tierra. En palabras más claras Dios colocó a Adán como Rey en este planeta Tierra, como un rey de un imperio grande, puede colocar a uno de sus hijos en un país como rey; y así Dios colocó a Adán en este planeta Tierra; pues Dios es el Rey del Universo, pero tiene Sus hijos, y por consiguiente colocó a Adán Su hijo en este planeta Tierra; luego no hubo ayuda idónea para el ser humano, y Dios dijo que le iba a dar una compañera a Adán. ¿Y de dónde la sacó? De Adán.

Por eso la mujer es parte del hombre, y la sacó de su costado, y por eso no podemos amar a la mujer con la cabeza, con la mente, sino con el corazón: porque salió de su costado.

Y ahora, siendo que el ser humano vino a ser un hombre de esta dimensión terrenal, ahora el ser humano puede trabajar, encargarse en el Huerto del Edén de todas las labores que allí tienen que llevarse a cabo; y así él gobierna físicamente sobre los peces, las aves y los animales.

Todo le pertenece a Adán, le fue dado el planeta Tierra completo, y tenía el Título de Propiedad; pero luego que el ser humano pecó, Dios tomó el Título de Propiedad y Adán y Eva perdieron lo más importante, que fue la Vida eterna; pues Dios dijo al ser humano, al Adán, que no comiera del árbol de ciencia del bien y del mal, porque el día que él comiera de ese árbol, ese día moriría; y pecaron ante Dios, y el ser humano murió a la Vida eterna. Pero luego continuó viviendo físicamente, pero no una Vida eterna sino una vida temporal que le duró 930 años, conforme a como dice la Escritura.

Así está en el capítulo 5, verso 5 del Génesis, donde dice:

Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió.”

¿Por qué murió? Porque había pecado contra Dios y había comido del árbol de ciencia del bien y del mal. Por eso solamente le quedó la vida temporal, y todos los descendientes de Adán y Eva han recibido vida temporal, y todo ser humano que ha aparecido en este planeta Tierra, ha deseado tener Vida eterna; porque nadie quiere morir. Por esa causa comemos: porque queremos vivir. Por esa causa dormimos también: para recuperarnos, porque queremos vivir; por esa causa respiramos también, porque si dejamos de respirar, dejamos de existir.

Por lo tanto, el anhelo del alma del ser humano es vivir. Y en el tiempo de los conquistadores españoles se estaba buscando la fuente de la juventud para tomar del agua de esa fuente y permanecer jóvenes para siempre; porque el ser humano está buscando siempre lo que perdió: la Vida eterna.

Y por consiguiente el ser humano en su interior es religioso. El ser humano acá en su alma cree en Dios, cree que hay un Dios creador de los Cielos y de la Tierra, cree que ese Dios es el Rey de los Cielos y de la Tierra, y cree que si encuentra ese Dios y obtiene la Misericordia de Él, puede obtener nuevamente la Vida eterna, y puede recibir un sello, el cual lo identifique como una persona que ha obtenido la Vida eterna y por consiguiente ha entrado al Reino de Dios. Todos quieren tener un sello que los identifique como personas que vivirán eternamente.

Y ahora, ese sello solamente lo puede colocar Dios, y ese sello es el Sello de Dios.

Y ahora, todos queremos tener ese sello, el Sello de Dios, que nos identifica como personas que tenemos Vida eterna, que hemos obtenido la Vida eterna.

Y ahora, el ser humano para poder vivir eternamente, tiene que nacer de nuevo, conforme a las palabras de Jesucristo a Nicodemo, pues el nacimiento que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales fue como descendientes de Adán y Eva, el cual y los cuales perdieron la Vida eterna, y su descendencia solamente puede tener vida temporal. Pero mucho hicieron nuestros padres con darnos esta vida. Esta vida que hemos recibido por decreto divino, por permisión de Dios, tiene un propósito.

El ser humano tiene angustia existencial porque no sabe de dónde ha venido, porqué está aquí y hacia dónde va luego que termina su vida terrenal. Pero hay un propósito divino por el cual estamos en este planeta Tierra. Y tenemos que comprender ese propósito divino, y tenemos todos que entrar al Reino de Dios para poder obtener la Vida eterna, porque ése es el único Reino con Vida eterna para todos aquellos que pertenecen a ese Reino.

Veamos, así como para vivir nosotros en este planeta Tierra como seres humanos, tuvimos que hacer una sola cosa, ¿qué fue? Nacer. El que no nació, no ha podido vivir en esta Tierra, y no vive en esta Tierra. Para vivir en esta Tierra, en esta dimensión terrenal, tuvimos que nacer; y para vivir en el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo, veamos lo que Jesucristo dice... si para vivir en este reino terrenal de mortales, tuvimos que nacer, cuánto más para entrar y vivir en el Reino de Dios.

Veamos, Cristo hablando con Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 en adelante, dice:

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos (o sea, que no era cualquier persona).

Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Respondió Jesús y le dijo...”

Y ahora, Jesucristo no pierde tiempo, no le va a decir: “Sí, estas señales me identifican como enviado de Dios.” Jesucristo va directamente a lo más importante. Vamos a ver lo más importante:

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (aquí Jesús coloca, lo que es primero lo coloca primero).

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”

Y ahora, toda persona que desee entrar al Reino de Dios para vivir eternamente, tiene aquí los requisitos establecidos por Cristo, tiene que nacer de nuevo del Agua y del Espíritu. Sigue diciendo:

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Por lo tanto, usted no se maraville de que para entrar al Reino de Dios, usted tenga que nacer de nuevo, así como tuvo que hacer para entrar a este Reino terrenal de mortales: tuvo que nacer.

Y ahora, para entrar al Reino de los inmortales, al Reino eterno de Dios, tenemos que nacer de nuevo del Agua y del Espíritu. Del Agua es de la predicación del Evangelio de Jesucristo; porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]

Por lo tanto, no es un asunto de la persona decir: “Yo creo en Dios.” Eso está bien. Es un asunto de usted escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, que nazca la fe de Cristo en su alma, y usted crea de todo corazón en Cristo y lo reciba como su único y suficiente Salvador públicamente, dé testimonio público de su fe en Cristo.

Y ahora, esto es nacer del agua, nacer del Evangelio de Cristo; o sea, que una persona no nace de nuevo y no entra al Reino de Dios escuchando tonterías, escuchando otras cosas que no sea la predicación del Evangelio de Cristo. Y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo; y al nacer del Espíritu Santo recibe el Sello de Dios, que es el Espíritu Santo, obtiene el nuevo nacimiento, entra al Reino de Dios por consiguiente y ha nacido a una nueva vida en el Reino eterno de Dios, que es el Reino de Jesucristo; y la persona ha quedado sellada con el sello del Dios vivo, y por consiguiente sabe que vivirá eternamente. ¿Ven tan simple que Dios hace las cosas para que esté al alcance de todo ser humano?

Para entrar al Reino de Dios y obtener por consiguiente la Vida eterna hay que nacer del Agua y del Espíritu. Hay que escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para que nazca la fe de Cristo. No es fe humana, es la fe de Jesucristo; nazca acá en el alma, la persona cree en Cristo de todo corazón (crea en la Primera Venida de Cristo), cree en el Nombre de Jesucristo como el único nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, y dé testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, creyendo de todo corazón que la muerte de Cristo no fue una tragedia, no fue una desgracia para Jesucristo, sino que fue la Gracia de Dios extendida al ser humano, lo cual estaba tipificado en el Antiguo Testamento en el sacrifico del macho cabrío de la expiación que se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo. Esto está conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29.

En ese día encontramos que los hebreos arrepentidos de sus pecados pedían perdón a Dios por sus pecados, afligidos en sus almas por haber pecado contra Dios, y quedaban perdonados y cubiertos con la sangre de la expiación que se había efectuado. Y cuando el sumo sacerdote terminaba sus labores de ese día, el pueblo quedaba feliz sabiendo que había sido perdonado y que tenía derecho a vivir un año más.

¿Por qué un año más? Porque los animales no son perfectos por cuanto no tienen alma, y por consiguiente la sangre de un animal no puede quitar los pecados del ser humano, solamente los cubría, porque aquel sacrificio de aquel macho cabrío de expiación era tipo y figura del Sacrificio del Mesías Príncipe que efectuaría para quitar el pecado del ser humano y reconciliarnos con Dios.

Vean, aquí leamos capítulo 23, versos 26 en adelante, dice:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

Toda persona que no le daba importancia a ese sacrificio y no se arrepentía de sus pecados, Dios lo cortaba del pueblo, o sea, esa persona moría, Dios lo quitaba de en medio del pueblo, perdía el derecho y privilegio de vivir en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, todo esto es tipo y figura de un Sacrificio perfecto que sería efectuado y que la Sangre de ese Sacrificio nos limpiaría de todo pecado y seríamos reconciliados con Dios; y ya de ahí en adelante no más Sacrificios de animalitos por los pecados del ser humano; con un solo Sacrificio que efectuaría el Mesías Príncipe, quedaría el ser humano reconciliado con Dios.

Vean, aquí en el capítulo 53 de Isaías, verso 10, nos habla acerca de la Venida del Mesías, y dice (todo el capítulo 53 es mesiánico):

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

Y ahora, el Mesías Príncipe está profetizado aquí que va a morir, cuando aparezca en medio del pueblo hebreo; y aparecería en Su ministerio en la semana número setenta de la profecía de Daniel, capítulo 9, en donde nos dice de la siguiente manera... capítulo 9 de Daniel, versos 21 en adelante... les dije que Daniel recibió la visita del Ángel Gabriel, y Gabriel significa: “Varón de Dios, hombre de Dios.” Dice:

...aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.

Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento (este Ángel conoce los misterios de Dios. Dice:)

Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; (o sea, siete y sesenta y dos, son sesenta y nueve semanas; estas son semanas de años. Sesenta y nueve semanas son cuatrocientos ochenta y tres años. Sigue diciendo:) se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías (y ahora aquí tenemos la profecía que dice que después de las sesenta y dos semanas... antes de las sesenta y dos semanas, transcurren siete semanas; por lo tanto, después de las sesenta y nueve semanas, viene la semana número setenta, en donde le será quitada la vida al Mesías), mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”

Después de las sesenta y nueve semanas y después que le haya sido quitada la vida al Mesías, después más adelante la ciudad de Jerusalén será destruida, y fue destruida en el año setenta de la era cristiana.

Y ahora, ¿quién entonces fue el Mesías príncipe que vivió y murió en la semana número setenta, como el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano? Si no fue Jesucristo, entonces hay que buscar una persona que haya cumplido esta Escritura; porque ya la semana número setenta, se cumplió la mitad de ella en el tiempo de Jesucristo, que fueron tres años y medio de ministerio de Jesucristo, y allí se detuvo la semana número setenta; y restan tres años y medio para el pueblo hebreo que serán cumplidos en el tiempo llamado: “La gran tribulación,” donde Dios volverá a tratar con el pueblo hebreo bajo el ministerio del Espíritu Santo en el cumplimiento de los dos Olivos: de los dos Olivos, de los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios.

Por lo tanto, cualquier persona no podrá tratar con el pueblo hebreo en términos religiosos. El pueblo hebreo tampoco aceptará a cualquier persona, el pueblo hebreo está esperando un Profeta, y ese Profeta está señalado en Malaquías, capítulo 4 como Elías, que es uno de los ministerios de los dos Olivos.

Para Dios tratar nuevamente con el pueblo hebreo, el ministerio de Elías es uno de los ministerios de los dos Olivos; el otro ministerio es el de Moisés, ése es el otro de los dos Olivos. Esos dos ministerios estarán presentes en la Tierra. El Espíritu Santo estará operando esos ministerios, y por consiguiente será una Obra del Espíritu de Dios en el Día Postrero, en el tiempo final, para tratar con el pueblo hebreo.

Ahora, si Dios va a establecer un Nuevo Pacto con el pueblo hebreo, el cual es el Nuevo Pacto que el Mesías establecería, en el cual el pueblo ya no necesitaría sacrificios de animalitos sino que tendría el Sacrificio del Mesías Príncipe como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, y tendría la Sangre de ese Sacrificio, como la Sangre del Pacto eterno, como dice San Pablo en Hebreos, capítulo 13, verso 20:

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”

Y ahora, el Pacto eterno es el Nuevo Pacto y tiene una Sangre que nos limpia de todo pecado, es la Sangre del Mesías Príncipe derramada en la Cruz del Calvario.

Usted no puede ir a la farmacia o al supermercado a pedir un detergente o un blanqueador de la marca que sea, y decir: “Ahora tengo un blanqueador, el cual yo coloco sobre una mancha de tinta, y desaparece. Ahora me voy a bañar con ese blanqueador para limpiarme de todo pecado y quitar mis pecados.” Ese blanqueador no puede quitar los pecados, solamente hay un blanqueador y es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Y no hay otro.

“La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.” Eso está en Primera de Juan, capítulo 1, versos 7, donde nos dice:

...pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”

No hay otra cosa que nos pueda limpiar de todo pecado. Vean aquí también el propósito por el cual nosotros vivimos en este planeta Tierra. Hemos sido elegidos para vivir en este planeta Tierra.

Y ahora, dice Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2:

...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”

¿Para qué hemos sido elegidos? Para obedecer, ¿para obedecer qué? El Evangelio de Jesucristo, que es la Palabra de Dios, y ser rociados con la Sangre de Cristo al recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

También en este mismo capítulo 1, de Primera de Pedro, versos 18 en adelante nos dice cómo hemos sido rescatados:

...sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

sino con la sangre preciosa de Cristo (es con la Sangre de Cristo que hemos sido rescatados), como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

ya destinado desde antes de la fundación del mundo...”

Desde antes de la fundación del mundo, Jesucristo como el Cordero de Dios estaba destinado, predestinado para venir a la Tierra en carne humana y morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Por eso es que Jesucristo podía hablar claramente aquí en San Juan, capítulo 10, y decir el propósito por el cual Él había venido. San Juan, capítulo 10, verso 14 al 18, dice:

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen (comparando a todos los hijos de Dios con ovejas, y Él representándose en el Buen Pastor),

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas (aquí ya le está diciendo que Él va a morir, va a poner Su vida por las ovejas).”

Los discípulos del Señor Jesucristo no sabían, no entendían estas palabras de Cristo, y no comprendían que Él siendo el Mesías Príncipe tenía que morir como el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano. Sigue diciendo:

También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

Esos son los gentiles, entre los gentiles estarían estas otras ovejas; y dice que escucharán Su Voz. Pero Cristo, el Buen Pastor, luego que murió, fue sepultado, resucitó y ascendió al Cielo, ya no está en Su cuerpo físico, el cual está glorificado, ya no está en la Tierra. ¿Pero cómo Él va a hablar y a llamar esas ovejas y ellas lo van a escuchar? Es que Jesucristo el Día de Pentecostés descendió en Espíritu Santo y ha permanecido en medio de Su Iglesia. Él dijo: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo.” San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20.

Y también Él dijo: “Donde estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí Yo estaré.” [San Mateo 18:20] ¿Cómo Él estaría? En Espíritu Santo.

Y ahora, continuamos leyendo:

...y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor (el Pastor es Cristo y el Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo).

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.”

Él dice que el Padre lo ama por eso: porque Él pone Su Vida ¿por quién? Por Sus ovejas, para luego volver a tomar Su vida (o sea, resucitar).

Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”

Él vino con una misión divina a esta Tierra, porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, conforme a San Lucas, capítulo 19, verso 10. Son palabras de Jesucristo. Él sabía para qué Él había venido. Y usted necesita saber para qué ha venido a esta Tierra. Él vino para poner Su Vida por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes.

Por lo tanto, usted ha venido para usted recibir el beneficio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y obtener el perdón de sus pecados, y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, y ser bautizado en agua en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo y obtener por consiguiente el Sello de Dios, que es el Espíritu Santo, y por consiguiente tener el nuevo nacimiento; y por consiguiente entrar al Reino de Dios y tener la Vida eterna.

Cuando la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, y recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, dando testimonio público de su fe en Cristo, y es bautizado en agua en Su Nombre, la promesa divina es que Dios lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y por consiguiente producirá el nuevo nacimiento en la persona.

En el libro de los Hechos, capítulo 2, el Apóstol Pedro predicando, dice en el capítulo 2, verso 36 en adelante, del libro de los Hechos:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso llamamos a Jesús: SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron al Evangelio, creyeron en Cristo y lo recibieron como su Salvador, fueron bautizados en agua en Su Nombre, y fueron llenos del Espíritu Santo y obtuvieron el nuevo nacimiento; y por consiguiente recibieron el Sello de Dios, del Dios vivo, que es el Espíritu Santo; y por consiguiente esas personas recibieron la Vida eterna.

Luego en el verso 47, dice cómo después ellos estaban juntamente con los otros creyentes. Dice:

...alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

¿Dónde son colocados los que han de ser salvos y han de vivir eternamente? En la Iglesia del Señor Jesucristo. Es la Iglesia del Señor Jesucristo el Redil de las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que les dé Vida eterna. Así como los granos de trigo, ¿dónde es que usted los cosecha? ¿Del árbol de mango? No. ¿Del de aguacate? Tampoco. De una planta de trigo.

Cristo dijo refiriéndose a sí mismo como el grano de trigo, Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en Tierra y muere, Él solo queda; pero si cae en Tierra y muere, mucho fruto lleva.” [San Juan 12:24] Cristo como el grano de trigo tenía que morir, porque Él es la simiente original de Dios, y por consiguiente tenía que morir para llevar mucho fruto; y para llevar mucho fruto, Él tenía que reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios, porque Jesucristo es Hijo de Dios; y al reproducirse se reproduce en muchos hijos e hijas de Dios, como el grano de trigo se reproduce en muchos granos de trigo.

Y para poderse efectuar esa reproducción, el grano de trigo es sembrado y nace una planta de trigo, y la planta de trigo crece, y en esa planta de trigo están muchos granos de trigo, nacen muchos granos de trigo, que es la reproducción del grano de trigo que fue sembrado en Tierra; o sea, que el grano de trigo se reproduce a través de la planta de trigo, y Jesucristo se reproduce a través de la Iglesia, de Su Iglesia, que está tipificada en la planta de trigo, y Cristo, en el grano de trigo.

¿Ven por qué todo hijo e hija de Dios que nace en el Reino de Dios, nace a través de Jesucristo en Su Iglesia? No puede un grano de trigo nacer fuera de la planta de trigo, y no puede nacer fuera de la Iglesia de Jesucristo un hijo o una hija de Dios en el Reino de Dios. Por eso Cristo estableció Su Iglesia. Así como Dios le dio una compañera a Adán, que fue Eva, ¿para qué? Para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios, así Dios le ha dado a Jesucristo una compañera: Su Iglesia, para Cristo reproducirse a través de ella en muchos hijos e hijas de Dios.

Por lo tanto, es la Iglesia de Jesucristo y en Su Iglesia que se predica el Evangelio de Jesucristo. No se predica en otra religión, no se predica en religiones paganas, solamente se predica el Evangelio de Cristo en la Iglesia del Señor Jesucristo, ¿para qué? Para que por medio de esa Palabra creadora nazca la fe de Cristo en el alma de las personas, crean en Cristo de todo corazón y lo reciban como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en la persona el nuevo nacimiento; y así nazca en el Reino de Dios, y por consiguiente a la Vida eterna, y por consiguiente posea el Sello del Dios vivo, que es el Espíritu Santo.

Sin el Espíritu Santo la persona no tiene Vida eterna. Por eso Cristo a la mujer samaritana le habló del Agua que salta para Vida eterna, y le dijo en el capítulo 4, verso 10:

Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.”

Y en el mismo capítulo 4, verso 14, Cristo hablando con la mujer samaritana, dice:

...mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”

Y vamos a ver con más detalles esta agua, porque los conquistadores españoles estaban buscando la fuente del agua de la juventud, y no la encontraron. Pero hay una Fuente de Agua de Vida eterna señalada aquí. Y todos queremos tomar de ella. En San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39, dice Jesús en el último y gran día de la Fiesta de los Tabernáculos, dice:

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”

Y ahora, Jesús se presenta aquí como la Fuente de esta Agua, y esa Agua es el Espíritu Santo que recibirían los que creerían en Jesucristo. Los que creerían en Jesucristo, no a su manera. Cristo dijo: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Hay personas que dicen: “Yo creo en Jesucristo pero a mi manera.” Así no funciona. Nunca usted recibirá el Sello del Dios vivo, el Espíritu Santo, y por consiguiente no recibirá la Vida eterna. Usted tiene que creer en Cristo como dice la Escritura.

También encontramos en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante, que dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

¿Cómo obtenemos la Vida eterna? Creyendo en Jesucristo.

En San Juan, capítulo 11, versos 25 al 27, dice:

Le dijo Jesús (esto fue a Marta cuando Lázaro estaba en el sepulcro): Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Y ahora, aseguramos nuestro futuro eterno creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Estas son palabras de nuestro amado Señor Jesucristo. Si muere físicamente un creyente en Cristo, Cristo lo va a resucitar en el Día Postrero, y lo resucitará en un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Así como Dios le dio a Adán primero la imagen, que es el cuerpo espiritual de otra dimensión, así el segundo Adán, Jesucristo, le da Su imagen, el cuerpo espiritual o angelical a la persona; cuando la persona lo recibe como su único y suficiente Salvador; la persona recibe el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, y la persona obtiene el nuevo nacimiento y obtiene un cuerpo angelical de la dimensión de los Ángeles.

Cuando Pedro estuvo preso y lo libertó el Ángel del Señor, luego llegó a la casa de Juan Marcos, tocó la puerta; y Rode, una joven, fue a abrir, y cuando vio que era Pedro, de gozo no abrió la puerta, y regresó al grupo que estaba orando por Pedro en la casa, y les dijo: “Es Pedro.” Ellos le dijeron: “Rode, estás loca, es su ángel.” El ángel de Pedro es el cuerpo espiritual angelical de otra dimensión que Pedro tenía, el cual recibió de Cristo, al recibir el Espíritu Santo.

Cada creyente en Cristo tiene un ángel, les llaman también: “El ángel guardián” de la persona, es el cuerpo angelical o espiritual que Cristo le da a todos los creyentes que lo reciben como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, necesitamos todos el Sello del Dios vivo. Para recibirlo, recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé Su Espíritu Santo, y produzca así en nosotros el nuevo nacimiento.

La exclusividad de la Vida eterna la tiene una sola persona. Dios le ha dado la exclusividad de la Vida eterna a un solo hombre: a nuestro amado Señor Jesucristo.

Por lo tanto, toda persona que quiera vivir eternamente, necesita venir a los Pies de Jesucristo para que Cristo le reciba y extienda Su Misericordia sobre esa persona y lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y le dé por consiguiente así el Sello del Dios vivo, que es el Espíritu Santo, y por consiguiente le dé la Vida eterna.

Esa Vida eterna que el alma de todo ser humano anhela, y no sabe dónde encontrarla, hasta que escucha la predicación del Evangelio de Cristo que le muestra al ser humano dónde encontrar la Vida eterna: en nuestro amado Señor Jesucristo.

Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, y dí testimonio público de mi fe en Cristo, recibiéndole como mi único y suficiente Salvador, y fuí bautizado en agua en Su Nombre, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y me dio el Sello del Dios vivo, que es Su Espíritu Santo, y por consiguiente me dio la Vida eterna. Y tengo asegurada la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Cuando Cristo establezca Su Reino literal aquí en la Tierra, ahí yo estaré con Él. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. En la actualidad el Reino de Jesucristo está en la esfera espiritual, en donde se obtiene la imagen de Jesucristo, que es la imagen de Dios, donde se obtiene el cuerpo angelical al recibir el Sello del Dios vivo, el Espíritu Santo.

Pero pronto también vamos a recibir el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo; y eso será la imagen de Dios: la imagen de Dios, la cual es el cuerpo físico de Jesucristo, el cual ya está glorificado; y luego todos seremos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo con Vida eterna física, y seremos jóvenes para toda la eternidad.

Primero hay que recibir el Sello del Dios vivo, el Espíritu Santo, para que haga esa transformación interior, y produzca así el nuevo nacimiento, y obtengamos el cuerpo angelical, la imagen de Dios; y luego obtengamos la semejanza física de Dios, que es el cuerpo físico de Jesucristo; obtengamos un cuerpo físico, glorificado, como el de nuestro amado Señor Jesucristo.

Recuerden que Dios por medio de Jesucristo está creando una Nueva Raza con Vida eterna, o sea, una raza de inmortales. Ese es el Programa Divino que Dios está llevando a cabo a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Por lo cual tenemos que comprender el motivo de nuestra existencia aquí en la Tierra, para que no se nos pase la oportunidad de confirmar nuestro lugar en la Vida eterna y obtener el Sello del Dios vivo...el Sello del Dios vivo, del cual en la lectura que tuvimos dice:

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”

Fuimos sellados para el Día de la Redención, la Redención del cuerpo que será nuestra transformación, en donde Dios nos dará el cuerpo físico glorificado.

Si hay alguna persona que todavía no ha confirmado su lugar en el Reino de Cristo, recibiéndolo como su Salvador, lo puede hacer en estos momentos y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Puede pasar acá al frente y yo oraré por usted dentro de algunos minutos.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Villahermosa, Tabasco, y en todo el estado de Tabasco, y en toda la República Mexicana, y los está llamando en estos momentos.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte la Vida eterna. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras, según sus obras.” San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.

Y en Apocalipsis también nos dice Cristo por medio de Su Espíritu Santo:

He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis, capítulo 22, verso 12)

Por lo tanto, queremos tener asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, queremos que Él nos selle con el Sello del Dios vivo, para tener así asegurado en el Reino de Cristo nuestro futuro, tener Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Eso es lo más importante para el ser humano. No hay otra cosa más importante que la Vida eterna.

El dinero es bueno; ser rico y saber usar las riquezas, es bueno; tener una profesión universitaria es bueno; tener posiciones terrenales, es bueno. Pero ninguna de esas cosas terrenales le da a usted la Vida eterna, solamente Cristo nos da la Vida eterna.

Por lo tanto, la decisión más importante que un ser humano hace en su vida es una sola, las demás decisiones que haya hecho en su vida pueden ser buenas y puede tener grandes beneficios de ellas. Pero ninguna de esas otras decisiones le coloca en la Vida eterna, solamente hay una decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna, y es la decisión de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Y ustedes están haciendo la decisión más grande de vuestras vidas: recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para que Él les coloque en Su Reino eterno con Vida eterna. Esa es la decisión que les coloca en el Reino de Cristo con Vida eterna; y así es como usted asegura su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.

No hay otra forma en que podamos asegurar nuestro futuro eterno. ¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? No hay recompensa que usted pueda pagar a Dios para que Él le dé la Vida eterna.

En San Mateo, capítulo 10, verso 32 al 33, dice Jesucristo:

A cualquiera , pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Si le negamos, Él nos negará delante de nuestro Padre Celestial, si le confesamos delante de los hombres, Él nos confesará delante de nuestro Padre Celestial, y nos dará Dios la entrada a Su Reino eterno. Tan simple como eso.

Cristo no se avergonzó de nosotros, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, tampoco podemos nosotros avergonzarnos de Cristo para dar testimonio público de nuestra fe en Cristo. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Y esa oportunidad la tenemos mientras estamos vivos en este planeta Tierra.

Cuando ya la persona muere, ya no hay oportunidad para decir: “Ahora quiero recibir a Cristo como mi Salvador.” Si no lo recibió cuando estaba vivo en la Tierra, después ya no tendrá oportunidad de recibirlo; le sucederá como el hombre rico que murió y después se encontró en el infierno, y pidió para sus hermanos misericordia, pidió a Abraham que le enviara a Lázaro a la Tierra; o sea, que Lázaro resucitara y fuera a los hermanos de este hombre rico y les dijera que se arrepintieran y buscaran a Dios, para que no fueran a ese lugar, al infierno, cuando murieran físicamente.

Pero el Padre Abraham le dijo al hombre rico: “A Moisés y a los Profetas tienen; que oigan a Moisés y a los Profetas; porque está aquí todo lo que Moisés y los Profetas hablaron” [San Lucas 16:29].

Hay que creer como dice la Escritura. No como una persona se imagina. Las imaginaciones de las personas pueden ser buenas, pero no les llevarán a la Vida eterna. Solamente creyendo en Cristo como dice la Escritura es que la persona asegura su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Todavía vienen más personas de camino que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Por lo tanto, esperamos que lleguen para luego orar por todos ustedes, para que Cristo les reciba en Su Reino.

Todavía pueden continuar viniendo las personas que faltan. Los que están en otras naciones también a través de internet o del satélite, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado; y sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nazcan a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Todavía vienen más personas de camino que desean entrar al Reino de Dios, para poder vivir con Cristo eternamente. Es que Dios tiene mucho pueblo aquí en Villahermosa, y en todo el estado de Tabasco y en toda la República Mexicana. Por lo tanto, los está llamando en estos momentos para que entren a Su Reino eterno. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo.

Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Todavía continúan viniendo más personas que desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Pueden continuar viniendo.

También los niños pueden continuar viniendo, niños de diez años en adelante, pues ya tienen conciencia del bien y del mal, y pueden recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Cristo murió en la Cruz del Calvario, dice la Escritura: con y para un propósito. San Juan, capítulo 11 lo explica claramente. El sumo sacerdote dijo que convenía que un hombre muriera por el pueblo, hablando de Jesús. Dice capítulo 11, versos 49 en adelante, de San Juan:

Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;

ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”

Y ahora, los hijos de Dios que estaban dispersos por el mundo entero, serían congregados en Uno, en Cristo, y por consiguiente en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia, obra que haría Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia llamando y juntando a Sus escogidos de cada tiempo, llamando y juntándolos en Su Iglesia.

Todavía vienen más personas de camino, es que Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad. Y Cristo murió por todos ustedes y por mí también para juntarnos en uno, en Cristo, y por consiguiente en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia.

Todavía continúan viniendo más personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida. Ustedes están en esta actividad escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida; y por eso usted fue traído por el Espíritu de Dios, para estar en esta actividad, escuchando la predicación del Evangelio de Cristo para que naciera la fe de Cristo en su alma, y creyera en Cristo de todo corazón, y diera testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para Cristo con Su Sangre limpiarlo de todo pecado; porque Él nos ha colocado en este planeta Tierra para que seamos rociados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Ese es el propósito por el cual vivimos en esta Tierra.

Todavía vienen más personas, los que faltan pueden llegar, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo. Pueden continuar viniendo, los que faltan por venir. Algunas personas son tímidas y cuando escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, creen en Cristo de todo corazón; pero cuando les corresponde dar testimonio público de su fe en Cristo y pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, son tímidos, les da timidez o vergüenza pasar al frente porque piensan que los estarán viendo, y se avergüenzan de Cristo.

Cristo no se avergonzó de usted para morir por usted en la Cruz del Calvario, por lo tanto usted no se avergüence de Cristo para recibirlo, para que Él le dé la Vida eterna. No nos podemos avergonzar de Cristo para recibir la Vida eterna. Tenemos que con la fe, que ha nacido en nuestra alma al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, dar testimonio de nuestra fe en Cristo recibiéndole, recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador.

Todavía vienen más personas de camino. Ya vamos a orar. Los que faltan por venir, pueden continuar viniendo. Vamos a estar puestos en pie para orar. Todavía los que faltan por venir, pueden continuar viniendo; los que están en otras naciones también, a través de internet o del satélite, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo.

Veo que todavía vienen más personas. Estamos dando unos segundos en lo que llegan las personas que faltan por llegar a los Pies de Cristo, para que Cristo extienda Su amor y misericordia sobre usted, y le dé la salvación y Vida eterna.

Todos necesitamos ser sellados con el Sello del Dios vivo, que es el Espíritu Santo. Todos queremos estar representados en las vírgenes prudentes, que son las que tienen aceite en sus lámparas, o sea, tienen el Espíritu Santo, el cual es el aceite que está ahí señalado.

Si falta alguna otra persona por venir, puede venir, ya vamos a orar por los que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo para orar por ustedes, y repitan conmigo esta oración que haré por ustedes, que están aquí presentes, y los que están en otras naciones, que han venido a los Pies de Cristo para recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador.

Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, repitan conmigo esta oración, nuestros ojos cerrados:

Señor Jesucristo, vengo a Ti en estos momentos, habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, y reconozco que Tú eres el único y suficiente Salvador, y reconozco que Tu muerte en la Cruz del Calvario es el Sacrificio de Expiación por mis pecados. Doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, en Tus Manos encomiendo mi alma, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo.

Señor Jesucristo, sálvame, quiero vivir Contigo por toda la eternidad. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero vivir eternamente, quiero nacer en Tu Reino eterno.

Señor Jesucristo, Ten Misericordia de mí, en Tus Manos encomiendo mi alma, salva mi alma. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes escucharon y creyeron, y ahora me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo. Quiero cumplir el mandato de Cristo completo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestra alma. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así les dé el Sello del Dios vivo, así queden sellados con el Sello del Dios vivo, el Espíritu Santo, para el Día de la Redención ser transformados si quedan vivos, o ser resucitados si mueren físicamente. En el Nombre del Señor Jesucristo.

Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé también la salvación y Vida eterna. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, pregunto al reverendo Andrés Cruz Gallego si hay agua: ¿Hay agua? Hay agua, hay bautisterios, de aquel lado también hay bautisterios; hay ropas bautismales también, hay vestidores de ropa también. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay un grupo de ministros también que les bautizarán y hay personas también que les ayudarán a llegar a los vestidores y también cuidarán de vuestras ropas.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y queden sellados con el Sello del Dios vivo, que es el Espíritu Santo, sellados para Vida eterna.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “EL SELLO DEL DIOS VIVO.” El cual hemos visto que es el Espíritu Santo. Sellados con el Sello del Dios vivo, es sellados con el Espíritu Santo, para Vida eterna.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Con nosotros nuevamente el reverendo Andrés Cruz Gallego, para indicarles hacia dónde caminar las damas y hacia dónde caminar los caballeros para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y también los que están en otras naciones pueden ser bautizados también en el Nombre del Señor Jesucristo en agua, pues allá también hay ministros y bautisterios para ser bautizados en estos momentos.

Y que Cristo les bautice también a ustedes que están en otras naciones, con Espíritu Santo y Fuego. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

EL SELLO DEL DIOS VIVO.”