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Nuestro Puerto de llegada 2003-09-19 1 Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Leemos en Romanos, capítulo 8, verso 14 en adelante, donde dice:

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

Que Dios nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “NUESTRO PUERTO DE LLEGADA.”

Siempre en todo lo que todo ser humano hace tiene una meta, un objetivo, un puerto al cual llegar, una meta a la cual llegar.

Cuando nacemos en la Tierra, pues la meta ha sido ser personas, seres humanos manifestados en carne humana aquí en la Tierra, y para eso es que Dios nos ha enviado a la Tierra, porque él tiene una meta para con nosotros, y es que nosotros aquí en la Tierra confirmemos nuestro lugar en la Vida eterna. Porque es como en los vuelos aéreos, que hay que comprar un boleto y también hay que confirmar ese boleto.

Y ahora, hemos llegado a la Tierra para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna, para viajar a la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador, el cual dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”

Y Cristo luego que murió y resucitó, siendo Él el grano de trigo el Día de Pentecostés nació en la forma de Su Iglesia, el Espíritu que estaba en Cristo vino el Día de Pentecostés y allí nació la Iglesia del Señor Jesucristo, a través de la cual Cristo se reproduciría en hijos e hijas de Dios.

Y ningún hijo o hija de Dios obtiene el nuevo nacimiento, a menos que sea en la Iglesia del Señor Jesucristo, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos el nuevo nacimiento, y nacemos ¿dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo, como los granos de trigo no nacen en las plantas de tomates o de aguacates, nacen en la planta de trigo. Y los hijos e hijas de Dios nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Planta de Trigo, producto de Cristo el Grano de Trigo que fue sembrado en tierra.

Ahora, encontramos que siendo que en todo hay una meta en la vida; vean, comemos para alimentarnos y así que nuestro cuerpo siga produciendo células; y dormimos para descansar y reponernos para poder al otro día trabajar; y trabajamos para ganar dinero para así comprar alimentos y ropa, y tener dinero para pagar el auto, pagar la luz, el agua, la casa, y así por el estilo. O sea, que todo en la vida tiene una meta; y recibimos a Cristo para ser salvos y vivir con Cristo eternamente en Su Reino, porque ninguna persona recibe a Cristo para decir que recibió a Cristo, si no lo recibe para que Cristo le imparta Vida eterna, perdone sus pecados, lo limpie con Su Sangre preciosa de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y nazca en el Reino de Cristo, nazca a una nueva vida, que es la Vida eterna.

Porque cuando nacimos a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida pero no a la Vida eterna, pero estando aquí en la Tierra toda persona tiene la oportunidad de obtener ese nuevo nacimiento del cual Cristo le habló a Nicodemo, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede entender).”

Y Nicodemo le dice, le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso un hombre ya siendo viejo...” porque ya Nicodemo estaba con algunos años: “¿Puede un hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?” Pensó en un nuevo nacimiento físico, pero Cristo le está hablando no de un nuevo nacimiento a la vida temporal, sino a la Vida eterna. Porque el ser humano cuando pecó en el Huerto del Edén murió allí mismo, pues Dios le dijo: “El día que comas del árbol de ciencia del bien y del mal, ese día morirás.”

Y algunas personas miran que en el Génesis dice que luego Adán siguió viviendo y Eva también, y tuvo hijos e hijas y vivió novecientos... ¿cuánto? 930 años, y algunas personas dicen: “Pero Dios dijo que morirían, y miren, no murieron.” Murieron a la Vida eterna, y solamente les quedó vida temporal, vida terrenal que se le acabó a Adán a los 930 años. En la actualidad se les acaba a las personas antes de los cien años a la mayoría, son muy pocos los que pasan de cien años, y con trabajo.

Ahora, toda persona que no se conforma con 20, 30, 40, 50, 60, 70, 80, 90, 100 ó 120 años de vida, porque dicen: “Tan poquito tiempo, ¿cómo puede ser posible que yo haya venido a existencia y sé que soy un ser humano, estoy consciente; y ahora, que todo sea un corto tiempo de vida y se acabó todo? No, no puede ser eso posible. Dios no puede haber creado al ser humano para que viva un corto tiempo y se le acabe la vida, y luego no haya nada más para el ser humano. Tiene que encontrarse una forma en que el ser humano pueda vivir eternamente.” Claro que sí, la forma es Jesucristo, dice:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Por lo tanto, el secreto de nuestra existencia en el planeta Tierra es para que hagamos contacto con Cristo la Vida eterna, lo recibamos como nuestro Salvador, lavemos nuestros pecados en Su Sangre y seamos bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Cristo en y a la Vida eterna. Y luego ya la persona aseguró su futuro en la Vida eterna, y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida, pasó de lo mortal a lo eterno, a la Vida eterna. Así es como se obtiene la salvación y Vida eterna.

Ahora, toda persona que nace en esta Tierra, nace en el reino de las tinieblas; pero toda persona que recibe a Cristo y obtiene el nuevo nacimiento nace en el Reino de Cristo, que es un Reino eterno, con Vida eterna, para todos los pertenecientes a ese Reino.

Por lo tanto, toda persona que recibe a Cristo como su Salvador tiene una meta: la Vida eterna, y por consiguiente su meta es obtener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Pero tiene que comenzar recibiendo a Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtiene el nuevo nacimiento, obtiene esa transformación interior, en donde es sacado del reino de las tinieblas, del mundo, y colocado en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, el Reino de Luz, del cual Cristo es la Luz.

Y luego recibirá la parte física, que es la Adopción, la Redención del cuerpo, que es nuestra transformación para nosotros los que vivimos, y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados cuando Cristo complete Su Iglesia.

Lo que ha detenido la resurrección y la transformación de los vivos en Cristo, es que hasta que Cristo complete Su Iglesia puede salir del Trono de Intercesión en el Cielo para tomar el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, y abrirlo en el Cielo y reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre, reclamar todo lo que le pertenece, reclamar a todos los creyentes en Él que han partido, resucitarlos en cuerpos eternos y glorificados, y reclamar los vivos en Cristo, transformarnos, y entonces todos ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Y ése es nuestro puerto de llegada: nuestra transformación para ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, ése es nuestro puerto de llegada como individuos en cuanto al cuerpo angelical y cuerpo físico glorificado.

En cuanto a Reino, nuestra meta es el Reino de Cristo, entrar al Reino de Cristo, entramos al Reino de Cristo en el campo espiritual, en la fase espiritual, al recibir a Cristo como nuestro Salvador, ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y luego la parte o fase física es que estaremos con Cristo en Su Reino físico literal, el Reino Milenial.

Y ahí estaremos con el cuerpo físico glorificado, porque será un Reino físico en donde Cristo será el Rey del pueblo hebreo y el Rey de toda la humanidad, el Rey del planeta Tierra completo porque Cristo teniendo cuatro títulos: Hijo de Dios, Hijo de David, Hijo de Abraham e Hijo del Hombre, bajo esos cuatro títulos Él es heredero.

Por ejemplo como Hijo de David, Él es el heredero al Trono de David, y por consiguiente al Reino de David, el Reino sobre el pueblo hebreo.

Como Hijo de Abraham, Él es el heredero a todo el territorio y toda promesa dada por Dios a Abraham, para Abraham y su descendencia.

Como Hijo del Hombre, Él es el heredero del planeta Tierra con todo lo que tiene y con todo lo que tendrá en el futuro. Hijo del Hombre es título, el título de Profeta.

Y como Hijo de Dios, Él es el heredero de los Cielos y de la Tierra, o sea de toda la creación, porque Él es el heredero de toda la Creación, porque por medio de Él Dios creó todas las cosas, ¿y para quién? Para Él. Él es el heredero de todo, y nosotros somos coherederos con Él. Como la esposa es coheredera con el esposo, la Iglesia de Jesucristo es coheredera con Cristo nuestro Salvador. A todo lo que Cristo es heredero, lo es también la Iglesia y por consiguiente cada miembro de la Iglesia de Jesucristo.

Él es Rey, nosotros somos Reyes también; él es Sumo Sacerdote, nosotros somos Sacerdotes con Él, pertenecemos al Orden Sacerdotal del Templo Celestial, y pertenecemos al Orden de la Teocracia y de la Monarquía celestial, el Orden de Melquisedec. Y también pertenecemos al Orden Judicial de la Corte Celestial, Cristo es el Juez de los vivos y de los muertos, y Él es el que juzgará a los vivos y a los muertos desde el Trono Blanco de Apocalipsis, capítulo 20; y nosotros somos Jueces con Él.

Por eso dice San Pablo en el capítulo 6 de Primera de Corintios: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo (o sea, a la humanidad) y también a los ángeles?” ¿Por qué? Porque los santos son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, y pertenecen al Orden Judicial Celestial, a la Corte Celestial.

Por eso Melquisedec es Rey de Salem y Sacerdote del Dios Altísimo, Rey de Justicia y Rey de Paz, para impartir justicia y establecer la paz en la Tierra. A todo lo que Cristo es heredero, también nosotros somos coherederos con Él.

Y ahora, nuestro puerto de llegada en cuanto a Reino, es llegar al Reino de Cristo, ya en lo espiritual hemos llegado, pero nos falta llegar en la parte física al glorioso Reino Milenial de Cristo.

Y también nuestra meta es estar con Cristo en la Cena de las Bodas del Cordero, para lo cual Cristo nos transformará y nos llevará con Él en el Rapto, el arrebatamiento de la Iglesia de Jesucristo, nos llevará con Él en cuerpos glorificados a la séptima dimensión, a la Casa de nuestro Padre Celestial, en donde se llevará a cabo la fiesta más grande del Universo completo, la fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero.

Encontramos que cuando en la familia nace una niña o nace un niño, hay fiesta, hay gozo, hay gozo en los padres de ese niño o de esa niña, y también en los hermanitos. Y en cada ocasión en que un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo (dice Cristo), y si son diez, pues hay más gozo, es un gozo multiplicado.

Ahora, si hay gozo cuando nace en el Reino de Cristo un hijo o una hija de Dios, luego así como en los hogares cuando nace un niñito o una niñita hay gozo, luego cuando se casan es en la próxima ocasión en que hay un gozo grande.

Y ahora, en la Cena de las Bodas del Cordero, que es la recepción, vean ustedes, como se lleva a cabo en unas bodas, luego se lleva a cabo la recepción; y la recepción de Cristo con Su Iglesia, es en la Casa de nuestro Padre Celestial, en el Cielo, en la Séptima Dimensión.

Por eso estaremos vestidos de un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado con el cual hemos de pasar todas estas dimensiones hasta llegar a la séptima dimensión, como Cristo cuando ascendió al Cielo en Su cuerpo glorificado, llegó a la séptima dimensión y entró al Templo Celestial, entró y colocó, se colocó a la diestra de Dios y colocó allí Su Sangre de la Expiación por el pecado, para hacer intercesión con Su Sangre por cada persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Toda persona que recibirá a Cristo como su Salvador, y obtendrá el nuevo nacimiento y entrará al Reino de Cristo, está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Por lo tanto, Dios conoce quiénes serán los que recibirán a Cristo como su Salvador, y no habrá ni uno menos y tampoco ni uno más.

Cuando Cristo complete en Su Iglesia ese número escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo, se habrá completado la descendencia de Dios, la familia de Dios, los hijos e hijas de Dios; y luego vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y luego el juicio divino sobre todas las naciones.

La causa por la cual no ha caído el juicio divino sobre las naciones es porque todavía hay Sangre en el Trono de Dios en el Propiciatorio, porque Cristo todavía no ha terminado Su Obra de Intercesión como Sumo Sacerdote en el Cielo, en el Templo Celestial. Pero cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión ya no habrá Sangre en el Trono de Dios, en el Trono de Intercesión, por lo tanto el juicio divino vendrá sobre la raza humana.

Pero a nosotros eso no nos va a preocupar ¿por qué? Porque nosotros vamos a ser transformados y vamos a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ésa es nuestra meta, nuestro puerto de llegada: la Séptima Dimensión, la Casa de nuestro Padre Celestial para estar en la gran Cena de las Bodas del Cordero, para lo cual y de lo cual fue dicho en Apocalipsis, capítulo 19 las siguientes palabras. Capítulo 19, verso 7 en adelante, dice:

Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.”

Es ser una persona bienaventurada la que es llamada a la Cena de las Bodas del Cordero, son llamados por medio del mensaje correspondiente al tiempo que les toca vivir, esas personas están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por lo tanto son bienaventuradas esas personas, y esas personas llegarán al puerto señalado para llegar: la Séptima Dimensión, a la gran Cena de las Bodas del Cordero.

¿Y dónde están esos bienaventurados? Estamos aquí, son todos los creyentes en Cristo de diferentes tiempos, y nosotros los que vivimos en este tiempo final. Nuestro puerto de llegada como dimensión, cuando seamos transformados, será la séptima dimensión, para estar en la Cena de las Bodas del Cordero.

Luego de la Cena de las Bodas del Cordero, luego nuestro puerto de llegada será en la tierra al glorioso Reino Milenial de Cristo.

En cuanto a la parte física nuestra nuestro puerto de llegada será el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Tenemos una meta, tenemos un objetivo, un puerto al cual llegar, y llegaremos a ese puerto establecido por Cristo para llegar, porque Él es el que nos guía, y el que nos escogió desde antes de la fundación del mundo para llegar a ese puerto de llegada, a esa meta, a ese objetivo, es la meta de Él, la cual Él nos ha dado a conocer, y nosotros con gozo vivimos para llegar a esa meta para la cual hemos sido predestinados, elegidos por Dios desde antes de la fundación del mundo.

No es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene Misericordia, por lo tanto la Misericordia de Dios ha sido extendida hacia mí, ¿y hacia quién más? Hacia cada uno de ustedes también. No por ser buenos, sino por ser elegidos por Dios desde antes de la fundación del mundo.

Por lo tanto, nuestro puerto de llegada está establecido por Cristo, y llegaremos a cada puerto establecido por Cristo para nosotros llegar; como edad en el Cuerpo Místico de Cristo, la meta establecida por Cristo en cada edad era que lo escogidos llegaran a su edad, llegaran al Cuerpo Místico de Cristo a la edad que les correspondía vivir.

Y ahora, en el Cuerpo Místico de Cristo como edad, la meta de Cristo para nosotros llegar es la edad de la Piedra Angular. ¿Y cuántos han llegado a esa meta? Todos nosotros.

Por lo tanto, estamos en la etapa, en la edad más gloriosa, es la edad de transformación, es la edad de fe de Rapto, es la edad que tiene la revelación del Séptimo Sello, es la edad donde la Voz de los siete truenos, la Voz de Cristo nos habla todas estas cosas que deben suceder pronto, nos abre todos esos misterios, todas esas Escrituras, todas esas profecías correspondientes a este tiempo final.

Hemos llegado a la meta de la Edad de la Piedra Angular para oír la Voz de Cristo, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así tener la fe, la revelación del Séptimo Sello, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, tener la fe, la revelación, la fe de rapto, la revelación para ser transformados y raptados.

NUESTRO PUERTO DE LLEGADA.”

Por lo tanto, perseveramos hasta que lleguemos a la meta del cuerpo nuevo y eterno; ya hemos llegado a la meta de la etapa de la Edad de la Piedra Angular, como llegó cada creyente correspondiente a cada edad del pasado.

Y ahora, estando en la Edad de la Piedra Angular, estamos esperando nuestra transformación; si alguno se va antes, pues será testigo de la resurrección, estará en un cuerpo angelical, en el cuerpo angelical en la sexta dimensión, pero no podrá subir a la Séptima Dimensión hasta que tenga el cuerpo glorificado.

Cuando el Rvdo. William Branham estuvo en la sexta dimensión, cuando fue de visita allá, él dijo: “Yo quiero ver a Jesús.” Le dijeron: “Ahora no lo puedes ver, Él está más arriba.” Ahora, podemos ver que es en el cuerpo físico glorificado en el cual subiremos más arriba de la sexta dimensión, subiremos a la séptima dimensión.

El Rvdo. William Branham dijo: “Si aquí es tan glorioso, ¿cómo será más arriba? ¿Cómo será en la séptima dimensión?” Por lo tanto, a esa séptima dimensión vamos a llegar cuando tengamos el cuerpo físico glorificado.

Ahora, perseveramos sirviendo a Cristo en Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes en la Etapa de la Edad de la Piedra Angular, que es la Etapa de la Edad de la fe Rapto, es la Etapa de la edad para la transformación de los escogidos de Dios.

Es la Etapa de resurrección también, la Etapa donde van a ser resucitados los muertos en Cristo; pues las otras etapas, no eran ninguna de las edades pasadas etapas de resurrección, pues no resucitaron los muertos en Cristo en las edades pasadas ni fueron transformados los vivos en Cristo, físicamente, solamente espiritualmente.

La Adopción ha sido espiritual desde el Día de Pentecostés en adelante. Pero en nuestra edad, primero es en lo espiritual, la adopción, y luego vendrá la Adopción física también, la única edad, porque es una edad eterna en donde entran a eternidad en el campo espiritual y luego entrarán a eternidad físicamente también.

Sin nosotros los de las edades pasadas no pueden ser perfeccionados, ellos no podían ser transformados sin nosotros; por lo tanto ellos dependen de nosotros, dependen de la Edad de la Piedra Angular y las personas de esa edad, que se complete esa edad. Por eso trabajamos en la Obra de Cristo llevando el Mensaje por todos los lugares, para que Cristo llame y junte los escogidos de este tiempo final con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, juntamente con el Evangelio de la Gracia.

Es la única etapa de la Iglesia donde tienen el Mensaje del Evangelio de la Gracia y el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de la revelación divina de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios, y el Mensaje de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá.

Es la única etapa de la Iglesia, es la única etapa de la Iglesia que tiene ambas lluvias: la Lluvia Temprana de la Enseñanza de la Primera Venida de Cristo, y la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo.

Es la única edad en donde hay un pueblo que viene con Cristo en Su manifestación final con ambas lluvias: Lluvia Tardía y Lluvia Temprana de la Enseñanza correspondiente a este tiempo final.

Y con ambas lluvias llegaremos a la meta de nuestra transformación y arrebatamiento o Rapto, en donde Cristo nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, y veremos a Cristo en Su cuerpo glorificado, así como nos vemos unos a otros en estos cuerpos de carne.

Para verlo tenemos que recibir la clase de cuerpo que Él tiene, así como para vernos nosotros tenemos que tener el cuerpo físico que tenemos en la actualidad.

NUESTRO PUERTO DE LLEGADA.”

En todas las fases o ángulos de nuestro puerto de llegada, hay una bendición grande, es algo maravilloso llegar al puerto señalado para cada escogido arribar, llegar.

Y ahora, hemos arribado al puerto de llegada de la Edad de la Piedra Angular, y estamos muy felices y agradecidos a Cristo por esa edad eterna, la Edad de la Piedra Angular a la cual hemos subido, en donde Él nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, las abre a nosotros y nos prepara para nuestra transformación.

Por lo tanto, le damos gracias a Cristo por nuestro puerto de llegada.

Hemos visto los diferentes ángulos de nuestro puerto de llegada, y todos vamos a llegar; y los que faltan por llegar al Cuerpo Místico de Cristo y están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero también van a llegar, aunque sean de los últimos, pero vean, en una familia no nacen todos a la vez, nacen unos primero y otros después. Y aunque algunos pueden decir: “Es que hay ocasiones en que nacen seis a la vez, y nació toda la familia (después no tienen más).” Pero nació uno primero y otro después y otro más luego.

Y así es en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia de Jesucristo, en donde Cristo se reproduce en hijos e hijas de Dios: unos llegan primero y otros llegan más tarde; y los últimos en llegar son los del grupo de este Día Postrero.

Los del grupo de San Pablo hace casi dos mil años que llegaron; pero Cristo dijo que los primeros serán postreros, y los postreros primero. Así que aunque hayan aparecido primero, no nos llevarán ninguna ventaja; nuestra etapa, la Edad de la Piedra Angular, es la más importante de todas las etapas.

Por lo tanto, la bendición grande ¿dónde estaba? En la Edad de la Piedra Angular, en esta etapa final, Cristo dejó el mejor vino para lo último, y el mejor vino produce el estímulo por la revelación divina de este tiempo final.

Por lo tanto, el mejor vino lo tenemos nosotros, tenemos la revelación de todo lo que ellos tuvieron, más la revelación de lo que ellos no pudieron tener, la revelación del Séptimo Sello, la revelación que nos trae la predicación del Evangelio del Reino, la predicación de la Lluvia Tardía, de la Enseñanza Tardía.

Así que nosotros estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, para llegar a la meta, al puerto de llegada establecido por Cristo para los escogidos de este tiempo final.

NUESTRO PUERTO DE LLEGADA.” Ése ha sido nuestro tema para esta ocasión.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos fortalezca y nos ayude para permanecer en el Cuerpo Místico de Cristo perseverando todos los días de nuestra vida, hasta que lleguemos al puerto de llegada del cuerpo nuevo, el cuerpo glorificado, y ahí se acabarán todos los problemas terrenales.

Para el domingo nuestro tema es (el domingo 21)... es: “NUESTRA META: LA NUEVA JERUSALÉN.” O sea, ése es el puerto de llegada final: la Ciudad eterna, la Ciudad en donde estaremos eternamente luego que termine el Reino Milenial y el juicio final, en donde cada uno de nosotros estaremos en una posición muy importante con Cristo, donde las calles son de oro, y en donde viviremos con Cristo en cuerpos glorificados. Ésa es la Ciudad del Rey con todos Sus hijos, toda Su Familia; y será tan grande esa Ciudad que no hay ciudad como ésa en la actualidad, de lo cual hablaremos el próximo domingo.

Así que oren mucho por mí para que Dios me dé todo lo que debo hablar el domingo próximo, para todos los que estarán presentes y para los que escucharán a través de la conferencia que quedará grabada y también será impresa.

Así que Dios les continúe bendiciendo a todos, y adelante sirviendo a Cristo, bien agarrados de Cristo. “Porque el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.” Así que adelante sirviendo a Cristo y perseverando en Su Reino, en Su Iglesia todos los días de nuestra vida, Él nos ayudará.

Ya falta poco para Cristo completar Su Iglesia, todas las cosas se están preparando a nivel mundial para el mundo entrar a la gran tribulación. Pero nosotros nos estamos preparando para ser transformados y ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Así que adelante sirviendo a Cristo con toda vuestra alma, y que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y dejo nuevamente al Rvdo. José Benjamín Pérez para finalizar nuestra parte en esta noche.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

NUESTRO PUERTO DE LLEGADA.”