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| El amado de Dios | 2005-05-31 | 1 | Medellín | Antioquia | CO | 00:37:12 | false | true |
Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo, reunidos aquí en Medellín, República de Colombia; es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Dice la Escritura en San Mateo, capítulo 17, versos 1 en adelante (1 al 8):
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia a él oíd.
Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL AMADO DE DIOS.”
“EL AMADO DE DIOS.” Ése es nuestro tema para esta ocasión.
En nuestro tema para esta ocasión, podemos ver que el Amado de Dios es aquel sobre el cual viene el Espíritu Santo; porque acá en el capítulo 3 de San Mateo, versos 13 al 17, dice:
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.
Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
Y ahora, encontramos que Dios identifica a Su Amado, a Su Hijo amado, con el Espíritu Santo; y cuando recibe el Espíritu Santo acá en el bautismo, cuando Juan lo bautizó, luego vino el Espíritu Santo sobre Él. Vean, fue identificado el Amado de Dios con el Espíritu Santo.
A través del Nuevo Testamento encontramos que todos los creyentes en Cristo que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, y arrepentidos de sus pecados piden perdón a Cristo por sus pecados, Cristo les perdona y con Su Sangre les limpia de todo pecado, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en esas personas el nuevo nacimiento; y por consiguiente esos son los amados de Dios. Los amados de Dios son identificados con el Espíritu Santo, reciben el Espíritu Santo.
Vean aquí en el Libro de los Hechos, capítulo 2, verso 37 en adelante, dice:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Y el verso 47 dice que ellos permanecían sirviendo a Dios. Dice:
“...alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Y los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo; y esas son las personas que reciben el Espíritu de Dios y vienen a ser los hijos e hijas de Dios, los amados de Dios, son los Primogénitos de Dios.
Vean, encontramos por consiguiente que el Amado de Dios es cada hijo Primogénito de Dios. Por eso que el pueblo hebreo como nación, siendo la nación primogénita de Dios, es la nación terrenal amada de Dios. Y la Iglesia del Señor Jesucristo, siendo el Israel Celestial, siendo la Iglesia del Nuevo Testamento y siendo Celestial, es la Iglesia amada de Dios, la Iglesia Primogénita de Dios Celestial , la que ha recibido el Espíritu Santo.
En los días de Jesús el Espíritu Santo estaba en medio de ellos, encarnado en la persona de Jesús; fue bautizado y allí encontramos que el Espíritu Santo estaba en Él.
Luego, la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, recibió allí la visita de Cristo en Espíritu Santo; y ésa es la Iglesia amada de Dios del Nuevo Testamento, compuesta por los Primogénitos de Dios, los amados de Dios.
Ahora vean, en el Antiguo Testamento Dios dice allá en el Éxodo, capítulo 4, verso 22, dice:
“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.”
Y ahora vean, aquí hasta Dios le está diciendo, antes de Moisés ir a Egipto le está diciendo que Dios va a matar al hijo primogénito del Faraón, porque no dejaba ir al pueblo hebreo, que es el hijo, el primogénito de Dios como nación.
Ahora, encontramos que esta profecía también se cumple en Jesucristo. “De Egipto llame a mi Hijo.” Y también dice: “Jacob o Israel es mi Hijo, mi Primogénito.”
Y ahora, se cumple en Cristo también, el Hijo Primogénito de Dios, el Primogénito de Dios, el cual fue llamado de Egipto; porque cuando hubo la persecución o cuando el rey mandó a matar, Herodes mandó a matar a los niños de dos años en adelante, allá en Belén de Judea; antes el Ángel le apareció a José en sueños y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y vete a Egipto, porque Herodes buscará al niño para matarlo.” Y después que murió Herodes, luego el Ángel volvió a aparecerle, porque el Ángel le dice: “Y no regreses a la tierra (o sea, a Israel), hasta que yo te diga.”
Por lo tanto, tuvo ahí la promesa de que el Ángel le iba aparecer de nuevo; y ahora, y que le iba a decir cuándo tenía que regresar a la tierra de Israel. Y luego no se fue a Belén cuando regresó, sino que se fue a Nazaret.
Por lo tanto, ya no lo buscarían, no lo encontrarían, porque Herodes por medio de los escribas y de los doctores de la ley, supo que era en Belén de Judea que tenía que nacer el niño. Pero vean, luego cuando regresaría de Egipto no iba a volver para Belén de Judea, porque ahí corría peligro; y se fue José con la virgen María y con el niño se fue a Nazaret; pues en Nazaret era que también José tenía su carpintería y su negocio.
Ahora, esta profecía tiene múltiple cumplimiento: tiene cumplimiento en el pueblo hebreo, tiene cumplimiento en Jesús, tiene complimiento en la Iglesia del Señor Jesucristo, y tiene complimiento en cada hijo e hija de Dios, en cada miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y por consiguiente todos aquellos que son identificados como hijo primogénito de Dios, son los amados de Dios; y son aquellos a los cuales viene el Espíritu Santo.
Al pueblo hebreo vino el Espíritu Santo manifestado en Moisés, vino manifestado en los diferentes Profetas, vino manifestado luego en toda su plenitud en Jesús de Nazaret. Y volverá en este tiempo final el Espíritu Santo para ungir, para sellar, ciento cuarenta y cuatro mil hebreos; porque viene en el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo de Apocalipsis, capítulo 7; porque ese Ángel viene con el Sello del Dios vivo, y el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo.
Por lo tanto, ese Ángel Mensajero para poder venir con el Sello del Dios vivo, tiene que ser un hijo Primogénito de Dios, uno de los Primogénitos de Dios, para también ser uno de los hijos amados de Dios; y por consiguiente ser un redimido por Cristo, y lavado con la Sangre de Cristo y bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
El Reverendo William Branham dice que los dos Olivos, Moisés y Elías, los dos Ungidos, les predicarán el Evangelio a ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y los bautizarán también; les predicarán a Cristo y los bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, tiene que ser un creyente en Cristo ese Ángel con el Sello del Dios vivo.
¿Cómo va un Ángel Mensajero con el Sello del Dios vivo, con el Espíritu Santo, a estar predicando en el Nombre del Señor Jesucristo y a estar bautizando en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, si no es un creyente en Cristo? ¿Y cómo va el Evangelio a ir de los gentiles a los hebreos, si primero no está entre los gentiles en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el ultimo tiempo, ese Ángel Mensajero? ¿Cómo va a tomar el Mensaje el Evangelio de Cristo, para llevarlo a los hebreos si no lo toma primero él en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, y viene a ser un Mensajero, el Mensajero para los hebreos? Pero primero tiene que estar con la Iglesia Novia del Señor Jesucristo; y en ese Mensajero, Cristo en Espíritu Santo. Cristo el Ángel del Pacto, Cristo el Mensajero a hebreos y a gentiles, manifestado en el Ángel Mensajero Suyo, de Jesucristo, el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo.
¿Ven? Es tan sencillo todo el Programa, que no podemos añadirle para que no se complique. Es todo sencillo y claro.
Ahora, ese Ángel Mensajero será uno de los amados de Dios en Cristo; porque los amados de Dios en Cristo son aquellos redimidos por la Sangre de Jesucristo.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [San Juan 3:16]
Por lo tanto, el amor de Dios ha sido manifestado a través de Jesucristo; porque Cristo al morir en la Cruz del Calvario estaba siendo eso: la expresión del Amor de Dios.
Vean, dicen San Pablo en Romanos, capítulo 5, verso 6 en adelante, dice:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros...”
Para Sus amados, Dios muestra Su Amor, ¿cómo?:
“Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Y ahora, la Venida y muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue la expresión del Amor de Dios hacia nosotros; y esa expresión fue a través de Jesucristo. Esa fue la manifestación del Amor Dios en su expresión más grande; y fue por los amados de Dios, los escogidos de Dios, los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Por lo tanto, la profecía: “De Egipto llame a mi Hijo,” y la profecía: “A Jacob amé y a Esaú aborrecí,” se cumple en el pueblo hebreo, se cumple en Jesucristo, y se cumple en cada miembro de la Iglesia de Jesucristo; y se cumple en la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes.
Vean, el Espíritu vino al pueblo hebreo manifestado en y a través del Profeta Moisés, porque el pueblo amado recibe el Espíritu de Dios manifestado en Moisés y en los demás Profetas. Y luego encontramos que Jesús recibe el Espíritu, el Espíritu Santo viene sobre Él cuando fue bautizado; porque es el Primogénito de Dios, el Hijo Amado de Dios. Y cada creyente en Cristo recibe el Espíritu Santo, porque es uno de los amados de Dios.
Por lo tanto, los amados de Dios son identificados con el Espíritu Santo.
Luego, la Iglesia del Señor Jesucristo recibe el Espíritu Santo el Día de Pentecostés, y comienza el Espíritu Santo a producir, a reproducir a Cristo; es Cristo reproduciéndose, Cristo en Espíritu Santo en Su Iglesia reproduciéndose en hijos e hijas de Dios, y manifestándose por medio de los Apóstoles, San Pedro y demás Apóstoles. Y sigue el Espíritu Santo así obrando en medio de Su Iglesia en los diferentes Mensajeros de cada edad; o sea, que la Iglesia amada es la que tiene al Espíritu Santo en el Mensajero correspondiente a cada edad; lo demás son religiones, pero la Iglesia amada de Cristo tiene el Espíritu de Cristo.
Miren aquí en Gálatas, capítulo 4, dice San Pablo de la siguiente manera:
“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño , en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;
sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,
para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”
Somos herederos de Dios por medio de Cristo; y Dios ha enviado Su Espíritu, el Espíritu de Jesucristo a nosotros, porque somos hijos. ¿Ven? La identificación de un hijo de Dios es que tiene el Espíritu de Dios, viene a él el Espíritu de Dios. Y la identificación de la verdadera Iglesia del Señor Jesucristo es que viene el Espíritu de Dios a Su Iglesia de edad en edad, velado y revelado en carne humana a través del Mensajero de cada edad, para el Espíritu Santo reproducirse en hijos e hijas de Dios, a través de la Palabra creadora hablada para esa edad, que es el Mensaje correspondiente a esa edad.
Por lo tanto, hemos visto nuestro tema: “EL AMADO DE DIOS.”
Somos amados de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro; o sea, no es que una persona es amada de Dios aparte de Cristo. Somos amados de Dios porque estábamos en Cristo y de Cristo hemos venido.
Miren lo sencillo que es todo esto: ustedes tienen sus abuelitos, muchos de ustedes; y nuestro abuelito o abuelitas nos ama como si fuéramos hijos, y nos dicen: “hijo,” nos dicen: “hijos.” Pero nos aman por causa ¿de qué? De que hemos venido a través de su hijo o de su hija.
Y ahora, somos amados de Dios porque hemos venido a través del Hijo de Dios, de Jesucristo nuestro Salvador.
También, miren ustedes, así como un agricultor que va a sembrar buena semilla. ¿Una buena semilla qué va a producir? Unas plantaciones, digamos, de trigo, la mejor clase de trigo va a tenerla ese agricultor, porque tiene la mejor semilla. Y cuando siembra esa simiente, esa semilla, y comienza a crecer, él ama toda esa plantación. ¿Por qué? Porque amaba esa semilla buena; o sea, que el amor a esa plantación es ¿por qué? Por la semilla buena, en donde estaban potencialmente esas plantas de trigo.
Y Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Cristo es el grano de trigo, y produjo la planta de trigo el Día de Pentecostés; y por medio de la planta de trigo, la Iglesia, ha estado reproduciéndose en muchos hijos e hijas de Dios, que son los amados de Dios por causa ¿de qué? De que hemos venido a través de la semilla de trigo, de Jesucristo nuestro Salvador.
Un agricultor no tiene que tenerle ese amor a una plantación que vea, dice: “No, ésta no es de mi semilla.” No le tiene ese cariño. Pero cuando mira su plantación, ama, siente, por esa plantación, y la revisa de vez en cuando, y saca cualquier cosita que le pueda hacer daño; y espera recibir mucho fruto. Y Dios espera muchos hijos e hijas de Dios a través de la planta de trigo, producto de Cristo, el grano de trigo.
Y ahora, es por causa de Cristo que somos los amados de Dios, los escogidos de Dios. Vean, aquí el Apóstol Pablo nos dice en Romanos, capítulo 9, verso 25, hablándonos de la Iglesia representada allá en el Antiguo Testamento, dice: “Llamaré pueblo mío, al que no era pueblo mío.” Vamos a leerlo aquí (y eso, la referencia está en Oseas, capítulo 41, verso 10 ó verso 9 en adelante). Ahora, Romanos, capítulo 9, nos dice verso 25 en adelante:
“Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.
Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”
Y por consiguiente los hijos de la amada, la cual no era amada, pero ahora viene a ser amada, pues los hijos son los amados. Porque, vean ustedes, Jacob se casó con Raquel, a la cual él amaba mucho; pero le dieron después la que no era su amada, y tuvo hijos por ella; luego trabajó por siete años más y le dieron la que él amaba, y tuvo hijos por su amada. Y dice la escritura que Jacob amaba mucho a su hijo José, más que a los demás hijos que él tenía; y los demás tenían celos por eso, porque Jacob amaba mucho a su hijo. Jacob ya era viejo cuando tuvo a José a través de su amada esposa; tendría algunos (digamos) 86 años, por ahí.
Y ahora, encontramos que Jacob amaba mucho a su hijo; y después cuando tuvo a Benjamín, también lo amaba mucho, porque eran hijos de la mujer que él amaba, con la cual él se casó. Y ella representa la Iglesia Novia del Señor Jesucristo y Jacob representa a Cristo.
Por lo tanto, los hijos amados ahí vienen a ser José y también después Benjamín. Luego encontramos que José tipifica a Cristo, y tiene Cristo (representado en José) hijos: Efraín y Manasés o Manasés y Efraín.
Y ahora, encontramos que la Escritura dice en San Juan, capítulo 11, cuando dictaron la sentencia de que era conveniente que Jesús muriera por la nación.
“...y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos (versos 51 al 52 del capítulo 11 de San Juan).”
Y ahora, encontramos que de hebreos y gentiles, de en medio de ellos, Dios ha estado juntando por medio de la Obra Expiatoria de Cristo y predicación del Evangelio de Cristo, ha estado juntando a todos los hijos e hijas de Dios, a los amados de Dios, los cuales reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Y ahora, también Manasés y Efraín, los cuales tipifican: Manasés al pueblo hebreo y luego Efraín a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Vean, Manasés representa a la Iglesia del Antiguo Testamento, el Israel terrenal; y Efraín tipifica a la Iglesia del Nuevo Testamento, al Israel Celestial. Y la bendición grande es para el Israel Celestial, para los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. La bendición de formar multitud de naciones, vean, corresponde a Efraín, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, encontramos que así como José amó mucho a sus hijos, también encontramos que cuando vio a Benjamín, al cual él amaba mucho, su hermano menor; cuando lo vio, lloró y se reveló a ellos. Y Benjamín ahí representa a los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, que son amados de nuestro José; y nuestro José es Cristo.
Ahora, podemos ver los amados de Dios, en los cuales también se cumple la bendición, de Jacob: “De Egipto llamé a mi hijo;” llamó al pueblo hebreo, llamó a Jesús también, y ha llamado a todos los hijos e hijas de Dios del Egipto espiritual, del reino de las tinieblas, del reino del maligno, del mundo; y ha llamado a la Iglesia del Señor Jesucristo también, que es la amada de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo no es del mundo, es del Cielo, es Celestial; y los miembros de la Iglesia de Jesucristo son ciudadanos del Cielo, nuestra ciudadanía está en el Cielo. Dice San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo,
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Por lo tanto, Él tiene el poder para hacer eso que Él ha prometido.
Así que hemos visto quienes son los amados de Dios.
Ahora miren, reciben el Espíritu Santo, luego así como Cristo recibió una transformación en el Monte de Transformación, se tranfiguró delante de ellos; y luego cuando Él murió y resucito, resucitó glorificado. Cada creyente en Cristo como individuo recibirá una transformación. Eso es la doble porción, la segunda porción, que es la Redención del cuerpo, la glorificación.
Así como Cristo fue glorificado, cada creyente en Cristo será glorificado, porque cada creyente en Cristo nacido de nuevo es un amado de Dios, un hijo o una hija de Dios.
También la Iglesia del Señor Jesucristo recibe una transformación como Cuerpo Místico de creyentes; y también el pueblo hebreo recibirá una transformación, una resurrección espiritual y nacional, conforme a la profecía de Ezequiel, capítulo 37, verso *1 al 14; y Ezequiel 37, verso 15 al 28. Y será restaurado el Reino de Dios, recibirá una restauración, así como cada hijo e hija de Dios recibirá una restauración a la Vida eterna.
Por lo tanto, esas son bendiciones de Dios a través de Cristo para todos los amados de Dios. A todo lo que Cristo es Heredero como el Amado de Dios, también nosotros somos coherederos con Cristo.
“EL AMADO DE DIOS.” Ése ha sido nuestro tema.
Por lo tanto, con lo que hemos escuchado tenemos lo suficiente para comprender nuestro tema: “EL AMADO DE DIOS.”
Continuamos llevando el Mensaje por todos los lugares, para que todos los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero vengan a los Pies de Cristo, porque son los amados de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y por consiguiente a ellos Cristo les dará el Espíritu Santo luego de ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. No es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene Misericordia de sus amados, los amados de Dios.
Ha sido una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL AMADO DE DIOS.”
Recuerden, también el Amado de Dios, así como Jesucristo, el Amado de Dios, el Unigénito de Dios y Primogénito de Dios, es el Heredero de los Cielos y de la Tierra; y los amados de Dios son coherederos con Jesucristo nuestro Salvador. Eso también es parte de la bendición de los amados y para los amados de Dios. Son Reyes y Sacerdotes y Jueces en el Reino de Dios; porque Cristo nos ha lavado con Su Sangre de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, para nuestro Dios y por consiguiente para el Reino de Dios. Pertenecemos al Orden Sacerdotal de Melquisedec.
Y Cristo es el Sumo Sacerdote de ese Orden Sacerdotal Celestial. Cristo es ese Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec. Y nosotros somos de ese Orden de Melquisedec, y somos Reyes de ese Orden de Melquisedec, y somos Jueces también de ese Orden de Melquisedec.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos y nos veremos en la actividad de esta tarde dentro de algunos minutos, ya que son como las 5:00 de la tarde ya.
Así que nos da tiempo para llegar a tiempo a la actividad de la noche, donde esperamos que Cristo hable directamente al alma de todas las personas que están allí, y los que no han venido a los Pies de Cristo todavía y están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, sean llamados en esta ocasión.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, y dejo al Reverendo Miguel Bermúdez Marín con nosotros nuevamente para finalizar.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL AMADO DE DIOS.”