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Clamando por Salvación 2003-09-05 1 Ciudad de Guatemala Guatemala GT 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión, leemos el pasaje de San Mateo, capítulo 8, versos 23 al 27, en donde los discípulos del Señor Jesucristo van en su barca y surge una tempestad, dice:

Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.

Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.

Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!

El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “CLAMANDO POR SALVACIÓN.”

En este pasaje, los discípulos del Señor Jesucristo van en su barca y Jesús va con ellos, y Jesús va descansando, va durmiendo y una tempestad muy grande se levantó en el mar, y los discípulos estaban muy temerosos, porque era tan grande la tempestad que se veía que iba destruir la embarcación y se iba a hundir e iban a perecer todos; y clamaron a Cristo: “¡Señor, sálvanos que perecemos!”

Y ahora, todo ser humano que vive en este planeta Tierra pasa por la misma situación cuando viene a este planeta Tierra. Pero ellos clamaron y Cristo los salvó.

Todo ser humano que viene a este planeta Tierra a vivir, el cual es alma viviente, viene a vivir en un cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal y recibe un espíritu del mundo que lo inclina hacia el mal. Y por consiguiente esa persona al nacer en esta Tierra ha nacido en medio de una raza que pecó contra Dios allá cuando Adán y Eva pecaron contra Dios, y por consiguiente Adán y Eva murieron a la Vida eterna.

Ellos no podían continuar viviendo eternamente en sus cuerpos físicos, por eso les quedó solamente vida temporal; a Adán le duró 930 años, pues a los 930 años murió; y en cuanto a Eva, no se menciona la edad que tenía cuando murió, porque murieron a la Vida eterna primero; y el que muere a la Vida eterna solamente le queda vida temporal, una vida muy corta.

Ahora, encontramos que al venir a este planeta Tierra, hemos llegado a un mundo que está en tinieblas y sombra de muerte, así está la humanidad; porque la humanidad cuando Adán y Eva pecaron, pecó la humanidad en Adán y Eva; pues en Adán y Eva estaban representados todos los seres humanos. Como en un grano de trigo están representados todos los granos de trigo que van a nacer a través de la planta de trigo, la cual va nacer por medio de ese grano de trigo al ser sembrado en tierra.

Y ahora, la raza humana al pecar en el Huerto del Edén: Adán y Eva, murió a la Vida eterna, por lo tanto la humanidad es un conglomerado de muertos, muertos a la Vida eterna. Pero Jesucristo, así como resucitó a Lázaro de entre los muertos, Él llama a todas aquellas personas que están escritas en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, los cuales son las ovejas que el Padre le dio para buscarlas y darles Vida eterna.

En San Lucas, capítulo 19, verso 10, dice Cristo (verso 9 al 10):

Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Para eso fue la Primera Venida de Cristo: vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, y lo que se había perdido son las ovejas del Padre, los hijos e hijas de Dios. En San Mateo también, capítulo 18, nos habla de esto mismo, el mismo Cristo cuando dice... capítulo 18, verso 11 al 14 de San Mateo:

Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?

Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.

Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”

No es la voluntad de Dios que se pierdan las ovejas del Padre, por lo cual el Padre las dio a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna.

En San Juan, San Juan, capítulo 11, dice Caifás, hablando acerca de Cristo, condenando a Cristo, dice en el capítulo 11 de San Juan, verso 49 en adelante, estando allá en el concilio del sanedrín juzgando a Cristo dice... o para condenar a Cristo, para que lo busquen y lo juzguen y lo condenen a muerte, dice:

Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;

ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”

Y ahora, Cristo murió no solamente por el pueblo hebreo, por la nación hebrea, sino para congregar en uno a todos los hijos de Dios que estaban dispersos por el mundo entero, los cuales aparecerían cada uno en el tiempo en que Dios los enviaría a este planeta Tierra en cuerpos mortales, corruptibles y temporales, en donde también recibirían un espíritu del mundo y estarían aquí en este planeta Tierra perdidos; porque este planeta Tierra está bajo el dominio del maligno. Cristo hablando del maligno dice en San Juan, capítulo 12, verso 31:

Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”

¿Quién es el príncipe de este mundo? El diablo. Y dice:

Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”

Cuando el diablo por medio de la serpiente engañó a Eva y Eva pecó y luego pecó Adán, encontramos que Adán perdió la Vida eterna y también Eva, y el diablo se apoderó de este planeta Tierra, de la herencia que Dios le había dado a Su hijo Adán. Y el diablo ha estado controlando a la humanidad y ha tenido a la humanidad engañada.

Por lo tanto, toda persona que nace en este planeta Tierra, nace en una dimensión terrenal que está controlada por el diablo, y por consiguiente la humanidad, este planeta Tierra, este mundo y los sistemas de este mundo están controlados por el maligno, y están bajo el poder de las tinieblas, bajo el poder del reino de las tinieblas que es el reino del maligno, el reino del diablo. Así como el pueblo hebreo estuvo como esclavos, esclavo allá en Egipto, en donde vivió el pueblo hebreo y fue esclavizado por cuatrocientos años; como Dios le dijo a Abraham en el capítulo 15, verso 12 al 19, que sería con la simiente o descendencia de Abraham. En cada momento en que nacía un hebreo allá en Egipto nacía un esclavo del reino del faraón, por consiguiente nacía un esclavo del faraón.

Y en este planeta Tierra cuando nace un bebé, ha nacido un esclavo en el reino del maligno, el reino de las tinieblas. Pero así como luego Dios libertó al pueblo hebreo por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová manifestado en el Profeta Moisés, y los sacó libres de la esclavitud en Egipto.

Ahora, Cristo nuestro Salvador, que es el Ángel del Pacto, el mismo que libertó al pueblo hebreo, ha libertado a todos los hijos e hijas de Dios del reino de las tinieblas, del reino del maligno y los ha colocado Cristo en Su Reino. Y cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario llevó a cabo esa Obra de Redención, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna.

La Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario fue la manifestación del Amor de Dios hacia los seres humanos; para que los seres humanos tengan la oportunidad de ser libres del reino de las tinieblas y ser colocados en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, en San Juan, capítulo 13, verso 16, dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Por lo tanto, es un asunto de creer en Jesucristo nuestro Salvador para que nuestra alma no se pierda eternamente, sino para que sea salva, para recibir salvación y vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Y así como clamaron los discípulos en esa embarcación cuando era azotada por esa tempestad, clamaron por salvación: “¡Sálvanos que perecemos!”

Y también en el caso en que Cristo llevó a cabo el milagro de los panes y los peces, y después envió a Sus discípulos en la embarcación de Pedro, los mandó que pasaran al otro lado, y Jesús se quedó orando en el monte, y luego la embarcación, la barca de Pedro estaba siendo azotada durante la noche por una grande tempestad, y Jesús fue caminando sobre el mar, y cuando los discípulos que están bajo esa tempestad lo ven, creen que es un fantasma. Y llenos de miedo gritan: “¡Un fantasma!” Pero Jesús dice: “No temáis, Yo Soy.” Allí estaba el “Yo Soy.”

Y Pedro dice: “Si eres Tú, Señor, di que yo vaya a Ti caminando sobre las aguas.” Y Jesús le dice: “Ven.” Pedro comienza a caminar sobre las aguas tempestuosas, y mientras está mirando a Jesús todo va bien, pero cuando comienza a mirar las olas tan grandes, olas gigantes, comienza a ver los problemas que le rodeaban, su fe desmayó.

Cuando una persona quita su mirada de Cristo y comienza a mirar los problemas que le rodean, su fe desmaya. No podemos quitar nuestra mirada de Jesucristo nuestro Salvador, y Cristo se encargará de ayudarnos en nuestros problemas.

Ahora, cuando comenzó a ver los problemas, a ver las olas tan grandes, pues había quitado su mirada de Cristo y ya comienza a hundirse.

Toda persona que no tiene su mirada puesta en Cristo comienza a hundirse en lo espiritual y también físicamente, comienza a hundirse en los problemas y situaciones de la vida.

Ahora, Pedro clamó a gran voz: “¡Señor, sálvame!” Y Cristo lo toma de la mano y lo saca del agua, y le dice: “¿Por qué dudaste, hombre de poca fe?”

Ahora, así como clamó Pedro por salvación, la salvación de su cuerpo, con más fuerza tenemos nosotros que clamar por la salvación de nuestra alma, porque el alma es lo más importante que nosotros tenemos. El ser humano es alma viviente y tiene dos cuerpos: tiene un cuerpo espiritual llamado: el espíritu de la persona, que es parecido a nuestro cuerpo físico y tiene el cuerpo físico de carne.

Por lo tanto, lo más importante que usted tiene es su alma, porque su alma es lo que es usted es en realidad. Por eso es que se habla de la salvación del alma, porque eso es lo que es en realidad la persona: alma viviente; pero vivimos en una casa terrenal, en un cuerpo terrenal, para poder manifestarnos en esta dimensión terrenal.

Ahora, necesitamos la salvación de nuestra alma, y el único que puede salvar el alma del ser humano es un sólo hombre, una sola persona. San Pedro en el capítulo 4, verso 12 del libro de los Hechos, dice: “Porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos.” ¿Y cuál es ese nombre? SEÑOR JESUCRISTO. Ése es el único Nombre y el único Hombre que puede salvar el alma tuya y el alma mía.

Por eso es que Cristo envió a Sus discípulos, luego de resucitar glorificado, los envió en el capítulo 16 de San Marcos, versos 15 en adelante en una misión muy importante, les dijo:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Aquí tenemos delante de nosotros en las Escrituras la oportunidad más grande que una persona pueda tener para obtener la salvación de su alma. A través de la predicación del Evangelio de Cristo se les lleva la noticia de las buenas nuevas de salvación a todos los seres humanos, para que así aprovechen la oportunidad de recibir la salvación de su alma, para obtener el perdón de sus pecados, ser lavados con la Sangre de Cristo y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego, y así obtener la salvación del alma, porque así obtienen el nuevo nacimiento, nacen del Agua y del Espíritu, nacen a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. El nuevo nacimiento es a una nueva vida, la cual es a la Vida eterna.

Y ahora, en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice el Apóstol San Pablo las siguientes palabras, las cuales son muy importantes para todo ser humano que vive en este planeta Tierra. Capítulo 6, verso 2, dice... vamos a comenzar en el verso 1, dice:

Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.

Porque dice: En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

Desde el día en que Cristo murió en la Cruz del Calvario se abrió en el Cielo el ciclo divino de salvación para todo ser humano. Desde el día en que Cristo murió en la Cruz del Calvario en el Cielo comenzó el Día de la Expiación, la cual o el cual se llevaba a cabo en medio del pueblo hebreo el día diez del mes séptimo de cada año, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 en adelante, donde dice:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.”

Ese día de la expiación era para las personas obtener el perdón de sus pecados y ser reconciliados con Dios y tener derecho a vivir un año más como pueblo de Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

Y toda persona que no se afligía ante Dios por haber pecado contra Dios y no le pedía perdón a Dios, ese día cuando ya el sumo sacerdote terminaba sus labores de ese día diez del mes séptimo de cada año, que era el día de la expiación, cuando en la tardecita ya terminaba el sumo sacerdote sus labores y salía del templo, el que no se había afligido en su alma, no le había pedido perdón a Dios por sus pecados, no quedaba reconciliado, y Dios lo cortaba del pueblo, perdía el derecho a continuar viviendo.

Pero los que se habían humillado ante Dios y había pedido perdón a Dios, obtenían el perdón de sus pecados y eran reconciliados con Dios para vivir un año más. ¿Por qué un año más? Porque los animales no son perfectos porque no tienen alma, y por consiguiente esos sacrificios de animalitos no eran perfectos, solamente están tipificando el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Pero por cuanto era en el tipo y figura, Dios aceptaba esos sacrificios temporalmente como sustitutos del Sacrificio de Cristo, como tipo y figura del Sacrificio de Cristo en lo que se realizaba un Sacrificio Perfecto por el pecado, lo cual ocurrió cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario.

Por eso es que ya ninguna persona necesita sacrificios de animalitos como se hacía en medio del pueblo hebreo en el Antiguo Testamento. Y aún ya el pueblo hebreo no tiene templo donde efectuar los sacrificios que hacía en el Antiguo Testamento.

Y ahora, Dios solamente reconoce un sólo Sacrificio por el pecado: el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario, el cual es un Sacrificio universal, el cual es para todo ser humano del pasado, del presente y del futuro. Su Sangre es la Sangre del Nuevo Pacto que Dios ha establecido.

Y para entrar al Nuevo Pacto hay que recibir a Cristo como nuestro Salvador, hay que confesarlo públicamente, y la persona necesita pedir perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona, lo limpia con Su Sangre preciosa y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, y así la persona nace en el Reino de Jesucristo, en el Reino de Vida eterna, y por consiguiente la persona obtiene la Vida eterna, la cual le otorga Jesucristo nuestro Salvador; la persona queda lavada con la Sangre de Cristo y queda reconciliada con Dios ¿para cuánto tiempo? ¿para un año más? No, para toda la eternidad. Porque el Sacrificio de Cristo es un Sacrificio perfecto y ése es el Sacrificio que usted y yo hemos recibido para obtener una reconciliación con Dios para toda la eternidad, para tener el derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Por eso es tan importante reconocer el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. No hay otro sacrificio por el pecado. Ya los sacrificios de animalitos tuvieron su tiempo en lo que llegó Cristo y realizó el Sacrificio Perfecto.

La Sangre de Jesucristo fue llevada por Cristo al Cielo al Templo celestial; y así como el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo y colocaba la sangre de la expiación en el lugar santísimo sobre el propiciatorio. Ahora Cristo como Sumo Sacerdote entró al Cielo cuando ascendió al Cielo y colocó Su propia Sangre en el Trono de Dios, y el Trono de Dios viene a ser un Trono de Intercesión y de Misericordia para toda persona que recibe a Cristo como su Salvador.

Desde el Cielo, desde el Trono de Dios, es extendida la Misericordia para todo aquél que recibe a Cristo como su Salvador y son perdonados los pecados de la persona y son limpios con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.

No hay otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de sus pecados. No puede ir a una farmacia a decir: “Quiero que me vendan un litro de legía o de algún blanqueador para lavarme y limpiar mis pecados, quitarme los pecados,” porque eso no lo venden en farmacia. Un producto para limpiar los pecados no se vende en la farmacia; hay uno sólo y es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, no hay otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de todo pecado.

Por eso es que todo ser humano necesita a Jesucristo como su Salvador personal, y necesita que Cristo con Su Sangre lo limpie de todo pecado, para lo cual la persona necesita recibir a Cristo como su Salvador; por eso es que recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador. Nosotros mismos no podemos salvarnos, nosotros mismos no podemos quitarnos nuestros pecados; solamente Jesucristo con Su Sangre es el único que nos puede limpiar de todo pecado. Por eso es que Cristo ordenó a Sus discípulos a ir predicando el Evangelio y dando a conocer a todo ser humano la forma de ser perdonados los pecados de los seres humanos.

Vean, en San Lucas, capítulo 24, versos 46 en adelante, ya Cristo resucitado, dice:

Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día;

y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.”

Y ahora, el arrepentimiento y el perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos. No hay otro nombre en el cual nosotros podamos arrepentidos de nuestros pecados, recibir el perdón de nuestros pecados y ser limpios de todo pecado, solamente en el Nombre del Señor Jesucristo; por eso se predica el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y desde el día que murió Cristo en la Cruz del Calvario se abrió en el Cielo el día de la expiación, y por consiguiente el día de la Reconciliación del ser humano con Dios; y todavía estamos viviendo en ese Día celestial, todavía Cristo está en el Cielo como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre por todos aquellos que lo reciben como su Salvador, y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado.

Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” Todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, y diga: “Éste vivirá eternamente, quiero que viva eternamente.”

Ahora, ¿por qué Cristo va confesar a muchas personas delante del Padre Celestial? Dice: “El que me confesare, Yo le confesaré.” El que confiesa a Cristo como su Salvador, recibiéndolo como su Salvador, haciendo esa confesión pública sin avergonzarse de Cristo, Cristo lo confesará delante de nuestro Padre Celestial y delante de los Ángeles de Dios; o sea, hará una confesión pública en el Cielo delante de Dios y delante de los Ángeles de Dios, y no se avergonzará Cristo de nosotros.

Por eso Cristo no se avergonzará de decir: “Éstos son mis hermanos más pequeños, los cuales me han recibido como Salvador, y Yo los he perdonado, y Yo los he limpiado con mi Sangre de todo pecado.” Y Cristo dará testimonio de que somos Sus hermanos.

Vean, en Hebreos, capítulo 2, el Apóstol Pablo dice del verso, del verso 9 en adelante dice... Hebreos, capítulo 2, verso 9 en adelante, dice:

Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.”

El Autor de la salvación de todos estos hijos de Dios, que son llevados a la gloria, que son llevados a la perfección, que van a ser iguales a Jesucristo: a imagen y semejanza de Jesucristo, vean, convenía que Cristo fuera semejante a nosotros, fuera un hombre de carne aquí en la Tierra, el cual muriera por nosotros, y así es el Autor de la salvación nuestra, de la salvación de todos los hijos e hijas de Dios, de la salvación de todos aquellos que Él llevará a la gloria, de la salvación de aquellos que Él glorificará y serán a Su imagen y a Su semejanza.

Tendrán cuerpos espirituales eternos: ése es el cuerpo angelical, y tendrán cuerpos físicos eternos también, y jóvenes para toda la eternidad; cuerpos iguales al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual está vivo, está en el Cielo y no se ha puesto viejo, está tan joven como cuando ascendió al Cielo victorioso, Su cuerpo fue glorificado.

El cuerpo glorificado es un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal, un cuerpo también interdimensional, puede la persona viajar en ese cuerpo al país que quiera sin necesidad de automóvil o de aviones, o puede viajar al planeta que desea, o a la dimensión que sea, sin necesidad de medios de transportación; en ese cuerpo está todo lo que necesitan los hijos de Dios para vivir y para transportarse por toda la eternidad, porque es un cuerpo igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, el cual cuando tuvo que ascender al Cielo a la Casa de nuestro Padre Celestial, ascendió al Cielo sin necesidad de un avión o de un cohete.

Y fue a la Casa de nuestro Padre Celestial, que es la séptima dimensión, entró al Lugar Santísimo del Templo Celestial y se sentó a la Diestra de Dios y colocó Su Sangre sobre el Propiciatorio para hacer intercesión por cada persona que lo recibiría como su Salvador, el cual sería reconciliado con Dios, Cristo lo reconciliaría con Dios y recibiría Vida eterna, tendría el derecho a vivir eternamente con Cristo por toda la eternidad: por eso es tan importante clamar por salvación.

¿Pero a quién vamos a clamar por salvación? A Jesucristo nuestro Salvador. Él es el único Salvador, Él es único que te puede salvar a ti y a mí.

Y ahora, éste es el día de salvación. Desde el día que Cristo murió en la Cruz del Calvario, en adelante, se abrió en el Cielo el ciclo divino del día de salvación; por eso se predica el Evangelio de Cristo, el Evangelio de Salvación para todo ser humano, para que todo aquél que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna.

Estamos en el tiempo aceptable para recibir salvación y Vida eterna. Cuando termine ese ciclo divino, ya aunque las personas quieran recibir el perdón de sus pecados y recibir la salvación de su alma, ya no habrá tiempo, porque habrá terminado el día de salvación, el día aceptable delante de Dios, lo cual será cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión y cumpla plenamente Su Segunda Venida, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo y resucite a los muertos creyentes en Él y nos transforme a nosotros los que vivimos. De ahí en adelante ya no habrá salvación para los gentiles.

Ahora, nos dice el mismo Apóstol San Pablo que con la boca se hace confesión.

Ahora vean, vamos a leer en el capítulo 10, verso, verso 8 en adelante dice... Romanos, capítulo 10, verso 8 en adelante, dice:

Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?

¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”

Por eso se predica la Palabra de Dios, el Evangelio: para que la fe venga a las personas y las personas conozcan el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención muriendo en la Cruz del Calvario para salvación de toda persona que cree en Jesucristo y lo recibe como su Salvador personal. Por eso se requiere que se predique el Evangelio de Cristo y se dé a conocer la buena nueva: que con el Sacrificio de Cristo la salvación para el ser humano ha venido, para que todo aquél que clame a Cristo por salvación y Vida eterna, la obtenga de parte de Jesucristo nuestro Salvador, y así asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino con Vida eterna.

Cristo dijo, preguntó en el capítulo 16, versos 26 al 28 de San Mateo:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”

Por lo tanto, toda persona que viene a vivir a esta Tierra, necesita comprender que Dios lo ha enviado a esta Tierra para que reciba a Cristo como su Salvador suficiente y obtenga el perdón de sus pecados y sea limpio de todo pecado por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; para que así su futuro eterno, su futuro después de esta vida terrenal esté asegurado con Cristo en Su Reino y pueda vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Si pierde la oportunidad que Dios le ha dado de recibir a Cristo para asegurar su futuro eterno en la Vida eterna, de nada le ha servido a la persona vivir en esta Tierra.

El propósito de la vida es que recibamos Vida eterna recibiendo a Cristo como nuestro Salvador personal. El propósito de Dios colocarnos en esta Tierra no es comer, dormir, trabajar, ponernos viejos y después morir. No, el propósito es que hagamos contacto con Cristo y obtengamos de Cristo Vida eterna, y así seamos sellados con el Sello del Dios Vivo, el Sello del Espíritu Santo para el Día de la Redención, el día en que Cristo resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y nos transformará a nosotros los que vivimos, y entonces todos tendremos cuerpos nuevos, cuerpos eternos, cuerpos glorificados, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Vean, de esto fue que habló San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, cuando dijo:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (o sea, para que sea nuestro cuerpo nuevo que Él nos dará como Su cuerpo glorificado), con el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Por lo tanto, Él tiene el poder para resucitar a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y para transformarnos a nosotros y darnos así un cuerpo glorificado, un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal, como el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por eso también el Apóstol San Pablo, hablando de este misterio en su primera carta a los Tesalonicenses, capítulo 4 dijo, verso 14 en adelante dice:

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor : que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”

Y en Primera de Corintios, también nos habla de este misterio. Primera de Corintios, capítulo 15, versos, versos 45 en adelante dice así:

Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.

El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

Traeremos también la imagen de Jesucristo nuestro Salvador. La imagen es el cuerpo angelical que recibimos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento, nacemos a una nueva vida, la Vida eterna en el Reino de Cristo y obtenemos un cuerpo angelical, y luego obtendremos el cuerpo físico glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”

Por lo tanto, con estos cuerpos mortales no podemos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Él nos va a transformar y nos va a dar un nuevo cuerpo eterno y glorificado como Su cuerpo glorificado.

Ahora, aquí vamos a leer para cuándo será que Él nos dará ese cuerpo. Sigue diciendo:

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”

Es necesario ser vestidos de inmortalidad, es necesario ser transformados, para así tener el cuerpo incorruptible, el cuerpo glorificado y eterno, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y eso es para la final Trompeta, a la final Trompeta.

¿Qué es la final Trompeta? La final Trompeta o Trompeta final es la séptima Trompeta del Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, es la séptima Trompeta, ésa es la final Trompeta. Y esa Trompeta sonando es la predicación del Evangelio del Reino siendo proclamado por el Ángel que viene con Sello del Dios Vivo en Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, el cual viene para llamar, juntar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos.

Ese Ángel viene con el Sello del Dios Vivo; el Sello del Dios Vivo es el Espíritu Santo; ese Ángel viene con el Espíritu Santo en él manifestado para llamar y juntar todos los escogidos de Dios. Primeramente llama y junta los escogidos de Dios de en medio de los gentiles y completa la Iglesia del Señor Jesucristo, y después llamará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos: doce mil de cada tribu; y entonces se habrán completado los escogidos de Dios.

Ahora, hemos visto lo que es la Trompeta Final: es el Evangelio del Reino siendo proclamado por el Ángel del Señor Jesucristo con el Sello del Dios Vivo, con el Espíritu Santo en él manifestado. Y así es como para este tiempo final la promesa de parte de Cristo es: que los escogidos de Dios estarán siendo llamados y juntados con la gran Voz de Trompeta.

En San Mateo, capítulo 24, verso 31, dice:

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

Y ahora, envía Sus Ángeles con gran Voz de Trompeta, Sus Ángeles son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías en el Ángel que viene con el Sello del Dios Vivo, en el cual el Espíritu Santo estará operando esos ministerios y por medio de esos ministerios manifestados en ese Ángel, Cristo estará llamando y juntando Sus escogidos. La gran Voz de Trompeta, el Mensaje del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Con ese Mensaje sonando en este tiempo final, son llamados y juntados todos los escogidos de Dios ¿dónde? En el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Redil de las ovejas del Señor Jesucristo, y Cristo es el Buen Pastor.

Por lo tanto, así como en tiempos pasados las ovejas del Señor escucharon la Voz de Cristo, la Voz de Cristo en Espíritu Santo a través de los Mensajeros que Él envió en cada edad, y clamaron: “¡Señor, sálvame,!” como clamó Pedro. Así también claman en cada tiempo los escogidos de Dios, y para este tiempo final claman: “¡Señor, sálvame que perezco!” Si Él no nos salva pereceremos, pero si Él nos salva viviremos con Él eternamente en Su Reino.

Ya la Obra de Redención de Salvación, Él la realizó en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, corresponde a cada persona recibir, creer en esa Obra de Redención y recibir como Salvador a Jesucristo, y así la persona obtiene la salvación de su alma, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Por lo tanto, este es el día de salvación, este es el tiempo de salvación para todo ser humano, desde el día en que Cristo murió en la Cruz del Calvario, de ahí en adelante se abrió en el Cielo el día de salvación, el día aceptable delante de Dios para la salvación de todo aquél que crea en Jesucristo como su Salvador personal y suficiente.

La vida en esta Tierra es la oportunidad única que tiene el ser humano para recibir Vida eterna, lo cual la obtiene recibiendo a Cristo como su Salvador personal.

Si Pedro y los demás discípulos clamaron en la embarcación: “¡Señor, sálvanos que perecemos!” Si para la salvación física ellos clamaron así, mucho más fuerte hay que clamar para la salvación del alma, que es más importante que el cuerpo físico. Por lo tanto, hemos llegado al tiempo en que toda persona en este tiempo tiene la oportunidad de clamar a Cristo por la salvación de su alma, como clamó a Pablo el carcelero de Filipo cuando dijo: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” Pablo le dijo, ellos le dijeron: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.” Y le hablaron la Palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. “Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.” Enseguida se bautizó con todos los suyos: el carcelero de Filipo.

Y ahora, podemos ver que lo más importante es la salvación del alma, no hay nada más importante, porque no hay nada más importante que la Vida eterna. Y nosotros para Dios somos tan importantes que Él mandó a Jesucristo, Su Hijo, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario.

Algunas veces hay personas que no saben que son importantes delante de Dios; se creen cualquier cosa, pero no son cualquier cosa, sino que son muy importantes delante de Dios; y por eso fue que Cristo vino y murió en la Cruz del Calvario: por mí ¿y por quién mas? Por cada uno de ustedes también.

Aunque no seamos importantes para algunas personas, somos importantes para Dios, a tal grado que lo más preciado que Dios tiene, que es Su Hijo, Jesucristo, lo dio por nosotros en la Cruz del Calvario, para que así todo aquél que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna.

Y ahora, hemos visto qué hacer para obtener la salvación del alma: clamar a Cristo por salvación, pedir a Cristo el perdón de nuestros pecados y Él nos perdonará, nos limpiará con Su Sangre preciosa de todo pecado, y seremos bautizados en agua por el ministro en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo nos bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así nos dará el nuevo nacimiento, habremos nacido así del Agua y del Espíritu a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

El Día de Pentecostés el Apóstol Pedro predicando en el capítulo 2 del libro de los Hechos, verso 36 en adelante, dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron la predicación de Pedro, recibieron a Cristo como su Salvador, fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y obtuvieron el nuevo nacimiento, nacieron en el Reino de Cristo y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador y ha sido bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, ha obtenido el nuevo nacimiento y tiene Vida eterna. Los que no han recibido a Cristo como su Salvador no tienen Vida eterna, y por consiguiente no tienen esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Veamos lo que nos dice Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, tiene la Vida eterna).

El que tiene al Hijo de Dios, el que tiene a Cristo acá en su alma, el que lo ha recibido como su Salvador acá en su alma.

...el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida...”

O sea, que no tiene la Vida eterna, aunque tenga una vida física es una vida temporal no es Vida eterna, y en algún momento se le va a terminar esa vida física.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna (ésta es la buena noticia para todos los creyentes en Cristo), para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Y ahora, todas las personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino y lo han recibido, tienen Vida eterna y vivirán con Cristo eternamente en Su Reino, y serán Reyes y Sacerdotes en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente nuestra situación cambiará.

Aquí en la Tierra en estos cuerpos mortales somos personas sencillas: unos son obreros de la construcción, otros son empleados de tiendas, o de trabajadores de fábricas, o en oficinas y así por el estilo. Pero en el Reino de Cristo seremos Reyes y Sacerdotes en ese Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador; o sea, que tendremos una posición bien importante en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Así que no podemos perder esa bendición tan grande que Cristo tiene para nosotros en Su Reino.

¿Y cómo podemos obtener esa bendición tan grande? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, arrepentido de nuestros pecados, pedirle perdón a Cristo por nuestros pecados, Cristo nos perdona, nos limpia con Su Sangre preciosa y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos en nuevo nacimiento, nacemos a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

El Reino de Cristo está en la esfera espiritual aquí en la Tierra en Su Iglesia. El Reino de Cristo: Su Iglesia, tiene todos los hijos del Reino a medida que van recibiendo a Cristo como su Salvador personal. Como una planta de trigo tiene los granos de trigo productos del grano de trigo que fue sembrado en tierra. Y la Iglesia tiene a todos los hijos de Dios, los cuales van naciendo por medio del nuevo nacimiento en la Iglesia de Jesucristo, los cuales son el fruto de Cristo, el grano de trigo que murió en la Cruz del Calvario.

Ahora, todos los que ya han recibido a Cristo como su Salvador, y han sido bautizados en agua en Su Nombre y han recibido Su Espíritu, tienen Vida eterna. ¿Y quiénes son esas personas? Somos nosotros.

Los que todavía no han recibido a Cristo no tienen Vida eterna, y no tienen esperanzas de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Pero hoy puede cambiar su vida completamente recibiendo a Cristo como su Salvador y obteniendo el perdón de sus pecados y siendo limpio con la Sangre de Cristo y siendo bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y obtendrá así el nuevo nacimiento, nacerá en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador con Vida eterna y a la Vida eterna, y tendrá la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino con un cuerpo eterno y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, en estos momentos tienen la oportunidad todos los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador de recibirlo, para que Cristo les reciba y desde el Cielo, desde el Trono de Dios sea enviada la Misericordia de Dios sobre ustedes y Cristo salve vuestras alma y las coloque en Su Reino. Y yo estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba, les perdone, y les limpie con Su Sangre preciosa.

Por lo tanto, toda persona que levante su mano para que ore por usted, para que Cristo le reciba, estaré orando por usted en esta ocasión, para que así Cristo le reciba y Cristo lo reconcilie con Dios y le dé salvación y Vida eterna.

Todos los que levanten sus manos por esta sección y esta sección, estaré orando por ustedes, también los que están en esta sección también, y los que están en esta sección, también pueden levantar sus manos; ya aquí hay personas con sus manos levantadas, pueden pasar al frente para orar por todos ustedes en esta ocasión, para que Cristo extienda Su Amor y Misericordia sobre ustedes, les perdone y les limpie con Su Sangre preciosa.

Pueden continuar pasando al frente todas las personas que desean que Cristo salve sus almas, todas las personas que claman desde lo profundo de su alma: “¡Señor, sálvame!” Éste es el momento para la salvación de su alma. Pueden continuar pasando, y estaremos orando por usted en esta ocasión.

Lo más importante es la Vida eterna, y lo más importante en nosotros es nuestra alma, por lo tanto, lo más importante para nuestra alma es la Vida eterna; queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. No queremos dejar de existir, queremos vivir eternamente y en un cuerpo mejor que el que tenemos, en un cuerpo nuevo, un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; ésa es la clase de cuerpo que Él ha prometido para todos los que lo reciben como su Salvador personal.

El alma del ser humano clama por la salvación, el alma clama por salvación; por eso cuando escucha usted la Palabra de Cristo, siente que acá algo está sucediendo: es que su alma está escuchando la Voz de Dios y está escuchando el llamado de Cristo para la salvación de su alma.

El salmista decía que tenía sed, sed del Dios Vivo, decía: “Mi alma tiene sed, sed de Dios, del Dios Vivo.” El alma del salmista como nuestra alma tenía sed del Dios Vivo para recibir Vida eterna de Dios.

Por lo tanto, ése es el clamor del alma de toda persona. Por eso cuando está a solas, y algunas veces recostado en la cama piensa: “¿De dónde yo he venido? ¿Qué hago yo en este planeta Tierra, y qué será de mí cuando muera mi cuerpo físico?” Todas estas preguntas quedan contestadas por Cristo. Todo el que es de Dios, oye la Voz de Dios. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.”

Cuando la persona recibe a Cristo descubre que era una oveja del Señor Jesucristo que el Padre le dio para que le dé Vida eterna. Cuando la persona recibe a Cristo descubre que vino de Dios, que es un hijo o una hija de Dios, y que está aquí para recibir la salvación, la Vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Salvador, recibiéndolo como Salvador. Y en cuanto a su futuro, entonces sabe que su futuro está seguro con Cristo en Su Reino.

¿Qué será cuando terminen sus días aquí en la Tierra? Irá al Paraíso a vivir, y si permanece vivo hasta que Cristo complete Su Iglesia y Cristo venga para resucitar los muertos creyentes en Él y los resucite, ¿qué será de nosotros? Pues nos transformará, y entonces todos tendremos cuerpos eternos.

¿Ven? Ya la pregunta que ha causado angustia existencial en los seres humanos queda contestada y ya se va esa angustia de nuestra alma, y nuestra alma entonces descansa tranquila con Vida eterna, con su fe puesta en Jesucristo nuestro Salvador.

Recuerden que la fe es del alma, no es de la cabeza; es el alma la que cree o la que duda; pero cuando recibimos a Cristo usted está creyendo, está creyendo para recibir Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador: para eso fue que Él vino y murió en la Cruz del Calvario por cada uno de nosotros. El que tiene al Hijo de Dios, tiene la Vida eterna; eso es lo que otorga Cristo a los que lo reciben como su Salvador personal.

Todavía estamos esperando porque siguen pasando más personas que también quieren recibir Vida eterna como ustedes. Todavía vienen más personas de este lado, para estar acá con ustedes también, para ser incluídos en la oración en esta ocasión, porque quieren también Vida eterna; el alma de ellos, así como la de ustedes, está clamando por salvación y Vida eterna.

Dios tiene muchos hijos e hijas aquí en la República de Guatemala, Dios tiene muchas ovejas en la República de Guatemala, por eso es que ustedes ven que pasan tantas personas al frente: porque Dios tiene muchos hijos e hijas en la República de Guatemala, para recibir salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador; porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, no hay otro nombre, solamente hay uno, y ese nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Pueden continuar pasando para ya orar por todas las personas que han pasado al frente.

Dios tiene mucho pueblo en esta nación de Guatemala. Como le dijo Cristo a San Pablo: “Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad, por lo tanto, habla y no temas.” Para eso es que hablamos la Palabra de Dios, predicamos el Evangelio: para que toda alma de Dios escuche la Voz de Dios y reciba a Cristo como su Salvador, y reciba salvación y Vida eterna; pues ése es el clamor del alma del ser humano; es un clamor por salvación, es un clamor por salvación y Vida eterna, porque todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Por lo tanto, la oportunidad es ahora. “El que me confesare delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de mi Padre Celestial.” Pueden continuar pasando al frente todas las personas que quieren confesar a Cristo como su Salvador personal, todas las personas que lo reciben como su Salvador, para que Cristo luego les confiese en el Cielo delante de nuestro Padre Celestial, y diga: “Ésta persona me recibió como Salvador, y Yo lo perdoné, con mi Sangre lo limpié de todo pecado, fue bautizado en agua en mi Nombre, y Yo lo bauticé con Espíritu Santo y Fuego y le di Vida eterna. Por lo tanto, Padre, Yo quiero que éstos estén conmigo en mi Reino, estén donde Yo estaré (en ese glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador).” Y así será: estaremos con Cristo en Su Reino viviendo por toda la eternidad.

Estamos esperando que pasen ya los últimos que van a pasar. Vamos a dar un par de minutos y luego oraremos por las personas que ya están presentes.

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Nadie quiere ser condenado, todos queremos ser salvos; por lo tanto, todos creemos y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, Él nos perdona, nos limpia con Su Sangre preciosa y somos bautizados en agua en Su Nombre, y así cumplimos con los requisitos que Cristo ha establecido para recibir la salvación de nuestra alma, por la cual clamamos a Cristo: “¡Señor, sálvanos!” Estamos clamando acá desde lo profundo de nuestra alma por salvación.

CLAMANDO POR SALVACIÓN.”

Ya estamos esperando los últimos, siguen viniendo más personas, es que Dios tiene mucho pueblo en la ciudad de Guatemala y en la República de Guatemala. Dios tiene muchos hijos e hijas, los cuales recibirían la salvación del alma a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Todavía siguen pasando más personas. Así que podemos ver que el alma de todos ustedes ha estado clamando por salvación y Vida eterna, y ése es un clamor que llega a Jesucristo nuestro Salvador. Porque no hay otro nombre en que podamos ser salvos, solamente hay uno, y ése es SEÑOR JESUCRISTO.

Todavía vienen más personas, así que no queremos dejarlas fuera de esta oración, en donde se hace confesión pública de nuestra fe en Jesucristo nuestro Salvador. Todavía siguen pasando más personas, es que el alma de todos ustedes ha estado clamando por salvación, como clamó Pedro cuando dijo: “Sálvame que perezco,” clamó a Cristo, al que lo podía salvar. No le dijo: “Tomás, sálvame que perezco,” porque Tomás estaba en la embarcación todo asustado. Pero Cristo estaba sobre las aguas y lo tomó y lo salvó. También Bartimeo el ciego pidió salvación, sanidad, y Cristo lo salvó y le dijo: “Tu fe te ha salvado,” y lo libertó, quedó sano de la vista, y recibió también salvación en su alma.

Todavía siguen pasando más personas. Vamos ahora ya a esperar los últimos, unos segunditos y ya comenzamos a orar por todas las personas que están aquí al frente. Todavía veo por este lado que viene un grupo de personas.

Dios está llamando y juntando Sus ovejas, Cristo por medio de Su Espíritu Santo es el que está haciendo esa obra en el alma de todos ustedes. Es el Llamado de Cristo, el Buen Pastor, llamando Sus ovejas, y Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” Y Sus ovejas oyen Su Voz y reciben la salvación de su alma, para eso fue que Cristo vino: para darnos Vida eterna, darle Vida eterna a Sus ovejas.

Ya vamos terminando ya los segunditos que les dimos, vamos a ver si queda alguno más que ha clamado y está clamando en su alma por salvación y todavía no ha pasado, pase para que quede incluido en esta oración en donde confesamos a Cristo como nuestro Salvador.

Todavía veo personas que vienen caminando, de este lado también vienen personas, y eso está bueno, aunque tengamos que esperar, eso está bueno, para que Cristo salve sus almas en estos momentos. Vamos a ver si falta alguno más por pasar, que pase rapidito, y ya vamos a orar por todos.

Aún cuando estemos orando, si alguna persona desea pasar, puede pasar y colocarse en el grupo y quedará incluido en la oración.

Vamos ya a orar por todos ustedes. Vamos a inclinar nuestros rostros y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti confesándote como mi Salvador. Yo he creído en Ti, he creído en Tu Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario por mí, yo he creído que Tú llevaste mis pecados en la Cruz del Calvario, y he creído que Tu Sangre me limpia de todo pecado.

Yo clamo a Ti por salvación en estos momentos. Te pido que salves mi alma. Te pido perdones mis pecados. Te pido que con Tu Sangre me limpies de todo pecado. Señor, Te pido también que me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.

Señor, yo en estos momentos Te he recibido como mi Salvador suficiente y personal. Señor, en Tus manos me encomiendo, salva mi alma. En el Nombre del Señor Jesucristo, Dios eterno, yo he hecho esta confesión, he recibido a Cristo como mi Salvador, extiende Tu Misericordia y Tu Amor hacia mí y salva mi alma. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y ahora, repetimos:

La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado.

Cristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Ya ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído y han dicho: “¡Señor, sálvame!” Cristo les ha salvado, han dicho: “Señor, ten Misericordia de mí.” Cristo ha tenido Misericordia de ustedes. “Señor, límpiame con Tu Sangre preciosa.” Cristo les ha limpiado con Su Sangre preciosa de todo pecado.

Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ya ustedes han creído, el próximo paso es ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo conforme al mandato de Cristo, para cumplir así Su mandato: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere será condenado.” Pero ustedes han creído.

Y ahora, me preguntarán: ¿Y cuándo, cuándo me van a bautizar, cuando?, porque yo quiero ser bautizado, quiero cumplir la orden, el mandato de Cristo, cumplirlo completo. Recuerden cuando el Día de Pentecostés Pedro predicó, y los llamó al arrepentimiento y a ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y creyeron y fueron bautizados ese mismo día.

Así también Pablo con el carcelero de Filipo, creyó esa misma noche, vean, era la media noche cuando Pablo y Silas cantaban, y ocurrió un temblor o terremoto, se estremeció la cárcel, se abrieron las puertas, y el carcelero se iba a matar, porque pensó que los presos se habían ido, y eso significaba que iba a ser juzgado por el gobierno romano y lo iban a matar (pena de muerte). Pero Pablo dijo: “No te hagas ningún daño, todos estamos aquí.” El carcelero que tenía su espada para matarse, la guardó, fue a donde Pablo y Silas, se arrodilló ante ellos, y les preguntó: “¿Qué dedo hacer para ser salvo? ¿Qué tengo que hacer?” Pablo le dijo: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa,” y allí él creyó, se los llevó a la casa y Pablo les habló a todos en la casa del carcelero y todos creyeron, y esa misma noche fueron bautizados. Fueron bautizados todos en la casa ese mismo día, ya era de madrugada, porque el terremoto o temblor fue ya a la media noche donde cantaban Pablo y Silas, a esa hora estaban cantando en la cárcel.

Ahora vean, no importa la hora, sea de día o de noche, para todo aquel que en Él cree, Cristo le otorga el perdón y lo limpia con Su Sangre preciosa y puede ser bautizado en esos mismos momentos si hay agua.

El eunuco: el eunuco también que creyó en Cristo cuando Felipe le predicó, luego le pregunta el eunuco a Felipe, cuando ve agua, un lugar con agua le pregunta: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dice: “Si crees de todo corazón, bien puedes.” Y el eunuco dijo: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” Creyó y bajaron del carro donde iban y Felipe lo bautizó. O sea, que no hay que esperar otro día, sino después de creer y recibir a Cristo como nuestro Salvador, el próximo paso es ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y ustedes me preguntarán: ¿Y cuándo puedo ser bautizado?, porque yo quiero ser bautizado rápidamente.

Ahora, vamos a preguntar por aquí si hay agua, y si hay vestiduras bautismales. ¿Hay agua? El Rvdo. Tirzo Ramiro Girón dice que hay agua y hay vestimentas bautismales también, y hay un lugar donde pueden cambiarse. Por lo tanto, por cuanto ustedes han creído con toda su alma, bien pueden ser bautizados en agua hoy mismo, ahora mismo.

Y les voy a dejar por aquí al Rvdo. Tirzo Ramiro Girón, para que les diga dónde están los lugares donde cambiarse de ropa para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; porque eso es lo que pide el alma que clama por salvación: pide la salvación de su alma y pide que sea bautizado lo más pronto posible en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y así se va en paz con Cristo y reconciliado con Dios a su hogar, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtiene el nuevo nacimiento.

Con nosotros dejo nuevamente al Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón, para indicarles hacia dónde moverse para conseguir la ropa bautismal y el lugar donde cambiarse, y también mostrar dónde están los vestidores y bautisterios también.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “CLAMANDO POR SALVACIÓN.”

Ustedes aquí están clamando por salvación, la salvación de acá del alma, la cual es eterna.

Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Con nosotros el Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón para indicarles rápidamente dónde están los lugares para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

CLAMANDO POR SALVACIÓN.”