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Enviado para salvarnos del pecado 2005-02-21 1 Ixtapaluca Estado de México MX 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para esta noche tenemos la dedicación de este auditorio de este lugar para la gloria de Dios, para que el pueblo de Dios venga a alabar a Dios y a escuchar Su Palabra. Dice el Salmo 122, verso 1 en adelante:

Yo me alegré con los que me decían:

A la casa de Jehová iremos.”

El salmista David se gozaba, se alegraba con los que le decían: “A la casa de Jehová iremos.” Y por esa causa hay muchos lugares que para la gloria de Dios han sido dedicados que han venido a ser una casa para Dios, para ir, llegar a la iglesia todas las personas que en espíritu y en verdad vienen a adorar a Dios y a escuchar Su Palabra.

También en el Salmo 27, verso 4 el salmista dijo (David):

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;

Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,

Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.”

Dios, vean ustedes, tiene en todos los países lugares donde el pueblo se reúne para adorar a Dios y para gozarse escuchando la Voz de Dios, la Palabra de Dios. Y el deseo más grande que tiene cada creyente en Cristo es llegar a la casa de Dios, a la iglesia para alabarlo, glorificarlo y escuchar Su Palabra.

En esta ocasión estaremos dedicando este lugar como casa de Dios, para que el pueblo de Dios se reúna en este lugar y adore a Dios y escuche la Voz de Dios, la Palabra de Dios, y obtenga el conocimiento del Programa de Dios.

Pido al pastor Prexedes Orozco se acerque acá, y su esposa también. Vamos a orar para dedicar este lugar, y también dedicar a Dios al pastor Prexedes Orozco y a su esposa Juana (o Juanita como cariñosamente le conocemos) y sus hijos (si están presenten) también pueden pasar acá al frente para que queden incluidos en esta oración.

Vamos a inclinar nuestros rostros y con nuestros ojos cerrados vamos a hacer la dedicación de este lugar y de esta familia para servir a Dios y el pueblo de Dios que se reunirá en este lugar.

Señor Jesucristo, ante Tu presencia vengo trayendo a Ti al reverendo Prexedes Orozco y a su esposa Juanita y a sus hijos también, los presento a Ti para que en este lugar Te sirvan y lleven o traigan Tu Palabra al pueblo, la hagan llegar a Tu pueblo en este lugar.

Lo dedico a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo, y dedico este lugar, este edificio, este auditorio, lo dedico a Ti para la gloria y honra Tuya como templo Tuyo, para que aquí se reúna Tu pueblo a adorarte, a glorificarte y a escuchar Tu Voz.

Señor Jesucristo, dedico también las personas que están aquí presentes y que asisten aquí, y los que también continuarán asistiendo aquí, los cuales han venido por primera vez, pero que continuarán asistiendo aquí, los dedico a Ti para Tu gloria y Tu honra.

Señor, bendícelos y llénalos del conocimiento de Tu Palabra y por consiguiente de todo Tu Programa, y continúa añadiendo a esta congregación más y más hijos Tuyos, para que Te adoren y Te glorifiquen en Espíritu y en Verdad en este lugar, y escuchen Tu Voz.

Padre, en el Nombre del Señor Jesucristo dedico a Ti este auditorio, este pueblo, y a este pastor, su esposa y sus hijos para el servicio a Ti.

En el Nombre del Señor Jesucristo, y Te ruego les bendigas grandemente y les uses grandemente en este tiempo final en este lugar. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Para esta ocasión leemos en el Evangelio según San Mateo, capítulo 1, versos 18 hasta el 25, donde dice, hablando del nacimiento de Jesucristo, dice:

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,

Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.

Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “ENVIADO PARA SALVARNOS DEL PECADO.”

Esto es: CRISTO ENVIADO PARA SALVARNOS DEL PECADO.

El ser humano cuando pecó en el Huerto del Edén perdió la Vida eterna, perdió el tesoro más grande, que es la Vida eterna; y solamente le quedó vida temporal, que se le terminó a Adán a los 930 años.

Un tiempo largo para nosotros que vivimos en este tiempo, pero para los de aquel tiempo 900 años era algo común entre ellos, porque ellos llegaron a vivir hasta 969 años (o sea, Matusalén vivió 969 años). Por eso es que cuando una persona tiene muchos años, algunos le dicen: “Tú eres más viejo que Matusalén.”

Ahora, el ser humano que vive en la actualidad ya quisiera vivir como vivían aquellas personas de aquel tiempo: Adán, Matusalén, Noé también, y todas estas personas; pero el tiempo, los años del ser humano han estado siendo acortados; y aún con todo y eso hay sobrepoblación en el planeta Tierra según la ciencia, y sobre todo en las ciudades, y sobre todo en las capitales.

Ahora, si los seres humanos en la actualidad vivieran 800 y 900 años, no habría lugar para hacer una casita.

Ahora, lo importante no es que la persona viva muchos años, lo importante es que la persona mientras vive en la Tierra reconozca que pertenece a una raza humana caída que perdió la Vida eterna, y cada persona como individuo desea la Vida eterna, y por consiguiente tiene que conseguir la Vida eterna si quiere continuar existiendo por toda la eternidad.

Y ahora, ¿cómo va a lograr el ser humano obtener la Vida eterna que perdió en el Huerto del Edén? Sencillo, vino un hombre que no había pecado, vino sin pecado y dio Su vida en Expiación por nuestros pecados, para así darnos la Vida eterna, para darnos la salvación y Vida eterna.

Salvar, significa: “Libertar, librar, redimir.” Salvación significa: “Redención.”

Por lo tanto, la raza humana y cada ser humano necesita la salvación y Vida eterna, y por consiguiente si el ser humano necesita salvación y Vida eterna, pues necesita alguien que le dé esa salvación, y por consiguiente tiene que ser entonces el Salvador de la raza humana, el Salvador del ser humano. Por lo tanto, tiene que haber un salvador.

Y ahora, la raza humana, el ser humano necesita un Salvador, uno que le salve de sus pecados, que le liberte de sus pecados, que lo libre de sus pecados, que le quite sus pecados y lo restaure a la Vida eterna.

En San Juan, capítulo 3, dice capítulo 3, verso 16 al 19, dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”

El ser humano solamente puede ser salvo por una sola persona: por Jesucristo, el Hijo de Dios; y cada persona como individuo puede obtener la salvación y Vida eterna exclusivamente a través de un solo hombre, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.

Toda persona que desea vivir eternamente necesita comprender esto, para saber dónde va a buscar y a encontrar la salvación y Vida eterna.

Vean, también lo que nos dice aquí mismo, el verso 18 de este mismo capítulo 3, dice:

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

El que no cree ha sido condenado y por consiguiente no vivirá eternamente, no verá la Vida eterna; pero el que cree no es condenado, sino que ha sido salvado, ha sido libertado, ha sido redimido y colocado en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente ha obtenido la Vida eterna y vivirá con Cristo por toda la eternidad.

Y si nuestro cuerpo físico muere, no hay ningún problema, vamos al Paraíso a vivir en alma y espíritu. El espíritu es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, y con ese cuerpo espiritual vamos a vivir al Paraíso, que es la sexta dimensión, donde están allá los Apóstoles y todos esos santos de Dios de la Iglesia del Señor Jesucristo del pasado.

Y en el Día Postrero Cristo dice en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante, dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

¿Ven? Para el Día Postrero Cristo ha prometido la resurrección de todos los creyentes en Él que han muerto físicamente.

¿Y qué de los que vivimos si permanecemos vivos hasta la resurrección de los muertos en Cristo? Por cuanto los muertos en Cristo van a ser resucitados en cuerpos eternos, inmortales, glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo y jóvenes para toda la eternidad, nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento, seremos transformados y entonces tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo y joven para toda la eternidad.

Sigue diciendo aquí en este mismo pasaje del capítulo 6, el verso 40, dice:

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Y ahora, vean la bendición tan grande que hay para los creyentes en Cristo: es la Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino en cuerpos eternos, inmortales, glorificados y jóvenes, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo, y así estaremos nosotros en el nuevo cuerpo que Él nos dará.

Este cuerpo que tenemos es producto de la unión de papá y mamá, y por consiguiente vienen estos cuerpos físicos de una raza que cayó, o sea, la raza humana que cayó allá en el Huerto del Edén, Adán y Eva que pecaron contra Dios y perdieron la Vida eterna, y por consiguiente la descendencia de Adán y Eva: la raza humana, es una raza sin Vida eterna, solamente con vida temporal.

Pero ahora el Segundo Adán que es Jesucristo, ha estado produciendo un nuevo nacimiento, y millones de seres humanos han estado naciendo de nuevo; de lo mismo que le habló Cristo a Nicodemo cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Y Nicodemo le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo, entrar en el vientre de su madre y nacer?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Y toda persona desea entrar al Reino de Dios para vivir eternamente en el Reino de Dios; y para entrar hay que nacer de nuevo del Agua y del Espíritu.

Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, o sea, escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y nacer la fe de Cristo en el alma de la persona, en el corazón, y creer de todo corazón en Cristo y dar testimonio público de su fe en Cristo arrepentido de sus pecados, y recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Cristo le recibe, le perdona y con Su Sangre le limpia de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo por un ministro.

Y luego, nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, pues Cristo, luego que la persona ha creído y ha sido bautizada en agua en Su Nombre, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento.

Y así la persona ha nacido del Agua y del Espíritu, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, y por consiguiente ha obtenido el nuevo nacimiento y ha entrado al Reino de Dios, ha nacido a una nueva vida en un nuevo reino: en el Reino de Dios, y a una nueva vida: a la Vida eterna. Y ha sido restaurado a la Vida eterna y ha sido por consiguiente redimida esa persona, ya tiene la salvación y Vida eterna, y tiene la esperanza de volver a vivir en un nuevo cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y viviremos en el Reino de Cristo nuestro Salvador, porque es el único Reino eterno.

Y ahora, Cristo vino para salvarnos del pecado, y restaurarnos a la Vida eterna. Vean, aquí lo que dice en San Juan, capítulo 3, versos 31 al 36 de San Juan. San Juan, capítulo 3, versos 31 al 36, dice:

El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos.

Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio.

El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz.

Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.

El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (el que rehúsa creer en Cristo no verá la vida, ¿qué vida? No verá la Vida eterna), sino que la ira de Dios está sobre él.”

Por lo tanto, el que rehúsa creer en Cristo se está perjudicando a sí mismo, está perdiendo la bendición más grande, la bendición de la Vida eterna, la bendición de vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Y si pierde esa bendición, ¿qué es lo que le queda? Dice:

El que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

Por lo tanto, la persona es condenada y en el juicio final será juzgada, condenada y echada en el lago de fuego, que es la segunda muerte, porque no quiso vivir eternamente, pues no va a vivir eternamente, va a ser condenado y echado en el lago de fuego, donde será quemado en cuerpo, espíritu y alma, y dejará de existir.

Por eso Cristo en una ocasión dijo: “No teman a los hombres,” y nos enseñó a quién temer. Vean, aquí capítulo 10 de San Mateo, verso 28 donde dice:

Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”

Y el único que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno es Dios, a ése es que tenemos que temer. Por lo tanto, para ser libres del infierno y de la muerte, necesitamos un Salvador que nos libre del infierno y de la muerte.

Veamos, de esto fue que Pablo habló en el capítulo 6 de Romanos, donde nos dice... En Romanos San Pablo nos habla acerca de la bendición de creer en Cristo, dice:

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Y ahora, hemos visto que la Vida eterna es la dádiva de Dios en Cristo Jesús; nadie puede obtener la Vida eterna a menos que sea a través de Jesucristo, eso todo ser humano necesita entenderlo para que no pierda tiempo en esta Tierra, sino que aproveche los días que vive en la Tierra para obtener la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Estamos en este planeta Tierra con y para un propósito divino. Vean, en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2 nos dice... nos dice de la siguiente manera, y vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro, dice:

Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”

Hemos sido destinados para obedecer al Evangelio de Cristo y ser rociados con la Sangre de Jesucristo, ¿para qué? Para ser limpios de todo pecado y obtener la Vida eterna. Por lo tanto, solamente hay una forma establecida por Dios para que el hombre obtenga la Vida eterna y así asegure su futuro eterno.

Algunas personas se preocupan y se ocupan de muchísimas cosas, y se les olvida preocuparse y ocuparse de su alma, del futuro de su alma.

El ser humano es alma, espíritu y cuerpo, y lo más importante del ser humano es su alma. Eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente, y vive en una casa de carne llamado: “El cuerpo físico.” Y tiene una casa espiritual llamada: “El espíritu.” Pero lo que es en realidad la persona es alma viviente.

Por eso Cristo preguntó en una ocasión en San Mateo, capítulo 16, versos 26 en adelante, preguntando:

¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras (según sus obras).” San Mateo, capítulo 16, verso 26 en adelante.

Por lo tanto, toda persona necesita ocuparse de la salvación de su alma para asegurar su futuro eterno, y Dios le dará un cuerpo nuevo y eterno, cuando Él complete Su Iglesia y resucite a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, a los que vivimos nos transformará y luego nos llevará a con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, y entonces ya seremos inmortales físicamente cuando tengamos el cuerpo eterno y glorificado.

Y ahora, veamos aquí lo que nos dice Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

¿Dónde está la Vida eterna? En el Hijo de Dios: en Jesucristo; el que quiera encontrar la Vida eterna, la tiene que buscar ¿dónde? En Jesucristo:

El que tiene al Hijo, tiene la vida.”

¿Ven? El que tiene a Jesucristo, el Hijo de Dios, tiene la Vida eterna, ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno:

El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

El que no tiene a Cristo porque no lo ha recibido como su Salvador, pues no tiene la Vida eterna, ha rehusado creer en el Nombre del Hijo de Dios:

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”

Ya nuestra alma tiene Vida eterna, pero nos falta que Él nos dé Vida eterna física dándonos un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, el cual Él nos va a dar en el Día Postrero.

No sabemos en qué año del Día Postrero; el Día Postrero es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá o Tercer Milenio de Cristo hacia acá, pero no sabemos en cuál de los años del Día Postrero Él nos dará ese cuerpo nuevo y eterno, no sabemos en qué año Él resucitará a los muertos creyentes en Él, pero será en el Día Postrero.

Y el Día Postrero ya comenzó, ya estamos en el Día Postrero, porque el Día Postrero es el Tercer Milenio de Cristo hacia acá o Séptimo Milenio de Cristo hacia acá, y ya estamos en el Tercer Milenio de Cristo hacia acá, ya estamos en el año 2005 ya del Tercer Milenio, ya tenemos cinco años, estamos en el año número cinco del Día Postrero según el calendario gregoriano.

Según el Calendario de Dios ya estamos más adelantados, estamos en la década de los treinta del Día Postrero. O sea, que ya estamos por el año 2030 ó 2030 y algo conforme al Calendario profético de Dios.

Pero en algún año de este Día Postrero, de este Milenio que comenzó, en algún año Cristo va a completar Su Iglesia, van a completarse los escogidos de Dios en la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, lo tomará, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará, y entonces todos seremos inmortales físicamente y seremos jóvenes para toda la eternidad, con cuerpos iguales al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, seremos a la imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Estas son las bendiciones que tiene Cristo para todos los creyentes en Él, porque Él vino para salvarnos del pecado y darnos Vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Es Vida eterna lo que Cristo nos da cuando lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Ya tenemos Vida eterna porque lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador.

Yo lo he recibido como mi único y suficiente Salvador y Él me ha dado la Vida eterna. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, porque Él es nuestro salvador, el que nos ha salvado del pecado y de la muerte y nos ha dado la salvación y Vida eterna.

En San Lucas, capítulo 19, verso 10, dice:

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

O sea, a los seres humanos que estaban perdidos Él vino a buscarlos y a salvarlos para darles así la salvación y Vida eterna.

Por lo tanto, tenemos que aprovechar nuestro tiempo en este planeta Tierra, y ya que no sabemos cuántos días, meses o años Dios nos ha dado para vivir en la Tierra, porque nadie sabe cuándo va a morir, no importa que la persona esté bien de salud no puede decir la persona: “Yo estoy bien de salud, yo voy a vivir muchísimos años.”

Miren, el que está bien de salud se puede morir ese día, y el que está bien enfermo, de cama, seguir viviendo unos cuantos años más. Así es la vida. Es que Dios es el que da la vida y Dios es el que también le quita la vida, quita la vida, cuando dice: “Ya se acabó tu tiempo de vida en la Tierra,” no hay nadie que pueda evitar que usted muera.

Por eso tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. San Pedro dijo en el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12:

Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

No hay otro nombre, hay solamente un Nombre, y ese Nombre es SEÑOR JESUCRISTO; y si no hay otro nombre, pues no hay otro Salvador, y si no hay otro Salvador, pues no hay otra persona que pueda salvarnos de nuestros pecados. Solamente hay uno que puede perdonar nuestros pecados y con Su Sangre nos puede limpiar de todo pecado.

Y ya la Sangre con la cual es limpiado el ser humano de todo pecado, ya fue derramada en la Cruz del Calvario; ya la medicina está, cada persona necesita que sea aplicada en su vida la medicina para ser limpio de todo pecado, y esa medicina es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

ENVIADO PARA SALVARNOS DEL PECADO.”

¿Y quién es el enviado para salvarnos del pecado? Nuestro amado Señor Jesucristo. Él nos salvó del infierno y de la muerte; por lo tanto, yo he recibido la salvación y Vida eterna y viviré con Cristo por el milenio y por toda la eternidad, con un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que no tiene esta esperanza y no ha asegurado su futuro eterno con Cristo, lo puede hacer en esta noche y yo estaré orando por usted, puede levantarse y venir a los Pies de Cristo, venir al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado.

Vamos a dar unos minutos en lo que llegan las personas que han escuchado y ha nacido la fe de Cristo en su alma, y están creyendo en Cristo de todo corazón, han visto que Jesucristo es el enviado para salvarlos del pecado, y que no hay otro Salvador, no hay otro que nos pueda asegurar nuestro futuro eterno en el Reino de Dios.

Por lo tanto, tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, ¿cómo? Dando testimonio público de nuestra fe en Cristo recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador.

Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, verso 32 al 33:

A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Toda persona que confiesa públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, Cristo lo confiesa delante de Su Padre Celestial como una persona que creyó y recibió a Cristo como su Salvador, y Cristo lo recibió y lo perdonó y ahora el Padre le da entrada al Reino eterno para que viva eternamente en el Reino de Dios.

Y para los que no confiesan a Cristo como su Salvador, dice Cristo:

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Cualquier persona que niegue a Cristo, que no recibe a Cristo como su Salvador, que no confiesa a Cristo como su Salvador, Cristo lo niega delante del Padre Celestial, y el Padre Celestial no le da la bienvenida en Su Reino eterno, no le da la bienvenida para vivir eternamente en el Reino de Dios, pierde la persona la oportunidad de vivir en el Reino de Dios eternamente, pierde la oportunidad de entrar al Reino de Dios.

Y no podemos perder la oportunidad de entrar al Reino de Dios. Tenemos que asegurar nuestro futuro en la Vida eterna, porque todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para dar testimonio público de nuestra fe en Cristo, y yo oraré por ustedes en esta ocasión dentro de algunos minutos.

También los que están a través de internet o del satélite o de algún medio de comunicación en otras naciones en América Latina, el Caribe, Norteamérica, Europa, también Norteamérica y el África y otras naciones, pueden también venir a los Pies de Cristo y yo oraré por ustedes, quedarán incluidos en esta oración para que Cristo les reciba en Su Reino a ustedes también.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también los que están en otras naciones. Vamos a dar unos segundos más en lo que llegan las personas que faltan por llegar; mientras tanto nosotros nos ponemos en pie para esperar y esperar, esperaremos unos segundos en lo que llegan las personas que faltan por venir.

Todos queremos vivir eternamente, y para eso fue que Cristo vino a la Tierra; y para darnos la Vida eterna; y para darnos la Vida eterna Él tuvo que morir, tuvo que dar Su vida para darnos Vida eterna a nosotros.

Algunas veces cuando las personas escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en sus almas, ya creen en Cristo, pero luego cuando les toca dar testimonio público de su fe en Cristo, ahí se aguantan [detienen] un poco, son tímidos. La fe, recuerden, viene por el oír, el oír la Palabra de Dios. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa, se hace confesión para salvación.” [Romanos 10:10]

Con la boca la persona confiesa públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, da testimonio público de su fe en Cristo, y por eso le da la oportunidad a las personas que vengan a los Pies de Cristo, dando testimonio público de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Los que han escuchado, han creído y todavía no han recibido a Cristo como Salvador, digan en su corazón: “Yo quiero vivir eternamente con Cristo; por lo tanto, me levanto y paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.”

Recibimos a Cristo como nuestro Salvador para que Él nos dé la Vida eterna, Él es el único que tiene la Vida eterna para otorgarla a las personas que le reciben como su único y suficiente Salvador. O sea, que Él tiene la exclusividad de la Vida eterna, y la da exclusivamente a aquellos que lo reciben como su único y suficiente Salvador. El que rehúsa creer en el Hijo de Dios: en Jesucristo, no verá la vida, no verá la Vida eterna.

¿Ven? Porque Cristo no le da la Vida eterna a los que no creen en Él, Cristo le da la Vida eterna a los que creen en Él, y los que creen en Él quieren vivir eternamente.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Recuerden: nadie sabe cuántos días le faltan por vivir en la Tierra, por lo tanto, les conviene asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Vamos ya a orar por las personas que han venido. Si falta alguno puede venir. También los que están en otros países, si falta alguno por llegar, por venir a los Pies de Cristo puede venir.

También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo. Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Vamos todos a estar puestos en pie y vamos a orar, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones también; y vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo dando testimonio público de su fe en Cristo. Repitan conmigo esta oración.

Señor Jesucristo, vengo a Ti dando testimonio público de mi fe en Ti, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido Tu fe en mi alma, en mi corazón, creo de todo corazón en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, creo que Tú eres mi Salvador.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, Te ruego salves mi alma. En Tus manos encomiendo mi alma.

Señor Jesucristo, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino eterno a la Vida eterna. Señor Jesucristo, quiero vivir contigo por toda la eternidad.

En Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén y amén.

Y todos decimos con nuestras manos levantadas al Cielo: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído en Cristo y han dado testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes han creído de todo corazón al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, ustedes me dirán: “Pero todavía me falta una cosa, me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar? Quiero ser bautizado lo más pronto posible.” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en este mismo momento.

Para lo cual le pregunto al Reverendo Prexedes Orozco si hay agua: ¿Si hay bautisterios? Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales. ¿Hay vestidores de ropa, dónde cambiarse de ropas? También hay lugar donde cambiarse de ropas, también hay ropas bautismales y personas que les ayudarán para ustedes cambiarse de ropa, ser bautizados en agua y regresar y cambiarse de ropas, colocarse las ropas de ustedes y regresar a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y que Cristo también llame y le dé la salvación y Vida eterna a vuestros familiares, para que estén con ustedes por toda la eternidad en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “ENVIADO PARA SALVARNOS DEL PECADO.”

Y el enviado para salvarnos del pecado es nuestro amado Señor Jesucristo.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo nuevamente aquí con ustedes al reverendo Prexedes Orozco, para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y buenas noches.

ENVIADO PARA SALVARNOS DEL PECADO.”