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Palpando las promesas de Dios 2004-10-21 2 Osasco São Paulo BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Para el comendador Monteiro un saludo de mi parte, y para las personas que le acompañan también.

Para esta ocasión leemos en Primera de Juan, capítulo 1, verso 1 al 2, y nos dice de la siguiente manera:

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó).”

La Vida eterna se les manifestó, y ellos palparon el Verbo de la Vida, lo podían tocar, y así por el estilo.

Nuestro tema es: “PALPANDO LAS PROMESAS DE DIOS.”

Y que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

El Verbo que era con Dios, del cual nos habla el mismo San Juan, este gran Apóstol de Jesucristo, en el Evangelio según San Juan nos dice acerca de Jesucristo en el capítulo 1, verso 1 en adelante:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.”

El Verbo era con Dios y era Dios, ese es el misterio de Dios el Padre y de Cristo, del cual habla San Pablo en Colosenses, capítulo 2, verso 2 al 3; y vamos a leerlo porque en este tema de esta noche, tenemos que profundizar un poco acerca del misterio de Dios. Colosenses, capítulo 2, verso 2 al 3, dice:

...para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,

en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”

Por lo tanto, necesitamos conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo, porque en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.

¿Y cómo se puede entender este misterio?

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”

Y sigue siendo la Luz de los hombres. En el Verbo estaba la Vida, y la Vida era la Luz de los hombres. Ahora, vamos a ver más adelante en este mismo capítulo 1 de San Juan más detalles acerca del Verbo, porque dice:

Todas las cosas por él fueron hechas.”

La Creación del Universo, la Creación del mundo visible y la Creación del mundo invisible fueron hechas por el Verbo que era con Dios y era Dios.

En Él estaba la vida.”

Por lo tanto, todo lo que ha venido a vida, ha venido del Verbo, y el Verbo era la Luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.”

Y ahora, Juan el Bautista viene dando testimonio de la Luz, y cuando da testimonio de la Luz, dice: “Después de mí viene un hombre, un varón, del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado.” Y cuando lo ve, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, éste es el hombre, el varón del cual yo dije que vendría después de mí.”

Y ahora, cuando está dando testimonio de la Luz, está dando testimonio de un hombre, del Verbo. Pero el Verbo, vean lo que sucedió: verso 14 de este mismo capítulo 1 de San Juan:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

El Verbo que era con Dios y el Verbo que es la Luz que alumbra a todo hombre, el Verbo que creó todas las cosas, ahora se hizo hombre y habitó en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, podían palpar la promesa de la Venida de la Luz al mundo, la promesa estaba aquí.

No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era la Luz), sino para que diese testimonio de la luz.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”

El mundo fue hecho por el Verbo, que es la Luz del mundo, pero el mundo no le conoció; pero Juan vino dando testimonio del Verbo, de la Luz del mundo que vendría a este mundo. ¿Cómo vendría? Vendría en forma palpable, en forma que todos podrían tocarlo y decir: “Estoy tocando al Verbo que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas y se hizo carne, se hizo hombre, y ahora está viviendo entre nosotros.”

La Vida eterna estaba allí entre ellos, por eso Cristo decía: “Yo Soy la Luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la vida (la Luz de la Vida eterna).” También Él podía hablar e identificarse en la siguiente manera:

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6).

Y en San Juan, capítulo 8, verso 12, es que nos dice que Él es la Luz del mundo. Por lo tanto, Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra. Él dijo en el capítulo 8 de San Juan, verso 56 al 58: “Abraham vuestro padre, deseó ver mi día; y lo vio, y se gozó.” Le dicen: “Aún no tienes cincuenta años.” Porque Jesucristo en esos días tenía treinta y tres años en cuanto a la carne, en cuanto a Su cuerpo de carne: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham? O sea, eso que estás diciendo no es posible, porque no tienes ni cincuenta años y Abraham existió cientos de años atrás.” Y Cristo les dice: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”

¿Y cómo es Jesucristo antes de Abraham? Él siendo el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, veamos cómo era Cristo antes de Abraham, y veamos que Cristo existía antes de Abraham. En Hebreos, capítulo 1 nos dice San Pablo, verso 1 al 3:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Y ahora, San Pablo coloca a Jesucristo, no solamente antes que Abraham, lo coloca antes de la Creación, dice: “Por quien asimismo hizo todas las cosas, hizo el Universo.” Y ahora, si hizo el Universo, pues era antes que el Universo, Jesucristo es desde antes de la Creación del Universo. Dios creó por medio de Jesucristo todas las cosas, por medio del Verbo que era con Dios y era Dios.

...el cual siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.”

La imagen de Dios es Jesucristo en Su cuerpo angelical, y la semejanza física de Dios (que puede ser palpada) es el cuerpo físico de Jesucristo que vivió en medio del pueblo hebreo, que murió en la Cruz del Calvario, que fue sepultado, que resucitó glorificado y luego todavía lo podían tocar, ellos creían que era un Espíritu, y estaban muy asustados, y también ellos pensaban que no era Jesucristo; y habían estado con Jesucristo por tres años y medio bajo Su ministerio terrenal y ahora no creen que es Jesucristo.

Jesucristo está glorificado, y un cuerpo glorificado representa de 18 a 21 años de edad, y ellos habían conocido a Jesucristo y lo habían palpado teniendo de 30 a 33 años de edad, pero ahora cuando les aparece resucitado, ya glorificado, no lo pueden creer, porque no pueden creer que aquel joven que representa de 18 a 21 años sea Jesucristo, el que ellos conocían, que murió a los 33 años; pero era Jesucristo glorificado.

Tenemos familiares creyentes en Cristo que han muerto físicamente, pero ellos no están muertos, ellos están vivos; lo que murió fue el cuerpo físico, pero el alma de ellos y el espíritu de ellos, que es un cuerpo angelical, está en el Paraíso donde están los Apóstoles y todos los creyentes en Cristo de otras edades.

Y cuando ellos resuciten, si algún familiar suyo tenía 50 años ó 60 ó 70 ó 80 ó 90 ó 100, eran personas mayores y algunos ancianos, pero cuando resuciten les va aparecer a ustedes un jovencito o una jovencita, y le va a decir: “¿Cómo estás fulano de tal? Yo soy fulano de tal, yo soy tu abuelo o tu abuela.” Y usted dirá: “No es posible, porque mi abuelo o mi abuela tenían como 90 años cuando murieron, y ahora un jovencito como tú o una jovencita que representa de 18 a 21 años, no puede haber sido mi abuela o mi abuelo.”

Pero él les dirá: “En el otro cuerpo mortal yo era un ancianito o una ancianita, pero ahora en el cuerpo nuevo que Cristo me ha dado glorificado, soy un jovencito o una jovencita para toda la eternidad.” Porque el nuevo cuerpo es para toda la eternidad, y permanecerá joven por toda la eternidad.

Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo, porque en el nuevo cuerpo, el cual es eterno y glorificado, la persona no se pone vieja, es un cuerpo inmortal, glorificado, ni la gripe le puede dar, ni la vejez tampoco. “Sorbida es la muerte en victoria.” [Primera de Corintios 15:54] ¿Ven? Es la promesa para los creyentes en Cristo.

Por lo tanto, en ese cuerpo seremos jóvenes para toda la eternidad y seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, estamos esperando ese nuevo cuerpo que Cristo nos ha prometido; porque si nos pasan 50 años más por encima estaremos ya bastante ancianos y algunos ya habrán partido, por lo tanto, lo esperamos lo más pronto posible, y será todo pronto cuando Cristo complete a Su Iglesia, cuando Cristo haya llamado y juntado hasta el último escogido de Dios, y entonces podremos palpar la promesa del cuerpo nuevo, tocándolo y mirándonos en el espejo, y viéndolo, viendo nuestro rostro y también viendo nuestras manos; ya para ver nuestras manos no necesitamos el espejo, necesitamos el espejo para vernos de aquí hacia arriba; algunos también podemos ver la nariz, pero las orejas no las podemos ver, ni la frente tampoco, a menos que sea a través de un espejo.

Pero vamos a palpar, vamos a palpar nuestras manos, nuestro cuerpo, nuestro rostro, vamos a palpar la promesa del cuerpo nuevo que Él ha prometido para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también, esa promesa es para todos los creyentes en Cristo.

Ahora, así como Jesucristo tiene un cuerpo eterno y nuevo, glorificado, también tendremos nosotros un cuerpo glorificado. Ellos podían palpar ese cuerpo cuando Cristo resucitó, vean ustedes, en ese cuerpo tendremos todo lo que nosotros vamos a necesitar para toda la eternidad.

En la actualidad, para ir de un lugar a otro necesitamos una bicicleta, un automóvil o un tren, o el metro o un avión; y si pensamos ir a la luna, necesitamos un cohete. Pero en el nuevo cuerpo no vamos a necesitar nada de eso, será un cuerpo interdimensional, y la muestra está en el cuerpo de Jesucristo, el cual entró a donde estaban los discípulos y ellos tenían las puertas cerradas, y entró, y ellos decían: “Este es un espíritu, ha entrado para estar con nosotros y nadie le abrió la puerta, pasó a través de la puerta, y después desaparecía, esto es un espíritu.” Y Jesucristo les decía: “El espíritu no tiene carne ni hueso como ustedes ven que yo tengo.”

Es que hay tres clases de cuerpos: cuerpo angelical (el que tienen los Ángeles), cuerpo de carne (el que tenemos nosotros), y el cuerpo glorificado (ese es el cuerpo más glorioso). Con ese cuerpo glorificado cuando Jesucristo tuvo que viajar de Jerusalén hasta Galilea, Él ordenó (y los Ángeles también) que fueran a Galilea y allá Cristo los vería.

¿Quién avanzó más? Jesucristo, ¿por qué? Porque en el cuerpo glorificado se puede transportar la persona de un lugar a otro sin necesidad de un medio de transportación físico, porque pasa de esta dimensión física a otra dimensión, y aparece en otro lugar.

La velocidad de transporte de ese cuerpo será más rápido que el pensamiento, y el pensamiento es más rápido que la velocidad de la luz. Para la luz llegar —digamos— a Júpiter, se necesita un lapso de tiempo, pero para usted llegar con su pensamiento a Júpiter es tan rápido, que la velocidad de la luz es muy lenta comparada con la velocidad del pensamiento suyo. Y la velocidad del pensamiento es tan rápido que le toma el mismo tiempo viajar en su pensamiento de donde usted está hasta donde yo estoy, que viajar de donde usted está a Júpiter o al planeta más lejano. O sea, que no hay tiempo para la velocidad del pensamiento, aunque algunos son muy lentos pensando, les toma más tiempo, pero en el nuevo cuerpo no hay ese problema. Así que no se preocupen, todos vamos a tener esa misma velocidad de pensamiento, y para transportarnos de un lugar a otro.

Jesucristo cuando tuvo que irse al Cielo, porque tenía que estar allá en el Cielo como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión con Su propia Sangre como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial ante la presencia de Dios en el Trono de Intercesión, que es el Trono de Dios, Jesucristo ascendió al Cielo y una nube lo cubrió, se lo llevó y está en el Cielo en la séptima dimensión.

Hay siete dimensiones, son las de luz, tiempo, materia, también tenemos, la cuarta dimensión que es la dimensión de las ondas, la cual la ciencia ha comenzado a descubrir; aunque lleva mucho tiempo trabajando con la cuarta dimensión, todavía está como un bebé gateando, todavía no conoce ni una billonésima parte de la cuarta dimensión. La cuarta dimensión es la dimensión de las ondas, a través de las cuales se transmiten los programas de radio, de televisión y también las comunicaciones.

También tenemos la quinta dimensión, esa dimensión es la dimensión a donde van las personas que mueren sin haber recibido a Cristo como su Salvador. ¿Y cuál es esa dimensión? Esa dimensión es llamada el infierno; y nadie quiere ir a esa dimensión; y el que no quiere ir a esa dimensión, la única forma para evitar ir a esa dimensión es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, y Él lo salva de ir a esa dimensión quinta en donde estarán allí todas las personas que no han recibido a Cristo como su Salvador.

Si ustedes quieren ver algún caso de los que han ido a esa dimensión, lean el caso del rico y el mendigo Lázaro, Cristo mostró al rico en el infierno y de allí no podía salir; y allí no se pudo llevar su dinero y ni tenía agua para saciar su sed, y pedía agua y no le era llevada. Pero Lázaro estaba en el Seno de Abraham, que era el Paraíso de ese tiempo.

También tenemos el caso mencionado por San Pedro: Primera de Pedro, capítulo 3, vamos a ver... San Pedro nos habla de Cristo yendo a un lugar terrible cuando murió, ya tenemos aquí a San Pedro, dice Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18 al 22:

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.”

Cristo murió en la carne, o sea, Su cuerpo físico fue lo que murió, pero Cristo siguió viviendo, vivificado en espíritu, y fue en Espíritu... El espíritu es un cuerpo angelical de otra dimensión, y Cristo fue en Espíritu (o sea, en Su cuerpo angelical) a un lugar.

...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.”

Cristo bajó al infierno en Su cuerpo angelical, porque por cuanto Él tomó nuestros pecados, y la paga del pecado es muerte; y toda persona que es un pecador, que no ha recibido a Cristo como Salvador y muere como pecador, tiene que ir a ese lugar: al infierno, por sus pecados. Y por cuanto Cristo tomó nuestros pecados, murió y tuvo que ir al infierno.

...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé.”

Todas aquellas personas que fueron desobedientes a Dios, que no creyeron en el Mensaje de Dios que predicó Noé, vino el diluvio y se los llevó a todos, los destruyó, murieron y fueron al infierno.

Cuando el ser humano muere físicamente continúa viviendo en otra dimensión, porque el ser humano es cuerpo, espíritu y alma, y lo más importante del ser humano es su alma porque eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente, pero tiene un cuerpo espiritual llamado espíritu de otra dimensión, y tiene un cuerpo físico de esta dimensión; cuando muere su cuerpo físico, perdió su habitación terrenal, ya no vive más aquí en la Tierra pero sigue viviendo en otra dimensión. Si no es un creyente en Cristo va al infierno a vivir, a la quinta dimensión. Si es un creyente en Cristo va a la sexta dimensión, que es el Paraíso.

La séptima dimensión es donde está Dios, en donde está el Trono de Dios en donde Dios habita, pero la sexta dimensión es el Paraíso donde van todos los creyentes en Cristo; pero cuando Cristo complete Su Iglesia resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y nos transformará a nosotros los que vivimos, y entonces nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero a la séptima dimensión, a la Casa de nuestro Padre Celestial, para estar en la Cena de las Bodas del Cordero, que es la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo.

Y son bienaventurados los convidados a la Cena de las Bodas del Cordero. Yo soy bienaventurado porque he sido invitado para estar en la Cena de las Bodas del Cordero. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, esa invitación es para todos ustedes también. Y cuando usted escuchó la predicación del Evangelio de Cristo, estaba escuchando la invitación para ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, vamos a estar en la Cena de las Bodas del Cordero.

Siempre el novio se paraba en la puerta y le daba la vestidura de boda, se la colocaba a cada uno de los invitados a las bodas de esa pareja. Y Jesucristo es el que nos da la vestidura de boda.

Recuerden la parábola del que estaba dentro de las bodas sin vestido de boda. ¿Ve? Porque no entró por la puerta. La puerta es Jesucristo, y Jesucristo le coloca la vestidura de boda, que es el Espíritu Santo, lo bautiza con Espíritu Santo, y así le da la vestidura de boda y le da el nuevo nacimiento, y le da un cuerpo angelical, una vestidura espiritual, un cuerpo angelical, como el cuerpo angelical que Jesucristo tiene.

Y cuando Él complete Su Iglesia, entonces nos dará una vestidura física, un cuerpo físico, glorificado y eterno, y entonces estaremos completamente vestidos para ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Así como yo tengo esta camisa, pero encima de la camisa tengo otra vestidura, esta chaqueta; así también tendremos esas dos vestiduras: el cuerpo angelical y el cuerpo físico glorificado, son dos cuerpos, pero lo que en realidad somos es alma viviente.

Por lo tanto, todo ser humano cuando termina sus días en esta Tierra, muere físicamente, pero su espíritu y su alma siguen viviendo, va a vivir a la dimensión que le corresponde: a la quinta dimensión, que es el infierno, si no era un creyente en Cristo. Si es un creyente en Cristo va al Paraíso, que es la sexta dimensión, a vivir donde están los Apóstoles y todos los creyentes en Cristo de tiempos pasados.

Ahora, Jesucristo cuando murió fue al infierno por causa que Él tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, y fue al infierno para que nosotros no tengamos que ir al infierno, Él sabía cómo salir del infierno también, Él le quitó las llaves al diablo, del infierno y de la muerte y pasó al Paraíso donde estaba Abraham, Isaac, Jacob, también estaba Juan el Bautista allí esperándolo, y luego resucitó y con Él resucitaron los santos del Antiguo Testamento.

Esta resurrección de los Santos del Antiguo Testamento fue registrada en San Mateo, capítulo 27, verso 51 en adelante dice:

Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”

Resucitaron en cuerpos físicos y aparecieron a muchas personas, como Jesucristo resucitó físicamente y apareció a Sus discípulos, y lo podían tocar, lo podían palpar. Por lo tanto, la promesa que Él había hecho: de que al tercer día resucitaría, era una promesa cumplida, una promesa palpable, una promesa que se podía ver cumplida y se podía tocar.

Ahora, continuemos en Primera de Pedro, capítulo 3, verso 20, continuaremos ahí, dice:

Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”

Solamente ocho personas se salvaron del juicio del diluvio, el resto murió, y todas aquellas personas que fueron desobedientes al mensaje de Noé, al morir perdieron sus cuerpos, pero continuaron viviendo en el cuerpo espiritual, que es un cuerpo de otra dimensión. Si no es un creyente entonces ese cuerpo espiritual es de la quinta dimensión, y por esa causa cuando muere la persona que no es un creyente en Cristo, va a la quinta dimensión, continúa viviendo pero en la quinta dimensión que es el infierno.

Ahora, la persona es alma, toda persona es alma viviente, pero vive en un cuerpo espiritual llamado el espíritu de la persona, y vive dentro de un cuerpo de carne en esta dimensión terrenal, por cuanto nuestro cuerpo físico es de esta dimensión, pues vivimos en esta dimensión. Para vivir en esta dimensión tenemos que tener un cuerpo de esta dimensión.

Ahora, podemos ver que después de la muerte la vida continúa, pero continúa para unos en la quinta dimensión, que es el infierno, y para otros en la sexta dimensión, que es el Paraíso.

¿Dónde usted quiere que continúe su vida después que termine esta vida terrenal? Si quiere que continúe en el Paraíso de Dios, entonces usted necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Pero si no le interesa su futuro eterno y no le interesa vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y no le interesa ir al Paraíso, pues no tiene que recibir a Cristo como Salvador, el que no cree ya es condenado, y por consiguiente al morir irá a la quinta dimensión, que es el infierno.

Pero nadie quiere ir al infierno, Cristo fue porque tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros, y fue y le predicó a esos espíritus encarcelados, a esas personas que ya no estaban en cuerpos de carne, sino que estaban en cuerpos espirituales.

Pero no les predicó salvación, porque ya el tiempo de la salvación para ellos había pasado y habían rechazado la Misericordia de Dios por última vez.

No rechace la Misericordia de Dios, porque el que rechaza la Misericordia de Dios, cuando terminen sus días en esta Tierra irá a vivir a la quinta dimensión, que es el infierno, donde fue el hombre rico del cual habló Cristo cuando habló del hombre rico y de Lázaro el mendigo.

Por lo tanto, todos queremos ir a la sexta dimensión, al Paraíso si nos toca terminar nuestra vida en esta Tierra, esta vida terrenal. Si se nos acaba la vida terrenal por la edad avanzada o por alguna enfermedad o por algún accidente, queremos despertar en el Paraíso donde están los Apóstoles y todos los santos de Dios. Y ya sabemos el secreto de cómo asegurar nuestro futuro eterno en el Reino eterno de Jesucristo. Dice San Juan, capítulo 3, verso 16.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¿Ven? No hay otra forma de recibir la Vida eterna, solamente creyendo en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Por lo tanto todos necesitamos a Jesucristo, y Cristo cumplirá lo que Él ha prometido para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes. Podremos palpar la promesa del cuerpo nuevo cuando Él nos dé el cuerpo nuevo. Los discípulos pudieron palpar el cuerpo glorificado de Cristo, y Él les dijo: “Vengan, toquen.” Y ellos tocaron, ellos podían verlo, ellos podían tocarlo. San Juan en su Primera Carta dice que era el Verbo, Jesucristo, el cual ellos pudieron tocar, palpar, dice:

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.”

El Verbo de Vida es Jesucristo, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Ahora, ¿qué es el Verbo? El Verbo es la Palabra, el Verbo, la Palabra. Pero ahora, ¿cómo podía ser posible que Dios por medio del Verbo creara todas las cosas? Sencillo. Vean, quién es el Verbo. En el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante vamos a ver porqué Cristo podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.”

Ahora, aquí Dios Jehová envía Su Ángel para guardar al pueblo hebreo, el Ángel de Jehová fue el que le apareció a Moisés y lo envió para la liberación del pueblo hebreo allá en Egipto, y el Ángel de Jehová acompañó a Moisés.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde está el Nombre de Dios? En el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”

Y ahora, el Ángel de Jehová es Jesucristo en Su cuerpo angelical, Dios estaba en Su Ángel. El Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Jesucristo. Por eso Cristo podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”

Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, que es el Verbo, creó todas las cosas. Por eso cuando Cristo estuvo en la Tierra era el Verbo hecho carne y podía ser tocado, palpado, podía ser visto, podían hablar con Él, podían experimentar el cumplimiento de las profecías mesiánicas. En Isaías, capítulo 7, verso 14, dice hablando acerca del Mesías, veamos lo que dice Dios por medio del Profeta Isaías:

Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”

Emanuel significa: “Dios con nosotros.” San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16:

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:

Dios fue manifestado en carne.”

Vean, Emanuel: “Dios con nosotros,” el Dios de Israel Creador de los Cielos y de la Tierra que estaba en Su Ángel, el Ángel de Jehová, y a través del Ángel de Jehová le apareció a Moisés en el capítulo 3 del Éxodo y le dice: “Yo Soy el Dios de tu padre.” O sea, el Dios de Amram (que es el padre de Moisés), y le sigue diciendo: “Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.”

Y ahora, el Ángel de Jehová le está diciendo a Moisés que Él es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¿Cómo puede ser eso posible? Es que el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, y el cuerpo angelical de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso Dios estaba hablando a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová, era Dios el que estaba hablando.

En todos los lugares donde se dice que el Ángel de Jehová le apareció a alguna persona y le habló, el que habló fue Dios a través del Ángel, a través de Su cuerpo angelical. Y luego cuando se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, continuó hablando Dios a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová usando el velo de carne llamado Jesús.

Por eso Jesús decía: “Yo no hablo nada de Mí mismo.” Por eso también decía: “Las palabras que me diste, Yo les he dado y ellos la recibieron.” Y también Él decía: “Las obras que Yo hago no las hago de Mí mismo, el Padre que mora en mí, Él hace las obras.” No era Jesús, el Velo de carne el que hacía las obras y el que hablaba era Dios hablando a través de un hombre llamado Jesús.

Así como usted cuando habla, no es el velo de carne el que habla, el que habla es usted que es alma viviente, pero usa el velo de carne para hablar.

Es como cuando una persona toca un instrumento, usted escucha el sonido que da el instrumento, pero el que está tocando es el músico. Si usted le da ese instrumento a una persona que no sabe de música, lo que hace es mover los dedos en la guitarra o en el órgano o en el piano, y no dice nada, no le sale ninguna música, solamente sale el sonido, sonido incierto. Usted no puede decir: “Esa es tal pieza musical.” ¿Ven? Porque el instrumento de por si no dice nada, usted coloca el instrumento en un lugar y le dice: “Tócame tal música.” Y no puede tocarla, de por si. Pero le dice al músico: “Tócame tal música con ese instrumento.” Y el músico la toca y usted escucha lo que el músico está tocando, pero está usando un instrumento, porque el músico de sí mismo no tiene esos sonidos.

Ahora, vean ustedes, Dios por medio de Jesucristo llevó a cabo todo el Programa Divino que había sido profetizado para aquel tiempo: sanó a los enfermos, abrió lo ojos a los ciegos, levantó los muertos, y así por el estilo, y predicó el Evangelio. Pero fue Dios a través de Jesucristo:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”

¿Ven? Los Profetas de sí mismos no dijeron nada, fue Dios por medio de Su Espíritu Santo, por medio de Cristo el Ángel del Pacto hablando a través de los Profetas. Y luego dice:

...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Vean, el Universo fue hecho por Jesucristo, pero no por el velo de carne, sino por Dios a través del cuerpo angelical de Jesucristo, que es el Verbo que era con Dios, el Verbo que era con Dios es el cuerpo angelical de Dios, es Jesucristo en Su cuerpo angelical.

Ahora, podemos ver que Jesucristo es la persona más importante no solamente de la Tierra sino del Universo entero, de toda la Creación, Él es el más importante de los Cielos y de la Tierra, tan grande que Dios dice por medio de San Pablo en Colosenses que por medio de Él fueron creadas todas las cosas. Todas las cosas fueron creadas por medio de Jesucristo, o sea, Dios a través de Jesucristo. Colosenses, capítulo 1, verso 15 en adelante dice:

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación (la imagen es el cuerpo angelical), porque en él fueron creadas todas las cosas.”

En Cristo fueron creadas todas las cosas. ¿Y cómo se puede entender eso? Usted ve un árbol de mango o ve una planta de trigo con muchos granos de trigo, y usted se pregunta: “¿Y cómo fue creado esto?” Un grano de trigo tenía en sí una planta de trigo con muchos granos de trigo, y no solamente eso, tenía miles y millones de plantas de trigo, con billones de granos de trigo, todo eso estaba en un grano de trigo. Por eso usted siembra un grano de trigo que tenga vida, nace en la forma de una planta de trigo y nacen muchos granos de trigo, luego toma esos granos de trigo, los siembra de nuevo y ya no nace una planta de trigo, nacen muchas plantas de trigo y nacen muchos granos de trigo.

Y luego toma todos esos granos de trigo, los siembra de nuevo y nacen más plantas de trigo y más granos de trigo, y así siguen multiplicándose. Y todo eso estaba en un granito de trigo tan pequeño que cualquier persona lo miraba y no le daba importancia, era algo insignificante.

Jesucristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” ¿De qué está hablando Cristo ahí en San Juan, capítulo 12, verso 24? Está hablando de Sí mismo como el Grano de Trigo.

Y Cristo al morir dio lugar a que luego naciera la planta de trigo que es la Iglesia del Señor Jesucristo, donde Cristo se reproduciría en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios. Por eso todo el Programa Divino para la reproducción de Cristo en muchos hijos e hijas de Dios, todo ese Programa está en la Iglesia del Señor Jesucristo como todo el programa para la reproducción de un grano de trigo, es colocado ¿dónde? En una planta de trigo.

El grano de trigo es sembrado, nace y la vida que está en ese grano de trigo pasa a la planta de trigo, y la vida de ese grano de trigo en la planta de trigo va a producir muchos granos de trigo.

Y la vida de Cristo, el grano de trigo, que es el Espíritu Santo, la vida de Cristo en Su Iglesia, que es la planta de trigo, está produciendo muchos granos de trigo, muchos hijos e hijas de Dios desde el Día de Pentecostés hacia acá.

Y en este tiempo, Cristo por medio de Su Espíritu Santo está reproduciéndose en muchos granos de trigo en Su Iglesia en este tiempo final.

¿Y dónde están esos granos de trigo? Aquí estamos presentes en esta ocasión, dándole gracias a Cristo por ser trigo de la siembra y del campo del Señor Jesucristo. Por eso Cristo nos habló también en la parábola de la planta de trigo, y dijo que el trigo son los hijos del Reino.

Ahora, podemos ver estos misterios colocados en parábolas, en cosas comunes entre los seres humanos, pero son cosas grandes las que están colocadas en forma de parábolas.

Ahora, toda persona que está escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, responderá a la Voz de Cristo. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y al extraño no seguirán (seguirán a Cristo).”

Por lo tanto, esa es una promesa que se convierte en una realidad en toda persona que escucha la Voz de Cristo, la predicación del Evangelio de Cristo, y nace la fe de Cristo en Su alma y descubre que está creyendo en Cristo. Y entonces da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.

En esta noche hemos pasado por esa experiencia muchas personas, yo he pasado por esa experiencia. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, y hemos experimentado en nuestra propia vida lo que es el llamado de Cristo, y lo que es responder a la Voz de Cristo y reconocerlo como nuestro único y suficiente Salvador, y así hemos palpado en nuestra vida la realidad del llamado de Cristo y de la confesión pública de nuestra fe en Cristo.

También toda promesa que Él ha hecho se convertirá en una realidad en mí y en cada uno de ustedes. Todas las promesas que Cristo ha hecho para este tiempo para Su Iglesia, las convertirá en una realidad.

Para este tiempo tenemos grandes promesas, las cuales al verlas las podremos tocar al ser cumplidas en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; pero primero nosotros tenemos que tener conocimiento de cuáles son las promesas que Dios ha hecho para este tiempo final para ser cumplidas en la Iglesia del Señor Jesucristo y después en medio del pueblo hebreo.

Porque la persona que no sabe qué es lo que Dios ha prometido para el tiempo en que está viviendo, Dios cumple lo que Él ha prometido y les pasan por encima el cumplimiento de esas promesas a las personas, y la persona no saben ni lo que Dios ha hecho en el tiempo que le ha tocado vivir. No conocen, porque no conocieron como le pasó al mundo antediluviano: por cuanto no conocieron vino el diluvio y se los llevó a todos.

Tenemos que conocer cuáles son las promesas de Dios para nuestro tiempo, para ver el cumplimiento de ellas a medida que van siendo cumplidas y decir: “Gloria a Dios, Cristo está cumpliendo lo que Él ha prometido para Su Iglesia y para mí.” Y luego poder tocarlas, porque Cristo al convertirlas en una realidad, las podremos ver y las podremos tocar.

Podremos tocar el lugar donde están siendo cumplidas, y eso será palpando las promesas de Dios. Las promesas de Dios son palpadas cuando son cumplidas en medio del pueblo de Dios.

Por lo tanto, todos necesitamos conocer primero cuáles son las promesas de Dios para nuestro tiempo, para ser cumplidas en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo y luego las que corresponden al pueblo hebreo, para disfrutar el cumplimiento de ellas y poder palparlas con nuestras propias manos.

Porque cuando se convierten en una realidad, cuando se materializan, es que podemos ver y podemos tocar aquello en quien está materializado esa promesa. Por ejemplo, San Pedro y los demás Apóstoles podían decir: “Yo estoy palpando, tocando y viendo la promesa de Isaías, capítulo 7, verso 14.

La virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”

Por lo tanto Emanuel que significa: “Dios con nosotros,” lo podía tocar San Pedro tocando a Cristo, a Jesús el cuerpo de carne, podía estar tocando la promesa del Hijo de la virgen que nacería en Belén de Judea, y sería Emanuel, Dios con nosotros, Dios velado en un cuerpo de carne, Dios dentro de un cuerpo de carne llamado Jesús. Eso es el Verbo hecho carne en medio del pueblo hebreo.

Y toda promesa divina cuando se cumple, cuando se hace realidad, cuando se hace carne en la persona escogida por Dios, la podemos palpar, la podemos tocar, podemos tocar el velo de carne donde Dios cumple esa promesa.

Pedro podía decir: “Yo estoy palpando a Isaías, capítulo 7, verso 14, palpando el velo de carne donde está cumplida esa promesa.”

Los rabinos, el sumo sacerdote y los miembros del concilio del sanedrín podían decir: “Yo estoy leyendo Isaías, capítulo 7, verso 14, y lo puedo palpar.” Lo que podían palpar era la letra pero no podían palpar el cumplimento de esa promesa, hasta que reconocieran a Jesucristo como el Mesías, como Isaías, capítulo 9, y capítulo 8, y capítulo 7: el Verbo, Emanuel con nosotros, Dios con nosotros visitando la raza humana en un cuerpo de carne llamado Jesús, y allí estaba la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Eso es la plenitud de la Divinidad.

Y por esa causa en el velo de carne estaba el Nombre de Dios, el Nombre de Dios para salvación, y por consiguiente el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo, porque en Jesucristo moró la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y por consiguiente ese es el único Nombre de salvación para el ser humano.

Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos.” Dice Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12.

Y si no hay otro Nombre bajo el Cielo en que podamos ser salvos, entonces todos necesitamos a Jesucristo para que salve nuestra alma para poder ir al Paraíso si termina nuestra vida terrenal. Y si continúa nuestra vida terrenal hasta que Cristo resucite los muertos en Cristo, ¿qué será de nosotros? Si somos creyentes en Cristo seremos transformados y entonces obtendremos la inmortalidad, obtendremos un cuerpo glorificado y eterno, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces seremos a Su imagen y a Su semejanza, y seremos inmortales y jóvenes, ¿para cuánto tiempo? Para toda la eternidad. Y entonces palparemos la promesa del cuerpo eterno y glorificado que Él ha hecho para mí, ¿y para quién más? para cada uno de ustedes también.

Todos queremos que Cristo cumpla esa promesa para nosotros: todos queremos la Vida eterna, la inmortalidad. Y la Vida eterna está en Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, el que tiene a Jesucristo el Hijo de Dios tiene la Vida eterna, ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su cuerpo eterno, o sea, ha asegurado su futuro eterno en Su Iglesia que es Su Cuerpo Místico de creyentes, que es un Cuerpo Místico de creyentes para vivir eternamente.

Por lo tanto, en ese Reino, en ese Cuerpo Místico de creyentes está asegurado nuestro futuro, está asegurado nuestro futuro con Jesucristo en Su Reino eterno, para vivir en un cuerpo eterno y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Y entonces hasta nos podremos visitar más a menudo. En la actualidad algunas veces las distancias no nos permiten estar visitándonos el uno al otro, pero cuando tengamos el nuevo cuerpo nos podremos visitar más a menudo, y viviremos con Cristo como Reyes y Sacerdotes; sea, eso que dicen de la high class, de la clase alta, pues de la clase alta, la clase más alta será Cristo y Su Iglesia, Cristo y Sus redimidos. Cristo el Rey de reyes y Señor de señores con todos los escogidos de Dios como Reyes y Sacerdotes y Jueces en Su Reino Milenial y luego por toda la eternidad.

A muchas personas les gustaría pertenecer a esa clase bien alta de reyes y cosas así. Pero no se preocupen, tenemos un Padre que es el Rey de reyes y Señor de señores, y somos hijos de Él, por lo tanto, somos Príncipes y Princesas de ese Reino Celestial. O sea, que no somos cualquier persona, somos descendientes del Rey de los Cielos y de la Tierra, somos hijos de Dios, hijos, esos descendientes, descendientes de Dios, somos la Familia de Dios y por eso Él está llamando Su Familia para una gran Fiesta que va a tener en el Cielo, la Cena de las Bodas del Cordero.

Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, si todavía no has recibido a Cristo como tu Salvador, lo puedes hacer en esta noche para que Cristo te reciba en Su Reino y te de la salvación y Vida eterna, y así aseguras tu lugar en el Reino de Cristo y en la Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Todos queremos vivir con Cristo en Su Reino eterno, pues ese es el único Reino eterno.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, lo puede hacer en esta noche, los que ya lo hemos recibido ya tenemos Vida eterna, ya estamos sellados en el Reino de Cristo con el Sello del Dios Vivo, que es el Espíritu Santo, ya tenemos Vida eterna.

Por lo tanto, viviremos eternamente con Cristo en Su Reino. Cuando este cuerpo físico desaparezca, Cristo nos tiene un nuevo cuerpo, inmortal, incorruptible y glorificado, para vivir en ese cuerpo joven para toda la eternidad.

Yo tendré ese nuevo cuerpo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Por lo tanto, estaremos palpando esa promesa divina cuando Él nos dé el nuevo cuerpo; pero hay promesas divinas que están siendo cumplidas en nuestro tiempo y también las estamos palpando.

Cristo dijo: “Y enviará a Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos.” La Gran Voz de Trompeta, la predicación del Evangelio de Cristo, del Evangelio del Reino llamando y juntando a todos los escogidos en este tiempo final, llamará y juntará los escogidos de entre los gentiles, en Su Iglesia, y luego llamará y juntará a los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos; eso se convertirá en una realidad para el pueblo hebreo, pero para nosotros se convierte en una realidad antes que para el pueblo hebreo.

Y ahora, estamos palpando esas promesas divinas siendo manifestadas en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, todos necesitamos estar bien agarrados de Cristo y Su Palabra, como se agarró Jacob de Cristo, del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, y no lo soltó, hasta que recibió la bendición y recibió un cambio de nombre y un cambio de situación. Y nosotros vamos a recibir un cambio de cuerpo, una transformación. Por lo tanto, estemos bien agarrados de Cristo y Sus promesas correspondientes a este tiempo final, permanezcamos firmes sirviendo a Cristo todos los días de nuestra vida, siguiéndole todos los días de nuestra existencia terrenal, y luego Él nos tendrá con Él por toda la eternidad en Su Reino eterno.

PALPANDO LAS PROMESAS DE DIOS.”

Toda persona que ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y ha sido bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido de nuevo, ha nacido del Agua y del Espíritu, ha nacido de la predicación del Evangelio de Cristo y ha nacido del bautismo del Espíritu Santo, y tiene Vida eterna, ha entrado al Reino de Cristo.

Pero si alguno no ha recibido a Cristo como Salvador todavía no tiene Vida eterna, todavía no ha obtenido el nuevo nacimiento, todavía no ha entrado al Reino de Dios. Y Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Lo buscamos para entrar a él, entramos al Reino de Cristo, al Reino de Dios recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, lo puede hacer en esta noche y yo oraré por usted para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado y le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así entre al Reino de Cristo y asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Y si muere físicamente después no tiene ningún problema, va al Paraíso a vivir donde están los Apóstoles; y luego cuando Cristo complete Su Iglesia le resucitará a usted juntamente con todos los creyentes que han partido y los resucitará en un cuerpo eterno y glorificado y joven para toda la eternidad.

Pero si permanecemos vivos hasta ese momento, pues seremos transformados, y entonces todos seremos jóvenes para toda la eternidad, habremos obtenido la inmortalidad, la inmortalidad física, pero primero recibimos la inmortalidad espiritual, la inmortalidad del alma, y un cuerpo inmortal, angelical, luego recibiremos un cuerpo físico, inmortal y glorificado.

Vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas que desean recibir a Cristo, que desean asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Lucas 12:8-9] Por eso fue que Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]

Tan simple como eso, es un asunto de fe en Cristo, para creer y obtener la salvación y Vida eterna, y es un asunto de incredulidad a Cristo, para no creer y no recibir a Cristo como Salvador y por consiguiente ser condenado y ser echado al lago de fuego, al final después del juicio final. “El que cree en Cristo no es condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado.” Por lo tanto, la única forma que hay para obtener la Vida eterna es a través de Jesucristo. Por eso Cristo vino y murió por nosotros en la Cruz del Calvario.

Vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas, ya pueden pasar y yo estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego.

Todas las personas que desean vivir eternamente y todavía no han recibido a Cristo, pueden pasar y oraré por ustedes.

Recibimos a Cristo como nuestro Salvador para que Él nos dé la Vida eterna, porque no hay otra persona que nos pueda dar la Vida eterna. La Vida eterna está en Jesucristo. “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, en Jesucristo.” Así nos dice Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13. Y la buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna.

Vamos a estar puestos en pie en lo que pasan las personas que quieren recibir a Cristo, que quieren vivir eternamente con Cristo, que han escuchado la Voz de Cristo en sus almas, y Cristo les espera para darles el perdón de sus pecados y limpiarles con Su Sangre de todo pecado.

Cristo tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Osasco, y en todo el Estado de San Pablo y en toda la República de Brasil. Por lo tanto, la Voz de Cristo nos habla directamente a nuestra alma para llamarnos, para darnos la Vida eterna.

Es para darnos Vida eterna que Cristo nos llama, para así perdonar nuestros pecados y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado y darnos la salvación y Vida eterna, para así asegurar nuestro futuro con Él en Su Reino eterno. La única forma para vivir eternamente es a través de Jesucristo. “Porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos.” [Hechos 4:12] Y si no hay otro nombre, pues no vamos a buscar otro nombre, vamos a buscar a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Pueden pasar más al frente para que haya lugar para las personas que vienen de camino. Es que Dios tiene mucho pueblo en esta actividad de esta noche, y les ha hablado directamente a sus almas y les ha llamado y ustedes están respondiendo al llamado de Cristo.

“Si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón.” Ustedes no han endurecido vuestro corazón, han abierto vuestro corazón para que Cristo entre a vuestro corazón. También dice San Pablo en Efesios, capítulo 5, verso 14:

Despiértate, tú que duermes,

Y levántate de los muertos,

Y te alumbrará Cristo.”

Él produce una resurrección espiritual en la vida de la persona que escucha Su Voz, porque todos los muertos escucharán la Voz del Hijo de Dios.

Ahora, no solamente están los muertos físicos en los cementerios, sino que la raza humana cuando pecó, cuando Adán y Eva pecaron la raza humana murió a la Vida eterna y por consiguiente la raza humana es una raza muerta a la Vida eterna, y de entre la raza humana muerta a la Vida eterna, Cristo llama a las personas y les dice:

Despiértate, tú que duermes,

Y levántate de los muertos.”

Levántate de en medio de una raza que está muerta y te alumbrará Cristo, Cristo te alumbrará; y así Cristo siendo la Luz del mundo te alumbrará el Camino de la Vida eterna, te alumbrará y te dará la Luz de la Vida eterna, te dará el bautismo del Espíritu Santo y tendrás la Luz de la Vida eterna, tendrás el agua que salta para Vida eterna, y así estarás asegurado para vivir eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Nuestra alma clama por Vida eterna, y Cristo es la fuente del agua de la Vida eterna, para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Todavía vienen más personas, vamos a darles paso a las personas que faltan por pasar, que quieren asegurar su futuro eterno con Cristo en la Vida eterna, para que queden incluidos en esta oración que estaremos haciendo por todas las personas que han pasado.

Algunas personas luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y nacer la fe de Cristo en sus almas y creer de todo corazón en Cristo, luego cuando les toca dar testimonio público de su fe en Cristo, pasando al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo y recibirlo como su único y suficiente Salvador, algunas veces se ponen tímidos. Pero no deben ser tímidos, es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro Salvador. Por lo tanto, pase al frente y así obtenga la victoria y obtenga la Vida eterna a través de Jesucristo.

San Pablo dijo a Timoteo: “Echa mano, echa mano de la Vida eterna.” [Primera de Timoteo 6:12]

¿Cómo echamos mano de la Vida eterna siendo que Cristo es la Vida eterna? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador estamos echando mano de la Vida eterna. Él dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” [San Juan 14:6] No podemos llegar a Dios a menos que sea a través de Jesucristo.

Todavía vienen más personas de camino porque Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Osasco y en todo el Estado de San Pablo y en toda la República del Brasil, y los está llamando en este tiempo final, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, de la Trompeta Final con el cual llama y junta a todos Sus escogidos en este tiempo final. Es la Voz de Cristo llamando y juntando a Sus escogidos en este tiempo final, y si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, es Vida eterna lo que Cristo te quiere dar, por eso te llama: para darte la Vida eterna.

Ustedes están aquí en esta actividad en esta noche porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y Dios les ha traído para estar en esta actividad y escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para Cristo darles la fe para creer en Él como su único y suficiente Salvador.

La fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Y ahora, ustedes están aquí para hacer confesión pública de vuestra fe en Cristo, para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Si falta alguna persona todavía puede pasar, puede pasar para que quede incluida en esta oración que haré por las personas que han pasado. Los niños de diez años en adelante también pueden pasar, pues ya tienen conciencia del bien y del mal; y Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también.

Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Si todavía falta alguno por llegar, puede llegar. Si hay un lugar para acomodarnos un poquito más al frente, podemos acomodarnos un poquito más al frente para que las personas que vienen de camino puedan llegar lo más al frente posible.

Todos queremos asegurar nuestro futuro eterno, y no hay un lugar aquí en la Tierra donde lo podemos asegurar, solamente Jesucristo es el único que nos puede asegurar nuestro futuro eterno en Su Reino eterno; nadie más. Ningún reino terrenal les puede asegurar a ustedes su futuro eterno. Por lo tanto, queremos todos estar en el Reino eterno de Jesucristo, queremos que Él nos permita entrar a Su Reino eterno, lo cual se hace posible recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él produzca en nosotros el nuevo nacimiento, para que todos nazcamos a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Todavía vienen más personas de camino, y por eso estamos esperando unos segundos en lo que vienen las personas que vienen de camino y que desean asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociéndote como mi único y suficiente Salvador, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido en mí la fe para creer en Ti; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados, Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado, y Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo Te lo ruego, en Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo Te lo ruego. Amén y amén.

Repitan conmigo con nuestras manos levantadas al Cielo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Por cuanto ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído en Jesucristo como vuestro único y suficiente Salvador, y lo han recibido como vuestro Salvador.

Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Ya he creído en Cristo de todo corazón, lo he recibido en mi alma de todo corazón, pero me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de vuestras almas. Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche.

Pregunto al ministro si: ¿Hay agua? Hay agua, hay un bautisterio. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas también? Hay lugar también donde cambiarse de ropa. ¿Y hay personas que les cuiden las ropas? También hay personas que cuidarán de vuestras ropas.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo, que es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por eso los Apóstoles bautizaban en agua en el Nombre del Señor Jesucristo a todas las personas que escuchaban la predicación del Evangelio de Cristo y creían, ese mismo día los bautizaban en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque el Nombre Señor Jesucristo es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “PALPANDO LAS PROMESAS DE DIOS.”

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así entren plenamente al Reino eterno de Jesucristo. Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus pies, los salve y les dé salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

Dejo al ministro aquí en esta noche, al ministro, Reverendo Selso Borge Souza para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; él les dirá dónde estás las ropas bautismales y el lugar para cambiarse de ropas, donde están los vestidores.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

Con nosotros el Reverendo Selso Borge Souza con nosotros.

PALPANDO LAS PROMESAS DE DIOS.”