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Hemos hallado al Mesías 2002-10-20 1 Bogotá D.C. Cundinamarca CO 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leeremos en el capítulo 1 de San Juan, versos 35 al 51, donde dice:

El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.

Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.

Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.

Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?

Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús.

Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).

Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).

El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.

Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.

Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.

Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.

Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.

Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.

Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.”

Para esta ocasión nuestro tema es: “HEMOS HALLADO AL MESÍAS.” Tomado de los versos, del verso 41, donde Andrés le dijo a Pedro: “Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

HEMOS HALLADO AL MESÍAS.”

El Mesías, el Ungido, el Cristo. El Mesías es el Ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud, el cual es el Señor Jesucristo.

Ahora, encontramos a través de la Escritura que muchas personas fueron ungidas por Dios, como el sumo sacerdote. El sumo sacerdote es el sacerdote ungido con el Espíritu Santo para el ministerio del sumo sacerdocio. También el sumo sacerdote es el Ungido de Dios, el Mesías de Dios, el Cristo de Dios.

También encontramos que el rey es ungido para ser el rey de Dios para el pueblo de Dios. Tenemos el caso del rey David siendo ungido para ser el rey de Dios sobre el pueblo hebreo, para él reinar para Dios en medio del pueblo hebreo.

Por lo tanto, él fue ungido por el sacerdote y juez Samuel en el capítulo 16 de Primera de Samuel, y el Espíritu de Dios comenzó a manifestarse en David de ahí en adelante; por lo tanto fue ungido con el Espíritu de Dios como rey sobre Israel, así como Samuel lo ungió con el aceite para proclamarlo el rey para el pueblo hebreo.

Por lo tanto, el rey es el ungido de Dios, el Mesías de Dios, el Cristo de Dios como rey; o sea, el rey ungido, el rey Mesías, el rey Cristo.

Y ahora, encontramos también que todos los Profetas de Dios enviados en el Antiguo Testamento, fueron los hombres o Profetas ungidos de Dios y por Dios con el Espíritu Santo, fueron los ungidos de Dios, los mesías de Dios, los Cristos de Dios en el Antiguo Testamento, los pequeños mesías.

Pero tenemos la promesa en el Antiguo Testamento que el Mesías mayor, el ungido mayor, el Cristo mayor, vendría a la Tierra, ese sería el ungido con la plenitud de la Divinidad.

Los demás fueron ungidos por el Espíritu Santo en la porción correspondiente al tiempo que les tocó vivir, pero en ninguno de ellos estuvo la plenitud de la Deidad, de la Divinidad, en ninguno de ellos estuvo la plenitud de Dios, solamente en el Mesías prometido, en el ungido prometido, en el Cristo prometido, que vendría al pueblo hebreo.

Pero fue tipificado en todos esos Profetas del Antiguo Testamento, en los reyes ungidos también por Dios, en los patriarcas también, en los jueces, en todos esos hombres ungidos por el Espíritu de Dios.

San Pedro en una de sus cartas nos habla acerca del Espíritu de Cristo, y nos dice algo muy importante en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 10 en adelante, donde dice:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos...”

El Espíritu de Cristo que estaba en ellos era el que profetizaba a través de Sus Profetas y fue el que también anunció la Venida del Mesías, la Venida del Cristo, del Ungido, del Rey de Israel, y dice que ellos escudriñaron, dice:

...el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.

A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.”

Y ahora, encontramos que el Espíritu que estaba en los Profetas del Antiguo Testamento anunciaba la Venida del Mesías, y anunciaba los sufrimientos que vendrían al Mesías y las glorias que vendrían después de esos sufrimientos.

Y ahora, el espíritu que estaba en los Profetas del Antiguo Testamento estaría en toda Su plenitud manifestado en el Mesías prometido para el pueblo hebreo.

Y ahora, en los Profetas del Antiguo Testamento y a través de ellos se manifestaba el Espíritu Santo, Cristo, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, y hablaba y también realizaba las maravillas y milagros que hemos visto realizados a través de los Profetas del Antiguo Testamento.

El Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que le apareció a Abraham, fue el mismo que le había aparecido a Adán y había hablado con Adán, y cada día le aparecía a Adán.

Ahora, encontramos que a Abraham le apareció en diferentes formas, y fue conocido por Abraham como Melquisedec cuando le apareció como Sumo Sacerdote del Dios Altísimo y Rey de Salem (o sea, Rey de Jerusalén), le dio pan y vino a Abraham, cuando Abraham regresaba de la victoria obtenida sobre los reyes con sus ejércitos que se habían llevado cautivo a Lot.

Y ahora, en otra ocasión el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, le apareció Dios a Abraham en compañía de dos varones más, se materializaron estos varones y aparecieron a Abraham, eran nada menos que Dios con Sus dos Arcángeles principales: Miguel y Gabriel. Y Dios del polvo de la tierra creó un cuerpo para cada uno de ellos y entraron en esos cuerpos y visitaron a Abraham, comieron con Abraham un becerro tierno que Abraham les asó, les preparó, y mantequilla, leche y así por el estilo con sus tortas o tortillas de harina también.

Ahora, el que le habló a Abraham era Elohim, el que le dijo que al tiempo señalado Sara tendría un hijo. Sara se rió en su corazón porque ya Sara tenía 89 años, ¿y qué mujer de 89 años va a estar esperando tener un hijo? Y su esposo Abraham tenía 99 años.

Pero Dios lo había prometido y Dios lo cumpliría; por lo tanto, Dios, Elohim le dice a Sara y a Abraham que van a tener ese hijo que El les ha prometido en el próximo año, el próximo año que sería el año 100 de la vida de Abraham y año 90 de la vida de Sara tendrían el hijo prometido, nacería Isaac, el hijo que Dios le había prometido, el cual es tipo y figura de Cristo, el Mesías.

Y ahora, encontramos que luego de hablar con Abraham y darle estas promesas, luego los Arcángeles se fueron hacia Sodoma y Elohim continuó hablando con Abraham, pero ya iban de camino, ya habían salido del hogar de Abraham.

Y dijo Dios, Elohim... dijo Dios: “¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, siendo que Abraham ordenará, enseñará a sus hijos, a su descendencia, que me teman, que guarden mis mandamientos para que se cumpla en ellos lo que yo he prometido?” Y le reveló a Abraham lo que iba a hacer: iba a traer los juicios divinos sobre Sodoma y sobre Gomorra, porque había llegado el tiempo para el juicio divino, por eso cuando Cristo habla de la Venida del Hijo del Hombre para este tiempo final dice que será como en los días de Lot.

En los días de Lot fue que Dios visitó a Abraham con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel en carne humana, en un cuerpo visible; por eso pudieron comer con Abraham el becerro tierno que Abraham les preparó. Y como fue aquellos días será en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.

Y ahora, aquellos eran días para el juicio divino venir sobre Sodoma y Gomorra, estos son días para el juicio divino venir sobre la raza humana.

Ahora, antes de que la raza humana caiga bajo los juicios divinos, la visita de Elohim tiene que convertirse en una realidad a la Iglesia del Señor Jesucristo, y los ministerios de los Arcángeles Gabriel y Miguel tienen que ser convertidos en una realidad, eso será el cumplimiento de las profecías de los Dos Olivos que aparecen en Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14, los cuales son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios.

Por lo tanto, en medio del cristianismo será realizada la manifestación divina, la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para traer bendición a los escogidos de Dios, ser llamados y juntados todos los escogidos de Dios, porque dice Jesús en San Mateo 24, verso 31:

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

Por lo tanto para este tiempo final estos son los ministerios prometidos para ser manifestados en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, pasando de nuevo a los días de Abraham, encontramos que luego que Dios le reveló a Abraham lo que iba a hacer, luego fueron sacados Lot y su familia de Sodoma y vino el juicio divino en la mañana del día, y Lot fue librado del juicio divino; pero Abraham estaba seguro en lo alto de la montaña.

Y ahora, encontramos que todo aquello es tipo y figura de lo que ha de suceder en este tiempo final: Sodoma y Gomorra y demás ciudades que fueron destruidas en aquel tiempo por el juicio divino, tipifican todas las naciones de este mundo las cuales entrarán a la presencia de Dios en este tiempo final, como entraron a la presencia de Dios en aquel tiempo, porque Dios descendió del Cielo en aquel tiempo para visitar la Tierra y ver lo que estaba sucediendo en la Tierra, y luego traer el juicio divino sobre aquellas naciones.

Por lo tanto, para Abraham fue una bendición la visita de Dios con Sus Arcángeles, pero para Sodoma y Gomorra fue de juicio y maldición.

Y ahora, entraron a la presencia de Dios, el cual estaba allí presente, pero no tenían el sacrificio por el pecado, por lo tanto Dios vio los pecados de Sodoma y Gomorra y demás ciudades cercanas; y por cuanto la paga del pecado es muerte, la muerte cayó sobre Sodoma y Gomorra y demás ciudades cercanas a causa del pecado de los ciudadanos de Sodoma y Gomorra.

Y ahora, encontramos que la humanidad se ha estado acercando a la presencia de Dios, y toda persona para este tiempo final que esté viviendo, necesita estar cubierto con la Sangre del Sacrificio perfecto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, como Abraham estaba cubierto con la Sangre de los Sacrificios que él efectuaba y por eso pudo estar ante la presencia de Dios y recibir bendición de Dios.

Ahora, tenemos que estar como hijos e hijas de Abraham cubiertos con la Sangre del Sacrificio perfecto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Los que lleguen a cierto momento en donde ya Cristo se haya levantado del Trono del Padre y haya tomado el Título de Propiedad, ya no habrá Sangre en el Templo Celestial, en el Trono de Dios para limpiar de pecado al ser humano.

Por consiguiente las personas que no aprovechen el tiempo de recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, luego cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo ya no habrá oportunidad de salvación porque ya no habrá Sangre en el Cielo, en el Trono de Dios, en el lugar de intercesión, para limpiar a las personas de todo pecado, porque ya Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión como Sumo Sacerdote intercediendo con Su propia Sangre, en favor de toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Cristo perdona los pecados de esas personas, los limpia con Su Sangre preciosa y quedan justificados ante la presencia de Dios como si nunca en la vida hubiesen pecado; por lo tanto esas personas podrán entrar a la presencia de Dios en este tiempo final, serán transformadas y llevadas con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero para entrar a la presencia de Dios en el Cielo, en el Templo Celestial.

Pero los que no hayan aprovechado el tiempo que Dios les ha dado para vivir en la Tierra, para buscar a Cristo y obtener el perdón y Vida eterna de parte de Cristo, esas personas tendrán que enfrentarse a la realidad de Jesucristo como Juez de los vivos y de los muertos, Jesucristo como León de la tribu de Judá para juzgar a la raza humana en este tiempo final.

Algunas personas podrán decir: “Jesucristo es mi Salvador, Jesucristo es el Cordero de Dios. Todavía El está como intercesor en el Cielo, por lo tanto todavía El es nuestro Cordero Pascual, nuestro Cordero de Dios y Macho Cabrío de la expiación, para limpiarnos con Su Sangre de todo pecado.”

Pero cuando termine El Su Obra de Intercesión para el mundo ya no habrá Misericordia en el Templo Celestial, solamente lo que habrá es el juicio divino siendo hablado desde el Trono de Dios, y Cristo estará como Juez para juzgar.

Por lo tanto, cualquier persona podrá decir: “Pero Tú eres mi intercesor, mi abogado.” Pero El dirá: “Ahora soy Juez para juzgarte si no habías aceptado mi Sacrificio en la Cruz del Calvario; si no me habías recibido como Salvador, ahora estoy como Juez para juzgarte por tus pecados, porque no aprovechaste la oportunidad que tuviste para recibirme, para yo con mi Sangre limpiarte de todo pecado. Ahora te tengo que juzgar, tengo que juzgarte: tú como un pecador y yo como Juez. Por lo tanto tus pecados no fueron quitados de ti, y ahora tendrás que responder por tus pecados, y la paga del pecado es muerte.”

Y ahora, encontramos que eso es la realidad para este tiempo final; estamos viviendo en el tiempo en donde de un momento a otro nuestro amado Señor Jesucristo terminará Su Obra de Intercesión, y eso será cuando haya entrado al Cuerpo Místico de Cristo el último escogido de Dios, y eso será cuando el último escogido de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, haya recibido a Cristo como su Salvador, haya lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, haya sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo haya llenado de Su Espíritu Santo.

Esa persona habrá nacido de nuevo y se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo, y entonces Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, ya no hará intercesión en el Cielo con Su Sangre, porque ya ha limpiado de todo pecado a todos los que le han recibido como su Salvador.

Y ahora, toma el Título de Propiedad, lo abre en el Cielo y hace Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en El, los resucitará en cuerpos glorificados y a nosotros los que vivimos nos transformará, y nos llevará con El a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial.

Podemos ver la bendición tan grande que hay para toda persona que recibe a Cristo como su Salvador personal, como su único y suficiente Salvador.

Ahora, podemos ver que no recibir a Cristo como su Salvador es vivir una vida aquí en la Tierra sin sentido, ¿porque, qué sentido tiene la vida de una persona que ha nacido en la Tierra, come, bebe, duerme, crece, va a la escuela después, estudia, después comienza a trabajar, después también se casa, tiene niños y después llega el tiempo que se muere? ¿Qué sentido tendría eso, sin una promesa de Vida eterna para el ser humano?

Pues la promesa de Vida eterna está, y obtenemos esa promesa de Vida eterna materializada en nuestras vidas recibiendo a Cristo como nuestro Salvador. Cristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” No le valió de nada haber venido a la Tierra y vivir en el cuerpo de carne que Dios le permitió vivir, hubiera sido lo mismo ser un animal o un ser humano, porque no aprovechó la vida aquí en la Tierra.

La vida es para aprovecharla recibiendo a Cristo como nuestro Salvador. Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, y esta Vida eterna está en Jesucristo nuestro Salvador.

Hemos venido a la Tierra a vivir en estos cuerpos mortales, corruptibles y temporales, San Pablo dice que son, que es un cuerpo animal. Nuestro cuerpo es cuerpo animal. Pero tenemos la promesa de que El nos va a dar un cuerpo celestial, igual a Su cuerpo glorificado.

Por lo tanto, a través de la predicación del Evangelio, al escucharlo y llegar a nuestra alma el Evangelio, la Voz de Cristo, despertamos a la realidad de que aunque vivimos en estos cuerpos de los cuales San Pablo dice que es un cuerpo animal, nuestra alma se levanta con su mirada al Cielo, y dice: “Pero mi alma no es alma animal, mi alma es alma de Dios. Por lo tanto yo necesito un cuerpo celestial, este cuerpo animal solamente me sirve para vivir una temporada; en este cuerpo animal es que tengo todos los problemas de la vida, por lo tanto necesito un cuerpo en el cual no tenga ningún problema.” Eso tiene que ser un cuerpo, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, un cuerpo glorificado, y Cristo lo ha prometido para todos los que reciben como su Salvador.

Cuando el ser humano, Adán allá en el Huerto del Edén juntamente con Eva pecaron, cayeron de una posición de seres humanos a una posición animal; y todos los descendientes de Adán y Eva vinieron a obtener un cuerpo animal; y esto hasta la ciencia da testimonio: de que nosotros en cuanto al cuerpo físico, somos animales (en cuanto al cuerpo físico, cuerpo animal).

Ahora, veamos lo que dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, para que ustedes vean que San Pablo habla de esto, dice capítulo 15, versos 44 en adelante, dice:

Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual.”

En la resurrección los creyentes en Cristo de edades pasadas no van a resucitar en el mismo cuerpo en el cual ellos vivieron, porque el cuerpo en el cual ellos vivieron es un cuerpo animal, van a resucitar en un cuerpo espiritual, en un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.

Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal;...”

Por eso es que antes del ser humano obtener un cuerpo espiritual glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, primero tiene que pasar por esta Tierra y vivir en un cuerpo animal, y estando en este cuerpo animal, recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre y ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento.

Y así obtenemos un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, y luego recibiremos un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y así es como somos levantados al Cielo, a la presencia de Dios, y somos levantados de una condición animal a una condición celestial.

Cristo es el único que puede sacar al ser humano de la condición de vida en un cuerpo animal, a una condición de vida celestial.

Cuando el ser humano nace en la Tierra luego de la caída, recibe un cuerpo físico de carne mortal, corruptible y temporal y recibe dentro de ese cuerpo un espíritu del mundo, un espíritu de la quinta dimensión.

Eso también es un espíritu animal, por eso es que encontramos tantos problemas en medio de la raza humana, guerras y problemas por todos los lugares, seres humanos y la raza humana actuando en forma animal.

¿Por qué? Porque bajó de la clase alta en que estaba en el tiempo de Adán, con el pecado cayó de la Vida eterna y cayó a esa condición de vida en un cuerpo animal, y por consiguiente al recibir también un espíritu del mundo que lo inclina siempre hacia el mal, tiene la clase de vida que tiene la raza humana.

Pero Cristo es el único que puede subir al ser humano y a la raza humana de esa condición a una condición celestial, para que así el ser humano sea igual a Jesucristo, el Segundo Adán, seamos todos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, ¿qué pasará con las personas que digan: “A mí no me interesa eso.”? Pues como no le interesa eso, no le interesa la Vida eterna, y por consiguiente cuando Cristo lo juzgue lo condenará y lo echará en el lago de fuego, que es la segunda muerte, porque no le interesó la Vida eterna pues no puede vivir eternamente, tiene que ser aniquilado, destruido en la segunda muerte, que es el lago de fuego. ¿Ven cuál es la triste condición para los que no reciben a Cristo como su Salvador?

El ser humano sin Cristo está perdido, el único que puede salvar al ser humano es Jesucristo, el Mesías, el Cristo, el cual nació a través de la virgen María y el cual fue hallado por Andrés y Juan el Apóstol, el discípulo amado, y luego corrieron la noticia dándosela a Pedro, Andrés se la dio a Pedro y le dijo: “Hemos hallado al Mesías, al Cristo, al Ungido,” al ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud, al hombre ungido con la plenitud de la Deidad, de la Divinidad, el hombre donde está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Cristo dijo: “El Padre que mora en mí, El hace las obras;” y cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús, Juan dijo que vio el Espíritu Santo descender sobre Jesús, por lo tanto estaba Dios en toda Su plenitud en Jesucristo.

En ningún otro hombre había estado Dios en toda Su plenitud, por lo tanto Jesucristo es el Mesías, el Ungido, el Cristo, en el cual la plenitud de Dios moró en ese cuerpo de carne. Los otros Profetas del Antiguo Testamento eran pequeños ungidos, pequeños mesías, porque no tuvieron nunca ellos la plenitud de la Deidad, de la Divinidad, ni siquiera Moisés.

Ahora, en Jesucristo estaba Dios visitando a la raza humana, Dios en forma de hombre, Dios en Su Hijo Jesucristo.

El velo de carne, el cuerpo físico de Dios es el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, el cuerpo angelical teofánico de Dios es el cuerpo angelical de Jesucristo llamado en el Antiguo Testamento: el Ángel de Jehová.

El Ángel de Jehová del Antiguo Testamento que libertó al pueblo hebreo, es Jesucristo en Su cuerpo angelical en quien estaba Dios en toda Su plenitud en ese cuerpo angelical; pero ahora cuando viene el Ángel de Jehová a la Tierra en carne humana, viene ungido por Dios, por el Espíritu de Dios en toda Su plenitud.

Veamos en Malaquías, capítulo 3 la promesa que hay aquí de la Venida del Mesías y de la venida del precursor del Mesías, donde dice:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Y ahora, el que viene preparándole el camino al Señor es Juan el Bautista, él fue el que cumplió esta profecía del Mensajero que le prepararía el camino al Señor, y después de él vino, después de ese Mensajero vendría el Señor, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, y cuando se cumplió esa profecía, fue Jesucristo.

Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento, el cual vino para establecer el Nuevo Pacto y para que todo ser humano pueda entrar al Nuevo Pacto y ser cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso en la última cena El dijo: “Comed, este es mi Cuerpo que por vosotros es partido.” Y luego tomó la copa y bendijo y dijo: “Tomad, bebed, esta es la Sangre del Nuevo Pacto que por vosotros es derramada, esta es la Sangre, mi Sangre del Nuevo Pacto.”

La Sangre de Jesucristo es la Sangre del Nuevo Pacto. Ninguna persona puede entrar al Pacto Divino sin la Sangre de Cristo.

Ya no se requiere en el Nuevo Testamento que las personas sacrifiquen animalitos como lo hacían en el Antiguo Testamento, ya vino un Sacrificio perfecto: el Sacrificio de Jesucristo, el Cordero de Dios. Por eso Juan el Bautista cuando presentó a Cristo frente a todas aquellas personas, dice en el capítulo 1 de San Juan, verso 28 en adelante:

Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”

Y ahora, Juan presenta a Jesucristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, fue tipificado en el Cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó en la víspera de la pascua allá en Egipto para su salida al otro día.

Fue la sangre de ese cordero pascual el que libró de la muerte a los primogénitos del pueblo hebreo la noche de la pascua, donde la muerte pasó por todos los hogares y entró a los hogares que no tenían la sangre aplicada en las puertas de sus hogares.

Los egipcios no tenían la revelación del cordero pascual y su sangre, por lo tanto no tenían esa señal aplicada en los hogares y murieron todos los primogénitos de los egipcios comenzando desde el hijo del faraón, el primogénito del faraón, y también todos los primogénitos de entre los animales murieron en esa noche, pues a medianoche pasó la muerte, el ángel de la muerte por Egipto.

Ahora, ¿por qué con algo tan sencillo, tan simple: la sangre de un cordero que había sido sacrificado fueron librados los primogénitos de los hebreos? Porque ese cordero representa a Jesucristo. Juan dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Y la sangre del aquel cordero representa la Sangre de Cristo derramada en la Cruz del Calvario, con la cual nos ha limpiado de todo pecado, y se materializa en la persona esa limpieza de todo pecado, cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador personal.

Y ahora, encontramos que Cristo estuvo reflejado en el Antiguo Testamento, y ya todo el Programa de la Redención a través del Mesías, de Jesucristo, ya estaba programado por Dios desde antes de la fundación del mundo.

Nos dice el mismo San Pedro acá en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante, la forma en que nosotros hemos sido rescatados, y dice:

Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.”

Con esa Sangre es que hemos sido rescatados, Cristo nos ha rescatado del reino de las tinieblas, del maligno, del diablo, y nos ha colocado en Su Reino: el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, así como libertó al pueblo hebreo de la esclavitud allá en Egipto, los libertó del faraón y su imperio y los llevó a la tierra prometida. Y ahora, dice:

Ya destinado desde antes de la fundación del mundo...”

¿Desde cuándo estaba destinado Cristo para como Cordero de Dios morir en la Cruz del Calvario? Desde antes de la fundación del mundo.

Ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,

y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”

Y ahora, hemos visto la forma en que todo ser humano obtiene la limpieza de todos sus pecados, y no hay otra forma para el ser humano ser limpio de todo pecado y obtener así la salvación y Vida eterna, y obtener así la reconciliación con Dios. En Romanos, capitulo 5, verso 8 en adelante dice San Pablo:

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.”

Vamos a ser salvos por medio de Cristo y Su Sangre, con la cual El nos ha limpiado de todo pecado y nos ha reconciliado con Dios.

El que no ha recibido a Cristo como su Salvador no ha sido limpiado de todo pecado, y por consiguiente no está reconciliado con Dios y por consiguiente la ira de Dios vendrá sobre esa persona, el alma de esa persona se perderá, el alma de esa persona será echada en el lago de fuego.

Lo más importante que tiene el ser humano, lo tiene dentro de sí: es su alma, eso es lo que en realidad es el ser humano: alma viviente; el cuerpo es temporal, es una casa terrenal en la cual nosotros vivimos, pero el alma es lo más importante, porque el alma es lo que en realidad es la persona.

Cada uno de ustedes y yo también somos almas vivientes, vivientes viviendo en cuerpos mortales, corruptibles y temporales, pero con la promesa que recibiremos un cuerpo nuevo y glorificado y celestial al recibir a Cristo como nuestro Salvador.

Para todos los que lo reciben como su Salvador la promesa es que nos dará una nueva casa para vivir, un nuevo cuerpo para vivir, un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y nos da un cuerpo espiritual también, angelical teofánico, como el cuerpo angelical de Jesucristo, llamado el Ángel de Jehová.

Por lo tanto, cada creyente en Cristo arrepentido de sus pecados y bautizado en agua en el Nombre de Jesucristo, y que ha recibido el Espíritu Santo, ha nacido de nuevo y tiene un cuerpo angelical, tiene un Ángel, ese Ángel es llamado también el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen, y los defiende.

Y ahora, ese Ángel de Jehová de cada creyente es igual al Ángel de Jehová del Antiguo Testamento, es un cuerpo angelical, un cuerpo angelical como el cuerpo angelical del Ángel de Jehová.

Y ahora, siendo que el Ángel de Jehová es Jesucristo nuestro Salvador en Su cuerpo angelical en el Antiguo Testamento, las palabras de Cristo en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58 entonces tienen sentido para nosotros, aunque no tuvieron sentido para las personas que lo estaban escuchando en aquellos días y pensaron que Jesucristo era un loco, porque una persona que diga que era antes que Abraham siendo que no tenía todavía cincuenta años, pues tiene que ser un loco. Pero Jesucristo no era un loco, vamos a ver aquí, capítulo 8, verso 56 al 59, dice

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.

Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.”

Con personas que no tienen entendimiento de estas cosas divinas Jesús no podía hablar, ellos pensaron que Jesús estaba loco; pero no estaba loco, Jesús es antes que Abraham. Juan el Bautista cuando habló acerca de Jesús dijo algo muy importante, vean:

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí.”

Y ahora, Juan, también (el Bautista) dice que Jesús es antes que Juan y nació Juan el Bautista seis meses antes que Jesús.

¿Y cómo puede ser posible que Jesús sea antes que Juan el Bautista y nació después de Juan el Bautista? Es que Jesucristo es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, y el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto es el cuerpo angelical de Dios, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto es el Logos, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas. San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”

Y ahora, el Verbo que era con Dios, era Dios, ¿por qué? Porque el Verbo que era con Dios es el cuerpo angelical de Dios que es Jesucristo en Su cuerpo angelical, era con Dios y era Dios porque Dios estaba en El en toda Su plenitud.

Y creó todas las cosas Dios por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical, Dios por medio de Su cuerpo angelical creó todas las cosas, Dios habló por medio del Ángel de Jehová, el cuerpo angelical de Dios que es Jesucristo en Su cuerpo angelical.

Y ahora, podemos ver porqué Jesucristo podía decir que era antes que Abraham, y Juan decía: “Es antes que yo, antes de mí.” Y era antes que Abraham y antes que Adán también, y antes que este planeta Tierra y antes que el Universo completo, era en el principio con Dios, y era Dios. Leímos capítulo 1, verso 1 al 4, y el capítulo 1, verso 14 de San Juan, dice:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y cuando el Verbo se hizo carne, cuando el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios, cuando se hizo carne, habitó entre nosotros y lo conocimos por el nombre de Jesucristo, ese es nuestro amado Salvador, el Verbo que era con Dios y era Dios, en el cual Dios estaba en toda Su plenitud.

El ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios, el ser humano es alma, espíritu y cuerpo, por consiguiente Dios es alma, espíritu y cuerpo: Dios, el Padre, el alma; el Espíritu Santo el cuerpo espiritual, el espíritu; y el cuerpo de carne de Jesús, el cuerpo en que Dios moró en toda Su plenitud.

Por lo tanto, Dios en Jesucristo estaba en alma: el Padre, en espíritu: el Espíritu Santo, que es el Ángel de Jehová, y en carne: la carne, el cuerpo de Jesucristo nuestro Salvador. El capítulo 1, verso 18 de San Juan también dice:

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”

Cristo en Su cuerpo angelical estaba dando a conocer a Dios en el Antiguo Testamento, y Cristo en Su cuerpo de carne estaba dando a conocer a Dios en medio de la raza humana, y estuvo Dios obrando a través de Jesucristo y llevando a cabo todas las obras, maravillas y milagros que El llevó a cabo. Fue Dios a través del velo de carne: Jesucristo nuestro Salvador. Así como usted trabaja con sus manos, con su cuerpo, hace todos los quehaceres de la vida cotidiana. ¿Pero saben ustedes una cosa? Que el que estuvo haciendo todas estas cosas, esas cosas fue su alma, el alma suya, usted que es alma viviente usando este cuerpo de carne para llevar a cabo todas esas cosas.

Y así era Dios, el Padre, obrando a través de Jesucristo y usando el velo de carne de Jesucristo, el cuerpo de Jesucristo, para obrar todas las maravillas, milagros y señales. Pero Jesús decía: “Yo no hago nada de mí mismo, sino lo que yo veo al Padre hacer y oigo al Padre, eso es lo que yo hago.”

Por lo tanto era una obra de Dios a través de Jesucristo, era Dios obrando por medio de carne humana, Dios manifestado en carne a través de la persona de nuestro amado Salvador Jesucristo.

Y ahora, podemos ver con más claridad quién es el Mesías, el Cristo: es el que dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Y antes de Abraham, ¿cómo era El? El era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, El era el Verbo que era con Dios y era Dios, a través del cual Dios creó todas las cosas, El era un hombre de la sexta dimensión, ese es nuestro Señor Jesucristo antes de venir en el cuerpo de carne. Y por cuanto estaba en ese cuerpo teofánico angelical, es llamado el Ángel de Jehová.

Y ahora, podemos ver que nuestro amado Señor Jesucristo es más grande de lo que pensaron la gente del tiempo en que vivió Jesucristo nuestro Salvador, no lo apreciaron, no lo conocieron; pero hubo algunos que lo reconocieron y dijeron: “Hemos hallado al Mesías.”

Para aquellas personas que pudieron decir: “Hemos hallado al Mesías.” Y que pudieron reconocer a Jesús como el Mesías, el ungido con el Espíritu de Dios en toda Su plenitud, son estas palabras de Cristo en San Mateo, capítulo 13, verso 16 al 17, donde dice:

Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.”

¿Qué desearon ver los Profetas del Antiguo Testamento y los justos y los reyes de Dios del Antiguo Testamento y los patriarcas? Ellos desearon ver la Venida del Mesías en carne humana.

Y ahora, el Mesías es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el cual se hizo carne, se hizo hombre y habitó en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús, el Mesías, el hombre ungido con el Espíritu Santo, el hombre ungido con la Columna de Fuego, el hombre ungido por Dios en toda Su plenitud, el hombre ungido con la plenitud de la Divinidad, de la Deidad, Dios habitando en Jesús en toda Su plenitud.

Encontramos que María sabía que ese niño que ella tendría y luego tuvo, sería el Hijo de Dios, el Mesías, y hasta el nombre le fue dado a ella para que se lo colocaran al niño.

A José también le fue dicho el nombre que tenían que colocarle al niño que nacería a través de la virgen María, le fue dicho por el Arcángel Gabriel que le pusieran por nombre Jesús, pues Jesús significa: “Salvador, Redentor.”

Y conforme a la promesa de Dios para el pueblo hebreo, el Salvador, el Redentor vendría a la Tierra y salvaría al pueblo hebreo.

Ahora, está la salvación del alma, la salvación espiritual, y está la salvación física que ha de venir en el Día Postrero donde seremos transformados.

Ahora, veamos en San Mateo, capitulo 1, verso 20 en adelante, vamos a ver... comenzamos en el 18 para que tengan el cuadro claro, de la aparición de este Ángel a José y la causa por la cual le apareció, capítulo 1, verso 18 en adelante, de San Mateo, dice:

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”

¿De qué salva Jesucristo a Su pueblo Israel y a todo ser humano? De sus pecados, porque nos limpia con Su Sangre de todo pecado y nos deja justificados ante la presencia de Dios, como si nunca en la vida hubiésemos pecado quedamos cuando somos lavados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

El Señor Jesucristo salvará a Su pueblo de sus pecados, salvará a Su pueblo terrenal el pueblo hebreo y a Su pueblo Celestial que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, por eso es que necesitamos a Jesucristo, necesitamos recibirlo como nuestro Salvador, porque El es el que nos salva de todos nuestros pecados, nos limpia con Su Sangre preciosa y quedamos como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y así nos podemos presentar ante Dios y recibir las bendiciones de Dios.

Ninguna persona puede esperar las bendiciones de Dios si primero no ha recibido a Cristo como su Salvador, y ha sido limpiado con la Sangre de Cristo, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y ha recibido el Espíritu de Cristo, para ellos son las bendiciones de Dios, para los que no lo han recibido son los juicios de Dios, las plagas de Dios, las maldiciones divinas.

Por lo tanto todos queremos las bendiciones de Dios y ya sabemos cómo recibir las bendiciones de Dios: recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, porque El es el que tiene todas las bendiciones de Dios. Por eso Jesucristo es la bendición más grande para nosotros de parte de Dios, El es la bendición de Dios ¿para quiénes? Para todos nosotros.

Y ahora, podemos ver porqué estaban tan contentos Andrés y Juan el Apóstol: porque habían encontrado al Mesías, al ungido de Dios con la plenitud de la divinidad habitando en ese cuerpo de carne, habían hallado al ungido, al Cristo, al Mesías; y hallar al Ungido de Dios para el tiempo en que la persona vive, hallar al Ungido de Dios, al Mensajero de Dios para el tiempo en que la persona vive es hallar la bendición de Dios. “Y el que recibe a Profeta en nombre de Profeta, recompensa de Profeta recibe,” recibe todas las bendiciones contenidas en ese Profeta de Dios, recibe el beneficio por lo cual Dios ha enviado ese Profeta Mensajero.

Y ahora, podemos ver que el Mesías sería un Profeta, estaba anunciado que sería un Profeta y sería un Profeta como Moisés; por lo tanto cuando apareció el Mesías tenía que ser un Profeta, no podía ser otro tipo de personas.

Y ahora, los Profetas son los que tienen las dos conciencias juntas y pueden ver en otras dimensiones, y pueden escuchar la Voz de Dios desde el Cielo y pueden comunicar ese Mensaje al pueblo de Dios, por eso el Mesías tenía que ser un Profeta.

Y ahora, era nada menos que Dios manifestado en carne humana en la forma de un Profeta, Emanuel, Dios con nosotros.

Ahora, encontramos que en Jesús hubo la naturaleza divina y la naturaleza humana; por consiguiente en algunas ocasiones encontramos a Jesús hablando y obrando como hombre: cuando lloró frente a la tumba de Lázaro está llorando allí como hombre, porque Dios no llora, pero Jesús como hombre sí lloró.

Encontramos que cuando tuvo también hambre en otra ocasión también estaba como hombre, era la naturaleza humana, pero cuando multiplicó los panes y los peces, eso no era como hombre, eso era como Dios, como el Creador llevando a cabo una Obra de creación, multiplicando Su creación, multiplicando los peces y multiplicando el pan.

Y cuando le dijo a Lázaro: “Lázaro, ven fuera,” ahí no está hablando como hombre, ahí está hablando como Dios, la naturaleza divina se está manifestando ahí y está obrando y llamando a Lázaro fuera y produciendo la resurrección de Lázaro.

Esa misma Voz es la que llama a la Iglesia a subir arriba, es la misma Voz que llamará a los muertos en Cristo, los resucitará en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará, es la Voz de Dios, esa es la gran Voz de Trompeta o Trompeta final.

Y ahora, encontramos que el Mesías, el Ungido, el Cristo, es nuestro amado Señor Jesucristo, El es el Mesías, el Cristo, el Ungido, el Ángel de Jehová, el cual era antes que Abraham y antes que Adán también.

Pero ahora, había tomado un cuerpo de carne, un velo de carne en el cual moró en toda Su plenitud, y a través de ese velo de carne se manifestó, llevó a cabo la obra correspondiente a Su ministerio y luego llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo.

Luego encontramos que resucitó, ascendió al Cielo, presentó Su Sangre de Su Sacrificio ante la presencia de Dios, y fue aceptado El y Su Sacrificio.

Cristo como Sumo Sacerdote pudo ir al Lugar Santísimo del Templo Celestial, entró al Lugar Santísimo y presentó Su propio Sacrificio y Su propia Sangre allí, la Sangre del Sacrificio como lo hacía el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año, cuando llevaba la sangre del sacrificio del macho cabrío, la llevaba al lugar santísimo, el sumo sacerdote y la presentaba por el pueblo hebreo, para así el perdón de los pecados del pueblo hebreo fuera otorgado por Dios porque estaba allí la sangre del sacrificio que había sido ofrecido por el pecado del pueblo.

Si no hay un sacrificio por el pecado de la persona, pues la persona entonces tiene que morir por sus propios pecados, pero si hay un sacrificio por los pecados de la persona, entonces ya la muerte que tenía que recibir esa persona la recibió el animalito que murió, y la sangre es la evidencia de que murió en lugar del pecador, murió un sustituto, un animalito.

Pero ahora, encontramos que así como hacía el sumo sacerdote: que llevaba la sangre de la expiación, la sangre del animalito que había muerto por el pueblo y la presentaba ante Dios y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, en la parte Este del propiciatorio, ahora encontramos que entonces Dios aceptaba ese sacrificio y la sangre de ese sacrificio en lugar de la muerte del pueblo había muerto ese animalito, por lo tanto ya la deuda la había pagado aquel animalito.

Es como cuando usted tiene una deuda y alguien la paga por usted, ¿tiene usted que pagar esa deuda después? Es usted tan ignorante y tonto que va allá al banco a decir: “Quiero pagar la deuda que yo tenía,”? ¿Cuando ya alguien la pagó, va a pagarlo usted de nuevo? Y usted si no la podía pagar y alguien la pagó por usted, usted lo que hace es dar gracias al que la pagó por usted, y ya usted dice: “Soy libre de esa deuda que yo tenía.”

Y hay una deuda del pecado y por el pecado de cada persona tiene que ser pagada; Cristo pagó esa deuda, pero si la persona no reconoce que Cristo la pagó, no recibe a Cristo como su Salvador, no es bautizado en agua en Su Nombre, no recibe el Espíritu Santo que es la señal de la Sangre de Cristo, porque el Espíritu Santo es la vida de la Sangre de Cristo, y cuando la persona tiene el Espíritu de Cristo, tiene la señal de que ya la deuda por su pecado fue pagada por Jesucristo en la Cruz del Calvario, tiene la evidencia. Como el que le saldó la deuda a una persona, luego le da la evidencia, le da la evidencia de que está saldada esa deuda, porque cuando se salda una deuda entonces hay un recibo sellado de que esa deuda ya está saldada.

Y ahora, el recibo de que nuestra deuda está saldada es el Espíritu Santo en nuestras almas, el Espíritu Santo en nuestras almas es el Sello del Dios Vivo, y es la señal de que ya nuestro pecado, la deuda del pecado nuestro fue saldada por Cristo en la Cruz del Calvario.

Si no tiene la señal de que su deuda fue saldada, sucede lo que a menudo acontece con algunas personas que le cobran la deuda dos veces, si la saldó o alguien se la saldó y no tiene la evidencia, se la vuelven a cobrar.

También eso es así en diferentes países con las multas que le dan en el tránsito, también los bancos y así por el estilo obran algunas veces. Vean, aparece cuando la persona va a renovar su licencia de conducir o la licencia del auto, a sacar de nuevo la vigencia o malvete o como le llamen, la tenencia y así por el estilo, aparece si hay deudas, si hay multas que no han sido pagadas y no le hacen la renovación, o de la licencia de manejar o la del auto, si no están pagadas esas multas, esas deudas; la persona puede decir: “Yo pagué todas esas deudas” — “Muestre la evidencia, si no puede mostrar la evidencia, el recibo...” algunas personas botan los recibos, vean y después tienen que pagar de nuevo la misma deuda, pagarla dos veces.

Y ahora, si no aparece la evidencia, si la persona no tiene la evidencia el recibo de que pagó esas multas, las tiene que pagar de nuevo, y eso le pueden sacar a relucir cinco o diez años de multas, y si no tiene la evidencia, tiene que pagarlos de nuevo.

Y ahora, toda persona tiene la oportunidad de reconocer que ya la deuda por el pecado, la cual le impedía vivir eternamente, ya fue saldada, para eso tiene que recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizado en agua en Su Nombre, recibir el Espíritu Santo; el Espíritu Santo es la señal de que la deuda ya fue pagada, la deuda suya ya Cristo la pagó, y usted tiene la evidencia: el bautismo del Espíritu Santo, y por consiguiente usted tiene el nuevo nacimiento y tiene un cuerpo angelical de la sexta dimensión, y usted ha nacido en el Reino de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo, por consiguiente su deuda ha sido pagada y usted tiene la evidencia.

Por lo tanto, no tendrá usted que pagar pos sus pecados, ya Cristo pagó por nuestros pecados muriendo en la Cruz del Calvario, por lo tanto usted no tiene que ser juzgado en el juicio final y no tiene que ser condenado en el juicio final, ni ser echado en el lago de fuego que es la segunda muerte, que es la muerte a causa del pecado, porque la paga del pecado es muerte, y la segunda muerte es para todos los que no tienen saldos sus pecados.

¿Y cómo podemos saldar nuestros pecados? Nosotros de nosotros mismos no podemos, Cristo ya los pagó, los saldó; reconociéndolo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre y siendo bautizados en agua en Su Nombre, recibimos así el perdón de nuestros pecados y Cristo nos da Su Espíritu Santo y quedamos libres de todo pecado, libres de toda deuda; por lo tanto somos restaurados a la Vida eterna, El nos da el bautismo del Espíritu Santo y así nos está dando el Agua que salta para Vida eterna, que es Su Espíritu Santo, y así nos restaura espiritualmente a la Vida eterna.

Ya tenemos Vida eterna si hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, hemos lavado nuestros pecados en Su Sangre, hemos sido bautizados en agua en Su Nombre y hemos recibido Su Espíritu Santo, ya tenemos Vida eterna espiritual y nos falta la Vida eterna física, la cual El nos dará cuando resucite los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados y eternos, y nos transforme a nosotros los que vivimos.

Para los que ya han recibido a Cristo y tienen ya Vida eterna, es que Cristo les dará un nuevo cuerpo glorificado, eterno, inmortal, incorruptible y igual a nuestro amado Señor Jesucristo, un cuerpo glorificado como el de Jesucristo nuestro Salvador.

Vean todo lo que se están perdiendo las personas que no han recibido a Cristo como su Salvador, ¿quién es el que pierde? El que no recibe a Cristo como su Salvador, ¿quién es el que gana? El que recibe a Cristo como su Salvador; salvación, perdón de pecados, Vida eterna, un cuerpo nuevo glorificado y vivir por toda la eternidad con Cristo en Su Reino. Todo eso es lo que ganamos nosotros al recibir a Cristo como nuestro Salvador, y eso es lo mismo que pierden aquellos que no lo reciben como su Salvador.

Si en un país se proclama que hay un médico, o algún comerciante o alguna compañía que tiene un medicamento que ha inventado, el cual quita la muerte de las personas y pueden entonces las persona vivir 50 años más ó 100 años más ó 200 años más ó 1000 años más, ¿qué harían las personas? Irían buscando a ese médico o a ese comerciante o a esa compañía para que les venda ese medicamento, porque toda persona quiere vivir eternamente, y si le dan cien años más es bastante, y si le dan doscientos años más de vida es bastante también.

Por eso es que cuando nos enfermamos vamos al médico: para que nos recete algún medicamento, alguna medicina para que mate toda enfermedad, todo germen y toda bacteria, para que así no nos quite la vida la enfermedad y podamos continuar viviendo.

Si no fuera porque queremos seguir viviendo, pues nadie iría a los médicos para que les recete algún medicamento, y nadie compraría medicina tampoco.

Ahora, vean, toda persona quiere vivir, hay algunos que dicen que no quieren vivir, pero miren, si no quisieran vivir dejarían de respirar y ahí moriría, tan sencillo como eso.

Ahora, todo ser humano quiere vivir, los animales también quieren vivir, las plantas, la vegetación quiere vivir también, el Planeta Tierra también quiere vivir, por eso está clamando, como la mujer que está con dolores de parto está el planeta Tierra también con dolores de parto, esperando que nazca un nuevo mundo en donde haya paz y justicia, y prosperidad y amor divino, y eso solamente puede ser en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, la creación completa está clamando por la venida del Reino de Dios a la Tierra para que se haga la voluntad de Dios como en el Cielo también aquí en la Tierra, y nosotros también estamos clamando por ese glorioso Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador, donde vamos a ser Reyes y Sacerdotes, y vamos a tener posiciones muy importantes en ese glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, es Jesucristo, el Mesías, el Cristo, el Ungido de Dios, el que hace posible todas esas promesas divinas para ustedes y para mí.

Y ahora, Cristo a través de las diferentes etapas de Su Iglesia ha estado con Su cuerpo glorificado en el Cielo, en el Trono de Intercesión haciendo intercesión con Su propia Sangre por cada persona que lo recibe como su Salvador, las cuales tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Pero Su Espíritu Santo está en medio de Su Iglesia, vino el Día de Pentecostés y allí nació la Iglesia de Jesucristo y ha estado en medio de Su Iglesia de etapa en etapa llevando a cabo la Obra de llamar y juntar Sus escogidos de edad en edad, y han sido ungidos con el Espíritu Santo los Apóstoles y los siete Ángeles Mensajeros del Señor Jesucristo, han sido pequeños mesías, pequeños ungidos, pequeños cristos, porque Cristo lo que significa es: el ungido, el Mesías, por lo tanto todos los ungidos con el Espíritu Santo son pequeños mesías, pequeños ungidos, pequeños cristos.

Y de etapa en etapa Cristo en Espíritu Santo ha ungido con Su Espíritu a cada uno de Sus Mensajeros y por medio de ellos ha estado llamando y juntando Sus escogidos en cada edad.

Encontrar en cada edad al Mensajero de Dios, era encontrar al ungido de Dios, al cristo, al mesías de Jesucristo, al ungido de Jesucristo para cada edad, pero son pequeños mesías, pequeños ungidos, pequeños cristos, no el Señor Jesucristo, pero ungidos por Jesucristo nuestro Salvador, ungidos por el Cristo, por nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, Cristo en San Juan, capítulo 13, verso 20 de San Juan dice:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Y ahora, el que recibe al que Cristo ha enviado, recibe ¿a quién? A Jesucristo, al Mesías, al Cristo, al ungido de Dios, por lo tanto Cristo, el Mesías, el ungido de Dios en toda Su plenitud unge personas de edad en edad para por medio de ellos llamar y juntar Sus escogidos en cada tiempo.

Y ahora, el que recibe al que Dios envía, al que Cristo envía, recibe, está recibiendo a Jesucristo que lo envió, y el que recibe a Jesucristo a través del enviado de Jesucristo, está recibiendo al Padre, al que envió a Jesucristo:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Ahora, podemos ver que hay millones de seres humanos que han recibido a Cristo en cada edad en la manifestación que Cristo ha tenido a través del enviado de Cristo ungido con el Espíritu de Cristo, y han sido llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, así como Jesucristo fue de todos los Profetas del Antiguo Testamento el último de los ungidos de Dios, en el cual estuvo toda la plenitud de Dios, por consiguiente fue el ungido mayor, el Cristo en el cual se hizo carne el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto.

Y ahora, Cristo en el Nuevo Testamento en medio de Su Iglesia ha ungido con Su Espíritu Santo muchos ministros, muchos predicadores, y ha ungido a los Apóstoles y también a los siete Ángeles Mensajeros, cada uno de ellos fue el ungido del Señor Jesucristo con el Espíritu de Cristo para cada edad.

Para el Día Postrero, encontramos que tenemos la profecía de Zacarías, capítulo 4, versos 11 al 14, donde dice:

Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos; a la derecha del candelabro y a su izquierda?

Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?

Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.

Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.”

Y ahora, los dos ungidos que están delante del Señor de toda la Tierra aparecen ahí en esa visión que tuvo el Profeta Zacarías y esa fue la visión de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde vio un candelabro de oro con siete lámparas y dos árboles de olivos, uno a la derecha y el otro a la izquierda, y esos dos árboles de olivos son los dos ungidos que están delante de la presencia de Dios, por consiguiente en el tabernáculo que construyó Moisés aparecen como los dos querubines de oro sobre el propiciatorio.

Y en el templo que construyó Salomón aparecen en adición como los dos querubines de madera de olivo gigantes cubiertos de oro, los cuales fueron colocados en el lugar santísimo, que es el lugar de la presencia de Dios en el templo que construyó el rey Salomón y en el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés, porque allí sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio estaba la presencia de Dios en la Columna de Fuego, en esa Luz que le había aparecido al Profeta Moisés.

Y ahora, así es en el Templo Celestial, en el Templo Celestial Dios está sentado sobre Su Trono, el Trono de Dios es el Trono de Intercesión, es el propiciatorio, desde el momento en que Cristo colocó Su Sangre en ese Trono Celestial, se convirtió en un propiciatorio igual al propiciatorio del tabernáculo de Moisés sobre el arca del pacto y del templo que construyó el rey Salomón.

Y ahora, en el Templo del Señor Jesucristo tienen que aparecer como aparecieron los ungidos de cada edad del pasado, tienen que aparecer los Dos Ungidos, los Dos Olivos, los cuales están prometidos en Apocalipsis, capítulo 11, versos 3 en adelante, donde dice, vean y todo esto tiene que ver con el Templo de Dios, capítulo 11, verso 1 para que tengan el cuadro claro, dice:

Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.”

Y ahora, en este Planeta Tierra se tienen que materializar estos dos árboles de olivo y dos ramas de olivos que son los dos ungidos que están delante de la presencia de Dios en el Cielo, en el Templo Celestial.

Eso se tiene que materializar en la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final en la etapa del Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Jesucristo nuestro Salvador.

La Iglesia del Señor Jesucristo es el Templo Espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo; por lo tanto Cristo tiene que enviar a Su Iglesia los ungidos, Sus ungidos con Su Espíritu Santo de edad en edad, los cuales ya envió.

Y para este tiempo final tiene que enviar los Dos Ungidos que son los Dos Candeleros de oro y que son también los Dos Olivos que están en pié delante del Dios de toda la Tierra.

En el Cielo estos dos ungidos son los Arcángeles Gabriel y Miguel, por lo tanto en la Tierra el ministerio del Día Postrero que Jesucristo colocará, estará respaldado ese ministerio por los Arcángeles Gabriel y Miguel.

Y ahora, por causa de esta manifestación del Cielo, la gran Voz de Trompeta o Trompeta de Dios será escuchada en la Tierra que será la Voz de Cristo por medio de Su ungido correspondiente a este tiempo final.

Para este tiempo final habrá un Mensajero señalado en Apocalipsis, capítulo 7 del Apocalipsis como el Ángel que sube de donde nace el sol y que viene con el Sello del Dios Vivo para llamar, juntar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Capítulo 7, verso 2 en adelante de Apocalipsis, dice:

Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo.”

¿Cuál es el Sello del Dios Vivo? El Espíritu Santo, este Ángel viene con el Espíritu Santo en El, viene ungido con el Espíritu Santo, este Ángel Mensajero, este hombre Mensajero que llamará y juntará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos es el Profeta ungido con el Espíritu Santo en el Día Postrero, ese es el ungido del Señor Jesucristo para el Día Postrero; pero ese Ángel Mensajero de Jesucristo no es el Señor Jesucristo, pero es el ungido del Señor Jesucristo con el Espíritu de Jesucristo en él manifestado.

Y así como en cada edad hubo un grupo de creyentes en Cristo que encontró al ungido de su edad con el espíritu de Cristo, encontró al Ángel Mensajero de su edad, en este tiempo final habrá un grupo de creyentes en Cristo que encontrará el Ángel Mensajero de Jesucristo ungido con el Espíritu del Señor Jesucristo.

Ese será el Profeta Mensajero ungido con el Espíritu Santo para este tiempo final, al cual lo estarán respaldando los Arcángeles Miguel y Gabriel.

Por lo tanto, su ministerio será el ministerio más grande de todos los Mensajeros que Cristo ha tenido en Su Iglesia, y por consiguiente ese será el último Ángel Mensajero que Cristo enviará en carne humana a Su Iglesia, pero ese Ángel fue el mismo que le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis.

Muchos podrán tropezar con él como tropezaron con Cristo cuando Cristo dijo: “Antes que Abraham fuese Yo Soy.” Ese Ángel es antes de Juan el Apóstol, fue el que le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis, pero estaba en Su cuerpo angelical, como Cristo antes de venir en carne humana estaba en Su cuerpo angelical.

Ahora, vean ustedes aquí en Apocalipsis, capítulo 22, verso *16 dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

¿Para qué es enviado este Ángel? Para dar testimonio en las iglesias, a todas las Iglesias de todas estas cosas, ¿de qué cosas? De todas estas cosas que deben suceder pronto. Pues cuando Juan lo recibió, ¿qué fue lo que le enseñó, le mostró este Ángel? Todas las cosas que iban a suceder, y se las mostró en diferentes visiones, en diferentes tipos y figuras con diferentes formas, animales y diferentes cosas que son tipo y figura de cosas que iban a suceder.

Por lo tanto esas visiones apocalípticas tienen un significado, y son las profecías en forma simbólicas de las cosas que iban a suceder.

Este Ángel se las dio a Juan el Apóstol en esa forma simbólica. En Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 también en adelante, dice:

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,

que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”

Y ahora, ¿quién fue el enviado con la revelación de Jesucristo de todas las cosas que iban de suceder? El Ángel del Señor Jesucristo, y el Ángel del Señor Jesucristo, dijo el Rvdo. William Branham, en el libro de “Los Sellos” página 301 al 303 que ese Ángel era un Profeta, era un espíritu de Profeta (un Ángel) en Su cuerpo angelical teofánico, dándole a Juan el Apóstol la revelación de Jesucristo. Página 301 del libro de ”Los Sellos,” dice, explicando el misterio de este Ángel dice:

Noten bien: En el tiempo cuando Dios iba a librar al mundo antes del diluvio, El mandó un águila (recuerden que un águila representa un Profeta, ese águila que mandó fue el Profeta Noé). Cuando decidió librar a Israel, también mandó un águila (ese águila fue el Profeta Moisés). ¿No cree Ud. que cuando Juan estaba en la Isla de Patmos, este mensaje era tan perfecto que aun no podía ser confiado a un Ángel? Ahora, un ángel es un mensajero, pero ¿sabía Ud. que aquel mensajero era un profeta? ¿Lo creen? Vamos a probarlo. Veamos Apocalipsis 22:9 para ver si no fue un águila. El era un ángel, un mensajero, pero era un profeta, el cual reveló a Juan completamente este libro de Apocalipsis. Ahora veamos lo que Juan vio:

Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas. Y después que hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Y él (el ángel) me dijo: Mira que no lo hagas (ningún verdadero profeta recibiría adoración, o mensajero alguno) (dice, entre paréntesis, el Rvdo. William Branham): porque yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

Ahora, el Libro era tan importante, y es la Palabra de Dios. ¡Cuidado! Cuando la Palabra de Dios es revelada, tiene que ser traída por el profeta porque solamente a él llega la Palabra de Dios.”

Y ahora, para este tiempo final todas las cosas que deben suceder pronto tienen que ser reveladas a la Iglesia de Jesucristo por medio de un Profeta, no hay otra forma. Apocalipsis, capítulo 4, verso 1 dice:

Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

Y ahora, Cristo promete que nos dará a conocer las cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en las siete etapas de la Iglesia durante estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá, ¿y cómo es que nos va dar a conocer estas cosas? Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 está la respuesta:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

¿Cómo es que El ha prometido darnos a conocer todas estas cosas? Enviándonos Su Ángel para mostrarnos a nosotros todas estas cosas que deben suceder pronto.

Por lo tanto, ese Ángel del Señor Jesucristo así como le dio a Juan en estos símbolos las cosas que iban a suceder, pero estaban selladas y cerradas en estos símbolos apocalípticos, para el Día Postrero Cristo envía Su Ángel: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Cristo envía Su Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias y darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, las cuales están en estos símbolos apocalípticos, por lo tanto El nos abrirá el misterio de estos símbolos apocalípticos y así nos dará a conocer las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.

Para eso es que El envía Su Ángel Mensajero, que es el último Profeta Mensajero que Cristo envía a Su Iglesia, y es el último Profeta Mensajero de Dios, por consiguiente es el séptimo Profeta dispensacional con el cual se cerrará todo el Programa Divino, llegará a su perfección, la Iglesia de Jesucristo llegará a su perfección y serán llamados y juntados todos los escogidos de Dios con el Mensaje del Ángel del Señor Jesucristo y se completará la Iglesia de Jesucristo, y Cristo luego resucita a los muertos creyentes en El y nos transformará a nosotros los que vivimos.

Para esto es que Cristo tendrá Su último ungido en medio de Su Iglesia en quien manifestará los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús, manifestará los ministerios de los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios; esos ministerios estarán manifestados en el Ángel del Señor Jesucristo que viene con el Sello del Dios Vivo.

Y será el mismo Ángel que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis viniendo en carne humana en medio de la Iglesia de Jesucristo y teniendo el ministerio del Día Postrero, a través del cual Cristo en Espíritu Santo se manifestará en Su Ángel y nos hablará todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.

Pero ese Ángel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo, El es el ungido del Señor Jesucristo para este tiempo final como lo fueron los Apóstoles y los siete Ángeles Mensajeros, los cuales fueron los ungidos del Espíritu de Cristo en el tiempo en que ellos vivieron.

Por lo tanto, así como Dios ungió diferentes Profetas en el Antiguo Testamento y luego se manifestó en Jesús al cual ungió en toda Su plenitud, Cristo en Espíritu Santo ha estado ungiendo Mensajeros, los Apóstoles y Sus diferentes Ángeles Mensajeros de cada edad, y para el Día Postrero ungirá a Su Ángel Mensajero y se manifestará en El en toda Su plenitud cuando lo adopte, y entonces tendremos todas las bendiciones del Cielo prometidas para la Iglesia del Señor Jesucristo, vendrá la resurrección de los muertos en Cristo que es la Adopción de ellos y vendrá nuestra transformación que es nuestra Adopción, la Adopción del cuerpo que es nuestra transformación donde El nos dará el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Ahora, hemos visto el misterio del ungido de Dios, de Jesucristo para este tiempo final, y también El estará en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo Espiritual ungido con el Espíritu Santo, el cual ha estado manifestándose de edad en edad por medio de cada Mensajero de Dios.

Y para el Día Postrero la Iglesia ungida con el Espíritu Santo tendrá al Ángel Mensajero ungido con el Espíritu Santo en este tiempo final, y reconocerá quién es el ungido del Señor Jesucristo para este tiempo final, reconocerá que es el Ángel del Señor Jesucristo viniendo en este tiempo final en carne humana en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Pero ese Ángel no es el Señor Jesucristo, pero los que lo recibirán, Cristo dice: “El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí.” ¿Por qué? Porque Cristo viene en Su ungido, en Su enviado. “Y el que me recibe a mí, recibe al que me envió,” o sea, al Padre; y así estará la manifestación de Jesucristo en Su Ángel Mensajero en este tiempo final, y estará Dios, el Padre, manifestándose por medio del ungido del Señor Jesucristo, y lo adoptará y entonces tendrá la plenitud de Jesucristo, la plenitud de la divinidad de Jesucristo, se manifestará en el Día Postrero en el Ángel del Señor Jesucristo, y ese será el ungido del Señor Jesucristo.

Pero ese no es el Señor Jesucristo, solamente es el Ángel Mensajero ungido con el Espíritu del Señor Jesucristo, pero Cristo es nuestro amado Señor Jesucristo, pero El estará ungiendo un hombre en este tiempo final, como ha ungido muchos hombres de Dios en edades pasadas, como lo hemos visto ungiendo a San Pedro y demás Apóstoles, y a San Pablo y a cada Ángel Mensajero de cada edad.

Por lo tanto, la unción del Espíritu Santo, la unción de la Columna de Fuego estará en Su ungido de este tiempo final; y los escogidos escucharán la Voz de Cristo a través del ungido de Jesucristo y dirán: “Hemos hallado al ungido del Señor Jesucristo, del cual habló Dios por medio de Sus Profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, y a través también del Rvdo. William Branham que fue el precursor de la Segunda Venida de Cristo.”

Y ahora, con todo y este Ángel Mensajero de Jesucristo del Día Postrero ser el ungido de Jesucristo para el Día Postrero, para la Iglesia de Jesucristo, con todo y eso no es el Señor Jesucristo; luego que nosotros seamos transformados es que veremos a Jesucristo en Su cuerpo físico glorificado y entonces veremos también al Ángel del Señor Jesucristo con nuestro amado Señor Jesucristo, o sea, que veremos a dos: a Jesucristo en Su cuerpo glorificado y veremos al Ángel de Jesucristo en Su cuerpo glorificado, y nos veremos todos nosotros también en el cuerpo glorificado que Cristo nos dará, como nos vemos aquí en cuerpos mortales corruptibles y terrenales, nos veremos también cuando tengamos el cuerpo glorificado, y entonces es que veremos a Jesucristo en Su cuerpo glorificado, entonces veremos al Mesías, al Cristo, al Ángel de Jehová en un cuerpo glorificado, pero también estaremos viendo al Ángel del Señor Jesucristo que es el Ungido del Señor Jesucristo para este tiempo final.

Ya hemos visto y hemos dicho claramente que ese Ángel aunque es el ungido del Señor Jesucristo con el Espíritu de Cristo, no es el Señor Jesucristo, es un hombre, un redimido por la Sangre de Cristo con el ministerio de los Dos Olivos, el ministerio de los Dos Ungidos, el ministerio de Moisés y de Elías y de Jesús, porque estará en él el Espíritu Santo operando esos ministerios.

No son ministerios de la persona misma sino de Cristo, del Espíritu Santo operándolos en el Ángel del Señor Jesucristo.

Y así es como Jesucristo estará manifestado en el Día Postrero en medio de Su Iglesia dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Cuando ya estemos transformados, entonces veremos a Jesucristo en Su cuerpo glorificado y El nos llevará con El a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero, eso es el arrebatamiento de la Iglesia de Jesucristo, ese es el Rapto de la Iglesia del Señor Jesucristo, El se la llevará cuando estemos todos transformados, nos llevará con El a la séptima dimensión, a la Casa de nuestro Padre Celestial.

¿Y qué sucederá con los que quedarán aquí en la Tierra? Pasarán por la gran tribulación donde el juicio divino caerá sobre la raza humana porque no tenían la Sangre de Cristo para limpiarles de todo pecado porque no recibieron a Cristo como su Salvador, por lo tanto tampoco tenían la señal de la Sangre que es el bautismo del Espíritu Santo.

Todavía estamos aquí en estos cuerpos mortales, porque todavía hay personas que no han recibido a Cristo como su Salvador y tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, son almas de Dios que están en la Tierra para en este tiempo final recibir a Cristo como su Salvador, recibir el perdón de sus pecados, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento.

Y así Cristo completará Su Iglesia y cuando la complete, entonces se terminará la intercesión en el Cielo, se terminará la Misericordia en el Cielo de parte de Dios en Su Trono y entonces Dios mirará y verá a las personas con sus pecados porque ya la Sangre de Cristo no estará allá en el Cielo intercediendo, Dios no ve los pecados del ser humano por causa de que la Sangre de Cristo está allá y Dios mira la raza humana y el Planeta Tierra a través de la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Pero cuando sea quitado del Cielo, del Trono de Dios entonces vendrá el juicio divino sobre la raza humana como vino sobre Sodoma y Gomorra y como vino sobre el mundo antediluviano del tiempo de Noé.

Cristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre sería como en los días de Noé, Cristo, el Hijo del Hombre, el Ángel de Jehová manifestado en el Día Postrero en carne humana en un hombre del Día Postrero. Cristo, el Hijo del Hombre, velado y revelado, revelándose a través de carne humana a Su Iglesia en el Día Postrero, y eso tiene dos etapas, ya una fue cumplida y la otra corresponde a nuestro tiempo.

Por lo tanto, estemos preparados delante de Dios para recibir a nuestro Dios con nuestros pecados lavados en la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, para que así recibamos las bendiciones de Dios.

Hemos hallado al Mesías, hemos hallado al Ungido. Cristo nuestro Salvador es el Mesías, el Ungido, pero El estará manifestado como lo estuvo en cada edad, en cada Mensajero estará manifestado en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, pero ese Ángel Mensajero no es el Señor Jesucristo, pero en él estará Cristo, el Mesías, el Ángel de Jehová manifestado dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y cuando estemos ya transformados entonces veremos al Mesías, a Jesucristo en Su cuerpo glorificado.

“El mundo (dijo Cristo) no me verá más (no lo va a ver más en Su cuerpo físico), pero vosotros me veréis.” ¿Por qué? Porque Cristo en Espíritu Santo se manifestaría a través de cada uno de Sus Mensajeros.

Hay que ver a Cristo en Espíritu Santo manifestado a través del instrumento que El tiene para cada etapa, y el que recibe al instrumento que Cristo envía, recibe a Cristo porque Cristo viene en ese Mensajero manifestado, velado y revelado a través de ese Mensajero.

Esa es la forma de ver a Cristo, el Mesías, manifestado en cada edad y por consiguiente en este Día Postrero, y hallarlo manifestado en el instrumento que El tiene en cada edad y en el instrumento que El tiene para este Día Postrero, que es el Ángel del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, los escogidos dirán: “Hemos hallado al Mesías manifestado en Su Ángel Mensajero en este tiempo final.” Pero el Ángel no es el Mesías, el Ángel es el velo de carne a través del cual Cristo, el Mesías, el Ángel de Jehová se estará manifestando.

¿Vieron lo sencillo que es todo? Pero cuando estemos ya transformados, entonces veremos personalmente a Jesucristo, el Mesías en Su cuerpo glorificado, y yo también lo veré y me gozaré con Cristo nuestro Salvador y con cada uno de ustedes también.

HEMOS HALLADO AL MESÍAS.”

Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión: “HEMOS HALLADO AL MESÍAS, HEMOS HALLADO AL UNGIDO.”

Que las bendiciones del Mesías, del Cristo, el Ángel de Jehová, nuestro amado Señor Jesucristo sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y pronto Cristo complete Su Iglesia y nos transforme a todos nosotros y resucite a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados. Amén y amén.

Y ahora, toda persona que todavía no está preparada para encontrarse con nuestro Dios, encontrarse con Jesucristo nuestro Salvador, en esta ocasión tiene la oportunidad de prepararse recibiendo a Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentido de sus pecados, y siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para recibir el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, y así ser sellado con el sello del Dios vivo, que es el bautismo del Espíritu Santo, y estar listo para encontrarse con Jesucristo nuestro Salvador en Su Segunda Venida, y verlo en Su cuerpo glorificado cuando nos transforme y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por lo tanto, los que en esta tarde ya han recibido a Cristo como su Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre y han recibido el Espíritu Santo, han nacido de nuevo y tienen Vida eterna, y están preparados para encontrase con Cristo en Su Segunda Venida y ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Pero los que todavía no lo han recibido como su Salvador no están preparados, por lo tanto están completamente perdidos y necesitan un Salvador, que es Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, tienen la oportunidad en esta ocasión de levantar sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, para que nuestro hermano y amigo, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes para que Cristo les perdone, les salve y les coloque en Su Cuerpo Místico de creyentes.

Voy a dejar al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para que ore por todos los que levantaron sus manos para recibir a Cristo como su Salvador; y también los hijos de cristianos que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador pueden hacerlo, pues ya a los trece años ya tienen conocimiento del bien y del mal, y están llamados a recibir a Cristo como su Salvador y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, dejaré al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para que ore por todos los que levantarán sus manos. También por aquellos que se habían alejado del Señor Jesucristo, y quieren en esta tarde ser reconciliados con Cristo, también pueden levantar sus manos para ser reconciliados con Cristo.

Bueno, que el Dios Todopoderoso, creador de los Cielos y de la Tierra, les bendiga y les guarde y les tenga listos para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por los que levantarán sus manos en esta ocasión.

HEMOS HALLADO AL MESÍAS.”