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| La Familia de la Fe | 2003-09-07 | 1 | San Salvador | San Salvador | SV | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en Gálatas, capítulo 6, verso 10 en adelante, donde dice:
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano.
Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo.
Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne.
Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Tomamos el verso 10 para tomar nuestro tema, donde dice:
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”
“LA FAMILIA DE LA FE.” Ése es nuestro tema para esta ocasión. “LA FAMILIA DE LA FE.”
Esta Familia de la fe es la Iglesia del Señor Jesucristo, es la Familia de la fe cristiana, es la familia de la fe en Cristo; y esta Familia de la fe es una Familia celestial. Las almas de estas personas que forman esta Familia vienen de Dios y estaban en Dios eternamente, esas son las ovejas que el Padre le dio a Jesucristo para que les dé Vida eterna.
Por eso Jesucristo en Su Primera Venida vino a buscar y a salvar lo que se había perdido: esas almas de Dios que cuando llegan a esta Tierra en carne humana escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, y reciben a Cristo como su Salvador, y por consiguiente su fe es colocada en Jesucristo y por consiguiente son la Familia de la fe.
En Efesios, capítulo 2, versos 19 al 22, San Pablo hablando de esta familia de la fe que es la Familia de Dios, la descendencia de Dios, dice:
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios...”
Somos miembros de la Familia de Dios al ser creyentes en Cristo nacidos de nuevo, dice:
“...y miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Somos la Familia de Dios, los descendientes de Dios, los hijos e hijas de Dios, somos la Familia de la fe, de la fe en Cristo.
Esta Familia, vean ustedes, de etapa en etapa, de edad en edad ha recibido un Mensajero enviado de parte de Dios al cual ha venido la revelación divina, y por medio de ese Mensajero el Espíritu Santo se ha manifestado y ha llamado y ha juntado los escogidos correspondientes a cada edad, a cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo; y han sido colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Familia de la fe, la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual como Cuerpo Místico de creyentes es un Templo Espiritual que Cristo está construyendo para morada de Dios en Espíritu Santo en ese Templo.
Y por consiguiente cada persona perteneciente a esa Familia de la fe, perteneciente a ese Templo Espiritual de Dios, como individuo también es un templo espiritual; por consiguiente así como Jesucristo era un Templo Espiritual en el cual moraba Dios, por lo cual Cristo en San Juan, capítulo 2, verso 19, dice:
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?
Mas él hablaba del templo de su cuerpo.”
Y así como Jesús en cuanto a Su cuerpo físico es el templo de Dios, donde Dios habitó y habitará eternamente, ese templo fue levantado luego que murió, y fue sepultado, fue resucitado, y fue glorificado; y ese templo fue lleno de la gloria de Dios, está glorificado y ahí en Jesús habita Dios en toda Su plenitud.
Ahora, nosotros como creyentes en Cristo, como miembros de la Familia de la fe, como individuos, somos también un templo espiritual donde Dios mora por medio de Su Espíritu Santo, así como moró en Jesús.
Y la Iglesia de Jesucristo, compuesta por todos los creyentes en Cristo, por todos los miembros de la Familia de la fe, la Iglesia, es un Templo Espiritual también.
Y así como Moisés construyó un tabernáculo para Dios, y en ese tabernáculo hubo un lugar llamado el lugar santísimo, el cual estaba a la parte Oeste del tabernáculo, allí estaba el arca del pacto, y sobre el arca del pacto está (Nota - Corte de Cinta)... que es la tapa del arca del pacto.
En el propiciatorio estaban dos querubines de oro mirando ambos hacia el centro, hacia el propiciatorio, y en medio de los dos querubines de oro estaba la Columna de Fuego, Dios en la Luz de la Shekinah.
Era en ese propiciatorio donde el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año, entraba con una vasija llena de sangre (de la sangre del macho cabrío de la expiación) y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, eso nos habla de las siete etapas o siete edades de la Iglesia.
Y luego terminaba sus labores en ese día muy tarde ya (en la tarde), y luego que salía ya de todas las labores que tenía que realizar en ese día, las cuales le tocaba al sumo sacerdote; aun sacrificar el macho cabrío de la expiación, ésa era también una labor exclusiva del sumo sacerdote, no lo podía efectuar ninguna otra persona.
Ese día era el día más grande para el pueblo hebreo, porque era el día en que Dios aceptaba el arrepentimiento de las personas y los perdonaba, y eran cubiertos con la sangre de la expiación, y por consiguiente ya Dios no veía los pecados de las personas, y por consiguiente las personas quedaban reconciliadas con Dios para vivir un año más.
¿Por qué solamente un año más? Porque los animales no son perfectos porque no tiene alma, y por consiguiente la sangre de esos animales tampoco es perfecta; pero son tipo y figura de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, era la sombra.
Pero, vean ustedes, por cuanto era la sombra, el tipo y figura, Dios lo estableció así y lo tenía en cuenta hasta que llegara el Sacrificio perfecto de un hombre perfecto, un hombre que tenía alma; porque los seres humanos son los que tienen alma, los animales no tienen alma.
Por eso es que los animales no aumentan en sabiduría, por eso es que en los animales siguen siendo como siempre han sido. El caballo sigue relinchando y todavía no ha aprendido a hablar, los gallos también y así por el estilo, los monos siguen brincando en los árboles, si hay un árbol, y si ven guineos o plátanos enseguida los toman y se los comen, y maní también; todavía no han inventado un auto.
Y vean, pero los seres humanos inventaron el automóvil, inventaron el avión, inventaron también los cohetes y los satélites, y así por el estilo. ¿Por qué? Por cuanto tienen alma, por consiguiente en ellos hay algo que produce cada día más conocimiento. Las personas de este tiempo tienen más conocimiento que las personas de cien años atrás en cuanto a las cosas naturales, en cuanto a la ciencia.
Y ahora, esto es porque el ser humano tiene alma, por eso cada día es más sabio.
Ahora, encontramos que el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario es lo más grande que Dios ha hecho en favor del ser humano, lo cual fue tipificado en el Antiguo Testamento allá, tanto en el cordero pascual que fue sacrificado en Egipto para la protección y preservación de la vida de los primogénitos hebreos. Por eso Cristo fue como Cordero de Dios sacrificado en la Cruz del Calvario: para la preservación de la Vida eterna de todos los hijos e hijas de Dios que son los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Vean, de estos primogénitos nos habló San Pablo en Hebreos, capítulo 12, verso 22 en adelante cuando dice:
“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”
Ahora, hemos visto que nos hemos acercado al Monte de Sion. El Monte de Sion en el Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo, la Familia de la fe. “A la Jerusalén celestial,” eso es la Iglesia del Señor Jesucristo, la Jerusalén Celestial, y dice: “A la congregación de los primogénitos inscritos en los cielos,” porque esos primogénitos están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y esos son los miembros de la Familia de la fe, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, así como murió un cordero pascual por cada primogénito en cada familia hebrea en la víspera de la pascua, antes de la noche de la pascua, así nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificado en la Cruz del Calvario, para la preservación de la Vida eterna de todos los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Vean, también en Levítico, capítulo 23 lo del cordero, Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7, nos habla que Cristo es nuestra pascua, y en el Éxodo 12, capítulo 12 nos habla del cordero pascual allá sacrificado en Egipto. Pero ahora en Levítico 23, versos 26 en adelante está lo del macho cabrío de la expiación, dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Este día de la expiación el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo del templo, del tabernáculo, y luego del templo que construyó el rey Salomón, entraba con una vasija llena de la sangre del macho cabrío que había sido sacrificado, y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, que era la tapa del arca del pacto. El arca del pacto con el propiciatorio estaban dentro del lugar santísimo.
Ahora, todo esto: el macho cabrío de la expiación, es tipo y figura de Jesucristo nuestro Salvador siendo sacrificado aquí en la Tierra, y luego Él ascendiendo al Cielo; y siendo también Cristo el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, ascendió al Cielo y llevó Su propia Sangre al Trono de Dios sobre el propiciatorio, que es el Trono de Dios, la colocó.
Y Él ha estado haciendo intercesión como Sumo Sacerdote en el Cielo del Templo Celestial. Vean, no fue al templo terrenal que estaba en Jerusalén, el cual había construido el rey Herodes, sino que fue, ascendió al Templo Celestial, porque Jesucristo siendo Melquisedec, el Sacerdote del Dios Altísimo, Él es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial; y a ese Templo Él ascendió y entró al Lugar Santísimo, y colocó sobre el propiciatorio, que es el Trono de Dios, colocó Su propia Sangre.
Y ahí ha permanecido Cristo como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre por toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, porque esas personas son los Primogénitos de Dios del Cielo, escritos en el Libro de la Vida del Cordero, esos son los hijos e hijas de Dios, ésas son las almas de Dios, esas personas son los escogidos de Dios, y forman la Familia de la fe, de la fe cristiana, de la fe en Cristo.
Por eso es que Cristo ha ordenado predicar el Evangelio: para que así todas las personas puedan escuchar la predicación de las buenas nuevas del Evangelio de Cristo, y puedan saber que Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario, llevando nuestros pecados, para que nosotros podamos vivir eternamente.
Por lo cual toda persona al escuchar la predicación del Evangelio, si está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, su alma es llamada, es despertada. Dice en Efesios, capítulo 5, verso 14:
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
La raza humana cuando pecó, allá cuando Adán y Eva pecaron, la raza humana representada en Adán y en Eva, murieron; pero las personas leyendo en el Génesis ven que Adán y Eva continuaron viviendo, y Adán vivió 930 años.
Pero, ¿Dios no había dicho: “El día que comas del árbol de ciencia del bien y del mal, ese día morirás?” Adán murió, pero vemos que continuó viviendo, y vivió 930 años, pero murió.
¿Cómo podemos entender eso? Adán murió a la Vida eterna, y solamente le quedó vida temporal que le duró 930 años, pero a la Vida eterna murieron Adán y Eva.
Ahora, para el ser humano volver a vivir a y en la Vida eterna necesita nacer de nuevo, porque la vida que recibimos cuando hemos nacido a través de nuestros padres terrenales es una vida temporal; por medio del nacimiento físico es que nacemos a la vida, pero es una vida temporal que se acaba, se va gastando.
El ser humano en su cuerpo tiene cuatro rayos de luz, y cada cierto tiempo va apagándose un rayo de luz; por ejemplo: de 25 a 35 años se apaga un rayo de luz, y así por el estilo a medida que va pasando el tiempo hay un lapso de tiempo de cierta cantidad de años que se va apagando otro rayo de luz, y luego le quedan menos rayos de luz al ser humano.
Y después de los 65 años se le apaga el tercer rayo de luz y se queda con un rayo de luz; por eso de los 65 años en adelante la vida es más difícil para las personas, ya ni en los trabajos lo quieren recibir cuando van a buscar trabajo, y ya para esa edad a la mayoría los han jubilado y ya están recibiendo la pensión, si trabajó la cantidad de años que tenía que trabajar en el lugar que trabajaba, de gobierno o en algún lugar donde tenían derecho a pensión.
Ahora, encontramos que el ser humano en su alma ha tenido sed, sed de Dios, del Dios Vivo, que es la Vida eterna, para que le dé Vida eterna.
Y esta Vida eterna es la que Dios le da al ser humano que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y recibe a Cristo como su Salvador, y Cristo lo perdona, Cristo lo limpia con Su Sangre preciosa, y el ministro bautiza a la persona en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y Cristo bautiza a la persona creyente, lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace a una nueva Vida que es eterna; aunque continúa con la vida física, que es temporal, pero ya recibió Vida eterna acá en su alma, y ha recibido un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, un cuerpo igual al cuerpo angelical de Jesucristo llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto.
Por lo tanto, todos los creyentes en Cristo que son la Familia de la fe, obtienen ese nuevo nacimiento cada uno como individuo, y ese nacimiento es del Cielo. Por lo tanto, ha sido confirmada esa persona en el Cielo con Vida eterna, ha nacido en el Cielo un hijo o una hija de Dios, un miembro de la Familia de la fe cristiana, un miembro de la Familia de la fe en Cristo, un miembro de la Familia de Dios.
Y ahora, encontramos que esta Familia de Dios es descendiente ¿de quién? De Dios, así como la familia de ustedes son sus hijos, esos son sus descendientes; y los descendientes de Dios son los hijos e hijas de Dios, que son los creyentes en Jesucristo nuestro Salvador, y ellos forman la Familia de Dios.
Por eso siendo parte de la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, somos descendientes de Dios, hijos e hijas de Dios, y ya hemos confirmado nuestro lugar en la Vida eterna recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, el cual nos ha impartido la nueva vida, que es la Vida eterna.
Pero el cuerpo físico todavía no ha recibido Vida eterna, el cuerpo físico que tenemos todavía sigue siendo mortal, corruptible, temporal, por eso se va poniendo más viejo a medida que le pasan los años.
Pero eso no es ningún problema, así como nos ha dado un cuerpo espiritual angelical al recibirlo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre, Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, y nos ha dado un cuerpo espiritual angelical.
Ya tenemos Vida eterna en y con ese cuerpo angelical, el cual es eterno; y pronto nos va a dar Vida eterna física cuando Él transforme nuestros cuerpos, y entonces tendremos un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Y entonces toda la Familia de la fe, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo de las edades pasadas, resucitarán en cuerpos glorificados y nosotros los que vivimos seremos transformados, y entonces toda la Familia de la fe estará glorificada, porque esa Familia de la fe es la Casa de Dios, y Dios ha dicho que Él glorificará Su Casa. Isaías, capítulo 60, verso 7, dice al final de este verso, dice:
“...y glorificaré la casa de mi gloria.”
Siendo que somos parte de esa Casa Espiritual, tenemos la promesa de ser glorificados, y la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes será también glorificada; por lo tanto, es un privilegio y bendición grande pertenecer a la Familia de la fe, a la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.
¿Cómo hemos entrado? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, y pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, afligidos acá en nuestra alma por haber pecado contra Dios, Cristo nos ha perdonado, Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, hemos sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y hemos obtenido el nuevo nacimiento, hemos nacido del Agua y del Espíritu, hemos nacido a y con Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
En San Juan, capítulo 3 Cristo hablando con Nicodemo, le explicó esto del nuevo nacimiento. Dice capítulo 3 de San Juan:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”
Y ahora, queda establecido por Cristo que para entrar al Reino de Dios la persona tiene que nacer de nuevo. No puede entrar ninguna persona al Reino de Dios si no nace de nuevo, como ninguna persona puede entrar a esta dimensión terrenal como un ser humano, a menos que nazca a través de sus padres terrenales, esa es la forma para entrar a esta dimensión terrenal y ser un ser humano.
Y para entrar al Reino de Dios y ser un miembro de la Familia de la fe, un miembro de la Iglesia de Jesucristo, la persona tiene que nacer de nuevo del Agua y del Espíritu.
Y ahora, siendo que es un requisito, nadie puede decir: “Yo voy a entrar al Reino de Dios sin nacer de nuevo.” No puede ser. Ahora, en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16 Cristo ya resucitado, ya Cristo glorificado, dice:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Es un asunto de fe: de creer y ser salvo, o de no creer y ser condenado y ser echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte, donde dejarán de existir.
Pero los creyentes, ellos reciben a Cristo como su Salvador personal, son lavados sus pecados en la Sangre de Cristo y quedan limpios de todo pecado, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, y así han nacido del Agua y del Espíritu en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Reino de Dios, que está en una esfera espiritual, y por consiguiente vienen a ser parte de la Familia de la fe, que es la Familia de Dios, los creyentes en Cristo como nuestro Salvador.
En el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12, Pedro dice:
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
En ningún otro hay salvación, en ninguna otra persona, solamente en Jesucristo. No hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, por lo tanto la salvación pertenece al Señor Jesucristo.
Toda persona que desea la salvación de su alma, desea vivir eternamente con Cristo en Su Reino, necesita recibir a Cristo como su Salvador personal y ser bautizado en agua en Su Nombre. En el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante, San Pedro predicando dice:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Por eso es que llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas creyeron el Mensaje de San Pedro que les hablaba de Cristo, creyeron, le recibieron a Cristo como su Salvador y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y fueron añadidos a la Iglesia de Jesucristo como tres mil personas.
Hemos visto que se requiere la predicación del Evangelio, porque la fe viene por el oír, por el oír la Palabra de Dios.
Y al oír la Palabra de Dios, la cual pasa del oído al alma, la persona es despertada, llamada acá en el alma, y es despertada y la persona recibe ahí la Palabra y manifiesta fe, fe en Jesucristo, lo recibe como su Salvador personal, es bautizado en agua en el nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo, ha nacido en la Familia de Dios, en la Familia de la fe.
Por lo tanto, esa persona es un ser celestial, esa persona ha nacido del Cielo, y por cuanto el nuevo nacimiento no es algo terrenal; el nacimiento natural que obtuvimos de nuestros padres es algo terrenal, pero el nuevo nacimiento es del Cielo, es celestial, por consiguiente esa persona no nació de la Tierra, nació del Cielo, es un ser con vida celestial, que es la Vida eterna.
En Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21 San Pablo dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos.”
¿Ven? Porque hemos nacido del Cielo, nuestra ciudadanía ¿está dónde? En los Cielos. Pero tenemos también una ciudadanía terrenal del país donde hemos nacido, y la usaremos todo el tiempo que tengamos este cuerpo terrenal.
Pero tenemos una ciudadanía del Cielo, celestial, porque hemos nacido del Cielo al nacer de nuevo, al recibir a Cristo como nuestro Salvador; ésa es la ciudadanía que tiene valor, la otra es temporal, tiene valor pero es temporal, pero la que tiene valor eterno es la celestial.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”
O sea, transformará este cuerpo de carne que tenemos, lo va a transformar; y al transformarnos vamos a tener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
“...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”
¿Ven? Para que sea semejante a Su cuerpo físico glorificado, y entonces tendremos no solamente la imagen, porque la imagen es el cuerpo angelical, pero la semejanza es el cuerpo físico glorificado de Jesucristo, esa misma clase de cuerpo glorificado hemos nosotros de tener, y es un cuerpo eterno.
Hay tres clases de cuerpos: cuerpo espiritual (el cuerpo de los espíritus que se parece a nuestro cuerpo físico pero que es un cuerpo de otra dimensión); el segundo cuerpo es el cuerpo de carne (el que tenemos nosotros que estamos vivos en esta dimensión terrenal y el que tuvieron los que ya murieron); y el tercer cuerpo es el cuerpo glorificado, el cual es eterno.
El de carne es temporal, el cuerpo glorificado es eterno, y todos los miembros de la Familia de la fe en Cristo, todos los miembros de la Familia de Dios vamos a tener un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, ese cuerpo lo voy a tener yo, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, ¿y quién más va a tener esa clase de cuerpo? Ustedes también, ¿por qué? Porque somos miembros de la Familia de la fe, de la fe en Jesucristo nuestro Salvador.
Vean lo que nos dice el Apóstol San Pablo en Gálatas, capítulo 3, dice San Pablo hablando en el capítulo 3 de Gálatas, verso 6 en adelante, dice:
“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”
Y luego en el mismo capítulo 3, verso 26 en adelante, dice (26 al 29 de Gálatas, capítulo 3, verso 26 al 29, dice):
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”
Luego en el capítulo 4, verso 6, dice:
“Y por cuanto sois hijos (o sea, ¿hijos de quién? De Dios)... Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo (o sea, el Espíritu Santo), el cual clama: ¡Abba, Padre!”
Recuerden que “Abba” significa “Padre.” Por eso dice: “Abba, Padre.”
“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”
Somos herederos de Dios como hijos e hijas de Dios por medio de Jesucristo, porque Cristo es el heredero de toda la Creación, y nosotros somos coherederos con Jesucristo nuestro Salvador, porque somos miembros de la Familia de la fe, que es la Familia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, hemos visto cómo es que nacen los miembros de la Familia de la fe, los miembros de la Familia de Dios en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.
A medida que se predica el Evangelio de Cristo en todas las naciones, Dios envía de etapa en etapa Sus Mensajeros con la revelación divina para cada tiempo, y por medio de esos Mensajeros Dios llama y junta a Sus escogidos en cada tiempo, en cada etapa, en cada edad de la Iglesia, y son colocados en la Familia de la fe.
Esas personas escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, y reciben a Cristo como su Salvador, porque la fe viene por el oír; y arrepentidos de sus pecados piden perdón a Cristo por sus pecados, Cristo los perdona, Cristo los limpia con Su Sangre preciosa, y son bautizados por el ministro en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y esa persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu en la Familia de la fe, en la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Como los granos de trigo nacen en la planta de trigo, esos granos de trigo en la planta de trigo son el producto del grano de trigo que fue sembrado en tierra, y se reproduce en la planta de trigo, se reproduce en muchos granos de trigo.
Y Cristo en Su Iglesia que es la planta de trigo, se reproduce en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios, que son los descendientes de Dios, que son los hijos e hijas de Dios, son la Familia de la fe, los cuales perseveran en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, porque la Iglesia de Jesucristo es la Familia de la fe.
Y ahora, ¿cuántos han nacido en la Familia de la fe? Todos nosotros.
Si alguno todavía no ha nacido en la Familia de la fe, puede nacer en la Familia de la fe recibiendo a Cristo como su Salvador personal, siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y obtendrá así el nuevo nacimiento, nacerá en el Reino de Cristo como un miembro de la Familia de la fe, de la fe cristiana, de la fe en Jesucristo nuestro Salvador.
Y será una nueva criatura, será una persona perteneciente a la Familia de Dios, a la Casa de Dios, una persona perteneciente a una nueva vida, la Vida eterna, la cual perdió Adán y Eva, pero que ahora Cristo está otorgando la Vida eterna a todas las personas que lo reciben como su Salvador personal.
Desde el Día de Pentecostés en adelante la Vida eterna ha estado siendo otorgada a todas las personas que han estado recibiendo a Cristo como su Salvador personal, y por consiguiente han estado comiendo así del Árbol de la Vida, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, toda persona que se encuentra presente o que a través de esta conferencia grabada en video, escucha, o que lea esta conferencia en algún folleto, y no ha recibido a Cristo como su Salvador, puede hacerlo en estos momentos levantando su mano, y estaré orando por usted para que Cristo le reciba, Cristo le perdone, le limpie con Su Sangre preciosa y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtenga el nuevo nacimiento, y así nazca en la Familia de la fe, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, nazca a la Vida eterna y así tenga asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por eso se predica el Evangelio de Cristo a todo ser humano: para que todo ser humano tenga la oportunidad de creer, porque la fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, y pueda la persona recibir a Cristo como su Salvador, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir de parte de Cristo el Espíritu de Cristo y obtener así el nuevo nacimiento.
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
También en San Juan, capítulo 3 Cristo dice, del verso 14 en adelante:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
El que no cree ya ha sido condenado, está bajo condenación; el que cree no es condenado, sino que es perdonado, limpiado con la Sangre de Cristo, bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y por consiguiente ha obtenido la salvación de su alma para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por lo tanto, en esta ocasión toda persona que quiere que Cristo perdone sus pecados y lo limpie con Su Sangre de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para que Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtenga el nuevo nacimiento, y nazca así en la Familia de Dios y sea parte de la Familia de la fe, puede levantar su mano.
Si nunca ha recibido a Cristo como su Salvador puede levantar su mano y oraré por usted en esta ocasión, y Cristo lo perdonará, lo limpiará con Su Sangre preciosa de todo pecado, y será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y obtendrá el nuevo nacimiento y entrará al Reino de Dios con Vida eterna, y así entrará a la Vida eterna.
Pueden levantar sus manos todos los que desean recibir a Cristo como su Salvador en esta ocasión, para orar por ustedes en esta ocasión, pueden también pasar al frente, estaré orando por todos ustedes, para que Cristo tenga Misericordia de ustedes, les perdone y les limpie con Su Sangre preciosa.
Todos vimos lo sencillo que Cristo ha hecho Su Programa de entrar, nacer, en la Familia de la fe, la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y está al alcance de toda persona, para que toda persona pueda nacer en la Familia de la fe, pueda nacer en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Reino de Dios en su fase espiritual.
Todavía siguen pasando más personas, por lo cual esperaremos algunos minutos en lo que pasan todos, para orar por todos en esta ocasión.
Dios tiene muchos hijos e hijas en esta nación, y por consiguiente el llamado de Cristo es directamente al alma de las personas para que despierten a la Vida eterna, para que despierten como hijos e hijas de Dios a la Vida eterna, recibiendo a Cristo como su Salvador personal para que Cristo les imparta Vida eterna.
El que no nazca de nuevo no puede entrar al Reino de Dios; pero el que nace de nuevo sí entra al Reino de Dios, nace como un hijo o una hija de Dios en el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo, que es la Familia de la fe, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Todavía continúan pasando más personas, porque hay más personas que desean nacer en la Familia de la fe, desean nacer en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, desean entrar al Reino de Dios con y a la Vida eterna, porque desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.
También los que ya hemos recibido a Cristo deseábamos nacer en el Reino de Cristo, deseábamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino; por eso lo recibimos como nuestro Salvador y Él ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, hemos nacido en la Familia de la fe, de la fe en Jesucristo.
Todavía continúan pasando más personas, por eso todavía estamos esperando unos momentitos en lo que pasan todas las personas que desean nacer en la Familia de la fe, que desean nacer en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, que es un Reino eterno; y el Rey de ese Reino se llama: “Señor Jesucristo.” Y Él es nuestro Salvador, el cual nos saca del reino de las tinieblas y nos coloca en Su Reino con Vida eterna.
Todavía siguen pasando más personas. También los niños de doce años en adelante, pueden recibir a Cristo como su Salvador, pueden pasar al frente para recibir a Cristo como su Salvador personal.
Y también las personas que en alguna ocasión sirvieron a Cristo pero se descarriaron y se apartaron de Cristo, pueden en esta ocasión ser reconciliados con Cristo, y pedirle perdón a Cristo por haberse apartado de Cristo, y ser restaurados a la Familia de la fe, ser restaurados a la Familia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Todavía continúan pasando más personas, por lo cual todavía necesitamos esperar unos momentitos, es que Dios tiene muchos hijos e hijas en la República del Salvador, y eso es una bendición para esta República: que Dios tenga muchos hijos e hijas, los cuales recibirían a Cristo en este tiempo final y nacerían en la Familia de la fe, en la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Todavía continúan pasando más personas, porque más personas desean nacer en la Familia de Dios, la Familia de la fe, la Iglesia del Señor Jesucristo.
En la Familia de la fe se nace a la Vida eterna, y así la persona asegura su futuro eterno en la Vida eterna con Jesucristo nuestro Salvador. Él es el único que le puede asegurar a usted su futuro eterno con Vida eterna, ninguna otra persona le puede asegurar a usted su futuro eterno, solamente hay uno, y se llama: “Nuestro amado Señor Jesucristo.”
Todavía continúan pasando más personas, vamos a esperar que pasen las últimas personas para ya orar por todos ustedes la oración de la fe en Jesucristo nuestro Salvador, la oración en donde confesamos a Cristo públicamente como nuestro Salvador.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” Por lo tanto, Cristo confesará delante de nuestro Padre Celestial a todo aquél que le confiesa en esta Tierra públicamente delante de los hombres, delante de los seres humanos.
Como se hace en una boda: que se le pide la confesión a la novia y al novio cuando se le pregunta: “¿Amas a este hombre?” Se le pregunta a la novia, ella dice: “Si señor.” Luego se le pregunta: “¿Recibes a este hombre por tu esposo?” ella dice: “Si señor.” Está haciendo una confesión pública de que ama a ese hombre y que lo recibe como su esposo.
Y así también cuando se da la oportunidad a toda persona que recibe a Cristo, la persona está recibiendo a Cristo como su Salvador y le está expresando su amor a Cristo, para ser unido con Cristo y ser colocado en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Y cuando se le pregunta al hombre: “¿Amas a esta mujer?” El hombre dice, el novio dice: “Si señor, yo la amo.” – “¿La recibes como tu esposa?” El hombre dice: “Si señor, yo la recibo como mi esposa.”
Cristo así dirá delante de nuestro Padre Celestial, Él nos recibe a nosotros como parte Suya y venimos a ser uno con Jesucristo nuestro Salvador, y nos imparte Su Vida eterna a nosotros, y así venimos a formar parte de la Familia de la fe, que es la Iglesia Novia del Señor Jesucristo, la cual Cristo recibe como Su esposa y da testimonio en el Cielo de que nos ama y que nos recibe como Su Iglesia, Su esposa Celestial.
Todavía siguen pasando más personas para recibir a Cristo públicamente como su Salvador personal, para venir a formar parte de la Familia de Dios, la Familia de la fe.
Vamos a dar unos segundos ya para que los últimos pasen inmediatamente, y ya estaremos orando por todas las personas que ya han pasado.
Todavía vienen más personas que han de recibir a Cristo como su Salvador para venir a formar parte de la Familia de la fe, la Familia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.
¿Falta alguna otra persona a la cual Dios le ha hablado en su alma, a su alma, lo ha llamado en esta ocasión? Pase inmediatamente para que sea incluido o incluida en la oración que estaremos haciendo por todos los que han pasado al frente.
Dios ha estado hablando directamente al alma de todos los que aquí estamos presentes:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Por lo tanto, es necesario que la persona crea y haga una confesión pública de su fe en Cristo, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Como bautizaban los Apóstoles a todos los que recibían a Cristo como su Salvador personal, porque el Nombre “Señor Jesucristo,” es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, por eso bautizaban así los Apóstoles a todos los que recibían a Cristo como su Salvador personal.
Si falta alguno más pase inmediatamente y estaré orando por usted. Ya vamos a hacer la oración de confesión, profesión, pública de la fe en Cristo.
Vamos a inclinar nuestros rostros y repitan conmigo esta oración:
Reconozco que el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, reconozco (pueden repetir esta oración)... reconozco que el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario fue por mí, reconozco que la Sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado, por consiguiente yo he creído en Jesucristo como mi Salvador, lo recibo en estos momentos (a Jesucristo) como mi Salvador.
Señor Jesucristo, yo Te recibo como mi Salvador, Te ruego perdones mis pecados, Te ruego me limpies con Tu Sangre preciosa de todo pecado.
Y Señor, yo seré bautizado en agua en el Nombre Tuyo conforme a Tu orden divina; y Señor, Te pido que Tú me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego de ser bautizado en agua en Tu Nombre, y Te ruego Señor, produzcas así el nuevo nacimiento en mi vida, produzcas el nacimiento a la Vida eterna y así me coloques en Tu Reino.
Proclamo que la Sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
La Sangre del Señor Jesucristo les ha limpiado de todo pecado, Cristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Por lo tanto, podemos proclamar:
La Sangre de Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado.
Y ahora, he de orar por todos ustedes (no tienen que repetir esta oración). Inclinemos nuestros rostros:
Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre. Dios Eterno, ante Tu presencia traigo todas estas personas que han recibido a Jesucristo como su Salvador personal.
Te ruego ¡Oh Dios Eterno! Tú les recibas, y Te ruego Dios Eterno, que cuando sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Tú les bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en ellos el nuevo nacimiento y nazcan así en Tu Reino, el Reino de Jesucristo, que es la Familia de la fe, que es la Familia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, y ahí nazcan, Señor, con Vida eterna y a la Vida eterna, y ayúdales Señor todos los días de su vida.
En Tus manos los encomiendo y Te doy gracias por ellos. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, así como los que creyeron el Día de Pentecostés fueron bautizados en agua, y el eunuco, al cual le predicó Felipe, cuando vio un lugar con agua dijo: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Porque Cristo había dicho: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Por lo tanto, luego de la persona creer (que es el primer paso) al escuchar la predicación del Evangelio, el próximo paso es ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ustedes me preguntarán: “¿Y cuándo me pueden bautizar? ¿Cuándo puedo ser bautizado? Porque yo quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para cumplir el mandamiento del Señor.”
Si crees con toda tu alma, con todo tu corazón, bien puedes. Y ustedes han creído con todo vuestro corazón, por lo tanto bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo ¿cuándo? Hoy mismo.
Aquí hay agua como ustedes han visto, y nada impide que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque ustedes han creído de todo corazón en Jesucristo como vuestro Salvador.
Vamos a pedirle al Rvdo. Roberto Atilio, pase y les indique cómo hacer para ser bautizados en agua inmediatamente.
¿Hay agua? Aquí hay agua, hay ropa también. ¿Hay ropa? Ropa para que no se les moje la ropa que tienen, se puedan cambiar de ropa, puedan ser bautizados y luego colocarse nuevamente la ropa de ustedes.
Dejo al Rvdo. Roberto Atilio para que les indique en qué lugar están las ropas bautismales y el lugar para cambiarse de ropas para que puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios me los bendiga y me los guarde, y que les ayude todos los días de vuestra vida; y nos veremos en el nuevo cuerpo, cuando Él nos dé el nuevo cuerpo y nos veremos eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Con nosotros el ministro de esta congregación.
“LA FAMILIA DE LA FE.”