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title: 'La Revelación unifica'
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date: 2003-09-04
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activity: 2
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city: San Bartolomé, Milpas Altas
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state: Sacatepéquez
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country: GT
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duration: 00:00:00
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Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
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Para esta noche leemos en el evangelio según San Juan, capítulo 17, verso 20 en adelante, donde Jesús está orando por Sus discípulos, y dice:
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“*Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,*
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*para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.*
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*La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.*
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*Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.*
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*Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.*
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*Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.*
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*Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.”*
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Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
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Nuestro tema es: **“LA REVELACIÓN UNIFICA.”**
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Estas palabras de Jesús orando al Padre, nos llenan a nosotros de gozo y de seguridad cuando escuchamos estas palabras que dice: *“Y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”*
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Como el Padre amó y ama a Jesús, nos ama a nosotros también: *“que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”*
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Ahora, saber que somos los amados del Padre Celestial, es realmente motivo de gozo en nuestras almas, y esto es desde antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, este amor de Dios hacia nosotros es tan grande, que dice San Juan, capítulo 3, verso 16:
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“*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”*
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Porque no es la voluntad de Dios que se pierda ninguno de estos pequeños, de estos hermanos pequeños, hermanos menores de Jesús. Jesucristo es nuestro Hermano Mayor, el Hijo de Dios, y nosotros somos Sus hermanos menores, hijos e hijas de Dios; Él es nuestro Hermano Mayor, el cual vino para resolver el problema de los hijos e hijas de Dios menores de nuestro amado Señor Jesucristo, hermanos menores de Jesucristo.
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Ahora, la revelación de Cristo y Su Programa de Redención llama, junta y une en un grupo de creyentes a todos los hijos e hijas de Dios. Vean, en San Juan, capítulo 11, verso 50 en adelante, dice... vamos a ver, verso 49 en adelante hablando de Cristo, dice:
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“*Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;*
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*ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.*
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*Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;*
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*y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”*
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Cristo murió, no solamente por el pueblo hebreo, por la nación hebrea como nación, sino para congregar en uno a todos los hijos de Dios que estaban dispersos por el mundo entero y que en aquel tiempo existían hijos de Dios, y a través de las diferentes etapas por las cuales pasaría la Iglesia, aparecerían todos los hijos e hijas de Dios los cuales estarían dispersos en las diferentes naciones gentiles y también en medio de la nación hebrea. Y Dios estaría llamando de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre, esos son los hijos e hijas de Dios que estarían dispersos por el mundo entero, no solamente en medio de la nación hebrea, sino en medio de los gentiles.
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Vean, en el libro de los Hechos, capítulo 15, verso 13 en adelante, dice:
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“*Y cuando ellos callaron...”*
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O sea, allá los Apóstoles con todos los que estaban trabajando en la Obra del Señor allá en Jerusalén se reunieron, y allí estuvo Pedro contando cómo Dios estaba obrando, y que aún a los gentiles les había abierto la puerta para entrar al Reino de Dios, y que los gentiles también estaban recibiendo el Evangelio, y estaban recibiendo el Espíritu Santo, y estaban siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Pedro contó lo que Dios hizo en la casa de Cornelio. Y ahora, veamos:
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“*Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme.*
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*Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.”*
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Vean, Dios visitando a los gentiles ¿para qué? Para tomar de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre; ese pueblo para Su Nombre son los hijos e hijas de Dios que estarían dispersos entre los gentiles, y también algunos entre los hebreos.
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“*Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:*
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*Después de esto volveré*
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*Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;*
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*Y repararé sus ruinas,*
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*Y lo volveré a levantar,*
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*Para que el resto de los hombres busque al Señor,*
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*Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,*
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*Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.”*
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Ahora, vean cómo de entre los gentiles Dios llamaría un pueblo para Su Nombre por medio de la predicación del Evangelio de Cristo. A través del tiempo y a través de las diferentes naciones Dios ha estado llamando un pueblo para Su Nombre, por eso Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.
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“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
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*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
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Nadie quiere ser condenado por Dios y echado al lago de fuego donde será destruido juntamente con el diablo que será echado al lago de fuego, más bien deseamos dejarle ese lugar para el diablo, que lo disfrute él solo y que sea quemado él solito allá, queremos vivir eternamente.
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Por lo tanto, escuchamos la predicación del Evangelio de Cristo, creemos en Cristo como nuestro Salvador, lo recibimos como nuestro Salvador y hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos ha dado Su Espíritu Santo y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento. Él dijo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” dijo Cristo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6.
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Por lo tanto, queremos entrar al Reino de Dios, y por eso recibimos a Cristo, el cual perdona nuestros pecados, el cual nos limpia con Su Sangre preciosa de todo pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos el nuevo nacimiento, obtenemos la salvación y Vida eterna de nuestra alma, para vivir con Cristo eternamente en Su Reino.
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Y cuando termina nuestra vida en este cuerpo terrenal, vamos al Paraíso a vivir hasta que Cristo complete Su Iglesia. Cuando complete Su Iglesia entonces Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, en el Templo Celestial, y se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros nos transformará, y entonces todos tendremos cuerpos eternos y glorificados, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
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Todos seremos físicamente inmortales, seremos personas eternas, y seremos jóvenes para toda la eternidad, tendremos un cuerpo que representará de 18 a 21 años de edad. Así también es el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual resucitó glorificado, y por esa causa Jesucristo ya no puede morir más.
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Él murió porque tomó nuestros pecados, y por cuanto la paga del pecado es la muerte, tuvo que morir por nuestros pecados, ¿para qué? Para así quitar de nosotros nuestros pecados. Fue la única forma correcta y justa delante de Dios.
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Pero ahora, todos tenemos la oportunidad de vivir eternamente con Cristo en Su Reino, ¿cómo? Escuchando la predicación del Evangelio que es la revelación de Dios para todos los seres humanos, para que puedan obtener la salvación y Vida eterna, para que así al escuchar la predicación del Evangelio reciban a Cristo como su Salvador, sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtengan el nuevo nacimiento y nazcan así en el Reino de Cristo con Vida eterna.
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Cuando nacimos aquí en la Tierra a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero no a la Vida eterna, nacimos a una vida temporal, a una vida que es muy corta, en la cual son pocas las personas que pasan de cien años en nuestro tiempo.
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Por lo tanto, esta vida terrenal es con un propósito: que nosotros en esta Tierra escuchemos la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibamos como nuestro Salvador, y pidamos perdón a Cristo por nuestros pecados, y Él nos perdona, Él con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y así obtenemos el nuevo nacimiento, así nacemos a una nueva vida, la cual es la Vida eterna.
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El que no nazca de nuevo, pues no puede entrar al Reino de Dios y vivir eternamente, y tener Vida eterna, porque así como para tener esta vida terrenal que tenemos, tuvimos que nacer aquí en la Tierra, así fue como obtuvimos esta vida terrenal.
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Y para obtener la Vida eterna tenemos que nacer, un nuevo nacimiento. Ese nuevo nacimiento se obtiene recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo el Espíritu Santo y obteniendo así el nuevo nacimiento, y así hemos nacido en y a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
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Y así somos sellados con el Sello del Dios Vivo (el Espíritu Santo) para el Día de la Redención, para el día en que Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, y a los que estamos vivos y permanecemos vivos hasta ese momento nos transformará, y entonces seremos inmortales físicamente como Jesucristo nuestro Salvador, y así habremos obtenido la Redención del cuerpo.
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Pero cuando recibimos a Cristo y obtenemos el nuevo nacimiento, hemos obtenido la redención, hemos obtenido la adopción espiritual; pero nos falta todavía la Adopción física que es nuestra transformación, donde obtenemos el nuevo cuerpo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y así seremos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo.
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Desde el Día de Pentecostés en adelante la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual nació el Día de Pentecostés, ha estado viviendo en una fase espiritual, en donde el Reino de Dios está en la Tierra, pero está en una fase espiritual, y está en el corazón, en el alma de cada creyente en Cristo.
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Pero ese Reino que está en la fase espiritual, va a estar manifestado físicamente, va a ser establecido el Reino de Dios por Jesucristo nuestro Salvador aquí en la Tierra, y se cumplirá la oración que Cristo enseñó a Sus discípulos, en donde Él dijo que pidieran la Venida del Reino de Dios: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad, como en el Cielo aquí en la Tierra.” Eso se cumplirá en el Reino Milenial de Cristo.
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Pero por cuanto el Reino de Cristo está en una fase espiritual, y está en la Tierra en el alma, en el corazón de cada creyente en Él, entonces la voluntad de Dios es hecha por cada creyente en Cristo, el cual es obediente a la voluntad de Dios, a la Palabra de Dios, porque en la Palabra de Dios está expresada la voluntad de Dios.
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Pero en este mundo terrenal físicamente todavía no está establecido el Reino de Dios, pero va a ser establecido por Jesucristo, ése es el Reino de David que será restaurado, y Cristo se sentará sobre el Trono de David como Rey, y gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y en ese Reino es que nosotros tenemos la parte más importante.
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En este reino terrenal en donde vivimos con una vida temporal, quizás no tenemos una posición importante; pero en el Reino de Cristo sí, en el Reino de Cristo somos Reyes, Sacerdotes y Jueces. O sea, que en el Reino de Cristo somos personas muy importantes, tan importantes que Cristo vino a la Tierra y murió por nosotros. Por lo tanto, somos importantes, a tal grado que dice el mismo Cristo que Él nos amó como lo amó a Él (a Jesucristo).
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Por lo tanto, la causa de la Primera Venida de Cristo y la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, fue porque Él nos amó, fue por amor.
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Por lo tanto, la revelación de la Primera Venida de Cristo siendo dada a conocer a los seres humanos, llama, le abre el entendimiento y llama a todos los hijos de Dios en cada edad, y los unifica en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahí somos uno en Cristo y con Cristo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es la Iglesia Novia del Señor Jesucristo; en lo espiritual es Su Esposa, y por medio de ella Cristo se está reproduciendo en hijos e hijas de Dios.
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En lo físico todavía no es la esposa, porque en lo físico será cuando tengamos el nuevo cuerpo, el cuerpo glorificado, y entonces seremos una sola carne físicamente, seremos físicamente carne de Su carne, o sea, cuerpo glorificado del cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Pero espiritualmente sí somos carne de Su carne, espiritualmente somos los miembros de Su Cuerpo Místico de creyentes.
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Y ahora, nosotros antes de aparecer en esta Tierra ¿dónde estábamos? Estábamos en Cristo. Por eso cuando Cristo estuvo en esta Tierra, nosotros estábamos en Él; cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, nosotros estábamos en Él; cuando Cristo fue sepultado, nosotros estábamos en Él; cuando Cristo descendió al infierno, nosotros estábamos en Él; cuando Cristo fue al Paraíso, nosotros estábamos en Él y con Él; cuando Cristo resucitó, nosotros estábamos con Él resucitando; y cuando Cristo ascendió al Cielo, nosotros estábamos con Él.
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¿Y cómo podemos entender esto de lo cual nos hablan los Apóstoles y nos habló el mismo Señor Jesucristo? Él en San Juan, capítulo 12, verso 24, hablando de Sí mismo y de todos los hijos e hijas de Dios, y de la Iglesia, Su Iglesia, Él dice:
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“*Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”*
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Cristo es el grano de trigo, y la Iglesia del Señor Jesucristo es la planta de trigo que nació de Cristo, el grano de trigo; y todo hijo e hija de Dios nacido de nuevo, nacido en el Cuerpo Místico de Cristo, son los granos de trigo de la planta de trigo, son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
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Y ahora, ¿dónde estaba la Iglesia, la planta de trigo? ¿Y dónde estaban todos los hijos de Dios, todos los granos de trigo? Estaban en el grano de trigo que fue sembrado en tierra.
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Dondequiera que una persona lleva un grano de trigo, lleva ahí una planta de trigo con muchos granos de trigo, todo eso está potencialmente en ese grano de trigo. Cualquier persona puede ver ese grano de trigo y usted decirle: “Aquí yo tengo una planta de trigo con muchos granos de trigo.” Y la otra persona le dice: “Pero yo veo solamente un grano de trigo, y no veo ninguna planta de trigo.” Pero usted dice: “Todo esto está aquí en este grano de trigo potencialmente.”
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Y por medio del proceso de la siembra, crecimiento y nacimiento del fruto y cosecha, obtendré muchos granos de trigo; así es como se obtiene, se obtienen los granos de trigo: de ese solo grano de trigo.
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Y Cristo siendo el grano de trigo, en Él estaba la planta de trigo: Su Iglesia, y en Él estaban todos los granos de trigo: todos los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Así como nuestro cuerpo físico estaba en los lomos de nuestro padre, así como cuando Abraham ofreció a Dios los diezmos de todo, cuando Melquisedec le apareció a Abraham en el capítulo 14 del Génesis, y dice San Pablo en el capítulo 7 de su carta a los Hebreos, que cuando Abraham ofreció a Dios los diezmos de todo, allí estaba Leví también diezmando a Dios.
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Vean, en el capítulo 7 de la carta a los Hebreos, dice San Pablo, verso 6 en adelante:
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“*Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.*
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*Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.*
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*Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.*
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*Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;*
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*porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.”*
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Así estaba Leví en los lomos de Abraham que era su tatarabuelo.
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Ahora, hemos visto que nosotros estábamos en Cristo, y por eso es que recibimos a Cristo, escuchamos la Voz de Cristo cuando nos llama para venir a recibir el perdón y ser limpios con Su Sangre de todo pecado, y ser bautizados en agua en Su Nombre para recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento. Él nos llama para bendecirnos y colocarnos en Su Reino produciendo el nuevo nacimiento, o sea, produciendo el nacimiento a la Vida eterna.
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Toda persona para tener la Vida eterna, tiene que nacer a la Vida eterna por medio de recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizado en agua en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo. Por eso San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 36 en adelante, y también el capítulo 4 del libro de los Hechos, verso 12, dice.
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“*Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”*
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No hay otro Nombre. Usted no puede buscar la salvación de su alma fuera del Nombre del Señor Jesucristo, Él es el único Salvador: *“Sepa...”* Y ahora, el capítulo 2, verso 36 en adelante del libro de los Hechos, dice:
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“*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.*
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*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?*
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*Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.*
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*Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.*
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*Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.*
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*Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”*
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Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y fueron unidas, añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, en unión con Cristo en Su Cuerpo Místico de creyentes. Y así la revelación divina que trajo Cristo en Espíritu Santo por medio de San Pedro, unió, unificó a todas aquellas personas que recibieron a Cristo como su Salvador, los unió, los unificó en el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia del Señor Jesucristo, para ser uno con Jesucristo nuestro Salvador.
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Y ahora, toda persona que quiere ser uno con Cristo, y quiere entrar al Reino de Cristo y tener Vida eterna, necesita recibirlo como su Salvador personal, y así es como la persona recibe la salvación y Vida eterna.
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Y ahora, ¿quiénes ya han recibido a Cristo como su Salvador personal, y han sido bautizados en agua en Su Nombre? Pues la buena noticia para ustedes está aquí en la Biblia, y se las voy a leer en esta noche, se encuentra en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, donde dice:
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“*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.*
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*Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.*
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*El que tiene al Hijo, tiene la vida* (o sea, el que tiene a Cristo en su alma, que lo ha recibido como su Salvador, tiene la vida: la Vida eterna)*; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”*
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No tiene la Vida eterna, aunque físicamente esté vivo en este planeta Tierra; está vivo a una vida temporal, pero a la Vida eterna está muerto; es un muerto a la Vida eterna, aunque está vivo a la vida terrenal y temporal.
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“*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”*
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Ésa es la buena noticia para cada uno de ustedes que han recibido a Cristo como su Salvador personal y para mí también: tenemos Vida eterna, una vida que nunca dejará de existir; aunque nuestra vida temporal, terrenal, termine, continuamos viviendo porque tenemos Vida eterna, continuamos viviendo en el Paraíso en el cuerpo angelical, y luego cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él, resucitaremos con Él si es que terminan nuestros días terrenales en esta Tierra.
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Pero si permanecemos vivos hasta el momento de la resurrección de los muertos en Cristo ¿qué pasará con nosotros? Él nos transformará y entonces tendremos un cuerpo con Vida eterna. O sea, esa transformación es una transformación de la vida temporal a la Vida eterna.
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Físicamente tendremos esa transformación si permanecemos vivos hasta ese momento; pero si alguno se va adelante no hay ningún problema, irá al Paraíso a vivir, y allí todos están felices en sus cuerpos angelicales, en donde ni tienen que trabajar ni tienen que dormir, ni tienen que comer tampoco, porque en el cuerpo angelical ni se trabaja, ni se come, ni se duerme.
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Pero ellos dijeron que volverán a la Tierra en cuerpos físicos glorificados, recibirán cuerpos físicos glorificados y entonces estarán de regreso con nosotros en nuestro tiempo, y nosotros seremos transformados, y entonces todos juntos tendremos cuerpos nuevos, y eternos y jóvenes para toda la eternidad.
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Ya no tendremos canas (cabellos blancos), ni tendremos tampoco arrugas, ni habrá tampoco personas sin cabello; por no decir la palabra, el nombre, el nombre *acá* no sé cómo le llaman, nosotros decimos calvos también, en otros lugares no sé si suene mal; pero no habrán calvos allí, porque en el nuevo cuerpo tendremos todo el cabello.
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Por lo tanto, los que les falte cabello en la actualidad no se preocupen, en el nuevo cuerpo tendrán todo el cabello. Los que tengan arrugas en su rostro, canas en su cabello, no se preocupen, en el nuevo cuerpo no tendremos ningún problema de esos.
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Por lo tanto, le damos gracias a Dios por Jesucristo nuestro Salvador, que vino para salvarnos, buscarnos y salvarnos y colocarnos en Su Reino con Vida eterna.
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“*...y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”*
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Y nosotros creemos en el Nombre del Hijo de Dios, nosotros creemos en el Nombre de Jesucristo nuestro Salvador.
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Por lo tanto, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, ¿qué puede hacer para obtener la salvación de su alma y la Vida eterna, y poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino? Lo mismo que hemos hecho nosotros, recibir a Cristo como su Salvador personal, y en esta noche tienen la oportunidad de hacerlo levantando sus manos y estaré orando por ustedes en esta noche.
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Por lo tanto, toda persona que en esta noche desea que Cristo lo salve y le dé Vida eterna, y lo coloque en Su Reino con Vida eterna, puede levantar su mano y estaré orando por usted en esta noche. Pueden pasar *acá* al frente para orar por ustedes en esta noche, para que así Cristo extienda Su Misericordia sobre ustedes, les reciba, les perdone, les limpie con Su Sangre preciosa de todo pecado y les dé Vida eterna, y así ustedes aseguren su futuro eterno con Cristo en la Vida eterna.
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Hemos visto que nuestra vida aquí en la Tierra es con un propósito: es para que recibamos a Cristo como nuestro Salvador y recibamos la Vida eterna, para que así cada uno nazca en el Reino de Cristo con Vida eterna, obtenga el nuevo nacimiento, el nacimiento a la Vida eterna. Pueden continuar pasando los de *éste* lado y también los de *éste* otro lado, para orar lo más pronto posible por todos ustedes, para que Cristo les reciba, les perdone sus pecados y con Su Sangre preciosa les limpie de todo pecado, y para que luego puedan ser también bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, pues Cristo dijo:
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“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
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*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
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Por lo tanto, todos queremos ser salvos, por eso creemos en Jesucristo como nuestro Salvador y lo recibimos públicamente. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.”
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Por lo tanto, queremos todos que Jesucristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, y diga al Padre Celestial: “Éste es un creyente en mí, éste me recibió como Salvador, por lo tanto Yo lo perdoné, perdoné sus pecados y con mi Sangre lo limpié de todo pecado, y fue bautizado en agua en mi Nombre, y yo le bauticé con Espíritu Santo y Fuego y le dí Vida eterna, obtuvo el nuevo nacimiento. Por lo tanto, Padre, Yo quiero que él esté donde Yo estoy, Yo quiero que Tú le des un cuerpo nuevo y eterno, Yo quiero que él viva en mi Reino por toda la eternidad.” Y el Padre dirá: “Entra en el gozo de Tu Señor.”
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Él nos confesará delante de Su Padre Celestial, por eso se hace una confesión pública, en donde la persona al pasar al frente y recibir a Cristo como su Salvador, hace una confesión pública de que ha creído en Jesucristo, el Hijo de Dios, y en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y lo ha recibido como su Salvador personal y suficiente. Por lo tanto, Cristo lo recibe, lo perdona y lo limpia con Su Sangre preciosa.
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Así como cuando el ministro va a casar una pareja, se hace una confesión pública en donde el ministro pregunta a la novia: “¿Recibes este hombre como tu esposo, tu marido?” Y ella dice: “Si señor, yo lo recibo.” Y el novio es preguntado por el ministro, y le pregunta al novio: “¿Recibes tú a esta joven, a esta mujer, como esposa, como tu esposa?” Y el novio dice: “Si señor, yo la recibo.” Y el ministro dice: “Yo los declaro marido y mujer, y quedan unidos en el santo estado del matrimonio, yo los uno en el santo estado del matrimonio y los declaro marido y mujer.”
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Y luego dice: “Están casados, están unidos en el santo estado del matrimonio, son una sola carne.” Y así vienen a ser uno el esposo y la esposa. Y así es con Cristo y la persona, somos unidos con Cristo cuando lo recibimos como nuestro Salvador, y venimos a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Esposa de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso se hace una confesión pública como Cristo lo ordenó: “El que me confesare delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.”
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Estamos esperando unos momentitos en lo que pasan las últimas personas para orar por todos ustedes, pues hay más personas que también como ustedes, desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y Cristo es el único que le puede asegurar el futuro a cada persona, el futuro eterno ¿dónde? En Su Reino Eterno. Por cuanto todos queremos vivir en el Reino de Jesucristo eternamente con Cristo, tenemos que recibir al Rey de ese Reino, que es Jesucristo nuestro Salvador.
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Vamos a esperar unos segundos para que así los que faltan por pasar al frente, pasen, y ya estaremos orando por todas las personas que estarán *aquí* al frente para recibir a Cristo y confesar a Cristo como su único y suficiente Salvador.
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Todavía están viniendo más personas, por eso estamos esperando por ellos, para que estén incluidos en esta oración que estaré haciendo por todos ustedes. Pueden continuar pasando los que faltan, para que así podamos orar por ustedes también (los que han de venir), para que estén incluidos en esta oración.
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Por cuanto nadie sabe cuántos días vivirá en este planeta Tierra en el cuerpo de carne, tenemos que asegurar con tiempo nuestro futuro eterno. Por lo tanto, Dios nos da esa oportunidad en esta noche: para que usted asegure su futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, Él le ama y por eso Él vino a la Tierra: para morir por usted y por mí.
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Él murió por todos nosotros para poder darnos Vida eterna, para que podamos vivir con Él en Su Reino. Si Él no moría en la Cruz del Calvario, Él estaría viviendo en la Tierra todavía en aquel cuerpo de carne, pero estaría solo, porque Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda.” O sea, que la raza humana tenía que morir aquel día en que Cristo murió, tenía que morir por sus pecados; pero Cristo tomó los pecados del ser humano y el juicio divino cayó sobre Jesucristo, vino la muerte sobre Jesucristo, y murió por nuestros pecados en la Cruz del Calvario, para que nosotros podamos vivir eternamente.
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Todavía estamos esperando personas que vienen de *allá*, y también las que de *acá* de *este* lado han sido llamadas *acá* en sus almas, en lo profundo de sus corazones. Estamos esperando que lleguen, porque Cristo por Su Palabra en esta noche les habló directamente a sus almas, Cristo, el Buen Pastor, les ha hablado directamente a sus almas para darles Vida eterna.
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Todavía siguen pasando más personas. También los niños de doce años en adelante pueden recibir a Cristo como su Salvador, y pueden pasar *acá* al frente; y también las personas que en alguna ocasión servían a Cristo pero se apartaron de Cristo, pueden recibirlo, pueden ser reconciliados con Cristo en esta noche también, y serán incluidos en esta oración que haré por todos ustedes.
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Todavía siguen pasando más personas, porque hay más personas que como ustedes quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
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Es una bendición grande que una persona sienta, escuche el llamado de Cristo en su alma y responda al llamado, porque es un llamado de amor para darle Vida eterna a la persona. Él llama a las personas porque nos ama, es por amor. La Vida eterna es gratuita para todos los que Él llama, Él es el dueño de la Vida eterna, Él es la vida.
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Por lo tanto, Él la otorga a nosotros gratuitamente, para eso es que Él nos llama: para darnos Vida eterna, porque Él vino a buscar a salvar lo que se había perdido, porque no es la voluntad de nuestro Padre Celestial que se pierda alguno de estos pequeños o pequeñitos, no es la voluntad de Dios que se pierdan las ovejas del Padre. La voluntad de Dios es que se salven, y por eso mandó a Jesucristo: para buscar y salvar lo que se había perdido: los hijos e hijas de Dios.
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Ustedes son almas vivientes, almas de Dios, que han escuchado el llamado de Cristo, el Buen Pastor.
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Y ahora, un segundito más, unos segunditos más y estaremos orando por todos ustedes cuando ya lleguen los que vienen de camino. Un segundito más para los que faltan y oraremos por todos en esta noche. Todavía veo personas caminando hacia *acá*, y por eso hay que esperar, porque ellos también desean que Cristo perdone sus pecados, les limpie con Su Sangre preciosa, y desean también el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y desean el bautismo del Espíritu Santo para obtener el nuevo nacimiento y nacer en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, para así asegurar su futuro eterno.
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Y con el único que lo podemos asegurar es con Jesucristo nuestro Salvador. Ninguna otra persona le puede asegurar a usted su futuro eterno, solamente hay uno, y se llama: SEÑOR JESUCRISTO.
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Todavía veo personas pasando *acá* al frente, que quieren asegurar su futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, porque no hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, no hay otro nombre, hay un solo Nombre, y es SEÑOR JESUCRISTO.
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Todavía veo más personas pasando, caminando hacia *acá*, es que hay muchas personas acá en la República de Guatemala que desean vivir con Cristo por toda la eternidad. Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos e hijas Suyos en la República de Guatemala, y eso es una bendición para la República de Guatemala. Dios está llamando y juntado Sus escogidos en este tiempo final con Gran Voz de Trompeta, Dios está llamando y juntando a todos Sus hijos en este tiempo final con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio.
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Continúan pasando más personas, y los que faltan de pasar de *esta* parte y de *esta* parte, pueden hacerlo rapidito para incluirlos en la oración de esta noche.
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Hemos visto que Dios tiene muchos hijos aquí en Guatemala, o sea, que Cristo por medio de la planta de trigo: Su Iglesia, tiene muchos granos de trigo en la República de Guatemala. Para mí es un privilegio estar en medio de una nación que tiene tantos y tantos hijos e hijas de Dios.
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Todavía siguen pasando más personas, ¿por qué? Porque Dios tiene muchos hijos aquí en la República de Guatemala.
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En una ocasión le dijo Cristo a San Pablo: “Predica, no tengas miedo, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.” Y Dios tiene mucho pueblo en la República de Guatemala, Dios tiene mucho pueblo aquí también en esta noche. Por lo tanto, la Palabra tiene que ser predicada, por eso se ha predicado la Palabra: porque a través de la predicación de la Palabra es que las ovejas de Dios escuchan la Voz de Cristo, la Voz de Dios, y vienen al Redil del Señor Jesucristo.
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Veo todavía personas caminando, por eso le estamos dando la oportunidad que lleguen, para orar por todas las personas que en esta noche han sido tocadas en sus almas para recibir a Cristo como su Salvador, y las que se habían apartado de Cristo para ser reconciliadas con Cristo.
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El milagro más grande que Dios puede realizar, ¿saben cuál es? La salvación de una persona, que una persona lo reciba (a Cristo) como su Salvador, y Cristo lo perdone y lo limpie con Su Sangre preciosa, y sea bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtenga el nuevo nacimiento, y así ha obtenido la Vida eterna, así ha nacido en el Reino de Jesucristo: ése es el milagro más grande. Por eso es que Cristo dijo que cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo, ¿ven? Porque nace en el Cielo, en el Reino de Cristo un hijo o una hija de Dios, y hay gozo cuando nace en el Reino de Cristo un hijo o una hija, porque ha nacido en el Reino de Cristo un príncipe o una princesa.
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Como cuando Cristo nació en Belén de Judea hubo gozo en el Cielo, y un Arcángel con un ejército celestial de músicos vinieron cantando, y con música celestial y los pastores lo escucharon, y le fue dicho a los pastores que estaban velando en las vigilias de la noche, que fueran allá a un pesebre, allí en Belén de Judea, porque allí había nacido el Hijo de Dios.
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Y cada vez que nace un hijo o una hija de Dios en el Reino de Cristo obteniendo el nuevo nacimiento, hay gozo en el Cielo, las huestes celestiales cantan de gozo.
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Por lo tanto, en esta noche hay gozo en el Cielo, y si por un pecador que se arrepiente hay gozo en el Cielo, ¿cuánto más por dos, por tres, por diez, por veinte, por treinta, por cien, por doscientos, o por quinientos, o por mil? El gozo es mucho mayor. Por lo tanto, lo que está sucediendo aquí en esta noche está causando gozo en el Cielo.
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Ahora, vamos ya a orar por ustedes, para que Cristo les reciba, extienda Su Misericordia sobre ustedes, perdone vuestros pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
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Inclinemos nuestros rostros y repitan conmigo lo que voy a decir en oración:
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***Padre nuestro que estás en el Cielo, ante Ti vengo en el Nombre del Señor Jesucristo, y doy fe, doy testimonio de que en esta noche estoy recibiendo a Cristo como mi Salvador, y que creo con toda mi alma en el Sacrificio de Cristo realizado en la Cruz del Calvario por mí.***
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***Creo en la Sangre de Jesucristo, creo que la Sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado, doy testimonio público delante de todas las personas aquí presentes, de que en esta noche recibo a Cristo como mi Salvador personal.***
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***Señor Jesucristo, Te estoy recibiendo como mi Salvador, perdona mis pecados y límpiame con Tu Sangre preciosa de todo pecado. Y Señor Jesucristo, conforme a Tu mandato que dijiste: “El que creyere (y yo he creído) y fuere bautizado (y yo seré bautizado en agua en Tu Nombre), será salvo.” Yo quiero la salvación de mi alma para vivir contigo por toda la eternidad.***
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***Señor Jesucristo, seré bautizado en agua en Tu Nombre, y Te pido que Tú me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento a y en la Vida eterna.***
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***En Tus manos me encomiendo ¡Oh Dios Eterno! En el Nombre del Señor Jesucristo, por quien Te pido estas cosas y a quien confieso públicamente como mi Salvador personal y suficiente. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.***
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Y ahora, todos decimos:
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***La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. Yo lo he creído con toda mi alma, y así es. Amén.***
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Y ahora, inclinemos nuestros rostros y estaré orando por ustedes (no tienen que repetir esta oración):
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***Padre nuestro que estás en el Cielo, ante Tu presencia vengo en el Nombre del Señor Jesucristo, presentando a Tí todas estas personas que han recibido a Cristo como su Salvador personal.***
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***Recíbeles, ¡Oh Padre Celestial en Tu Reino! Y Señor, Dios Eterno, bautízales con Espíritu Santo y Fuego; y Señor, produce en ellos el nuevo nacimiento, y que todos nazcan en el Reino del Señor Jesucristo con y a la Vida eterna.***
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***En Tus manos los encomiendo, acompáñalos todos los días de sus vidas aquí en la Tierra, sé con ellos en todo momento, y que permanezcan unidos contigo en Tu Cuerpo Místico de creyentes, en Tu Iglesia, todos los días de su vida terrenal y por toda la eternidad.***
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***Padre Celestial, Te lo ruego todo en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.***
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Y ahora, por cuanto Cristo dijo:
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“*El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”* Ustedes se preguntarán o preguntarán: “Y ahora, ya yo he creído, ¿cuándo puedo ser bautizado? Porque yo quiero ser bautizado ya.” Como dijo el eunuco: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Y Felipe le dijo: “Si crees de todo corazón, bien puedes.” Y el eunuco dijo: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” Y bajaron a las aguas bautismales y Felipe lo bautizó en ese mismo momento, seguida que creyó.
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También tenemos el caso cuando Pedro predicó y como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas ese mismo día. Luego también tenemos los demás casos en donde seguida que las personas recibían a Cristo como su Salvador, eran bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Porque luego del paso de recibir a Cristo como su Salvador, el segundo paso es ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo conforme a la orden de Cristo:
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“*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
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Todos queremos ser salvos y por consiguiente todos hacemos como Cristo ha dicho que hagamos.
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Y ahora, se preguntarán ustedes: “¿Y cuándo puedo ser bautizado? Porque quiero ser bautizado ya como hicieron todos los que creyeron en los tiempos pasados.” Si crees con todo tu corazón, bien puedes, y ustedes me dirán: “Yo he creído con todo mi corazón, con toda mi alma, yo he creído en Jesucristo, he creído que Jesucristo es el Hijo de Dios y lo he recibido como mi Salvador.” Pues bien puedes ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche.
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¿Hay agua? Vamos a ver... al ministro, Rvdo. Tirzo Ramiro Girón, que pase *acá* el Rvdo. Tirzo Ramiro Girón, para que nos diga si hay agua y si hay ropas bautismales para que puedan ser bautizados todos los que han creído en Cristo como su Salvador en esta noche, y lo han recibido como su suficiente Salvador.
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¿Hay agua y hay vestiduras bautismales? Pues les dejo al Rvdo. Tirzo Ramiro Girón para que les diga dónde está el agua, dónde están las vestiduras y dónde está el lugar para cambiarse de ropa, para que no mojen la ropa que tienen ustedes puesta y puedan ser bautizados, y luego cambiarse de ropa de nuevo y colocarse la ropa seca que ustedes tienen y regresar a sus hogares con la ropa seca.
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Bueno, ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: **“LA REVELACIÓN QUE UNIFICA,”** la revelación de Jesucristo que unifica al ser humano con Cristo en el Cuerpo Místico de Cristo.
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Muchas gracias por vuestra amable atención; y que Jesucristo nuestro Salvador les continúe bendiciendo a todos ustedes *aquí* presentes al frente, y a ustedes que están también en la congregación; y nos veremos mañana Dios mediante en la actividad de mañana, en el lugar que está asignado para mañana: en el Parque de la Industria, salón número 6, ingreso por la sexta calle, puerta número 9, el tema será: “CLAMANDO POR SALVACIÓN.”
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Bueno, con nosotros nuevamente el Rvdo. Tirzo Ramiro Girón, para decirles inmediatamente dónde pueden cambiarse de ropa para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
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Con nosotros el Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón.
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“**LA REVELACIÓN QUE UNIFICA.”**
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