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El Tiempo de la Restauración 2003-03-23 1 Asunción Asunción PY 00:00:00 false

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes hoy domingo, 23 de marzo del 2003 aquí en Asunción, Paraguay, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños reciban saludos de mis niñas América y Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión, leemos en el libro del Profeta Joel, capítulo 2, versos 21 en adelante, 21 al 29, donde dice Dios:

Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas.

Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos.

Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.

Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite.

Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.

Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado.

Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.

Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.”

Que Dios bendiga Su Palabra y bendiga nuestras almas con Su Palabra en este día.

Nuestro tema es: “EL TIEMPO DE LA RESTAURACIÓN.”

Restaurar es volver al lugar de origen, Y Dios restaura, Dios coloca en el lugar original, en el lugar de origen lo que El restaura; Dios recupera lo que El tenía y por consiguiente ha regresado a Dios, ha sido restaurado a Dios.

Y ahora, El ha prometido restaurar a Su pueblo Israel, y por cuanto el pueblo hebreo, Israel, representa la Iglesia del Señor Jesucristo, El también ha prometido restaurar a Su Iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo; y por cuanto el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, Dios ha prometido restaurar al ser humano a la Vida eterna.

Y ahora, viendo esta restauración prometida, la cual para este tiempo final se completará, tenemos que ver los diferentes aspectos o ángulos en que esta restauración se llevará a cabo.

La restauración del pueblo hebreo, la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo, la restauración del Reino de David, la restauración del Trono de David, la restauración del Reino de Dios en la Tierra, la restauración del Planeta Tierra y la restauración del ser humano a la Vida eterna.

Vean, todas esas cosas que están incluidas en el tiempo y para el tiempo de la restauración, ser restauradas.

Ahora, todas las profecías dadas al pueblo hebreo con relación a la restauración de Israel, son también aplicadas a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es el Israel Celestial, compuesta (la Iglesia) por los creyentes en Cristo nacidos de nuevo.

En el Israel terrenal, en el pueblo hebreo, fue reflejado el Israel Celestial, por lo tanto fue tipificado el Israel Celestial en el Israel terrenal; el Israel terrenal está compuesto por los siervos de Dios y el Israel Celestial está compuesto por los hijos e hijas de Dios.

Ahora, ambos: el Israel terrenal como el Israel Celestial, cayeron, perdieron una posición muy importante ante Dios, pero está prometido que tanto el Israel terrenal como el Israel Celestial serán restaurados.

Ahora, hablando del Israel terrenal, vean ustedes, en Ezequiel lo que ha sido dicho del Israel terrenal, en el capítulo 37 de Ezequiel, versos 1 en adelante, donde nos dice:

La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.

Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.

Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.

Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.

Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.

Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.

Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.

Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.

Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y dí al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.

Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.

Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.

Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.

Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.

Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.”

Esta profecía corresponde al pueblo hebreo y es también aplicada a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, encontramos que tanto para el pueblo hebreo como para la Iglesia del Señor Jesucristo, está la promesa de una restauración y está la promesa de la Venida del Espíritu Santo al pueblo hebreo y también a la Iglesia del Señor Jesucristo; por eso en la profecía de Zacarías que habíamos leído y en la profecía de Joel, nos habla de estas cosas en Joel, en el mismo capítulo 2 donde leímos, dice:

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.

Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días (ahora, continuamos leyendo, y dice).

Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.

El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová (o sea, antes que venga la gran tribulación sobre la raza humana).

Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo;

porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.”

Y ahora, aquí nos habla de señales en el Cielo y en la Tierra, y nos dice:

Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo.”

Y ahora, encontramos que desde el Día de Pentecostés en adelante, Dios ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre toda carne que arrepentida de sus pecados ha recibido a Cristo como su Salvador personal; esto cumple también la profecía de Isaías, capítulo 44, verso 3, donde dice:

Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.”

Y ahora, esta es la promesa de la Venida del Espíritu Santo, y el Día de Pentecostés encontramos que lo que Cristo había prometido diciéndole a Sus discípulos: “Ustedes no se vayan de Jerusalén hasta que sean llenos del Espíritu Santo, y de poder de lo alto.”

Ahora, en el capitulo 2, verso 1 del libro de los Hechos, dice la Escritura que ellos estaban todos unánimes juntos en el Aposento Alto, dice, capítulo 2 del libro de los Hechos:

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.

Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?

¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?

Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia,

en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,

cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?

Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán (¿para cuándo Dios prometió derramar de Su Espíritu Santo sobre toda carne? Para los Postreros Días).

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra,

Sangre y fuego y vapor de humo;

El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”

Esto fue lo que sucedió el Día de Pentecostés cuando Dios derramó de Su Espíritu Santo sobre Sus siervos, sobre el pueblo hebreo, en donde ciento veinte personas recibieron el Espíritu Santo, los cuales eran creyentes en Cristo, eran discípulos del Señor Jesucristo; y luego Pedro predicó, estuvo ahí predicando, continuó predicando a ellos, y dice en este mismo capítulo 2, verso 34 en adelante, dice:

Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.

Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.

Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;

y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,

alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

Y el Señor añadía cada día a Su Iglesia los que habían de ser salvos. También nos dice la Escritura que Pablo en una ocasión estando predicando a los judíos, los judíos no quisieron recibir la Palabra, eso fue en una sinagoga allá en Asia Menor, y dice:

Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles,

A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.

Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.

Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.” (Capítulo 13 del libro de los Hechos, versos 47 al 49).

Y ahora, los que han de ser salvos, Cristo los añade a Su Iglesia, son llamados acá en lo profundo de su alma y reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así obtienen el nuevo nacimiento, así nacen del Agua y del Espíritu, nacen de la Palabra y del Espíritu, porque reciben la Palabra del Evangelio de la Gracia y reciben por consiguiente a Cristo como su Salvador y son bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y fuego, y así nacen de nuevo, nacen del Agua y del Espíritu, y así son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo esas personas, y así la Iglesia de Jesucristo va creciendo de etapa en etapa, de edad en edad.

Comenzó el Día de Pentecostés y ya en la actualidad solamente faltan los últimos escogidos de Dios, los últimos que están ordenados para Vida eterna escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, los cuales en este tiempo final están siendo llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Ahora, la promesa dada para la restauración, dice en la Escritura que nosotros tuvimos hoy en el libro del Profeta Joel, dice en el capítulo 2, verso 23 en adelante, dice:

Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.

Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite.

Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.”

Y ahora, para la restauración, encontramos que Dios ha prometido la lluvia, la Lluvia Tardía, la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo para este tiempo final; así como ha venido la Lluvia Temprana, que es la enseñanza de la Primera Venida de Cristo bajo el Mensaje del Evangelio de la Gracia.

La enseñanza del Evangelio de la Gracia es la Lluvia Temprana y gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario y así quitando el pecado del ser humano.

Por lo tanto, el ser humano como individuo para ser restaurado a la Vida eterna, recibe la enseñanza de la Lluvia Temprana de la Primera Venida de Cristo, y la persona siente adentro ese llamado, Cristo le abre el corazón, le abre la mente también para entender, y la persona recibe a Cristo como su Salvador personal y es restaurado espiritualmente a la Vida eterna.

Ahora, eso es la restauración para el ser humano, y tiene dos partes muy importantes: la restauración espiritual, en donde el ser humano es restaurado a la Vida eterna espiritual y es restaurado al Reino de Cristo, es restaurado al Reino de Dios, colocado de regreso en el Reino de Dios.

Y esa restauración espiritual que Cristo produce en la persona que lo recibe como su Salvador, trae el nuevo nacimiento y por consiguiente nace en el Reino de Cristo la persona como un bebé, como un niñito en el Reino de Cristo, así como usted y yo hemos nacido en esta Tierra como unos niñitos, unos bebés a través de nuestros padres terrenales.

Ahora, al nacer en esta Tierra, hemos nacido en una raza caída que está sujeta al reino de las tinieblas; el reino de las tinieblas, el reino del maligno es el que gobierna la raza humana, por eso Cristo dijo (hablando del diablo) que el príncipe de este mundo vendría. Y ahora, vean ustedes en San Juan, Cristo señala que el príncipe de este mundo es el diablo.

Ahora, vamos a ver aquí en el capítulo 12 de San Juan, verso 31, dice:

Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”

¿Quién es el príncipe de este mundo? El diablo. Ahora, veamos también en el capítulo 14, verso 30, lo que dice, dice de San Juan:

No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”

Ahí nuevamente hemos visto que el diablo es el príncipe de este mundo, y en el capítulo 16, verso 11 de San Juan, también dice:

Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”

Y ahora, hemos visto que este mundo desde que cayó el ser humano en el Huerto del Edén, perdió el privilegio de la Vida eterna y perdió el privilegio de vivir en el Reino de Dios, por lo tanto el diablo sacó al ser humano del Reino de Dios y se lo llevó el diablo para su reino, y por eso la raza humana ha estado sin Vida eterna, porque en el reino de las tinieblas, el reino del diablo no hay Vida eterna, en el único Reino que hay Vida eterna es en el Reino de Dios.

Por lo tanto, el ser humano ha estado perdido en el reino de las tinieblas, el reino del maligno, pero vean lo que Cristo dice en San Lucas, capítulo 19, verso 10, dice:

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

La raza humana, el ser humano, se perdió con la caída del ser humano allá en el Huerto del Edén cuando el diablo engañó a Eva y Eva pecó y luego hizo pecar también a Adán.

Ahora, veamos también lo que dice Cristo en San Mateo, capítulo 18, verso 11 al 14, dice:

Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?

Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.

Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”

No es la voluntad de nuestro Padre Celestial, que se pierda uno de esos pequeñitos de Dios, aunque han estado perdidos en el reino de las tinieblas, el reino del maligno aquí en este Planeta Tierra al llegar a este Planeta Tierra, al nacer a través de nuestros padres terrenales, con todo y eso Cristo vino a este Planeta Tierra y vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, esas almas de Dios tipificadas en las ovejas del Padre, que el Padre le dio a Cristo para que les de Vida eterna.

Y Cristo dice de esas ovejas que son esas almas de Dios, que ninguna de ellas se perderá, porque no es la voluntad de Dios que se pierda ninguna de estas ovejas, no es la voluntad de Dios que se pierda ninguno de estos pequeñitos, la voluntad de Dios es que Cristo les de Vida eterna.

Por eso, vean ustedes en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna.”

Al llegar aquí a la Tierra, llegamos sin Vida eterna, no tenemos Vida eterna física ni espiritual, pero nuestras almas vienen de Dios y estaban eternamente con Dios, y son simiente de Dios; por lo tanto tenemos que ser vivificados, traídos a vida, restaurados a la Vida eterna.

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, nadie las puede arrebatar de la mano del Padre Celestial, el cual estaba en Jesucristo en toda Su plenitud, y le dio todas esas ovejas para que les dé Vida eterna, por eso Cristo vino para buscar y salvar lo que se había perdido, esas ovejas que el Padre le dio para restaurarlas a la Vida eterna.

Y ahora, Cristo tuvo que morir para poder nosotros tener Vida eterna. Cristo dijo en San Juan, capítulo 12, verso 24: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”

Si Cristo no moría en la Cruz del Calvario en la víspera de la pascua, El continuaba viviendo eternamente en el cuerpo que El tenía, pero quedaba solo, porque los demás seres humanos tenían que morir, el juicio divino vendría en ese día en que Jesucristo murió, en la víspera de la pascua de aquel año el juicio divino tenía que venir sobre la raza humana.

Como sucedió allá en Egipto, en donde durante la noche de la pascua vino el juicio divino sobre todos los primogénitos de Egipto, y solamente se salvaron los primogénitos del pueblo hebreo, porque ellos habían sacrificado el cordero pascual en la víspera de la pascua y habían aplicado la sangre del cordero pascual sobre el dintel y los postes de las puertas de sus hogares, o sea, sobre el marco, en el marco de la puerta de sus hogares ellos habían aplicado la sangre del cordero pascual, y el cordero pascual lo habían asado y lo habían colocado dentro de sus hogares, y durante la noche de la pascua estaban comiendo el cordero pascual.

Por lo tanto, Dios había dicho que pasaría durante la noche de la Pascua, a la media noche por Egipto, y El vería la sangre y pasaría de las puertas de los hogares hebreos.

Por lo tanto, la sangre sería la señal, la señal de que ellos habían sacrificado el cordero pascual y tenían el cordero pascual dentro, y estaban comiendo el cordero pascual.

Y ahora, eso era la señal y Dios dijo: “Y veré la sangre y pasaré de vosotros, la sangre os será por señal.”

Y ahora, la muerte no podía entrar a esos hogares, y los primogénitos que estaban en esos hogares no podían morir, porque estaba la sangre del cordero pascual aplicada en los postes y en el dintel de las puertas de los hogares hebreos, y el cordero pascual estaba dentro asado y se lo estaban comiendo.

Y ahora, en el Nuevo Testamento, San Pablo nos dice en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7, que Cristo es nuestra pascua, y nuestra pascua ya fue sacrificada, Cristo nuestra pascua ya fue sacrificada.

Y ahora, Cristo había dicho: “El que no coma mi Carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí.” Por lo tanto, la Sangre de Cristo fue derramada por usted y por mí, Cristo murió como el Cordero Pascual en la víspera de la pascua, como había muerto el cordero pascual allá en Egipto.

Y ahora, allá en Egipto murió para librar a los Primogénitos, y luego en la mañana de la pascua, cuando amaneció salieron libres los hebreos rumbo a la tierra prometida.

Ahora, encontramos que eso es tipo y figura (aquel Primer Éxodo), tipo y figura del Segundo Éxodo que Cristo realizaría, Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo que libertó al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, ahora, vino en carne humana, y fue conocido por el nombre de Jesucristo, y El vino para buscar y salvar lo que se había perdido, para llevar a cabo la liberación de todas las almas de Dios, de todas las ovejas de Dios. Por eso también el pueblo hebreo es representado, simbolizado, en un rebaño de ovejas.

Ahora, encontramos que Cristo nos ha libertado del faraón, el diablo y del reino del faraón, el reino de las tinieblas, y hemos tenido una liberación espiritual, nuestra alma ha sido libertada, y hemos obtenido el nuevo nacimiento, y por medio del nuevo nacimiento hemos salido del Reino de las tinieblas y hemos sido colocados en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Y ahí estamos con Vida eterna, hemos sido restaurados a la Vida eterna, nuestra alma ha sido restaurada a la Vida eterna, y ya tenemos un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión. Siempre que hay un nacimiento, un cuerpo tiene que haber nacido, un cuerpo tiene que haber surgido.

Y ahora, tenemos un cuerpo angelical de la sexta dimensión, el cual no nos lo pudieron dar nuestros padres terrenales, porque toda persona que nace por medio de la unión de un hombre y de una mujer, nace en un cuerpo físico mortal, corruptible y temporal y recibe un espíritu del mundo, de la quinta dimensión.

Pero ahora, por medio del nuevo nacimiento recibimos un espíritu Celestial de la sexta dimensión, y la sexta dimensión es el Paraíso.

Y ahora, Cristo nos ha libertado, ha sacado nuestra alma del reino de las tinieblas y nos ha colocado Cristo en Su Reino con un cuerpo angelical teofánico, igual al cuerpo angelical teofánico de nuestro amado Señor Jesucristo.

El Ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen y los defiende, ese es el cuerpo angelical que tiene cada creyente en Cristo.

Y ahora, ya estamos en el Reino de Cristo con Vida eterna, y estamos en esa esfera o fase espiritual, como cuando Adán, Adán, dice la Escritura, que fue creado. Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza.” Eso está en Génesis, capítulo 1, verso 26 al 27, donde dice:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

Esto fue en la sexta dimensión, en donde el ser humano recibió un cuerpo angelical, un cuerpo igual al cuerpo angelical de Cristo, el cuerpo angelical de Cristo es llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová.

Y ahora, encontramos que el ser humano antes de venir a existencia en este Planeta Tierra en forma física, ya había sido colocado en existencia en un cuerpo angelical.

Y luego en el capítulo 2, del Génesis, dice en el verso 7, ya esto es cuando Dios le hace el cuerpo físico, el cuerpo del polvo de la Tierra, de donde Dios tomó del polvo de la Tierra y le hizo un cuerpo de carne. Dice:

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”

Así vino a ser el hombre, Adán, un alma viviente. El ser humano es alma, espíritu y cuerpo, lo más importante de la persona es el alma, porque eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente, pero tiene un cuerpo espiritual llamado espíritu y tiene un cuerpo físico, que es el cuerpo de carne que nosotros tenemos, pero el alma es lo que en realidad es la persona; por lo tanto somos almas vivientes, viviendo en estos cuerpos mortales y temporales.

Y Dios ha prometido una restauración para todas esas almas de Dios, todas esas ovejas de Dios, para lo cual Cristo vino y murió por nosotros en la Cruz del Calvario para darnos Vida eterna.

El tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros, y por hacerse pecado por nosotros, entonces el juicio divino vino sobre Jesucristo y tuvo que morir, porque la paga del pecado es muerte.

Por eso el día en que todo ser humano tenía que morir, todos los pecados de los seres humanos fueron hallados en un solo hombre, el cual tomó nuestros pecados, y por consiguiente la muerte vino sobre Jesucristo nuestro Salvador, para que nosotros podamos vivir eternamente.

El murió por nuestros pecados, por lo tanto el juicio por nuestros pecados, la paga del pecado nuestro fue ya cumplida en Cristo, ya El pagó por nuestros pecados ¿cómo? Con Su vida, muriendo, porque la paga del pecado es la muerte.

Por lo tanto, vicariamente ya la paga del pecado nuestro, ya fue saldada cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario; y nosotros solamente lo que hacemos es creer en Jesucristo, creyendo que El tomó nuestros pecados y murió, y se hace realidad en nosotros, y la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, y quedamos justificados como si nunca en la vida hubiésemos pecado.

Y así quedamos sin pecados y por consiguiente somos restaurados a la Vida eterna, entonces somos bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y nos restaura a la Vida eterna. Recibimos un cuerpo angelical, teofánico eterno y así ya tenemos la restauración a la Vida eterna, la restauración espiritual. Ya tenemos Vida eterna, ya hemos sido restaurados a la Vida eterna. Pero nos falta la restauración física a la Vida eterna, la cual también está prometida en la Escritura. Esa restauración física a la Vida eterna, corresponde a la Segunda Venida de Cristo; por eso en Filipenses, capítulo 3, verso 20 en adelante, dice, verso 20 al 21 de Filipenses, capítulo 3, dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Y ahora, la Segunda Venida de Cristo es para transformar nuestros cuerpos físicos y convertir nuestros cuerpos en cuerpos eternos, en cuerpos glorificados, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo; y para los muertos en Cristo la promesa es que El los resucitará en cuerpos físicos glorificados igual a Su cuerpo glorificado, y entonces todos estaremos restaurados físicamente a la Vida eterna.

Y ahora, hemos visto que este es un tiempo en que se completará la restauración a la Vida eterna en el campo espiritual, cuando entre hasta el último escogido de Dios al Cuerpo Místico de Cristo, y luego vendrá la restauración física a la Vida eterna, en donde recibimos el cuerpo nuevo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Esa promesa es para nosotros los que vivimos y también para los muertos en Cristo de edades pasadas, y algunos de los nuestros que han partido. Por lo tanto, así como la Dispensación de la Gracia es el tiempo de Restauración espiritual, para ser restaurados espiritualmente a la Vida eterna, ser restaurados con Vida eterna en el Reino de Cristo, pero eso es en el campo espiritual, en donde obtenemos el cuerpo angelical teofánico, luego viene el tiempo de restauración física, en donde recibiremos el cuerpo físico glorificado, y eso es para la Dispensación del Reino.

Y ahora, de esto es que habló aquí San Pedro, en el libro de los Hechos, capítulo 3, verso 18 en adelante, donde dice:

Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”

Y ahora, aquí tenemos la promesa de la restauración de todas las cosas, y para el tiempo de la restauración de todas las cosas es el tiempo de y para la Venida del Señor Jesucristo, la Segunda Venida de Cristo para llevar a cabo la restauración de todas las cosas, para llevar a cabo la restauración de los escogidos de Dios a la Vida eterna física, darnos el cuerpo físico glorificado y eterno, igual al cuerpo glorificado que tiene Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, en este tiempo en el cual nosotros vivimos, donde se está entrelazando la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia, se está entrelazando el tiempo de restauración física, con el tiempo de restauración espiritual, porque se está entrelazando la Dispensación de la Gracia con la Dispensación del Reino, y se está entrelazando el Evangelio del Reino con el Evangelio de la Gracia. El Evangelio de la Gracia es la Lluvia Temprana y el Evangelio del Reino es la Lluvia Tardía.

Y ahora, hemos visto que para la restauración la promesa es que Dios dará a Su pueblo la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía. ¿Ven?

Por lo tanto, dará la Lluvia de la Enseñanza del Evangelio de la Gracia, el cual nos trae una restauración espiritual y nos da la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, lo cual nos traerá una restauración física a la Vida eterna dándonos un cuerpo físico glorificado. Por eso dijo:

Porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.

Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite.

Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.”

Y ahora, para la restauración de todas las cosas en lo espiritual y luego en lo físico, se requiere la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía, la Lluvia Temprana de la Enseñanza de la Primera Venida de Cristo en Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, mostrándole al pueblo la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para que la persona reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentido de sus pecados y sea perdonado por Cristo y lavado con la Sangre de Cristo, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona reciba Vida eterna y sea restaurado a la Vida eterna, y así la persona sea colocado de regreso en el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y luego, con la Lluvia Tardía sea restaurado a la Vida eterna física, recibiendo un cuerpo físico glorificado, y la Lluvia Tardía es la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Por eso, dice Zacarías en el capítulo 10, verso 1:

Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía (o sea, pedid a Jehová la Lluvia Tardía, esa es la Lluvia en la estación tardía. Esa es la Lluvia de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo)... Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno.”

Y ahora, vean ustedes cómo está aquí señalado que todos deben pedir la Lluvia Tardía.

Y ahora, veamos lo que nos dice Dios por medio del Profeta Oseas, en el capítulo 6, verso 1 al 3, en donde tenemos ahí un misterio grande que tiene que ver con el pueblo hebreo y con la Iglesia del Señor Jesucristo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo está reflejada en el pueblo hebreo, por lo tanto lo que se cumple en el pueblo hebreo, también se cumple con la Iglesia del Señor Jesucristo. Dice Oseas, capítulo 6, verso 1 al 3:

Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”

Después de dos días, o sea, después de dos mil años. “Porque un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día.” Dice Segunda de Pedro capítulo 3, verso 8 y dice el Profeta Moisés en el Salmo 90, verso 4.

En el tercer día nos resucitará.”

Y ahora, encontramos que durante los dos primeros días, los cuales corresponden a la Dispensación de la Gracia, los cuales corresponden a este tiempo que ha estado transcurriendo de Cristo hacia acá, encontramos que durante esos dos días, el pueblo hebreo como nación no ha recibido a Cristo, pero vean, pero dice:

Nos dará vida después de dos días, en el tercer día nos resucitará y viviremos delante de El.”

El tercer día es el tercer milenio de Cristo hacia acá, los Días Postreros delante de Dios para los seres humanos son los milenios postreros, son estos tres días, que son los tres milenios postreros.

Ya han transcurrido de Cristo hacia acá dos milenios y por consiguiente delante de Dios ya han transcurrido dos días, de los tres Días Postreros ya dos se han cumplido, y solamente nos queda el último de los tres Días Postreros; de los Días Postreos que son tres, nos queda el último, nos queda el Día Postrero que es el tercer milenio de Cristo hacia acá y también es el séptimo milenio de Adán hacia acá.

Y ahora, es en el tercer día delante de Dios, que es el tercer milenio de Cristo hacia acá, en que Dios va a traer una resurrección para el pueblo hebreo; el pueblo hebreo como nación va a ser resucitado y va a ser colocado a la cabeza de todas las naciones.

Ahora, el pueblo hebreo necesita esa resurrección. Por eso en Ezequiel, capítulo 37, verso 1 al 14, donde les leí hace algunos minutos, Dios le mostró al Profeta Ezequiel un campo de huesos secos, y huesos secos en extremo, y le preguntó al Profeta Ezequiel: “Hijo del Hombre ¿vivirán estos huesos?”

Cuando se dice: “Hijo del Hombre o Hijo de Hombre, ¿vivirán estos huesos?” Es que Hijo de Hombre es Título de Profeta.

No puede estar la manifestación del Hijo del Hombre si no es través de un Profeta. Por eso cuando vino el Hijo del Hombre dos mil años atrás y fue conocido por el nombre de Jesús, era un Profeta.

Como Hijo del Hombre El es el heredero del Planeta Tierra completo. Por lo tanto, El es Rey del Planeta Tierra completo como Hijo del Hombre; como Hijo de David El es el heredero al Trono de David y por consiguiente El es el Rey del pueblo hebreo.

Pero como Hijo del Hombre El es el Rey del Planeta Tierra completo, como Hijo de Abraham El es el heredero de todo lo que Dios le dio y le ofreció a Abraham; y como Hijo de Dios ¿de qué El es heredero? De los Cielos y de la Tierra también, como Hijo de Dios El es heredero de toda la Creación.

Y ahora, nosotros somos herederos de Dios como hijos de Dios, y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.

Así como la esposa es coheredera con el hombre, la Iglesia de Jesucristo es coheredera con Cristo de todas las cosas, la Iglesia es heredera y coheredera con Cristo, es coheredera con Cristo de todo aquello a lo cual Cristo es heredero.

Por eso la Iglesia de Jesucristo estará con Cristo en el Reino Milenial, y Cristo con Su Iglesia reinará, gobernará, sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y Cristo es el Rey del Universo completo, y la Iglesia del Señor Jesucristo es coheredera con Cristo; por lo tanto ella es la Reina con Cristo, el Rey.

Ahora, hemos visto las bendiciones tan grandes que hay de parte de Dios a través de Jesucristo para cada uno de nosotros, y todo esto también fue reflejado en y con el pueblo hebreo.

Y ahora, ya estamos en el año 2003, por lo tanto, ya hemos entrado al séptimo milenio de Adán hacia acá y al tercer milenio de Cristo hacia acá, conforme al calendario gregoriano que se usa en medio de la mayor parte de los pueblos gentiles.

Ahora, conforme al Calendario profético usado en el libro del Profeta Daniel y también en el libro del Apocalipsis, capítulo 11, el cual consta de 360 días al año; ya hace alrededor de unos 30 años que ya entramos al séptimo milenio de Adán hacia acá y al tercer milenio de Cristo hacia acá. O sea, que ya estamos en un tiempo paralelo al tiempo en que Jesús comenzó Su ministerio, porque Cristo comenzó Su ministerio cuando tenía cerca de 30 años de edad, y por cuanto el quinto milenio comenzó cuando Cristo tenía de 3 a 7 años de edad, por lo tanto el ministerio de Cristo comenzó cerca o alrededor del año 23 al año 30 del quinto milenio.

Por lo tanto, ahora nos encontramos nosotros conforme al Calendario profético, viviendo en un tiempo paralelo al tiempo en que apareció Cristo predicando en medio del pueblo hebreo, donde ya El tenía cerca de 30 años, y estuvo ministrando o predicando, teniendo Su ministerio profético mesiánico por tres años y medio.

Ahora, ya estamos en un tiempo paralelo en el Día Postrero, en el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá. Por lo tanto, estamos viviendo en el tiempo más importante de la raza humana, en el tiempo más importante de la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde se está entrelazando la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia, como se entrelazó en los días de Jesús la Dispensación de la Gracia con la Dispensación de la Ley.

Y se está entrelazando en este tiempo la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, con la Lluvia Temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, se está entrelazando el Evangelio del Reino con el Evangelio de la Gracia; y esto es una promesa divina para este tiempo final, porque leímos que Dios dijo al Profeta Joel, en la lectura que tuvimos nosotros, Dios le dijo al Profeta Joel:

Porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.”

Y ahora, aquí la promesa es que hará descender Lluvia Temprana y Tardía como al principio (o sea, las dos lluvias a la misma vez). Y en la lectura que estamos leyendo aquí, les leí en Joel, capítulo 2, verso 23. Y ahora, continuamos con Oseas, capítulo 6, verso 2, dice (que fue el último verso que leí):

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”

Cuando se lleva a cabo una resurrección, el espíritu de la persona entra de nuevo a la persona; y Dios va a resucitar al pueblo hebreo, por lo tanto Dios va a colocar Su Espíritu dentro del pueblo hebreo de nuevo, como dice el Profeta Ezequiel en el capítulo 37, en donde ya estaba luego de los huesos secos ser colocados cada hueso con su hueso, y nervios venir sobre esos huesos, y carne venir, piel venir, luego estaba un ejército grande pero sin espíritu.

Por lo tanto, el cuerpo sin espíritu está muerto, Israel todavía está muerto, muerto espiritualmente porque no tiene el Espíritu de Dios. Pero el Espíritu de Dios le fue dicho al Profeta *Joel que fuera llamado: “Llama al Espíritu que venga sobre ellos.” Y el Profeta llamó al Espíritu de los cuatro vientos, y vino el Espíritu y entró a ellos y fue un gran ejército en pie, un ejército vivo, un pueblo vivo, un pueblo con Vida eterna, un pueblo con la vida de Dios, un pueblo resucitado completamente:

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”

¿Cómo será que Cristo se va a revelar al pueblo hebreo? Se va a revelar por medio de ambas lluvias, por medio de la Lluvia de la enseñanza del Evangelio del Reino, que es la Lluvia Tardía que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Y como la Lluvia Temprana, que es la predicación del Evangelio de la Gracia, revelándole al pueblo hebreo el misterio de la Primera Venida de Cristo, porque ellos experimentaron la Primera Venida de Cristo y no la reconocieron, no reconocieron que aquel Jesús de Nazaret que fue rechazado por ellos y crucificado, era el verdadero Mesías que ellos estaban esperando, y que Dios lo había prometido en la Escritura, y Dios dijo en la profecía bíblica que ellos lo iban a rechazar, pero que El iba a tomar nuestros pecados e iba a morir por nuestros pecados.

Por lo tanto, todo obró para bien de todos nosotros y para bien también del pueblo hebreo; el pueblo hebreo verá el beneficio en este tiempo final. Por lo tanto, para la restauración del Israel terrenal y para la restauración del Israel Celestial, se requiere la Lluvia Temprana y Tardía.

Sin esas lluvias de enseñanza: la lluvia del Evangelio de la Gracia, que es la Lluvia Temprana que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y la Lluvia Tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Sin esas lluvias de enseñanza no hay restauración a la Vida eterna espiritual ni a la Vida eterna física de las ovejas del Señor, pero El así como prometió para el Israel la Lluvia Tardía y Temprana, también la ha prometido para Su Iglesia.

Y por medio de la Lluvia Temprana recibimos a Cristo como nuestro Salvador, porque en la Lluvia Temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, recibimos la revelación divina del misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario por todos y para todos nosotros, y entonces creemos, porque ¿cómo van a creer? ¿Cómo van a creer si no hay quién les predique? ¿Y cómo van a predicar si no hay quién sea enviado, si no son enviados?

Ahora, ¿cómo van a creer? Se requiere que escuchen la predicación del Evangelio, porque la fe viene por el oír, y por el oír no de cualquier cosa, sino por el oír de la Palabra de Dios.

Por el oír de la Palabra de Dios del Evangelio de la Gracia, creemos en nuestro amado Señor Jesucristo como nuestro salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en agua en Su Nombre y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos el nuevo nacimiento, obtenemos el nacimiento del Agua y del Espíritu, nacemos del Agua y del Espíritu en el Reino de Cristo, y así obtenemos Vida eterna espiritual.

Ya no hay muerte espiritual que pueda matarlo espiritualmente a usted, ya tenemos Vida eterna espiritual, ya la muerte espiritual no puede hacer nada contra nosotros. Pero la muerte física todavía puede hacerle daño al cuerpo suyo y al mío. Por lo tanto necesitamos la restauración física a la Vida eterna física, la cual El ha prometido para este tiempo final.

Por lo tanto, necesitamos la Lluvia de la Enseñanza Tardía, la Lluvia Tardía de la Enseñanza del Evangelio del Reino, que revela el misterio de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Sin esa enseñanza nadie recibe la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Ahora, veamos lo que dice Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 14 en adelante, dice:

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.”

O sea, a los muertos en Cristo, Cristo los traerá en la resurrección:

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”

Y ahora, aquí tenemos la promesa de una resurrección de los muertos en Cristo y una transformación nuestra para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, esto corresponde a la Segunda Venida de Cristo, y todo este Programa de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, corresponde a la Segunda Venida de Cristo.

Por eso en la lectura que hemos tenido anteriormente o en momentos, minutos, hace muchos minutos, de Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, nos dice que la transformación que estamos esperando será en la Venida del Señor. Dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”

¿Y cómo es posible que si nosotros hemos nacido en cierto país y somos ciudadanos del país donde hemos nacido, seamos ciudadanos del Cielo, tengamos nuestra ciudadanía en el Cielo? Por medio del nacimiento físico usted nació en un país y tiene la ciudadanía física de ese país; por medio del nuevo nacimiento usted ha nacido del Cielo porque el nuevo nacimiento no es terrenal, es del Cielo, y lo produce Cristo por medio de Su Espíritu Santo, y por consiguiente usted ha nacido del Cielo al nacer de nuevo, y su ciudadanía espiritual es celestial, es del Cielo:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”

¿Ven? ¿Para qué es que estamos esperando a Cristo en Su Segunda Venida? Para que transforme nuestro cuerpo físico y lo haga como Su cuerpo físico glorificado, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven para toda la eternidad.

Ya en ese nuevo cuerpo no habrá arrugas, no habrá canas en el cabello, todo será joven, el cuerpo físico glorificado tendrá la apariencia de 18 a 21 años de edad, ¿para cuánto tiempo? Para toda la eternidad:

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Con ese poder que El tiene para sujetar a Sí mismo todas las cosas y con el cual le da continuidad de existencia a toda la creación, con ese mismo poder El va a transformar nuestros cuerpos y va a resucitar a los muertos creyentes en El de edades pasadas. También en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 44 en adelante dice:

Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual.”

Recuerden que el cuerpo físico que tenemos, es cuerpo animal. Pero vamos a recibir un cuerpo celestial glorificado, el cual El ha prometido para nosotros:

Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.

Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.”

¿Quién es el postrer Adán? Jesucristo nuestro Salvador:

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.”

Y si somos fieles a Cristo en lo poco, o sea, estando en este cuerpo físico animal y temporal, El nos va a colocar sobre lo mucho, nos va a colocar en un cuerpo glorificado y eterno, y ahí es donde están todas las bendiciones de Dios para toda la eternidad. “En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor.”

Y somos fieles estando físicamente en este Reino terrenal, y en lo espiritual en el Reino espiritual de Cristo, pues Cristo nos va a colocar en Su Reino Milenial por el milenio y luego por toda la eternidad, en donde reinaremos con Cristo como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces, y en donde tendremos la posición más gloriosa que ser humano pueda tener: la de Reyes, la de Sacerdotes y Jueces con Cristo en Su Reino. Sigue diciendo:

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.

El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.”

Y ahora, Cristo en una ocasión orando dijo: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” Por lo tanto, de donde Cristo es somos también nosotros, pero hemos tenido que pasar por esta dimensión terrenal con un y para un propósito divino: para hacer contacto con Cristo, la Vida eterna, y ser restaurados a la Vida eterna.

Por eso cae sobre nosotros y sobre nuestra alma la Lluvia Temprana de la Enseñanza del Evangelio de la Gracia, la Lluvia Temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, y recibimos a Cristo como nuestro Salvador y somos restaurados a la Vida eterna.

Para la restauración a la Vida eterna se requiere la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía; primero la Lluvia Temprana para ser restaurados espiritualmente a la Vida eterna, y luego la Lluvia Tardía para ser restaurados físicamente a la Vida eterna.

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

Vamos a ser iguales a Jesucristo espiritualmente y físicamente también, por lo tanto todos tendremos la imagen (que es el cuerpo angelical teofánico) y la semejanza de Cristo (que es el cuerpo físico glorificado), eso es lo que Cristo tiene para usted y para mí en la restauración de todos los hijos e hijas de Dios:

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios.”

O sea, que usted y yo no podemos heredar el Reino de Dios estando en estos cuerpos físicos. Sigue diciendo:

ni la corrupción hereda la incorrupción.”

O sea, que usted y yo con estos cuerpos físicos mortales no podemos continuar viviendo eternamente, estos cuerpos físicos tienen un tiempo de vida, con estos cuerpos físicos no podemos vivir eternamente, necesitamos un nuevo cuerpo que El ha prometido darnos a todos nosotros, y este cuerpo físico nuevo es para ser dado en este tiempo final, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá.

Pero no sabemos en qué año del Día Postrero, del milenio postrero, pero en algún momento lo vamos a recibir, lo importante es recibir la Lluvia de la Enseñanza Tardía y la Lluvia de la Enseñanza Primera, Temprana.

Con la primera lluvia (la temprana), recibimos la restauración a la Vida eterna obteniendo el bautismo del Espíritu Santo, y obteniendo el nuevo nacimiento y siendo nacidos en el Reino de Cristo, y con la Lluvia Tardía, hemos de recibir la restauración a un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

He aquí os digo un misterio...”

Y ahora, este es un misterio grande que ni la ciencia con todos sus estudios ha podido descubrir, pues la ciencia está buscando el misterio de la vida para lograr que el ser humano pueda vivir más años.

Pero vean, el ser humano antes de caer no tenía límites en cuanto a años de vida, pero después que cayó, después que pecó, vean ustedes, Adán vivió 930 años y Matusalén vivió 969 años, y así por el estilo encontramos que ellos vivieron muchos años. Vean, también encontramos a Set, el cual vivió 912 años, y también encontramos a Noé, Noé vivió una cantidad de años muy grande, el cual cuando vino el diluvio tenía 600 años.

Ahora, podemos ver que Noé vivió una cantidad de años muy grande, Noé fue el último de los Profetas antediluvianos, el cual pasó también luego del diluvio y fue Profeta en el tiempo después del diluvio, y es un Profeta dispensacional, él fue el Profeta de la dispensación tercera, la Dispensación del Gobierno Humano.

Ahora, encontramos que el ser humano aun después de haber pecado contra Dios vivía cientos de años, en la actualidad da mucho trabajo para una persona poder vivir cien años, ya a los cien años está bastante agotadito el cuerpo.

El cuerpo humano tiene cuatro luces y se van agotando, se van apagando esas luces, y cuando ya la persona tiene de 65 años en adelante, ya solamente le queda una lucesita, un rayo de luz. Ahora, con ese rayo de luz puede vivir una cantidad buena de años, pero tiene que cuidarse, por eso mientras más años tiene la persona, más tiene que cuidarse.

Ahora, cuando están jóvenes las personas no se cuidan, pero deben cuidarse también, porque las consecuencias o son desfavorables o favorables, depende cómo haga la persona cuando está joven. Por lo tanto, la vida siendo un don de Dios y un tesoro divino dado a nosotros, tenemos que cuidarla.

Así que tenemos que cuidar la vida y aprovechar bien los días que Dios nos ha dado para vivir aquí en la Tierra, los cuales son para buscar a Dios, para servir a Dios, para hacer contacto con Cristo, la Vida eterna, y confirmar nuestro lugar en la Vida eterna; porque todos los que reciben a Cristo como su Salvador, han confirmado su lugar en la Vida eterna y vivirán eternamente con Cristo en Su Reino.

El que no recibe a Cristo como su Salvador, pues no ha confirmado su lugar en la Vida eterna y por consiguiente no tiene parte ni suerte en la Vida eterna, porque no confirmó su lugar en la Vida eterna.

Es como los que van a viajar, quieren viajar pero no compran su boleto para viajar, ya sea en autobús o en una línea aérea y quieren viajar, pero no pueden viajar si no han comprado su boleto y no han confirmado su lugar en la línea aérea que van a viajar, o en la de autobús.

Y con Cristo todos los que van a viajar a la Cena de las Bodas del Cordero, tienen que tener su boleto, tienen que haber confirmado su viaje a la Casa de nuestro Padre Celestial. Por lo tanto, necesitan tener el Espíritu Santo que es la señal de que van a viajar.

Y para tener el Espíritu Santo necesitan recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así tendrán su boleto de ida a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero, y no tienen que pagar nada, ya Cristo lo pagó en la Cruz del Calvario cuando murió por todos nosotros.

Hemos estado viviendo en tiempo de restauración espiritual, desde el Día de Pentecostés hacia acá, en donde Cristo en Espíritu Santo ha estado en medio de Su Iglesia restaurando a la Vida eterna a millones de seres humanos, y colocándolos ¿dónde? En el Reino de Dios, esas son las personas que nacen del Agua y del Espíritu y entran al Reino de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo, el cual es también el Reino de los Cielos.

Y ahora, encontramos que todo esto ha sido tiempo de restauración espiritual. Pero el tiempo de restauración física es en el séptimo milenio y en la dispensación séptima: la Dispensación del Reino, y para esa restauración física, para esa restauración física se requiere la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para poder creer en la Segunda Venida de Cristo y tener la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y ahora, así como ya tenemos alrededor de dos mil años de tiempo de restauración espiritual, está entrelazándose ahora con la restauración espiritual el tiempo de restauración física, en donde estamos recibiendo la revelación divina de este tiempo final, la revelación divina del Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1, la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para pronto los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos glorificados y nosotros los que vivimos ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

¿Y cómo recibimos esa revelación del Séptimo Sello? ¿Cómo recibimos la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo? Por medio de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta. Vean, continuemos leyendo aquí:

He aquí, os digo un misterio...” Eso es Primera de Corintios, capítulo 15, verso 51, donde nos detuvimos:

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos...”

O sea, que no todos vamos a morir, habrá un grupo de personas, de creyentes en Cristo que estarán vivos aquí, que no tendrán que ver muerte porque estarán viviendo en el tiempo de restauración física, en donde Cristo completará Su Iglesia y entonces se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en El y a nosotros nos transformará, y entonces todos tendremos cuerpos eternos y glorificados, y seremos a Su imagen y a Su semejanza física con cuerpos glorificados:

No todos dormiremos...”

Y ahora, ¿de quién o de quiénes estará hablando aquí cuando dice: “no todos dormiremos”? Pues ya los santos de otras edades durmieron, murieron físicamente, pero habrá un grupo que no verá muerte.

¿Y dónde está ese grupo prometido aquí? Aquí estamos esperando nuestra transformación. Pero si alguno se va antes, no tiene ningún problema, va al Paraíso a vivir por una temporada y regresará luego como testigo de la resurrección. Porque no conocemos a San Pablo ni a San Pedro, ni a los creyentes de edades pasadas, pero si conocemos a los creyentes de nuestro tiempo.

Por lo tanto, si algún creyente de nuestro tiempo parte y luego regresa, resucita, regresa en el cuerpo nuevo glorificado, lo vamos a conocer.

Ahora, no lo vamos a conocer porque conocimos su cuerpo físico y va a venir igualito a como era su cuerpo físico. No, lo vamos a conocer porque él estará con nosotros y hablará con nosotros. Y en las conversaciones que tendrá con nosotros como hizo Cristo con Sus discípulos... vean, El decía: “Esto es lo que yo les decía cuando estaba con ustedes.” Y ellos recordaban que Cristo les había hablado de esas cosas.

Y ahora, de seguro le aparecerán a sus familiares y les hablarán; pero si es el abuelito o la abuelita que tenía 80 ó 90 años cuando partió, y le aparece un jovencito o una jovencita y le dice: “¿Cómo está mi nietecito? ¿Cómo está fulano?” Y usted lo ve a él o a ella y dice: “Pero no puedes ser tú quien era mi abuelita o mi abuelito, porque tú eres un joven o una joven.” Le van a decir: “Eso era en el cuerpo físico mortal, pero ahora estoy en el cuerpo glorificado que Cristo me ha dado, y ya tú sabes que El dijo que sería joven representando de 18 a 21 años de edad.”

Y entonces usted comprenderá, porque no estamos esperando a nuestros familiares queridos creyentes en Cristo que han partido, no los estamos esperando en cuerpos ancianos, sino que los estamos esperando en cuerpos jóvenes que representarán de 18 a 21años de edad. Y también a nuestros niños, si han partido, los estamos esperando no como unos bebés, sino como unos jovencitos de 18 a 21 años de edad.

Eso es así en el Programa Divino, en el plan de la restauración a la Vida eterna:

Pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”

¿Cuándo? A la Final Trompeta, a la Final Trompeta, esa es la Gran Voz de Trompeta, la Trompeta de Dios, la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en este tiempo final; así como habló Cristo en Espíritu Santo por medio de Sus Apóstoles, habló también por medio de Sus siete Ángeles Mensajeros, y para este tiempo final tenemos la promesa que nos estará hablando por medio de Su Ángel Mensajero.

Por medio de Su Ángel Mensajero estará hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y ese Mensaje con el cual estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto es la Trompeta Final, la Voz de Cristo hablando por última vez a Su Iglesia y mostrándole todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final. Vean, aquí en Apocalipsis, capítulo 4, Cristo dice con esa Voz de Trompeta, dice:

Y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

Y ahora, ¿cómo El va a darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? Apocalipsis 22 está la respuesta, donde dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

¿Cómo es que El va a dar a conocer las cosas que deben suceder pronto? Por medio de Su Ángel Mensajero. Dijo el Rvdo. William Branham hablándonos en el libro de las “Edades,” y el libro de “Los Sellos,” que este Ángel que le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis, es un Profeta, es un espíritu de Profeta, el cual le estaba dando a Juan la revelación del Apocalipsis.

Y si es un espíritu de Profeta tiene que venir a la Iglesia de Jesucristo en carne humana, para darle a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, las cuales ya están aquí en el libro del Apocalipsis en estos símbolos apocalípticos, y tienen que ser abiertos estos misterios a la Iglesia del Señor Jesucristo, de las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, las cosas que deben suceder luego de las que ya han sucedido en las siete etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 también dice Cristo:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

¿Quién es el enviado de Cristo para dar testimonio de estas cosas en las iglesias, de estas cosas que deben suceder pronto? El Ángel del Señor Jesucristo, ese es el enviado de Cristo para dar testimonio de estas cosas en las iglesias. Y en San Juan, capítulo 13, verso 20, dice:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Y ahora, el que recibe al que Cristo envía, está recibiendo a Cristo porque Cristo viene en Espíritu Santo en Su enviado; y el que recibe a Cristo, está recibiendo al Padre que lo envió.

Y ahora, vean ustedes: “El que recibe a Profeta en nombre de Profeta, recompensa de Profeta recibe,” recibe el beneficio para lo cual Dios envía ese Profeta.

Por lo tanto, si Dios envía este Profeta, Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, recibimos el beneficio de obtener la revelación divina de todas las cosas que deben suceder pronto, y recibimos la preparación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, recibimos la fe para ser transformados, recibimos la fe de la revelación de la Segunda Venida de Cristo, la fe, la revelación de la Segunda Venida de Cristo.

Estamos recibiendo la revelación del Evangelio del Reino, la revelación de la Lluvia Tardía, la revelación de la Enseñanza Tardía, la revelación de la Enseñanza Tardía, que es la revelación, la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, continuando con Primera de Corintios, capítulo15, ya hemos visto que esa es la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, la Voz de Cristo hablando por medio de Su Ángel Mensajero y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final:

a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

Y luego ya la muerte no existirá más en nuestros cuerpos físicos, ni nos pondremos viejos, ni nos enfermaremos, ni nos saldrán canas ni arrugas, permaneceremos jóvenes para toda la eternidad, representando de 18 a 21 años de edad, eso es lo que Cristo tiene para cada creyente en El en el Programa de la Restauración.

La restauración es la restauración a la Vida eterna de toda alma de Dios, de toda oveja del Padre que le ha sido dada a Cristo para que le dé Vida eterna. Por lo tanto, todo creyente en Cristo viene a ser restaurado a la Vida eterna en el Programa de la Restauración, que es el Programa de Redención de Cristo nuestro Salvador.

Y ahora, el tiempo para la restauración espiritual ha sido desde la muerte de Cristo hasta este tiempo final, y todavía Cristo está restaurando espiritualmente a miles de personas que lo reciben como su Salvador, pero luego que termine el tiempo de restauración espiritual, entonces el tiempo de restauración física que se está entrelazando con el tiempo de restauración espiritual, luego ese tiempo de restauración física traerá la restauración física para ustedes y para mí también.

Seremos restaurados a la Vida eterna física en cuerpos físicos, eternos, inmortales y glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces seremos inmortales físicamente como Cristo es inmortal físicamente, y entonces estaremos con Cristo en el arrebatamiento de los escogidos, yendo a la gran fiesta, a la cual hemos sido invitados, la cual es la fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero. Toda persona nacida de nuevo es un invitado a la Cena de las Bodas del Cordero.

Dice Apocalipsis, capítulo 19, verso 7 al 10:

Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.”

¿Son bienaventurados quiénes? Los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto todos los que han sido llamados por medio de la predicación del Evangelio de la Gracia, por medio de la Lluvia Temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo y han respondido a ese llamado, son bienaventurados porque son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero, son convidados.

Y luego son llamados en el Día Postrero por medio de la Lluvia Tardía del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, para recibir en adición de la vestidura espiritual que es el bautismo del Espíritu Santo, en donde obtenemos un cuerpo angelical, recibir la vestidura física, que es el cuerpo físico glorificado y eterno que El ha prometido para ustedes y para mí también.

Y entonces estaremos totalmente con la doble porción, la doble vestidura de boda para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial, que es la séptima dimensión, que es la dimensión divina donde Cristo está en la actualidad, haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su Salvador.

Cristo dijo: “Yo quiero que éstos estén donde yo estoy.” Por lo tanto vamos a estar con El allá en la Cena de las Bodas del Cordero, en la Casa de nuestro Padre Celestial, esa es la fiesta más grande del universo completo, de toda la creación, la cual está señalada para ser llevada a cabo en el tiempo de la restauración física, tiempo que está entrelazándose con este tiempo de restauración espiritual, que comenzó con el día de Cristo muriendo en la Cruz del Calvario y Día de Pentecostés donde la Iglesia de Jesucristo nació.

Y ahora, se está entrelazando el tiempo de restauración física, y está Cristo dándonos la Lluvia Tardía y la Lluvia Temprana a la misma vez, por eso usted encontrará en el Mensaje de este tiempo final, el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que se habla de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y se llama a las personas a que reciban a Cristo como su Salvador, sean bautizados en agua en el Nombre de Jesucristo, para que reciban el don del Espíritu Santo y obtengan el nuevo nacimiento.

Y también escuchan que se habla de la Segunda Venida de Cristo y Su Obra de Reclamo, en donde Cristo resucita a los muertos creyentes en El y nos transformará a nosotros los que vivimos, es que ambas Lluvias de Enseñanza están viniendo a la Iglesia de Jesucristo a la misma vez en este tiempo final, como fue prometido en la Escritura, fue prometido que vendría como la Lluvia Temprana y Tardía a la Tierra.

Ahora, vamos aquí a verlo más claramente: “Y conoceremos...” eso es el capítulo 6, verso 3 de Oseas, lo que habíamos leído anteriormente, dice:

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”

Así está prometido que vendrá para el pueblo hebreo en este tiempo final, y así ha sido prometido para la Iglesia del Señor Jesucristo, ha sido prometida la Segunda Venida de Cristo como la Lluvia Tardía y Temprana, por lo tanto viene el cumplimiento de ese misterio bajo la predicación del Evangelio del Reino y del Evangelio de la Gracia a la misma vez.

Por lo tanto la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final tendrá ambas enseñanzas a la misma vez, siendo dadas por el Espíritu Santo a través del Ángel del Señor Jesucristo, y será la primera ocasión en que la Iglesia de Jesucristo recibe a la misma vez ambas lluvias: la Lluvia Temprana y la Lluvia Tardía.

En ningún otro tiempo había recibido la Iglesia de Jesucristo la Lluvia Tardía y la Lluvia Temprana a la misma vez, porque con la Lluvia Temprana se recibe la fe para creer en Cristo como nuestro Salvador, ser bautizados en agua en el Nombre de Jesucristo, y recibir Su Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento y obtener el cuerpo angelical.

Y con la Lluvia Tardía se recibe la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo para así recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y por cuanto en edades pasadas no iba a ocurrir la transformación física y el arrebatamiento, ellos no tenían la Lluvia Tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, no tenían la revelación divina del misterio de la Segunda Venida de Cristo, solamente tenían las profecías que hablan de la Segunda Venida de Cristo, pero no la revelación divina, la enseñanza del misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Por lo tanto, este es el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, por eso el grupo de este tiempo final es el único grupo que tendrá ambas porciones, la doble porción: la porción del cuerpo angelical, y luego la porción del cuerpo físico glorificado, sin ver muerte física estando aquí en la Tierra.

Por eso estamos esperando nuestra transformación, estamos esperando el nuevo cuerpo, porque estamos bajo la Lluvia Tardía y Temprana a la vez, cayendo esa Lluvia de Enseñanza sobre nuestras almas, sobre nuestros espíritus, sobre todo nuestro ser.

Por lo tanto, estamos recibiendo la fe, la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, porque estamos en el tiempo de la restauración.

Y en este tiempo se está entrelazando el tiempo de restauración física con el tiempo de la restauración espiritual, el tiempo de la restauración espiritual ha venido desde el Día de Pentecostés hacia acá, y el tiempo de la restauración física se está ahora entrelazando para traer una restauración física, para traer la restauración física a un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, consientes de que estamos en el tiempo de la restauración en donde dos tiempos se juntan: tiempo de la restauración espiritual y tiempo de la restauración física, se están juntando, se están entrelazando en este tiempo final, por lo tanto se están entrelazando la Lluvia Tardía con la Lluvia Temprana, y por eso es que recibiremos los beneficios de ambos tiempos, recibiremos el beneficio de la Lluvia Temprana y el beneficio de la Lluvia Tardía, recibiremos el beneficio del tiempo de la restauración espiritual, y el beneficio del tiempo de restauración física; lo cual será esas dos bendiciones, la doble porción: lo cual será cuerpo angelical (ese es el que recibimos con la Lluvia Temprana, bajo la Dispensación de la Gracia), y cuerpo físico glorificado (eso es lo que recibiremos con la Lluvia Tardía bajo la Dispensación del Reino, en el tiempo de la restauración física, en donde Cristo en Su Segunda Venida resucitará a los muertos creyentes en El y a nosotros nos transformará).

Así que podemos ver: EL MISTERIO DEL TIEMPO DE LA RESTAURACIÓN.

EL TIEMPO DE LA RESTAURACIÓN.”

Hemos visto que el tiempo de la restauración, esta profecía cubre al pueblo hebreo como nación, el cual será restaurado como nación, y cubre a los hijos e hijas de Dios, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales reciben una restauración espiritual, y después recibirán una restauración física a la Vida eterna en cuerpos físicos glorificados.

Y la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, también pasa por esas dos etapas.

Así que podemos ver: EL MISTERIO DEL TIEMPO DE LA RESTAURACIÓN.

Y ahora, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, ha sido restaurado espiritualmente y tiene Vida eterna, ha recibido Vida eterna y ha recibido un cuerpo angelical teofánico, ha obtenido el nuevo nacimiento, y les falta la otra parte, la otra porción que será la restauración física, en un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, pero ya tenemos Vida eterna.

Toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador no ha sido restaurado espiritualmente, por lo tanto no puede ser restaurado físicamente a la Vida eterna física, porque no ha sido restaurado espiritualmente a la Vida eterna espiritual, y no ha recibido el cuerpo angelical teofánico, no ha nacido de nuevo.

Cristo dijo a Nicodemo: “El que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” Eso está en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6. Por lo tanto, se requiere que todo ser humano entre al Reino de Dios. ¿Y cómo puede entrar al Reino de Dios? Naciendo del Agua y del Espíritu, ¿cómo puede nacer del Agua y del Espíritu? Recibiendo a Cristo como su Salvador, creyendo en Jesucristo como su salvador.

A través de la predicación del Evangelio recibe ese conocimiento, y recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentido de sus pecados, Cristo lo perdona y lo limpia con Su Sangre preciosa, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene Vida eterna, y es restaurado a la Vida eterna y es restaurado al Reino de Dios, entra al Reino de Dios con Vida eterna. Todo esto está en el Plan de la restauración a la Vida eterna de todo hijo e hija de Dios, de toda oveja del Señor Jesucristo.

Y toda persona que no ha recibido a Cristo, pues no ha sido restaurado espiritualmente, por lo tanto no tiene esperanzas de una transformación de su cuerpo, para recibir un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, no tiene esperanzas de una restauración física a la Vida eterna física con un cuerpo físico, eterno y glorificado y joven para toda la eternidad.

¿Pero qué pueden hacer estas personas para que puedan recibir un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo? ¿Cómo pueden hacer para ser restauradas físicamente a la Vida eterna? Pues tienen que ser restauradas primero espiritualmente a la Vida eterna.

¿Y cómo pueden ser restauradas espiritualmente a la Vida eterna? ¿Y cómo pueden entrar al Reino de Cristo, al Reino de Dios? ¿Cómo pueden nacer de nuevo del Agua y del Espíritu para entrar al Reino de Dios?

Pues sencillo, recibiendo a Cristo como su Salvador personal arrepentidos de sus pecados, y siendo lavados por la Sangre de Cristo, Cristo los perdona, los limpia con Su Sangre preciosa, son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen así el nuevo nacimiento y así nacen en el Reino de Cristo, así reciben la restauración espiritual a la Vida eterna.

Y entonces tienen la esperanza de una transformación física, para ser restaurados físicamente a la Vida eterna con un cuerpo eterno y glorificado; si no reciben la restauración espiritual primero, no hay esperanzas de Vida eterna y no hay esperanza de un cuerpo nuevo, físico, eterno y glorificado.

Por lo tanto, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, puede hacerlo en esta ocasión levantando su mano, y estaré orando por ustedes para que Cristo perdone sus pecados, lo limpie con Su Sangre preciosa, y Cristo les reciba, extienda Su Amor y Misericordia sobre ustedes, y Cristo les perdone y sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan así el nuevo nacimiento y entren al Reino de Cristo, nazcan del Agua y del Espíritu y así entren al glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Recuerden que esto es una cosa, un asunto de Vida eterna, por lo tanto se requiere que toda persona confirme su lugar en la Vida eterna, para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino, necesita confirmar su lugar en la Vida eterna para ser restaurado a la Vida eterna.

Así que en esta ocasión pueden levantar sus manos todas las personas que desean confirmar su lugar en la Vida eterna, y desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino y estaré orando por ustedes, estaré orando por todas las personas que levanten sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal.

Por aquí ya han levantado sus manos algunas personas, y acá también algunas personas han levantados sus manos. Vamos a pedirles que pasen al frente para orar por ustedes en esta ocasión, para que Cristo extienda Su Amor y Misericordia hacia ustedes.

Cristo está llamando y juntando sus últimos escogidos en este tiempo final, y pronto se va a completar el número de los escogidos de Dios en la Iglesia de Jesucristo nuestro Salvador, pronto van a estar completos los que serían restaurados espiritualmente a la Vida eterna, para luego ser restaurados físicamente a la Vida eterna.

Por lo tanto, el llamado Cristo lo está haciendo en este tiempo final por medio de Su Espíritu Santo, un llamado directamente al alma de toda persona; por eso dice en Efesios, capítulo 5, verso *14:

Despiértate, tú que duermes,

Y levántate de los muertos,

Y te alumbrará Cristo.”

Es Cristo el que llama y es Cristo el que le dice a las personas: “Despiértate, tú que duermes.” Tiene que despertar espiritualmente y levantarse de entre los muertos, porque esta raza humana murió, la muerte entró a la raza humana cuando el ser humano pecó, es una raza muerta, no tiene Vida eterna. Por lo tanto no tiene vida permaneciente en sí, es una raza muerta, una raza sin Vida eterna, por eso es mortal, por eso tiene que levantarse de entre los muertos para que Cristo lo alumbre y le dé Vida eterna, y así tenga la esperanza de una vida futura eterna con Cristo en Su Reino luego que terminemos esta vida terrenal.

Luego que terminemos nuestros días en estos cuerpos mortales, entonces tenemos la esperanza de vivir en un cuerpo inmortal, joven, incorruptible, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, eso es lo que Cristo tiene en Su Programa de Restauración ¿para quiénes? Para ustedes y para mí también.

Y ahora, todavía siguen pasando más personas, por eso todavía no hemos comenzado a orar por ustedes, vamos a esperar unos segundos más para que los que faltan de pasar puedan pasar, y oraremos por todos para que Cristo extienda Su Amor y Misericordia hacia ustedes, les perdone, les lave con Su Sangre preciosa, y sean bautizados en Su Nombre en agua, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y así obtengan el nuevo nacimiento, nazcan del Agua y del Espíritu y entren al Reino de Cristo.

Todos queremos vivir eternamente, por lo tanto no hay otro lugar sino el Reino de Cristo que es el único que tiene Vida eterna, para ustedes y para mí, y Cristo es la Vida eterna; por lo tanto, El es el único que le puede dar Vida eterna a usted y a mí. Sin Cristo no hay Vida eterna, nuestra vida, la Vida eterna, nuestra Vida eterna ¿dónde está? Está escondida con Cristo en Dios.

Por lo tanto, la Vida eterna está en Jesucristo. No hay otro lugar donde esté la Vida eterna. Por eso es que recibimos a Cristo como nuestro Salvador personal y El nos da Vida eterna, y entonces tenemos la esperanza de una Vida eterna con Cristo en Su Reino.

Fuera de Cristo ningún ser humano tiene esperanzas de vivir eternamente en un reino de paz, solamente con Cristo en Su Reino es que hay esperanzas para el ser humano, y todo esto está en el Programa de Restauración del ser humano a la Vida eterna.

Ya vamos a orar por las personas que han pasado al frente. Todavía faltan algunas personas de pasar al frente. Así que pueden llegar para orar ya por todos, todavía están pasando las personas, esto es porque todos deseamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Nadie quiere dejar de existir, todos queremos seguir existiendo, y existir en un Reino mejor, con un cuerpo mejor y con unas condiciones mejores, en donde estaremos como Reyes, como Sacerdotes y Jueces en el Reino de Cristo nuestro Salvador.

Por eso venimos a Cristo para que El nos perdone, nos limpie con Su Sangre, y somos bautizados en agua en Su Nombre y El nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así entramos a Su Reino, al Reino de Dios.

El que no nazca de nuevo del Agua y del Espíritu no puede entrar, pero el que nazca de nuevo si entra al Reino de Cristo, y todos queremos estar en el Reino de Cristo, que es el único Reino que existirá por toda la eternidad.

Todavía veo que están pasando más personas. ¿Y por qué pasan tantas personas? Porque quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino; y Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Asunción y en toda la República del Paraguay. Y si Dios tiene mucho pueblo, pues los llama y reciben a Cristo como su Salvador personal.

Ustedes son hijos e hijas de Dios, almas de Dios, ovejas de Dios, ovejas del Señor Jesucristo y no lo sabían. Pero al escuchar la Voz de El son identificados ustedes como ovejas de Cristo, el Buen Pastor, y El dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” Y El dice: “Y yo les doy Vida eterna.”

Esta es la cosa más grande que un hombre puede obtener: la Vida eterna. No hay nada más importante para el ser humano que la Vida eterna; y no hay dinero con el cual comprar la Vida eterna. Cristo es el que tiene la Vida eterna porque El es la Vida eterna, y la otorga gratuitamente a los que lo reciben a El como su Salvador.

¿De qué le vale al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma? De nada le sirvió haber sido un ser humano en esta Tierra, lo mismo hubiera sido ser cualquier otra cosa.

La vida aquí en la Tierra es para aprovecharla, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador y confirmando así nuestro lugar en la Vida eterna.

Bueno, vamos ya a orar por las personas que están al frente aquí, para recibir a Cristo como su Salvador personal. Pueden acercarse un poquito más para que haya espacio para los que están en la parte de atrás. Ahí está bien, ya pueden acomodarse mejor los que estaban en la parte de allá. Vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar para presentarlos a ustedes delante de Dios en el Nombre del Señor Jesucristo:

Dios Eterno, Padre Celestial, he aquí vengo a Ti en el Nombre del Señor Jesucristo, y traigo a Ti todas estas personas que han venido a Ti recibiéndote como su Salvador personal.

Padre Celestial, Te ruego les mires y les recibas y perdones sus pecados, y los limpies con Tu Sangre preciosa, y les bautices con Espíritu Santo y Fuego.

Padre Celestial, en Tus manos los encomiendo a todos como trofeos de Cristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, repitan conmigo la oración que hemos de hacer por ustedes, como parte de ustedes mismos repitiendo esta oración. Repitan conmigo:

Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, y hágase Tu voluntad en la Tierra como en el Cielo; el pan nuestro de cada día dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Padre Celestial, reconocemos que somos pecadores y necesitamos un Salvador, y hemos aceptado, recibido a Cristo Jesús como nuestro Salvador.

Señor Jesucristo, Te hemos recibido en esta ocasión como nuestro Salvador, reconociendo que somos pecadores y necesitamos que Tu salves nuestras almas, que Tu nos salves de nuestros pecados.

Señor Jesucristo, Te rogamos perdones nuestros pecados y con Tu Sangre nos limpies de todo pecado, y Te rogamos Señor Jesucristo, nos bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que seamos bautizados en agua en Tu Nombre, y produzcas así en nosotros el nuevo nacimiento, y nazcamos así en Tu Reino.

Te lo rogamos, ¡Oh, Padre Celestial! En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, hubo un nombre llamado eunuco, el cual era un hombre muy importante de un país, el cual fue a Jerusalén a adorar porque era un prosélito, un convertido al judaísmo; y cuando regresaba Felipe (el evangelista), lleno del Espíritu Santo fue enviado a él, el eunuco iba en su carro hacia su país, de regreso, y él iba leyendo la Escritura de Isaías 53, donde decía: “Como cordero fue llevado al matadero.” Y así por el estilo.

Y Felipe le pregunta: “¿Entiendes lo que lees?” Y el eunuco le dice: “Y cómo voy a entender si no hay quién me explique.” Y le dice: “Sube al carro,” Felipe subió al carro y comenzó a explicarle el significado de esa profecía, y le explicó que esa profecía se había cumplido en Jesucristo, que Jesucristo era ese hombre, pues el eunuco había preguntado: “El Profeta, ¿de quién está hablando, está hablando de sí mismo o de otra persona?” Felipe le explica: “Está hablando de otra persona, está hablando del Mesías, está hablando de un hombre que vendría en este tiempo, y ese hombre es el Señor Jesucristo.” Y le habló acerca del bautismo en agua, porque el Señor Jesucristo había dicho en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

De todas estas cosas le habló Felipe al eunuco, y el eunuco cuando van pasando por un lugar donde hay agua, le dice a Felipe: “He aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dice: “Si crees sí puedes ser bautizado.” Y el eunuco le dice: “Sí, yo creo.” Y Felipe y el eunuco bajaron del carro, bajaron a las aguas y allí Felipe bautizó al eunuco en el Nombre del Señor Jesucristo.

Siempre que una persona recibe a Cristo como su Salvador, lo próximo es ser bautizado en agua, porque Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo.” Por lo tanto, siempre que una persona recibe a Cristo como su Salvador, luego pregunta: “¿Y ahora, cuándo voy a ser yo bautizado?” Y si ve agua, dice como el eunuco: “He aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?”

Si recibió a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados, Cristo lo perdonó, lo limpió con Su Sangre preciosa, y no hay nada que impida que usted sea bautizado en agua.

Por lo tanto, hay agua aquí, aquí hay agua, ¿dónde más hay agua? Allí también hay agua, por lo tanto nada impide que usted sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Por eso en el primer Mensaje que Pedro predicó en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 34 en adelante, dice:

Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies (por eso Cristo se sentó a la diestra de Dios, en el Trono de Dios en el Cielo).

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso es que a Jesús lo llamamos Señor Jesucristo: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

Aquí Pedro los llama a arrepentirse de sus pecados y luego a ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo les perdonará de todo pecado, los limpiará con Su Sangre preciosa y los bautizará con Espíritu Santo y Fuego. Dice:

Y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas que recibieron a Cristo como su Salvador, fueron bautizados en ese mismo día y eran como tres mil personas, y fueron añadidas como tres mil personas a la Iglesia del Señor Jesucristo ese mismo día; porque luego que la persona recibe a Cristo como su Salvador, lo próximo es ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para que Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga el nuevo nacimiento, y sea añadido a la Iglesia del Señor Jesucristo, entre al Reino de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Así que aquí hay agua y nada impide para que ustedes sean bautizados y se cumpla en ustedes lo que Cristo dijo: “El que creyere (y ya ustedes han creído) y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Todos ustedes han creído y lo próximo es ser bautizados, como dijo Cristo, y Cristo garantiza la salvación del alma a todas las personas que creen en El y son bautizadas en agua en Su Nombre, y Cristo les bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen el nuevo nacimiento, nacen del Agua y del Espíritu, y entran al Reino de Dios, esa es la forma para entrar al Reino de Dios.

Y ahora, dejaré al Rvdo. Tilleria, para que él les indique cómo hacer y dónde conseguir las vestiduras para los bautismos en agua, para que la ropa que ustedes tienen no se les moje, y puedan regresar a sus hogares con la ropa que ustedes tienen seca, y así vayan felices y contentos, dándole gracias a Cristo por haber salvado sus almas, y haberlos colocado en su Reino con Vida eterna, y nos veremos en la próxima ocasión, ya sea en estos cuerpos mortales o en el nuevo cuerpo que Cristo nos dará, y nos continuaremos viendo en el Milenio y luego por toda la eternidad.

Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de “EL TIEMPO DE LA RESTAURACIÓN.”

Dejo al Rvdo. Tilleria con nosotros, para que él les indique dónde conseguir las vestiduras, dónde cambiarse de ropa para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y que las bendiciones de Cristo sean y continúen con todos ustedes.

Con nosotros el Rvdo. Tilleria para continuar.

EL TIEMPO DE LA RESTAURACIÓN.”