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Una Torre de Bendición 2003-07-20 1 Manaus Amazonas BR 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Manaos, Brasil. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión, deseamos dedicar este lugar, este centro misionero “La Voz de la Piedra Angular;” y también al ministro y a su esposa para el servicio de Jesucristo nuestro Salvador.

Vamos a pedirle pasen aquí para orar a Dios y dedicar este auditorio, este centro misionero “La Voz de la Piedra Angular.” Oremos a Dios:

Padre nuestro que estás en el Cielo, Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad en la Tierra como en el Cielo.

Dios Eterno, dedicamos a Ti este centro misionero “La Voz de la Piedra Angular,” y a su ministro, el Rvdo. Idelfonso Fonseca de Souza y a su esposa Cleusa de Souza.

Padre Celestial, los dedicamos a Ti a ellos, y también este lugar, este centro misionero para Tu servicio, para que así aquí se reúnan hijos e hijas Tuyas, para escuchar Tu Voz y para alabar Tu Nombre con cánticos dedicados a Ti.

Señor, Dios Eterno, Te rogamos recibas este lugar, y añadas en este lugar muchas personas, las cuales reciban la salvación de sus almas, reciban a Cristo como su Salvador personal; y aquí se reúnan para escuchar Tu Voz y ser preparados para ser transformados cuando llegue ese momento, y mientras tanto estén escuchando Tu Voz y estén trabajando en Tu Obra todos los días que les toque vivir.

Dios Eterno, en el Nombre del Señor Jesucristo dedicamos a Ti este centro misionero “La Voz de la Piedra Angular,” y su ministro Idelfonso Fonseca de Souza y su esposa Cleusa de Souza. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido dedicado este auditorio, este centro misionero para la gloria de Dios, y su ministro y su esposa también. Un lugar en donde pueden venir a escuchar la Voz de Dios, y también llevar literatura para ustedes y sus familiares y sus amistades, para que también escuchen la Voz de Dios.

En esta ocasión leemos en Proverbios, capítulo 18, verso 10 donde dice:

Torre fuerte es el nombre de Jehová;

A él correrá el justo, y será levantado.”

Nuestro tema es: “UNA TORRE DE BENDICIÓN.” Así es el Nombre de Dios, el cual está revelado en el Hijo de Dios: Jesucristo nuestro Salvador.

A través de la historia de la raza humana, el ser humano ha deseado conocer a Dios y ha deseado conocer el Nombre de Dios. Y Dios a través de la historia de la raza humana lo encontramos revelándose al ser humano. En el Antiguo Testamento lo encontramos revelándose a Abraham, a Isaac, a Jacob y también a Moisés y a los demás Profetas. También se había revelado a Adán, a Abel, a Set, a Matusalén, también a Enoc y a Noé.

Y encontramos que el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra apareció en diferentes ocasiones a siervos Suyos, como Abraham, como Jacob y así por el estilo. Por ejemplo tenemos a Dios apareciendo a Abraham en el capítulo 14 del Génesis, cuando Abraham regresaba de obtener la victoria en contra de unos reyes que se habían llevado a Lot y su familia; y Abraham obtuvo la victoria y regresó con ellos.

Le apareció Melquisedec, Sacerdote del Dios Altísimo y Rey de Salem (o sea, Rey de Jerusalén), Rey de Paz y Rey de Justicia, y le dio pan y vino a Abraham. Abraham lo vio, por lo tanto era Dios revelándose a Abraham como Melquisedec, como el Sacerdote del Dios Altísimo y como el Rey de Jerusalén.

Encontramos que ése era un hombre de otra dimensión apareciéndole a Abraham, y ese hombre de otra dimensión es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, fue una revelación grande de Dios a Abraham.

Luego, en el capítulo 18 del Génesis le aparece nuevamente Dios a Abraham y le aparece con dos personajes más, fueron los Arcángeles Miguel y Gabriel. Aparecieron materializados porque Dios creó un cuerpo del polvo de la tierra para cada uno de ellos; por eso pudieron comer con Abraham el becerro tierno que Abraham les preparó.

Abraham dijo que era Elohim, era Dios visitando a Abraham; le confirmó también la promesa del hijo que Dios le había prometido. Abraham tenia noventa y nueve años y Sara tenía ochenta y nueve años.

¿Qué persona puede esperar tener un hijo teniendo noventa y nueve años y su esposa teniendo ochenta y nueve años? No hay esperanzas para una persona que se encuentre en esa situación él y su esposa, y para colmo Sara era estéril. Pero Dios le había prometido un hijo y hasta el nombre del hijo tenía, su hijo se llamaría Isaac, ése era el nombre que le pondría a ese hijo; y con ese hijo es que Dios establecería Su Pacto.

Ahora, encontramos que Abraham creyó a Dios, por lo tanto, Dios tenía que cumplir lo que Él prometió, porque Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta; como Él ha dicho así Él tiene que hacer. Nos toca a nosotros creer lo que Él ha dicho y esperar el cumplimiento de lo que Él ha prometido, porque Él lo cumplirá.

Ahora, encontramos que Abraham vio a Dios en forma física, porque Dios estaba dentro de aquel cuerpo físico con el cual le apareció a Abraham y comió con Abraham. Dios con Sus Arcángeles Miguel y Gabriel comieron con Abraham; ésa fue una visita muy especial para Abraham.

El próximo año ya Abraham cumpliría cien años; y cuando ya tenía los cien años Abraham recibió el hijo prometido; Dios rejuveneció a Abraham y a Sara para que pudieran tener el hijo prometido, pues Sara antes de tener el hijo tenía ochenta y nueve años, y vean ustedes, ya estaba avanzada en edad.

Pero luego de esa aparición de Elohim con Sus Arcángeles a Abraham, luego vino la destrucción, al otro día de la aparición de estos Arcángeles con Dios, luego vino la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Los Arcángeles fueron a Sodoma y Gomorra y se encargaron de ver lo que allí sucedía, y le dijeron a Lot: “Hemos venido para destruir esta ciudad.” Porque esos son los Arcángeles comandantes de las huestes celestiales.

Y ahora, encontramos que luego de la destrucción de Sodoma y Gomorra donde fueron librados Lot y su familia, encontramos que Abraham luego de ver al otro día el humo que subía de esas ciudades, luego en esos días se fue a otro lugar; y en otro lugar un rey, Abimelec, se enamoró de Sara.

¿Y qué rey se va a enamorar de una anciana de ochenta y nueve años? Es que estaba rejuvenecida y estaba muy hermosa. Y Abraham por poco pierde a Sara. Pero por cuanto Dios le había prometido a Abraham un hijo a través de su esposa Sara, Dios le apareció en sueños a Abimelec y le dijo que era hombre muerto porque tenía la esposa de un Profeta en su casa, había tomado para esposa una mujer casada y para colmo esposa de un Profeta.

Y Abimelec le dijo: “Yo no lo sabía, Abraham me dijo que era su hermana.” Pues eran hermanos también. Y Dios le dijo: “Por cuanto eres inocente en esa parte, por esa causa te estoy apareciendo. Devuelve la mujer a su esposo y él orará por ti y entonces serás perdonado, entonces todo estará bien; él tiene que orar por ti.”

Ahora, Dios le dice: “Y si no, eres hombre muerto.” O sea: “La entregas a su esposo y él orará por ti, para que la Misericordia sea extendida hacia ti.”

Al otro día le contó Abimelec a su gente, a sus oficiales, el sueño que había tenido y todos se asustaron; la matriz de las mujeres y de los animales estaba cerrado, Dios había cerrado la matriz de todas las mujeres de ese reino por causa de que Abimelec, el rey, había tomado a Sara la esposa de Abraham, aunque él no sabía que era la esposa de Abraham. Dios destruiría a Abimelec y todo ese reino si Abimelec no entregaba a Abraham a Sara.

Ahora, podemos ver cómo Dios obra: Dios obra en esa forma con Abraham y en favor de Abraham. Luego el rey devuelve a Sara a Abraham, y Abraham ora por el rey y Dios abre la matriz de las mujeres de ese reino y de los animales también, y perdona a ese rey y a ese reino. Y luego más adelante Abraham y Sara tienen un hijo, cuando ya Abraham tuvo cien años y Sara noventa años. Ese hijo tuvo por nombre “Isaac,” que significa “risa.”

Ahora, podemos ver que el que le apareció a Abraham en forma visible en diferentes ocasiones, ahora cumplió lo que Él le prometio, porque el Nombre de Dios es Torre fuerte y es Torre de bendición y es Torre de salvación para todo aquél que cree en el Nombre de Dios y escuche Su Voz.

Ahora, encontramos que también a Jacob le apareció Dios en el capítulo 32, verso 24 en adelante del Génesis. Y vean cómo todo sucedió allí, capítulo 32, verso 24 en adelante del Génesis, dice:

Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.”

Ahora vean, Jacob dice que vio a Dios cara a cara. Dios le apareció a Jacob en un cuerpo angelical, ese cuerpo angelical es llamado en el Antiguo Testamento el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo Ángel que le apareció a Abraham en diferentes ocasiones y que luego en el libro del Éxodo le apareció a Moisés; y a Moisés le apareció para darle la comisión de ir al pueblo hebreo que se encontraba en Egipto, para libertar al pueblo hebreo.

El Ángel de Jehová estaría con Moisés y a través de Moisés libertaría al pueblo hebreo. Sería no un hombre el que libertaría al pueblo hebreo, sino Dios a través de un hombre. Encontramos en el Éxodo, capítulo 23, versos 20 al 23 algo acerca del Ángel de Jehová, donde Dios dice:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde dice Dios que está Su Nombre? En Su Ángel. El Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, el Ángel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso Jesucristo podía decir: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” También Él podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”

¿Cómo era Jesucristo antes que Abraham, ya que Él dice que antes que Abraham fuese, Él era? En San Juan capítulo 8 están estas palabras de Cristo. Capitulo 8, verso 56 al 58 dice de la siguiente manera:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.”

Abraham vio el día de Cristo, vio a Cristo cuando comió con Él, y Abraham le llamó Elohim. Era Cristo en quien estaba Dios manifestado apareciéndole a Abraham; por eso Cristo podía hablar en esta forma.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Cuando Él dice: “Yo Soy,” es el Yo Soy que le apareció a Moisés y Moisés le preguntó al Ángel de Jehová: “Si ellos me preguntan cuál es Tu Nombre ¿qué les responderé?” El Ángel de Jehová le dice a Moisés: “Yo Soy el que Soy, y dirás a ellos (a Israel) Yo Soy me envió a vosotros.”

El Yo Soy son cuatro letras, cuatro consonantes, las cuales son Y H W H, ésas son las cuatro letras que fueron dadas a Moisés; pero Moisés escuchó ese Nombre siendo hablado por Dios a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová en quien estaba el Nombre de Dios.

Vean, Dios dijo en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, que en el Ángel está Su Nombre, el Nombre de Dios; por eso el Ángel de Jehová le dijo a Moisés cuál era Su Nombre. Eso está en el capítulo 3, versos 13 al 15 del Éxodo, donde Moisés preguntó por el Nombre y le fue dado el Nombre; porque en el Ángel de Jehová está el Nombre de Dios.

Y cuando apareció Juan el Bautista predicando en la Tierra, encontramos que estaba anunciando que después de él vendría uno mayor que él. Ese mayor que él (que Juan el Bautista), era nada menos que Cristo, el Mesías, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que vendría en un cuerpo de carne humana, que sería creado en el vientre de una virgen y que nacería en Belén de Judea, pues la promesa era que una virgen concebiría y daría a luz un hijo. Eso está en Isaías, capítulo 7, verso 14, y esa profecía fue cumplida cuando la virgen María concibió del Espíritu Santo y luego dio a luz en Belén de Judea al niño Jesús.

Y ahora, en el niño Jesús, que es el Hijo de Dios, encontramos que está el Nombre de Dios. Por eso Él dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Ahora, ¿quién es Jesucristo? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. En Malaquías, capitulo 3, verso 1, dice:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”

¿Quién está enviando Su Mensajero? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, ¿y quién es este Mensajero que Él está enviando? Cuando se cumplió esta profecía ese Mensajero fue Juan el Bautista, el cual vino con el espíritu y virtud de Elías, ése era el Elías prometido para ese tiempo para convertir el corazón de los padres a los hijos, convertir el corazón de los hebreos a la fe cristiana, a la fe en Cristo. Y luego de aparecer el precursor de la Primera Venida de Cristo ¿quién aparecería?

...y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

¿Quién vendría? El Señor, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Dios vendría manifestado en carne humana en medio del pueblo hebreo, y allí estaría el Nombre de Dios para llevar a cabo la Redención del ser humano, tomar nuestros pecados y morir en la Cruz del Calvario por cada uno de nosotros.

En el Antiguo Testamento se efectuaban sacrificios por el pecado de animalitos, y esos animalitos eran los que ocupaban el lugar del pecador. “Por cuanto todos pecaron, todos fueron destituidos de la gloria de Dios,” dice Romanos, capítulo 3, verso 23, así dijo San Pablo: “el ser humano fue destituido de la gloria de Dios.”

Y ahora, en el capítulo 6, verso 23 de Romanos dice San Pablo:

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Y ahora, por cuanto la paga del pecado es muerte, el pecado de las personas era colocado en los animalitos cuando confesaban sus pecados a Dios y ofrecían a Dios un sustituto, el cual tenía que morir por los pecados de la persona; y cuando ofrecían ese sacrificio, Dios aceptaba ese sacrificio y la sangre de ese sacrificio cubría las personas de todo pecado. O sea, eran perdonados los pecados de la persona y eran cubiertos con la sangre del animalito que era sacrificado, y cuando Dios miraba a la persona no veía pecado en las personas, ¿por qué? Porque estaban cubiertos con la sangre de ese sacrificio que habían efectuado, pero el pecado estaba allí solamente cubierto, porque la sangre de los animalitos no puede quitar los pecados del ser humano.

Esos sacrificios de animalitos por el pecado estaban señalando que algún día vendría un Sacrificio perfecto, un hombre perfecto, un Segundo Adán, un hombre perfecto, el cual tomaría nuestros pecados y moriría por nuestros pecados, y así serían quitados nuestros pecados.

Y toda persona que recibiría como Salvador a ese hombre que sería el Mesías, el Cristo, obtendría el perdón de sus pecados y sería limpio de todo pecado con la Sangre del Sacrificio del Mesías, de Cristo, de nuestro amado Salvador.

Todo eso ocurrió cuando Cristo vino a la Tierra en carne humana, y se hizo pecado por nosotros, Él tomó nuestros pecados y por eso se hizo mortal para morir por nosotros.

En lugar de nosotros morir por nuestros pecados, Él murió por nuestros pecados para que nosotros podamos recibir Vida eterna, porque el Nombre de Dios que es Señor Jesucristo, es una Torre de bendición, de salvación para el ser humano, porque Él tomó nuestros pecados y murió por nosotros.

Y ahora nosotros podemos obtener Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Ya Dios no acepta sacrificios de animalitos por el pecado, Dios acepta exclusivamente un sacrificio por el pecado, y es el Sacrificio de Jesucristo nuestro Salvador. Y toda persona tiene que tener un sacrificio por el pecado y no puede ser ya un animalito, ya eso pasó.

Ahora es tener a Cristo como su Salvador, tener el Sacrificio de Cristo, recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar los pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos el nuevo nacimiento y somos una nueva criatura, y así nacemos en el Reino de Cristo, así entramos al Reino de Jesucristo nuestro Salvador para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Por eso es que se predica el Evangelio de Cristo a toda criatura, dice en San Lucas, capítulo 24, verso 46 en adelante:

Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día (San Lucas, capítulo 24, verso 46 en adelante),

y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.”

Ahora, podemos ver que el arrepentimiento y el perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, para que toda persona pueda obtener el perdón de sus pecados y pueda ser limpio con la Sangre de Cristo de todo pecado. En San Mateo, capítulo 26, verso 26 en adelante (26 al 28), Cristo en la última cena dice:

Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”

El vino en la copa que Cristo da a beber a Sus discípulos, representa la Sangre de Cristo siendo derramada en la Cruz del Calvario, y la Sangre de Cristo es la Sangre del Nuevo Pacto, es la Sangre del Pacto Eterno. Veamos en Hebreos, capítulo 12 lo que dice San Pablo con relación a la Sangre de Cristo. Capítulo 12, verso 24, dice:

...a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”

Y en el capítulo 13 de Hebreos, versos 20 al 21, dice San Pablo:

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno (por la Sangre del Pacto Eterno).”

El Pacto Eterno para Vida eterna tiene una sangre: la Sangre de Jesucristo que nos ha limpiado de todo pecado; y cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, es perdonado de todo pecado y es limpiado con la Sangre de Cristo de todo pecado. Ésa es la Sangre por la cual nosotros obtenemos la victoria.

En el libro del Apocalipsis, capítulo 12, verso 11, dice:

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero.”

Porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, y al limpiarnos de todo pecado somos reconciliados con Dios y somos restaurados a la Vida eterna, y así obtenemos la victoria, obtenemos la victoria en contra del diablo.

Cristo con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario nos ha perdonado y nos ha limpiado de todo pecado con Su Sangre preciosa, Él murió en nuestro lugar, Él murió por nosotros, por lo tanto hemos obtenido la victoria por medio de la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, porque en Jesucristo está la bendición de Dios para todo ser humano, porque el Nombre de Dios es Torre de bendición, y el Nombre de Dios ¿está dónde? En Jesucristo, el Ángel del Pacto.

Por lo tanto, la bendición de la Vida eterna está en Jesucristo para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Por eso San Pablo y San Pedro hablaban así, hablaban en esa forma con relación a Jesucristo.

Vean a San Pablo y a los demás Apóstoles hablando. Veamos primero a Jesús hablando a Sus discípulos en San Marcos, capítulo 16, verso 15 en adelante (15 al 16). Antes de Jesucristo ascender al Cielo ya estaba resucitado y glorificado, y ahora dice a Sus discípulos:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Toda persona desea ser salva, toda persona desea vivir eternamente con Cristo en Su Reino, ¿qué debe hacer entonces toda persona? Escuchar la predicación del Evangelio, creer en Jesucristo y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en donde la persona se identifica con Cristo en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, porque el bautismo en agua representa la muerte, sepultura y resurrección.

El bautismo en agua no lo salva, es simbólico, representa que usted ha muerto con Cristo, ha sido sepultado con Cristo y ha resucitado con Cristo a una nueva vida, por lo tanto es necesario que toda persona reciba a Cristo como su Salvador y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Por eso San Pedro el Día de Pentecostés predicando, dice en el capítulo 2 del libro de los Hechos, verso 36 en adelante:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

Ésa es la orden divina dada por el Espíritu Santo a través de San Pedro, lo cual es el cumplimiento de la orden de Cristo de ir por todo el mundo predicando el Evangelio, comenzando desde Jerusalén. “Y todo el creyere y fuere bautizado, será salvo, el que no crea será condenado.” Tan simple como eso.

Por lo tanto, toda persona necesita a Cristo como su Salvador, porque Cristo es Torre de bendición, porque en Él está el Nombre de Dios y el Nombre de Dios es Torre de bendición.

Por lo tanto, toda persona necesita a Cristo como su Salvador para poder obtener el perdón de sus pecados y ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, y así obtener el nuevo nacimiento, y así nacer en el Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. “Porque el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6.

Y ahora, ésta es la forma para el ser humano ser reconciliado con Dios, no hay otra forma.

En Levítico, capítulo 23 se efectuaba el sacrificio por el pecado con un macho cabrío en lo que llegaba el Sacrificio perfecto de Jesucristo nuestro Salvador.

Vean lo que ocurría en ese sacrificio por el pecado, en Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante, 26 en adelante dice:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

En medio del pueblo hebreo todos los años el día diez del mes séptimo tenían que realizar este sacrificio por el pecado, tenían que sacrificar un macho cabrío por Jehová, y tenían que tener otro macho cabrío sobre el cual el sumo sacerdote colocaba sus manos, confesaba los pecados del pueblo y luego soltaba ese macho cabrío que fuera lejos. Ambos machos cabríos representaban a Cristo, por lo tanto ese sacrificio por el pecado (del Antiguo Testamento) tipificaba a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.

Y ahora, este sacrificio por el pecado realizado en medio del pueblo hebreo era para el pueblo hebreo, el pueblo de Dios del Antiguo Testamento.

Pero ahora en el Nuevo Testamento con el Sacrificio de Cristo, realizado en la Cruz del Calvario, se cumplió en Cristo y Su Sacrificio el sacrificio de la expiación de Levítico, capítulo 23, y ya no se tiene que sacrificar un animalito por el pecado, porque ya Cristo fue sacrificado por nuestros pecados; no solamente por los pecados del pueblo hebreo, sino por los pecados de los gentiles también, fue hecho un Sacrificio universal, un Sacrificio para todo ser humano.

Y ahora, no solamente los hebreos pueden tener acceso al Sacrificio por el pecado, sino que también los gentiles tienen acceso al Sacrificio por el pecado para ser reconciliados con Dios, porque el Sacrificio por el pecado en el Nuevo Testamento, es el Sacrificio de Jesucristo nuestro Salvador, el Sacrificio para ser reconciliados con Dios y ser restaurados a la Vida eterna. Toda persona que en el Antiguo Testamento no afligía su alma por sus pecados, era cortado del pueblo, perdía el derecho a vivir un año más, por lo tanto tenía que morir en esos días.

Y ahora, toda persona que no recibe el Sacrificio por el pecado del Nuevo Testamento, que es el Sacrificio de Cristo, no tiene derecho a vivir eternamente, por lo tanto pierde la oportunidad única que tiene de vivir eternamente.

Esa oportunidad única la tiene en Jesucristo nuestro Salvador, porque Él es Torre de bendición y salvación para todos los seres humanos, y el que se allega a Cristo, se allega a la Torre de bendición, a donde recibe la bendición de la Vida eterna. Vean lo que nos dice San Pablo en Romanos, capítulo 5, verso 6 en adelante:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”

La reconciliación de todo ser humano con Dios es a través de Jesucristo, para poder el ser humano, al ser reconciliado con Dios, tener derecho a vivir eternamente con Cristo en el Reino de Dios, de otra forma la persona no tiene derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

La persona que no recibe a Cristo como su Salvador pierde la oportunidad y derecho a vivir eternamente en el Reino de Cristo, y por consiguiente será condenado porque no creyó en el Nombre del Hijo de Dios, será condenado en el juicio final y echado al lago de fuego, que es la segunda muerte.

Pero nadie quiere ir para el lago de fuego, todos queremos ir al Reino de Cristo y reinar con Cristo por toda la eternidad; por lo tanto todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro Salvador personal, y Él perdona nuestros pecados, nos limpia son Su Sangre preciosa de todo pecado, nos justifica, nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento y así nacemos en el Reino de Cristo, entramos al Reino de Cristo y entonces tenemos Vida eterna.

Es con Cristo en Su Reino que obtenemos Vida eterna y somos reconciliados con Dios, por lo tanto, toda persona necesita recibir a Cristo como su Salvador personal. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles; pero el que me negare delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles.”

Por lo tanto, necesitamos confesar a Cristo delante de los hombres, ¿cómo? Recibiéndolo como nuestro Salvador, confesando que creemos en Jesucristo y lo recibimos como nuestro Salvador.

Por eso se le da la oportunidad a las personas que hagan una confesión pública de que creen en Jesucristo, que lo reciben como su Salvador, se les da la oportunidad de que pasen al frente y reciban a Cristo como su Salvador, y ésa es una confesión pública que la persona hace de que recibe a Cristo como su Salvador, de que confiesa a Cristo públicamente como su Salvador, y Cristo le confesará delante de nuestro Padre Celestial y delante de Sus Ángeles.

Cristo hace eso en favor de todos aquellos que lo confiesan públicamente como su Salvador, los que lo nieguen, Cristo los negará delante de nuestro Padre Celestial, por lo tanto no aparecerán como creyentes en Cristo, por lo tanto no tienen Vida eterna esas personas y no entrarán a la Vida eterna, serán condenados. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso.

Por lo tanto, toda persona sabe en qué condición se encuentra delante de Dios, y antes de la persona morir necesita colocar su alma en las manos de Cristo, necesita recibir a Cristo como su Salvador personal; porque la oportunidad de salvación es mientras la persona está viviendo en este planeta Tierra. Eso es el propósito, ése es el propósito por el cual Dios nos ha enviado a este planeta Tierra, para que recibamos a Cristo como nuestro Salvador, para que así seamos reconciliados con Dios y obtengamos Vida eterna.

El que pierde esa oportunidad y no se preocupa en recibir a Cristo como su Salvador, ha estado perdiendo la única oportunidad que Dios le da para que reciba Vida eterna, la Vida eterna se recibe a través de Jesucristo nuestro Salvador. Veamos en San Juan, capítulo 3, verso 14 en adelante, donde dice:

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.”

¿Y cómo sería levantado el Hijo del Hombre? En una cruz, muriendo en una cruz; allí fue levantado como Moisés había levantado la serpiente en el desierto. Cuando Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, fue el tiempo en donde las serpientes venenosas estaban mordiendo al pueblo hebreo y estaban muriendo.

Porque una persona mordida por una serpiente venenosa está condenada a la muerte, solamente le quedan pocos minutos de vida; pero en esos pocos minutos las personas podían mirar a una serpiente de bronce que Moisés había levantado en una vara, y las personas quedaban libres de la muerte, el veneno que las serpientes habían colocado en el cuerpo de las personas, quedaba anulado, ¿por qué? Porque aquella serpiente de bronce representaba el pecado ya juzgado.

Y por consiguiente cuando la persona miraba la serpiente de bronce, el pecado de la persona ya quedaba perdonado, porque quedaba transmitido a la serpiente de bronce y por consiguiente la persona se encontraba perdonado y sin pecado.

Ahí estaba el secreto, porque aquella serpiente de bronce representaba a Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario, y llevando nuestros pecados y siendo nuestros pecados juzgados en Cristo. Por lo tanto, nuestros pecados fueron juzgados en Cristo.

Y cuando la persona mira a Cristo, lo reconoce como el Sacrificio por el pecado, la persona obtiene el perdón de sus pecados, porque el pecado de la persona es quitado, Cristo lo quita y con Su Sangre nos limpia de todo pecado y queda anulado todo el veneno del pecado.

Por lo tanto, queda anulada la muerte, ya la persona no morirá, la persona no tendrá que ser echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte, sino que vivirá eternamente con Cristo en Su Reino. Sigue diciendo:

...para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Para eso fue que murió Cristo en la Cruz del Calvario:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Dios dio a Su Hijo Jesucristo en Sacrificio en la Cruz del Calvario, llevando nuestros pecados se hizo pecado por nosotros, Dios colocó en Jesucristo los pecados de todos nosotros, y por nuestros pecados fue que Él murió en la Cruz del Calvario:

...para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Pero el que no cree se perderá, pero el que cree no se perderá:

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

El que cree no es condenado, el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios; es un asunto de creer en Jesucristo para obtener la salvación de nuestra alma, pues somos almas vivientes para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Para poder vivir en el Reino de Cristo hay que recibir al Rey de ese Reino que es Jesucristo, el que lo confiesa delante de los hombres, Cristo lo confesará delante de nuestro Padre Celestial y la persona entrará al Reino de Dios y vivirá con Jesucristo en Su Reino.

El que no confiese a Cristo como su Salvador, Cristo no lo confesará delante de nuestro Padre, y la persona no podrá vivir eternamente con Cristo en Su Reino, serán echados en el lago de fuego, que es la segunda muerte, en donde irán todos los que no han creído en Jesucristo nuestro Salvador, y donde también estará el diablo y todos los ángeles que se rebelaron con el diablo en contra de Dios.

Por lo tanto, en el lago de fuego estarán todos los incrédulos, comenzando desde el diablo que es la cabeza de todos los incrédulos, el líder de todos los incrédulos; y nadie quiere ir a donde estará el diablo siendo castigado, nadie desea ir al lago de fuego donde será echado el diablo para ser quemado.

Nadie quiere ser quemado en el lago de fuego, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino; por lo cual todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y así entrar al Reino de Dios.

¿Ven lo sencillo que es todo para entrar al Reino de Cristo, al Reino de Dios y vivir eternamente con Cristo en Su Reino? Todo es sencillo.

Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, no hay otra cosa más importante; y para recibir la Vida eterna vean lo sencillo que Jesucristo ha hecho todas las cosas.

Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador obtenemos el perdón de nuestros pecados, somos lavados con la Sangre de Jesucristo de todo pecado, somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtenemos el nuevo nacimiento y entramos al Reino de Cristo, al Reino de Dios y somos reconciliados con Dios para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.

Por eso es tan importante asegurar la Vida eterna con Cristo en Su Reino, recibiéndolo como nuestro Salvador personal. Nadie más le asegura a usted la Vida eterna, solamente Jesucristo. Por eso hay que recibir a Cristo como nuestro Salvador personal de todo corazón.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “UNA TORRE DE BENDICIÓN,” ése es Jesucristo, porque el Nombre de Dios es Torre de bendición para los que se allegan a esa Torre de bendición, y eso es Jesucristo nuestro Salvador, Él es la Torre de bendición, de Vida eterna para todos los que se allegan a Él.

Y así aseguramos la Vida eterna en el Reino de Dios con Jesucristo nuestro Salvador, y entonces tenemos la esperanza de que algún día vamos a tener un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y vamos a vivir con Él en Su Reino por toda la eternidad.

Usted duerme tranquilo o tranquila porque usted ha asegurado su vida, la Vida eterna con Jesucristo nuestro Salvador; por lo tanto no le preocupa si físicamente muere, eso no le preocupa porque sabe que Cristo enviará Sus Ángeles para que lo lleven al Paraíso y allí estará con los que ya han partido, hasta que Cristo complete Su Iglesia y resucite a todos los creyentes que ya han muerto físicamente, a los cuales resucitará en cuerpos glorificados y eternos y luego nosotros los que vivimos nos transformará; y entonces tendremos todos un cuerpo nuevo, un cuerpo eterno y joven y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Vean, todas estas bendiciones están en Jesucristo, porque Él es la Torre de bendición, porque en Él está el Nombre de Dios, el Nombre de bendición para todo ser humano.

Y ahora, ¿cuántos ya han recibido a Cristo como su Salvador? Todos ustedes y yo también, por lo tanto nos hemos agarrado a la Torre de bendición, tenemos la bendición de Dios, la bendición de la Vida eterna.

Toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador no tiene Vida eterna, por lo tanto no tiene esperanzas de volver a vivir, y de volver a vivir en una condición mejor de la que tiene en esta Tierra.

¿Y por qué no tiene esa esperanza? Porque no ha recibido a Cristo como su Salvador, por lo tanto sabe que no tiene Vida eterna, que lo que tiene es una vida temporal y no sabe de cuántos años, porque nadie sabe cuántos años va a vivir en esta Tierra, el ser humano no tiene vida en sí mismo, no tiene Vida eterna, necesita recibir a Cristo para obtener Vida eterna.

Vean, Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

¿Dónde está la Vida eterna? En Jesucristo el Hijo de Dios:

El que tiene al Hijo, tiene la vida (el que tiene al Hijo, tiene la Vida eterna); el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

Por lo tanto, no tiene esperanzas de vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

La buena noticia para los que creen en el Nombre del Señor Jesucristo, es que tienen Vida eterna, tenemos Vida eterna porque hemos creído en el Nombre del Hijo de Dios: Jesucristo nuestro Salvador.

Y ahora, ¿cuántos ya han creído en el Nombre de Jesucristo como su Salvador? Por lo tanto la buena noticia es que ustedes y yo tenemos Vida eterna, Vida eterna. Por eso tenemos la esperanza de una vida nueva en un Reino nuevo, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, donde seremos Reyes, Sacerdotes y Jueces.

En ese Reino es que está la bendición grande para ustedes y para mí, y es un Reino eterno, por lo tanto toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador sabe que no tiene Vida eterna; pero en esta ocasión puede recibir Vida eterna recibiendo a Cristo como su Salvador personal y así asegurar la Vida eterna para usted, porque lo más importante es la Vida eterna, y hay que asegurarla ¿cómo? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador.

No hay otra forma para el ser humano recibir la Vida eterna, es a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, en esta ocasión todas las personas que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, pueden hacerlo en esta ocasión, para que Cristo perdone sus pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado y les dé salvación y Vida eterna, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento.

En esta ocasión todos los que desean recibir a Cristo como su Salvador, lo pueden hacer levantando sus manos en señal de que reciben a Cristo como su Salvador personal, y estaré orando por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, para que así obtengan Vida eterna y tengan la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Y ahora, ¿dónde están las personas que desean que ore por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les reciba y les perdone?, pueden levantar sus manos y oraré por ustedes en esta ocasión.

Allá en la parte de atrás veo manos levantadas, ¿y dónde más por aquí?

Éste es un momento muy importante en la vida de todos ustedes, es un momento de una decisión importante, una decisión que los colocará con Cristo en la Vida eterna, es la decisión donde ustedes aseguran la Vida eterna con Cristo. Por lo tanto, es el momento más importante de su vida.

Pueden continuar levantando sus manos y pueden pasar ya al frente para orar por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego.

Recuerden, esta es la decisión más importante de su vida, es la decisión para recibir la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Pueden continuar pasando al frente para orar por ustedes en esta ocasión, es el momento que ustedes recordarán por toda la eternidad: el momento en que recibieron a Cristo como su Salvador personal.

Éste es el momento que marca en la vida de ustedes la Vida eterna viniendo a ustedes, es el momento por el cual toda persona que desea vivir eternamente tiene que pasar, este es el momento en donde al ustedes pasar al frente recibiendo a Cristo como su Salvador, están haciendo una confesión pública de que ustedes han creído en Jesucristo, el Hijo de Dios, y lo han recibido en sus almas como su Salvador personal.

Él es el único que puede salvar el alma suya y de toda otra persona. No hay otro que pueda salvar al ser humano, Él es el único Salvador. Por eso es que lo recibimos como nuestro Salvador, y por eso Él ordenó ir por todo el mundo predicando el Evangelio, predicando las buenas noticias de salvación, predicando a todo ser humano que Cristo murió en la Cruz del Calvario por nuestros pecados y que Él con Su Sangre preciosa nos ha limpiado de todo pecado, y se materializa en nosotros cuando lo recibimos como nuestro Salvador.

Todavía hay más personas pasando al frente, y por eso estamos esperando unos momentitos, porque hay muchas personas que desean vivir eternamente en el Reino de Dios y han entendido que para eso es que recibimos a Cristo como nuestro Salvador personal, y es una oportunidad única que tenemos mientras vivimos en esta Tierra.

Esta oportunidad es la que nos coloca con Cristo en Su Reino, y confirmamos con Cristo nuestro nombre para vivir eternamente en Su Reino.

Así como confirmamos un vuelo aéreo en donde confirmamos de que vamos a viajar, así también confirmamos en el Reino de Cristo que queremos estar en el Reino de Cristo por toda la *oportunidad, y lo confirmamos recibiendo a Cristo como nuestro Salvador personal.

En esta ocasión ustedes están confirmando su nombre en la Vida eterna, y la están confirmando con Cristo nuestro Salvador, ustedes están diciéndole a Jesucristo desde lo profundo de sus almas: “Yo te amo, y yo quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad.” Y Cristo perdona sus pecados y les limpia de todo pecado con Su Sangre preciosa y les dice: “Tú estarás conmigo en mi Reino por toda la eternidad.”

Como le dijo a aquél que estaba crucificado a su lado, cuando le dijo a Cristo: “Acuérdate de mí cuando vengas en Tu Reino.” Cristo le dijo: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.” Ésas son palabras de consuelo y de seguridad, por lo tanto el hombre pudo morir tranquilo allí al lado de Jesucristo nuestro Salvador, porque creyó en Jesucristo nuestro Salvador.

Y cuando usted ha recibido a Cristo como su Salvador adquiere la seguridad de la Vida eterna, adquiere la seguridad de que usted vivirá con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, y Él le va a dar un cuerpo eterno, glorificado y joven para toda la eternidad.

Todavía hay personas para pasar al frente, estamos dando unos segundos para que pasen al frente para orar por todas las personas que en esta ocasión están recibiendo a Cristo como nuestro Salvador personal.

¿Por qué pasan tantas personas? Porque quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino, ninguno quiere ser echado en el lago de fuego con el diablo, allá que se lo disfrute solo él, donde va a ser quemado. Pero nosotros vamos a vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.

Así que ésa es la causa por la cual siguen pasando personas al frente para recibir a Cristo como su Salvador, y así orar por ustedes para que Cristo les reciba, les perdone y les limpie con Su Sangre preciosa de todo pecado, y sean bautizados en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y así obtengan la salvación y Vida eterna que Cristo le ofrece a todo ser humano.

Todo es sencillo en el Programa de Cristo para que todos puedan recibir la Vida eterna: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” ¿Ven? Tan simple como eso. “Mas el que no creyere, será condenado.” Nadie quiere ser condenado, todos queremos ser salvos y vivir con Cristo por toda la eternidad. Para eso es que recibimos a Cristo como nuestro Salvador personal, para vivir con Cristo eternamente en Su Reino, ése es el propósito: vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

El Reino de Cristo es el único Reino eterno. El único reino que permanecerá será el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Y Él le da oportunidad a las personas para que entren a Su Reino y vivan eternamente con Cristo en Su Reino.

Ya vamos dentro de algunos segundos a orar por las personas que ya están aquí, así que pueden pasar los últimos que desean recibir a Cristo como su Salvador personal, y así estaremos orando por todas las personas que han pasado al frente. Es Vida eterna la que Cristo ofrece a todos ustedes.

Todavía están pasando más personas, por lo tanto tenemos que esperar unos segundos, es que todos desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

¿Ven lo sencillo que es? Todo es sencillo para que toda persona pueda recibir la Vida eterna, toda persona puede recibir la Vida eterna; es tan sencillo todo, que hasta las personas que nunca han ido a la escuela lo pueden entender y pueden recibir a Cristo como su Salvador personal. Es un asunto de salvación y Vida eterna para la persona, es ése el Programa de Cristo, por eso fue que Él murió en la Cruz del Calvario: para que usted y yo podamos recibir la Vida eterna.

Ya faltan las últimas personas por pasar, así que pueden pasar las últimas personas para así orar por ustedes en esta ocasión.

Siempre hay una lucha en el alma de la persona, pero esa lucha usted la tiene que ganar recibiendo a Cristo como su Salvador, y entonces quedará libre y entonces usted tendrá la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Así que éste es un momento muy, pero que muy importante para todos ustedes los que ya han pasado y para los que faltan por pasar, a los cuales les estamos dando la oportunidad de que pasen para orar por ustedes para que Cristo les reciba.

Él es el único que puede darle Vida eterna a usted. Yo no puedo darle Vida eterna a usted, pero Jesucristo si puede darle Vida eterna a usted, y eso es lo que Él quiere: darle Vida eterna a usted, confirmarlo a usted en la Vida eterna.

¿Ven? Él le está llamando para confirmarlo a usted en la Vida eterna. Hay que confirmar en la Vida eterna. Usted como individuo tiene que ser confirmado en la Vida eterna, recibiendo a Cristo como su Salvador porque Él es la Torre de bendición, de salvación y Vida eterna para todo ser humano.

Y en la Vida eterna cuando estemos en el Reino de Cristo, estaremos hablando de este momento tan hermoso en el cual estamos en esta ocasión, y estaremos recordando lo maravilloso que fue recibir a Cristo como Salvador en esta ocasión, fue el momento que marcó su vida con Dios para vivir eternamente en Su Reino.

Todavía faltan algunas personas más. ¿Por qué pasan tantas personas a recibir a Cristo? Porque quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino, nadie quiere quedarse fuera del Reino de Cristo, todos quieren vivir con Cristo en Su Reino.

Yo recibí a Cristo porque Cristo me llamó y me salvó y me colocó en Su Reino. ¿Ven? Y ahora tengo la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino, ésa es la promesa de Cristo para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Ya vamos a orar - un segundo más para alguno que todavía necesita pasar porque ha sido llamado acá en su alma y no se ha levantado todavía ¡sea valiente, levántese y confiese a Cristo públicamente como su Salvador personal!

Aun los niños de doce años en adelante también pueden pasar, y también los que una vez servían a Cristo y se apartaron de Cristo, pueden pasar también y ser reconciliados con Cristo, y así confirmar su nombre en la Vida eterna con Cristo.

Ya estamos listos para orar por las personas que han pasado en esta ocasión. Pero si falta alguna más, puede pasar rapidito y estaremos incluyéndole también en esta oración por las personas que han pasado para que Cristo les reciba, y les perdone y les limpie con Su Sangre preciosa. Vamos ya a inclinar nuestros rostros para orar a Dios:

Padre nuestro que estás en el Cielo, Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino y hágase Tu voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo. Señor Todopoderoso, vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo, con todas estas personas que Te están recibiendo como Salvador, están recibiendo a Jesucristo como Salvador todas estas personas; desean Señor que Tú les perdones y les limpies con Tu Sangre preciosa. Y, Señor, al ser bautizados en agua desean que Tú les bautices con Espíritu Santo y Fuego.

Señor, Dios Eterno, yo las traigo ante Tu presencia, y Te pido las recibas, les perdones, les limpies con Tu Sangre preciosa, y, Señor, sean bautizadas en Tu Nombre en agua y Tú les bautices con Espíritu Santo y Fuego.

En Tus manos encomiendo todas estas personas que en esta ocasión, Señor Jesucristo, Te han recibido como Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, repitan esta oración que haré por ustedes:

Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la Tierra como en el Cielo, y también en mi vida.

Señor Jesucristo, yo Te recibo como mi Salvador en estos momentos, y confieso públicamente que Te he recibido como mi Salvador, Señor Jesucristo, límpiame con Tu Sangre de todo pecado, porque yo reconozco que Tu Sangre me limpia de todo pecado, es lo único que puede limpiarme de todo pecado.

Señor Jesucristo, perdóname todo pecado y límpiame con Tu Sangre todo pecado; y, Señor Jesucristo, seré bautizado en agua en Tu Nombre, y, Señor, Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento y así nazca en Tu Reino, el Reino de los Cielos, el Reino de Dios, y viva eternamente contigo en Tu Reino.

Y ayúdame, Señor, todos los días de mi vida terrenal, a vivir contigo todos los días de mi vida, a vivir sirviéndote, amándote, y, Señor, dándole esta buena noticia Tuya a todas las personas, para que otros también Te reciban como Salvador.

Señor Jesucristo, en Tus manos me encomiendo, en Tus manos estoy. Y Padre Celestial, gracias por Jesucristo, gracias por la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, gracias por el Sacrificio de Cristo realizado por mí en la Cruz del Calvario. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, ustedes han recibido a Cristo como Salvador públicamente, han hecho una confesión pública de Cristo, ustedes han hecho como Cristo dijo. Y ahora las palabras de Cristo son: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles.” Por lo tanto, Cristo recordará este momento, y lo confesará delante del Padre Celestial.

Y ahora, por cuanto Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo,” el eunuco que creyó la predicación de Felipe, luego dijo (viendo agua en un lugar): “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dijo: “Si crees de todo corazón, bien puedes.” Él dijo: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” Y Felipe con el eunuco bajaron del carro y bautizó Felipe al eunuco.

Porque cuando una persona cree, lo próximo que desea es que lo bauticen en el Nombre del Señor Jesucristo lo más rápido posible, porque Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Y la persona quiere ser salva y quiere cumplir los requisitos establecidos por Cristo para estar seguro de que tiene la salvación de su alma para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Y ahora, algunos de ustedes han estado viendo que aquí hay agua, y se preguntarán: “¿Y cuándo puedo ser bautizado? ¿Qué impide que yo sea bautizado hoy?”

Si has creído de todo corazón bien puedes, y ustedes han creído de todo corazón. Por lo tanto, le voy a pedir al Rvdo. aquí presente de este lugar, el Rvdo. Idelfonso Fonseca de Souza, que les bautice en el Nombre del Señor Jesucristo en esta ocasión.

¿Y tienen ropas para ser cambiados, ropas bautismales para que no se mojen la ropa que traen puesta? También tienen ropas bautismales aquí, para que ustedes se cambien de ropa y puedan ser bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo, como dijo San Pedro:

Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

Y fueron bautizados como tres mil personas en esa ocasión, o sea, que no importa el número. Si son muchos también son bautizados, bautizaron como tres mil personas en esa ocasión, y en otra ocasión otra cantidad grande también.

Así que si has creído de todo corazón, puedes ser bautizado en agua en esta ocasión en el Nombre del Señor Jesucristo.

Pido al Rvdo. Idelfonso Fonseca de Souza, pase acá para que les indique dónde pueden cambiarse de ropa para que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Muchas gracias por vuestra amable atención amables amigos y hermanos presentes; y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Con nosotros nuevamente el Rvdo. Idelfonso Fonseca Souza.

UNA TORRE DE BENDICIÓN.”