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El Pacto sin defecto 2005-11-02 3 Asunción Asunción PY 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes.

Un saludo para las autoridades gubernamentales, municipales de esta municipalidad, y también a las autoridades eclesiásticas. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.

Para esta ocasión leemos en Hebreos, capítulo 8, versos 1 en adelante, donde dice:

Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,

ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.

Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer.

Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley;

los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.

Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.

Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.

Porque reprendiéndolos dice:

He aquí vienen días, dice el Señor,

En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;

No como el pacto que hice con sus padres

El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;

Porque ellos no permanecieron en mi pacto,

Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel

Después de aquellos días, dice el Senor:

Pondré mis leyes en la mente de ellos,

Y sobre su corazón las escribiré;

Y seré a ellos por Dios,

Y ellos me serán a mí por pueblo;

Y ninguno enseñará a su prójimo,

Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;

Porque todos me conocerán,

Desde el menor hasta el mayor de ellos.

Porque seré propicio a sus injusticias,

Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.

Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL PACTO SIN DEFECTO.” Lo cual es el Nuevo Pacto que Dios prometió establecer con la Casa de Israel y con la Casa de Judá.

El pacto que Dios había establecido con el pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, encontramos que en ese pacto Moisés tomó la sangre de los machos cabríos, y vean lo que dice, capítulo 9, verso 18 en adelante dice:

De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.

Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,

diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.

Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.

Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.”

Y ahora, encontramos que cuando Moisés tomó la sangre de los machos cabríos y de los corderos, de los becerros, él esparció, roció con esa sangre el libro y también todo el tabernáculo, todos los vasos del ministerio y también al pueblo.

Y San Pablo dice: “Fue necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así.” O sea, que lo que el Profeta Moisés estaba purificando con aquella sangre, era las figuras de las cosas celestiales. Todo aquello: el tabernáculo, los vasos del ministerio, el mismo libro y todo el pueblo, son tipo y figura de las cosas celestiales.

El tabernáculo es tipo y figura del Tabernáculo Celestial del Templo Celestial, y el pueblo es tipo y figura del pueblo celestial. También nos dice en el capítulo 10, verso 1:

Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas.”

O sea, que la ley lo que tiene es la sombra, el tipo y figura de las cosas celestiales, las cosas venideras. Pero, los tipos y figuras tienen que ser manifestados y mostrar lo que más adelante va a suceder con las cosas celestiales, con el Templo Celestial y con las personas celestiales que pertenecen a ese Templo Celestial. Sigue diciendo:

Nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.”

O sea, que aún con todos los sacrificios que se efectuaban en medio del pueblo hebreo, no podían ser perfectos aquellos que se acercaban a Dios, ¿por qué? Porque aquellos sacrificios y aquel tabernáculo solamente era el tipo y figura del Templo Celestial y de las personas celestiales, y del Sacrificio que en el Templo Celestial iba a ser recibido para ser purificadas las cosas celestiales, para ser limpios de todo pecado los seres celestiales pertenecientes a ese Templo Celestial.

Y ahora, podemos ver el porqué en medio del pueblo hebreo se ofrecían esos sacrificios de animalitos allá en el templo en favor del pueblo hebreo: porque aquello era el tipo y figura, era la sombra de las cosas celestiales que más adelante serían manifestadas; y por consiguiente el sacrificio del macho cabrío de expiación, como también el sacrificio del cordero pascual y así todos los demás sacrificios, eran tipo y figura de un Sacrificio perfecto que sería hecho y sería presentado en el Templo Celestial. Y sería aceptado en el Templo Celestial por el Dios eterno, el Creador de los Cielos y de la Tierra.

Y ahora, podemos ver porqué Dios le dijo al Profeta Moisés que hiciera el templo y todas las cosas correspondientes al Templo, de acuerdo al modelo que le fue mostrado en el Monte Sinaí, porque ese es el modelo que es el tipo y figura de las cosas celestiales.

Por lo tanto, todo lo que estaba allí en ese tabernáculo o templo terrenal, es tipo y figura del Templo Celestial y todas las cosas del Templo Celestial.

Y el sacrificio del templo terrenal es tipo y figura del Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario, para con ese Sacrificio y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario, purificar a las personas pertenecientes al Cielo, a ese Templo Celestial, que son todas las personas que vienen a la Tierra y escuchan la predicación del Evangelio de Jesucristo, nace la fe de Cristo en su alma, creen en Cristo de todo corazón, y dan testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.

Y Jesucristo estando en el Cielo, en el Templo Celestial, como Sumo Sacerdote, en la misma forma que el sumo sacerdote terrenal en el templo terrenal, luego de sacrificar el macho cabrío de la expiación, entraba con la sangre de esa expiación en una vasija de oro y esparcía sobre el propiciatorio, allá dentro del lugar santísimo; el propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto, que era la cubierta o tapa del arca del pacto hecha de oro, con dos querubines de oro (uno a cada lado) y Dios estaba allí en aquella nube de luz.

Y el sumo sacerdote, que era el único que podía entrar al lugar santísimo, y tenía que entrar con la sangre de la expiación, mojaba su dedo y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio.

Y ahora, cuando terminaba sus labores, cuando terminaba sus labores ese día el sumo sacerdote, y salía por última vez del lugar santísimo, todo el pueblo que estaba fuera, esperando que el sumo sacerdote terminara sus labores ministeriales de ese día de la expiación, que era un día decisivo, en donde los pecados del pueblo quedaban perdonados y quedaban cubiertos con la sangre de ese sacrificio expiatorio, en el cual cada persona era representada en ese macho cabrío que murió por los pecados de esas personas.

Y ahora, cuando el pueblo esperando que el sumo sacerdote saliera del templo, del lugar santísimo y del lugar santo, el pueblo que estaba arrepentido de sus pecados esperaba ver al sumo sacerdote salir, para saber que sus pecados habían sido perdonados y cubiertos con la sangre de esa expiación.

Ahora, el espíritu del animal no podía venir al pecador, ¿por qué? Porque el animal no tiene alma y por consiguiente no es perfecto, y la sangre de un animal no es perfecta, por eso no podía quitar el pecado, sino cubrir solamente el pecado; pero como era tipo y figura de Cristo ese macho cabrío de la expiación, y su sangre era tipo y figura de la Sangre de Cristo, por eso tenía un valor muy importante ante la presencia de Dios, en lo que llegaba un Sacrificio perfecto para el establecimiento de un Pacto perfecto.

El pacto que fue establecido allá en el tiempo de Moisés, no era un pacto perfecto, porque solamente aquello era el tipo y figura de un pacto perfecto que vendría para ser establecido con el pueblo hebreo y con todo ser humano que recibiera al Mesías, a Jesucristo, como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, en espera del Pacto perfecto estaba todo el pueblo.

La sombra, tipo y figura, es como la imagen que usted ve en un espejo, que no es lo real, es solamente el reflejo de una persona en un espejo.

San Pablo dice: “Ahora vemos como en espejo en lugar oscuro. Pero cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte, será quitado.” [Primera de Corintios 13:12] Y así lo que se ve bajo la Dispensación de la Ley (el tabernáculo, esos sacrificios y todos esos sacerdotes allí), es el reflejo de algo real, del Templo Celestial, algo del Cielo que está siendo reflejado, y por consiguiente lo real va a venir más adelante.

Bajo la ley tenían el tipo y figura, o sea, la sombra, y por consiguiente tenían un pacto, que cuando apareciera el pacto perfecto, aquel otro pacto sería quitado; es como cuando usted ve la sombra de una persona que viene caminando, usted no puede tomar esa sombra, pero puede saber que algo, algo real está reflejándose.

Pero cuando llega la persona, ya usted no mira más a la sombra, usted dice: “Este era el que yo estaba esperando, lo vi, vi su sombra.” Y así también vimos la sombra, el tipo y figura de Cristo, reflejándose en el macho cabrío de la expiación y en el cordero pascual y en los demás sacrificios.

Y ahora, cuando llegó Cristo, ya no vamos a quedarnos con la sombra, sino con aquel que se reflejó, aquel que causó esa sombra, ese tipo y figura. Y ahora nos quedamos con la realidad, con Cristo, el cual tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, y en lugar de nosotros morir, que éramos los pecadores; y por cuanto la paga del pecado es muerte, nosotros éramos los que teníamos que morir.

Pero ahora, Cristo al tomar nuestros pecados, se hizo mortal y murió en lugar de nosotros, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, conforme a como estaba profetizado que Él haría.

En Isaías, capítulo 53, verso 10, dice (mostrando a Cristo, al Mesías, como un Cordero sin mancha y sin contaminación):

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

El Mesías Príncipe en Su Primera Venida pondría Su vida en Expiación por el pecado, por el pecado de cada uno de nosotros. Por lo tanto, Cristo pondría Su vida en Expiación por el pecado de las cosas celestiales.

Y ahora, establece un Nuevo Pacto para todos los seres celestiales que vienen a la Tierra para vivir una temporada y luego partir de esta Tierra. Es un Nuevo Pacto para el pueblo hebreo y también para los gentiles. Es un Nuevo Pacto para todo ser humano que desea vivir eternamente.

En Daniel, capítulo 9, versos 24 en adelante, dice:

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo (o sea, sobre Israel) y sobre tu santa ciudad (o sea, sobre Jerusalén), para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad.”

Y si va a poner fin al pecado y va a expiar la iniquidad, tiene que haber un Sacrificio de Expiación por la iniquidad, para quitar el pecado:

Para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas.”

O sea, habrá sesenta y nueve semanas, que son cuatrocientos ochenta y tres años; y esto es hasta el Mesías Príncipe, por lo tanto el Mesías Príncipe tenía que presentarse ante el pueblo hebreo y comenzar Su ministerio mesiánico al finalizar la semana número sesenta y nueve, y comenzar la semana número setenta con la presencia del Mesías Príncipe allí, en Su ministerio mesiánico, para realizar esa Obra de Expiación. Dice:

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías.”

Después de las sesenta y dos semanas, o sea, en la semana número setenta, a la mitad de la semana número setenta la vida al Mesías le fue quitada en la Cruz del Calvario, Él tuvo tres años y medio de ministerio, correspondientes a los primeros tres años y medio de la semana número setenta; y eso cayó en el tiempo del año 83 ó el 84. Vamos a ver: son siete años, desde el 483, de ahí en adelante ya terminaría la semana número sesenta y nueve, y entonces comenzaría la semana número setenta.

Por lo tanto, comenzó la semana número setenta, y ya para el año 486 y medio, terminó Jesucristo Su ministerio profético mesiánico de tres años y medio, y le fue quitada la vida al Mesías en el año 486 y medio de esas setenta semanas.

Y allí se detuvo la semana número setenta, y se abrió el tiempo para los gentiles, para Dios llamar un pueblo para Su Nombre de entre los gentiles, y se abrió la Dispensación de la Gracia; y los tres años y medio restantes de la semana número setenta, serán cumplidos en este tiempo final, que son los tres años y medio que corresponden a la gran tribulación.

Durante ese tiempo Dios estará tratando nuevamente con el pueblo hebreo, y el pueblo hebreo estará recibiendo al Mesías Príncipe como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados.

Mientras tanto, Dios está tratando bajo la Dispensación de la Gracia con los gentiles, aunque millones de hebreos han recibido a Cristo como Salvador y han entrado a la Dispensación de la Gracia, han sido perdonados y limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado, han sido bautizados en agua en Su Nombre, y han sido llenos del Espíritu Santo y han obtenido el nuevo nacimiento, y han entrado a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, han entrado al Reino de Dios, porque han nacido del Agua y del Espíritu, como le dijo Cristo a Nicodemo, pues Él le dijo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Hay que entrar al Reino de Dios, ¿cómo? Naciendo del Agua y del Espíritu, escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, naciendo la fe de Cristo en nuestra alma, creyendo en Cristo de todo corazón, recibiéndolo como nuestro Salvador, siendo bautizados en agua en Su Nombre, eso es nacer del Agua.

Y luego nacer del Espíritu, es recibir el Espíritu de Cristo, y así obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, como un hijo o una hija de Dios, como un miembro celestial; y entonces nuestra ciudadanía es confirmada que es celestial.

El nuevo nacimiento es del Cielo, por eso todos los nacidos de nuevo tienen la ciudadanía como hijos e hijas de Dios del Cielo, son seres celestiales.

Y ahora, hemos visto que hay seres celestiales correspondientes al Templo Celestial y a la Jerusalén Celestial, que son los redimidos por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, tipificados en el pueblo hebreo y tipificados en el Templo y las cosas del Templo, que fueron rociadas con la sangre del macho cabrío y de la becerra, y así por el estilo.

Y ahora, en el Nuevo Testamento bajo el Nuevo Pacto, el pacto sin defecto, Dios no está tratando con tipos y figuras, Él está tratando con la realidad, Él está tratando con las cosas celestiales mismas.

Y ahora, no hay un templo terrenal allá en Jerusalén, para el sumo sacerdote sacrificar el macho cabrío de la expiación, no hay sacrificio por el pecado en medio del pueblo hebreo, ¿por qué? Porque ya las cosas que eran el tipo y figura, fueron quitadas, ya se está tratando en el Programa Divino con el Templo Celestial y con los miembros de ese Templo Celestial, que son los creyentes en Cristo que forman la Iglesia de Jesucristo y forman el Templo Espiritual de Jesucristo, esas personas son miembros del Templo Celestial.

Y ahora, encontramos que no hay un sumo sacerdote aquí en la tierra para hacer intercesión por los seres humanos, para que obtengan el perdón de sus pecados.

Pero hay un Templo en el Cielo, el Templo Celestial allá en la Jerusalén Celestial, y hay allá un Trono de Intercesión, en el Lugar Santísimo de ese Templo Celestial, al cual Jesucristo entró con Su propia Sangre como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec.

Y ha estado haciendo intercesión con Su propia Sangre, por toda persona que viene a la Tierra, escucha la predicación del Evangelio de Jesucristo, nace la fe de Cristo en su alma, cree en Cristo de todo corazón, cree en la Primera Venida de Cristo, en el Nombre de Jesucristo y en la muerte de Cristo como el Sacrificio de Expiación por sus pecados, y lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Y Cristo allá en el Cielo intercede por esa persona, y la persona obtiene el perdón de sus pecados y es limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo. La Sangre de Cristo no cubre el pecado, sino que lo quita, y la persona queda justificada ante Dios como si nunca en la vida hubiese pecado, y es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona obtiene la salvación y Vida eterna.

Por eso vean lo que San Pedro dice en el libro de los Hechos, capítulo *4, verso 11 al 12:

Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores (está hablándole a los líderes religiosos de Israel), la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

No hay otro Nombre de salvación, y acá en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 36 en adelante el Día de Pentecostés, San Pedro predicando lleno del Espíritu Santo (o sea, el Espíritu Santo hablando a través de San Pedro), dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Llamamos a Jesús Señor Jesucristo, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo: por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en esas personas el nuevo nacimiento, y así nacieron a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo.

Luego el verso 47 dice que ellos luego se pasaban su vida “alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo, y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos.” [Hechos 2]. Los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia de Jesucristo, porque son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, creen en Cristo, creen en Su Primera Venida, creen en el Nombre de Cristo, creen en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, y dan testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole públicamente como su único y suficiente Salvador.

Y Cristo los recibe en Su Reino, los perdona y con Su Sangre los limpia de todo pecado, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en esas personas el nuevo nacimiento, nacen a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Y así es como las cosas celestiales mismas reciben la purificación, son purificados con la Sangre de Cristo de todo pecado. No hay otra cosa con la cual usted pueda ser libre de sus pecados; usted puede ir a la farmacia o al supermercado y pedir un detergente, un blanqueador para bañarse para que se le vayan los pecados, y no logrará quitarse usted sus pecados; porque solamente hay un blanqueador, y es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Vean aquí en el libro del Apocalipsis, dice capítulo 1, verso 5 al 6:

Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra.

Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

Y ahora, ¿con qué hemos sido lavados de nuestros pecados? Con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, Él nos lavó con Su Sangre preciosa, y nos limpió de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.

Por lo tanto, no hay otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de todo pecado, solamente con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre del Pacto eterno.

Vean aquí, en Hebreos, capítulo 13, San Pablo dice (versos 20 al 21):

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”

¿Cuál es la Sangre del Pacto eterno? La Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, esa es la Sangre del Pacto perfecto, del Nuevo Pacto que Dios establecería con el pueblo hebreo y con todo ser humano que recibiera a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Por eso nos dice también San Pablo en el capítulo 12, versos 22 en adelante:

Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos.”

¿Y cuál es la congregación de los Primogénitos que están inscritos en los Cielos? La congregación de los Primogénitos es la Iglesia del Señor Jesucristo, en ella es que Dios llama y junta a todos los primogénitos que tienen sus nombres escritos en el Cielo, tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Sigue diciendo:

A Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”

Y ahora, nos hemos acercado a la Nueva Jerusalén, la Jerusalén Celestial, y por consiguiente al Templo Celestial, y a la compañía de millones de Ángeles, y también a la congregación de los Primogénitos que están inscritos en el Cielo. Los Primogénitos, los miembros de la Jerusalén Celestial que son enviados a la Tierra a vivir, para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador y ser limpios de todo pecado, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu de Cristo y obtener la Vida eterna, y así confirmar su lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Nos hemos acercado a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús, el Mediador del Nuevo Pacto.

Y ahora, Jesús, el Mediador, el Sumo Sacerdote del Nuevo Pacto, no del templo terrenal, sino del Templo Celestial: el Templo Celestial tiene un Sumo Sacerdote, y es nuestro amado Señor Jesucristo. Él es Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, que es un Orden eterno, y Melquisedec se hizo carne y fue conocido por el nombre de Jesucristo.

Y Él luego que dio Su vida por nosotros en la Cruz del Calvario, realizando así el Sacrificio por nuestros pecados, luego que murió, fue sepultado, y luego al tercer día resucitó, y luego se presentó ante Dios y presentó Su Sacrificio y Su Sangre ante el Trono de Dios, en el Templo Celestial.

Y luego, cuando ya después de 40 días de estar con los discípulos, ascendió al Cielo, ha permanecido en el Cielo, en el Templo Celestial, en el Lugar Santísimo, como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión con Su propia Sangre por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador; e intercede a Dios por la persona, Él da testimonio público delante de Dios, el Padre, de esa persona que lo ha recibido como Salvador, y da testimonio que los pecados de esa persona Él los llevó en la Cruz del Calvario y por lo tanto esa persona no tiene pecados, y entonces recibe la entrada al Reino eterno de Dios. Dios le da su entrada a Su Reino eterno.

Y ahora, podemos ver lo importante que es tener el Sacrificio del Nuevo Pacto para entrar al Nuevo Pacto, al Pacto perfecto, y tener Redención eterna, y así tener Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario se abrió la Dispensación de la Gracia, y por consiguiente se abrió el ciclo divino del Templo Celestial, del día de salvación, del tiempo aceptable delante de Dios, en el cual Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, y entra al Nuevo Pacto, al Pacto perfecto, en donde obtiene la Vida eterna, y así la persona ha confirmado su lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

En Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice San Pablo:

Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

La Dispensación de la Gracia es el día de salvación, el día aceptable delante del Señor, para que todo ser humano que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, crea en Cristo como su único y suficiente Salvador y obtenga la salvación y Vida eterna.

Por eso Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo a Sus discípulos:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso, se predica el Evangelio de Cristo, para que nazca la fe de Cristo en el alma de las personas y entiendan que Cristo vino a la Tierra y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para limpiarnos con Su Sangre de todo pecado. Ya Él pagó el precio de nuestra Redención.

Por lo tanto, la persona necesita saber estas cosas para que nazca la fe de Cristo en su alma, porque la fe viene por el oír, por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]

Por lo tanto, la persona luego confiesa a Cristo como su único y suficiente Salvador, dando testimonio así de su fe en Cristo.

Y ahora, estamos todavía en el día de salvación, la Dispensación de la Gracia, en la cual todavía Dios está llamando y juntando a toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Esos son los miembros de la Nueva Jerusalén, esos son los que confirman su lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, San Pablo dice en Hebreos, capítulo 3, verso 7 y Hebreos, capítulo 4, verso 7: “Si oyes hoy Su Voz (esto es la predicación del Evangelio de Cristo), no endurezcas tu corazón.” Abre tu corazón, y así la fe de Cristo nace en tu corazón y entonces serás un creyente en Cristo, estarás creyendo en Cristo y te levantarás y darás testimonio de tu fe en Cristo, recibiendo a Cristo como tu único y suficiente Salvador.

Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, y dí testimonio público de mi fe en Cristo, recibiendo a Cristo como mi único y suficiente Salvador públicamente; y fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Y así yo entré al Pacto perfecto, al Nuevo Pacto del cual Cristo es el Sumo Sacerdote y Él es el que ha establecido ese Nuevo Pacto, y ese Nuevo Pacto está establecido sobre Cristo. Dios colocó a Cristo como Pacto para el pueblo.

Por lo tanto, si usted todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para que Él perdone vuestros pecados y con Su Sangre le limpie de todo pecado e interceda por usted ante el Padre en el Templo Celestial, allá en el Lugar Santísimo en donde Cristo está como Sumo Sacerdote, para que así usted pueda obtener el perdón de sus pecados, ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo bautizarlo con Espíritu Santo y Fuego y producir en usted el nuevo nacimiento, y así usted entrar al Nuevo Pacto, al Pacto perfecto, lo puede hacer en esta ocasión, y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino y le coloque dentro del Nuevo Pacto con Vida eterna.

Vamos a dar unos minutos para que usted que no había recibido a Cristo como Salvador, que no había dado testimonio público de su fe en Cristo, y que ha nacido la fe de Cristo en su alma al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, puede en estos momentos dar testimonio público de su fe en Cristo, viniendo acá al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador.

Todos queremos vivir eternamente, para lo cual tenemos que entrar al Nuevo Pacto, el pacto eterno, el pacto perfecto, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo las personas que se encuentran en este auditorio, y también los que están a través de internet o del satélite en otras naciones, escuchando la predicación del Evangelio de Cristo en estos momentos.

Pueden también venir a los Pies de Cristo todos aquellos que en otras naciones han escuchado y ha nacido la fe de Cristo en su alma, pueden pasar al frente también los que están en otras naciones, allá en los diferentes auditorios y lugares donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en esta oración.

Todos los que se encuentran en diferentes países de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, del Canadá, del Japón, del África y demás naciones, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también.

Los niños de 10 años en adelante, pueden también venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” El Reino de Dios dice que es de los tales, de los niños, por eso también Él dijo: “Si no os volvieseis como un niño, como uno de estos niños, no entraréis al Reino de los Cielos.”

¿Y cómo podemos volvernos como un niño? Pues naciendo de nuevo; cuando la persona nace de nuevo, nace como un bebé en el Reino de Cristo, viene a ser como un niñito que ha nacido. Así es como se entra al Reino de Dios, para obtener la Vida eterna y estar bajo el Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Pueden continuar viniendo los que faltan aquí en este auditorio presentes, y los que están en otras naciones a través de internet o del satélite o de algún otro medio de comunicación.

Cristo le está llamando, porque el nombre suyo está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, por esa causa Dios le ha traído para estar en esta actividad; y ustedes que están en otras naciones, Dios les ha traído al lugar donde ustedes se encuentran en estos momentos, para que escucharan la predicación del Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador, para que así naciera la fe de Cristo en su alma, creyeran en Cristo de todo corazón, y lo recibieran como su único y suficiente Salvador: para eso fue que el Espíritu de Dios les ha traído a esta actividad.

El propósito de nuestra vida aquí en la Tierra, es que nosotros escuchemos la predicación del Evangelio de Cristo, obedezcamos y seamos rociados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Dice Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2:

Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”

¿Para qué estamos aquí en la Tierra? Para obedecer, ¿para obedecer qué? Para obedecer el Evangelio de Cristo y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Eso fue en San marcos, capítulo 16, versos 15 al 16; y en San Juan, capítulo 3, verso 16 en adelante, dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Creemos en Cristo ¿para qué? Para que nuestra alma que es lo que somos en realidad nosotros, no se pierda, para que no nos perdamos, sino que recibamos la Vida eterna:

Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Ese es el propósito de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, para que nosotros podamos obtener la salvación y Vida eterna. Sigue diciendo:

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

¿Ven? El que no cree, ya ha sido condenado, pero el que cree, no es condenado. También ese mismo capítulo 3, verso 36 dice (de San Juan):

El que cree en el Hijo tiene vida eterna.”

Es Vida eterna lo que recibe el que cree en Jesucristo el Hijo de Dios:

Pero el que rehúsa creer en el hijo, no verá la vida.”

El que rehúsa creer en Cristo no verá la Vida eterna:

Sino que la ira de Dios está sobre él.”

Y ahora, toda persona que no viene a Cristo para recibirlo como su único y suficiente Salvador, no quiere vivir eternamente, no le interesa la Vida eterna; por lo tanto, no va a vivir eternamente, será condenado dice el mismo Cristo. Jesucristo dijo en el capítulo 5, verso 40 de San Juan:

Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”

Los que no quieren venir a Cristo, no quieren tener Vida eterna; pero el que viene a Cristo, quiere tener Vida eterna, quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y por consiguiente Cristo le da la Vida eterna.

Nos dice la Escritura en San Lucas, capítulo 19... Él nos dice en el capítulo 19, verso 10:

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Por lo tanto, vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Y también en San Mateo, capítulo 18, hablando de eso mismo dice el mismo Cristo, capítulo 18, verso 11 al 14:

Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”

Para eso fue que Cristo vino y murió en la Cruz del Calvario:

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?

Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.

Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”

No es la voluntad de nuestro Padre Celestial que usted se vaya a perder. No es la voluntad de Dios que las ovejas del Padre se pierdan. La voluntad de Dios es que Sus ovejas vivan eternamente, y las ha dado a Jesucristo para que las busque y les dé Vida eterna.

Por eso cuando Cristo habla de todas esas almas de Dios, y las representa en ovejas, dice en el capítulo 10, verso 27 en adelante de San Juan:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen.”

La Voz de Cristo es el Evangelio de Cristo. Dice:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna.”

Es Vida eterna lo que Cristo le da a esas ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, esas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, creen en Cristo de todo corazón, y lo reciben como su único y suficiente Salvador, y Cristo les da Vida eterna.

Por lo tanto, venimos a los Pies de Cristo para que Él nos dé la Vida eterna. “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo (en Jesucristo); el que tiene al Hijo, tiene la vida (la Vida eterna), el que tiene a Cristo acá porque le recibió como su Salvador; el que no tiene al Hijo (a Jesucristo), porque no ha lo ha recibido como Salvador, no tiene la vida (no tiene la Vida eterna).” Y la vida que tiene física es temporal, y se le va a terminar en algún momento, y la persona no sabe cuándo se le va a terminar esa vida terrenal; por lo tanto, conviene que aseguremos nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para que Él nos dé la Vida eterna y podamos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.

Pueden continuar viniendo los que faltan por venir aquí presentes, y los que están a través de internet en otras naciones. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.

Si falta todavía alguno que ha sido tímido y no ha venido al frente porque le da timidez o vergüenza que lo vean pasar al frente para recibir a Cristo, recuerde: Cristo no fue tímido para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, no sea usted tímido, no se avergüence de Cristo.

Cristo dijo que: “El que se avergonzare de mí delante de los hombres, yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los Cielos.” Y también dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.”

Por lo tanto, confiese públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le confiese delante del Padre Celestial, y el Padre Celestial le dé su entrada al Reino eterno.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno, venga a los Pies de Cristo, pues Él le está llamando en esta ocasión, y usted sabe que Él le ha llamado. Si falta alguno puede venir para que quede incluido en esta oración.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Los que están en otras naciones y los que están presentes, levantemos nuestras manos al Cielo, y los que han venido a los Pies de Cristo aquí y en otras naciones con nuestras manos levantadas al Cielo, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido Tu fe en mi corazón, en mi alma, creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados (continúen repitiendo esta oración).

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, reconozco que Tú eres mi único y suficiente Salvador, y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo públicamente como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo; salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, y así nazca yo en Tu Reino eterno y entre yo a Tu Pacto eterno. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, decimos todos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, y dieron testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”

Y eso es lo que se ha estado haciendo en esta ocasión. Y sigue diciendo:

El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Ustedes escucharon el Evangelio y creyeron de todo corazón, y recibieron a Cristo como su único y suficiente Salvador; y ahora ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: El que creyere (y ya yo he creído) y fuere bautizado (me falta todavía esa parte). Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, y quiero que Él luego me bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en mí el nuevo nacimiento. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestra alma.

Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos, ustedes que están aquí presentes y los que están en otras naciones que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador en estos momentos.

Pregunto al ministro aquí si hay agua: Hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministros que les bautizarán también? Hay ministros que les bautizarán. ¿Hay personas que les ayudarán? Hay personas que les ayudarán también a llegar a los vestidores; hay vestidores también y ropas bautismales, por lo tanto, bien pueden ser bautizados en estos momentos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé también la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de Jesucristo.

Ahora, pueden ser bautizados ustedes que están aquí presentes, y los que están en otras naciones que recibieron a Cristo como su único y suficiente Salvador, allá también hay ropas bautismales, hay bautisterios y hay ministros que les bautizarán también.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y a vuestros familiares también los traiga Cristo a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna.

Y ahora, dejo al Reverendo aquí presente para indicarles hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y adelante para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así entren al Pacto sin defecto, al Pacto perfecto establecido por Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Con nosotros el Reverendo aquí presente para continuar.

EL PACTO SIN DEFECTO.”