55 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | rm | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El Fiel Ministro de Cristo | 2002-08-05 | 1 | Santiago de Cali | Valle del Cauca | CO | 01:23:52 | false | true |
Un saludos a todos los ministros reunidos en África, continente africano, y de todos los lugares de todos los países correspondientes al continente africano. Que las bendiciones de Cristo sean sobre todos ustedes ministros de la Iglesia de Jesucristo del continente africano. Es para mí una bendición grande saludarlos a todos ustedes, y también a los que están aquí en Cali, Colombia, en esta reunión de ministros.
Que las bendiciones de Cristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos use grandemente en Su Obra en este tiempo final, como siervos fieles y prudentes, trabajando brazo a brazo en el Cuerpo Místico de Cristo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Para esta ocasión tenemos la lectura bíblica en Colosenses, capítulo 1, versos 1 en adelante, donde San Pablo dice:
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,
a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos,
a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio,
que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y
lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,
como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros,
quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es, en esta reunión de ministros: “EL FIEL MINISTRO DE CRISTO.”
Así como Pablo, el gran Apóstol del Señor es un Siervo fiel, un ministro fiel de Cristo.
Y ahora, en el capítulo 4, verso 12, dice (Pablo dice):
“Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo.”
Y ahora: “EL FIEL MINISTRO DE CRISTO.”
Así como Pablo fue un fiel ministro de Cristo y también Epafras fue un fiel ministro de Cristo, ahora Cristo ha tenido y tiene en la actualidad ministros fieles, siervos fieles que trabajan en la Obra de Cristo todos los días de su vida.
Y ahora, un ministro fiel a Cristo es un Siervo fiel a Cristo. Epafras era consiervo de Pablo, porque era un Siervo de Cristo, como Pablo era un Siervo de Cristo y por consiguiente eran consiervos que eran compañeros de trabajo en el Cuerpo Místico de Cristo. Así como el Angel del Señor Jesucristo cuando le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis, Juan quiso adorarlo en Apocalipsis, capítulo 19, verso 10, y dice:
“Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”
Y ahora, aquí el Angel del Señor Jesucristo se identifica como consiervo de Juan el Apóstol: “Yo soy consiervo tuyo.”
O sea, así como Juan el Apóstol es un Siervo de Cristo que trabajó en el Cuerpo Místico de Cristo, el Angel del Señor Jesucristo es un consiervo de Juan, por lo tanto es un siervo de Cristo, un ministro de Cristo; así como Juan era un ministro del Señor Jesucristo trabajando en la Obra de Cristo.
En el capítulo 22, verso 6 al 10, también nos habla Juan el Apóstol aquí diciendo lo que le fue revelado, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.
Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.”
Y ahora, el Angel del Señor Jesucristo se identifica también de nuevo como consiervo de Juan el Apóstol y consiervo de los Profetas y consiervo de todos los que guardan las palabras de este libro.
Y ahora, podemos ver que un consiervo es un siervo de Cristo que trabaja en común acuerdo, en compañerismo, brazo a brazo con otros siervos de Cristo, por lo tanto son colegas, consiervos.
Y ahora, el ministro fiel de Cristo en cada edad es un siervo de Cristo que trabaja en compañerismo con los otros siervos de Cristo, y por consiguiente tiene muchos consiervos, y él es consiervo de otros siervos de Cristo. Y de edad en edad encontramos que Cristo ha enviado un Mensajero para cada edad, al cual viene la revelación de Su Palabra para Su Iglesia; en ese Mensajero viene velado y revelado Cristo en Espíritu Santo; y por medio de ese Mensajero Cristo habla a Su Iglesia y le habla al mundo también, le habla al trigo y le habla a la cizaña, le habla a las vírgenes prudentes y le habla a las vírgenes insensatas.
Por medio de ese Mensajero Cristo llama y junta a Sus escogidos correspondientes a cada edad, y junto a ese Mensajero Cristo coloca fieles y maravillosos colaboradores, siervos de Cristo que trabajan con ese siervo de Cristo, y por consiguiente vienen a ser consiervos de ese Mensajero que Cristo ha enviado para ese tiempo.
Y esos consiervos del Mensajero correspondiente a cada edad, trabajan brazo a brazo con ese Mensajero y llevan el Mensaje por todos los lugares. Con ese Mensaje llegando a los oídos y el corazón de las personas viene el llamado de Cristo, del Espíritu Santo, para todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Y en cada edad llama y junta los escogidos de cada edad en la edad correspondiente, y así son unidos con el Mensajero de cada edad todos los escogidos correspondientes a cada edad; y por consiguiente están escuchando la Voz de Cristo en Espíritu Santo a través del Mensajero de cada edad. Esa es la forma, el Programa, que Cristo ha estado llevando a cabo de edad en edad.
Vean cómo fue que en el Antiguo Testamento Dios estuvo hablando al pueblo, en Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, dice... recuerden que el pueblo hebreo no quería escuchar los Profetas de Dios, y vean lo que sucedió; cuando no querían escuchar a los Profetas de Dios, no querían escuchar por consiguiente, ¿a quién? Al que estaba en esos Profetas, o sea, a Dios. Dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros.”
Vean, las palabras que Dios enviaba por medio de Su Espíritu Santo, a través ¿de quién? De los Profetas. Siempre Dios ha tenido un instrumento de carne, un Profeta en la Tierra, al cual ha venido Dios en Espíritu Santo y ha ungido a ese hombre, y por medio de ese hombre ha traído la Palabra revelada correspondiente a cada tiempo.
Y cuando las personas no quieren escuchar a ese hombre, porque dicen: “Nosotros no queremos escuchar a ningún hombre.” Si no quieren escuchar a ese hombre que Dios ha enviado, no quieren escuchar a Dios, porque Dios está en ese hombre, está ungido con el Espíritu Santo ese hombre, y por consiguiente ese hombre habla la Palabra de Dios, es el Espíritu Santo hablando por medio de ese hombre.
Ahora vean lo que sucedió: “...vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.” Vean, Dios queda enojado con el pueblo que no quiere escuchar la Voz de Dios a través del Profeta que Dios ha enviado.
Vean aquí en el capítulo 18 de Deuteronomio, versos 15 en adelante, dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.”
¿A quién dice Dios que escuchen? Al profeta que El envía, ¿por qué? Porque en ese Profeta está Dios en Espíritu Santo manifestado hablando al pueblo Suyo. Esa es la forma en que Dios habla a Su pueblo. En el verso 18 y 19 de este mismo capítulo 18 de Deuteronomio, dice:
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (o sea, como Moisés); y pondré mis palabras en su boca...”
Y ahora, toda persona quiere escuchar la Voz de Dios, y vean lo sencillo que es escuchar la Voz de Dios. Escuchar al hombre, al Profeta que Dios envía para el tiempo en que la persona vive,
es escuchar la Voz de Dios, escuchar a Dios hablando a través de labios humanos, y dándole al pueblo Su Palabra, el Mensaje que el pueblo necesita escuchar.
“...y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
Y en el libro de los Hechos, capítulo 13, verso 22 al 23, dice... Pedro citando esas palabras dice que cualquiera que no oyere a este Profeta, será desarraigado del pueblo.
Y ahora, esta profecía se cumple en cada Profeta que Dios envía, y se cumplió plenamente en Jesucristo, y se cumplió en los Apóstoles y se cumplió en los siete Angeles Mensajeros, y se cumple en el Angel del Señor Jesucristo en el Día Postrero; porque es Cristo, el Espíritu Santo hablándole a Su pueblo, el pueblo hebreo, y luego en el Nuevo Testamento hablándole a Su Iglesia, y también hablándole a toda la humanidad.
Y ahora, es por medio de seres humanos que viene la Palabra de Dios como siempre ha venido. Usted tiene una Biblia, y usted sabe que la Biblia ha sido escrita porque hombres de Dios recibieron la revelación divina y escribieron la Biblia.
Y ahora, encontramos que toda revelación divina tiene que venir al ser humano, a la raza humana por medio de un Mensajero de Dios, por medio de un Profeta. “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos ¿a quiénes? A Sus siervos Sus Profetas.” Dice Amos, capítulo 3, verso 7.
Y ahora, esos Profetas que Dios ha enviado en el Antiguo Testamento fueron fieles ministros de Cristo, y los que trabajaron brazo a brazo con ellos fueron siervos ministros de Cristo. Cuando decimos CRISTO, Cristo en el Antiguo Testamento es el Angel de Jehová, y Cristo en el Nuevo Testamento es el Angel de Jehová que se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo.
Y ahora, para este tiempo en que vivimos, así como hubo fieles ministros de Cristo que trabajaron brazo a brazo con el Mensajero que Dios envió, que es el ministro principal correspondiente a cada edad, porque a ése es que viene la revelación divina, y de ése pasa a los demás ministros.
Y ahora para nuestro tiempo si Dios ha prometido traernos una revelación divina, la cual es la revelación divina del Séptimo Sello, la cual está prometida para venir a la Iglesia por medio de los siete truenos de Apocalipsis 10, tiene que entonces Cristo tener un ministro, Siervo fiel y prudente, un Mensajero, y con ese Mensajero tiene que tener Siervos fieles y prudentes que serán sus consiervos que trabajarán en la Obra de Cristo en este tiempo final.
Y ahora, para este tiempo final es que la promesa de Cristo: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las Iglesias.” (Apocalipsis 22, verso 16), se tiene que cumplir en carne humana. En el tiempo de Juan el Apóstol, este Angel estaba en su cuerpo angelical y ministró la Palabra de Cristo a Juan el Apóstol. Así como el Angel de Jehová, que es Cristo en el Antiguo Testamento, estando en Su cuerpo angelical ministró la Palabra de Dios, y dio la revelación divina, la Palabra, a los Profetas del Antiguo Testamento.
Y ahora, aquí el Angel del Señor Jesucristo, el Siervo de Cristo, da a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis, y cuando Juan quiere adorarlo él le dice: “No lo hagas, yo soy consiervo tuyo.” Por lo tanto, es un siervo de Jesucristo nuestro Salvador. No es el Señor Jesucristo, pero en él y a través de él Cristo en Espíritu Santo se manifiesta y trae la revelación divina correspondiente al tiempo en que el pueblo tiene que recibir esa revelación divina.
Por lo tanto, la revelación divina de Cristo para su pueblo, a través del Angel del Señor Jesucristo, contiene todos los misterios que estarían manifestados durante la Dispensación de la Gracia y durante la Dispensación del Reino.
Por lo tanto, ese Angel conocerá todos esos misterios y podrá señalarlos en el mismo libro del Apocalipsis, y podrá señalar el cumplimiento de esos misterios que ya se han realizado, y también podrá abrir el misterio de los que todavía no han sido cumplidos. Pero de seguro él se reservará la revelación divina de algunos que no han sido cumplidos, para que no se estorbe el cumplimiento de ellos.
Ahora, ese Angel del Señor Jesucristo ya hemos visto que es un Mensajero Siervo de Cristo, por eso no aceptó la adoración que Juan el Apóstol quiso ofrecerle.
En el libro de “Los Sellos,” el Rvdo. William Branham dice en la página 301 y 302, dice de la siguiente manera, hablando de ese Angel dice:
“Noten bien: En el tiempo cuando Dios iba a librar al mundo antes del diluvio, El mandó un águila (Recuerden que las águilas representan a los Profetas de Dios, y también Dios es tipificado en el águila). Cuando decidió librar a Israel, también mandó un águila (Vean, en el tiempo para el diluvio mandó a Noé, un águila, un profeta; cuando fue a libertar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, mandó un águila, o sea, al Profeta Moisés). ¿No cree Ud. que cuando Juan estaba en la Isla de Patmos, este mensaje era tan perfecto que aun no podía ser confiado a un Angel?”
Ahora, vean porqué el águila representa a los Profetas y representa también a Dios, y representa a Cristo. Así como el cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificaba, representaba a Cristo; y como el macho cabrío también representa a Cristo. ¿Ven? O sea, que son los tipos y figuras en donde en la misma creación de Dios está el equivalente o el reflejo de lo que hay en el Programa de Dios en medio de Su pueblo.
Las ovejas de sacrificio, el cordero de sacrificio, pues representa a Cristo; el macho cabrío de la expiación representa a Cristo; el otro macho cabrío que no era sacrificado representa también a Cristo, y así por el estilo. Y todos los sacrificios que de los animalitos que realizaban, representan a Cristo. Cuando vino Cristo ahí estaba el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, por lo tanto ya no se requerían los animalitos porque ya estaba aquél que se había reflejado, que había sido tipificado en aquellos animalitos.
¿Pero no era un Cordero de Dios, un cordero el que Juan estaba presentando? Y cuando la gente mira es un hombre. Así es en Apocalipsis también, capítulo 5, cuando le fue dicho a Juan: “No llores, he aquí el León de la Tribu de Judá, el cual ha prevalecido para tomar el libro y abrir sus sellos.” Cuando Juan mira, ve un Cordero como inmolado, está viendo a Jesucristo nuestro Salvador, al cual Juan había conocido como el Cordero de Dios, pero nunca lo había conocido como el León de la Tribu de Judá.
Ahora, como Cordero de Dios, El hace la Obra de Redención, como León de la Tribu de Judá El hace la Obra de Reclamo, como Rey de reyes y Señor de señores e Hijo de David. Ahora, continuemos aquí, dice:
“Ahora, un ángel es un mensajero, pero ¿sabía Ud. que aquel mensajero era un profeta? (¿Ven? Está hablando del Angel del Señor Jesucristo de Apocalipsis, el cual le dio a Juan la revelación del Apocalipsis)... ¿sabía Ud. que aquel mensajero era un profeta? ¿Lo creen? Vamos a probarlo. Veamos Apocalipsis 22:9 para ver si no fue un águila. El era un ángel, un mensajero, pero era un profeta, el cual reveló a Juan completamente este libro de Apocalipsis. Ahora veamos lo que Juan vio:
Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas. Y después que hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Y él (el ángel) me dijo: Mira que no lo hagas (ningún verdadero profeta recibiría adoración, o mensajero cualquiera): porque yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. (Apocalipsis 22:8-9).”
El Angel no aceptó la adoración que Juan le estaba ofreciendo. Esto está en Apocalipsis, capítulo 22, verso 9. ¿Por qué no la aceptó? Porque él no es Jesucristo, él es el siervo del Señor Jesucristo enviado para darle a Juan la revelación del Apocalipsis.
“Ahora, el Libro era tan importante, y es la Palabra de Dios.
¡Cuidado! Cuando la Palabra de Dios es revelada, tiene que ser traída por el profeta porque solamente a él llega la Palabra de Dios.”
Por lo tanto, en todo tiempo en que el pueblo esté esperando la revelación divina, tiene que Dios enviar un Mensajero. Para este tiempo final tenemos la promesa de que El tendrá en medio de Su Iglesia a Su Angel, enviará a Su Angel. Este Angel que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis lo enviará en carne humana, y ése será el fiel ministro de Cristo como Mensajero para la Iglesia del Señor Jesucristo, en quien estará el Espíritu de Cristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, Cristo con esa Voz de Trompeta, dice:
“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Y ahora, ¿dónde vamos a subir para poder escuchar la Voz de Cristo y obtener el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto? Tenemos que subir a una edad donde Cristo esté hablando a través de un Mensajero. Ya no pudimos subir a la primera edad, porque ya esa edad pasó y su Mensajero fue San Pablo, ni a la segunda edad, ni a la tercera, ni a la cuarta, ni a la quinta, ni a la sexta, ni a la séptima, porque ya el de la séptima fue el Rvdo. William Branham y ya se fue; hay que subir más arriba, hay que subir a la Edad de la Piedra Angular, donde estará el Espíritu Santo manifestado hablándole a Su pueblo; y ahí es donde él coloca a Su Angel Mensajero.
Vean, ahora vamos a ver cómo es que va a dar a conocer estas cosas que deben suceder pronto, por medio de quién. Dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Y ahora, ¿por medio de quién es que van a ser dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? Aquí Cristo dice que es por medio de Su Angel. Para eso lo envía: para dar a conocer estas cosas que deben suceder pronto. En Apocalipsis 22, verso 16 también dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias (El viene dando testimonio de estas cosas en las iglesias).”
Y ahora vean, El dice, sigue diciendo:
“Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Y ahora, junto a ese Siervo fiel y prudente en el Día Postrero estarán ¿quiénes? Los siervos fieles y prudentes que vendrán a ser consiervos del Angel del Señor Jesucristo, trabajando en la Obra de Cristo brazo a brazo, y llevando el Mensaje por todos los lugares, para que Cristo llame y junte a Sus escogidos del Día Postrero, y así se complete la Iglesia del Señor Jesucristo. Y cuando ya Cristo resucite a los muertos creyentes en El, lo cual será cuando complete Su Iglesia, nos transformará a nosotros los que vivimos, y entonces iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y luego regresaremos a la Tierra.
La Cena de las Bodas del Cordero durarán tres años y medio, luego regresaremos a la Tierra para el comienzo del Reino Milenial de Cristo, donde tendremos allí la recompensa. El repartirá los galardones, los premios en el Cielo, en la Cena de las Bodas del Cordero; pero luego disfrutaremos esos premios, esos galardones aquí en la Tierra; tiene que ver con posiciones importantes en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Y esto es para los fieles ministros de Cristo, los cuales heredarán el Reino de Cristo, y heredarán con Su Mensajero correspondiente a la edad en que Dios los envió. O sea, que cada Mensajero con su grupo tiene una herencia importante en ese Reino de Cristo; como los Apóstoles, vean ustedes, tienen una posición bien importante en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Vean, aquí hablando de los Apóstoles, y esto también es para los Angeles Mensajeros con los ministros.
Ahora, esto aquí tiene que ver con el pueblo hebreo, porque los Apóstoles eran hebreos y estaban trabajando en medio del pueblo hebreo. En San Mateo, capítulo 19, versos 27 al 30, dice: “Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?”
O sea, que está averiguando qué van a tener en el Reino de Cristo, pues ellos habían dejado todo. Cristo les dijo: “Venid en pos de mí y yo os haré pescadores de hombres.” Y ahora ellos habían dejado su oficio de pescadores para seguir a Jesús; y ahora Cristo los va a hacer pescadores, pero de hombres. Por lo tanto, todos los seres humanos están representados en peces, por eso la Dispensación de la Gracia está bajo el zodiaco, está bajo el símbolo de peces.
Y ahora, encontramos que los cristianos primitivos en las catacumbas dibujaban también peces, porque el cristianismo está representado en los peces. ¿Y dónde está el mar, el agua? El mundo, la humanidad, pueblos, naciones y lenguas, son las muchas aguas donde hay muchos peces para pescarlos.
Ahora, vean ustedes, veamos: el Día de Pentecostés Pedro tiró no un anzuelo, sino que tiro la red, y pescó como tres mil personas. En otra ocasión tiró las redes y pescó ¿cuánto? ¿Cómo cuatro mil personas también? Cinco mil personas. Buen pescador en ambos campos, en el literal con peces y luego en el espiritual.
Y ahora vean, aquí también en San Mateo, capítulo 13, versos 47 al 50, dice:
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.
Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
Por lo tanto, para el tiempo final hay una labor, donde los peces buenos tomados en la red, serán colocados en cestas, no en cestas religiosas, sino en cestas que son canastas, como era presentado en lo natural en los pescadores: echaban los peces en canastas y se los llevaban, pero los malos los tiraban fuera, porque no tenían ningún valor o muy poco valor.
Ahora, para el tiempo final son los Angeles los que tendrán esa labor. Y en la parábola del trigo y la cizaña también dice Cristo que el Hijo del Hombre enviará Sus Angeles; o sea, que la cosecha se lleva a cabo en el tiempo final por medio del Espíritu Santo, a través de Sus Angeles, que son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías siendo manifestados por el Espíritu Santo en el Día Postrero.
Y ahora, en San Mateo 24, verso 31 también dice Cristo:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”
Hay escogidos en medio del cristianismo, hay escogidos en medio de las naciones gentiles, por lo tanto son llamados y juntados con ese Mensaje de gran Voz de Trompeta en este tiempo final; y luego los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, serán llamados y juntados por el Mensaje de la gran Voz de Trompeta en este tiempo final, bajo el ministerio del Espíritu Santo manifestando los ministerios de los Dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y Elías.
Recuerden que el único que tiene ministerios es el Espíritu Santo, y El los opera a través de las diferentes edades y dispensaciones, en los instrumentos que El ha determinado y ha escogido, ha predestinado desde antes de la fundación del mundo; porque los dones de Dios y los ministerios de Dios son ya predestinados; o sea, que una persona ya nace para un propósito divino. Si no estaba predestinado así, por más que luche la persona nunca lo va a obtener.
Ahora, encontramos que el Apóstol Pedro quería saber qué él iba a recibir y qué iban a recibir los demás discípulos, Apóstoles, que habían seguido a Cristo, qué iban a recibir en el Reino de Cristo; estaba interesado, pero... vean ustedes, es bueno saber qué es lo que Cristo tiene para sus siervos fieles, sus ministros fieles, qué tiene Cristo en Su Reino.
Ahora, veamos:
“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración (o sea, que esto será en el Reino Milenial), cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria (eso es el Trono de David), vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”
Así que, siendo que el Reino Milenial de Cristo es un Reino teocrático, encontramos que en el Antiguo Testamento la teocracia fue establecida en medio del pueblo hebreo; y estos jueces que usted encuentra mencionados, de los cuales Josué fue el primero, Sansón fue uno de ellos también; y luego el último fue Samuel. Todos ellos fueron jueces y fueron instrumentos de Dios, a través de los cuales Dios estuvo gobernando sobre el pueblo hebreo. Eso fue la teocracia.
Cuando ellos pidieron rey, rechazaron la teocracia y entonces pidieron la monarquía.
Y ahora, encontramos que el Reino Milenial de Cristo tendrá fusionada la teocracia y la monarquía, porque Dios prometió a David que su reino y su trono sería para siempre. Por eso es que Cristo para el Reino Milenial se sentará sobre el Trono de David, pues El es el heredero al Trono de David, porque Cristo es un descendiente según la carne de David, pues María es descendiente del rey David por medio de Natán, el hijo de David. De esa línea viene María. Y José, el cual adoptó a Jesús como hijo suyo, viene como descendiente del rey David por la línea de Salomón.
Por eso cuando el Arcángel Gabriel le aparece a José en sueños y le dice: “No temas en tomar a María como esposa, porque lo que en ella está engendrado, del Espíritu Santo es.” ¿Ven? Lo llamo a José: “Hijo de David, José hijo de David,” porque es un descendiente de David.
Ahora, vean lo que el Arcángel dice a la virgen María en el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 en adelante, dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
En ese Reino es que Cristo colocará sobre doce tronos a los doce Apóstoles.
Ahora vean la posición tan importante que tendrán estos Apóstoles. Por eso es que ellos estarán frente a las puertas de la ciudad; porque era en la puerta donde se colocaban los jueces para juzgar. Por lo tanto, siendo que hay ¿cuántas puertas? Doce puertas, por lo tanto en cada puerta estará un Apóstol.
Y ahora, esa es la posición que Cristo dijo que tendrían los Apóstoles. Es que así como Cristo es Juez, todos nosotros somos Jueces con El. Dice San Pablo: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo, y aun a los ángeles? ¿No saben ustedes eso?” Y ahora, eso está en Corintios 6... vamos a ver para... Primera de Corintios, capítulo 6, verso 1 en adelante, dice:
“¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?
¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”
¿Y por qué vamos a juzgar al mundo y aun también a los ángeles? Porque así como Cristo es el Juez de los vivos y de los muertos, la Corte Suprema Celestial, y en esa Corte Suprema Celestial, Cristo es el Supremo Juez, el Juez Supremo, y Su Corte está compuesta de todos los redimidos por Su Sangre. Por eso hemos de juzgar al mundo y aun a los ángeles. Cada Angel Mensajero con su grupo juzgará al mundo, a la humanidad de su tiempo. ¿Ven que sencillo es?
Pues cada Angel Mensajero con su grupo entiende cuáles eran las condiciones de su tiempo y cómo funcionaban las cosas de su tiempo. ¿Ven? Una persona que no tiene conocimiento de cómo funcionan las cosas en un tiempo, puede hacer un juicio equivocado. Pero una persona que vive en ese tiempo, que conoce el ambiente de ese tiempo y de su país, entonces puede juzgar correctamente.
Ahora, cada Mensajero con su grupo, vean, tendrá a cargo el juicio del mundo de su tiempo. ¿Vieron lo sencillo que es? Los Apóstoles, doce jueces para juzgar a las tribus de Israel; los siete Angeles Mensajeros siete jueces con su grupo, sus colaboradores, que son los más allegados a él, los fieles siervos de Cristo, consiervos con ese Mensajero, los ministros de Cristo de esa edad, con ese Mensajero, más todo el resto de pueblo de Cristo de esa edad. Esa es la corte para juzgar la gente de esa edad. Y Cristo como el Juez Supremo.
Ahora, en un país está el juez supremo o supremo juez, y quizás no lo ven en todos los juicios metido; es que hay diferentes - hay una corte, el poder judicial completo, pero tiene sus ramificaciones, en cada ciudad está la corte ahí establecida con el juez y también los miembros de la corte y así por el estilo. ¿Ven? Y entonces se distribuye así el trabajo y no se lleva a cabo en la capital (digamos) todos los juicios, sino que está distribuido en diferentes ciudades y así podemos ver que los de este tiempo no estaremos juzgando a la gente del tiempo de San Pablo; pero los de aquél tiempo tampoco estarán juzgando la gente de este tiempo.
Ahora, podemos ver que Cristo es el Juez Supremo de los vivos y de los muertos, y del mundo visible y del mundo invisible también. En la actualidad no se ha abierto la Corte Celestial, por eso es tiempo de Gracia, y por eso es que así como se lleva, hay una persona acusada y el fiscal tiene el caso, primero hay una vista, y en esa vista pueden llevárse a cabo arreglos; pero después de esa vista, entonces luego ya el caso ya queda preparado para ir a juicio, en donde se determinará la sentencia, si sale culpable o sale inocente.
Todo ser humano saldrá culpable en la Corte Divina cuando se abra la Corte Divina; pero antes de abrirse la Corte Divina se está en una etapa, en donde el ser humano tiene la oportunidad de que haya un arreglo; y el que pierde la oportunidad de arreglar... recuerden que Cristo siempre habló: “Arregla antes que te lleven al juez.” (Nota - San Lucas 12:58)
Ahora, en la misma Corte se lleva a cabo esa etapa de arreglo, es una etapa, una vista, entonces ahí es donde puede haber algún arreglo. La Corte Suprema está en la etapa en donde todos están siendo llevados a una vista, toda persona puede ir a una vista, y ahí es que puede haber algún arreglo, porque hay Misericordia, la Sangre de Cristo está allí, entonces Cristo con Su Sangre nos limpia de todo pecado cuando confesamos a Cristo nuestros pecados, ¿y qué sucede? En esa etapa de la Corte Suprema Cristo delante del Padre Celestial dice: “¡Yo he muerto por todos ellos, por estas personas, no hay pecado en ellos, no hay culpa; por lo tanto no hay motivos para ser llevados a la Corte Suprema Divina, y ser juzgados y condenados!”
Vean, en esa etapa es que el Juez Supremo y el Fiscal ven si hay un caso en donde hay motivo para ser juzgado, si hay causa probable; pero no hay causa probable contra ninguna persona que ha sido limpiada con la Sangre de Cristo, no hay pecado en él; los que van a ser llevados a la Corte Suprema Divina es aquellos sobre los cuales haya pecado; y la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, y nos justifica, ¿qué significa eso: que nos justifica? Nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado.
Por lo tanto, no hay causa probable contra esas personas. Cristo dice: “El que oye mi Palabra y cree al que me ha enviado tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” Por lo tanto, no tendrá que ir al juicio divino supremo.
Ahora, ¿vieron lo sencillo que es todo? Ahora lo que es la Corte en la vista, en donde puede haber algún arreglo, y en donde puede ser hallada la persona sin causa probable para que se lleve a juicio, ese mismo lugar, esa misma Corte, luego se convierte en la Corte de Juicio, en donde es juzgada la persona si es hallada causa probable.
Ahora, nosotros ante Cristo nos declaramos culpables y le pedimos perdón a Cristo, y El nos limpia con Su Sangre preciosa, y saca el pecado de nuestra vida, lo desintegra y regresa al diablo, que fue el originador, y entonces quedamos justificados como si nunca en la vida hubiésemos pecado. Por lo tanto, no hay causa probable para ser juzgados en el juicio final estas personas que han sido limpiadas con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Pero los que no han aprovechado la oportunidad, ¿qué les sucede? No importa, tengan pocos o muchos pecados, los tendrán encima, y cada pecado tendrá su sentencia, y por consiguiente se cumplirá lo que está en la Escritura: que unos recibirán mayor condenación que otros.
Ahora, pero todos los que sean juzgados y condenados van a ser echados al lago de fuego, para ser extinguidos, unos primero dejarán de existir y otros después. Cualquier persona podrá decir: “Los que desaparezcan primero, pues recibieron la condenación mayor.” No, los que estén más tiempo sufriendo en el lago de fuego son los que tienen mayor condenación, como en la sentencia que le echan a algunas personas: al que le echan seis meses de cárcel, tiene menos condenación que al que le echan cien años de cárcel. ¿Ven?
Ahora, encontramos que eso es para todas las personas que no han aprovechado el tiempo de gracia, en donde pueden obtener el perdón de sus pecados, y pueden obtener la limpieza de todo pecado, o sea, pueden ser limpios de todo pecado.
Todo esto está reflejado en el año del jubileo, donde el sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío de la expiación, y llevaba la sangre de la expiación del macho cabrío, la llevaba en una vasija dentro del lugar santísimo, y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio; y toda persona que en ese día se arrepentía de sus pecados y afligía su alma por haber pecado, o sea, arrepentido de sus pecados, afligiendo su alma por haber pecado contra Dios, y los confesaba a Dios, mientras el sumo sacerdote hacía la intercesión, esos pecados quedaban cubiertos con la sangre de la expiación.
Y Dios luego que se realizaba esa labor ese día, luego que salía el sumo sacerdote, el que se había arrepentido y había confesado a Dios sus pecados, quedaba cubierto con la sangre de la expiación, y por consiguiente quedaba reconciliado con Dios para un año más, ¿por qué para un año más? Porque esos sacrificios no eran perfectos, tenían que hacerlo todos los años, el día diez del mes séptimo; y el que no se había arrepentido de sus pecados, ya cuando el sumo sacerdote salía, ya era demasiado de tarde, por lo tanto, se tenía que enfrentar al juicio divino; desde el Cielo era dictado el juicio divino sobre la persona, y en ese año moría esa persona.
Vamos a ver, era desarraigado del pueblo, ¿por qué? Porque en ese año esa persona no estaba reconciliada con Dios; y una persona que no esté reconciliada con Dios está bajo el juicio divino. En el capítulo 23, verso 26 en adelante de Levítico, dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Y ahora, esto que sucedía en medio del pueblo hebreo cada año, el día diez del mes séptimo de cada año, para el perdón de los pecados del pueblo y para así la persona ser reconciliada con Dios por un año más, vean, eso era cada año; como los seguros de vida y los demás seguros, cada año se los cobran a ustedes. ¿Ven? Entonces cada año tenía que renovar esa reconciliación.
Ahora, veamos aquí en Zacarías, capítulo 12, verso 10 en adelante, dice:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.
En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-rimón en el valle de Meguido.
Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí.”
Y sigue mencionando cómo van a afligirse y cómo van a llorar. En el capítulo 13 de Zacarías, dice:
“En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.”
Y ahora, podemos ver que ahora todo eso está actualizado, ya no se requiere que haya un sumo sacerdote terrenal, y que haya un templo terrenal, y que haya un sacrificio de un macho cabrío por el pecado, porque ya todo eso ha sido cumplido en Jesucristo nuestro Salvador. Cristo es tanto el Cordero Pascual que quitó el pecado del mundo, como el Macho Cabrío de la Expiación.
Y ahora, en Cristo, todos los sacrificios que se hacían en el Antiguo Testamento fueron cumplidos en Jesucristo nuestro Salvador, porque El es el Sacrificio perfecto, los demás sacrificios eran imperfectos, por eso se tenían que repetir cada vez.
Y ahora, encontramos que desde el día de la crucifixión de Cristo hacia acá, el día de la expiación del día diez del mes séptimo, se actualizó, se ha cumplido en Jesucristo y con el Sacrificio de Cristo, y desde ese día en adelante ha quedado abierto el Día de la Expiación por el pecado del ser humano, y todavía estamos en ese Día. Por eso es que se anuncia a todo ser humano el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo, para que la persona pueda obtener la Misericordia de Dios, afligiendo su alma por haber pecado contra Dios, y obtendrá la Misericordia de Dios y la Sangre de Cristo lo limpiará de todo pecado.
Cristo está en el Trono del Padre en el Cielo, con Su Sangre, haciendo Intercesión por cada persona que lo recibe como su Salvador; como hacia el sumo sacerdote en el lugar santísimo con la sangre del macho cabrío de la expiación, Cristo está haciendo así en el Cielo, en el Lugar Santísimo del Templo Celestial; porque Cristo es también el Sumo Sacerdote del Templo Celestial.
Por eso cuando Cristo murió y resucitó, El no fue con Su Sangre al templo que estaba en Jerusalén, que había construido Herodes para llevar Su Sangre allí, El ascendió al Cielo con Su Sangre, Cristo con Su propia Sangre, Cristo como Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec, porque Cristo es el Melquisedec Sacerdote del Dios Altísimo que le apareció a Abraham en el capítulo 14 del Génesis, y le dio pan y vino a Abraham, y bendijo a Abraham.
Ahora, podemos ver que el Día de la Expiación ya lleva cerca de dos mil años en el Cielo; no aquí en la Tierra, porque en la Tierra se llevaba *a cabo el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo allá en el templo terrenal, tipo y figura de lo que sucedería en el Templo Celestial.
Y ahora, encontramos que este lapso de tiempo que llevamos de cerca de dos mil años es un tiempo de gracia, como era un tiempo, un día de Gracia, el día diez del mes séptimo de cada año, donde las personas recibían la Gracia de Dios, cuando arrepentido de sus pecados y afligidos en sus almas por haber pecado, clamaban a Dios pidiéndole perdón por sus pecados; y mientras tanto el sumo sacerdote estaba adentro haciendo intercesión.
Cuando él esparcía con su dedo sobre el propiciatorio siete veces, allí estaban quedando cubiertos los pecados del pueblo. El que no se arrepentía en ese día y afligía su alma, quedaba sin la sangre de la expiación sobre él, por lo tanto Dios los miraba después; veía los que habían sido cubiertos con la sangre de la expiación, y no podía derramar juicio sobre esas personas, plagas sobre esas personas, muerte sobre esas personas, porque la sangre de la expiación cubría sus pecados.
Y luego miraba las demás personas y no estaban cubiertas con la sangre de la expiación, y por consiguiente tenía que venir el juicio divino sobre esas personas; luego que terminaba el día de la expiación, de ahí en adelante se abría la Corte Divina, y el juicio divino venía sobre los que no quedaban cubiertos con la sangre de la expiación.
Y estamos todavía en el Día de la Expiación, por lo tanto todavía hay oportunidad para las personas que viven en la Tierra, para que arrepentidas de sus pecados, reciban a Cristo como su Salvador, y laven sus pecados en la Sangre de Cristo, y queden así cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Cristo nuestro Salvador, y queden protegidos para toda la eternidad, quedan protegidos y el juicio divino no puede venir sobre esas personas, el alma de esas personas tiene Vida eterna.
Pero las personas que no reciben a Cristo están desprotegidas, sus almas están sin Vida eterna, por consiguiente cuando entre hasta el último escogido de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia de Jesucristo, luego Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo, y entonces se abrirá la Corte Suprema Celestial, y entonces será que las bendiciones para los que están cubiertos con la Sangre de Cristo, que será la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación nuestra, se efectuará.
Pero para los que no fueron cubiertos con la Sangre de Cristo, porque no recibieron a Cristo como su Salvador, entonces Dios dictará desde el Cielo el juicio divino, no pueden pasar al Reino de Cristo, no pueden continuar viviendo, por eso viene el juicio de la gran tribulación, el día ardiente como un horno, en el cual todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa, y aquel día que vendrá los abrazará, los quemará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Malaquías ¿qué? Capítulo 4, verso 1:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.
Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
O sea, que luego cuando regresemos a la Tierra, luego de la Cena de las Bodas del Cordero, cuando regresemos a la Tierra vamos a estar caminando sobre las cenizas de los malos, que fueron quemados con el juicio de la gran tribulación, donde todos los soberbios arderán como estopa, serán estopa. Un fuego atómico, fuego volcánico, y todo tipo de fuego se va a desatar sobre la raza humana; pero antes la oportunidad de la Misericordia de Dios está todavía presente.
Mientras esté esa oportunidad, mientras Cristo esté en el Trono del Padre haciendo Intercesión, todavía Dios no puede traer un diluvio de fuego sobre la raza humana, no puede venir fuego sobre diferentes naciones, fuego atómico, no puede venir una tercera guerra mundial, hasta que Cristo concluya Su labor de intercesión en el Cielo, y haya sido reconciliado con Dios hasta la última persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y para que llegue hasta la última persona, el Espíritu Santo está en la Tierra en medio de Su Iglesia, y está utilizando instrumentos, que son siervos de Cristo y consiervos con el Angel del Señor Jesucristo en el Día Postrero.
Por lo tanto, siervos de Cristo y consiervos en la Iglesia de Jesucristo en la Edad que nos ha tocado vivir, ministros fieles de Cristo, adelante, sirviendo a Cristo y trabajando en Su Obra en este tiempo final. Cristo está con nosotros y nosotros estamos con Cristo en este Día Postrero en medio de Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.
Cristo está en Espíritu Santo como ha estado siempre en medio de Su Iglesia; pero Su cuerpo físico glorificado está en el Cielo, en el Lugar Santísimo Celestial, en el Trono del Padre, haciendo Intercesión como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre; y por cuanto hay todavía Misericordia en el Cielo, por cuanto la Sangre de Cristo está allá y Cristo está como Sumo Sacerdote allá, entonces trabajamos en la Obra de Cristo, para que muchos alcancen la Misericordia de Dios y sean reconciliados con Dios; y así seamos hallados ministros, fieles ministros de Cristo.
Yo quiero ser hallado un fiel ministro de Cristo, y ustedes también quieren ser hallados ministros fieles de Cristo. Por lo tanto, sabiendo que de edad en edad los ministros fieles de Cristo han sido los que han recibido Su Palabra, la Palabra de Cristo para su edad, y han estado brazo a brazo con el Mensajero de cada edad, y el ministro como Mensajero fiel de Cristo ha sido el Mensajero de cada edad. Así es para nuestro tiempo también.
Por lo tanto, como un fiel ministro de Cristo trabajemos todos unidos brazo a brazo como consiervos trabajando en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo. Y luego El les recompensará a ustedes y a mí también, en el glorioso Reino Milenial tendremos una posición bien importante, no importa que aquí en la Tierra no tengamos una buena posición social, económica, o cualquier otra buena posición que el ser humano anhela; en el Reino venidero de Cristo tendremos una posición bien importante.
Vean, ya para comenzar El dice, la Escritura dice que Cristo nos ha limpiado de nuestros pecados con Su Sangre y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes. En la Tierra para conseguir la posición de alcalde aunque sea, tiene que luchar mucho la persona, cuánto más para conseguir la posición de gobernador, y cuánto más para conseguir la presidencia de una nación.
Pero vean, en el Reino de Cristo tenemos la gobernación, reyes, y un rey es un gobernante, y ahora Cristo nos ha colocado en Su Reino como Reyes y como Sacerdotes, el Nuevo Orden de gobierno será el orden teocrático fusionado con la monarquía de David.
A todo lo que Cristo es heredero, somos también nosotros herederos. El es heredero al Trono de David y al Reino de David, y es heredero a este planeta Tierra completo, por lo tanto, Cristo es el Rey no solamente de los hebreos sino del planeta Tierra completo, de hebreos y gentiles también, y del Universo completo. Y nosotros somos coherederos con El, por eso es que somos Reyes también.
Y El es el Sumo Sacerdote Melquisedec, El es del Orden Celestial, Sacerdote del Orden Celestial de Melquisedec. Y de ese mismo Orden somos también nosotros Sacerdotes. Así que habrá un Nuevo Orden de gobierno, el Orden de gobierno de Melquisedec, porque Melquisedec es Rey de Salem, de Jerusalén, y es Rey de Paz y Rey de Justicia. Por eso traerá un Reino de paz y de Justicia para el pueblo hebreo y para toda la raza humana. Y El también es Sacerdote del Dios Altísimo. Ese Orden Sacerdotal es el que estará establecido en el Reino Milenial y después también en la eternidad.
El orden levítico ya caducó, aunque todavía aparezcan sacerdotes del orden levítico, ya pasó de tiempo, eso es para el Antiguo Testamento. Hay un Orden Celestial Sacerdotal, el de Melquisedec, al cual nosotros pertenecemos como creyentes en Cristo redimidos con Su Sangre preciosa. El nos ha limpiado de nuestros pecados con Su Sangre, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
Habrá también en ese Reino de Cristo un nuevo Orden Judicial, del cual Cristo es el Juez Supremo; y todos los creyentes en Cristo y todos los ministros de Cristo, son Jueces también. A ese Orden Celestial Judicial es que pertenecemos como Jueces, y por eso es que San Pablo dice: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles?” Ese Orden Judicial Celestial es el que será implantado aquí en la Tierra, fue reflejado en medio del pueblo hebreo cuando Dios le dio Sus leyes al pueblo hebreo, Sus leyes judiciales, ahí está reflejado todo lo que habrá en ese orden judicial que será establecido en la Tierra.
Por lo tanto, son leyes Celestiales, las cuales estarán establecidas en ese Reino Milenial; y Dios es el Legislador, Cristo, o sea, que no es porque se haya juntado un gobierno terrenal para establecer leyes, sino porque Dios ha legislado. Eso es por ordenación divina, decreto divino. Cuando se establece una ley por decreto del presidente, nadie tuvo que ver con esa ley, excepto el presidente. Y Dios establecerá sus leyes aquí en la Tierra, todo eso es por decreto divino.
Ahora, encontramos que Dios le dio al pueblo hebreo leyes, eso fue por decreto divino. Y por cuanto usó al Profeta Moisés, por eso se le llama también a Moisés: Profeta y Legislador. Pero realmente el que legisló fue Dios, fue por decreto divino. Dios dio al pueblo hebreo sus decretos celestiales, divinos, y así será en el Reino Milenial.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que es ser un fiel ministro de Cristo. Vean ustedes, en el Reino Milenial tendremos una posición bien importante. Eso es para todos los ministros fieles a Cristo. El recompensará a cada uno conforme a Sus obras, a Su labor, en Su Iglesia.
Ahora, ¿cuántos quisieran tener el galardón más grande? Les voy a decir cómo lo van a conseguir: Siendo fieles ministros de Cristo y trabajando al máximo, porque a un vago no le van a dar ningún premio.
¿Quiere ver el premio de los vagos? El que tenía un talento, le fue dado un talento y no hizo nada con él, y después lo trajo: “Aquí está el talento que me diste.” ¿Qué le fue dicho a él? “Quitádle el talento y echadlo a las tinieblas de afuera. Mal siervo.”
Ahora, vean cómo Dios trata a los vagos; así también - eso fue en la parábola de los talentos; y en la parábola de las minas también. Y ahora, el que tenía y trabajó mucho le fue dado más, en la parábola de las minas, vean, después dice que serán colocados sobre ciudades, y ahí nos habla de galardones físicos en el Reino de Cristo. “Reina sobre tantas ciudades.” Pues somos Reyes y Sacerdotes y tendremos que reinar, por lo tanto habrá ciudades y así por el estilo. Pero eso tiene un orden divino establecido para realizarse en el Reino Milenial. Lo importante es estar trabajando y ser ministros fieles a Cristo en la hora, edad y dispensación, que nos ha tocado vivir, trabajando brazo a brazo en este tiempo final, como fieles ministros de Cristo.
“EL FIEL MINISTRO DE CRISTO.”
Eso es lo que queremos que todos seamos: “EL FIEL MINISTRO DE CRISTO,” cada uno como individuo; y luego nos encontraremos en esa gran fiesta Celestial, y allí Cristo... recuerden que en la Recepción de Bodas es que le traen los regalos, tanto al novio como a la novia. En la Recepción Dios tiene muchos regalos, muchos premios para los ministros fieles y para cada miembro de la Iglesia fiel a Cristo, y para los Mensajeros fieles que Cristo ha tenido en medio de Su Iglesia. Ya con lo que les dijo a los Apóstoles, ya tenemos un cuadro claro de que habrá grandes bendiciones para los ministros fieles, así como para los Apóstoles fieles y para los Angeles Mensajeros fieles de cada edad.
Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL FIEL MINISTRO DE CRISTO.”
Que las bendiciones de Cristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y Cristo les bendiga, les fortalezca, les ayude y les use grandemente en Su Obra, en Su Iglesia en este tiempo final, y a mí también; y que pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y que les tengamos siempre el Alimento Espiritual a tiempo a nuestras congregaciones, y que pronto todos lleguemos a la perfección y seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, del cual somos fieles ministros.
Bueno, por aquí tenemos a nuestro amigo y hermano, el misionero y Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión, y ya nos veremos mañana Dios mediante en la actividad pública que ya ustedes saben dónde va a ser, allá en la Universidad del Valle, donde en otras ocasiones hemos estado. Allí esperamos grandes bendiciones de parte de Cristo nuestro Salvador.
Oren mucho para que Dios se manifieste plenamente mañana, y llegue Su Palabra al corazón, al alma de las personas, y nos abra allí las Escrituras y nos muestre grandes cosas de Su Reino.
Oren mucho por mí, para que El me dé todo lo que yo debo hablar mañana, y que también traiga muchas almas a los pies de Cristo; porque hasta que se complete la Iglesia, no nos vamos de aquí. Porque Cristo dijo que ninguna de Sus ovejas perecerá. Por lo tanto, no se pueden quedar aquí cuando nosotros nos vayamos; cuando nos vayamos, todas las ovejas estarán completas en el Redil del Señor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Estoy esperando por aquí por Miguel y no llega, y como él sabe que si él no llega tengo que seguir hablando, pues me tiene aquí esperándolo. Pero ya yo creo que viene por aquí.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo.
Ya ustedes saben que hay que trabajar como fieles ministros de Cristo, hasta que se complete la Iglesia de Jesucristo, y después vendrán los premios, los galardones. Antes del atleta recibir el premio como ganador, la corona como ganador, primero tiene que haber luchado y haber corrido, y haber hecho bien las cosas, legítimamente, siendo fiel.
Bueno, por aquí tenemos a nuestro amigo y hermano, el misionero, Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión, o continuar. No sé si era hasta las 10:00 ó hasta las 11:00.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo y pasen todos muy buenas noches.
“EL FIEL MINISTRO DE CRISTO.”