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Dios reflejándose entre nosotros 2002-10-16 2 Medellín Antioquia CO 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presente; es para mi una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica, y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.

Leemos en el libro de Eclesiastés, capítulo 3, versos 14 al 15, donde dice de la siguiente manera:

He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.

Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.”

Nuestro tema para esta ocasión es: “DIOS REFLEJÁNDOSE ENTRE NOSOTROS.”

En la Escritura que hemos tenido Dios muestra que lo que Dios ha de hacer, ya fue hecho en otro tiempo, y aquello que fue hecho en otro tiempo es tipo y figura de lo que Dios hará en nuestro tiempo.

Por lo tanto, todo lo que Dios hará en este tiempo ya fue, fue reflejado en eventos que sucedieron en el pasado, los cuales son tipos y figuras de cosas que Dios hará en nuestro tiempo.

Por ejemplo: en Adán fue reflejado nuestro amado Señor Jesucristo, por eso la Escritura dice que Jesucristo es el Segundo Adán; por lo tanto, en Adán Cristo fue reflejado.

También en Abel, en Abel Cristo fue reflejado, Abel muriendo reflejó a Cristo muriendo en la Cruz del Calvario.

Luego en Set Cristo fue reflejado, Dios dándole otro hijo a Adán y a Eva en lugar de Abel a quien mató Caín; y ahora, eso es tipo y figura de Cristo siendo resucitado. Y así podemos ver cómo Dios se refleja y cómo El refleja todo el Programa que El llevará a cabo. Cristo fue reflejado también en Isaac el hijo de Abraham, el hijo que Dios le prometió a Abraham.

Ahora, vean ustedes, Abraham recibiendo a Isaac, el hijo prometido, Isaac naciendo es tipo y figura de la Primera Venida de Cristo.

Luego Abraham al ir a sacrificar a su hijo Isaac, sacrificarlo a Dios en el monte que Dios le mostró, el monte Moriah, es tipo y figura de Cristo siendo crucificado.

Luego, Abraham recibiendo de nuevo a Isaac, porque el Ángel le dijo: “No le hagas daño al niño,” luego que ya Abraham iba a sacrificar al niño. Luego, Abraham tomando de nuevo a Isaac es tipo y figura de la resurrección de Cristo.

Y así por el estilo encontramos un sinnúmero de representaciones de Cristo en el Antiguo Testamento.

En José también, el hijo de Jacob; encontramos que José fue rechazado por sus hermanos, encontramos que José era Profeta, tenía sueños y visiones y él los interpretaba también, y también sueños o visiones que tenían otras personas José también se las interpretaba.

Encontramos que los hermanos de José tenían celos de José, pues ellos no podían tener así sueños y visiones e interpretar sueños, pero sin embargo José sí podía, porque José era un Profeta, aunque era un joven de unos 17 años cuando ellos lo vendieron. Encontramos que José siendo Profeta tenía las dos conciencias juntas, esa es la diferencia entre una persona común, corriente, y un Profeta de Dios.

Las personas tienen las dos conciencias separadas la una de la otra, pero cuando Dios envía a un Profeta a la Tierra, lo envía con las dos conciencias juntas y por eso puede escuchar a Dios, Dios puede mostrarle sueños o visiones y darle también la interpretación de esos sueños y visiones, y Dios le da también un Mensaje para Su pueblo, para que le dé a conocer el Programa de Dios.

Por eso encontramos a través de la Biblia Profetas enviados por Dios a Su pueblo. Y nos preguntamos: “¿Y ya se habrán acabado todos los Profetas que Dios enviaría a la Tierra?” Tenemos buenas noticias para todos los seres humanos: a Dios le queda el último de los Profetas, ya los demás los envió todos.

Uno solo queda para este tiempo final, tanto para la Iglesia del Señor Jesucristo como también para el pueblo hebreo, y es un Profeta mayor, es un Profeta dispensacional, que es la clase de Profeta más grande que Dios envía a la Tierra.

Son tan grandes esos Profetas que solamente Dios tiene siete Profetas dispensacionales nada más; pero Profetas que no son dispensacionales ha tenido muchísimos, enviados por Dios a Su pueblo; pero Profetas dispensacionales solamente hay siete, los cuales son:

•Adán el primero, para la primera dispensación: La Dispensación de la Inocencia.

•El segundo fue Set, para la segunda dispensación: La Dispensación de la Conciencia.

•El tercero fue Noé, para la tercera dispensación: La Dispensación del Gobierno Humano.

•El cuarto fue Abraham, para la cuarta dispensación: La Dispensación de la Promesa.

•El quinto Profeta dispensacional fue Moisés, para la quinta dispensación: La Dispensación de la Ley.

•El sexto Profeta dispensacional fue nuestro amado Señor Jesucristo para la Dispensación de la Gracia.

•Y para la séptima dispensación: La Dispensación del Reino, Dios tiene Su último Profeta dispensacional, que es el Ángel del Señor Jesucristo, el cual y del cual Cristo dice en el libro del Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Ese es el último Profeta dispensacional que Dios envía a Su pueblo, la Iglesia del Señor Jesucristo y después al pueblo hebreo.

Por eso encontramos este Profeta dispensacional en el capítulo 1 del libro del Apocalipsis, dándole a Juan la revelación del Apocalipsis, y lo encontramos en todo el libro del Apocalipsis mostrándole a Juan todas estas visiones, y luego lo encontramos al final del Apocalipsis, del cual Cristo dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Apocalipsis, capítulo1 también nos dice:

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”

Juan el Apóstol recibió la revelación de Jesucristo a través del Ángel del Señor Jesucristo.

En este libro del Apocalipsis está contenido todo lo que sucedería, desde aquellos tiempos de Juan el Apóstol hasta este tiempo en que vivimos, y también en el tiempo del Reino Milenial de Cristo y luego la entrada a la eternidad.

Aparece aquí hasta el juicio final y aparece la forma en que Dios obrará en contra del diablo; por eso al diablo no le gusta el libro del Apocalipsis, porque ahí el diablo ve cuál será su final: será echado en el lago de fuego y ahí dejará de existir, no sabemos después de cuántos años o cientos de años, o miles de años o millones de años, no sabemos cuánto tiempo estará allí en el lago de fuego siendo exterminado.

Y ahí también irán todas las personas que no han sido reconciliadas con Dios porque no han deseado ser reconciliadas con Dios, pues no han deseado vivir eternamente y por consiguiente no han recibido a Cristo como su Salvador.

El tiempo que Dios le da al ser humano para vivir en esta Tierra, es para que el ser humano busque la salvación de su alma, la cual solamente puede encontrar en Jesucristo nuestro Salvador. “Porque no hay otro nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos, solamente en el Nombre del Señor Jesucristo.”

Toda persona que viene a esta Tierra tiene la oportunidad de recibir el perdón de sus pecados, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir salvación y Vida eterna.

Algunas personas han pensado que recibir a Cristo como su Salvador es un asunto de meterse a alguna religión. No. Es un asunto de meterse a Cristo en el alma, para que le salve el alma que es lo más importante que la persona tiene.

Usted no tiene nada más importante que su alma, su alma es lo que usted es en realidad, el cuerpo físico es temporal, el cuerpo físico no es usted, aunque muchas personas lo ven a usted y dicen: “Ahí va fulano de tal, y ése es fulano de tal.” No, ese es el cuerpo, la casa donde está la persona.

Usted tiene una casa física que es su cuerpo físico, y tiene una casa espiritual que es su espíritu, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión; pero lo que es usted en realidad es alma viviente, alma viviente viviendo en un cuerpo de carne y en un cuerpo espiritual llamado el espíritu de la persona.

Por ejemplo, tenemos el caso de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual en una ocasión dijo ciertas palabras que estremecieron a las personas que lo escucharon y pensaron que Jesús estaba loco, y después quisieron apedrear a Jesús por lo que El había dicho, y en realidad lo que Jesucristo había dicho era una revelación grande de quién El era.

Vean está en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, donde dice:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Un hombre diciendo que era antes que Abraham y no tenía cincuenta años, ¿pueden ustedes comprender eso? Pues las personas que escucharon a Cristo no comprendieron, pero Cristo les estaba diciendo la verdad.

Ahora, vean cuando Cristo dice estas cosas, dice:

Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.”

Ahora, si Cristo era antes que Abraham y Abraham vio el día de Cristo y se gozo, ¿cómo era Jesucristo entonces antes de nacer a través de la virgen María?

En una ocasión aparecieron tres Varones, tres Ángeles a Abraham en el capítulo 18 del libro del Génesis y en el capítulo 19, el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra. Y cuando Abraham los vio, Abraham se postró delante de uno de ellos y le dijo: “Mi Señor.” Reconoció a uno de ellos como su Señor, como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Luego Abraham los invitó a una comida en donde le dijo a ellos que les prepararía un ternero, un becerro tierno y aceptaron la invitación; y Abraham mandó a su siervo a preparar un becerro tierno, lo prepararon y lo colocaron delante de estos tres Varones que eran tres personajes de otra dimensión que se habían materializado y podían comer, porque si no estaban materializados no podían comer.

Dios había creado del polvo de la tierra un cuerpo para uno de ellos, el cual, vean, los tres eran: el Arcángel Miguel (uno de ellos), y el Arcángel Gabriel, y Dios.

Y aceptaron la invitación de Abraham y comieron con Abraham; y Dios le dice a Abraham cuando están comiendo, le dice: “¿Dónde está Sara, tu esposa?” Abraham le dice: “Está detrás de la puerta.” O sea, está en la carpa, detrás de la puerta de la carpa, porque ellos vivían en casas de campaña, carpas, y Abraham con los tres Varones está en el patio debajo de un árbol comiendo, porque era una hora muy calurosa y ustedes saben que debajo de los árboles es muy bueno para tener una comida de doce a tres de la tarde.

Y Dios le dice, Elohim le dice a Abraham: “Sara tu mujer tendrá un hijo, al tiempo señalado va a tener un hijo.” Era el hijo que ya Dios le había prometido a Abraham, porque si Abraham va a ser padre de naciones, pues tiene que tener hijos para poder ser padre de naciones.

Y Sara, la cual tenía ochenta y nueve años y Abraham noventa y nueve, pues Sara se rió, porque si cuando era joven no pudo tener el hijo (ella era estéril), ahora cuando ya está anciana con ochenta y nueve años de edad ¿qué mujer va a estar pensando que va a poder tener un hijo de su esposo que tenía noventa y nueve años de edad?

Era algo inconcebible a la mente humana, pero Dios le había dicho a Abraham que le iba a dar un hijo a través de su esposa Sara y Abraham creyó a Dios, porque ¿hay acaso alguna cosa imposible para Dios? No la hay, y si no la hay, no importa la edad que Abraham tenía y no importaba la edad que Sara tenía.

Ahora, esa promesa se la había hecho Dios a Abraham cuando Abraham tenía menos años, unos setenta y cinco años; pero, vean ustedes, el tiempo iba pasando y no aparecía el niño, y Sara iba poniéndose más anciana y Abraham también, pero la Palabra de Dios no se pone vieja, sigue siendo la Palabra que no pasará, sigue siendo la misma Palabra prometida para Abraham.

Ahora, encontramos que ese hijo que Dios le prometió a Abraham tipificaba a Cristo; por lo tanto Dios reflejaría en Isaac a Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, encontramos que Sara se rió en su corazón, pensó: “Después de ya yo estar anciana y mi esposo también, ¿he de tener deleites con él y he de tener un hijo?” Y se rió en su alma, en su corazón, y Dios que estaba en un cuerpo físico de espalda a donde ella estaba, le dice a Abraham: “¿Por qué se ha reído Sara tu esposa diciendo: ¿acaso he de tener un hijo ya siendo anciana, siendo ya avanzada en edad? ¿Hay alguna cosa imposible para Dios?”

Y Sara, muy asustada, negó diciendo: “No me reí, yo no me reí.” Porque no se había reído exteriormente, pero es que Dios ve el corazón, y las intenciones del corazón Dios las ve también.

Usted puede reírse en una forma exterior visible o puede reírse acá en su corazón. Si se ríe interiormente nadie ve que usted se ha reído, pero Dios sí está viendo que usted se ha reído; por lo tanto Dios juzgará al ser humano de acuerdo a las intenciones del corazón del ser humano; porque Dios escudriña los pensamientos del alma, del corazón, del ser humano.

Y los pensamientos del corazón del ser humano hablan más fuertes en el Cielo, se oyen más fuertes en el Cielo que nuestras palabras. Por eso hay que tener cuidado en cómo nosotros pensamos, porque todo eso lo escuchan en el Cielo, y todo queda grabado en el Libro de Memorias.

Ahora, Sara negó que se había reído y Dios le dijo: “Sí que te has reído.” Pues Dios está juzgándola de acuerdo a lo que ella hizo acá en su corazón.

Ahora, Dios le dijo que iba a tener el hijo en el tiempo señalado, y le dijo: “El próximo año, por este tiempo tendrás el hijo.”

Sara tenía ochenta y nueve años y Abraham noventa y nueve años, por lo tanto cuando Abraham tuviese cien años y Sara noventa, tendrían el hijo prometido; Abraham estaría en su segundo año de jubileo, y estaría de jubileo teniendo el hijo prometido. O sea, que tendría una bendición grande que le haría estar de júbilo en su año número cien que sería su segundo año de jubileo. El primer año de jubileo de Abraham fue el año cincuenta, pero ahí no tuvo el hijo o al hijo prometido.

Ahora, encontramos que luego de esta visita de Elohim con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, pasaron a Sodoma y Gomorra (los Arcángeles) y sacaron a Lot de Sodoma, porque Sodoma iba a ser destruida; y luego descendió Dios también a Sodoma.

Luego de la destrucción de Sodoma encontramos que Abraham se fue de ese territorio, se fue a otro lugar en donde el rey era Abimelec, y Abimelec vio a Sara y se enamoró de Sara. ¿Qué rey se va a enamorar de una anciana de ochenta y nueve años? Ningún rey, es que Dios la había rejuvenecido y a Abraham también, para poder tener el hijo prometido.

Ahora, encontramos el misterio porqué un rey se enamoró de una anciana de ochenta y nueve años, y podemos ver el misterio también de porqué una anciana de ochenta y nueve años al cumplir los noventa años tuvo un hijo; en la actualidad eso es imposible, pero vean, Dios la rejuveneció a ella y también a Abraham.

Y ahora, encontramos que recibieron al hijo prometido y estuvieron de júbilo, todo ese año cien de la vida de Abraham y año noventa de la vida de Sara, fue el regalo del Cielo más hermoso que recibieron ellos cuando ya estaban ancianos.

Ahora, podemos ver cómo Dios estuvo reflejándose allá. Sara también refleja, tanto al pueblo hebreo como a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por medio del pueblo hebreo vino Cristo en Su Primera Venida, pues el pueblo hebreo era el que estaba esperando la Venida del Mesías dos mil años atrás, pero no se dio cuenta de la Venida del Mesías y lo rechazó, y pidieron su muerte y fue crucificado.

Pero gracias a Dios que eso sucedió, porque con la muerte de Cristo nuestros pecados fueron llevados por Cristo, El murió por nuestros pecados, y ahora, El murió para que nosotros podamos vivir eternamente.

Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, el solo queda, el solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva,” muchos granos de trigo, muchos hijos e hijas de Dios iguales a nuestro amado Señor Jesucristo con Vida eterna.

Y ahora, si Cristo no moría, en la actualidad usted y yo no estaríamos aquí, porque el día en que Cristo murió, era el día del juicio divino para la raza humana por el pecado.

Pero por cuanto Cristo tomó nuestros pecados y se hizo mortal y murió, entonces nuestros pecados fueron hallados en Jesucristo nuestro Salvador, y por eso tuvo que morir: porque la paga del pecado es muerte, el juicio divino cayó sobre nuestro amado Señor Jesucristo.

Por lo tanto, cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtiene, recibe el nuevo nacimiento.

Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios, y le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.”

Por lo tanto, toda persona para entrar al Reino de Dios necesita nacer de nuevo; y solamente podemos obtener el nuevo nacimiento recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo, y así obtenemos el nuevo nacimiento y nacemos en el Reino de Cristo, que es Su Iglesia.

Y así es como Cristo nos liberta; así como libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, nos liberta a nosotros de la esclavitud del reino de las tinieblas, del reino del diablo, y nos coloca Cristo en Su Reino, el Reino de Luz, el Reino de Dios.

Ahora, hemos visto la forma en que el ser humano puede deshacerse de sus pecados: por medio de Cristo, la Sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado, y entonces Dios nos ve sin pecado y por consiguiente nos ve justos ante Su presencia; somos justificados por Cristo y quedamos como si nunca en la vida hubiésemos pecado.

Por eso en el Antiguo Testamento se efectuaban los sacrificios de animalitos por el pecado, porque Dios estaba reflejando en esos animalitos de sacrificio, estaba tipificando, reflejando a Cristo y Su sacrificio que El haría en la Cruz del Calvario.

Por eso eran efectivos esos sacrificios delante de Dios para los seres humanos; pero esos sacrificios por cuanto eran de animalitos y los animales no son perfectos porque no tienen alma.

Vean, el ser humano cada siglo lo encontramos más sabio. Encontramos que hubo un tiempo en que el ser humano se transportaba a pie, después aprendió a montar los animales, después aprendió a preparar carretas para ser tiradas de bueyes y de caballos, después descubrió la rueda o inventó la rueda en ese tiempo, y después más adelante inventó la bicicleta, y los motores y los automóviles, después el avión, y ya va por los cohetes.

Cada cierto tiempo encontramos que el ser humano es más sabio, sin embargo usted ve en los animales... ¿y cómo hacían los monos miles de años atrás? Pues brincando en los árboles, y comiendo guineos o bananos (si encontraban), y así por el estilo, ¿y en qué han progresado los monos? En nada, ¿por qué? Porque no tienen alma.

El único que puede progresar y ser más inteligente cada año es el ser humano porque tiene alma; por eso el ser humano cuando tiene de cinco a seis años de edad, es enviado a la escuela y entra sin saber contar, sin saber sumar, sin saber todas esas cosas que le enseñan en la escuela, y ya antes de terminar el año, ya conoce los números, ya puede contar del 1 al 10 ó al 20, y así por el estilo, y le van enseñando y puede aprender porque tiene alma el ser humano.

Por eso Dios no llama por medio de la predicación del Evangelio a los animales para que se arrepientan, porque no tienen alma, no tienen un alma para ser salvada por Cristo.

Pero el ser humano por cuanto tiene alma, es llamado por medio de la predicación del Evangelio para que tenga y reciba la única oportunidad que el ser humano tiene para vivir eternamente, para que reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para Cristo bautizarlo con Espíritu Santo y Fuego, y así el ser humano obtener el nuevo nacimiento para entrar al Reino de Dios.

La persona no entra o no puede entrar al Reino de Dios porque la persona diga: “Yo soy bueno, yo no le hago mal a nadie.” Todas esas cosas están bien, todo ser humano debe ser así, pero eso no le garantiza a usted que usted va a vivir eternamente con Cristo; la Escritura dice enfáticamente la forma en que el ser humano puede recibir Vida eterna.

No es porque el ser humano sea bueno. “Por cuanto todos pecaron (cuando Adán pecó), todos están destituidos de la gloria de Dios,” dice San Pablo en Romanos, capítulo 3, verso 23. Y en el capítulo 6, verso 23, vamos a ver capítulo 5 o capítulo 6, verso 23 de Romanos también, dice... capítulo 6, verso 23, dice:

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

No es en que usted sea bueno y no le haga daño a nadie, sino la dádiva de Dios, la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús. La salvación y la Vida eterna está basada en Jesucristo nuestro Salvador.

En San Juan, capítulo 3, verso 13 en adelante, dice:

Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Cuando nos habla aquí: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto,” es que en el tiempo de Moisés por causa del pecado del pueblo, las serpientes venenosas estaban mordiendo a los hebreos allá en el desierto, y una mordida de una serpiente venenosa significa la muerte para la persona, está condenada a la muerte.

Pero vean, Dios siempre en Su Misericordia le tiene una puerta de escape al ser humano, y ordenó a Moisés preparar una serpiente de bronce y colocarla en un asta, en una vara alta, y toda persona que era mordida por serpientes venenosas miraba a esa serpiente y el efecto del veneno de las serpientes quedaba anulado.

Aquella serpiente de bronce representaba a Jesucristo nuestro Salvador, porque el bronce representa el pecado ya juzgado, aquella serpiente de bronce representaba a Cristo en quien el pecado del ser humano fue juzgado, y Cristo recibió el juicio divino por el pecado.

Y ahora, toda persona que miraba la serpiente de bronce y había sido mordida la persona por una serpiente venenosa, el veneno quedaba anulado y la persona no moría sino que continuaba viviendo.

Y ahora, en el Huerto del Edén el diablo, la serpiente antigua mordió a la raza humana y colocó el veneno del pecado en la raza humana, y quedó la raza humana destituida de la gloria de Dios y condenada. La paga del pecado es muerte, así como el resultado de la mordida de una serpiente venenosa es muerte.

¿Y cómo puede el ser humano escapar de la muerte? Dando una mirada de fe a Jesucristo crucificado, para eso Cristo fue crucificado en la Cruz del Calvario: para que todo aquel que en El cree no se pierda, sino que tenga Vida eterna, pueda vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.

Pero el que no da esa mirada de fe a Cristo y lo recibe como su Salvador, ¿qué sucederá con esa persona? Pues solamente vivirá el tiempo que le toque vivir aquí en la Tierra en este cuerpo terrenal, luego muere y va a vivir a otra dimensión pero en el cuerpo espiritual.

Y si no había recibido a Cristo, pues tiene que ir por obligación a vivir a donde fue el hombre rico que no había recibido a Cristo, que no había recibido a Dios, que se había olvidado de Dios. Y cuando entró en conciencia de dónde se hallaba, se encontró en el infierno, y era un rico. ¿Ven? el dinero no puede salvar al ser humano. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? Aunque dé todas sus riquezas no puede salvar su alma, la salvación del alma es gratuita de parte de Dios a través de Jesucristo.

Y ahora, murió también Lázaro el mendigo, y fue llevado por los Angeles de Dios al Seno de Abraham, al Paraíso, ¿ven? Era pobre pero tenía a Dios en su alma.

Y cuando un creyente muere los Ángeles de Dios se lo llevan al Paraíso. ¿Recuerdan también cuando murió Moisés? Dice la Escritura en Judas en el Nuevo Testamento, que el Arcángel Miguel se encargó del cuerpo de Moisés, porque para los creyentes en Dios que han recibido a Cristo como su Salvador, aun en la muerte es bendecido, pues Dios envía Sus Angeles para que lo lleven al Paraíso.

Por lo tanto, la persona en el Paraíso luego espera allí hasta que Cristo termine de completar Su Iglesia; y cuando haya entrado hasta el último escogido a la Iglesia de Jesucristo, entonces Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo.

De todo lo que El ha redimido con Su Sangre, El hará esa Obra de Reclamo, reclamará todo lo que El ha redimido con Su Sangre y resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados, eternos, inmortales y jóvenes para toda la eternidad.

Y a nosotros los que vivimos y permanecemos vivos hasta ese tiempo, nos transformará, y entonces tendremos un cuerpo igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Ya usted no tendrá el cuerpo que tiene ahora, sino uno jovencito que representará, para toda la eternidad, de 18 a 21 años de edad, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, para luego ser llevados con Cristo y por Cristo a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay para toda persona que recibe a Cristo como su Salvador dando una mirada de fe a Cristo, el cual fue reflejado en la serpiente de bronce que levantó el Profeta Moisés en medio del pueblo hebreo en el desierto. Sigue diciendo San Juan, capítulo 3, verso 16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

Ahora, encontramos que para el ser humano todo se resume en creer o no creer.

Ahora, todas las personas dicen: “Yo creo en Dios.” Eso está bueno, pero el asunto es en creer en Jesucristo como nuestro Salvador, recibiéndolo como nuestro Salvador y lavando nuestros pecados en la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado cuando lo recibimos como nuestro Salvador, y nos justifica, quedamos como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre y El ha prometido darnos Su Espíritu Santo y así obtenemos el nuevo nacimiento, y obtenemos un cuerpo angelical de la sexta dimensión, igual al cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo.

En esa clase de cuerpo angelical es que Cristo estaba allá en los tiempos de Moisés y de Abraham, Cristo dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” ¿Cómo era Jesucristo antes que Abraham? El Ángel de Jehová mencionado en el Antiguo Testamento, es nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical.

Y por cuanto es un cuerpo angelical igual al cuerpo de los Ángeles, por eso es llamado el Ángel de Jehová; y cada creyente en Cristo al recibir a Cristo, ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, obtiene un cuerpo angelical igual al cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo, y se cumple en la persona: “El Ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen, y los defiende.”

Cada cristiano tiene su Ángel, se le llama también el Ángel de la guarda y o de la guardia. El Ángel guardián de cada creyente es su cuerpo angelical que recibe cuando Cristo lo bautiza con Su Espíritu Santo.

Y ahora, vean ustedes, hablando Dios acerca de Su Ángel, el Ángel de Jehová, miren lo que dice Dios aquí en el libro del Exodo, capítulo 23, verso 20 en adelante dice:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”

Este Ángel de Jehová en el cual Dios dice que está Su Nombre, el Nombre de Dios, el cual Dios ha enviado para libertar al pueblo hebreo, es Cristo en Su cuerpo angelical. Por eso El podía decir: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” Porque Cristo en Su cuerpo angelical es antes que Moisés, es antes que Abraham, es antes que Noé, es antes que Set, es antes que Abel y es antes que Adán también.

Ahora, Cristo en Su cuerpo angelical, vean quién es conforme a la Escritura; ya hemos visto que es el Ángel de Jehová, pero vean aquí qué cosas Cristo hizo antes de Abraham. En San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante dice:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida...”

Ahí tenemos el origen de la vida, el origen de la vida está en el Verbo que era con Dios y era Dios.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”

Y ahora, en el mismo capítulo 1 de San Juan, verso 14, dice acerca del Verbo:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

El Verbo que era con Dios y era Dios, el cual luego se hizo carne en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el Nombre de Jesucristo, es nada menos que el Ángel de Jehová, Cristo en Su cuerpo angelical; y por medio de Cristo en Su cuerpo angelical Dios creó todas las cosas.

Y ahora, podemos ver lo grande que es nuestro amado Señor Jesucristo, es el personaje más grande de la historia bíblica, es el personaje en quien Dios estaba, está y estará en toda Su plenitud. En Jesucristo moró la plenitud de la Divinidad, la plenitud de Dios, en Jesucristo moró Dios en toda Su plenitud: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Y ahora, en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice San Pablo:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo...”

Vimos en la historia bíblica que Jesucristo en una ocasión dijo que el Hijo del Hombre no tenía ni dónde recostar Su cabeza, pero aquí, vean ustedes, San Pablo dice que es el heredero de todas las cosas, pero cuando vino en carne humana, vino como una persona pobre, sencilla y humilde, pero era el heredero de todas las cosas, el dueño de toda la creación y el que creó todas las cosas.

Dios por medio de Jesucristo creó todas las cosas. Pero cuando se manifiesta en carne humana, se manifiesta en una forma sencilla:

a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

¿Por medio de quién Dios hizo el Universo? Por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Pero Cristo apareció en Belén de Judea, naciendo el Belén de Judea hace unos dos mil años aproximadamente, unos dos mil años atrás; pero Cristo en Su cuerpo angelical era antes que Adán, y antes que este planeta Tierra y antes que el Universo completo. Y por medio de Cristo en Su cuerpo angelical Dios habló a existencia toda la creación, ahí tenemos el origen de la creación: está en Jesucristo nuestro Salvador.

...el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Y ahora, Cristo se ha sentado en el Trono de Dios en el Cielo, Cristo es el heredero de toda la creación, fueron hechas todas las cosas por medio de El y ¿para quién? Para El.

Ahora, la persona que recibe a Cristo como su Salvador, está recibiendo a la persona más grande, no solamente de la Tierra, del Universo completo, el cual murió por nuestros pecados, llevando nuestros pecados para que nosotros podamos vivir eternamente.

El está vivo y jovencito en el cuerpo en el cual El ascendió cuando se fue de en medio de los Apóstoles.

Vean, aquí en Colosenses, también nos habla San Pablo, en el capítulo 1, verso 12 en adelante diciendo:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”

Los santos en luz que son los hijos e hijas de Dios, todas esas personas que han venido del Cielo, de Dios, los cuales tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, tienen esas personas una herencia: la herencia divina.

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

Nos sacó del reino de las tinieblas y nos ha trasladado ¿a qué reino? Al Reino de Jesucristo, el Reino del Hijo de Dios, y ese es el único Reino que permanecerá para toda la eternidad; el reino de las tinieblas que es el reino del diablo, va a desaparecer, y todos los que estén en ese reino también van a desaparecer.

Pero el Reino de Cristo permanecerá para toda la eternidad, y todos los que estén en el Reino de Cristo permanecerán para toda la eternidad, vivirán eternamente con Cristo en Su Reino como Reyes y Sacerdotes:

en quien tenemos redención por su sangre...”

¿Ven? La Redención es por medio de la Sangre de Cristo:

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”

Por medio de la Sangre de Cristo es que nosotros recibimos la redención y el perdón de nuestros pecados:

El es la imagen del Dios invisible.”

La imagen del Dios invisible. El cuerpo teofánico angelical de Dios es el cuerpo angelical de Jesucristo, es la imagen del Dios invisible.

Para que tengan un entendimiento más claro con relación a la imagen del Dios invisible, también en San Juan, capítulo 1, verso 18, dice:

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”

Nadie jamás ha visto a Dios. ¿Y por qué algunos Profetas como Jacob han dicho que vieron a Dios cara a cara, cuando Jacob vio al Ángel de Jehová y luchó con El, y no lo soltó hasta que el Ángel bendijo a Jacob y le cambió el nombre de Jacob por Israel? ¿Mentiría Jacob al decir que vio a Dios cara a cara? No.

Pero, ¿y qué de esa Escritura que dice que nadie jamás ha visto a Dios? También Dios cuando le apareció a Manoa para hablarle acerca del hijo que ellos iban a tener, el cual se llamaría Sansón, luego Manoa ofreció un cabrito en ofrenda para Dios, y cuando el fuego estaba encendido consumiendo el sacrificio, el Ángel de Jehová que le había aparecido subió por la llama de fuego y entonces Manoa con su esposa supieron que ese era el Ángel de Jehová.

Dios tiene muchos Ángeles; pero hay uno llamado el Ángel de Jehová, ese es Cristo en Su cuerpo angelical, y Manoa dijo a su esposa: “Hemos de morir, porque hemos visto a Dios cara a cara.” Eso está por el capítulo 13 del libro de los Jueces.

Y ahora, la esposa de Manoa le dice: “No, no vamos a morir porque de otra manera no nos habría hablado acerca de que hemos a tener un hijo ni tampoco había recibido el sacrificio, la ofrenda que le hemos ofrecido.” Y Manoa entonces comprendió, es que del susto cualquiera piensa que se va a morir.

El dijo que vio a Dios cara a cara, luego en otra ocasión en que Moisés quiso ver a Dios, quiso ver la gloria de Dios, le pide a Dios que le permita ver Su gloria, y Dios le habla a Moisés en el capítulo 33 del libro del Exodo, verso 18 en adelante, dice:

El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria (le dijo Moisés a Dios).

Y le respondió (Dios). Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.

Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.

Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;

y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.”

Luego en el capítulo 34 pasó Dios delante de Moisés (Moisés estando sobre la roca), y cuando pasó, ahí entonces Moisés vio a Dios de espalda cuando hubo pasado, pero no vio el rostro de Dios.

Ahora, Dios dice que no lo verá hombre y vivirá, y en San Juan dice: “Nadie jamás ha visto a Dios, el unigénito hijo que está en el seno del Padre, El le declaró.” El le ha dado a conocer.

Y ahora, ¿qué de Jacob diciendo que vio a Dios cara a cara, y también de Manoa diciendo que vio a Dios cara a cara, y de Dios mismo diciendo, luego (de Moisés) que Dios hablaba con Moisés cara a cara como habla cualquier persona con su compañero? ¿Vieron o no vieron a Dios? Vieron a Dios y no vieron a Dios, porque no se puede contradecir la Escritura.

Ahora, esto es sencillo: ustedes miran hacia acá y yo les pregunto: “¿Cuántos me están viendo?” Todos levantarán sus manos porque me están viendo, y luego yo les digo: “Ninguno de ustedes me está viendo.”

Cualquiera pensaría: “Pero eso no es posible.” Sí, ustedes están viendo mi cuerpo pero no están viendo mi alma, y el ser humano es alma viviente; por lo tanto lo que nosotros vemos los unos a los otros es la casa terrenal, el cuerpo de carne, pero el alma nuestra no la podemos ver los unos a los otros.

Y Dios, que es el alma viviente y eterna, vean ustedes, ningún ser humano la ha visto, ningún ser humano ha visto a Dios.

Pero Jacob, Abraham también, y también Moisés, Manoa y todos estos hombres de Dios vieron a Dios en Su cuerpo angelical, que es el Ángel de Jehová, el cuerpo angelical de Dios que es Cristo en Su cuerpo teofánico angelical.

¿Ven lo sencillo que es? Vieron el espíritu de Dios, el cuerpo angelical de Dios que es en la forma de un hombre. Y fue Dios, en un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión llamado el Ángel de Jehová, que creó los Cielos y la Tierra, por lo tanto fue Jesucristo el que creó los Cielos y la Tierra; pero fue Dios a través de Jesucristo, no Jesucristo de Sí mismo sino Dios a través de Jesucristo.

Por lo tanto, vean quién es nuestro amado Señor Jesucristo: el que creó los Cielos y la Tierra, fue Dios a través de Jesucristo el cual estaba en Su cuerpo angelical. Por eso Jesucristo, el Hijo de Dios antes de venir en carne humana, ya existía en cuerpo angelical y era llamado el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento.

Y ahora, esa clase de cuerpo es la que recibimos al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, y así obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos un cuerpo angelical teofánico, y entramos a esa primera etapa de eternidad.

Y luego en este tiempo final cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en El, nos transformará a nosotros los que vivimos y nos dará un cuerpo como Su cuerpo físico glorificado, un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y entonces viviremos físicamente por toda la eternidad.

En estos cuerpos mortales estamos viviendo en esta Tierra por y para un propósito divino: para que recibamos a Cristo como nuestro Salvador y confirmemos nuestro lugar en la Vida eterna.

El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” San Juan, capítulo 5, verso 24.

Y ahora, Dios en Su Amor Divino ha enviado a Jesucristo para morir en la Cruz del Calvario, para que todo aquel que en El cree no se pierda, mas tenga Vida eterna. ¿Ven cómo podemos obtener Vida eterna, que es lo que todo ser humano anhela tener y anhela vivir con Cristo en Su Reino?

Ahora, vean lo sencillo que Dios lo ha hecho para que todo ser humano pueda alcanzar la Vida eterna para su alma, su alma vivirá en un nuevo cuerpo eterno y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Por eso es tan importante para todo ser humano confirmar su lugar en la Vida eterna, ¿cómo lo hacemos? Recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, afligidos, arrepentidos de nuestros pecados, y somos bautizados en agua en Su Nombre, y El nos da Su Espíritu Santo y produce en nosotros el nuevo nacimiento y entonces tenemos Vida eterna.

Así es como somos restaurados a la Vida eterna. No hay otra forma, solamente Cristo es el único que tiene Vida eterna y la otorga a los que lo reciben como su Salvador. Fuera de Jesucristo nadie puede obtener Vida eterna, Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Por lo tanto, ninguna persona puede acercarse a Dios, a menos que sea por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Ninguna persona puede obtener Vida eterna, a menos que sea por medio de nuestro amado Señor Jesucristo; y El la otorga gratuitamente a los que lo reciben como su Salvador, y es el regalo del Cielo más grande que Dios le da al ser humano: la salvación y Vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

Así que, hemos visto dónde está la bendición para todo ser humano: en Jesucristo; y se reflejó en el Antiguo Testamento en aquellos sacrificios por el pecado, se reflejó en los Profetas también.

Y ahora, El está en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, pero El está también en el Cielo con Su cuerpo glorificado haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su Salvador. Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, El es nuestro Intercesor.

Entre Dios y el ser humano está Jesucristo, ninguna otra persona; El es el intermediario entre Dios y el ser humano. Por lo tanto nos acercamos a Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, somos reconciliados con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

Y se realiza en nosotros la reconciliación, se materializa cuando lo recibimos como nuestro Salvador, y eso es algo que hay que hacerlo lo más pronto posible.

Luego de la persona vivir en la Tierra lo próximo es recibir a Cristo como su Salvador, la persona no sabe cuántos días va a vivir en esta Tierra, y no puede dejar que se le acabe el tiempo de vida en la Tierra. Cualquier persona puede decir: “Yo estoy comenzando a vivir, tengo quince años.” Con menos de quince años se han muerto muchas personas.

Por lo tanto, ninguna persona puede decir: “Yo no voy a morir a tal edad, yo voy a vivir hasta los cien años.” El que lo determina es Dios.

Por lo tanto, Dios le da la oportunidad a todo ser humano de escuchar el Evangelio, para que la persona sepa cómo confirmar su lugar en la Vida eterna y así pueda vivir el ser humano en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, con Vida eterna en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador y ser bautizados en agua en Su Nombre: para El darnos Su Espíritu Santo y obtener nosotros el nuevo nacimiento y entrar al Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, ¿cuántos ya han entrado al Reino de Cristo nuestro Salvador? Les voy a decir porqué: porque lo han recibido como su Salvador.

¿Ven lo sencillo que es? No necesitan ir a una universidad para obtener un doctorado para después decir: “Ahora, ya sé cómo buscar y recibir la Vida eterna.” No, si hasta las personas que nunca han estudiado pueden obtener Vida eterna recibiendo a Cristo como su Salvador; no es por sabiduría humana, sino por la fe en Jesucristo nuestro Salvador. Y la fe, la fe no la dan en las escuelas, la fe viene de parte de Cristo a cada uno de nosotros.

Por lo tanto, todas las personas que han recibido a Cristo como su Salvador personal, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, tienen buenas noticias del Cielo: San Juan, en Primera de Juan, capítulo 5, verso 11 en adelante, dice:

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

El que no ha recibido a Cristo como su Salvador no tiene al Hijo de Dios porque no lo ha recibido en su alma, por lo tanto no tiene la vida, la Vida eterna no la tiene, tiene vida temporal pero se le va a terminar.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo nuestro Salvador, y por cuanto El está en nosotros ha impartido a nosotros Vida eterna.

Toda persona que todavía no lo ha recibido como su Salvador no tiene Vida eterna; pero esta noche puede obtener Vida eterna.

Por lo tanto, toda persona que todavía no lo ha recibido como su Salvador, puede levantar su mano para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por usted para que Cristo salve su alma y le dé Vida eterna y usted viva eternamente en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y cuando El resucite los muertos creyentes en El, si usted está todavía viviendo en el cuerpo terrenal, Cristo lo transforme y sea usted igual a Jesucristo en cuerpo glorificado, y así todos seamos a Su imagen (cuerpo angelical) y a Su semejanza (cuerpo físico glorificado), y luego vayamos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Veo manos levantadas aquí para recibir a Cristo como Su Salvador. Le voy a pedir al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín que pase para orar por todas las personas que tendrán sus manos levantadas para que Cristo les reciba y perdone sus pecados y les dé Vida eterna.

Muchas gracias por vuestra amable atención amables amigos y hermanos presentes. Nuestro tema fue: “DIOS REFLEJÁNDOSE ENTRE NOSOTROS.” En el Cielo hay gozo en estos momentos. Eso está en la Escritura ¿verdad Miguel? Dice que cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo Y veo manos levantadas aquí, por lo tanto hay gozo en el Cielo y también entre nosotros.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde, y con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por las personas que tendrán sus manos levantadas para que Cristo extienda Su Misericordia sobre ustedes.

DIOS REFLEJÁNDOSE ENTRE NOSOTROS.”