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title: '¡Lázaro, ven fuera!'
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date: 2004-07-15
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city: Cárdenas
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state: Michoacán
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Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica María, y también los niños reciban saludos de mis niñas América y Yahannah Gabriela.
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Para esta ocasión leemos el pasaje de San Juan, capítulo 11, versos 20 en adelante, donde nos habla de la ocasión en que Lázaro (el hermano de Marta y María) murió y Jesús no estaba allí para orar por él, y luego Jesús vino cuatro días después que había muerto, ya estaba Lázaro sepultado en una cueva pero Jesús vino para resucitar a Lázaro, lo cual es tipo y figura de todos los muertos en Cristo que serán resucitados en cuerpos glorificados por nuestro amado Señor Jesucristo.
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Él mostró allí que Él puede resucitar a los muertos aún después que ya el cuerpo de ellos está en estado de corrupción, Él prometió la resurrección para los creyentes en Él no importa los días o años que tengan de haber muerto físicamente, y los resucitará en el Día Postrero que es el Séptimo Milenio.
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Vamos a leer este pasaje que es muy importante, porque aquí Jesús muestra y prueba que Él tiene poder para resucitar de entre los muertos a todos los creyentes en Él. San Juan, capítulo 11, versos 20 en adelante, dice:
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“*Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.*
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*Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.*
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*Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.*
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*Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.*
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*Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.*
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*Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.*
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*Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?*
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*Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.*
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*Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.*
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*Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.*
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*Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.*
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*Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.*
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*María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.*
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*Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,*
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*y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.*
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*Jesús lloró.*
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*Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.*
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*Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?*
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*Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.*
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*Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.*
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*Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?*
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*Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.*
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*Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.*
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*Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!*
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*Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.”*
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Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
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Nuestro tema para esta ocasión es: **“¡LÁZARO, VEN FUERA!”**
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Este gran evento de la resurrección de Lázaro es un tipo y figura de lo que Cristo va a hacer con todos los creyentes en Él que han muerto físicamente, pues Cristo ha prometido que todo aquel que vive y cree en Él no morirá eternamente. O sea, que los creyentes en Cristo cuando mueren físicamente mueren para estar una temporada en el Paraíso en cuerpos angelicales, pero Cristo los va a resucitar en el Día Postrero en cuerpos nuevos, eternos, jóvenes y glorificados, como el cuerpo glorificado que Jesucristo tiene, el cual desde que ascendió al Cielo en ese cuerpo glorificado está tan joven como cuando se fue.
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Porque en el cuerpo eterno y glorificado la persona no se pone vieja, es un cuerpo que representa de 18 a 21 años de edad, el cuerpo que todos nosotros hemos deseado tener para toda la eternidad, un cuerpo que nunca se pondrá viejo.
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El que tenemos en la actualidad se pone viejo, ¿por qué? Porque es un cuerpo mortal, corruptible, temporero, es un cuerpo que nos ha sido dado para que nosotros estemos viviendo en esta Tierra y entendamos cuál es el propósito de la vida en este planeta Tierra, el cual es que nosotros hagamos contacto con la Vida eterna; y para hacer contacto con la Vida eterna es sencillo, la Escritura dice que Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Jesucristo.
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Por lo tanto, para hacer contacto con la Vida eterna recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y Cristo nos recibe en Su Reino y nos perdona los pecados y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos el nuevo nacimiento, así nacemos en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
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De esto fue que le habló Cristo a Nicodemo en el capítulo 3, verso 3 en adelante cuando le dijo:
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“*Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.*
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*Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?*
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*Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.*
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*Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.*
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*No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”*
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No podemos maravillarnos de que Cristo nos diga que es necesario nacer de nuevo del Agua y del Espíritu para entrar al Reino de Dios. Es la forma que Cristo dice que tiene que suceder en la vida de la persona para entrar al Reino de Dios; y todos queremos entrar al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, porque el Reino de Cristo es el Reino de Dios. Y todos queremos entrar a ese Reino; y para entrar hay que nacer del Agua y del Espíritu.
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El Agua es el Evangelio de Cristo, hay que nacer escuchando la predicación del Evangelio de Cristo y creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos da Su Espíritu Santo. Y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, recibir el Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento, nacer a una nueva vida: a la Vida eterna en un nuevo Reino, el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
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Para vivir eternamente hay que entrar al Reino eterno de Jesucristo que es el Reino de Dios. ¿Y cómo entramos? Para entrar a este reino terrenal en el cual vivimos ¿cómo entramos? Naciendo, por medio del nacimiento a través de nuestros padres terrenales; y para entrar al Reino de Dios hay que entrar naciendo, naciendo de nuevo, el nacimiento del Reino de los Cielos que es del Agua y del Espíritu, por eso Cristo dijo:
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“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
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*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Eso está en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.
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El que no cree será condenado, es condenado, pierde el derecho y la oportunidad de vivir eternamente con Cristo en Su Reino, ¿por qué? Porque no creyó y no recibió a Cristo como Salvador, y no fue bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo no lo pudo bautizar con Espíritu Santo y Fuego, porque el bautismo del Espíritu Santo y Fuego es para todos aquellos que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo con Su Sangre los limpia de todo pecado, y les bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, nacen a la Vida eterna en el Cuerpo Místico de Cristo, en el Reino de Jesucristo.
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No hay otra forma para entrar al Reino de Dios. Toda persona que quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, debe conocer que tiene que nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino, no hay otra forma; y si no hay otra forma pues no vamos a buscar otra forma, nos conformamos con la forma que Jesucristo ha establecido en Su Palabra.
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Para todas estas personas que escuchan la Voz de Cristo, las cuales son señaladas como las ovejas que el Padre le dio, porque Cristo dijo: “Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no le trae.” Por lo tanto, esas son las ovejas, las almas de Dios, que Dios le ha dado a Cristo para que las busque y les dé Salvación y Vida eterna, esos son los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
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Estas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y creen de todo corazón, porque nace en sus almas, en sus corazones la fe, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, nace ahí en sus corazones la fe para creer en Cristo como su único y suficiente Salvador, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación, se hace confesión pública de vuestra fe en Cristo. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare yo le negaré delante de mi Padre.”
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¿Ven lo sencillo que es? Uno cree en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador *acá* en nuestra alma, en nuestro corazón, al escuchar la Palabra del Evangelio de Cristo que nos muestra que Cristo vino a la Tierra en carne humana en medio del pueblo hebreo y tomó nuestros pecados y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, y así quitó nuestros pecados y con Su Sangre nos limpió de todo pecado.
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Y cuando escuchamos esa verdad bíblica y creemos de todo corazón, Cristo nos llama, es el llamado de Cristo, la predicación del Evangelio de Jesucristo, es la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo llamando y juntando a todos los escogidos de Dios.
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Él dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y me siguen.” Y también Él dijo: “El que es de Dios la Voz de Dios oye.” Eso está en San Juan, capítulo 8, verso 47 y San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante, Él dijo:
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“*También tengo otras ovejas que no son de este redil* (o sea, que no son del pueblo hebreo, son de entre los gentiles)*; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”*
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El Pastor ¿quién es? Jesucristo nuestro Salvador, Él dijo: “Yo Soy el Buen Pastor.” Y el Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, y esas ovejas del Señor Jesucristo ¿quiénes son? Somos nosotros.
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Por lo tanto, esas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y creen de todo corazón en Cristo, oyen la Voz de Cristo, el Buen Pastor, porque son las ovejas que el Padre le dio para que las llame y les dé Vida eterna, es para darnos Vida eterna que Cristo nos llama por medio de la predicación del Evangelio de Cristo.
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Por lo tanto, todos necesitamos recibir la Vida eterna, y esa Vida eterna está en Jesucristo nuestro Salvador. Vean lo que Cristo dice aquí en San Juan, capítulo 5, versos 24 en adelante, dice:
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“*De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”*
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Así es como se pasa de muerte a vida, así es como se pasa de una vida que no es Vida eterna, sino vida temporera, a una Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
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Y cuando se nos acabe esta vida temporera en estos cuerpos de carne, mortales tenemos Vida eterna con Cristo en Su Reino. Por eso es que toda persona necesita asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno en la Vida eterna, y eso lo puede hacer solamente cuando está viviendo en este planeta Tierra en el cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal.
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Ahora veamos lo que dice en el capítulo 6 de San Juan, versos 39 al 40, dice:
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“*Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada...”*
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¿Y qué es lo que el Padre le ha dado? Sus ovejas, las ovejas del Padre que son almas de Dios.
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“*Sino que lo resucite en el día postrero.”*
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¿Ven por qué Marta le dijo: “Yo sé que mi hermano resucitará en el Día Postrero”? Ya Cristo lo había enseñado, pero ahora Cristo iba a dar un ejemplo, una muestra de que Él tiene el poder para resucitar a todos los creyentes en Él cuando mueren, porque Él es la resurrección y la Vida eterna. Y ahora, dice:
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“*Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”*
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La promesa es una resurrección para todos los creyentes en Él que han muerto ¿para qué tiempo? Para el Día Postrero. El Día Postrero es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá, porque delante de Dios un día (de los de Dios) son mil años para los seres humanos. Por lo tanto, eso está en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y también son palabras del Profeta Moisés en el Salmo 90, verso 4.
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Por lo tanto, en el Día Postrero, en algún año del Día Postrero Cristo va a resucitar a todos los creyentes en Él que han muerto, los va a resucitar en cuerpos eternos, cuerpos glorificados como Cristo resucitó glorificado para nunca más ver muerte.
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Así también resucitarán todos los creyentes en Él que han muerto, y los que queden vivos en esos días serán transformados, y entonces todos tendremos un cuerpo joven, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Esta promesa es para todos los creyentes en Jesucristo nuestro Salvador.
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Ahora, veamos en este mismo capítulo 6, verso 47, Cristo dice:
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“*De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.*
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*Yo soy el pan de vida.*
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*Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.*
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*Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.*
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*Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”*
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Ahora, podemos ver que Cristo al morir en la Cruz del Calvario dio Su cuerpo por la vida de nosotros, para que nosotros podamos vivir eternamente; si Cristo no moría en la Cruz del Calvario aquel día la raza humana tenía que morir por sus pecados, pero Cristo tomó nuestros pecados y se hizo mortal, y pagó el precio del pecado, que es la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Eso está en Romanos, capítulo 6, verso 23, son palabras del Apóstol San Pablo.
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Ahora, podemos ver que para vivir eternamente que es lo que nosotros en nuestra alma hemos deseado siempre, necesitamos un Salvador que nos salve de nuestros pecados, como dice la Escritura en San Mateo, capítulo 1, verso 18 al 21, dice:
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“*El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.*
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*José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.*
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*Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.*
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*Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”*
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El único que puede salvar a Su pueblo de sus pecados es Jesucristo nuestro Salvador, el único que me puede salvar a mí de mis pecados y a usted es nuestro amado Señor Jesucristo el cual y al cual confesamos nuestros pecados, y Él nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, porque la Sangre de Jesucristo el Hijo de Dios nos limpia de todo pecado.
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No hay otra cosa con la cual el ser humano pueda ser limpio de todo pecado, solamente con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; por esa causa todo ser humano necesita a Jesucristo como único y suficiente Salvador, porque no hay otro Salvador, solamente hay uno y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.
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Recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador para que Él nos dé Vida eterna.
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No hay otra razón por la cual recibamos a Cristo, es para que Él perdone nuestros pecados, con Su Sangre nos limpie de todo pecado y nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y nos dé la Vida eterna, la cual el ser humano perdió cuando pecó en el Huerto del Edén, y por consiguiente la descendencia de Adán y de Eva vino a ser mortal, por eso el ser humano nace, vive un tiempo y después muere, porque la vida que le quedó a Adán y a Eva fue vida temporera, la Vida eterna la perdió el día que pecó.
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Pero ahora Cristo, el Segundo Adán nos restaura a la Vida eterna, y en el Día Postrero nos dará el cuerpo físico glorificado, pero desde el momento que la persona recibe a Cristo como Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo limpia de todo pecado con Su Sangre, y luego Él lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y la persona obtiene la Salvación Vida eterna y entra al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
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Por lo tanto, si la persona muere físicamente no tiene ningún problema, ya la persona tiene Vida eterna, va al Paraíso a vivir en un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo que en el Antiguo Testamento es llamado el Ángel de Jehová, y luego en el Día Postrero cuando Cristo haya completado Su Iglesia, entonces Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él de las edades pasadas y los muertos en Cristo de nuestro tiempo, y luego nos transformará a los que quedemos vivos, y todos entonces tendremos un cuerpo eterno, joven, representando de 18 a 21 años para toda la eternidad, un cuerpo inmortal, un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
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Y esa es la clase de cuerpo que todo ser humano ha deseado tener: un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado y joven para toda la eternidad, un cuerpo que ni siquiera una gripe le va a dar. Por lo tanto, esa es la clase de cuerpo que Cristo ha prometido para mí, ¿y para quién más? para cada uno de ustedes también, para toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto las palabras de Cristo:
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“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
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*El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”*
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Vean, la predicación del Evangelio de Cristo tiene una meta: que las personas escuchen y crean *acá* en sus almas, en sus corazones, crean en Cristo como su único y suficiente Salvador, y lo reciban como su único y suficiente Salvador y sean bautizados en Agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
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El Nombre SEÑOR JESUCRISTO es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, por eso los Apóstoles bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo.
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Cristo dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Y luego cuando habló del Espíritu Santo que iba a ser enviado, dijo: “El Padre lo enviará en mi Nombre.” Ahí tenemos, y nosotros sabemos cuál es el Nombre del Hijo de Dios, de Jesucristo, es Señor Jesucristo, Jesucristo es el Hijo de Dios.
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Por lo tanto, el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo, por eso los Apóstoles bautizaron en agua a todos los creyentes en el Nombre del Señor Jesucristo, por eso vean *aquí* cuando San Pedro predicó el Día de Pentecostés a una multitud grande, vean las palabras del Apóstol Pedro *aquí* en el capítulo 2 del libro de los Hechos, párrafo, verso 34 en adelante, dice:
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“*Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:*
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*Dijo el Señor a mi Señor:*
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*Siéntate a mi diestra,*
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*Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”*
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Dios sentó a Su diestra a Jesucristo nuestro Salvador.
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“*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”*
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Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo, por eso es que llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo, pues en Jesús moró la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad que es Padre, Hijo y Espíritu Santo; “y no hay otro Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos,” dice San Pedro, en el capítulo 4, verso 12 del libro de los Hechos en su segundo mensaje.
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Ahora, continuamos *aquí* leyendo, pasamos al verso 37 del capítulo 2 del libro de los Hechos, dice:
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“*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?*
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*Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.*
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*Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.*
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*Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.*
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*Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”*
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Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo dijo:
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“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
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*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
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Todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino. ¿Y qué podemos hacer y qué debemos hacer? “¿Qué haremos? ” Le preguntaron a Pedro, Pedro les dijo:
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“*Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.*
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*Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”*
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Dios está llamando y juntando Sus hijos, Sus escogidos a través de las diferentes edades, a través de los diferentes tiempos por medio de la predicación del Evangelio de Jesucristo; y dice San Pablo en Efesios, capítulo 5, verso 14, dice:
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“*Por lo cual dice:*
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*Despiértate, tú que duermes,*
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*Y levántate de los muertos,*
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*Y te alumbrará Cristo.”*
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La raza humana pecó en el Huerto del Edén cuando estaba representada en Adán y en Eva, y murió a la Vida eterna, por lo tanto la humanidad está muerta a la Vida eterna; por lo tanto de entre los muertos a la Vida eterna Cristo llama a todas las ovejas que el Padre le dio y les dice:
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“*Despiértate, tú que duermes,*
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*Y levántate de los muertos,*
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*Y te alumbrará Cristo.”*
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Cristo te alumbrará y te dará la Vida eterna, y entonces estarás vivo a la Vida eterna.
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En esta dimensión terrenal el ser humano nace, pero nace a una vida temporera, no a la Vida eterna, para vivir y para tener la Vida eterna hay que nacer en y a la Vida eterna por medio de recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y así obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos en Su Reino eterno, nacemos a la Vida eterna y así aseguramos nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
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Ninguna otra persona le puede a usted garantizar la Vida eterna, solamente hay uno, y Su Nombre es: SEÑOR JESUCRISTO. Yo he asegurado mi futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, por lo tanto viviré eternamente con Cristo en Su Reino eterno. ¿Y quién más a asegurado su futuro con Cristo en Su Reino eterno? Pues nos vamos a ver en la eternidad viviendo en el Reino eterno con Cristo en cuerpos glorificados.
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Si hay alguna persona que no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, lo puede hacer en esta noche, ¿cómo? Recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, y Cristo lo recibirá en Su Reino, perdonará sus pecados y con Su Sangre lo limpiará de todo pecado, y será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para cumplir así el mandato de Cristo cuando dijo:
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“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
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*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
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Es un asunto de Vida eterna para el que cree, y para el que no cree es un asunto de muerte, porque no tiene derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino, sino que será condenado y echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte, porque no quiso vivir eternamente con Cristo en Su Reino; y no hay otro reino en donde haya Vida eterna, solamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
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Por lo tanto, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, puede hacerlo en esta noche levantando su mano y pasando al frente, y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtenga el nuevo nacimiento, y nazca así en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y asegure así su futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, que es el único que nos puede asegurar la Vida eterna en Su Reino eterno.
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Pueden pasar al frente las personas que desean recibir a Cristo como Salvador, que desean asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, Cristo les recibirá en Su Reino, les perdonará y con Su Sangre les limpiará de todo pecado, y les bautizará con Espíritu Santo y Fuego luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
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Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” También Él dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare, yo le negaré delante de mi Padre.”
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Si le damos la espalda a Cristo, Él nos dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial; pero si lo recibimos como Salvador Él nos confesará delante de nuestro Padre Celestial como creyentes en Él, y por consiguiente viviremos eternamente con Jesucristo en Su Reino.
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Vamos a dar unos minutos en lo que pasan las personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino, que quieren asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
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Pueden continuar pasando en esta noche para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así aseguran su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
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Es Jesucristo el único que nos puede asegurar nuestro futuro eterno en Su Reino eterno para vivir con Él por toda la eternidad.
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Pueden continuar pasando todos los que desean asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
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La misma Voz que le dijo a Lázaro: “Lázaro, ven fuera.” Es la misma Voz de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia llamándonos por medio del Evangelio de Cristo, diciéndonos: “Ven fuera.”
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Es una resurrección espiritual, sacándonos fuera del mundo que está muerto a la Vida eterna y colocándonos en Su Reino eterno. Es la misma Voz, la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo llamándonos por medio de Su Evangelio, llamándonos para así obtener la resurrección espiritual a la Vida eterna cuando llamó a Lázaro de entre los muertos.
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“*Si oyereis hoy su voz,*
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*No endurezcáis vuestro corazón,”*
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La Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo, la misma Voz que habló en el Antiguo Testamento en el Monte Sinaí, la misma Voz que le habló al Profeta Moisés, la misma Voz que habló a través de los Profetas, la misma Voz que habló a través de Jesús, la misma Voz que habló a través de San Pedro, la misma Voz que habló a través de los diferentes Apóstoles y Mensajeros, la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo llamando y juntando Sus escogidos, recogiéndolos, llamándolos a la Vida eterna para así tener una resurrección espiritual de entre los muertos, muertos a la Vida eterna, para resucitarlos a la Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.
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Y luego vendrá una resurrección física para los muertos creyentes en Cristo, y una transformación para los que quedemos vivos en el Día Postrero.
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Por lo tanto, cuando Cristo complete Su Iglesia, cuando haya llamado hasta el último escogido suyo, luego se levantará del Trono del Padre, y tomará el Título de Propiedad que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo resucitando a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y transformándonos a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento.
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Pero si alguno se va antes, si muere antes su cuerpo físico no tiene ningún problema, va al Paraíso a vivir en el cuerpo angelical y luego regresará en un cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y un cuerpo joven.
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Si tiene muchos años la persona: cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, noventa o cien años y muere, regresará jovencito, regresará en la flor de la juventud en un cuerpo que representará de 18 a 21 años de edad.
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Por lo tanto, si ustedes tienen familiares creyentes en Cristo que han muerto físicamente y tenían cuarenta, cincuenta, sesenta o setenta, o ochenta, o noventa o cien años o más de cien años, cuando regresen, regresarán en un cuerpo joven que representará de 18 a 21 años de edad, porque aseguraron su futuro eterno con Cristo, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, aseguraron su futuro eterno en la Vida eterna con Jesucristo nuestro Salvador.
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Todavía estamos dando unos segundos en lo que pasan las demás personas que faltan por pasar, para orar por todos los que han escuchado la Voz de Cristo.
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Ya ustedes han escuchado la Voz de Cristo mientras estaban escuchando allí sentados, y han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, porque con el corazón se cree para justicia, y la fe viene por el oír.
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Por lo tanto, mientras escuchaban estaba ahí naciendo, surgiendo la fe en Cristo, para creer en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador; pero con la boca se hace confesión para Salvación.
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Por lo tanto, ustedes aquí en esta ocasión están para confesar, dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, para confesar a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, pero ya ustedes han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
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Pero estarán dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa, se hace confesión para Salvación. “El que me confesare delante de la gente, yo le confesaré delante de mi Padre.”
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Por lo tanto, ustedes están aquí para confesar públicamente que ustedes creen en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, porque ya ustedes han creído en Cristo al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo.
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Unos segundos más y oraremos por todos los que han pasado, todavía hay más personas que necesitan pasar porque ya al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo han creído en sus corazones, pero les falta dar testimonio público de su fe en Cristo.
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Vamos a esperar unos segundos en lo que pasan las personas que faltan por pasar, luego de creer se da testimonio público de vuestra fe en Cristo, y así se cumple la Escritura que dice: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.” Es así como se confiesa a Cristo delante de los hombres: recibiéndolo públicamente como nuestro único y suficiente Salvador.
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Vamos a estar puestos en pie, pueden pasar las personas que faltan por pasar antes que comencemos a orar por los que ya han pasado, para que queden incluidos en esta oración para que aseguren su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
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Hay que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, pues no sabemos los días que Dios nos ha asignado para vivir en estos cuerpos aquí en la Tierra.
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Algunas personas mueren a los cien años y de más de cien años, pero otros mueren a los noventa, o a los ochenta, o a los setenta, o a los sesenta, o a los cincuenta, o a los cuarenta, o a los treinta, o a los veinte, o a los quince, o a los diez, o a los cinco años, otros mueren cuando tienen un año de edad, otros mueren cuando tienen menos de un año de edad, y otros mueren siendo unos bebés de meses de nacidos o de días de nacidos. Nadie sabe cuántos días, meses o años va a vivir en esta Tierra.
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Por eso es que a los niños también los presentamos delante de Dios cuando son recién nacidos, desde que nacen hasta que tengan diez años de edad los presentamos a Cristo para que Cristo los reciba en Su Reino; y luego de diez años en adelante pueden recibir a Cristo como su Salvador, para que Cristo les reciba en Su Reino y para que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
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Por lo tanto, todos tenemos que tomar las precauciones correspondientes de acuerdo a la Biblia, para asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, y para también asegurar el futuro de nuestra familia, porque queremos no solamente nosotros estar con Cristo viviendo eternamente, sino que nuestros hijos también estén y nuestros familiares también estén con Cristo viviendo en Su Reino eterno.
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Queremos esa bendición de la Vida eterna para toda nuestra familia: hijos y también familiares cercanos y lejanos, y para todo ser humano. Por lo tanto, necesitamos aprovechar la oportunidad que Cristo nos da al vivir nosotros en estos cuerpos, para así recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y esa oportunidad la tenemos solamente mientras vivimos en estos cuerpos mortales.
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Cuando termina nuestra vida en este cuerpo mortal, si la persona no recibió a Cristo ya se le hizo demasiado de tarde, le pasó como al hombre rico, que se le hizo tarde y cuando murió no fue llevado por los Ángeles al Seno de Abraham, al Paraíso, sino que fue llevado al infierno; y tenemos que reconocer esas palabras de Cristo; pero Lázaro fue llevado por los Ángeles de Dios al Seno de Abraham, el Paraíso de ese tiempo.
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Y Lázaro estaba allí siendo consolado en el Seno de Abraham, y el hombre rico atormentado en el infierno, porque no aprovechó el hombre rico la oportunidad que tuvo mientras vivió en la Tierra; y Lázaro aunque era pobre y tenía problemas de salud, aprovechó la oportunidad de estar en el Reino de Dios.
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Y eso es lo que tenemos que hacer todos nosotros: asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. No sabemos cuántos días o años Dios nos ha dado para vivir en estos cuerpo físicos; por lo tanto tenemos que asegurar nuestro futuro eterno, tenemos que asegurar nuestra alma con Cristo en Su Reino eterno.
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Unos segundos más y ya oraremos por todas las personas que han pasado, todavía hay más personas que necesitan pasar para asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, pues no saben cuánto tiempo más van a vivir en esta Tierra.
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Ya han escuchado la Voz de Cristo a través de la predicación del Evangelio de Cristo, y ya saben que Cristo les ha hablado a sus almas y les ha llamado, para que obtengan el perdón de sus pecados y sean limpios con la Sangre de Cristo, y sean bautizados en agua en Su Nombre para Cristo bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego y producir en ellos el nuevo nacimiento, producir en ustedes el nuevo nacimiento, porque Cristo quiere darles Vida eterna.
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Es Vida eterna lo que Cristo da a todos aquellos que lo reciben como su único y suficiente Salvador. No es un asunto sectario, no es un asunto para ser un religioso más, sino que es un asunto de Vida eterna, recibimos a Cristo como nuestro Salvador para recibir la Vida eterna. “Porque no hay otro nombre, dado a los hombres bajo el Cielo, en que podamos ser salvos.” No lo hay.
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Por lo tanto, todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar, para orar por las personas que desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.
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Ya Cristo les ha hablado directamente a sus corazones, ya han escuchado la Voz de Cristo por medio de la predicación del Evangelio de Cristo, y saben que Cristo les ha llamado; les ha llamado para darles Salvación y Vida eterna y colocarlos en Su Reino eterno, y así estar seguros de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Cuando nuestros días terminen en este cuerpo físico, hay otra vida. Cristo dijo: “El que...” Vamos a leerlo aquí en San Juan (la lectura que tuvimos al principio), versos 25 en adelante, dice:
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“*Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”*
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Después de esta vida terrenal, hay una Vida eterna para todos aquellos que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.
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“*El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.*
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*Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”*
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Ustedes han escuchado y han creído, por lo tanto, ustedes son personas bienaventuradas, han escuchado la Voz de la resurrección, la Voz de Cristo llamándoles de entre los muertos, el mundo que está muerto a la Vida eterna para darles Vida eterna, para resucitarlos espiritualmente y colocarles en Su Reino eterno.
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Así como Lázaro escuchó la Voz de Cristo que Él le dijo: “Lázaro, ven fuera.” En esta noche ustedes han escuchado la Voz de Cristo que les ha llamado a salir del mundo, a salir del mundo que está muerto a la Vida eterna, para entrar al Reino de Cristo, a la Vida eterna y vivir con Cristo por toda la eternidad.
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Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Si falta alguno puede pasar inmediatamente para que quede incluido en esta oración y asegure así su futuro con Cristo en la Vida eterna.
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Los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
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Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Si queda todavía alguna persona puede pasar. Recuerde que es el futuro suyo el que está en juego, es el futuro eterno suyo, y depende de que reciba a Cristo como su único y suficiente Salvador, y hay que asegurar el futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
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Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar. Repitan conmigo esta oración todos los que han pasado, repitan conmigo esta oración; vamos a estar puestos en pie. Nuestros ojos cerrados y nuestros rostros inclinados. Repitan conmigo esta oración:
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***Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido en mi alma, en mi corazón la fe para creer en Ti.***
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***Señor Jesucristo, Creo en Tu Primera Venida y en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, y reconozco que es el Sacrificio por mis pecados, es el Sacrificio de la expiación por mis pecados para reconciliarme con Dios.***
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***Señor Jesucristo, salva mi alma Te lo ruego, Señor Jesucristo doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, salva mi alma Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautizame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.***
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***Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino eterno, quiero ser a Tu imagen y semejanza.***
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***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Te lo ruego. En Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.***
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Repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.**
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Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado.
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Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Ya he creído de todo corazón en Cristo, y he dado testimonio público de mi fe en Cristo y lo he recibido como mi único y suficiente Salvador; pero todavía me falta cumplir lo que Él dijo: ‘Y fuere bautizado.’ Y todavía no he sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, solamente he pasado al frente dando testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador, y quiero cumplir todo el mandato de Cristo: ‘El que creyere y fuere bautizado.’ Ya he creído y quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar en el Nombre del Señor Jesucristo en agua?” Es la pregunta de vuestras almas.
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Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo.
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Pregunto al ministro aquí, vamos a pedirle se acerque *acá*, si hay agua, si hay bautisterios y si hay ropas bautismales para que puedan ser bautizadas en agua las personas que han creído en esta noche.
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Hay agua, hay bautisterios *aquí*, hay ropas bautismales también, hay vestidores donde pueden cambiarse de ropa también, para que no se mojen la ropa que tienen puesta, sean bautizados en agua con ropas bautismales, y luego vuelven y se cambian de ropa y se colocan la ropa seca de ustedes y regresan a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la Salvación de vuestra alma.
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Así que, dejo al Rvdo. aquí presente, ministro, el Rvdo. Jesús Martínez Arellano para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
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Fue un privilegio para mí grande estar con ustedes, dándoles testimonio de nuestro tema: **“¡LÁZARO, VEN FUERA!”**
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Así como Lázaro salió fuera del sepulcro, ustedes también han salido fuera del mundo que está muerto para recibir a Cristo como Salvador, para obtener la resurrección espiritual de vuestra alma y obtener la Salvación y Vida eterna. Ustedes han escuchado esa Gran Voz de Cristo que les ha llamado en esta noche.
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Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre ustedes y sobre mí también; y nos veremos muy pronto, ya sea en estos mismos cuerpos físicos o en el cuerpo nuevo glorificado. Que Dios les bendiga, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
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Con nosotros nuevamente aquí el ministro, Rvdo. Jesús Martínez Arellano para continuar.
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“**¡LÁZARO, VEN FUERA!”**
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