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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El Avivamiento del Día Postrero | 2005-05-05 | 2 | Talcahuano | Región del Biobío | CL | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en Talcahuano, República de Chile; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Y también con los que están a través de internet o del satélite en diferentes naciones de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, del Canadá, de Japón, de Europa, y también del África, y demás naciones.
Que Dios les bendiga grandemente y les hable directamente a vuestro corazón, y les confirme en la fe de Jesucristo; y a los que todavía no han recibido a Cristo, les hable directamente a sus almas y los traiga al Redil, a Su Redil. En el Nombre del Señor Jesucristo.
También un saludo para todos los ministros de las diferentes iglesias, de las diferentes agrupaciones, de las diferentes denominaciones también, que están aquí presentes, y a través de internet.
Que Dios les bendiga grandemente a ustedes, y a vuestras congregaciones también.
Para esta ocasión, leemos en Habacuc, capítulo 3, verso 1 en adelante (1 al 2), donde dice:
“Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot.
Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.
Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos,
En medio de los tiempos hazla conocer;
En la ira acuérdate de la misericordia.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Tomamos el verso 2, que dice:
“Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos,
En medio de los tiempos hazla conocer.”
Nuestro tema es: “EL AVIVAMIENTO DEL DÍA POSTRERO.”
El avivamiento en donde Dios estará avivando Su Obra y dándola a conocer en el tiempo postrero o Día Postrero en el cual nosotros estamos viviendo.
“EL AVIVAMIENTO DEL DÍA POSTRERO.”
A través de la Escritura podemos ver que Dios ha dado un avivamiento en cada tiempo, en cada edad y en cada dispensación; en ese avivamiento que ha dado, le ha dado vida a Su pueblo, a Sus hijos, la vida de Dios ha venido al pueblo.
Ahora, ¿cómo es que viene la vida? En la misma forma que en la naturaleza; en la naturaleza encontramos que se siembra una semilla, y luego viene a vida una planta, y luego sigue recibiendo vida esa planta, y sigue creciendo a medida que va recibiendo vida, y luego lleva mucho fruto.
Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Cristo es esa simiente, ese grano de trigo, ese Hijo de Dios que murió, ¿para qué? Para reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios.
Y para eso, en la misma forma en que un grano de trigo es sembrado y muere, para poderse reproducir en muchos granos de trigo, nace una planta de trigo, producto del grano de trigo que fue sembrado en tierra. Y luego, esa planta de trigo va recibiendo vida en cada una de las etapas que le corresponde, y a medida que va recibiendo vida, va creciendo y luego lleva mucho fruto.
Así también es con Cristo, Cristo, el grano de trigo que fue sembrado en tierra, el Hijo de Dios que murió por todos nosotros para reproducirse en muchos hijos de Dios, encontramos que el Día de Pentecostés nació la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la planta de trigo del grano de trigo (Cristo) que fue sembrado en tierra.
¿Para qué nació el Día de Pentecostés la Iglesia del Señor Jesucristo? Para Cristo, a través de Su Iglesia, reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios. Por lo tanto la vida de Cristo, el grano de trigo ha estado en Su Iglesia, o sea, el Espíritu Santo ha estado en la Iglesia del Señor Jesucristo todo el tiempo, dándole vida, y reproduciéndose Cristo por medio de Su Espíritu Santo, reproduciéndose en muchos hijos e hijas de Dios.
Muchas personas, millones de seres humanos que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y ha nacido la fe de Cristo en sus almas y han creído en Cristo de todo corazón, y han creído en la muerte de Cristo, no como una tragedia, sino como una bendición; no como una desgracia, sino como la gracia de Dios extendida al ser humano.
Por lo tanto, el evento más grande que ocurrió en la Tierra en favor de la raza humana fue la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario. Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda.”
Cuando Cristo murió, tenía que morir la raza humana completa, porque era el tiempo en que Dios llamaba a la humanidad a juicio, como sucedió en el tiempo de Noé.
Y ahora, encontramos que Cristo tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros, para que nosotros no muriéramos, y Él tuvo entonces que morir en lugar de nosotros, en lugar nuestro murió Cristo por nuestros pecados.
Y ahora, Cristo muriendo en la Cruz del Calvario salvó a la raza humana, porque Cristo no vino para condenar al mundo, sino para que el mundo fuera salvo por Él. Cristo salvó la raza humana cuando murió Cristo en la Cruz del Calvario.
Y todavía científicamente, los científicos no han descubierto que lo que salvó la raza humana de su aniquilación fue Jesucristo en la Cruz del Calvario; ese día la raza humana tenía que desaparecer, tenía que morir. Pero Cristo al tomar nuestros pecados, vean, tuvo que morir por nuestros pecados, se hizo mortal, pero murió con amor hacia nosotros:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Y con ese mismo Amor con que Dios amó a la humanidad y dio a Su Hijo, con ese mismo Amor Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario.
Vean, aquí en Romanos, capítulo 5, versos 6 en adelante dice San Pablo. Capítulo 5, verso 6 al 11 de Romanos, dice San Pablo:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
La muestra del Amor de Dios a la raza humana, al ser humano, es que Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario; por lo tanto, la muestra del Amor Divino es que Dios ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna. ¿Por qué? Porque amó al ser humano, a la raza humana, porque de tal manera amó Dios al mundo, a la humanidad.
Y ahora, encontramos que la muestra del Amor de Dios es que nos ha dado a Jesucristo; y la muestra de ese Amor confirmada, es la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. ¿Para qué? Para que todo aquél que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna.
Para que el ser humano pueda vivir eternamente, Cristo murió en la Cruz del Calvario, y toda persona que vivirá eternamente, recibirá a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la Puerta de escape, esa es la Puerta del Reino de Dios, para entrar al Reino de Dios y obtener la Vida eterna.
Ahora, veamos aquí a continuación lo que nos dice:
“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre por él seremos salvos de la ira.”
¿Ven? Seremos salvos de la ira de Dios. La humanidad iba a ser destruida, pero Cristo murió; y ahora, toda persona que cree en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, escapa de esa ira de Dios.
La ira de Dios destruirá a los seres humanos. Pero hay una forma de escapar de esa destrucción, y es a través de Jesucristo nuestro Salvador: para eso Cristo murió en la Cruz del Calvario, y Dios detuvo Su ira sobre la humanidad, la detuvo, Él aguantó Su ira por Amor a Su Nombre.
Pero vendrá el juicio divino sobre la raza humana, lo único fue, que fue detenido por un tiempo, pero va a venir el juicio divino sobre la raza humana; pero antes habrán escapado de la ira de Dios millones de seres humanos que habrán recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Vean, Cristo, o Dios a causa de Cristo, ha diferido Su ira. En el capítulo 48, verso 9 de Isaías, nos dice Dios:
“Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte.”
Y ahora, por Amor del Nombre de Dios que estaba ¿en quién? En Jesucristo, Cristo dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Por lo tanto, Dios por Amor a Cristo ha diferido Su ira, la detuvo, no destruyó la raza humana, solamente sobre una persona cayó el juicio divino, sobre Jesucristo, y por esa causa Cristo murió, padeció como ningún otro hombre había padecido, sufrió por nosotros.
Todo lo que nosotros teníamos que sufrir, lo sufrió Jesucristo, no solamente lo que tenía que sufrir un hombre, sino lo que tenía que sufrir la raza humana completa. Ningún hombre podía resistir todo ese juicio divino que cayó sobre Jesucristo, solamente Jesucristo, el cual vino del Cielo.
Y Él, con gusto y con Amor hacia nosotros, sufrió por todos nosotros, y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, para que nosotros tengamos la oportunidad de obtener la Vida eterna.
Vean, sigue diciendo San Pablo aquí en Romanos, capítulo 5, verso 10, sigue diciendo:
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Hemos sido reconciliados con Dios por medio de Jesucristo.
Esto de la reconciliación está expresado también en el Antiguo Testamento en Levítico, capítulo 23, donde nos dice en el capítulo 23 de Levítico, versos 26 al 29, dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.”
¿Ven? Aquí nos habla de la reconciliación del ser humano con Dios:
“Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Toda persona que no se afligía ante Dios, pidiendo perdón a Dios por sus pecados, toda persona que no le dolía haber pecado contra Dios, y no le pedía perdón a Dios en ese día, era cortado del pueblo hebreo, perdía el derecho, bendición y privilegio de vivir un año más.
¿Por qué era reconciliado solamente por un año? Porque los animales no tienen alma y por consiguiente no son perfectos, y el sacrificio de un animalito no es un sacrificio perfecto, no es un sacrificio perfecto, sino que solamente es un sacrificio tipo y figura de un Sacrificio Perfecto que vendría más adelante: el Sacrificio de Jesucristo el Hijo de Dios.
Y si en los tipos y figuras del Sacrificio de Cristo, lo cual eran aquellos sacrificios de animalitos, era así, ¡cuánto más con el Sacrificio de Cristo y la Sangre de Cristo derramada en la Cruz del Calvario!
Y ahora, encontramos que toda persona que en ese día diez del mes séptimo de cada año, afligido, dolido en su alma por haber pecado contra Dios, pedía perdón a Dios, Dios lo perdonaba y quedaba cubierto con la sangre de esa expiación, de ese sacrifico de ese animalito que el sumo sacerdote realizaba.
Todo eso era el tipo y figura del Sacrificio de Cristo que vendría, por lo tanto, todas las personas que creían en esos sacrificios y se arrepentían de sus pecados, estaban creyendo en Cristo, en la sombra o tipo y figura.
Y cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, los pecados de todas esas personas que estaban cubiertos con la sangre de esos animalitos, fueron quitados, y por eso resucitaron con Cristo cuando Cristo resucitó en San Mateo, capítulo 27, versos 51 al 53.
Y ahora, encontramos que desde la muerte de Cristo en adelante, comenzó plenamente el Día de la Expiación, comenzó plenamente el día en que Dios acepta a todo ser humano que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Vean aquí, en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice el Apóstol San Pablo de la siguiente manera, dice:
“Porque dice: En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”
San Pablo está citando lo que dice Isaías, en el capítulo 49, verso 8.
Y ahora, esto nos habla del día aceptable, del día de la Dispensación de la Gracia, no es un día literal, sino un día dispensacional.
La Dispensación de la Gracia es el día aceptable delante del Señor, y ese día aceptable delante del Señor allí comenzó con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, y ése es el día de salvación, la dispensación, día dispensacional de salvación, para que toda persona que arrepentido de sus pecados viene a Cristo, confesando a Cristo sus pecados, pues Cristo dijo a Sus discípulos en el capítulo 24, versos 41 al 48 de San Lucas, que era necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día, y que se predicase en Su Nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando desde Jerusalén.
Por lo tanto, el arrepentimiento y el perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, para que las personas vengan a Cristo arrepentidos de sus pecados y confiesen a Cristo sus pecados, y obtengan el perdón de sus pecados y sean limpios con la Sangre de Cristo de todo pecado.
Y sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, y así nazcan de nuevo, nazcan del Agua y del Espíritu y por consiguiente entren al Reino de Dios.
Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6, dijo:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”
Y toda persona quiere entrar al Reino de Dios, el mismo Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.”
¿Y para qué hay que buscar el Reino de Dios y Su justicia? Para entrar al Reino de Dios, y para entrar al Reino de Dios hay que nacer del Agua y del Espíritu, esto es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, recibiendo a Cristo como su Salvador al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y escuchar que Cristo vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que así la persona comprenda que hay un Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, el cual es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para poder escapar de la ira de Dios, obtener el perdón de nuestros pecados, ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, y obtener así el nuevo nacimiento, nacer en el Reino eterno de Jesucristo, y por consiguiente, nacer a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y así la persona es un grano de trigo en la planta de trigo, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
También en la parábola que Él habló acerca del Buen Pastor, pues la persona es una oveja en el Redil de Cristo; y el Redil de Cristo es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, podemos ver que todo este misterio de Cristo y Su Iglesia, es el misterio de la reproducción de Cristo, el Hijo de Dios en muchos hijos e hijas de Dios.
¿Y saben ustedes una cosa? Así como la planta de trigo y los granos de trigo, ¿dónde estaban? Estaban en el grano de trigo que fue sembrado en tierra, y así también la Iglesia del Señor Jesucristo y todos los hijos de la Iglesia que son los hijos de Dios por medio de Jesucristo a través de Su Iglesia, ¿dónde estaban? En Jesucristo también, porque Él es el grano de trigo que va a morir para reproducirse en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios, porque el grano de trigo es el Hijo de Dios; por lo tanto, va a tener muchos hijos e hijas de Dios, y para eso tiene que tener una Iglesia.
Cristo es también el Segundo Adán, por lo tanto, tiene que tener una Segunda Eva.
¿De dónde salió la Eva que le fue dada a Adán? Del mismo Adán, estaba en Adán, porque Adán era varón y hembra, varón y mujer.
Y por lo tanto, de Adán Dios sacó una costilla y formó un cuerpo femenino, y tomó el espíritu femenino que estaba en Adán y lo colocó en ese cuerpo que Dios formó, un cuerpo femenino; y le colocó ese espíritu femenino y vino a ser “Ishshah, varona,” porque del varón fue tomada, y vino a ser la ayuda idónea para Adán, la compañera para Adán, la compañera del corazón, del alma.
Por lo tanto, a través de ella sería que Adán se reproduciría en muchos hijos e hijas de Dios; y así por cuanto Adán y Eva pecaron, perdieron la bendición de traer hijos e hijas de Dios con Vida eterna, los hijos e hijas de Dios que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, ahora no vendrían a través de Adán, sino que vendrían a través del Segundo Adán, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Todas esas personas que vendrán a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, todas esas personas que obtendrán el nuevo nacimiento estaban en Cristo, y por consiguiente, estaban en la Iglesia de Jesucristo, porque la Iglesia de Jesucristo estaba en el mismo Cristo.
Así como Adán fue herido para sacar de su lado, de su costado una costilla y formar una compañera para Adán, Cristo fue herido en la Cruz del Calvario, aquel soldado romano que lo hirió en Su costado, allí, de allí salió agua y Sangre o Sangre y agua.
Y vean ustedes, ahora el Día de Pentecostés nació la Iglesia de Señor Jesucristo. ¿De dónde nació? De Jesucristo.
Por lo tanto, a través de la Iglesia del Señor Jesucristo, Cristo ha estado reproduciéndose en muchos hijos e hijas de Dios, y esto por la Palabra creadora, hablada del Evangelio de Jesucristo, y por el Espíritu de Cristo colocado en las personas que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Y de etapa en etapa a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo, Él ha enviado avivamientos, ha manifestado Su vida en medio de Su Iglesia, y ha llamado y juntado Sus escogidos de etapa en etapa, de edad en edad.
Encontramos en los días de los Apóstoles que hubo un gran avivamiento, Dios trayendo a vida muchos escogidos, muchas personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, trayéndolos a vida, a Vida eterna.
Y de edad en edad millones de seres humanos han venido a Vida eterna, Cristo ha avivado Su obra en medio de los tiempos y ha traído Vida eterna a millones de seres humanos, que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído en Cristo y lo han recibido como su único y suficiente Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en las personas el nuevo nacimiento, esas personas han nacido a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, esas personas han asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, esas personas son hijos de honra, esas personas son hijos de bendición, esas personas no son hijos de ira, esas personas son hijos del día, hijos de luz, de lo cual nos habló San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, cuando nos dice en el capítulo 5, nos dice de la siguiente manera; y vamos a leer ese pasaje, que es muy importante, para que podamos comprender este misterio. Dice capítulo 5, verso 2 en adelante, dice:
“Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.
Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.
Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.
Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
¿Para qué nos ha colocado Dios en la Tierra, y para qué nos ha colocado Dios en la Iglesia del Señor Jesucristo? Para alcanzar salvación.
Por lo tanto, hay un propósito divino en la creación de la Iglesia del Señor Jesucristo, que nació el Día de Pentecostés, y hay un propósito divino en la predicación del Evangelio de Jesucristo. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
Tan simple como eso.
Por lo tanto, hay un propósito divino en la predicación del Evangelio de Cristo, es que las personas escuchen la predicación de Cristo, del Evangelio de Cristo, y crean en Cristo, nazca la fe de Cristo en sus almas y reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador, reconociendo y creyendo en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y obtengan el perdón de sus pecados, sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Así es como se entra al Reino de Dios.
¿Ven lo sencillo que es entrar al Reino de Dios? Para eso es que se predica el Evangelio de Cristo, y bajo la predicación del Evangelio de Cristo en las diferentes etapas de la Iglesia, Dios ha enviado un avivamiento, ha traído vida en Su Iglesia y a Su Iglesia, o sea, ha traído Vida eterna a millones de seres humanos, ha traído un despertamiento espiritual acá en el alma de cada ser humano que vive en la Tierra.
Por eso San Pablo dice en Efesios, capítulo 5, verso 14:
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Cristo es la Luz del mundo, por lo tanto, eso lo dijo Cristo en el capítulo 8, verso 12 de San Juan, que Él es la Luz del mundo. Él dice: “Yo Soy la Luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la vida.”
Por lo tanto, tendrá la Luz de la Vida eterna y por consiguiente vivirá eternamente.
Por lo tanto, cada persona tiene que escuchar la predicación del Evangelio de Cristo para despertar, porque el Mensaje del Evangelio de Cristo es el que despierta a la persona a la realidad, lo despierta de entre los muertos.
¿De entre los muertos? Claro que sí, usted dice: “Pero yo estoy vivo.” Usted, si no ha recibido a Cristo, usted está muerto completamente.
Pero usted podrá decir: “Pero yo puedo hablar, puedo caminar, puedo comer, puedo trabajar.” Sí, pero usted está muerto a la Vida eterna, usted lo que está vivo es a una vida temporal que se le va a terminar en algún momento; pero si no tiene a Cristo, usted no tiene Vida eterna. Por lo tanto, usted no está vivo a la Vida eterna, usted está muerto a la Vida eterna, por eso Cristo nos llama a despertar, despertar a la Vida eterna. Por lo tanto:
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Cristo es la Luz del mundo, Cristo es la Luz de la Vida eterna. Por lo tanto, toda persona que quiere vivir eternamente, obligatoriamente necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador:
“Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Y si no hay otro nombre de salvación, entonces no hay otra forma para obtener la salvación y Vida eterna.
Vean, aquí San Pedro nos dice en el capítulo 4, verso 11 al 12 del libro de los Hechos:
“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Y en ningún otro hay salvación.”
¿Ven? No hay salvación en ninguna otra persona, solamente en uno, y ése es Jesucristo. Porque:
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Y si no hay otro nombre, pues no vamos a buscar otra persona, sino vamos a buscar a Jesucristo, a recibir a Cristo para que nos dé la salvación y Vida eterna.
Por lo tanto, todos tenemos la misma oportunidad para obtener la salvación y Vida eterna; para este tiempo así como en otros tiempos en que Dios envió un avivamiento a Su Iglesia, a Su pueblo en las diferentes edades, cuando les envió un Mensaje directamente del Cielo, para este tiempo también tenemos la promesa de un Mensaje representado en la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía.
Vean ustedes aquí en Isaías, capítulo 55, nos habla de la Palabra de Dios, y nos dice de la siguiente manera. Capítulo 55, versos 8 al 11, dice:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”
Y ahora, la Palabra de Dios viene a la Iglesia del Señor Jesucristo y por consiguiente a la humanidad, viene la Palabra de Dios como la lluvia, como viene la lluvia sobre la Tierra para hacer producir la tierra, así viene la Palabra de Dios de etapa en etapa, de edad en edad, en cada uno de los avivamientos que Dios ha enviado para traer Vida eterna a los seres humanos; y produce aquello para lo cual Dios la envió, y Dios la prospera en aquello para lo cual Dios envió Su Palabra: para traer Vida eterna a los seres humanos.
Para eso es que viene la lluvia de la enseñanza del Evangelio de Cristo: para traer salvación y Vida eterna a los seres humanos que escuchan y nace la fe de Cristo en su alma y reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en las personas el nuevo nacimiento, y así nacen a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Así es como entran al Reino de Dios, y así es como obtienen la Vida eterna, obtienen la inmortalidad del alma.
Y cuando Cristo complete Su Iglesia, cuando Cristo haya llamado y juntado hasta el último escogido, hasta la última persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, y lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos eternos y glorificados, como Su cuerpo glorificado, y a nosotros los que vivimos y permanecemos vivos hasta ese momento, nos transformará, y entonces todos seremos inmortales físicamente, entonces todos tendremos cuerpos glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Seremos todos jóvenes, representando de 18 a 21 años en ese cuerpo eterno y glorificado que Cristo ha prometido para nosotros. Esa es la clase de cuerpo que Jesucristo tiene: un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, que representa de 18 a 21 años de edad.
Recuerden que los mismos discípulos de Jesucristo no conocían a Cristo cuando resucitó. ¿Por qué? Porque resucitó glorificad; y en el cuerpo glorificado la persona representa de 18 a 21 años de edad. Y cuando Cristo murió humanamente, físicamente Él tenía unos 33 años, por lo tanto, es una diferencia grande un hombre de 33 años a un joven de 18 a 21 años de edad.
Y ahora, en ese cuerpo glorificado es que Cristo está, y está tan joven como cuando se fue al Cielo; esa es la clase de cuerpo que Cristo me va a dar a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, a todos los que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador en el tiempo que les ha tocado vivir.
Por lo tanto, yo he asegurado mi futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, lo puede hacer en esta ocasión, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, dando testimonio público de su fe en Cristo, y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así usted nazca a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Estamos en un tiempo de avivamiento espiritual, estamos en el tiempo del avivamiento del Día Postrero, en el cual miles de personas obtendrán la Vida eterna a través de Cristo nuestro Salvador, y luego ciento cuarenta y cuatro mil hebreos también van a recibir Vida eterna.
Este es el tiempo profetizado por Oseas, en el capítulo 6 del libro de Oseas, donde nos dice, verso 1 al 3:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”
Y ahora aquí, vean ustedes, Dios dará vida al pueblo hebreo después de dos días. “Un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4, que es un Salmo del Profeta Moisés.
Por lo tanto, estos dos días son dos mil años, después de dos mil años, ahora para este tiempo final Dios le dará vida a los hebreos, o sea, vendrá para los hebreos un avivamiento, el avivamiento del Día Postrero, para darles Vida eterna a ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y darle vida al pueblo hebreo como nación.
Porque recuerden que el Profeta Ezequiel en el capítulo 37, verso 1 al 14 vio una multitud, un campo lleno de huesos secos en gran extremo, y Dios le dijo a Ezequiel que esa era la Casa de Israel, y Dios le dijo que los iba a resucitar.
Vean, aquí está en el capítulo 37 de Ezequiel, verso 1 en adelante dice:
“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.
Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.”
¿Cómo viene esa resurrección? Por la Palabra de Dios siendo hablada por un Profeta, así es como viene el avivamiento, así es como Dios trae Vida eterna a cada persona, y traerá vida al pueblo hebreo:
“Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.”
Por eso toda persona que recibe a Cristo como Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona obtiene la Vida eterna, porque la persona obtiene el Espíritu de Vida que es el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo.
“Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.”
Cuando Dios coloca Su Espíritu en el pueblo hebreo es que el pueblo hebreo obtiene vida y vivirá; y cuando Dios coloca el Espíritu Santo en una persona, la persona obtiene la Vida eterna, vivirá eternamente en el Reino de Dios.
“Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.
Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y dí al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.
Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.”
Y aquí nos muestra el pueblo hebreo, nos muestra lo que va a suceder con el pueblo hebreo: el Espíritu de Dios regresará al pueblo hebreo y tendrán al Espíritu de Dios en medio de ellos, y será una nación viva con la Vida de Dios, y con el Reino de Dios en medio de ellos, y con el Trono de Dios que es el Trono de David, sobre el cual el Mesías Príncipe se sentará y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
También por cuanto el Israel terrenal, el pueblo hebreo también tipifica al Israel Celestial, a la Iglesia del Señor Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo pasa por estas mismas etapas, etapas de restauración.
Por lo tanto, es para este tiempo en que el Espíritu de Dios entra a la Iglesia y la trae a Vida eterna, resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros los que vivimos nos transformará, y entonces habrá un ejército grande, todos los muertos en Cristo de edades pasadas y los vivos transformados, y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos glorificados; y será un Ejército Celestial, el Ejército de Jesucristo el Hijo de Dios; y será un Ejército de inmortales, jóvenes con cuerpos inmortales y glorificados con nuestro amado Señor Jesucristo.
Ese es el Ejército del Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19. El Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19 es nuestro amado Señor Jesucristo; y los que vienen con Él en caballos blancos es la Iglesia del Señor Jesucristo; todos los creyentes en Cristo de edades pasadas y los vivos de este tiempo, todos con cuerpos eternos cuando recibamos nuestra transformación y los muertos en Cristo reciban su resurrección en cuerpos glorificados.
Por lo tanto, de etapa en etapa en la Iglesia del Señor Jesucristo, Jesucristo por medio de Su Espíritu nos ha dado un avivamiento, y para este tiempo final Él nos está dando el avivamiento del Día Postrero; y cada día en ese avivamiento de este Día Postrero la bendición será mayor, hasta que se complete la Iglesia de Jesucristo, y Cristo resucite a los muertos creyentes en Él y nos transforme a nosotros los que vivimos. Y entonces todos obtendremos la inmortalidad física en cuerpos eternos y glorificados, y jóvenes para toda la eternidad.
Toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador en edades pasadas, ha sido bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, ha obtenido el nuevo nacimiento, ha obtenido la Vida eterna y ha entrado al Reino de Dios; y también los que en este tiempo, también han recibido a Cristo como Salvador, y han sido bautizados en agua en Su Nombre y han recibido Su Espíritu Santo, han obtenido el nuevo nacimiento, han nacido de nuevo, han entrado al Reino de Dios, y han asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno; son hijos de luz, son hijos de Cristo que es la Luz del mundo, son hijos e hijas de Dios, son representados en el trigo, en el trigo de la planta de trigo.
Por lo tanto, si hay alguna persona que todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, pero quiere vivir eternamente, es porque su nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y por consiguiente, Dios le ha traído hasta aquí para que usted escuche la predicación del Evangelio de Cristo en esta noche, porque usted está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y por consiguiente, Cristo le está llamando en esta noche por medio de Su Palabra, por medio de Su Evangelio, para darle la salvación y Vida eterna.
A ustedes también que están en otras naciones y todavía no han dado testimonio público de su fe en Cristo, Cristo le está llamando en estos momentos.
San Pablo dice en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7:
“Si oyes hoy su voz, no endurezcas tu corazón.”
Por lo tanto, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte la Vida eterna. Estamos en un tiempo en que Él está llamando y juntando Sus últimos escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y la Gran Voz de Trompeta del Evangelio de la Gracia, que son la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía de la Enseñanza del Evangelio de Cristo, cayendo sobre la Iglesia del Señor Jesucristo para producir mucho fruto, muchos hijos e hijas de Dios en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la planta de trigo que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos; pero el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).
Por lo tanto, todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial como creyentes en Él, para lo cual la persona recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y nacer la fe de Cristo acá en su alma y creer en Cristo de todo corazón, y creer en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados.
Si hay alguna persona que todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, y nació la fe de Cristo en su corazón mientras escuchó la predicación del Evangelio de Cristo, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]
Ahora, tienen la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado.
Vamos a dar unos minutos en lo que vienen ustedes a los Pies de Cristo, dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por ustedes en esta ocasión.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Cristo les está llamando y les está llamando porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo les doy Vida eterna.”
Es para darle Vida eterna que la persona oye la Voz de Cristo y lo sigue. Cristo también dijo que Él llama Sus ovejas por su nombre, ¿por qué? porque el nombre de esas personas está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Talcahuano, en la República de Chile, y los está llamando en estos momentos. Por lo tanto, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en esta oración, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
Tan simple como eso.
Es un asunto de fe en Cristo para obtener la salvación y Vida eterna, y es un asunto de incredulidad a Cristo para la persona ser condenada y echada en el lago de fuego y dejar de existir.
Pero todos queremos existir eternamente, y para eso recibimos a Cristo: para que Él nos dé la Vida eterna y nos coloque en Su Reino eterno.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.
También los que están en otras naciones a través de internet o del satélite, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pueden continuar viniendo al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo.
No hay otra forma en que el ser humano pueda obtener la Vida eterna, es a través de nuestro amado Señor Jesucristo; porque no hay otro nombre en el cual podamos ser salvos, solamente hay UNO, y ese Nombre es: SEÑOR JESUCRISTO. No hay otro Salvador. Y en ningún otro hay salvación, no hay salvación en ninguna otra persona, solamente en nuestro amado Señor Jesucristo.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo.
Algunas veces hay personas que son un poco tímidas y les da timidez y vergüenza pasar al frente, porque piensan que lo van a estar mirando y se avergüenzan.
Pero Cristo dijo: “El que se avergonzare de mí y de mis Palabras, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles.”
Por lo tanto, no nos podemos avergonzar de Cristo, Él no se avergonzó de nosotros, Él, lleno de Amor hacia nosotros murió por cada uno de nosotros, y menospreció la vergüenza, no se avergonzó por nosotros.
Nosotros no nos podemos avergonzar de nuestro amado Señor Jesucristo, todos lo que queremos es vivir eternamente; y ya hemos visto que no hay salvación en ningún otro hombre, sino en nuestro amado Señor Jesucristo. En ningún otro hay salvación, solamente en nuestro amado Señor Jesucristo.
Dios tiene mucho pueblo en la República de Chile, y por consiguiente, tiene mucho pueblo en esta región, y los está llamando.
En una ocasión Dios le dijo a San Pablo: “Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.” Y le dijo: “Habla, no temas porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.” ¿Y qué le mandó a hablar? El Evangelio de Cristo, le mandó a predicar el Evangelio de Cristo, porque la fe viene por el oír el Evangelio de Cristo, la Palabra de Dios, y con el corazón la persona cree cuando escucha la predicación del Evangelio de Cristo, porque nace la fe de Cristo en su corazón, y la persona entonces despierta a la realidad y comprende que hay un Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, nacer a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
¿Qué otra persona le puede asegurar a usted el futuro eterno suyo? Ninguna otra persona, porque no hay otro Salvador, solamente hay un Salvador, y ése es nuestro amado SEÑOR JESUCRISTO.
Si hay alguna persona un poco tímida pero que creyó, nació la fe de Cristo en su alma, y no ha venido a los Pies de Cristo, diga: “Yo quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y yo creo en Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma mientras escuchaba el Evangelio; por lo tanto, paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo.”
Recibimos a Cristo como Salvador, porque queremos vivir eternamente; y Él murió por nosotros, porque Él nos amó a nosotros.
Dios les ha traído para estar en esta actividad para llamarlos, para darles la fe de Cristo en sus almas, para que así ustedes puedan creer en Cristo y puedan recibirlo como vuestro Salvador, y puedan obtener la Vida eterna a través de Cristo. Ha sido la dirección de Cristo por medio de Su Espíritu Santo trayéndoles a esta actividad, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida. Y Él está llamando a todas las personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, dando testimonio público así de vuestra fe en Cristo.
Dios tiene también lugar para los niños en Su Reino. Por lo tanto los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo también, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca también en ustedes, niños, el nuevo nacimiento.
Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
Cuan grande es el Amor de Dios, que nos dio a Jesucristo para que muriera por mí en la Cruz del Calvario. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también, para que nos diera así la Vida eterna.
Si falta todavía alguna persona por venir a los Pies de Cristo dando testimonio público de su fe en Cristo puede venir para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo por todos los que están viniendo a los Pies de Cristo en esta ocasión, también los que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo.
Dios tiene mucho pueblo en esta nación y en esta región de Talcahuano, República de Chile.
La Escritura dice, el mismo Cristo dice, que hay gozo en el Cielo cuando un pecador se arrepiente, ¿por qué? Porque la persona obtiene la salvación y Vida eterna.
Es como un joven pródigo que regresa a su casa, a la Familia de Dios; y si hay más de una persona que arrepentida de sus pecados viene a Cristo, pues hay más gozo en el Cielo, y por consiguiente en esta noche hay gozo en el Cielo y también gozo entre nosotros.
Es como en un hogar, donde están esperando tener un niño o una niña, y nace el niñito o la niñita y todos los de la familia se gozan grandemente; y cuando una persona viene a los Pies de Cristo y luego es bautizada en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, esa persona ha nacido en el Reino de Dios; por lo tanto en el Reino de Dios hay gozo, porque esa es la Familia de Dios. Hay gozo en la Familia de Dios.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche aquí en Talcahuano, República de Chile. Y también estaremos orando, estaré orando por las personas que en otras naciones han venido a los Pies de Cristo dando testimonio público de su fe en Cristo.
Vamos a prepararnos para orar.
Si falta todavía alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir; y también en las demás naciones pueden venir los que falten por venir.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo.
Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Si falta todavía alguna persona recuerde que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como Salvador. Usted no puede recibir la Vida eterna, a menos que sea a través de Jesucristo.
Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Ninguna persona puede llegar a Dios, a menos que sea a través de Jesucristo.
Vamos ya a orar, vamos a levantar nuestras manos a Cristo, al Cielo, los que están en otras naciones también; y vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración los que han venido dando testimonio público de su fe en Cristo recibiendo a Cristo en esta noche. Repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, vengo a Ti creyendo en Ti de todo corazón, mientras escuchaba la predicación de Tu Evangelio nació Tu fe en mi corazón. Creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario, creo que Tu muerte en la Cruz del Calvario es el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador.
Señor Jesucristo, reconozco que Tú eres mi Salvador; doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Y produzcas así el nuevo nacimiento en mí. Quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente Contigo.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma. Salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, decimos todos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron en Cristo de todo corazón, y han dado testimonio público de vuestra fe en Cristo, Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Ya ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron de todo corazón, en Cristo. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Él dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Y me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos mismos momentos.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Y a vuestros familiares, Cristo los traiga a Sus Pies, y les dé también la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ahora, pregunto aquí al ministro, al Reverendo Mario Durán Mendoza, si hay agua: ¿Si hay bautisterios? Hay bautisterios aquí en este lado (allí veo unos cuatro bautisterios, cuatro bautisterios). ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales. ¿Hay lugar dónde vestirse, colocarse las ropas bautismales también, o sea, vestidores? Hay también lugar. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán. Y hay también ministros que les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Así que bien pueden ser bautizados en agua, en el Nombre del Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes amables amigos y hermanos presentes, y los que están a través de internet o del satélite, en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “EL AVIVAMIENTO DEL DÍA POSTRERO.”
Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos, pues ustedes allá tienen también bautisterios, ropas bautismales y también ministros que les bautizarán y personas que les ayudarán.
Así que los que están en otras naciones, en diferentes iglesias, y en diferentes auditorios y diferentes lugares escuchando la predicación del Evangelio de Cristo en esta ocasión, pueden también ser bautizados en agua los que recibieron a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Dejo al ministro en cada país, en cada nación, el ministro a cargo para que les indique hacia dónde caminar para ser cambiados de ropa, para cambiarse de ropa, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y aquí en Talcahuano, República de Chile dejo al Reverendo Mario Durán Mendoza para que les indique hacia dónde caminar y para cambiarse de ropa, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Buenas noches.
“EL AVIVAMIENTO DEL DÍA POSTRERO.”