77 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Los Grandes Hombres de Dios | 2002-04-21 | 1 | Lima | Lima | PE | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Lima, Perú, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica y también de mi niñas América y Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en la carta de San Pablo a los Hebreos, capítulo 11, versos 1 en adelante, en donde dice:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS.”
Los grandes hombres de Dios, todos ellos han sido hombres de fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios; y estos grandes hombres de Dios agradaron a Dios, por lo tanto caminaron por fe.
Tenemos los grandes hombres de Dios del Antiguo Testamento, los cuales los encontramos... los ante-diluvianos que son desde Adán hasta Noé.
Encontramos que el mundo ante-diluviano comenzó con Adán y llegó a su final con Noé, comenzó con un Profeta dispensacional y terminó con un Profeta dispensacional, y esto es muy importante tenerlo en cuenta porque tenemos al Segundo Adán, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Y así como comenzó con el primer Adán el mundo ante-diluviano, el cual fue un Profeta dispensacional con un Mensaje dispensacional y terminó con Noé, un Profeta dispensacional también con un Mensaje dispensacional que anunciaba el juicio divino que vendría sobre la Tierra, el cual sería el diluvio, donde serían destruidos los seres humanos.
Porque Dios juzgó el mundo ante-diluviano y lo encontró culpable, y determinó el juicio con el cual destruiría al mundo ante-diluviano, y le dio a conocer al Profeta Noé que la raza había llegado a su final y que destruiría la raza humana, y le dijo que sería con un diluvio.
Pero Noé halló gracia delante de Dios y fue hallado Noé un hombre justo. No era que no cometía errores, no era que no llegó a pecar, sino que él siendo un creyente en Dios ofrecía a Dios el sacrificio por el pecado por él y su familia.
En esos tiempos la cabeza de la familia, el padre de la familia era el sumo sacerdote de su grupo, o sea, que era el sacerdote que ofrecía los sacrificios a Dios, o sea, era el patriarca de todos sus hijos y sus nietos, y ofrecía por su familia el sacrificio a Dios (no lo podía hacer otra persona), era la cabeza de la familia, el padre de la familia.
Y ahora, encontramos el porqué el sacrificio por el pecado del ser humano no lo podía hacer otro sino el Padre de la familia humana, que es Dios; Dios hecho carne en la persona de Jesús como Melquisedec ofreció el Cordero Pascual en Sacrificio por el pecado. El es el Padre de la Familia, porque El es el Creador del ser humano.
Y ahora, encontramos que en el tiempo de Noé, Noé ofrecía a Dios el sacrificio por el pecado, y por esa causa cuando Dios miró a la raza humana Noé tenía sus pecados cubiertos con la sangre del sacrificio que él efectuaba cada cierto tiempo, y por consiguiente dice la Escritura que vio a un hombre justo, a un hombre justo: a Noé. Y Dios no puede destruir al justo con el injusto.
Y luego Dios tampoco puede traer un juicio divino a la raza humana sin antes avisarles, y para hacerlo por cuanto no puede venir ninguna revelación de Dios, a menos que sea por medio de un Profeta:
“Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” Dice Amós, capítulo 3, verso 7.
Por lo tanto, Dios tenía en la Tierra un hombre justo: a Noé, y tenía un Profeta dispensacional, para dar a conocer un juicio mundial universal que vendría sobre el planeta Tierra y destruiría la raza humana, y también los animales y también las aves, y también los árboles y así por el estilo.
Y ahora, mirando los grandes hombres de Dios ante-diluvianos, tenemos a Adán que es un Profeta dispensacional, a Set que es otro Profeta dispensacional, a Enós, a Cainán, a Mahalaleel, a Jared, a Enoc, el cual es séptimo desde Adán y fue traspuesto al Cielo, o sea, raptado, se lo llevó Dios para no ver muerte.
Y tenemos también a Matusalén, el hombre que más vivió después de la caída del ser humano, vivió 969 años, vivió más que Adán, el cual vivió unos 930 años (algo así fue). Vamos a ver cuánto vivió Adán: Adán vivió 930 años, dice Génesis, capítulo 5, verso 5.
Ahora, vamos a contar aquí la posición en cuanto a descendencia de cada uno de ellos; las generaciones aquí de estos descendientes de Adán son en la forma siguiente:
Adán, esa es la primera generación de la raza humana.
Y de la descendencia de Adán, vean, Set, ése es el que encabeza la segunda generación.
Luego Enós el tercero, ese es el que encabeza la tercera generación.
Luego el cuarto: Cainás, ese es el que encabeza la cuarta generación de esa descendencia de Adán.
Y Mahalaleel, el quinto de esa descendencia de Adán que encabeza la quinta generación ante-diluviana.
Y Jared el sexto, que encabeza la sexta generación de la descendencia de Adán.
Y Enoc séptimo desde Adán, que encabeza la séptima generación de la descendencia de Adán.
Y Matusalén, el octavo que encabeza la octava generación desde Adán.
Y Lamec el número nueve, que encabeza la novena generación de Adán, de la descendencia de Adán.
Y Noé: Noé el décimo de Adán hasta Noé.
Noé es el décimo que encabeza la décima generación, y es un Profeta dispensacional. Siendo que es un Profeta dispensacional al cual le fue revelado el juicio divino que iba a venir sobre la raza humana, y él le dio a conocer al pueblo y también le fue dado a conocer cómo escapar del juicio divino que iba venir sobre la raza humana, y Dios le mostró qué hacer, le dio a conocer que construyera un arca, le dijo de qué construir el arca y cómo preparar todo, y así lo hizo Noé; le dio hasta las medidas también y le dijo a quiénes colocaría dentro del arca.
Noé desde que recibió la revelación divina del juicio que vendría sobre la raza humana, comenzó a trabajar en el Programa de Dios para la salvación de él y su familia, y los animales y aves y reptiles que entrarían al arca.
Y ahora, Noé predicaba que vendría la destrucción de la raza humana, el juicio divino sobre la raza humana, el fin de la raza humana, el fin de aquella generación ante-diluviana, la cual había llegado a la décima generación desde Adán hasta Noé.
Y ahora, comenzó con un Mensajero, un Profeta dispensacional: Adán, y luego terminaría con un Profeta dispensacional, el cual es Noé.
Ahora, Noé por cuanto había cubierto sus pecados con la sangre de los sacrificios que él ofrecía a Dios, pues era visto por Dios como una persona justa, una persona sin pecados, porque estaban cubiertos delante de Dios, y Dios pasó por alto los pecados de Noé a causa de la sangre que tapaba esos pecados.
Como cuando usted pasa por algún lugar y pasa por alto algo que está en ese lugar, porque está cubierto y no sabe usted lo que es y lo pasa por alto, no se da cuenta de lo que hay ahí; y así Dios mirando a través de la sangre de los animalitos, por cuanto estaban cubiertos los pecados de las personas, no veía los pecados en las personas que ofrecían a Dios esos sacrificios de todo corazón arrepentidos de sus pecados.
Eso lo estableció Dios desde el Génesis, donde lo estableció para Adán y por consiguiente luego Abel ofreció a Dios un sacrificio también por el pecado.
Y toda persona está llamada a tener un sacrificio por el pecado. El que no toma un sacrificio por el pecado para ofrecer a Dios u ofrecerlo a Dios y estar cubierto con la sangre de ese sacrificio, entonces lo que tiene es una creencia y religión como la de Caín.
Caín ofreció a Dios una ofrenda de frutas (de los frutos del campo), pero Abel ofreció a Dios un sacrificio de un animalito, de un corderito, y eso agradó a Dios porque eso tipificaba el Sacrificio del Cordero de Dios: Jesucristo nuestro Salvador.
Lo de Caín solamente lo que tipificaba era inventos religiosos de la mente humana que no sirven para nada, no sirven para quitar el pecado del ser humano; y el pecado de Caín, y los pecados de Caín eran vistos por Dios porque no estaban cubiertos con la sangre de un animalito que tipificara a nuestro amado Señor Jesucristo; tenía que ser con un animalito, la sangre de un animalito que tipificara a Jesucristo, no podía ser con otra cosa, no podía tomar un camello o un caballo o un elefante y matarlo y ofrecerlo a Dios como un sacrificio, eso no tipificaba a Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, por la fe (o sea, por revelación divina) Abel tenía la revelación divina de lo que cubría el pecado delante de Dios al confesar su pecado a Dios; pero Caín no tenía esa revelación.
Aunque la ofrenda de Caín parecía ser más elegante, más fina, y la de Abel parecía ser una ofrenda muy fea, un animalito gritando porque lo están sacrificando, y luego traer ese animalito muerto al altar para Dios.
¿Ven que no parecía ser muy hermosa una cosa así, una cosa que le ofrecieran a Dios así? Pero eso era lo que Dios requería. Dios requería sangre, la sangre de una animalito inocente para cubrir los pecados de un culpable, el corderito era inocente pero Abel era culpable por sus pecados, y se requería un sustituto, porque de otra forma el juicio divino tenía que venir sobre el culpable.
Y por cuanto el animalito tomaba los pecados de la persona (eran remitidos, transmitidos a ese animalito), y el animalito entonces tenía que morir y quedaban cubiertos los pecados de la persona porque otra persona, o un animalito murió en lugar de la persona; pero alguien tenía que morir.
Y ahora, encontramos que Abel tenía esta revelación clara. Fe, y fe es revelación, tenía la revelación divina de que el sacrificio de un animalito por el pecado daba, obtenía el perdón de los pecados, y los pecados quedaban cubiertos con la sangre de ese animalito y entonces Dios no veía los pecados de Abel.
Adán también tenía esta misma revelación, la cual recibió cuando Dios le dio pieles de un animal, por lo cual tuvo que morir un animalito.
Y ahora, toda persona que piense que porque no le hace mal a nadie, vive la vida lo mejor posible, si cree que por eso va ir al Cielo, está equivocado; si no tiene el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio de Cristo y la Sangre de Cristo aplicada en su alma no va para el Cielo, se requiere el Sacrificio de Cristo y Su Sangre aplicada en el alma, en el corazón de la persona.
Ahora, lo que les dije es bastante fuerte, que toda persona que no tenga la Sangre de Cristo aplicada en su alma no va para el Cielo. Vamos a ver lo que es dicho en San Juan, capítulo 3, versos 13 en adelante, dice:
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (y el que no cree pues se pierde, el que cree pues no se pierde).
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
¿Ven que es un asunto de creer para ser salvo, o de ser incrédulo, no creer y ser condenada la persona? El que no cree ya ha sido condenado, porque todos los incrédulos están condenados por Dios, como estuvo condenada la generación ante-diluviana.
Vean, también nos dice Cristo en San Juan, capítulo 5, verso 24:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”
Y en el capítulo 6, verso 39 al 40, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y en el capítulo 11 de San Juan, Cristo hablando dice a Marta:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”
Y ahora, todo aquel que vive y cree en Jesucristo no morirá eternamente; muere su cuerpo físico si le llega su tiempo de partir, pero él sigue viviendo en el Paraíso; y cuando Cristo termine de completar Su Obra, completar Su Iglesia, Cristo se levantará del Trono del Padre, resucitará a los muertos creyentes en El y a nosotros nos transformará, y entonces todos viviremos con un cuerpo físico glorificado y eterno, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, viviremos por toda la eternidad en un cuerpo físico glorificado como el de Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, ahí tenemos la garantía de creer en Jesucristo nuestro Salvador: que aunque físicamente el cuerpo muera la persona va al Paraíso a vivir, donde están todos los santos de las edades pasadas y los Apóstoles también y los Angeles Mensajeros, hasta que se complete la Iglesia de Jesucristo, la cual se completará en este tiempo final en la Edad de la Piedra Angular.
Y luego Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo conforme a Apocalipsis, capítulo 5, y capítulo 6 y capítulo 8 del Apocalipsis, y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos en Cristo en Su Obra de Reclamo y nos transformará a nosotros los que vivimos. Todo eso corresponde a la Obra de Reclamo de Cristo, como Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra.
Ahora, miren la garantía que tenemos al creer en Cristo: que no moriremos eternamente, que viviremos con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.
Ahora, podemos ver porqué desde el Antiguo Testamento los hombres de Dios por la fe ofrecían a Dios sacrificios de animalitos, los cuales representaban a Jesucristo nuestro Salvador, por lo tanto esas personas, esos hombres de Dios eran creyentes en Cristo en el tipo y figura, que eran los animalitos tipo y figura de Cristo.
Esos son los creyentes del Antiguo Testamento, donde están los ante-diluvianos, y luego los después del diluvio, que son Noé también que pasó luego al nuevo mundo, y luego continúa de Noé hacia adelante Sem, y de ahí en adelante siguen otras generaciones que vinieron después del diluvio y llegan hasta Abraham, y de Abraham siguen con Isaac, con Jacob, con los patriarcas y así por el estilo.
Ahora, Noé es el décimo desde Adán, décimo desde Adán.
Y ahora, el décimo desde Adán es un Profeta dispensacional, y es el que recibe la revelación divina de las cosas que han de suceder en aquel tiempo, y las da a conocer, y en adición a eso construye el medio de salvación que es el arca, el cual fue revelado por Dios para ser construido el arca por Noé.
Ahora, ¿qué tiene que ver Noé con nosotros? Tiene que ver mucho porque Cristo dijo que como en los días de Noé, así será la Venida del Hijo del Hombre, dice que comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento y no conocieron hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio y se los llevó a todos.
A todos los incrédulos lo que les espera es el juicio divino, se los lleva el juicio divino, los destruye el juicio divino, porque no conocieron ni al Mensajero de Dios, al Profeta de Dios que era un Profeta mayor dispensacional.
El que reciba a Profeta en nombre de Profeta, merced, recompensa de Profeta recibe; pero el que lo rechaza, entonces no va a recibir la recompensa de Profeta, que son las bendiciones de Dios enviadas a través de ese Profeta, y toda la revelación divina que Dios le ha dado a ese Profeta, la cual es dada a los que lo reciben.
¿Qué entonces recibirán aquellos que no reciben a ese Profeta? Pues reciben entonces el juicio divino y permanecen ciegos espiritualmente.
Vean, no conoció aquella generación hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; no conoció aquella generación que Noé era el Profeta de Dios y era un Profeta dispensacional con un Mensaje dispensacional, y era el Profeta que había recibido la revelación de las cosas que iban a suceder en ese tiempo.
Y aunque eran contrarias a la ciencia, porque en aquellos tiempos de la Tierra surgía un vapor durante la noche que regaba la vegetación, toda la Tierra, no llovía, como sucede en Lima: que solamente lo que cae es un roció, y eso es una lluvia para ustedes acá en Lima; pero si ustedes llegan a ver lo que es una lluvia y llega a caer una lluvia de verdad acá en Lima, pueden morir muchas personas, porque la ciudad no está preparada para lluvias de esa intensidad.
Ahora, Dios ha permitido que en el Perú haya algunos lugares que no cae lluvia a cántaros, sino que solamente un sereno, cae una llovisnita; todo esto para mostrar que antes no llovía como llueve en la mayor parte de las naciones, y que solo era regada la Tierra con un vapor de agua que subía de la Tierra durante la noche.
Por lo tanto, lo que Noé estaba diciendo: que vendría un diluvio (si no llovía, ahora va a anunciar un diluvio de lluvia, lluvia a cántaros para inundar la Tierra) era inconcebible para el mundo ante-diluviano.
Pero por cuanto las cosas que se ven fueron hechas de las que no se ven, encontramos que de lo que no se veía iba a ser hecho el diluvio y lo iban a ver. Pero ya eso estaba convertido en una realidad en Dios, y ya estaba hablado en la sexta dimensión y ya también fue hablado en esta dimensión terrenal a través del Profeta Noé.
Por lo tanto, ese diluvio iba a venir aunque fuera inconcebible para la mente humana. Pero lo que es imposible para el ser humano es posible para Dios, porque para Dios no hay ninguna cosa imposible; si El creó el Universo completo, ¿no puede hacer que llueva, lo cual es algo más pequeño? Ya el agua está. El creó el agua, ¿no puede hacer que caiga mucha agua?, si El conoce la fórmula
Ahora, encontramos que el mundo ante-diluviano era muy incrédulo, y no creyeron al Profeta dispensacional de Dios: Noé.
Y ahora, como fue en los días de Noé, Cristo dijo que será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará, será así el día en que el Hijo del Hombre vendrá. Eso está en San Mateo 24, versos 37 en adelante, dice... o 36 en adelante, dice:
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.”
O sea, el día y la hora de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Hijo del Hombre, dice que nadie sabe sino el Padre.
“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre (¿ven? Como en los días de Noé).
Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.”
Y ahora, en el tiempo de Noé encontramos que la humanidad ante-diluviana había llegado a su fin y no lo sabían, y Noé diciéndoselo y no lo creían tampoco; podían decir: “Si hace miles de años que el ser humano está viviendo aquí, y ya tenemos unos cuantos miles de años, más de mil años viviendo en la Tierra y no ha venido un diluvio como el que tú estás anunciando, y ahora, ¿tú nos vas a hacer creer que va a venir un diluvio así?”
¿Ven? Las religiones de aquel tiempo no creyeron al Profeta Noé, porque hubo muchas religiones en aquel tiempo también.
Pues Caín era religioso, por lo tanto los descendientes de Caín tenían su religión también, y hubo otras religiones también.
Pero vean ustedes, aun de la descendencia de Adán hubo muchos grupos religiosos también que podían decir que creían en Dios. Pero cuando Dios envía un Profeta a la Tierra, el que es de Dios oye la Voz de Dios a través de ese Profeta, es para que le hable la Palabra revelada al pueblo, y le da a conocer lo que Dios le dice que le dé a conocer al pueblo.
Por lo tanto, el mundo ante-diluviano tenía por parte de Dios, a través del Profeta Moisés, el Mensaje final para aquella generación ante-diluviana, la cual estaba condenada por Dios ya.
Ya Dios había juzgado aquella generación y la había condenado; pero por cuanto halló a Noé justo delante de El (de Dios), porque sus pecados estaban cubiertos con la sangre de los animalitos que él ofrecía a Dios por él y por su familia, Dios no podía destruir al justo con el injusto, a Noé no lo podía destruir porque sus pecados estaban cubiertos, por lo tanto le tuvo que mostrar un medio de escape, darle una forma de escapar del juicio divino.
Y Noé comenzó a predicar y también a construir el arca; cada martillazo que daba en la construcción era un Mensaje de que venía el juicio divino sobre la raza humana, un diluvio. Pero pasaron los años y la gente podía decir: “No va a venir ningún diluvio, miren, ya pasaron 10 años.” Después a los 10 años más podían decir: “Mira, ya van 20 años y nada acontece.” Y pasaron los años así y Noé estuvo de 100 a 120 años construyendo el arca y podían decir: “Ya tenemos un siglo y nada, ¿ven? Noé es un loco, un fanático religioso.”
Pero no era ni un loco, ni era un fanático religioso, era un hombre enviado por Dios con las dos conciencias juntas, para oír de Dios y darle el Mensaje de parte de Dios al pueblo, y prepararse él y su familia para escapar del juicio divino.
Ahora, encontramos que Noé cuando terminó el arca, vean ustedes, llegó al momento clave.
Ahora, ¿por qué Dios no había enviado el diluvio antes? Porque si lo enviaba, Noé no tenía el arca preparada, por lo tanto Dios tuvo que tener paciencia ¿con quién? Con Noé.
La paciencia no era con el mundo ante-diluviano pecador, sino con Noé, porque no lo podía destruir por cuanto él tenía cubiertos sus pecados y aparecía como justo delante de Dios; y Dios no puede destruir el justo con el injusto, y tenía la revelación de Dios y es un Profeta dispensacional, la clase de Profeta más grande que Dios envía en medio de la raza humana.
Y de esta clase de Profeta solamente hay (son poquitos), ¿solamente hay cuántos? Siete Profetas dispensacionales, que son: Adán, Set, Noé, Abraham, Moisés, Jesús, y el otro: el Angel del Señor Jesucristo.
Ahora, de la lista de los Profetas dispensacionales Jesús es el sexto y el Angel de Jesús es el séptimo.
Y ahora, Noé siendo un Profeta dispensacional y siendo el último de los Profetas del mundo ante-diluviano, tenía la revelación de Dios: “No hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele sus secretos a sus siervos Sus profetas.” Ese era el Profeta de Dios para aquel tiempo y era un Profeta mayor, dispensacional.
Pero vean, cuando Dios envía un Profeta a la Tierra la gente no quiere creer, son incrédulos; pero el que es de Dios sí oye la Voz de Dios a través de ese Profeta y cree.
Cuando Dios envía un Profeta dispensacional que es mayor, algunas personas dicen: “Pues si envía un Profeta más grande que un Profeta de edad, pues entonces todo el mundo va a creer.”
Pues miren, cuando envió a Noé ¿cuántos entraron al arca? Ocho personas contando a Noé. Noé, su esposa, los tres hijos (son cinco) y las esposas de los tres hijos (que son tres) son ocho, ocho personas entraron al arca y se salvaron, escaparon del juicio del diluvio, del juicio divino que vino sobre aquella generación ante-diluviana que no entendió.
No tenía entendimiento espiritual de parte de Dios, de la verdad de Dios, tenían muchas religiones pero la revelación divina de la verdad divina no la tenían, la cual estaba ¿en quién? En Noé.
Y ahora, el mundo ante-diluviano pereció por ser incrédulo y no tener entendimiento; porque los incrédulos, los impíos siguen obrando impíamente porque no entienden, pero los entendidos sí entienden, los entendidos son los que son ¿de quién? De Dios.
Y ahora, encontramos que como fue en los días de Noé, Cristo dice que será la Venida del Hijo del Hombre, así será el día en que el Hijo del Hombre se revelará.
Y ahora, Noé fue el décimo, o sea, fue Noé la décima generación desde Adán hasta Noé.
Y ahora tenemos en el Nuevo Testamento el Segundo Adán; el Segundo Adán es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y vean, siempre se cuenta la persona con la cual se comienza; desde Adán hasta Noé, Noé es la décima generación desde Adán hasta Noé, la décima generación de Adán.
Y ahora, el Segundo Adán tiene hijos, y tiene Sus descendientes que son cabezas de cada una de esas generaciones del Segundo Adán.
∙ Jesucristo, la primera generación de la Nueva Creación, la Nueva Raza con Vida eterna.
∙ Los Apóstoles, Pedro encabezando el grupo de los Apóstoles, la segunda generación.
∙ San Pablo la tercera generación, la cabeza de la tercera generación.
∙ Ireneo la cabeza de la cuarta generación.
∙ Martin la cabeza de la quinta generación.
∙ Colombo la cabeza de la sexta generación.
∙ Lutero la cabeza de la séptima generación.
∙ Wesley la cabeza de la octava generación.
∙ El Rvdo. William Branham la cabeza de la novena generación.
∙ Y el Angel del Señor Jesucristo la cabeza de la décima generación de Jesucristo.
Por eso para el Día Postrero lo que Cristo tiene es un Profeta Mensajero dispensacional con la revelación de todas las cosas que han de suceder, tanto las bendiciones de Dios para el pueblo de Dios, como el juicio divino de la gran tribulación, para proclamarlo y dar a conocer el día de venganza del Dios nuestro y cómo va a venir ese juicio divino, que no será con un diluvio de lluvia, sino de fuego.
Fuego atómico será desatado en una tercera guerra mundial, y también el fuego de los volcanes va a ser desatado y por consiguiente el fuego también del sol se va a desatar porque el sol se va acercar más a la Tierra, y también está la capa de ozono siendo afectada y por consiguiente los rayos ultravioletas del sol están pasando más directos a la raza humana.
Y con una tercera guerra mundial, ¿qué usted cree que va a pasar con la capa de ozono? Se va afectar más, y se va a cumplir lo que dice la Escritura: que el sol va a quemar a los seres humanos.
Así que vean todo lo que está envuelto para el juicio divino con fuego, fuego atómico, fuego del sol, fuego volcánico; y por cuanto se usa para los automóviles gasolina y petroleo, y hay plantas de petroleo también y refinerías de gasolina, todo eso se va a incendiar.
Y también tenemos el gas con el cual cocinamos en los hogares y tenemos instalaciones de gas en las ciudades, todo eso también va a incendiarse, y se va a cumplir la Palabra que está escrita en Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante, donde dice:
“He aquí, viene el día ardiente como un horno...”
¿No es en el horno de fuego donde va a ser echada la cizaña?, pues mire, y la cizaña son los hijos de ¿quién? Del malo, del maligno, o sea, de Satanás.
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa (¿ven? Esos son la cizaña); aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.”
Ni el abuelo, ni el bisabuelo, ni tampoco los nietos, por lo tanto así será la gran tribulación.
Eso nos habla de la gran tribulación que durará tres años y medio, que corresponden a la segunda parte de la semana número setenta de la profecía del libro del Profeta Daniel dada por el Arcángel Gabriel, que es el Arcángel de la revelación divina para traerla a la raza humana.
“ Mas a vosotros los que teméis mi nombre...”
¿Qué pasara para los que temen el Nombre del Señor? Lo mismo que pasó con Noé y su familia:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.”
Para los que temen el Nombre del Señor Jesucristo, los cuales en el Día Postrero estarán junto al Angel del Señor Jesucristo, el décimo que encabeza la generación número diez de Jesucristo hacia acá, de la generación de Cristo.
Y vean, Cristo ha tenido esas diferentes generaciones, de Cristo hacia acá han surgido de Cristo la generación de los Apóstoles, la generación de los siete Angeles Mensajeros (que son siete generaciones de siete edades y siete Angeles Mensajeros), y para este tiempo final la generación de la Edad de la Piedra Angular.
Cada Mensajero viene a ser la cabeza de esa generación; como así lo fueron cada uno de estos hombres de Dios del mundo ante-diluviano; pero la cabeza de todas esas generaciones, así como Adán era la cabeza de todas aquellas generaciones que vinieron de él, ahora el Segundo Adán es la cabeza de todas esas diez generaciones que han venido de Cristo.
Y ahora, así como Noé y su familia tenían sus pecados cubiertos con la sangre de los sacrificios que ellos efectuaban, ofrecían a Dios, y por consiguiente no podían ser destruídos, Dios tenía que tener un medio de escape para ellos y se lo reveló a él.
Ahora, la paciencia de Dios llegó hasta que Noé terminó el arca, porque la paciencia de Dios no era con el mundo ante-diluviano, sino con Noé y su familia, con los creyentes.
Ahora, las personas en la actualidad pueden decir: “Hace miles de años que están anunciando que viene el fin del mundo, el fin de la raza humana, que viene el juicio divino y no ha venido.”
Gracias a Dios que no ha venido todavía, más bien deben de dar gracias a Dios que no ha venido todavía el juicio divino, y Dios le ha dado oportunidad de arrepentirse de sus pecados y confesar a Cristo sus pecados, recibirlo como su Salvador, ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento y obtener Vida eterna y nacer así en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Vean lo que nos dice Jesús mismo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
¿Ven que es un asunto de creer o no creer? O cree la persona en el Señor Jesucristo y se arrepiente de sus pecados y es bautizado en agua en Su Nombre, y recibe el Espíritu Santo de parte de Cristo y tiene Vida eterna, o no cree y es condenado y el juicio divino le destruirá y dejará de existir; pero los que creen no son condenados, sino que han pasado de muerte a vida y vivirán con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.
Lo que nos garantiza que vamos a vivir eternamente es que hemos creído en Jesucristo nuestro Salvador, lo hemos recibido como nuestro Salvador y El nos ha lavado con Su Sangre, nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
Ahora, hemos visto que hay un ministerio para este tiempo final. En Apocalipsis encontramos que ese es el ministerio del décimo, de Jesús (el Segundo Adán) hacia acá.
Y ahora, vamos a ver en Apocalipsis, capítulo 4, capítulo 4 de Apocalipsis, verso 1 dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en las edades pasadas, las cosas que sucederán en este tiempo después de las que ya han sucedido en las generaciones pasadas de Jesucristo. O sea, en esas otras generaciones de las cuales hubo diferentes Mensajeros de Dios que fueron cabeza de esa generación, o sea, fueron los Mensajeros de esas etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, fueron Mensajeros no solamente para la Iglesia sino para el mundo entero.
Porque cuando Dios envía un Profeta, un Mensajero a la Tierra lo envía para Su pueblo, pero también además de hablar a Su pueblo por medio de ese Profeta, habla al mundo entero a través de ese Profeta.
Y ahora, vamos a ver la forma en que todas estas cosas que deben suceder pronto van a ser dadas a conocer, tanto a la Iglesia de Jesucristo como a todo ser humano. Dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Y ahora, ¿cómo nos va a dar a conocer todas las cosas que han de suceder? Enviándonos a Su Angel para manifestar a Sus siervos las cosas que han de suceder pronto, para manifestarle a la Iglesia del Señor Jesucristo todas las cosas que han suceder pronto, y para manifestar al pueblo hebreo todas las cosas que han de suceder pronto, y para manifestar al mundo entero las cosas que han de suceder pronto en este tiempo final en la generación décima de Cristo hacia acá.
Con la generación décima de Adán hasta Noé que vino el diluvio, no podía venir antes de esa décima generación y de ese décimo Profeta Mensajero que era la cabeza de esa generación, o sea, que Noé siendo el tercer Profeta dispensacional fue la cabeza de la décima generación de Adán hasta Noé.
Y ahora, ¿por qué no ha venido el juicio divino sobre la raza humana? Porque tiene que venir en la décima generación de Cristo hacia acá; y la décima generación es encabezada por el Angel del Señor Jesucristo, que es un Profeta dispensacional, que viene enviado por Cristo para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y con el Mensaje que él trae para la Iglesia de Jesucristo, recibe la Iglesia de Jesucristo la fe para ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y así escapar del juicio divino que ha de venir sobre la raza humana.
Ahí está la forma en que los escogidos, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo van a escapar de los juicios divinos de la gran tribulación.
Así como Noé, el décimo de Adán hasta Noé, tenía la revelación de cómo escapar del juicio divino, el décimo de la décima generación de Cristo hacia acá es el que viene con la revelación de cómo escaparemos del juicio divino que ha de venir sobre la raza humana, por lo cual nos dará, nos estará dando la revelación que necesitamos, que es la fe para el Rapto, para ser transformados y raptados, la cual es la fe, la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para así tener la revelación con la cual escaparemos; porque Cristo viene para transformar nuestros cuerpos y llevarnos con El a la Cena de las Bodas del Cordero, y El dijo que viene como ladrón en la noche, o sea que nadie lo va a conocer, excepto aquéllos que tendrán la fe, la revelación de Jesucristo.
¿Y quién es el que viene con la revelación de Jesucristo? Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.”
¿Quién es el que viene con la revelación de Jesucristo? El Angel del Señor Jesucristo. Por eso Juan el Apóstol quiso adorar al Angel de Jesucristo y el Angel no se lo permitió, porque Juan vio en el Angel la revelación de Jesucristo viniendo a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, encontramos que en el capítulo 19 del Apocalipsis, verso 7 al 10, Juan quiso adorar al Angel que le mostraba estas cosas y el Angel le dijo que no lo hiciera, que adorara a Dios.
Y también en el capítulo 22, versos 6 en adelante, luego que escuchó de parte del Angel las cosas que él le dio a conocer, quiso Juan adorarlo, adorar a los pies del Angel y el Angel le dijo de nuevo que no lo hiciera, que adorara a Dios; por lo tanto el Angel viene enseñando cómo adorar a Dios y enseñando que el pueblo adore a Dios, que no adore a hombre alguno sino a Dios.
Y por cuanto Dios se hizo carne en Jesucristo, pues adoramos a Dios manifestado a través de Jesucristo, adoramos a Jesucristo porque en Jesucristo está Dios en toda Su plenitud, y está en Su cuerpo angelical o/y con Su cuerpo físico glorificado también en el Cielo, en el Trono del Padre sentado.
Y ahora, continuamos leyendo aquí en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Y ahora, ¿quién es el enviado de Jesucristo, del Segundo Adán? El Angel del Señor Jesucristo que es el décimo de Jesús, desde Jesús hasta el Angel de Jesús, así como Noé era el décimo de Adán hasta Noé. En el décimo y con el décimo Profeta Dios envió ese juicio divino, con ese décimo, con ese Profeta, cabeza de la décima generación.
Y con el Profeta de la décima generación de Cristo hacia acá vendrá el tiempo para el juicio divino caer sobre la Tierra.
Ahora, ¿por qué antes no podía caer el juicio divino? Porque Dios estaba construyendo Su Iglesia, Cristo estaba construyendo Su Iglesia de edad en edad; y ahora en este tiempo final en la décima generación de Cristo hacia acá se completa la Iglesia del Señor Jesucristo, entran al Arca de salvación que es Cristo, y luego El nos llevará con El a la Cena de las Bodas del Cordero, Cristo nos llevará con El a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ahora, vean en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
¿Para qué es la Segunda Venida de Cristo? Para El reclamar todos los que El ha redimido con Su Sangre, para resucitar a los muertos creyentes en El y transformarnos a nosotros los que vivimos, para que tengamos un cuerpo como el cuerpo glorificado Suyo, como el cuerpo de Su gloria, tengamos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado.
Ya El ha hecho una transformación interior y nos ha dado un cuerpo teofánico angelical con el nuevo nacimiento, y nos dará un cuerpo físico y glorificado, nos transformará y nos dará un cuerpo físico glorificado, y entonces seremos iguales a Jesucristo nuestro Salvador, el Segundo Adán, del cual descendemos nosotros, y nos encontramos en la décima generación de Cristo hacia acá, la décima generación de Cristo hacia acá, la décima generación del cristianismo.
Cada generación del cristianismo está encabezada por un Mensajero de Dios, y Cristo es la Cabeza de todos esos Mensajeros, El es el Segundo Adán que vino para crear una raza nueva con Vida eterna y con cuerpos teofánicos angelicales y cuerpos físicos glorificados.
El ha estado por estos dos mil años en la fase de la creación de la Nueva Raza en el campo espiritual, dándoles un cuerpo teofánico angelical; la otra fase es el cuerpo físico glorificado que El nos dará en este tiempo final en la décima generación de Cristo hacia acá, la décima generación cristiana o del cristianismo de Cristo hacia acá, para lo cual El dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ese es el enviado de Jesucristo: el Angel del Señor Jesucristo, el décimo de Cristo hacia acá de esas diez generaciones contando la primera como Jesús, la segunda como Pedro y los Apóstoles, la tercera como San Pablo, la cuarta como Ireneo, la quinta como Martín, la sexta como Colombo (esas son las cabezas de esas generaciones del cristianismo), la quinta Lutero, la sexta, de la sexta la cabeza es Wesley, la séptima... de la séptima vamos a ver... los leo de nuevo:
∙ La primera generación, la primera generación Jesucristo.
∙ De la segunda generación San Pedro y los Apóstoles.
∙ De la tercera generación del cristianismo: San Pablo.
∙ De la cuarta generación del cristianismo: Ireneo.
∙ De la quinta generación del cristianismo: Martín.
∙ De la sexta generación del cristianismo: Colombo.
∙ De la séptima generación del cristianismo: Wesley.
∙ De la novena generación del cristianismo: el Rvdo. William Branham.
∙Y de la décima generación del cristianismo: el Angel del Señor Jesucristo.
Comenzó con un Profeta dispensacional: nuestro amado Señor Jesucristo, y termina con un Profeta dispensacional: el Angel del Señor Jesucristo, proclamando el juicio divino que ha de venir sobre la Tierra para la raza humana, pero también proclamando la bendición que viene para los escogidos de Dios, que es la transformación nuestra y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Ahora, del mundo ante-diluviano hemos visto estos patriarcas ante-diluvianos, hemos visto estos hombres, estos grandes hombres de Dios ante-diluvianos, también vimos hombres grandes de Dios después del diluvio como Sem, aunque él había nacido antes del diluvio, pero el último Profeta era Noé de los ante-diluvianos.
Luego, encontramos estos grandes hombres de Dios del mundo que vino después del diluvio, como Sem y luego los descendientes de Sem, los cuales los tenemos en la misma Biblia mencionados. Vamos a ver aquí estos descendientes, estos descendientes de Sem... se encuentra en el capítulo 10 del Génesis, versos 21 en adelante, dice:
“También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de Jafet.
Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.”
Y después sigue enumerando más personas descendientes de Sem hasta llegar a Abraham.
Vemos que hubo grandes hombres de Dios descendientes de Sem, como Sem también era un hombre grande de Dios, un hombre grande, con fe y de fe.
Luego encontramos a Abraham, después a Isaac, después a Jacob, después a los doce patriarcas.
Y vean, esos patriarcas estaban desde antes de la fundación del mundo ya en el Programa de Dios, por eso de los veinticuatro tronos donde se sientan veinticuatro ancianos, doce de ellos son los doce patriarcas, y los otro doce que se sientan en los otros doce tronos son los doce Apóstoles del Señor, excepto Judas, pues en el lugar de Judas Iscariote fue colocado otro Apóstol.
Y ahora, ¿recuerdan que Cristo dijo a Sus Apóstoles que en la regeneración El les daría que se sentasen, se sentarán sobre doce tronos y juzgasen, juzgaran a las doce tribus de Israel? Eso está en San Mateo, capítulo 19, versos 28 al 30, y San Lucas, capítulo 22, versos 28 al 30 también.
Hay tronos para estos grandes hombres de Dios como los Apóstoles, y hay tronos para los patriarcas hijos de Jacob, y hay tronos también para los Angeles Mensajeros de las siete edades de la Iglesia; ¿y para quién más hay trono? Dice el Señor Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Por lo tanto en ese trono se sentará el Vencedor del Día Postrero, el décimo de Cristo hacia acá.
El décimo de Cristo hacia acá viene a ser cabeza de la décima generación de Cristo hacia acá; pero Jesucristo es la Cabeza de todas esas generaciones, porque son las generaciones no de Adán, sino del Segundo Adán: Jesucristo nuestro Salvador, y en esas generaciones están los escogidos de Dios de cada una de esas generaciones, y son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, estos son hombres de fe, hombres de Dios con fe, los cuales caminan por fe y con fe; no fe humana sino la fe de Jesucristo en ellos manifestada, y estos son los hombres de Dios, de Cristo, del Segundo Adán del Nuevo Testamento, los grandes hombres de Dios.
Fuera de ellos hay muchos hombres grandes que han trabajado en la Obra de Dios, y muchos colaboradores de estos hombres grandes de Dios que son la cabeza de estas diez generaciones.
Y ahora, encontramos que los más sobresalientes son estos diez hombres de la Nueva Raza que Dios está creando, Jesucristo como la Cabeza de todos ellos, y luego viene Pedro y los Apóstoles, San Pablo, Ireneo, Martín, Colombo, Lutero, Wesley, el Rvdo. William Branham y el Angel del Señor Jesucristo. Con cada uno de ellos está el grupo de su tiempo, y el Mensaje de cada uno de estos Mensajeros se extiende y llega hasta donde están los escogidos de Dios, ellos traen un Mensaje que es para todo ser humano que vive en la Tierra.
Y ahora, hemos visto los grandes hombres de Dios más sobresalientes de la Biblia, los de los ante-diluvianos: Adán, Set, Enoc, no mencionamos a Abel porque murió sin tener simiente, pero le sustituyó Set en lugar de Abel, pues este es tipo y figura, Abel es tipo y figura de Cristo muriendo y Set es tipo y figura de Cristo resucitando, del Cristo resucitado.
Adán, Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec y Noé. Estos son los grandes hombres de Dios del mundo ante-diluviano. Pero hubo otros hombres de Dios pero no tan grandes como estos que hemos mencionados.
Y luego del mundo ante-diluviano tenemos a Sem, y de la descendencia de Sem tenemos a Heber, y tenemos de los hijos de Heber, los descendientes de Heber y sobretodo el hijo primogénito es el que le sigue luego como cabeza; y así por el estilo sigue apareciendo el más sobresaliente de esa linea genealógica, de esa genealogía de los grandes hombres de Dios.
Y ahora, llega hasta Abraham, Isaac, Jacob y los patriarcas; y luego sigue esta linea de hombres grandes de Dios con Moisés, con Josué, con los jueces del pueblo hebreo, de los cuales Josué fue el primero de los jueces y Samuel fue el último de los jueces, y ambos eran Profetas de Dios.
Y luego encontramos, luego de estos jueces como hombres grandes de Dios y también Moisés, luego encontramos los reyes David y Salomón y otros reyes que fueron también grandes, amaron a Dios y sirvieron a Dios, temieron a Dios y guiaron al pueblo en el camino de Dios. Esos son los que se pueden mencionar como reyes grandes en medio del pueblo hebreo.
Y luego vienen los Profetas, en el tiempo de los reyes también encontramos que estaban los Profetas, tenemos grandes Profetas como el Profeta Elías, tan grande que su ministerio Dios lo repite cinco veces: Elías Tisbita, Eliseo, Juan el Bautista, el Rvdo. William Branham y el Angel del Señor Jesucristo.
En todas esas personas el ministerio de Elías estaría siendo manifestado, el Espíritu Santo estaría operando ese ministerio en Elías Tisbita y en todas estas otras personas que vendrían con el espíritu y virtud de Elías, serían hombres del tiempo en que ese ministerio sería manifestado.
También, vean, de los Profetas tenemos a Elías Tistiba, a Eliseo, tenemos a Micaías, tenemos otros más de los Profetas, unos cuantos más, tenemos también a Isaías, a Jeremías, a Ezequiel, tenemos también al Profeta Daniel, tenemos al Profeta Zacarías, tenemos también al Profeta Malaquías y a Juan el Bautista, todos esos son hombres grandes de Dios; por supuesto unos son más grandes que otros, de acuerdo al ministerio que Dios haya operado en ellos.
De Juan el Bautista Cristo dijo: “De los nacidos de mujer no se ha levantado uno mayor que Juan, pero el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan.” Porque Juan pertenece al pueblo de los siervos, y aunque sea un Profeta pertenece al pueblo de los siervos; y el más pequeño del Reino de los Cielos pertenece al pueblo de los hijos e hijas de Dios, y un hijo es mayor que un siervo.
Por tanto los miembros de la Iglesia de Jesucristo pertenecen al pueblo de los hijos e hijas de Dios, es el pueblo celestial de Dios, por eso nuestra ciudadanía está ¿dónde? En el Cielo.
Y ahora, de estos que son la cabeza de cada una de estas generaciones, podemos decir que son mayores que los mayores del Antiguo Testamento.
Si Juan el Bautista era mayor de los nacidos de mujer, cómo será cuando dice: “Pero el menor, el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan.” Y si el más pequeño es mayor que Juan, cómo será los que son más grandes, que son estos: Jesús, Pedro y los Apóstoles, Pablo, Ireneo, Martín, Colombo, Lutero, Wesley, el Rvdo. William Branham y el Angel de Jesús.
Y ahora, de todos estos el menor, y cuando les digo “el menor” es porque aparece como último, el menor le dicen el Benjamín de la familia también; el Benjamín de la familia, cabeza de estas generaciones, es el Angel del Señor Jesucristo, y es mayor que Juan, y es mayor (no solamente que Juan) que todos los Profetas, excepto Jesús, porque el Mayor de todos es nuestro amado Señor Jesucristo y el que le sigue es el Angel del Señor Jesucristo.
Así que, podemos ver los grandes hombres de Dios, estos son hombres de fe y son los que tienen la revelación divina para la edad y dispensación que les ha tocado vivir.
Y bajo el ministerio de estos hombres grandes de Dios en el Nuevo Testamento, Dios coloca Su Iglesia en cada edad y son los instrumentos de Cristo en cada edad, cada uno en su edad.
Por medio de esos hombres grandes de Dios del Nuevo Testamento de la Iglesia de Jesucristo, es que Cristo en Espíritu Santo se vela en carne humana y se revela a través de cada uno de esos Mensajeros en cada edad, y esa es la revelación de Jesucristo en cada edad a través del Mensajero de cada edad.
Y ahora, para el Día Postrero la revelación de Jesucristo estará siendo manifestada a través del décimo de Cristo hacia acá, estará siendo manifestada la revelación de Jesucristo a través del Angel del Señor Jesucristo.
Así como Cristo se reveló a través de cada Angel Mensajero en cada edad, se está revelando en este tiempo final a través de Su Angel Mensajero, el cual es enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y Cristo dijo en San Juan, capítulo 13, verso 20: “El que recibe al que yo enviare, a mí me recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió.” Eso es lo que Cristo dijo con relación al que El envía. Capítulo 13, verso 20 de San Juan:
“De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”
(Nota - Apocalipsis 22:16):
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ese es el enviado de Jesucristo, y el que lo recibe en el Día Postrero, en la décima generación de Cristo hacia acá, la décima generación del cristianismo de Cristo hacia acá, recibe a Cristo.
¿Por qué? Porque siempre Cristo viene en el enviado; vino en cada Angel Mensajero que fueron los enviados de las diferentes edades, y viene en Su Angel Mensajero enviado para el Día Postrero, para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; será el Espíritu Santo en Su Angel Mensajero revelando todas estas cosas que deben suceder pronto, pero tiene que venir la revelación por medio de un hombre, de un Profeta en este tiempo final en el Mensaje que trae ese Profeta, que es un Mensaje dispensacional.
Y ahora, de los hombres grandes de Dios encontramos que el último es el Angel del Señor Jesucristo, y nosotros estamos viviendo en la generación de ese Angel Mensajero que es la décima generación de Cristo hacia acá.
Pero recuerden, todas esas generaciones pertenecen ¿a quién? A Jesucristo nuestro Salvador, El es el tronco de esas generaciones del cristianismo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, El dijo: “Yo soy la vid, vosotros sois los pámpanos.” Y ahora, cada rama es cada generación.
Tuvimos la rama allá de los Apóstoles con la Iglesia apostólica que comenzó el Día de Pentecostés, tuvimos la segunda rama que fue la primera edad con San Pablo y así por el estilo, pero Cristo es el Tronco, la Vid.
Y ahora, estamos en la rama final. Y recuerden que en cada rama de la planta o árbol de uva aparecen las uvas, el fruto de la vid verdadera, aparecen en cada rama los hijos e hijas de Dios.
Los de la rama de los Apóstoles, allá de Pedro y los Apóstoles aparecieron allá con ellos, los de la rama de la primera edad aparecieron con San Pablo, y así por el estilo cada rama tiene sus propios hijos de su propia edad, de su propia generación.
Y ahora, en este tiempo nacen en el Reino de Cristo los hijos de la rama del Día Postrero, una rama que viene directamente del Tronco, de Jesucristo, que es el Tronco, la planta de uva o el árbol de uva, el cual es la Vid Verdadera.
Y ahora, en este tiempo final el fruto de la vid Verdadera tiene que estar ¿dónde? En la rama del Día Postrero que es la Edad de la Piedra Angular, y que corresponde a la décima generación, contando a Cristo como la primera generación, los Apóstoles como la segunda, y los siete Angeles Mensajeros como las generaciones subsiguientes hasta la novena generación, y el Angel de Jesucristo correspondiente a la décima generación de Cristo hacia acá.
Y esta es la generación que no pasará sin que Cristo cumpla todo lo que El ha prometido para la generación final; cumplirá en esta décima generación que corresponde a la Edad de la Piedra Angular, cumplirá todo lo que El ha prometido para Su Iglesia y para el pueblo hebreo y para el mundo.
Para el mundo: pues el juicio divino; para el pueblo hebreo: la reconciliación del pueblo hebreo con Dios donde llama y junta ciento cuarenta y cuatro mil hebreos; y para la Iglesia de Jesucristo: le da la fe para el rapto, la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, para prepararnos y transformarnos en este tiempo final y llevarnos con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Y ahora, podemos ver cómo es que Cristo conforme a Su Programa estaría haciendo estas cosas en este tiempo final.
Y no importa que así como criticaron al décimo desde Adán (que fue Noé) y no creyeron su Mensaje, el mundo no creyó su Mensaje, no importa que el mundo no crea el Mensaje del décimo de Cristo hacia acá; pero los hijos e hijas de Dios, las ovejas del Señor oirán la Voz de Cristo a través de él, porque el que es de Dios la Voz de Dios oye, y por consiguiente estaremos todos bajo la Sangre de Cristo, la Sangre del Nuevo Pacto dentro del Nuevo Pacto, el cual El está confirmándole a Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular.
Así como le confirmó a Su Iglesia en cada edad el Nuevo Pacto y entraron al Nuevo Pacto los hijos, los escogidos de Dios de cada edad, y estuvieron bajo el ministerio del Angel Mensajero correspondiente a cada edad.
Los escogidos de Dios del Día Postrero estarán bajo el ministerio del décimo de Cristo hacia acá, del décimo Mensajero de Cristo hacia acá, y estaremos dentro del Nuevo Pacto, el cual está siendo confirmado a nosotros en la décima generación cristiana, la décima generación de Cristo hacia acá, contando a Cristo como la primera generación y como fundamento del cristianismo.
Y ahora, ¿dónde está confirmando Cristo el Nuevo Pacto a Su Iglesia? En la décima generación de Cristo hacia acá, ya no la está confirmando a la primera edad, segunda o tercera, sino en la Edad de la Piedra Angular, porque ya en esas edades la confirmó y ya entraron los que iban a entrar en esas edades.
Y ahora, Cristo está confirmando Su Pacto, y por eso no solamente un color del Arco Iris sino los siete colores del Arco Iris y en un círculo completo está en la Edad de la Piedra Angular; por lo tanto es un Pacto Eterno que está siendo confirmado; y tenemos la Sangre de ese Pacto Eterno, por lo tanto es la etapa donde regresaremos a la Vida eterna física con cuerpos glorificados, porque está el Pacto, el Arco Iris completo con los siete colores en un círculo completo, como aparece en Apocalipsis, capítulo 4 el Arco Iris alrededor del Trono de Dios.
Y ahora, en la Edad del Trono el Arco Iris está completo también, por eso el libro que está en la diestra del que está sentado en el Trono viene a la Edad del Trono, la Edad de la Piedra Angular y por consiguiente tiene que venir el Arco Iris, el Pacto de Dios.
Por lo tanto, estamos siendo confirmados en el Nuevo Pacto y estamos cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, Dios no puede destruir a los escogidos de Dios que están dentro del Nuevo Pacto, porque Cristo no ve pecado en ellos, porque han sido lavados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Y El nos ha lavado con Su Sangre, nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes; por lo tanto El tiene que sacarnos de aquí, de esta dimensión terrenal antes de traer el juicio divino, el diluvio de fuego que ha de venir sobre la raza humana.
¿Y cómo nos va a sacar? Pues nos va a transformar a los que estamos vivos, a los muertos en Cristo los va a resucitar en cuerpos eternos y nos va a llevar con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, lo cual también fue tipificado en Enoc, séptimo desde Adán, que fue transpuesto para no ver muerte y le llevó Dios y después las personas no le encontraron.
Séptimo desde Adán, tipo y figura del séptimo Profeta dispensacional que será adoptado, será transformado y llevado con Cristo al Cielo juntamente con Su grupo del Día Postrero.
Y ahora, hemos visto: “LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS.”
Estos son hombres de fe, tienen la fe de Cristo y son los hombres más grandes del Reino de Cristo; por lo tanto tendrán unas posiciones muy importantes en ese Reino Milenial y por toda la eternidad, y ya eso estaba predestinado por Dios desde antes de la fundación del mundo.
Estos hombres: los siete Angeles Mensajeros aparecen como los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra, como los siete ojos del Cordero en los siete cuernos que recorren toda la Tierra, y como las siete lámparas de fuego que están en Apocalipsis, capítulo 4, verso 4 al 5, y delante del Trono, y son esas siete lámparas los siete espíritus de Dios.
Y al manifestarse en la Tierra son los siete Angeles Mensajeros de las siete edades de la Iglesia, y los Apóstoles pues son 12 de los 24 ancianos que están en los doce tronos, y los otros 12 son los doce patriarcas sentados en los otros doce tronos, por eso Cristo podía decirle a ellos, prometerle a ellos que se sentarían en doce tronos.
Y por eso también puede prometerle al Vencedor del Día Postrero que se sentará en Su Trono, porque ese Trono existe y es el Trono de David, el cual Cristo reclamará en este tiempo final y se sentará sobre ese Trono y con El el Vencedor.
Ese será el más privilegiado de los grandes hombres de Dios, y Su grupo será el más privilegiado de todos los grupos del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Y ese es el Mensajero del Señor Jesucristo con Su grupo viniendo a existencia, que es la Iglesia Novia del Señor Jesucristo pasando de nuevo.
Como vio el Rvdo. William Branham en la visión que tuvo de la Novia que apareció allá el Día de Pentecostés (la iglesia apostólica), y después desapareció y pasaron otras personas que representaban otros grupos, pero después al final pasó de nuevo la Iglesia Novia.
Pasa de nuevo la Iglesia Novia con el último de los grandes hombres de Dios, pasa con el último Angel Mensajero, que es un Angel Mensajero dispensacional, un Profeta dispensacional con un Mensaje dispensacional, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Por lo tanto, conociendo las cosas que están siendo dadas a conocer, estemos con nuestras vidas arregladas delante de Dios, nuestras faltas, errores y pecados confesados a Cristo y sumergidos en la Sangre de Cristo, para que así nuestras vestiduras estén limpias delante de Dios, no haya pecado en nosotros y El nos transforme en este tiempo final, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, y así escapemos del juicio divino de la gran tribulación que ha de venir, y así estemos en pie delante del Hijo del Hombre en Su manifestación final, a través del Angel del Señor Jesucristo, del décimo de Cristo hacia acá.
“LOS GRANDE HOMBRES DE DIOS.”
Hemos visto los grandes hombres de Dios del Antiguo Testamento, tanto del mundo ante-diluviano como del mundo que vino después del diluvio. Y ahora, eso es pos-diluvio.
Y ahora, hemos visto los grandes hombres de Dios del Nuevo Testamento descendientes del Segundo Adán: Jesucristo nuestro Salvador por medio del nuevo nacimiento, entre todos los hijos de Dios que vienen por medio de Cristo, nacen en el Reino de Cristo, estos grandes hombres de Dios que son los Mensajeros de su tiempo.
Pero todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo son los seres más grandes del Cielo y de la Tierra, porque son los hijos e hijas de Dios.
Así como en las huestes celestiales hay Angeles y hay también Arcángeles, en la Iglesia del Señor Jesucristo como el Ejército celestial de Cristo hay personas tipificadas en Angeles, creyentes en Cristo que son como los Angeles, porque los creyentes en Cristo son como los Angeles y tienen un cuerpo angelical: el cuerpo teofánico angelical, pero entre ellos hay algunos que son como los Arcángeles, que son los Mensajeros correspondientes a cada tiempo.
Y de entre ellos el más grande es el del Día Postrero, porque es un Angel Mensajero dispensacional que viene con Voz de Arcángel, Angel mayor, y ése es el más grande de todos los Mensajeros de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso es el que se sentará con Cristo en Su Trono, por eso es que Cristo hace como el Padre hizo con El, así como dice:
“Al que venciere , le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
En la misma forma en que el Padre sentó a Cristo, a Jesús con El en Su Trono, Jesucristo sentará al Vencedor con El en Su Trono; y así como el Padre envió al Angel, a Su Angel, al Angel de Jehová durante el Antiguo Testamento y luego lo envió en carne humana, y cuando vino en carne humana se llamaba Jesús, allí estaba el Nombre de Dios manifestado.
Y Cristo tiene Su Angel en el Nuevo Testamento, el cual envió a Juan el Apóstol para darle la revelación del Apocalipsis, ese Angel ha estado en la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo y para el Día Postrero lo envía en carne humana, en la misma forma que hizo el Padre con el Angel de Jehová, con Su Angel, así hace Cristo con Su Angel: el Angel de Jesucristo en el Día Postrero.
Pero el Angel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo, el Angel de Jesucristo es un Profeta dispensacional enviado por Cristo, para dar testimonio de estas cosas en las Iglesias, y es el décimo de Jesús hacia acá.
Por lo tanto, ese es el Angel Mensajero del Señor Jesucristo, el Profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular que tendrá la revelación divina de todas las cosas que han de suceder, y por consiguiente tendrá la revelación divina de los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra, y de las bendiciones también que han de venir para la Iglesia del Señor Jesucristo y las bendiciones que han de venir para el pueblo hebreo.
Y es el único Angel Mensajero que podrá conquistar con el Espíritu Santo el corazón de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, conforme a Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, y Apocalipsis, capítulo 11, y Apocalipsis, capítulo 14.
¿Ven? Todo eso ya está predestinado por Dios, está destinado por Dios, no es que él se saldrá con la suya, sino que ya ese es el Programa de Dios y él viene para Cristo a través de él cumplir ese programa; no es por fuerza propia de él, sino por el Espíritu Santo. “Porque no es con ejércitos ni con fuerzas (dice Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14), sino con mi Espíritu ha dicho Jehová.”
Es con el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, que Cristo crearía, formaría Su Iglesia, es una Obra del Espíritu Santo.
La formación de la Iglesia, la creación de la Iglesia de Jesucristo, de ese Templo Espiritual es una Obra ¿de quién? Del Espíritu Santo.
Y para el Día Postrero viene el Angel del Señor con el Espíritu Santo, como vinieron los Angeles Mensajeros con el Espíritu Santo en su edad, viene en el Día Postrero con el Espíritu Santo, para Cristo en Espíritu Santo hacer la Obra que El tiene en Su Programa para este tiempo final, para hacer Su Obra entre Su Iglesia y entre el pueblo hebreo y en medio de la humanidad.
Así que podemos ver los grandes hombres de Dios, podemos ver quiénes fueron los primeros: el primero fue Adán del mundo ante-diluviano y del Antiguo Testamento, y del Nuevo Testamento el primero es Jesús y el último: el Angel de Jesús.
Vean, allá el mundo ante-diluviano comenzó con Adán, un Mensajero dispensacional y terminó con un Mensajero dispensacional: Noé; y en la Nueva Creación se comienza con un Mensajero dispensacional: Jesús, y luego se llega a su final, se termina con un Mensajero dispensacional: el Angel del Señor Jesucristo. Con un Profeta dispensacional cierra Cristo la Dispensación de la Gracia y abre la Dispensación del Reino.
Ese es el que hace el entrelace dispensacional, pero eso lo hace el Espíritu Santo a través de ese Angel Mensajero, es Cristo en Espíritu Santo en Su Angel Mensajero, llevando a cabo la Obra divina correspondiente a este tiempo final.
Por lo tanto, cuando veamos las obras que Cristo prometió realizar en este tiempo final siendo realizadas por el Angel de Jesucristo, recuerden que es Jesucristo en Espíritu Santo el que está realizando esas obras; el Angel de sí mismo no está haciendo nada, solamente se pone en las manos de Cristo para que Cristo haga Su Obra correspondiente a este tiempo final.
Por lo tanto la gloria siempre la dará a Cristo, el Angel de Jesucristo dará la gloria a Jesucristo nuestro Salvador. El siempre dirá como decía Cristo, Cristo decía: “Yo no hago nada de mí mismo, sino lo que yo veo al Padre hacer eso es lo que yo hago, el Padre que mora en mí El hace las obras.”
Y ahora, así es con Cristo y Su Angel, es Jesucristo el que hace las Obras. Moró en los Angeles Mensajeros y en los Apóstoles, y estará morando en Su Angel Mensajero del Día Postrero haciendo Su Obra correspondiente a este tiempo final.
Y ahora, hemos visto: “LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS.”
Y hemos visto que son hombres de fe, los hombres de fe de su edad: son los Mensajeros de Cristo que El ha enviado en Su Iglesia, los Apóstoles, los siete Angeles Mensajeros de las siete edades y el Angel del Señor Jesucristo. Y la cabeza de todos ellos es nuestro amado Señor Jesucristo, y el pueblo que está en cada edad con Cristo manifestado a través del Mensajero de cada edad es el pueblo grande que vive en la Tierra en esa edad, es el pueblo más importante, con la gente más grande, porque son gentes celestiales y han sido lavadas con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Y para el Día Postrero la gente grande del Reino de Cristo son los escogidos del Día Postrero con el Angel del Señor Jesucristo.
¿Y donde están esa gente grande del Reino de Dios? (Nota - Los presentes responden: “¡Amén!”) Aquí están, son ustedes en este tiempo final, ustedes que están aquí presentes, y los que están a través de Internet, y los que a través de esta conferencia en video están escuchando y creen con toda su alma, y los que también estarán leyendo esta conferencia y la estarán creyendo con toda su alma. Ustedes son la gente grande del Cielo y de la Tierra enviados a vivir en este planeta Tierra, en este tiempo final.
Por eso Cristo les va a transformar, les va a dar un cuerpo nuevo, eterno y glorificado y los va a llevar con El a la Cena de las Bodas del Cordero, y a mí también; por lo tanto no me voy a quedar fuera, yo también iré con ustedes, yo también seré transformado como ustedes.
Así que hemos visto los hombres grandes de Dios del Antiguo Testamento y los hombres grandes de Dios del Nuevo Testamento, y hemos visto también al pueblo grande de Dios del Antiguo Testamento: el pueblo hebreo y los descendientes de Adán que permanecieron creyendo en Dios, y el pueblo, la gente grande de Dios del Nuevo Testamento, la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo nacidos de nuevo. Es un pueblo celestial, nuestra ciudadanía está ¿dónde? En el Cielo.
El pueblo Celestial es el pueblo más grande que vive en esta Tierra en cuerpos humanos, pero que serán transformados y entonces seremos inmortales físicamente también.
Ahora, ¿quiénes van a ser transformados? (Nota - Los presentes responden: “¡Amén!”) ¡Todos nosotros! Porque somos descendientes del Segundo Adán, somos miembros de la Familia del Segundo Adán, hijos e hijas de Dios por medio del Segundo Adán: Jesucristo nuestro Salvador, y pertenecemos a la décima generación de Cristo hacia acá, contando a Cristo como la primera generación, y los Apóstoles como la segunda, y los siete Angeles Mensajeros como las siete etapas subsiguientes a los Apóstoles y siete generaciones subsiguientes, y luego se llega hasta la novena, y luego la décima generación que nos corresponde a nosotros en el Cuerpo Místico de Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, la bendición que ustedes tienen es grande, a tal grado que ustedes todavía no pueden comprender lo grande de la bendición que ustedes tienen en el Reino de Cristo, en la décima generación de Cristo hacia acá.
Estamos en la generación que no pasará, sino que se cumplirá todo lo que Cristo ha dicho, y seremos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Si se nos va adelante alguno de los nuestros, no se preocupen, se fue a descansar porque ya su cuerpo físico estaba cansadito y está descansando en el cuerpo teofánico angelical, pero volverá en la resurrección de los muertos, en un cuerpo nuevo y eterno y jovencito, para estar con nosotros de nuevo, y nosotros cuando los veamos seremos transformados, y entonces todos jóvenes estaremos en la flor de la juventud.
Y ahora, podemos ver que ese pueblo que va a tener el cuerpo eterno y jovencito, es el pueblo grande de Dios de edad en edad y de generación en generación.
“LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS.”
Esos son los grandes hombres de fe de generación en generación de Cristo hacia acá, y el pueblo grande de Dios y la gente grande Dios, son los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en Su Nombre y han recibido el Espíritu Santo y han obtenido el nuevo nacimiento.
Esas son la gente grande de Dios, a tal grado que ya son inmortales, sus almas son inmortales y tienen un cuerpo angelical inmortal, y ahora les falta recibir la inmortalidad física, la cual El nos dará en este tiempo final, en esta décima generación de Cristo hacia acá.
“LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS.”
Ese ha sido nuestro tema en esta ocasión.
Y ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS.”
Les preguntaría: ¿con cuál de los grandes hombres de Dios le hubiera gustado a usted estar?, si Dios le hubiera preguntado antes de venir a la Tierra o antes de la fundación del mundo, le hubiera preguntado a usted a su alma: “¿En qué generación de Cristo hacia acá tú quieres estar? ¿Y con cuál de los hombres grandes de Dios tu quieres estar?” (Nota - La audiencia responde: “¡Con el Angel Mensajero del Señor Jesucristo!”)
Y si me hubiera preguntado a mí, yo le hubiera dicho: “Yo quiero estar en la última generación de Cristo hacia acá, con el pueblo de la última generación, para ministrarle todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, para darle a conocer todas estas cosas, y así reciban la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.”
Así que estando en la décima generación de Cristo hacia acá, con el ministerio del décimo Mensajero de Cristo hacia acá, el décimo cabeza de generación de Cristo hacia acá.
Para la décima generación no tenemos que estar con miedo, con temores, sino tranquilos, agradecidos a Cristo por Sus bendiciones que El tenía predestinadas para nosotros y que ya nos está dando en este tiempo final, conscientes que vamos a ser transformados porque El lo prometió; y por eso estamos recibiendo la revelación para ser transformados, bajo el ministerio del décimo Mensajero de Cristo hacia acá, eso es contando a Jesucristo.
Y ahora, hemos visto nuestro tema: “LOS HOMBRES GRANDES DE DIOS.”
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, nuestro Salvador, sean derramadas sobre todos ustedes bajo el ministerio del último de los hombres grandes de Dios y del último ministerio dispensacional.
Que el Espíritu Santo derrame Sus bendiciones sobre vuestras almas y sobre todo vuestro ser; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención amados hermanos y amigos presentes, y los que a través de esta conferencia grabada están escuchando.
Dejo nuevamente a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Y nos veremos muy pronto en este mismo año, ya sea en estos cuerpos mortales o en el nuevo cuerpo, porque estamos esperando el nuevo cuerpo; pero cuando lo recibamos no quiere decir que vamos a alejarnos los unos de los otros, sino que vamos a estar más cerca, porque en el nuevo cuerpo no tendremos limitaciones.
Haya vuelos aéreos o no haya vuelos aéreos, nosotros tenemos boleto gratis porque tenemos un cuerpo glorificado, el cual El nos dará y en el cual podremos ir no solamente de un país a otro sino de un planeta a otro, o de una galaxia a otra, o de un sistema solar a otro. No importa a dónde tengamos que ir, con el nuevo cuerpo que es interdimensional, podremos pasar por las dimensión que tengamos que pasar sin ningún problema.
Como hizo Jesucristo cuando ascendió al Cielo: salió de esta dimensión terrenal y pasó a la séptima dimensión, la dimensión de Dios. No se ha puesto viejo en ningún momento. Cuando lo veamos, lo veremos en un cuerpo jovencito glorificado; así es el cuerpo glorificado, no se pone viejo, es un cuerpo para toda la eternidad.
Ahora, ya tenemos por aquí a nuestro hermano Bermúdez, por algún lugar, acá lo tenemos.
Estemos preparados porque en algún momento, no sé en qué año, pero en algún momento Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados y nos va a transformar a nosotros.
¿Dónde están los que van a ser transformados? (Nota - Los presentes responden: “¡Amén!”) Aquí estamos esperando nuestra transformación.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y con nosotros nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín.
“LOS GRANDES HOMBRES DE DIOS.”