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La última vestidura de Jesucristo 2005-02-17 2 Torreón Coahuila MX 00:42:19 false true

Muy buenas noches, ministros, compañeros en la Iglesia del Señor Jesucristo, nuestro Salvador.

A todos los que están aquí presentes y a todos los que están a través de internet o del satélite, en los diferentes países de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, también de Europa y del África: Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Para esta ocasión leemos en San Juan, capítulo 19, versos 16 al 30, donde nos dice de la siguiente manera:

Así que entonces...” Vamos a comenzar en el verso 14, dice:

Era la víspera de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey!

Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo:

¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.

Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado.

Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron.

Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;

y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.

Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESUS NAZARENO, REY DE LOS JUDIOS.

Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.

Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos.

Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.

Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.

Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados.

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.

Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.

Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.

Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.

Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palaba y nos permita entenderla. Nuestro tema es: “LA ÚLTIMA VESTIDURA DE JESUCRISTO.”

Lo más seguro es que nuestro amado Señor Jesucristo, durante toda la trayectoria de Su vida terrenal, usó diferentes ropas, diferentes vestiduras: cuando niño, cuando bebé, cuando niño, cuando jovencito, cuando adolecente, cuando jovencito y ya cuando adulto; y ya cuando adulto también llegó a usar diferentes vestiduras, pero la última que usó fue aquella con la cual estaba cuando lo tomaron preso, y cuando le quitaron esas vestiduras y lo crucificaron.

Esa última vestidura de Jesús y en esa última vestidura de Jesús, fue donde se cumplió la profecía que dice: “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobe mi ropa echaron suertes.” Y así lo hicieron los soldados. Vean hubo una profecía Mesiánica, en la cual tomarían las vestiduras del Mesías y las repartirían entre ellos; y luego echarían suerte sobre Su túnica, echarían suerte sobre Su túnica, con la cual era cubierto.

Y ahora, todos los grupos religiosos del Cristianismo quisieran tener la última vestidura de Jesús, pero eso no es lo más importante; lo más importante es tener al que tenía esa vestidura, tenerlo acá en el alma, en el corazón. Pues Él tuvo esas vestiduras, se las quitaron y se adueñaron de ellas; pero cuando Cristo murió y resucitó, recibió una nueva vestidura de nuestro Padre celestial la cual nadie se la podrá quitar. Esa vestidura es la de Cristo como Sumo Sacerdote.

Recuerden que Él siendo el Sumo Sacerdote del Templo celestial, así como el sumo sacerdote cuando le tocaba entrar al lugar santísimo el día diez del mes séptimo de cada año, con la sangre de la expiación, tenía que ponerse las vestiduras correspondientes de lino para entrar al lugar santísimo, y ser recibido, aceptado por Dios; ofrecer la sangre de la expiación y ser aceptado por Dios todo lo que él llevaría a cabo; y luego, salir del lugar santísimo en el momento correspondiente.

Ahora, Cristo está con las vestiduras celestiales que recibió para ministrar en el Templo celestial en el Lugar Santísimo, y ha permanecido con esas vestiduras de Sumo Sacerdote. Luego en Apocalipsis, capítulo 1, lo encontramos aquí con una vestidura: una túnica que es desde el cuello hasta los pies. Vean aquí, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo...” Aquí tenemos que leer un poco...desde el verso 10:

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.

El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”

De este pasaje, el Reverendo William Branham dice que es Cristo con la vestidura no como Sumo Sacerdote, sino como Juez, porque tiene la cinta de oro en Su pecho. Como Sumo Sacerdote tendría que tener la cinta en la cintura; como Juez Él la tiene sobre Su pecho.

Vamos a ver...vamos a ver un lugar donde el Reverendo William Branham hable acerca de esta vestidura con la cual aparece aquí nuestro amado Señor Jesucristo. En el libro de “Las Edades”, ahí desde la página 40 hasta la 60, en todos esos lugares ahí nos habla de esa vestidura de Cristo, la cual es una vestidura que corresponde a Su ministerio como Juez, y corresponde al Día del Señor. Dice en la página 42 y la 43, (dice en el tiempo del hermano Branham) él dice:

Ahora, volvamos a nuestra Escritura. Sabemos lo que no es el Día del Señor. Si no es el sábado ni el domingo, entonces ¿qué es? Pues digamos así: Hoy ciertamente no es el día del Señor. Este es el día del hombre. Es la obra del hombre, el trabajo del hombre, la iglesia del hombre, la idea del hombre acerca de la adoración; todo del hombre porque es el mundo del hombre (cosmos). PERO EL DIA DEL SEÑOR ESTA POR VENIR. Así es. Solamente es que en este tiempo de la Revelación de Jesucristo, Juan fue llevado por el Espíritu y fue transportado por el Espíritu a aquel Gran Día que está por venir. El Día del Señor es cuando los días del hombre han terminado. Los reinos de esta tierra entonces serán los reinos de nuestro Dios. El día del Señor será cuando caigan los juicios; y después de eso viene el Milenio.”

Y ahora, aquí tenemos a Cristo en el capítulo 1 del Apocalipsis, en el Día del Señor, siendo visto por Juan el Apóstol; y lo vemos con una vestidura que le llega hasta los pies y con un cinto de oro en Su pecho.

Por lo tanto, ahí lo vemos vestido con una vestidura de Juez; y lo vemos con Su cabello blanco como blanca lana; de lo cual el Reverendo William Branham nos muestra que aunque Cristo está joven, aparece con Su cabello blanco como blanca lana, como los jueces de Inglaterra y de otras naciones, y de Francia y otras naciones, usaban y todavía usan en algunas naciones, una peluca blanca. Lo cual muestra que tienen la sabiduría y la autoridad para efectuar el juicio que tienen que realizar.

Y ahora, la peluca blanca, o el cabello blanco del Señor, vean ustedes, en la ocasión en que aparecieron siete ángeles al Reverendo William Branham, y fue tomada la foto por los reporteros de la revista Ciencia y de la revista Life; esta foto, vean ustedes, muestra los siete ángeles aquí y cuando usted la vira, muestra el rostro de Cristo. Aunque literalmente no es Cristo, pero forma el rostro de Cristo.

Y ahora, aquí están los ángeles formando el cabello blanco y también la barba. Vean que está representado en el cabello blanco y la barba del Hijo del Hombre para el Día Postrero, porque estarán los Ángeles del Señor Jesucristo presentes en ese juicio que Él va a llevar a cabo como Juez de toda la Tierra; porque esos Ángeles del Señor son los Jinetes del Juicio. De eso fue que Él habló en otras ocasiones, cuando habló de los Jinetes del Juicio; por lo tanto, estos Ángeles del Señor Jesucristo de las diferentes edades, estarán ahí presentes con Cristo, donde Cristo estará como Juez, para traer el Juicio.

De tales cosas no podemos hablar claramente o abiertamente, para no interrumpir el Programa Divino que hay para esa ocasión. Pero todo esto ocurrirá luego que Cristo complete Su Iglesia, haya llamado y juntado hasta el último de los escogidos y entonces Cristo se levantará el Trono del Padre y hará Su Obra de Reclamo con la Vestidura de Juez de toda la Tierra.

Todavía Él está como Sumo Sacerdote, por lo tanto, tiene la Vestidura de Sumo Sacerdote. Pero cuando Él salga del Lugar Santísimo a completar Su Obra de Intercesión, así como el sumo sacerdote cuando salía del lugar santísimo se cambiaba de ropa; y cuando terminaba todas sus labores de ese día de la expiación se cambiaba de ropa; y se colocaba las ropas doradas de oro, las ropas que lo colocaban como el novio de Israel, el novio del pueblo hebreo. Y Cristo se pondrá las Ropas de Juez y Rey; y tendremos a Cristo en Su Segunda Venida, cuando haya completado Su Iglesia, vestido con una nueva Vestidura y con un Nombre Nuevo. Por lo tanto, Cristo estará pronto colocándose las Vestiduras que están mostradas en Apocalipsis, capítulo 19: “Y en Su Vestidura tiene escrito un Nombre, el cual es Rey de Reyes y Señor de Señores.” Por lo tanto, esas Vestiduras están identificadas con un Nombre.

Ahora, tenemos las vestiduras literales y también tenemos la vestidura del cuerpo físico que nosotros tenemos. Nosotros tenemos una vestidura de telas, pero también tenemos una vestidura de piel, de carne y hueso y sangre. Ahora, Pablo decía: “Quisiera ser revestido y no desvestido.” No se refería a la vestidura de tela, sino a la vestidura de carne: el velo de carne, la vestidura de carne.

Ahora, Cristo, dice la Escritura en Apocalipsis 19, versos 11 en adelante:

Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. (Así que viene, tiene un Nombre que nadie conoce sino Él mismo.) Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”

Y ahora, podemos ver que hay aquí una promesa Divina; y hay un entrelace entre el Ministerio que Él lleva a cabo con la Vestidura de Sumo Sacerdote, y el Ministerio que Él lleva a cabo con una nueva vestidura.

Y cubriendo todo lo que es vestidura: señalamos la vestidura de ropa y también la vestidura de un cuerpo físico. Él cuando fue condenado a muerte, azotado y luego fue crucificado, la vestidura de tela fue repartida entre los cuatro soldados; y la túnica, echaron suerte sobre ella, y a uno e ellos le tocó. Pero Dios le dio una nueva Vestidura cuando lo resucitó; resucitó con una nueva Vestidura. Y también crucificaron Su cuerpo, Su vestidura de carne, Su cuerpo de carne, y resucitó glorificado; y que resucitó joven, o sea, que la nueva Vestidura es mucho mejor que la vestidura pasada.

Y Por consiguiente, esa Vestidura nueva, del cuerpo nuevo es glorificado e inmortal; y la Vestidura que recibe para ese cuerpo es para ministrar como Sumo Sacerdote en el Cielo. Y después recibirá una nueva Vestidura, para estar como Rey de Reyes y Señor de Señores y Juez de toda la Tierra.

También nosotros físicamente tenemos una vestidura física de tela y una también de carne, que es el cuerpo físico que tenemos. Pablo decía: “Quisiera ser revestido y no desvestido.” O sea, revestido de la nueva vestidura del cuerpo nuevo y glorificado. Él no deseaba morir, él no deseaba perder su vestidura física, sino ser revestido, ser transformado y tener la vestidura nueva, estando aún con el cuerpo, con el cuerpo físico.

Todos los creyentes en Cristo van a recibir la vestidura del cuerpo físico glorificado; y cuando estemos con el cuerpo físico glorificado, tendremos también el nombre que Dios escribió en el Cielo desde antes de la fundación del mundo para cada uno de nosotros. Y luego, también tendremos la vestidura de(digamos) de tela o de lo que sea; pero la vestidura que cubrirá ese cuerpo que hemos de tener, de la cual dice Apocalipsis, capítulo 19, verso...ahora continuamos leyendo Apocalipsis 19, dice, verso 14: “Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.”

Aquí tenemos la vestidura física de tela que hemos de tener: será de lino finísimo, blanco y limpio. Y ahora, de esta vestidura, vean ustedes, es que todos estaremos vestidos cuando tengamos el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Es una vestidura del Cielo, tanto la del cuerpo físico, o el cuerpo físico como vestidura para nosotros, y también la vestidura que cubrirá ese cuerpo eterno, glorificado e inmortal.

Ahora, hemos visto que aunque algún día, así como Jesús tuvo Su última vestidura, nosotros también tendremos nuestra última vestidura física de tela, la cual será la que tendremos cuando seamos glorificados. Los que partieron ya tuvieron su última vestidura; y casi nunca le echan o lo colocan con la vestidura que tuvo; le ponen otra vestidura.

Ahora, no hay ningún problema en perder esa primera vestidura de carne y la primera vestidura de tela que uno tiene aquí, o sea, la última que usa y las que ha usado antes, porque Dios tiene para nosotros una nueva vestidura de lino finísimo, blanco y limpio, para cubrir el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Por lo tanto, algún día nosotros estaremos usando nuestra última vestidura física (o sea, de tela), nuestra última vestidura que cubre nuestro cuerpo físico; y luego obtendremos la nueva vestidura para el nuevo cuerpo. En palabras más claras: el cuerpo nuevo vendrá también con la vestidura de lino finísimo, blanco y limpio que Dios nos dará.

Por lo tanto, iremos a la Cena de las Bodas del Cordero bien vestidos: vestidos en nuestra alma con la vestidura del cuerpo glorificado, vestidos físicamente con la vestidura del cuerpo físico glorificado, y el cuerpo físico vestido con la vestidura de lino finísimo, blanco y limpio, que representa las acciones justas de los santos.

Vean, aquí en Apocalipsis 19, dice...capítulo 19, verso 7 en adelante, dice:

Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.”

Hemos visto no solamente la última vestidura de Jesús y también la última vestidura que nosotros tendremos, sino que también hemos visto la nueva vestidura que hemos de tener nosotros y la nueva vestidura que Cristo recibió cuando resucitó. Por lo tanto, lo más importante no es la última vestidura que uno tiene, sino la que Dios nos dará, para vivir con Él en Su Reino como Reyes y Sacerdotes. Esa vestidura la tendremos para siempre.

Por lo tanto, queremos continuar trabajando en la Obra de Cristo con nuestras congregaciones; y que Cristo nos use grandemente por medio de Su Espíritu Santo, llevando el Mensaje por todos los lugares para que los que son de Dios: las ovejas de Cristo, oigan la Voz de Cristo, y lo reciban como su único y suficiente Salvador. Y se complete pronto la Iglesia del Señor Jesucristo, se complete pronto el Rebaño del Señor Jesucristo.

Y Cristo complete Su Obra de Intercesión como Sumo Sacerdote, y se levante del Trono del Padre, y tome el Título de Propiedad, y lo abra en el Cielo, y haga Su Obra de Reclamo; y se coloque las nuevas Vestiduras, las Vestiduras de Rey y de Juez de toda la Tierra, y haga Su Obra de Reclamo; y resucite a los muertos creyentes en Él, y a nosotros los que vivimos nos transforme, y nos de la nueva vestidura de carne glorificada y la nueva vestidura de lino finísimo, blanco y limpio, que son las acciones justas de los santos.

LA ÚLTIMA VESTIDURA DE JESUCRISTO.” Hemos visto cuál fue: la que le quitaron y la repartieron entre los soldados; y luego la túnica también, sobre la cual echaron suerte. Pero la nueva Vestidura que el Padre le dio, nadie se la puede quitar.

Por lo tanto, le damos gracias a Dios por Jesucristo, el cual también nos dará a nosotros una nueva vestidura de cuerpo físico glorificado, y una nueva vestidura de lino finísimo, blanco y limpio; y ya nos ha dado una vestidura interior que es el cuerpo angelical, al darnos Su Espíritu Santo.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre también; y nos use grandemente en Su Obra en este tiempo final. Y que pronto se complete la Iglesia del Señor Jesucristo, pronto Cristo llame hasta el último de Sus escogidos; y luego, haga Su Obra de Reclamo, resucite a los muertos creyentes en Él, y a nosotros nos transforme, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo, nuestro Salvador.

Con nosotros nuevamente nuestro hermano y mi amigo el Misionero, Reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar con nosotros.

Y oren mucho por nuestro hermano Miguel Bermúdez Marín, el cual ya pronto estará de nuevo en el África, y estará allá trabajando en la Obra misionera. Y que Dios traiga a los Pies de Cristo muchos escogidos; y que si con personas del África Cristo ha de completar Su Iglesia, que la complete.

Y que bendiga a todas las personas de allá del África, que creen en Cristo y también los que recibirán a Cristo en estos días.

Y los que no van en este viaje misionero, pueden ayudar a ir, ir en este viaje misionero aunque se queden acá, pero ir en este viaje misionero con vuestras congregaciones, ¿cómo? Orando por nuestro hermano Bermúdez y por los que van en ese viaje misionero; y también respaldándolo económicamente, para que así toda la labor que él lleve a cabo allá, ustedes en esa labor tengan una partecita.

Y si ustedes quieren tener una parte grande, pues también pueden tenerla, de acuerdo a lo que ustedes hagan para estos viajes misioneros y esta labor misionera que estará haciendo el Reverendo Miguel Bermúdez Marín, juntamente con los que irán en este viaje misionero; de acuerdo a lo que ustedes hagan para ese viaje, será lo que ustedes estarán trabajando para esa ocasión. Si ustedes quieren hacer mucho: pues oren mucho y ayuden mucho, también en la parte económica a nuestro hermano el Reverendo Miguel Bermúdez Marín y a los que han de ir en este viaje misionero.

Bueno, ya sabemos cómo trabajar mucho y cómo trabajar mucho más. Y tenemos dos cosas importantes para hacer, y aún más, pero: orar y también colaborar físicamente. Bueno, y también los que van, estarán trabajando físicamente en la Obra del Señor, también.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos; y dejo nuevamente con nosotros al Misionero, Reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar. Y nos veremos mañana, Dios mediante, en la actividad de mañana ¿a qué hora? Aquí, a las 9:00 de la mañana; en donde esperamos que Cristo nos bendiga grandemente.

Bueno, ya después les confirmarán la hora exacta. Así que Dios les continúe bendiciendo grandemente a todos. Y con nosotros el Misionero, Reverendo Miguel Bermúdez Marín.

LA ÚLTIMA VESTIDURA DE JESUCRISTO.”