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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| La Gracia manifestada para Salvación | 2002-03-06 | 1 | Emiliano Zapata | Tabasco | MX | 01:06:56 | false |
Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos reunidos aquí en el lugar de Emiliano Zapata en Tabasco, República mexicana; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta tarde, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Reciban saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela; ellas me encargaron que les diera saludos a todos los hermanos en la República mexicana y también en los demás países donde hemos de viajar. La más pequeña no habla todavía, pero Erica habló por ella y entonces me pidió que en nombre de ella también diera saludos a todos. América, pues personalmente como habla, ella también dijo que le diera saludos a todos, y a los Cachorritos también.
Para esta ocasión leemos en Tito, capítulo 2, verso 11 al 15, esto es lo que San Pablo dice a Tito:
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,
enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,
aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “LA GRACIA MANIFESTADA PARA SALVACION.”
En San Juan, capítulo 3, verso 12 en adelante, dice:
“Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? (Esto lo está hablando Cristo a Nicodemo)
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Y ahora, ¿por qué necesitamos creer en Cristo como nuestro Salvador? ¿Y por qué Jesucristo es nuestro Salvador? Porque el ser humano en el Huerto del Edén cayó, y al pecar cayó de la gracia de Dios y cayó por consiguiente de la Vida eterna; y el ser humano perdió el derecho de vivir eternamente en el cuerpo físico, y por eso de allí en adelante el ser humano muere y su cuerpo es temporal.
Ahora, encontramos que así como Cristo por medio del Profeta Moisés, Cristo, el Angel del Pacto del Antiguo Testamento, libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y los llevó a la tierra prometida, ahora Cristo en el Nuevo Testamento ha libertado a toda alma de Dios escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, los cuales son los Primogénitos de Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo esta liberación se ha llevado a cabo en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, donde dice:
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Y ahora, solamente por medio de Jesucristo obtenemos perdón de pecados.
Encontramos que el ser humano para poder vivir eternamente necesita a Jesucristo como su Salvador; y por consiguiente todo ser humano necesita salvación para vivir eternamente, necesita un Salvador que lo salve del pecado, porque la paga del pecado es muerte. Por lo tanto, el ser humano desde que cayó está condenado a la muerte.
Primero encontramos que el ser humano muere espiritualmente y luego físicamente; pero el que recibe a Cristo aunque muera físicamente está vivo espiritualmente, su alma está viva, y va a vivir al Paraíso en el cuerpo angelical, en lo que llega el momento de Cristo resucitar a los muertos creyentes en El en cuerpos físicos glorificados, y luego transformar a los que quedemos vivos en este tiempo (creyentes en Cristo).
Ahora vean, en el libro de los Hechos San Pedro predicando, hablando frente al concilio de la religión hebrea: el concilio del sanedrín, dice en el capítulo 4, verso 10 en adelante del libro de los Hechos:
“Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Este es el mensaje que predicó San Pedro al concilio del sanedrín, cuando lo llevaron frente al concilio del sanedrín para que diera cuenta de cómo había sanado aquel hombre que estaba paralítico.
Ahora, no hay otro Nombre dado a los hombres en quien podamos ser salvos, sino en Jesucristo nuestro Salvador; por eso la salvación del ser humano no la puede buscar en otra persona sino en Jesucristo, porque El es nuestro Salvador. No hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, sino en Jesucristo.
Ahora, Cristo pagó el precio de nuestra Redención, El tomó nuestros pecados y se hizo mortal y murió por nuestros pecados, porque la paga del pecado es muerte. El no tenía pecado por lo tanto nadie lo podía matar, Cristo decía: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.”
Pero en el Huerto del *Getsemaní El tomó nuestros pecados, aceptó nuestros pecados, sudó gotas de Sangre allí y ya se hizo mortal. Lo pudieron tomar preso, luego lo juzgaron, lo condenaron, y luego lo presentaron a Pilato para que lo crucificara, porque ya ellos lo habían condenado.
Y Pilato no halló causa de muerte en Jesús, por lo tanto Pilato no quería condenarlo a la muerte, pero el pueblo decía: “Crucifícale, crucifícale.” Ya el concilio del sanedrín lo había condenado a la muerte, dijo: “Es digno de muerte.” Dijo el sumo sacerdote y el concilio del sanedrín. Pero vean ustedes, Pilato no lo quería condenar a la muerte, pero lo entregó a la muerte.
Ahora, encontramos que por causa de que nuestros pecados estaban en Cristo, porque El los tomo; El aparece como el pecador más grande porque tomó los pecados del mundo entero, de toda la humanidad. Por lo tanto, el juicio más grande que ha caído sobre un ser humano, cayó sobre Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, Cristo cuando murió fue en espíritu, cuerpo angelical al infierno, y ése era el lugar donde todos nosotros teníamos que ir a causa del pecado; por lo tanto, a causa del pecado El fue al infierno, tuvo que ir al infierno. Pero vean lo que sucedió en el infierno: Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18 en adelante, dice:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos (o sea, El padeció por todos nosotros), para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.”
Fue en espíritu Angelical teofánico al infierno y predicó allí a los espíritus encarcelados, ¿quiénes eran esos espíritus encarcelados, esas personas que estaban en cuerpos espirituales pero en el infierno?:
“Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”
Ahora vean ustedes, los ante-diluvianos que fueron desobedientes a Dios y no creyeron el Mensaje de Noé, luego cuando murieron fueron al infierno y Cristo fue y le predicó al mundo ante-diluviano, los cuales fueron incrédulos a Noé y su Mensaje, pero no les predicó para salvación sino para condenación.
Y ahora, Cristo en el infierno, allí venció y por eso en Apocalipsis, capítulo 1, verso 18, dice:
“Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (o sea, del hades y de la muerte).”
Porque Cristo venció allí y le quitó las llaves del infierno y de la muerte al diablo; por eso es que Cristo puede resucitar en el Día Postrero a todos los creyentes en El que partieron, que han partido, y todos los vivos en Cristo los puede transformar y restaurarnos nuevamente a la Vida física eterna, a la Vida eterna física, lo cual El hará.
Ahora, vean el amor de Dios tan grande: que envió a Jesucristo, Su hijo, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, Su cuerpo físico morir allí.
En Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante dice cómo nosotros hemos sido salvados, hemos sido rescatados, dice:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
Vean, por amor a todos nosotros Cristo fue manifestado en los postreros tiempos; cuando Cristo estuvo en la Tierra, cuando tenía de 3 a 7 años de edad comenzaron los postreros tiempos, o sea, los Días Postreros; o sea, los milenios postreros, que son el Quinto Milenio, Sexto Milenio y Séptimo Milenio, allí comenzó el primero de los Días Postreros para los seres humanos, que es el Quinto Milenio.
Delante de Dios un día para los seres humanos son mil años, y mil años nuestros son un día para Dios. Por eso los Días Postreros son para los seres humanos los milenios postreros. Por eso San Pablo y San Pedro dicen que Dios habló por medio de Jesucristo en los Días Postreros. En Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Dice Pablo que Dios habló por medio de Cristo en los Postreros Días y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá. Eso de los Postreros Días delante de Dios para los seres humanos son los postreos milenios, los tres últimos milenios, que son: el Quinto Milenio, Sexto Milenio y Séptimo Milenio.
Y Dios estuvo hablando en el Quinto Milenio por medio de Jesucristo, que es el primero de los Días Postreros delante de Dios; y luego el Día de Pentecostés derramó de Su Espíritu Santo sobre 120 creyentes, y de ahí en adelante ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre todos los que lo reciben como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y son bautizados en agua en Su Nombre.
Para esas personas Cristo les da el Espíritu Santo, y eso fue prometido para ser derramado sobre los creyentes en los Días Postreros; por eso comenzó allá en el tiempo de los Apóstoles el Día de Pentecostés a derramar del Espíritu Santo sobre toda carne, y aun Cristo cuando fue bautizado fue lleno del Espíritu Santo. Todo eso en los Días Postreros. Y sigue derramando de Su Espíritu Santo sobre todos los que lo reciben como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentidos de sus pecados y son bautizados en agua en Su Nombre.
Por eso vean, Pedro dice en el segundo capítulo del libro de los Hechos, verso 34 en adelante:
“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Ahora, aquí podemos ver que Pedro les dice: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” ¿Por qué? Porque para los creyentes en Cristo arrepentidos de sus pecados y bautizados en agua en Su Nombre, es la promesa de recibir el Espíritu Santo. Esta promesa es para los Días Postreros como dijo también Joel:
“Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones ,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.” Libro de los Hechos, capítulo 2, verso 17 al 18.
Y ahora, encontramos que todas las personas que reciben a Cristo como su Salvador, son bautizados en agua en Su Nombre, reciben el Espíritu Santo y reciben salvación. Y la salvación es gratuita, es para todos aquellos que creen en Cristo como su salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentidos de sus pecados, y son bautizados en agua en Su Nombre. En San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16 el mismo Cristo dice:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Ahora, podemos ver porqué predicamos el Evangelio a toda criatura, y le damos a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario para salvación de todo ser humano, para así obtener el perdón de los pecados el ser humano, y ser bautizado cada ser humano en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo darle Su Espíritu Santo y la persona obtener el nuevo nacimiento. “Porque el que no nazca de nuevo, el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.” Dijo Cristo en San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6, eso fue lo que le dijo a Nicodemo en esa conversación.
Ahora, Cristo vino a salvar lo que se había perdido, vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, eso lo dice San Mateo, capítulo 18, verso 11, y también en San Lucas, capítulo 19, verso 10 lo dice.
Ahora, el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Ahora, vino a buscar y a salvar lo que se había perdido; antes no estaban perdidos, pero luego de la caída encontramos que el ser humano se encuentra perdido, por lo tanto, viene a buscar y a salvar lo que se había perdido, los restaura a la Vida eterna, los reconcilia con Dios.
En Romanos, capítulo 5, San Pablo hablándonos de este misterio de la reconciliación, dice en el capítulo 5, verso 9 al 10... vamos a ver un poquito antes; capítulo 5, verso 5 en adelante, dice:
“Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”
Y ahora, no hay salvación en ninguna persona, excepto en Jesucristo nuestro Salvador, y ninguna persona puede ser reconciliada con Dios porque sea una buena persona, porque no le haga daño a nadie, no. Solamente el ser humano puede estar reconciliado con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, El es el reconciliador, El es nuestro Salvador, El ya nos reconcilió con Dios.
Y cuando lo recibimos a El como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en agua en Su Nombre y recibimos Su Espíritu Santo, quedamos reconciliados con Dios y quedamos salvos por Jesucristo nuestro Salvador; y evitaremos ir al juicio final y evitaremos la muerte, porque la paga del pecado es muerte. “Y el alma que pecare, esa morirá.” Pero Cristo ha quitado nuestros pecados, por lo tanto, El nos ha dado Vida eterna. “La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es Vida eterna.” Eso está en Romanos, capítulo 6, versos 22 al 23, dice:
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
La dádiva de Dios es Vida eterna en Jesucristo, fuera de Jesucristo no hay Vida eterna para ninguna persona.
Ahora, podemos ver que todos los sacrificios de los animalitos que se efectuaban en el Antiguo Testamento para cubrir el pecado, ahora han sido cumplidos en Jesucristo; y ahora, la Sangre de Jesucristo no cubre el pecado sino que nos limpia de todo pecado y así quita el pecado de todos nosotros.
Y ahora, teniendo a Jesucristo como nuestro Salvador estamos salvos, nuestras almas han sido salvadas por Cristo de la muerte a la cual estaban condenadas. Lo más importante del ser humano es su alma, eso es lo que en realidad es la persona. Por eso dice en Ezequiel, capítulo 18, verso 4, y capítulo 18, verso 20:
“El alma que pecare, morirá.”
Y ahora, por eso también Cristo dice en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28, dice... y vamos a leerlo:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”
Es el alma de la persona lo más importante que tiene la persona, eso es lo que en realidad es la persona, pero tiene un cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal, y tiene un espíritu dentro, el cual recibe cuando nace en la Tierra; pero tanto el espíritu que recibe cuando nace en la Tierra como su cuerpo físico, son dos cuerpos, dos casas en las cuales habita. Habita su alma dentro de su cuerpo espiritual (o sea, dentro del espíritu), y con ese espíritu habita dentro del cuerpo de carne. Y dentro de la persona, o dentro del cuerpo de carne está el alma y el espíritu de la persona.
Y ahora, el alma es lo que en realidad es la persona, por eso ¿de qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? Si pierde su alma lo ha perdido todo; si pierde su cuerpo físico, pero es un creyente en Cristo, Cristo le dará un nuevo cuerpo.
Por eso es que se requiere el nuevo nacimiento para que la persona obtenga el Espíritu Santo, y nazca de nuevo y reciba un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, un espíritu teofánico y luego en el Día Postrero reciba un cuerpo físico glorificado, y así la persona que es alma viviente, pueda vivir dentro de un cuerpo angelical y dentro del cuerpo glorificado por toda la eternidad, y así estar a salvo con Vida eterna en el Reino de Cristo.
“¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
Porque no hay recompensa que el ser humano pueda dar, pueda pagar, y eso de una ‘mordida’ darle a Cristo o a alguno de los Apóstoles para que les salve el alma, no funciona; o lo recibe aquí como su Salvador o no lo recibe, es aquí en la Tierra donde tiene la oportunidad de su alma ser salva por Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma? Sería como dar una ‘mordida’ como dicen en México: “No, yo quiero dar por aquí una ‘propinita’ para que mi alma se salve.” Eso quizás lo han hecho muchos pero no han podido salvar su alma, porque el único que salva el alma de la persona es Jesucristo nuestro Salvador. “Y no hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente en Jesucristo nuestro Salvador.”
Ahora: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
Y ahora, toda persona va a ser juzgada por Jesucristo nuestro Salvador, y viene con Sus Angeles.
Ahora, para los redimidos por Cristo creyentes en Cristo nacidos de nuevo, han pasado de muerte a vida, porque Cristo dice en San Juan, capítulo 5, verso 24:
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”
Y San Juan, capítulo 6 también, nos dice el mismo Jesucristo, capítulo 6, verso 39 al 40:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
O sea, en el Tercer Milenio de Cristo hacia acá, que es también el Séptimo Milenio de Adán hacia acá, ese es el Día Postrero ante Dios que para nosotros es el milenio postrero; es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá, como el sábado es el Día Postrero de la semana, el último día de la semana.
Ahora, vean también lo que Cristo dice en San Juan, capítulo 11, verso 23 en adelante, dice: “Jesús le dijo...” Esto es a Marta cuando Lázaro estaba en la tumba:
“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”
Y ahora, nosotros a esta pregunta que Cristo dice: “¿Crees esto?” ¿Qué decimos nosotros? ¡Amén! Nosotros también lo creemos, lo creemos con toda nuestra alma.
Por lo tanto, el que vive y cree en Jesucristo no morirá eternamente; si su cuerpo físico muere él va a vivir en el cuerpo angelical al Paraíso, y resucitará en el Día Postrero cuando Cristo termine de llamar y juntar hasta el último escogido en Su Iglesia, en Su Cuerpo Místico de creyentes, y luego se levantará del Trono del Padre: el Trono de Intercesión, y tomará el Título de Propiedad: el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y resucitará a los muertos creyentes en El y a nosotros nos transformará.
Y entonces todos nosotros con los muertos en Cristo resucitados, tendremos el cuerpo nuevo, eterno y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, todos seremos entonces eternos en alma, en espíritu y en cuerpo físico también, y ya entonces habremos entrado a la inmortalidad total en toda su plenitud.
Ahora, al ser creyentes en Cristo somos eternos en alma y en espíritu, pero nos falta obtener la inmortalidad física, que es el cuando El nos dé el nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.
Cuando transforme nuestro cuerpo entonces seremos inmortales físicamente también, seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Todo esto es para este tiempo final, para el tiempo de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia y llamando y juntando Sus escogidos en este tiempo final.
Y ahora, por gracia somos salvos, no porque hemos comprado nosotros nuestra salvación con dinero o con buenas obras, sino porque Cristo compró nuestra salvación, El nos salvó gratuitamente, no le dimos nada para que nos salvara, El tomó nuestros pecados y murió en lugar de nosotros.
Eramos nosotros los que teníamos que morir, Cristo no tenía que morir porque Cristo no tenía pecado, pero El vino a salvar y - a buscar y a salvar lo que se había perdido; y para poder salvar lo que se había perdido: los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, El tenía que quitar de nosotros nuestros pecados y entonces El morir por nosotros, morir en nuestro lugar, porque nuestros pecados son los que lo hicieron a El morir. Sin pecado El no podía morir, El decía: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.”
Ahora, podemos ver el misterio de la Primera Venida de Cristo, el motivo por el cual El vino y por el cual El murió en la Cruz del Calvario: fue por cada uno de ustedes y por mí también, por amor a nosotros, y ya todo Dios lo tenía predestinado desde antes de la fundación del mundo.
Así que Cristo lo que decía de nosotros, El decía que Sus ovejas (las que el Padre le dio) nadie las arrebatará de Su mano, y decía: “El Padre que me las dio mayor es que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
¿Ven? Por eso El llevó a cabo la Obra de Redención para restaurarnos al Redil de Dios, reconciliarnos con Dios dándonos Vida eterna y quitando de nosotros por consiguiente nuestros pecados. Sin pecado, pues entonces la persona es restaurado a la Vida eterna.
Ahora, hemos visto que es por gracia que somos salvos, salvos por gracia, porque la gracia de Dios fue manifestada en Jesucristo.
Jesucristo es la gracia de Dios manifestada, y la gracia fue manifestada ¿para qué? Para salvación, para salvación de cada uno de ustedes, y también para salvación mía y de todo creyente de las edades pasadas y de nuestro tiempo que han partido, y para todos los creyentes en Cristo de este tiempo final.
De etapa en etapa encontramos que en medio de la Iglesia primitiva vean lo que sucedía: capítulo 4 y el capítulo 2 del libro de los Hechos ahí está; capítulo *2, verso 47, dice... 46 al 47, dice:
“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
¿Ven? ¿Y quiénes son los que han de ser salvos? Pues los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, esas son las ovejas que se habían perdido; y Cristo viene para salvar las ovejas que el Padre le ha dado para darles Vida eterna.
Por eso en la parábola que Cristo habla del Buen Pastor en el capítulo 10, versos 14 en adelante... aún un poquito antes... verso 9 en adelante, dice:
“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (o sea, Vida eterna).
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas (o sea, que El puso su vida por todos nosotros).
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”
Vean que todo lo que Cristo hizo en la Tierra fue porque ya estaba programado por Dios, y Dios le dio ese Programa para llevarlo a cabo Jesucristo en Su Primera Venida, un Programa en favor ¿de quiénes? En favor de todos nosotros.
Ahora, podemos ver porqué hemos escuchado la Voz de Cristo en este tiempo final; como en cada etapa de la Iglesia, en cada edad pasada escucharon la Voz de Cristo todos los que iban a ser salvos, y así es en nuestro tiempo; y el Señor añadía a Su Iglesia los que habían de ser salvos, esas son las ovejas de Cristo, el Buen Pastor, y son llamadas y juntadas ¿dónde? En el Redil del Señor que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, veamos un lugar más donde nos habla algo importante, capítulo 13, verso 48 al 49 del libro de los Hechos, dice:
“Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
Los gentiles, oyendo esto (esto era lo que San Pablo les decía)...
Los gentiles oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.”
¿Quiénes fueron los que creyeron? “Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.” ¿Y por qué usted ha creído y yo he creído? Porque estábamos ordenados para Vida eterna desde antes de la fundación del mundo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero están ordenados ¿para qué? Para Vida eterna, por lo tanto esas son las personas que cuando aparecen en la Tierra manifestados en un cuerpo de carne, escuchan la predicación del Evangelio y reciben a Cristo como su Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre, y reciben el Espíritu Santo y así son salvos por Cristo, se materializa en ellos la salvación de Cristo y son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ninguna persona puede decir: “Yo leo mi Biblia en mi casa, yo hago mis oraciones en mi casa pero yo no voy a la Iglesia.” Pues no es parte de la Iglesia de Jesucristo. La Iglesia de Jesucristo tiene los que han sido salvados por Jesucristo nuestro Salvador.
¿Y qué es entonces esa persona que dice: “Yo tengo mi Biblia, la leo en mi casa, hago mis oraciones en mi casa pero yo no me reúno con nadie”? Es un simpatizante de la Biblia, pero no es un creyente en Cristo nacido de nuevo, porque estaría ¿dónde? En el Cuerpo Místico de Jesucristo nuestro Salvador. Cristo en San Juan, capítulo 15, nos dice... Recuerden que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, es el mismo Cristo en la forma de Su Iglesia.
Y ahora, en el capítulo 15 de San Juan, verso 1 en adelante, dice:
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.”
Y ahora, aquí Cristo se compara en esta parábola con la vid, la vid que produce uvas (o sea, la planta de uvas), y dice: “Vosotros sois los pámpanos (o sea, las ramas).”
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes estando en Cristo, tiene diferentes ramas, diferentes etapas, diferentes edades, y ahí lleva Cristo el fruto a través de esas ramas, a través de esas etapas o edades.
Tenemos la rama del tiempo de los Apóstoles, tenemos la rama de la primera edad de la Iglesia, tenemos la rama de la segunda edad, de la tercera edad, de la cuarta, de la quinta, de la sexta y de la séptima, y tenemos la rama de la Edad de la Piedra Angular; en alguna de esas ramas tiene que estar toda persona que ha sido salvada por Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, cada persona como individuo también estando en Cristo, la Vid, lleva fruto como individuo, es una rama de Cristo para llevar mucho fruto, todos los frutos del Espíritu de Dios manifestándose a través de esa rama, de esa persona, y produciendo fruto para Cristo, trabajando en la Obra de Cristo, sirviendo a Cristo con temor y temblor, con la manifestación de los frutos del espíritu.
Y ahora, vean en la forma tan sencilla que Cristo representa a Su Iglesia y se representa El y representa a cada miembro de Su Iglesia, aun la persona como les dije que dice: “Yo tengo mi Biblia, yo me quedo en mi casa, la leo, hago mis oraciones allá pero no me reúno en ningún lugar.” Es un pámpano, una rama que está fuera de la Vid, que está fuera de Cristo y que está fuera del Cuerpo Místico de Jesucristo, porque el Cuerpo Místico de Cristo es Su cuerpo pero en la forma de Su Iglesia.
Como un grano de trigo que es sembrado, luego nace en la forma de una planta de trigo y ahí es que lleva trigo, el grano de trigo que fue sembrado en tierra; y el grano de trigo que fue sembrado en tierra es Cristo, el Hijo del Hombre, para llevar por medio de la planta de trigo muchos granos de trigo, muchos hijos e hijas de Dios.
Ahora, podemos ver dónde tienen que estar los granos de trigo: tienen que estar en la planta de trigo que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y el fruto de la Vid verdadera ¿dónde tiene que estar? En las ramas de la Vid verdadera, tiene que estar en alguna de las etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo; y todas estas personas son las que han recibido la gracia de Dios a través de Jesucristo nuestro salvador, que ha sido manifestada para salvación de nuestra alma, para eso es que ha sido manifestada la gracia de Dios: para salvación.
“LA GRACIA MANIFESTADA PARA SALVACION.”
¿Ven lo sencillo que es todo? Usted lo que hace es creer. La fe viene por el oír, por el oír de la Palabra de Dios, y se cree con el corazón (o sea, con el alma), pero se hace confesión, se cree con el corazón para salvación.
Ahora, vamos a leerlo, vamos a ver dónde lo tenemos Miguel. Tenemos a Miguel por aquí cerca para que nos ayude con este pasaje, con el corazón... ¿Romanos? Romanos 10:10, vamos a leerlo tal y como está, dice (9 al 10)... 8 en adelante, vamos a leer 8 en adelante:
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo (¿ven que es creyendo?).
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”
Por eso cuando la persona cree de todo corazón, confiesa: “Yo creo y recibo a Cristo como mi Salvador personal y absoluto Salvador mío, y confieso a Cristo mis pecados, lavo mis pecados en la Sangre de Cristo y soy bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.”
¿Ven? Pasa por todo el proceso establecido por el mismo Cristo: “El que creyere y fuere bautizado sera salvo, mas el que no creyere será condenado.” Tan simple como eso: no cree, es condenado, ya ha sido condenado; cree, es salvo. Tan sencillo como eso. Y tan importante que es creer en Jesucristo como nuestro Salvador para poder vivir eternamente, nuestra alma ser salva de la condenación, ser salva del juicio final y ser salva del lago de fuego, ser salva de la muerte: de la segunda muerte que es el lago de fuego.
Y entonces si es salva nuestra alma de la segunda muerte que es el lago de fuego, entonces vivirá eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, porque la gracia fue manifestada para salvación, ¿para salvación de quién? De todos ustedes y para salvación mía también, y para salvación de todo aquel que cree en Jesucristo como nuestro Salvador.
“LA GRACIA MANIFESTADA PARA SALVACION.”
Hemos visto porqué nosotros creemos en Jesucristo, porqué lo hemos recibido como nuestro Salvador, porqué hemos confesado a Cristo nuestros pecados y porqué hemos sido bautizados en agua en Su Nombre y porqué El nos ha dado Su Espíritu Santo: eso es porque la gracia fue manifestada para salvación, para salvación de todos nosotros, de todo aquel que cree en Jesucristo como su Salvador.
Encontramos también en el libro de los Hechos algo aquí muy importante, vamos a ver dónde lo podemos localizar, es cuando el carcelero (parece que fue), pregunta a Pablo: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Y Pablo le dice: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú...” ¿16: 30 al 31, por ahí Miguel? 16: 30 al 31 vamos a ver, dice:
“Y sacándolos, les dijo (sacándolos de la cárcel les dijo): Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.”
Es una bendición para toda la familia, para toda la casa; la salvación es para todo el que crea en Jesucristo como nuestro Salvador, porque la gracia fue manifestada para salvación.
“LA GRACIA MANIFESTADA PARA SALVACION.”
La gracia manifestada en Cristo, Cristo es la gracia manifestado El para salvación de nuestras almas: nosotros que creemos en este tiempo final, y para los que han creído en otras edades pasadas.
“LA GRACIA MANIFESTADA PARA SALVACION.”
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio que la gracia fue manifestada para salvación.
“LA GRACIA MANIFESTADA PARA SALVACION.”
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes; y dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Que Dios le bendiga, les guarde, y les fortalezca y les ayude a perseverar hasta el fin, porque el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.
Así que permanezca salvo hasta que sean transformados y después ya no habrá peligro ni problemas en su vida, ni problemas de salud, ni de vejez, ni de muerte, ni financieros, de ninguna clase, permanecerá jovencito por toda la eternidad, todos permaneceremos jovencitos como Reyes y Sacerdotes en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Esto es así porque la gracia ha sido manifestada para salvación.
Bueno, con nosotros nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA GRACIA MANIFESTADA PARA SALVACION.”