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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| No temáis Manada pequeña | 2004-05-25 | 1 | Minatitlán | Veracruz | MX | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en San Lucas, capítulo 12, versos 31 al 34, donde dice Cristo:
“Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “NO TEMÁIS MANADA PEQUEÑA.”
En la misma forma en que Dios tipifica al pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, como un Rebaño de ovejas del cual Dios por medio de Su Espíritu, los pastoreó allá en el desierto cuando los libertó de la esclavitud en Egipto, y luego los llevó a la tierra prometida y allí también los pastoreó por medio de los Profetas, el Espíritu Santo a través de los Profetas.
Luego Cristo, en quien estaba, está y estará siempre el Espíritu Santo, estuvo pastoreando aquellas personas que creyeron en Él y lo siguieron; y por eso compara a todos los creyentes en Él en y con ovejas, y el grupo completo lo compara con un Rebaño de ovejas.
En el Antiguo Testamento encontramos que Dios dice en el Salmo 23, verso 1 en adelante, dice:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”
“Y en la casa de Jehová moraré por largos días.” Eso es lo que Dios dice acerca de Su pueblo, los creyentes en Él; por consiguiente todos los creyentes en Dios son comparados con ovejas, y todos los creyentes por completo son comparados a un Rebaño de ovejas. En Salmo 80, verso 1 en adelante, dice:
“Oh Pastor de Israel, escucha;
Tú que pastoreas como a ovejas a José,
Que estás entre querubines, resplandece.
Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,
Y ven a salvarnos.
Oh Dios, restáuranos;
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.”
El rostro de Dios: Jesucristo, haz resplandecer a Jesucristo, ¿dónde? En medio del pueblo hebreo, en Israel, y serán salvos:
“Como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.
Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados.” Dice San Pablo en Romanos, capítulo 11, versos 25 al 27.
Ahora, viendo que Dios compara a Su pueblo Israel con un Rebaño de ovejas, y Cristo en el Nuevo Testamento compara a los creyentes en Él con ovejas, y a todos en conjunto con un Rebaño de ovejas.
Ahora, todo lo que el Padre hizo en el Antiguo Testamento y la forma en que obró en el Antiguo Testamento, ahora Jesucristo obra en el Nuevo Testamento.
Y ahora, es a todas las personas representadas en ovejas, que forman el Rebaño del Señor, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Rebaño del Señor, a los cuales Cristo les dice: “No temáis manada pequeña (¿por qué?) porque al Padre le ha placido daros o darles el Reino.” El pueblo hebreo cuando rechazó a Cristo en Su entrada triunfal a Jerusalén, perdió la bendición del Reino.
Cristo dijo en San Mateo, capítulo 21, versos 42 al 44:
“Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.
Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”
Y ahora, por cuanto el Reino de Dios fue quitado del pueblo hebreo y fue pasado a la manada pequeña del Señor: los creyentes en Jesucristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, todo el que cayere sobre esta piedra será quebrantado, o sea, la persona cae rendido a los pies de Cristo recibiéndolo como Salvador, quebrantado en su alma, en su corazón por haber pecado contra Dios, o sea, doliéndole en su alma haber pecado contra Dios. Y esa persona al ser quebrantada de corazón obtendrá el perdón de sus pecados, y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Cristo, nace en Redil del Señor Jesucristo como una oveja en el Rebaño del Señor Jesucristo, y pertenece a ese Rebaño, a ese Redil, y por consiguiente es un hijo o una hija de Dios.
Esos son los que son mencionados como la manada pequeña; porque comparado ese grupo en cada tiempo con el número de habitantes que habita en el planeta Tierra en cada etapa de la Iglesia, pues el grupo del Señor Jesucristo es pequeño, porque en la Tierra habitan millones de seres humanos. Por lo tanto, comparablemente es un grupo pequeño el grupo que es mencionado por Cristo: la manada pequeña, la cual es Su Iglesia.
Encontramos en San Mateo, capítulo 19 palabras de Cristo con relación a esas personas, capítulo 18, vamos a leer capítulo 18, verso 11 al 14, donde Cristo dice:
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”
O sea, las ovejas del Padre que le son dadas a Cristo para que las busque y las salve y las coloque en el Redil de Cristo, que es Su Iglesia:
“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”
No es la voluntad de Dios que se pierda ninguna oveja del Padre, los cuales son llamados los hermanos menores o pequeños de nuestro amado Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; estas ovejas son hijos e hijas de Dios menores a Jesucristo. El mayor es Jesucristo, nuestro hermano mayor es Jesucristo nuestro Salvador; y el hermano mayor nuestro vino para buscar y salvar a Sus hermanos menores, que son las ovejas del Padre que le fueron dadas para que les dé Vida eterna.
Por eso también Cristo es mencionado en la Biblia como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, como dijo Juan el Bautista en el capítulo... capítulo 1 de San Juan, versos 25 en adelante, dice:
“Y le preguntaron, y le dijeron (a Juan): ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.
Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.
También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”
Ahora vean, el testimonio que dio Juan el Bautista acerca de Jesús, y lo señaló como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, por eso Cristo es nuestra pascua, Él es el Cordero Pascual. Aquel cordero pascual que fue sacrificado en Egipto en la víspera de la pascua, tipificaba a Cristo siendo sacrificado en la víspera de la pascua, pues Cristo fue sacrificado en la Cruz del Calvario en la víspera de la pascua también, porque Cristo es nuestra pascua, y también Cristo es el macho cabrío de la expiación.
O sea, que aquel macho cabrío de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año que sacrificaban conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, tipificaba a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; aquel sacrificio en Levítico, capítulo 23 era la expiación por el pecado para que las personas arrepentidas de sus pecados pidieran perdón a Dios por sus pecados ese día, y Dios los perdonaba y quedaban cubiertos con la sangre de ese macho cabrío, quedaban cubiertos sus pecados y Dios no veía los pecados de las personas, y quedaban reconciliados con Dios para vivir un año más.
Pero ahora en el Nuevo Testamento por cuanto Cristo fue tipificado con aquel macho cabrío de la expiación, ahora en Cristo se cumplió lo que allá estaba siendo tipificado, por lo tanto ya no se necesitan sacrificios de corderitos pascuales, no se necesita un sacrificio de un cordero pascual porque ya Cristo lo cumplió, y no se necesita un sacrificio de un macho cabrío de la expiación, porque ya Cristo lo cumplió con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.
Cristo es el Sacrificio perfecto por el pecado, para el ser humano ser reconciliado con Dios, para que así el ser humano obtenga el perdón de sus pecados y sea limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, y obtenga el privilegio y bendición de vivir no un año más, sino por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y ser una oveja del Redil, del Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo. Y estas palabras entonces tendrán un significado muy grande, cuando Cristo dijo: “No temáis manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino.”
Por lo tanto, las ovejas del Señor Jesucristo no tienen que tener ningún miedo, ningún temor, no tienen que tenerle miedo a la muerte porque si mueren van al Paraíso a vivir porque fueron reconciliados con Dios.
Por lo tanto, toda persona tiene este derecho y esta bendición: la bendición y derecho de pertenecer al Reino de Cristo, al Redil del Señor, y la bendición de recibir la Vida eterna.
Toda persona que recibe a Cristo como su Salvador escuchando la predicación del Evangelio de Cristo y arrepentido de sus pecados, creyendo en Cristo y confesando sus pecados a Cristo al recibirlo como su único y suficiente Salvador, porque Él es el único que salva al ser humano de sus pecados y lo reconcilia con Dios y lo coloca en Su Redil, el Redil de las ovejas del Padre, las cuales fueron dadas a Cristo.
Por lo tanto, todas las ovejas del Padre ahora pertenecen a Jesucristo y Jesucristo les da Vida eterna. Vean, en San Juan, capítulo 10 Cristo habla de esta bendición tan grande que Dios tiene para todas las personas que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador. En San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante, dice:
“Yo soy el Buen Pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, que no son del pueblo hebreo, son de entre los gentiles); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un Rebaño, y un pastor.”
¿Cómo van a escuchar la Voz de Cristo el Buen Pastor? pues Cristo murió, resucitó y ascendió al Cielo y está en el Cielo como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión delante del Padre con Su propia Sangre por las ovejas que el Padre le dio.
¿Cómo es que Él las va a llamar? Cristo en Espíritu Santo descendió el Día de Pentecostés como Él prometió, Él dijo: “Vendré a vosotros.” Y Él dijo que estaría con Sus ovejas, con Su Iglesia para siempre, hasta el fin del mundo.
Cristo en Espíritu Santo descendió el Día de Pentecostés, y ha estado en medio de Su Iglesia llamando y juntando Sus ovejas en Su Iglesia que es el Redil del Buen Pastor, el Redil de Jesucristo nuestro Salvador.
Él dice: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” ¿Y cuál es la Voz de Cristo? Es el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo, dando a conocer el gran misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, en donde Él llevó nuestros pecados y murió por nosotros a causa de nuestros pecados. O sea, que nuestros pecados fueron los que lo hicieron a Él mortal y lo hicieron morir, y Su Sangre nos limpia de todo pecado y nos reconcilia con Dios nuestro amado Señor Jesucristo, por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.
Y Cristo al ascender al Cielo se sentó a la diestra de Dios y está en el Cielo como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, porque Él es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, Él es el Melquisedec que le apareció a Abraham en el capítulo 14 del Génesis, en un cuerpo angelical, un cuerpo teofánico, el mismo Ángel de Jehová. Y Él está haciendo intercesión con Su propia Sangre por todo aquel que lo recibe como su único y suficiente Salvador, porque escucha la Voz de Cristo el Buen Pastor por medio del Espíritu Santo, a través de los Mensajeros que Él ha enviado en medio de Su Iglesia, para traer el Mensaje del Evangelio de Cristo a todo ser humano. Por eso fue que Cristo también dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.
Por lo tanto, toda oveja del Señor escuchará la Voz de nuestro amado Señor Jesucristo. La identificación para una persona de que es una oveja del Señor, un hijo o una hija de Dios, es que escucha la Voz de Jesucristo nuestro Salvador, la Voz del Buen Pastor, y eso identifica a la persona como una oveja de Cristo, el Buen Pastor, que le fue dada por el Padre para que la buscara y le diera Vida eterna. “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” Dice Cristo en el capítulo 8, verso 47 de San Juan: “El que es de Dios, la Palabra de Dios oye.” Y los que no quieren escuchar y nunca escuchan y mueren sin querer escuchar la Voz de Dios, pues esto es para ellos:
“...por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”
Así que a cada uno le toca una porción de las palabras de Cristo: a los que no quieren escuchar la Voz de Cristo Él les dijo en aquel tiempo: “Ustedes no escuchan mi Voz (la Voz de Dios), porque ustedes no son de Dios, ustedes no son de mis ovejas.” Acá también en el capítulo 10, verso 22 en adelante de San Juan, dice:
“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”
¿Ven? Tan simple como eso. El que no es de Dios, pues no oye la Voz de Dios, no escucha a Jesucristo llamando a las ovejas que el Padre le dio:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna.”
¿A quiénes les da Vida eterna Jesucristo el Buen Pastor? A Sus ovejas que son las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna, para que las busque y las coloque en el Redil, en el Rebaño del Señor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, con Vida eterna.
Esa es la forma para toda persona recibir Vida eterna: escuchar la Voz de Cristo, que es la predicación del Evangelio de Cristo en cada tiempo, recibir a Cristo como su Salvador creyendo en Cristo con toda su alma, confesando a Cristo sus pecados, y Cristo lo recibe, lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y entra así al Reino de Dios porque nació del Agua y del Espíritu, del Evangelio de Cristo al creer en Él cuando lo escuchó, y luego al recibir el Espíritu Santo nació del Agua y del Espíritu; y nació ¿dónde? En el Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, nació en el Redil del Buen Pastor como una oveja recién nacida.
Así es como se nace en el Redil del Señor como una oveja de Dios dada a Cristo para que le dé Vida eterna. Así como las ovejitas nacen a la vida, así cada oveja que el Padre le dio a Cristo, nace en el Reino de Cristo, en el Redil del Señor Jesucristo, en la Iglesia de Jesucristo nace a vida: a Vida eterna. Ahora, continuamos leyendo, vean, Él dijo:
“...y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Ahí tenemos el misterio de Dios el Padre, y de Jesucristo: es que Dios el Padre estaba, está y estará en Jesucristo, porque en Jesucristo moró, mora y morará eternamente la plenitud de la Divinidad, la plenitud de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el Padre por medio de Su Espíritu Santo el que hacía las obras a través de Jesucristo nuestro Salvador, y era el que hablaba a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso Él decía que Él no hablaba nada de Sí Mismo y que no hacía nada de Sí Mismo, Él decía que era el Padre que moraba en Él el que hacía las obras.
Ahora, podemos ver que cada persona que es una oveja de Dios, una oveja del Padre, escuchará la Voz de Dios por medio de Jesucristo en el tiempo que le toca vivir, escuchará la Voz de Cristo que es el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de nuestra salvación, recibirá a Cristo como su único y suficiente Salvador, será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, estará y quedará limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y obtendrá el nuevo nacimiento y así nacerá como una ovejita en el Redil del Señor Jesucristo, como un hijo o una hija de Dios en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
En San Juan, capítulo 11, verso 49 en adelante (49 al 53), cuando acordaron el sumo sacerdote y los miembros del concilio del sanedrín, acordaron matar a Cristo, dice: “Entonces...” verso 47 para que tengan el cuadro claro, del capitulo 11 de San Juan, dice:
“Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.
Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”
Para eso murió Jesucristo en la Cruz del Calvario: para salvar al pueblo hebreo murió por la nación hebrea, y para congregar en uno, en Su Reino, en Su Iglesia a todos los hijos que de Dios que estaban dispersos. Por eso toda persona que escucha la predicación del Evangelio, si es de Dios en su alma creerá de todo corazón en Jesucristo como su Salvador, y lo recibirá públicamente, dando públicamente testimonio de su fe en Cristo, y confesará públicamente que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles; mas el que me negare, yo le negaré delante de mi Padre.” Si la persona le da la espalda a Cristo y lo niega delante de la gente y no recibe a Cristo como su Salvador, Cristo lo negará delante del Padre Celestial, Cristo no dará testimonio de esa persona de que es un creyente en Cristo, sino que lo negó, lo rechazó como su único y suficiente Salvador; por lo tanto Cristo no salva a esa persona, esa persona no obtiene la salvación y Vida eterna porque negó a Cristo el Salvador. Si niega al Salvador, pues pierde la oportunidad de salvación y Vida eterna. Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad, y la Vida.” ¿Ven? si rechaza al que es la vida, pues pierde la oportunidad de la Vida eterna, pierde la Vida eterna.
Así que el que no recibe a Cristo es el que pierde: pierde la bendición de Dios, pierde la Vida eterna, y por consiguiente todo lo que está en la Vida eterna, y pierde el privilegio de ser una oveja del Redil del Señor Jesucristo.
Pero el que recibe a Cristo como su Salvador está recibiendo al Buen Pastor, a Jesucristo, y por consiguiente Cristo lo recibe y lo coloca en Su Redil, que es Su Iglesia, y la persona viene a estar manifestado como una oveja de nuestro amado Señor Jesucristo, la cual Él ha buscado y ha encontrado y ha salvado colocándola en Su Reino eterno para que viva eternamente con Cristo en Su Reino.
¿Vieron lo sencillo que es todo? Nuestro tema es: “NO TEMÁIS MANADA PEQUEÑA.” ¿Por qué? Porque al Padre le ha placido daros el Reino.
Y ahora, el Reino de Dios pertenece a la Iglesia del Señor Jesucristo, y todos los hijos del Reino de Dios nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo al obtener el nuevo nacimiento al recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo, ahí obtienen el nuevo nacimiento, han nacido del Agua y del Espíritu como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Reino de Dios o Reino de los Cielos en la esfera espiritual.
Y luego cuando el Reino de Dios sea literalmente establecido en la Tierra, y Cristo se siente sobre el Trono de David y reine sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, ahí estaremos nosotros con Él porque pertenecemos a ese Reino, somos los hijos del Reino de Dios colocados por Cristo en Su Redil, Su Rebaño, Su Reino, Su Iglesia.
Por lo tanto, el que es de Dios escucha la Voz de Cristo, la Voz de Dios, la predicación del Evangelio de Cristo y cree en Su alma, cree de todo corazón en Cristo como su Salvador. “Con el corazón se cree para justicia. La fe viene por el oír, por el oír la Palabra de Dios.” La fe viene por el oír la Palabra del Evangelio de Cristo, y por consiguiente la persona cree en su alma.
Pero por cuanto con el corazón se cree para justicia no se puede quedar ahí, pero con la boca se confiesa para salvación, para recibir la salvación y Vida eterna. Por lo tanto, hace confesión pública con su boca de lo que ha creído en su corazón, ha creído en Cristo en su corazón, y lo confiesa públicamente como su único y suficiente Salvador, recibiéndolo como su Salvador.
Y Cristo lo recibe en Su Reino, perdona sus pecados, con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, donde se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, porque cuando la persona ha recibido a Cristo como su Salvador ha muerto al mundo, y por consiguiente cuando una persona muere la tienen que sepultar.
Por lo tanto, simbólicamente, por cuanto el bautismo es simbólico, cuando la persona es llevada a las aguas bautismales, el ministro toma a la persona para bautizarlo, porque esa persona recibió a Cristo como Salvador y por consiguiente murió al mundo, y lo sumerge en las aguas lo cual tipifica la sepultura; y cuando lo saca de las aguas tipifica la resurrección, resucita a la vida. ¿A qué vida? A la Vida eterna, a una nueva vida: la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtiene el nuevo nacimiento, y la persona ha nacido en el Reino de Cristo, en el Redil de las ovejas del Buen Pastor, como una oveja del Buen Pastor: Jesucristo nuestro Salvador, y queda cubierta la persona con la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Ya no necesita que sacrifiquen un animalito para ser limpio o cubierto sus pecados con una sangre de un animalito, ya el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario hizo la labor perfecta, fue un Sacrificio perfecto; y por consiguiente Él perdona nuestros pecados y con Su Sangre nos limpia de todo pecado. No cubre el pecado, sino que lo quita, limpia nuestros pecados con Su Sangre y quedamos justificados ante Dios como si nunca en la vida hubiésemos pecado.
Y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos así el nuevo nacimiento, nacemos en Su Reino, Su Redil, como una ovejita recién nacida en el Rebaño, en el Redil del Buen Pastor, Jesucristo nuestro Salvador. Y a todas esas ovejas de ese Rebaño, de ese Redil, de esa manada pequeña, Él les dice: “No temáis manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino.” Por lo tanto, el Reino de Dios ha sido dado a la Iglesia del Señor Jesucristo, a todos los creyentes en Cristo.
Y por consiguiente cuando Cristo establezca literalmente Su Reino aquí en la Tierra, estaremos con Él reinando desde la tierra de Israel sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, porque Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores.
Cristo es el Rey del Universo completo, y por consiguiente también Cristo es el Rey de Israel y del mundo entero. Cristo es el heredero al Trono de David y al Reino de David, Reino que gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones desde el Trono de David, el Trono al cual Cristo es heredero, del cual le habló el Arcángel Gabriel a la virgen María cuando le dijo que ella tendría un hijo, concebiría y tendría un hijo, capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante, donde dice.
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Por lo tanto, cuando Cristo tome el Trono de David y establezca Su Reino aquí en la Tierra, lo cual será el Reino de David restaurado, ahí estarán todas las ovejas que el Padre le dio a Cristo, ahí estarán todos los que pertenecen a esa manada pequeña que son ¿quiénes? Todos nosotros que hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, todos queremos ser uno de esa manada pequeña. Ya los que han recibido a Cristo como Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre y han recibido el Espíritu Santo, ya son miembros de la manada pequeña de nuestro amado Señor Jesucristo, son ovejas del Redil del Señor Jesucristo.
Pero si hay alguna persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador todavía, todavía no es una oveja de ese Redil, pero por cuanto está presente escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, o a través de la radio o de la televisión, o en alguna actividad pública donde estén pasando esta conferencia grabada en video, usted está escuchando en esta ocasión porque su nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y el Espíritu de Dios lo trajo para que escuchara en esta ocasión la predicación del Evangelio de Cristo, para que así escuchara la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo hablándole a través del Evangelio de Cristo, y para que conociera el misterio de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, y así la persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo reconozca que Jesucristo es el Salvador del mundo, el único que puede salvar nuestra alma, y por consiguiente el único que puede perdonar nuestros pecados, y el único que puede, con Su Sangre, limpiarnos de todo pecado y puede bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego y producir en nosotros el nuevo nacimiento, lo cual todo ser humano necesita.
Por lo tanto, la persona cuando escucha todas estas cosas, hace como dice Cristo, cuando dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
El Evangelio de Cristo ha estado predicándose desde el Día de Pentecostés en adelante, y todas las personas que son ovejas de Dios dadas a Cristo para que las busque y les dé salvación y Vida eterna, han escuchado la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo en la predicación del Evangelio de Cristo en el tiempo que les ha tocado vivir.
¿Por qué usted y yo hemos escuchado la Voz de Cristo, la predicación del Evangelio de Cristo y hemos creído en Cristo? Porque somos ovejas del Redil del Buen Pastor, somos ovejas del Rebaño de Jesucristo nuestro Salvador, que estábamos perdidos pero Él nos encontró y nos trajo a Su Rebaño, a Su Redil.
Y ahora, San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, fue donde Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo tanto toda persona que ya ha recibido a Cristo como Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo, ha obtenido la salvación y Vida eterna, y está como una oveja del Señor Jesucristo en el Reino de Cristo, en el Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo, entró por la Puerta, que es Cristo.
“Yo soy la puerta, el que por mi entrare será salvo, y entrará y hallará pastos.” Eso está en San Juan, capítulo 10, verso 9.
Y ahora, toda persona que es de Dios, oye la Voz de Dios:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un Rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”
Y ahora, todas las personas que son ovejas de Dios dadas a Cristo para que las busque y les dé salvación y Vida eterna, oyen la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo en la predicación del Evangelio de Cristo, que es la Voz de Cristo, el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de nuestra salvación.
Por lo tanto, toda persona que en esta ocasión está aquí presente y no ha recibido a Cristo todavía como su Salvador, y ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha creído en su alma, en su corazón, es porque es una oveja de Dios dada a Cristo para que le dé salvación y Vida eterna.
Por lo tanto, la fe vino a usted por escuchar la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, y ha venido al corazón suyo la fe y ha creído de todo corazón en Cristo como su único y suficiente Salvador.
Luego Pablo dice: “Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se hace confesión para salvación.”
Por lo tanto, se levanta, pasa al frente, y públicamente da testimonio de su fe en Cristo, confesando que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador; por eso se le da la oportunidad a las personas luego de predicar el Evangelio de Cristo, que levanten sus manos y reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador, y pasen al frente para recibir a Cristo públicamente dando testimonio de Cristo como su único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, en estos momentos toda persona que ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y no había recibido a Cristo como su Salvador, puede hacerlo en estos momentos levantando su mano y yo estaré orando por ustedes, para que Cristo les reciba, les perdone, y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, nazcan en el Reino de Jesucristo, que es el Redil, el Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Pueden levantar sus manos y estaré orando por ustedes (todos). Veo aquí en esta área manos levantadas, pueden pasar al frente, veo también allá manos levantadas, pueden pasar al frente y estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino, para que nazcan en el Reino de Cristo como ovejas de Cristo, el Buen Pastor, y así tengan asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, porque Él vino para buscar y salvar lo que se había perdido. Para eso vino Cristo: para buscar y salvar a cada uno de los hijos e hijas de Dios.
Pueden continuar pasando y estaré orando por ustedes en esta ocasión para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en Su Nombre en agua, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan en el Rebaño, en el Redil de nuestro amado Señor Jesucristo, y las palabras de nuestro tema cobren el sentido que realmente tiene: “NO TEMÁIS MANADA PEQUEÑA, PORQUE AL PADRE LE HA PLACIDO DAROS EL REINO.” Y así ustedes reconozcan que pertenecen a la manada pequeña de nuestro amado Señor Jesucristo, que es Su Iglesia, pertenecen a la Iglesia de nuestro amado Señor Jesucristo, al Reino de Dios.
“El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre.” Todos queremos que Él nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, porque queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por lo tanto, pueden pasar todos los que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino y no habían recibido a Cristo como Salvador, pueden hacerlo en esta ocasión para que Cristo les reciba y les coloque en Su Reino con Vida eterna.
También los que están en la parte de arriba pueden pasar para orar por ustedes, para que reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador. Todos los que todavía no han recibido a Cristo pueden hacerlo, los que están en la parte alta, en el piso alto, y los que están también acá en la planta baja también pueden hacerlo, y Cristo les recibirá en Su Reino.
Cristo dijo: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cansados, y yo os haré descansar.” Él también dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da yo os la doy.” Él da la paz acá en el alma, esa paz bajo el Pacto de Paz, el Nuevo Pacto, en donde la persona es restaurada, reconciliada con Dios, y es restaurada a la Vida eterna en el Reino eterno de nuestro amado Señor Jesucristo.
Todavía estamos esperando, estamos dando unos minutos en lo que pasan todos los que necesitan pasar para entrar al Redil del Señor, al Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Alguno se preguntará: “¿Por qué pasan tantas personas para recibir a Cristo?” Porque quieren vivir eternamente. ¡Porque quieren entrar al Redil, al Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo, al Rebaño del Buen Pastor!
¿Y por qué? ¿Por qué quieren entrar? ¿Por qué vienen? Porque han escuchado la Voz del Buen Pastor, han escuchado la Voz de Cristo acá en su alma mientras escuchaban la predicación del Evangelio de Cristo, y han creído de todo corazón, porque la fe viene por el oír, ¿por el oír qué? La Palabra de Dios, el Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador.
Y luego, por cuanto han creído de todo corazón, han pasado al frente para dar testimonio públicamente de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, y así confesándole delante de los hombres como su único y suficiente Salvador, como Él ordenó que toda persona hiciera, y como Él dijo que harían Sus ovejas.
Todavía hay más personas que escucharon la Voz de Cristo, mientras se predicaba, la escucharon acá en sus almas, y estamos esperando que pasen para que así estén aquí presentes dando testimonio público de su fe en Cristo, dando testimonio público de que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador. “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles.”
Pasamos para recibir a Cristo para que Él nos dé Vida eterna, para recibir la Vida eterna de parte de Cristo, y ser por consiguiente colocados en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Todavía estamos esperando que pasen los que faltan por pasar, vamos a dar unos segundos en lo que pasan los que faltan, porque veo que vienen más personas.
También los niños de 10 años en adelante pueden pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador; porque Cristo tiene lugar para los niños también. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mi; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Por lo tanto, los niños también tienen la oportunidad de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Los niños de 10 años en adelante, los cuales ya tienen conocimiento, conciencia, del bien y del mal, y pueden usar su libre albedrío para recibir de todo corazón a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Todavía veo que hay más personas que vienen para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, ¿por qué? Porque son ovejas de Jesucristo nuestro Salvador que escucharían la Voz de Cristo en este tiempo final.
Por eso es que al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo usted creyó acá en su alma, y le toca dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Nadie quiere ser condenado, sino que todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino, con Jesucristo en Su Redil, en Su Rebaño como ovejas de Cristo el Buen Pastor.
Todavía veo que vienen muchas personas que desean entrar al Reino de Cristo, desean entrar al Rebaño de Jesucristo el Buen Pastor. Hay lugar para ustedes también, los que vienen de camino, hay lugar aquí y hay lugar en el Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo.
Todavía pueden continuar pasando los que faltan, pues ya han escuchado la Voz de Cristo acá en sus almas y han creído con todo vuestro corazón, por lo tanto les falta venir para hacer confesión pública de su fe en Cristo recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Todavía vienen más personas, así que esperaremos unos segundos en lo pasan los que faltan por pasar, porque ellos también desean entrar al Rebaño, al Redil de nuestro amado Señor Jesucristo, desean entrar a formar parte de la manada pequeña de nuestro amado Señor Jesucristo.
Si hay en la parte alta personas que han escuchado y no habían recibido a Cristo como Salvador, pueden hacerlo pasando al frente en estos momentos, esperaremos por usted unos segundos, y también por los que están en la planta baja, para que así todos los que han escuchado en sus almas la Voz de Cristo y no habían recibido a Cristo, lo reciban en esta ocasión, porque es el llamado de Jesucristo nuestro Salvador.
“Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” En Efesios, capítulo 5, verso 14, dice:
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de entre los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Cristo es el que nos alumbra el alma, el espíritu, nuestra mente, para que podamos entender, creer y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Todavía estamos esperando por alguna otra persona que falte por pasar, para que quede incluida en esta oración que estaremos haciendo por todos los que han pasado. Todavía vienen más personas que han escuchado la Voz de Cristo.
La decisión más grande que una persona hace en su vida, es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador; no hay otra decisión más grande que esa, y esa es la decisión más grande porque coloca a la persona en el Rebaño del Señor Jesucristo, coloca a la persona en el Reino de Cristo, y por consiguiente coloca a la persona en la Vida eterna.
No hay otra decisión que coloque al ser humano en la Vida eterna, sino la decisión de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador; y cuando estemos viviendo en el Reino de Cristo físicamente con cuerpos nuevos y glorificados, nos diremos el uno al otro: “Aquella decisión que yo hice al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y creí de todo corazón y me levanté y pasé al frente y recibí a Cristo como mi Salvador, fue la decisión más grande de mi vida, esa decisión me colocó en la Vida eterna y por eso estoy viviendo eternamente con Jesucristo en Su Reino.”
Todavía hay lugar para los que faltan por pasar. Pueden venir, hay lugar aquí y hay lugar también en el Redil, en el Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo.
Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro Salvador, y la persona no puede dejar que se le escape la Vida eterna, San Pablo dice: ¡“Echa mano de la Vida eterna.” ¿Cómo echamos mano de la Vida eterna? Agarrándonos de Jesucristo, recibiéndolo como nuestro Salvador, es la única forma en que el ser humano echa mano de la Vida eterna, porque Jesucristo es la Vida eterna!
Todavía estamos esperando por los que faltan por pasar, pues deseamos que también entren al Reino de Cristo y reciban la Vida eterna de parte de Jesucristo nuestro Salvador, el cual vino para eso: para salvar... buscar y salvar lo que se había perdido, y colocarlos ¿dónde? En Su Reino, Su Rebaño, Su Redil, y ahí colocarnos con Vida eterna.
Si falta alguna otra persona puede pasar inmediatamente y ya estaremos orando por todos los que han pasado. Vamos todos a estar puestos en pie; los que están en el otro nivel, arriba en la otra planta, y los que están en la planta (aquí) baja también. Vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar. Repitan conmigo esta oración los que han pasado para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Repitan conmigo esta oración con nuestros ojos cerrados y nuestros rostros inclinados:
Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociendo y creyendo con toda mi alma en Tu Primera Venida y Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, creo que Tú llevaste mis pecados y creo que Tu Sangre me limpia de todo pecado, y creo que Tú eres el único que puede perdonar mis pecados.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, Señor Jesucristo, confieso públicamente mi fe en Ti, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi Salvador en estos momentos.
Señor Jesucristo, Te ruego salves mi alma, Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies con Tu Sangre preciosa de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno, en Tu Redil, en Tu Rebaño, quiero vivir contigo por toda la eternidad.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo, Te recibo públicamente como ni único y suficiente Salvador. En Tu Nombre glorioso Señor Jesucristo. Te lo ruego, salva mi alma.
Ahora repitan conmigo esta oración o estas palabras: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
La Sangre del Señor Jesucristo les ha limpiado de todo pecado, Cristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Ya he creído en Jesucristo como mi Salvador de todo corazón, lo he recibido como mi Salvador; pero todavía me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?”
Por cuanto han creído con toda vuestra alma, de todo corazón, en Jesucristo como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos. ¿Hay agua? Pregunto al ministro, me dice que hay agua, hay dos bautisterios aquí (uno a cada lado), y también hay otro más allá a la esquina, y otro en el otro lado también en la pared; hay cuatro bautisterios.
¿Y hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también; por lo tanto bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Luego Jesucristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y producirá en ustedes el nuevo nacimiento.
San Pedro el Día de Pentecostés dijo a aquellos a los cuales les predicó el Evangelio de Cristo y creyeron y preguntaron:
“Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para los que están lejos; para todos cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Eso está en el capítulo 2 del libro de los Hechos, desde el verso 34 en adelante, ahí San Pedro está explicando todo el misterio de Cristo, y luego llega el momento en que las personas quieren recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, y Pedro les dice lo que tienen que hacer: que se arrepientan de sus pecados para que Cristo les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento.
“Y los que creyeron fueron bautizados y se añadieron aquel día como tres mil personas.” Capítulo 2, verso 34 al 41 del libro de los Hechos.
Y ahora, ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y han creído y han recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Y ahora, por cuanto han creído de todo corazón y han confesado públicamente a Cristo como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y obtendrán el nuevo nacimiento, nacerán en el Reino glorioso de Jesucristo, en el Redil, en el Rebaño, del Buen Pastor, como ovejas de Cristo el Buen Pastor.
Por lo tanto, no temáis manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino. Ustedes son hijos e hijas del Reino, por eso están entrando al Reino de Cristo, al Reino de Dios, al Redil, al Rebaño, del Buen Pastor, al Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “NO TEMÁIS MANADA PEQUEÑA.” ¿Por qué? Porque al Padre le ha placido darles el Reino.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador; y nos veremos muy pronto, cuando yo regrese para estar aquí nuevamente en este año, o sea, en el mes de julio Dios mediante.
Dejo al Rvdo. Vicente para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales para que no mojen la ropa que ustedes tienen puesta, sean bautizados con ropas que les van a proveer aquí (ropas bautismales), y luego que sean bautizados se cambian de ropa y se colocan de nuevo la ropa de ustedes, y regresarán a sus hogares felices, agradecidos a Cristo por la bendición de la salvación y Vida eterna.
Así que dejo al Rvdo. Vicente para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que les Dios les bendiga y les guarde; y ya con nosotros el Rvdo. Vicente para continuar. Muchas gracias por vuestra amable atención.
“NO TEMÁIS MANA PEQUEÑA.”