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| La Obra del Cristo resucitado | 2004-04-18 | 1 | Cayey | PR | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Romanos, capítulo 8, versos 28 al 34, donde San Pablo dice:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “LA OBRA DEL CRISTO RESUCITADO.”
“LA OBRA DEL CRISTO RESUCITADO.”
Desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, fue sepultado y resucitó y ascendió al Cielo luego, ya Pablo dice que no conocemos a Cristo según la carne. Esto está en Segunda de Corintios, capítulo 5, verso 14 en adelante, donde dice:
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.”
¿Por qué? Porque Cristo fue glorificado.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (o sea, el Evangelio de la Gracia).
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
Y ahora, el Cristo resucitado ha estado llevando a cabo una obra luego que murió, fue sepultado y resucitó; y luego de estar con Sus discípulos unos 40 días (porque Él al resucitar ascendió al Cielo, se presentó ante de Dios y luego descendió y estuvo con Sus discípulos por 40 días apareciéndoles en diferentes ocasiones); y luego ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios, se sentó a la diestra de Dios, y allí ha estado con Su propia Sangre haciendo intercesión por toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, el cual escucha la Voz de Cristo, porque es una oveja del Señor, y recibe a Cristo como su Salvador.
Cristo dijo a Pedro: “Sobre esta roca edificaré mi Iglesia.” Por lo tanto, sobre la revelación de quién es Jesucristo, la Iglesia está edificada.
Y ahora, la Obra que Cristo ha estado llevando a cabo, es la Obra más grande, es una Obra de creación. Él es el principio de la creación de Dios. Él es el primero de esta Nueva Creación, de esta Creación eterna que Cristo está llevando a cabo. Él es la Cabeza de esa Nueva Raza que Dios está creando con Vida eterna. Pues la raza que comenzó con Adán, cuando Adán y Eva pecaron, allí murió aquella raza a la Vida eterna, y solamente le quedó vida temporal, y por consiguiente la raza humana es una raza que no tiene Vida eterna.
Pero toda persona que desea tener Vida eterna y vivir eternamente en el Reino de Dios con Cristo, recibe a Cristo como su Salvador, y confirma su nombre en la Vida eterna con Jesucristo nuestro Salvador, y asegura así su futuro eterno en el Reino eterno de Jesucristo.
Para entrar al Reino de Dios la persona necesita nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu conforme a las palabras que Cristo habló a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, versos 3 en adelante. Vamos a ver, capítulo 3, verso 1 en adelante, vamos a ver la visita que Nicodemo hizo a Jesús de noche:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”
Toda persona que desea comprender el Reino de Dios y desea vivir en el Reino de Dios eternamente, necesita nacer de nuevo, es un requisito; y sin cumplir ese requisito la persona no puede ver y no puede entrar al Reino de Dios:
“Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”
Es necesario nacer de nuevo para entrar al Reino eterno de Dios. Por lo tanto, necesitamos comprender cómo nacer de nuevo. Y la persona de sí misma no puede nacer de nuevo, tiene que nacer del Agua y del Espíritu, y por consiguiente tiene que escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer, eso es nacer del Agua; y tiene que ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, eso es nacer del Espíritu. Recibir el Espíritu Santo y así obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Dios, y por consiguiente ha entrado a la Vida eterna, porque el Reino de Dios es eterno. Esa es la forma para entrar al Reino de Dios. De esto es que Cristo habló cuando en el capítulo 13, verso 11. Capítulo 13, verso 9 en adelante dice (de San Mateo):
“El que tiene oídos para oír, oiga.
Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.”
Y ahora, los misterios del Reino de los Cielos no es dado al mundo conocerlos, sino a los creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor Jesucristo, porque esas son las personas que entran al Reino de Dios y tienen el derecho de conocer los misterios de ese Reino en el cual ellos entran.
Para entrar al Reino de Dios el misterio es nacer de nuevo del Agua y del Espíritu.
Luego dice el verso 16 de este mismo capítulo 13:
“Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.”
Ahora, en estos misterios del Reino de los Cielos es que en el cumplimiento de ellos se cumple el tiempo de la Dispensación de la Gracia, en donde la Obra del Cristo resucitado se lleva a cabo en la Creación de una Nueva Raza, que está compuesta por todos los que reciben a Cristo como Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, nacen en el Reino de Cristo, que es el Reino de los Cielos, nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo, donde se están materializando los misterios del Reino de los Cielos; y por consiguiente los miembros del Reino de los Cielos son Cristo y los creyentes en Cristo.
Y ese Reino de los Cielos es el que va a ser establecido en este planeta Tierra y va a gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, es ese Reino de Dios del cual Cristo dijo en el capítulo 6 de San Mateo, verso 10, cuando estaba enseñando a orar a Sus discípulos, una de las cosas que les enseñó a pedir a Dios fue la siguiente (diciendo):
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
“Venga Tu Reino (venga el Reino de Dios a la Tierra, sea establecido y gobierne sobre la raza humana, y se haga la voluntad en esta Tierra como se hace en el Cielo)...”
Ahora, el Reino de Dios celestial será establecido en el planeta Tierra y Cristo será el Rey de ese Reino; y el Trono de ese Reino en la Tierra es llamado el Trono de David, sobre el cual Cristo se sentará y gobernará, reinará.
En San Lucas, capítulo 1, el Arcángel de la revelación divina dice a la virgen María en el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Aquí tenemos las palabras del Arcángel Gabriel, el Arcángel que tiene acceso al Libro de la Verdad, revelándole a la virgen María lo que iba a suceder a través de ella. Ella era la virgen que concebiría y daría a luz un hijo, el cual sería llamado Emanuel, que traducido es “Dios con nosotros.” Por lo tanto el nombre correspondiente sería Jesús, que significa: “Salvador, Redentor.”
Y ahora, este Arcángel tiene conocimiento del misterio de la Primera Venida de Cristo, es el Arcángel con acceso al Libro de la Verdad y al contenido de ese Libro. Por eso le dijo al Profeta Daniel: “Yo te mostraré, te revelaré lo que está escrito en el Libro de la Verdad.”
Nadie puede sacar del Libro de la Verdad nada, excepto el Arcángel Gabriel. Fue el mismo Arcángel que le apareció al sacerdote Zacarías para darle las buenas nuevas del hijo que iba a tener, el cual sería grande delante de Dios y sería Profeta de Dios, y vendría con el espíritu y virtud de Elías, conforme a San Lucas, capítulo 1, versos 11 en adelante; y esa profecía se cumplió.
Vean, es el Arcángel Profeta de esa séptima dimensión que tiene acceso a Dios y al Libro de la Verdad, tiene acceso a los misterios de Dios. Fue el Arcángel que al Profeta Daniel le dio todas esas revelaciones, es un Arcángel muy importante, fue el Arcángel que tocó la Trompeta en y para la Primera Venida de Cristo, fue el Arcángel que anunció la Primera Venida de Cristo.
Y es el Arcángel que sonará la Trompeta, o sea, revelará, dará a conocer todo este misterio del Séptimo Sello, de la Segunda Venida de Cristo. Sonó la Trompeta en la Primera Venida de Cristo, y sonará la Trompeta en la Segunda Venida de Cristo.
Por eso la Escritura dice que será con aclamación: “El mismo Señor descenderá del Cielo, con aclamación, Voz de Arcángel y Trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero.” O sea, resucitarán en cuerpos glorificados. Eso está en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 12 al 17, y en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, donde San Pablo también dice que habrá una Gran Voz de Trompeta sonando.
Veamos cómo San Pablo lo expresa, dice... capítulo... Primera de Corintios, capítulo 15, versos 48 en adelante, dice:
“Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados.”
Ahí tenemos la promesa de una transformación para todos los creyentes en Cristo, en la Obra del Cristo resucitado. Esa será una Obra que Él realizará cuando Él haya completado Su Iglesia con todos los escogidos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Cristo no puede salir del Trono de Intercesión en el Cielo, donde está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre, hasta que haya redimido hasta el último escogido de Dios, hasta que haya nacido en la Tierra hasta el último escogido de Dios y haya sido cubierto con la Sangre de Cristo, Cristo no puede salir del Trono de Intercesión en el Cielo para tomar el Libro de los Siete Sellos, que es el Libro de la Vida del Cordero, y abrirlo en el Cielo y realizar Su Obra de Reclamo, reclamar todo lo que Él con Su Sangre ha redimido.
Esa Obra de Reclamo se llevará a cabo cuando Cristo haya completado Su Iglesia; hasta que entre, o hasta que se haya completado Su Iglesia, Cristo no puede salir del Trono de Intercesión. Esa es la causa por la cual no se ha cumplido la Segunda Venida de Cristo, aunque desde el tiempo de los Apóstoles San Pedro y los otros Apóstoles, y luego San Pablo, han estado predicando acerca de la Segunda Venida de Cristo.
Pero en el tiempo de San Pedro y en el tiempo de San Pablo estaba comenzando la Obra de Cristo resucitado, estaba comenzando la Obra de Cristo resucitado, la cual comenzó luego que Cristo resucitó; pero esa Obra del Cristo resucitado es la Obra de la Creación de una Nueva Raza con Vida eterna.
Y esa Nueva Raza con Vida eterna es el grupo de creyentes en Cristo de todos los tiempos que lo han recibido como su Salvador; y los que lo reciben en este tiempo final como su Salvador son perdonados por Cristo, Cristo con Su Sangre los limpia de todo pecado, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, nacen a una nueva vida: a la Vida eterna, y así han asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Esas son las personas que verán a Jesucristo en Su cuerpo glorificado, cuando Cristo resucite a los creyentes en Él de edades pasadas y los de nuestro tiempo que han partido, y luego nos transformará a nosotros, y luego lo veremos a Él en Su cuerpo glorificado.
Así como al estar nosotros en estos cuerpos de carne podemos ver a las personas que tienen y están en cuerpos de carne. Pero no podemos estar viendo los que están en cuerpos angelicales; pero cuando tengamos el cuerpo nuevo glorificado, veremos a todos los que estarán en cuerpos glorificados en ese tiempo, y veremos a Jesucristo en Su cuerpo glorificado también, porque seremos a Su imagen y a Su semejanza.
Su imagen es el cuerpo angelical, y nosotros recibimos el cuerpo angelical al recibir el Espíritu de Cristo, y obtenemos un cuerpo angelical y así nacemos en el Reino de Cristo; y luego tenemos la promesa que recibiremos un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo. Esa es la semejanza física de Jesucristo: el cuerpo glorificado, y esa misma semejanza física hemos de tener nosotros: un cuerpo glorificado, eterno, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad.
Cuando conocemos estas verdades bíblicas solamente podemos decir: “Ese es el cuerpo que yo necesito, ese es el cuerpo que yo deseo que Jesucristo pronto me dé, para así obtener la inmortalidad física, y terminar en mi vida todos los problemas.”
Pero todo tiene su tiempo en el Programa Divino. Lo más importante es que seamos elegidos, predestinados de Dios desde antes de la fundación del mundo para ser adoptados hijos e hijas de Dios, ser adoptados en cuerpos angelicales, el cual recibimos al recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento y obtener el cuerpo angelical, ya esa es la Adopción Espiritual, la Adopción en el cuerpo de la sexta dimensión, cuerpo angelical; porque la Adopción es la Redención del cuerpo.
Ya recibimos la Adopción espiritual, la Redención del cuerpo espiritual, y ahora nos falta la Adopción física, la Adopción, la Redención del cuerpo físico, en donde obtendremos un cuerpo glorificado y eterno.
Y esa será una OBRA DEL CRISTO RESUCITADO. Nadie puede hacer esa obra sino el Cristo resucitado, como tampoco nadie puede producir el nuevo nacimiento en una persona sino el Cristo resucitado, el cual con y en Su cuerpo físico glorificado está en el Cielo en el Trono de Dios, se sentó en el Trono de Dios; y es la primera ocasión en que un cuerpo físico pero glorificado se ha sentado en el Trono de Dios. Y no se sentará nadie más en el Trono de Dios. Y en el Trono terrenal de Cristo, que es el Trono terrenal de Dios al cual Cristo es heredero, Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono.”
Por lo tanto, así como tuvo que ser un cuerpo glorificado el que se sentó en el Trono del Padre, tiene que ser un cuerpo glorificado el que se sentará con Cristo en Su Trono terrenal, el Trono de David. Y esto se convertirá en una realidad en el Reino Milenial de Cristo, para comenzar el Reino Milenial de Cristo.
Y a ese Reino pertenecen todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, en los cuales Cristo ha llevado a cabo la obra del nuevo nacimiento. Es Cristo el que ha estado llevando a cabo Su Obra, por lo tanto es la Obra del Cristo resucitado.
Dios nunca hizo ni está haciendo en el presente, ni hará en el futuro nada a menos que sea a través de Jesucristo, porque Jesucristo es la imagen del Dios Viviente, y Él también es la semejanza física de Dios en Su cuerpo físico el cual ya está glorificado, porque Dios moró, mora y morará eternamente en Jesucristo en toda Su plenitud.
En Jesucristo moró la plenitud de la Divinidad, y mora la plenitud de la Divinidad, y morará eternamente la plenitud de la Divinidad.
¿Y qué es la plenitud de la Divinidad? Padre, Hijo y Espíritu Santo; por eso Jesús decía: “El Padre que mora en mi, Él hace las obras.” También la Escritura dice: “Jesucristo fue ungido por y con Espíritu Santo.”
El Espíritu Santo estaba en Jesucristo. ¿Ven? Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo en un hombre llamado Jesús de Nazaret, el cual tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros y murió en la Cruz del Calvario para así quitar el pecado del mundo, para así salvar a Su pueblo de sus pecados y así llevar a cabo Su Obra: la Obra del Cristo resucitado en la Creación de una Nueva Raza con Vida eterna.
Y por cuanto es una Raza con Vida eterna, primero tiene que dar Vida eterna espiritual a cada persona que nace en esta Raza eterna, nace al recibir el Espíritu de Cristo. Esa persona tiene un alma, o la persona en sí es alma viviente, eso es lo que es cada persona: alma viviente.
Pero el ser humano es trino, así como Dios es trino. Dios es trino, hay una trinidad en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y eso viene a ser Padre: alma; y Espíritu Santo, eso es el cuerpo angelical, Cristo en Su cuerpo angelical; y Hijo, eso es Jesucristo. O sea, en Jesucristo encontramos a Dios en toda Su plenitud, Dios como el alma eterna viviente dentro de un hombre llamado Jesús, y ahí Dios está vestido de un cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual es el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento que libertó al pueblo hebreo, y luego se vistió de carne humana y nació a través de la virgen María.
Y ese cuerpo de carne es el cuerpo físico de Dios; cuando fue crucificado en Jerusalén, estaba el pueblo hebreo por medio del ejército romano crucificando el cuerpo físico de Su propio Dios, el cual se hizo carne en medio de Su pueblo: el pueblo hebreo; era Emanuel que traducido es: “Dios con nosotros.” Dios con nosotros en medio del pueblo hebreo en carne humana, el Hijo de la virgen que nació en Belén de Judea.
Ese cuerpo físico es el cuerpo físico de Dios, donde Dios estaba morando en toda Su plenitud; y por consiguiente en Cristo Jesús tenemos a Dios en toda Su plenitud: Padre, Hijo y Espíritu Santo allí presente con el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que es: Señor Jesucristo.
Cristo dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre;” y cuando habló del Espíritu Santo que sería enviado a los creyentes en Él, vean en qué Nombre sería enviado el Espíritu Santo. En el capítulo 14 de San Juan, versos 18 en adelante dice:
“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
Todavía un poco, y el mundo no me verá más (el mundo no verá más a Jesucristo); pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?
Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he dicho estas cosas estando con vosotros.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
El Espíritu Santo sería enviado por el Padre en el Nombre del Señor Jesucristo, por eso es que cuando le apareció a Saulo de Tarso en el camino a Damasco, y Saulo le pregunta: “Señor, ¿quién eres?” Él le dice: “Yo soy Jesús a quien tú persigues.”
Era Cristo en Espíritu Santo, y por cuanto el Espíritu Santo vendría en el Nombre del Señor Jesucristo tuvo que darle a conocer Su Nombre: Jesús, dijo que Él era Jesús, Cristo en Espíritu Santo. El Espíritu de Cristo viene en el Nombre de Jesucristo.
También encontramos en otras ocasiones que el Espíritu Santo, que es Cristo en Espíritu Santo apareciéndole a diferentes Apóstoles, se identifica con el Nombre de Jesucristo, porque Él vino en el Nombre del Señor Jesucristo. En el capítulo 15, verso 26 al 27, dice (de San Juan) dice:
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”
¿Quién viene dando testimonio de Cristo? El Espíritu Santo, el Espíritu Santo ha estado usando diferentes hombres que han dado su vida a Cristo; usó a los Apóstoles allá en medio del pueblo hebreo, usó a Pedro, usó a Pedro entre los hebreos y también lo usó en la casa de Cornelio, y fue el Espíritu Santo en Pedro dando testimonio de Cristo, o sea, predicando el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de Cristo a través de San Pedro.
Los Apóstoles hablaron inspirados por el Espíritu Santo, esto es el Espíritu Santo hablando a través de los Apóstoles. Como también en el Antiguo Testamento el Espíritu Santo habló a través de los Profetas. Eso está en Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, donde dice hablando del pueblo hebreo que no quiso escuchar la Voz de Dios a través de los Profetas, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Y ahora, podemos ver la forma en que Jehová Dios le hablaba al pueblo hebreo: le hablaba por medio de Su Espíritu Santo que es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el mismo Ángel Varón que le apareció también a Josué en el capítulo 5 de Josué, verso 13 en adelante, el cual es el Príncipe de los Ejércitos de Jehová. Dice capítulo 5, verso 13 al 15 de Josué:
“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?
Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.”
Este Varón que le apareció a Josué con la espada en Su mano es el Ángel de Jehová, es Cristo en Su cuerpo angelical, es el Espíritu Santo.
Recuerden que un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, por eso el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, y esa es la imagen del Dios viviente: Cristo en Su cuerpo angelical.
Y Cristo en Su cuerpo de carne es Su semejanza física, tangible a los seres humanos, y visible a los seres humanos cuando estuvo aquí en la Tierra en medio del pueblo hebreo. Luego que murió y resucitó era visible a Sus discípulos cuando aparecía a ellos, pero luego se desaparecía y ya no lo podían ver más, porque el cuerpo angelical es la clase de cuerpo del nivel más alto que puede pasar de una dimensión a otra.
En ese cuerpo se puede comer, y en ese cuerpo se puede ir de esta dimensión terrenal a otras dimensiones, se puede llegar hasta la séptima dimensión que es la dimensión de Dios, a la cual Cristo ascendió, llegó y se colocó sobre el Trono del Padre, y ha estado en el Trono de Intercesión, que es el Trono del Padre, haciendo intercesión por toda persona que lo recibe como su Salvador, y la persona queda perdonada y queda reconciliada con Dios para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.
Vean las palabras de San Pablo en Romanos, capítulo 5, donde nos habla de esa reconciliación, la cual fue tipificada, representada en Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante. Vamos a leer primero Levítico 23, verso 26 en adelante, dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Este día de la expiación del macho cabrío por Jehová, es el día en medio del pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, en donde toda persona afligida por haber pecado contra Dios, tenía que pedir perdón a Dios y quedaba perdonada y quedaba cubierta con la sangre de la expiación de ese macho cabrío que sacrificaba el sumo sacerdote, y quedaba reconciliada con Dios para vivir un año más.
Y ahora, en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario se cumplió ese sacrificio de la expiación.
Y ahora, Jesucristo es el Sacrificio de la expiación por nuestros pecados para hebreos y gentiles. No hay otro nombre en que podamos ser salvos. “No hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos,” dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12.
Por lo tanto, ahora en el Nuevo Testamento bajo el Nuevo Pacto tenemos la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre del Pacto eterno; por lo tanto no habrá otro Pacto para el ser humano, y por consiguiente no habrá otro sacrificio para el ser humano, solamente hay un Sacrificio aceptable delante de Dios como la expiación por el pecado del ser humano, y ese Sacrificio es el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario.
Por lo tanto, ya el pueblo hebreo no necesita realizar sacrificios de animalitos por el pecado y tampoco los gentiles.
Por lo tanto, cuando el pueblo hebreo como nación, el cual está representado en ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, que serán convertidos a Cristo por y bajo el ministerio de los Dos Olivos, que son Moisés y Elías, ellos recibirán, reconocerán el Sacrificio de Cristo como el Sacrificio de la expiación por el pecado, y recibirán a Cristo llorando y serán reconciliados, y serán convertidos a Cristo, y esos ciento cuarenta y cuatro mil hebreos vendrán a ser los eunucos en el Reino Milenial que le servirán a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, podemos ver que todo eso está en LA OBRA DEL CRISTO RESUCITADO. Cristo se va a revelar al pueblo hebreo, a esos ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, luego que Él haya completado Su obra con Su Iglesia, porque Su Iglesia es el Israel Celestial, Su Iglesia es Celestial. Por eso San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20, dice que:
“Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”
¿Ven? aquí nuevamente San Pablo dice que vamos a ser transformados físicamente.
“...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (o sea, para que sea un cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo),
por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Con ese poder con el cual puede sujetar a Sí Mismo todas las cosas, toda la creación, con ese poder Él va a transformar nuestros cuerpos físicos en cuerpos glorificados y eternos y va a resucitar a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados.
Todo eso está en el Programa de la Obra del Cristo resucitado. Él está creando una Nueva Raza con Vida eterna, porque Jesucristo es el Segundo Adán, el postrer Adán.
Y todo creyente en Cristo nacido de nuevo ha nacido en el Reino eterno de Cristo, y por consiguiente ha nacido en la Vida eterna; y por cuanto obtuvo un nuevo nacimiento pertenece a esa Nueva Raza y es un hijo de Dios por medio de Jesucristo, y por consiguiente es un hijo de Jesucristo nuestro Salvador, que es el Segundo Adán, el postrer Adán.
Y ahora, podemos ver que en la Obra del Cristo resucitado, en ese Programa Divino que Él llevaría a cabo, Dios desde antes de la fundación del mundo nos eligió, para que fuésemos adoptados hijos e hijas de Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador en la Obra del Cristo resucitado.
En la Obra del Cristo resucitado todos esos hijos e hijas de Dios que son adoptados como hijos e hijas de Dios, primeramente son adoptados en el campo espiritual donde obtienen el cuerpo angelical, y luego recibirán la Adopción física que será el cuerpo físico glorificado, y entonces tendremos la plenitud de la Adopción.
Tendremos resurrección espiritual y resurrección física, o sea, tendremos cuerpo espiritual glorificado: el cuerpo angelical, y tendremos cuerpo físico glorificado que será el cuerpo nuevo físico que Cristo nos va a dar, es una promesa divina que Cristo cumplirá en la Obra del Cristo resucitado.
Es la Obra del Cristo glorificado resucitado, el cual comenzó esa buena Obra y la perfeccionará hasta el Día de Jesucristo, o sea, hasta el Día de Su Segunda Venida.
Por lo tanto, somos personas privilegiadas al estar y ser la Obra del Cristo resucitado. La Iglesia del Señor Jesucristo es la Obra del Cristo resucitado, es una Nueva Raza que ha nacido a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
En ese Reino eterno de Cristo nadie entra porque quiera entrar, porque no es del que quiere ni del corre, sino de Dios que tiene misericordia. Las personas que entran a ese Reino eterno de Cristo están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Por lo tanto, esas personas son las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que las busque y les dé salvación y Vida eterna. Cristo dijo que “el Hijo del Hombre ha venido para buscar y salvar lo que se había perdido.” San Lucas, capítulo 19, verso 10, y San Mateo, capítulo 18, verso 11 al 14.
Por lo tanto, esas personas son almas de Dios, que tienen que ser redimidas cuando llegan a la Tierra, las cuales reciben a Cristo como su Salvador reconociendo el Sacrificio de la Expiación por sus pecados; y al recibir a Cristo como Salvador obtienen el perdón de sus pecados y son limpios con la Sangre de todo pecado, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así obtienen el nuevo nacimiento.
De etapa en etapa en la Iglesia de Jesucristo, Cristo ha estado llamando y juntando Sus escogidos al enviar cada Ángel Mensajero en cada edad en medio de los gentiles; y por medio de esos Mensajeros Cristo en Espíritu Santo ha estado hablando; por eso en el libro del Apocalipsis el Mensaje es dirigido al Ángel de la Iglesia. Cada Ángel Mensajero de la Iglesia de Jesucristo está representado en cada uno de esos pastores de esas siete iglesias de Asia Menor.
Ahora, vean en el capítulo 2, verso 1 en adelante del Apocalipsis, dice:
“Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto.”
¿Ven? Es Cristo, el Ángel del Pacto, el que habla a cada uno de esos Ángeles Mensajeros y luego esos Ángeles Mensajeros ungidos con el Espíritu Santo, o sea, esos Ángeles Mensajeros con Cristo dentro de él o de ellos, Cristo habla por medio de ellos al pueblo y da (Cristo) Su Mensaje al pueblo. Por lo tanto, es la Voz de Cristo, del Espíritu Santo hablándole a Su Iglesia y por consiguiente al mundo entero también.
Ahora, vean en el verso 7 de este mismo capítulo 2 del Apocalipsis, dice:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Es Cristo el que tiene las siete estrellas en Su diestra, Cristo en Espíritu Santo hablándole a Su Ángel Mensajero y luego por medio del Ángel Mensajero hablándole a los seres humanos, y “el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Por lo tanto, el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia habla por medio de Sus diferentes Mensajeros, le habla al cristianismo completo tanto a las vírgenes prudentes como a las vírgenes insensatas, tanto a los creyentes en Cristo nacidos de nuevo como a las vírgenes insensatas, o sea, a las personas creyentes en Cristo pero que no han recibido el Espíritu Santo, le habla Cristo en Espíritu Santo por medio de cada Mensajero al cristianismo completo; y por consiguiente también le habla al trigo, que son los hijos del Reino, y le habla a la cizaña, que son los hijos del malo; porque el Espíritu Santo de etapa en etapa ha estado hablando en y a través de Su Iglesia bajo el ministerio de los Mensajeros que Él ha enviado de etapa en etapa, y así ha estado llevando a cabo Cristo la Obra del Cristo resucitado; y así ha estado Él creando Su Iglesia que es una Nueva Raza con Vida eterna y que son los coherederos de Dios con Jesucristo nuestro Salvador.
Son coherederos con Cristo de la Vida eterna y de todas las cosas eternas, son coherederos con Cristo del Reino eterno que Cristo establecerá en la Tierra y también del Reino eterno de los Cielos también; somos coherederos con Cristo de todo aquello a lo cual Jesucristo es heredero.
Por lo tanto, en la Obra del Cristo resucitado hemos sido colocados en la posición más importante del Reino con Jesucristo nuestro Salvador. Para que tengamos un cuadro más claro de la bendición tan grande que hemos obtenido en la Obra del Cristo resucitado, leemos en Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 al 6, donde dice:
“...y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
Y ahora, Cristo con Su Sangre nos lavó de todos nuestros pecados, nos limpió de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
Y ahora, pertenecemos como Reyes a ese Reino de Dios Celestial, ese Reino va a ser establecido en la Tierra y ahí estaremos como Reyes reinando con Cristo. Y cada Mensajero con su grupo tendrá un lugar donde estará establecido con el grupo de creyentes de su tiempo, y ahí estará ese Mensajero con su grupo reinando sobre ese territorio, o sea, que el grupo de escogidos será nada menos que el grupo de la administración de ese Reino y el Mensajero será el Rey de ese territorio.
Pero todos esos Mensajeros como Reyes juntamente con los Apóstoles estarán como representantes de la Corona Real, la Corona de Cristo; por lo tanto son los representantes del Reino, del Trono y de la Corona de Cristo.
Cristo estará en el Trono de David en Jerusalén gobernando sobre el pueblo hebreo, pero tendrá en diferentes territorios de entre los gentiles a Sus Ángeles Mensajeros con el grupo que cada Ángel Mensajero tuvo en el tiempo de su ministerio, o sea, los que pertenecen a una edad por consiguiente pertenecen al ministerio que el Espíritu Santo operó a través del Mensajero de esa edad, son el pueblo de ese Mensajero. Y los Apóstoles estarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel, por cuanto el reino será un Reino Teocrático fusionado con la monarquía de David, ahí tenemos todo fusionado.
Ahora, todo eso es la Obra del Cristo que Él realizará en el Reino Milenial, pero los que van a estar como Reyes y Sacerdotes han sido llamados durante la Dispensación de la Gracia y han sido colocados en el Cuerpo Místico de Cristo bajo la obra del Cristo resucitado. Él dijo en San Juan, capítulo 10, versos... San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
El Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, las ovejas son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, son las personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y el Buen Pastor es Jesucristo nuestro Salvador. ¿Pero cómo van a escuchar la Voz del buen pastor si Él ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios? Pues a través de los Mensajeros que Él envía de edad en edad, porque Cristo en Espíritu Santo está en medio de Su Iglesia llevando a cabo la Obra del Cristo resucitado.
Por lo tanto, la Obra del Cristo resucitado no se detuvo cuando Él fue crucificado, cuando resucitó continuó Su Obra y Él está como Sumo Sacerdote en el Cielo llevando a cabo la Obra de Intercesión en donde por medio de esa Obra de Intercesión son llamados y juntados los escogidos de Dios en cada tiempo y en cada edad, y son reconciliados con Dios por medio de la Obra del Cristo resucitado.
Porque las personas reconocen el Sacrificio de la expiación por el pecado y reciben a Cristo como Su Salvador, como el Sacrificio de la expiación por el pecado y por consiguiente quedan perdonados y quedan limpiados de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y quedan reconciliados con Dios. En Primera de Juan, dice en el verso 7:
“Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
Lo único que puede limpiarnos de todo pecado es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. No hay otra cosa que nos pueda limpiar de todo pecado, porque no hay otro Sacrificio por el pecado, el único Sacrificio es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y Dios no acepta otro sacrificio. Por eso dice Primera de Pedro capítulo 1, verso 2, hablando de los escogidos dice:
“Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
Ahí podemos ver que hemos sido elegidos por la presciencia de Dios para ser rociados con la Sangre de Jesucristo. Fuimos elegidos por Dios para ser rociados con la Sangre de Cristo y ser limpios de todo pecado, y ser reconciliados con Dios y ser restaurados a la Vida eterna; por eso en la mente de Dios, Jesucristo fue ordenado, predestinado para morir en la Cruz del Calvario, pero ya eso en la mente de Dios estuvo, en la mente de Dios fue Él sacrificado.
En el capítulo 1, verso 19 en adelante, hablándonos de cómo hemos sido rescatados, dice:
“...sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
“Pero manifestado (¿cuándo?) en los postreros tiempos”. Los postreros tiempos son los postreros días que comenzaron desde los días de Jesucristo, porque son el quinto, sexto y séptimo milenio.
Así como usted piensa en alguna ocasión comprar unos zapatos, o una ropa, o un auto y usted separa el dinero, lo va juntando, usted ha elegido ese dinero para la compra de unos zapatos, o de un traje, o de un auto, o de una casa, por lo tanto ese dinero fue elegido, predestinado para ese propósito.
Pero vean ustedes, aún antes de usted tener el dinero usted pensó: “Quiero tener un auto o una casa, o una ropa, o unos zapatos, por lo tanto voy a trabajar y voy a obtener el dinero, semanalmente voy a separar una cantidad para hacer esa compra,” ya usted eligió, predestinó ese dinero sin todavía tenerlo físicamente, sin todavía estar manifestado físicamente ya usted lo ordenó todo desde antes de tenerlo, desde antes de ser una realidad física ya en su mente ya era una realidad.
Es como también en los casos que una persona que está estudiando diga: “Luego que termine mis estudios y me gradúe de cuarto año, me gradúe en la escuela, luego voy a estudiar en la universidad porque quiero ser o abogado, o médico, o ingeniero, o algo así.” Vean, ya usted está haciendo una elección, está eligiendo una profesión aunque todavía usted ni ha comenzado a estudiar en la universidad, pero luego lleva a cabo todas las cosas requeridas y entra a la universidad, y luego lleva a cabo la obra que tiene que realizar para graduarse de la profesión que usted desea.
Ahora, Dios ordenó, eligió y predestinó a Cristo desde antes de la fundación del mundo, lo destinó para morir por todos nosotros y así llevar a cabo la Obra de Redención, para con esa Obra de Redención limpiarnos de todo pecado y darnos Vida eterna, producir en nosotros el nuevo nacimiento, nacer en la Vida eterna para vivir con Cristo por toda la eternidad, y todo esto está en la Obra del Cristo resucitado.
Cristo no podía bautizar con Espíritu Santo a nadie mientras Él estaba en Su cuerpo de carne y en Su ministerio terrenal, el Espíritu que estaba en Cristo no podía venir sobre los creyentes en Cristo; pero Juan el Bautista dijo (hablando de Jesucristo): “Este es el que bautizará con Espíritu Santo y Fuego.” Y también el mismo Cristo - esto está en el capítulo 1 de San Juan, versos 28 al 36 y también Cristo en San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39, dice la Escritura que:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”
Y también dijo:
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Por esa causa Jesús tenía que morir y luego resucitar, ser glorificado para poder venir el Espíritu Santo de Cristo sobre todos los creyentes en Cristo. Cristo enviaría el Espíritu Santo, dice en algunas Escrituras y en otras dice que el Padre lo enviará en el Nombre del Señor Jesús o en el Nombre de Jesucristo, Cristo dijo: “El cual el Padre enviará en mi Nombre.” Vamos a tener esto claro, capítulo *14, verso 26 de San Juan, dice:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
El Padre (dice Jesús): “El Padre lo enviará en mi Nombre.” Y dice: “Él os enseñará todas las cosas.”
¿Cómo las enseñaría? Por medio de los Apóstoles y luego por medio de cada Ángel Mensajero las cosas que tenían que entender los creyentes en Cristo.
Y luego para este tiempo final, las cosas que deben suceder pronto en este tiempo, luego de las que ya han sucedido en tiempos pasados, este mismo Espíritu Santo que Él ha enviado es el que en este tiempo final estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder después de estas que ya han sucedido en edades pasadas; por eso el llamado de Cristo por medio de Su Espíritu Santo es: “Sube acá y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas,” Apocalipsis, capítulo 4, verso 1.
Y luego para dar a conocer estas cosas, dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, el instrumento, la forma en que esto será dado a conocer, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Es por medio del Ángel de Señor Jesucristo que Cristo estará dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Por eso también en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
¿A quién ha enviado dice Cristo? Dice Jesús: “Yo he enviado mi Ángel.” El enviado de Jesucristo para dar a conocer, para dar testimonio de estas cosas es el Ángel del Señor Jesucristo.
“Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
Aquí Cristo por medio de Su Espíritu Santo hace la invitación y luego la Iglesia, la Esposa de Cristo repite, o sea, da a conocer a la humanidad la invitación de Cristo, y eso lo hace bajo su labor de evangelización.
Por lo tanto, el Espíritu Santo y la Esposa, la Iglesia tienen el mismo mensaje, Cristo por medio de Su Espíritu le habla a Su Iglesia y la Iglesia trabaja para que sea conocido lo que Cristo por medio de Su Espíritu Santo le ha dado a conocer.
Por eso la Iglesia de Jesucristo ha estado evangelizando con el mensaje del Evangelio de la Gracia: porque ese es el Mensaje que el Espíritu Santo ha dado para la Iglesia, para la Dispensación de la Gracia, y eso es en el tiempo aceptable de Dios, que es la Dispensación de la Gracia en donde todo ser humano tiene la oportunidad de recibir a Cristo y alcanzar la misericordia, alcanzar el perdón de sus pecados y ser limpios con la Sangre de Cristo de todo pecado en la Obra del Cristo resucitado.
Por lo tanto, en la Obra del Cristo resucitado nosotros hemos sido bendecidos grandemente, siendo llamados por Cristo a través de Su Espíritu Santo, y hemos sido perdonados y limpiados con Su Sangre de todo pecado, hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y hemos recibido Su Espíritu Santo y hemos obtenido el nuevo nacimiento, hemos nacido a la Vida eterna, y por consiguiente hemos entrado al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Ya tenemos Vida eterna, y lo que nos falta es obtener la Vida eterna física en un cuerpo físico glorificado, lo cual Cristo ha prometido para mí y ¿para quién más? Para cada uno de ustedes también, y eso está dentro de la Obra del Cristo resucitado.
Por lo tanto, estamos esperando que Cristo complete Su Obra de llamar y juntar todos Sus escogidos en Su Iglesia, en Su Reino, en Su Redil, y luego que haga Su Obra de Reclamo y resucite a los muertos creyentes en Él, y nos transforme a nosotros los que vivimos. Todo eso corresponde a la Obra del Cristo resucitado.
Toda persona que recibe a Cristo como su Salvador tiene todas estas bendiciones bajo la Obra del Cristo resucitado.
Por lo tanto, todos los que ya han recibido a Cristo como su Salvador están bajo la Obra del Cristo resucitado y han asegurado su lugar en la Vida eterna, han asegurado su futuro eterno.
Si alguno todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador para ser perdonado y limpiado con la Sangre de Cristo de todo pecado, y ser reconciliado con Dios, y ser colocado en el Reino de Cristo, obtener el nuevo nacimiento en el Reino de Cristo, puede levantar su mano y yo estaré orando por usted, puede levantar su mano para recibir a Cristo como Salvador, para que Cristo lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en Agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga el nuevo nacimiento, nazca en la Vida eterna bajo la Obra del Cristo resucitado.
Él es el que está haciendo esa Obra; y así como ha hecho esa Obra en los que ya hemos recibido a Cristo como Salvador, la hará también en usted que en este día puede levantar su mano para recibir a Cristo como su Salvador.
Si hay alguna persona puede levantar su mano, alguna persona que hoy desea recibir a Cristo para que Cristo, el Cristo resucitado haga Su Obra, en la cual le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga el nuevo nacimiento, nazca en el Reino de Cristo a y en la Vida eterna.
Si hay alguna persona puede levantar su mano, si hay alguna persona que quiere que Cristo le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y estaré orando por usted. Los niños de diez años en adelante también pueden recibir a Cristo como su Salvador, si hay alguno puede levantar su mano y estaré orando por usted.
Vamos a dar unos minutos para luego orar por las personas que reciban a Cristo como su Salvador. “El que me confesare delante de los hombres yo le confesaré delante de mi Padre.” Eso es lo que Cristo ha prometido hacer delante del Padre Celestial con toda persona que lo recibe como su Salvador, y por consiguiente la persona queda asegurada en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
También en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 3, dice Cristo, capítulo 3, verso 5:
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”
Y eso es lo que todo ser humano desea que Cristo haga: que lo confiese, confiese su nombre delante de nuestro Padre Celestial y delante de todos los Ángeles de Dios, y diga: “Este me confesó delante de los hombres, me confesó como su Salvador, dio testimonio público de su fe en mí, me recibió como Salvador, yo lo perdoné y con mi Sangre lo limpié de todo pecado.” Así es como queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, para así entrar al Reino eterno de Dios y por consiguiente entrar a la Vida eterna.
Todavía daremos unos segundos en lo que pasan las demás personas que necesitan pasar para que el Cristo resucitado haga Su Obra en su alma. Sin el Cristo resucitado no hay salvación y Vida eterna, pero con Cristo resucitado hay salvación y Vida eterna mientras que está el Día de Salvación, que es la Dispensación de la Gracia, el Día de la Gracia.
Unos segundos y oraremos ya por los que han pasado al frente, si falta alguno puede pasar para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo por los que han pasado.
La Obra del Cristo resucitado, el beneficio es para la persona que recibe a Cristo como su Salvador, obtiene el perdón de sus pecados, es limpio con la Sangre de Cristo de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtiene el nuevo nacimiento, nace del Agua y del Espíritu en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, nace a una nueva vida, a la Vida eterna, y luego las palabras de San Pablo de Segunda de Corintios se convierten en una realidad, donde él dice en Segunda de Corintios, capítulo 5, verso 17:
“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
¿Y quién hace nuevas todas las cosas? El Cristo resucitado en Su Obra.
Por lo tanto, en la Obra del Cristo resucitado están todas estas bendiciones para los seres humanos; y por cuanto todo ser humano tiene libre albedrío, cada persona es responsable por sí misma, cada persona tiene que ocuparse de su salvación recibiendo a Cristo como su Salvador.
Por lo tanto, en esta ocasión los que han pasado al frente para así recibir a Cristo, han venido para que el Cristo resucitado haga Su Obra en ellos, en ustedes, y Cristo, el Cristo resucitado hará Su Obra de recibirles, perdonar sus pecados y con Su Sangre limpiarles de todo pecado para que puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en donde se identificarán con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y producirá en ustedes el nuevo nacimiento, nacerán a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Si falta alguna otra persona puede pasar y ya estaremos orando por los que han pasado. Vamos a estar puestos en pie para orar. Los que han pasado para recibir a Cristo repitan conmigo esta oración. Inclinemos nuestros rostros.
Señor Jesucristo vengo a Ti reconociendo que soy pecador y reconociendo que Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario es el Sacrificio por el pecado de todo ser humano, Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario es el Sacrificio de la expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo yo doy testimonio público delante de todas las personas que aquí están presentes de que creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre y creo en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado, y Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en y a la Vida eterna en Tu Reino eterno para vivir contigo por toda la eternidad.
Señor Jesucristo Te ruego salves mi alma, en Tus manos encomiendo mi alma Señor Jesucristo. En Tu Nombre eterno y glorioso Te lo ruego Señor Jesucristo, salva mi alma.
Repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
La Sangre del Señor Jesucristo les ha limpiado de todo pecado, Cristo les ha perdonado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, Él ha hecho esa Obra, ha sido el Cristo resucitado.
Y ahora, tienen la oportunidad de completar el mandato de Cristo, Cristo dijo:
“ Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Ustedes me dirán: “Ya he creído en el Nombre del Señor Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, lo he recibido como mi Salvador, pero todavía me falta ser bautizado en agua en Su Nombre ¿cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto han creído de todo corazón bien pueden ser bautizados hoy mismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para que se identifiquen con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Si el mismo Cristo fue bautizado en agua, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Inclinemos nuestros rostros para orar.
Padre Celestial, Dios eterno ante Tu presencia vengo en el Nombre del Señor Jesucristo, trayendo ante Ti todas estas personas que han recibido a Jesucristo Tu Hijo amado como su Salvador, recíbeles en Tu Reino, bendíceles, bautízales con Espíritu Santo y Fuego luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Dios eterno, Padre Celestial cuidales, guía sus vidas y úsales también grandemente en Tu Reino, y a sus familiares tráelos también a los pies de Jesucristo para que reciban a Cristo como su Salvador, para que puedan vivir eternamente en el Reino de Jesucristo junto a ellos y así tener la bendición de Jesucristo nuestro Salvador. Padre Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LA OBRA DEL CRISTO GLORIFICADO.”
El próximo viernes y el próximo domingo estaré nuevamente con ustedes y también otros viernes y domingos más estaré con ustedes.
Creo que todo el mes, todo este mes estaré con ustedes, así que inviten a sus familiares también para estar en las actividades para que la Obra del Cristo glorificado, del Cristo resucitado glorificado se realice en ellos también.
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes y los que a través de esta conferencia grabada en video están viendo y escuchando. Que Dios les bendiga a ustedes también y a los aquí presentes. Dejo nuevamente al Rvdo, José Benjamín Pérez para continuar.
Oren mucho por nuestro hermano Bermúdez también en sus hogares, el cual se encuentra por el África en labores misioneras con ministros del África.
Son solamente actividades con ministros del África las que él está llevando a cabo. No sé si llevará alguna en algún lugar con alguna congregación, pero principalmente este viaje del Rvdo. Miguel Bermúdez Marín es para tener actividades, reuniones con ministros en diferentes lugares del África o en algún lugar del África.
Así que cuando él regrese nos va a contar cómo Dios obró, cómo Jesucristo, el Cristo resucitado llevó a cabo la obra entre los ministros del África.
Así que oremos mucho por nuestro amado hermano Miguel Bermúdez Marín. También en lo que conforme al deseo de nuestro corazón deseemos ayudarlo, no solamente con nuestras oraciones sino económicamente, también lo podemos hacer, tenemos libertad para eso también, para que así en sus viajes misioneros nosotros estemos presentes con nuestras oraciones y también económicamente, y cuando Cristo reparta los galardones tendremos parte también en la labor que él haya llevado a cabo.
Así es como se hacen tesoros en el Cielo: trabajando en la Obra del Señor y colaborando con los que están llevando el Evangelio por los diferentes lugares.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Con nosotros nuevamente el Rvdo. José Benjamín Pérez para que les indique cómo y hacia dónde caminar para cambiarse de ropa los que van a ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA OBRA DEL CRISTO RESUCITADO.”