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Sálvame que perezco 2003-10-09 1 Cartagena Bolívar CO 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

En esta ocasión me acompaña mi esposa Erica, aquí está en este lado, ya nuestro hermano Bermúdez la presentó a ustedes, pero para los que llegaron un poquito más tarde, puede levantar su mano y saludar a todos los hermanos aquí presentes. También los niños reciban saludos de mis niñas América y Yahannah Gabriela, ya los de Erica fueron dados aquí. En esta ocasión no les traje saludos de Erica, sino que ella misma se los dio a ustedes.

Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 14, verso 22 en adelante, vamos a ver, dice:

En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.

Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.

Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.

Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.

Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.

Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.

Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!

Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.

Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.

Y terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “SÁLVAME QUE PEREZCO.”

Este caso histórico de Jesús y Sus discípulos, en donde se encontraban luego de Cristo haber multiplicado los panes y los peces y de haber alimentado como cinco mil personas, aquí en el capítulo 14, verso 1 en adelante, verso 1 al 12; encontramos que este evento de esa noche, en donde ya se habían marchado los discípulos para ir al otro lado, ir a Genesaret, encontramos que es algo histórico, maravilloso, en donde vemos a Jesús caminando sobre el mar, algo que no es común, sino algo muy grande.

Pero vean, miren lo que dice Job, capítulo... hay aquí... Job, capítulo 9, verso 5 en adelante dice:

El arranca los montes con su furor,

Y no saben quién los trastornó;

El remueve la tierra de su lugar,

Y hace temblar sus columnas;

El manda al sol, y no sale;

Y sella las estrellas;

El solo extendió los cielos,

Y anda sobre las olas del mar.”

Y allí en esa noche tan terrible para los discípulos, apareció Jesús andando sobre el mar (ellos pensaban que era un fantasma; pero no era un fantasma, era nuestro amado Señor Jesucristo), en el momento en que ellos necesitaban un salvador que los salvara a todos, y luego a Pedro, el cual vino caminando sobre el mar también, porque dijo a Jesús: “Señor, si eres tú, dí que yo vaya a Ti caminando sobre el mar.”

Y ese es un deseo grande de todo pescador. ¿Verdad, Miguel? Caminar sobre el mar; pues ya que los pescadores siempre están en el mar, les gustaría caminar sobre el mar.

Y ahora, Jesús le dice: “Ven.” Y Pedro comienza a caminar sobre el mar, como lo estaba haciendo Jesús; pero vio, sintió, los fuertes vientos, y vio las olas gigantes que se estaban levantando, o sea, miró las circunstancias que rodeaban ese gran momento en el cual Pedro estaba caminando sobre el mar, y tuvo miedo y comenzó a hundirse. El miedo es producto de la incredulidad, de la falta de fe.

Ahora, el miedo, pues es inseguridad, por lo tanto comenzó a hundirse y clamó a Jesús: “¡Señor, sálvame!” Y Cristo extendió Su mano y lo tomó, lo sacó, y así lo salvó. Ese gran evento es tipo y figura de lo que sucede en la vida de todo ser humano, pues las aguas representan pueblos, naciones y lenguas, y dentro de las aguas hay peces que representa seres humanos, y los Apóstoles son pescadores. Por lo tanto Cristo dijo a ellos: “Venid en pos de mí, y yo os haré pescadores de hombres.”

Por lo tanto, en el campo espiritual encontramos que toda persona y todo ministro camina sobre las aguas de pueblos, naciones y lenguas; y esas aguas desde que el ser humano pecó en el Huerto del Edén han estado embravecidas.

Y de etapa en etapa, de dispensación en dispensación, y de edad en edad, han estado embravecidas. Dios sacó de entre las aguas de pueblos, naciones y lenguas, a Noé, y lo salvó, le dijo cómo hacer, y lo colocó dentro del arca, le dijo: “Entra en el arca, porque dentro de siete días yo haré llover sobre la Tierra.” Y así salvó a Noé, a su familia, y a los animales: aves y reptiles que entraron al arca.

Y así, encontramos que de edad en edad, y de dispensación en dispensación, las aguas, los mares, de pueblos, naciones y lenguas, han estado embravecidos con guerras y con diferentes problemas; porque el diablo, que es el príncipe del aire, ha traído vientos contrarios y ha revolucionado a los pueblos, lenguas y reyes, y han estado con guerras en todos los tiempos. Eso es en el campo físico.

Ahora, encontramos que el diablo es el príncipe de este mundo, como dice Jesucristo en San Juan, capítulo 14, verso *30, donde dice:

No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”

Y ahora, el príncipe de este mundo es el diablo, y por eso fue que en una ocasión, en San Mateo, capítulo 4, le ofreció a Cristo los reinos de este mundo, y Cristo los rechazó, porque Cristo no los va a recibir de mano del diablo sino de mano de Dios, cuando llegue el momento señalado por Dios, y entonces Cristo recibirá el Reino terrenal, y se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Ahora, veamos también en el capítulo 12, verso 30 lo que dice Cristo:

Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”

Aquí también menciona al diablo como el príncipe de este mundo. Y luego en el capítulo 16, verso 11, Cristo dice:

Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”

Ahora, siendo que el diablo es el príncipe de este mundo desde que engañó a Eva en el Huerto del Edén a través de la serpiente e hizo caer la raza humana de la Vida eterna, y la raza humana quedó presa en el reino del maligno, el reino de las tinieblas, en esta Tierra; esta dimensión terrenal está siendo gobernada por el maligno, y está bajo el reino de las tinieblas, el reino del maligno; y por lo tanto todo ser humano que viene a esta Tierra camina sobre las aguas de pueblos, lenguas y reyes, en donde estos pueblos están embravecidos, porque el maligno está gobernando sobre ellos y los tiene en esa condición, los ha engañado.

Por lo tanto, toda persona que viene a esta Tierra, al nacer en esta Tierra recibe un cuerpo mortal, corruptible y temporal y un espíritu del mundo, un espíritu del reino de las tinieblas, y por consiguiente se encuentra en una situación como la de Pedro, su alma se encuentra a punto de morir eternamente.

Pero clama a Cristo la persona y le dice: “Señor, sálvame que perezco.” Y Cristo extiende Su mano y lo saca del mundo, lo liberta del reino de las tinieblas y lo coloca en Su Reino, y así la persona obtiene la salvación de su alma para vivir con Cristo eternamente en Su Reino.

La condición de todo ser humano que viene a vivir a esta Tierra es peor que la condición en la que estaba Pedro cuando se estaba hundiendo en las aguas tempestuosas. Pero aquella situación es tipo y figura de la situación por la cual pasa todo ser humano que viene a esta Tierra, y el único medio de salvación para todo ser humano es Jesucristo. De otra forma la persona perecerá eternamente.

Por lo tanto, no hay otra cosa que hacer más importante en la Tierra para todo ser humano, que clamar a Cristo por salvación: “Señor, sálvame, sálvame que perezco.”

Y ahora, todo ser humano tiene la oportunidad (cuando le toca vivir en esta Tierra) de clamar a Cristo por salvación, porque de otra manera la persona perecerá eternamente. Porque toda persona que viene a esta Tierra nace en el reino de las tinieblas, este mundo está gobernado por el reino de las tinieblas.

Y si la persona muere sin haber recibido la salvación de parte de Cristo, la persona va a la quinta dimensión a vivir, que es el infierno; esa persona, no en cuerpo físico, sino en alma y espíritu, va al infierno, lugar al cual nadie quiere ir. Y para que la persona no tenga que ir allí, necesita clamar a Cristo por salvación. Para que tengan una idea de cómo es ese lugar, vamos a ver lo que nos dice San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18 en adelante, donde dice:

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.”

Cristo murió físicamente, en la carne, pero Su Espíritu no murió ni su alma tampoco. Cristo en Espíritu fue a un lugar, dice:

...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.”

Cristo en Su cuerpo espiritual, Su cuerpo angelical, que es llamado en el Antiguo Testamento el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en ese cuerpo fue al infierno, fue al lugar donde estaban todos los perdidos, donde estaban aquellas personas que se rebelaron en contra de Dios, donde estaban aquellas personas que no creyeron a Noé, y vino el diluvio y los destruyó a todos ellos, dice:

...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”

Y ahora, todas esas personas que vivieron en el tiempo de Noé y no creyeron a Dios, no creyeron lo que Dios le reveló a Noé, lo cual Noé dio a conocer, todas esas personas fueron destruidas por el diluvio y fueron al infierno, no en cuerpo sino en espíritu, o sea, en su cuerpo espiritual, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión.

Y Cristo fue al infierno cuando murió. ¿Por qué? Porque la paga del pecado es la muerte, y por cuanto Cristo tomó nuestros pecados, tuvo que morir por nosotros e ir al infierno donde nosotros teníamos que ir.

Y ahora, allá en el infierno predicó a todas esas personas que estaban en sus cuerpos espirituales de la quinta dimensión, o sea, cuerpos espirituales de la dimensión llamada el infierno, porque cuando la persona muere va al lugar o a la dimensión a la cual pertenece su cuerpo espiritual. Y allí Cristo predicó a aquellas personas que se encontraban en el infierno, no un mensaje para salvación, sino un mensaje de condenación, les dio testimonio que por incrédulos ellos estaban en el infierno.

Ahora, podían decir: “¿Y tu por qué estas aquí?” Porque Él tomó nuestros pecados para llevarlos al infierno y allí llevarlos lejos, como hacía el macho cabrío de la expiación, y el macho cabrío que era por Azazel.

El macho cabrío por la expiación por Jehová, era sacrificado y su sangre era llevada al lugar santísimo, pero el macho cabrío por Azazel no era sacrificado, sino que el sumo sacerdote luego de haber sacrificado el macho cabrío por la expiación por Jehová, luego que terminaba de esparcir la sangre de ese macho cabrío sobre el propiciatorio en el lugar santísimo, sobre el propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto.

El propiciatorio era la tapa del arca del pacto, allí estaban dos querubines de oro, uno a cada lado, y en medio de ellos estaba la Columna de Fuego, Dios en la Luz de la Shekinah.

Luego que el sumo sacerdote terminaba esa labor, luego salía y tomaba el macho cabrío por Azazel, y colocaba sus manos sobre la cabeza de ese macho cabrío y confesaba los pecados del pueblo sobre ese macho cabrío, sobre la cabeza del macho cabrío, y luego lo llevaban lejos, ese macho cabrío, y así los pecados del pueblo eran llevados lejos.

Y ambos machos cabríos: el que era sacrificado por Jehová y el otro que era por Azazel, ambos representan a Cristo. El que era sacrificado representa a Cristo en Su cuerpo físico que fue sacrificado en la Cruz del Calvario; el otro macho cabrío, el macho cabrío por Azazel que no era sacrificado sino que sobre él eran confesados los pecados del pueblo, representa a Cristo en Su cuerpo angelical, en el cual fue al infierno llevando nuestros pecados y los dejó allí, y le quitó las llaves del infierno y de la muerte al diablo, y luego resucitó victorioso justificado como si nunca hubiese tenido los pecados del pueblo.

Ahora, podemos ver la obra tan grande que Cristo hizo en favor del ser humano, para poder salvar al ser humano que clama a Cristo diciéndole: “Señor, sálvame que perezco.”

Él tiene el poder para salvar a toda persona, ya Él hizo la obra de salvación, y ahora lo que Él hace es que a toda persona que clama a Él por salvación, lo toma y lo salva de esa forma.

Y ahora, así como toda persona está caminando sobre las aguas de pueblos, naciones y lenguas como caminó Pedro, Cristo también, Cristo en Espíritu Santo ha estado todo el tiempo sobre las aguas de pueblos, naciones y lenguas, Cristo en Espíritu Santo ha estado en todas las naciones moviéndose y salvando a todo aquel que clama a Él por salvación y extiende la mano a Cristo para pedirle la salvación, para pedirle que Cristo lo salve de sus pecados.

Porque Cristo es el único que puede salvar al ser humano de sus pecados, es el único que puede perdonar tus pecados y mis pecados, y puede con Su Sangre limpiarte a ti y limpiarme a mí de todo pecado.

Vean, en San Mateo, capítulo 1, verso 18 en adelante, dice el Arcángel Gabriel a José, esposo de la virgen María, dice:

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”

Cristo es el único que puede salvar a Su pueblo de sus pecados, Cristo es el único que puede perdonar nuestros pecados, y Él es el único que con Su Sangre nos puede limpiar de todo pecado. No hay otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de todo pecado, y no hay otra persona que lo pueda perdonar a usted. No hay otra persona que pueda perdonar los pecados suyos y los pecados míos, solamente hay uno, y se llama Señor Jesucristo, y solamente hay una sangre, y es la Sangre de una sola persona, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Y no hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente hay uno, y ese Nombre es Señor Jesucristo.

Por lo tanto, toda persona que viene a vivir en esta Tierra está caminando sobre las aguas tempestuosas de pueblos, naciones y lenguas, y solamente puede hacer una cosa para salvar su alma: clamar a Cristo por la salvación de su alma: “¡Señor, sálvame! (¿por qué?), porque si no me salvas, pereceré para toda la eternidad.”

O sea, que toda persona que no clama a Cristo por salvación perecerá, dejará de existir, morirá eternamente, pero toda persona que clama a Cristo por salvación, evita la segunda muerte, evita la segunda muerte, y la segunda muerte es el lago de fuego donde serán echados todos aquellos que no han recibido a Cristo como su Salvador personal; todos los incrédulos serán echados en el lago de fuego, que es la segunda muerte.

Por lo tanto, solamente hay Uno que nos puede salvar de la segunda muerte, y es Jesucristo nuestro Salvador. Vean, en el libro del Apocalipsis nos habla de la segunda muerte y del juicio final y nos dice... Ese es el lugar donde el diablo va a ser echado. Ahora, recuerden, miren aquí en el capítulo 20 del Apocalipsis, verso 7 en adelante, encontramos que luego que el diablo es atado por mil años en el capítulo 1, verso 1 al 3, y luego en el capítulo 20, verso 4 al 6 se lleva a cabo el Reino Milenial, luego del Reino Milenial el diablo será suelto por un corto tiempo. Vamos a comenzar desde el verso 1 del capítulo 20, dice:

Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.”

Durante el Reino Milenial de Cristo el diablo estará atado en ese lugar, en el abismo.

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”

Todos los creyentes en Cristo reinarán con Cristo por mil años para comenzar como Reyes y Sacerdotes en el Reino Milenial de Cristo; y la segunda muerte no tiene autoridad sobre estas personas, porque serán Reyes y Sacerdotes, y estarán en cuerpos glorificados.

Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,

y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.

Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada.”

O sea, rodearon a Jerusalén, porque Jerusalén será el lugar donde estará el Trono de Cristo, el Trono de David, y desde ahí será que Cristo reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; Jerusalén será la capital, no solamente de Israel sino del mundo entero, en el Reino Milenial.

Y cuando el diablo sea suelto de su prisión, ahí también resucitarán todos los que han vivido en la Tierra y que no pertenecen a la Iglesia de Jesucristo, o sea, todos los que están en el infierno resucitarán también, porque es el tiempo para llevarse a cabo el juicio final.

En esa segunda resurrección, será que resucitarán todas esas personas, y el diablo estará suelto de su prisión, y saldrá para engañar de nuevo a las naciones, las juntará y tratará de dar un golpe de estado a Cristo, para tumbar el Gobierno de Cristo y el diablo establecer de nuevo su reino, su gobierno. Pero el diablo ha sido un derrotado desde que pecó contra Dios. Dice: “Y el diablo que los engañaba...” dice aquí, dice:

Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.”

Vean, Dios destruyó al diablo y los ejércitos que el diablo tenía, esos ejércitos que estaría usando en contra de Cristo y en contra de todos, todo el pueblo de Dios que estaba allí en Jerusalén.

Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él.”

Y ahora, ahí se establece el juicio final, el juicio del Trono blanco.

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.

Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.

Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.

Y la muerte y el Hades (o sea, la muerte y el infierno)... Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.

Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”

Al lago de fuego será lanzado el diablo y serán lanzados todos los que han sido incrédulos a Dios y Su Palabra en el tiempo que les ha tocado vivir.

Por lo tanto, aun el infierno, aun la muerte y el hades fueron lanzados en el lago de fuego, por lo tanto, la quinta dimensión será echada en el lago de fuego también.

Por lo tanto, todo lo que sea del diablo y su reino será echado en el lago de fuego y será destruido, y dejará de existir; pero los creyentes en Cristo que han clamado a Cristo por salvación diciendo: “Señor, sálvame que perezco.” Esas personas han recibido la salvación y Vida eterna de parte de Jesucristo, y esas personas en el Reino Milenial de Cristo estarán con Cristo reinando como Reyes y Sacerdotes, y en el juicio final estarán como la Corte de Cristo, Celestial, con Cristo reinando y con Cristo juzgando a todos los seres humanos.

Esto está dicho por San Pablo en el capítulo 6 de Primera de Corintios, verso 2, dice:

¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?

¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”

Los santos que son los creyentes en Cristo, los miembros de la Iglesia de Jesucristo, juzgarán al mundo, a toda la humanidad, con Cristo; o sea, Cristo con los creyentes en Él juzgarán a toda la humanidad, a los de nuestro tiempo, y a los de tiempos de edades y dispensaciones pasadas, en el juicio final. Y aun Cristo y Sus santos, Sus creyentes en Él, juzgarán a los ángeles también, los ángeles que se rebelaron en contra de Cristo, los ángeles que se unieron al diablo y llevaron a cabo esa rebelión en contra de Cristo y el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y juzgarán a esos ángeles Cristo y Su Iglesia, y los echarán en el lago de fuego, que es la segunda muerte, donde serán destruidos.

El único Reino eterno es el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso es tan importante que Cristo nos salve y nos saque del reino de las tinieblas y nos coloque en Su Reino Eterno. Cristo dijo, hablando acerca de Su Reino en San Juan, capítulo 3, hablándole a Nicodemo, vean la historia aquí, capítulo 3 de San Juan, verso 1 en adelante, dice:

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.

Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

¿Y cómo nacemos de nuevo del Agua y del Espíritu para entrar al Reino de Dios? Pues recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, al escuchar la Palabra, el Evangelio de Cristo, y ver a través del Evangelio, que Cristo vino a la Tierra en carne humana y murió en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados para así salvar nuestras almas. Y cuando la persona escucha la predicación del Evangelio, que le da a conocer estas cosas de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, la persona clama a Cristo diciéndole: “Señor, sálvame, yo te recibo como mi Salvador personal.” Y Cristo lo recibe, lo salva, y lo saca del reino de las tinieblas, y lo coloca Cristo en Su Reino.

Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, creer en el Evangelio de Cristo y creer en Cristo como su Salvador, o sea, recibir a Cristo como su Salvador al escuchar la predicación del Evangelio.

Y luego nacer del Espíritu es recibir el Espíritu Santo y obtener así el nuevo nacimiento, así nace del Agua y del Espíritu. La persona recibe a Cristo como su Salvador, Cristo al recibirlo perdona sus pecados porque la persona le pide perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y la persona queda limpia de todo pecado, queda justificada ante Dios como si nunca en la vida hubiese pecado.

Y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo por un ministro y Cristo luego lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, la persona ha entrado al Reino de Dios, la persona ha nacido del Agua y del Espíritu, ha nacido a una nueva vida, a la Vida eterna.

Pues cuando nacimos en la Tierra a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero no a la Vida eterna, nacimos a una vida temporal, a una vida terrenal, a una vida corruptible en un cuerpo corruptible; pero cuando nacemos de nuevo al recibir a Cristo como nuestro Salvador, nacemos a la Vida eterna y por consiguiente hemos asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Muchas personas aseguran la casa, aseguran su auto, le colocan un seguro a su auto, aseguran también su familia, le colocan un seguro a su familia, también colocan un seguro de salud para su familia muchas personas, y así por el estilo aseguran muchas cosas de la vida terrenal, pero se les olvida asegurar su alma. ¿Y dónde podemos conseguir el seguro para el alma? Con Cristo, Cristo es nuestro Seguro para nuestra alma.

Por eso clamamos a Cristo por la salvación de nuestra alma, y así recibimos el seguro de nuestra alma para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, es el Seguro de la Vida eterna.

Vean, así como hay seguros de vida, un seguro de vida terrenal. Pero Cristo tiene el seguro de Vida eterna, ese es el seguro que todo ser humano necesita. Con ese seguro la persona vivirá eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Cristo dijo en una ocasión en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16 de la siguiente manera, y vamos a leer las palabras textuales de Cristo:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Por eso se predica el Evangelio de Cristo desde el Día de Pentecostés en adelante. “Para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga Vida eterna,” para que todo aquel que cree sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga así la salvación de su alma. En San Juan, capítulo 3, verso 14 en adelante, dice:

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El Profeta Moisés en el desierto cuando llevaba el pueblo hebreo, tuvo una necesidad, era la necesidad de una forma de salvación, una forma de sanidad para las personas que eran mordidas por serpientes venenosas, y eran tantas las personas que la mortandad era grande. Y Dios le dijo a Moisés: “Prepara una serpiente de bronce y colócala sobre un asta, sobre una vara, y la colocas en cierto lugar, y toda persona que sea mordida por una serpiente venenosa, que mire a esa serpiente de bronce y vivirá.”

¿Cuál es el misterio contenido en la serpiente de bronce a la cual las personas mordidas por serpientes venenosas miraban y quedaban libres del veneno y de la muerte que producía el veneno? El misterio está en que en aquella serpiente de bronce, por cuanto el bronce significa el juicio divino, y la serpiente de bronce tipifica el pecado ya juzgado, por lo tanto, aquella serpiente de bronce tipificaba a Jesucristo, el cual moriría en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados; y al morir allí, el pecado nuestro sería juzgado, condenado, y la persona en el cual estarían nuestros pecados moriría, Él se hizo pecado por nosotros y tuvo que morir por todos nosotros para que nosotros podamos vivir eternamente.

Y ahora, toda persona que es mordida por una serpiente venenosa, está condenada a la muerte, solamente luego le quedan pocos minutos o segundos de vida.

Pero vean, aun estando condenada la persona a la muerte, podía dar una mirada de fe, creyendo que su pecado había sido juzgado en la serpiente de bronce, y miraba esa serpiente de bronce y quedaba libre del efecto del veneno, y entonces la persona no moría, porque aquella serpiente de bronce representaba a Cristo crucificado.

Y ahora, en el Huerto del Edén la serpiente antigua trajo el pecado a la raza humana, por lo tanto, la raza humana fue mordida por la serpiente, y colocó la serpiente el veneno del pecado en la raza humana, y la raza humana ha sido condenada a la muerte. Pero toda persona que quiera escapar de la segunda muerte y de la muerte espiritual, tiene que dar una mirada de fe a Cristo crucificado, que fue tipificado en la serpiente de bronce.

Por lo tanto, la raza humana está condenada a la muerte, a la segunda muerte; pero toda persona que dé una mirada de fe a Cristo crucificado, es librada del pecado y de la muerte, y entonces vivirá eternamente esa persona con Cristo en Su Reino. Esa es la única forma para un ser humano poder vivir eternamente en el Reino de Dios.

No hay otra esperanza para el ser humano, solamente dar una mirada de fe a Cristo; como no había otra esperanza para las personas que eran mordidas por serpientes venenosas sino una mirada de fe a la serpiente de bronce que estaba levantada en medio del pueblo hebreo.

El que dijera: “A mi no me interesa mirar a esa serpiente de bronce que está allí.” Si estaba mordida por una serpiente venenosa esa persona, ¿qué le sucedía en unos pocos minutos? Moría, moría porque no dio una mirada de fe a la serpiente de bronce que estaba levantada en medio del pueblo hebreo allá en el desierto. Esa persona no quiso vivir, quiso morir, porque no miró lo que era la vida para la persona, lo que le daría la continuidad de vida; murió por sus pecados y por consiguiente murió por incrédulo.

Pero los que daban una mirada de fe a esa serpiente de bronce, aunque no sabían cómo era que sucedía, quedaban libres del veneno y del efecto del veneno, y continuaban viviendo.

Y así toda persona que da una mirada de fe a Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador, queda perdonado de todo pecado y queda limpio con la Sangre de Cristo de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, y la persona es librado de la muerte y es librado de la segunda muerte, el lago de fuego; por lo tanto, esa persona continuará viviendo eternamente con Cristo en Su Reino.

Si su cuerpo físico muere no tiene ningún problema, en el cuerpo espiritual angelical va al Paraíso a vivir en lo que Cristo completa Su Iglesia, en lo que Cristo completa en llamar y juntar a todos Sus escogidos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y cuando Cristo complete Su Iglesia, Cristo se levantará del Trono del Padre, y tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos y lo abrirá en el Cielo, y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y eternos y jóvenes, como el cuerpo glorificado de Jesucristo, y a nosotros nos transformará si permanecemos vivos hasta ese momento, y seremos todos iguales a Jesucristo en cuerpos glorificados, eternos, inmortales y jóvenes para toda la eternidad, representaremos en ese nuevo cuerpo de 18 a 21 años de edad, y eso será para toda la eternidad, un cuerpo perfecto que no podrá enfermarse ni siquiera de una gripe. Así será el cuerpo que hemos de recibir de parte de Jesucristo nuestro Salvador.

Por eso es tan importante hacer lo que hizo Pedro: ¿Qué haremos para ser salvos y tener un cuerpo eterno como el de Jesucristo? Clamar a Cristo por salvación: “¡Señor, sálvame!” En el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante San Pedro predicando el Día de Pentecostés, dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso es que a Jesús lo llamamos SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo, porque en Jesucristo moró la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y así obtuvieron el nuevo nacimiento y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo como tres mil personas, como tres mil personas clamaron a Cristo por salvación: “¡Señor, sálvame!”

¿Y cuántos han clamado a Cristo por salvación como Pedro: “Señor sálvame”? Todos nosotros. Por eso es que así como Pedro clamó levantando sus manos: “¡Señor sálvame!” Hemos levantado nuestras manos a Cristo pidiéndole la salvación de nuestra alma, y por consiguiente Él nos ha salvado y viviremos con Él eternamente en Su Reino.

Ahora, si hay alguna persona que no lo ha hecho todavía, en esta ocasión lo puede hacer; puede clamar a Cristo por salvación levantando su mano en esta ocasión y yo estaré orando por usted para que Cristo salve su alma y pueda usted vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Ya vemos manos levantadas en todos los lugares, vamos a pedir por favor pasen al frente y estaré orando por ustedes en esta ocasión, para que Cristo así como salvó a Pedro les salve a ustedes también, les perdone sus pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y Cristo les coloque en Su Reino con Vida eterna.

Él es el único Salvador, Él es el que salva el alma de todo ser humano que clama a Él por salvación: “¡Señor, sálvame!” Ese es el clamor de vuestra alma, ese es el clamor de toda persona que quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Nadie quiere ser echado en el lago de fuego sino que todos queremos vivir con Cristo eternamente en Su Reino.

Todavía siguen pasando más personas porque todos quieren que Cristo salve sus almas, para vivir con Cristo eternamente en Su Reino.

La cosa más gloriosa y más importante que todo ser humano hace en esta Tierra es clamar a Cristo por la salvación de su alma. ¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? De nada le habrá servido haber vivido en este planeta Tierra. El propósito por el cual vivimos en este planeta Tierra es para que clamemos a Cristo y le digamos: “¡Señor, sálvame!” Ese es el propósito nuestro en este planeta Tierra; y cuando lo comprendimos, ¿qué hicimos? Clamamos: “Señor sálvame, yo quiero que Tú me salves, yo quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.” Y eso es lo que Cristo hará con cada uno de ustedes en esta ocasión.

Todavía continúan pasando más personas que como ustedes quieren que Jesucristo les salve, salve sus almas. El ser humano es alma viviente. Eso es lo más importante del ser humano: su alma. El cuerpo es una casa terrenal en la cual vivimos por una temporada; y el espíritu es un cuerpo pero de otra dimensión, pero lo que es en realidad la persona es alma, alma viviente; y el alma nuestra clama a Cristo por salvación. Es usted desde lo profundo de su corazón, desde lo profundo de su alma clamando a Cristo por salvación.

Continúan pasando más personas que quieren también que Cristo les salve. Pueden continuar pasando y si hay que quitar sillas para que quepan más personas, pueden hacerlo también.

Así como yo clamé a Cristo por salvación porque quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino, aquí hay muchas personas que desean también vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

El diablo va a ser echado en el lago de fuego y todos los incrédulos también, y nosotros no queremos ir para ese lugar, nosotros queremos ir con Cristo para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Por lo tanto, nuestra alma ha clamado a Cristo por salvación, y eso es lo que Él les dará en esta ocasión: la salvación de su alma, salvación y Vida eterna.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Todavía continúan pasando más personas, por lo cual continuamos esperando en lo que llegan.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [Nota - San Juan 3:16]

Es Vida eterna lo que Cristo nos da cuando Él nos salva al nosotros pedir a Cristo la salvación nuestra, la salvación de nuestra alma.

Todavía continúan pasando más personas que quieren la salvación de sus almas, y el único que puede salvar sus almas es Jesucristo nuestro Salvador, porque no hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos. No hay otro Nombre, solamente hay un Nombre y ese Nombre es Señor Jesucristo. Por eso clamamos al Señor Jesucristo por salvación: “¡Señor, sálvame!” Ese ha sido nuestro tema y es el tema de cada uno de ustedes clamando a Cristo: “¡Señor, sálvame!”

Todavía continúan pasando más personas, vamos a pedir que las que faltan pasen rápidamente para orar por todos los que ya están aquí y que ustedes también queden incluídos en esta oración.

Veo todavía que vienen más personas, así que vamos a esperar unos segundos en lo que llegan para orar por todos y pedir a Cristo la salvación de cada uno de ustedes.

Todavía continúan pasando más personas. Estamos esperando unos segunditos aquí... unos segundos y ya estaremos orando por todos...

Cristo todavía está llamando algunas personas más, han visto la necesidad de salvación y han visto que el único que les puede salvar es Jesucristo para colocarles en Su Reino, para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Vamos ya a orar por todos, vamos a inclinar nuestros rostros, y repitan conmigo esta oración.

Señor Jesucristo, reconozco Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario por mí, para salvar mi alma; creo con toda mi alma en Tu Primera Venida y en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario.

Señor Jesucristo, yo creo con toda mi alma que Tú eres el Hijo de Dios, y yo creo con toda mi alma que Tu Sangre derramada en la Cruz del Calvario me limpia de todo pecado; y yo creo Señor Jesucristo que Tú eres el único Salvador, por lo tanto, Señor Jesucristo, sálvame. Te recibo como mi Salvador personal, salva mi alma, perdona mis pecados, limpiame con Tu Sangre preciosa de todo pecado, justifícame, que yo quede como si nunca en la vida hubiese pecado.

Y, Señor Jesucristo, he de ser bautizado en agua en Tu Nombre como Tú lo has ordenado. Y Señor Jesucristo yo Te pido que luego Tú me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Yo Te lo ruego Señor Jesucristo, y Te ruego me coloques en Tu Reino con Vida eterna para vivir contigo por toda la eternidad.

Te he recibido como mi único y suficiente Salvador, públicamente Te he confesado delante de todos estos testigos; Señor Jesucristo, confiésame delante de Tu Padre Celestial como uno que Te ha recibido como su Salvador.

Señor, en Tus manos me encomiendo, sálvame Señor Jesucristo, en Tu Nombre Señor Jesucristo Te lo ruego. Amén y amén.

La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado.

Jesucristo le ha perdonado y le ha limpiado de todo pecado con Su Sangre preciosa.

Y ahora me preguntarán... Jesucristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Usted me dirá: “Todavía me falta una cosa: ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo puedo ser bautizado? Yo quiero ser bautizado.”

El etiope eunuco cuando fue enseñado por Felipe acerca del Evangelio de Cristo, creyó en Cristo. Y dijo, cuando vio un lugar con agua: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dijo: “Si crees de todo corazón bien puedes.” Y el eunuco dijo: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.”

Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. ¿Y ustedes? Amén, ustedes también. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautizará luego con Espíritu Santo y Fuego, y obtendrán el nuevo nacimiento, nacerán en el Reino de Cristo a una nueva vida, a la Vida eterna.

En el bautismo en agua, la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; cuando usted va al bautisterio, usted ya ha muerto al mundo y es sepultado cuando el ministro lo sumerge en las aguas en el Nombre del Señor Jesucristo, está siendo sepultado, sepultado uno que murió al mundo; y luego cuando es levantado a las aguas, eso representa que usted ha resucitado a una nueva vida, a la Vida eterna. Es un acto simbólico que significa que usted ha muerto con Cristo, ha sido sepultado con Cristo y ha resucitado con Cristo a la Vida eterna.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo. Pero ahora vamos a preguntarle al ministro si hay agua y si hay bautistas, ministros que les bauticen en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

Y ahora, vamos a preguntarle aquí al ministro el Rvdo. Ceballos, si hay agua y dónde está para que puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Vamos a pedirle al Rvdo. Ceballos que les indique dónde está el bautisterio y también si tienen ropas bautismales y lugar donde cambiarse de ropa.

El tema de esta ocasión ha sido: “SÁLVAME QUE PEREZCO.” Lo cual ha sido también el tema de vuestra alma en esta ocasión pidiendo a Cristo la salvación de vuestra alma.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y nos veremos ya muy pronto, y adelante sirviendo a Cristo nuestro Salvador. Con nosotros el Rvdo. Ceballos nuevamente.

SÁLVAME QUE PEREZCO.”