obsidian/es/conferencias/2004/10/spa-2004-10-15-1-quieres_se...

25 KiB
Raw Blame History

title date activity place city state country duration public youtube translations files
Quieres ser sano 2004-10-15 1 Brasília Distrito Federal BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.

Leemos en el Evangelio según San Juan, capítulo 5, verso 1 en adelante, y dice así:

Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.

Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.

En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.

Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.

Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.

Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?

Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.

Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.

Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “¿QUIERES SER SANO?”

A través de la Escritura encontramos que Jesús sanó a muchas personas, porque Jesucristo es nuestro Sanador; porque en Jesucristo habitó, habita y habitará eternamente la plenitud de la Divinidad; esto es: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Dios es el Sanador, el que sana todas nuestras dolencias; y por cuanto se manifestó en Jesús en toda Su plenitud, todo el

Poder Divino está en Jesucristo. Por eso Jesucristo dijo: “Todo Poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Eso está en San Mateo, capítulo 28.

Y ahora, Jesucristo con todo el Poder de Dios es nuestro Sanador; por esa causa encontramos que Jesucristo, en San Mateo, capítulo 9, dijo a un hombre enfermo de la siguiente manera. Y vamos a leer, capítulo 9, verso 1 en adelante. Dice:

Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.

Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.

Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.

Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?

Porque ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?

Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.

Entonces él se levantó y se fue a su casa.

Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.”

Lo más importante es el perdón de los pecados; porque la enfermedad es el resultado del pecado. Si Cristo perdona nuestros pecados, entonces podemos esperar la sanidad de nuestro cuerpo.

Por lo tanto, encontramos que Cristo decía a muchos de los enfermos: “Tus pecados te son perdonados,” y luego quedaban sanos, Cristo los sanaba.

Ahora, el perdón de los pecados es lo más importante para nuestra alma, la sanidad del alma es lo más importante. El ser humano en su alma fue contaminado con la enfermedad del pecado cuando el diablo trajo el pecado a la raza humana; el pecado entró a la raza humana por un hombre: por Adán, y entonces el ser humano quedó enfermo con el pecado.

Y ahora, en San Juan, capítulo 3, el mismo Cristo nos habla acerca de una sanidad, nos habla de la sanidad que el pueblo hebreo recibía en el desierto cuando eran mordidos por serpientes venenosas y quedaban condenados a muerte; porque una persona mordida por una serpiente venenosa ha quedado condenado a muerte y le quedan pocos minutos de vida; pero en esos pocos minutos la persona podía dar una mirada de fe a una serpiente de bronce que Dios le ordenó a Moisés que levantara allá en el desierto, en una vara, en un asta.

El bronce representa el juicio divino, y aquella serpiente de bronce representaba el pecado ya juzgado; por lo tanto, toda persona que miraba aquella serpiente de bronce quedaba libre de sus pecados, eran transferidos a la serpiente de bronce, porque aquella serpiente de bronce tipificaba a Cristo, a donde fueron transferidos nuestros pecados; y Cristo muriendo en la Cruz del Calvario llevó nuestros pecados.

Y por consiguiente, con una mirada de fe a Cristo obtenemos el perdón de nuestros pecados y somos limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, y somos sanados, sanados acá en el alma, nuestra alma es sanada de la enfermedad del pecado. Y por consiguiente, luego vendrá la sanidad del cuerpo para las personas.

Por eso Cristo decía a las personas: “Tus pecados te son perdonados.” Lo primero es obtener el perdón de los pecados, y solamente Jesucristo perdona los pecados del ser humano; y Él realizó el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Y ahora, Jesucristo es tipificado en aquella serpiente de bronce; por lo tanto, la serpiente de bronce actualizada es Jesucristo crucificado; y con una mirada de fe a Cristo, obtenemos el perdón de nuestros pecados y obtenemos la vida eterna.

Las personas que miraban aquella serpiente de bronce (las cuales estaban condenadas a la muerte) quedaban libres del pecado, y por consiguiente, de la paga del pecado, que es la muerte; y entonces no tenían que morir, continuaban viviendo, quedaba anulado el veneno de las serpientes y quedaba anulada la sentencia del pecado, que es la muerte.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” [Romanos 6:23]

Vean cómo en el Antiguo Testamento ya Dios estaba reflejando, representando a Cristo y Su Sacrifico en la Cruz del Calvario, en donde Él llevaría nuestros pecados y moriría por nuestros pecados, y nos libertaría de nuestros pecados; quitaría nuestros pecados, y por consiguiente, quitaría la muerte de nosotros, la muerte del alma, la muerte espiritual.

Vean, en San Juan, capítulo 3, verso 13 en adelante, dice:

Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

La vida eterna solamente se puede obtener a través de Jesucristo, dando una mirada de fe a Cristo, creyendo en Él como nuestro único y suficiente Salvador, creyendo en Su Primera Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”

Para darnos la salvación y vida eterna, para darnos la sanidad del alma y del espíritu y del cuerpo también.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

El que en Él cree no es condenado, pero el que no cree ya es condenado.

Por lo tanto, así como las personas mordidas por serpientes venenosas estaban condenadas a la muerte, así toda persona que no cree en Cristo ha sido condenado a la muerte; porque la paga del pecado es la muerte, y el pecado entró a la raza humana por un hombre: Adán. Por lo tanto, la raza humana está condenada a la muerte: pero toda persona que da una mirada de fe a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, obtiene el perdón de sus pecados y obtiene la vida eterna.

Por lo tanto, para obtener la sanidad del alma, necesitamos dar una mirada a Cristo, creer en Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Todo aquel que en Él cree, no es condenado; todo aquel que en Él cree, ha pasado de muerte a vida, para vida eterna. Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo.

Él murió por todos nosotros para que todos creamos en Él, lo recibamos como nuestro único y suficiente Salvador, arrepentidos de nuestros pecados, pidamos perdón a Cristo por nuestros pecados; porque Él tiene potestad para perdonar pecados; y todos obtengamos el perdón de nuestros pecados, y todos seamos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en nosotros el nuevo nacimiento; y así nacemos a la vida eterna en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Cuando nacimos a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida; pero no a la vida eterna sino a una vida temporera. Pero todos queremos nacer a la vida eterna, para vivir eternamente en el Reino de Dios; y ese nuevo nacimiento lo produce Jesucristo en toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

En Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

La vida eterna está en Jesucristo; y Dios nos ha dado esa vida eterna, y está en Jesucristo, para que nosotros recibamos la vida eterna a través de Jesucristo. Usted no la puede recibir de otra forma. A través de Jesucristo es la única persona que usted puede recibir la vida eterna.

El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, el que tiene a Cristo acá en su alma, porque lo recibió como su Salvador, tiene la vida eterna); el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

El que no tiene al Hijo de Dios acá en su alma —porque no lo ha recibido como Salvador— no tiene la vida eterna; lo que tiene es una vida temporera que recibió a través de su papá y su mamá, la cual se le acabará antes de los cien años, a la mayor parte de las personas.

Por lo tanto, la vida eterna no la pudieron dar nuestros padres a nosotros. Pero nuestro Padre Celestial, a través de Jesucristo nos ha dado vida eterna; recibimos a Cristo como nuestro Salvador, para que Él nos dé la vida eterna, para eso recibimos a Cristo; Él perdona nuestros pecados, con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y nos da la vida eterna. Tan simple como eso. Por eso Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16 (luego, después, continuaremos leyendo este pasaje), Cristo dijo a Sus discípulos luego de resucitado:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]

Tan simple como eso. Es un asunto de fe en Cristo para obtener la salvación y vida eterna; y es un asunto de incredulidad a Cristo para la persona ser condenada.

Dios ha colocado delante de todos nosotros la vida y la muerte; la vida eterna para que podamos recibirla a través de creer en Jesucristo; o la muerte, para la persona recibir la muerte siendo incrédulo a Jesucristo. Tan simple como eso.

Sigue diciendo el capítulo 5 de Primera de Juan (el verso 13), y aquí está la buena noticia para los creyentes en Cristo:

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna (esa es la buena noticia. San Juan nos dice: para que sepamos que tenemos vida eterna), y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

La buena noticia es que tenemos vida eterna, porque hemos creído en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, no tiene vida eterna; pero todos los que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego: ha producido el nuevo nacimiento en ustedes, y por consiguiente, nos ha dado vida eterna. Yo tengo vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, porque hemos creído en nuestro amado Señor Jesucristo.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, no tiene vida eterna; pero en esta noche puede recibir vida eterna a través de Jesucristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador; por los cuales yo estaré orando en esta noche. Pueden pasar al frente, y yo estaré orando por ustedes, para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.

Vamos a dar unos minutos en lo que pasan las personas que desean vivir eternamente, y por consiguiente desean recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Es un asunto de vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Vamos a estar en pie mientras continúan pasando las personas para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que así reciban la sanidad del alma y obtengan la salvación y vida eterna a través de Jesucristo.

¿Quieres ser salvo, ser sano en tu alma? Cristo es el Sanador, Cristo es el Salvador

Por lo tanto, en esta noche los que todavía no habían recibido a Cristo, pueden hacerlo en esta noche, para que reciban la sanidad del alma, la salvación y vida eterna.

Cristo dijo en San Juan, capítulo 10, verso 9:

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.”

La salvación de nuestra alma, que es lo que somos nosotros: alma viviente, la salvación es de Jesucristo, Él la da a todos aquellos que lo reciben; y eso es entrar por la Puerta, que es Cristo.

Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar, las personas que quieren ser salvas, ser sanas, ser sanadas de la enfermedad del pecado, de la plaga del pecado, que entró a la raza humana cuando el ser humano pecó en el Huerto del Edén. Cristo es el único que puede sanar al ser humano del pecado.

Todavía vienen más personas que quieren recibir la sanidad de su alma, quieren obtener el perdón de sus pecados, quieren ser limpios de todo pecado y quieren obtener la salvación y vida eterna. Si falta alguna otra persona, puede pasar para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo por las personas que han pasado.

Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y en toda la República del Brasil. Por lo tanto, Él tiene mucho pueblo aquí en Brasilia, la capital del Brasil. Él tiene muchas ovejas y las está llamando.

Cristo dijo [San Mateo 24:31]: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos...”

Por lo tanto, los escogidos de Dios son llamados y juntados; y eso es lo que está haciendo en este tiempo final con los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Usted está aquí en esta noche, en esta actividad, porque el nombre suyo está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida; y por eso usted está escuchando el llamamiento de Cristo, el Evangelio de Cristo, llamándolo para darle la salvación y vida eterna: porque éste es el tiempo aceptable delante del Señor, éste es el Día de Salvación, la Dispensación de la Gracia, la cual todavía no ha terminado.

Por lo tanto, hay salvación y vida eterna para toda persona que cree en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Mateo 10:32-33]

Si le damos la espalda a Cristo, Cristo nos dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial; pero si lo confesamos públicamente como nuestro único y suficiente Salvador, Cristo nos confesará delante de nuestro Padre Celestial como creyentes en Él, y nos dará la vida eterna.

Ya vamos a orar por las personas que han pasado. Pero si queda alguna persona todavía por pasar, puede pasar, para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo por usted.

Recuerden que la oportunidad de vida eterna la tenemos mientras estamos en estos cuerpos mortales. Cuando nuestro cuerpo físico muere se acabó el tiempo para salvación.

Es importante asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno. Ninguna otra persona le puede asegurar a usted su futuro eterno, solamente Jesucristo; ni siquiera usted mismo se puede asegurar su futuro eterno. ¿Cómo lo podría asegurar usted, de usted mismo? ¿Con una cuenta en el banco de ahorro para, cuando muera, usar ese dinero? No, no se lo puede llevar.

Por lo tanto, lo que dijo Cristo es muy importante entenderlo. Cristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”

¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” [San Mateo 16:26-27].

Por lo tanto, no hay recompensa que la persona pueda dar por su alma para vivir eternamente.

¿De qué le vale al hombre si se convierte en una persona rica en este planeta Tierra y pierde su alma? De nada le sirvió el vivir en esta Tierra.

En esta Tierra hemos venido a vivir para buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia. Para entrar al Reino de Dios y obtener la vida eterna, y asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno, para eso es que vivimos en este planeta Tierra, es lo principal.

Por lo tanto, necesitamos entenderlo para que así aprovechemos la oportunidad que Dios nos ha dado para recibir la vida eterna. Es vida eterna lo que recibimos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador. Él vino para darnos vida eterna, y Él nos llama para darnos vida eterna.

Ninguna otra persona le puede dar a usted vida eterna, ninguna otra persona le puede asegurar a usted su futuro eterno, solamente Jesucristo.

Usted no sabe qué será de usted cuando usted muera; pero si usted ha recibido a Cristo como su Salvador, entonces sí sabe lo que será de usted cuando muera su cuerpo físico: usted irá al Paraíso a vivir con Cristo, donde están los apóstoles y todos esos creyentes en Cristo de tiempos pasados.

Y cuando Cristo complete Su Iglesia, Él va a resucitar a todos los creyentes en Él que murieron físicamente, los va a resucitar en un nuevo cuerpo, eterno, inmortal, joven y glorificado, como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo. Y a nosotros los que vivimos, si permanecemos vivos hasta ese momento, nos va a transformar, y nos va a dar un cuerpo nuevo y eterno y glorificado, como Su cuerpo glorificado.

Jesucristo está tan joven como cuando se fue al Cielo; y esa misma clase de cuerpo glorificado es el que nos va a dar para vivir con Él por toda la eternidad.

Estamos aquí en la Tierra para recibir a Cristo y ser rociados con la Sangre de Jesucristo, y ser limpios de todo pecado, y ser sanados acá en nuestra alma, nuestra alma ser sanada por Cristo con la Sangre de Jesucristo, que nos limpia de todo pecado.

¿Quieres ser salvo? Pues la oportunidad la tienes en estos momentos: Recibe a Cristo como tu único y suficiente Salvador. Él es el único Salvador y Él es el único que puede darle vida eterna al ser humano; y le da vida eterna a la persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Por eso Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Si todavía falta alguna persona, puede pasar inmediatamente para que quede incluida en esta oración que haré por las personas que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, y vamos a orar. Todos puestos en pie y nuestras manos en alto, y repitan conmigo esta oración las personas que han pasado:

Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociendo que soy pecador y reconociendo que Tú eres el único Salvador. Reconozco y creo de todo corazón en Ti. Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados; y creo en Tu Sangre, creo que Tu Sangre me limpia de todo pecado.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado; y bautízame con Espíritu Santo y Fuego.

Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer en Tu Reino Eterno, quiero nacer a la vida eterna, quiero vivir Contigo en Tu Reino por toda la eternidad.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Repitan conmigo, con nuestras manos levantadas al Cielo: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Cristo dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.” Y ustedes escucharon la predicación del Evangelio en esta noche.

Y sigue diciendo Cristo: “El que creyere (y ustedes creyeron de todo corazón) y fuere bautizado, será salvo.” Les falta todavía ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y ustedes me dirán: “¿Y cuándo me pueden bautizar? Porque quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, quiero obedecer todo el mandato de Jesucristo, porque quiero ser salvo y vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino Eterno.” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados.

¿Hay agua? Hay agua. Aquí hay agua. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas? También hay lugar donde cambiarse de ropas.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche, en el Nombre del Señor Jesucristo, por cuanto ustedes han creído en Jesucristo como vuestro único y suficiente Salvador.

En el bautismo en agua la persona se identifica con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Toda persona que recibe a Cristo como Salvador, ha muerto al mundo; y cuando es sumergido en las aguas bautismales, está siendo sepultado (en términos espirituales y tipológicos); y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la vida eterna, en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

El mismo Jesucristo fue bautizado. Y si Jesucristo fue bautizado cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados, bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; porque el Nombre SEÑOR JESUCRISTO es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; porque Dios ha hecho a Jesús SEÑOR y CRISTO, porque en Jesucristo moró la plenitud de Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Y tuvo un Nombre la plenitud de Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo, la plenitud de Dios en Jesús, tuvo un Nombre: Ese Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.

Por eso los apóstoles bautizaron en agua a todos los que creían en el Nombre del Señor Jesucristo; porque ése es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Bien pueden ser bautizados en agua, en el Nombre del Señor Jesucristo, ésta misma noche; para lo cual dejo al Reverendo Salomón Cunha para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; así como fueron bautizados en agua aquellas personas que escucharon a Pedro predicando, y creyeron, y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en ese mismo día.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos; y les bautice con Espíritu Santo y Fuego luego de que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y entren al Reino de Dios; y a vuestros familiares Cristo los traiga también a Sus pies, y les dé la salvación y vida eterna, para que también estén con ustedes en el Reino Eterno de Cristo, viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Con nosotros el Reverendo Salomón Cunha para continuar. Buenas noches.

¿QUIERES SER SANO?”