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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El Siervo Fiel | 2004-11-29 | 1 | Medellín | Antioquia | CO | 01:26:31 | false | true |
Muy buenas noches, ministros compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo en este tiempo final. Es una bendición grande para mí estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Leemos en San Mateo, capítulo 25, versos 14 al 30, donde dice, hablándonos en la Parábola aquí de los talentos, dice:
“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.
Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL SIERVO FIEL.”
Que Dios nos abra las Escrituras para comprender todo este misterio del Siervo fiel.
En esta parábola de los talentos Cristo llama: “Siervo fiel,” y le llama: “Buen siervo,” “Buen siervo fiel,” a aquel que recibió cinco talentos y el que recibió dos también, los cuales trabajaron con esos talentos en la Obra del Señor.
El que recibió un talento, no trabajó en la obra de su señor con ese talento, sino que lo enterró en la tierra. Y cuando le tocó el tiempo para darle cuenta a su señor, le trajo el talento a su señor, le dijo: “Aquí está, esto fue lo que me diste, aquí lo tienes; yo sabía que tú eras hombre duro y que siegas donde no sembraste, y tuve miedo y lo escondí.” Lo escondió ¿dónde? En la tierra.
Los otros trabajaron, y por consiguiente trabajaron en el Reino de Dios, para las cosas celestiales. Pero el que tenía un sólo talento lo escondió en la tierra; o sea, que se dedicó a las cosas terrenales, a los negocios personales, pero no trabajó en la Obra del Señor, para lo cual le había sido dado el talento. Y el Señor le dijo: “Tú sabías que yo era así; por lo tanto, te convenía haber dado mi talento a los banqueros, y al yo llegar, recibía lo que es mío con ganancias.”
Le fue dicho a ese siervo - el título de siervo no le fue quitado, pero vean ustedes, Le fue dicho: “Siervo malo y negligente.” No le fue dicho: “Buen siervo fiel,” sino: “Siervo malo y negligente.”
Ahora, lo importante es como aparezcamos delante de Dios, porque a Él es que le vamos a dar cuenta, y por consiguiente tenemos que trabajar correctamente en la Obra del Señor Jesucristo, siendo siervos fieles y prudentes.
Vean a San Pablo aquí como se identifica, cómo se identifica trabajando en la Obra de Cristo. Dice en Romanos, capítulo 1, verso 1:
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios.”
Y ahora, Pablo había sido apartado para el Evangelio de Dios, y reconocía que era un siervo de Jesucristo.
Ahora, Pedro también cuando habla de su labor y ministerio que está llevando a cabo, en Segunda de Pedro, capítulo 1, dice:
“Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.”
Y ahora vean, Pedro siervo de Jesucristo, y San Pablo también dice: Pablo, siervo de Jesucristo, para ser Apóstol.
Y ahora, encontramos que todos los ministros en la Iglesia del Señor Jesucristo son siervos de Jesucristo, a los cuales les han sido dado talentos aquí en la parábola de los talentos; y en la parábola de las minas, pues les han sido dado minas, que es también dinero, para que trabajen y lo multipliquen.
Vean que al único que le quitaron el talento fue al que no trabajó en la Obra; a los otros les quedaron los talentos y lo que habían ganado también. Es que trabajando en la Obra de Cristo, para Cristo, estamos trabajando para nosotros mismos; porque somos coherederos con Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso es que Cristo nos dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12:
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”
¿Ven? La recompensa será según sea su obra; por lo tanto, tenemos que estar trabajando en la Obra de Cristo con toda nuestra alma, con amor trabajando en la Obra de Cristo, para que se multiplique nuestra labor y se beneficie la Obra del Señor Jesucristo. Cristo dijo: “El que me sirve o el que me sirviere, será honrado por Mi Padre.” Y también dijo: “Mi servidor estará ¿dónde? Donde yo esté.” Eso está por ahí, ¿San Juan, Miguel? San Juan 13... vamos a ver por aquí, San Juan 13... San Juan 12:26, dice:
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay para los que sirven a Cristo y siguen a Cristo. Por lo tanto, todos los que siguen a Cristo y sirven a Cristo fielmente, son siervos fieles que serán recompensados, honrados por Dios en el Reino de Dios. Hemos sido capacitados - recuerden que Dios repartió a cada uno según su capacidad, a cada uno dio según su capacidad. Esto está, vamos a ver aquí:
“A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue...”
Esto mismo es lo de la parábola de las minas. Y en San Marcos también en el capítulo 13, es lo mismo. Dice capítulo 13, verso 34 al 37, dice:
“Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.
Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.”
Velad ¿por qué? Por la Venida del Señor, porque esto fue lo que le dijo, le dice:
“Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa.”
Y ahora, en San Lucas, capítulo 12, también nos habla algo aquí, verso 35 en adelante, dice:
“Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas;
y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida.
Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo...”
¿Ven? Velando ¿para qué? Para que cuando llegue y llame le abran enseguida. Dice:
“...y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida.
Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.
Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.”
Ahora, podemos ver que los más bienaventurados son aquellos que estén vivos cuando Él llegue. Pero los que partieron ya también tienen una bendición grande:
“Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.
Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.”
Es esperando por la Venida del Hijo del Hombre que tienen que estar todos los siervos fieles y prudentes. Es en la Venida del Hijo del Hombre que serán recompensados todos los siervos fieles y prudentes.
Vean, también en San Mateo, capítulo 16, nos habla Cristo del verso 26 en adelante, dice:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
¿Ven? Es vigilando, velando por la Venida del Hijo del Hombre, que todos los siervos fieles y prudentes tienen que estar, cada uno en la edad que le toca vivir con el Mensajero que Dios les envía. El Mensajero y todos los colaboradores maravillosos tienen que estar velando, vigilando por la Venida del Hijo del Hombre, que está prometida que será como el relámpago que sale del Oriente y se manifiesta, se revela en el Occidente. Así será la Venida del Hijo del Hombre. ¿Ven? Y es como en los días de Noé, y también como en los días de Lot.
Por lo tanto, Cristo dio detalles aquí en las Escrituras, en los cuales uno podría ver esas señales en este planeta Tierra, para así darse cuenta que se estaría viviendo en el tiempo profético señalado para la Venida del Hijo del Hombre. Y el Hijo del Hombre es Cristo, el cual ha prometido manifestarse en el Día Postrero:
“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”
Viniendo ¿en dónde? En Su Reino.
Y ahora, tenemos el Reino de Cristo, que es el Reino de Dios, el cual está en su fase espiritual en la forma de Su Iglesia. Y luego se materializará ese Reino cuando nosotros seamos transformados y cuando regresemos con Cristo de la Cena de las Bodas del Cordero, entonces el Reino literal de Dios será establecido en la Tierra, en donde Cristo estará como Rey en el Trono de David; y en ese Reino tendremos la recompensa grande con Cristo.
Ahora, antes de eso, tenemos la etapa, estando aquí en la Tierra, de una transformación, la cual está prometida, la cual Cristo llevará a cabo, conforme a su promesa, y una resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados.
Ya cuando la persona sea transformada, ya no habrá lugar a duda de que ya esa persona está lista para irse en el arrebatamiento de la Iglesia con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ya tendrá el cuerpo nuevo, ya en ningún momento podrá ser calificado como un siervo negligente que escondió su talento.
Solamente los que han trabajado fieles a Cristo sin esconder el talento en la tierra, sino trabajando con los talentos que Dios nos ha dado, son los siervos fieles que van a ser recompensados, y entre las recompensas también está la corona de la Vida, de la Vida eterna, está todo lo que Él ha prometido para el Vencedor.
Ahora, habrá galardones grandes para los siervos fieles.
Ahora, viendo que esta parábola y en esta parábola Cristo, el Hijo del Hombre, pedirá cuenta a Sus siervos y luego que pide cuenta al que tenía cinco talentos y luego al que tenía dos talentos, los cuales los multiplicaron y le presentaron a Cristo las ganancias, eran una cantidad igual a la que ellos habían recibido. Por lo tanto, al que le dio cinco, el que le dio cinco, le entregó cinco y le dijo: “Y aquí están otros cinco de ganancia.” Y al que le entregó dos, se reportó, y le dijo: “Aquí están los dos talentos que me diste, y aquí están los dos que gané.” Y le fue dicho... vamos a ver aquí:
“Y su señor le dijo (al que le había dado cinco)...Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro...”
Éste fue el más que habló. Siempre el que no hace nada, siempre está dando excusas; y como para dar la excusa tiene que traer un argumento grande. ¿Ven? Pero el que recibió cinco dijo: “Cinco me diste, y aquí están los cinco y cinco más que gané.” Pocas palabras. Porque para eso fue que Cristo le dio esos talentos: para que los multiplicara, y ahí está la evidencia, ahí está el resultado. Pero el que no hizo nada, vino con mucha explicación, que solamente... bueno, que ni a él mismo le satisfizo esa explicación, ni al mismo que las daba, y mucho menos a Cristo.
“Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste...”
O sea, como mostrando que le tenía mucho respeto, mucho temor: “Así mi señor, tuve miedo; yo se que tú eres una persona bien estricta.” Pero eso no era lo que esperaba el señor de él.
“...por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
Y esas tinieblas de afuera es ¿qué? La gran tribulación. ¿Ven? Antes de irnos de aquí, así como le fue dicho al Reverendo William Branham, que a los que están en el Paraíso Cristo les juzgará, Cristo va a juzgar a los Mensajeros de cada una de las edades, de las etapas de la Iglesia. Y si los va a juzgar a ellos que ya pasaron la prueba aquí y que sabemos quiénes son y que están a salvo, cuánto más a los que están aquí en la Tierra todavía.
Por lo tanto, vendrá una etapa, y eso es la Tercera etapa, porque esa es la parte final en el Cuerpo Místico de Cristo antes de irnos de aquí de la Tierra; y es lo que está más cerca a la gran tribulación también. ¿Ven?
Por eso los que sean encontrados como siervos malos y negligentes, les espera la gran tribulación, ser echados en las tinieblas de afuera, donde será ¿qué? El lloro y el crujir de dientes. Eso es la gran tribulación. Ahí nos muestra también que es para el tiempo de la Venida del Señor. Por lo tanto, ya podemos estar viendo que viene una etapa muy importante, la cual está muy cerca. Por eso el Reverendo William Branham dijo que va venir un tiempo en donde los días de Ananías y Safira se van a repetir.
Y todo eso corresponde a este tiempo final, en donde de un momento a otro Cristo completa Su Iglesia, y en donde de un momento a otro se abre el pleno cumplimiento de la Tercera etapa, y de ahí en adelante esa tercera etapa será para la Iglesia Novia, para las vírgenes insensatas y para el mundo también. Y todo eso lo va a ver el pueblo hebreo, va a ver lo que estará pasando en cierto momento, porque van a suceder grandes maravillas y milagros también, y ellos van a decir: “Esto es lo que nosotros estamos esperando.”
Ahora, por cuanto todavía esa etapa está por llegar, pues tenemos tiempo de no esconder los talentos, sino trabajar con ellos en la Obra del Señor, hacer lo más que podamos hacer. Recuerden que Dios le ha repartido a cada uno según su capacidad; por lo tanto, todos tenemos capacidad para trabajar en la Obra del Señor Jesucristo.
Y si nos encontramos en situación en que no podemos trabajar bien en lo que Dios nos ha dado, lo unimos a uno que pueda trabajar, y se multiplica lo que Dios nos ha dado, y la capacidad nuestra unida a la capacidad que tenga otro para trabajar, pues ya la labor se lleva a cabo, y no aparecemos como siervos inútiles, como siervos negligentes, como siervos malos.
Todos queremos aparecer como siervos fieles y prudentes, como aparece también en la parábola del siervo fiel y prudente, en donde, vean ustedes, en esa parábola del siervo fiel y prudente, dice:
“¿Quién es, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa (y Su Casa es Su Iglesia), para que les dé el alimento a tiempo?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.”
Recuerden que esto es aplicable, como todas estas parábolas que hemos visto en esta noche, son aplicables a los Mensajeros, y también son aplicables a los pastores, y también son aplicables a cada persona como individuo que también tienen que estar trabajando en la Obra del Señor Jesucristo; porque no pueden haber personas inútiles que no hagan nada en la Obra del Señor Jesucristo.
Como en los rebaños de Abraham, de Isaac y de Jacob, no podían haber ovejas estériles. Y no pueden haber ovejas estériles en el Redil de nuestro Amado Señor Jesucristo, Él es el Buen Pastor; por lo tanto, son bendecidas todas esas ovejas y son ovejas productivas.
Ahora, vean aquí en la parábola del siervo fiel y prudente, en San Lucas, vean aquí dice, capítulo 12, verso 41 en adelante, dice:
“Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?
Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración?”
Y aquí esto es aplicado primeramente a los Mensajeros y luego a los pastores y luego a cada persona. Cada Mensajero en su edad recibe del Espíritu Santo el Alimento espiritual, la revelación divina para ese tiempo; y tiene que dar esa ración correspondiente a ese día de edad y tiene que darla a la Iglesia de Jesucristo; porque ése es el Alimento espiritual para el alma de la Iglesia de Jesucristo y de los miembros de la Iglesia de Jesucristo de esa edad. Y Dios ha colocado maravillosos colaboradores, para trabajar en esa labor.
Como en un restaurante grande, encontramos que hay el shef de cocina que prepara toda la comida, pero luego están los mozos que van y la llevan a las personas que están en el restaurante. Y Dios tiene muchas congregaciones, Cristo tiene muchas congregaciones en cada edad, pero solamente tiene un Mensajero para cada edad, pero tiene muchos colaboradores que toman ese alimento que ya fue preparado por el Espíritu Santo y fue dado al Mensajero y es llevado por todas las congregaciones, todas las iglesias para que sean alimentados todos los escogidos de Dios.
Ahora, en esta parábola, vean ustedes, tiene que ver con comida, es la Comida espiritual para el alma; porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la Boca de Dios. San Mateo, capítulo 4, verso 4; y Deuteronomio, capítulo 8, verso 1 al 9; y San Lucas, capítulo 4 también (por ahí el verso 4 también).
Ahora, aquí en esta parábola este siervo fiel y prudente, Cristo lo llama: “El mayordomo fiel y prudente.” Y un mayordomo está sobre todos los demás trabajadores que están en esa hacienda o en esa finca o en ese campo de trabajo, o en ese reino; y vendría a ser el mayordomo, si se trata de la parte de agricultura, vendría a ser el secretario de agricultura, que está sobre todo lo que tiene que ver con la agricultura.
“Bienaventurado aquel siervo...”
Ahora vean, es para que les dé la ración a su tiempo.
“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.”
Y ahora, bienaventurado aquel siervo, al cual cuando su Señor venga le halle haciendo así. De todos los siervos que Cristo ha colocado en Su Iglesia en cada edad para dar el Alimento espiritual a Su Iglesia, el que esté viviendo en ese Día de la Venida del Hijo del Hombre, ése será el más bienaventurado de todos los siervos. Pero los otros también son bienaventurados. “En verdad os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.”
Por eso en Apocalipsis, capítulo 2, versos 26 en adelante, y aquí cuando dice: “De cierto sobre todos sus bienes le pondrá.” Eso es una promesa grande que Cristo está haciendo; por lo tanto, alguien va a heredar esa bendición, alguien la va a creer, y va a ser la persona que la va a recibir (esa bendición). En el capítulo 2, verso 26 en adelante del Apocalipsis, dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin...”
¿Ven? Y ahora, sus obras, ¿hasta cuándo? Hasta el fin.
“...yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
¿Ven? En la misma forma en que Cristo recibió esa autoridad del Padre Celestial. En San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20, Él dijo:
“Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra.”
¿Ven? ¿Por qué? Porque se sentó a la Diestra de Dios en el Cielo, y por consiguiente todo poder le fue dado en el Cielo y en la Tierra; porque el poder de un reino está en el trono, y el que está sentado en el trono es el que tiene el poder en ese reino, el poder sobre ese reino, es el rey de ese reino. Y Cristo se sentó en el Trono de Dios, Él ya lo sabía, Él sabía que eso iba a ser así; como también nosotros sabemos que somos Reyes y Sacerdotes y vamos a ser Reyes y Sacerdotes y Jueces en el glorioso Reino Milenial de Cristo; ya lo sabemos, pues está ahí en la Palabra.
Y Cristo sabía que se iba a sentar en el Trono del Padre, y ya estaba escrito en la Palabra, en el Salmo, ahí estaba. Por eso Cristo podía decir en - por cuanto esto estaba aquí ya hablado por el rey David (en el libro de los Hechos, lo cita), lo cita el rey David, en el Salmo 16, verso 8 al 11.
Y ahora vean, Pedro dice en el capítulo 2, verso 25 del libro de los Hechos:
“Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,
Y aun mi carne descansará en esperanza;
Porque no dejarás mi alma en el Hades (o sea, en el infierno),
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
Me hiciste conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de gozo con tu presencia.”
Vean, ya eso estaba en el Salmo 16, versos 8 al 11. Por eso luego en el mismo capítulo 2, verso 34 en adelante, del libro de los Hechos, San Pedro sigue diciendo:
“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Cristo sabía que todo eso iba a suceder, por eso cuando el sumo sacerdote le preguntó a Cristo, conjuró a Cristo, diciéndole: “Te conjuro por el Dios viviente, que me digas si Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Vamos a ver... Capítulo 26 de San Mateo, versos 63 en adelante, dice:
“Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.
Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”
¿Ven? Ya Jesús sabía lo que iba a suceder: Él sabía que iba a morir, pero iba a resucitar e iba a ascender al Cielo, y se iba a sentar a la Diestra de Dios. Y luego también le habla aquí: “Y viniendo en las nubes del Cielo.” ¿Ven? Y le habla de Su Venida también.
Ahora, Cristo es el Siervo Fiel y Prudente principal de todos los siervos; porque Cristo también vino como Siervo de Jehová para hacer la voluntad de Su Padre, del que lo envió. El siervo es enviado para hacer la voluntad del que lo envía, y trabajar conforme a la voluntad del que lo envía; no para trabajar para sí, sino para el que lo envía, para aquel del cual Él es siervo; por lo tanto, aquel del cual Él es siervo es Su Señor.
Cristo nos compró con Su Sangre preciosa, por lo tanto somos siervos de Cristo; porque el siervo es aquel que ha sido comprado por alguien, y lo compra el siervo ¿para qué? Para que trabaje para él.
Ahora, lo grande de Cristo como nuestro Señor y nosotros como siervos, es que todo lo que trabajamos después en el Reino Milenial Él nos va a decir que conforme a como hemos trabajado nos recompensa. Y vamos a tener una recompensa grande en el Reino de Cristo; osea, que estamos trabajando para nosotros mismos. Si comprendemos completamente eso, entonces comprendemos cómo hacer tesoros en el Cielo, cuando Cristo dijo: “Haced tesoros en el Cielo.”
Esa es la forma de hacer tesoros en el Cielo: trabajando en la Obra de Cristo y colocando de todo: trabajo, esfuerzo, oración, dinero y de todo en la Obra de Cristo. Mientras más trabajemos y mientras más cosas coloquemos en la Obra de Cristo: esfuerzo, dinero, oración y trabajo, más tendremos en el Reino de Cristo, la recompensa será mayor.
El que trabaja poco no puede esperar a que le den una recompensa grande como a uno que ha trabajado mucho y que a ese que trabajó mucho le vayan a dar una recompensa igual a la del que trabajó poco. No digo igual a la de aquél que no trabajó, porque el que no trabajó (conforme a la parábola), no va para el Reino de Cristo. El que no hizo nada, pues no tiene nada que buscar en el Reino de Cristo; será echado en las tinieblas de afuera, no va a ser transformado y no va a ser llevado con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y no va a estar en el Reino Milenial de Cristo tampoco; es echado a la gran tribulación, y en la gran tribulación, ahí terminarán sus días. No va a resucitar para ir al Reino Milenial de Cristo.
Al final de la gran tribulación solamente van a resucitar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, que son los que reciben el Mensaje en este tiempo final, luego que Cristo haya completado Su Iglesia. Pero de entre los gentiles no habrá resurrección al final de la gran tribulación. De las vírgenes insensatas tampoco habrá resurrección al final de la gran tribulación, resucitarán al final del Reino Milenial.
Ahora, tenemos que habrá solamente tres resurrecciones antes del Reino milenial: la resurrección de los muertos en Cristo, la resurrección de los dos Olivos y la resurrección de los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. ¿Ven? Esas son las tres resurrecciones que están señaladas para antes de comenzar el Reino Milenial de Cristo.
Ahora, hemos visto que el Siervo fiel es el que tendrá bendiciones de parte de Dios: “Entra en el gozo de tu señor.” Entramos al gozo de nuestro Señor cuando seamos transformados; y cuando nos vayamos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, entraremos en gozo con el Señor en la Casa de nuestro Padre Celestial, y cuando regresemos con Cristo después de la gran tribulación y después de los tres años y medio en el Cielo, después de la Cena de las Bodas del Cordero regresaremos a la Tierra, y ahí tendremos también el gozo del Señor, como Reyes y Sacerdotes en ese glorioso Reino Milenial de Cristo, en donde no tendremos limitaciones, y en donde el Evangelio del Reino se estará predicando.
Ese es el Mensaje para el glorioso Reino Milenial de Cristo, con el cual será llena, llena la Tierra del conocimiento de la gloria de Jehová, del conocimiento de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia en Su Templo Espiritual, al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.
Porque cuando Moisés dedicó el tabernáculo a Dios, llegó, entró la Gloria de Dios al templo; tipo y figura de la Venida del Señor. Cuando Salomón dedicó el templo a Dios, entró la Gloria de Dios al templo. Y para este tiempo final, en la Segunda Venida de Cristo, Cristo entrará a Su Templo, que es Su Iglesia, al Lugar Santísimo de Su Templo, y ahí estará entrando ¿qué? La Gloria de Dios, la Gloria de Cristo; porque el Hijo del Hombre viene con Su Ángeles, viene en la Gloria de Su Padre con Su Ángeles y viene en Su Reino.
Por lo tanto, este es el tiempo más importante para nosotros ¿por qué? Porque es el tiempo que nos ha tocado vivir, y estamos vivos, y tenemos la oportunidad de trabajar en la Obra del Señor Jesucristo.
Ahora, ya sabemos que vendrá un tiempo como en los días de Ananías y Safira, y ahí es donde esta promesa va a cumplirse, en donde Cristo va a pedir cuenta a todas las personas, los ministros, y también a cada persona como individuo.
Así como habrá un juicio en el Paraíso, y decir que habrá un juicio en el Paraíso, eso es grande. Pero vean, eso fue lo que le fue dicho al Reverendo William Branham cuando estuvo allá en el Paraíso. Y que él se sorprendió porque él pensaba que no tenía que ir a ningún juicio, pero le fue dicho que sí. No es un juicio en donde va a salir mal, porque ya se sabe que es uno de los Ángeles Mensajeros, pero Cristo le va a pedir cuenta por todo lo que ha hecho; como a estos siervos fieles y prudentes les pidió cuenta, y dieron buena cuenta.
Ahora, encontramos que ellos van a regresar, van a estar con nosotros en este tiempo final, y nosotros vamos a ser transformados también, y todos vamos a tener cuerpos glorificados, por lo tanto, solamente pensar en esas actividades que van a llevarse a cabo, en donde van a venir millones con cuerpos glorificados; aunque si no tenemos muchos asientos no hay problema, porque ellos pueden estar en la dimensión invisible, porque en el cuerpo glorificado no hay problema. Pero van a estar con nosotros, los vamos a ver, la humanidad pues no tiene que verlos, porque no es para ellos que ellos vienen, sino para estar con nosotros.
Es como cuando llega una visita a su casa, los vecinos no son los que tienen que verla sino ustedes, porque son los que hicieron la invitación, aunque algunos tratan de ver quién es la visita, pero es ustedes los que tienen que ver la visita y disfrutar la estadía de esa visita con ustedes; como la visita que le hicieron Elohim, Miguel y Gabriel, a Abraham.
Ahora, encontramos que ellos comieron con Abraham, y cuando regresen los santos van a comer con nosotros también. Cuando Cristo resucitó, comió con los discípulos que Él tenía.
¿Ven? Así que podemos ver que esa visita que vamos a tener del Paraíso hacia acá, pero que vendrán en cuerpos glorificados, dijeron: “Ya cuando regresemos a la Tierra tomaremos cuerpos, y entonces comeremos.” Por lo tanto, ya nos están diciendo que pueden comer, y por consiguiente pues son bienvenidos para estar con nosotros.
También dice la Escritura que cuando los santos resucitaron con Cristo, aparecieron a muchos de sus familiares en la ciudad, a muchos en la ciudad; o sea, a familiares de ellos. Porque Cristo cuando apareció no le apareció a Caifás, sino que le apareció a Sus discípulos, y por consiguiente a la virgen María también.
Ahora, ese va a ser un tiempo muy importante, pero ya para ese tiempo, ya todos habremos hecho la labor que teníamos que hacer, y ya cuando tengamos el nuevo cuerpo ya eso es otra etapa. Y en ese cuerpo nuevo ya no tendremos limitaciones ni necesitaremos dinero tampoco, ni necesitaremos nada de lo que hay en la actualidad, aunque podamos usarlas todas esas cosas, pero si no las hay no hay ningún problema.
Ahora, nos mantenemos como siervos fieles a Cristo, trabajando en Su Obra en la etapa que nos ha tocado vivir. Cristo solamente tiene un Mensajero en cada edad, pero tiene muchos siervos fieles que ha colocado junto a ese Mensajero, colaboradores maravillosos, para trabajar en la Obra de Cristo en esa edad en que Dios ha enviado ese Mensajero y ha enviado a esos colaboradores.
Por lo tanto, trabajemos brazo a brazo en la Obra de Cristo, y así seremos reconocidos por Cristo como siervos fieles, que hemos trabajado de todo corazón en la Obra de Cristo y hemos trabajado unidos en Amor Divino.
Dice también en la parábola del siervo fiel y prudente que... Vamos a ver aquí, capítulo 24, versos 42 en adelante, dice [San Mateo]:
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.
¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.
Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;
y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,
vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,
y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
Y eso nos habla de la gran tribulación, donde serán echados los siervos malos y negligentes.
Ahora, a través de la Escritura nos habla mucho del siervo fiel y prudente, vimos que San Pedro se identifica como siervo de Jesucristo, y sabemos que fue un siervo fiel y prudente, y tuvo las Llaves del Reino de los Cielos, y abrió la Puerta, que es Cristo, abrió la Puerta de la Primera Venida de Cristo, abrió el misterio de la Primera Venida de Cristo.
En Apocalipsis, capítulo 19, vamos a leer... recuerden también que San Pablo se identifica como siervo de Jesucristo también, servidor de Jesucristo. Ahora, en Apocalipsis 19, vamos a ver otro siervo aquí, Apocalipsis 19, verso 9 al 10, dice:
“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”
Y aquí se identifica el Ángel del Señor Jesucristo como un consiervo con Juan y consiervo de sus hermanos, y si es un consiervo, pues es un siervo, es un siervo de Jesucristo nuestro Salvador; porque Jesucristo dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel.” Y si Jesucristo es el que lo envía, pues es siervo ¿de quién? De Jesucristo. Eso es Apocalipsis, capítulo 22, verso 16.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Aquí Apocalipsis 22, verso 6, fue que leímos ahí, y sigue diciendo:
“¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.”
Aquí nuevamente el Ángel se identifica como un consiervo de Juan, y si es un consiervo de Juan, es entonces siervo de Jesucristo nuestro Salvador, el cual lo envía a Su Iglesia para dar testimonio de estas cosas en todas las iglesias, todas las congregaciones, todas las congregaciones de la Iglesia de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, vean acá en Judas, capítulo 1, verso 1 (tiene un sólo capítulo), dice:
“Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:”
Aquí, Judas el hermano de Jacobo, también se identifica como un siervo de Jesucristo.
Y ahora, todos nosotros nos identificamos como siervos de Jesucristo, el que nos ha enviado a Su Iglesia para trabajar en Su Obra en este tiempo final.
Y que Dios nos use grandemente en Su Obra en este tiempo final, y que nos ayude en todo para que permanezcamos siendo siervos fieles y prudentes, que le hagamos llegar el Alimento espiritual a tiempo a todos los escogidos de Dios, en la congregación donde Dios nos ha puesto, y que trabajemos también para que les llegue a otros hermanos en otras naciones y también en la nación donde Dios nos haya colocado. Y que vuestro galardón y el mío sean grandes en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
“EL SIERVO FIEL.”
Hemos visto todos estos siervos fieles y hemos visto que yo soy un siervo fiel y cada uno de ustedes también es un siervo fiel en la Obra de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por lo tanto, continuemos trabajando en la Obra de nuestro amado Señor Jesucristo como siervos fieles, y siervos prudentes que trabajan sin cesar en la Obra de Cristo, sin pelearnos los unos con los otros; porque vean, el siervo negligente, el siervo malo, fue el que se estaba peleando con los demás siervos. ¿Ven? Y ése fue echado a las tinieblas de afuera.
Eso está en la parábola ahí del siervo fiel y prudente de San Mateo 24, después que habla del siervo fiel y prudente, después habla del siervo negligente. También en San Lucas, ahí también nos habló del siervo, del mayordomo, vean, el siervo fiel lo coloca como mayordomo. Y también en San Lucas, coloca al siervo malo, al negligente, lo coloca ahí también, después que ha hablado del siervo prudente.
Ahora, vean ustedes que en San Lucas y en San Mateo, el siervo fiel y prudente hereda bendiciones de Dios. Dios lo pondrá sobre todos sus bienes.
Y ahora, la administración del Reino Milenial de Cristo, vean, será eso: Dios colocando, Cristo colocando en Su Reino en diferentes posiciones a esas personas, a esos siervos fieles y prudentes. Por lo tanto, estaremos colocados en el Reino de Cristo en orden correcto, para trabajar en el Programa Divino correspondiente al Reino Milenial de Cristo.
En alguna otra ocasión hablaremos con más detalles acerca del Reino de Cristo y cómo se va a llevar a cabo, ya que es un Reino Teocrático, pero también es la Monarquía que fue establecida por Dios a través de David, esa Monarquía de la cual Cristo es el Heredero como Hijo de David, y ese Trono es el Trono de David; y ése es el Trono que hereda Cristo para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y ahí bajo ese Reino estarán los dos palos unidos: estará el Reino de Israel de las diez tribus, que es el reino del Norte, y el reino de Judá con las dos tribus, que es el reino del Sur, estarán unidos ahí.
La unificación de esos dos *reyes, será una realidad cuando sea restaurado el Reino de Dios en la Tierra, lo cual es el Reino de David y Trono de David siendo restaurado. Por eso se habla en las profecías correspondientes al Milenio de que buscarán a David, su rey. ¿Ven? Y que Dios les dará a David, porque les dará ¿qué? El Reino de David se los restaurará con el Trono de David y se sentará en ese Trono el Hijo de David, que es Cristo nuestro Salvador, y con Él el Vencedor. Y en ese Reino todos estaremos disfrutando grandes bendiciones.
Por lo tanto, continuamos trabajando como siervos fieles y prudentes en la Obra de nuestro amado Señor Jesucristo, en el Reino de Cristo, que está en una esfera espiritual, en la forma de la Iglesia del Señor Jesucristo.
“EL SIERVO FIEL.”
Que Dios les bendiga y les guarde, y nos veremos mañana Dios mediante en la actividad de mañana en la mañana. Oren mucho por esa actividad para que Cristo obre en esa actividad y confirme a todos los que ya están en el Cuerpo Místico de Cristo, y llame a los que faltan por ser llamados.
Que Dios les bendiga y les guarde y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo nuevamente con nosotros al Reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar en esta noche.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
...¿Para qué mes es, Miguel? Para finales de Febrero. Esas labores que él está haciendo son labores muy importantes en el Reino de Cristo, por lo tanto, vamos a unir fuerzas, ¿es que le llaman? A unir fuerzas con él, tanto espiritualmente, tanto orando por él, como también algunos yendo en ese viaje, como también apoyándolo económicamente.
Y tratando también de que los que vayan, las congregaciones les suplan el boleto, para que Miguel no tenga tanto gasto, porque lo que gaste en un sólo viaje o lo que ha gastado en un sólo viaje de los que ha dado; porque cada día gasta más, porque son más compromisos. Lo que gastó en el último viaje, ¿daba para cuántos viajes, y por cuánto tiempo de nosotros en la América Latina? Lo que gastó en este último viaje que dio nos daba a nosotros, para Miguel y yo viajar por toda la América Latina por cuatro o cinco años, o quizás más, y sobraba para comer ¿qué? Para comer algunas cositas.
Así que trabajemos... pues yo también quiero con Miguel estar brazo a brazo en esa labor, y también los hermanos de Puerto Rico quieren también estar trabajando en esa obra misionera en el África y en toda Europa y en todos los países; como también en toda la América Latina y el Caribe.
Cuando no está yendo para el África, está yendo para todos los demás países de la América Latina. Por lo tanto, vamos a tenerle un soporte tanto espiritual, como de oración, y también económico para todas esas labores misioneras, y así todos tendremos parte en esa labor que él estará haciendo.
Que Dios me los bendiga y les guarde, y ya dejo a Miguel por aquí. Dios te bendiga Miguel.
“EL SIERVO FIEL.”