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| Buscando el Reino de Dios | 2004-05-24 | 1 | Mapachapa | Minatitlán | Veracruz | MX | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en el capítulo 6, de San Mateo, versos 31 al 34, donde nuestro amado Señor Jesucristo predicando dijo:
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “BUSCANDO EL REINO DE DIOS.”
Si Jesucristo dice: “Buscad primeramente el Reino de Dios,” entonces hay una forma de buscar el Reino de Dios y encontrar el Reino de Dios y entrar al Reino de Dios. Y es una orden de Cristo para todo ser humano, que busque el Reino de Dios para que pueda vivir eternamente en el Reino de Dios. Porque el que busca encuentra, y entra al Reino de Dios, recibe la Vida eterna, ha entrado a la Vida eterna; y por consiguiente vivirá eternamente con Cristo en el Reino de Dios.
¿Para qué buscamos el Reino de Dios? Para vivir eternamente. Toda persona tiene que comprender para qué busca el Reino de Dios, y tiene que comprender que hay un orden establecido para buscar el Reino de Dios; hay una forma para buscar el Reino de Dios y encontrarlo y entrar a él, y obtener la inmortalidad la Vida eterna para su alma. El ser humano es alma viviente. Pero Dios le dio un cuerpo espiritual llamado espíritu, y le dio un cuerpo físico, llamado cuerpo de carne. Pero estos son cuerpos (o sea, una casa terrenal) un cuerpo físico; y una casa espiritual, el espíritu de la persona; el espíritu de la persona es un cuerpo parecido al cuerpo físico. Pero el alma de la persona, eso es lo que en realidad es la persona. Por eso fue que Cristo dijo en San Mateo, capítulo 16, verso 25 en adelante, dice:
“Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?.”
¿Ven? Lo más importante es el alma. Eso es lo que en realidad es la persona. Pero vive en un cuerpo de carne por un tiempo; y ese tiempo en que vive en el cuerpo de carne es el tiempo que Dios le da para que busque ¿qué? El Reino de Dios. Si no aprovecha ese tiempo para buscar el Reino de Dios, y lo ocupa todo para buscar las cosas de esta vida, entonces perdió la única oportunidad que Dios le dio para buscar, encontrar y entrar al Reino de Dios, y por consiguiente entrar a la Vida eterna.
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles,
y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” [San Mateo 16:27]
Podemos ver que habrá un momento en que Dios llamará a juicio a todo ser humano. Por lo tanto, todo ser humano que llega a este planeta Tierra, aparece en este planeta Tierra en el reino de las tinieblas, que es un reino temporero, un reino en donde lo único que obtenemos es un cuerpo de carne mortal, corruptible y temporero; pero nos da la oportunidad y privilegio de hacer contacto con el Reino de Dios, recibiendo al Rey de ese Reino, que es Jesucristo nuestro Salvador; para que Él nos tome, nos saque del reino de las tinieblas, del reino del maligno, que es temporal o temporero, y nos coloque Cristo en Su Reino, que es eterno, para vivir con Cristo por toda la eternidad.
Y ahora, viendo cuál es la meta y bendición que hay en buscar, encontrar y entrar al Reino de Dios, lo cual es la Vida eterna, entonces todos queremos buscar el Reino de Dios. Así como para entrar a este reino terrenal, que es de mortales, que no tiene Vida eterna, un reino lleno de habitantes, que están ¿cómo? Muertos a la Vida eterna. Pero Cristo dice: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos y te alumbrará Cristo.” Dice San Pablo en Efesios, capítulo 5, verso 14. Y el Profeta Isaías, en el capítulo 60, verso 1 en adelante dice de la siguiente manera, y vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro, porque de ahí fue que San Pablo tomó esas palabras, dice:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.”
Y ahora, así como para entrar a este reino de mortales, este reino terrenal que está cautivo por el maligno, que es el príncipe de las tinieblas; y por consiguiente es el reino de las tinieblas el que gobierna a la humanidad.
Vean, para entrar a este reino de las tinieblas, este reino terrenal, de mortales, ¿qué usted tuvo que hacer? Nacer. Si no nacía, no entraba para ser parte de la humanidad mortal que habita este planeta Tierra, pero que está cautiva; como estuvo cautivo el pueblo hebreo en Egipto, esclavizado por el faraón y el imperio del Faraón, la humanidad esta cautiva y esclavizada por el príncipe de las tinieblas, el faraón del reino de las tinieblas, que es el diablo.
Pero Cristo es nuestro Libertador, y Él nos liberta, nos saca del reino de las tinieblas y nos coloca en Su Reino, cuando buscamos primeramente el Reino de Dios y su justicia; y lo encontramos y entramos a él.
Ahora, ¿cómo entrar al Reino de Dios? Porque si hay un Reino, hay una forma de entrar a ese reino y ser parte de ese reino, y venir a ser un ciudadano de ese reino. Vimos que para entrar a este reino terrenal de mortales, tuvimos que nacer en este reino, y obtuvimos un certificado de nacimiento en este reino de mortales, el cual es el acta de nacimiento que usted tiene; su acta de nacimiento y también usted por consiguiente ha obtenido la ciudadanía terrenal, y ha obtenido una ciudadanía de la nación donde usted nació.
Ahora, para entrar al Reino de Dios, toda persona que busca el Reino de Dios, Cristo dijo en San Juan, capítulo 3, la forma de entrar al Reino de Dios. Capítulo 3... Cristo hablando con Nicodemo le muestra la forma de entrar al Reino de Dios. Capítulo 3, verso 1 al 6, de San Juan, dice:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.”
O sea, que Nicodemo y los miembros del Concilio del Sanedrín, o sea, los miembros del Concilio de la religión hebrea, sabían que Jesús había venido de Dios, porque nadie podía hacer aquellas señales que Jesús hacía, aquellos milagros, aquellas maravillas.
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”
Hay que nacer de nuevo para ver el Reino de Dios. Así como usted y yo nacimos en esta Tierra para poder ver este reino terrenal, y Dios nos dio ojos para que veamos este reino terrenal, y nos dio pies para caminar en este reino terrenal. Nos ha permitido vivir en este reino terrenal, aunque es el reino de las tinieblas. Pero vean lo que nos dice el Salmo, porque este reino es el reino de las tinieblas, y por consiguiente es un reino en donde hay grandes peligros. El Salmo 23, dice algo ahí muy importante, lo cual nosotros tenemos que comprender. Salmo 23, verso 1 en adelante, dice:
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.”
Esta dimensión terrenal en la cual vivimos, es un valle de sombra y de muerte; porque es un lugar que está gobernado por el príncipe de las tinieblas, el diablo.
Por lo tanto, es una dimensión de tinieblas, pero la luz resplandece en las tinieblas. Y Cristo es la Luz del mundo que está resplandeciendo en las tinieblas en este reino terrenal para guiar a todo ser humano al Reino de Dios. En el capítulo 9 de Isaías, verso 1 en adelante, dice:
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
Este pasaje aquí se cumplió en la Primera Venida de Cristo y se cumplirá en la Segunda Venida de Cristo.
Ahora vean en San Mateo, capítulo 4, verso 12 al 17, dice:
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”
Y ahora, vean cómo se cumplió esa profecía en este planeta Tierra, en medio del pueblo hebreo, porque Dios estaba tratando en aquel tiempo con el pueblo hebreo, bajo la Dispensación de la Ley. Pero ahora, vean ustedes, aquí, dice:
“Galilea de los gentiles.”
O sea, que ese territorio de Galilea era un territorio donde un rey había llevado muchos gentiles y ahí los había colocado para vivir y había sacado a los judíos que ahí vivían.
Ahora vean, en ese territorio, Cristo, la Luz del mundo, el cual dijo: “Yo Soy la Luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la vida.” Y Cristo es la Luz de la vida, Cristo es el Verbo que era con Dios y era Dios. Él es aquella Luz verdadera que alumbra a todo hombre.
Y ahora, Cristo visitando esa región de Galilea de los gentiles, estaba allí resplandeciendo la Luz divina, que es Cristo, el Verbo que era con Dios y era Dios, aquella Luz verdadera que vendría a este mundo, que venía a este mundo en carne humana para resplandecer en medio de la raza humana, y dar Su Luz a los seres humanos, para que así los seres humanos vieran la Luz y entraran al Reino de Dios y obtuvieran la Vida eterna
Encontramos que para entrar al Reino de Dios se necesita buscar el Reino de Dios
Y ahora Cristo estaba predicando el Reino de Dios en medio de los habitantes de Galilea, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. Y luego cuando el pueblo hebreo vio venir a Cristo en el capítulo 21 (mas adelante), en Su entrada triunfal a Jerusalén... capítulo 21, verso 1 en adelante, dice:
“Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos
diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos.
Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.
Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Decid a la hija de Sion:
He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna,
Sobre un pollino, hijo de animal de carga.
Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.
Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.
Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?
Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.”
Aquí entró Jesús a Jerusalén, en la forma que estaba profetizada Su entrada a Jerusalén. Bajo Su Ministerio Él estaba predicando del Reino de Dios, bajo Su Ministerio, por consiguiente Él tenía que estar anunciándole al pueblo que el Reino de Dios se había acercado, pues allí estaba el Rey; y en el Rey venía el Reino. Pero cuando Israel rechazó a Cristo, el Reino de Dios fue quitado de en medio de los hebreos.
Vean, en el capítulo 21 (o sea, más adelante), en ese mismo capítulo 21 de San Mateo, les refiere una parábola, la parábola de un padre de familia que había alquilado una viña a unos obreros, y cuando llegó el tiempo de recibir los frutos, no quisieron pagar los frutos; en cada ocasión enviaba sus siervos para recibir el dinero del arrendamiento, y no querían pagar; o sea, eran mala paga. Y dice Cristo que a unos... dice, vamos a ver:
“Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña,
la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.
Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.
Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon.
Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.
Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron.”
Que fue lo que hicieron con Cristo: Lo sacaron fuera de la ciudad y lo mataron en la Cruz del Calvario, por mano del imperio romano; y lo sacaron fuera del pueblo, o sea, lo excomulgaron. Dice:
“Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?
Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.
Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos.?
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.
Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.
Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta.”
En esta parábola Cristo les profetiza que el Reino de Dios será quitado del pueblo hebreo.
Y ahora, para buscar el Reino de Dios y su justicia, las personas no tienen que ir a Jerusalén, no tienen que ir a la tierra de Israel, porque el Reino de Dios fue quitado de los hebreos y ha sido dado a gente que produzca los frutos de Él.
Por lo tanto, el Reino de Dios, vean aquí en Hebreos, capítulo 12, lo que nos dice San Pablo. Capítulo 12, verso 22 en adelante, dice:
“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.
La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible...”
¿Quién y quiénes son los que han recibido ese Reino inconmovible, el Reino de Dios? Los creyentes en Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, que es el Israel Celestial. El Israel terrenal rechazó el Reino, y ahora el Israel Celestial, que está compuesto por los creyentes en Cristo es quien ha recibido el Reino de Dios. Cristo dijo: “No temáis manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino.” Israel perdió el Reino, fue quitado de Israel y fue dado a los creyentes en Cristo; y por consiguiente son los creyentes en Cristo los que han entrado al Reino de Dios.
Y ahora, ¿cómo hay que entrar al Reino de Dios? Ya que el Reino de Dios ha sido dado a gente que produzca los frutos de Él; o sea, a gente que serán responsables, produciendo los frutos de este Reino. Cristo dijo: “Yo Soy la Vid Verdadera, Mi Padre es el Labrador.”
Ahora, esta viña, vean ustedes, y de esta viña Cristo es la Vid Verdadera, y nosotros somos las ramas.
Ahora, encontramos que el Reino está representado aquí en esta viña que fue aquí mostrada.
Y ahora, el Reino de Dios, el cual lo tiene Cristo, está manifestado en la Tierra en la fase espiritual, porque tiene dos fases: la espiritual y la física. La física será cuando seamos transformados y obtengamos la inmortalidad física al recibir un cuerpo físico glorificado, y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, al Cielo, que durará esa Cena, esa Fiesta Celestial, tres años y medio; y luego regresaremos a la Tierra para comenzar el glorioso Reino Milenial con Cristo, el cual Cristo establecerá en este planeta Tierra; y entonces será un reino físico, el Reino de Dios estará manifestado en forma física gobernando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Pero ahora este Reino de Cristo se encuentra en su fase espiritual en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual ha estado llevando el Evangelio de Cristo por todas las naciones; y en medio de la Iglesia y a la Iglesia del Señor Jesucristo, el Espíritu Santo que vino el Día de Pentecostés y ha estado haciendo la labor correspondiente al Reino de Dios, para que millones de seres humanos busquen el Reino de Dios y entren al Reino de Dios, encontramos que ha enviado el Espíritu Santo diferentes Mensajeros de etapa en etapa, en y a la Iglesia del Señor Jesucristo, y por medio de ellos se ha manifestado y ha traído el Mensaje correspondiente a cada etapa de la Iglesia, y han sido llamados y juntados los hijos del Reino, y han buscado esos hijos del Reino el Reino de Dios y su justicia al escuchar la predicación del Evangelio de Jesucristo, han creído de todo corazón, acá en sus almas y han recibido a Cristo como su único y Suficiente Salvador, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo por supuesto los ha perdonado y con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado.
Y luego de ser bautizados en agua, la promesa de parte de Cristo a través de las palabras del Apóstol Pedro es que recibirán el Espíritu Santo, y así Cristo los bautizará con Espíritu Santo, y producirá en ellos el nuevo nacimiento, nacerán a una nueva vida, a la Vida eterna en un nuevo Reino, el Reino eterno de Dios, que es el Reino de Jesucristo; y así son sacados del Reino de las tinieblas donde nacimos físicamente, y nos liberta Cristo del reino de las tinieblas, y nos coloca en Su Reino eterno, el cual está en forma espiritual; y por eso el nuevo nacimiento es espiritual, es interior. Una transformación interior ocurre en la persona.
Y ahí al nacer en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, la persona ha nacido a la Vida eterna y ha obtenido la inmortalidad en el Reino de Cristo; porque la Vida eterna que Dios nos da, la da a través de Cristo, porque en Cristo es que está la Vida eterna. El dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.”
Por lo tanto, nadie puede venir al Padre, al Reino de Dios, a menos que sea a través de Cristo. Por eso Cristo dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por Mí entrare será salvo; y entrará y hallará pastos.” San Juan, capítulo 10, verso 9. Él también, dijo en San Juan, capítulo 10: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” San Juan capítulo 10, verso 27 en adelante:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy Vida eterna.”
¿Qué da Cristo a sus ovejas que lo escuchan? Vida eterna. Los liberta del reino de las tinieblas, que es un reino de muerte, y los coloca en Su Reino, que es un Reino de Vida eterna.
“...y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Y en el capítulo 8 de San Juan, verso 47, dice:
“El que es de Dios, las palabras de Dios oye.”
Y entonces dice a los que no querían escucharlo, les dice: “Por eso es que ustedes no me escuchan.” Dice:
“...por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”
Los que no quieren escuchar, pues se identifican como que no son de Dios. Los que escuchan se identifican como ovejas de Dios, dadas a Cristo para que les dé Vida eterna. Por eso en la Primera Carta de San Juan, capítulo 5, dice San Juan... Primera de San Juan capítulo 5, verso 10 en adelante (10 al 13), dice:
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado Vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la Vida eterna. Pero el que tiene al Hijo de Dios, porque lo ha recibido como Salvador, tiene la Vida eterna, porque tiene a Cristo acá. Y Cristo es... Cristo es la Vida eterna. Y por medio de Cristo, Dios nos imparte Vida eterna acá en nuestra el alma. ¿Y nos coloca dónde? En Su Reino Eterno.
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis Vida eterna.”
La buena noticia es que todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo tienen ¿qué ? Vida eterna.
“...y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
Y ahora, encontramos que en las palabras que Cristo habló a Nicodemo, donde nos habíamos detenido hace algunos momentos atrás, donde dijo:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” Nicodemo le dijo (pasamos al verso 4, del capítulo 3 de San Juan)... Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”
Y ahora, hemos visto que hay un orden divino establecido para entrar al Reino de Dios: el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Así que toda persona que busca el Reino de Dios para obtener la Vida eterna, la inmortalidad, y vivir con Dios por toda la eternidad, tiene que saber que está establecido que el ser humano tiene que nacer de nuevo del Agua y del Espíritu; o sea, tiene que nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia, que es predicado desde el Día de Pentecostés hacia acá, en donde se da a conocer a los seres humanos que Cristo vino en carne humana dos mil años atrás y cumplió las promesas mesiánicas correspondientes a Su Primera Venida; vino como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo y murió en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados, tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, y la muerte que nosotros teníamos que recibir vino sobre Cristo, y Él murió por nosotros, en lugar de nosotros, para que nosotros podamos vivir eternamente.
Y Él al morir allí, quitó el pecado del mundo, descendió al sepulcro, donde fue sepultado; y en Espíritu, en el cuerpo espiritual o angelical, bajó al infierno donde estaban los incrédulos del tiempo de Noé, que perecieron porque no creyeron el Mensaje de Dios que fue predicado por el Profeta Noé. Y les predicó allí, no salvación sino condenación, les dio testimonio allí de que estaban allí porque no habían creído el Mensaje de Dios hablado, predicado por Noé.
Vean, esto esta aquí en Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18, en adelante, dice:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu (o sea, que lo que murió fue el cuerpo de carne pero el Espíritu de Cristo no murió)...en el cual (ahora fue en espíritu)...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.”
Cristo en su cuerpo espiritual, cuerpo angelical, llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, fue en ese cuerpo espiritual, que es parecido a nuestro cuerpo físico, fue al infierno y predicó a esas personas que no habían creído el mensaje de Noé:
“...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”
Y luego que les predicó, no para salvación, sino dándoles testimonio que estaban allí en el infierno por haber sido incrédulos al mensaje de Noé.
Luego pasó más abajo, a donde estaba el diablo, y allí tuvo una lucha; allí Él llevando los pecados del ser humano, los colocó sobre el diablo, que fue el originador del pecado, y luego le quitó las llaves de la muerte, del infierno (al diablo); y salió del infierno y pasó al Paraíso. Y en el Paraíso lo estaban esperando: Abraham, Isaac, Jacob, los Patriarcas, todos los Santos del Antiguo Testamento; y Juan el Bautista que estaba allí también, el cual les anunció a los que estaban allí en el Paraíso que ya el Mesías estaba sobre la Tierra y pronto Él pasaría por el Paraíso para resucitarlos, y regresar en cuerpos a la Tierra. Y cuando Cristo resucitó de entre los muertos, resucitaron con Cristo los Santos del Antiguo Testamento.
Dice en el capítulo 27 de San Mateo, verso 52 en adelante, dice:
“...y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (o sea, después de la resurrección de Cristo) vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”
Y también nuestro amado Señor Jesucristo al resucitar apareció a muchos, a Sus discípulos; y en una ocasión apareció también a más de quinientos creyentes en Cristo (dice el Apóstol San Pablo). Eso está... vamos a buscar ese pasaje, el cual lo vamos a encontrar dentro de unos momentitos, dentro de un momentito lo vamos a encontrar ese pasaje. Eso está en Corintios, para que ustedes vean cómo... Primera de Corintios, capítulo 15, verso 6, vamos a ver si ése es el pasaje. Vamos a comenzar en el capítulo 15, verso 1 en adelante, dice:
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis;
por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas (o sea, a Pedro. Pedro es Cefas. ¿Así es, Miguel?)... y que apareció a Cefas,y después a los doce.
Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen.
Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.
Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
Porque, o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído.”
Ahora, vimos que Cristo le apareció en una ocasión o en diferentes ocasiones, le apareció a más de quinientas hermanos a la vez, o sea, que estaban reunidos a la misma vez.
Ahora, podemos ver que Cristo luego de resucitado, estuvo en la Tierra por unos cuarenta días apareciendo en diferentes ocasiones a los creyentes en Él; y los santos del Antiguo Testamento resucitaron con Él también, y aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén.
Ahora, podemos ver que es muy importante buscar, ver y entrar al Reino de Dios, para tener la seguridad de la Vida eterna, en donde viviremos con Cristo por toda la eternidad. Y si nuestro cuerpo físico muere, vean, resucitó a los santos del Antiguo Testamento, y ya cuando Él ascendió al Cielo, ascendieron con Él al Cielo. Y a los Santos del Nuevo Testamento que han recibido a Cristo como Salvador, los cuales han entrado al Reino de Dios, y han muerto físicamente, los resucitará en cuerpos eternos y glorificados; y a nosotros los que vivimos, si permanecemos vivos hasta ese momento nos transformará, y entonces todos seremos inmortales y jóvenes para toda la eternidad, con cuerpos glorificados como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Y por consiguiente estaremos aquí en la Tierra, luego de recibir a los muertos en Cristo ya resucitados (cuando regresen ya resucitados), estaremos de 30 a 40 días aquí con ellos, y ellos con nosotros; como Cristo estuvo con sus discípulos unos 40 días (40 días), y estuvieron también los santos del Antiguo Testamento en la Tierra ya resucitados. O sea, que se va a repetir lo mismo, pero con los Santos del Nuevo Testamento; así como sucedió con los Santos del Antiguo Testamento. Y todo esto es para la Segunda Venida de Cristo; así como para la Primera Venida ocurrieron esas cosas, para la Segunda Venida ocurrirán estas cosas que están prometidas: la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Por eso es tan importante creer en nuestro amado Señor Jesucristo y nacer de nuevo, nacer en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador, nacer del Agua y del Espíritu, o sea, escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, en donde es mostrado el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario en Su Primera Venida; en donde Él llevó nuestros pecados y murió por todos nosotros, y en donde quitó el pecado del ser humano, quitó el pecado original que Adán y Eva cometieron.
Por eso toda persona que nace, aunque nace en este mundo nace sin pecado, y luego se tiene que arrepentir de sus propios pecados al recibir a Cristo como Salvador, arrepentido de sus pecados, para que Cristo perdone, no los pecados de Adán y Eva, sino los pecados de la persona, y con Su Sangre lo limpia de todo pecado y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo así lo limpia con Su Sangre de todo pecado, y entonces Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego; y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios, en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, ha sido sacado del reino de las tinieblas y colocado en el Reino glorioso de Jesucristo nuestro Salvador.
Hemos visto que para entrar al Reino de Dios hay que nacer de nuevo. Por lo tanto, toda persona que busca el Reino de Dios, debe comprender que necesita nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu, necesita escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en su alma, en Cristo de todo corazón, creer lo que dice el Evangelio de Cristo; y eso es nacer del agua; y luego confesar a Cristo como su Salvador, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo limpia con Su Sangre y lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego; y el bautismo del Espíritu Santo y Fuego, eso es nacer del Espíritu; y así la persona ha nacido de nuevo, y por cuanto ha nacido de nuevo, ha nacido a un nuevo Reino, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y ha entrado por consiguiente al Reino de Dios.
Así como por el nacimiento físico entramos a este reino terrenal, de mortales, que está controlado por el diablo, Satanás, el príncipe de las tinieblas y su reino de las tinieblas. Ahora para salir de este reino de las tinieblas, salimos espiritualmente primero; y cuando estemos transformados físicamente, habremos salido físicamente también.
Ahora, hemos visto que hay que entrar al Reino de Dios. Y el Reino de Dios tiene una Puerta, la Puerta es Cristo. Cristo dijo “Yo Soy la Puerta, el que por Mí entrare sera salvo.” San Juan capítulo 10, verso 9; y en San Mateo capítulo 7, verso 13 al 14, dice:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Pocos son los que hallan la Puerta y el Camino que lleva a la Vida eterna. Y Cristo es la Puerta, y Cristo es el Camino: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por Mi.” Para llegar al Padre hay que llegar por ese camino, que es Cristo, el camino cristiano, el camino de Cristo, siendo un creyente en Cristo. Es el camino que lleva a la Vida eterna.
Por lo tanto, para entrar al Reino Eterno de Dios hay que entrar por Cristo, la Puerta, recibiéndolo como su Salvador; y hay que caminar en el Camino de la Vida eterna, que es Jesucristo; o sea, no es solamente recibir a Cristo y ya, y después olvidarse. Luego continuar caminando en la vida cristiana, sirviendo a Cristo, su Salvador. En San Lucas, capítulo 13 verso 22 en adelante, dice:
“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.”
Aquí nos habla de una puerta angosta, y esa Puerta es Cristo. Es la Puerta al Reino.
“Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”
Hay un tiempo señalado por Dios para entrar al Reino de Dios, por la Puerta abierta, que es Cristo, bajo la Dispensación de la Gracia, que es el Día agradable del Señor, el Día aceptable del Señor, el Día en que Dios acepta a todo ser humano que recibe a Cristo como su único Salvador. Ese es el Día de la Dispensación de la Gracia. O sea, un día como Dispensación, y durante ese Día dispensacional, la Dispensación de la Gracia, que comenzó cuando Cristo fue crucificado en la Cruz del Calvario, hasta nuestro tiempo, en donde todavía la Dispensación de la Gracia no ha terminado; y por consiguiente la Puerta del Reino de Dios, que es Cristo, está (esa Puerta angosta) abierta, para que todo aquel que en Él cree no se pierda mas tenga Vida eterna, para que todo aquel que en Él cree, entre al Reino de Dios por esa Puerta abierta, que es Cristo recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Algún día va a ser cerrada esa Puerta. Cuando termine la Dispensación de la Gracia habrá terminado el Día agradable delante del Señor, el Día aceptable delante del Señor, donde Dios acepta a cada persona que recibe a Cristo como su Salvador; lo recibe Dios ¿dónde? En Su Reino. Algún día esa Puerta va a ser cerrada, conforme a esta Escritura que Cristo habló.
Ahora, el ser humano no puede esperar que se cierre esa Puerta, que se cierre ese ciclo divino, porque luego no habrá oportunidad para entrar al Reino de Dios, no habrá oportunidad para recibir a Cristo como Salvador, obtener el perdón de sus pecados, ser limpios con la Sangre de Cristo, y ser bautizados en agua en el Nombre de Cristo; y luego recibir el Espíritu Santo, porque ya estará cerrada la Puerta, que es Cristo, y habrá terminado la Dispensación de la Gracia.
Cuando entre al Reino de Dios el último escogido de Dios, se cerrará la Puerta, y ya no habrá mas oportunidad para las personas, como en el momento en que Noé entró con su familia al arca y los animales también, ya habían entrado, Dios cerró la puerta del arca, y ya no hubo más oportunidad para entrar dentro del arca que Noé construyó.
Por lo tanto, los que quedaron fuera iban a ser destruídos, y fueron destruídos; los que estén fuera del Reino de Dios en este tiempo final, y se cierre la Puerta, luego pasarán por la gran tribulación, donde caerán los juicios sobre la raza humana; y será una destrucción que vendrá sobre la raza humana, como vino la destrucción del diluvio sobre la raza humana, vino con agua en aquel tiempo y ahora será con fuego. El fuego atómico, volcánico y demás fuegos que hay, se van a encender, y será un día ardiente como un horno, conforme a la profecía de Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante, donde dice:
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.”
El Sol de Justicia naciendo es la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto, es importante que todos los que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, entren al Reino de Dios por la Puerta abierta (y esa Puerta es Cristo) creyendo de todo corazón en Cristo, recibiéndolo como su Salvador, siendo perdonados por Cristo y limpiados con la Sangre de Cristo, y siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego; y obtendrán así el nuevo nacimiento, nacerán a una nueva, la Vida eterna ¿dónde? En el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, que es el Reino de Dios, y está en la esfera espiritual, en donde obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos el cuerpo angelical; y con la promesa de que en el Día Postrero, cuando se complete la Iglesia, Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a los que estemos vivos nos transformará, y entonces, nos dará el cuerpo físico y eterno; y obtendremos la inmortalidad física también, y seremos iguales a Cristo con un cuerpo eterno, con un cuerpo glorificado y joven como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Todas esas son bendiciones que están ¿dónde? Dentro del Reino de Dios, dentro del Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Todas las bendiciones de Dios están dentro de su Reino. Todo el que quiere las bendiciones de Dios tiene que entrar al Reino de Dios; para entrar tiene que buscar el Reino de Dios y recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador; y así entra por la Puerta del Reino, que es Cristo; y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu, ha nacido del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, ha nacido en el Reino de Cristo, ese Reino eterno, y por consiguiente la persona ha obtenido la Vida eterna.
Buscamos el Reino de Dios para recibir la Vida eterna, y por consiguiente la inmortalidad de nuestra alma, que es lo que es en realidad somos. El cuerpo que tenemos en la actualidad es mortal, pero Él nos dará un cuerpo eterno y glorificado, un cuerpo inmortal, para vivir con Él en Su Reino, por el Milenio y por toda la eternidad.
Por eso es tan importante buscar el Reino de Dios, y luego entrar al Reino de Dios para obtener la bendición de la Vida eterna. Toda persona que ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha creído en su alma de todo corazón, acá en su alma, ha creído en Cristo como Su Salvador, lo ha recibido, y ha pedido perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo ha perdonado y con Su Sangre lo ha limpiado de todo pecado, la persona ha sido bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, que es el Reino eterno de Dios; y por consiguiente tiene Vida eterna.
¿ Dónde están esas personas que han entrado al Reino de Dios? Aquí estamos glorificando a Dios y dándole gracias por Él llamarnos por su Evangelio a Su Reino, y producir en nosotros el nuevo nacimiento.
Pero si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, no ha entrado todavía al Reino de Dios, y por consiguiente no tiene Vida eterna, pero quiere vivir eternamente en el Reino de Dios, quiere vivir como un hijo o una hija de Dios con un cuerpo eterno y glorificado con Cristo en Su Reino. Si no ha recibido a Cristo, no ha entrado al Reino de Dios y no tiene Vida eterna, no podrá vivir eternamente en el Reino de Dios; solamente tiene una vida temporal, que se le va a terminar en algún lugar, en algún momento y algún lugar. Y luego irá a donde están aquellos que fueron incrédulos al Mensaje de Dios, que fue dado por el Profeta Noé; porque ése es el lugar de los incrédulos. Pero la persona, y esas personas, luego van a ser juzgadas en el juicio final, condenadas y echadas al lago de fuego, que es la segunda muerte, donde dejarán de existir.
Pero Usted no quiere dejar de existir, mas bien usted quiere una vida mejor que ésta, y esa vida la puede obtener en el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo.
Por lo tanto, usted, que quiere vivir eternamente, pero que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, no tiene Vida eterna. Pero hoy puede obtenerla recibiendo a Cristo como su único Salvador. Para lo cual puede levantar su mano y yo oraré por usted, para que Cristo lo reciba en Su Reino y le dé el nuevo nacimiento, y así usted asegure su futuro eterno en el Reino eterno de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Puede levantar su mano y yo oraré por usted, porque usted está buscando el Reino de Dios, y ha visto que hay un orden divino para buscar y entrar al Reino de Dios.
El que no nazca de nuevo, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios. Pero el que nace de nuevo del Agua y del Espíritu, sí ha entrado al Reino de Dios, y por consiguiente ha recibido Vida eterna, y vivirá con Cristo por toda la eternidad en Su Reino, que es el Reino de Dios.
Pueden pasar al frente y estaré orando por ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé salvación y Vida eterna. Pueden pasar al frente todos los que quieren entrar al Reino de Dios en esta noche, para que Cristo les dé la Vida eterna, porque ustedes quieren vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino Eterno. Pueden continuar pasando. Daremos unos minutos en lo que pasan todas las personas, para luego orar por todos.
La Puerta al Reino de Dios está abierta: es Jesucristo nuestro Salvador. Recibir a Cristo como nuestro Salvador es entrar por la Puerta abierta. Él dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por Mí entrare, será salvo.”
Pueden continuar pasando, Cristo en Su Reino les recibirá, les dará la bienvenida, y les dará Vida eterna. Por eso es que recibimos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Cristo nos coloque en Su Reino y nos dé Vida eterna.
Eso es el porqué recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador: porque buscamos el Reino de Dios y queremos entrar a Él, y solamente hay una Puerta y es Jesucristo “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” Hay solamente una Puerta, como hubo una puerta para entrar al arca, hay una Puerta para entrar al Reino de Dios. Pueden continuar pasando todos los que faltan por pasar, para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé Vida eterna. Pueden continuar pasando. Daremos unos segundos en lo que pasan los que faltan por pasar para recibir a Cristo y entrar por la Puerta al Reino, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Los niños de 10 años en adelante también pueden pasar porque Cristo dijo: “Dejad los niños venir a mí y no se lo impidas, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” También Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles.” Todos queremos que Él nos confiese delante de nuestro Padre. Por lo tanto, necesitamos todos recibir a Cristo como nuestro Salvador y dar testimonio público de nuestra fe en Cristo, dar testimonio público de que hemos creído en Cristo de todo corazón y lo recibimos públicamente como nuestro único y suficiente Salvador.
También Él dijo: “Mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” Si la persona le da la espalda a Cristo en el momento en que se le da la oportunidad de recibir a Cristo, luego Cristo le dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial, porque se avergonzó de Cristo y no lo recibió como su único y Suficiente Salvador.
Por lo tanto, no recibió la salvación y Vida eterna que Cristo le ofreció gratuitamente. Y el que no la recibe, pues no la tiene, y no la tendrá nunca, porque no hay otra forma de obtener la Vida eterna, excepto a través del Señor Jesucristo. Esta Vida eterna está ¿en quién? En Jesucristo. Dios por medio de Cristo nos otorga gratuitamente la Vida eterna. Pueden continuar pasando los que faltan por pasar, para orar por todos los que en esta ocasión están dando un testimonio público de su fe en Cristo.
Estamos dando unos segundos, porque hay personas que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, han entendido el tema nuestro de esta noche: “BUSCANDO EL REINO DE DIOS.” Y usted está en esta actividad, porque tiene una inquietud y una necesidad acá en el alma, espiritual, y tiene una sed y hambre de un Alimento Espiritual que le dé vida, Vida eterna.
Así como el alimento físico nos da vida terrenal, se convierte en vida física para nuestro cuerpo, el Alimento Espiritual nos da Vida espiritual. “Porque no solamente de pan vivirá el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” San Mateo, capítulo 4, verso 4; y Deuteronomio, capítulo 8, verso 1 al 9.
Por lo tanto, cada persona que está en esta actividad, vino porque tiene y siente una necesidad interior en su alma, una necesidad espiritual, hambre y sed espiritual; y tiene hambre y sed de vivir eternamente en el Reino de Dios, y por consiguiente ha venido buscando el Reino de Dios y ha escuchado cómo buscar y cómo encontrar y cómo entrar al Reino de Dios: Por medio de nuestro amado Señor Jesucristo, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en Cristo como su Salvador, y dar testimonio público de que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador; y así ha nacido del Agua. Y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, luego que ha sido bautizado en agua, y entonces obtiene la parte espiritual (o sea, nace del Espíritu).
Hay que nacer del Agua: del Evangelio de Cristo; y del Espíritu: del Espíritu Santo; y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha entrado ¿a dónde? Al Reino de Dios, ha nacido a una nueva vida, a la Vida eterna en un nuevo Reino, el Reino eterno de Dios, que es el Reino de Cristo.
Todavía estamos dando unos segundos en lo que pasan las otras personas que faltan por pasar, porque ustedes están aquí, porque el Espíritu de Dios los trajo aquí, para que escucharan el Misterio del Reino de Dios y cómo buscar, encontrar y entrar al Reino de Dios, para obtener la Vida eterna, que es lo más grande que una persona puede recibir: la Vida eterna.
No hay otra cosa más grande y más importante para el ser humano que la Vida eterna. Y no hay decisión mas grande que la persona pueda hacer que recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Toda persona tiene necesidad de la Vida eterna, y toda persona por consiguiente tiene necesidad de Cristo. Todos estamos necesitados de Cristo. En Él - Él es la Vida eterna y en Él está la Vida eterna para todo ser humano que lo recibe como Su único y suficiente Salvador.
El que no desea vivir eternamente, pues no tiene que recibir a Cristo como Salvador. Pero el que quiere vivir eternamente necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que entre al Reino de Dios y obtenga la Vida eterna.
Estamos dando unos segundos en lo que pasan las personas que faltan por pasar, porque hay muchas personas aquí que necesitan pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque tienen sus nombres escritos ¿dónde? En el Cielo, en el Libro de la Vida. Y por eso el Espíritu de Dios los trajo aquí: para que escuchen la predicación del Evangelio de Cristo y reciban a Cristo como Salvador y entren al Reino de Dios, y así confirmen su lugar en la Vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
El beneficio es para la persona. El beneficio que reciben las personas que reciben a Cristo como Salvador es la Vida eterna. Ninguna otra persona le puede dar a usted la Vida eterna, sino nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso y para eso es que recibimos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Para que perdone nuestros pecados, con Su Sangre nos limpie de todo pecado, seamos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y nos dé la Vida eterna, produzca en nosotros el nuevo nacimiento, el nacimiento a la Vida eterna, y así tengamos Vida eterna acá en nuestra alma y así estemos seguros de que luego que termine esta vida terrenal, tenemos una Vida eterna con Jesucristo en Su Reino.
Eso la persona tiene que tenerlo seguro, y como único lo puede tener seguro es teniendo a Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.
San Pablo en Romanos, capítulo 6, verso 23, dice:
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
La dádiva de Dios es un Don gratuito. La Vida eterna es un Don divino que Dios otorga a la persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. Y esta Vida eterna es otorgada por Dios a través de Jesucristo. “Mas la dádiva de Dios es Vida eterna, ¿en quién? En Cristo Jesús Señor Nuestro.”
Por eso es que tenemos que buscar el Reino de Dios y entrar al Reino de Dios por la Puerta, que es Cristo, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador: para entrar a la Vida eterna, para obtener la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro único y suficiente Salvador.
Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar, para que Cristo les dé la bienvenida en Su Reino. Dijo el mismo Jesucristo que hay gozo en el Cielo cuando un pecador se arrepiente, porque la persona entra al Reino de Dios, entra al Cielo y por consiguiente entra a la Vida eterna. También los niños de 10 años en adelante pueden pasar, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también.
Unos segundos y ya estaremos orando por todos los que han pasado. Podemos estar en pie todos para orar por las personas que han pasado. Si falta todavía alguno, puede pasar inmediatamente para que quede incluido en esta oración.
El propósito de la predicación del Evangelio de Cristo es que todas las personas conozcan cómo entrar al Reino de Dios y entren al Reino de Dios y reciban la Vida eterna. Si falta alguno puede pasar inmediatamente.
Vamos a inclinar nuestros rostros, y vamos a orar (repitan conmigo esta oración las personas que han pasado para dar testimonio público de su fe en Cristo). Inclinemos nuestros rostros, y repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, he creído en Tu Primera Venida y en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, reconozco que Tú eres el Sacrificio por mis pecados, reconozco que Tú eres la expiación por mis pecados, reconozco que Tu Sangre es la única que me puede limpiar de todo pecado; y reconozco que Tú eres el único que puedes perdonar mis pecados.
Señor Jesucristo, yo he creído en Ti con toda mi alma. Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador en estos momentos. Señor Jesucristo, Te ruego salves mi alma, perdona mis pecados, porque soy pecador, límpiame con Tu Sangre Preciosa. Y Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, bautízame con Espíritu Santo y Fuego.
Y, Señor Jesucristo, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, bautízame con Espíritu Santo y Fuego, y Te ruego produzcas en mi el nuevo nacimiento. Señor Jesucristo, quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad, quiero entrar a Tu Reino. Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, por favor, Te lo ruego, en Tu Nombre glorioso, Señor Jesucristo. Amen.
Repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
La Sangre del Señor Jesucristo les ha limpiado de todo pecado. Cristo ha perdonado vuestros pecados y Cristo les ha dado la bienvenida en Su Reino Eterno. El dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
Ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y han creído en sus almas, han creído de todo corazón en Cristo, y lo han recibido como vuestro Salvador. Pero me dirán ustedes: “Pero todavía no hemos sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto han creído de todo corazón bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche.
Pregunto al ministro si hay agua y hay ropas bautismales para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Vamos a pedirle al Rvdo. Bladimiro pase acá, para que nos indique si hay agua y si hay ropas bautismales y también al Rvdo, Miguel Bermúdez Marín. Él dice que hay agua, hay bautisterios, hay ropas bautismales también (hay ropas bautismales también); hay bautisterio aquí y hay ropas bautismales también. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche.
Vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar (no tienen que repetir esta oración):
Padre Nuestro que estás en el Cielo, ante Tu presencia vengo, trayendo ante Ti todas estas personas que han recibido a Cristo, Tu Hijo amado, como su único y suficiente Salvador, recíbeles en Tu Reino y dales Vida eterna. En Tus manos los encomiendo ¡Oh, Padre Celestial! Y trae también a sus familiares a los pies de Jesucristo, para que reciban la salvación y Vida eterna, y vivan eternamente en Tu Reino, junto a sus familiares. Padre Celestial, Te lo ruego todo en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo, Tu Hijo amado, para quien sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Muchas gracias y buenas noches.
Con nosotros el Rvdo. Bladimiro.
“BUSCANDO EL REINO DE DIOS.”