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Los Embajadores de Cristo 2005-02-10 1 São José dos Campos São Paulo BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes, y también los que están a través de internet y del satélite en los diferentes países de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, de Europa, del África y demás países:

Que Dios los bendiga grandemente a todos en esta noche, nos abra las Escrituras y el entendimiento para comprender la Palabra de Dios.

Para esta noche leemos en Segunda de Corintios, capítulo 5, versos 17 al 21... Aún podemos comenzar en el verso 14 para que tengamos el cuadro claro. Dice el Apóstol San Pablo:

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;

y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LOS EMBAJADORES DE CRISTO.” “LOS EMBAJADORES DE CRISTO.”

San Pablo dice que somos embajadores en nombre de Cristo, así como todas las naciones tienen sus embajadores colocados en las embajadas de esos países, las cuales están colocadas en otros países; por ejemplo, en Brasil hay embajadas de diferentes países del mundo, y en otros países del mundo hay embajadas entre las cuales está también la embajada del Brasil. O sea, que los diferentes países tienen embajadas en otros países, y tienen embajadores, esos representan a sus países.

Y ahora, Pablo dice que somos embajadores en nombre de Cristo; por consiguiente, somos embajadores del Reino de Cristo, embajadores colocados en este planeta Tierra para representar a Cristo y Su Reino.

Y ahora, cada embajador de cada país da a conocer su país y también hace los trámites para que otras personas puedan entrar a ese país; dan también las visas para que las personas puedan ir al país de ellos.

Y ahora, todas las personas quieren ir al país de Cristo, todas las personas quieren ir al Reino de Cristo. ¿Y cómo podemos ir? Los Embajadores de Cristo colocados en este planeta Tierra, han dado a conocer los requisitos del Reino de Cristo para que las personas puedan entrar al Reino de Cristo y puedan obtener la ciudadanía del Reino de Cristo, que es lo que toda persona desea.

Y ahora, ¿cómo podemos entrar al Reino de Cristo para ser ciudadanos de ese Reino Eterno y obtener la vida eterna y vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad? Es sencillo. Hay países que tienen sus embajadas en otros países; pero para conseguir una visa de ese país, para poder ir a ese país, da mucho trabajo, y para conseguir la ciudadanía da mucho más trabajo, aun para conseguir solamente la tarjeta con la cual puede trabajar en ese país da mucho trabajo.

Pero en el Reino de Cristo todo está simplificado para que toda persona pueda obtener su ciudadanía en el Reino de Cristo, y obtener todos los privilegios, todos los derechos del Reino de Cristo, en los cuales está la vida eterna y en los cuales está toda la Herencia de Dios, para que seamos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.

Así como en todos los países hay requisitos establecidos para las personas obtener una visa y puedan entrar a su país, también en el Reino de Cristo hay requisitos; pero todo es sencillo. Cristo estableció los requisitos para entrar al Reino de Dios, y usted no puede entrar de otra forma.

Hablando Jesucristo con Nicodemo, le dio a conocer los requisitos para entrar al Reino de Dios. En San Juan, capítulo 3, versos 1 en adelante, tenemos la narración de esa conversación que hubo entre Nicodemo y Jesús. Dice:

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.”

O sea, que era una persona bien importante, de la alta sociedad, con un nivel religioso y político muy alto, con una preparación académica muy alta, era el principal o un principal entre los judíos, y era un maestro, y era un miembro del concilio de la religión hebrea, era un miembro del sanedrín, en el concilio de la religión hebrea.

Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.”

Nicodemo aquí está diciéndole a Jesús que ellos (no solamente Nicodemo, sino que también los líderes religiosos del concilio del sanedrín: los fariseos y saduceos) sabían que Jesús había venido de Dios, porque ningún hombre podía hacer aquellas señales que Jesús hacía si Dios no estaba con él. O sea, que vino a Jesús reconociendo que Jesús era un Enviado de Dios, era un Embajador de Dios, era un Embajador del Cielo, por lo tanto, venía dando testimonio del Cielo.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no puede entender el Reino de Dios, no lo puede comprender).

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?”

Nicodemo pensó en términos físicos; pero ahora veamos lo que le explica Jesús, porque Nicodemo estaba interesado en entrar al Reino de Dios:

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”

Toda persona que desea entrar al Reino de Dios para vivir eternamente, necesita saber que él tiene que nacer de nuevo, que tiene que nacer del Agua y del Espíritu.

Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, o sea, escuchar la predicación del Evangelio de Cristo; y la fe de Cristo nace en su corazón, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, por el oír del Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación:” La persona da testimonio público de su fe en Cristo, y recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; eso es nacer del Agua. Y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo: Cristo bautiza a la persona con Espíritu Santo y Fuego luego de que la persona es bautizada en agua en Su Nombre, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha entrado al Reino de Dios.

La persona tiene que nacer del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo, creyendo en Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados, recibir a Cristo como su Salvador, ser bautizado en agua en Su Nombre; y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y la persona entra al Reino de Dios.

Ahora, vean lo sencillo que es: Para nosotros (que vivimos en este planeta Tierra) estar aquí presentes, tuvimos que nacer. No están presentes los que no nacieron. O sea, que para vivir en este planeta Tierra la persona tiene que nacer. Y para vivir en el Reino de Cristo, el Reino de Dios, por toda la eternidad, la persona tiene que nacer de nuevo.

Ahora, encontramos que el nacimiento físico que hemos obtenido nos ha dado el privilegio de entrar a esta dimensión terrenal, a esta vida terrenal; y aunque esta vida es temporera o temporal, nos da la bendición y privilegio de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y ser bautizado en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu Santo de parte de Cristo, y obtener el nuevo nacimiento; y así nacer en el Reino de Cristo, entrar al Reino de Cristo; y por consiguiente, nacer a una nueva vida: a la vida eterna en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador; y así aseguramos nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno.

El que no nace de nuevo, el que no nace del Agua y del Espíritu, pues no nace a la vida eterna, y por consiguiente no nace en el Reino Eterno de Dios, y por consiguiente no vivirá eternamente.

Pero el que oye la Palabra de Cristo, el Evangelio de Cristo, y cree en Cristo como su único y suficiente Salvador, y es bautizado en agua en Su Nombre, arrepentido de sus pecados, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego: ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Cielo, ha nacido en el Reino de Cristo, ha entrado al Reino de Dios, y por consiguiente, tiene vida eterna, ha recibido la vida eterna a través de Jesucristo, para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino Eterno.

Hemos visto lo sencillo que es el nuevo nacimiento, hemos visto lo sencillo que es obtener la ciudadanía del Reino de Dios.

Ahora, veamos en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice San Pablo:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos.”

¿Y por qué nuestra ciudadanía está en los Cielos? Porque hemos nacido de nuevo, hemos nacido del Agua y del Espíritu; y así como hemos obtenido una ciudadanía terrenal al nacer a través de nuestros padres terrenales, hemos obtenido una ciudadanía celestial al nacer de nuevo, al nacer del Agua y del Espíritu.

Y ahora, tenemos una doble ciudadanía, una ciudadanía terrenal por el nacimiento físico que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales, y una ciudadanía celestial a causa del nacimiento espiritual, del nuevo nacimiento que hemos obtenido; porque el nuevo nacimiento no es de la Tierra, es del Cielo; y por consiguiente, la ciudadanía que hemos obtenido de ese nuevo nacimiento, es del Cielo, es celestial, es del Reino de Dios; y por consiguiente, tenemos todos los derechos del Reino de Dios, tenemos todos los derechos como hijos e hijas de Dios.

Hemos nacido en el Reino de Dios como hijos e hijas de Dios, nuestro nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Los Embajadores de Cristo dan a conocer la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que todos podamos conocer cómo obtener el perdón de nuestros pecados y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, arrepentidos de nuestros pecados, y recibir el Espíritu Santo, y obtener el nuevo nacimiento; y así nacemos del Cielo.

Si la persona se conforma solamente con esta vida terrenal, que es el resultado del nacimiento físico terrenal, y no se preocupa y no se interesa por la vida eterna: la persona no recibirá a Cristo como su Salvador y no obtendrá, por consiguiente, el perdón de sus pecados, y no será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y no recibirá el Espíritu Santo y no obtendrá el nuevo nacimiento, no entrará en el Reino de Cristo; y por consiguiente, no tendrá vida eterna.

Esa es la realidad triste para las personas que no reciban a Cristo como su Salvador: no tienen vida eterna, y por consiguiente no vivirán eternamente; cuando se les acabe esta vida terrenal no tendrán esperanza de volver a vivir (vivir físicamente en el Reino Eterno de Jesucristo), se conformaron con una vida física temporal, teniendo la oportunidad de obtener la vida eterna a través de Jesucristo.

Jesucristo es el Segundo Adán y todos los creyentes en Cristo son descendientes de Cristo, el Segundo Adán, y así como Jesucristo tiene vida eterna, le da vida eterna a todos los creyentes en Él.

La persona recibe a Cristo como su Salvador para recibir la vida eterna; ese es el propósito para el cual la persona recibe a Cristo. Ninguna otra persona puede darle vida eterna a usted o a mí, solamente hay una persona, y Su Nombre es: nuestro Señor Jesucristo.

Por eso venimos a los Pies de Cristo: para que Él nos perdone y con Su Sangre nos limpie de todo pecado, y seamos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en nosotros el nuevo nacimiento; y así nos dé la vida eterna.

Como Embajadores de Cristo damos a conocer los requisitos para que toda persona pueda entrar al Reino de Dios. Todo es sencillo. La Obra de Redención ya fue hecha por Jesucristo en la Cruz del Calvario para que todos seamos reconciliados con Dios por medio de Jesucristo. No hay otra forma para ser reconciliados con Dios, es a través de Jesucristo.

Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Ninguna persona puede acercarse a Dios, ninguna persona puede venir a Cristo o a Dios, si no es a través de Jesucristo, por eso Jesucristo dijo: “Yo soy el camino.”

No hay otro camino que lleve a Dios. Hay muchas religiones en este planeta Tierra, pero solamente hay un Camino que nos lleva a Dios, y ese es JESUCRISTO.

Muchas personas dicen, o algunas personas ignorantes dicen: “Todas las religiones llevan a Dios;” pero no es así, solamente Jesucristo lleva a Dios.

Y toda persona que quiere llegar a Dios tiene que hacerlo a través de Jesucristo. Jesucristo es el Camino, la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por Él, dijo el mismo Jesucristo.

Por lo tanto, ninguna persona puede llegar a Dios y por consiguiente ninguna persona puede entrar al Reino de Dios, excepto a través de Jesucristo; y los Embajadores de Cristo dan a conocer a todos los seres humanos esta verdad divina.

Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

¿Ven lo sencillo que es todo? Tan simple como eso. Se predica el Evangelio de Cristo por los Embajadores de Dios, los Mensajeros de Dios, en cada edad, en cada etapa de la Iglesia de Jesucristo; y los que escuchan y creen en Cristo, y lo reciben como su Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre: Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen la salvación y vida eterna, entran al Reino de Dios y son ciudadanos del Cielo, de la Nueva Jerusalén, de la Jerusalén Celestial, y han asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno, han asegurado su futuro eterno en la vida eterna.

Dios ha hecho todo simple para que toda persona pueda entrar al Reino de Dios.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan, capítulo 3, verso 16).

Ahora, hemos visto que los Embajadores de Cristo dan a conocer cómo entrar al Reino de Cristo, y muestran que todo es sencillo. Ya Cristo hizo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario para que haya libre entrada en el Reino de Cristo y al Reino de Cristo, y Él ha establecido cuáles son los requisitos que tienen que llenar las personas para entrar al Reino de Cristo.

Hemos visto que todo es sencillo: nacer del Agua y del Espíritu, nacer de la predicación del Evangelio de Cristo creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y ser bautizado en agua en Su Nombre; y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento; y así entramos al Reino de Cristo, así nacemos en la vida eterna, y obtenemos la salvación y vida eterna; y así obtenemos la bendición de la vida eterna. Todo es sencillo.

Hemos visto lo sencillo que es ser un ciudadano celestial. Los Embajadores de Cristo dan a conocer cómo la persona puede venir a ser un ciudadano celestial, un ciudadano del Reino de Dios.

Mientras estamos en esta Tierra todos los seres humanos tenemos la misma oportunidad para venir a ser ciudadanos del Reino de Dios, ciudadanos del Cielo, para tener la vida eterna con Cristo en Su Reino Eterno.

LOS EMBAJADORES DE CRISTO.”

Los apóstoles de Jesucristo eran Embajadores de Cristo. Pablo dijo que somos Embajadores de Cristo, y el Mensaje es: “Reconciliaos hoy con Dios.”

Continuamos leyendo Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21. Habíamos leído donde dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”

Aquí tenemos la promesa de la transformación de nuestro cuerpo. Ya con el nuevo nacimiento hemos recibido una transformación espiritual interior y hemos obtenido el nuevo nacimiento, hemos nacido en el Reino Eterno de Cristo, y hemos obtenido la vida eterna; pero nos falta la transformación física para vivir eternamente, físicamente, en un cuerpo nuevo eterno, inmortal y glorificado, como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo nuestro Salvador, para que todos seamos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Hemos visto lo sencillo que es todo.

Y ahora, el Programa de Redención ya fue hecho por Jesucristo; y ahora, han estado entrando al Programa de Redención todas las personas que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y ha nacido la fe de Cristo en sus corazones, y han creído de todo corazón en Cristo y lo han recibido como su único y suficiente Salvador, y han sido bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en ellos el nuevo nacimiento.

Ya esas personas tienen vida eterna; no importa que hayan muerto físicamente, tienen vida eterna, y Cristo los resucitará en cuerpos físicos glorificados, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Y a los que vivimos y permanezcamos vivos hasta la resurrección de los muertos en Cristo, Cristo nos dará un cuerpo nuevo, nos transformará y nos dará un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado y joven para toda la eternidad; y entonces seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Como Embajador de Cristo les doy estas buenas noticias, y les digo que obtener la ciudadanía celestial en el Reino de Cristo, es más fácil, es más sencillo, que obtener la ciudadanía de cualquier país terrenal.

Para obtener la ciudadanía de algún país algunas veces se necesitan meses o años, pero para obtener la ciudadanía celestial solamente la persona necesita escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y arrepentido de sus pecados pedir perdón a Cristo por sus pecados, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego: y la persona ha obtenido la ciudadanía celestial, la ciudadanía del Reino de Dios; y todo eso puede suceder en el mismo día.

¿Ven que es más fácil recibir, obtener la ciudadanía en el Reino de Cristo que obtener la ciudadanía de cualquier otro país, de cualquier otro reino terrenal? En el Reino de Dios, el Reino Celestial, Cristo ha hecho todas las cosas sencillas.

Por lo tanto, no hay burocracia en el Reino de Cristo, lo que hay es simplicidad, para que todos puedan obtener la ciudadanía celestial, la ciudadanía del Reino de Dios. Todos pueden entrar al Reino de Dios y tener la vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino Eterno.

Y ahora, ¿cuántos ya han obtenido la ciudadanía del Reino de Dios? [Los presentes responden: “¡Amén!”] Todos hemos obtenido esa ciudadanía porque hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Si hay alguna persona que todavía no ha obtenido la ciudadanía celestial porque no ha recibido a Cristo como su Salvador, puede hacerlo en esta noche y yo oraré por usted en esta noche.

Puede venir a los Pies de Cristo y dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador; y Cristo le recibirá en Su Reino, usted será perdonado por Cristo, y será limpiado de todo pecado por la Sangre de Jesucristo, y será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y producirá en usted el nuevo nacimiento; y usted obtendrá así la ciudadanía celestial, la ciudadanía en el Reino de Dios. ¿Vieron lo sencillo que es todo?

Y ahora, todos han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo. Si hay alguna persona que todavía no había recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, puede hacerlo en esta hora para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador, y yo oraré por usted en esta noche para que Cristo le reciba en Su Reino.

Pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos y yo estaré orando por usted en esta noche. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.

Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

El Reino de los Cielos, dice Cristo, es para los niños.” ¿Y qué de los grandes, de los mayores? También, pero hay que nacer, hay que ser como un niño; y la única forma para la persona ser como un niño es naciendo de nuevo, nacer como un niño, como un bebé en el Reino de Cristo. Eso es el nuevo nacimiento: nace como un bebé en el Reino de Cristo, y así es como se entra al Reino de Cristo: naciendo, se nace como un bebé, un bebé espiritual.

Y ahora, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están viniendo a los Pies de Cristo aquí en San José de los Campos, San Pablo, Brasil, y también en los diferentes países que a través de internet y del satélite o de la televisión están escuchando esta conferencia y viendo esta actividad. También pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que aseguren así vuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, que han recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Si todavía falta alguna persona, puede venir a los Pies de Cristo en estos momentos. Unos segundos y ya estaremos orando por todos ustedes. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociendo que Tú eres el único y suficiente Salvador. He escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido Tu fe en mi corazón.

Creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.

Señor Jesucristo, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino Eterno, quiero nacer en la vida eterna, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino Eterno.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y Glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Ustedes han sido recibidos por Cristo porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y han creído de todo corazón en Cristo, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes han creído en Cristo de todo corazón, y ahora me preguntarán: “¿Y cuándo me pueden bautizar? Porque Cristo dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Y ustedes me dirán: “Y yo quiero cumplir el mandato completo de Cristo: quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.”

Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en estos mismos momentos, en agua, en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo.

Y a vuestros familiares Cristo también los llame y les dé la salvación y vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino de Cristo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, pido al Reverendo Gian del Corto se acerque aquí para hacerle algunas preguntas. Pregunto al Reverendo Gian del Corto: ¿Hay agua? ¿Hay bautisterios? Hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay personas, ministros, que los bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo? También hay ministros preparados para bautizarles en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

¿Y personas que ayudarán a los que han de ser bautizados? También, también hay personas; les ayudarán para que se cambien de ropa y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; también cuidarán vuestras ropas mientras ustedes son bautizados en agua, y luego les ayudarán de nuevo para cambiarse de ropas, colocarse las ropas secas de ustedes, y luego ustedes regresar a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma, y regresar a vuestros hogares gozosos, agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Que Jesucristo, el Ángel del Pacto, les bendiga a todos. Amén y amén.

Con nosotros nuevamente el Reverendo Gian del Corto para indicarles hacia dónde caminar los caballeros y hacia dónde caminar las damas para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Le pido al Reverendo Gian del Corto pase acá. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

Con nosotros el Reverendo Gian del Corto.

LOS EMBAJADORES DE CRISTO.”