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El Pueblo donde está Dios 2002-08-25 1 Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Es para mí también una bendición grande ver a mi hija Dorca y su esposo Victor Ramos y su niña también con ellos en esta ocasión, y ya para quedarse acá con nosotros también. Que Dios les bendiga grandemente, y también que les use grandemente acá en Puerto Rico.

Bueno, para esta ocasión vamos a leer en Romanos, capítulo 9, versos 21 en adelante dice (aquí hay algo muy importante)... aun podemos leer un poquito antes del verso... verso 6 en adelante, dice:

No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,

ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.

Esto es: no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.

Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre

(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),

se le dijo: El mayor servirá al menor.

Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.

¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.

Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.

Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.

De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?

Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?

¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,

y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,

a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?

Como también en Oseas dice:

Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,

Y a la no amada, amada.

Y en el lugar donde se les dijo:

Vosotros no sois pueblo mío,

Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL PUEBLO DONDE ESTÁ DIOS.” De ese pueblo es del cual hablaremos en esta ocasión.

EL PUEBLO DONDE ESTÁ DIOS.”

Tomaremos el pueblo donde está Dios, el pueblo como nación, el pueblo como familia, el pueblo como templo, y el pueblo como Iglesia.

Y ahora, encontramos que Dios llamó de en medio del pueblo egipcio un pueblo, un grupo de esclavos, y con ellos hizo una nación. Dios dice en Deuteronomio, capítulo 4, verso 20 hablando del pueblo hebreo:

Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro (o sea, de Egipto, de la esclavitud allá en Egipto), de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día.”

Y ahora, Dios tomó a los descendientes de Abraham, de Isaac, de Jacob y de los patriarcas que estaban esclavizados en Egipto, los libertó para hacerlos un pueblo, una nación poderosa; le dio en el Monte Sinaí sus leyes y así lo estableció como un pueblo, y los llevó a la tierra prometida y allí los estableció como un pueblo, como una nación.

Encontramos también en el capítulo 27, verso 9 en adelante donde dice: “Y Moisés...” de Deuteronomio:

Y Moisés, con los sacerdotes levitas, habló a todo Israel, diciendo: Guarda silencio y escucha, oh Israel; hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios.”

Encontramos que el pueblo hebreo ha venido a ser pueblo de Dios, porque ha entrado al Pacto de Dios. Encontramos que con esa descendencia de Abraham que estaba esclavizada en Egipto, Dios ha formado una nación, un pueblo.

Y ahora, encontramos en la lectura que tuvimos de Romanos, capítulo 9, en el verso 25 en adelante donde dice:

Como también en Oseas dice (o sea, capítulo 1, verso 9 al 10 es que está esa cita):

Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,

Y a la no amada, amada.

Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío,

Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”

Y ahora, encontramos que por cuanto el pueblo hebreo rechazó la visitación de Dios. El pueblo hebreo es el pueblo donde Dios estaba en el Antiguo Testamento de etapa en etapa, a través del cual hubo las manifestaciones divinas más gloriosas de la historia del Antiguo Testamento, y Dios se manifestó por medio de los Profetas que El envió.

Dios por medio del Angel de Jehová, que es el cuerpo angelical de Dios, a través del cual Dios tuvo diferentes apariciones en el Antiguo Testamento, tanto en forma de una Columna de Fuego y también en la forma de un hombre, de un Angel, encontramos que por medio de ese Angel fueron las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento, y por medio de ese Angel Dios usó diferentes Profetas; fueron ungidos con el Espíritu Santo diferentes Profetas, y Dios por medio de ese Angel habló al pueblo hebreo.

En Zacarías, capítulo 7, verso 11 en adelante (11 al 12), dice:

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

Y ahora, Dios hablaba por medio de Su Espíritu a través ¿de quién? De los Profetas. Los Profetas estaban ungidos con el Espíritu Santo para hablar la Palabra de Dios. En Hebreos también, capítulo 1, verso 1 en adelante dice San Pablo:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”

¿Por medio de quién Dios habló en el Antiguo Testamento? Por medio de los Profetas, fue Dios por medio de Su Espíritu Santo, por medio del Angel de Jehová, Su cuerpo angelical, que le habló al pueblo hebreo. O sea, Dios por medio del Verbo que era con Dios y era Dios habló a través de los Profetas, fueron ungidos por el Espíritu Santo.

En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Y ahora vean, el mismo Angel de Jehová, Ángel del Pacto, a través del cual Dios estaba manifestado en el Antiguo Testamento y a través del cual Dios hablaba a través de los Profetas, era Dios en Su cuerpo angelical hablando a través de los Profetas.

Y ahora, luego se hizo carne el Verbo que era con Dios, el Angel de Jehová, y habitó en medio del pueblo hebreo, y por medio de Jesucristo habló Dios al pueblo hebreo, con esta manifestación tan grande de Dios a través de carne humana a través de Jesús de Nazaret, lo cual fue la manifestación de Dios en toda Su plenitud, la manifestación de la Divinidad en carne humana, porque en Jesús moró la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad.

Por eso en Jesús encontramos la trinidad de Dios, encontramos al Padre en Jesús. Cristo dijo: “El Padre que mora en mí.” Encontramos al Espíritu Santo en Jesús, ungido con el Espíritu Santo, cuando Juan el Bautista lo bautizó vino el Espíritu Santo sobre Jesús y permaneció en Jesús.

Y ahora, encontramos que las obras que Jesús hacía eran las obras de Dios, Dios obrando a través de Jesús, Cristo dijo que el hijo no hacía nada y no podía hacer nada sino lo que le mostraba el Padre, eso era lo que el Hijo hacía. Por lo tanto, el que hacía las obras no era el cuerpo de carne de Jesús, sino el que estaba dentro de Jesús, el cual es Dios.

Y ahora, encontramos entonces que Jesús no sanó a nadie, sino que fue Dios a través de Jesús, Jesús no habló nada de sí mismo tampoco, ni hizo nada de sí mismo, fue Dios hablando a través de Jesús.

Y ahora, encontramos que con la Venida del Verbo que era con Dios y era Dios, en el cual estaba Dios en toda Su plenitud, al hacerse carne y habitar en medio del pueblo hebreo y ser conocido el velo de carne por el nombre de Jesús, allí estaba Dios visitando a Su pueblo en carne humana, allí estaba la trinidad de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en un cuerpo de carne manifestado en medio del pueblo hebreo, visitando a Su pueblo en el cumplimiento de la Venida del Mesías.

Los líderes del pueblo hebreo, que son los edificadores religiosos del pueblo hebreo, rechazaron a Cristo, y por consiguiente rechazaron al que venía en medio de ese velo de carne, por lo tanto rechazaron la visitación de Dios. Al rechazar la visitación de Dios rechazaron las bendiciones de Dios que estaban en Jesucristo, y rechazaron el Reino, porque allí estaba el Rey; y el pueblo hebreo al rechazar el Reino, no podía ser restaurado el Reino al pueblo hebreo.

El Reino de Dios en medio del pueblo hebreo no podía ser restaurado porque rechazaron al Rey de ese Reino. Por lo tanto el Reino de David y el Trono de David, que es el Trono de Dios en la Tierra y Reino de Dios en la Tierra, como fue dicho por el mismo rey David... Dice en el capítulo 28 de Primera de Crónicas, verso 5, dice:

Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”

Vean, el Trono del Reino de Dios sobre la Tierra en medio del pueblo hebreo es el Trono de David, por consiguiente el Reino de David es el Reino de Dios en la Tierra. Por eso es que el pueblo hebreo está esperando la restauración del Reino, de ese Reino de David y el Trono de David (porque ese es el Reino de Dios y Trono de Dios en este planeta Tierra).

En el capítulo 29 de Primera de Crónicas, verso 22 al 23 también dice:

Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo...”

Esto fue cuando por segunda vez colocaron la investidura, le dieron la investidura como rey a Salomón, dice:

...y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”

Y ahora, vean ustedes cómo el trono sobre el cual se sentó Salomón dice aquí la Escritura que es el Trono de Jehová. Siendo el Trono de Jehová es el Trono terrenal de Dios en la Tierra, del Reino de Dios terrenal, del Reino de Dios, que es establecido en la Tierra.

Ese Reino va a ser restaurado y ese es el Reino Milenial, será el Reino de Dios en la Tierra, y el Trono sobre el cual estará un Rey que reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, es el Trono de David.

Y ahora, en San Lucas, capítulo 1, verso 30 en adelante, cuando le habla el Arcángel Gabriel a la virgen María, dice:

Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y ahora, podemos ver que el heredero al Trono de David es Cristo. El es el heredero al Trono terrenal de Dios y por consiguiente al Reino terrenal de Dios.

Y ahora, el pueblo hebreo cuando rechazó a Cristo, rechazó el Trono de David para ser restaurado, el Reino de David para ser restaurado, y el Rey que se sentaría en ese Reino y en ese Trono para gobernar.

Ahora, vean lo que sucedió aquí en San Mateo, capítulo 21, versos 42 en adelante, dice:

Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:

La piedra que desecharon los edificadores,

Ha venido a ser cabeza del ángulo.

El Señor ha hecho esto,

Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.

Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”

Y aquí encontramos que el Reino de Dios pasa a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, encontramos que los hijos e hijas de Dios nacen ¿dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo, ahí es donde obtienen el nuevo nacimiento.

En cuanto al nacimiento natural pueden nacer en medio del pueblo hebreo, pueden nacer entre los gentiles y no hay ningún problema, pero cuando escuchan la predicación del Evangelio reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo les da Su Espíritu Santo y obtienen el nuevo nacimiento y nacen en la Casa de Dios, en el pueblo de Dios.

La Casa de Dios como pueblo es la Iglesia del Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento para ser pueblo de Dios las personas tenían que entrar al pacto correspondiente al Antiguo Testamento, y tenían que ser circuncidados los varones y así entraban al pacto de Dios y venían a ser pueblo de Dios.

Y ahora, por medio de Cristo en el Nuevo Testamento bajo el Nuevo Pacto entramos a ser pueblo de Dios cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en agua en Su Nombre, y recibimos Su Espíritu Santo y ahí obtenemos el nuevo nacimiento, obtenemos el cuerpo angelical, y así nacemos en el Reino de Cristo, en la Casa de Dios, la Familia de Dios, y así venimos a ser pueblo de Dios.

Y ahora, ¿dónde está Dios? El está en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia. De edad en edad, Dios en Espíritu Santo, ha estado en Su Iglesia llamando y juntando Sus escogidos de edad en edad, o sea, produciendo el nacimiento de los hijos e hijas de Dios del pueblo de Dios, que es la Iglesia en el Nuevo Testamento, la Iglesia del Señor Jesucristo. Nacemos en la Iglesia de Jesucristo, el pueblo de Dios, como hijos e hijas de Dios.

Y ahora, encontramos que el pueblo hebreo es el pueblo de los siervos, y la Iglesia del Señor Jesucristo es el Israel Celestial que es el pueblo de Dios, de los hijos e hijas de Dios.

Y al entrar al pueblo de Dios estamos dentro del Nuevo Pacto, porque hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, hemos lavado nuestros pecados en Su Sangre, hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y hemos recibido Su Espíritu Santo, y hemos obtenido el nuevo nacimiento y hemos entrado al Nuevo Pacto, y por consiguiente somos pueblo de Dios, donde Dios está manifestado de etapa en etapa en la creación de este pueblo de Dios celestial.

La Iglesia del Señor Jesucristo es el pueblo celestial de Dios, como el pueblo hebreo es el pueblo terrenal de Dios.

Y ahora, encontramos que las bendiciones que el pueblo hebreo rechazó cuando rechazó a Cristo, han pasado a la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso es que Cristo en Apocalipsis hace algo paralelo a lo que Dios ha hecho con Jesús.

Encontramos que Cristo murió, fue sepultado, luego resucitó y ascendió al Cielo victorioso y se sentó en el Trono de Dios, se sentó a la diestra de Dios, y allá está en el Cielo haciendo intercesión como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles al Cuerpo Místico de Cristo, hasta que haya entrado hasta el último escogido de Dios a la Iglesia del Señor Jesucristo, hasta que haya nacido en el pueblo de Dios hasta el último miembro del pueblo de Dios, del Israel Celestial, del pueblo celestial de Dios. San Pablo en Filipenses nos dice en el capítulo 3, verso 20 al 21:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”

¿Por qué nuestra ciudadanía está en los Cielos? Porque somos personas celestiales. “Cual el celestial (Cristo), tales también los celestiales.” Y hemos nacido del Cielo por medio del nuevo nacimiento al recibir el Espíritu Santo. El nuevo nacimiento no se obtiene por medio de nacer de un hombre y de una mujer. Cristo habló a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan diciéndole: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.”

Nicodemo, el cual estaba interesado en el Reino de Dios, le dice: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” Ahí en ese pasaje habla estas cosas Jesús.

Y ahora, encontramos que se requiere nacer de nuevo para poder entrar al Reino de Dios.

Y ahora, toda persona que reciba a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en Su Nombre y recibe el Espíritu Santo ha nacido de nuevo, ha nacido en el Reino de Dios, ha nacido en el pueblo de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, y es un hijo o una hija de Dios, y por consiguiente está en el pueblo donde está ¿quién? Dios.

Dios ha estado en Su Iglesia, Su pueblo celestial, de edad en edad, llamando y juntando Sus escogidos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. En Hebreos, capítulo 12, verso 22 al 23 dice:

Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”

Y ahora, podemos ver aquí que los Primogénitos, la congregación de los Primogénitos que están inscritos en el Cielo, son el pueblo de Dios donde está Dios, y es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por esos Primogénitos escritos en el Cielo, los cuales son manifestados en la Tierra y reciben a Cristo como su Salvador en el tiempo que les toca vivir, y tienen a Cristo en la edad que les toca vivir, Cristo velado y revelado en el Mensajero de la edad que les toca vivir.

Y ahora, veamos también lo que nos dice San Pablo en Efesios, capítulo 2, verso 19 en adelante, dice:

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (miembros de la Familia de Dios, de este pueblo de Dios celestial),

edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”

Y esta Familia de Dios es un Templo Espiritual que va creciendo; así como los niños cuando nacen a medida que van comiendo van creciendo, células van siendo multiplicadas y va así creciendo hasta que llega a la estatura en la cual luego permanece, cuando llega ya a una edad de unos 17 años en adelante.

Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo ha ido creciendo de edad en edad a medida que se ha estado predicando el Evangelio de la Gracia, y las personas han estado recibiendo el Evangelio de la Gracia y han estado recibiendo a Cristo como su Salvador, se han estado comiendo ese Alimento Espiritual, y Cristo ha estado añadiendo a Su Iglesia de edad en edad los que han de ser salvos, y han venido a ser pueblo de Dios, y han venido a estar dentro del pueblo de Dios como miembros del pueblo de Dios.

En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”

Y así también como individuos somos un templo espiritual, somos un lugar de morada de Dios en Espíritu Santo, el Espíritu del Hijo de Dios mora en nosotros, por lo tanto la vida de la Sangre, que es el Espíritu Santo, ha pasado a nosotros.

Y ahora, este pueblo de Dios en el Nuevo Testamento está dentro del Nuevo Pacto, bajo la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Y este pueblo de Dios, donde está Dios, aunque las personas no ven un orden sacerdotal como el orden sacerdotal hebreo, donde se efectuaban sacrificios por el pecado, este pueblo sí tiene un Orden Sacerdotal Celestial, es el Orden Sacerdotal de Melquisedec, del cual Cristo es el Sumo Sacerdote y está en el Cielo con la Sangre de Su propio Sacrificio haciendo intercesión por cada miembro de este pueblo.

Por lo tanto, tenemos un Sumo Sacerdote, el cual es mediador entre Dios y los miembros de este pueblo celestial; por lo tanto, Dios está en medio de Su pueblo, Su Iglesia, la cual está dentro del Nuevo Pacto.

Para ser pueblo de Dios hay que estar dentro de Pacto de Dios que está vigente en el tiempo que a la persona le toca vivir. De edad en edad Cristo ha estado en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, confirmando Su Nuevo Pacto a todo ser humano que lo recibe como su Salvador, y lo coloca dentro de Su pueblo, Su Iglesia, y por consiguiente lo coloca dentro del Nuevo Pacto.

Ninguna persona puede decir que es pueblo de Dios, a menos que esté dentro del Pacto de Dios que está vigente, el cual es el Nuevo Pacto; y la Sangre de ese Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; y en ese pueblo es donde está Dios de edad en edad manifestándose y añadiendo a ese pueblo los que han de ser salvos.

De entre los hebreos ha llamado personas para ser parte de Su pueblo celestial, y de entre los gentiles también ha estado llamando gente para Su pueblo, para Su pueblo celestial, que es Su Iglesia.

Y ahora, ya el pacto antiguo terminó, ya desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario y la venida del Espíritu Santo el Día de Pentecostés, un Nuevo Pacto que Dios había prometido al pueblo hebreo comenzó, es un Pacto de paz. Cristo dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da yo os la doy.”

Es un Pacto de paz, donde hay paz entre Dios y el ser humano, en donde el ser humano es reconciliado con Dios y es hecha la paz entre Dios y el ser humano; ya no estamos en desacuerdo con Dios, en guerra con Dios, sino que estamos en paz con Dios. Cristo ha hecho la paz entre Dios y el ser humano.

Y ahora, toda persona que está dentro del Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo, tiene paz con Dios, está en paz con Dios.

El que no ha recibido a Cristo como su Salvador, no ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y no ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y no ha recibido el Espíritu Santo, no está en paz con Dios, por lo tanto tiene a Dios como enemigo, está en rebelión contra Dios (la persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador), por lo tanto no está reconciliada con Dios, y no puede recibir las bendiciones de Dios. Por lo tanto la ira de Dios está sobre esas personas.

Y ahora, Cristo ha estado llamando del reino de las tinieblas a todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Cristo llevó a cabo la obra de liberación, y de etapa en etapa los llama porque vienen a la Tierra a vivir, pero al vivir en la Tierra, al nacer en esta Tierra, nacen en el reino de las tinieblas.

Por lo tanto, Cristo los liberta, los llama por medio de la predicación del Evangelio de la Gracia y por medio del Espíritu Santo que obra para hacer ese llamado en lo profundo del alma de las personas, y cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en Su Nombre y recibe el Espíritu Santo, la persona ha quedado libertada del reino de las tinieblas y ha sido colocada en el Reino de Cristo nuestro Salvador; como lo dice San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”

Y ahora, vean cómo es que Cristo nos liberta del reino de las tinieblas y nos coloca en Su Reino; y todo esto ocurre porque la Redención es realizada por Cristo, y con Su Sangre El nos redime y El nos perdona y nos limpia de todo pecado, y así nacemos en el pueblo de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, el Cuerpo Místico de Jesucristo que como pueblo es el pueblo de Dios del Nuevo Testamento dentro del Nuevo Pacto cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto.

Por lo tanto, todos los que están en el pueblo de Dios, la Iglesia de Jesucristo han nacido de nuevo, se viene a formar parte del pueblo de Dios al nacer de nuevo.

Y ahora, podemos ver dónde es que está Dios, y podemos ver lo que está haciendo de edad en edad: está llevando a cabo la Obra de la creación de Su pueblo y ha estado produciendo el nacimiento de todos los hijos e hijas de Dios pertenecientes al pueblo de Dios.

Y ahora, en el pueblo hebreo Dios reflejó lo que El haría con Su pueblo Celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y también en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón está reflejado el pueblo Celestial de Dios.

Por eso encontramos en Hebreos, capítulo 9, las palabras de San Pablo, comenzando desde el verso 8 en adelante... comenzando desde el verso 18 en adelante del capítulo 9 de Hebreos, dice San Pablo:

De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.

Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,

diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.

Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.

Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.”

Y ahora, el pueblo Celestial es purificado con un Sacrificio mejor: el Sacrificio de Cristo, y es limpiado de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, pero fue tipificado en el tabernáculo que Moisés construyó; y Moisés al rociar la sangre sobre el tabernáculo y sobre todo el pueblo, está tipificando lo que Cristo con Su propia Sangre haría con el Templo Espiritual, Celestial, con Su Templo Espiritual, que es Su Iglesia; con Su Sacrificio perfecto El purificaría y limpiaría de todo pecado ese Templo Espiritual, Su Iglesia, el Pueblo de Dios, donde mora Dios.

Y ahora, encontramos que así como Dios en el Antiguo Testamento, Jehová en el Antiguo Testamento tenía Su Angel, el cual fue el instrumento de Dios a través del cual Dios obró, pero que usó velos de carne a través del cual Dios obró con Su Angel, Su cuerpo angelical. Y ahora Cristo en el Nuevo Testamento dice que tiene Su Angel, dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

El Rvdo. William Branham hablando de este Angel dice que este es un espíritu de Profeta, el cual le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis.

Así como el Angel de Jehová (el cual es Cristo) estuvo en el Antiguo Testamento en medio del pueblo de Dios, el pueblo hebreo, ahora encontramos que Cristo ha enviado Su Angel y es el Angel que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis.

Este Angel ha estado en la Iglesia de Jesucristo, vean ustedes, en el tiempo de Juan estaba y le dio la revelación apocalíptica.

Pero así como el Angel de Jehová se hizo carne, habitó en medio del pueblo hebreo en carne humana, este Angel del Señor Jesucristo tiene que aparecer en el tiempo final en carne humana, para traer a la Iglesia de Jesucristo, el pueblo de Dios el Mensaje final de Cristo.

Y con esa manifestación de Cristo en Su Angel, completará Cristo el número de Su pueblo, llamará y juntará con gran Voz de Trompeta a Sus escogidos del Día Postrero, de entre los gentiles, para formar la parte final del pueblo donde está Dios, para formar la parte final de la Iglesia de Jesucristo, que es la parte de la Edad de la Piedra Angular.

Y luego llamará y juntará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, los cuales van a ver a Cristo en Su pueblo, Su Iglesia en este tiempo final, verán a Cristo en Su Iglesia manifestado para este tiempo final, porque Cristo viene por Su Iglesia, y los hebreos lo van a ver en medio de Su Iglesia y van a decir: “Este es el que nosotros estábamos esperando.”

Y ahora, Cristo ha estado y está en medio de Su pueblo, Su Iglesia y estará en medio de Su Iglesia por el Milenio y por toda la eternidad, porque El la llevará con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo y la llevará luego al Reino Milenial y la tendrá por toda la eternidad, porque ese es el pueblo donde Dios está; Dios en Espíritu Santo está en medio de Su pueblo, Su Iglesia.

Y ahora, Su pueblo está dentro del Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo, recibiendo las bendiciones espirituales de Dios, y también recibimos bendiciones materiales; pero las bendiciones materiales grandes las vamos a recibir comenzando con la transformación de nuestro cuerpo; cuando tengamos el nuevo cuerpo esa será la bendición más grande que habríamos de recibir y con esa bendición y esa bendición estarán ligadas todas las bendiciones que Dios tendrá para todos nosotros como creyentes en Cristo, como miembros de Su pueblo Celestial.

Y ahora, todo lo que Dios, el Padre hizo con Cristo sentándolo en Su Trono, vean, se tuvo que hacer carne el Angel de Jehová, el Angel del Pacto para tener la victoria y luego sentarse en el Trono del Padre. El tuvo que pasar por esta dimensión terrenal en carne humana para ser adoptado y sentarse en el Trono del Padre.

En el Nuevo Testamento Cristo envía Su Angel y ese Angel en el Día Postrero tendrá que venir en carne humana para tener el ministerio del Día Postrero y ser adoptado en el Día Postrero y cumplirse en El la promesa de Cristo.

Al que venciere yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en Su trono.” (Nota - Apocalipsis 3:21). Ese será el que se sentará con Cristo en Su Trono.

Y ahora, eso Cristo lo hará en la forma que el Padre lo hizo en el Cielo, Cristo lo hará en la Tierra en el Trono de David y Reino de David que será el Reino Milenial de Cristo. También en la misma forma en que el Padre le dio toda autoridad y poder a Cristo en el Cielo, pues Cristo en el capítulo 28, verso 18 de San Mateo, dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.”

Y ahora, Cristo es el Rey en el Cielo y en la Tierra, en toda la creación, porque El está a la diestra de Dios, por lo tanto todo el poder de Dios es manifestado por medio de Jesucristo nuestro Salvador, y por medio de Jesucristo es que Dios reina en los Cielos.

Y ahora, Cristo dice en Apocalipsis 22, verso... les había citado Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, les había citado primero:

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Y en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 27, dice:

Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”

¿Ven?, como Cristo recibió esa autoridad del Padre (y tiene autoridad en los Cielos y en la Tierra), ahora Cristo otorga esa autoridad en la Tierra al Vencedor.

Todo esto tiene que ver con el Reino Milenial, porque al que El le extenderá esta autoridad sobre todas las naciones, pueblos y lenguas, es el que se sentará con Cristo en Su Trono, es el Siervo fiel y prudente al cual Cristo pondrá sobre todos Sus bienes.

Y por consiguiente con esta manifestación de Cristo para ese Reino Milenial, será que se va a consolidar el reino del Norte compuesto por las diez tribus de Israel, con el reino del Sur compuesto por las dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín.

La tribu de Judá y Benjamín, eso es palo de Judá, y la tribu del Norte, eso es la tribu de José; el palo de José corresponde a Efraín, por eso es: palo de Efraín o palo de José en la mano de Efraín. En Ezequiel 37, donde nos habla de la restauración del pueblo hebreo, nos habla estas cosas y nos muestra: palo de Judá y palo de Efraín.

Y ahora, todo esto está hablándonos de la consolidación de los dos reinos en los cuales fue divido el reino de Israel, que es el Reino de Jehová sobre el pueblo hebreo.

Y ahora, el palo de José en la mano de Efraín y el palo de Judá, eso nos habla de esos dos reinos y de los herederos a esos dos reinos, y esos dos tronos; pero Dios que dividió ese reino en dos y se establecieron dos reyes y dos tronos, ahora va a consolidarlo en uno solo.

Y esto es para este tiempo final cuando se complete la Iglesia de Jesucristo, seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, luego cuando regresemos para el Milenio, ahí se establecerá el Reino Milenial, ahí estaremos con Cristo reinando en medio del pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Y ahora, encontramos que el Reino Milenial de Cristo gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Ahí tenemos palo de Judá y palo de José en la mano de Efraín, por eso esos dos palos, vean ustedes, estarán juntos y será un solo reino, y ese Reino será el que dominará el Planeta Tierra completo.

Así la piedra no cortada de manos de Daniel, capítulo 2, crecerá y será un monte alto, grande, que llenará toda la Tierra, o sea, un reino que gobernará toda la Tierra. Ese es el Imperio del Mesías, ese es el Reino teocrático de Cristo, el cual será un Reino teocrático divino consolidado con la Monarquía.

Por lo tanto, en ese Reino es que el pueblo donde está Dios, la Iglesia de Jesucristo tendrá sus bendiciones físicas en su plenitud.

Ahí es donde tendremos las posiciones más importantes de ese Reino y en ese Reino; aunque en la actualidad no tengamos posiciones importantes, en ese Reino tendremos las posiciones de Reyes, Sacerdotes y Jueces, y todo del Orden Celestial que es el Orden de Melquisedec, el cual es Rey de Salem (o sea, de Jerusalén), Rey de paz y Rey de justicia, y El es el Rey de reyes y Señor de señores.

Por lo tanto, Cristo en ese Reino que El establecerá tendrá establecido no el orden sacerdotal Levítico, sino el Orden Sacerdotal Celestial de Melquisedec; y también el Orden de la Monarquía Celestial estará establecido, que es el Orden de Melquisedec, que fue reflejado en el Reino de David.

Por lo tanto, el David mayor, que es Cristo en Su Reino, tendrá establecido ese Orden Celestial en la Tierra; el Orden del Reino Celestial será establecido en la Tierra, y desde el Cielo vendrán las bendiciones del Cielo al Reino Milenial de Cristo.

Se fusionará ese reino terrenal con el Reino Celestial, y por consiguiente aquí en la Tierra se estará administrando las cosas del Cielo, del Reino Celestial, estarán siendo administradas en la Tierra para los seres humanos.

Por lo tanto, en el Reino Milenial cuando quieran ver un Rey ¿a quiénes van a buscar? Pues a uno de los miembros del pueblo de Dios Celestial; cuando quieran ver o hablar con un Sacerdote para algo ¿a quién van a buscar? A uno de los miembros del pueblo donde está Dios, a uno de los miembros del pueblo Celestial; y cuando necesiten un Juez ¿a quién van a buscar? A uno de los miembros del pueblo Celestial, porque el orden político de la monarquía de ese Reino, el orden religioso sacerdotal de ese Reino y el orden del poder judicial de ese Reino corresponden al pueblo donde está Dios, el pueblo Celestial de Dios.

Y por cuanto el pueblo hebreo es el pueblo terrenal compuesto por los siervos, entonces ahí vamos a estar nosotros en medio del pueblo hebreo.

El grupo más importante en medio del pueblo hebreo será el grupo de personas que componen el Israel Celestial; por lo tanto el pueblo hebreo tendrá el privilegio de tener en su medio a las personas más importantes del Cielo, que son los miembros del pueblo donde está Dios, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Estaremos en cuerpos glorificados eternos, inmortales, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y por consiguiente ese es el pueblo que tendrá la administración de ese Reino, ese es el gabinete del Reino de Cristo nuestro Salvador.

La Iglesia del Señor Jesucristo es la Reina, Cristo es el Rey, por lo tanto reinaremos con Cristo por el Milenio y luego por toda la eternidad, ¿por qué? Porque somos miembros del pueblo donde está Dios.

Por lo tanto, oramos al Padre Celestial, a Dios, en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo, y Cristo dijo: “Todo lo que pidieres al Padre en mi Nombre, yo lo haré.” También El dice: “El Padre lo dará.” Por lo tanto, podemos pedir confiadamente a Dios en el Nombre del Señor Jesucristo y Dios, el Padre, nos concederá lo que le pidamos.

Cristo está haciendo intercesión por nosotros; y por toda petición que nosotros hacemos al Padre, Cristo intercede para que sea concedida esa petición. El es el Sumo Pontífice de nuestra confesión, por lo tanto todo lo que nosotros confesamos creyéndolo de toda nuestra alma, Cristo intercede para que sea así.

Por lo tanto, así como obtenemos el perdón de nuestros pecados al confesar a Cristo nuestros pecados, El nos limpia de todo pecado, porque El es el Sumo pontífice de nuestra confesión, para hacer intercesión por nosotros, para que sea concedida nuestra petición.

A nosotros nos toca creer con toda nuestra alma lo que le pedimos a El, sabiendo que El nos concederá las peticiones de nuestro corazón, y Cristo se encargará de interceder para que sea posible lo que le pedimos.

Por lo tanto, luego de pedir, de hacer una petición a Dios en Nombre de Jesucristo, pedir al Padre en Nombre de Jesucristo, el próximo paso para nosotros es: esperar con paciencia el cumplimiento, creyendo que así será, creyéndolo con toda nuestra alma; lo otro le toca a Cristo cumplirlo.

Ahora, recuerden que es nuestra fe la que hace que se cumpla para nosotros y en nosotros lo que El ha prometido para nosotros, la fe hace que se cumpla.

Vean ustedes el caso de Pedro cuando se estaba hundiendo: cuando él quiso caminar sobre el mar, porque vio a Cristo caminando sobre el mar y le dijo: “Si tú eres, dí que yo vaya a ti caminando también sobre el mar, sobre las aguas (eso fue en aquella tempestad donde la embarcación por poco perece).” Y Cristo le dice: “Ven.” Y Pedro comenzó a caminar bien sobre el mar ¿por qué? Porque él creyó, su fe estaba a un nivel alto, a tal grado que podía caminar sobre el mar; pero luego cuando vio las olas tan grandes, vio las circunstancias que le rodeaban, las dificultades, los problemas que estaban a su alrededor, tuvo miedo y ahí dudó, su fe bajó; y cuando baja la fe, baja la persona también a donde baja la fe; por lo tanto la fe de Pedro bajó, dudó, y entonces comenzó a hundirse, se hundió.

Y clama a Cristo diciéndole: “Señor, sálvame que perezco.” Cristo extendió Su mano, lo sacó y le dice: “Hombre de poca fe ¿por qué dudaste?” ¿Ven? Si no dudaba, pues seguía caminando sobre el mar.

Por lo tanto, no importan los problemas que usted vea, siga confiando en Cristo, creyendo en El, sabiendo que continuará caminando hacia adelante con Cristo hasta que seamos transformados.

No dude en ningún momento, ¿ven? Siempre mantenga su fe al nivel más alto, creyendo con toda su alma, no importa las circunstancias que le rodeen, aunque sean negativas.

Y ahora, vean que Cristo en una ocasión a una persona que vino a El, y le dijo que él... que si lo sanaba, Cristo le dice: “Si crees, si crees puedes ser salvo.” Cristo quería sanar a todo el mundo, pero depende de la fe de la persona, porque la fe de la persona es como un imán que agarra esa bendición.

Y ahora, Cristo no podía sanar a ninguna persona que no creyera, dice que cuando estuvo en Nazaret donde se había criado, por causa de incredulidad no pudo hacer muchas señales, por la incredulidad de ellos no podía hacer muchas señales, solamente en aquellos que creían podía efectuar la sanidad de ellos.

Sin fe es imposible agradar a Dios, y si no agrada a Dios la persona cómo va a esperar que lo sane. Pero con fe sí agrada a Dios y recibe Su bendición. Esto es también bendiciones espirituales y bendiciones físicas para las personas.

Ahora, nuestro tema ha sido: “EL PUEBLO DONDE ESTÁ DIOS.”

Y la pregunta es: ¿cuál es el pueblo donde está Dios? ¿Quiénes son esas personas que pertenecen a ese pueblo donde está Dios? (Nota - La congregación responde: “Amén.”) Somos nosotros, creyentes en Cristo redimidos por la Sangre de Cristo, bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y habiendo recibido Su Espíritu Santo hemos recibido el nuevo nacimiento y hemos recibido el cuerpo angelical, y hemos nacido como hijos e hijas de Dios en el pueblo donde está Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, ese es el pueblo donde está Dios, ese es el Israel Celestial del Nuevo Testamento.

Por lo tanto, llevando el Mensaje por todos los lugares, Cristo llama y junta a todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero y produce el nuevo nacimiento en ellos y nacen en el pueblo donde está Dios los hijos e hijas de Dios.

Y cuando haya nacido en el Reino de Cristo, en el pueblo donde está Dios hasta el último hijo e hija de Dios, se habrá completado el pueblo donde está Dios; y todos desearíamos que se complete con familiares nuestros, ¿y cómo puede ser posible eso? Pues llevándoles el Mensaje a ellos, si ellos lo reciben y Cristo los llama y produce en ellos el nuevo nacimiento, vienen a formar parte del pueblo donde está Dios.

También nuestros niños que nacen en nuestros hogares vienen a formar parte del pueblo donde está Dios, por eso los presentamos a Cristo para que los reciba y los bendiga y los coloque ¿dónde? En el pueblo donde está Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual se encuentra en la etapa final, la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora, ¿dónde están naciendo los hijos e hijas de Dios en el pueblo donde está Dios? Están naciendo en la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Por lo tanto, sirviendo a Cristo con toda nuestra alma en el pueblo donde está Dios, en la Iglesia de Jesucristo, esperamos pronto nuestra transformación, porque esa es la meta de Cristo: que todos seamos a imagen y semejanza Suya con un cuerpo físico glorificado, así como con un cuerpo angelical teofánico que El nos ha dado al darnos Su Espíritu Santo.

Así que, sirviendo a Cristo nuestro Salvador en el Templo donde está Dios, estamos seguros y podemos estar esperando todas las bendiciones de Cristo y estar esperando nuestra transformación.

El pueblo donde está Dios es el pueblo que tiene todas las bendiciones del Cielo. Por eso las bendiciones para el Reino Milenial dependen de Cristo y Su Iglesia, Su pueblo Celestial, para ser materializadas y cumplidas en medio del pueblo hebreo y en medio de todas las naciones en el Reino Milenial.

La Iglesia del Señor Jesucristo que es el pueblo donde está Dios en Espíritu Santo, es el pueblo más importante que Dios tiene en esta Tierra, es un pueblo Celestial, es un pueblo que ha estado naciendo de edad en edad, o sea, las personas que componen ese pueblo han estado naciendo en ese Reino, en ese pueblo de edad en edad, y han estado obteniendo el cuerpo angelical primero y luego obtendremos el cuerpo físico glorificado, y entonces seremos el pueblo donde está Dios con Vida eterna no solamente espiritual sino Vida eterna física también.

El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Nota- San Juan 5:24).

Y ahora, para el pueblo donde está Dios hay grandes bendiciones para este tiempo final. Y para nuestra transformación tenemos la promesa de que El nos dará la fe, la revelación del Rapto, la revelación para ser transformados y raptados, que es la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo.

Ese es el misterio más grande de todos los misterios, pero por cuanto Dios obra en simplicidad y obró la Primera Venida de Cristo en simplicidad, la Segunda Venida de Cristo será obrada en simplicidad también.

Por lo tanto, para este tiempo final la revelación para nuestra transformación es la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Venida del Señor, es la revelación que nos dará la bendición de nuestra transformación.

Por lo tanto, los escogidos de Dios del Día Postrero estarán creyendo con toda su alma esa revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Venida del Señor para el Día Postrero, conforme a como está establecido en las promesas de la Segunda Venida de Cristo.

Y obtendremos nuestra transformación. Todas estas bendiciones son para el pueblo donde está Dios, ahí es donde Dios envía Sus bendiciones.

Y ahora, ¿dónde están las personas que componen el pueblo donde está Dios? (Nota - La congregación responde: “Amén.”) Aquí estamos en esta ocasión escuchando Su Voz en la edad que nos ha tocado vivir, Su Voz, Su gran Voz de Trompeta llamando y juntando a Sus escogidos de este tiempo final.

Por lo tanto, pueblo de Dios: Que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto Cristo complete Su pueblo, Su Iglesia, y Cristo resucite a los muertos creyentes en El y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL PUEBLO DONDE ESTÁ DIOS.”

El domingo próximo tendremos como tema: “EL DIOS ILIMITADO (o sea, el Dios que no tiene límites, el Dios sin limitaciones).”

Estaré con ustedes el próximo domingo, oren mucho por mí, para que El me dé todo lo que debo hablar el próximo domingo.

En este tema de hoy aún hay cosas muy importantes ahí, pero que en otra ocasión ustedes las encontrarán en otros Mensajes, todas las cosas que tienen que ver con el Reino Milenial de Cristo, y la posición que ustedes ocuparán en ese Reino y la posición que yo ocuparé en ese Reino, y la posición que ocuparán los Apóstoles y la gente de aquel tiempo (creyentes en Cristo) y los Angeles Mensajeros de las diferentes edades, y el grupo de cada edad con el Mensajero de cada edad.

Va a ser algo grande y maravilloso lo que tendrá el pueblo de Dios, el Israel Celestial, el pueblo donde está Dios, lo que tendrá en el Reino Milenial será algo tan grande que lo que sufrimos aquí en esta Tierra no es comparable con lo que hemos de tener en el Reino Milenial.

Por lo tanto, nos esforzamos estando en estos cuerpos porque ya cuando estemos en el nuevo cuerpo no tendremos que esforzarnos, todo será más fácil.

Bueno, que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención y nos vemos el domingo Dios mediante en la actividad que tendremos bajo el tema: “EL DIOS ILIMITADO.”

Dejo nuevamente con nosotros a nuestro amigo y hermano José Benjamín Pérez para continuar y tener algún cántico, y luego la oración de despedida.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

EL PUEBLO DONDE ESTÁ DIOS.”