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Dios proveyendo lo que faltaba 2005-04-19 1 Leme São Paulo BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, aquí en Leme, San Pablo, República del Brasil; es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.

Para estos momentos leemos la Escritura en Génesis, capítulo 22, versos 4 en adelante, dice (esto fue cuando Abraham fue para sacrificar a su hijo Isaac):

Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos (ya llevaba tres días caminando, al tercer día levantó sus ojos y vio el lugar que Dios le había mostrado).

Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.

Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.

Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?

Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.

Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.

Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.

Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.

Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.

Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.

Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Nuestro tema para esta ocasión: “DIOS SUPLIENDO LO QUE FALTABA,” o “DIOS SUPLE LO QUE FALTA.”

Jehová proveerá, eso es Jehová-yireh, o Jehová-jireh en español, lo cual significa: Jehová proveerá. Y lo más importante aquí en el caso de Abraham e Isaac, es que aquel momento en que Dios ordenó a Abraham sacrificar a su hijo Isaac, aquel joven representaba a Cristo.

La raza humana pecó en el Huerto del Edén, y allí mismo en el Huerto del Edén Dios le proveyó a Adán y a Eva, túnicas de pieles. Para obtener túnicas de pieles, un animal tiene que morir. Por lo tanto, allí se vislumbra que para cubrir la desnudez del ser humano, un sacrificio tiene que ser realizado.

Por lo tanto, representa el Sacrificio del Mesías en Su Primera Venida. Y aquí en el caso de Abraham e Isaac, Isaac tipifica a Cristo. Y cuando Abraham fue a sacrificar a Isaac, eso representa que Dios nos daría a su hijo unigénito, el cual sería sacrificado por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también.

Él llevaría nuestros pecados, para poder morir, porque sin pecado no hay muerte. La causa del pecado es la muerte. Adán y Eva antes de pecar no eran mortales, cuando pecaron vinieron a ser mortales.

Y ahora, encontramos que luego que Abraham tomó a Isaac, lo colocó sobre la leña, y fue a degollarlo, a sacrificarlo, para ofrecerlo a Dios como un holocausto, lo iba a quemar también, luego de matarlo; como se hacía con los sacrificios.

Y ahora, el Ángel de Jehová estaba allí presente, porque los sacrificios que son hechos a Dios, los recibe el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, en el cual está Dios.

Y ahora, aquel sacrificio que iba a ser hecho es tipo y figura del Sacrificio del Mesías. Abraham creyó que Dios era tan poderoso (y lo es), que podía darle a su hijo de nuevo luego del sacrificio que él iba a hacer; porque era poderoso para resucitar de los muertos a su hijo Isaac, luego de sacrificarlo.

Ahora, cuando ya va a sacrificarlo, el Ángel de Jehová le da voces del Cielo y le dice que se detenga, y Abraham se detiene, y cuando siente un ruido a la parte de atrás de donde él estaba, o sea, a sus espaldas, vio un carnero enredado por sus cuernos con cosas así del campo. Y Abraham lo vio, lo tomó, sacó a Isaac, que estaba amarrado sobre la leña, o que estaba amarrado y colocado sobre la leña; y luego Abraham tomó el carnero y lo sacrificó.

Encontramos que ahora el carnero siendo sacrificado es tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Y encontramos que Isaac cuando fue sacado, fue levantado de entre la leña, eso nos habla de resurrección; porque ya en el corazón de Abraham, cuando ya él creyó a Dios y fue con su hijo para sacrificarlo, ya en el corazón de Abraham estaba hecho todo; y luego le faltaba materializarlo.

Y ahora, cuando recibe a Isaac de nuevo, Abraham nos habla de la resurrección de Cristo. En tipo y figura Isaac murió y resucitó, en el sentido figurado.

Y ahora, encontramos que en medio del pueblo hebreo se estuvieron ofreciendo sacrificios de animalitos. Dios no aceptaba sacrificios de seres humanos, eran los pueblos paganos los que sacrificaban personas.

Y ahora, encontramos que el pueblo hebreo y los ascendientes del pueblo hebreo: Noé, Enoc, Matusalén, Set, Abel y Adán, todos ellos sacrificaban animalitos por sus pecados. Encontramos a Abel, el cual ofreció a Dios un sacrificio mejor, una ofrenda mejor que la de Caín. Y Dios dio testimonio de Abel, que era justo, fue justificado por su sacrificio y su fe, por la fe en el sacrificio que ofreció a Dios.

Caín no fue justificado, porque con frutas no se hace expiación por los pecados.

Ahora, podemos ver que desde tiempos antiguos el ser humano estuvo sacrificando animales por sus pecados, lo cual es tipo y figura de un Sacrificio perfecto, que sería efectuado en medio del pueblo hebreo.

Vean ustedes, Dios le mostró a Abraham el lugar exacto donde tenía que efectuar el sacrificio y ofrecerlo a Dios en holocausto. Ese lugar fue Jerusalén, el lugar donde Salomón construyó el templo.

Encontramos que esa fue la ciudad: Jerusalén, elegida por Dios para construcción del templo, que le tocó a Salomón construir. Esa ciudad, Jerusalén, y ese lugar donde fue construido el templo, fue el lugar que Dios escogió para poner allí Su Nombre; y allí se efectuaban los sacrificios por el pecado del pueblo, los cuales son tipo y figura de un Sacrificio perfecto que sería efectuado por un hombre, el cual sería el Mesías, el Hijo de Dios.

Por lo tanto, todos los Sacrificios de animalitos efectuados en el Antiguo Testamento eran solamente la sombra, el tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Encontramos que Jerusalén fue escogida para Dios poner Su Nombre allí, y para efectuarse allí en Jerusalén los sacrificios por el pecado del pueblo. Y en Jerusalén estaría el Mesías prometido siendo sacrificado como el Sacrificio de la Expiación por los pecados del ser humano, no solamente del pueblo hebreo, sino de todo ser humano.

El Sacrificio Universal de Jesucristo es para todo ser humano. Por lo tanto, tenía que ser Jerusalén el lugar donde se efectuara el Sacrificio por los pecados del ser humano.

Y ahora, encontramos que así como Dios proveyó un carnero o cordero para sacrificio, y ser ofrecido en holocausto a Dios por Abraham, Dios ha provisto un Sacrificio, proveyó el Cordero de Dios. Juan el Bautista cuando vio a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Ahí está el Cordero provisto por Dios para el Sacrificio de la Expiación del ser humano.

Dios proveyó, ¿por qué? Porque Él es Jehová-jireh.

Por lo tanto, Él es Jehová Proveerá. Él ha provisto a Su Hijo, Jesucristo, como el Cordero de Dios y Macho Cabrío de la Expiación, para ser sacrificado en favor de la raza humana; porque nadie se puede acercar a Dios sin tener un Sacrificio por sus pecados; antes de la persona acercarse a Dios tiene que tener el Sacrificio por sus pecados.

Por eso Cristo dice en San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6).

Porque Cristo es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que podamos acercanos a Dios, ser perdonados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, y ser bautizados con Espíritu Santo y Fuego, y obtener el nuevo nacimiento, y entrar al Reino de Dios, y quedar reconciliados con Dios para vivir por toda la eternidad.

Por esa causa tuvo que venir nuestro amado Señor Jesucristo a este planeta Tierra. Él dijo: “Nadie me quita la vida, Yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar. Este mandamiento recibí del Padre, de mi Padre.” (San Juan, capítulo 10).

Y ahora, Cristo sabía para qué había venido a la Tierra. Y cada uno de nosotros necesitamos saber para qué Jesucristo vino a la Tierra; y también necesitamos saber para qué nosotros hemos venido a este planeta Tierra.

Usted no escogió venir a este planeta Tierra, usted no escogió nacer en cierta nación; usted apareció en esta Tierra, nació en medio de la raza humana, en medio de una raza o de una nación, y por consiguiente, no fue elección suya, fue elección del Creador de los Cielos y de la Tierra; por consiguiente, nuestra estadía aquí en la Tierra tiene un propósito divino; y nosotros tenemos que entender cuál es el propósito divino por el cual Él nos ha enviado a este planeta Tierra.

En Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2, dice que hemos sido elegidos. ¿Y para qué hemos sido nosotros elegidos? Dice:

...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer (¿para obedecer qué? Para obedecer el Evangelio de Jesucristo) y ser rociados con la sangre de Jesucristo...”

¿Para qué hemos sido elegidos y hemos venido a este planeta Tierra? Para obedecer el Evangelio, al Evangelio de Cristo. Dice la Escritura en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, Jesucristo ya resucitado hablándole a Sus discípulos:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso. Es un asunto de creer para ser salvo, ¿de creer qué? ¿Y de creer en quién? De creer en nuestro amado Señor Jesucristo. Bajo la predicación del Evangelio de Cristo se da a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y de Su muerte en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que todos comprendamos que Dios ha provisto el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Porque Jehová-jireh es Jehová Proveerá. Y Dios, Jehová, ha provisto para el ser humano el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Dios proveyó, Dios ha provisto el Cordero de Dios, que también es el macho cabrío de la Expiación, ¿para qué? Para que fuera hecho el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Ninguna otra persona podía decir: “Yo voy a morir por la humanidad, para que la humanidad sea salva.”

Dios no aceptaba el sacrificio de otra persona, ¿por qué? Porque todo ser humano al nacer en esta Tierra, nace contaminado con el pecado, nace como un ser humano sin Vida eterna. Por lo tanto, ninguno calificaba para morir por la humanidad como el Sacrificio de la Expiación por los pecados.

Pero cuando apareció Jesucristo en la Tierra, apareció el hombre sin pecado, nacido a través de una virgen. Ese es el hombre que podía ser sacrificado como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Él vino destinado para morir como el Cordero de Dios, y quitar el pecado del mundo.

Juan el Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Y vino y murió en la Cruz del Calvario allá en Jerusalén, el lugar que Dios le mostró a Abraham para el sacrificio.

Aquel sacrificio que Abraham hizo con aquel cordero que fue sacrificado en lugar de Isaac, era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y así como el Sacrificio que Abraham hizo, fue allá en Jerusalén, también el Sacrificio que Cristo efectuó fue en Jerusalén.

Y ahora, podemos ver que Dios ha provisto el Cordero para el Sacrificio. Ya fue provisto y fue sacrificado en la Cruz del Calvario. Pablo dice que nuestra Pascua, la cual es Cristo, ya fue sacrificada (Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7).

Con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, y luego Su resurrección, la raza humana desde ese tiempo ha estado cantando los cánticos de gloria, de victoria, en donde ha expresado que tenemos un Salvador, un Redentor provisto por Dios, el cual es nuestro amado Señor Jesucristo. Tenemos el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, porque Dios ha provisto el Cordero de Dios, el Hijo de Dios; y fue sacrificado por nosotros en la Cruz del Calvario, para que todo aquél que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna.

Dice la Escritura: San Juan, capítulo 3, verso 16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Estamos en esta Tierra para obedecer al Evangelio de Cristo, y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, dando testimonio público de nuestra fe en Cristo, arrepentido de nuestros pecados, reconociendo que Cristo crucificado es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Y así es como obtenemos por medio de la fe en Cristo el perdón de nuestros pecados, somos limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y el Señor Jesucristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento; y así somos reconciliados con Dios, y así somos restaurados a la Vida eterna.

Vean aquí en Hebreos, capítulo 10, versos... 3 en adelante, dice:

Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados (esto es hablando San Pablo acerca de los sacrificios que el pueblo hebreo efectuaba en el Antiguo Testamento);

porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

Por lo cual, entrando en el mundo dice:

Sacrificio y ofrenda no quisiste;

Mas me preparaste cuerpo.”

Dios preparó un Cuerpo para ser el Sacrificio por los pecados del ser humano. Dios ha provisto un Cuerpo que fue sacrificado por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Fue el Cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, que fue ofrecido como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Entonces dice:

He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad,

Como en el rollo del libro está escrito de mí.

Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),

y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.

En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.”

La voluntad de Dios era que Cristo muriera por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes en la Cruz del Calvario.

Y ahora, en esa voluntad perfecta de Dios, en la cual Cristo fue sacrificado, crucificado, ahora nosotros somos santificados. Sigue diciendo... dice:

En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.”

Nunca más será sacrificado Jesucristo por los pecados del ser humano. Ya fue sacrificado, ya murió, fue sepultado, estuvo tres días sepultado, al tercer día resucitó glorificado. Ya Su c uerpo está glorificado, y está en el Cielo como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión por nosotros con Su propia Sangre.

Nunca más Cristo morirá, Él resucitó para nunca más morir. Cuando la persona está glorificada no puede morir más. Cuando nosotros seamos transformados y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos glorificados, ya nunca más habrá muerte en los escogidos de Dios, ni enfermedades, ni siquiera la vejez. Todos seremos jóvenes para toda la eternidad, con cuerpos glorificados y eternos, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, el cual representa de 18 a 21 años de edad. Y Él está tan joven como cuando se fue dos mil años atrás.

Y ahora todos tenemos un Sacrificio perfecto por nuestros pecados, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Todo aquél que en Él cree, no se perderá, sino que vivirá eternamente, porque es reconciliada con Dios y restaurado a la Vida eterna.

Por lo tanto, Dios supliendo lo que falta, le ha suplido a la raza humana lo que le faltaba: el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Ya Dios suplió lo que le faltaba al pueblo hebreo y a los gentiles, lo que le faltaba a la raza humana.

El Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para lo cual suplió el cuerpo físico de Jesús, para que fuera el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Dios suplió al hombre que tenía que ser sacrificado, suplió a Jesucristo, Su Hijo amado. Dios supliéndole a la raza humana lo que le faltaba: a Jesucristo, para que fuera sacrificado por mí en la Cruz del Calvario. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, se predica el Evangelio de Cristo dando a conocer la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados; porque Dios suplió lo que le faltaba a la raza humana.

El hombre, el cuerpo físico para el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Con razón Juan lo vio y dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” No hay otra cosa que pueda quitar el pecado del ser humano. Usted no puede ir a la farmacia o al supermercado, y pedir un detergente para bañarse con él y quitarse los pecados.

Pero hay una cosa con la cual podemos ser rociados y limpiados de todo pecado: es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. “La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.” Primera de Juan, capítulo 1, verso 7.

No hay otra cosa que limpia el pecado del ser humano, para que quede reconciliado con Dios el ser humano. Dios ha suplido lo que necesitábamos nosotros: suplió el cuerpo del Sacrificio; y para el Sacrificio por nuestros pecados, suplió a Jesucristo, Su Hijo amado, para que muriera por nosotros en la Cruz del Calvario.

DIOS SUPLIENDO LO QUE FALTABA.”

Dios supliendo lo que faltaba nos suplió a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que todo aquél que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna. Es Vida eterna lo que recibe el ser humano cuando recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Yo he recibido a Cristo como mi único y suficiente Salvador, y Él con Su Sangre me ha limpiado de todo pecado, y me ha reconciliado con Dios, y me ha dado la Vida eterna. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, puede hacerlo en estos momentos, y yo estaré orando por usted en estos momentos. Pueden venir a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente y yo estaré orando por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, luego que ustedes sean bautizados en agua en Su Nombre.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos. También los que están en otras naciones a través de internet o del satélite en diferentes iglesias y diferentes auditorios, pueden también venir a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. No hay otra forma para obtener la Vida eterna.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.

También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, para que también Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.

Vamos a dar unos segundos en lo que llegan los que faltan por venir, pues Dios tiene mucho pueblo en la República del Brasil.

Usted está aquí porque Dios lo ha traído a este mundo para que escuche la predicación del Evangelio de Cristo, crea de todo corazón en Cristo, nazca la fe de Cristo acá en su alma, y obedezca al Evangelio de Cristo, creyendo en Cristo y recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que sea limpio con la Sangre de Cristo de todo pecado. Para eso es que usted vive en este planeta Tierra; las demás cosas son añadiduras de la vida.

El propósito principal de nuestra existencia en la Tierra es que escuchemos la predicación del Evangelio y creamos en Cristo como nuestro Salvador, lo recibamos, seamos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en nosotros el nuevo nacimiento. Ese es el propósito por el cual Dios nos ha enviado a este planeta Tierra para vivir aquí.

Por lo tanto, tiene usted la oportunidad de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le dé la salvación y Vida eterna, y usted pueda vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Será una vida millones y millones de veces superior a la que vivimos aquí en la Tierra en estos cuerpos mortales.

En estos cuerpos mortales tenemos muchos problemas físicos, y el mayor de todos es que se pone viejo nuestro cuerpo; y si se pone viejo, luego tiene que morir; y aun hay jóvenes que mueren, y niños que mueren, sin todavía llegar a ser adultos; porque esta vida terrenal es corta, es temporal.

Dios nos ha dado esta vida terrenal para que creamos en Cristo, lo recibamos como nuestro Salvador, seamos rociados con la Sangre de Cristo, y limpios de todo pecado, y seamos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en nosotros el nuevo nacimiento.

Por lo tanto, hemos nacido en esta Tierra para tener la oportunidad de nacer de nuevo, de nacer en el Reino de Cristo, y obtener por consiguiente la Vida eterna.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo dentro de algunos segundos.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Jesucristo nuestro Salvador.

Si todavía falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo para dar testimonio público de su fe en Cristo, puede venir, para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo dentro de algunos segundos.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pueden acercarse hacia acá.

Todos tienen la misma oportunidad para obtener la salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. “Porque no hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos.” Libro de los Hechos, capítulo 4, verso 2. Son palabras del Espíritu Santo habladas a través del Apóstol San Pedro.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir, pues es un asunto de Vida eterna, recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Ya la fe de Cristo ha nacido en vuestro corazón. Por lo tanto, lo que les falta es dar testimonio público de vuestra fe en Cristo.

Vienen más personas de camino. Vamos a esperar en lo que llegan, para luego orar por todos ustedes. Todos desean vivir eternamente, todos desean vivir con Cristo en Su Reino eterno; por consiguiente todos necesitamos el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Dios ha provisto el cuerpo físico de Jesucristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Para ese propósito fue que Dios envió a Jesucristo a este planeta Tierra, como el cuerpo señalado por Dios para el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. No hay otra forma en que el ser humano pueda obtener la Vida eterna.

Por lo tanto, todo ser humano que vive en esta Tierra o que vivió en el pasado, o que vivirá en el futuro, necesita a Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Sin Cristo estamos perdidos. Sin Cristo no podemos vivir eternamente. Pero con Cristo viviremos eternamente.

Si falta todavía alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir. Cristo desea darle Vida eterna gratuitamente.

Nadie puede comprar la salvación. Cristo la compró para todos nosotros, el único que podía pagar el precio de nuestra Salvación, para que nosotros podamos vivir eternamente, Él tuvo que morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, el cual fue provisto por Dios. Por amor a nosotros Cristo murió en la Cruz del Calvario. Esa es la muestra más grande, la muestra máxima del amor de Dios hacia el ser humano.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [San Juan 3:16]

No hay otra forma para obtener la Vida eterna, solamente es a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguna todavía por venir, puede venir.

Y los que están en otras naciones a través de internet o del satélite, también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, los que están en otras naciones también, vamos a cerrar nuestros ojos, y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti creyendo en Ti de todo corazón; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, reconozco que necesito un Salvador, reconozco que necesito un Sacrificio por mis pecados.

Señor Jesucristo, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados; y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador. Te ruego perdones mis pecados, y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.

Señor Jesucristo, quiero entrar a Tu Reino. Señor Jesucristo, quiero nacer de nuevo, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino eterno. En Tus manos encomiendo mi alma. Ten Misericordia de mí, salva mi alma. Te lo ruego, Señor Jesucristo. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén y amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Pierde la oportunidad, privilegio y derecho a vivir eternamente. Toda persona que no cree en Cristo es condenada, no vivirá eternamente. San Juan, capítulo 3, verso 36, dice:

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida...”

No verá la Vida eterna, no vivirá eternamente; perdió la oportunidad de obtener la Vida eterna, ¿por qué? Porque se rehusó a creer en Jesucristo como su único y suficiente Salvador. Sigue diciendo:

...sino que la ira de Dios está sobre él.”

Está sobre toda persona que no cree en Cristo. Pero sobre toda persona que cree en Cristo está la bendición de Dios y Vida eterna.

Por lo tanto, viviremos eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno, en cuerpos jóvenes y glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes me dirán: “Yo creí de todo corazón en Cristo y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, he dado testimonio público de mi fe en Cristo. Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Él dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere, será condenado.” ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes.

Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo, bien pueden ser bautizados en este mismo momento: ustedes que están aquí presentes y los que están a través de internet, que han recibido a Cristo, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos.

Para lo cual pregunto al ministro aquí, si hay agua, hay bautisterios: Hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas? También hay vestidores, lugar dónde cambiarse de ropa ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán también. ¿Hay ministros que les bautizarán? También hay ministros que les bautizarán.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos.

Y que Jesucristo, el Ángel del Pacto, les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es tipológico, es simbólico. En el bautismo en agua la persona se identifica con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Y la persona al recibir a Cristo ha muerto al mundo, y por consiguiente tipológicamente tiene que ser sepultado.

Cuando el ministro toma la persona y la sumerge en agua, está sepultando al viejo hombre. Y cuando la persona se levanta de las aguas bautismales, cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, eso representa la resurrección a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo nuestro Salvador.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies, y también les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes viviendo eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de nuestro tema: “DIOS SUPLIENDO LO QUE FALTABA.”

Y lo que faltaba, lo cual Él ha suplido, fue Jesucristo, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para obtener nosotros el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo, y obtener la Vida eterna; y así somos reconciliados con Dios para vivir por toda la eternidad.

Ha sido para mí una bendición grande y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.

Los que están a través de internet también pueden ser bautizados en agua en esta noche, en esta ocasión.

Dejo al ministro encargado en cada nación, en cada país, para que continúe y les indique hacia dónde caminar a las personas para ser bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y aquí en Leme, República del Brasil, dejo al ministro aquí presente para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nosotros aquí el ministro, el Reverendo José Carlos Noguera Machado.

Que Dios les bendiga grandemente.

DIOS SUPLIENDO LO QUE FALTABA.”