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| Viendo los Cielos abiertos | 2004-11-19 | 1 | Trujillo | La Libertad | PE | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes aquí en la Ciudad de Trujillo, República del Perú; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en el libro de los Hechos, capítulo 7, versos 51 en adelante. Aquí vamos a leer un pasaje en donde Esteban estaba hablando la Palabra de Dios a un grupo de líderes religiosos, y luego fue apedreado Esteban.
Vamos a leer este pasaje (parte de este pasaje), vamos a comenzar en el verso 44, verso 44 de este capítulo 7 del libro de los Hechos. Dice aquí Esteban predicando, dice:
“Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto.
El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David.
Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob.
Mas Salomón le edificó casa;
si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta:
El cielo es mi trono,
Y la tierra el estrado de mis pies.
¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor;
¿O cuál es el lugar de mi reposo?
¿No hizo mi mano todas estas cosas
¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores;
vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.
Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él.
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,
y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.
Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él.
Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.
Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió (o sea, murió).”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “VIENDO LOS CIELOS ABIERTOS.”
Así como Esteban vio los Cielos abiertos, todos queremos ver los Cielos abiertos; y vamos a ver en esta ocasión cómo podemos ver los Cielos abiertos.
“VIENDO LOS CIELOS ABIERTOS.”
A través de la Escritura podemos encontrar diferentes personas que vieron los Cielos abiertos; encontramos por ejemplo a Adán que todos los días tenía la visita de Dios y Dios hablaba con él. Adán estaba viendo los Cielos abiertos, porque estaba viendo en otra dimensión que se estaba manifestando allí en el Huerto del Edén.
Encontramos también a Abraham, el cual en diferentes ocasiones vio a Dios cuando vio al Ángel de Jehová, él siendo Profeta tenía las dos consciencias juntas, y por eso él podía ver en otra dimensión, y podía ver a Dios manifestado en Su Ángel, el Ángel de Jehová.
Encontramos que también lo vio cuando vino como Elohím y le habló a Abraham; también en el capítulo 14 del Génesis Abraham vio a Dios manifestado como Melquisedec, como el Rey de Salem y Rey de Justicia y Rey de Paz y Sacerdote del Dios Altísimo del Templo Celestial.
Estaba viendo allí a Dios manifestado, y también en el capítulo 18 cuando le aparecieron tres varones, tres Ángeles a Abraham, y Abraham los invitó a comer un almuerzo en el cual les dijo que les prepararía un becerro tierno, y Elohím aceptó la invitación a esa comida, a ese almuerzo.
Y Abraham mandó a su siervo a preparar esa becerra tierna, y también a Sara a preparar pan (o sea, unas tortas de pan) en la ceniza o el rescoldo, y también prepararon leche y queso y mantequilla y todas estas cosas que van con una buena comida para un invitado especial como lo es Elohím (Dios), el cual le apareció a Abraham con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel; y comieron con Abraham.
Fue que se materializaron y comieron con Abraham; porque un espíritu no puede comer, pero Dios creó para Sí mismo y para Sus Arcángeles cuerpos del polvo de la tierra, porque Dios es el Creador, el mismo que le creó a Adán un cuerpo del polvo de la tierra.
Y ahora, estuvieron con Abraham comiendo, y luego se fueron, y los dos Arcángeles Gabriel y Miguel se fueron a Sodoma para ir a buscar a Lot y sacarlo de la ciudad de Sodoma, porque iba a ser destruida la ciudad de Sodoma y de Gomorra y las ciudades cercanas, porque el clamor de aquellas ciudades había llegado hasta Dios, y Dios descendió con Sus Arcángeles para ver lo que estaba pasando en la Tierra, y luego determinar los juicios divinos sobre esas ciudades, que fue la destrucción de aquellas ciudades con fuego y azufre que cayó del Cielo y los quemó a todos.
Es muy importante lo que sucedió en aquella ocasión, porque Cristo hablando de aquella ocasión y hablando del tiempo final, muestra que para el tiempo final... vean cómo será: en San Lucas, capítulo 17, ahí nos dice Cristo la relación que tiene aquellos días con estos días finales en los cuales nosotros estamos viviendo.
Veamos San Lucas, capítulo 17, versos 26 al 30 lo que nuestro amado Salvador dice aquí:
“Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.
Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.”
Esta es la relación que hay entre los días de Noé y este tiempo final en el que vivimos; y ahora vamos a ver la relación que hay entre los días de Abraham y de Lot, donde aparecieron los Arcángeles Gabriel y Miguel con Dios, con Elohím, y comieron con Abraham y luego fueron a Sodoma.
“Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.
Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.”
En los días de Lot fue la manifestación de Dios, de Elohím con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, y fueron a Abraham, el cual era el que tenía un pacto con Dios, o Dios tenía un pacto con Abraham. Y así será el Día en que el Hijo del Hombre se manifieste. Para este tiempo final tenemos la promesa de la Venida del Hijo del Hombre, de la manifestación del Hijo del Hombre, estos días son como los días de Noé y son como los días de Lot, las mismas condiciones.
Ahora, ¿cómo vino allá Elohím con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel? Y para el Día Postrero cómo dice Jesucristo que vendrá el Hijo del Hombre? Vamos a ver cómo dijo Cristo que vendrá el Hijo del Hombre. En San Mateo, capítulo 16, versos 24 en adelante, dice:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
El hombre no puede dar ninguna recompensa por su alma, por la salvación de su alma, porque la salvación y Vida eterna no se compra con dinero; por lo tanto no hay recompensa, dinero que el ser humano tenga y diga: “Yo quiero vivir eternamente, ¿cuánto tengo que pagar para vivir eternamente? Doy todas mis riquezas.” Eso no funciona, no puede comprar la Vida eterna, no puede comprar la salvación de su alma con dinero.
Hubo una sola persona que pudo comprar la salvación de nuestras almas, y ese fue Jesucristo, y la compró con Su propia vida, Él puso Su vida por nosotros, Él puso Su vida para darnos la Vida eterna, por lo tanto solamente UNO pudo comprar la salvación y Vida eterna para todos nosotros.
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
Y ahora, ¿cómo viene el Hijo del Hombre? Pues como vino en los días de Lot. ¿Cómo vino allá? Vino con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel. ¿Y a dónde vino? Vino a Abraham que era con el cual Dios tenía un pacto.
Pero por cuanto Lot era sobrino de Abraham y había aprendido la forma de servir a Dios, encontramos que tenía a Dios, aunque estaba por allá por Sodoma viviendo y era una persona importante allá en Sodoma, era un político allá en Sodoma.
Y Abraham sabiendo que Dios iba a destruir a Sodoma y a Gomorra, y Lot estaba viviendo en Sodoma, oró a Dios por su sobrino Lot.
Abraham estaba hablando con Dios, porque Dios se quedó con Abraham y Dios estaba en la forma de un hombre hablando con Abraham, y los otros dos Ángeles, que son los Arcángeles Miguel y Gabriel, estaban también en forma de hombres con cuerpos físicos, y fueron a Sodoma y allá Lot los vio y los invitó a su casa, y allá les preparó una cena también; o sea, que ellos comieron con Abraham el almuerzo y después cenaron con Lot.
Y ahora, encontramos que esa visita de Dios, de Elohím con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, es tipo y figura de la visita que Dios le hará a la descendencia de Abraham según la fe. La descendencia de Abraham según la fe es la descendencia celestial, es como las estrellas del Cielo, y esos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así como Dios con Sus Arcángeles visitó a Abraham con el cual tenía un pacto, ahora Dios visita en el Día Postrero a la simiente de Abraham según la fe, los cuales y con los cuales Dios tiene un pacto: el Nuevo Pacto, y tienen la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, es a la simiente de Abraham espiritual (que es la Iglesia de Jesucristo con todos los creyentes en Cristo), a los cuales el Hijo del Hombre con Sus Ángeles estará visitándolos en este tiempo final:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
¿Ven? Ahí tenemos allá el tipo y figura de lo que será en este tiempo final.
Y ahora, vamos a ver otras Escrituras, en el mismo capítulo 16, verso 28 Cristo dice ahí:
“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”
Luego el capítulo 17 continúa diciendo:
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.”
Esto es el orden de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Aquí Moisés a un lado y Elías al otro lado, son los Ángeles del Hijo del Hombre que Él para el Día Postrero enviará con la Gran Voz de Trompeta para llamar y juntar a todos los escogidos de Dios, porque en el capítulo 24 de San Mateo, verso 30 al 31, dice:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”
Estos Ángeles del Hijo del Hombre son los Dos Olivos, son Moisés y Elías, estos mismos ministerios de Moisés y Elías serán manifestados nuevamente en la Tierra en un hombre: el Ángel de Apocalipsis, capítulo 7 verso 2 en adelante, el Ángel que sube de donde sale el sol, el Ángel que viene con el Sello del Dios Vivo (el Sello del Dios Vivo es el Espíritu Santo). En Efesios, capítulo 4, verso 30, dice:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
O sea, para el Día en que Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a nosotros los que vivimos nos transformará, y entonces se habrá llevado a cabo la Redención del cuerpo, que es nuestra transformación.
Y ahora, los ministerios de los dos Olivos prometidos en Zacarías, capítulo 4; y leemos ese pasaje de Zacarías, capítulo 4. Vamos a leer aquí en el capítulo 4, verso 11 al 14, dice:
“Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos; a la derecha del candelabro y a su izquierda?
Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?
Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.
Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.”
Los dos Ungidos que están delante del Señor de toda la Tierra. Y ahora vamos a ver en Apocalipsis estos dos Olivos, estos dos Ungidos que están prometidos para ser manifestados en el Día Postrero. Dice Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante:
“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.”
Y estos son los ministerios de Moisés y Elías para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos (doce mil de cada tribu), y bajo el ministerio de los dos Olivos, de los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, es que serán manifestados los grandes milagros y maravillas a nivel mundial, cuando llegue el momento para Dios tratar con el pueblo hebreo y llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Dios dará todo el poder a estos ministerios, de tal manera que dice la Escritura:
“Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.
Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.”
Esto fue lo mismo que vimos bajo el ministerio del Profeta Moisés, que tuvo poder sobre las aguas del río para convertirlas en sangre y para traer las diez plagas que cayeron sobre Egipto.
Pero fue Dios el que trajo todos esos milagros, pero habló a través de un hombre llamado Moisés, era Dios el que estaba haciendo todas esas maravillas. Y también Elías mandó a caer fuego del Cielo en más de una ocasión.
¿Ven? Estos son los ministerios de Moisés y de Elías repitiéndose en el Día Postrero cuando Dios llame ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, los llamará bajo estos ministerios. Estos son los ministerios del Hijo del Hombre, estos son los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre con la gran Voz de Trompeta para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos.
El Reverendo William Branham hablando acerca de los ministerios de Moisés y Elías, que son los ministerios que corresponden al Día Postrero para tratar con el pueblo hebreo, dice que la Séptima Trompeta son dos Profetas: Moisés y Elías, ese es el misterio de la Séptima Trompeta que suena el Séptimo Ángel con la Séptima Trompeta, y ese séptimo Ángel con la Séptima Trompeta sonando esa Trompeta, ese Mensaje, es el ministerio de los dos Olivos en el Día Postrero.
El Reverendo William Branham dijo que la Séptima Trompeta como el Séptimo Sello es la Venida del Señor.
¿Y cómo puede ser posible que el Séptimo Sello y la Séptima Trompeta sean la Venida del Señor? ¿Por qué? Porque el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles, el Hijo del Hombre viene con los ministerios de Moisés y de Elías. O sea, que estarán los ministerios de Jesús, de Moisés y de Elías en la Venida del Hijo del Hombre, así como estaban en los días de Lot, estaban Elohím y Sus Arcángeles Gabriel y Miguel.
Ahora, para este tiempo final en el cual nos ha tocado vivir a nosotros, es el tiempo en que Dios cumplirá todas estas profecías, y vamos a ver bien, vamos a ver claramente todos estos misterios correspondientes a este tiempo final, para poder comprender estos misterios y poder ver los Cielos abiertos.
Vean, vamos a pasar ahora a Génesis, capítulo 28, estuvimos viendo a Abraham, el cual vio los Cielos abiertos, porque estaba viendo allí a Elohím, al Arcángel Miguel y al Arcángel Gabriel, estaban los Cielos abiertos, esa dimensión celestial abierta para ver esos seres celestiales.
Ahora, veamos a Jacob: Jacob tuvo una experiencia muy grande en sueños, en sueños él vio los Cielos abiertos, y veamos aquí este pasaje de Génesis, capítulo 28, verso 10 en adelante, dice:
“Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán.
Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar.
Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.
Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.
Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.
He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.
Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.
Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”
“No es otra cosa que Casa de Dios, y Puerta del Cielo.” ¿Ven? Él vio el Cielo abierto en su sueño, vio una escalera que estaba posada en tierra, asentada en tierra, y su extremo - estaba apoyada en tierra y su extremo (la parte de arriba) llegaba al Cielo, tocaba el Cielo, y en la parte de arriba estaba Dios.
Ahora, este sueño de Jacob se convierte en una realidad en el Nuevo Testamento.
Y ahora, en el Nuevo Testamento no será un sueño sino será una realidad. Cristo dijo en San Juan, capítulo 1, cuando estuvo hablando a Felipe, veamos aquí... Felipe llegó a Natanael, vamos a ver capítulo 1, verso 43 en adelante de San Juan, dice:
“El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.
Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.
Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.
Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.
Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.
Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.”
Y ahora, aquí está la promesa de que los creyentes en Jesucristo verán el Cielo abierto, y verán a los Ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre. Esto es lo mismo que había visto Jacob: él había visto una escalera que se apoyaba en tierra, y en la parte de arriba había visto a Dios, y había visto a los Ángeles de Dios que subían y bajaban por esa escalera.
Esa escalera allá siendo materializada en la Tierra es la Iglesia del Señor Jesucristo, por donde suben los Ángeles de Dios y por donde bajan los Ángeles de Dios; y en la parte de arriba, que es la Edad de la Piedra Angular, ahí estará Cristo en el Día Postrero manifestándose en medio de Su Iglesia.
A través de las diferentes etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo, desde los días de Cristo hacia acá, el Cielo ha estado abierto y han estado los Ángeles de Dios, los diferentes Mensajeros que Dios ha enviado han estado subiendo y bajando por esa escalera, por la Iglesia del Señor Jesucristo que ha estado siendo formada en forma de una escalera, de etapa en etapa, cada etapa es un escalón, hasta llegar a la parte alta, a la Edad de la Piedra Angular.
Por lo tanto, todos los que han recibido a Cristo en el tiempo que les ha tocado vivir, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, vean lo que ha sucedido, capítulo 6, versos 38 en adelante de San Juan, dice:
“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
¿Ven? Y ahora, toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma, y cree en Cristo como su único y suficiente Salvador, y lo recibe como su único y suficiente Salvador, ha visto el Cielo abierto y ha visto la oportunidad de entrar al Reino de Dios, de entrar a ese Reino Celestial, para vivir con Cristo por toda la eternidad, porque ha visto el Cielo abierto y ha visto la oportunidad del Cielo (celestial) de obtener la Vida eterna.
Por lo tanto, toda persona en el Nuevo Testamento que ha creído en Cristo y lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, ha visto el Cielo abierto. ¿Ven lo sencillo que es todo? Y para este tiempo final podemos dar un repaso de todo lo que ha sucedido, y podemos ver que los Apóstoles, y también los patriarcas del Antiguo Testamento aparecen en el Cielo, y por consiguiente los que los vieron en la Tierra en el tiempo en que vivieron, estuvieron viendo el Cielo abierto, cosas celestiales siendo manifestadas en la Tierra.
Vean aquí en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 4, verso 1 en adelante, dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo...”
Recuerden, Cristo es la Puerta. En San Juan, capítulo 10, verso 9, Cristo dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.” Y también en San Mateo, capítulo 7, versos 13 al 15, Cristo nos habla de la Puerta angosta y del Camino angosto, y la Puerta angosta es Cristo y el Camino angosto es Cristo también. Dice capítulo 7, verso 13 al 14 de San Mateo:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Y en San Juan, capítulo 14, verso 6, Cristo dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”
Cristo es la Puerta y Cristo es el Camino, por lo tanto hay que entrar por la Puerta Celestial, que es Cristo, para entrar al Cielo y para obtener la Vida eterna, para obtener la salvación y Vida eterna: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.”
Así que para obtener la salvación y Vida eterna hay que entrar por la Puerta, que es Cristo, y eso es creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador y recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, y arrepentidos de nuestros pecados pedirle perdón a Cristo por nuestros pecados, Cristo nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, somos bautizados en agua en Su Nombre, en donde nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Si Cristo necesitó ser bautizado, cuánto más yo, y cuánto más, ¿quién más? Cuánto más cada uno de ustedes también. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
El que no cree en Cristo se pierde la bendición de la Vida eterna. Los incrédulos no vivirán eternamente, solamente los creyentes en Cristo vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, porque el único reino eterno es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador que es el Reino de Dios.
Y para entrar al Reino de Dios y vivir eternamente en el Reino de Dios hay que creer en el Rey de ese Reino. Por lo tanto, la bendición grande en el Reino de Dios, es para todos los que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y creen en Cristo como su único y suficiente Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre.
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Eso es lo que Cristo dijo, y por lo tanto es de esa manera, no le podemos añadir ni le podemos quitar.
Cristo también dijo a Nicodemo, en el capítulo... este pasaje que les dí fue el de San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, y en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, estaba Nicodemo hablando con Jesús en una ocasión de noche cuando lo fue a visitar, y Nicodemo siendo un líder religioso estaba interesado en la Vida eterna, estaba interesado en entrar al Reino de Dios. Dice este pasaje del capítulo 3 de San Juan, verso 1 en adelante:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”
Toda persona que quiere entrar al Reino de Dios y vivir eternamente, tiene que entender que necesita nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu; si no, no puede entrar al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, en donde la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo y la fe de Cristo nace en su alma, y cree de todo corazón en Cristo y lo confiesa públicamente como su único y suficiente Salvador, y Cristo lo recibe en Su Reino, le perdona y con Su Sangre le limpia de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona nace de nuevo, nace a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, porque vio el Cielo abierto y vio la oportunidad de entrar al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Ahora, continuamos viendo este misterio de la entrada al Reino de Dios. Cristo dijo: “Buscad el Reino de Dios y Su justicia.” Para eso es que hemos venido a este planeta Tierra: para buscar el Reino de Dios y Su justicia y entrar a él; y entramos naciendo del Agua y del Espíritu, naciendo de la predicación del Evangelio de Cristo, en donde escuchamos la predicación del Evangelio de Cristo y creemos en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y somos bautizados en agua en Su Nombre, eso es nacer del Agua.
Y nacer del Espíritu es nacer del bautismo del Espíritu Santo, en donde obtenemos el nuevo nacimiento y así entramos al Reino de Dios, porque los Cielos han sido abiertos para que entremos al Cielo, para que entremos así al Cielo, al Reino Celestial de nuestro amado Señor Jesucristo. Por lo tanto, cada creyente en Cristo ha visto los Cielos abiertos y ha entrado al Cielo.
Ahora, vamos a pasar a Apocalipsis, capítulo 4, donde estábamos leyendo, para ver ahí todo lo que Juan vio en el Cielo. Dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.
Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.
Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.
Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.”
Estos veinticuatro ancianos que están en el Cielo aquí en Apocalipsis, capítulo 4, son los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce Apóstoles de Jesucristo. Por esa causa es que Cristo en San Mateo, capítulo 19, versos 28 en adelante, dice:
“Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración (o sea, esto es en el Reino Milenial), cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria.”
El Trono de la gloria del Hijo del Hombre es el Trono de David, al cual Jesucristo es el heredero. ¿Recuerdan las palabras del Arcángel Gabriel a la virgen María, cuando le apareció y le dijo acerca del Hijo que ella iba a tener y que ese Hijo que ella tendría sería llamado Hijo de Dios? Vean las palabras aquí, dice el capítulo 1, verso 31 de San Lucas, 31 en adelante, dice:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
¿Ven? Cristo es el Heredero al Trono de David, Dios le dará el Trono de David Su Padre, y se sentará en el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones para siempre, y Su Reino no tendrá fin.
Ese es el Trono aquí del cual habla Cristo en San Mateo, capítulo *19 donde nos dice verso 28 en adelante:
“De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”
La promesa para los Apóstoles del Señor Jesucristo, es que se sentarán sobre doce tronos en el Reino terrenal que Cristo tendrá en este planeta Tierra, en donde Cristo se sentará sobre el Trono de David, y eso será el Reino de Dios viniendo a la Tierra.
Por eso en la oración que Cristo enseñó a Sus discípulos una de las cosas que les enseñó a pedir a Dios fue: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra, aquí en la Tierra.” Eso está en San Mateo, capítulo 6, verso 10.
Por lo tanto, el Reino de Dios será establecido en la Tierra, y Cristo será el Rey de ese Reino, y con Él estarán los patriarcas, los doce patriarcas y los doce Apóstoles. Judas Iscariote perdió esa bendición y le tocó a otro Apóstol ese Trono.
Y ahora, ellos estarán aquí en la Tierra en doce tronos con coronas, o sea, como Reyes, eso será la teocracia siendo restaurada, establecida en la Tierra, y también encontramos que estarán los Mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia como Reyes en sus tronos, y tienen que ver ellos con el Reino de Dios entre los gentiles.
Y también tenemos la promesa en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21 para una persona que se sentará con Cristo en Su Trono, dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
En la misma forma que Cristo venció, murió, resucitó y ascendió al Cielo victorioso y se sentó a la Diestra de Dios, se sentó en el Trono de Dios con el Padre, así Cristo sentará con Él en Su Trono al Vencedor del Día Postrero.
Por lo tanto, el Reino de Cristo será un Reino glorioso, en donde todos los creyentes en Cristo estarán como Reyes y Sacerdotes de ese Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Vean, aquí en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1 nos habla acerca de lo que Cristo ha hecho conmigo y con cada uno de ustedes también. Vean, capítulo 1, verso 5 en adelante, dice:
“...y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
Vean, Cristo con Su Sangre nos ha lavado de nuestros pecados, nos ha limpiado de todo pecado, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
Y ahora veamos Apocalipsis, capítulo 5, versos 9 en adelante, donde dice:
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
Vamos a reinar con Cristo sobre la Tierra, sobre este planeta Tierra como Reyes y Sacerdotes, pertenecemos a un Orden Celestial, pertenecemos al Orden Celestial de Melquisedec, de ese Orden Celestial somos Reyes, somos Sacerdotes y Jueces, como Cristo también es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, de ese Orden Celestial del Reino Celestial y del Templo Celestial, y Él es el Rey de reyes y Señor de señores de ese Reino Celestial, y Él es el Juez de toda la Tierra, el Juez de vivos y muertos, porque Dios ha puesto a Jesús como Juez de los vivos y de los muertos.
Por lo tanto, de ese Orden Celestial al cual nosotros pertenecemos, es que somos Reyes, somos Sacerdotes y Jueces también.
San Pablo dice en Primera de Corintios, capítulo 2 en adelante, vamos a ver lo que nos dice aquí, vamos a verificar si es el capítulo 2, también... es el capítulo 6 de Primera de Corintios, dice verso 2 en adelante, dice:
“¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”
¿Ven? ¿Quiénes van a juzgar al mundo y a los ángeles? Todos los creyentes en Cristo que han sido hechos por Jesucristo Reyes, Sacerdotes y Jueces también; por lo tanto, pertenecemos a un Orden Celestial, y es muy importante saber que pertenecemos a ese Orden Celestial.
Vean, aquí en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, donde dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
¿Ven? Nuestra ciudadanía dice San Pablo que está ¿dónde? En los Cielos, así como obtuvimos una ciudadanía terrenal, al nacer en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales obtuvimos la ciudadanía de la nación donde nacimos.
Y ahora, al nacer de nuevo, por cuanto el nuevo nacimiento no es terrenal, sino que es del Cielo, hemos nacido del Cielo, y por lo tanto nuestra ciudadanía del nuevo nacimiento que hemos tenido es del Cielo, y somos ciudadanos celestiales, nuestra ciudadanía está en los Cielos, somos ciudadanos de la Nueva Jerusalén, de la Jerusalén Celestial, y ese es un privilegio muy grande para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
Y ahora, siendo que somos ciudadanos celestiales pertenecemos a un Reino Celestial, el cual va a ser establecido en este planeta Tierra, y por esa causa es que vamos a estar en ese Reino como Reyes y Sacerdotes. O sea, que el Orden Celestial del Reino Celestial según el Orden de Melquisedec, va a ser establecido en este planeta Tierra y entonces todas las naciones harán la voluntad de Dios. Eso será el Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Recuerden que todo esto Dios lo reflejó cuando le dio al pueblo hebreo el Reino, el Reino de Dios en la Tierra en el tiempo de los jueces, de los cuales Samuel fue el último de los jueces, y también en el tiempo de los reyes, ese reino del pueblo hebreo era el Reino de Dios, de Jehová sobre la Tierra.
Por eso el pueblo hebreo es un pueblo tan importante para Dios: porque Dios colocó Su Reino en medio del pueblo hebreo, porque el pueblo hebreo es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, y la Iglesia del Señor Jesucristo con todos los creyentes en Cristo son los miembros del Reino Celestial de Dios, que será establecido en este planeta Tierra. Por eso el cristianismo es la esencia del judaísmo.
Ahora, veamos lo que nos dice la Escritura en Primera de Crónicas, capítulo 28, verso 5 en adelante, dice:
“Y de entre todos mis hijos (dice el rey David)... Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”
Vean, el Trono del Reino de Jehová sobre Israel, de ese Reino de Dios terrenal el Trono es el Trono de David donde se sentó el rey David y luego se sentó el rey Salomón. Y el Reino de Jehová sobre la Tierra es el Reino de David en medio del pueblo hebreo.
Ahora, veamos en Primera de Crónicas, capítulo 29, versos 22 al 23 cuando le dieron por segunda vez la investidura al rey Salomón, dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”
¿En qué trono se sentó Salomón? En el Trono de Jehová, en lugar ¿de quién? De David su padre. El Trono terrenal de Dios es el Trono de David, por eso también en la Escritura en la Profecía bíblica dice que Jerusalén será llamada Trono de Jehová, ¿por qué? Porque el Trono terrenal de Dios es el Trono de David, en donde se sentó David y luego se sentó el rey Salomón, y el Heredero a ese Trono es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y desde ese Trono Cristo reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones en el Reino Milenial, en el cual yo voy a estar también con Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Esto es porque hemos visto los Cielos abiertos y hemos entrado al Reino de los Cielos.
En Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 en adelante, dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”
¿Ven? Vamos a reinar con Cristo en ese Reino Milenial por mil años y después por toda la eternidad.
“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”
Esa es la promesa para todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo; por eso es que en el capítulo 4 del Apocalipsis aparecen los veinticuatro ancianos, que son los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce Apóstoles del Señor.
Cristo prometió a Sus Apóstoles que se sentarán sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, y ahora aquí los vemos sentados a los doce Apóstoles con los doce patriarcas con coronas de oro en sus cabezas.
¿Ven? Esto fue lo que Juan el Apóstol vio cuando vio el Cielo abierto, cuando vio una puerta abierta y entró por ella y vio todo en el Cielo, y luego lo que ve en el Cielo, vean, ve a los patriarcas hijos de Jacob y ve a los Apóstoles del Señor Jesucristo.
¿Por qué? Es que Jesucristo está materializando en la Tierra todo lo que está en el Cielo, y por esa causa el Cielo, Cristo dijo: “Sería abierto.” ¿Ven? En la lectura que tuvimos, en las primeras lecturas que tuvimos al comienzo Cristo en San Juan, capítulo 1, verso 51 dice a Natanael y a Sus discípulos, y les dijo:
“De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.”
¿Ven? Y ahora, todos estos Ángeles de Dios que suben y descienden son los diferentes Ángeles Mensajeros que Cristo ha enviado a Su Iglesia: los Apóstoles y los diferentes Ángeles Mensajeros de las diferentes edades y todos los creyentes en Cristo que suben por esa escalera al Cielo.
¿Ven? Recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo, así nacemos de nuevo, nacemos del Cielo y entramos y subimos por esa escalera que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
De etapa en etapa han subido los escogidos de cada edad al Cielo, al Reino Celestial, al Reino de los Cielos, por esa escalera porque han visto ¿qué? El Cielo abierto, los Cielos están abiertos para que entren al Reino de los Cielos todos aquellos que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, y nace la fe de Cristo en sus almas, en sus corazones; porque la fe viene por el oír, el oír ¿qué? La Palabra de Dios. “Y con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]
Y la persona cree de todo corazón en Cristo y da testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, ¿por qué? Porque ha visto los Cielos abiertos y ha visto la oportunidad de entrar al Cielo, entrar al Reino de los Cielos y obtener la salvación y Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino eterno por toda la eternidad.
Yo vi y continúo viendo los Cielos abiertos. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Vean aquí algo más, en el capítulo 4, verso 5 aquí nos dice del Apocalipsis:
“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.”
Y ahora, estas siete lámparas de fuego que son los siete espíritus de Dios, son las siete edades con los siete Ángeles Mensajeros, los cuales ya fueron manifestados en esta Tierra en las siete edades de la Iglesia. Vean, y esto es algo del Cielo, que ha sido manifestado en la Tierra en la Iglesia del Señor Jesucristo.
En la Iglesia del Señor Jesucristo se ha estado materializando el Cielo, las cosas celestiales, y por eso somos ciudadanos celestiales. Nuestra ciudadanía está ¿dónde? En los Cielos. Hemos subido por esta escalera que vio Jacob, y esta escalera es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, ahora vean, estas siete lámparas encendidas, esas siete lámparas encendidas dice que son los siete espíritus de Dios, y de edad en edad fue manifestado cada uno de esos espíritus en cada edad, eran espíritus administradores enviados a los herederos de salvación conforme a Hebreos, capítulo 1, verso 14 para ministrar la Palabra a los escogidos de Dios en cada edad.
Y para este tiempo final en Apocalipsis, capítulo 11 tenemos la promesa que Dios enviará los dos Olivos, los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, y eso será una manifestación del Cielo, será el Cielo abierto todavía en este tiempo, en la manifestación de los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, los cuales son los dos Olivos, los cuales son los ministerios de Moisés y Elías siendo manifestados en este tiempo final.
¿Dónde estaban los dos querubines de madera de olivo cubiertos de oro en el templo que construyó el rey Salomón? En el lugar santísimo que es la parte más importante del templo, ahí estaba el arca y el propiciatorio que es la tapa del arca, la cual era de oro puro, y los dos querubines de oro (uno a cada lado), y en medio de los dos querubines de oro sobre el propiciatorio estaba la presencia de Dios, y dos querubines gigantes de madera de olivo cubiertos de oro que tipifican a los dos Olivos, los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios.
Todo lo celestial Moisés lo vio, y conforme al modelo que él vio en el Cielo, él construyó el tabernáculo para Dios, y luego el rey Salomón conforme al modelo que el rey David le entregó en los planos, lo cual fue ordenado por la mano de Dios al rey David para que fuese construido así, luego Salomón lo construyó; y vean, todo eso que se ve tanto en el tabernáculo que construyó Moisés como en el templo que construyó el rey Salomón, tipifica las cosas celestiales.
Vean, en Hebreos, capítulo 9 nos dice el Apóstol Pablo, capítulo 9 de Hebreos, verso 16 al 24, dice:
“Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.
Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive
De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.
Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,
diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.
Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.
Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.”
Y ahora, todo el tabernáculo que Moisés construyó y todo lo que estaba en ese tabernáculo y todo el pueblo, eran todo el tipo y figura de las cosas que están en el Cielo, de las cosas celestiales. Pero ahora dice San Pablo:
“Pero las cosas celestiales mismas (¿cómo serían purificadas?), con mejores sacrificios.”
¿Con qué Sacrificio? Con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.
Y ahora, ¿cuáles son las cosas celestiales mismas? El pueblo hebreo allá tipifica los creyentes en Cristo que serían purificados con la Sangre de Jesucristo, y las cosas que están allí en el tabernáculo tipifican personas también.
Por lo tanto, todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo están representados en el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón.
Y por consiguiente con el Sacrifico perfecto de Jesucristo serían purificados todos los escogidos de Dios, todas esas personas celestiales escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, escritas desde antes de la fundación del mundo, por eso también Cristo desde antes de la fundación del mundo fue destinado para morir en la Cruz del Calvario.
Vean, aquí nos habla San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 19 en adelante, en donde nos muestra cómo hemos sido rescatados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios, dice que no hemos sido rescatados con cosas corruptibles, dice:
“Sabiendo (verso 18 en adelante) que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
Por amor a mi, y por amor ¿a quién más? A cada uno de ustedes también, por amor a nosotros Cristo fue manifestado en los postreros tiempos, en los postreros días cuando vino en Su Primera Venida y murió en la Cruz del Calvario por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también.
Pero ya todo estaba destinado, predestinado por Dios desde antes de la fundación del mundo, y yo también, yo también estaba destinado por Dios desde antes de la fundación del mundo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Aquí mismo lo dice San Pedro, en esta misma carta de San Pedro, Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2, dice que hemos sido elegidos, vean:
“Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”
¿Ven? Hemos sido elegidos por Dios para obedecer ¿qué? Para obedecer el Evangelio de Cristo, creer y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque Jesucristo es el único que puede salvar mi alma. ¿Y la de quién más? La de cada uno de ustedes también, porque, ¿de qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? De nada le habrá servido haber vivido en este planeta Tierra y haber sido un ser humano, de nada le sirvió, lo mismo hubiera sido que apareciera como una ave o un animal o un pez, era lo mismo, un árbol, porque no le sirvió de nada ser un ser humano, porque no vio los Cielos abiertos para poder entrar al Reino de los Cielos y recibir la salvación y Vida eterna y venir a vivir con Cristo por toda la eternidad. Si no aprovechó su tiempo aquí en la Tierra, de nada le sirvió vivir en este planeta Tierra, Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
El que no crea será condenado y echado en el lago de fuego donde dejará de existir, será quemado en cuerpo, espíritu y alma, ¿por qué? Porque no creyó en nuestro amado Señor Jesucristo para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, perdió la oportunidad de vivir, de vivir eternamente en el Reino de Dios, porque estuvo ciego, ¿ciego a qué? Ciego al Reino de Dios, ciego para ver los Cielos abiertos, y para entrar al Reino de los Cielos, ¿cómo? A través de Jesucristo nuestro Salvador.
Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Por lo tanto, nadie puede llegar a Dios, a menos que sea a través de nuestro amado Señor Jesucristo. No podemos conseguir otra forma para entrar al Reino de Dios, ya Dios estableció la forma para entrar al Reino de Dios: es a través de Jesucristo, Él dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.”
Por lo tanto, no hay otra forma para entrar al Reino de Dios y obtener la Vida eterna, toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y cree, tiene Vida eterna, Cristo dijo:
“El que oye mi Palabra y cree el que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” San Juan, capítulo 5, verso 24.
Por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo, y toda persona que quiere vivir eternamente necesita a Jesucristo, porque Él es el único Salvador:
“Porque no hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12.
Por lo tanto, si no hay otro nombre en el cual podamos ser salvos, entonces solamente hay un Nombre: Señor Jesucristo, y por lo tanto hay solamente un Salvador y es nuestro amado Señor Jesucristo.
Por lo tanto, toda persona que quiere vivir eternamente y ve el Cielo abierto, entra al Reino de los Cielos recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador; y ve el Cielo abierto y ve a los ciudadanos celestiales, que son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo en la Iglesia del Señor Jesucristo, porque el Reino de Dios, el Reino de Cristo, el Reino de los Cielos, está en su fase espiritual, está en su fase espiritual como la Iglesia del Señor Jesucristo.
Pero ese Reino va a ser establecido literalmente en este planeta Tierra, y va a gobernar sobre el planeta Tierra, y sobre todas las naciones por consiguiente y sobre el Universo completo. El Reino de Dios y Trono de Dios estará en este planeta Tierra, por lo tanto el planeta Tierra será la capital del Universo completo, y nosotros estaremos en ese Reino como Reyes y Sacerdotes y Jueces.
O sea, que el poder judicial pertenece a Cristo y a Sus redimidos, y el poder político de la teocracia y de la monarquía pertenece a Cristo y a Sus escogidos, Sus redimidos, y el poder religioso pertenece a Cristo y a Sus redimidos, porque Cristo es el Sumo Sacerdote según el Orden Celestial de Melquisedec, y nosotros pertenecemos a ese Orden Sacerdotal de Melquisedec.
Por lo tanto, hemos visto los Cielos abiertos y hemos entrado al Reino de los Cielos, y ahora formamos parte de esas huestes celestiales, estas huestes celestiales están aquí en Apocalipsis, capítulo 19 y capítulo 17. En el capítulo 17, verso 14 al 15, dice:
“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.”
¿Y quiénes son los llamados, los elegidos y fieles? Todos los creyentes en Cristo, todos nosotros que vivimos en este tiempo, y los creyentes en Cristo que han vivido en edades pasadas.
Y ahora, en Apocalipsis 19, versos 11 en adelante, dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.”
Ese Ejército Celestial, esos Ejércitos Celestiales vestidos de lino finísimo, blanco y limpio que le siguen a Cristo, el Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19, son los creyentes en Cristo.
Por eso los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, van a ser resucitados en cuerpos glorificados y nosotros vamos a ser transformados, y entonces ahí estará plenamente el Ejército de Jesucristo con todo el poder divino, para hacer frente a todo lo que haya que hacer frente para el establecimiento del glorioso Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador.
En la Segunda Venida de Cristo vendrán los creyentes en Cristo de edades pasadas, serán resucitados en cuerpos glorificados y nosotros seremos transformados, y eso será cuando Cristo haya completado Su Iglesia y se levante del Trono del Padre, y tome el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos y lo abra en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y resucite los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a nosotros nos transforme, y entonces todos seremos jóvenes y seremos eternos, seremos inmortales, obtendremos la inmortalidad física también y nunca nos pondremos viejos, todos seremos jóvenes.
En ese cuerpo nuevo y glorificado todos seremos iguales a Jesucristo nuestro Salvador, a Su imagen y a Su semejanza, seremos inmortales, incorruptibles, nunca nuestro cuerpo se pondrá viejo, nunca nos saldrán canas, nunca nos saldrán arrugas, seremos jóvenes para toda la eternidad, representaremos para toda la eternidad de 18 a 21 años de edad.
Así es el cuerpo glorificado que Cristo me va a dar mí. ¿Y a quién más? a cada uno de ustedes también. Esto es así para todos los que han visto los Cielos abiertos y para los que están viendo los Cielos abiertos en este tiempo final, en donde Cristo está materializando en Su Iglesia las cosas celestiales.
Las cosas que están en el Cielo Cristo las materializa en Su Iglesia y envía a Su Iglesia Ángeles, Ángeles del Cielo los envía a Su Iglesia, y vienen a ser hombres Mensajeros que Dios envía a Su Iglesia, son espíritus de Profetas que Dios envía a Su Iglesia para traerles el Mensaje correspondiente a cada edad, por eso son los siete ojos de Jehová que recorren toda la Tierra.
Y después vienen los ministerios de los dos Olivos, que son los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, los cuales estarán manifestados en un hombre del Día Postrero, y estos ministerios estarán siendo operados por el Espíritu Santo en ese hombre que Cristo tendrá en Su Iglesia en el Día Postrero, el cual será un Profeta dispensacional, el último de los Profetas dispensacionales y el último de todos los Profetas.
Será el Profeta más grande que Cristo habrá enviado a Su Iglesia, y será ese Profeta el Ángel del Señor Jesucristo. Así como el Ángel de Jehová que aparecía en el Antiguo Testamento a los Profetas, luego se hizo carne, se hizo hombre y apareció en medio del pueblo hebreo como un hombre llamado Jesús.
Así también el Ángel del Señor Jesucristo que ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo en cuerpo angelical, el cual le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis, en el Día Postrero estará en carne humana en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y así estarán los Cielos abiertos para todos los escogidos de Dios en este tiempo final, para que entren al Reino de los Cielos y sean sellados con el Espíritu de Cristo, con el Espíritu Santo y obtengan así la salvación y Vida eterna, y así aseguren su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Y ahora, yo estoy viendo los Cielos abiertos en este tiempo final. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, por eso hemos entrado al Reino de Dios, al Reino de los Cielos, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Al ver los Cielos abiertos hemos visto la oportunidad gloriosa de entrar al Reino de los Cielos para obtener la Vida eterna a través de Cristo que es la puerta del Reino de los Cielos.
Si alguna persona todavía no ha visto los Cielos abiertos, y en esta ocasión ha visto los Cielos abiertos y la oportunidad de obtener la Vida eterna, puede en esta ocasión venir al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, porque ya usted ha escuchado y ha nacido la fe de Cristo en su alma, y ya usted está creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador, ya usted cree en la Primera Venida de Cristo y cree en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.
Por lo tanto, ahora tiene la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.
Ya están viniendo para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Pueden continuar viniendo para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para dar testimonio público de su fe en Cristo, para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, para que así entren al Reino de Dios, al Reino de los Cielos, porque los Cielos están abiertos para que entren al Reino de los Cielos, para que nazcan de nuevo, nazcan del Agua y del Espíritu y nazcan así en el Reino de Cristo, en el Reino de los Cielos y obtengan la Vida eterna.
Es Vida eterna lo que obtenemos al entrar al Reino de los Cielos a través de Jesucristo nuestro Salvador. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; pero el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Lucas 12:8-9]
Es un asunto de fe en Cristo, el que cree no es condenado, mas el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios.
Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno para vivir eternamente con Jesucristo, porque queremos vivir eternamente, queremos vivir con Cristo por toda la eternidad, para lo cual tenemos que entrar al Reino de los Cielos, tenemos que entrar al Reino de Cristo, y está abierto el Cielo, los Cielos están abiertos para que entren al Reino de los Cielos todos los que escuchan la Palabra de Cristo y creen en Cristo como su único y suficiente Salvador.
Pueden continuar viniendo a los pies de Cristo los que se encuentran aquí presentes en esta actividad, y también los que se encuentran en diferentes naciones en estos momentos escuchando esta conferencia que está siendo dictada aquí en la ciudad de Trujillo en la República del Perú.
Los que se encuentran allá en Puerto Rico, también los que se encuentran allá en la República Mexicana, los que se encuentran también allá en la República de Guatemala, en la República del Salvador, en la República de Nicaragua, de Honduras, de Costa Rica, de Panamá y también en las demás Repúblicas, en la República de Colombia, en la República del Ecuador, en la República de Bolivia, en la República del Paraguay, en la República de Argentina, en la República del Brasil y en todas las demás naciones.
Allá también en el África ustedes que me están escuchando en estos momentos, también los Cielos están abiertos para ustedes, para que entren al Reino de los Cielos recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, ustedes también en todas las demás naciones que están escuchándome, pueden venir al frente, pueden venir para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para que así Cristo los reciba en Su Reino y así les dé la salvación y Vida eterna y así aseguren su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
¿Qué haría usted si muere sin Cristo? ¿A dónde va a ir? No sabe usted a dónde va a ir, pero Cristo sabe a dónde llevarlo si usted lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, lo llevará a... [Corte del audio original]... para que allí estén donde están los Apóstoles del Señor Jesucristo y todos los Mensajeros y todos los creyentes en Cristo que han partido de esta Tierra, allí llevará Cristo a todos los creyentes en Él que terminan sus días en esta Tierra, que mueren físicamente.
Pero luego los traerá en la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, y a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento nos transformará, y nos dará el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno, el cuerpo inmortal, el cuerpo joven, el cuerpo que representará de 18 a 21 años de edad, el cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado que tiene nuestro amado Señor Jesucristo.
Y entonces ya nunca más nos pondremos viejos, viviremos con Cristo en Su Reino por toda la eternidad; esto es porque hemos visto los Cielos abiertos, y la oportunidad de entrar al Reino de los Cielos para vivir con Cristo por toda la eternidad, y hemos aprovechado esa oportunidad entrando por la puerta del Reino de los Cielos que es Jesucristo nuestro Salvador.
Todavía vienen más personas caminando para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, vamos a dar unos segundos en lo que llegan todas las personas que faltan por llegar, que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino porque han visto los Reinos celestiales, han visto el Reino de Cristo, han visto los Cielos abiertos y por consiguiente quieren entrar y están entrando al Reino de los Cielos, están entrando al Cielo, al Reino celestial.
¿Cómo? Recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, dando testimonio público de nuestra fe en Cristo, y así es como Cristo nos recibe, nos perdona nuestros pecados y con Su Sangre nos limpia de todo pecado. Esa es la forma establecida para entrar al Reino de los Cielos: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de los Cielos; pero el que nace del Agua y del Espíritu entra al Reino de los Cielos.”
Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, donde la persona cree en Cristo como su Salvador y lo confiesa públicamente como su Salvador, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, eso es nacer del Agua.
Y nacer del Espíritu es recibir el Espíritu Santo, es nacer del Espíritu Santo, y así la persona ha nacido del Agua y del Espíritu, y ha entrado al Reino de Dios, al Reino de los Cielos, porque los Cielos están abiertos para que entren al Cielo, al Reino de los Cielos todas las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y creen en Cristo como su único y suficiente Salvador.
Y el Reino de los Cielos se está llenando en esta mañana, en esta ocasión de peruanos, y eso está bueno, que se llene de peruanos el Reino de los Cielos, y de todos los latinoamericanos y de todo ser humano que quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.
Todavía vienen más personas que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han visto los Cielos abiertos, y quieren entrar al Cielo para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por lo tanto, estaremos dando unos segundos más en lo que pasan los que faltan por pasar. Algunas veces luego que la persona ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha creído de todo corazón en Cristo, luego hay algunos que son tímidos y les da timidez pasar al frente porque lo van a ver pasar al frente, y siente timidez.
Pero para recibir la bendición de la Vida eterna no podemos ser tímidos, tenemos que ser valientes y decir: “Yo veo los Cielos abiertos y veo la oportunidad de entrar al Reino de los Cielos recibiendo a Cristo como mi único y suficiente Salvador, y yo quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, yo me levanto y paso al frente y recibo a Cristo como mi único y suficiente Salvador.” Y así usted obtiene la victoria y obtiene la salvación y Vida eterna, es para recibir la Vida eterna que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Vivir en esta Tierra en estos cuerpos físicos mortales, nos da la oportunidad de hacer contacto con Cristo para obtener la Vida eterna, y así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
¿Qué otra persona o qué compañía le puede asegurar a usted el futuro eterno? No lo hay. Solamente hay una persona y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, Él dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida (a Vida eterna).” También nos dice en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante:
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”
Dios nos ha dado la Vida eterna. ¿Y dónde está la Vida eterna? En Jesucristo el Hijo de Dios. Fuera de Jesucristo no hay Vida eterna, fuera de Jesucristo usted no puede conseguir la Vida eterna.
Los conquistadores españoles estaban buscando la fuente de la juventud, y estaban buscando un manantial o un río del cual ellos pudieran tomar y volverse jóvenes para vivir eternamente, y se murieron buscando la fuente de la juventud y no la encontraron.
¿Por qué? Porque hay una Fuente de Juventud, está la Fuente de la Juventud, pero esa Fuente de la Juventud vean quién es. Cuando al ser humano anhela una Fuente de la Juventud es porque hay una Fuente de la Juventud. En Apocalipsis, capítulo 21, verso 6 en adelante, dice (6 al 7, dice):
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.”
¿Quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el principio y el fin? Nuestro amado Señor Jesucristo.
“Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”
¿Ven que hay una Fuente del agua de la Vida eterna, hay una Fuente de la Juventud? Y es nuestro amado Señor Jesucristo. Vamos a ver si es Jesucristo o no es Jesucristo. En el evangelio según San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39, dice... esto fue en el templo en el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos. Dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”
¿Ven? Cristo es la Fuente de la Juventud:
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Jesucristo es la Fuente del Espíritu Santo, Jesucristo es la Fuente de esa Agua de Vida eterna, y esa Agua de Vida eterna es el Espíritu Santo, y esa Agua de Vida eterna, el Espíritu Santo está en Jesucristo.
Por eso Juan el Bautista dijo hablando de Jesús, dijo: “Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.” ¿Ven? Nos dará del Agua de la Vida eterna, nos dará Su Espíritu Santo para que así nosotros recibamos la Vida eterna.
Por lo tanto, toda persona está invitada para tomar de la Fuente del Agua de la Vida eterna. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 17, dice:
“Y el Espíritu y la Esposa...”
O sea, el Espíritu Santo y la Iglesia, porque la Iglesia es la Esposa del Cordero, la Esposa de Cristo:
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
¿Ven? Tome del Agua de la Vida eterna gratuitamente, esto es: recibe el Espíritu Santo, ¿cómo? Recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador arrepentido de sus pecados, Cristo le perdona y con Su Sangre le limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en usted el nuevo nacimiento y así le da la Vida eterna porque le da el Espíritu Santo, el Espíritu de Vida eterna.
Por eso a la mujer samaritana Cristo le dijo que si ella supiera quién es el que le pedía de beber, Él le daría Agua de Vida. Vean, San Juan, capítulo 4, verso 14 dice:
“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Y esto es el Espíritu de Cristo que Él nos da, y así nos da la Vida eterna, y esta promesa es para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Por eso:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Eso fue San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. Y en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante dice San Pedro predicando el Día de Pentecostés:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo, porque en Jesús moró, mora, y morará eternamente la plenitud de la Deidad, la plenitud de la Divinidad que es Padre, Hijo y Espíritu Santo:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
¿Ven? “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Y así obtendrán ¿qué? El nuevo nacimiento y así entrarán al Reino de Cristo, al Reino de los Cielos, al Reino de Dios:
“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Ese mismo día en que Pedro predicó y creyeron, y recibieron a Cristo como su Salvador, fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, entraron al Reino de los Cielos, entraron al Reino de Dios, entraron a los Cielos para así tener la Vida eterna y asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Sigue diciendo en el verso 47 donde nos habla acerca de todos los creyentes en Cristo, dice... ¿que estaban cómo?
“Alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, al recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego y producir en ellos el nuevo nacimiento, así nacen en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador y son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es el Reino de Cristo en Su fase espiritual.
Y ahora, Cristo continúa añadiendo a Su Iglesia los que han de ser salvos en este tiempo final. Por lo tanto, si falta alguna persona todavía por venir a dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, no se detenga, venga al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, para que entre al Reino de Cristo porque los Cielos están abiertos para entrar a los Cielos, entrar al Reino de los Cielos, entrar al Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Vamos a estar puestos en pie mientras esperamos que lleguen las personas que todavía vendrán porque ya han creído de todo corazón en Cristo y les corresponde ahora dar testimonio público de su fe en Cristo.
Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Trujillo y en todas las ciudades cercanas también, y en toda la República del Perú y los está llamando en este tiempo final. “Si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón.” Él te está llamando para darte la Vida eterna y colocarte en Su Reino eterno, para que vivas eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.
Todavía si falta alguna persona puede venir para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo por todos los que están aquí presentes.
Los niños también de diez años en adelante pueden venir a los pies de Cristo, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los pies de Jesucristo nuestro Salvador para que Cristo les dé la Vida eterna.
No hay otra cosa más importante para el ser humano que la Vida eterna, eso es lo más importante, y la Vida eterna Dios la ha dado al ser humano a través de Jesucristo, esta Vida eterna está en Jesucristo, por eso es que necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador para que Él nos dé la Vida eterna.
Todavía vienen más personas de camino, por lo tanto unos segundos y ya oraremos por todos los que están presentes.
Vamos ya a inclinar nuestros rostros para orar, vamos a cerrar nuestros ojos, vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, y repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y he creído en Tu Evangelio, creo en Tu Primera Venida, y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador. Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautizame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero vivir en Tu Reino por toda la eternidad contigo.
Señor Jesucristo, tengo sed de Tu Espíritu Santo, porque quiero vivir contigo eternamente.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego Señor Jesucristo. En Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y todos decimos: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere (y ya ustedes han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, y han dado testimonio público de vuestra fe en Cristo). Y fuere bautizado, será salvo.”
Ustedes me dirán: “Todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en esta misma ocasión, tanto ustedes que están aquí presentes, como los que están en diferentes naciones escuchando en estos momentos y habiendo pasado al frente para recibir a como vuestro único y suficiente Salvador.
Ustedes han venido a los pies de Cristo para recibirlo como vuestro Salvador para que Él les dé la Vida eterna, por lo tanto, bien pueden ser bautizados ustedes que están aquí presentes y los que están en diferentes naciones en estos momentos escuchándome estas palabras.
Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus pies y les dé la salvación y Vida eterna, para que también estén con ustedes por toda la eternidad viviendo en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ahora, pregunto al ministro aquí presente si hay agua para ser bautizados en agua en estos momentos las personas que han creído: ¿Hay agua? Hay agua, hay bautisterios y hay ministros que están ahí presentes para bautizarlos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto bien pueder ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo.
¿Hay ropas bautismales también? También hay ropas bautismales para que ustedes no mojen las ropas que ustedes tienen puestas, sino que se cambien de ropa, se coloquen las ropas bautismales y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Habrá personas también que les ayudarán y cuidarán de vuestras ropas en lo que ustedes son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego ustedes se pondrán nuevamente las ropas de ustedes que estarán secas, y regresarán a vuestros hogares gozosos y agradecidos a Jesucristo por la salvación de vuestra alma.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo, como fueron bautizados en agua en el Día de Pentecostés todos aquellos que creyeron y recibieron a Cristo como su único y suficiente Salvador, y eran como tres mil personas, y fueron bautizadas en agua ese mismo día.
Pido aquí al ministro que pase para indicarles hacia dónde caminar las damas y hacia dónde caminar los caballeros para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser luego bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego perseverarán sirviendo a Cristo en alguna de las congregaciones que están aquí representadas y que llevaron a cabo esta actividad.
La dirección estará en los folletos que ustedes están recibiendo, y también les darán a conocer la dirección también el ministro que ha de pasar, el cual es el Reverendo Freddy Zabaleta, al cual dejo con ustedes en estos momentos.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando un día, una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, y nos veremos y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
Con nosotros el Reverendo Freddy Zabaleta.
“VIENDO LOS CIELOS ABIERTOS.”