obsidian/es/conferencias/2004/10/spa-2004-10-28-1-las_aparic...

44 KiB

title date activity place city state country duration public youtube translations files
Las apariciones del Cristo resucitado 2004-10-28 1 Asunción Asunción PY 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en San Juan, capítulo 21, versos 3 en adelante (luego que ya Cristo había resucitado sucedió todo esto), dice:

Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.

Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.

Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.

El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.

Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.

Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.

Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.

Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.

Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.

Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.

Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.

Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.”

Nuestro tema para esta ocasión es: “LAS APARICIONES DEL CRISTO RESUCITADO.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro amado Señor Jesucristo, cuando estuvo en Su ministerio terrenal, habló acerca de que Él tenía que morir, pero que al tercer día resucitaría. Cuando estuvo hablando frente al templo, dijo: “Destruid este templo y en tres días Yo lo levantaré.” Eso está en San Juan, capítulo 2, verso 19 en adelante; y aún el verso 18 en adelante, dice:

Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? (o sea, que había echado fuera a los que vendían en el templo).

Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.”

Esa era la señal que Él les mostraría a ellos. En San Mateo, capítulo 16, verso 1 en adelante, también nos habla de la señal de Su resurrección como la señal de Jonás; o sea, como estuvo Jonás en el vientre de un gran pez por tres días y tres noches, así el Hijo del Hombre estaría en el corazón de la Tierra; y esa sería la señal más grande que Cristo les mostraría a ellos de que Él era el Mesías prometido para el pueblo hebreo. Y ahora, les dice:

Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?

Mas él hablaba del templo de su cuerpo.”

Porque el cuerpo de Jesús es el Templo humano donde Dios moró en toda Su plenitud; y cada creyente en Cristo también como individuo es un Templo espiritual. San Pablo dice: “¿No sabéis que vosotros sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” [Primera de Corintios 3:16] Por lo tanto, somos un Templo humano cada uno como individuos, donde mora el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo.

Ahora, esto es así porque el ser humano es alma, espíritu y cuerpo; así como el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, tenía atrio, tenía lugar santo y lugar santísimo. El atrio tipifica el cuerpo humano, el lugar santo tipifica el espíritu de la persona, y el lugar santísimo tipifica el alma de la persona; y el Trono de Dios en el ser humano es el alma de la persona, el corazón, el alma de la persona donde entra Cristo y se sienta en el Trono de nuestra alma, de nuestro corazón, como Rey para reinar en nuestra vida, para gobernar nuestra vida.

Así como cuando el Profeta Moisés dedicó el templo a Dios, y entró Dios al templo y llegó hasta el lugar santísimo y se colocó sobre el propiciatorio, que es la tapa del arca del pacto; y también cuando el rey Salomón dedicó el templo a Dios, entró Dios en aquella Columna de Luz, de Fuego, aquella Nube, y entró al templo y pasó hasta el lugar santísimo y se colocó sobre el propiciatorio, que es la tapa del arca del pacto.

Y cuando la persona recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador arrepentido de sus pecados, y le pide perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo en Espíritu Santo entra a la persona, la persona es bautizada con el Espíritu Santo; Cristo en Espíritu Santo entra a la persona y se coloca en el alma, en el corazón de la persona, que es el Trono de Dios, el Trono de Cristo en el ser humano. Por lo tanto, la persona le da la entrada a Cristo a su alma, a su corazón.

Por eso es tan importante la persona escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, del Cristo resucitado y recibirlo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo entre a su alma y gobierne como Rey de su vida, de su alma, y así tenga el Rey de los Cielos y de la Tierra, lo tenga acá en su corazón.

Vean, Cristo siendo tan grande, el Rey de los Cielos y de la Tierra, es tan sencillo, es tan humilde, que entra al corazón de cada uno de nosotros, para sentarse en el Trono humano, que es el alma de la persona y reinar en la vida de la persona, así como reina en el Universo.

Ahora, esto fue posible porque Cristo vino en Su Primera Venida a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados.

En el Antiguo Testamento encontramos que el pueblo hebreo tenía los sacrificios por el pecado, y vean aquí en el capítulo 23, versos 26 en adelante de Levítico, lo que Dios estableció para el pueblo hebreo. Dice:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

Aquí tenemos establecido el sacrificio de la expiación por el pecado del pueblo hebreo, por el pecado de cada hebreo, lo cual viene a ser tipo y figura del Sacrificio de la Expiación de Cristo por nuestros pecados.

Cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario se hizo el Sacrificio perfecto, no solamente para los hebreos sino para todo ser humano. Por esa causa Juan el Bautista cuando vio a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Y para quitar el pecado del mundo tuvo que morir en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Ya no se necesitan sacrificios de animalitos por el pecado del ser humano, ya este sacrificio de Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, ya no hay que hacerlo, porque con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue hecho el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados que el ser humano necesitaba. Fue un Sacrificio perfecto.

El sacrificio de estos animalitos que se efectuaban en medio del pueblo hebreo tenían que hacerlo anualmente, cada año tenían que hacer el mismo sacrificio porque no era un sacrificio perfecto, solamente era el tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Era un sacrificio que reconciliaba al ser humano por un año delante de Dios; pero ahora el Sacrificio de Cristo reconcilia al ser humano para toda la eternidad, para que el ser humano pueda tener Vida eterna en el Reino de Dios.

Sin Cristo el ser humano no está reconciliado con Dios, pero con Cristo el ser humano está reconciliado con Dios. De esto nos habla el Apóstol Pablo en Romanos, capítulo 5, y nos dice en el capítulo 5, verso 6 en adelante (verso 6 al 11):

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

La muerte de Cristo en la Cruz del Calvario no fue una desgracia que le vino a Cristo, fue que Él murió por nosotros en la Cruz del Calvario llevando Él nuestros pecados, para así quitar nuestros pecados con Su Sangre preciosa.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Hemos sido reconciliados con Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, el Sacrificio de Cristo tuvo un resultado positivo para todos nosotros: es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Cristo sabía que iba a morir en la Cruz del Calvario, Cristo mismo estuvo anunciando Su muerte en diferentes ocasiones, y aun dijo: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.” Él sabía que al tercer día iba a resucitar, porque en uno de los Salmos decía: “Porque no dejarás que Tu Santo vea corrupción.” Vamos a ver aquí en el libro de los Hechos, capítulo 2 dice el Apóstol Pedro predicando, dice capítulo 2, verso 29 en adelante... aún verso 25 en adelante, dice:

Porque David dice de él:

Veía al Señor siempre delante de mí;

Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,

Y aun mi carne descansará en esperanza;

Porque no dejarás mi alma en el Hades (o sea, en el infierno),

Ni permitirás que tu Santo vea corrupción (o sea, que el cuerpo de Cristo no se iba a corromper, no se lo iban a comer los gusanos, no permitiría Dios que Su Santo Jesucristo viera corrupción. Esto fue profetizado por el rey David).

Me hiciste conocer los caminos de la vida;

Me llenarás de gozo con tu presencia.

Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.

Pero siendo profeta...”

¿Ven? El rey David era Profeta.

Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,

viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.

A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.

Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas ese día y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y luego cada día que pasaba Cristo seguía añadiendo más personas a Su Iglesia. Dice verso 46 al 47, dice:

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,

alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

Los que han de ser salvos están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y en el tiempo en que Dios los envía a este planeta Tierra para vivir en carne humana, escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, y reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en ellos el nuevo nacimiento, y así nacen a una nueva vida, nacen a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo.

A la Iglesia del Señor Jesucristo es Jesucristo el que añade los que han de ser salvos, los que han de ser salvos y han de vivir eternamente escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, lo reciben como su Salvador, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, nacen a una nueva vida en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. ¿A qué vida nacen? Nacen a la Vida eterna. Cuando nacimos en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero no fue a la Vida eterna; pero mucho nos dieron nuestros padres: nos dieron una vida terrenal, para que nosotros teniendo esta vida terrenal busquemos la Vida eterna.

¿Y cómo vamos a encontrar la Vida eterna? La encontramos en Jesucristo, porque Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo. Por lo tanto, si es bueno vivir esta vida en este cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal, cuánto más la Vida eterna.

Por lo tanto, el vivir en estos cuerpos de carne nos da la oportunidad de buscar la Vida eterna a través de Jesucristo, porque Dios nos ha dado la Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo, y por consiguiente para el ser humano obtener la Vida eterna necesita recibir a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, y así es como la persona obtiene la Vida eterna.

Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Por lo tanto, nadie puede llegar a Dios a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, todos necesitamos comprender el motivo de nuestra existencia en este planeta Tierra: estamos aquí para buscar la Vida eterna, y esta Vida eterna está en Jesucristo nuestro Salvador, el cual vivió en esta Tierra por treinta y tres años en un cuerpo de carne, y murió en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para así obtener nosotros el perdón de nuestros pecados y ser limpios con la Sangre de Jesucristo de todo pecado.

Usted no puede ir al supermercado o a la farmacia y comprar un detergente para ser limpio de pecado, para limpiarse de todo pecado, porque solamente hay una sola cosa que limpia al ser humano de todo pecado, y es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Y todo ser humano tiene la misma oportunidad y el mismo derecho de ser limpio de todo pecado por medio de la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

En medio del pueblo hebreo el día diez del mes séptimo de cada año, el día de expiación, en donde se sacrificaba el macho cabrío por Jehová, toda persona que arrepentido de sus pecados pedía perdón a Dios por sus pecados, quedaba perdonado y quedaba reconciliado con Dios, mientras el sumo sacerdote estaba en sus labores sacerdotales haciendo Intercesión con la sangre de la expiación, que era la sangre de aquel macho cabrío que había sido sacrificado.

Y el sumo sacerdote echaba esa sangre en una vasija, e iba al lugar santísimo en el templo y con su dedo esparcía siete veces sobre el propiciatorio, que era el trono de Dios en el templo. Y mientras tanto las personas estaban confesando sus pecados a Dios y pidiendo perdón a Dios por sus pecados.

Cuando el sumo sacerdote terminaba sus labores sacerdotales de ese día y salía del templo, él se quitaba las vestiduras con las cuales había estado intercediendo por el pueblo en el lugar santísimo, y se colocaba las vestiduras de oro.

Y todos aquellos que arrepentidos de sus pecados habían pedido perdón a Dios, quedaban reconciliados para vivir un año más. Los que no se habían arrepentido de sus pecados y no habían pedido perdón a Dios por sus pecados, no se habían afligido en su alma por haber pecado contra Dios, no quedaban reconciliados con Dios y Dios los cortaba del pueblo, perdían el derecho a continuar viviendo, tenían que morir, Dios los quitaba de en medio del pueblo.

Y eso es tipo y figura de lo que Dios hará con toda persona que no se ha afligido por haber pecado contra Dios y no ha pedido perdón a Dios recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, recibiendo a Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, y pidiéndole perdón a Dios por haber pecado contra Él.

Esa persona no ha sido perdonada y no ha quedado reconciliado con Dios, y por consiguiente ha perdido el derecho a continuar viviendo para toda la eternidad, perdió el derecho a la Vida eterna.

Pero toda persona que arrepentida de sus pecados ha venido a los pies de Jesucristo, y le ha pedido perdón a Cristo por sus pecados y Cristo lo ha perdonado y con Su Sangre lo ha limpiado de todo pecado, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, donde nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, esa persona luego ha recibido el Espíritu Santo y ha quedado reconciliada con Dios, para vivir, no un año más sino por toda la eternidad con Cristo en Su Reino eterno.

¿Ven lo sencillo que es todo el Programa de la Redención para que toda persona pueda obtener la salvación y Vida eterna? No importa que la persona no haya estudiado, no haya ido a la escuela a estudiar, aunque no sepa leer y escribir, puede oír, y la fe viene por el oír la Palabra de Dios, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Por lo tanto, toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, descubre que ha nacido la fe de Cristo en su alma, y descubre que Cristo lo está llamando para perdonar sus pecados y con Su Sangre limpiarlo de todo pecado, y darle la salvación y Vida eterna y reconciliarlo con Dios para que pueda vivir por toda la eternidad en el Reino de Dios.

Porque, ¿de qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? De nada le habrá servido a una persona vivir en este planeta Tierra y luchar, trabajar y convertirse en una persona rica humanamente, rica económicamente, y después perder su alma; de nada le habrá servido. Le habrá sucedido como al hombre rico del cual habló Cristo en aquella ocasión en que habló del hombre rico y de Lázaro el mendigo. Es mejor ser un mendigo con Vida eterna, que un rico sin Vida eterna.

El hombre rico murió y fue al infierno y no pudo llevarse su riqueza para el infierno, porque las cosas materiales que tenemos aquí no las podemos llevar para el lugar donde vamos al terminar nuestra vida aquí.

Por lo tanto, el hombre rico cuando murió y llegó al infierno, allí era tan pobre que no tenía ni un vaso de agua para saciar su sed. Pero Lázaro el cual era un mendigo pobre, cuando murió fue llevado por los Ángeles de Dios al Paraíso, al Seno de Abraham y allí era consolado.

¿Ven? Cuando un incrédulo muere, va al infierno donde fue el hombre rico, y no tiene ya más oportunidad de salvación. Pero cuando muere un creyente en Cristo es llevado por los Ángeles al Paraíso, donde están los Apóstoles y todos los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, y allí son consolados, y allí no tienen hambre, ni sed, ni se cansan, ni les da sueño, ni duermen, porque allí no hay necesidad de dormir. Allí tampoco hay noche, todo es luz. Ese es el lugar que todos queremos visitar, y ese es el lugar a donde todos queremos ir si nos toca partir de esta Tierra; pero solamente van a ese lugar los creyentes en Cristo que han asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.

¿Ven que no es un asunto de sectarismo religioso el escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en Él, recibirlo como nuestro Salvador? Es un asunto de Vida eterna, es un asunto entonces de muerte o vida. De muerte si rechazamos a Cristo, y de Vida eterna si lo recibimos como nuestro Salvador.

Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre (pero dice); mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Lucas 12:8-9] Por lo tanto, la persona no queda reconciliada con Dios y por consiguiente pierde la oportunidad, el privilegio y derecho a vivir eternamente.

Por lo tanto, todos comprendemos que necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, esa es la única esperanza que tenemos para vivir eternamente. No hay otra forma en que el ser humano pueda obtener la Vida eterna, solamente a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por esa causa dice en San Juan, capítulo 3, verso 14 en adelante, dice:

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.”

¿Ven? Él sabía que iba a ser levantado, eso era en la Cruz del Calvario.

Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El que quiere vivir eternamente necesita a Cristo como su único y suficiente Salvador, Él es la única esperanza de salvación y Vida eterna para el ser humano. El que no le interesa vivir eternamente sino que se conforma con vivir una temporada, unos años en estos cuerpos mortales y luego no quiere vivir eternamente, pues no necesita recibir a Cristo como su Salvador. El que no cree en Cristo ya ha sido condenado, por lo tanto, ya está sentenciado a morir, a ser echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte. Sigue diciendo:

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

¿Ven? Es un asunto de creer en Cristo para obtener la Vida eterna, y es un asunto de no creer en Cristo para ser condenado y echado en el lago de fuego y dejar de existir. Pero nadie desea dejar de existir, todos queremos continuar existiendo, y existiendo cada día en una condición mejor.

Y Cristo, para aquellos creyentes en Él, les dará un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, para vivir en un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado que tiene nuestro amado Señor Jesucristo, el cual es un cuerpo joven que representa de 18 a 21 años de edad, un cuerpo que permanecerá en la flor de la juventud.

Esa es la clase de cuerpo que tiene el Cristo resucitado, el que murió y al tercer día resucitó, y resucitó para nunca más morir, porque en el cuerpo nuevo, en el cuerpo glorificado que Cristo tiene y el que Él nos dará, que será igual al que Él tiene, nunca la persona muere, es un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, glorificado y joven para toda la eternidad.

Vean, aquí nos dice San Pablo en Filipenses, capítulo 3 de la siguiente manera, hablándonos de esa bendición tan grande que Cristo tiene para todos los creyentes en Él. Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”

Él va a transformar nuestros cuerpos si permanecemos vivos hasta el momento en que Él venga por segunda vez. Si muere nuestro cuerpo físico, como ha muerto el cuerpo físico de los creyentes en Cristo de edades pasadas, Él nos resucitará en cuerpos glorificados y eternos, pero si permanecemos vivos hasta ese momento, nos transformará y entonces tendremos el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven para toda la eternidad. Y cuando tengamos el nuevo cuerpo diremos: “Este era el cuerpo que yo deseaba tener, y Cristo me lo ha dado, ¿por qué? Porque lo he recibido como mi único y suficiente Salvador.”

El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Con ese poder que Él tiene, Él va a transformar nuestros cuerpos si permanecemos vivos, o si alguno de nosotros muere físicamente lo resucitará en un cuerpo glorificado. También nos dice el Apóstol Pablo sobre esto mismo, en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 14 en adelante, dice:

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”

¿Ven? La única forma para estar siempre con el Señor Jesucristo viviendo por toda la eternidad, es creyendo en Él y recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador. Vean también aquí en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante, dice San Pablo:

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

Así como hemos traído la imagen de Adán (del terrenal), traeremos también la imagen del celestial (de Jesucristo), traeremos la imagen del Segundo Adán, porque entonces seremos a imagen y semejanza de Jesucristo, con cuerpos angelicales eternos y cuerpos físicos glorificados y jóvenes para toda la eternidad.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados.”

Aquí tenemos la promesa de una transformación para los que vivimos, y una resurrección para los muertos en Cristo. Vamos a verlo más claro, dice:

En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles.”

¿Ven? Los muertos van a ser resucitados en cuerpos incorruptibles, en cuerpos eternos, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Cuando Cristo resucitó, luego Él podía entrar a donde estaban los discípulos reunidos con las puertas cerradas, y Jesús entraba, porque en el cuerpo eterno, en el cuerpo glorificado no hay limitaciones.

También encontramos que cuando Cristo resucitó no lo conocían, ¿por qué? Porque en el cuerpo en que los muertos en Cristo van a resucitar, es un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven para toda la eternidad.

Cuando Jesús murió tenía en Su cuerpo físico unos treinta y tres años, pero cuando resucitó, resucitó glorificado y por consiguiente Su apariencia era como de un joven de 18 a 21 años de edad. Ni aún Sus propios discípulos conocían a Jesucristo en el cuerpo glorificado, aun los mismos discípulos de Jesucristo que habían estado con Él tres años y medio en Su ministerio terrenal, cuando le vieron resucitado no lo conocían.

Y cuando usted, que tiene familiares que han muerto y que eran creyentes en Cristo y que tenían 40, 50, 60, 70, 80 años ó 90 años ó más, sus padres o sus abuelos o sus hermanos, cuando resuciten, resucitarán en cuerpos glorificados. Y usted no va a esperar ver a un ancianito o una ancianita que le diga: “Yo soy tu abuelito o tu abuelita, o yo soy tu mamá o tu papá, o yo soy tu hermano o tu hermana,” sino que usted está esperando que aparezca un joven o una jovencita y le diga: “Yo era tu abuelo o tu abuela cuando estaba aquí en la Tierra en el cuerpo de carne mortal, pero ahora he resucitado en un cuerpo glorificado y eterno y joven, y ahora estoy de regreso a la Tierra. Así que, nieto o nieta, aquí estoy de regreso como te decía que iba a resucitar porque Cristo lo había prometido.”

Por lo tanto, así es como ellos van a regresar: en cuerpos glorificados, eternos, inmortales y jóvenes para toda la eternidad, en cuerpos glorificados como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, no debe pasar lo mismo que pasó a los discípulos del Señor Jesucristo, que cuando lo vieron resucitado no lo conocían, no lo reconocían que era Jesucristo que había resucitado glorificado.

Cristo, el Cristo glorificado está tan joven como cuando subió al Cielo, como cuando se fue al Cielo y se sentó a la diestra de Dios en el Trono de Dios. Él, desde que subió al Cielo, desde que ascendió al Cielo, ha estado como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, haciendo Intercesión con Su propia Sangre por cada persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y mientras se ha estado predicando el Evangelio de Cristo en todas las naciones desde el Día de Pentecostés, Cristo ha estado haciendo Intercesión por las personas que lo han recibido como su único y suficiente Salvador, y los ha perdonado y con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado, y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en ellos el nuevo nacimiento, y así han nacido a una nueva vida: a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, que es el único Reino con Vida eterna.

Los reinos terrenales no tienen Vida eterna, y por consiguiente sus habitantes humanamente no tienen Vida eterna. Pero el Reino de Cristo es el único Reino que tiene Vida eterna, y los que pertenecen a ese Reino tienen Vida eterna en su alma y en su espíritu, su cuerpo angelical que Cristo les ha dado, y Cristo les dará Vida eterna física en el cuerpo nuevo y eterno que Él dará a todos los creyentes en Él. Y ese cuerpo yo lo estoy esperando, quiero pronto recibirlo porque este que tengo es temporal, este que tengo se pone viejo, y si pasan muchísimos años se pone tan viejo que después tiene que morir.

Pero yo estoy esperando un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible que Cristo ha prometido. ¿Y quién más está esperando ese cuerpo nuevo? Cada uno de ustedes también, porque la promesa no es solamente para mí, es para cada uno de ustedes también, es para toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, y nace la fe de Cristo en su alma y recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador; y arrepentido de sus pecados pide perdón a Cristo, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en usted el nuevo nacimiento, nace a una nueva vida: a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así usted ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Yo he asegurado mi futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que todavía no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, puede hacerlo en esta noche, puede pasar al frente y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y usted nazca a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Pueden venir al frente y yo estaré orando por usted en esta noche, para que Cristo le reciba en Su Reino y así usted asegure su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Los niños de diez años en adelante también pueden pasar para que Cristo también les reciba en Su Reino, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Cristo dijo: “Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Pueden continuar pasando, Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Asunción, Paraguay, y también en todas las comunidades cercanas a la capital y también en todas ciudades del Paraguay.

En toda la República del Paraguay Dios tiene mucho pueblo, y el Reino de Cristo se está llenando de paraguayos, y eso es una bendición grande para el Paraguay: que se llene el Reino de Cristo de paraguayos para que tengan la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]

Nadie quiere ser condenado sino que toda persona quiere ser salva y quiere vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno, y para eso es que recibimos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro Salvador, es Vida eterna lo que Él nos da cuando lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador.

¿Qué otra persona le puede dar Vida eterna a usted? No hay ninguna otra persona, solamente hay uno, y Su Nombres es SEÑOR JESUCRISTO. Por eso es que venimos a los pies de Jesucristo para que Él nos dé la salvación y Vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [San Juan 3:16]

Es Vida eterna lo que recibe el que cree en Jesucristo como su único y suficiente Salvador, y el que creyere y fuere bautizado, será salvo, recibirá la salvación y Vida eterna. También dice San Lucas, capítulo 19, verso 10:

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Él vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, para eso Él vino y murió en la Cruz del Calvario para darnos la salvación y Vida eterna. Esa fue la misión que el Padre le dio para cumplir en este planeta Tierra. Él dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo de Mí mismo para volverla a tomar, este mandamiento recibí de mi Padre.” ¿Ven? Y Él vino ya con un mandamiento, con una comisión divina para poner Su vida en expiación por nuestros pecados, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para así darnos la Vida eterna gratuitamente.

Todavía estamos esperando unos segundos en lo que pasan las personas que vienen de camino, porque Dios tiene mucho pueblo en este lugar, en esta ciudad y en esta actividad.

Ustedes están aquí en esta actividad porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y Dios les ha traído para estar en esta actividad, para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y Cristo dar a vuestra alma la fe para creer en Él, para que así usted le reciba como su único y suficiente Salvador, para Él así perdonar vuestros pecados y con Su Sangre limpiarles de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así les dé la Vida eterna y así entren al Reino eterno de Jesucristo.

Él dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Eso es lo primero que hay que buscar cuando vivimos en este planeta Tierra, para entrar al Reino de Dios naciendo del Agua y del Espíritu, naciendo de la predicación del Evangelio de Cristo y del bautismo del Espíritu Santo.

Por lo tanto, todos queremos entrar al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno; y Cristo va a establecer Su Reino físico aquí en la Tierra y yo voy a estar allí. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Para eso es que Él vino y murió en la Cruz del Calvario: para que nosotros todos estemos con Él en Su Reino eterno.

Todavía vienen más personas de camino que quieren también vivir eternamente, quieren entrar al Reino de Dios, quieren asegurar su futuro eterno con el único que nos puede asegurar nuestro futuro eterno. Y esa persona que nos puede asegurar el futuro eterno se llama SEÑOR JESUCRISTO, es nuestro amado Señor Jesucristo.

Todavía si falta alguna persona por pasar puede pasar, para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que han pasado.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han pasado. Si todavía falta alguna puede pasar inmediatamente para que quede incluida en esta oración.

Algunas veces cuando escuchamos la predicación del Evangelio de Cristo creemos porque nace la fe en nuestra alma, pero algo nos aguanta; pero la persona lo que tiene que decir es: “Yo he escuchado y he creído, y yo me levanto, paso al frente y recibo a Cristo como ni único y suficiente Salvador, y doy así testimonio público de mi fe en Cristo, porque yo quiero vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.” Pues nadie quiere ser condenado y echado al lago de fuego, todos queremos ser seres que viviremos con Cristo en Su Reino eterno.

Si hay una Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno en donde seremos Reyes y Sacerdotes, ¿cómo la vamos a despreciar? No podemos despreciar una bendición tan grande. Por lo tanto, de todo corazón recibimos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Si falta alguna otra persona puede pasar y vamos ya a orar por todos los que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros, y vamos a cerrar nuestros ojos, vamos a levantar nuestras manos al Cielo y vamos a repetir esta oración que haré por cada uno de los que han pasado al frente. Repitan conmigo esta oración:

Dios Eterno, Creador de los Cielos y de la Tierra, vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo y doy testimonio público de mi fe en Cristo, y recibo a Cristo como mi único y suficiente Salvador, creyendo de todo corazón que el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario es el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.

Señor Jesucristo, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados. Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado. En Tus manos encomiendo mi alma, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Bautízame con Espíritu Santo y Fuego, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer a la Vida eterna en Tu Reino eterno.

En Tus manos encomiendo mi alma Señor Jesucristo, salva mi alma Te lo ruego. En Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y ha nacido la fe de Cristo en vuestras almas y han creído de todo corazón en Él y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, pues Él dijo:

El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Ustedes me dirán: “Todavía me falta una cosa, ya he creído y lo he recibido como mi Salvador, me falta ser bautizado en agua en Su Nombre.”

En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando el ministro lo va a bautizar, ya usted ha recibido a Cristo como su Salvador y usted ha muerto al mundo, y luego cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales está ahí significando, representando la sepultura, está siendo sepultado como Cristo fue sepultado.

Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales está tipificando, representando la resurrección; así como Cristo resucitó usted está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y ahí le dará Cristo la entrada a Su Reino y la Vida eterna, el Espíritu de Vida eterna, que es el Espíritu Santo, y así usted quedará sellado con el Sello del Dios Vivo: el Espíritu Santo, y su vida quedará sellada en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y así quedará usted asegurado en la Vida eterna.

Por lo tanto, usted me dirá o me preguntará: “¿Cuándo me pueden bautizar en el Nombre del Señor Jesucristo en agua?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche, para así cumplir el mandato de Cristo, y Cristo también bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego, y producir en ustedes el nuevo nacimiento, y así quedar sellados con el Sello del Dios Vivo para el Día de la Redención, para el Día en que Cristo resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y nos transformará a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento.

Cristo va a darnos el nuevo cuerpo muy pronto, Cristo va a dar el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno, a todos aquellos que lo han recibido como su único y suficiente Salvador, arrepentidos de sus pecados, y han sido bautizados en agua en Su Nombre y han recibido el Espíritu Santo, para esas personas es el cuerpo eterno y glorificado que Cristo ha prometido para todos aquellos que han creído en Él.

Por lo tanto, Él me dará a mí un cuerpo nuevo, eterno y glorificado. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. por lo tanto bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche.

Y que el Señor Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo traiga a sus familiares a Sus pies y les dé la salvación y Vida eterna también, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y que continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, vamos a pedirle al Reverendo Porfirio Tillería pase aquí y nos diga si: ¿Hay agua para ser bautizadas las personas? Aquí hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas también? Hay vestidores, lugar donde cambiarse de ropas. ¿Hay personas que pueden cuidar la ropa de las personas que van a ser bautizadas? También.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego se pondrán de nuevo las ropas de ustedes que estarán secas, y regresarán a sus hogares gozosos y agradecidos a Jesucristo por la salvación de vuestra alma, sabiendo que han asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nosotros el Reverendo Porfirio Tillería para indicarles hacia dónde caminar y para cambiarse así de ropas, colocarse las ropas bautismales.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

LAS APARICIONES DEL CRISTO RESUCITADO.”