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| Dios revelando Sus Misterios | 2003-02-26 | 2 | Tarapoto | San Martín | PE | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica, y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 13, verso 11, y también San Mateo, capítulo 13, verso 16 al 17; dice capítulo 13, verso 11 de San Mateo... aún podemos leer un poquito antes, verso 9 en adelante, dice:
“El que tiene oídos para oír, oiga.
Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.”
Y el capítulo 13, verso 16 al 17, dice:
“Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “DIOS REVELANDO SUS MISTERIOS.”
En los misterios de Dios encontramos que hay muchas cosas escondidas en Dios eternamente, que serían dadas, reveladas al pueblo de Dios, al pueblo hebreo y luego a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento.
Los misterios de Dios son para ser revelados a los hijos e hijas de Dios, por eso Cristo le predicaba al pueblo usando parábolas, pero vean, los discípulos le preguntan: “¿Por qué tu le hablas por parábolas al pueblo?” y Cristo dice a ellos: “Porque a vosotros es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no es concedido, por eso les hablo por parábolas.”
Y en el capítulo 13, verso 34 al 35 de este mismo capítulo 13 de San Mateo, dice:
“Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba;
para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Abriré en parábolas mi boca;
Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.”
Por lo tanto hay cosas que la humanidad no ha comprendido, como el origen del ser humano, y lo está buscando por medio de la ciencia, pero miren dónde está: está aquí en estas parábolas que Jesús habló.
Todos los misterios del Reino de los Cielos están contenidos en las parábolas que habló nuestro amado Señor Jesucristo, las cuales a medida que ha ido pasando el tiempo, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia revelaría a medida que el tiempo iría pasando.
Ahora vean, para traer la revelación de todos los misterios de Dios, Cristo dijo a través de quién serían dados a conocer todos estos misterios, todas estas cosas para que así la Iglesia fuera guiada a toda justicia y a toda verdad. En San Juan, capítulo 14, verso 26, dice Cristo hablando:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
Aquí tenemos claramente quién será el que revelará, enseñará todas las cosas, o sea, todos los misterios de Dios, en y a la Iglesia luego de la partida de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, la comisión para revelar los misterios de Dios a la Iglesia del Señor Jesucristo, la tiene ¿quién? La tiene el Espíritu Santo, por lo tanto siendo que es el Espíritu Santo el que estará enseñando a la Iglesia, pues no tenemos necesidad, dice San Juan en una de sus cartas, no tenemos necesidad de que nadie nos enseñe, o sea, no tenemos necesidad de recibir una enseñanza humana.
Miguel, ¿en qué capítulo es que encontramos ese pasaje en una de las cartas de San Juan? Miguel nos va a dar el pasaje para leerlo a ustedes para que ustedes vean que Cristo... vamos a leerlo aquí, Primera de Juan, capítulo 2, verso 26 en adelante dice:
“Os he escrito esto sobre los que os engañan.
Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.”
Ahora, podemos ver que es la unción del Espíritu Santo el que enseña a la Iglesia y por consiguiente a todos los hijos e hijas de Dios en la Iglesia del Señor Jesucristo.
“Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.”
Y ahora, la promesa ha sido que el Espíritu Santo será el que enseñará a todos los creyentes en Cristo. Por lo tanto el Espíritu Santo estará de edad en edad, de etapa en etapa, manifestado en los Profetas del Nuevo Testamento que son los Apóstoles y los Angeles Mensajeros de cada edad de la Iglesia del Señor Jesucristo, los siete Angeles Mensajeros de las siete edades, más el Angel del Señor Jesucristo en el Día Postrero.
Por lo tanto la enseñanza que estará recibiendo la Iglesia del Señor Jesucristo de etapa en etapa, es la enseñanza de Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de los Apóstoles y de los Angeles Mensajeros de las diferentes etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo, así como fue en el Antiguo Testamento.
Vean, en el Antiguo Testamento Dios habló al pueblo... ahora, ¿cómo habló Dios al pueblo en el Antiguo Testamento? Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, dice
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Vean, Dios habló al pueblo hebreo por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas que El envió, y luego nos dice San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿Ven?),
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo).”
El mismo Espíritu Santo que estaba en los Profetas hablándole al pueblo, ahora estaba en Jesucristo hablándole al pueblo hebreo, era Dios por medio de Su Espíritu Santo manifestado en carne humana en la persona de Jesucristo, por eso Cristo decía: “El Padre que mora en mí, El hace las obras.” El también decía: “Yo no hago nada de mí mismo, sino lo que yo oigo al Padre hacer, o lo que yo oigo al Padre, y no hago nada de mí mismo, sino lo que yo veo al Padre hacer.”
Y ahora, hemos visto cómo es que viene la Voz de Dios por medio de Su Espíritu Santo al pueblo en cada edad y en cada dispensación; y siendo que Dios por medio de Su Espíritu Santo es el que revela a Su pueblo los misterios del Reino de Dios, de etapa en etapa, de edad en edad Dios ha estado revelando los misterios del Reino de los Cielos en una forma progresiva: los misterios del Reino de Dios para cada edad, y los misterios del Reino de Dios para cada Dispensación.
Y ahora, en el tiempo en que vivimos vemos cómo Dios ha revelado los misterios del Reino de los Cielos, que son los misterios en la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales estarían cumpliéndose en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y en esos misterios del Reino de los Cielos en la Iglesia de Jesucristo siendo cumplidos, están los que serían miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales contienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero ¿desde cuándo? Desde antes de la fundación del mundo.
Cuando una persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, esa persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del agua y del Espíritu y ha entrado al Reino de Dios.
¿Esa persona desde cuándo le fue escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero su nombre? ¿Cuando recibió a Cristo? No, desde antes de la fundación del mundo; por eso Cristo decía: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen,” El también decía en ese pasaje de San Juan, capítulo 10, que esas ovejas son las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna.
O sea, que son las ovejas del Padre que se habían perdido, pero el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, nos dijo el mismo Cristo en San Lucas, capítulo 19, verso 10, donde dice:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
O sea, esas almas de Dios que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; esas son las ovejas que el Padre le ha dado a Cristo para que El les dé Vida eterna, esas son estas ovejas aquí de San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante donde dice:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Ahora, vean que estas ovejas son las ovejas del Padre, que han estado en la mano del Padre, en la mano de Dios desde antes de la fundación del mundo, o sea, eternamente, y ahora el Padre ha dado a Cristo, Su Hijo, estas ovejas para que les dé Vida eterna.
Sin Cristo ninguna persona puede recibir Vida eterna, Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Por lo tanto ninguna persona se puede acercar a Dios, excepto a través de nuestro amado Señor Jesucristo, y ninguna persona puede obtener Vida eterna por sí mismo, sino a través de Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, en el capítulo 10 de San Juan, verso 1 en adelante, dice Cristo:
“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.
Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.”
Esas ovejas son las almas de Dios, hijos e hijas de Dios, que vendrían a esta Tierra y vivirían en cuerpos de carne, y escucharían la predicación del Evangelio y recibirían a Cristo como nuestro Salvador personal, y arrepentidos de sus pecados pedirían perdón a Cristo, Cristo los perdonaría, los limpiaría con Su Sangre preciosa y serían bautizados en agua estas personas en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego y así obtendrían el nuevo nacimiento, así nacerían del agua y del Espíritu, entrarían al Reino de los Cielos, al Reino de Dios por la puerta que es Cristo nuestro Salvador, el cual dijo en San Juan, capítulo 10, verso 9:
“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”
Vean, el que entra por Cristo, la Puerta, al Reino de los Cielos, ¿qué obtiene? Vida eterna, es salvo, obtiene la salvación de su alma.
Ahora vean, estas ovejas serían llamadas de etapa en etapa, de edad en edad en este planeta Tierra, Cristo en Espíritu Santo estaría llamando estas personas en cada una de las etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean cómo lo expresa Cristo en San Juan, capítulo 10, verso 14 al 16, donde dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, que no son del pueblo hebreo, sino que son de entre los pueblos gentiles); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
¿Quiénes escucharán la Voz de Cristo? Las ovejas que el Padre le dio, ¿cuáles ovejas? Las personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, ovejas del pueblo hebreo y ovejas de en medio de las naciones gentiles; esas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio y reciben a Cristo como su Salvador personal arrepentidos de sus pecados, Cristo los perdona y los limpia con Su Sangre preciosa.
Por lo tanto, la Voz de Cristo estaría en este planeta Tierra en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, tanto llamando y juntando Sus ovejas, como también revelando los misterios del Reino de los Cielos.
Y ahora, es Cristo en Espíritu Santo el que llamaría Sus ovejas, porque Cristo en el cuerpo físico glorificado está en el Cielo, como Sumo Sacerdote haciendo intercesión en el Templo Celestial, por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, los cuales son llamados de edad en edad por Cristo en Espíritu Santo, a través de cada Ángel Mensajero que El envía a la Tierra en medio de Su Iglesia.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo es un misterio muy grande para la raza humana, y los miembros de la Iglesia son un misterio muy grande, porque están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero y la gente no sabe quiénes son esas personas.
Y aún las mismas personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero no saben que están escritas en el Libro de la Vida del Cordero hasta que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y son bautizados en agua en el Nombre de Jesucristo y reciben el Espíritu Santo, y entonces se dan cuenta que estaban en el Cielo escritos en el Libro de la Vida del Cordero y que son parte de las ovejas del Señor Jesucristo.
Por esa causa es que hay personas que reciben a Cristo como su Salvador personal arrepentidos de sus pecados, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así obtienen el nuevo nacimiento y nacen en el Reino de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, y obtienen un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión; y esas personas cuando han obtenido el nuevo nacimiento, entonces se dan cuenta que eran hijos de Dios, en sus almas eran hijos de Dios.
Por eso Cristo en Espíritu Santo por medio de la predicación del Evangelio les llamó, sintieron ese llamado acá dentro de sus almas y respondieron al llamado. La Escritura dice en Efesios, capítulo 5, verso 14 de la siguiente manera, y esto es lo que sucedió en el alma de cada creyente en Cristo:
“Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Ha escuchado la Voz de Cristo, la Voz de Cristo llamándolo a despertar, porque los hijos e hijas de Dios, esas almas de Dios no mueren, son eternas con Dios; pero al venir a la Tierra aparecen en medio de una raza que está muerta porque pecó en el Huerto del Edén.
Pero las almas de Dios quedan en esta Tierra dormidas en estos cuerpos físicos, aparecen como personas que están dormidas en medio de una raza que está muerta sin Vida eterna; pero cuando escuchan la Voz de Cristo llamando, despiertan: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos, levántate de en medio de una raza muerta, y te alumbrará Cristo.” Ese es el llamado de Cristo para toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, reciben una resurrección espiritual, un despertamiento espiritual, y por eso encontramos que hay personas que reciben a Cristo como su Salvador, estaban dormidas en medio de la raza humana, en medio de una raza muerta espiritualmente, estaban dormidos espiritualmente estos creyentes en Cristo, los cuales se manifiestan como hijos e hijas de Dios cuando reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego.
Esas personas han obtenido el nuevo nacimiento, esas personas han nacido del agua y del Espíritu y han entrado al Reino de los Cielos o Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, esas personas han creído en Cristo, y han entendido que no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, no hay otro nombre ni otra persona, sino nuestro amado Señor Jesucristo. Ahora vean, en San Lucas, capítulo 24, versos 46 en adelante, dice Cristo:
“y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de estas cosas.”
Y ahora, el arrepentimiento y el perdón de los pecados para los seres humanos se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, para que toda persona pueda obtener el arrepentimiento acá en su alma y el perdón de los pecados al recibir a Cristo como nuestro Salvador.
Cristo le abre el entendimiento a las personas para que puedan comprender estas cosas, así como les abrió el entendimiento a Sus discípulos aquí mismo en el capítulo 24, verso 45, donde:
“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.”
Una persona a la cual Cristo no le abra el entendimiento para comprender las Escrituras, nunca podrá comprender las Escrituras ni podrá comprender el porqué necesita recibir a Cristo como su Salvador.
Pero cuando Cristo les abre las Escrituras a la persona acá en su alma, la persona comprende que necesita un Salvador, necesita una persona que pueda ser poderoso para perdonar sus pecados y limpiarlo de todo pecado con algo, y ese algo es la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ninguna otra persona puede perdonar los pecados de ustedes y los míos, y ninguna otra persona puede limpiarnos de todo pecado, excepto ¿quién? Jesucristo nuestro Salvador, por eso vino en Su Primera Venida como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Juan lo presentó diciendo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”
Por lo tanto no buscamos a otra persona para que quite nuestros pecados, porque el único es Jesucristo nuestro Salvador, no buscamos a otra persona para que salve nuestra alma, porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora, hubo una ocasión en que San Pablo estuvo preso y cantaba durante la noche junto a Silas, y se abrieron las puertas, hubo un terremoto y se abrieron las puertas de la cárcel, y el carcelero pensó que todos se habían fugado de la cárcel y sacó su espada para matarse, pero Pablo dijo: “No te hagas ningún daño, todos estamos aquí.” Y el carcelero entonces se detuvo y preguntó: “¿Qué haré para ser salvo?” Pablo dice: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa.”
Lo que el ser humano necesita es la salvación de su alma, cualquier otra cosa es una añadidura en la vida. El ser humano es cuerpo, espíritu y alma, y lo más importante de la persona es su alma, porque eso es lo que en realidad es la persona: es alma viviente, alma que vive en un cuerpo de carne, y que tiene también un espíritu el cual es otro cuerpo de otra dimensión.
Y ahora, toda persona se pregunta: “¿Qué haré para ser salvo? ¿Qué haré para vivir eternamente con Cristo en Su Reino?” la respuesta la tenemos aquí en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16 donde dice el mismo Cristo ya resucitado:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
¿Por qué hemos creído en Cristo y lo hemos recibido como nuestro Salvador? Porque deseamos ser salvos y vivir eternamente con Cristo en Su Reino; no hay otra forma para que usted y yo podamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino, solamente creyendo en nuestro amado Señor Jesucristo y siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu Santo y así obteniendo el nuevo nacimiento y así entrando al Reino de Dios que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso el Apóstol San Pablo teniendo las llaves del Reino de los Cielos el Día de Pentecostés, en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 36 en adelante, dice:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Por eso es que a Jesús le llamamos: “Señor Jesucristo,” porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Y ahora, lo único que hay para que el ser humano pueda obtener el perdón de sus pecados y ser salvo, es arrepentidos de sus pecados recibir a Cristo como nuestro Salvador, ser bautizados en agua en Su Nombre, Cristo perdonará nuestros pecados, nos limpiará con Su Sangre preciosa y nos bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así obtendremos el nuevo nacimiento y así nacemos en el Reino de Cristo, y así es como somos salvos, nuestra alma es salva y obtiene Vida eterna.
Fuera de ese Programa de Cristo no hay otra forma en que usted pueda recibir la salvación de su alma, no hay otra forma en que usted pueda recibir el perdón de sus pecados y recibir salvación y Vida eterna, para vivir con Cristo en Su Reino por el milenio y por toda la eternidad. Por lo tanto “el que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
¿Cuántos ya han creído arrepentidos de sus pecados, y han recibido a Cristo como su Salvador, y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo? Pues todos ustedes fueron perdonados de sus pecados, fueron limpiados por Cristo con Su Sangre preciosa, y ustedes tienen Vida eterna, y no perecerán jamás, el alma de ustedes es eterna y tiene Vida eterna, Cristo les ha otorgado salvación y Vida eterna.
Por lo tanto ustedes vivirán con Cristo en el Reino Milenial y por toda la eternidad en el Reino de Cristo. Vean, Primera de Juan, capítulo 5, verso 11 en adelante, dice:
“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, tiene la Vida eterna).”
¿Y qué de los que no tienen al Hijo? ¿Qué de aquellos que no han recibido a Cristo como su Salvador? Vamos a ver:
“el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (o sea, no tiene Vida eterna).”
Por lo tanto el que no tiene al Hijo de Dios no vivirá eternamente con Cristo en Su Reino; y toda persona quiere vivir con Cristo en Su Reino, por lo cual necesita recibir a Cristo como su Salvador , y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna. Por lo tanto viviremos con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. ¿Y quiénes son esas personas que tienen Vida eterna porque han recibido a Cristo como su Salvador? Todos nosotros.
Ahora, el que no lo ha recibido no tiene Vida eterna, por lo tanto no tiene esperanzas de vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y aunque quiera no podrá vivir con Cristo en Su Reino si no lo ha recibido como su Salvador arrepentidos de sus pecados, y no ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Por lo tanto los que no han recibido a Cristo como su Salvador, perecerán, dejarán de existir, serán echados al lago de fuego luego que sean juzgados en el juicio final por Jesucristo nuestro Salvador, el cual será Juez en el juicio final.
Pero, ¿qué pueden hacer esas personas para evitar dejar de existir eternamente, para evitar ser juzgados y condenados en el juicio final y echados en el lago de fuego? Pues lo mismo que hicimos nosotros: recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtendrá el nuevo nacimiento, y así entrará al Reino de Cristo, y así obtendrá salvación y Vida eterna para su alma, y vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.
Este es uno de los grandes misterios para el ser humano, el cual ya ha sido revelado para que toda persona pueda obtener el perdón de sus pecados, pueda lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y pueda recibir el bautismo del Espíritu Santo que Cristo otorgará a los creyentes en El, y pueda así obtener el nuevo nacimiento y entrar al Reino de Dios, nacer en el Reino de Dios.
Cristo dijo a Nicodemo: “El que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios” en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 3.
Por lo tanto se requiere que el ser humano nazca de nuevo, nazca del Agua y del Espíritu, y eso solamente lo puede lograr recibiendo a Cristo como nuestro Salvador personal, y lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo el Espíritu de Cristo y así obteniendo el nuevo nacimiento.
“DIOS REVELANDO SUS MISTERIOS.”
Ese es uno de los misterios grandes e importantes para todo ser humano.
Toda persona necesita conocer este misterio para comprender porqué necesita recibir a Cristo como su Salvador. Sin Cristo la persona está perdida, con Cristo la persona está salva para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino. “Y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; el que no creyere, será condenado.”
¿Qué desea usted: ser salvo y vivir eternamente con Cristo? Pues claro que sí, nadie quiere ser condenado y echado en el lago de fuego; por lo tanto toda persona necesita recibir a Cristo como su Salvador personal, El es el único que puede salvar su alma.
Y ahora, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador tiene la oportunidad de cambiar su futuro.
El futuro de una persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador, será ser echado en el lago de fuego donde dejará de existir en cuerpo, espíritu y alma; el futuro de una persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, y ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo, es vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.
Así que la persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, tiene su futuro eterno asegurado con Cristo para vivir eternamente en el Reino de Jesucristo, y eso es lo más importante para todo ser humano.
No hay otra cosa más importante para el ser humano que la Vida eterna, fuera de eso no hay nada más importante para la persona, por lo tanto los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador no tienen Vida eterna, por lo tanto no tienen su futuro asegurado para vivir eternamente con Cristo.
Pero pueden cambiar su futuro recibiendo a Cristo como su Salvador, y su futuro cambiará, y vivirán eternamente con Cristo en el Reino de Cristo nuestro Salvador, por lo tanto el vivir nosotros en esta Tierra tiene un propósito divino: que nosotros hagamos contacto con Cristo, la Vida eterna y lo recibamos como nuestro Salvador personal para que así aseguremos nuestro futuro eterno.
El que no tiene a Cristo, no tiene su futuro eterno asegurado, y eso lo tiene que entender, tiene que reconocerlo toda persona para que pueda despertar a la realidad de aquello para lo cual Dios lo ha enviado a la Tierra.
Por lo tanto: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo,” El dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida (la luz de la Vida eterna).”
Por lo tanto los que no han recibido a Cristo todavía como su Salvador, tienen la oportunidad en esta noche de recibirlo, y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes para que Cristo les reciba, perdone sus pecados y los limpie de todo pecado con Su Sangre preciosa, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así nazcan del Agua y del Espíritu y entren al Reino de Dios, el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, y así tengan su futuro eterno asegurado con Cristo, en el Reino de Cristo con Vida eterna.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “DIOS REVELANDO SUS MISTERIOS.”
Usted y yo somos un misterio de Dios también, por lo tanto nuestra vida es un misterio, y ese misterio es abierto para usted y para mí, cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, y cuando lo hemos hecho, entonces podemos decir: “Ahora entiendo que yo soy un hijo de Dios eternamente, un alma de Dios y no lo sabía, pero ahora veo quién soy en el Programa de Dios, y he venido a la Tierra para recibir a Cristo como nuestro Salvador y asegurar así mi futuro eterno con Cristo en Su Reino.”
Por lo tanto los que han recibido a Cristo como su Salvador tienen su futuro eterno bien asegurado, y el único que tiene esa clase de seguro y que le asegura al ser humano vivir eternamente ¿es quién? Jesucristo nuestro Salvador, y usted y yo queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por lo tanto en esta noche el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por todas las personas que levantarán sus manos para que Cristo tenga misericordia de ustedes y perdone sus pecados, le limpie con Su Sangre preciosa y sean bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y entren así al Reino de Dios y tengan Vida eterna, aseguren así su futuro eterno.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto Cristo complete Su Iglesia. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, con nosotros el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por las personas que levantarán sus manos para que Cristo tenga misericordia de ustedes.
Muchas gracias por nuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“DIOS REVELANDO SUS MISTERIOS.”