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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El Contenido del Libro Misterioso | 2004-10-08 | 1 | Santiago de Cali | Valle del Cauca | CO | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 al 7, donde dice:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Para esta ocasión nuestro tema es: “EL CONTENIDO DEL LIBRO MISTERIOSO.”
Este Libro misterioso de los Siete Sellos o sellado con Siete Sellos, el cual está en la Diestra de Dios, el que está sentado en el Trono, es el Título de Propiedad de toda la Creación, es un Libro abstracto el cual se concretaría a medida que Dios iría materializando el contenido de ese Libro.
Este Libro contiene los nombres de todos los escogidos de Dios, es el Libro de la Vida del Cordero, y fue escrito antes de la fundación del mundo; por lo tanto contiene los pensamientos de Dios, y por consiguiente contiene ahí todos los pensamientos de las cosas eternas que Dios llevaría a cabo.
Todo lo que va a existir por toda la eternidad está contenido en ese Libro, ahí están los nombres de todos los que Cristo redimiría.
Encontramos también que Cristo fue desde antes de la fundación del mundo destinado para ser sacrificado, para ser crucificado, y este Libro es el Libro de la Vida del Cordero.
Por lo tanto, todas las cosas que Dios crearía, las crearía por medio de Jesucristo y estarían contenidas en el Libro de los Siete Sellos. Vean, en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante nos dice:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
Por lo tanto, ya en la mente de Dios, ya Cristo había sido destinado para morir por todos nosotros, para morir por todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de los Siete Sellos, que es el Libro de la Vida del Cordero.
Dios por medio de Cristo concretaría todo lo que Él tiene en el Título de Propiedad, en el Libro de la Vida del Cordero, en ese Libro abstracto el cual Él tiene que concretar.
Y cuando Él complete Su Iglesia, cuando Él haya llamado y juntado en Su Iglesia hasta el último escogido de Dios, el cual está escrito en ese Libro de los Siete Sellos, en ese Título de Propiedad, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará ese Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo.
Todavía Cristo no ha tomado ese Título de Propiedad, pero Él conoce los nombres de todas las personas que están escritas en ese Libro; y Él no puede salir del Trono del Padre, del Trono de Intercesión, hasta que haya redimido hasta la última persona escrita en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos.
Juan cuando ascendió, subió al Cielo en Apocalipsis, capítulo 4, y luego ve en el Cielo un Trono establecido y uno sentado en el Trono, y luego en el capítulo (eso fue en el capítulo 4)... y en el capítulo 5 ve en la mano derecha, en la Diestra del que está sentado en el Trono, ve un Librito sellado con Siete Sellos, y escucha un Ángel Fuerte que clama diciendo: “¿Quién es digno de tomar ese Libro?” Vean aquí, capítulo 5 del Apocalipsis, verso 2, vamos a ver verso 1 en adelante, dice:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?”
Por cuanto los escudos de las naciones dice que los escudos son de Dios, miren, el único país hasta donde yo he visto, que tiene en su escudo, en el escudo de la capital, que tiene por escudo un Cordero sentado sobre un Libro con Siete Sellos; en ese escudo de Puerto Rico está ahí un mensaje grande para todo Puerto Rico y para el mundo entero; o sea, que tiene ese escudo Puerto Rico, el escudo de Puerto Rico.
Ahora, dice:
“Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.”
Ni aún mirar ese Libro, no había ninguno digno, ningún ser humano; ¿pero dónde estaba Jesucristo? Estaba haciendo intercesión por los últimos escogidos que Él llamaría para completar Su Iglesia, y eso ocurre luego de la séptima edad de la Iglesia, donde Él llama a Sus escogidos para subir a la Edad de la Piedra Angular, y completar ahí en la Edad de la Piedra Angular Su Iglesia.
Es como en la parábola de la gran fiesta que hizo un hombre, el cual llamó, mandó a llamar a los invitados y no quisieron ir, uno dijo: “Acabo de comprar una hacienda y tengo que ir a verla.” El otro dijo: “Acabo de comprar una yunta de bueyes y voy a verla, voy a probarla.” Y otro dijo: “Acabo de casarme y no puedo ir.”
Todos pusieron sus excusas y se enojó el Padre de familia, y dijo a su siervo que tipifica ahí al Espíritu Santo, dijo Dios al Espíritu Santo: “Vé por los caminos, por los vallados, por todos los lugares y trae cojos, mancos, ciegos, a todas las personas, a los pobres, a todos, y tráelos a las bodas, tráelos a la cena.” Y el siervo dijo, fue e hizo todo y dijo: “He hecho como mandaste y todavía hay lugar.”
¿Ven? Luego de las siete edades donde han sido recogidos todos esos escogidos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, luego el Espíritu Santo se reporta y dice: “He hecho todo lo que ordenaste y todavía hay lugar,” le dice el Espíritu Santo al Padre. Y el Padre de Familia, que es Dios, dice: “Vé a la salida de los caminos y fuérzalos a entrar para que se llene mi Casa.”
Y la única parte que quedaba de la cual dijo el siervo: “Y todavía hay lugar,” el único lugar es la Edad de la Piedra Angular, no hay otro lugar, y el lugar de la Piedra Angular siendo que la Iglesia es el Templo Espiritual de Cristo, los correspondientes a las edades pasadas corresponden al Lugar Santo de ese Templo Espiritual juntamente con los Apóstoles y las personas del tiempo de los Apóstoles.
Y luego un Templo para Dios que Cristo está construyendo, no puede ser un templo perfecto si no tiene un lugar santísimo; si no, no es el templo de Dios y para Dios.
Y ahora, siendo que con piedras vivas, seres humanos es que Cristo ha estado construyendo Su Templo Espiritual, ahora para el tiempo final está construyendo la parte más importante de Su Templo, que es el Lugar Santísimo, en donde Dios morará en toda Su plenitud y en donde se cumplirá Su Segunda Venida, porque ¿dónde vino Dios en la Columna de Fuego cuando Moisés dedicó el tabernáculo a Dios? Vino y entró y se colocó sobre el propiciatorio que es la tapa del arca del pacto. Y arca del pacto ¿dónde estaba? En el lugar santísimo.
Y también así sucedió cuando Salomón dedicó el templo que construyó: entró Dios en la Columna de Fuego a ese templo, y pasó hasta el lugar santísimo y allí se colocó.
Y ahora, Cristo, el Ángel del Pacto en Espíritu Santo ha estado construyendo Su Templo Espiritual, y ha estado pasando por Su Templo de Este a Oeste para llegar al Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual.
La última parte del Lugar Santo fue en la séptima edad de la Iglesia la cual se cumplió en Norteamérica.
Y ahora, la parte del Lugar Santísimo está siendo construida en la América Latina y el Caribe con piedras vivas, que son llamados y juntados por el Espíritu Santo por medio del Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, y de ahí sale el Mensaje para otros pueblos, naciones y lenguas, y todo eso está contenido en el Programa Divino que está en el Libro misterioso de los Siete Sellos.
Así como lo que sucedió en las siete edades de la Iglesia, también está contenido en el Libro de los Siete Sellos, porque ahí están contenidos los nombres de todos los que serían redimidos por Cristo, y serían llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Jesucristo nuestro Salvador. Y así es como Dios por medio de Jesucristo concreta el contenido del Título de Propiedad, del Libro de los Siete Sellos, que es un Libro abstracto pero tiene que ser concretado, convertido en una realidad, todo el contenido de ese Libro.
Adán tuvo el privilegio y bendición de tener ese Título, pero perdió esa bendición cuando pecó. Cuando Adán y Eva pecaron perdieron esa bendición y el Título de Propiedad les fue quitado, y el dueño original que es Dios, lo tomó, y por eso en Apocalipsis, capítulo 5 aparece en la Diestra de Dios.
Adán teniendo el Título de Propiedad en su mano, tenía el privilegio y derecho a la Vida eterna, porque ese título es el Título de Propiedad de la Vida eterna y de todo lo que existirá eternamente.
Por lo tanto, Adán tuvo una oportunidad de ser el padre de la raza que viviría eternamente, pero perdió esa bendición porque pecó, pero ahora Cristo el Segundo Adán, es el que tiene la bendición y privilegio de ser el Padre de la raza que vivirá eternamente en cuerpos eternos y glorificados, y Jesucristo es el Principio de la creación de Dios, el Primero de esa Raza y el originador de esa Raza, de esa Raza con Vida eterna.
Algunas personas no saben en realidad qué es y quién es la Iglesia del Señor Jesucristo. La Iglesia del Señor Jesucristo es el Cuerpo Místico de creyentes en Cristo, que han recibido la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque lo han recibido como su único y suficiente Salvador, y Cristo ha perdonado sus pecados y con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, donde se han identificado con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en esas personas el nuevo nacimiento, han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu, y han entrado al Reino eterno de Dios y por consiguiente tienen Vida eterna.
Esas personas están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, sus nombres están escritos allí. Por eso fue que Cristo dijo en San Lucas, capítulo 10, verso 20 a los discípulos que Él envió a predicar y a echar fuera demonios y a sanar enfermos, cuando regresaron contentos ellos dijeron gozosos: “Señor, aun los espíritus se nos sujetan en Tu Nombre.” O sea, los espíritus malos, ellos les ordenaban salir de las personas y obedecían, salían de las personas, y ellos regresaron muy contentos por esos milagros que vieron siendo realizados en el Nombre del Señor.
Pero el Señor les dice: “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los Cielos.” ¿En dónde? En el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos. Cuando Juan escuchó luego de haber visto ese Libro de la Diestra de Dios, cuando escuchó que había llegado el tiempo para ese Libro ser tomado de la Diestra de Dios y ser abierto, y no aparecía nadie, Juan dice que comenzó ¿a qué?... Dice:
“Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.”
Porque si no se hallaba una persona que tomara ese Libro y lo abriera, todo estaba perdido, no podía venir la resurrección de los muertos en Cristo ni la transformación de nosotros los que vivimos, y todo estaba perdido y todo regresaría a lo que era antes de existir (o sea, a la nada). Y Juan lloraba mucho, porque si no se hallaba una persona digna de abrir ese Libro todo estaba perdido. Pero dice:
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.”
El León de la tribu de Judá no es un león literal, es nuestro amado Señor Jesucristo, y el Cordero de Dios no es un animalito, es nuestro amado Señor Jesucristo. Cuando Juan el Bautista vio en el capítulo 1, versos 26 al 36 de San Juan, cuando vio a Jesús que venía a él o que estaba caminando por la orilla del mar o del río, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”
¿Ven? Pero cuando la gente miraron no vieron un corderito, lo que vieron fue un hombre llamado Jesús; porque en el cordero pascual y en el macho cabrío de la expiación se estaba tipificando Cristo, esos animalitos tipificaban a Cristo, por eso en Isaías 53, dice también que como cordero fue llevado al matadero. ¿Ven? Porque Cristo está tipificado en el cordero pascual y en el macho cabrío de la expiación y en todos los animales de sacrificios que eran sacrificados en medio del pueblo hebreo.
Pero luego que apareció Cristo, el Cordero de Dios, y el macho cabrío de la expiación, todos esos sacrificios se hicieron una realidad, se concretaron en la persona de nuestro amado Señor Jesucristo.
El Profeta Daniel nos habla en el capítulo 9, y digo el Profeta Daniel, pero el Profeta Daniel fue el escritor, pero la revelación la trajo un Ángel: el Arcángel Gabriel.
Vean, dice en el capítulo 9, versos 21 en adelante, dice:
“Aún estaba hablando en oración (o sea, Daniel estaba orando)... Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.”
Ese Arcángel (el Arcángel Gabriel) es un Arcángel que trae sabiduría y entendimiento; y algún día veremos el misterio del Arcángel Gabriel, que es un misterio tan grande que cuando veamos ese misterio nos gozaremos grandemente, y veremos también con detalles el gran misterio del Arcángel Miguel.
“Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.”
Cuando la semana número setenta comenzó, nuestro amado Señor Jesucristo comenzó siendo bautizado por Juan el Bautista, y luego fue al desierto llevado por el Espíritu Santo, y estuvo allí sin comer y sin beber por cuarenta días (o sea, ayunó por cuarenta días) y pasó las etapas correspondientes a esa fase de su vida. Y luego comenzó a predicar lleno del Espíritu Santo.
Todo ese tiempo desde que Juan bautizó a Cristo, fue el tiempo de los primeros tres años y medio de la semana número setenta. La semana número setenta consta de siete años, como cada una de las semanas anteriores consta de siete años, y las setenta semanas son cuatrocientos noventa años.
Por lo tanto, a los cuatrocientos ochenta y dos años y medio comenzó nuestro amado Señor Jesucristo Su ministerio, comenzó siendo bautizado por Juan el Bautista, luego ayunando por cuarenta días y cuarenta noches, y luego comenzó a predicar.
Y a la mitad de esa semana número setenta, o sea, por el año cuatrocientos ochenta y seis y seis meses, le fue quitada la vida al Mesías en la Cruz del Calvario, y de ahí en adelante ya no se requería para el ser humano sacrificios de animalitos por el pecado, porque la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue y es para siempre el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.
Ya cesó el sacrificio de animalitos por el pecado del ser humano, porque ya el Sacrificio perfecto de Jesucristo en la Cruz del Calvario por nosotros, fue realizado. Cristo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” San Juan, capítulo 14, verso 6.
Y ahora, así como en el Antiguo Testamento nadie se podía acercar a Dios sin el sacrificio de la expiación por sus pecados, encontramos que nadie se puede acercar a Dios sin el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. O sea, aun en las oraciones que hacemos a Dios, si la persona no tiene el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, no puede acercarse a Dios.
A Dios se acercaron los hijos de Aarón, dos hijos de Aarón y murieron, no se acercaron con la sangre del sacrificio por sus pecados, y se acercaron con un fuego extraño colocado en sus incensarios.
Para una persona acercarse a Dios ya sea en oración o en alabanzas o en lo que sea, necesita tener el Sacrificio por sus pecados, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el cual fue hecho, y la persona necesita haber creído en ese Sacrificio de Cristo por sus pecados y haberlo recibido como su único y suficiente Salvador, porque nuestra única salvación es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados que realizó nuestro amado Señor Jesucristo.
Cristo ha perdonado nuestros pecados y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, porque nuestra redención, vean ustedes cómo nos dice San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 14, dice:
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
En Cristo y por la Sangre de Cristo tenemos nosotros Redención. No hay Redención para el ser humano sin el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y Su Sangre derramada por todos nosotros. Por esa causa es que nos dice San Pedro en el capítulo 1, verso 3 el motivo de nuestra existencia aquí en la Tierra, para qué Dios nos ha enviado, para qué hemos nosotros sido destinados, elegidos. Dice:
“Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
¿Ven? Hemos sido elegidos para ser rociados, ¿con qué? Con la Sangre de Jesucristo, ¿para qué? Para obtener la Redención, ser perdonados y limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Sin el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario ninguna persona se puede acercar a Dios. Por lo tanto, las palabras de estas personas aquí en Apocalipsis, capítulo 1, verso 4 en adelante, dice:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
Vean, Jesucristo nos amó y murió por nosotros en la Cruz del Calvario y nos lavó de nuestros pecados, ¿con qué? Con Su Sangre, y nos hizo para nuestro Dios ¿qué? Reyes y Sacerdotes.
Y ahora, no somos sacerdotes del orden levítico, sino del Orden de Melquisedec, y no somos reyes de un orden terrenal, sino del Orden de Melquisedec. Y por cuanto los santos juzgarán al mundo y Dios ha puesto a Jesucristo por Juez de los vivos y de los muertos, pues entonces nosotros con Jesucristo somos la Corte Celestial, somos los miembros de esa Corte Celestial según el orden no terrenal sino celestial: el Orden de Melquisedec.
Por lo tanto, lo que Cristo ha hecho por nosotros es tan grande, que no hay palabras para expresar nuestro agradecimiento a Jesucristo nuestro Salvador.
En Apocalipsis, capítulo 5 también, vean lo que hablan todas estas personas, capítulo 5, verso 8 en adelante, dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos...”
Los veinticuatro ancianos ¿quiénes son? Están arriba en el capítulo 4 del Apocalipsis; vean, vamos a ver aquí capítulo 4, verso 4 en adelante dice:
“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.”
Y por cuanto Dios por medio de Cristo está materializando lo que está en el Cielo, lo está materializando con seres humanos, estos veinticuatro ancianos que están en el Cielo, son los doce patriarcas hijos de Jacob y los doce Apóstoles del Señor.
Judas Iscariote perdió la bendición, pero la tomó otra persona, porque el que pierde la bendición es el que pierde, es la persona la que pierde si pierde la bendición de Dios, pero la bendición de Dios no se pierde, la bendición de Dios pasa a otra persona.
Vean ustedes, Esaú perdió la bendición de Dios porque menospreció la Bendición de la Primogenitura por un plato de comida, un plato de lentejas, pero Jacob agarró esa bendición.
Por lo tanto, tenemos que estar bien agarrados de la bendición de Dios, como Jacob se agarró del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, estuvo luchando con Él, agarrado de Él toda una noche, y ya en la mañana cuando rayaba el alba el Ángel le dice: “Suéltame que tengo que irme, tengo que irme, raya el alba, suéltame.” Y Jacob le dice: “No te soltaré hasta que me bendigas.”
Y la Iglesia del Señor Jesucristo y luego el pueblo hebreo también hará así, la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los redimidos por Cristo, por las personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, se han agarrado de Cristo desde el Día de Pentecostés, y aun los discípulos de Jesucristo estando entre ellos, ellos estaban bien agarrados de Cristo.
Cuando Jesús dijo a Sus discípulos en aquella ocasión en que se estaban yendo las personas, Cristo dijo a Sus discípulos porque ellos pensaban en sus corazones diciendo: “Dura es esta Palabra, ¿quién la puede recibir?” Y Jesús les dice: “Quieren también ustedes irse?” Pedro dice: “¿Y a quién iremos? Tú tienes Palabra de Vida eterna.”
No importa lo que un escogido vea que otra persona hace, no importa lo que un escogido vea que las personas hacen; si se van todos, un escogido dice: “Se fueron todos pero yo me quedo. Yo me quedo con Jesucristo, yo no vuelvo al mundo, yo fui sacado del mundo por Jesucristo para permanecer con Él.”
Hay un corito que dice: “Dejé el mundo ¿y qué? Y sigo a Cristo.” Y eso es para toda la eternidad. Estamos casados espiritualmente con Cristo, y el matrimonio es para siempre, para toda la eternidad, este matrimonio con Cristo es para toda la eternidad.
Por lo tanto, seguimos a Cristo no importa los problemas que surjan en las vidas de las personas, en las naciones o en las vidas nuestras mismas, hemos recibido a Cristo y nos hemos agarrado de Cristo para toda la eternidad. Y Jacob dijo: “Y no te suelto, no te soltaré hasta que me bendigas.” Y no lo vamos a soltar, hasta que nos bendiga con la bendición de la transformación, y para los que han partido, la resurrección en cuerpos eternos.
Y después ¿qué haremos? Pues caminar con Él hacia la Cena de las Bodas del Cordero, y luego regresar con Él a la Tierra para el glorioso Reino Milenial y así estaremos siempre con Él. Continuamos leyendo aquí... ya vimos quiénes son los veinticuatro ancianos.
Vean, y estaban en el libro del Apocalipsis en el capítulo 4, verso 4; y aquí también hay algo más, por eso fue que Cristo cuando los discípulos, Pedro y los discípulos le preguntan a Cristo: “¿Y nosotros qué tendremos?” o sea: “¿Qué vamos a tener contigo? ¿Qué vamos a tener en Tu Reino?” Cristo les dice: “En la regeneración (lo cual será en el Reino Milenial) vosotros os sentaréis sobre doce tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel.” Vamos a leerlo tal y como está aquí en San Mateo, capítulo 19, versos 27 en adelante, dice:
“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración , cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria.”
O sea, cuando se siente en el Trono de David que es el Trono al cual Cristo es heredero para gobernar, reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, porque ese es el Trono terrenal de Dios, porque el Trono Celestial de Dios está en el Cielo, y en ese Trono Cristo está sentado con el Padre.
Pero en el Reino Milenial Cristo estará en Su Trono terrenal que es el Trono de David, gobernando sobre el pueblo hebreo, y esa será la restauración del Reino de David y Trono de David, de lo cual el Arcángel Gabriel le habló a la virgen María en San Lucas.
Podemos ver que las Escrituras todas se entrelazan, por eso es que hay que estar buscando de un lugar a otro, ahí hablamos del Trono, por lo tanto hay que ver ese Trono en el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante, dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
¿Ven? Y ahora, de ese Trono es que le está hablando Cristo a Pedro y a Sus discípulos:
“Cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”
Por cuanto el Reino Milenial de Cristo es un Reino teocrático, por eso aparecen aquí como Jueces como en el tiempo de los jueces, y es un Reino también que corresponde a la monarquía de David, por lo tanto está fusionada la monarquía con la teocracia.
“Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna (la Vida eterna es lo más importante).
Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.”
Los postreros serán primeros, y los primeros serán postreros, así también es en la construcción del Templo. En la construcción del Templo los primeros, vean, vienen a ser, los primeros que comenzaron son los últimos, y ahora los últimos que llegamos somos los primeros en el Programa Divino.
Pertenecemos a ese Reino de Cristo, que es un Reino celestial que será establecido en esta Tierra, por eso Cristo orando en el capítulo 6 de San Mateo, dijo que oraran pidiendo la Venida del Reino de Dios. Dijo que orando pidieran esa bendición: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo, así también en la Tierra.” Capítulo 6, verso 10 de San Mateo.
Por lo tanto, todos nosotros deseamos que venga pronto el Reino de Dios a la Tierra.
La humanidad, todas las naciones desean la solución a sus problemas. Por lo tanto, para la solución a sus problemas que oren todos diciendo: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra.” Porque esa es la solución a todos los problemas de la humanidad, no hay otra solución.
Ahora, continuamos leyendo aquí el mismo pasaje del capítulo 4, pasamos al verso 5:
“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.”
Y por cuanto Cristo en Su Templo Espiritual tiene que materializar todo lo que está en el Cielo, hacerlo una realidad también en Su Templo Espiritual, en Su Iglesia, ahora esas siete lámparas de fuego que arden delante del Trono, ahora la Iglesia del Señor Jesucristo, es la Iglesia con sus siete edades y sus siete Ángeles Mensajeros; son los siete Ángeles Mensajeros las siete luces, las siete antorchas o siete mechas encendidas con el Fuego del Espíritu Santo.
¿Ven? Eso es la manifestación del Espíritu de Dios, como los siete Espíritus de Dios recorriendo toda la Tierra en cada Ángel Mensajero que Él ha enviado.
Y ahora, pasamos acá al capítulo 5, verso 8, dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.”
¿Y qué han orado los santos? Los santos han orado por la Redención, o sea, por la Segunda Venida de Cristo para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, porque eso es la Redención del cuerpo, para la cual hemos sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa para el Día de la Redención, para el Día de la Redención, que es la Redención del cuerpo donde Cristo nos dará el cuerpo eterno y glorificado, para así ser inmortales físicamente también, y ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Sigue diciendo:
“...y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.”
Y ahora, Jesucristo el Cordero de Dios es digno de tomar el Libro y de abrir sus Sellos, ¿por qué? Porque Él nos ha redimido con Su Sangre, Él con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha redimido para nuestro Dios, y esto ha sido de todo linaje, pueblo y nación, porque la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por personas creyentes en Cristo de todas las naciones, hay de todos los colores, porque es la Iglesia del Señor Jesucristo como un jardín de flores. Por eso en Cantares es tipificada en un huerto y también en una mujer:
“...y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes.”
“Nos has hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes,” Reyes y Sacerdotes del Orden Celestial, y ese Orden Celestial va a ser establecido en este planeta Tierra en la Venida del Reino de Dios:
“...y reinaremos sobre la tierra.”
Y ahí en ese Reino Milenial de Cristo es que usted va a tener la posición importante que usted siempre ha deseado tener.
En esta vida terrenal que es temporal o temporera, quizás no hemos alcanzado en la política ningún nivel o ningún buen nivel, en lo económico tampoco, en lo social quizás tampoco, y en los diferentes campos terrenales quizás tampoco; pero en el Reino de Cristo, Cristo nos ha levantado al nivel más alto de Reyes, de Sacerdotes y Jueces. Por lo tanto, somos el Gabinete de Cristo para ese Gobierno, para ese Reino Milenial.
A todas las personas les gustaría trabajar en el gobierno de su país, ser una persona de gobierno, pues no tienen que preocuparse porque todos los redimidos por Cristo son personas de gobierno, pero no de gobierno terrenal, sino del Gobierno del Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
“Y reinaremos sobre la Tierra.”
Este es un evento muy importante que todavía no ha sucedido en el Cielo, pero va a suceder en el Cielo, todavía Cristo no ha tomado el Título de Propiedad, pero Él conoce todos los nombres que están escritos allí, y no puede levantarse del Trono de Intercesión, porque Él está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre, por todas las personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos. Por eso ese Libro es un Libro misterioso.
Y ahora, ese Libro lo va a tomar Cristo ¿cuándo? Cuando haya completado Su Iglesia, y Él completará Su Iglesia cuando Él haya redimido hasta el último escogido que está escrito en el Libro de la Vida del Cordero.
Cristo tomará ese Libro, lo abrirá en el Cielo, y cuando Él se levante del Trono del Padre y tome ese Libro, ya será dando un paso hacia adelante; o sea, al dar un paso, dará un paso de Cordero a León, de Sumo Sacerdote a Rey.
Por lo tanto, cuando el anciano vio a Jesucristo levantándose del Trono del Padre, y tomando y viniendo para tomar el Libro, dijo: “He aquí no llores Juan, he aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha vencido, el cual ha prevalecido para tomar el Libro y abrir sus Sellos.”
Y cuando Juan miró dice que vio ¿qué? No vio un león, dice que vio un Cordero como ensangrentado, pero ambos vieron a la misma persona. Pero todo depende cómo usted vea a la persona.
Por ejemplo: cuando usted me ve, puede verme como su hermano, o puede verme como un ministro; pero cuando mis hijas y mis hijos me ven, me ven ¿cómo? Como papá. ¿Ven? Y Jesucristo es el León de la tribu de Judá, pero también Él es el Cordero de Dios que fue sacrificado en la Cruz del Calvario, y Juan conocía a Jesús como el Cordero de Dios.
Pero Cristo cuando se levante del Trono del Padre, Él ha completado ya Su Iglesia. Por eso el Reverendo William Branham cuando habló acerca del Libro de los Siete Sellos, dijo que la toma y apertura de ese Libro todavía estaba en el futuro. Pero aunque está en el futuro la apertura de ese Libro, el llamar los nombres de todas esas personas escritas ahí es antes de que Cristo tome ese Título de Propiedad, porque Jesucristo conoce los nombres de todas las personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Por esa causa es que esas personas aun antes de recibir a Cristo tienen una inquietud en su alma y le vienen pensamientos al corazón y del corazón, de su alma, y dicen: “¿Por qué estoy yo en este planeta Tierra? ¿Quién soy yo? ¿Para qué Dios me ha traído a existir aquí a la Tierra? Pues yo no escogí venir a la Tierra, yo no escogí vivir en esta Tierra, no escogí venir en este tiempo tampoco.”
Fue Dios el que escogió que nosotros estemos aquí en este tiempo. ¿Y para qué? Para ser rociados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, para lo cual hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Y si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido, Cristo lo está llamando: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” Él te está llamando porque el nombre tuyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida.
Y tú estás en esta actividad aquí presente, y también ustedes que están a través de la televisión o a través de esta proyección en una pantalla en público o en algún lugar, ustedes están escuchando porque el Nombre de ustedes está escrito en el Libro de la Vida, y ustedes están escuchando el llamado de Jesucristo el Buen Pastor, llamándoles a ustedes, porque ustedes son ovejas del Señor dadas a Cristo para que les dé Vida eterna.
Por lo tanto, ya ustedes saben el motivo por el cual ustedes han sido enviados por Dios a vivir en este planeta Tierra, para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, ser perdonados vuestros pecados, ser limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego y producir en ustedes el nuevo nacimiento y así obtener el nuevo nacimiento, así haber nacido del Agua y del Espíritu y haber entrado al Reino de Dios y por consiguiente a la Vida eterna, y así tener confirmado vuestro lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, está aquí en esta ocasión porque Dios le ha traído para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo porque la fe viene por el oír, para así Dios darle la fe en Cristo, para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios.
Y mientras usted ha estado escuchando la Palabra, Dios por medio de Su Palabra ha estado creando esa fe en vuestra alma, en vuestro corazón. El Espíritu Santo por medio del Evangelio que ha estado usted escuchando, ha estado creando esa fe, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Se hace confesión pública de vuestra fe en Cristo para obtener la salvación y Vida eterna.
Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Nadie quiere ser condenado, pues no podemos ser incrédulos, porque el que no crea será condenado. “Mas el que no creyere, será condenado.” El que no cree en Cristo será condenado. Pero el que cree... “El que creyere y fuere bautizado, será (¿qué?) salvo.” Obtendrá el perdón de sus pecados porque Cristo lo perdonará, será limpio de todo pecado por la Sangre de Cristo, será bautizado en agua por un ministro en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y producirá así en la persona el nuevo nacimiento, y la persona nacerá a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Cuando nacimos en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero no a la Vida eterna sino a una vida temporal o temporera. Por eso nacemos, crecemos, nos ponemos viejos y morimos, porque eso fue lo que nuestros padres terrenales pudieron darnos; pero mucho hicieron por nosotros, nos dieron una vida temporera o temporal, o Dios a través de ellos, ¿para qué? Para que tuviéramos la oportunidad de hacer contacto con la Vida eterna a través de Jesucristo, y obtener la Vida eterna recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Por lo tanto hemos venido a este planeta Tierra para ser rociados por la Sangre de Cristo, con la Sangre de Cristo y ser limpios de todo pecado.
Para eso es que Dios lo ha enviado a usted y a mí a este planeta Tierra: para que podamos obtener el nuevo nacimiento y podamos obtener la Vida eterna, la inmortalidad, y así vivir con Cristo en Su Reino eterno por toda la eternidad.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, puede hacerlo en esta ocasión pasando al frente y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado.
En esta ocasión hemos estado escuchando nuestro tema: “EL CONTENIDO DEL LIBRO MISTERIOSO.”
Y en el contenido del Libro misterioso estoy yo. ¿Y quién más? cada uno de ustedes también. Nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5.
Pueden continuar pasando todas las personas que han escuchado y ha nacido en vuestros corazones la fe para creer en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Esa es la fe de Cristo que ha nacido en vuestra alma, en vuestro corazón, porque Cristo le está llamando en esta ocasión, porque usted es una oveja del Señor, usted es un hijo o una hija de Dios, que ha venido a este mundo para ser rociada con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, para ser hechos Reyes y Sacerdotes en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Hemos venido a este planeta Tierra para recibir bendición, pero la bendición está y viene a través ¿de quién? De Jesucristo.
Hemos venido para recibir la Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo, no la podemos buscar en otro lugar o en otra persona, “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo.” Dice Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 al 13. Y la buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, porque hemos recibido a Cristo en quien está la Vida eterna.
Si una persona le dice a usted: “Te voy a dar un vaso de agua.” Y le extiende el vaso de agua, y usted quiere tomar, tiene sed y quiere tomar agua, tiene que tomar el vaso para poderse tomar el agua. Y si usted tiene sed de la Vida eterna, usted tiene que tomar el vaso, que es Jesucristo, donde está la Vida eterna, para que Él le dé la Vida eterna, porque Dios nos ha dado Vida eterna, pero esta vida está en Su Hijo.
Pueden continuar pasando. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Lucas 12:8-9]
Por lo tanto, todos queremos que Cristo nos confiese delante del Padre Celestial como personas que hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, como personas creyentes en Cristo, que hemos aceptado el Sacrificio de Jesucristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y no hay otro sacrificio por los pecados del ser humano.
Por esa causa fue que Cristo ordenó a Sus discípulos a predicar, a enseñar, dice en San Lucas, capítulo 24, versos 46 en adelante:
“Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.”
El arrepentimiento y el perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, porque el único que puede perdonar nuestros pecados es nuestro amado Señor Jesucristo, por eso se predica el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo, para que las personas reciban a Cristo y le pidan perdón a Cristo por sus pecados.
Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad y en ciudades cercanas y en toda la República de Colombia. Cuando una persona va a alguna nación se encontrará que hay colombianos, cuando va a alguna nación, a algún reino encontrará que hay colombianos.
¿Pero saben en qué reino es donde más colombianos hay? En el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Y así también es para todos los latinoamericanos: se va a cualquier nación de Europa o hasta el África o hasta la China, y allá encontrarán latinoamericanos también, pero donde más encontramos latinoamericanos son en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, en este tiempo se está llenando el Reino de Jesucristo de latinoamericanos y caribeños, y todo el que quiera entrar al Reino de Cristo, que entre también, no importa de qué nación sea.
Por lo tanto, el llamado es también para todo ser humano que vive en este planeta Tierra. El que tenga sed, venga, y el que quiera tome del agua de la Vida eterna gratuitamente, venga ¿a quién? A Jesucristo y lo reciba como su único y suficiente Salvador.
Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar. Cristo les está llamando, ya Cristo les ha hablado directamente a sus almas y por consiguiente han descubierto que Cristo les ama, les ha llamado y han descubierto que son ovejas del Señor Jesucristo, son hijos e hijas de Dios que Cristo está llamando en estos momentos.
Cristo está llamando y juntando Sus escogidos en este tiempo final, y pronto va a completar el grupo de Sus escogidos en Su Reino, en Su Iglesia. Todavía faltan más personas por pasar, vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas que faltan por pasar, y mientras pasan vamos a estar puestos en pie.
Algunas veces sucede que luego de la persona escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y sentir el llamado de Cristo, haber nacido la fe de Cristo en su alma y saber que ha nacido ahí porque han creído, luego se aguantan cuando les toca dar testimonio público de su fe en Cristo, algunas veces por timidez y algunas otras ocasiones porque algo los aguanta; pero la persona debe comprender que con el corazón se cree (y ya ha creído) pero con la boca se da testimonio, se hace confesión pública de su fe en Cristo para salvación.
No hay nada más importante que la salvación del alma. “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? o ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.
Por lo tanto, lo más importante es la Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo, recibimos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna.
La decisión más grande que una persona hace es una sola, puede haber hecho muchas decisiones en su vida, pero la más grande, la más importante es una sola, es la decisión que coloca a la persona en la Vida eterna, y esa decisión es recibir a Jesucristo como su único y suficiente Salvador.
Esa es la decisión que coloca a la persona en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Podemos ver que no hay otra decisión que coloque a la persona en la Vida eterna, solamente la decisión de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Y al hacer esa decisión es que entonces la persona recibe el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y así la persona ha nacido de nuevo, ha nacido del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo y del bautismo del Espíritu Santo, y ha entrado al Reino de Dios y ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, no tendrá preocupación de qué será de su vida después que muera su cuerpo físico, ya está asegurado con Cristo en Su Reino eterno, ya pueden dormir tranquilos, sin preocuparse cuántos años o cuántos días le faltan por vivir, no tiene que preocuparse qué día va a morir porque ya tiene Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo. Si muere físicamente va al Paraíso a vivir.
Los seres humanos tienen muchos seguros: seguros para los automóviles, seguros para las casas, seguros de salud también, y un sinnúmero de seguros, pero los seres humanos no tienen el seguro más importante, que es el seguro de la Vida eterna. Pero hay alguien que lo tiene para todos nosotros, y Su Nombre es Señor Jesucristo, ese es el seguro más importante y es el que tenemos que tener primero.
Sin el seguro de la Vida eterna la persona cuando muere no puede ir al Paraíso porque no tenía el seguro de la Vida eterna. Pero si tiene el seguro de la Vida eterna y muere, va al Paraíso aunque no tenga ni seguro de auto, ni seguro de la casa, ni seguro de salud, no importa, después que tenga el seguro de la Vida eterna de parte de Cristo, quedó asegurado para toda la eternidad, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Si falta todavía alguna persona por pasar, puede pasar para que quede incluida en esta oración que haré por todas las personas que han escuchado la predicación del Evangelio y han creído de todo corazón en Cristo, y han pasado al frente danto testimonio de su fe en Cristo.
Dios les ha traído aquí para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, por esa causa es que ustedes están aquí presentes en esta actividad, porque fueron predestinados por Dios, destinados por Dios, elegidos por Dios desde antes de la fundación del mundo para ser rociados con la Sangre de Jesucristo, ustedes fueron elegidos para ese propósito, y yo también y todos ustedes también. Por eso es que están recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Somos contenido del Libro misterioso, estábamos contenidos en ese Libro, estamos contenidos en ese Libro y por eso, por cuanto Cristo está materializando el contenido de ese Libro, estamos aquí materializados en carne humana, recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
Nuestra vida es un misterio también; pero vean, todo es sencillo, cuando recibimos a Cristo entonces se aclaran todas las cosas y entonces comprendemos el porqué vivimos en esta Tierra, y comprendemos porqué nacimos, porqué crecemos, porqué nos ponemos jóvenes, después adultos y después viejos y después el cuerpo físico muere.
Es una etapa de nuestra vida en donde con la elección de Cristo, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, pasamos a una nueva etapa de Vida eterna.
El que no pasa a esa etapa no podrá vivir eternamente, y será como una planta que no fue sembrada por Dios. “Porque toda planta que no sembró mi Padre, será desarraigada.” Pero toda planta que ha sembrado Dios no va a ser desarraigada, va a vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.
Si falta todavía alguna persona, puede pasar; y si faltan niños por pasar, los niños de diez años en adelante pueden también pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Cristo tiene lugar para los niños también en Su Reino. Por eso Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Él también dijo: “Si no fuereis como niños, como uno de estos niños, no entraréis al Reino de Dios.” Para ser como un niño una persona que tiene 60 ó 70 años, tiene que nacer de nuevo, de eso fue que le habló Cristo a Nicodemo, que tenía que nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu, nacer no a la vida física, porque ya esa la recibió de su padre, sino a la Vida eterna.
Y nacemos a la Vida eterna en el Reino de Cristo como unos bebés, niños recién nacidos en el Reino de Cristo, y luego vamos comiendo el Alimento Espiritual de la Palabra de Dios y vamos creciendo.
Si falta alguna otra persona puede pasar. Ya vamos a orar por las personas que han pasado. Vamos a levantar nuestras manos y cerrar nuestros ojos, y repitan comigo esta oración las personas que han pasado creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador, y recibiéndolo como su único y suficiente Salvador. Repitan conmigo:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació en mi alma, en mi corazón, Tu fe; creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, reconociendo que soy pecador Te ruego perdones mis pecados, y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado, y Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno para vivir contigo por toda la eternidad, quiero nacer a la Vida eterna.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.
Repitan conmigo con nuestras manos levantadas al Cielo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Ya he creído en Jesucristo de todo corazón y lo he recibido en mi alma como mi único y suficiente Salvador, pero todavía me falta ser bautizado en agua en Su Nombre para cumplir el mandato de Cristo por completo.” Por cuanto ustedes han creído pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos.
Y que Jesucristo nuestro Salvador, les bautice con Espíritu Santo y Fuego luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento y entren a la Vida eterna y al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Y que Cristo traiga sus familiares también para que les dé Vida eterna y estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Pregunto al ministro si hay agua, hay agua, aquí hay agua. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas? También hay lugar donde cambiarse de ropas. ¿Hay personas que cuidarán de sus ropas? También hay personas que cuidarán de vuestra ropa en lo que ustedes se bautizan en agua, y luego se pondrán de nuevo las ropas de ustedes y regresarán a sus hogares felices, gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma.
Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “EL CONTENIDO DEL LIBRO MISTERIOSO.” O sea, del Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Y nos veremos ya muy pronto, el próximo mes, ¿próximo mes, es? Próximo mes de noviembre Dios mediante en las actividades que hemos de tener acá en Cali.
Que Dios les bendiga y les guarde, y con nosotros tenemos aquí el ministro para continuar.
“EL CONTENIDO DEL LIBRO MISTERIOSO.”