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| La Revelación del Día Postrero | 2003-10-30 | 1 | Capiatá | Central | PY | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de mis niñas Yahannah y América, quien o quienes les envían saludos a los niños.
Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 4, verso 1 en adelante, donde dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA REVELACIÓN DEL DÍA POSTRERO.” Ese es nuestro tema para esta ocasión tomado de estas palabras: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
La revelación del Día Postrero es la revelación de las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en edades pasadas. Por lo tanto, estaremos hablando sobre el tema: “LA REVELACIÓN DEL DÍA POSTRERO.” La revelación de todas las cosas que deben suceder en este tiempo final.
A través de toda la Biblia, la revelación divina siempre ha venido por medio del Espíritu Santo a través de los Profetas que Dios ha enviado. Y vean ustedes cómo Dios aquí en Deuteronomio, capítulo 18, dice de la siguiente manera, capítulo 18, verso 15 en adelante de Deuteronomio, dice el Profeta Moisés (de acuerdo a como Dios lo habló), dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;
conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
Ahora, toda persona desea escuchar la Voz de Dios, desea escuchar la Palabra de Dios, y está establecido que Dios le hablará a Su pueblo por medio de un Profeta.
Por esa causa es que a través de la historia Bíblica Dios ha enviado diferentes Profetas en diferentes ocasiones en quienes ha colocada Su Palabra, Dios ha colocado Su Palabra en la boca de esos hombres de Dios y ellos le han hablado al pueblo la Palabra de Dios, y eso vean lo que ha sido, conforme a Zacarías, capítulo 7, verso 11 en adelante, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Ahora, Dios por medio de Su Espíritu Santo hablaba a través de los Profeta al pueblo hebreo. Esa es la forma establecida por Dios para hablar al pueblo a través de un hombre, a través de un velo de carne.
Por lo tanto, para escuchar la Voz de Dios, las personas tienen que conseguir el hombre correspondiente a ese tiempo, el Profeta correspondiente a ese tiempo en quien está el Espíritu Santo hablando al pueblo.
Vean también en el Salmo, vamos a ver, uno de los Salmos aquí, ya les digo cuál de los salmos, es... para que tengan un cuadro más claro de la forma en que Dios habla... en el Salmo 78 nos dice que Dios le dio pan al pueblo hebreo, pan de nobles, pan de Ángeles, y los guío por el desierto, y por el desierto Él les habló.
Ahora vean, no quisieron andar en la ley de Dios, no quisieron escuchar la Voz de Dios, por lo tanto ellos tuvieron problemas y no pudieron entrar a la tierra prometida los que salieron de Egipto y tenían de 20 años hacia arriba, excepto Josué y Caleb; los que entraron a la tierra prometida fueron los que tenían de 20 años hacia abajo, más los que nacieron en el desierto.
Ahora, no quisieron escuchar la Voz de Dios que estaba ¿en quién? En el Profeta Moisés. Vean en Hebreos, capítulo 1, el Apóstol San Pablo también nos dice, verso 1 al 3:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”
¿Cómo habló Dios al pueblo hebreo? Por medio de los Profetas. En los Profetas estaba el Espíritu de Cristo hablándole al pueblo hebreo. Ahora, dice:
“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Dios por medio de Su Hijo Jesucristo hizo el Universo, creó los Cielos y la Tierra y es constituido Jesucristo, el Hijo de Dios, heredero de todo, de toda la Creación, del mundo invisible y del mundo visible, Él es Rey de reyes y Señor de señores, y Él es el heredero de toda la Creación, y Él habló por medio de Jesucristo cuando vino en carne humana, le habló al pueblo hebreo, por eso Él decía: “Yo no hablo nada de mí mismo, como yo oigo al Padre hablar, así es como yo hablo.”
Eran las palabras de Dios por medio de Su Espíritu Santo en Jesucristo nuestro Salvador. El Verbo que era con Dios, el Ángel del Pacto que era con Dios se hizo hombre, se hizo carne de esta dimensión terrenal y a través de él, Dios le habló al pueblo hebreo.
“...el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”
Y ahora, Cristo con Su propio cuerpo de carne llevó a cabo la obra de purificación, Él llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario y quitó el pecado de la raza humana, del ser humano, para que así toda persona pueda alcanzar el perdón de sus pecados y pueda alcanzar la limpieza de sus pecados a través de la Sangre de Jesucristo, y pueda obtener la Redención de su alma, pueda obtener la salvación y Vida eterna, y pueda por consiguiente recibir el Espíritu Santo, y obtener el nuevo nacimiento y nacer en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, nacer a la Vida eterna en el Reino eterno de nuestro amado Señor Jesucristo.
Solamente hay un Reino eterno y ese es el Reino de Dios, y Cristo ha sido colocado como Rey en ese Reino, se ha sentado a la diestra de Dios en el Trono de Dios y le ha sido dado poder en el Cielo y en la Tierra.
Dios por medio de Jesucristo es el que gobierna toda Su Creación, a través del cual también Dios creó los Cielos y la Tierra, Dios creó el mundo invisible y el mundo visible. Cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, Él pagó el precio de la Redención, por lo tanto todo le pertenece a Él. Todo es propiedad de Cristo.
Ahora, encontramos que Cristo estando en la Tierra era nada menos que la revelación de Dios, Dios velado en un cuerpo de carne y revelado a través de ese cuerpo de carne; por eso preguntó a Sus discípulos en una ocasión en el capítulo 16, de San Mateo: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Y comenzaron Sus discípulos a dar las opiniones que tenían las personas acerca de Jesucristo. Capítulo 16, versos 13 en adelante:
“Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.”
Esa era la opinión que hubo en medio del pueblo hebreo, en medio de aquellas personas que creían que Jesús era un Profeta; pero no sabían que era el Mesías, el Cristo, el Verbo hecho hombre, hecho carne en medio del pueblo hebreo.
“El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.”
Y ahora, el misterio que estaba en Jesús era nada menos el misterio del Verbo que era con Dios y era Dios hecho carne, hecho hombre en medio del pueblo hebreo, y eso lo constituía a Jesús como el Mesías prometido para el pueblo hebreo, Él era la Palabra prometida para el pueblo hebreo siendo cumplida en carne humana en la persona de Jesús, el pueblo hebreo con sus líderes religiosos sabían que vendría el Mesías.
Y ahora, esa Palabra prometida era una realidad cumplida en la persona de Jesucristo, había sido vivificada esa promesa, había sido hecha realidad, hecha vida esa Palabra prometida para el pueblo hebreo, y eso era la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo; y por consiguiente tener el conocimiento de quién era Jesús era tener la revelación de aquel día.
Y ahora, esa revelación fue la que el Día de Pentecostés San Pedro predicó dando a conocer quién era Jesucristo, el cual es nada menos que el Hijo de Dios, y dio a conocer también la Obra de Redención que llevó a cabo en la Cruz del Calvario; y con esa revelación que trajo San Pedro lleno del Espíritu Santo el Día de Pentecostés, como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora, encontramos que es muy importante tener la revelación del tiempo que le toca vivir a la persona.
Ahora, la revelación de la Dispensación de la Gracia es la revelación de Jesucristo en Su Primera Venida.
¿Quién era Jesucristo en Su Primera Venida? El Hijo de Dios, el Cordero de Dios, el cual quitó el pecado del mundo muriendo en la Cruz del Calvario, era nada menos que Dios hecho hombre, hecho carne en la persona de Jesús. Dice el mismo San Pedro en la carta a los Hebreos que estábamos leyendo hace unos momentos atrás, dice:
“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”
Jesucristo es la imagen del Dios viviente, Jesucristo en Su cuerpo angelical es el cuerpo angelical de Dios llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová en quien estaba el Nombre de Dios, y el cual le apareció a Moisés, y le dijo: “Yo Soy el Dios Abraham, de Isaac y de Jacob.” Por lo tanto, Jesucristo podía decir: “Antes que Abraham fuese Yo Soy.”
¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Jesucristo era nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, y sigue siendo el Ángel de Jehová en Su cuerpo angelical. Pero luego encontramos que se hizo un cuerpo de carne llamado Jesús, el cual murió en la Cruz del Calvario, fue sepultado y resucitó al tercer día glorificado y luego de cuarenta días ascendió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios.
Por lo tanto, nuestro amado Señor Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, en quien estaba, está y estará Dios en toda Su plenitud, la plenitud de la Divinidad moró, mora y morará en la persona de Jesucristo nuestro amado Salvador.
Jesucristo en Su cuerpo angelical y Jesucristo en Su cuerpo físico glorificado es la imagen y semejanza física de Dios; la imagen es el cuerpo angelical y la semejanza es el cuerpo físico glorificado.
Y así como Jesucristo, nuestro Hermano mayor, es una persona perfecta y tiene un cuerpo eterno y glorificado, todos los creyentes en Él tienen la promesa que serán a imagen y semejanza de Jesucristo, tendrán un cuerpo angelical eterno y un cuerpo físico glorificado, y así seremos eternos e inmortales físicamente como nuestro amado Señor Jesucristo.
Jesucristo es la revelación de Dios, porque Dios estaba velado en Jesucristo y revelado a través de Jesucristo.
Y toda persona que cree en Cristo como su Salvador, y pide perdón a Cristo por sus pecados, y Cristo lo recibe, Él perdona sus pecados y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador con y a la Vida eterna.
Porque el nacimiento físico que nosotros hemos obtenido a través de nuestros padres terrenales, fue un nacimiento a la vida, pero no a la Vida eterna, sino a la vida temporal, una vida que nos dura muy poco tiempo.
Por eso es necesario nacer de nuevo, nacer a una Vida eterna, y eso solamente se logra por medio de Jesucristo el Segundo Adán, recibiéndolo como nuestro Salvador, y Él produce en nosotros ese nuevo nacimiento, nacemos a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, que es el único Reino eterno, y luego Él nos dará un cuerpo físico eterno también como Su cuerpo físico glorificado, y entonces seremos eternos físicamente también.
“A la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” Eso está en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58.
Así es como seremos a Su imagen y a Su semejanza. La imagen la recibimos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, ahí es donde recibimos esa imagen, ese cuerpo angelical cuando obtenemos el nuevo nacimiento, y luego la semejanza física la obtendremos cuando Cristo complete Su Iglesia y resucite a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y nos transforme a nosotros los que vivimos, y entonces tendremos Vida eterna física en ese cuerpo nuevo que Él nos dará.
Por eso es tan importante recibir la revelación de Jesucristo y por consiguiente recibir a Cristo como nuestro Salvador.
Con la revelación de la Primera Venida de Cristo recibimos a Cristo como nuestro Salvador y obtenemos el nuevo nacimiento, obtenemos esa transformación interior, y para todos los creyentes en Cristo, luego la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, nos da la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque la Segunda Venida de Cristo es para nuestra transformación.
Por lo tanto, tenemos que tener fe de transformación y Rapto la cual gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, como hemos obtenido fe, revelación para ser transformados espiritualmente, esa fe, esa revelación ha sido la revelación de la Primera Venida de Cristo, y hemos aceptado por consiguiente a Cristo como nuestro Salvador, el cual ha producido en nosotros esa transformación interior, esa transformación espiritual y nos ha colocado en Su Reino.
Ahora, la revelación del Día Postrero viene bajo la Lluvia Tardía y Temprana de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo y de la Primera Venida de Cristo.
En la Lluvia Tardía viene también la Lluvia Temprana de la Enseñanza de la Primera Venida de Cristo, pero se puede hacer una separación entre la Luvia Tardía y la Lluvia Temprana, se puede hacer una separación entre lo que es la revelación divina de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios y la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, pero viene esta revelación del Día Postrero con toda esa Enseñanza de la Primera Venida de Cristo y de la Segunda Venida de Cristo. Para producir en nosotros Cristo la transformación espiritual primero y luego la transformación física cuando ya haya completado a Su Iglesia en Su Cuerpo Místico de creyentes.
Bajo la Enseñanza de la Primera Venida de Cristo y de la Segunda Venida de Cristo, Cristo completará Su Obra, Su Obra llegará a la perfección.
Por lo tanto, la revelación del Día Postrero viene con la Lluvia Tardía y la Lluvia Temprana cayendo a la misma vez, o sea, la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo y la Lluvia Temprana de la Enseñanza de la Primera Venida de Cristo.
Ambas Enseñanzas vienen a la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final a la misma vez para darnos la fe para recibir a Cristo como nuestro Salvador y ser perdonados y limpiados con la Sangre de Cristo, y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y recibir así esa transformación interior, esa transformación espiritual, y obtener el cuerpo angelical.
Y luego la revelación de la Segunda Venida de Cristo bajo la Lluvia Tardía nos da la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, la revelación del Día Postrero es la revelación de la Lluvia Tardía y la Lluvia Temprana, ambas Enseñanzas viniendo a la misma vez a la Iglesia del Señor Jesucristo, para producir el nuevo nacimiento de los escogidos de Dios del Día Postrero y luego producir la transformación de los que estamos vivos y la resurrección de los muertos en Cristo.
Esta revelación del Día Postrero es la Palabra prometida para la Iglesia de este tiempo final, la cual ha sido prometida que será confirmada, será vivificada, será hecha realidad a y en la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final.
Y con esa Palabra prometida revelada a la Iglesia siendo vivificada, cumplida en medio de la Iglesia, obtenemos la fe para recibir la transformación espiritual y la fe para recibir nuestra transformación física, recibimos la fe de Rapto.
Toda revelación ha venido a través de la historia bíblica a través de un Profeta, la revelación para una edad ha venido a través del Mensajero correspondiente a cada edad y por medio de la revelación de Jesucristo para esa edad, Cristo ha llamado y ha juntado a Sus escogidos en cada edad, utilizando, usando, a un hombre, así ha sido también de dispensación en dispensación. “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele sus secretos a sus siervos sus Profetas.” Dice Amós, capítulo 3, verso 7. Y ahora, para este tiempo final Jesucristo dice: “Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.” Las cosas que sucederán en este tiempo después de las que ya han sucedido en otros tiempos pasados.
Ahora, ¿cómo va a darnos a conocer estas cosas que han de suceder? Que lo diga el mismo Cristo a través de Su Palabra, Apocalipsis, 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
¿A través de quién dice aquí que Dios dará a conocer las cosas que deben suceder pronto? A través de Su Ángel enviado. También en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, el mismo Cristo dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
¿Quién es el enviado de Jesucristo para dar testimonio de estas cosas en todas las iglesias? El Ángel del Señor Jesucristo, este Ángel es un Profeta, un Profeta mayor, un Profeta dispensacional, el cual le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis.
Para ese tiempo este Ángel estaba en Su cuerpo angelical, todavía no tenía el cuerpo de carne; pero este Ángel del Señor Jesucristo para este tiempo final estará en medio de la Iglesia de Jesucristo en carne humana dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Así como el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento estuvo en medio del pueblo hebreo hablándole y hablando a través de Sus Profetas al pueblo hebreo, el Ángel de Jehová estaba en Su cuerpo angelical en el Antiguo Testamento, pero luego se hizo carne, se hizo hombre en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús.
Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, y ese es el Ángel que le apareció a Moisés y le dijo: “Yo Soy el Dios Abraham, de Isaac y de Jacob.” Porque Dios estaba en Su Ángel, que es el cuerpo angelical de Jesucristo, y ahí estaba el Nombre de Dios, y cuando se hizo carne, se hizo hombre, ahí estaba el Nombre de Dios, y por esa causa Jesús decía: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Ahí estaba el Nombre de Dios.
Y ahora, así como el Padre tiene Su Ángel, que es Cristo en Su cuerpo angelical, Cristo en el Nuevo Testamento tiene Su Ángel, el cual fue enviado a Juan para darle la revelación de Jesucristo. Y ese Ángel del Señor Jesucristo es el que tiene el Nombre de Cristo, es el Ángel enviado por Cristo y es el Ángel del cual Jesucristo escribe el Nombre de nuestro Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo, de Dios, y Su Nombre Nuevo, conforme a Apocalipsis, capítulo 3, verso 2.
Ese es el Ángel que recibe la Piedrecita Blanca con un Nombre Nuevo escrito, ese es el Ángel que solamente conocerá ese Nombre, que trae esa Piedrecita Blanca, el cual Cristo escribe sobre ese Ángel, que es el que recibe esa Piedrecita Blanca, ese es el Ángel que recibe la Estrella de la Mañana, conforme a Apocalipsis, capítulo 2, verso 28, donde dice:
“Le daré la estrella de la mañana.”
Y también en Apocalipsis, 22, verso 16, Cristo dice:
“Yo Soy la Estrella resplandeciente de la Mañana.” Ese es el Ángel en el cual viene Cristo, la Estrella resplandeciente de la Mañana resplandeciendo en este tiempo final, cuando está rayando el alba de un nuevo Día Milenial.
Está rayando el alba del Séptimo Milenio, por lo tanto Cristo, la Estrella resplandeciente de la Mañana así como se reflejó en los Mensajeros de cada edad del pasado, los cuales son llamados también estrellas.
Por medio de Su Ángel en este tiempo final, Cristo estará manifestándose como la Estrella resplandeciente de la Mañana. Estaremos viendo la estrella resplandeciente de la mañana, a Jesucristo velado y revelado en Su Ángel Mensajero, Cristo en Espíritu Santo velado y revelado en carne humana en Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer Su misterio correspondiente a este tiempo final, revelándonos en este Día Postrero Su gran misterio de Su manifestación a través de Su Ángel Mensajero, en quien se vela y se revela a Su Iglesia en este tiempo final.
Y por medio de Su Ángel nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así nos da la fe, la revelación de Cristo velado y revelado en Su Ángel, así nos da la fe, la revelación de Rapto, la revelación para ser transformados y raptados en este tiempo final.
Ahora, ese Ángel del Señor Jesucristo no es Jesucristo, es un Profeta Mensajero de Jesucristo, el Profeta Mensajero más grande de Jesucristo, y por consiguiente es el Mensajero Profeta del Día Postrero con la revelación del Día Postrero para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y esa es la revelación del Día Postrero que la Iglesia del Señor Jesucristo estaba esperando. Esa es la revelación que hará que nuestra alma, nuestra mente y nuestro espíritu se abran a lo que Dios prometió para este tiempo final a Su Iglesia, y lo creamos con toda nuestra alma y obtengamos así la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
“LA REVELACIÓN DEL DÍA POSTRERO.”
Ya hemos visto que viene a través del Ángel del Señor Jesucristo, porque toda revelación tiene que venir a través de un Profeta, y este Ángel del Señor Jesucristo es el Profeta más grande que Jesucristo tiene en medio de Su pueblo.
Por lo tanto, la revelación del Día Postrero es la revelación de Jesucristo velado y revelado en Su Ángel en medio de Su Iglesia, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Y así es como Él nos abre las Escrituras prometidas para este tiempo final que contienen todas las cosa que Dios estaría haciendo en este tiempo final. Así como Cristo les abrió las Escrituras a Sus discípulos y les abrió el entendimiento para que entendieron las Escrituras.
Por lo tanto, para este tiempo final los hijos e hijas de Dios tendrían la revelación del Día Postrero enviada por Jesucristo a Su Iglesia a través de Su Ángel Mensajero, a través del cual Cristo en Espíritu Santo estará velado y revelado dándonos a conocer por medio de Su Ángel todas estas cosas que deben suceder pronto.
Eso es para este tiempo final para la etapa de la Edad de la Piedra Angular en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el territorio Latinoamericano y caribeño, y de ahí se extiende la revelación del Día Postrero hacia otras naciones pueblos, lenguas, continentes hasta que llegue al pueblo hebreo.
Por lo tanto, es necesario que todos estemos preparados en este tiempo final recibiendo la revelación del Día Postrero y esperando nuestra transformación.
Toda persona que ya ha recibido a Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, Cristo lo ha perdonado y con Su Sangre lo ha limpiado de todo pecado, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, por lo tanto, tiene Vida eterna, ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino, pues Cristo es el único que le puede asegurar a usted y a mí nuestro futuro eterno, y todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por eso es importante que toda persona que quiere vivir eternamente reciba a Cristo como su Salvador. Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13, dice:
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”
Dios nos ha dado Vida eterna y esta vida está en el Hijo de Dios, Jesucristo; al recibir a Jesucristo, al Hijo de Dios, estamos recibiendo la Vida eterna de parte de Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” San Juan, capítulo 3, verso 16.
“El que tiene al Hijo de Dios, tiene la vida.”
El que tiene al Hijo de Dios porque lo ha recibido como su Salvador tiene la vida, ¿qué vida tiene? La Vida eterna, una vida adicional a la vida física, mortal, corruptible y temporal que tenemos.
“El que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.”
Aunque la persona diga: “Sí, yo tengo la vida, estoy vivo,” lo que tiene es la vida temporal, pero la Vida eterna no la tiene, porque la Vida eterna solamente la persona la pueda obtener recibiendo a Jesucristo como su Salvador, Él dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por mí.” San Juan, capítulo 14, verso 6.
También Él dijo: “Yo Soy la resurrección y la Vida, el que...” Vamos a leerlo aquí directamente para que escuchemos directamente las palabras de Jesucristo, para que sepamos porqué recibimos a Cristo como nuestro Salvador. Capítulo 11, verso 25 en adelante, le dice:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”
Ahora, continuemos leyendo. Hemos visto que la única esperanza de vivir eternamente es creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador; de otra manera la persona no tiene esperanza de vivir eternamente:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” [Nota - Primera de Juan 5:13].
La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, hemos asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino. En San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, el mismo Cristo hablando luego de resucitado, dice:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
El que creyere y fuere bautizado será salvo. Todos queremos la salvación de nuestra alma, y ya hemos visto cómo obtener la salvación de nuestra alma; creyendo en Jesucristo y pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, Cristo nos perdona, con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y el ministro nos bautiza en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Cristo, entramos al Reino de Dios a la Vida eterna, nacemos a la Vida eterna.
Por eso el Día de Pentecostés San Pedro dice en el capítulo 2, verso 36 en adelante, dice:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Por eso es que llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo. Y no hay otro Nombre dado a los hombres debajo del Cielo en que podamos ser salvos, no hay otro Nombre. No hay otro Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente hay un Nombre y ese Nombre es Señor Jesucristo. No hay otro hombre, dice San Pedro, en el capítulo 12, del libro de los Hechos.
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas creyeron a la predicación del Evangelio que Pedro estaba predicando, y fueron, recibieron a Cristo y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, fueron colocadas en el Redil del Señor Jesucristo que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, ¿cuántas personas ya han escuchado la Voz de Cristo y lo han recibido como su Salvador? Todos nosotros. Por lo tanto, tenemos Vida eterna y tenemos la esperanza de vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Pero toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador, no tiene esperanza de volver a vivir, no tiene esperanza de vivir en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, porque no ha creído y no ha recibido al Rey de ese Reino eterno, que es nuestro amado Señor Jesucristo.
Por lo tanto, será... la persona será condenada en el juicio final y echada en el lago de fuego, que es la segunda muerte, porque no quiso vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Pero la persona desea vivir eternamente, ¿qué puede hacer? Pues lo mismo que hemos hecho nosotros: recibir a Jesucristo como Su Salvador personal, Cristo lo perdonará y Cristo con Su Sangre lo limpiará de todo pecado, el ministro le bautizará en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y obtendrá así el nuevo nacimiento, así nacerá en el Reino de Cristo a y con Vida eterna, para poder vivir con Cristo en Su Reino eterno en un cuerpo nuevo y glorificado.
Por lo tanto, en esta noche todas las personas que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, pueden hacerlo, para que Cristo les reciba y perdone sus pecados, y con Su Sangre Cristo lo limpie de todo pecado y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así nazcan en el Reino de Cristo a y en la Vida eterna, y así tengan la esperanza de vivir con Cristo en Su Reino eterno en un cuerpo nuevo y glorificado como Él lo ha prometido, el cual será como el cuerpo glorificado que Jesucristo tiene.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.” Por lo tanto, toda persona desea que Cristo le confiese delante de Su Padre Celestial, por lo tanto necesitamos recibir a Cristo como nuestro Salvador, para que Cristo diga al Padre, nos confiese delante del Padre, diciendo: “Esta persona me ha recibido como su Salvador, ha pedido perdón por sus pecados, yo he perdonado sus pecados, y yo con mi Sangre lo he limpie de todo pecado, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y yo lo he bautizado con Espíritu Santo y Fuego, por lo tanto él vivirá conmigo en mi Reino por toda la eternidad.”
Eso es lo que queremos que Cristo hable de nosotros al Padre Celestial; por lo tanto, para que Él nos confiese así como creyentes en Él en Cristo, tenemos que ser creyentes en Cristo que lo hemos recibido como nuestro Salvador.
Por lo tanto, en esta noche, en esta ocasión, los que todavía no han recibido a Cristo como Salvador lo puede hacer y yo estaré orando por ustedes para que Cristo les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, todas las personas que levantarán sus manos - por todas las personas que levantarán sus manos estaré orando, para que Cristo les reciba y les perdone. Pueden levantar sus manos todos los que desean. Ya veo las manos levantadas a la parte de atrás y por aquí en el centro también, acá también veo manos levantadas, pueden pasar al frente estaré orando por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les reciba, les perdone sus pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Pueden continuar pasando para ya estar orando por ustedes en esta ocasión.
“LA REVELACIÓN DEL DÍA POSTRERO.”
Con la revelación de este Día Postrero siendo dada a conocer, Cristo está llamando y juntando a todos Sus escogidos, todas las personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Ustedes están aquí, porque el Nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y ha llegado el día en que Él, Cristo les ha llamado a ustedes por su nombre, porque Él conoce el nombre de ustedes que está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Cristo en una ocasión dijo a Sus discípulos, los cuales estaban muy contentos de que en el Nombre de Jesús habían hecho muchas maravillas y milagros y habían echado fuera espíritus malos, dijo: “No os gocéis de eso, gozáos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.” Gozaos de que el nombre de ustedes está escrito en el Cielo y por esa causa Él les ha llamado y por sa causa ustedes están aquí.
Todavía faltan más personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, y que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador.
Ustedes han venido a esta actividad porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y por consiguiente ustedes han sido traídos aquí por el Espíritu Santo para recibir a Cristo como Su Salvador personal, para así asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino.
Él murió por cada uno de ustedes, para que ustedes también pueden vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.
Por lo tanto, esta es una noche muy especial para cada uno de ustedes, es la noche de la decisión más grande, más importante, que ustedes han hecho en Su vida, porque es una decisión que les coloca a ustedes en el Reino de Jesucristo y por consiguiente les coloca en la Vida eterna, para tener la esperanza de vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino; y eso es lo que todos deseamos: vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.
Pueden continuar pasando, para orar por todos en esta ocasión, para que Cristo les reciba y perdone vuestros pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Esta es la noche de la gran decisión de ustedes, la decisión más grande que ustedes hayan hecho en sus vidas, porque es la decisión que les coloca en la Vida eterna con Jesucristo en Su Reino eterno.
Estamos esperando que pasen las últimas personas que en esta noche recibirán a Cristo como su Salvador, haciendo la decisión más grande, más importante de sus vidas. No hay decisión más grande que esta: recibir a Cristo como nuestro Salvador. Como no hubo una decisión más grande que la decisión de Cristo morir por nosotros en la Cruz del Calvario.
Pueden continuar pasando los que faltan, daré unos segundos y luego estaré orando por todos los que estarán aquí presentes en esta noche.
Unos segundos y ya oraré por todos ustedes... estoy dando estos segundos porque hay más personas que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y esas personas tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida.
Todavía faltan algunas personas, en esta noche han escuchado la Palabra, el Evangelio, y han comprendido claramente que necesitan recibir a Cristo como su Salvador para poder vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.
Vamos a estar puestos en pie y estaré orando ya por todas las personas que han pasado al frente. Inclinemos nuestros rostros y repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociendo que soy pecador, y reconociendo que Tú has muerto en la Cruz del Calvario llevando mis pecados, para que así yo pueda vivir eternamente; reconozco que Tú eres el Sacrificio por el pecado para la Redención de mi alma, reconozco que Tu Sangre derramada en la Cruz del Calvario me limpia de todo pecado, y en esta noche yo confieso públicamente que Te recibo como mi Salvador.
Señor Jesucristo, yo te recibo como mi Salvador en esta noche, recíbeme Tú a mí, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado. Y Señor Jesucristo, quiero entrar a Tu Reino, Señor Jesucristo bautizame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, dame Vida eterna, quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad, Te lo ruego en Tu Nombre Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora, oraré por ustedes (no tienen que repetir esta oración):
Padre nuestro que estás en el Cielo, ante Tu presencia vengo y traigo a Ti todas estas personas que han recibido a Jesucristo, Tu Hijo, como su Salvador. Señor Jesucristo, recibe a todas estas personas en Tu Reino, y guía sus vidas todos los días que ellos vivirán en estos cuerpos mortales, ayúdales en todo momento. Y Señor, Dios eterno, bautízales con Espíritu Santo y Fuego, luego que sean bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y Señor, Dios eterno, trae también a los pies de Cristo a sus familiares, tráelos a todos en sus hogares y también a sus familiares cercanos: tíos, sobrinos, y así por el estilo, y a sus nietos también. Dios eterno, Te ruego todas estas cosas en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Cristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado.
Y ahora, por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Jesucristo como vuestro Salvador y lo han recibido como Salvador, ahora me preguntarán: “¿Y cuándo puedo ser bautizado? Porque Jesucristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Jesucristo como el Hijo de Dios y como el Salvador de vuestra alma, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche, no hay nada que les impida ser bautizados.
Y le pregunto al ministro aquí: ¿Hay agua? Hay agua, hay dos bautisterio con agua aquí. ¿Hay personas, ministros, para bautizarlos? También hay ministros para bautizarlos. ¿Y hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en donde se identificarán con Cristo en la muerte sepultura y resurrección de Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso al ser bautizados en agua cuando van a ser bautizados es porque ustedes murieron al mundo y ahora van a ser sepultados en las aguas bautismales, eso representa la sepultura, y luego cuando el ministro los levanta de las aguas, eso representa la resurrección, resucitan a una nueva vida, a la Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino Espiritual, vivir esa vida de Cristo, para que Cristo en ustedes manifieste Su vida, Su Vida eterna, y así sean parte del Cuerpo Místico de Cristo de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, dejo al ministro aquí presente, lo dejo para que les indique hacia dónde moverse para cambiarse de ropa, colocarsen las ropas bautismales para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; como sucedía en el tiempo de Jesús y de los Apóstoles: que todos los que creyeron el Día de Pentecostés, fueron bautizados ese mismo día en el Nombre del Señor Jesucristo.
Con nosotros el ministro aquí presente para indicarles hacia dónde ir para cambiarse de ropas y ser bautizados.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA REVELACIÓN DEL DÍA POSTRERO.”
NOTA - ESTE DÍA PASARON AL FRENTE, AL LLAMAMIENTO, UNAS 50 PERSONAS, Y 17 DE ELLAS INMEDIATAMENTE FUERON BAUTIZADAS EN AGUA