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Los Pies de Dios 2005-03-17 1 Zona 18 Ciudad de Guatemala Guatemala GT 00:00:00 false

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 en adelante, donde dice de la siguiente manera (Juan dice):

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.

El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LOS PIES DE BRONCE DEL HIJO DEL HOMBRE,” que son: “LOS PIES DE DIOS.”

En este pasaje bíblico que hemos leído encontramos en medio de los siete candeleros de oro - y los siete candeleros, dice aquí el mismo Señor: “Los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”

Y ahora - y también nos dice que las siete estrellas que están en Su diestra son los siete Ángeles de las siete Iglesias; o sea, que todo lo que Juan está viendo es algo tipológico, es algo que tipifica lo que está en el Programa de Dios en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Las siete iglesias que están en Asia Menor fueron escogidas por Dios para representar las diferentes etapas por las cuales pasaría la Iglesia entre los gentiles. Por eso fueron escogidas por Dios siete iglesias de Asia Menor, siete Iglesias de entre los gentiles, para representar las siete edades de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles; y fueron escogidos los siete pastores de esas siete iglesias, como los que tipificaron a los siete Mensajeros que Dios enviaría a Su Iglesia, cada uno en la edad correspondiente al tiempo que le tocaría vivir a ese Mensajero.

Y vean ustedes en la forma en que fueron representadas esas siete etapas de la Iglesia. Y esas siete etapas de la Iglesia ya se cumplieron entre los gentiles.

La primera etapa representada en Efeso, en la Iglesia de Efeso, se cumplió en el tiempo de San Pablo; y el Apóstol Pablo fue el Ángel Mensajero de esa primera etapa de la Iglesia entre los gentiles.

Cristo se identifica en cada edad con uno de esos atributos o de esa Gloria Séptuple de Él, Él se identifica para cada edad a cada Mensajero.

Vean aquí en Apocalipsis, capítulo 2, verso 1, dice:

Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto...”

Y ahora, este Personaje aquí, uno como el Hijo del Hombre, con todas estas características que son mencionadas aquí, ahora es el que le habla a cada Ángel Mensajero correspondiente a cada edad. Este Personaje aquí, uno como el Hijo del Hombre, uno semejante al Hijo del Hombre, es nada menos que Cristo en medio de Su Iglesia.

Él ha estado en medio de Su Iglesia todo el tiempo, y Él le ha hablado a cada Mensajero que Él ha enviado a Su Iglesia; cada uno para cada edad, uno para cada edad. Y cuando le ha hablado aquí se ha identificado con una característica que Él tiene, de las que Él tiene: “El que tiene las siete estrellas en su diestra...” Las siete estrellas son los Siete Ángeles de las Siete Edades de la Iglesia, que fueron representados en los siete ministros o pastores en esas siete iglesias de Asia Menor.

Y ahora, el Mensaje de Dios por medio de Cristo viene a la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, ¿cómo? Viene al Mensajero y el Mensajero capta esa revelación divina, ese Mensaje de parte de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, y luego ese Mensajero predica ese Mensaje al pueblo; y comienza Cristo en Espíritu Santo a llamar y a juntar Sus escogidos, Sus ovejas, ¿dónde? En Su Iglesia. Cristo comienza a juntar Sus ovejas en Su Redil, Su Rebaño, que es Su Iglesia.

Él dijo en San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante... hablando acerca de todos los hijos de Dios, vean cómo Él dice. Capítulo 10 de San Juan, dice (verso 14):

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

¿Y cómo van a escuchar la Voz de Cristo? Él ha prometido llamar esas ovejas para colocarlas ¿dónde? en Su Redil, en Su Iglesia. Cristo llamaría esas ovejas, que son seres humanos de entre los gentiles, por medio de Su Espíritu Santo manifestado en cada Ángel Mensajero que Él enviaría. Es por medio de seres humanos que Cristo en Espíritu Santo ha estado llamando y juntando Sus ovejas; y han estado siendo juntadas ¿dónde? En el Redil del Señor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

En San Juan, capítulo10, dice del verso 22 en adelante, dice:

Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,

y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;

pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”

Y ahora, aquí establece Cristo que no todo el mundo va a creer, no todo el mundo va a escuchar la Voz de Cristo, no todo el mundo va a creer en Cristo. ¿Y por qué? Porque Cristo dice (a estas personas) que ellos no creen porque no son de Sus ovejas, no son de las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna.

En San Lucas, capítulo 19, verso 10, Cristo dice: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Y si vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, antes de haberse perdido no estaban perdidas. Esas son las ovejas del Padre que estaban eternamente en Dios y con Dios, son almas de Dios que luego del pecado encontramos que se perdieron. Pero Cristo vino para buscar esas ovejas y reunirlas, congregarlas en Su Reino, en Su Iglesia, en Su Redil; porque esas son ovejas del Rebaño del Padre que le dieron - que el Padre le dio a Cristo para que las busque y las coloque en el Redil de Dios, y les dé la Vida eterna; porque el ser humano cuando pecó, perdió la Vida eterna.

Ahora, veamos aquí: cuando Cristo predicaba en la tierra de Israel, los grandes líderes religiosos de la religión hebrea no creían en Cristo, y eran los que predicaban que el Mesías iba a venir al pueblo hebreo.

Ahora, veamos aquí: se reunieron en una ocasión el Sumo Sacerdote Caifás con el concilio de la religión hebrea, y decidieron lo que iban a hacer con Jesús. Dice en el capítulo 11 de San Juan, dice:

Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales...”

O sea, Jesús hace muchas señales y Él no pertenecía al concilio de la religión hebrea, y no era un predicador del concilio de la religión hebrea, no era una persona graduada del seminario de la religión hebrea; era un sencillo, un humilde carpintero de Nazaret que salió predicando por toda la tierra de Israel y estaba haciendo grandes maravillas.

Pero muchos decían (del pueblo)... por ejemplo, cuando resucitó el hijo de la viuda de Naín, de la ciudad de Naín, la gente, el común del pueblo decía: “Dios ha visitado a Su pueblo porque un gran Profeta se ha levantado entre nosotros.” [San Lucas 7:16]

Dios visita a Su pueblo (el pueblo hebreo y también a Su Iglesia) enviándoles, levantando un hombre, un Mensajero en medio del pueblo, un Profeta; porque en ese Profeta viene Dios manifestado en Espíritu Santo haciendo la Obra correspondiente a ese tiempo y hablando a través de un ser humano. Y lo que habla ese ser humano al dar el Mensaje de Dios para el pueblo es la Palabra de Dios; porque Dios coloca Su Palabra en la boca del Profeta que Él envía. Esa es la forma en que Dios siempre ha visitado a Su pueblo.

Por eso cuando Cristo lloró sobre Jerusalén en el capítulo 19 de San Lucas, vean lo que aquí Cristo dice... capítulo 19, verso 41 al 44, dice:

Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla lloró sobre ella (esto fue la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén),

diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.”

Vean, lo que era para la paz de Israel estaba encubierto de los ojos del mismo pueblo que estaba esperando al Mesías y estaba esperando la Paz que el Mesías traería.

Por lo tanto, aquí encontramos que lo que tenía que ver con la paz de Israel, estaba todo en ese Personaje que está llevando a cabo Su entrada triunfal a Jerusalén, montado sobre un burrito. El hombre más grande que ha pisado este planeta Tierra, ahora entra en un burrito, entra como una persona humilde y sencilla.

Y ahora vean, Cristo sabía que el pueblo hebreo no conocía lo que era para la paz de Israel; no conocía todo el misterio que estaba en Cristo, para Cristo morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y establecer el Nuevo Pacto y traer la Paz de Dios al pueblo hebreo y también a todos los escogidos de Dios que estarían entre los gentiles. Esa Paz está dentro del Nuevo Pacto. Por eso el Nuevo Pacto es llamado también: “Un Pacto...” O: “El Pacto de Paz.”

Ese Nuevo Pacto es el que tiene la Paz para el pueblo hebreo. ¿Y para quién más? Para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Fuera del Pacto que Cristo estableció (pues Cristo es el Ángel del Pacto), no podía ser establecido el Nuevo Pacto por otra persona, sino por el Ángel del Pacto, viniendo en carne humana y muriendo en la Cruz del Calvario.

Por eso en la última cena Cristo dijo: “Comed...” Dando gracias por el pan, dijo: “Comed, este es mi Cuerpo que por vosotros es partido.” Y luego tomando la copa y dando gracias dijo: “Tomad, esta es la copa del Nuevo Pacto, esta es la copa del Nuevo Pacto en mi Sangre que por vosotros es derramada o que por muchos es derramada.”

Vean aquí... vamos a leerlo aquí en San Mateo, capítulo 26, versos 27 en adelante (lo que habla de la Sangre), dice:

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”

Y ahora, la Sangre del Nuevo Pacto que es derramada, dice: “Por muchos.” No dice: “Por la humanidad completa.” Dice: “Por muchos.” O sea, por aquellos que lo van a recibir como su único y suficiente Salvador, “por muchos,” o sea, por todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. Aquellos que decían que no podían creer en Cristo y que no creyeron en Cristo y lo combatieron, aquellos no eran de las ovejas del Padre que el Padre le dio.

Por lo tanto, aunque Cristo murió en la Cruz del Calvario, para ellos no significó nada, no significó la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, no significó que era el Sacrificio de la Expiación por sus pecados; y, por consiguiente, no obtuvieron ningún beneficio de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, no pudieron ser limpios de todo pecado y, por consiguiente, murieron, y allá se encuentran donde estaban los incrédulos del tiempo de Noé, los antediluvianos; porque ése es el lugar a donde van todos los incrédulos que no creen a Dios y a Su Palabra, y al Programa que Él lleva a cabo en el tiempo en que la persona vive, no creen en Cristo, y por consiguiente no pueden ir al Cielo.

Ahora, tenemos que comprender que hay ovejas que son de Dios y hay ovejas que no son de Dios, dijo Cristo. A los que no creían en Cristo, Cristo les dijo: “Vosotros no sois... ustedes no son de mis ovejas, por eso es que no pueden creer. Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.”

Por lo tanto, es importante que entendamos estas cosas, para que así podamos comprender la bendición tan grande que Dios nos ha dado. Ustedes están aquí presentes porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. El nombre de ustedes está escrito en el Libro de la Vida, por lo tanto, ustedes vienen para escuchar la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo. “El que es de Dios, la Voz de Dios oye,” dice Cristo en San Juan, capítulo 8, verso 47. Y en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen...”

La Voz de Cristo es el Evangelio siendo predicado por el Espíritu Santo a través de los Mensajeros que Él envía de edad en edad, de etapa en etapa en Su Iglesia.

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna.”

¿A quién Cristo da Vida eterna? A las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” San Lucas, capítulo 19, verso 10; y en San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14. Ahí Él habla de esas personas como ovejas.

Por lo tanto, los que han de ser salvos, los que han de recibir a Cristo, son las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. En y como ovejas Cristo tipifica, representa a todos los que van a creer en Él. Y Cristo se representa en el Buen Pastor. “Yo Soy el Buen Pastor,” dice Cristo.

Y ahora, Cristo las llama y las junta ¿dónde? En Su Redil, que es Su Iglesia. Su Iglesia es el Redil donde están todos los creyentes en Cristo. Ahora, sigue diciendo:

... y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano (o sea, que no se pueden perder).

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, esto le da seguridad de Vida eterna a todo creyente en Cristo. Nadie lo puede sacar de las manos de Cristo. Esa persona es un hijo o una hija de Dios que estaba en Dios eternamente; y por causa del pecado el ser humano cayó, perdió la Vida eterna, esas ovejas entonces perdieron la Vida eterna; pero Cristo las restaura a la Vida eterna, para que vivan eternamente con Cristo en Su Reino.

Ahora vean, vamos a continuar acá leyendo el pasaje que primero habíamos tenido, donde el sumo sacerdote con el concilio del sanedrín se habían reunido, en donde dijeron: “Porque este hombre hace muchas señales.” Eso está en el capítulo 11 de San Juan, verso 47 en adelante:

Si le dejamos así, todos creerán en él...”

Y ese es el propósito: que todos crean en Cristo. Pero no pueden creer todos los seres humanos, sino aquellos que son tipificados en las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. Esos son los que son de Dios. “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” [San Juan 8:47] “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” [San Juan 10:27]

Por lo tanto, esas son las personas que reciben Vida eterna y vivirán eternamente con Cristo en Su Reino. ¿Y qué pasará con los que no crean en Cristo? Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, verso 28:

Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”

Los que no temen a Dios y no reciben a Cristo como Salvador les espera ese lugar terrible cuando mueren; y después serán juzgados en el juicio final, condenados y echados en el lago de fuego, donde dejarán de existir, donde serán quemados en cuerpo, espíritu y alma; porque el lago de fuego es la muerte segunda o segunda muerte, donde serán echados los que no creyeron. Cristo dijo en San Mateo que toda planta que no sembró Su Padre Celestial... Él dijo: “Toda planta que no sembró mi Padre, será desarraigada y echada al fuego.”

Por lo tanto, si toda planta que no sembró el Padre Celestial va a ser desarraigada, va a ser sacada de esta Tierra y quemada... Él está hablando de seres humanos, representándolos en plantas, como en la parábola del trigo y de la cizaña, en donde Cristo dijo que el trigo son los hijos del Reino, y dice que el que sembró el trigo es el Hijo del Hombre. Y dice, luego hablando de la cizaña, dice: “La cizaña son los hijos del malo.” Y luego cuando dice quién la sembró, dice: “El enemigo que la sembró es el diablo.”

¿Ven? Por lo tanto, si Cristo dijo que hay hijos de Dios y hay hijos del diablo, así es. Lo importante es que los hijos de Dios son identificados como los que oyen la Voz de Cristo, creen en Cristo, lo reciben como su único y suficiente Salvador, y reciben la salvación y Vida eterna. Y la cizaña, pues, son los que no creen en Cristo, no pueden creer; y si la persona pasa toda su vida sin recibir a Cristo como Salvador, y muere, pues murió como una cizaña y va a donde dice Cristo que va a ser echada la cizaña.

Por lo tanto, tenemos que aprovechar nuestro tiempo mientras vivimos en la Tierra, para asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. ¿Y quiénes han asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno? Yo lo he asegurado, yo he escuchado la Voz de Cristo, el Buen Pastor y lo he seguido y Él me ha dado Vida eterna. Eso es lo que le da Cristo a las ovejas que el Padre le dio. Él dice: “Mis ovejas oyen mis Voz y me siguen, y Yo les doy Vida eterna.” ¿Ven?

Cuando se predica el Evangelio de Cristo y luego se le da la oportunidad a las personas para que reciban a Cristo como Salvador, porque al predicar el Evangelio de Cristo, Cristo por medio de Su Espíritu crea en el alma, en el corazón de las personas, la fe para que la persona crea en Cristo como su único y suficiente Salvador.

Y luego la persona al creer entonces da testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador; porque ha escuchado la Voz de Cristo, el Buen Pastor, por medio de la predicación del Evangelio de Cristo, y Cristo lo recibe y le da Vida eterna. Tan simple como eso.

La persona cree en la Primera Venida de Cristo y cree en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. ¿Recuerdan que el pueblo hebreo efectuaba sacrificios de animalitos por sus pecados? Y sobre todo el día diez del mes séptimo de cada año sacrificaba el macho cabrío de la expiación por Jehová, por sus pecados; eso lo realizaba el sumo sacerdote vigente para el año correspondiente. Y el pueblo que se había arrepentido de sus pecados, obtenía el perdón de sus pecados y era reconciliado con Dios y obtenía el privilegio, derecho y bendición de vivir un año más.

¿Por qué era un año más y por un año más que quedaba reconciliado? Porque los animales no tienen alma, y por consiguiente no son perfectos, y el sacrificio de un animalito no puede quitar el pecado del ser humano, solamente cubre el pecado de la persona, y Dios entonces no ve el pecado de la persona.

El espíritu del animal no puede venir a la persona, luego que el animal es sacrificado. Pero por esa causa es que eran reconciliados con Dios por un año, y al otro año tenían que hacer lo mismo.

Aquel sacrificio de la expiación por los pecados del pueblo, tipificaba a Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, muriendo en la Cruz del Calvario, llevando así nuestros pecados, para luego con Su Sangre limpiarnos de todo pecado; porque la Sangre de Cristo no cubre el pecado, la Sangre de Cristo quita el pecado. “La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado,” dice Primera de Juan, capítulo 1, verso 7.

Y por consiguiente la persona queda delante de Dios justificada, como si nunca en la vida hubiese pecado, como si nunca hubiera pecado la persona queda delante de Dios, y Dios la ve a la persona sin pecado. Y Dios le bautiza con Espíritu Santo y Fuego, le da el Espíritu de Cristo. ¿Ven? Porque ahora el Espíritu de ese Sacrificio Perfecto, el Espíritu de Cristo, viene al ser humano, lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona ha nacido del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, el cual ha recibido luego que ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Por lo tanto, es por medio del Sacrificio de Cristo que el ser humano puede obtener el perdón de sus pecados y puede ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, y puede ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y puede recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, obtener la Vida eterna y quedar reconciliado con Dios, para vivir no un año más, vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Ya no se requieren sacrificios de animalitos; en el Antiguo Testamento sí, en lo que llegaba Cristo y moría en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Ahora, vean aquí en San Juan, capítulo 3, verso 35 a 36, dice:

El Padre ama al Hijo (o sea, Dios el Padre ama a Jesús), y todas las cosas ha entregado en su mano.”

Dios ha entregado en las Manos de Jesucristo todas las cosas. Dios nos ha dado Vida eterna y esta Vida está en Jesucristo; porque Dios ha colocado la Vida eterna ¿en quién? En Jesucristo, para que nos dé Vida eterna.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna...”

¿Ven lo importante que es creer en Cristo? Para obtener la Vida eterna hay que creer en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida.”

El que rehúsa a creer en Cristo no verá la Vida eterna, pierde la oportunidad y bendición y derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

¿Cómo va a vivir con Cristo en Su Reino eterno si lo rechazó? Si no lo recibió como Salvador. Por lo tanto, no tiene entrada en el Reino de Dios, porque la Puerta al Reino de Dios tiene un Nombre, la Puerta al Renio de Dios, dijo Jesucristo en San Juan, capítulo 10, verso 9, dijo quién era, cuál era esa Puerta. Dijo Cristo: “Yo Soy la Puerta, el que por mi entrare será salvo.”

¿Ven? No hay otra Puerta por la cual usted puede entrar para obtener la salvación y Vida eterna. O usted entra por la Puerta, que es escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador, recibiéndolo como su Salvador, y entrará a la Vida eterna; o no entra por esa Puerta y no entra a la Vida eterna.

Es un asunto de vida o muerte: o lo recibe, entra por esa Puerta a la Vida eterna, o no lo recibe y por consiguiente no entra a la Vida eterna. No hay otra forma. Solamente hay dos cosas, y una de las dos usted tiene que escoger: o entra o no entra, o cree o no cree. No hay otra cosa para hacer: o es un creyente o no es un creyente en Cristo. Si es un creyente usted lo sigue todos los días de su vida. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo les doy Vida eterna.” Tan simple como eso.

Ahora, continuamos con San Juan, capítulo 11, dice:

Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.”

Vean, ellos amaban más las cosas materiales que el Programa que Dios estaba llevando a cabo en ese tiempo, no querían que la gente creyeran en Cristo.

Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;

ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”

Y ahora, Cristo moriría por la nación hebrea y por todos los hijos de Dios que estaban dispersos en el mundo entero. Y por eso Cristo ordenó predicar el Evangelio a toda criatura. Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Y Él ordenó predicar el Evangelio, comenzando por Jerusalén y por las demás ciudades, y por el mundo entero; porque en la tierra de Israel hay, hubo, hubo y hay, muchos hijos e hijas de Dios, muchas ovejas que el Padre le dio a Cristo para que les dé Vida eterna; y todas han estado siendo llamadas y juntadas ¿dónde? En el Redil del Señor, que es Su Iglesia. Y de entre los gentiles Cristo también ha estado llamando y juntando Sus ovejas ¿dónde? En Su Redil, que es Su Iglesia.

Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por hebreos y gentiles.

Y ahora, el propósito de la muerte de Cristo era morir por la nación hebrea y por todos los hijos de Dios que estaban dispersos, para ser congregados en el Reino de Cristo, en la Iglesia del Señor Cristo.

Y Cristo ha estado formando Su Iglesia, lo cual es una Obra de Creación Divina, la cual es también un Templo Espiritual. Y está siendo construida la Iglesia de Jesucristo con piedras vivas, seres humanos vivos que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, para obtener la Vida eterna y vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Ahora, en la forma en que Cristo aparece en la Tierra, así como Adán apareció en la tierra... en Adán estaba Eva, su compañera idónea; y Dios sacó del costado de Adán a la compañera para Adán: tomó de su costado una costilla y formó de esa costilla una compañera.

Y ahora, en el Segundo Adán, que es Jesucristo, estaba la Segunda Eva, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso fue herido en la Cruz del Calvario, y de Su costado ha salido la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por todos los creyentes en Cristo, y en ella está el Espíritu de Cristo.

Y por esa causa Cristo aparece aquí en Apocalipsis, capítulo 1, como el Hijo del Hombre, uno como un Hijo de Hombre caminando en medio de los Siete Candeleros de Oro, caminando en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo de edad en edad. Por eso la Iglesia del Señor Jesucristo está tipificada en un candelero o candelabro de oro con siete lámparas.

Y ahora, encontramos que Cristo de edad en edad ha estado hablándole a Su Iglesia por medio del Mensajero que Él ha enviado para cada edad, y ha estado caminando en medio de Su Iglesia.

Ahora, aquí en Apocalipsis cuando aparece en el capítulo 1, ya lo encontramos con una vestidura larga (eso es desde acá hasta los pies), desde el cuello hasta los pies; y con un cinto de oro sobre su pecho; no sobre su cintura sino sobre su pecho, ¿por qué? Porque es el Día del Señor.

Juan fue en el espíritu al Día del Señor, fue transportado en el espíritu al Día del Señor, y oyó detrás de él una gran Voz como de Trompeta que le decía: “Yo Soy el Alfa y Omega, el Primero y el Último.”

¿Y quién es el principio, el Primero y el Último? ¿Quién es el Alfa y Omega? Nuestro amado Señor Jesucristo.

Aquí encontramos que Cristo ya no está como Sumo Sacerdote en el Cielo, sino que está como Juez en medio de Su Iglesia con el cinto de oro sobre Su pecho.

Por lo tanto, está como Juez y como Rey de reyes y Señor de señores, como el León de la Tribu de Judá. Y así como el cabello blanco representa en la Iglesia del Señor Jesucristo los diferentes Ángeles Mensajeros, el cabello blanco, incluyendo la barba, está representando a los diferentes Ángeles Mensajeros de las diferentes edades, los siete Ángeles de las siete edades y el Ángel que era diferente a los demás.

Y ahora, encontramos que en la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, manifiesta Cristo esos atributos: manifiesta Su cabello blanco con Su barba blanca. Esa es la manifestación de los siete Ángeles Mensajeros y el Ángel que es diferente a los demás.

El Reverendo William Branham hablando de los siete Ángeles que le aparecieron a él en Febrero 28 del 1963, dice que eran siete Ángeles que le aparecieron a él. Y el Reverendo William Branham que es uno de los Ángeles de las siete edades. Por lo tanto, siete Ángeles, y el Reverendo William Branham, que es otro Ángel, eran ocho Ángeles por todos.

Y en esa manifestación en donde le aparecieron al Reverendo William Branham y luego subieron al cielo, y la revista “Ciencia” tomó la fotografía, y la revista “Life” también. Esta es la fotografía de la revista “Life.” Ellos no saben qué era esa nube, una nube misteriosa que subió a un lugar donde no hay humedad, por lo tanto, no puede haber nubes si no hay humedad; subió a una altura muy grande.

Vean, si tornamos esta foto así vemos un rostro ahí en forma de un rostro: Su cabello, Su barba, y el rostro. ¿Ven? Todo esto fue formado por estos Ángeles que le aparecieron al Reverendo William Branham en Febrero 28 de 1963.

El Reverendo William Branahm dice que estos Ángeles forman aquí la barba, pero que el Ángel que era diferente a los demás forma la peluca blanca (esta parte blanca acá); o sea, éste no es el Señor Jesucristo aquí, sino que esta nube de Ángeles formó esta imagen, formó como cuando un pintor hace un cuadro de una persona, lo que hace es una imagen de una persona, pero ese cuadro no es la persona, solamente es una imagen de una persona, una pintura.

Y los Ángeles formaron esta pintura, esta imagen allá en el Cielo, y fue tomada en fotografía; esta es una imagen gigante. Por lo tanto, no es el literalmente el rostro del Señor, sino que es en la forma en que es el rostro del Señor; como el pintor puede hacer una pintura de una persona, y la pintura ser tan alta que las personas la miran y dicen: “Ahí está fulano de tal, pero ese no es fulano de tal, eso es solamente una pintura.” A lo mejor la persona es pequeñita y la imagen, el cuadro, la pintura, es gigante. Y así es aquí: esta es una nube formada por Ángeles, gigante.

Ahora, tenemos que aquí estos Ángeles han formado la barba y el cabello blanco, el cabello blanco del Hijo del Hombre que aparece aquí en Apocalipsis, capítulo 1.

Ahora, de edad en edad ellos han venido a la Tierra. Y ahí, vean ustedes, ha aparecido de edad en edad parte de la barba del Señor, y al final el cabello blanco acá del Señor. Todo esto que está en Apocalipsis, el Hijo del Hombre con el cabello blanco y con Sus ojos como llama de fuego, y de Su boca saliendo una espada aguda de dos filos para herir con ella a las naciones, y en Su mano siete estrellas, y Sus Pies como columna de fuego, Sus Pies como bronce o latón ardiente. Todo eso son los símbolos de la manifestación de Cristo en medio de Su Iglesia.

Así como el cabello blanco con la barba blanca del Hijo del Hombre aquí en Apocalipsis, capítulo 1, representa los Mensajeros que Cristo enviaría a Su Iglesia, ocho Mensajeros; así también miren, la espada aguda que sale de la boca no es una espada literal, es la Palabra de Dios, la Palabra creadora saliendo de la boca de Cristo.

¿Pero cómo vamos a ver la Palabra y a escuchar la Palabra saliendo de la boca de Cristo? ¿Cómo vamos a ver esa espada saliendo de la boca de Cristo? Esa Espada es la Palabra, y la Palabra sale a través de los Mensajeros que Él envía. Y Sus ojos como llama de fuego. Ojos tipifica videntes, tipifica Profetas.

Por lo tanto, aquí nos habla de dos ojos que tiene todo hombre, eso nos habla de un ministerio doble del Hijo del Hombre, que son los ministerios de Moisés y de Elías. También en el libro del Apocalipsis, capítulo 5, verso 6, vemos al Hijo del Hombre representado en un cordero como inmolado que tenía siete cuernos y siete ojos; o sea, en cada uno de los cuernos tenía un ojo. Esos siete cuernos son las Siete Edades de la Iglesia, y los siete ojos son los siete Ángeles de la Iglesia, siete Profetas enviados a la Iglesia del Señor Jesucristo; porque ojos representa, tipifica Profetas.

Y ahora, encontramos que el Hijo del Hombre tiene Sus ojos como llama de fuego: eso nos habla de que para este tiempo en que Cristo se manifieste en toda Su plenitud en esta forma, lo cual corresponde al Día del Señor, que corresponde a este tiempo final, Cristo tendrá Sus dos ojos como llama de fuego, los cuales son los ministerios de Moisés y Elías; y tendrá una Espada saliendo de Su boca, o sea, Su Palabra saliendo de Su boca a través del ministerio que corresponde a este tiempo final, el cual estará en un hombre: El Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, ése es el hombre a través del cual Cristo se manifestará, y saldrá Su Palabra de Su boca como una Espada aguda de dos filos. Eso es la predicación del Evangelio de Cristo, la Palabra de Cristo prometida para este tiempo final, juntamente con la predicación del Evangelio de la Gracia.

Y Sus Pies como Columna de Fuego, dice en Apocalipsis, capítulo 10.

Pero aquí en Apocalipsis, capítulo 1, nos dice, hablando de los Pies, dice capítulo 1, verso 3 en adelante:

Y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro (esto muestra que ya no está como Sumo Sacerdote sino como Juez)... y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.”

Y ahora, aquí Sus Pies como bronce bruñido, refulgentes como un horno; o sea, Sus Pies ardientes, encendidos, porque están como dice aquí:

...y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno...”

Como se coloca dentro de un horno de fuego un pedazo de bronce, y cuando usted lo mira está como llama de fuego; así son los Pies de bronce del Hijo del Hombre para el Día Postrero, para después que Él haya completado Su Obra de Redención, y haya llamando a cada escogido, a cada una de Sus ovejas en Su Reino.

Luego Él terminará Su Obra de Intercesión como Sumo Sacerdote y se convertirá en el Juez de toda la Tierra, y entonces tendrá Sus ojos como llama de fuego y Sus Pies como bronce bruñido, refulgentes como en un horno.

Y así como los ojos como llama de fuego son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios; los Pies de bronce bruñido refulgentes como un horno son los ministerios de Moisés y Elías, de los dos Ungidos que están delante de la Presencia de Dios. Esos son los Pies de bronce del Hijo del Hombre.

Dice el Reverendo William Branham que los Profetas son el juicio divino. Y el bronce representa el juicio divino. Por eso cuando Moisés recibió la orden de parte de Dios para construir una serpiente de bronce ardiente y colocarla en un asta, en una vara alto, por alto, para que toda persona que era mordida por serpientes venenosas mirara a esa serpiente de bronce y viviera; porque una persona que es mordida por una serpiente venenosa, está condenado ya a morir.

Pero con una mirada de fe a la serpiente de bronce que estaba colocada en alto en medio del pueblo hebreo, pues la persona no tenía que morir, continuaba viviendo, porque dio una mirada de fe a la serpiente de bronce; el bronce, la serpiente de bronce, representa el juicio, el pecado ya juzgado.

Por lo tanto, el pecado de la persona ya había sido juzgado, y al mirar esa serpiente de bronce ya quedaba libre del pecado y de las consecuencias del pecado, que es la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” O sea, que la dádiva, que es Vida eterna, es en Cristo Jesús. Fuera de Cristo no hay dádiva de Dios, de Vida eterna para el ser humano.

Por lo tanto Cristo tomó nuestros pecados, y nosotros por nuestros pecados fuimos juzgados en Cristo. Nuestros pecados fueron juzgados en Cristo, porque Cristo los tomó y se hizo mortal y murió por nosotros en la Cruz del Calvario.

Por lo tanto, el tipo y figura de la serpiente de bronce se cumplió en Cristo; y ahora, Cristo muriendo en la Cruz del Calvario es la serpiente de bronce. Se cumplió el simbolismo de la serpiente de bronce. Por eso Cristo dijo: “Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna.”

Vean, así como el pueblo hebreo que era mordido por serpiente venenosas, miraban a la serpiente de bronce, y no morían sino que vivían, obtenía la bendición de continuar viviendo.

Y ahora, el ser humano encontramos que perdió la Vida eterna cuando el diablo, la serpiente antigua, inyectó el veneno en la raza humana; o sea, que la raza humana fue mordida por la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás; e inyecto el veneno, y por consiguiente la consecuencia fue... inyectó el pecado en la raza humana y la consecuencia fue la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte.”

Y ahora, ¿ cómo el ser humano puede evitar la muerte? Pues lo que tenemos es un cuerpo mortal, corruptible y temporal; o sea, que cada persona cuando nace, nace ya con la muerte encima, y le va a acompañar todos los días de su vida; y en algún momento la persona morirá, porque ya la tiene en su cuerpo.

Pero, ¿cómo puede escapar de la muerte? Dando una mirada de fe a Cristo, dando una mirada de fe a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, creyendo en la Primera Venida de Cristo y en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Con esa mirada de fe a Cristo y dando testimonio público de su fe en Cristo, la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento. Esa persona ha nacido del Agua y del Espíritu, y ha obtenido el nuevo nacimiento, esa persona ha entrado al Reino de Dios, ha nacido a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno; y esa persona no morirá eternamente.

Cristo dijo en San Juan, capítulo 11, verso 25 en adelante, hablándole a Marta le dice:

Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

(Y Marta le dice:) Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Y nosotros lo creemos también. Por lo tanto, si nuestro cuerpo físico muere, no hay ningún problema, lo que murió fue el cuerpo físico, que es temporal, que es mortal, pero nosotros en alma y espíritu continuamos viviendo, vamos al Paraíso a vivir donde están los Apóstoles y todos estos hombres de Dios de edades pasadas.

Y cuando Cristo complete Su Redil, Su Iglesia, cuando Él haya llamado y juntado hasta la última oveja que el Padre le dio para que le dé Vida eterna, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, concluirá Su Obra de Intersección como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial, y se convertirá en el Juez de toda la tierra, se convertirá en el León de la Tribu de Judá, en el Rey de reyes y Señor de señores, y hará Su Obra de Reclamo, y resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y eternos, y a nosotros los que vivimos nos trasformará, si permanecemos vivos hasta ese momento.

Y entonces todos seremos inmortales físicamente como nuestro amado Señor Jesucristo, y tendremos un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; y joven para toda la eternidad.

Cristo está tan joven como cuando subió al Cielo, así va a ser con nosotros también: vamos a recibir un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo; y joven, para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.

Por lo tanto, es importante que toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, y nace la fe de Cristo en su alma, dé testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le dé la Vida eterna; porque Cristo vino para buscar y salvar lo que se había perdido, y darle Vida eterna. Vino para darme Vida eterna a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, yo ya escuché la Voz de Cristo, el Buen Pastor, y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre, Él me perdonó y con Su Sangre me limpió de todo pecado, y me bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y produjo en mí el nuevo nacimiento; y me dio así la Vida eterna. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, puede hacerlo en estos momentos y yo oraré por usted en esta ocasión, en esta tarde.

También los que están en otras naciones, también pueden recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, pueden venir acá al frente para recibir a Cristo como Salvador, para dar testimonio público de su fe en Cristo, y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y le dé así la Vida eterna, y así usted entre al Reino de Dios.

Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” [San Juan 3:3]

Usted quiere entrar al Reino de Dios porque quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, para lo cual necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Él le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado.

Pueden ya venir a los Pies de Cristo y yo oraré por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les reciba en Su Reino.

También en las demás naciones que están viendo y escuchando esta actividad y escuchando esta conferencia, esta predicación del Evangelio de Cristo, también pueden venir a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están viniendo a los Pies de Cristo en esta ocasión.

Vamos a continuar viniendo, pueden continuar viniendo para que queden incluidos en esta oración que haré por ustedes, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.

Ustedes se encuentran aquí presentes, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y Cristo le está llamando para que usted entre por la Puerta del Cielo, por la Puerta del Reino de los Cielos, que es Cristo nuestro Salvador.

Si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón, Él te llama para darte Vida eterna, para colocarte en Su Reino con Vida eterna, para que vivas eternamente con Cristo en Su Reino. “Si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7 también.

Cristo dice en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33:

A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

¿Ven? El que da testimonio público, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, Cristo lo confiesa delante del Padre Celestial para que le dé la entrada al Reino eterno, y le dé por consiguiente la Vida eterna.

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Tan simple como eso. Niegas a Cristo delante de los hombres, Cristo te niega delante del Padre Celestial, y no te da el Padre Celestial la entrada a la Vida eterna. Tú confiesas a Cristo públicamente como tu único y suficiente Salvador, recibiéndolo como tu Salvador, Cristo te confiesa delante del Padre Celestial y delante de los Ángeles, como un creyente en Él, en Cristo, que lo has recibido (a Cristo) como tu único y suficiente Salvador, que has creído en Su Primera Venida y has creído en Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por tus pecados.

Por lo tanto, tan simple como eso es todo el Programa Divino y todo lo que sucede en el Cielo. Cristo está en el Cielo como Sumo Sacerdote; Él confiesa delante del Padre Celestial a todo el que lo recibe como su único y suficiente Salvador; y Él niega delante del Padre Celestial a todo aquél que lo niega, a todo aquél que no lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, el que lo niega, el que no lo recibe, el que rehúsa a creer en el Hijo de Dios, no verá la Vida eterna, no recibe la Vida eterna. El Padre Celestial no le da la Vida eterna, no puede vivir eternamente, porque no creyó en Jesucristo como el Sacrifico de la Expiación por sus pecados, como lo único que lo podía salvar para vivir eternamente.

Por lo tanto, Dios ha hecho todo sencillo para que hasta los niños y hasta las personas que nunca han estudiado en la escuela, puedan obtener la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Si la persona no lo recibe, pues no verá la Vida eterna, no vivirá eternamente con Cristo en Su Reino. Pero todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino, para lo cual recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.

Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Recibir a Cristo como nuestro Salvador es recibir la persona más importante de los Cielos y de la Tierra; porque no hay otra persona más grande y más importante en los Cielos y en la Tierra, que nuestro amado Señor Jesucristo. Él es el Hijo de Dios, el Unigénito de Dios.

Por lo tanto, Cristo en Su Amor nos ha dado la Vida eterna, y la otorga gratuitamente a todo el que lo que recibe como su único y suficiente Salvador.

Todavía vienen más personas de camino que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, a los cuales ya al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo; ya Cristo por medio de Su Espíritu les habló directamente a sus almas, y creó en sus corazones la fe para creer en Cristo como su único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, ya ustedes tienen la fe acá en el alma, la fe de Cristo, y están creyendo en Cristo, creyendo que Jesucristo es vuestro único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, con el corazón se cree para justicia, luego de haber escuchado la predicación del Evangelio de Cristo. La fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia; pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10] Se da testimonio público de vuestra fe en Cristo para obtener la salvación y Vida eterna.

Todavía vienen más personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Pueden continuar viniendo, también los niños de diez años en adelante, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.”

También en las demás naciones que están a través de internet o del satélite escuchando esta conferencia, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos, los niños también, y también los jóvenes, los adultos, y los ancianos también.

Recuerden que usted tiene que asegurar su futuro eterno con Cristo en su Reino eterno, si quiere vivir eternamente. Si muere sin haber recibido a Cristo como su Salvador, pues usted no vivirá eternamente; lamentablemente usted irá al infierno, donde están todos los incrédulos que vivieron en este planeta Tierra; y usted vendrá a ser otro de los incrédulos que llegará al infierno.

Pero usted no quiere ir al infierno, usted quiere ir al Paraíso de Dios, para vivir eternamente. Por lo tanto, la única forma para entrar a la Vida eterna y vivir eternamente es a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, usted no puede esperar a morir para después decir, después que esté muerto, decir: “Ahora yo quiero recibir a Cristo.” En el infierno no se hacen llamamientos, no hay predicación del Evangelio de Cristo, ni se hacen llamamientos para que las personas que están allá reciban a Cristo; es aquí en este planeta Tierra donde se predica el Evangelio de Cristo, y se da la oportunidad para que las personas vengan a los Pies de Cristo, y lo reciban como su único y suficiente Salvador.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, es Vida eterna lo que recibes cuando recibes a Cristo como tu único y suficiente Salvador.

Es mejor que comprendamos que hay solamente dos lugares a los cuales el ser humano puede llegar. A uno de ellos usted va a llegar. Y esos dos lugares son: el infierno o el Paraíso, el infierno o el Cielo. ¿A cuál de esos dos lugares desea ir usted si muere físicamente? Todos queremos ir al Cielo. Y la única forma de evitar ir al infierno y poder ir al Cielo es a través de Jesucristo nuestro Salvador. Él subió al Cielo, cuando se fue; y al Cielo es que Él nos lleva cuando morimos físicamente; y al Cielo nos llevará si continuamos vivos y somos transformados.

Por lo tanto, no hay equivocación para ir al Cielo, solamente podemos lograrlo a través de Jesucristo. De si mismo no podemos ir al Cielo, es Jesucristo el que nos lleva al Cielo, nos lleva a la Casa de nuestro Padre Celestial.

Por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo, necesitamos recibirlo y tenerlo aquí en nuestra alma como nuestro único y suficiente Salvador, antes que nuestra vida terrenal se nos acabe.

Y nadie sabe cuándo se le va a terminar su vida terrenal; porque hasta a los niños recién nacidos se les acaba, sin todavía haber podido vivir como jovencitos en la Tierra. También a los niños ya se les acaba (a algunos), a los jóvenes también, algunos se les acaba la vida física, mueren físicamente; también a los adultos; y también a los ancianos. Algunas veces un anciano vive más que un niñito recién nacido, que muera a los poquitos días de haber nacido.

¿Ven? O sea, que usted no tiene un registro o un certificado que diga que usted va a vivir 100 años en esta Tierra. Usted no sabe cuanto va a vivir en este planeta Tierra, solamente Dios lo sabe.

Dios nos ha dado esta vida terrenal, nos ha permitido vivir esta vida para que nosotros nos identifiquemos como creyentes en Cristo, como personas que queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino, para que confirmemos nuestro lugar en la Vida eterna con Jesucristo nuestro Salvador.

El que no confirma su lugar en la Vida eterna con Cristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, pues no va a vivir eternamente, terminarán sus días acá en la Tierra y después no tendrá derecho a volver a vivir en este planeta Tierra, ¿por qué? Porque no tendrá Vida eterna; solamente tuvo una vida: la vida temporal; y se le terminó, y no había asegurado su futuro en la Vida eterna recibiendo la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, usted por su ignorancia, por su timidez o por su incredulidad, perdió la bendición de la Vida eterna.

Pero usted no puede ser tímido o tímida para recibir la Vida eterna a través de Cristo; usted no puede ser ignorante, que ignore que la única forma para obtener la Vida eterna es a través de Jesucristo; usted no puede ser tan incrédulo como para rechazar a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, ya usted ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha nacido la fe de Cristo en su alma, y ya usted sabe que nació ahí, porque usted dice: “Yo creo en Cristo.” Ya usted está creyendo en Cristo. Pero Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz.” Ya usted la escuchó. “Y me siguen,” ahora le falta dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, para seguir a Cristo todos los días de vuestra vida; para que así Él le mantenga en Su Reino con Vida eterna. El único Reino con Vida eterna es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. No hay otro reino.

Por lo tanto, tenemos que entrar al Reino de Dios, que es el Reino de Cristo, y la única forma es naciendo del Agua y del Espíritu, escuchando la predicación del Evangelio de Cristo y creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y dando testimonio público así de nuestra fe en Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador; y luego siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo (dijo nuestro amado Señor Jesucristo); mas el que no creyere, será condenado.”

¿Quién es el que pierde? Pues el que no cree; porque el que no cree tampoco es bautizado, y pierde la oportunidad de la Vida eterna; y será condenado y echado en el lago de fuego, y será quemado en alma, espíritu y cuerpo.

¿De qué le valió venir a esta Tierra para vivir y no recibir a Cristo? No recibir a Cristo significa que la persona ha perdido la oportunidad de la Vida eterna. Recibir a Cristo significa que la persona ha aprovechado la oportunidad que ha tenido en la Tierra para recibir a Cristo y obtener la Vida eterna.

Por lo tanto, es la garantía de la Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y Él nos da Su Espíritu Santo y nos sella con el Sello del Dios vivo, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Por lo tanto, toda persona que quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, puede hacerlo en esta ocasión.

Pueden continuar viniendo los que faltan por venir a los Pies de Cristo, tanto aquí en Guatemala, como en las demás naciones que están a través de internet o del satélite escuchando esta predicación del Evangelio de Cristo. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Vamos a estar puestos en pie, vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno todavía, puede venir.

Hay algunas veces hay personas que son tímidas y les da timidez pasar al frente para recibir a Cristo, para dar testimonio público de su fe en Cristo. Pero usted no puede ser tímido o tímida para recibir a Cristo, para que Cristo le dé la Vida eterna. Si no lo recibe, nunca tendrá la Vida eterna; si no lo recibe (a Cristo), entonces pierde la oportunidad y bendición de vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.

Recuerden que es un asunto de vivir eternamente con Cristo en Su Reino, recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. San Pablo decía a Timoteo: “Echa mano de la Vida eterna.” [Primera de Timoteo 6:12]

¿Cómo podemos echar mano de la Vida eterna? ¿Es que acaso la Vida eterna está en algún lugar? Claro que si, está en Jesucristo. Y para echar mano de la Vida eterna, echamos mano de Jesucristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, acá en nuestra alma, y así estamos echando mano de la Vida eterna; porque Cristo nos da la Vida eterna.

“Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo les doy Vida eterna.” ¿Ven? Que es Vida eterna lo que Cristo le da a las personas representadas en esas ovejas que el padre le dio para que les dé Vida eterna. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Si en la actualidad publican en la prensa, la radio y la televisión, que hay un hombre, un científico o un médico, o alguna persona, quién sea, que ha preparado, ha descubierto algún producto y lo tiene preparado, y al usar ese producto la persona obtiene la bendición de recibir 500 años más de vida, ¿qué harían las personas? Estarían yendo a esa persona, y no les importaría cuánto él les pediría por darle 500 años más de vida; porque con 500 años más de vida, no importa que le demos todo lo que tengamos, en 500 años más de vida lograremos obtener más de 10 veces de lo que teníamos antes de ir a esa persona.

Quizás usted no tendría ni la oportunidad de llegar a esa persona, de tantas personas, millones de personas, que estarían yendo a esa persona para que les dé 500 años más de vida. Y si les dice: “Tienen que darme todo lo que tienen, todas las propiedades y el dinero que tengan.” Todo el mundo dice: “Claro que si, por 500 años.” Si lo que podemos vivir normalmente en la Tierra, son los más 100 años. El que pasa de 100 los pasa con mucho trabajo, mucho trabajo para él, y mucho trabajo para sus hijos y para los que los están atendiendo.

Pero si nos otorgan 500 años, aunque nos cobren todo lo que tengamos, los millonarios serían los que podrían estar llegando a esa persona, porque serían los que más dinero tendrían; y los pobres se quedarían sin 500 años más de vida; y los ricos darían todo, y como ya saben cómo hacer las riquezas; en 500 años más, serían ricos, como 100 veces más; porque siempre las cosas se van multiplicando.

Por lo tanto, cada 100 años ellos tendrían millones y millones más de dólares y de propiedades, y así por el estilo; y los pobres seguirían pobres y no podrían llegar ni a 100 años. Pero les gustaría llegar a esa persona, para que les diera... aunque no les diera 500 años sino 100 añitos más. “Con 100 añitos más me conformo, y después cuando se me estén acabando vuelvo a la misma persona que me dé 100 años más; y si no me quiere dar 100 le pido aunque sea 50; y si logro llegar a él y los obtengo, pues entonces vivo 50 años más.”

Estaría esa persona, que tendría el secreto para otorgar 500 años, por medio de algún medicamento o alguna cosa o alguna yerba o lo que fuera, lo importante es que obtuviera la persona 500 años más de vida; estarían los millones de seres humanos en fila para llegar a esa persona.

¿Y qué si aparece un hombre que les diga: “No, yo no doy 500 años, yo les aseguro a usted, que usted vivirá eternamente.”? ¿Pues saben ustedes que apareció un Hombre en la Tierra hace dos mil años, que les prometió a los seres humanos vivir eternamente? Y que Él mismo está viviendo todavía y está viviendo en un cuerpo joven y eterno. Y Él le ha prometido darle la Vida eterna a todos aquellos que llegan a Él; porque hay que llegar al que tiene la Vida. Y Él ha prometido resucitarlos, si mueren; y si permanecen vivos, transformarlos y darles el cuerpo eterno para que vivan eternamente con Él en Su Reino. Y ese hombre se llama NUESTRO AMADO SEÑOR JESUCRISTO.

Por lo tanto, ha aparecido un hombre que no ofrece 500 años más de vida, sino que ofrece la Vida eterna; y ofrece la Vida eterna para el pobre, para el rico, para el de la clase media, para el de la clase alta, para el de la clase baja. No importa a qué clase usted pertenezca, y no importa qué color de piel usted tenga, no importa qué preparación académica usted tenga; lo que importa es que usted desea vivir eternamente, y llega al que tiene la Vida eterna, que es Jesucristo, y Él le da la Vida eterna.

Y no tiene que por teléfono hacer una cita con Él, para ir a Él para que le dé la Vida eterna. No. Sino que viene a la los Pies de Cristo confesando a Cristo sus pecados, y Cristo lo recibe, lo perdona, y con Su Sangre lo limpia de todo pecado; es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en usted el nuevo nacimiento, y le da así la Vida eterna.

Ya todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo tienen la Vida eterna, lo único es que todavía tenemos el cuerpo físico, el cuerpo físico no tiene Vida eterna. Él nos va a dar un cuerpo con Vida eterna. Pero nuestra alma ya tiene Vida eterna, ya hemos asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, y por eso ya sabemos que vamos a vivir eternamente, con el Hombre que tiene la Vida eterna para otorgarla a todos los seres humanos que quieren vivir eternamente.

Por eso es que hay que venir al que tiene la Vida eterna. Hay que venir a los Pies de Cristo para dar testimonio público de nuestra fe en Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él quiere darte la Vida eterna, y para eso tú tienes que venir a Él para que Él te dé la Vida eterna.

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Pueden continuar viniendo los que faltan por venir, para que así que den testimonio publico y que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Todos ustedes quieren asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, todos quieren vivir eternamente; y para eso fue que Cristo vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario: para darnos la Vida eterna.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo. Si todavía falta alguno puede venir.

Cristo tiene mucho pueblo en la República de Guatemala, tiene muchos hijos e hijas, y los está llamando para darles la Vida eterna, para que vivan eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Siguen viniendo más personas a Cristo, porque quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Y tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Ninguna otra persona nos puede dar la Vida eterna, solamente hay UNO y su Nombre es Señor Jesucristo.

Las personas compran seguros para sus automóviles, para sus casas y también seguros de salud médico, para así estar más tranquilos. Pero algunas veces se les olvida obtener el seguro de la Vida eterna, el cual solamente lo puede obtener a través de Jesucristo nuestro Salvador. Él es el que nos asegura la Vida eterna en Su Reino eterno. ¿Y cuánto hay que pagar? No tenemos que pagar nada, porque ya Él pagó el precio del seguro de la Vida eterna cuando murió en la Cruz del Calvario por todos nosotros.

Por lo tanto, ya el precio del seguro de la Vida eterna ha sido pagado.

Y ahora, nosotros aceptamos ese Seguro, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y así queda asegurada nuestra alma para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Somos almas vivientes que vivimos en estos cuerpos terrenales, en estos cuerpos mortales, y que tenemos la oportunidad de recibir la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo, vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por ustedes en estos momentos. También los que están en otras naciones que han pasado al frente también levanten sus manos y vuestros ojos cerrados y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi alma, en mi corazón; creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador; reconozco que soy pecador.

Señor, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Señor Jesucristo, quiero nacer a la Vida eterna, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino. Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego, en Tus manos encomiendo mi alma. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora todos con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, y creyeron en Cristo de todo corazón al nacer la fe de Cristo en vuestras almas. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Por cuanto ustedes han creído ahora me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo? Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, pues Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Quiero cumplir el mandato de Cristo completo, quiero asegurar mi futuro eterno con Cristo completamente, quiero obedecer Su mandato completo, quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque he creído en Cristo de todo corazón; he dado testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador.”

Por cuanto ustedes han escuchado el Evangelio de Cristo y han creído en Cristo y lo han recibido como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos mismos momentos.

Para lo cual pregunto aquí al ministro si hay agua Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay también ropas bautismales. ¿Hay vestidores de ropas dónde cambiarse de ropas? También hay lugares donde cambiarse de ropas colocarse las ropas bautismales. ¿Y hay personas que cuidarán de las ropas de ellos? También hay personas que les ayudarán para llegar al lugar donde están los vestidores y cuidarán de las ropas de ustedes también, en lo que ustedes son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y luego regresarán a los vestidores, luego de estar bautizados regresarán a los vestidores y se cambiarán de ropas, se colocarán de nuevo las ropas de ustedes, y regresarán a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma.

Y que Jesucristo, el Ángel del Pacto, les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y a vuestros familiares Cristo los traiga también a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LOS PIES DE DIOS.”

“LOS PIES DE BRONCE DEL HIJO DEL HOMBRE.”

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro salvador, ustedes que están aquí presentes y los que están a través de internet o del satélite. Y nos continuaremos viendo siempre en estos cuerpos mortales, y cuando Cristo nos dé el nuevo cuerpo, nos continuaremos viendo en el nuevo cuerpo, en el cuerpo eterno por toda la eternidad.

Ahora, dejaré al ministro aquí presente; y los ministros en otras naciones, también quedan con ustedes que están en otras naciones, para que les ayuden y les indiquen hacia dónde caminar los que están en otras naciones, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Dejo con ustedes en los demás países a los ministros correspondientes o al ministro correspondiente para continuar. Y aquí dejo al ministro correspondiente, el cual está aquí a mi lado, el Reverendo Anibal para continuar.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

LOS PIES DE DIOS.”