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Reciban la Gracia de Dios 2004-09-08 1 Joinville Santa Catarina BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.

Para esta noche leemos en Efesios, capítulo 2, verso 1 al 10, donde dice el Apóstol Pablo de la siguiente manera:

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,

entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,

aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),

y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

no por obras, para que nadie se gloríe.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

...por gracia sois salvos por medio de la fe.” Dice Efesios, capítulo 2, verso 8. Por cuanto somos salvos por Gracia, entonces recibimos la Gracia de Dios.

RECIBAN LA GRACIA DE DIOS.” ¿Para qué? Para recibir la salvación.

La Gracia de Dios se personificó en nuestro amado Señor Jesucristo, la Gracia de Dios es nuestro amado Señor Jesucristo. Por lo tanto, reciban la Gracia de Dios. Recibiendo a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, estamos recibiendo la Gracia de Dios, para salvación y Vida eterna; por consiguiente la salvación y Vida eterna está en Jesucristo, el Hijo de Dios.

Nos dice San Juan, capítulo 1, verso 17:

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.”

Por eso Jesucristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6) Porque la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo. Por lo tanto, Jesucristo es la Verdad; y Jesucristo es la Gracia de Dios manifestada en carne humana, para Salvación y Vida eterna de todos aquellos que reciben la Gracia de Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

Él vino para salvar lo que se había perdido, vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, conforme a San Lucas, capítulo 19, verso 10; para eso vino Jesucristo, el Hijo del Hombre, el cual es la Gracia de Dios manifestada en carne humana en este planeta Tierra, para salvación y Vida eterna, de todos los que reciben la Gracia de Dios en la persona de Jesucristo nuestro Salvador.

“La Ley fue dada por Moisés, pero la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo.” [San Juan 1:17] Por cuanto la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo, y la Gracia y la Verdad se personificaron en Jesucristo, como también la Sabiduría está personificada en Jesucristo, por consiguiente la Dispensación de la Gracia es la Dispensación en donde la Gracia de Dios ha sido manifestada para salvación a todo aquel que en Él cree.

Desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario se abrió el Ciclo Divino del Tiempo aceptable delante de Dios, del Tiempo en donde Dios acepta a toda persona que recibe a Jesucristo como su único y suficiente Salvador; y por consiguiente, desde los días que Jesucristo murió en la Cruz del Calvario en adelante, estamos en el Día de Salvación, el Día de la Dispensación de la Gracia.

Por lo tanto, en la Dispensación de la Gracia toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, está recibiendo la Gracia de Dios, para Salvación y Vida eterna; porque la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo. Por eso San Pablo dice: “Por gracia sois salvos.” No es por obras para que nadie se glorié, sino por Gracia, por la fe en Jesucristo nuestro Salvador. “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” [Romanos 6:23]

Por lo tanto, Jesucristo al venir a la Tierra en un cuerpo en forma de pecado, pero no era un cuerpo de pecado, sino que se parecía a nuestro cuerpo físico, pero era un cuerpo sin pecado; por eso Él era inmortal; y es inmortal, y fue glorificado. Por eso cuando Él tomó nuestros pecados y murió por ellos en la Cruz del Calvario, ahí quitó el pecado del ser humano. Y cuando una persona recibe a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado; y el pecado de la persona desaparece. “Porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado (dice primera de Juan, capítulo 1, verso 7).” Porque la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario es la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre del Pacto eterno, conforme a Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21.

Por lo tanto, la Sangre del Nuevo Pacto limpia de todo pecado a toda persona que recibe la Gracia y la Verdad y la Misericordia de Dios, por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Por la fe en Cristo somos justificados. “El justo por la fe vivirá.” Eso es lo que nos dice San Pablo en Romanos, capítulo 1, verso 17.

Por lo tanto, todo creyente en Cristo vive por la fe en Cristo, y es justificado por la fe en Cristo. Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, tiene Vida eterna, porque ha recibido la Gracia de Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para Salvación y Vida eterna. “Porque por Gracia somos salvos; y esto no de nosotros, sino que es Don de Dios.” [Efesios 2:8]

Por lo tanto, toda persona tiene la oportunidad de recibir la Gracia de Dios, a través de Jesucristo, porque la Gracia de Dios está personificada en Jesucristo. Recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, es recibir la Gracia de Dios para salvación y Vida eterna.

Ahora, no estamos bajo la Ley; bajo la Ley se sacrificaba un macho cabrío de expiación el día diez del mes séptimo de cada año. Ese sacrificio lo efectuaba el sumo sacerdote, y la sangre de ese sacrificio la llevaba al lugar santísimo del templo terrenal, y esparcía sobre el propiciatorio siete veces con su dedo. Y todas las personas que arrepentidas de sus pecados pedían perdón a Dios, afligidos en sus almas por haber pecado contra Dios, obtenían el perdón de sus pecados y eran reconciliados con Dios para vivir un año más.

Aquello era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para que todo ser humano, que afligido por haber pecado contra Dios, pedía perdón a Dios teniendo el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, y creyendo en ese Sacrificio de la Expiación por sus pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, obtuviera el perdón de sus pecados, y fuera reconciliado con Dios para vivir eternamente en el Reino de Dios con Jesucristo nuestro Salvador.

Por eso es que ahora en el Nuevo Testamento ya no se efectúan sacrificios por el pecado, porque los creyentes en Cristo han recibido la Gracia de Dios y el sacrificio por sus pecados es el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario. Ese es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, porque la Gracia de Dios ha sido manifestada en Jesucristo para salvación de toda persona que cree en Jesucristo como su único y suficiente Salvador; y así la persona es reconciliada con Dios para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.

Toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, no ha recibido la Gracia de Dios. Pero está llamado a recibir la Gracia de Dios, para recibir la salvación y Vida eterna. Es la única forma en que el ser humano puede obtener el perdón de sus pecados, y puede obtener la salvación y Vida eterna siendo reconciliado con Dios para vivir eternamente en el Reino de Dios. No hay otra forma para el ser humano obtener el perdón de sus pecados, ser limpios de todo pecado, ser reconciliados con Dios y vivir eternamente en el Reino de Dios. Todo eso fue tipificado en el Antiguo Testamento, en medio del pueblo hebreo.

Por eso es que el pueblo hebreo sacrificaba animalitos por el pecado, el sacrificio del macho cabrío de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año, sacrificio que efectuaba exclusivamente el sumo sacerdote.

Y ahora, en el Nuevo Testamento ese Sacrificio tipificaba a Jesucristo como el Sacrificio Perfecto de la Expiación por el pecado del ser humano. Y Jesucristo como Sumo Sacerdote ascendió al Cielo, y con Su propia Sangre se presentó en el Templo Celestial, y colocó Su propia Sangre sobre el Propiciatorio, que es el Trono de Dios en el Cielo, para hacer Intercesión como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre por toda persona que arrepentida de sus pecados recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador; y así recibe la Gracia de Dios para salvación y Vida eterna.

Cristo está como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial haciendo Intercesión por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador. Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, conforme al Orden de Melquisedec. Por esa causa Jesucristo ascendió al Cielo y se sentó a la Diestra de Dios, y está como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión por nosotros en el Cielo.

“Si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el Hijo de Dios.” [Primera de Juan 2:1] De eso nos habló San Pablo. Nuestro Abogado es Jesucristo, el cual intercede por nosotros, como intercedía el sumo sacerdote en el templo terrenal, y como intercede un abogado en la corte en favor de su cliente. Y así Jesucristo intercede por nosotros como nuestro Abogado en el Templo Celestial, ante la presencia del Dios Creador de los Cielos y de la Tierra.

Por lo tanto, tenemos un Abogado en el Cielo, el mejor Abogado que hay, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Y tenemos un Sumo Sacerdote en el Cielo, el cual intercede por nosotros, el cual es Sacerdote, no según el orden levítico, sino según el Orden de Melquisedec, que es el Orden Celestial del Sacerdocio Celestial del Templo que está en el Cielo. Ese es nuestro Sacerdote, nuestro Sumo Sacerdote, el cual intercede por nosotros con Su propia Sangre; y por consiguiente Él es el que perdona nuestros pecados y con su Sangre nos limpia de todo pecado, y nos justifica ante Dios, nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado.

Él es el que nos reconcilia con Dios, Él es el que nos coloca dentro del Nuevo Pacto, el Pacto eterno, y nos cubre con la Sangre del Pacto eterno, que es Su propia Sangre. Un Nuevo Pacto ha sido establecido para el pueblo de Dios, para hebreos y para gentiles también. El Nuevo Pacto que Dios prometió por medio del Profeta Jeremías en el capítulo 31, verso 31 en adelante. Él dijo que haría un Nuevo Pacto con Su pueblo; y ya el Nuevo Pacto fue establecido, y Jesucristo es el fiador del Nuevo Pacto. Él es el Sumo Sacerdote de ese Nuevo Pacto, y nosotros somos los beneficiarios de ese Nuevo Pacto, en donde está la bendición de Dios, la bendición de la Vida eterna, para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes.

Dios muestra Su Amor para con nosotros en la siguiente forma. Veamos Romanos, capítulo 5, verso 6 en adelante, donde nos dice:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Por medio de Jesucristo hemos recibido la reconciliación, porque Jesucristo es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados cuando murió en la Cruz del Calvario; por consiguiente hemos sido reconciliados con Dios, y tenemos paz para con Dios. Primera de Juan, capítulo 5, dice (verso 10 en adelante):

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso , porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

Dios nos ha dado Vida eterna. ¿Y dónde está la Vida eterna que Dios nos ha dado? En Jesucristo. Para recibir la Vida eterna que Dios nos ha dado, recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para recibir la Vida eterna es que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

El que tiene al Hijo, tiene la vida...”

¿Qué vida tiene el que tiene a Cristo en su alma? Tiene la Vida eterna que Cristo le ha dado.

...el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

El que no tiene a Cristo en su alma, porque no lo ha recibido como su Salvador, no tiene la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporera que se le va a terminar en algún momento, y no sabe cuándo se le va a terminar. Y cuando se le termine esa vida temporera, por cuanto no tiene la Vida eterna, no puede vivir eternamente en el Reino de Dios, porque no quiso vivir eternamente, no quiso la Vida eterna. Por lo tanto, no va a vivir eternamente. Cristo en San Juan, capítulo 5, verso 40, dijo:

Y no queréis venir a mí para tener Vida eterna, para que tengáis Vida eterna.”

El que no quiere venir a Cristo no quiere tener Vida eterna, y por consiguiente no vivirá eternamente, solamente vivirán eternamente aquellos que han recibido a Jesucristo como su único y suficiente Salvador. Y Cristo les ha dado Vida eterna. Eso fue lo que Cristo dijo que daría a las ovejas que el Padre le dio. Eso está en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, podemos ver que es Jesucristo el que le da Vida eterna a todas las ovejas que el Padre le dio. Esas ovejas son seres humanos, almas de Dios, almas del Padre Celestial que han sido dadas a Cristo para que les dé Vida eterna, y por esa causa es que Jesucristo nos llama por medio de la predicación del Evangelio de Cristo, donde nos da a conocer el misterio contenido en Su Primera Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario.

Juan el Bautista cuando vio a Jesús en el capítulo 1 de San Juan, dijo:

He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”

Jesucristo vino para quitar el pecado del mundo, y para eso tomó nuestros pecados, se hizo mortal y murió por nosotros en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados. Él murió como nuestro Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Por lo tanto, Jesucristo es la única persona que puede perdonar nuestros pecados y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado, porque Él vino para quitar el pecado del mundo, Él vino para salvar a Su pueblo de sus pecados, conforme a las palabras del Ángel habladas a José, el esposo de la virgen María, en San Mateo, capítulo 1, verso 21, cuando le habló en sueños a José.

Por lo tanto, Jesucristo es la Gracia de Dios expresada en la forma de un hombre, llamado Jesucristo. Él es la Gracia de Dios para nosotros. Por Gracia, por Jesucristo somos salvos. Por lo tanto, somos salvos gratuitamente, somos salvos por la fe en Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y por los pecados ¿de quién más? Por los pecados de cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, tenemos un Sacrificio por nuestros pecados: el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario. Ese Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados es para hebreos y para gentiles también, para todo ser humano que pasa por este planeta Tierra.

Por lo tanto, todos tenemos la oportunidad de obtener el perdón de nuestros pecados, y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, que es la Sangre de la Expiación por nuestros pecados. Por lo tanto, por Gracia sois salvos, por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios. Por lo tanto, la buena noticia para los creyentes en Cristo está aquí en San Juan, Primera de Juan, capítulo 5, verso 13 (que nos faltó leer):

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” [Primera de Juan 5:13]

La buena noticia es que tenemos Vida eterna; y esta Vida está en Jesucristo. Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como Salvador tiene Vida eterna, y no vendrá a condenación, más pasó de muerte a vida. Él nos resucitó de entre los muertos y nos ha dado Vida eterna.

La raza humana, el ser humano, cuando pecó en el Huerto del Edén, murió. Dios le había dicho a Adán que no comiera del árbol de ciencia del bien y del mal, porque el día que comiera de ese árbol, ese día moriría. Y Adán y Eva pecaron, pero físicamente continuaron viviendo, y Adán vivió 930 años.

¿Pero se cumpliría lo que Dios dijo que el día que comiera de ese árbol moriría? Claro que sí. Adán murió a la Vida eterna el día que pecó, y solamente le quedó vida temporera que le duró 930 años; y por consiguiente al morir a la Vida eterna, luego la vida temporera que tenía, se le terminaría en algún momento, moriría físicamente también. Pero primero murió a la Vida eterna.

Ahora, ¿cómo regresará a la Vida eterna? Al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, recibieron la muerte, murieron a la Vida eterna; tiene que haber un árbol del cual al comer, la persona reciba la Vida eterna. El Árbol de la Vida estaba en el Huerto del Edén, y el Árbol de la Vida es Cristo. Por eso Cristo dijo que Él es el Pan de Vida que descendió del Cielo. Y dijo: “El que coma de este pan vivirá eternamente.” [San Juan 6:51]

Cristo es el Árbol de la Vida, por lo tanto, comer de Él, eso es recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, creyendo en Él de todo corazón. “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” [San Mateo 4:4] Por lo tanto, a través de la predicación del Evangelio de Cristo, creemos en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y lo recibimos y así recibimos la salvación y Vida eterna, así es como comemos del Árbol de Vida eterna, el cual es Jesucristo nuestro Salvador; y así es como obtenemos salvación y Vida eterna gratuitamente. Porque por Gracia sois salvos.

Por lo tanto, los que han recibido a Cristo, han recibido la Gracia de Dios, y por consiguiente la Vida eterna. Yo he recibido la Gracia de Dios, y como resultado la Vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si alguno no ha recibido la Gracia de Dios, a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, lo puede hacer en esta noche, para que reciba la salvación y Vida eterna, y asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Pueden levantar su mano y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y nazca en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, nazca a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador; y así sea resucitado de entre los muertos, de entre los que han muerto a la Vida eterna, sea resucitado a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Pueden pasar al frente y yo estaré orando por ustedes en esta noche. Pueden continuar pasando las personas que han levantado sus manos, pueden continuar pasando todos los que desean recibir la Gracia de Dios, recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para que Cristo les dé la salvación y Vida eterna, y asegure usted su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Todos queremos vivir eternamente, nadie quiere dejar de existir. Y hemos visto que hay una forma para ser reconciliados con Dios y obtener la Vida eterna: es a través de Jesucristo nuestro Salvador; porque Él es la Gracia de Dios para salvación y Vida eterna a todo aquel que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Pueden continuar pasando y yo estaré orando por ustedes en esta noche. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Lucas 12:8-9] Si le damos la espalda a Cristo, Cristo nos dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial.

Pero el que confiesa a Cristo como Salvador, Cristo lo confiesa delante del Padre Celestial, como una persona que cree en Cristo y que lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, y Cristo lo ha perdonado y con Su Sangre lo ha limpiado de todo pecado, y le ha dado la salvación y Vida eterna; y por consiguiente esa persona entra al Reino de Dios para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno; y así ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo en el Reino eterno de Jesucristo.

Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” [San Juan 3:5] Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador; y nacer del Espíritu es nacer del bautismo del Espíritu Santo; y así obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos a una nueva vida en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Nacemos a la Vida eterna, la Vida eterna que perdió Adán y Eva al comer del árbol de ciencia del bien y del mal; esa Vida eterna que ellos perdieron la recibimos nosotros comiendo del Árbol de la Vida, que es Jesucristo nuestro Salvador. Y comemos del Árbol de la Vida creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador; por la fe en Cristo obtenemos la salvación y Vida eterna, comemos de Cristo, del Árbol de la Vida, creyendo en Él como nuestro único y suficiente Salvador.

Un árbol causó la muerte de la raza humana, trajo la muerte a la Vida eterna, murió a la Vida eterna el ser humano, y luego vino a ser mortal y murió físicamente más adelante Adán y Eva. Pero ahora otro árbol: el Árbol de la Vida, que es Cristo, nos restaura a la Vida eterna, y así aseguramos nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Toda persona que quiere vivir eternamente necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador; porque Él es el Árbol de la Vida, y Él es la Gracia de Dios personificada. Y la Gracia de Dios es para Salvación. Por Gracia sois salvos.

“La Ley por Moisés fue dada. Pero la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo.” [San Juan 1:17] Por lo tanto, toda persona puede recibir la Gracia y la Verdad por medio de Jesucristo, y por consiguiente la Vida eterna. Cristo dijo: “El que oye mis Palabras y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a Vida.” [San Juan 5:24]

Mientras vivimos en esta Tierra es que tenemos la oportunidad de recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para obtener la salvación de nuestra alma. “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Una persona no puede decir: “Yo voy a pagar tantos millones de reales o de dólares por la salvación de mi alma.” No. La salvación de nuestra alma pertenece a Jesucristo.

Jesucristo pagó el precio de la salvación de nuestra alma. Él murió por todos nosotros, ese fue el precio de nuestra salvación: la vida de Cristo por la vida nuestra. Él dio Su vida por la vida del mundo, Él dio su vida por nuestra vida, Él murió para que nosotros vivamos eternamente. Él se hizo pobre para que nosotros seamos ricos en el Reino de Dios.

Por lo tanto, reciban la Gracia de Dios, reciban a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para que reciban la salvación y Vida eterna, y tengan la esperanza de volver a vivir, vivir una Vida eterna con Jesucristo en Su Reino eterno, una Vida eterna física, la cual será en el Reino de Cristo. Pero mientras tanto el Reino de Cristo está en la esfera espiritual; y en esa esfera espiritual entramos al Reino de Cristo y tenemos Vida eterna.

Ya hemos asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno cuando lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador. Es para recibir Vida eterna que la persona recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. No es para ser un religioso más, es para recibir la Vida eterna. No hay otra decisión más grande que el ser humano pueda hacer que recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la decisión que coloca a la persona en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Cualquier otra decisión que la persona haga, no lo coloca en la Vida eterna.

Puede ser una buena decisión de estudiar en la universidad, y cuando termine sus estudios lo coloca como un profesional en lo que él haya estudiado. Pero eso no lo coloca en la Vida eterna. La decisión más grande es recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, esa es la decisión que nos coloca en la Vida eterna en Su Reino eterno.

Por lo tanto, eso es lo más importante que un ser humano puede hacer en la vida. Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” [San Mateo 6:33] ¿Ven? ¿Para qué? Para entrar al Reino de Dios y tener Vida eterna. ¿Y cómo entramos? Naciendo del Agua y del Espíritu, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Cristo en la Vida eterna y a la Vida eterna. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16)

Tan simple como eso. También en San Juan, capítulo 3, verso 16, dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¿Ven? La Vida eterna es para todo aquel que cree en Jesucristo como su único y suficiente Salvador. El que no cree es condenado, pero el que cree recibe la Vida eterna, y no perecerá jamás, vivirá eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Para eso es que se predica el Evangelio de Cristo, y se da a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Ese es el propósito divino, esa es la meta: que recibamos a Cristo como nuestro Salvador, para que recibamos la salvación y Vida eterna, y obtengamos así esa Vida eterna que nunca se acabará, y vivamos con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Mientras estamos en esta Tierra tenemos que asegurar nuestro futuro eterno, ¿con quién? No hay ninguna compañía de seguro a la cual ir y decir: “Quiero comprar un seguro que me asegure la Vida eterna.” Toda compañía le dirá: “Ese seguro no lo tenemos aquí.”

Pero hay una persona que tiene ese seguro, y es gratuito, porque Él pagó el precio de ese seguro, Él pagó el precio de nuestra salvación, esa persona se llama EL SEÑOR JESUCRISTO, Él es el único que tiene el seguro de la Vida eterna, para todo aquel que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han pasado. Si falta alguna otra persona puede pasar. Recuerde que recibir a Cristo es Vida eterna para usted, es para que Él le dé la Vida eterna a usted, para eso es que recibimos a Cristo como Salvador.

Unos segundos y ya oraremos por las personas que han pasado. Los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” [San Mateo 19:14] Unos segundos y ya estaremos orando por todos los que han pasado.

Algunas veces sucede que las personas escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y creen de todo corazón, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo; y con el corazón, con el alma, es que se cree. Ya ha creído en Cristo al escuchar la Palabra, porque nació la fe en Cristo para creer en Cristo. Pero luego la Escritura dice: “Pero con la boca se confiesa para salvación.” Se hace confesión pública de su fe en Cristo, confiesa públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, recibiéndolo como su Salvador.

Y algunas veces cuando le toca a la persona pasar al frente, se aguanta [detiene], pero la persona lo que tiene que decir es: “Ya yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y he creído de todo corazón en Cristo; por lo tanto, me levanto, paso al frente, y doy testimonio público de mi fe en Cristo, y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.” Y obtiene la victoria, y obtiene la salvación y Vida eterna. Unos segundos y ya oraremos por las personas que han pasado. Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, y por eso los está llamando.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tú eres un hijo o una hija de Dios, y por eso te está llamando, y por eso ha nacido la fe en Cristo en ti, en tu corazón. Por eso estás en esta actividad, Dios te trajo a esta actividad, porque tu nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y Él te trajo aquí para que escucharas la predicación del Evangelio de Cristo, y para que creyeras de todo corazón en Cristo, para Él darte la fe en Cristo y tú recibir a Cristo como tu único y suficiente Salvador, para obtener la salvación de tu alma. Para eso es que Cristo te trajo aquí: para Él darte la salvación y Vida eterna.

Vamos a orar por las personas que han pasado, si todavía falta alguna, puede pasar inmediatamente para que quede incluida en esta oración que haré por todos los que han pasado al frente. Vamos ya a orar, vamos a cerrar nuestros ojos, levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti creyendo en Ti de todo corazón; creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma. Señor Jesucristo salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautizame con Espíritu Santo y Fuego. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer del Agua y del Espíritu, quiero entrar a Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.

Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego. En Tus manos encomiendo mi alma. En Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén y amén.

Y repitan conmigo con las manos levantadas al Cielo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes han recibido la Gracia de Dios para salvación, han recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes han creído de todo corazón y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Pero ustedes me dirán: “Pero todavía me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche. ¿Hay agua? Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas? Hay también lugar dónde cambiarse de ropas. Y hay personas que les ayudarán y también cuidarán vuestras ropas, para que estén tranquilos y se bauticen tranquilamente, y luego regresen y se cambien de ropa de nuevo y regresen a sus hogares gozosos por la salvación de vuestra alma que Jesucristo les ha dado.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “RECIBAN LA GRACIA DE DIOS.”

Y ustedes han recibido la Gracia de Dios en esta noche, para salvación y Vida eterna, recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Y ahora en el bautismo en agua ustedes se identificarán con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Toda persona que recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo, es una muerte espiritual; y luego cuando es sumergido, sumergido en las aguas bautismales, está siendo sepultado, y cuando es levantado de las aguas bautismales, está siendo resucitado a una nueva vida, a la Vida eterna, con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, la orden de Cristo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo,” es una realidad para toda persona que recibe a Cristo como Salvador y es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento.

Por lo tanto, adelante siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; como hizo el Apóstol Pedro el Día de Pentecostés con las personas que creyeron, les dijo: “Arrepentíos, y bauticese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados, y recibiréis el Don del Espíritu Santo; porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos; y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Eso está en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 36 al 41; como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas ese día, y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, entraron al Reino de Dios, porque recibieron la Gracia de Dios, recibiendo a Cristo como su único Salvador; y siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y Cristo les bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y produjo en ellos el nuevo nacimiento.

Que Jesucristo nuestro Salvador les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y también a sus familiares los traiga a Sus pies y les dé salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino de Cristo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo nuevamente al Reverendo aquí presente para continuar e indicarles hacia dónde están las ropas bautismales y los bautisterios para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

RECIBAN LA GRACIA DE DIOS.”